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La Era Del Imperialismo - Harry Magdoff

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HARRY MAGDOFF 
* * i 
la era del imperialismo 
política económica internacional 
de Estados Unidos 
Traducción de 
RODOLFO ARRIGORRIAGA 
EDITORIAL NUESTRO TIEMPO, S. A. 
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Colección: Temas de Actualidad 
Primera edición en español, 1969 
Derechos reservados conforme a la ley 
@ Editorial Nuestro Tiempo, S. A. 
Domicilio provisional: 
Cerro del Hombre 125, 
México 21, D. F. 
Impreso y hecho en México 
Printed and made in Mexico 
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PRESENTACION 
INTRODUCCION 
I N D I C E 
1. EL IMPERIALISMO, AYER Y IIOY 
El ascenso de los grandes negocios 
La nueva batalla por las materias primas 
El avance del transporte oceánico y el mercado mundial 
El imperio y el nuevo imperialismo 
Imperialismo y colonias 
Los rasgos modernos del imperialismo 
La demanda de fuentes externas de materias primas 
Materiales estratégicos 
Los Estados Unidos como principal exportador de capital 
2. LA4 BANCA NORTEAh4ERICANA SE INTERNACIONALIZA 80 
Los bancos de sucursales toman las riendas del mercado capitalista 
mundial 86 
Expansión exterior vía subsidiarias bancarias 92 
El dólar como divisa mundial: Nueva Yorli, banquero del mundo 96 
Los bloques monetarios romo instrumentos de ccntrol 106 
El camino de la devaluación 110 
Experiencias disímiles en materia de devaluación 114 
Los centros financieros crean su propio dinero 120 
El caso de las finanzas norteamericanas 123 
3. LOS GASTOS MILITARES Y LA PAX AMERICANA 132 
La ayuda exterior, instrumento de control 
Ejecución de la línea política y militar de los EE.UU. 
Ayuda económica para la política de puerta abierta 
La ayuda extranjera y los negocios norteamericanos 
Ayuda exterior: la carga del hombre blanco 
El control a través del FMI 
Ayuda y endeudamiento 
El rezago de las exportaciones 
La exportación y sus límites 
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4. ASPECTOS ECONOMICOS DEL IMPERIALISMO DE ESTA- 
DOS UNIDOS 199 
El alcance de los comproinisos económicos en el exterior 204 
La importancia creciente de la actividad económica exterior 207 
Gastos militares y exportaciones 213 
Monopolio e inversiones exteriores 220 
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Desde que Lenin escribió su pequeña gran obra: El imperialis- 
mo , fase superior del capitalismo, se lzan publicado, en el mundo 
entero, probablemente centenares o acaso miles de nueí!os títulos 
sobre el tema. Muchos, sin embargo, Izan respondido eserzcialmeiz- 
te a fines de divulgación o contribuido a esclarecer ciertos aspectos 
concretos de la dinámica del capitalismo ntonopolista, más que al 
propósito de ahondar en el estudio del fenómeno y de sus múlti- 
ples, complejas y siempre cambiantes formas de expresión. A con- 
securrzcia de ello y de cierta tendencia a u n esquematismo dema- 
siado simplista y divorciado de la realidad, a ueces se reiteran me- 
cánica y aun dogmáticamente situaciones que se Izan modificado, 
lzan perdido importancia o incluso han dejado de estar presentes 
en la economía mundial. 
El lector comprobará con satisfacción que el presente libro no 
incurre en esas fallas, sino que más bien contribuye eficazmente a 
superarlas a través de u n estudio objetivo, riguroso y autorizado, 
que supone el empleo de u n instrumental teórico y a la vez el co- 
nocimiento preciso y la evaluación cuidadosa de los hechos, ya 
que, en última instancia, es e n la realidad donde las ciencias so- 
ciales tienen que confirmar, revisar o abandonar las hipótesis y aun 
las categorías conceptuales con que trabajan. 
Maurice Dobb Iza hecho notar lo extraño que resulta que, a 
diferencia de los economistas clásicos, que tanto se ocuparon en 
sus estudios del mercantilismo, los economistas de hoy tiendan con 
frecuencia a ignorar el imperialismo o a verlo como u n fenómeno 
ajeno y sin importancia para la economía. El autor de este libro, 
por el contrario, demuestra que el imperialismo no es u n hecho 
del pasado n i tampoco u n asunto secundario sino algo vigente y 
funciamental, que afecta nuestra vida diaria de mil maneras y que, 
en una soczedad capitalista, no se puede escoger o rechazar puesto 
que es ccel modo de vida de tal socjed-a#. Por ello es todavía más 
extraño que, aun en los paises dependientes de América Latina, 
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8 L A E R A DEL I M P E R I A L I S M O 
ciertos economistas, al parecer sólo empeñados en preservar la "ku- 
reza" de la economía, proscliban el imperialismo de su jergf y 
de su oficio, como si tal fenómeno no fuese una de las causas prin- 
cipales del atraso y el subdesarrollo. 
Harry Magdoff, quien esencialmente se ocupa en este libro del 
imperialismo norteamericano, es u n distinguido economista. Desde 
hace años enseña en The New School for Social Research, de Nueva 
York y desde hace unos meses comparte, con Paul M . Sweezy, la 
responsabilidad de eo-editar Monthly Review, en esa misnza ciudad. 
A los editores de la versión castella?la de esta revista, que se pu- 
blica en Santiago de Chile, debemos la traducción al español 1~echa 
por Rodolfo Arrigorriaga, texto que aquí publicamos con ligeros 
cambios de forma, sobre todo de algunos giros regionales emplea- 
dos en México. A ambos, editorial y autor, desearnos expresar nues- 
tro agradecimiento. 
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Los ensayos que aquí se presentan fueron escritos en respuesta 
a las preguntas, repetidamente formuladas, durante y despuks de 
conferencias dictadas en varios colegios. Sorprendidos por la furia, 
!a irracionalidad y el horror del escalamiento de la guerra en Viet- 
nam, muchos estudiantes comenzaron a indagar sobre las causas: 
;ES la guerra una parte de un esquema mLs general y congruente 
de la política exterior de los Estados Unidos o es una aberración de 
iin grupo particular de hombres en el poder? 
Haciendo a iin lado los argumentos propagandísticos sobre la 
más elevada riloralidad y la amenaza a la seguridad nacional, ios 
inquisitivos estudiantes se inclinaron a buscar motivos ocultos. Qui- 
zá -pensaron algunos- había en Vietnam del Sur materias pri- 
mas vitales u oportunidades excepcionales para los negocios, que 
podrían explicar ia intensidad y la unidad de propósitos en el teme- 
rario camino de conquista del gobierno de los Estados Unidos. Al 
no encontrar respuestas concisas y adecuadas en tal dirección, algu- 
nos se decidieron a intentar, en un contexto más amplio, una va- 
loración de la situación en el Sureste de Asia. De ahí surgió la 
hipótesis de que la guerra de Vietnam era parte de una estrate- 
gia más general de los Estados Unidos, compuesta por varios ele- 
mentos : 
I ) Cna campaña de los Estados Unidos para obtener el con- 
trol y ejercer influencia sobre todo el Sureste de Asia, árca que 
contiene más de 200 millones de almas, con un territorio de un 
rnillón y medio de millas cuadradas. En este caso la conquista 
de mercados y fuentes de materias primas (tanto potencialcs como 
efectivas) es significativa, no sólo para los Estados LTnidos, sino 
también para un Japón industrializado que podría funcionar como 
socio menor dentro del imperio de los Estados L- idos s. 
2) La decisión militar de establecer una base fuerte y digna 
de confianza en Vietnam del Sur, en donde podrían acumularse 
* Traducida del inglCs por Horacio Zalce. 
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10 L A ERA DEL IMPERIALISMO 
enormes existencias de equipo y material y tener estacionado un 
fuerte poderío militar. ., 
3) El uso de una base militar así, en la costa o cerca de ella 
y próxima a Vietnam, como una fuente de poder, no sólo para el 
control o influencia sobre todo el Sureste de Asia, sino también 
como parte de un cerco de hierro alrededor de la República Po- 
pular China y la República Democrática de Vietnam. Esto servi- 
ría, no solamente como una amenaza, sino como una área de lanza- 
miento en el caso de una guerra terrestre contra los países comu- 
nistas asiáticos. 
Este modo de pensar, analizado en contraste con la historia de 
la Guerra Fría, llevó a los más sofisticados a una área más amplia 
de investigación: ¿Debe& acaso encontrarse la causa raíz de la 
política de los Estados Unidos en un imperialismo moderno, en el 
capitalismo como un sistema expansionista? Pero aquí tropezaron 
otra vez. La hipótesis del imperialismo parecía entrar en conflicto 
con la opinión comúnmente aceptada de que las exportaciones y 
las inversiones en el extranjero son elementos menores en la eco- 
nomía global de los Estados Unid0s.l ¿Podría resolverse esta evi- 
dente contradicción? 
En este punto no ayudaba mucho la literatura económica exis- 
tente. Es verdad quc en años recientes los economistas han estado 
prestando más atención a los asuntos económicos internacionales, 
especialmente en temas tales como la balanza de pagos, el oro, la 
ayuda extranjera, el comercio internacional y los problemas de los 
países subdesarrollados. Sin embargo, aparte de una literatura cada 
vez más abundante sobre los aspectos legales y que se ocupa princi- 
palmente de asuntos prácticos de los negocios, se ha dedicado muy 
poco estudio a la relación entre las economías doméstica e intcr- 
nacional. Los economistas teóricos se han abstenido, por regla ge- 
neral, de analizar a los Estados Unidos como una potencia econó- 
mica mundial, o de estudiar al país como parte del sistema 
capitalista mundial. 
No cs que debieran ignorarse las infliiencias económicas menores. Las 
f~ierzas económicas marqinales tienen a veces un peso especial extra como 
puede verse, por ejemplo, en el libro de Robert Engler, The Politics of Oil 
(New York, 1967). Los efectos económicos que son marginales a toda la 
economía, pueden revestir una gran importancia para ciertas corporaciones 
gigantes. Por consiguiente, pueden tener una influencia exorbitante en la 
política pública a seguir, a causa de la conc~ntración de poder económico 
y político en manos de estas corporaciones. 
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I N T R O D UCCIÓN 1 1 
C n notable ejemplo de cómo se circunviene este punto lo pro- 
porciona la magna obra de John Kenneth Galbraith, The New 7 
I~ldustrial State. En ella Galbraith intenta, en forma atrevida, ho- 
llar terreno virgen, y no se muestra inhibido por la ortodoxia acep- 
tada para llegar a nuevas generalizaciones teóricas. Puesto que el 
eje de su análisis es el concepto de una economía norteamericana 
dominada por gigantescas corporaciones, enfatiza una y otra vez 
su influcncia estratégica sobre los asuntos económicos y políticos, 
así como la imperiosa necesidad de esas corporaciones, para su pro- 
pia sryuridad y protección, de controlar sus fuentes de aprovisio- 
namiento de materias primas y sus mercados y sin embargo, de la 
lectura del libro de Galbraith uno no sabría nunca que estas cor- 
poraciones ticnen algún interés económico extraiijero a pesar del 
lieclio. demostrado clocumeritalmente más adelante, de que las fuen- 
tes estranjeras de materias primas, así como los mercados extran- 
jeros para sus productos, son un componente significativo, y en 
rreciii-iiento, de las actividades mercantiles de las corporaciones 
gigantes. No tan sólo se ignora este aspecto en el tratamiento quc 
de las corporaciones hace Galbraitli, sino que le deja ignorado 
también en su examen de las relaciones entre los intereses corpo- 
rativos y la política militar extranjera. En el caso de esta última. 
, . pone Gnfasis en e1 -o de los gastos militares en PI 
crecimiento y la s e v i l a w n d e s firmas. h r o no se en- 
-- 
&entra una sola palabra acerca de la participación extranjera de 
las corporaciones gigantrs -aun cuando la armazón teórica de Gal- 
braitli, construida alrededor de los imperativos de control de las 
corporaciones solxr matcrias primas y mercados, está pidiendo 
gritos tal anrílisis. 
Las repetidas pre~untas de los estudiantes acerca de lo anormal 
de una economía "aislacionista" y una política extranjera interna- 
cional agresiva revelaba la ausencia de tales pesquisas de parte de 
los eruditos ortodoxos o aun de los críticos sociales liberales y radi- 
cales. Fue tanta la siqnificacibn de las pre,guntas planteadas como 
este kacío ilustrado lo que estimuló los estudios que aquí se publi- 
can. Cna invitación para leer iin trabajo sobre el imperialismo 
ante la segunda Conferencia de Escritores Socialistas que tuvo lu- 
gar en Nueva York en septiembre de 1966 proporcionó la oportu- 
nidad para presentar en público los primeros resultados de la bús- 
queda de una respuesta a esta cuestión (una versión revisada de 
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LA E R A DEL IMPERIALISMO 
este trabajo, publicado en el número de noviembre de 1966 de la 
Monthly Review, es la que aparece aquí como Capítulo 5). 
La tarea primaria era reunir y valorar suficientes hechos para 
poner a prueba la suposición casi universal de que las actividades 
económicas extranjeras son un elemento pequeño y aun insiynifi- 
cante en los intereses comerciales de los Estados Unidos. ; Qu6 es 
lo que estos hechos muestran? La respuesta, a mi modo de ver, 
no es nada ambigua: los supuestos prevalecientes son falsos. La 
cuestión crucial de este asunto es un fracaso general en el recono- 
cimiento de todo el impacto de las inversiones extranjeras: com- 
prender que si bien la exportación de capital bajo la forma de 
inversión directa -en minas, pozos petroleros e industria manu- 
facturera- es mucho menor que las exportaciones en un año dado 
cualquiera, el efecto acumulativo del flujo anual de inversión in- 
volucra valores económicos que superan con mucho a las expcr- 
taciones. 
Cuando, como es la costumbre, toma uno en cuenta solarnente 
las cantidades anuales de exportación de mercancías y de capitales, 
puede subestimarse el efecto de la acumulación de las inversiones 
extranjeras. Las exportaciones de mercancías, a diferencia de las 
exportaciones dc capital, representan tan solo un flujo: los hom- 
bres de negocios tratan de mantener e incrementar este flujo del 
rendimiento de las plantas ubicadas en los Estados Unidos. El flujo 
tiene que ser renovado cada año: la corriente al extranjero del 
año anterior pertenece al pasado; deben encontrarse nueyas ventas 
para el producto de este año. 
 as inversiones que se mueven en el extranjero, en cambio, van 
construyendo un acervo de inversiones. Una inversión en fábricas 
y equipo en el extranjero permanece en el extranjero por siem- 
pre jamás. a menos de que, eventualmente, la empresaentera sea 
vendida, confiscada o, como en el caso de los minerales, hasta que 
se hayan agotado, por último, los recursos naturales. Pero en tanto 
que la inversión de una empresa exista en el extranjero y haya 
mercado para sus productos, la inversión se autoperpetúa. Los pre- 
cios de los productos vendidos incluyen, además de las ganancias 
y los costos de la mano de obra y la materia prima, la depreciación 
del capital (o depleción de las reservas). En esta forma se gene- 
ran fondos continuamente, no sólo para obtener ganancias "eter- 
nas", sino también reemplazos "eternos" de equipo usado y/o la 
explotación de nuevas fuentes minerales. Y por supuesto que cada 
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INTRODUCCIÓN 13 
nueva inversión que fluye al extranjero se añade al stock "perma- 
nente de inversiones? 
Una simple ilustración aritmética puede ayudarnos a explicar 
este punto. Supongamos que las corporaciones estadounidenses in- 
vierten 5 000 millones de dólares anualmente en el extranjero. Su- 
pongamos, asimismo, que por cada 5 000 millones de dólares inver- 
tidos sea razonable esperar 10 000 de producto (o sea 2 dólares 
de producto manufacturado cada año por 1 dólar de inversión 
inicial en plantas y equipo). Entonces obtcndríarrios los sigiiicn:cs 
resultados : 
Flujo anual Existencia acumu- Rendimiento anual 
de capital in- lada de capital en resultante del uso 
~ 'er t ido en el el extranjero al del equipo de 
Año extranjero fin de año capital 
(Miles de millones de dólares) 
En esta forma la inversión del primer año determinaría una 
existencia de $5 000 millones, de los cuales se obtienen, para la 
venta, $10 000 en productos. En el segundo año, el flujo adicional 
de 5 000 millones habrá de añadirse a la inversión del año anterior. 
Tenemos ahora una existencia acumulada de $10 000 millones. Es- 
to es en fábricas y equipo, con los que pueden producirse $20 000 
millones de nuevos productos anualmente. Para el décimo año la 
existencia acumulada alcanza una inversión de $50 000, con lo que 
la producción anual disponible para el mercado llega a los. . . . . 
$100 000 millones. 
Aquí podemos ver que si habla uno de la cantidad relativa- 
mente pequeña de inversiones que fluye cada año al extranjero, se 
le está escapando el significado pleno del impacto acumulado de 
tal actividad en la inversión. De esto se desprende que si se ve so- 
lamente el volumen anual de mercancías y de exportaciones de 
capital, no se hace caso del impacto total de los negocios norteame- 
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14 L A ERA DEL IMPERIALISMO 
ricanos en el extranjero. Supongamos que el flujo anual de las 
exportaciones de los Estados Unidos asciende a $25 000 millones, 
y compárese esto con los resultados de 10 años de inversión extran- 
jera a la tasa anual de $5 000 millones, como se mostró en nuestro 
ejemplo: la cifra anual de las operaciones extranjeras resultantes 
de las existencias de inversión acumulada asciende a $100 000 mi- 
llones, o sea cuatro veces más que las exportaciones. 
Este modo de considerar a los negocios de los Estados Unidos 
en el extranjero añade una nueva dimensión al grado de extensión 
del compromiso económico del país en el exterior, y suministra el 
marco para el examen, en los párrafos siguientes, de la magnitud 
de las ventas al extranjero, de las inversiones y del flujo de las 
ganancias que provienen de estas inversiones. 
Pero nuestro interés no radica solamente en la magnitud de los 
compromisos económicos en el extranjero; es necesario también 
inquirir qué tan importantes son estas actividades para la econo- 
mía doméstica. Si pensamos en términos de una razón aritmética, 
veremos que hasta aquí hemos estado discutiendo tan solo el nu- 
merador. iY qué usamos como denominador? De nuevo nos en- 
contramos aquí con un error muy difundido en el modo común- 
mente aceptado de pensar acerca de estos asuntos. Una manera 
habitual para medir la importancia de las cuestiones económicas 
es comparar las variables por examinar con el Producto il'acional 
Bruto (PNB). Si un segmento particular de la economía se eleva 
hasta representar una gran proporción del PNB, se deduce ipso 
facto, que es importante. Y al contrario, si su proporción frente al 
PNB es baja, el renglón particular que se está comparando es ha- 
bitualmente considerado entonces como no importante. 
La debilidad de este tipo de prueba estadística radica en que 
no establece diferencia alguna entre los sectores estratégicos y los no 
estratégicos de la economía, entre las variables dependientes y las 
independientes, entre las actividades que crean un pioducto excc- 
dente y aquellas que se dedican a utilizar ese excedente. (Para 
comprender este asunto el lector debiera consultar El Capital AJO- 
nopolista de Paul A. Baran y Paul M. Slveezy.)" Baste hacer notar 
aquí que el procedimiento que se siguió fue estrechar la base para 
evaluar la importancia relativa de la actividad econónlica en el 
extranjero, de manera que esta última se correlacionara con los 
* Publicado en Nueva York en 1964 y traducido recientemente en Mé- I 
xico por Siglo XXI. 
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l INTRODUCCIÓN 15 
sectores comparables de la economía doméstica. Además de esto 
se puso particular empeño en algunos sectores estratégicos tales 
como las industrias de bienes de capital, que son los elementos más 
volátiles dentro del ciclo de los negocios. 
El análisis que ha resultado de los datos disponibles ha demos- 
trado que existe un estrecho paralelismo entre la agresiva política 
extranjera de los Estados Unidos, dirigida al control (directo o ' indirecto) de tan grande porción del globo como sea posible, por 
una parte, y la enérgica política expansionista de los negocios norte- 
-- 
americanos, por la otra. Por supuesto que la demostración del pa- 
ralelismo de ambos cursos no prueba que lo uno sea la causa de 
lo otro. Lo que si sugiere cs que simplemente es erróneo suponer 
que la economía de los Estados Unidos sea "aislacionista" y de 
esto se desprende que debe de introducirse la expansión de los asun- 
tos económicos internacionales de los Estados Unidos como un 
elemento muy importante en cualquier hipótesis que intente expli- 
car lo que está ocurriendo hoy en el mundo. 
A fin de entender mejor las principales tendencias en el pasado 
y las potenciales para el futuro, necesitamos seleccionar las más 
importantes influencias entre la multitud de variables. Sin einbai- 
go, el intento de llegar a una fórmula simple, de causa única, muy 
frecuentemente hace el papel de una camisa de fuerza para el 
avance del conocimiento. En el caso del imperialismo tenernos, en 
un extremo, a los teóricos que buscan un imponderable universal 
en la naturale7a del hombre, o una fornia de atavismo social 
para explicar el fenómeno como una fuerza continua y constante 
en la historia. Es así que tenemos a un historiador económico tan 
competente como el profesor David S. Landes que da la siquiente 
explicación : 
Me parece que uno tiene que ver al imperialismo como una 
respuesta múltiple a una oportunidad común que consiste 
simplemente en una disparidad de poder. Siempre y en clon- 
dequiera que tal disparidad ha existido, los pueblos y los 
grupos se han mostrado listos para sacar ventaja de ella. Se 
ve con pesar que está en la naturaleza de la bestia humana 
el explotar a los otros -o salvar sus al~nas, o "civilizarlas", 
según el caso.2 
"Dad S. Landes, "The Nature of Ecoilomic Imperialism", en The 
Iournal of Economic History, diciembre dc 1961, p. 510. 
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16 LA ERA DEL IMPERIALISMO 1 
Esta interpretación, correcta o incorrecta, supone un nivel tan 
elevado de abstracción que no contribuye en nada a la compren- 
sión de las diferencias históricas entre los tipos y propósitos de la 
agresión y la expansión. Es irrelevante en absoluto, por ejemplo, 
para explicar la expansión histórica de la sociedad capitalista hasta I 
convertirse en un sistema mundial o por qué esta expansión va 
asociada a una creciente disparidad de poder entre unas cuantas 
naciones que son excepcionalmente ricas y muchas naciones que 
son continuamente pobres. l 
En el otro extremo del espectro de la sobresimplificación está 
la fórmula del imperialismo económico "puro". La búsqueda de 
motivos económicos sin adulteración para las decisiones de política 
exterior seniirá como una útil hipótesis en un gran número de ca- 
sos. Pero fracasará si espera uno encontrarla para todos y cada 
uno de los actos de las líneas de conducta política y militar. 
Una razón de peso por la cual no funciona una hipótesis tan 
burda es sencillameilte que las líneas de conducta militares y polí- 
ticas no se basan en reglas estrictas de contabilidad de costos. La 
corporación tiene la necesidad de ponderar cada gasto de sus fon- 
dos contra la posibilidad de recuperarlos y de obtener la utilidad 
deseada dentro de un plazo razonable. Los gobiernos, por otra 
parte, no están restringidos por el mismo tipo de consideracioees 
presupuestales: pueden fijar impuestos, imprimir billetes y elevar 
la deuda pública. Por supuesto hay límites hasta para estos gastos, 
pero ellos se derivan de los recursos de toda la economía, y no de 
los de una corporación dada, o aun de un grupo de corporaciones. 
La racionalidad de los gastos del gobierno no tiene ninguna 
semejanza con la rígida ponderación de costos contra utilidades, 
aun cuando algunos gobiernos quisieran aparecer como que así lo 
hicieran. Un gobierno puede gastar miles de millones (con ingre- 
sos obtenidos de la población toda) para dominar a un país pro- 
ductor de plátano aun cuando el control que de ello resulte prote- 
ja utilidades por millones para tan solo una o dos corporaciones. 
Pero la realidad del imperialismo va mucho más allá del interés 
inmediato de este o aquel inversionista: el propósito subyacente es 
nada menos que el de mantener abierto tanto como sea posible 
del mundo para el comercio y la inversión de las gigantescas cor- 
poraciones multinacionales. Donde hay intereses que compiten en7 
tre las empresas comerciales de diferentes países, la meta de la 
política de cada gobierno es continuar extendiendo su influencia 
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en el extranjero. La dimensión del control variará, desde la ocu- 
pación militar a las técnicas informales de las "esferas de influen- 
cia", dependiendo de las circunstancias y del criterio de los diri- 
gentes políticos y militares en cuanto a lo que sea más realista 
bajo las circunstancias existentes. 
Cuando se tomen en consideración todos estos factores se vera 
que los intentos para explicar acciones aisladas en términos de "te- 
neduría de libros" carecen de sentido. Los países latinoamericanos 
pequeños que producen utilidades relativamente escasas son impor- 
tantes para la política general de los Estados Unidos porque es 
importante el control sobre toda la América Latina. Dentro de este 
contexto el control y la influencia son necesarios, no solamente 
para impedir la expropiación del capital norteamericano y para 
inmunizar al país contra la revolución social, sino hasta porque su 
voto en la ONU o la OEA es importante para el plan general de 
dominación de los Estados Unidos. Entendidos en estos términos, 
la muerte y la destrucción en Vietnam y el gasto de enormes su- 
mas de dinero no son cotejados, por quienes dirigen la política 
norteamericana, con las oportunidades de provechosos negocios en 
Vietnam; se les pondera, m6s bien, según el criterio de los diri- 
gentes militares y políticos de acuerdo a lo que se necesita controlar 
e influir en Asia, y especialmente en el Sureste, a fin de conservar 
toda el Ares dentro del sistema imperialista en general y dentro de 
la esfera de influencia de los Estados Unidos en particular. 
v El mismo modo de pensar que aborda el conccpto del imperia- 
lismo ecoiiómico en el sentido restringido de una hoja de balance 
confina tambitn habitualmente el término al control (directo o in- 
directo) sobre un país subdesarrollado por una potencia industrial. / 
Una limitación tal ignora el rasgo esencial del nuevo iinperialis- 
nio que surge a fines del siglo diecinueve: la lucha competitiva 
entre las naciones industriales por las posiciones de dominio con 
respecto al mercado mundial y a las fuentes de materias primas 4 La diferencia estructural que distingue al nuevo imperialismo 
del \iejo es el reemplazo de una economía en la que compiten 
m~iclias firmas por otra en la que compite un pufiado de corpo- -' 
raciones sigantes en cada industria. MAS aún, durante este período 
el avance en la tecnología del transporte y las comunicaciones y el 
reto que lanzaron a Inglaterra las nuevas naciones industriales 
aportó dos rasgos adicionales a la escena imperialista: una inten- 
sificación de la lucha competitiva en la arena mundial y la ma- 
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LA ERA DEL IMPERIALISMO 
duración de un sistema capitalista verdaderamente internacional. 
Bajo tales circunstancias la competencia entre los gmpos de cor- 
poraciones gigantes y sus gobiernos tiene lugar en toda la superficie 
del globo:<-en los mercados de las naciones avanzadas así como en 
los de las semi y aun las no industrializadas. La lucha por el poder 
entre las naciones industrializadas para obtener el control colonial 
e informal de las regiones económicamente atrasadas no es sino 
una fase de esta guerra económica y tan solo uno de los atributos 
e del nuevo imperialismo. 
Las naciones del sistema capitalista mundial tienen grados va- 
riables de fuerza y de independencia y la manipulación para adqui- 
1 rir poder y control se estiende al través de todo el sistema -ciitre 
1 los grandes y entre los chicos, entre los relativamente ricos como 
entre los relativamente pobres. Circunscribir el imperialismo a ope- 
raciones simplemente cn el mundo subdesarrollado es algo verda- 
deramente extraño cuando se cxamina la consistencia en las metas 
de Alemania con respecto a otras naciones de Europa a lo largo de 
dos guerras: un programa para reorganizar y controlar a las na- \ ciones industrializadas así como a las no indusfrializadas a fin de 
llenar las nccesidades de un capitalismo alemán en expansión. 
Se clic~ frecuentcmeiite en nuestros días que la mayor partici- 
pación del capital norteamericano en Europa occidental, en com- 
~aración con las inversiones en los paíws subdesarrollados, es tina 
muestra de una desviación del imperialismo. Por supuesto que este 
punto de vista es insostenible si se reconoce que el antagonismo 
entre centros industriales q u e se desarrollan desigualmente consti- 
tuye el eje de la rueda del imperiaiismo. 
Pero existe un punto de vista adicional desde el que debiera de 
considerarse la expansión del capital norteamericano en otras na- 
ciones avanzadas. El nivel dc vida más alto y la gran cantidad [le 
capital acumulado en Europa occidental están enraizados en las 
ventajas, pasadas y presentes, obtenidas por esta última área al tra- 
\+S de la explotación de países coloniales y neocoloniales. Al pe- 
netrar los centros metropolitanos de Europa, el capital de los Esta- 
dos Unidos se lleva parte de la crema: se beneficia a ) de los 
crecientesmercados de consumo de Europa occidental y b) de la 
oportunidad de comerciar al través de canales abiertos por los cen- 
tros metropolitanos durante sus relaciones con sus dependencias. 
Una analogía con los días de la piratería podría ser íitil aquí, 
cuando ciertos aventureros hacían iin modo de vida de la depre- 
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INTROD UCCIÓN 
dación de islas y costas alejadas de los centros inetropolitanos. 
Imagincmos ahora a un aventurero que equipa un barco con el 
propósito de asaltar a los barcos piratas que regresan a la patria. 
iDepcnde menos de la piratcria la inversión de esa última "em- 
presa" que la del pirata original? Debiera hacerse notar, en este 
sentido, que las cxtensas iiiversiones de la industria petrolcra nor- 
teamericana en Europa occidental (véase cl capítulo 2, cuadro 13) 
obtiene sus utilidadcs de la refinación y distribución del petróleo 
importado dcl Medio Oriente. 
Las exageracioncs clc la teoría del imperialismo económico no 
se limitan a sus proponcntcs. Las más grotescas versiones de aná- 
lisis rrwcaniciitas poclrin cncontrarse en los escritos de los críticos. 
TJn cjrrnl>lo notable de esto ocurre en un ensayo titulado "El Im- 
perialismo Económico Vuelto a Visitar", por el profcsor Mark 
Blaug. Entic otras rosas cl profcsor cxponc lo que él considera ser 
una rcf~~tación dcvastadora del concepto d~ que la exportación de 
capital cs alentada por las mayores oporturiidades dc utilidad en 
cl cstraiijero: 
Lo que es aún mis notable es que las tasas de utilidad de 
la inversión extranjera en rl Golio 1'6rs;co se clevan Iiaita 
a un 20 por ciento en contraste con el 11 por ciento en Amé- 
rica Latina y 8 por ciento en Canadi; y sin embargo, el 
Golfo Pérsico atrac a mcrios de una d6cima partc de la in- 
versión norteamcricana en el extranjero y la tasa de incre- 
mento de la inversión extranjera rn los años de la postguerra 
ha sido mayor cn Canadi que en las rrqiones empapadas de 
pct~óleo drl Rfrtlio O r i ~ n t e . ~ 
Aquí teiic~iio~ la iiicriialidad de las fórmulas en todo su esplcn- 
dar. .2 pesar dc las apariencias, el argumento no tiene semejanza 
con la rralidad c l~ l comportamicnto dr los negocios. El hecho de 
qiir las utilidades de las inversiones petroleras en el Golfo PErsico 
~ ' 3 1 1 tan rlrvadas difícilmente podría intrrl->retarse coino que una 
unidad adicional de inversión produzca rendimiento equivalente 
c 1 ~ iitilidacl. Una \ r7 quc se ha perforado una fuente dcterrninada 
clc pctrólco y SP ha loqrado al arrcglo mAs cfiricnte de los pozos, 
las oportunidades ultcriores de inversión dcseablc son muy limita- 
= hlark Blaiig. "Economic Imperialism Revisited", The I'ale Rez'iew, 
primavera de 1961, p. 343. 
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20 LA ERA DEL IMPERIALISMO 
das (aparte de las inversiones destinadas a impedir que los compc- 
tidores se apoderen de las reservas de petróleo). Después de que 
se ha llegado a cierto punto, una inversión adicional no va a ren- 
dir la tasa de utilidades deseable. Esta limitación a la inversión 
ulterior es particularmente pronunciada cuando, como ocurre en la 
industria petrolera, hay un grado tan alto de concentración de 
la propiedad de las concesiones. Esta clase de consideración ele- , 
mental en los negocios es aplicable en muchas situaciones. Por ejem- 
plo, una vez que se ha construido una línea de ferrocarril, que ab- 
sorbe toda la carga y tráfico de pasajeros disponibles entre dos 
puntos, la adición de líneas sería infructuosa, sin importar lo pro- 
vechosa que pudiera ser la inversión original. 
Al parecer el profesor Blaug estaba más interesado en negar 
!a existencia del imperialismo que en tratar de entender su natu- 
raleza. De haberse interesado en explorar el significado de los da- 
tos que citaba, se habría hecho a sí inismo pre<pntas tales como: 
;Por qué es que no hay oportunidades de utilidades importantes 
para el capital norteamericano en el Golfo Pérsico fuera de las pe- 
troleras? 2 Cómo es que una región que puede producir tan enormes 
utilidades no tiene mercados de consumo lo suficientemente gran- 
des para sostener otras inversiones provechosas? 
Otro ejemplo de distorsión por el empleo de hechos no asimila- 
dos o analizados se encuentra en un capítulo titulado "iEs Impe- 
rialista Norteamérica?" en el libro de Barbara Ward El Oeste AGO- 
rralado. Entre las razones que da para desmentir el concepto de que 
los Estados Unidos son imperialistas, la señorita Ward señala: "En 
el pasado, los norteamericanos no han tratado de romper los estan- 
camientos domésticos mediante la conquista de nuevos mercados en 
el extranjero. Por el contrario, han reducido los préstamos y el co- 
mercio exterior al m í n i m ~ . " ~ 
La primera frase es, por supuesto, absolutamente errónea y ade- 
más contradicha por el curso de toda la historia económica de los 
Estados Unidos5 Sin embargo, la señorita Ward presenta datos en 
apoyo a su argumento. Y esto es lo que expone: durante las años de 
la depresión, de 1929 a 1933, las exportaciones de mercancías de- 
clinaron de $5.2 a $ 1.6 billones, y los préstamos al extranjero se 
abatieron de $2.7 a $0.4 billones. 
4 Barbara Ward, The West at Bay, Nueva York, p. 136. 
5 Véase, por ejemplo, T h e Tragedj) of American Diplomacy, por Wil- 
liam Appleman Williams, Niiera York, 1962. 
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Pcro estos datos no justifican por cierto la pretensión de que los 
Estados Unidos "redujeron los préstamos y el comercio exterior al 
mínimo". La reducción en el comercio y la inversión extranjeros 
no fue voluntaria. Se adoptaron vigorosas medidas en contra a fin 
de resucitar el comercio exterior, pero resultaron impotentes fren- 
tc a la severidad de la depresión. La realidad en la primera parte 
de la década de los 30 fue un colapso en el comercio internacio- 
nal: un fracaso del sistema capitalista mundial que ni los capita- 
listas ni los gobiernos fueron capaces de impedir. Los préstamos al 
extranjero se retrajeron porque había muy pocos solicitantes dignos 
de confianza: había más de $ 2 2 billones de desfaIco en la deuda 
pública extranjera en esos años. De manera análoga no había ba- 
ses para mantener, no digamos incrementar, el comercio de ex- 
l~ortación. Los hombres dc negocios no exportan a menos que ha- 
yan clientes extranjeros que tengan con qué pagar por sus compras. 
Clientes así no existían en un período de dcpresión mundial com- 
plicada por una desintegración del sistema internacional de pagos. 
Estos doy ejemplos de ninguna manera agotan las diversas fa- 
lacias de la literatura sobre el imperialismo. Se les escogió en for- 
ma deliberada porque en cierto sentido son representativas de la 
clase de dificultades a las que se enfrentan los estudiantes, tanto 
avanzados como de grados elementales, cuando tratan de la teoría 
cconómica en contraste con la práctica económica. Cuando es la 
teoría lo que sc discute, manejamos abstracciones y tratamos de 
aislar las fuerzas más importantes que determinan los cambios y el 
desarrollo. Pero en la vida real estas fuerzas aparecen eritremezcla- 
das con muchas otras. La veraadera tarea en el análisis económico 
es moversc de una parte a otra, inteligente y cómodamente: de la 
teoría abstracta a la realidad concreta y viceversa. Surgen serias 
dificultadcs si el salto entre lo abstracto y lo concreto es muy repen- 
tino y muy extremoso, sin quc se conceda la atención adecuada a 
las etapas intermedias del análisis. 
Examinemos, para ilustrar este punto, el motivo de la ganancia 
conio regulador de la actividad de los negocios. No cabe duda que 
el impulso hacia la obtención de tasas de utilidadmás elevadas y 
de mayor volumen es la fuerza impulsora de la actividad comercial. 
Y sin embargo esta esencial y validísima generalización tiene apli- 
c ac ih diferente se<gÚn las circuristancias. La estrategia de la utili- 
dad comercial variará entre una industria y otra, entre los perío- 
do: de prosperidad y los de depresión, y entrc las situaciones com- 
. - 
-. 
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LA ERA DEL IMPERIALISMO 
petitivas o monopolísticas. En el asunto de la inversión extranjera 
por las empresas norteamericanas es necesario reconocer la influen- 
cia de la necesidad de que firmas de tipo monopolístico controlen 
las fuentes de materias primas y los mercados, a fin de proteger su 
posición de dominio y de asegurar su inversión. Aun dentro de este 
contexto algunas firmas, a causa de la índole de sus negocios, adop- 
tarán una perspectiva de utilidades a plazo relativamente largo, en 
tanto que otras invertirán en el extranjero solamente que puedan 
recuperar su capital en tres o cinco años. El hilo común a estas di- 
ferentes estrategias es, por supuesto. el aumento en las utilidades. 
A pesar de todo, se tendría un cuadro engañoso si redujera uno 
las ralones para la migración de capital simplemente a un análisis 
estadístico de las tasas diferenciales de utilidad para los diferentes 
países. 
Las mismas limitaciones deben aplicarse a los temas sobre capi- 
tal excedente que a menudo se encuentran en las teorías sobre rl 
imperialismo. Parece casi axiomático afirmar que el capital se des- 
plaza hacia el extranjero cuando los fondos ociosos no encuentran 
salida en inversiones domésticas lucrativas, y/o las oportunidades 
de ganancia son mavores en el extranjero que en el país. Esta afir- 
mación abstracta constituye una primera al~roximación útil, un 
punto de partida y una guía para la investigación, pero de ninguna 
manera una explicación adecuada de los numerosos diferentes tipos 
de movim;rntos de capital. En la vida diaria éste no es una masa - 
indiferenciada. Lo proporcionan diferentes fuentes dentro de la eco- 
nomía y frecuentemente está disponible solamente para usos limi- 
tados: un préstamo a corto plazo, la apertura de un nuevo banco. 
la construcción de una planta química. También debe entenderse 
que el capital monetario consiste tanto de crédito como de efectivo 
y, por lo tanto, es afectado por las oscilaciones del ciclo de crédito. 
Es así que durante una depresión grave, al declinar la producción 
y contraerse el crédito, una buena parte del excedente desaparece y 
la moviljzación del capital se hace más difícil. 
El teorema, a menudo repetido. acerca de que la inversión rx- 
tranjera representa un modo de salir de la depresión tiene validez 
si reconocc uno que ésta es sólo una de las estrategias dentro de 
la agenda de la comunidad comercial, la que puede o no ser ope- 
rante dentro de las circunstancias. Si la depresión es en escala mun- 
dial y el sistema mundial de crédito ha dejado de funcionar la in- 
versión extranjera, como una opción, ge~eralmente desaparecerá de 
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INTRODUCCIÓN 23 
la agenda, excepto en cuanto sea posible arrebatar algún valioso 
recurso mineral o comprar a un competidor más débil. 
Durante la fase ascendente del ciclo, la aparición de capacidad 
excedente en la producción doméstica plantea el problema de en- 
contrar una salida en el extranjero para el capital ocioso: el éxito 
en la persecución de esas salidas en el extranjero puede contribuir 
a prolongar la fase ascendente. Y esto es aplicable no solamente al 
ciclo en su totalidad, sino también a los ciclos de las industrias in- 
dividuales. Un ejemplo de esto último es la transferencia del capi- 
tal inglés, norteamericano, francés y alemán conectado con la in- 
dustria ferrocarrilera, de un país a otro. Cuando se estaba llegando 
al límite práctico de la construcción de ferrocarriles en un país, se 
buscaban salidas en otro. La búsqueda se intensificaba a medida 
que la competencia aumentaba entre los países exportadores de ca- 
pital. 
Lo que es importante para la comunidad comercial, y al sistema 
de los negocios como un todo, es que la opción: inversión extran- 
jera ( y comercio extranjero) permanezca abierta. Para que esto ad- 
quiera un sisnificado el sistema de empresa privada requiere, como 
mínimo, que los principios políticos y económicos del capitalismo 
prevalezcan y que queden abiertas completamente las puertas para 
el capital extranjero en todo momento. Más aún, debe buscar una 
puerta abierta privile,+ada para el capital del país natal de prefe- 
rencia al capital que venga de naciones industriales competidoras. 
Y no se trata de discutir qué tanto o qué tan poco pueda explotar- 
se una puerta abierta en un momento dado. Es el principio el que 
debe de mantenerse, especialmente para una superpotencia capita- 
lista como los Estados Unidos, y más especialmente cuando se le 
está desafiando extensa y abiertamente. (Por añadidura, ;quién 
puede saber cuándo se descubrirá algún recurso vital y esa puerta 
especial abierta vaya a conducir a la fuente de un nuevo tesoro?) 
Mantener la puerta abierta crea algunos problemas, algunos a 
causa de intereses conflictivos entre las naciones capitalistas más 
maduras, algunos a causa de las revoluciones sociales, reales o po- 
tenciales que amenazan eliminar (o limitar) el capitalismo y la li- 
bertad para la inversión y el comercio privados.iDe aquí que abrir 
una puerta y mantenerla abierta requiere una vigilancia eterna y 
fuerza de voluntad.\ Dicho de otra manera lo que se necesita es la 
fuerza y la persistencia, de parte de las naciones más avanzadas, 
controlar la política y la economía de las naciones menos avan- 
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zadas. Puesto que la franca posesión colonial se ha vuelto en la ma- 
yor parte de los casos poco práctica, se están explorando y explo- 
tando otros medios, algunos tradicionales, algunos nuevos. En esto, 
los Estados Unidos son los que tienen mayor práctica, habiéndose 
apropiado la oportunidad, al fin de la segunda guerra mundial, 
para organizar y dominar la red imperialista. 
Los medios tradicionales están aún disponibles y se les usa. Aún 
están entre nosotros el método de la invasión y el empleo de la 
fuerza militar; únicamente se han hecho anticuadas las racionali- 
zaciones. Una flota armada que cubre todo el globo y una extensa 
red de bases militares pesan mucho en el resto dcl mundo. Se ha 
puesto mucha confianza en las más nuevas técnicas, quizá no com- 
pletamente nuevas, pero aplicadas en escala más vasta y con mayor 
sofisticación que en el pasado: asistencia militar para apoyar a go- 
biernos, "dignos de confianza", contra la revolución; ayuda eco- 
nómica para fortalecer un clima favorable para el capital y las im- 
portaciones extranjeras; y, además, la ubicua CIA. El apuntala- 
miento objetivo del sistema de alianzas y de control continúa siendo 
el mercado y las relaciones financieras que reproducen la depen- 
dencia económica, por parte de las regiones menos avanzadas, de 
los centros metropolitanos. 
Visto bajo esta luz, no hay conflicto fundamental entre los in- 
tereses económicos, po!íticos y militares. Existen, y existirán, dife- 
rencias debidas a intereses opuestos entre grupos de negocios, inte- 
reses especiales de otras clases y estratos sociales y asuntos burocráticos 
de funcionarios de gobierno y de la élite militar. Pero el desacuerdo 
resultante se relaciona con la estrategia y la táctica acerca de cómo 
aseprar mejor el crecimiento y la expansión del sistema de los ne- 
gocios, y de que es lo mejor para mantener tanto como sea posible 
del mundo a disposición de la empresa privada, yespecialmente de 
las norteamericanas. 
Para tener una mcjor comprensión de todo esto es necesario 
estudiar los orígenes históricos del sistema imperialista e identificar 
las interrelaciones de los diversos aspectos de la estructura económi- 
ca y financiera de los Estados Unidos por una parte y la actividad 
económica internacional de las empresas privadas y del gobierno 
por la otra. Este era el esqueleto de un trabajo presentado ante la 
tercera Conferencia de Estudios Socialistas (Nueva York, septiem- 
bre de 1967) con ocasión del quincuagésimo aniversario de la pu- 
blicación de la obra de Lenin, El Imperialisnzo, Fase Superior del 
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INTRODUCCION 25 
Capitalismo. Una versión considerablemente ampliada de este ar- 
tículo, fue publicada en la Monthly Review, en los números de ju- 
nio, octubre y noviembre de 1968, y reproducida aquí como los 
capítulos 2, 3 y 4. El objetivo principal de estos capítulos es el 
de mostrar la cohesión e interdependencia de la economía de los 
Estados Unidos con el sistema capitalista mundial. Sólo en forma 
incidental se mencionan las contradicciones y las tensiones dentro 
del sistenia. No se ha hecho intento alguno de someter a un análi- 
sis ni los conflictos entre rivales dentro del sistema ni a la ola re- 
volucionaria para debilitar y eliminar al imperialismo. Estos ensayos 
debieran ser considerados, por lo tanto, como una introducción al 
estudio del imperialismo norteamericano que proporcione -así lo 
esperamos- una armazón más significativa que las disponibles en 
la actualidad, para la comprensión de este problema, y un punto 
de partida para futuras investigaciones. 
Una vez que se logra aprehender la interdependencia dc las es- 
tructuras económicas internacionales y domésticas, se pueden em- 
pezar a reconocer las alternativas limitadas bajo las que operan los 
administradores del sistema de los negocios. Los estudiantes no son 
10s únicos en suponer que existe una gama casi ilimitada de alter- 
nativas disponibles ante un sistema político democrático, de manera 
que, usando razón, imaginación y buena voluntad, pueda el capi- 
talismo proseguir su curso sin el imperialismo. Una ilustración in- 
teresante de los procesos de pensamiento involucrados en el enfoque 
de la "libre voluntad", o de alternativas sin límites, puede encon- 
trarse en el importante libro de J. A. Hobson sobre el imperialis- 
mo, escrito en 1902. 
No hay necesidad de abrir nuevos mercados; los don~ésticos 
son capaces de una expansión indefinida. Cualquier cosa que 
se produzca en Inglaterra puede ser consumida en Iiiglate- 
rra, a condición de que el "ingreso", o el poder de compra 
de las mercancías, esté adecuadamente distribuido. Esto pare- 
ce no ser cierto a causa de la especialización, antinatural y 
poco saludable a la que este país ha sido sometido, basada 
en una mala distribución de los recursos económicos lo que 
ha inducido un crecimiento exagerado del comercio de cier- 
tas manufacturas, con el propósito expreso de efectuar ven- 
tas en el extranjero. Si la revolución industrial hubiera teni- 
do lugar en una Inglaterra fundada en la igualdad de acceso 
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LA ERA DEL IMPERIALISMO 
para todas las clases a la tierra, la \educación y la legislación, 
la especialización manufacturera no habría ido tan lejos (aun 
cuando se habrían hecho progresos más inteligentes, en ra- 
zón de un ensanchamiento del área de selección del talento 
inventivo y de organización) ; el comercio exterior habría sido 
menos importante, aun cuando más constante; el nivel de vida 
para todos los sectores de la población habría sido alto, y la 
tasa actual de consumo nacional probablemente habría dado 
empleo total, constante y remunerativo para una mucho ma- 
yor cantidad de capital privado y público del que en ia actua- 
lidad se usaG 
Esta clase de historia; tan plagadas de "si" condicionales supo- 
ne mucho más de lo que puede demostrarse. Si todas las clases tu- 
vieran un acceso igual a la tierra, ihabría habido una clase trabaja- 
dora lo siificientemente grande para proporcionar los hombres 
necesarios para las fábricas introducidas por la revolución indus- 
trial? ,Y habrían realizado los capitalistas inversiones especulativas 
en nuevas industrias, en vez de hacerlo en el comercio o en terre- 
nos, de no haber existido las oportunidades para obtener enormes 
ganancias en la manufactura? Y además, i de dónde habría veni- 
do la acumulación original de capital usado en la industria sino de 
la extracción de la riqueza de las colonias, la piratería y el mer- 
cado de esclavos -tal como lo describió Marx en El Capital (Vol. 
1. Cap. VII I ) ? Y por último, ;de dónde habría salido la repro- 
ducción y el crecimiento del capital necesario para la inversión, 
si no de ganancias lo suficientemente grandes que se originaban en 
las operaciones mercantiles? 
Es verdad que puede concebirse una situación ideal en que la 
producción y el consumo estén equilibrados, en que "cualquier 
cosa que se produzca en Inglaterra puede ser consumida en Ingla- 
terra''. Pero en este caso debemos postular una sociedad que esté 
sometida a un control social racional en vez de apoyarse en el ser- 
vo-mecanismo del mercado, regulado por la necesidad de ganan- 
J. A. Hobson, Zmperialism-A Study, 1902. (Edición rústica: Ann 
Arbor, Michigan, 1965, pp. 88-89. La obra de Hobson sobre el imperia- 
lismo, cualesquiera que fueran las críticas que se le puedan hacer, marcó 
un punto de retorno histórico en el estudio de este tema. Tanto Hilferding 
(Das Finpnzkapital, 1910) como Lenin (Zmperialism, The Highest Stage 
of Capitalism, 1917) fueron influidos de una manera directa y profunda 
por Hobson. 
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INTROD UCCIÓN 27 
cias. En la mayor parte de las industrias manufacturera? la capa- 
cidad y la producción no pueden ser rcyuladas de modo de confor- 
marse exactamente a las demandas del consumidor. Supongamos, 
por ejrmplo, que no puede producirie el acero de una manrra cfi- 
ca7, a menos de que haya un eqiiipo complementario que tenqa 
una capacidad para prodiicir 100 000 toneladas. Si resulta que la 
demanda es de 150 000 toneladas, el maniifacturero tiene la disyun- 
tiva de perder la oportunidad de este mercado extra, o de correr 
el riesqo de añadir otras 100 000 tonclaclas de capacidad. Si a1iinc.li- 
ta Csta, se queda con una capacidad excedente de 50 000 tonelarlai 
Para obtener un rendimiento adecuado a su inversión, debe cntori- 
cei biiscar ~nercados extra. Este no es sino uno de los muclios fac- 
torei clue ycnerari ~~resiones sobre los mercados en expansión, tanto 
cutra~ijero? como domésticos. El mcca~iismo todo de una economía 
de mercado competencia , flrictuacioncs de las demandas del con- 
sumidor, desarrollo desiyual de las industrias complementaiias, cani- 
bios tccnolóyicos, la acrimulación de i i t i l idades impulsan con una 
fucr~a impaciente al capital a expandirse. 
Siendo este el caso, la panacea de Hobson de un aumento cii 
el inqreso del consumidor es poco realista. En efecto, él supone que 
es posible una dirección coordinada del cambio económico median- 
te una rlevación en los nivelei de salarios. Este expediente, sin em- 
baryo, difícilmente puede ser confiable para obtener los resultados 
que Ilobson buscaba. Por ejemplo, una elevación demasiado rápi- 
da en el consumo puede, en determinadas circunstancias, reducir los 
niveles de las iitilidades para detener la maquinaria de la acumula- 
ción de capital, resultando en oportunidades insuficientes de empleo 
para una oferta de mano de obra acrecentada por rin incremento 
de la fuerza de trabajo y por los trabajadores despla~adospor la cre- 
ciente productividad. Dc manera alterna si la elevación en el consii- 
rno no es lo suficientemente yrande como para frenar la aciimula- 
ción, tirnde a estimular brotes espcr~ilativos de inversión de capital 
y a acentuar el desequilibrio entre el capital y el conslimo a un 
nuevo nivel. Desafortunadamente, la receta de Hobson es simple- 
mente resultado de la ilusión, muy común, de que la inversión de 
capital puede ser re<plada, no por la planificación, sino mediante 
el ajuste de una de las variables del proceso económico capitalista. 
Lo que él ignora es que una manipulación tal, aún de ser factible, 
desencadena una serie de nuevos desajustes. 
Con el objeto de proteger las utilidades y la inversión de capi- 
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28 LA ERA DEL IMPERIALISMO 
tal, debe acompañar' a la inexorable expansión de la capacidad una 
ávida exploración de las oportunidades de ventas en los inercados 
del mundo. Y, como lo explica Hobson, la estructura de la propia 
industria se adapta al mercado mundial, más bien que al solo mer- 
cado doméstico. Por otra parte, Hobson no toma en cuenta el modo 
cn que este desarrollo está involucrado en los cambios en el resto 
de la vida internacional de una sociedad de negocios por ejemplo, 
con la banca internacional, el mercado monetario internacional y 
los problemas de la balanza de pagos. 
Dados el tipo de estruct~ira industrial y financiera que se desen- 
vuelve a lo largo del tiempo, y la organización de la fuerza de clase 
que opera esta estructura, las construcciones idealistas de Hobson 
no están en disponibilidxd, como opciones realistas, ni aun para 
gobiernos reformistas. Obsérvese, por ejemplo, cómo, a pesar de su 
confesada ideología socialista, se ha conducido el Partido Laborista 
inglés en los asuntos del imperio y de los arreglos económicos intcr- 
nacionales, en todas las ocasiones en que ha llegado al poder. Aun 
cuando eventualmente hubo de presidir la disolución del Imperio 
Británico formal -y no por elección, sino por necesidad-, manejó 
la disolución en una forma realista, de manera que la transición 
hacia un imperio informal, que sirviera los mismos intereses econó- 
micos imperialistas, fuera lo más suave posible. 
Se puede sacar una lección semejante de la experiencia del 
Nuevo Trato de Koosevclt. Las importantes reformas: sociales y el 
enérgico cebar la bomba del Nuevo Trato no tuvieron éxito en la 
aceleración dc la maquinaria de acumiilación de capital; tan solo 
las amplísimas utilidades por las órclcncs de guerra del extranjero 
y de los negocios militares domésticos pudieron suministrar el ím- 
petu necesario. Las operaciones extranjeras del Nuevo Trato fue- 
ron realísticas de un modo semejante, en términos de las opciones 
disponibles en las condiciones entonces prevalecientes, sumándose 
para constituir un impulso para ganar los mercados extranjeros, así 
como ventajas para las empresas de los Estados Unidos en estos 
mercados. Los detalles de este razonamiento están bien analizados 
en el libro de Lloyd C. Gardner, Economic Aspects of New Den1 
Diplomacy, Madison, Wisconsin, 1964). 
El realismo cs también la marca de fábrica de un programa pú- 
blico más reciente, introducido bajo iiria bandera liberal y progresis- 
ta. En su muy popular libro, El Desafto hTorteamericano, J. J. Servan- 
Sclireiber, explora el peligro de que Europa occidental se convierta 
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en un satélite de la economía de los Estados Unidos, como resul- 
tado de una extensión del capital norteamericano al través de 
Europa occidental. Los fines que confiesa Servan-Schreiber son 
tanto evitar la colonización de esa área como, al mismo tiempo, 
estimular los ideales de justicia social y de dignidad individual. 
El es, sin embargo, un hombre realista, y acepta el sistema social 
que ahora existe como una condición necesaria. Una vez que ha 
fundado su razonamiento en la continuación del capitalismo, la 
ieceta de Servan-Schreilscr es obvia y es lógica: Europa occidental 
debe desarrollar la clase de fuerza que le permita competir con 
los negocios norteamericanos; se debe dar oportunidad y estimular 
su fusión a las 50 a 100 compañías europeas más grandes, de ma- 
riera que tengan el tamaño suficiente para enfrentarse a los gi- 
gantes de los Estados Unidos; por lo tanto, los países de Europa 
occidental debieran confederarse y suministrar los fondos para 
investigación y suficientes negocios gubernamentales que propor- 
cionen a estos gigantes industriales agrandados un punto de apoyo 
que les dé una mayor fuerza competitiva. En esta forma el camino 
hacia la independencia, la justicia social y el progreso social, para 
Europa occidental es: un Gran Gobierno y Grandes Negocios 
para la guerra económica con el R4oloch norteamericano. 
Los estudiantes hacen frecuentemente la pregunta: jes nece- 
sario el imperialismo?: Lo que trato de demostrar aquí, y en el 
análisis que se presenta en los capítulos siguientes, es que tal pre- 
gunta está completamente fuera de lugar. El imperialismo no es 
un asunto de elección para una sociedad capitalista; es el modo de 
vida de tal sociedad. 
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El Imperialismo, ayer y hoy 
Uno de los puntos básicos de la teoría de Lenin sobre cl im- 
perialismo es la clasificación de éste como una etapa especial en 
el desarrollo del capitalismo, surgida en las postrimerías del siglo 
xrx. Este intento de asignar al imperialismo una fecha de referen- 
cia histórica tan específica ha suscitado larga controversia, y una 
de las objeciones centrales que se le hacen es la de que muchos de 
los rasgos definidos como característicos del imperialismo se en- 
cuentran presentes ya en los inicios del capitalismo y se lepiten 
a lo largo de su historia: la urgencia de desarrollar un mercado 
mundial, la lucha por el control de fuentes extranjeras de mate- 
rias primas, la competencia en la búsqueda de colonias j. la ten- 
dencia a la concentración del capital. 
Algunos estudiosos zanjan la cuestión trazando una diferencia 
entre "viejo" y "nuevo" imperialismo. Cualquiera sea el recurso 
semántico que se emplee, existen buenas y suficientes razones 
para distinguir el punto de arranque de un nuevo período en la 
problemática del capitalismo mundial. --u- Entre los muchos iasgos 
-.---- ... , , distintivos de esta nueva etapa hay dos que en mi opinion son de- 
cisivos: primero, Inglaterra deja de ser la primera e indiscutida 
potencia industrial. Poderosos rilalcs industriales aparecen en esce- 
na, tales como los Estados Unidos, Alemania, Francia y el Japón. 
Segundo, dentro de cada una de las naciones industrializadas el 
poder económico pasa a manos de un niímero relativamente pe- 
queño de grandes empresas industriales y financieras integradas. 1 
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EL IMPERIALISMO, AYER Y HOY 3 1 
El marco propicio para esta evolución lo aporta, en los últimos 
20 ó 30 años del siglo xx, la incorporación de nuevas fuentes de ' energía y la inauguración de un campo nuevo en punto a tecno- / logía, que Veblen denomina "la tecnología de la física y la qui- 
i mica". Se trata de una tecnología basada en la aplicación directa de la ciencia y la investigación científica antes que en el mero 
ingenio mecánico. Fue en los últimos 30 años del siglo XIX cuando 
. . .todo un siglo de lento progreso y reformulación de la i ciencia pura -particularmente en termodinámica, electro- 
magnetismo, química y geología2Se vio enfrentado al rápido 
desarrollo de la ingeniería mecánica práctica -especialmente 
en la producción de máquinas-herramienta- y de los méto- 
do's industriales( . . . ) no sólo se desarroliaron industrias 
nuevas y se proporcionaron nuevas fuentes de energía -el 
motor de combustión interna, derivado del avance en la 
teoría termodinámica, segundo en importancia sólo a la elec- 
tricidad. Innumerables industrias existentes minería y cons- 
trucción vial, acero, agricultura, petróleo, concreto, son algu- 
nos ejemplos- se transformaron y expandieron. Innumerables 
productos nuevos -la moderna bicicleta, el teléfono, la má- 
qiiina de escribir, la llanta neumática, el papel barato. la 
seda artificial, el aluminio, el linóleo y el calzado de confec- 
ción- se fabricaron y comercializaron por primera vez. Fue 
en este período cuando la mecanización devino por primera 
vez característica de la industria en general. . . l 
I Aun más importante que los rasgos tecnológicos de este pe- 
ríodo per se es el hecho de que la tecnología, por norma general, 
exigió la inversión de grandes volúmenes de capital y enormes 
unidades de producción. Los hechos principales que caracterizan 
la transformación ocurrieron en siderurgia, electricidad, química 
industrial y pe t ró l e~ .~ 
1 T h e Nezci Cambridqe Modern History ( e d . F . H. Hinsley), Cambridge, 
Inglaterra. 1962. vol. XI, pp. 2-3. 
2 La discusión tecnológica se basa en: Thorstein Veblen, Absentec 
Ownerslcip, Nueva York, 1923, cap. x ("The Technology of Physics and 
Chemistry") ; Geoffrcy Barraclough, An Zntroduction to Contemporary 
History, Raltiniore. 1967: David S. Landes, "Technological Change and 
Development in MTestern Europe", en Tlce Cambridgc Economic Hirtory 
of Europe (eds. H . J . Habakkuk y M. Postan), Cambridge, Inglaterra, 
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32 LA ERA DEL IMPERIALISMO 
Siderurgia. El acero tiene propiedades exclusivas que son esen- 1 
ciales en la construcción de máquinas tales como los motores de 
combustión interna, los generadores eléctricos y las turbinas de va- 
por. Fue la introducción de los rieles de acero y de las locomo- 
toras lo que hizo posible el transporte de cargas pesadas a grandes 
velocidades. Esto redujo el costo del transporte y proveyó los me- 
dios de transformar las empresas locales y regionales en grandes 
industrias nacionalcs. 
Antes de la aplicación de métodos científicos el acero era prác- 
ticamente un metal semiprecioso. "Hasta la introducción de los 
procesos de horno abierto [Bessemer y Siemens Marti111 el producir 
acero era muy poco más que una labor de artesanía empírica. . . " 
El pioceso Bessemer, iniciado en 1854, todavía planteaba limita- 
ciones en el empleo del mineral de hierro de que disponían los 
Estados Unidos y Europa. El método de Siemens Martin (horno 
de reverbero), incorporado en la década de 1860, y finalmente e1 
"proceso básico" desarrollado por Thomas y Gilchrist en 1875, 
hicieron posible controlar el contenido de carbono del acero dentro 
de límites muy estrictos, e inauguraron la era del acero. Entre 
1870 y 1913 se perfeccionaron técnicas para mejorar las propieda- 
des dcl acero mediante aleaciones, que dieron por resultado el 
acero especial para herramientas, para armamentos, y el acero in- 
oxidable. Adviértase que en el período de 1870 a 1874 se producía 
mundialmente un promedio de un millón de toneladas de acero; y 
entre 1900 y 1904 el promedio anual de la producción mundial 
había superado los 27 millones de tonelada^.^ 
Electricidad. Si bicn los experimentos científicos y la csplo- 
ración teórica en el terreno de la electricidad se remontan al siglo 
XVIII, la aplicación de estos experimentos y teorías a la formación 
de una industria de gran escala ocurre hacia fines del siglo x~s. Las 
primeras plantas generadoras comerciales se inauguraron en Lon- 
dres, hlilán y Nueva York cn la década de 1880. La importancia 
de la electricidad no se limita a su uso como nueva fuente de luz, 
calor y energía. Es necesaria, por ejemplo, en la refinación del 
1965, vol. VI, primera parte; J. D. Bernal, Science in History, Londres, 
1954; C . Singer, E. J. Holmyard, A. R. Hall y Trevor J. Williams, A 
History of Technology, Oxford, 1958, vol. v. 
3 Abbott Payson Usher, "The Industrialization of Modern Britain", en 
Technology and Culture, primavera de 1960, pp. 119-120. 
4 William Ashworth, A Short History of the Znternational Economy 
Since 1850, Londres, 1964, p. 22. 
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E L IMPERIALISMO, A Y E R Y H O Y 3 3 
cobre y el aluminio y en la producción masiva de sosa cáustica. 
(La invención del proceso para la producción comercial de alu- 
minio también data de este período, pues se logró en 1886). En 
los procesos de manufactura en general, la aplicación de la elec- 
tricidad hizo posible un control exacto que permitió la mecani- 
zación más completa, de la cual depende la moderna industria de 
producción masiva. 
Qz~imica industrial. Desde muchos siglos atrás eran conoci- 
dos y empleados los procesos químicos en la metalurgia, el curtido 
y la fermentación. Pero la química industrial como industria se- 
parada y de vasta escala se origina en el último tercio del siglo 
xrx. Otra vez aquí la transformación se debe a los descubrimientos 
teóricos y experimentales de la ciencia. La capacidad de sintetizar1 
sustancias químicas orgánicas en procesos industriales no podía 
surgir antes de alcanzarse una adecuada comprensión de las trans- 
formaciones químicas. Así la posibilidad de determinar el número 
correcto de átomos de una molécula sólo se ofreció después de la 
admisión general, alrededor de 1860, de la ley según la cual volú- 
menes iguales de gas bajo las mismas condiciones contienen el 
mismo número de moléculas. El concepto concreto de la disposi- 
ción estructural de los átomos en una molécula data de 1865/En 
contraste con los avances anteriores, prácticamente accidentales, 
en química orgánica, los nuevos logros científicos crearon las ba- 
ses para las nuevas industrias de producción masiva. El proceso 
de la soda de amoníaco Solvay y los procesos catalíticos para la 
mangfactura de ácido sulfúrico y de amoníaco pertenecen también 
al mismo período. 
Petróleo. Aquí no nos encontramos tanto con avances técni-@ 
cos y científicos como con el descubrimiento y la exploración de 
fuentes petrolíferas subterráneas, aunque desde luego los logros 
técnicos y científicos son importantes en cuanto a los métodos de 
extracción de petróleo crudo y su refinación. Desde el punto de vis- 
ta histórico, debe destacarse que los primeros yacimientos impor- 
tantes de petróleo fueron descubiertos en Pennsylvania en 1559. L 
compañía Standard Oil f ~ i e fundada en 1870. El perforador de 
diamante, eficaz técnica para penetrar formaciones duras, fue in- 
ventado en 1864 e introducido en los Estados Unidos en la década 
de 1870. 
La fase inicial de los grandes descubrimientos petroleros se 
vincula con los sistemas nacionales e internacionales de distribu- 
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34 LA ERA DEL IlllPERIALISMO 
ción para el petróleo destinado a lámparas de kerosene y para la 
manufactura de lubricantes. La introducción del petróleo como f 
combustible en la industria y el transporte deriva del hallazgo pos- 
terior de nuevas fuentes de petróleo. 
EL ASCENSO DE LOS GRANDES NEGOCIOS 
/ 
Considerados a veces como una "segunda revolución indus- L 
trial", estos nuevos fenómenos fueron rasgos indispensables del trán- 
sito de un capitalismo caracterizado por pequeñas unidades compe- 1 
titivas dispersas a otro en que las grandrs concentraciones de poder 
económico pasaron a dominar la escena industrial y financiera. c 
El examen de las corporaciones gigantes de hoy en día puedc ilus- i 
1 Lo que sostenemosaquí no es que la nueva tecnología haya 
', determinado la magnitud de la corporación y las tendencias mono- 
: polistas que acompañaron al Big Business (los grandes negocios), 
rRiIás bien que eso, la nueva tecnología proveyó el marco, y a me- 
/nudo la oportunidad, para que se desarrollaran las tendencias 
completamente normales de la industria capitalista hacia la con- 
lcentración del poder. Por ejemplo, el ferrocarril transcontinental 
con sus ramales creó para los fabricantes locales la posibilidad de 
competir en escala nacional. La sobreexpansión de la producción, 
derivada de que muchos fabricantes locales elevaran su capacidad 
para abastecer a los mercados así ampliados, dio por resultado una 
competencia implacable, quiebras, fusiones y alianzas, todos ellos 
rasgos familiares en la historia de los negocios. La transformación 
que tuvo lugar en la vida comercial de los Estados Unidos durante 
trar acerca de cuán importantes fueron estos avances tecnológicos 
de fines del siglo XIX para la aceleración de las tendencias mo- 
nopolísticas : 
--De las 50 corporaciones industriales más grandes de los Es- 
tados Unidos en la actualidad, veintiséis (que representan el 62 
por ciento de los bienes totales del conjunto) pertenecen a la si- 
derurgia, el petróleo, Ios equipos eléctricos, los productos químicos 
y el aluminio. 
-De las 50 corporaciones industriales más grandes de países 
capitalistas aparte de los Estados Unidos, treinta (que representan 
el 73 por ciento de los bienes totales del conjunto) pertenecrn a 
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aquellas mismas industrias. 
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EL IMPERIALISMO, AYER Y HOY 35 
el albor de la etapa imperialista ha sido bien descrito por el pro- 
fesor Chandler : 
En la década de 1870, las industrias más grandes estaban al 
servicio de una economía agraria. Excepción hecha de unas 
pocas compañías abastecedoras de la red ferroviaria en rápida 
expansión, las principales firmas industriales procesaban pro- 
ductos agrícolas y abastecían al campo de alimentos y vestido. 
Estas firmas tendían a ser pequeñas, y compraban sus mate- 
rias primas y vendían sus productos terminados en el ámbito 
local. Cuando producían para un mercado que estuviera m5s 
allá de unas pocas millas de la fábrica, realizaban sus com- 
pras y ventas a través dc agentes comisionistas que se ocupa- 
ban de las operaciones de varias otras empresas similares. 
Hacia el comienzo del siglo 20, eran muchas más las 
compañías ocupadas en elaborar bienes de producción para 
ser usados en la industria que para los establecimientos agríco- 
las o para el consumidor final. La mayoría de las industrias 
principales había pasado al dominio de unas pocas empresas 
grandes. Estas grandes corporaciones industriales ya no com- 
praban y vendían a través de agentes, sino que tenían sus 
propias organizaciones de compra y comercialización en escala 
riacional. Muchas, principalmente las del sector de las indus- 
trias extractivas, habían alcanzado el control de sus propias 
materias primas. En otras palabras, la economía comercial 
habíase tornado industrial. Las industrias principales eran do- 
minadas por unas pocas firmas que se habían convertido en 
grandes empresas centralizadas e integradas verticalmente. 
(Subrayado nuestro) 
La guerra civil y la expansión ferroviaria dieron oportunidad 
a la maduración de poderosas instituciones financieras capaces de 
acumular el capital y organizar las fusiones que se convirtieron en 
lo que Chandler identifica como las "grandes empresas centraliza- 
zadas e integradas verti~almente~'.~ Las innovaciones tecnológicas 
5 Alfred D. Chandler Jr., "The Beginnings of 'Big Business' in Amer- 
ican History", en T h e Business History Review, primavera de 1959, reim- 
preso en Pivotal Interpretations of American History (ed. Carl N . Degler), 
Nueva York, 1966, vol. 11, pp. 109-110. 
Simultánea con este crecimiento de la función de banquero de inver- 
sión fue la intensificación del empleo del mercado de valores para los titu- 
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36 LA ERA DEL IArlPERIALISMO 
mcncionadas más arriba aportaron las bases de producción marerial 
para tales grandcs negocios. Las frecucntcs depresioncs que em- 
pezaron en 1873 fueron el campo de batalla. Y el metodo de orga- 
nización empresarial para csta transformación fue la corporación: 
lo que Veblen definió como "la institución macstra de la vida ci- 
vilizada". 
LA NUEVA BATALLA POR LAS MnTERIAS PRIMAS 
Las industrias nuevas, la nucva tec;.ología y el nacimiento de 
la competencia entre las naciones industrializadas asignó una nuc- 
va iniportancia al rol de las materias primas. La lucha por el con- 
trol dcl mineral de hierro y del carbón de coque en el continente 
europeo es historia conocida. Más importante aun fue la presión 
ejcrcida para conquistar el control de tcrritorios distantcs cuyo 
valor asumía insólita irnportancia. Barraclougli rcsumc csta tcn- 
dencia del siguiente modo : 
. . .el voraz apctito dcl nuevo industrialismo, incapaz por su 
misma naturaleza dc obtener sustento suficiente de los recur- 
sos locales, se tragó ripidamcnte al resto del mundo. Ya no 
era cuestión de cambiar nianufacturas europeas -fundamen- 
talirlente t e j i d o s por productos tradicionales de oriente y 
tiopicalcs. ni siquicra de proveer vías de salida para Iris in- 
dustrias de hierro y el acero en expansión mediante la cons- 
trucción de ferrocarriles, puentcs y demjs. L a industria iba 
ahora por el mundo en busca de los materiales básicos sin los 
cuales, en sus nueuas lormas, ella no podía existir. (Subrayado 
nuestro) 
los iridustiialcs. Antes clr 1880, las I>ol\ai dv valores opcrat~an casi exciusi- 
vamente con acciones ferroviarias y bancarias. Hasta los últimos años de la 
década de 1880 las compañías inrlustriales siguieron siendo derriasiado 
pequeñas y poco conocidas para los especuladores. No fue sino hasta 1890- 
1593, en los inicios de la fuerte tendencia a las concentraciones y fusiones, 
que los valores industriales empezaron a figurar en las listas bursátiles y a 
ser negociados por los principales corredores bursátiles. Véase Tliomas R. 
Navin y Marian V. Sears, "Tlie Rise of a Market for Industrial Sccurities, 
1877-1902", en T h e B~rsiners History Reviero, junio de 1955, pp. 105- 138. 
Véase también Gabriel Kolko, T h e Tr iumph of Conservatism, Cliicago, 
1963, capítulo I. 
Geoffrey Barraclougli, op. cit., p. 54. 
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EL lMPERlALIS1140, AYER Y I i O Y 37 
Esto fue parte de un nuevo patrón general de las relaciones 
económicas en el sistema capitalista mundial. Durante el período 
que va de 1860 a 1900 se destacan tres cambios notables en las 
relaciones económicas entre las naciones: 1) la cantidad de mer- 
caderías que ingresan en el comercio internacional en gran escala 
se inultipla tremendamente; 2 ) aparece por primera vez o se in- 
tensifica la competencia entre muchas regiones del mundo separa- 
das entre si por grandes distancias; y 3 ) el nivel de vida de los 
trabajadores y la rentabilidad de la industria en las naciones euro- 
peas pasan a depender del mantenimiento de los abastecimientos 
de ultramar, en tanto el nivel de vida de los productores de ma- 
terias primas pasa a depender de las fluctuaciones de mercado 
que ocurren a veces en el otro extremo del mundo.8 
A medida que crecía la necesidad de materias primas, la in- 
tensidad del descubrimiento y la explotación de los recursos iba 
en aumento. "Fue en el curso de los mismos treinta años (de 1870 
a 1900) que se inauguró la mayoría de las áreas agrícolas sub- 
desarrolladas del mundo y que,

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