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La función de la renina consiste en activar el angiotensinógeno plasmático, al convertirlo en angiotensina I. La angiotensina I, a su vez, es convertida a angiotensina II por la enzima convertasa, presente en el endotelio de los vasos del pulmón y otros órganos. La angiotensina II es uno de los vasoconstrictores más potentes. Produce constricción arteriolar y aumenta la presión arterial sistólica y diastólica. Además, estimula la secreción de aldosterona en la corteza suprarrenal, con el consecuente aumento de la reabsorción de sodio en el túbulo renal. Como el sodio arrastra agua por ósmosis, se produce un aumento de la volemia, contribuyendo aún más al incremento de la presión arterial
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