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pero la falta de un incremento en la super- vivencia cuando se combina esta con quimiotera- pia intratecal y el riesgo de toxicidad retardada con pérdida de función cognitiva ha limitado su utili- zación. 1.3.7. TTratamiento dde llas rrecaídas La recaída de la LLA se combate con dos estrate- gias diferentes: la reinducción de la LLA con quimiote- rapia convencional o el alo-TMO con dosis altas de qui- mioterapia. Una segunda remisión puede conseguirse en aproximadamente la mitad de pacientes que recaen, con los mismos fármacos utilizados para alcanzar la RC inicial o con una combinación de quimioterapia alter- nativa, que incluye dosis altas de metotrexato que van de los 200 mg/m2 a los 6 g/m2. Este régimen presenta una importante toxicidad hematológica y gastrointesti- nal, a pesar del rescate con ácido folínico. Otros regí- menes incluyen combinaciones de dosis altas de citara- bina con amsacrina y prednisona, o dosis intermedias de citarabina, con mitoxantrone y etopósido. La duración media de las remisiones para los pacientes que reciben es- tas reinducciones es de algo menos de 6 meses. Los pa- cientes que recaen durante la poliquimioterapia de man- tenimiento tienen un pobre pronóstico si se compara con los pacientes que lo hacen después del manteni- miento. La quimioterapia con altas dosis altas es una opción de tratamiento para pacientes en recaída o leucemia re- fractaria o enfermedad con factores de pobre pronósti- co, como es el caso de los que tienen cromosoma Fila- delfia. Los pacientes con LLA en recaída pueden esperar una supervivencia de un 10-20% con un alo- TMO. Los pacientes LLA con cromosoma Filadelfia + a los que se les administra la quimioterapia estándar tie- nen una supervivencia de un 10 %, si bien hay quien ha citado una supervivencia libre de enfermedad tan alta como de un 40% a los 2 años con alo-TMO. No menor, es la mortalidad y morbilidad asociadas al alo-TMO que limita la utilidad de esta aproximación en algunos pa- cientes. El papel del auto-TMO no está claro en la LLA, dado el alto potencial para la contaminación leucémica de las células madre, a pesar de las técnicas de selección positivas o negativas. 1.3.8. RRetos ddel ttratamiento En los niños que sobreviven a la LLA, las últi- mas complicaciones pueden transformarse en un desafío médico. La exposición a las radiaciones da lugar a un aumento de tumores cerebrales, estatura baja, obesidad, pubertad precoz y osteoporosis. La administración de hormona del crecimiento permi- te alcanzar la altura adecuada en estos pacientes; pe- ro es en estos casos donde se ha registrado una ma- yor asociación entre hormona del crecimiento y un nuevo inicio de leucemia aguda, que coloca a estos pacientes en alto riesgo de recaída. El metotrexato in- duce encefalopatía, las antraciclínas inducen cardio- miopatía tardía y la topoisomerasa II induce la LMA, que son consideradas como toxicidades tardías . Mientras los avances de las nuevas quimioterapias en niños, dan ánimos, la falta de resultados paralelos y la recaída en adultos, pone de manifiesto la nece- sidad de nuevos tratamientos en adultos. La indivi- dualización de las dosis de quimioterapia, la inmu- noterapia dirigida hacia células diana, el tratamiento dirigido a la diferenciación celular, los inhibidores de la angiogénesis y la terapia génica son nuevas es- trategias de investigación en niños y adultos con LLA. 1041HEMATOLOGÍA CLÍNICA LEUCEMIAS CRÓNICAS 2.1. Leucemia mieloide crónica (LMC) Es un síndrome mieloproliferativo crónico caracte- rizado por una proliferación monoclonal mieloide que in- volucra a la “stem cell”, lo cual significa que además de una marcada leucocitosis en sangre periférica a base de neutrófilos, eosinófilos y basófilos, se ven afectadas otras líneas celulares sanguíneas: megacariocitos, pre- cursores de hematíes e, incluso, linfocitos B y T. Fue la primera neoplasia en la que se descubrió una alteración cromosómica característica, el cromosoma Philadelphia (Ph). Este cromosoma, que aparece en un 85% de los pacientes, es producto de una translocación adquirida entre los cromosomas 9 y 22. El punto de ruptura en el cromosoma 22 está en la región bcr (bre- akpoint cluster region) y en el cromosoma 9 implica al protooncogén abl. El resultado es un oncogén bcr-abl. La LMC representa entre el 7% y el 15% de todas las leucemias, con una prevalencia de 1-1,5 casos/100.000 habitantes y año. Es más frecuente en varones que en mujeres (2:1), y la mediana de edad en el momento del diagnóstico es de 45 años. No obstante, puede apare- cer a cualquier edad, incluso en niños (3% de las leuce- mias infantiles). No se conoce la causa de la LMC, aunque la expo- sición a radiaciones ionizantes aumenta su incidencia. También se ha relacionado con ciertos HLA (CW3 y CW4). No se conocen factores hereditarios. 2.1.1. CCaracterísticas cclínicas – Fase crónica. Tradicionalmente dura entre 3 y 5 años, pero con el interferón se ha alargado. Un ter- cio de los pacientes no presenta ningún síntoma. El resto de pacientes presenta astenia, anorexia, su- dores, fiebre y fundamentalmente esplenomegalia. – Fase acelerada. La presenta un 60-70% de los pacien- tes tras la fase crónica y se caracteriza por una leuco- citosis progresiva y resistente al tratamiento, acompa- ñada por fiebre, sudor nocturno y esplenomegalia progresiva. Esta fase dura, habitualmente, varios me- ses. – Crisis blástica. Puede aparecer con o sin fase acelerada previa y se caracteriza por la presencia de síndrome anémico, infecciones, hemorragias, malestar general, dolores óseos y esplenomegalia progresiva. La super- vivencia en esta fase es de 3 a 6 meses. 2.1.2. TTratamiento El objetivo inicial del tratamiento conservador es conseguir un control de la enfermedad, mejorar la cali- dad de vida y la supervivencia. Pero el objetivo final de- be ser la curación, lo cual solo puede conseguirse con el trasplante de precursores hematopoyéticos (TPH) alogénico. Se estima que el 50-75% de pacientes en fase cróni- ca con donante adecuado pueden ser curados por el TPH. Sin embargo, es fundamental determinar el mo- mento ideal para llevarlo a cabo, puesto que la probabi- lidad de éxito disminuye al aumentar el tiempo entre el diagnóstico y el trasplante y sobre todo si la LMC no está en fase crónica. En general se debe hacer en el pri- mer año y se consideraría urgente en la fase acelerada(12). Desde el momento del diagnóstico hasta la realiza- ción del TPH y en aquellos pacientes que no sean sub- sidiarios de un TPH, hay que administrar un tratamien- to convencional: – Busulfán. Se utiliza únicamente cuando no se toleran o no son eficaces otros tratamientos La dosis es de 0,1 mg/kg/día por vía oral, hasta que la cifra de leu- cocitos se reduce al 50%. Después, la dosis se reduce a la mitad hasta alcanzar los 20 x 109 /l y se suspende. Presenta efectos adversos muy importantes como mielosupresión potencialmente mortal y fibrosis en pulmón y corazón. Está contraindicado en potencia- les candidatos a un TPH, porque aumenta la toxici- dad orgánica del trasplante. – Hidroxiurea. Se considera el tratamiento inicial de elección para reducir la cifra inicial de leucocitos, ya que produce menos efectos adversos que el bu- sulfán, prolonga la duración de la fase crónica, in- crementa la supervivencia global comparado con el busulfán y además no compromete el éxito de un posible TPH(13). La dosis es de 40 mg/kg/día por vía oral hasta alcanzar los 20 x 109/l leucoci- tos, y después se reduce la dosis para mantener una cifra de leucocitos entre 2 y 5 x 109/l. Los efectos ad- versos de la hidroxiurea son citopenias, ezcemas, úlceras en mucosas y piel, náuseas y macrocitosis. – Interferón alfa (2a y 2b). Es el tratamiento de elec- ción una vez reducida la cifra inicial de leucocitos con hidroxiurea. Se emplea a dosis de