En 1981 la politóloga y activista escribe Mujeres, raza y clase (1981), texto emblemático de la lucha por la liberación negra y contra el racismo, en el cual ! 50 aborda la discriminación y opresiones que el sistema patriarcal ejerce sobre las mujeres negras trabajadoras; recupera la memoria de lucha y las aportaciones que las mujeres negras hicieron a lo largo de los movimientos políticos desde el siglo XIX y XX; conecta el trabajo teórico y activista con muchas luchas en el mundo de las poblaciones afros contra en anticolonialismo y antiesclavismo, lo cual retumbó en latitudes latinoamericanas y caribeñas, sobre todo en la decáda de 1990 cuando se articulan las organizaciones de mujeres afrodescendientes. Patricia Hill Collins es otra pensadora importante dentro de los aportes del feminismo negro; socióloga y activista afroamericana, es una de las fundadoras del feminismo negro, que da origen a uno de los aportes más significativos: la matriz de la dominación; la autora, señala lo siguiente: El primero tuvo lugar en el cambio de siglo a través del movimiento asociativo de mujeres negras, el cual apuntó muchas de las cuestiones claves todavía hoy en día. El segundo, o movimiento feminista negro moderno, fue estimulado por los movimientos de justicia social de las mujeres y los movimientos antirracistas de los años sesenta y setenta y continúa hasta el presente (Hill, 2012: 114). Además de reconocer el espacio de las organizaciones sociales y el movimiento fundamental para la articulación del movimiento; reconoce dos espacios fundamentales para desarrollar el discurso y pensamiento feminista: la familia y la comunidad: “Al estudiar el papel de las mujeres negras en la lucha y en la supervivencia del grupo, se devela un modelo (afrocéntrico) de comunidad que en contraste con la definición de comunidad implícita en el modelo de mercado, estructurada fundamentalmente por la competición y la dominación se construye sobre las conexiones, el cuidado y la responsabilidad personal” (Hill, 2012: 44). Su aporte sobre la familia cuestiona al patriarcado desde el núcleo familiar, contribuyendo con la teoría de las familias matrilineales en los pueblos negros. Situación que hizo eco en varias de las historias que contaron del pueblo garífuna tanto en Honduras como Belice; por ejemplo, debido a la migración hacia los Estados Unidos, principalmente, en algunas entrevistas se encontraron informes sobre la importancia o la centralidad de las mujeres en el cuidado de hijos e hijas que no eran necesariamente parte de su familia, pero que se quedaban a su cargo ! 51 porque sus padres habían migrado, este fue el caso de Calixta el enlace de la Organización Enlace de Mujeres Negras en Triunfo de la Cruz20. Al respecto, Hazel Carby, jamaiquina pionera del feminismo negro, proveniente de la escuela Marxista, Estudios Culturales, Postcoloniales y de Diáspora, reflexiona en torno a las conecxiones entre el África y el Caribe, a partir de la identificación similitudes vividas por mujeres negras en ambos lados del Atlántico, desde diferentes procesos coloniales y en la conformación de lo nacional: Cuestionó supuestos conceptos universales centrales en la teoría feminista, que demostró problemáticos en su aplicación a las vidas de las mujeres negras como «familia», «patriarcado» y «reproducción». Sentaba así las bases para una sistematización del conocimiento construido por las feministas negras en contextos afroamericanos, asiáticos y africanos. En tercer lugar, abrió una vía para una posible interpretación del feminismo por parte de diferentes grupos de mujeres desde posiciones igualitarias (Carby en Jabardo, 2012:48). Aun cuando las condiciones coloniales y de experiencia frente a la esclavitud se hayan desarrollado de maneras diversas y con particularidades entre las afroamericanas, las poblaciones negras en el Caribe, Latinoamérica y pueblos libertos, como los garífunas, la propuesta de articular espacios domésticos, familiares y de activismo como puntos de inflexión frente a la dominación y a su vez como semilleros de propuestas de reflexión liberadoras, permite mirar las conexiones entre feministas y no feministas tanto de un lado del Atlántico como del otro: La mayoría de las mujeres africanas no están obsesionadas con articular su feminismo, simplemente lo practican: es lo que hacen y cómo lo hacen lo que provee el «marco»; el «marco» no es llevado al teatro de la acción como una herramienta definitoria [...] Los intentos de moldear el «feminismo africano» en una «bola de boniato» fácil de digerir no sólo despierta preguntas definitorias sino que crea dificultades para establecer parámetros organizacionales y para desentrañar modos complejos de compromiso (Nnaemeka en Hill, 2012:115). !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 20 Similitudes importantes de mencionar y considerar, aun cuando no hay etnografías o trabajos de campo profundos que hagan estos cruces, la situación descrita coincide con la información de Patricia Hill. ! 52 En tanto, se encaminen a co-crear reflexiones como propuestas liberadoras frente a las desigualdades, frente a las opresiones desde una apuesta teórica crítica frente a la modernidad colonial de los Estados-nación caribeños y latinoamericanos; desde esta apuesta se mira como clave las apuestas y aportes del feminismo negro. Y aunque las prácticas feministas de las negras en África y América tienen procesos diferentes (cuando menos el proceso de esclavitud y colonialismo fueron diferentes) Hill Collins considera al feminismo como una herramienta trasnacional frente a la opresión de las mujeres: Trasnacionalmente, las mujeres se encuentran con cuestiones sociales recurrentes como la pobreza, la violencia, los asuntos reproductivos, la falta de educación, el trabajo sexual y la vulnerabilidad a la enfermedad (Rights of Women [Derechos de las mujeres], 1998). Colocar las experiencias, el pensamiento y la práctica de las mujeres afroamericanas en un contexto diaspórico negro trasnacional revela éstos y otros puntos en común de las mujeres de ascendencia africana a la vez que especifica lo que es particular (Hill, 2012:113). Para la infrapolítica y prácticas de resistencia de las garífunas; para ellas, la cultura ancestral es su puente de entrada a la práctica contra las opresiones que se construyeron sobre sus orígenes, sus cuerpos y su historia, aunque no las nombren prácticas feministas garífunas o negras. Pero, justamente, son las claves de su liberación se llame o no se llamen feministas negras, porque constituyen la base de transformación de su vida frente a la matriz de dominación que desde este análisis representa el Estado-nación colonial, al igual que la transformación e sus prácticas en espacios políticos, universitarios y de resistencia. Porque el feminismo negro desde las contribuciones de Davis y Hill surge como respuesta al racismo de la década de los sesenta, parte de la larga búsqueda de la igualdad de las mujeres de color de los siglos pasados; incorpora la opresión de clase que las trabajadoras domésticas y obreras de la década de 1940 vivieron con mayor fuerza; y replantea la opresión sexual como el arma más antigua de control y represión que se extendería a los cuerpos de mujeres, en cuerpos de mujeres negras, también contribuye a mirar las opresiones del pueblo en otros espacios. ! 53 Tejiendo la dominación desde la matriz Lo que Hill Collins llamo “imbricación de las opresiones” es la representación de la matriz de la dominación en América; la cual Tsvetan Todorov, Anibal Quijano y Francesca Gargallo situaron con la invasión de América, a partir de la racialización de las nuevas identidades coloniales. Por ejemplo, los aportes de Todorov (2010) sobre la construcción de “los otros”, afirmó que “el descubrimiento” de América enuncia