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Palau - Poesía desnuda 01

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Poesía desnuda: 
Ruptura y Tradición 
En 1969, se publicó en los Estados Unidos una antología titulada 
Naked Poetry: Recent American Poetry in Open Forms. (1). El título se 
tomó de la obra de Juan Ramón Jiménez y la desnudez de esta poesía, 
según los editores, tiene que ver con la ausencia de rima externa o de pie 
o metro de igual duración. Entre los diecinueve autores incluidos aparecen 
algunos de los mejores poetas de la lengua inglesa que escribieron después 
del final de la Segunda Guerra Mundial. (2). Más de cincuenta años atrás, 
Juan Ramón Jiménez usó la frase poesía desnuda en el famoso poema de 
la colección Eternidades publicada en Madrid en 1916, y a partir de esa 
fecha, su nueva manera de hacer versos que implicaba mucho más que 
ausencia de rima externa o de pie de igual medida, se llamó poesía desnu-
da. Nada indica que los autores incluidos en Naked Poetry fueran influidos 
por el poeta español, ni éste fue influido por Yeats o por Tagore como han 
opinado algunos críticos, cuando dio con la frase poesía desnuda para ca-
racterizar su manera de escribir. 
Mucho se ha escrito sobre las influencias ajenas en el poema de la 
poesía desnuda de Juan Ramón. Por el hecho de que él y su mujer colabo-
raron en la traducción de la obra del poeta hindú Rabindranath Tagore, 
se ha relacionado con el Gitanjali de este autor, y como Juan Ramón leyó 
a Yeats, lo admiró y tradujo algunas de sus poesías, también se ha escrito 
sobre la posible influencia del poema *'A Coat", de Yeats. (3). Pero el poe-
ma y el concepto de la poesía desnuda de Juan Ramón, implica todo un 
proceso de vestirse y desvestirse hasta llegar a la desnudez, lo cual no apa-
rece en las mencionadas obras de Tagore y Yeats. 
Cito el poema VII de Gitanjali, de Tagore: "My song has putt off 
her adornments. She has no pride of dress and decoration. Ornaments 
would mar our unión; they would come between thee and me; their 
jingling would drown thy whispers". El concepto básico de este breve poe-
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ma es quitarse los adornos, implícito en el reiterado uso de frases alusivas 
a ello, como adornments, decoration, ornaments, jingling. Si se tiene en 
cuenta la cultura del autor, es obvio que se trata de los elementos del 
traje típico de una cantante hindú. En el poema de Yeats, "A Coat", el 
hablante dice que le hizo una prenda de vestir a su canción, bordada de 
pies a cabeza de viejas mitologías; pero que los tontos la cogieron, se la pu-
sieron delante de todp el mundo, como si ellos la hubieran hecho, y el 
poema termina: "Song, let them take it, / For there is more enterprise, / 
In walking naked". Así que tampoco se trata en este poema de desnudarse, 
sino de andar desnudo. 
Otro argumento a favor de la no-influencia extranjera en la poesía 
desnuda de Juan Ramón es que el concepto de la desnudez aparece en su 
obra desde temprano y con mucha anterioridad a su conocimiento de la 
obra de los mencionados autores. Cronológicamente, está ya en sus múlti-
ples connotaciones desde los años de 1909-1911, para cuya fecha Tagore no 
era conocido fuera de la India ni Yeats había publicado su poema "A 
Coat". 
Para entender el significado del concepto de la poesía desnuda en 
la obra de Juan Ramón, no hay que recurrir a literaturas extranjeras. El 
verbo desnudar es de origen español, con un significado un poco distinto 
al de otras lenguas, ya que tiene que ver con austeridad, renunciamiento, 
purgación. Me baso en la minuciosa explicación de este vocablo en la obra 
Estudios literarios sobre mística española, de Helmut Hatzfeld. (4). 
Hablando de la influencia de Raimundo Lulio y de Jan Van Ruys-
broeck en el lenguaje de los místicos españoles, Hatzfeld se refiere al uso 
del verbo desnudar por San Juan de la Cruz y dice que en el concepto de 
la noche oscura entra el de la desnudez: "Pasar por la noche oscura de la 
fe "en desnudez", dice San Juan en Subida del Monte Carmelo. En espa-
ñol, explica Hatzfeld, el verbo tiene un significado distinto al del latín 
tardío que confundía acción y resultado, desnudamiento y desnudez, y que 
los emplea indistintamente, como el griego. Hatzfeld traza los antecedentes 
de la palabra, a través de Lulio y Ruysbroeck, mostrando su riqueza con-
ceptual: tiene que ver con puro, limpio, sencillo, simple, escueto, mero. 
Esta desnudez, dice Hatzfeld, es fundamental en San Juari de la Cruz, que 
declara que su primer libro, Subida del Monte Carmelo, contiene la doc-
trina de la desnudez del espíritu, según la cual "el alma resignada, aniqui-
lada y desnuda... de todo se ha de vaciar... de manera que aunque más 
cosas sobrenaturales vaya teniendo, siempre se ha de quedar como desnuda 
de ellas". Voy a disgregar aquí, porque me llama la atención el paralelo 
que existe entre este concepto de tener más cosas y quedarse como desnu-
da de ellas y la poesía desnuda de Juan Ramón, según notaron algunos pri-
meros críticos de esa poesía, cuando t r a t á ron le explicar cómo era, y vién-
dose en apuros, tuvieron que metaforizar. 
En una reseña de junio 27, 1917, en el periódico La Vanguardia, de 
Barcelona, dice Alejandro Plana: "Diríamos que Juan Ramón se obstina 
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en hallar la profundidad de las cosas. En los árboles del río, en las estre-
llas de la noche, en los infinitos campos solitarios, en el mar rebelde y 
variable, descubre el poeta lo mismo que en su espíritu, más allá de la 
imagen que ven los ojos; hay una fuerza que es su profundidad; hay todos 
los años que el árbol se despojó en octubre y reverdeció en abril, la inmen-
sa distancia de los astros, la sensación de inmovilidad de la tierra labrada, 
y la contraria sensación de movimiento eterno en el mar. No es que pre-
tenda el poeta pensar sobre las imágenes de las cosas para elaborar con-
ceptos ...". (5). Y después, aún tratando de definir el carácter de esta nue-
va poesía, Plana la compara con la de Antonio Machado, el otro gran poe-
ta de la época: "No se confunde esta poesía con ninguna otra. No se con-
funde con otro estilo, su estilo. En otros poetas, como Antonio Machado, 
las palabras señalan un surco, dibujan con un cuchillo un contorno que 
nada borra. Es un estilo plástico, que retiene la realidad en las imágenes. 
En cambio, en ese otro estilo de Juan Ramón Jiménez las palabras son 
como un enjambre que dibuja círculos y curvas en el cielo, o a ras del 
suelo, pero sin fijarse nunca, sin hacerse prisioneras de una realidad cruda 
y perecedera*' (lbid.). Al año sguiente en El Imparcial, Gabriel Alomar, 
en su reseña de la primera antología de Juan Ramón, Poesías escogidas, 
publicada por la Hispanic Society de Nueva York, se refiere a Eternida-
des, libro que contiene el poema de la poesía desnuda y dice que "señala 
el límite extremo de la espiritualidad del concepto poético en su lucha por 
desprenderse de la materialidad de la palabra". (6). Esto que nota ya la 
crítica temprana implica despojar, como en el verbo desnudar, y este des-
nudar de la poesía de Juan Ramón tiene relación con la purgación ascética 
y es un proceso complejo que nace de su actitud ante el mundo y las 
cosas. Esta actitud, naturalmente, está determinada por atavismos de raza 
y por las circunstancias específicas de su ser y estar. La poesía desnuda 
en la obra juanramoniana es indicio de una pasión, una obsesión, una bús-
queda que ocupa su vida entera y que se resuelve poéticamente casi en su 
vejez. Dijo el poeta: "Mis tres presencias: el desnudo, la obra, la muerte" 
(7) y estos son los tres grandes temas de su poesía. El desnudo incluye: la 
mujer, la poesía y el amor. Después de casado, piensa un libro con ese 
título: "Las tres presencias desnudas" dividido en tres partes: "La obra 
desnuda", "La mujer desnuda", "La muerte desnuda", que no llegó a dar 
en vida y también pensó otro título, "Hacia otra desnudez", que es la ya 
no sensual, la de la renuncia. Mujer desnuda, poesía desnuda, muertedes-
nuda se funden y se confunden en la vida y la obra de Juan Ramón debido 
a su apasionada disposición; al tradicional concepto de la pureza típico de 
la cultura española y a la existencial angustia de los hombres de su época. 
El modernismo fue la búsqueda de una nueva vía de conocimiento 
de lo transcendental a través del cuerpo, sublimado por los conceptos filo-
sóficos de la época y el rechazo de las religiones tradicionales con su énfa-
sis en la negación de la sensualidad, y aunque el espíritu positivo no tu-
viera en España la vigencia que en Hispanoamérica, la preocupación por la 
carne es tan honda en Juan Ramón como en los modernistas hispanoameri-
canos; pero la búsqueda, en su caso, sigue derroteros tradicionales afines 
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a los de los místicos españoles: en ella hay purgación, renuncia, purifica-
ción. Estos derroteros no son parte de la cultura de los pueblos de Améri-
ca. Pero no es mi propósito en este trabajo, trazar la trayectoria neomística 
de la poesía de Juan Ramón, sino aportar datos en cuanto a la significación 
de la poesía desnuda. 
Son elocuentes las palabras del poeta en el aforismo titulado "Las 
tres presencias": "Cada cinco años, visto más hermosa a mi Poesía desnu-
da, para volver a desnudarla mejor durante otros cinco años. Este es el 
proceso natural de lo completo. Y esto, bien evidente en los diversos tiem-
pos de mi Poesía, ha sido, es y será mi juego fatal, hasta que yo le encuen-
tre a la Poesía, a la Mujer, el hueso de la Muerte" (E y EE, 213). 
En la segunda edición de Vida y obra de Juan Ramón: La poesía 
desnuda, (8) traté de demostrar, apoyándome en datos concretos, que la 
frase poesía desnuda está íntimamente relacionada con hechos de la vida 
amorosa de Jan Ramón. El sindroma Don Quijote-Sancho Panza, tan típi-
camente español, ocurre en él en el plano de lo erótico. Juan Ramón libra 
una lucha entre su desmedida sensualidad y sus deseos de pureza y esta 
lucha se desplaza hacia la mujer, el objeto por excelencia de su sensuali-
dad vital y poética. Ella encarna también todos los atributos de la espiri-
tualidad y la belleza. En el famoso poema de la poesía desnuda (9), hay un 
contexto biográfico que describí a través de la mencionada obra. La pri-
mera estrofa del poema: 
Vino, primero, pura, 
vestida de inocencia; 
y la amé como un niño 
representa tanto a la primera poesía como a la primera novia, la casta 
adolescente Blanca Hernández-Pinzón, blanca de nombre, de apariencia y 
de carácter. En la segunda estrofa: 
Luego se fue vistiendo 
de no sé qué ropajes; 
y la fui odiando, sin saberlo 
se habla de un proceso paralelo en la visión del verso y de la mujer: la 
poesía se va llenando de adornos, se va vistiendo. A las castas adolescen-
tes de antaño se une la visión de mujeres casadas, sabias, poseídas, por él 
o por otros. Estas mujeres son también parte de la vida sentimental del 
poeta, durante la residencia en Francia, a principios del siglo XX. (10). 
Durante el período de residencia en su Moguer nativo, entre 1905 
y 1912, las actantes de los versos de Juan Ramón tienen sus dobles en estas 
mujeres. Deprivado de su compañía y de la de la casta primera novia 
Blanca Hernández Pinzón, el obsesionado poeta se consuela en el recuerdo 
de ellas y en la descripción de pinturas en las que aparecen mujeres en 
estados intermedios de desnudez y opulencia. Esta visión se sintetiza en 
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la tercera estrofa del poema de la poesía desnuda: 
Llegó a ser una reina, 
fastuosa de tesoros... 
¡Qué iracundia de yel y sin sentido! 
El idilio con una mujer cultivada y sensitiva, Luisa Grimm y el encuentro 
luego con Zenobia Camprubí, que habría de ser su esposa, son contexto 
de los versos cuarto y quinto, respectivamente: 
...Mas se fue desnudando. 
Y yo le sonreía. 
Se quedó con la túnica 
de su inocencia antigua. 
Creí de nuevo en ella. 
Al poseer a la mujer amada, en el matrimonio, el poeta tuvo que haberla 
encontrado sencilla, pura, casta. Zenobia, nacida en Cataluña, era nórdica 
en apariencia y cultura. 
Su madre, de ascendencia norteamericana y con un concepto estric-
to del comportamiento de la mujer, influyó hondamente en su educación 
y su conducta. La unión carnal, santificada por el sacramento (Juan Ramón 
y Zenobia se casaron por la iglesia Católica en Nueva York) se convirtió 
en acción pura, el conflicto del cuerpo versus el espíritu quedó resuelto, la 
desnudez en la mujer dejó de ser pecaminosa, se convirtió en poesía. Todo 
esto, está representado en la última estrofa del recurrido poema: 
Y se quitó la túnica 
y apareció desnuda toda... 
¡Oh pasión de mi vida, poesía 
desnuda, mía para siempre! 
En otro contexto, el de la creación literaria, la primera estrofa del 
poema tiene que ver con la sencilla poesía primeriza escrita bajo la in-
fluenia de Bécquer y parecida, por su melancolía, a la de los poetas galle-
gos y catalanes, como Rosalía de Castro y Curros Enríquez. Esta poesía se 
va desarrollando influida por la propia tradición regional andaluza, Juan 
Ramón tiene el oído y la vista atentos al espacio circundante, a la canción 
popular al colorismo y movimiento de las cosas, como en las obras de los 
entonces maestros andaluces, Manuel Reina y Salvador Rueda, verdaderos 
precursores del modernismo en España por el cromatismo de sus versos y 
la recreación de los aspectos bellos de la realidad ambiental. 
Juan Ramón se aparta de ésta, su manera natural de escribir, des-
lumhrado por la suntuosidad y sensualismo de la poesía modernista his-
panoamericana, sobre todo la de Rubén Darío, del que tenía mucho que 
aprender; pero, como imitador, malentendió la sublimación del ser sensi-
ble en la poesía del gran nicaragüense, sublimación que correspondía sola-
mente a su particular percepción, como en el caso de todos los grandes 
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exponentes del modernismo hispanoamericano, distinto cada uno en su 
expresión poética. La poesía "modernista" primera de Juan Ramón fue 
artificiosa, recargada, morbosa. Sus dos primeros libros, Ninfeas y Almas 
de violeta, de 1900, fueron artificiosamente cromáticos, hasta en la tinta 
verde y violeta, respectivamente, con que se imprimieron, aunque hubiera 
influido en ello la voluntad ajena. Los títulos reflejan las ideas opuestas 
del autor, ideas que habrían de volverse conflictivas. Las ninfeas, flores 
grandes, acuáticas, suntuosas, son lo contrario de las escondidas y peque-
ñas violetas. Estos dos primeros libros son un muestrario de lo mejor y 
peor de la poesía primera de Juan Ramón: poemas recargados, tenebrosos, 
melodramáticos, y romances sencillos y melancólicos. En ambos casos el 
amor y la muerte están orquestrados por una musicalidad singular. 
Juan Ramón vuelve a su delicado y melancólico primer tono bajo 
la influencia de los simbolistas franceses, durante el período de residencia 
en el sur de Francia, en Burdeos, donde va a curarse de una depresión 
nerviosa. De regreso a España, da el libro capital del modernismo español, 
Arias tristes, de 1903, en el que predomina la visión de jardín y claustro, 
porque Juan Ramón se hallaba recluido en un sanatorio de Madrid, aten-
dido por monjas y rodeado de jardines. Abandonando la libertad de versi-
ficación de los primeros poemas "modernistas", escribe en romance. Su 
delicado cromatismo, su cuidadosa elección de los objetos que le rodean 
convierten al paisaje en una visión de ensueño, orquestrada por una músi-
ca exquisita, ajena a la de la poesía popular por su tono aristocrático ga-
lante; pero con la nota melancólica de los primeros romances. Juan Ramón 
ha vuelto a lo suyo; pero con maestría. A Arias tristes siguen innumerables 
poemas de jardín o campo, la visión es siempre recreación artística de la 
realidad circundante o del recuerdo de realidades circundantes, nunca fal-
seadas, pero siempre bellas al influjo de una lengua exquisitaen sus ma-
tices de significación. Sus títulos son: Jardines lejanos, publicado en 1904; 
Elegías puras, en 1908; Elegías intermedias y Olvidanzas, en 1909; Elegías 
lamentables y Baladas de primavera, en 1910. 
Esta poesía se aviene a la descripción en la segunda estrofa del poema 
de la poesía desnuda: "Luego se fue vistiendo / de no sé qué ropajes; / y 
la fui odiando sin saberlo", por la persistencia de los exquisitos elementos 
paisajistas y por la excesiva música. Durante los años de residencia en 
Moguer, entre 1906-1912, en particular, en los últimos años, Juan Ramón 
escribe la poesía que "llegó a ser una reina, / fastuosa de tesoros...". La 
soledad sonora, de 1908, Poemas mágicoé y dolientes, de 1909, Melancolía y 
Laberinto de 1910-1911, tienen aspectos rebuscados: Juan Ramón moderni-
za formas poéticas tradicionales, como la égloga en La soledad, sonora, y 
usa el alejandrino para temas españoles, como los motivos cervantinos en 
Poemas mágicos y dolientes. El engalanamiento de las imágenes es exce-
sivo: 
Sobre cojines malvas, de raso perfumado, 
mi desfallecimiento se extasía en la luna; 
músicas de otro mundo resuenan a mi lado, 
jacintos de oro aroman mi pasión sin fortuna. (11). 
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