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La pulsión en el Psicoanálisis
Para comprender la pulsión en el Psicoanálisis es imperativo aclarar que la sexualidad. En la teoría Psicoanalítica, ésta incluye pero no se limita a la genitalidad. Más bien se refiere a la serie de excitaciones y actividades que producen un placer irreductible a la satisfacción de las necesidades fisiológicas.
Es pertinente hacer la distinción entre necesidad y deseo. La necesidad es la exigencia de un órgano cuya satisfacción se cumple realmente con un objeto concreto y no en la fantasía. Por ejemplo, la sensación fisiológica del hambre que se sacia con el alimento. Luego el deseo, es una expresión de la pulsión sexual que nace de una zona erógena del cuerpo. El mismo se satisface sólo parcialmente con un fantasma cuyo objeto es el cuerpo de otro igualmente deseante. El deseo en Psicoanálisis siempre es sexual, y tiene como condición la prohibición del incesto, y la falta asumida con la castración.
 
La pulsión
A lo largo de su obra, Freud sostiene dos planteamientos con respecto a las pulsiones. Estas teorías pulsionales son complementarias y una no descarta la vigencia de la anterior. En su artículo “Pulsiones y Destinos Pulsionales” (1915), Freud define la pulsión como:
Un concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos procedentes del interior del cuerpo, que arriban al alma, y como una magnitud de la exigencia de trabajo impuesta a lo anímico a consecuencia de su conexión con lo somático.
Esto implica que lo somático imprime una exigencia de trabajo en el aparato psíquico.
 Componentes de la pulsión
Ya anteriormente, en sus “Tres Ensayos sobre una Teoría Sexual” (1905) define los componentes de la pulsión como:
· Fuente (quelle), es el órgano en el que se produce la excitación sexual y donde brota la pulsión. Se denomina zona erógena, siendo orificios del cuerpo básicos para la supervivencia y donde se apoya la sexualidad. En diferentes momentos del desarrollo psicosexual, cada una de estas zonas tendrá una prevalencia sobre las demás. La pulsión satisfecha será entonces parcial. Sólo con el paso del tiempo se agruparán en organizaciones libidinales.
· Fuerza (drang), es el factor cuantitativo (económico) de la pulsión. Supone la insistencia y el empuje como una exigencia de trabajo.
· Meta (ziel), que siempre es la satisfacción, es decir, la supresión del estado de estimulación de la zona erógena. Las pulsiones pueden ser inhibidas o desviadas en su fin. En el primer caso, se hace un alto en la satisfacción. Por ejemplo, el cariño hacia los amigos. En el segundo caso, se da el mecanismo de la sublimación. Mediante el cual la pulsión es canalizada para actividades socialmente valoradas.
· Objeto (objekt), es aquello en lo cual o por medio de lo cual la pulsión puede alcanzar la satisfacción parcial. Freud plantea que el objeto “es lo más variable de la pulsión”. De modo que no está enlazado a ella originariamente. No obstante, no todas las cosas son susceptibles de ser un objeto para un determinado individuo. Sino sólo aquellas condicionadas por su propia historia.
 
Primera Teoría Pulsional
La primera teoría pulsional fue expuesta en 1910 en su artículo “La Perturbación Psicógena de la Visión”. La misma consiste en la oposición entre las pulsiones de auto-conservación y sexuales. Las pulsiones de auto-conservación, tienen como fin la conservación del individuo y el yo. Mientras que las pulsiones sexuales, están puestas al servicio de la sexualidad y la consecución del placer sexual. Podría decirse que existe en el psiquismo una oposición entre necesidad y deseo, o como Freud bien lo dijo, entre hambre y amor.
Las pulsiones en cuanto tal, son pulsiones sexuales, pues están orientadas a la consecución de un placer. Éste no siempre está ligado a la satisfacción de la necesidad orgánica, que concierne a las pulsiones de auto-conservación. De acuerdo con Freud en este período de su obra, la vida psíquica está regida por el Principio del Placer. Según el cual, el aparato psíquico tiende a buscar el placer y evitar el displacer. Entiéndase este último como un estado de tensión que puede manar del interior del propio cuerpo o surgir por estímulos externos.
Si bien las pulsiones sexuales se apuntalan en aquellas de auto-conservación. Se diferencian de ellas pues hay un plus de placer, un resto que queda una vez satisfecha la necesidad. El chupeteo ejemplifica este fenómeno, pues el lactante succiona incluso después de haber satisfecho su necesidad de comer. Dicho esto, no hay un objeto predeterminado biológicamente para la satisfacción de las pulsiones.
 
Las pulsiones parciales
Las pulsiones (sexuales) se satisfacen localmente en una determinada zona erógena, por lo cual se consideran pulsiones parciales. Este placer de órgano, va ligado a representaciones fantasmáticas, que expresan no las necesidades vitales sino los deseos inconscientes. Como se ha expuesto, Freud consideraba que las pulsiones se apuntalan o apoyan en las funciones vitales, es decir, en las pulsiones yoicas (de auto-conservación). Luego secundariamente se tornan independientes.
Freud propone que el desarrollo de la libido sigue una serie de fases, cada una marcada por una nueva organización de la sexualidad. En cada una de estas etapa, se da la primacía de una zona erógena, y un modo particular de relación con el objeto. De forma muy general, as fases del desarrollo psicosexual según Freud son: Fase oral, fase anal y fase fálica.
Fases del desarrollo psicosexual
La sexualidad es parte esencial de la vida de todos los seres humanos, pues desde que nacemos gozamos de ésta. Cómo se desarrolla depende, de acuerdo con Freud, de las experiencias vividas en distintas etapas, además de lo que hay en el inconsciente, aparentemente alejado del ser humano y poco visible pero de gran relevancia. De acuerdo con el padre del psicoanálisis, la sexualidad es un tema clave en la personalidad e influye de una manera u otra en las decisiones que tomamos día a día. 
Durante su vida realizó diversos ensayos sobre la teoría psicoanalítica y las fases de la evolución de la libido. Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905) fue la primera edición en la que mostró el desarrollo de éste: la sexualidad infantil y la sexualidad puberal y adulta. Entre la primera y la segunda mostró un periodo de latencia, es decir un periodo en el que se detenía el desarrollo sexual.
Uno de los aportes más relevantes de Freud fue argumentar que el camino hacia una actitud sexual madura comenzaba desde la infancia y no en la pubertad como muchos creían. Para llegar a esta conclusión, Freud se dedicó a observar el comportamiento de los niños y analizar prácticas tan inocentes como podía ser chuparse un dedo, lo que en realidad está relacionado con la sexualidad. Más tarde, entre 1913 y 1923, introdujo una serie de estudios dentro de la etapa pregenital: oral, anal y fálica.
Etapa oral
Esta es la primer etapa que distingue Freud. En ésta el placer se centra en la boca, por lo que es importante que el bebé experimente. Cuando esta en la etapa oral conoce el mundo a través de la boca, así es que puede conocer su entorno. 
Por sus capacidades físicas el niño, tiene una actitud pasiva. Su madre (quien cumpla el rol) lo asiste en todas sus necesidades.
Fase oral primaria la meta es incorporar
Fase oral secundaria la meta devorar (con la aparición de los dientes )
Por eso es común que el niño se chupe el dedo o que todo lo que encuentre a su alrededor se lo lleve a la boca. La relación con la madre también es muy importante, pues hay una relación entre comer y ser comido.
 
Etapa anal
Esta etapa se presenta entre el segundo y tercer año y es cuando toda la atención se centra en el control de los esfínteres y las sensaciones en el ano, a raíz de nuevas posibilidades de postura corporal ( gateo). Así el niño encuentra placer al momento en el que defeca. De acuerdo con Freud, el niño se da cuenta que entrega una parte de su cuerpo cuando defeca. Es importante que esta etapa se viva en elmomento justo. Que se le enseñe al niño con paciencia y sin demasiadas presiones. Se trata de una fase que Freud describe como actividad-pasividad; la primera también la conoce con el nombre de pulsión de dominio que es el deseo por apoderarse con fuerza del objeto, fase anal primaria, la meta es tener. La fase anal secundaria, la meta es expulsar. De acuerdo con Freud, esta etapa es importante por la simbolización; en la edad adulta se verán algunos aspectos relacionados con el orden, avaricia o testarudez, dependiendo de cómo se haya pasado la etapa anal. 
Etapa fálica
. Esta etapa se denomina fálica porque Freud hablaba de la relevancia del falo, falo es la creencia universal de que todos tienen pene.
Durante esta etapa el placer se centra en los genitales. Freud la exploró a detalle en 1923 en La organización genital infantil. Esta etapa ocurre entre los 3 y 5 años y es cuando los niños y niñas buscan diferenciarse entre sí y se dan cuenta de las diferencias. No sólo lo notan a través de la vestimenta, sino también entre los genitales. Es cuando surgen preguntas sobre por qué los niños tienen pene y las niñas no. Se vive una curiosidad que no debe ser reprimida. Las respuestas que se den a los niños son fundamentales en esta etapa para que no obstruyan otras capacidades de aprendizaje en general.
Durante esta fase se da el Complejo de Edipo
Etapa de latencia
Este periodo se encuentra entre la niñez y la adolescencia. Es una etapa relativa en la que se detiene la investigación sexual infantil. Se vive un periodo en el que, debido a la represión ya existente, se vive una especie de amnesia infantil. La sexualidad volverá a aparecer en la pubertad. 
La pulsión sexual sufre un cambio de meta los que se conoce como sublimación
Etapa genital
Esta etapa ocurre al momento en el que el cuerpo experimenta cambios físicos, causados especialmente por los cambios hormonales, por lo que los genitales son el interés central de los individuos. La pubertad es una etapa que muchos describen como difícil, pues hay muchos cambios tanto físicos como psíquicos que pueden ser invasivos. 
l Complejo de Edipo 
En Psicoanálisis, el concepto del Complejo de Edipo da cuenta de la constitución del aparato psíquico y sus estructuras. Esta concepción freudiana fue acuñada por primera vez en 1910 y se baja en el Mito de Edipo. Se refiere al deseo inconsciente de mantener una relación incestuosa con el progenitor del sexo opuesto. Deseo que va acompañado de hostilidad hacia el progenitor del mismo sexo.
Jacques Lacan en su retorno teórico a Sigmund Freud, lo describe como una estructura cuaternaria. Sus elementos -hijo, madre y padre- se organizan en función de la circulación del falo. Éste no debe confundirse con el órgano genital masculino, pues para el Psicoanálisis lo que prima es su representación. Además, plantea que se desarrolla en tres tiempos: complejo materno, complejo de castración y elección de objeto.
 
En el primer tiempo del Complejo de Edipo, el vínculo entre la madre y el bebé promueve la idea de unidad fálica. Ambos se complementan, pues son cada uno el falo del otro, es decir, colman su deseo mutuamente. El bebé nace inmerso en el universo simbólico donde se inserta. El mismo está formado por el lenguaje y por lo que sus padres desean para él.
La madre atiende las necesidades de su hijo y calma sus angustias. En algunas ocasiones, también se ausenta lo cual es experimentado por el niño como una pérdida del amor antes entregado. Esta alternancia entre presencia y ausencia, enfrenta al niño con la arbitrariedad y lo enigmático del deseo materno. Para descifrarlo, debe obtener la respuesta a la pregunta: ¿che vous? También entra en la dialéctica del ser. Es decir, se identifica como el objeto que satisface el deseo de su madre colmando su falta.
Por otra parte, el bebé experimenta todo en sensaciones corporales. Estas sensaciones se apuntalan con la satisfacción de sus necesidades. Cuando la madre alimenta al bebé, queda un plus de satisfacción que el bebé satisface en su propio cuerpo. Un ejemplo del autoerotismo oral es el chupeteo. Ya no se satisface una necesidad de comer, sino el placer de succionar. Las zonas erógenas entonces constituyen órganos privilegiados. Ellos son los orificios del cuerpo: la boca, el ano, los genitales.
 
Segundo Momento: Complejo de Castración
En el Complejo de Edipo, el concepto psicoanalítico de castración no se considera la mutilación real de los órganos genitales. Este concepto psicoanalítico es inconsciente y siempre una amenaza, que tiene consecuencias distintas en el varón y la niña. Tampoco se limita a ser una experiencia evolutiva, pues se ve renovada a lo largo de la vida.
Hasta este momento, tanto el niño como la niña habían sostenido la premisa universal, según la cual todos tienen pene. Ésta va acompañada de la ilusión de omnipotencia, que más tarde deberá remitir ante la aceptación de los límites. Más adelante el desarrollo es distinto para el varón y la niña.
Complejo de castración en el varón
La primera condición para que surja el complejo de castración en el varón son las amenazas verbales. Las mismas que procuran: prohibir sus prácticas autoeróticas, y establecer un corte en el vínculo exclusivo con la madre. Generalmente, estas advertencias son proferidas por alguna mujer.
La segunda condición necesaria es la visión de la falta de pene en la zona genital femenina. Así, comienza a representarse la pérdida de su propio pene como posible, pues hay personas que no lo tienen. Sólo entonces, surge la angustia de castración que es completamente inconsciente. En el varón esta angustia dará salida a la resolución del Edipo.
Complejo de castración en la niña
En el caso de la niña, la visión del pene la obliga a admitir que ella no lo posee. Entonces interpreta de forma inmediata que “fue castrada” y lo vive como un infortunio individual. De este modo, la niña no experimenta la angustia del varón ante algo que podría ocurrir. Más bien, alberga el deseo de tener lo que vio y de lo que fue desposeída. Posteriormente, cuando descubre que las mujeres y la madre han tenido la misma suerte, resurge el resentimiento hacia ésta por no haberle otorgado el atributo fálico.
El padre como agente de la castración
Como se muestra, lo esencial de la experiencia de la castración es el reconocimiento de la diferencia anatómica de los sexos. Hasta ese momento, reinaba la fantasía de omnipotencia. En adelante podrá aceptar que el universo está conformado por hombres y mujeres, y que el cuerpo tiene límites. Para el niño, el sentimiento resultante es la angustia de castración, ante la posibilidad de una herida narcisista. Mientras que en la niña, la herida narcisista ya ha sido consumada, y el resultado es el dolor de la castración.
Este trayecto es posible por la entrada de un tercero, el padre quien funge como agente de la castración. Es introducido a través del discurso de la madre, quien abandona para el niño su apariencia de madre fálica y se torno en castrada o en falta. El hijo no satisface plenamente a la madre, cuyo falo ahora es representado por la función paterna. Resurge entonces la pregunta: ¿che vous?, cuya respuesta es nuevamente el falo. Pero ahora lo es en su dimensión simbólica.
 
Tercer Momento: Elección de Objeto
La castración simbólica recién instaurada unifica la ley y el deseo. Es lo que designa al Complejo de Edipo como una metáfora. Ésta tiene una función estructurante, pues convierte al niño en un sujeto deseante. El superyó es la estructura psíquica que surge a posteriori del Complejo de Edipo. También emerge como consecuencia de las identificaciones secundarias con las figuras parentales, principalmente el padre, permitiendo la entrada en la cultura.
Elección de objeto en el varón
Con referencia a la resolución de Edipo, el varón acepta la ley de prohibición de incesto y elige resguardar su narcisismo. Entra directamente en el Complejo de Edipo porque desea a la madre, y sale cuando desea a otra mujer que no sea ésta. Esta crisis que atraviesa el niñoes estructurante, pues a partir de ella asume su falta y sus límites, así como afirma su identidad sexual masculina.
Elección de objeto en la niña
Según Freud, la niña puede adoptar tres salidas distintas y decisivas para su feminidad.
La primera reacción es alarmarse tanto ante la falta, que se niega a entrar en la rivalidad con el varón y se aleja de toda sexualidad en general.
La segunda salida posible se exhibe como un complejo de masculinidad, sostenido por el fantasma de ser un hombre a pesar de la castración que deniega. No necesariamente pero en algunos casos, su elección de objeto podría ser homosexual.
La tercera reacción es el reconocimiento inmediato y definitivo de la castración, por lo que cambia el partenaire amado: la madre cede su lugar al padre.
Por esto, el complejo de castración es la entrada de la niña en el Complejo de Edipo y su relación con el padre, a quien desea darle un hijo. Para Freud la resolución del Complejo de Edipo femenino es ser madre, mientras que Lacan argumenta que el deseo de la mujer no se agota en tener un hijo.

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