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HOMEOPATÍA, ¡TE INVITAMOS A LEERLAS!
 
 NACIÓ LA HOMEOPATÍA
 BREVE COMENTARIO SOBRE LA HOMEOPATÍA
 PRINCIPIOS HOMEOPÁTICOS 
 HOMEOPATÍA: CONCEPTOS EQUIVOCADOS
 LA APLICACIÓN DE LA HOMEOPATÍA
 MÉTODO INDIVIDUAL E INOFENSIVO DE CURACIÓN
 BIOGRAFÍA DEL DR. MANUEL ERNESTO CONDE ATAÑES 
 HIPÓTESIS SOBRE LA FORMA DE LA EXISTENCIA DE LA MATERIA EN LAS ALTAS 
DILUCIONES HOMEOPÁTICAS 
 LO QUE TIENE QUE SABER EL MÉDICO HOMEÓPATA PARA RECETAR CON ÉXITO 
 HOMEOPATIA COMO APOYO A LA PLENITUD HUMANA
 
 
NACIÓ LA HOMEOPATÍA
POR: Dr. JAVIER CONDE RODRÍGUEZ
 
 "LA PRIMERA Y ÚNICA MISIÓN DEL MEDICO, ES DEVOLVER LA SALUD A LOS 
ENFERMOS; ESTO ES LO QUE SE LLAMA CURAR" - Lo anterior es lo que se lee en 
el primer parágrafo del ORGANON DE LA MEDICINA; el organón es la base en 
que descansa la doctrina filosófica de la CIENCIA MEDICA HOMEOPÁTICA; fue 
escrito por el
Dr. SAMUEL CHRISTIAN FREDERIK HAHNEMANN, 
fundador de la ciencia de la Homeopatía. En las postrimerías 
de su paso por el mundo (1755 - 1843), el Dr. Hahnemann fue 
primeramente Médico Alópata y uno de los mejor 
preparados de la época, para ejercer la medicina Alopática. 
 Entre otras publicaciones originales dio a luz (en 1789) 
un opúsculo sobre la preparación y uso del Mercurio, 
llamado por él soluble, y también negro. El Mercurio tal 
como se empleaba antes de la nueva preparación del Dr. 
Hahnemann, era causa de mil desgraciados accidentes y fue 
una dicha para éste y para la humanidad, el haber hallado el 
modo de quitarle los inconvenientes que antes presentaba su 
administración, conservándole sus cualidades curativas. El Mercurio soluble fue 
aceptado y admitido con aplausos y gratitud e inscrito en todas las buenas 
farmacopeas del mundo, yendo siempre al lado de la citada preparación, el 
nombre de su autor. 
 Desde entonces el nombre de Hahnemann voló de boca en boca dentro y 
fuera de Alemania (paisaje de su tierra natal, Meissen, Alemania, pintura de la 
epoca). Los demás médicos lo elogiaban y, 
no obstante su espíritu se hallaba 
intranquilo, no estaba satisfecho de sí 
propio. El ejercicio de la medicina le robó 
una por una sus ilusiones, a medida que iba 
adelantando en su práctica se convencía 
más y más de que no existía lo que se 
llamaba, y se llama aún, CIENCIA MEDICA, 
pues observaba frecuentemente que 
cuando la medicina escrita aseguraba el 
restablecimiento o el alivio de los enfermos, éstos continuaban languideciendo un 
tiempo indefinido, otros presentaban reacciones secundarias que complicaban su 
cura, y otros más morían irremediablemente. 
Al cabo de doce o catorce años de practicar la medicina (Alopática) con gran 
crédito y prestigio, abandonó la practica y no quiso ver enfermos, descontento por 
la poca eficacia del sistema tradicional (Alopático), cerro las puertas de su 
consultorio (que siempre tenía concurrido) para dedicarse a la búsqueda de una 
forma más cierta y eficaz para curar a sus enfermos, consideró Hahnemann que 
no se podía obtener curación real y efectiva empleando medicamentos o drogas 
nada beneficiosas y si perjudiciales al organismo viviente, se había dado cuenta 
del error de tratar enfermedades y no enfermos; que no se podía esperar un 
resultado satisfactorio utilizando drogas de acción desconocida en del interior 
orgánico; se dio cuenta de la imperiosa necesidad de encontrar un medio para 
proporcionar sustancias medicamentosas en la forma menos perjudicial para el 
enfermo, fue entonces cuando pensó en la conveniencia de POTENCIALIZAR el 
medicamento, demostrando con esto que la efectividad de una droga no depende 
tanto de cuerpo o de la masa de la misma, sino de la actividad que ésta pueda 
desplegar en las condiciones más favorables para el organismo enfermo y lograr 
la curación. 
 Un enfermo curado es aquel que ya no acusa síntoma alguno, aquel de cuyo 
organismo se ha desterrado completamente su patogénia (dolencia) por 
desplazamiento de otra SEMEJANTE, artificial, pasajera y producida por un 
medicamento que al mismo tiempo da al organismo enfermo maneras de recobrar 
su actividad de defensa (su FUERZA VITAL), verificándose la CURACIÓN, que 
consiste en la supresión del padecimiento y no en la atenuación de los síntomas 
del mismo, logrados por otros sistemas distintos del verdadero (del 
HOMEOPÁTICO). 
 Fue entonces cuando nació la HOMEOPATÍA, que tanto bien haría a la 
humanidad doliente. 
 En junio de 1843 Hahnemann está enfermo, muy enfermo. El día 1 de julio 
llama a su esposa Melanie (Aqui una 
foto de su Juventud y una fotografía 
en 1875, 32 años después de la 
muerte de Hahnemann) y le dice:
 "Ha llegado mi fin. Mi alma subirá 
hasta Dios. Os dejo la doctrina 
homeopática. Debes defenderla 
contra todos los ataques, hacer que 
fructifique después de mi muerte, 
teniendo cuidado de que los amigos 
no le hagan más perjuicio que sus 
enemigos. Tengo confianza en el 
futuro. Si sabes mantener el principio de esta verdad, ella misma te ayudará al 
triunfo. Tengo confianza, repito, porque yo no he sido en la Tierra más que un vil 
instrumento. La doctrina homeopática no es mía. La verdad no ha nacido en mí. 
No me pertenece el hallazgo. Si ella viniera de mí, desaparecería conmigo. Ahora 
bien, me sobrevivirá porque es la quinta esencia de la naturaleza y procede de la 
reacción natural y viene de Dios.
 ¡La pequeña dosis!. Su empleo es de sentido común. Ella también viene de la 
naturaleza. Nada es suficiente para abatirnos, nada es bastante para curarnos. Yo 
sólo he recogido una pizca del oro de la verdad que Dios ha extendido por la 
Tierra. Es Él quien me ha llevado de la mano, pues yo estaba ciego, ciego por mi 
orgullo. Me he limitado su voluntad de obedecerle." 
 A las cinco de la madrugada, pronunció dos 
veces "Confianza y paz... confianza y paz".
 El Dr. SAMUEL CHRISTIAN FREDERIK 
HAHNEMANN, Murió en París el 2 de Julio de 
1843, a los 88 años de edad.
QEPD
 
 
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BREVE COMENTARIO SOBRE HOMEOPATÍA. 
POR: Dr. JAVIER CONDE RODRÍGUEZ 
 
 
 Estableció Hahnemann que para 
profundizar en el conocimiento de los 
efectos de los medicamentos y 
adaptarlos a las enfermedades. Debía 
proceder siempre racional y 
experimentalmente. 
 Este método experimental al que él 
llamó "experimentación pura", le 
permitió concluir que cada sustancia 
tiene un grupo de propiedades que la 
singularizan y lo hacen único, que al 
administrarlos en pequeñas dosis, al 
organismo humano sano, se evidencían 
otras propiedades
hasta entonces 
desconocidas que son registradas por 
el organismo y traducidas en signos y 
síntomas. Hahnemann descubre que 
cada sustancia así experimentada va a 
provocar un perfil morbigeno diferente 
y de acuerdo al principio del semejante 
que "LO SIMILAR SE CURA CON LO 
SEMEJANTE" busca para tratar una 
enfermedad comparando el perfil 
patológico con el perfil morboso de la 
sustancia medicinal, que en esa forma constituye ya un medicamento cuya 
administración produce el equilibrio o salud, demostrando así que existe una 
individualidad morbosa y una individualidad medicamentosa; ideal filosófico y 
terapéutico buscado, pero nunca encontrado ni por Hipócrates, ni por Galeno, ni 
Paracelso. 
 Hahnemann logra así estructurar un gran grupo de medicamentos de 
propiedades bien conocidas y permanentes, evitando de esa manera la iatrogénica 
que otros medicamentos son capaces de producir. 
 Existen también dentro de la Homeopatía, medicamentos de tipo 
opoterápicos y de productos orgánicos llamados nosodes y tratamientos de 
diversos padecimientos. 
 Para la obtención de tan elevado fin, los Médicos Homeópatas tratamos de 
identificar el cuadro nosológico que se nos presenta tomando en cuenta a la 
persona como un todo indivisible, un ser con estímulos contrarios a la salud y que 
lo hacen enfermar de una manera muy propia, distinta a la de los demás. Esto 
quiere decir, que el ser humano, de acuerdo con sus características herederas y 
las que han ido adquiriendo en el transcurso de su vida, hace su propia 
enfermedad, que se manifiesta por sus signos y síntomas, que nos dan una imagen 
de dicha enfermedad. Captar el lenguaje del organismo enfermo, ordenar 
correctamente los síntomas y jerarquizarlos de acuerdo a su importancia, 
requiere un trabajo detenido, con seriedad y ética profesional. 
 Cada día es mayor el número de pacientes que buscan en la Homeopatía otra 
alternativa para lograr su pronta curación, no es alcohol, gotitas de agua ó 
pastillas de azúcar lo que el Médico Homeópata les da, sino verdadera medicina, 
que les alivia de una manera rápida, segura, suave y duradera, como es el ideal de 
toda curación. 
 El Médico Homeópata consciente y responsable de su labor humanística, 
tiene deberes que cumplir ante la sociedad que así como la medicina tradicional, 
no sólo está constituida por la terapéutica, no puede concretarse a prescribir 
únicamente, sino que debe con pensamiento ético, aplicar todos los medios 
terapéuticos y quirúrgicos que las ciencias modernas aceptan y aconsejan en 
técnicas perfeccionadas. El Médico Homeópata debe individualizar enfermedad y 
enfermo y elegir los medios terapéuticos es su tarea en pro de la salud individual o 
social. 
 Hoy como ayer la Homeopatía enlaza el pasado con el presente para fincar un 
mundo futuro mejor, dentro de las grandes metas culturales y científicas, la salud, 
el bien, la verdad y el amor. 
 Así pues, la Homeopatía forma parte de la historia y de la cultura del 
hombre, forma parte integral de la ciencia y del arte, no puede considerarse como 
un "producto terminado", su práctica es vigente y está abierta a todas las técnicas 
capaces de aclarar las interrogantes que plantean a los investigadores de las 
diversas ramas de la ciencia. 
 Los pacientes que busquen en la Homeopatía una alternativa para lograr su 
curación, deben tener cuidado, hay aficionados practicantes no titulados que 
ejercen la homeopatía con aparente "éxito", pero que no tienen la preparación 
médica necesaria para el correcto ejercicio de la profesión. Identifique al Médico 
profesionista por su titulo y cédula profesional que como cualquier profesionista 
los tendrá a la vista. 
 Sirva esta exposición como un llamado "a quien corresponda" para que no se 
ignore la obra de HAHNEMANN, un gran Médico, un filántropo en el estricto 
sentido de la palabra griega y al amor que ha dado excelsitud a HIPÓCRATES y sus 
seguidores de todos los tiempos, LOS MÉDICOS HOMEÓPATAS. 
 
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LOS PRINCIPIOS EN QUE SE BASA LA HOMEOPATÍA 
POR: Dr. JAVIER CONDE RODRÍGUEZ 
 
 
He aquí muy someramente expuestos, los principios en que se basa la 
Homeopatía. 
 1.- LA NATURA MORBORUM MEDICATRIX O VIS MEDICATRIX NATURA.
 2.- LA LEY DE SEMEJANTES.
3.- LA EXPERIMENTACIÓN PURA.
 4.- LA INDIVIDUALIDAD MORBOSA O INDIVIDUALIZACIÓN.
 5.- LA INDIVIDUALIDAD MEDICAMENTOSA.
 6.- LA DOSIS MINIMA.
 7.- EL DINAMISMO O LA FUERZA VITAL.
 8.- LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS O MIASMAS. 
 
“NATURA MORBORUM MEDICATRIX” (La naturaleza es el Médico de las 
enfermedades) O “VIS MEDICATRIX NATURA” (La fuerza reparadora de la 
naturaleza):
 
PRIMER PRINCIPIO
 
HIPÓCRATES, el padre de la Medicina fue el primero que reconoció que en todo 
individuo existe una fuerza reparadora o VIS MEDICATRIX NATURA (Fuerza 
medicante, curatriz o reparadora de la naturaleza), y que forma parte de los 
mecanismos íntimos de la VIDA, la cual de otra manera, no solo sería imposible, 
sino inconcebible.
 Esta ley, debe ser punto de partida de toda terapéutica y estar inscrita con letras 
de oro y mayúsculas en todos los libros de Medicina.
 Quien hizo al hombre, no se equivocó, pues al proporcionarle la vida, hizo que 
fluyeran de ella grandes potencialidades y descuella como rectora entre ellas, la 
VIS MEDICATRIX NATURAE, pero además le otorgó intelecto para cuando por 
alguna circunstancia esa fuerza estuviera en vías de claudicar ante noxas o 
agentes morbígenos - agresivos, él buscara en el resto de la naturaleza, de la cual 
forma parte, los medios o remedios que usados inteligentemente ESTIMULARAN 
dicha FUERZA CURATRIZ para encontrar el reequilibrio (aclarando que dicho 
intelecto forma parte de esa fuerza y es la porción consciente de la misma).
 La VIS MEDICATRIX NATURA, Es un ente inmaterial que vela las 24 horas 
de todos los días de nuestra existencia, por conservarnos con vida, desarrollando 
un trabajo instintivo y persistente.
 Veamos como tal fuerza existe, es innegable y es de siempre, basta con observar 
algunos ejemplos de su gran capacidad de reparación.
 · Si sufrimos una fractura, observamos, que es el propio organismo el 
que consolida y repara. Si aquella fractura desplazó o cabalgó huesos lo 
único que requiere la naturaleza, es que el cirujano (o en muchos de los 
casos el sobador o huesero del pueblo) los afronte y ella se encarga de lo 
más importante que es hacerlos soldar.
 · Cuantas veces enfermamos y regresamos a la salud por sí mismos con 
o sin Médico, con o sin medicamentos y a veces a pesar del Médico y de los 
medicamentos.
 · El mejor logro quirúrgico del más hábil cirujano, sería inútil si el 
propio natura no cerrara las heridas provocadas con fines curativos. 
 En pocas palabras, ésta fuerza es LA VIDA MISMA y los ejemplos antes 
expuestos, son demasiado sencillos para mostrar las bondades de ésta fuerza 
inconmensurable.
 El mismo HIPÓCRATES padre de la medicina, con su extraordinaria visión 
e inteligencia, no sólo la reconoció, sino que sintió un gran respeto por ella, pues 
en muchas ocasiones prefería no intervenir y sí por el contrario dejarla actuar, 
permaneciendo expectante, sabía que era una fuerza amiga que, estaba haciendo 
un esfuerzo por sacar al enfermo adelante. En otras palabras, si no se está seguro 
de que vamos a AYUDAR, mejor no ESTORBAR. Esta es una sabia decisión en 
momentos difíciles, porque si no estamos seguros de ayudar, quiere decir que 
podemos perjudicar y de aquí su famoso decir: PRIMUM NON NOCERE (primero 
no dañar).
 La Naturaleza es la que da forma y cura las enfermedades. Es la que crea, 
repara, repone, elimina, secreta, depura, reacciona
y mantiene la organización en 
ACTO hasta el término (también natural) de su existencia.
 La Naturaleza es el primer Médico de los enfermos y solo favoreciendo sus 
esfuerzos, es como nosotros obtenemos algún éxito.
 En el mejor de los casos el Médico aspira a ser ayudante de la Naturaleza, 
respetándola, obedeciéndola e imitándola.
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LEY DE SEMEJANTES (SIMILIA):
 
SEGUNDO PRINCIPIO
 
Similia Similibus Curantur (lo similar se cura con lo semejante). El principio de 
los semejantes, transportado al dominio de la Medicina, logra que la acción 
terapéutica del remedio neutralice las series sintomáticas de la enfermedad, por 
las series fenoménicas semejantes del medicamento, según la ley energética de 
curación: "todo trastorno dinámico del organismo viviente, se neutraliza de una 
manera duradera, cuando se le aplica una energía semejante a la que actuó 
perturbando al organismo sano en la experimentación pura, uno de los pilares 
inconmovibles de la terapéutica de los semejantes (La Homeopatía).
 Esta ley de semejantes ha de comprenderse como axioma de la Medicina 
Homeopática. De ella se deriva también la denominación de "HOMEOPATIA" 
termino que proviene del griego HOMEOS = semejante, PATHOS = enfermedad, 
dolencia, de manera que HOMEOPATIA significa semejante a la enfermedad ó 
dolencia similar. "Aplíquese contra la enfermedad por curar, el medicamento 
que sea capaz de provocar artificialmente otra enfermedad, lo más similar 
posible y aquella será curada" enseña Hahnemann en su Organón del arte de 
curar.
 Si consideramos que la Naturaleza en su esfuerzo curativo o reparador, lo 
hace por medio de síntomas, luego entonces la mejor manera de ayudarle será, si 
lo hacemos en el mismo sentido, con un medicamento que previamente sabemos 
que es capaz de producir en el hombre sano síntomas análogos, a los que hoy 
pretendemos curar en el enfermo.
 Los síntomas producidos en la experimentación pura con la persona 
"sana", tienen que parecerse todo lo posible a los del paciente para poder lograr 
una curación. Por decirlo así, el efecto curativo del medicamento Homeopático 
provoca una hipersensibilidad del enfermo a su remedio.
 Es interesante mencionar que esta ley de semejantes el principio básico de la 
Homeopatía ya se conocía siglos antes de Hahnemann. En los escritos de Médicos 
como Hipócrates y Paracelso ya se menciona la posibilidad de curar lo similar por 
lo similar, tocó a Hahnemann la tarea de descubrir y reafirmar el método, así 
como la metodología, bajo una minuciosa observación de los síntomas producidos 
en la experimentación pura. 
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EXPERIMENTACION PURA:
 
TERCER PRINCIPIO
 
 Para curar a los enfermos, la Homeopatía cuenta con un arsenal de 
remedios que en la actualidad alcanza las cifras de miles. Estos 
remedios se han obtenido por medio de la EXPERIMENTACIÓN 
PURA, esto es, por medio del ensayo de los medicamentos en el 
Hombre aparentemente "sano" (no en animales), con el fin de 
perturbar el equilibrio fisiológico, para provocar los fenómenos 
que los caracterizan y que producen esas sustancias supuestas 
desconocidas; pues la terapéutica Homeopática no emplea 
jamás una sustancia a título de remedio, sino cuando esta sustancia ha sido 
estudiada como medicamento sobre el Hombre "sano", esto es, solo cuando se le 
ha conocido su patogénia. LA EXPERIMENTACIÓN PURA es la más rica fuente de 
documentos terapéuticos de nuestra MATERIA MEDICA HOMEOPÁTICA.
 Los resultados de los exámenes de la experimentación pura son los elementos 
más importantes y esenciales que componen el cuadro de un medicamento, pero 
con el fin de redondearlo, se requieren más conocimientos. Así los síntomas que a 
menudo se observan después de intoxicaciones ofrecen valiosos indicios acerca 
del beneficio terapéutico de la sustancia (venenos de serpientes, etc.). Estos 
cuadros característicos de los medicamentos a su vez se reunieron en valiosas 
obras, las farmacopeas, son obras de consulta indispensables para la practica 
cotidiana y reflejan el caudal de experiencia de la Homeopatía.
 Se debe de respetar el rango Natural de la Especie y debemos de reconocer que el 
Hombre es de MEJOR Natura que los animales y las plantas, pero además, si a 
quien pretendemos servir es a nuestros semejantes, pues entonces la 
experimentación debe hacerse en HOMBRES, que por supuesto gocen de una 
relativa firmeza en su salud, pues así serán más nítidos los cambios que se 
provoquen a la administración del medicamento, que será una enfermedad 
artificial, que luego compararemos con la enfermedad natural, con fines de 
solucionar está última.
 Sabemos que al pelar y rebanar cebollas (Allium cepa), los ojos se irritan, 
enrojecen, lagrimean, aparece un leve catarro con irritación y comezón nasal, 
frecuentes estornudos, síntomas muy similares a un verdadero catarro. Por lo 
tanto en un paciente con esos síntomas Allium cepa en dosificación Homeopática 
como D4 ó D6 (dilución a la cuarta o a la sexta), demostrará rápidamente su 
efecto curativo. 
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INDIVIDUALIDAD MORBOSA O INDIVIDUALIZACIÓN:
 
CUARTO PRINCIPIO
 
El hombre es único, irrepetible, peculiar en su manera de ser, de proceder y de 
padecer. Es análogo a todos los de su especie y sin embargo es distinto en muchos 
aspectos, tanto en su cuerpo, como en su mente y aún en su principio vital, los 
cuales pueden considerarse accidentales en tanto que son existenciales, más no 
así en lo esencial, en lo espiritual, pues aquí si todos somos iguales entre sí y 
análogos con respecto al ser supremo.
Dice Hahnemann; “Cada individuo padece según su especie y dentro de su 
especie según su Naturaleza propia”.
 Analicemos; “Cada individuo padece según su especie”, en este primer tramo de 
la frase, vemos con claridad el porqué de la experimentación EN EL HOMBRE, de 
aquí se desprende que los animales y las plantas tienen también su forma 
particular de padecer por su especie, por lo tanto no es transferible una 
experimentación en seres de categoría inferior, para luego querer hacerla válida 
en el hombre que como se mencionó antes es de MEJOR NATURA.
 Continúa; “Y dentro de su especie según su Naturaleza propia”, en este segundo 
tramo de la frase, se hace evidente, la particular manera de enfermarse de cada 
individuo.
 La individualización es la selección de los síntomas actuales que caracterizan un 
estado morboso. La individualización no se ocupa de las enfermedades, sino de 
los enfermos, de los estados morbosos actuales, se acerca al enfermo sin ideas 
preconcebidas, sin ideas de clasificación, no atiende sino lo que ve, lo que toca, lo 
que siente. La individualización se coloca junto a los medicamentos como junto a 
los enfermos, interesa a los fenómenos como a los síntomas, esto es, en presencia 
de un enfermo el Médico Homeópata debe escuchar, interrogar, examinar y 
"valorizar" los síntomas para elegir el medicamento previamente ensayado en la 
experimentación pura y que sea semejante al enfermo. En Homeopatía, la 
individualización de los estados morbosos es el principio más verdadero, el más 
absoluto y el más invariable.
 En síntesis: LO QUE HAY ES ENFERMO, AQUÍ Y AHORA.
REGRESAR A CAPÍTULOS 
 
INDIVIDUALIDAD MEDICAMENTOSA:
 
QUINTO PRINCIPIO
 
 Este principio, está íntimamente ligado al anterior, pues debe haber una 
correspondencia entre la capacidad que tiene una sustancia de alterar a un 
hombre sano y la sensibilidad particular de éste para dejarse alterar 
artificialmente. Debe darse una ANALOGÍA ENERGÉTICA en el binomio remedio 
– enfermo, tan valido en la experimentación pura (enfermedad artificial) como en 
la enfermedad natural.
Hahnemann pudo constatar que cada uno de los medicamentos que iba 
experimentando, tenía también una particular forma de enfermar, que ellos eran 
capaces de provocar una serie de fenómenos llamados síntomas que le eran 
particulares a cada sustancia y que por lo tanto, los síntomas que eran capaz de 
provocar la QUINA, eran diferentes a los de BELLADONNA o MERCURIO. Con la 
acuciosidad que le caracterizaba al maestro, estos experimentos los repetía y los 
anotaba, hasta lograr lo que él llamó PATOGENÉSIA de un medicamento y del 
conjunto de patogenésias (103) logró formar su MATERIA MÉDICA PURA.
 PODEMOS DEDUCIR QUE:
· Cada medicamento, tiene una manera individual de enfermar al 
hombre relativamente sano. 
· Cuando la individualidad morbosa de un hombre, compagina con 
la individualidad medicamentosa de un remedio, el primero curará. 
· Que definitivamente no es la sustancia en forma material, lo que 
más nos interesa, sino más bien sus virtudes crípticas, que con el 
método Hahnemanniano afloran y fluyen, dejando la materia muy 
atrás y sirviéndonos solamente de lo virtual, que se encuentra en la 
INMATERIA (energía intra–atómica léase: Materia en las altas 
diluciones Homeopáticas). Formando parte de los misterios de la vida 
y que solo deductivamente la podemos abordar, corroborando su 
certidumbre día a día con el enfermo, punto central de todo quehacer 
médico. 
 Cada medicamento tiene su particular manera de provocar síntomas en la 
Experimentación Pura y por lo tanto de resolverlos en el Hombre Enfermo, aquí 
nos percatamos, como nuestros hermanos inferiores los animales y las plantas 
nos prestan un invaluable servicio y se corrobora que el creador los hizo y los 
puso para que el Hombre se sirviera de ellos, por lo tanto tienen una función muy 
importante en el mundo, si reconocemos esto, debemos también respetarlos y 
conservarlos. En cuanto a los minerales, en apariencia inanimados, aunque 
TOMAS DE AQUINO habla también de un ALMA MINERAL, sabemos que como 
toda materia, tienen un movimiento electrónico interno, forman parte del cosmos 
y de nosotros mismos, de aquí su importancia indiscutible, conforman el tercer 
reino conocido en el planeta, y quizá haya sido el primero y probablemente el 
único en el resto del Universo.
 Así también, no debiera en la práctica de la Homeopatía confundirse un 
medicamento con otro, como tampoco confundimos un hombre con otro. Por lo 
mismo no basta conocer al hombre, hay que comprenderlo, por lo mismo no basta 
conocer el medicamento sino comprenderlo como sí de un hombre se tratara. De 
aquí que la materia médica sea, valga la expresión UN ENTE DINÁMICO PARA SU 
MEJOR COMPRENSIÓN.
 REGRESAR A CAPÍTULOS 
 
DOSIS MINIMA O INFINITESIMALES: 
 
SEXTO PRINCIPIO
 
 En Homeopatía no hay medicamento ponderable en lo que se llama "de alta 
potencia, o de amplio espectro". En el remedio 
Homeopático solo hay dinamismo remedial. La 
Homeopatía es esencialmente vitalista y se jacta de 
admitir, como uno de sus principios, que la 
enfermedad es el resultado de la perturbación del 
fluido vital y se necesita para equilibrarlo 
nuevamente, de otro elemento fluídico, condición 
absoluta para que se operen las neutralizaciones 
potenciales, vulgarmente llamadas curaciones. Los 
medicamentos Homeopáticos no actúan por su masa, sino por la energía o fuerza 
que contienen mediante la dinamización del remedio y con ella ejerce acción 
sobre la energía o fuerza vital estimulando la naturaleza del enfermo a efectuar la 
curación.
 Sabemos que las pequeñas dosis estimulan, las medias paralizan y las 
grandes destruyen la actividad celular en el organismo humano, sabemos también 
que la enfermedad es dinámica y por lo tanto de orden inmaterial, de aquí que 
para estar en semejanza, la dosis del medicamento deba ser también de orden 
dinámico – inmaterial y por tanto imponderable, plano en el cual actuarán más 
bien por sus virtudes, estimulando positivamente a un Dinamismo Vital Mórbido 
para que éste con su capacidad reparadora, pero hoy un tanto entrampada, 
desencadene el proceso curativo. 
El principio curativo peculiar de la Homeopatía requiere que la dosis del 
medicamento sea reducida. Pues la Homeopatía es una terapia de regulación. Así 
se comprende que precisamente el estimulo medicamentoso débil es necesario 
para desencadenar la reacción deseada de curación en el organismo. Un golpe 
medicamentoso demasiado fuerte solo agravaría las molestias originales, incluso 
aparecerían otras complicando más la economía del organismo. 
Se conocen los síntomas que siguen a la ingestión del café, se manifiestan en 
forma de excitabilidad de los sentidos, el cuerpo y psiquismo, el corazón late más 
fuerte que de costumbre y a menudo se transpira, particularmente típico es el 
insomnio debido a la afluencia de ideas y pensamientos excitados, pues en caso de 
insomnio como el descrito, la Coffea cruda, que es el remedio Homeopático 
extraído del grano del café, en dilución a la 6C ó 12C demostrará su acción 
curativa. Pero este efecto solo puede manifestarse gracias a la preparación 
especial del fármaco. 
Esto nos hace ver que el que cura es el VIS MEDICATRIX NATURA y que el 
remedio SIMILLIMUM, sólo significa el estimulo dinámico al principio vital, para 
que éste desate la reacción curativa por lo que se repite una vez más que: “EL QUE 
HACE, DA FORMA Y CURA LA ENFERMEDAD ES EL NATURA”. 
REGRESAR A CAPÍTULOS 
 
FUERZA VITAL:
 
SEPTIMO PRINCIPIO
 
Razón filosófica de la enfermedad y el enfermo.- GALENO (Médico Alópata) 
distinguió la enfermedad de la afección. "La afección es una viciación directa de 
la naturaleza humana", y recomendaba distinguirla de los síntomas que son su 
manifestación exterior, los cuales constituyen la enfermedad. En toda 
perturbación vital, "la afección es el lado subjetivo y la enfermedad el lado 
objetivo. LA AFECCIÓN es una especie de YO INTERIOR y la ENFERMEDAD el YO 
EXTERIOR". "La afección pues, es la causa radical de la enfermedad, causa 
perfectamente desconocida para nosotros y, como tal, se encuentra en el abismo 
de los misterios, solo a Dios le está reservado este conocimiento". 
 Esta distinción Galénica, ¿es falsa o es cierta?, Como quiera que sea, la 
Homeopatía la admite porque esta de acuerdo con las ideas dinámicas, porque 
para la Homeopatía, la enfermedad es la manifestación del desequilibrio de la 
FUERZA VITAL. 
Concebimos a la FUERZA VITAL como la energía referida a cada una de las 
entidades individuales, a cada uno de los órganos en particular, a cada una de las 
células, así como a la participación de cada uno de los elementos vitales en la 
energía universal; aquella que permite todo movimiento y todo cambio a cada uno 
de los elementos que constituyen un todo. 
Dice Hahnemann en el parágrafo 10; “El organismo material, desprovisto de la 
fuerza vital, es incapaz de sentir, de funcionar, de defenderse; le son posibles 
todas las sensaciones y ejecuta todas las funciones de la vida únicamente por 
obra de algo viviente, inmaterial (el principio vital) que anima al organismo 
material tanto en la salud cuanto en la enfermedad”. Y en el parágrafo 11; 
“Cuando una persona cae enferma, es solamente esta fuerza vital, espiritual, 
autónoma (automática, autocrática) activa en todo su organismo, la que ha sido 
perturbada previamente por la influencia dinámica ejercida sobre ella por un 
agente morbífico hostil a la vida... Y solo se hace conocer por la manifestación de 
la enfermedad en las sensaciones y en las funciones de esas partes del organismo 
expuestas a los sentidos del observador y del Médico, o sea por Síntomas 
mórbidos, y de ningún otro modo puede conocérsele”. 
Ateniéndose a estas consideraciones y sujetándose a su credo
filosófico, la 
Homeopatía estudia al Hombre en sus tres componentes: la parte somática 
(orgánica), la parte mental (espiritual) que nos hace tener pensamientos, 
sentimientos y voluntad; y la vida (fuerza vital) que es la que une a la parte 
somática con la parte espiritual, y es la que se trastorna en todos los 
padecimientos y da la amplia gama de susceptibilidades hacia el medio ambiente 
(enfermedades). 
 Continúa Hahnemann en el parágrafo 13; “En consecuencia la enfermedad 
(que no está encuadrada en los dominios de la práctica quirúrgica) considerada, 
según los Alópatas, como algo separado del todo viviente, del organismo y de la 
fuerza vital que lo anima y que estaría oculta en lo interior - por más sutil que 
fuera su índole - es una absurdidad que sólo pudo ser imaginada por 
mentalidades de extracción materialista y que durante miles de años ha 
impartido al sistema prevaleciente de medicina todas esas orientaciones 
perniciosas que han hecho de él un arte verdaderamente perjudicial (no 
curativo)”. 
Siendo la fuerza vital algo dinámico, ¿cómo creemos poder curar con 
medicamentos que no vibran en la frecuencia de la fuerza vital en desequilibrio?. 
¿Cómo pensamos restablecer la salud comunicándonos con la fuerza vital en un 
idioma que ni siquiera conoce?. Es como si tratáramos de comunicarnos 
profundamente con un ser supremo con gestos y ademanes grotescos. 
La Fuerza Vital, es el rector de todas las funciones de la organización humana, 
sustenta la salud, hace la enfermedad cuando así le convenga y desata el proceso 
de curación, es la Naturaleza misma, es la VIS MEDICATRIX NATURA, forma 
parte intrínseca del fenómeno de la vida y cuando por circunstancias morbígenas 
va tomando una dirección equivocada hacia la destrucción, lo único que necesita 
es un poco de ayuda, pero en el mismo sentido de su esfuerzo o intento curativo, 
para de esa manera rectificar. 
Somos energía, lo que nos impele es energía, lo que nos hace humanos es energía 
Divina, por ende, la fuerza vital es energía. En el idioma del dinamismo y de la 
energía debemos dirigirnos a ella para tratar de restablecer el equilibrio. De aquí 
que nuestro lugar como Médicos, sea el de ayudante del Dinamismo o Fuerza 
Vital. 
Marly Camacho
Somos energía,
Prácticamente, si la enfermedad es la manifestación, la personificación de la 
afección, el enfermo debe ser, y lo es, la manifestación, la personificación de la 
enfermedad. La Homeopatía no trata las enfermedades, solo trata a los enfermos, 
las enfermedades representan esencialidades morbosas. Los enfermos 
representan los estados, las especies morbosas. El enfermo es la enfermedad 
hecha Hombre, la enfermedad hecha Individuo. Así pues, el enfermo es sinónimo 
de INDIVIDUALIZACIÓN. Por eso los verdaderos Homeópatas, consideramos y 
tenemos en cuenta siempre las INDIVIDUALIDADES MORBOSAS, esto es, 
individuos enfermos, individuos que tienen una MANIFESTACIÓN MORBOSA 
ACTUAL, TRANSITORIA, CIRCUNSTANCIAL, los síntomas que caracterizan las 
especies morbosas: ¡HE AQUÍ AL ENFERMO!.
REGRESAR A CAPÍTULOS 
 
 
ENFERMEDADES CRÓNICAS O MIASMAS:
 
OCTAVO PRINCIPIO
 
¿QUÉ SIGNIFICA MIASMA?
 Del griego miasma; Miainein, Manchar
 “Efluvio o emanaciones nocivas del suelo, aire o agua, considerados como causa 
de las enfermedades contagiosas y epidémicas antes del descubrimiento de los 
microbios”. 
Lo que quiere decir que para la ciencia médica Alopática, el termino de MIASMA 
es obsoleto y cayó en desuso, en el momento en que se descubrieron los microbios 
como materia pecante. 
Sin embargo, el sentido que el Maestro Hahnemann le daba a la palabra MIASMA, 
iba más allá de una simple emanación o efluvio, por el contrario, para él el 
término se vuelve TRASCENDENTAL en tanto que lo utiliza para nombrar LO 
CONSTITUCIONAL y lo define de la siguiente manera: 
“Es el estado mórbido constitucional, heredado y heredable, resultante del 
tratamiento, antinatural, arbitrario, irracional e INVETERADO y por tanto 
SUPRESIVO de las enfermedades agudas (hablaba del tratamiento Alopático)”. 
Se debe admitir que el asunto de lo CONSTITUCIONAL ha sido motivo de 
preocupación de muchos maestros en la HISTORIA DE LA MEDICINA, veamos... 
HIPÓCRATES (460-370 AC); Habló de las CONSTITUCIONES O DISCRACIAS de 
acuerdo a su TEORÍA HUMORAL. El predominio de algún humor marcaba lo 
constitucional y la predisposición. Los 4 humores son: SANGRE, BILIS 
AMARILLA, FLEMA Y BILIS NEGRA O ATRABILIS. Cuando se encuentran en una 
justa relación de CRASIS (fuerza y cantidad “en equilibrio”) hay salud. Y habrá 
enfermedad cuando uno de estos elementos esté en DISCRACIA (fuerza y cantidad 
en exceso o en insuficiencia “en desequilibrio”). 
SAMUEL HAHNEMANN (1755-1843); Reconoció 3 maneras de enfermar, llamadas 
por él; PSORA en el HIPO (por disminución, por defecto, por carencia), SYCOSIS 
en el HIPER (por aumento ya sea en tamaño o en numero, por exceso), y en la 
SYPHILIS en el DIS (por degeneración, tendencia destructiva). Motivo de éste 
estudio, les llamó MIASMAS. 
ARMAND TROUSSEAU (1801-1867); Eminente Médico Alópata, él les llama 
DIATESIS y las define: “Son disposiciones congénitas o adquiridas, esencial e 
invariablemente crónicas en virtud de las cuales se producen perturbaciones 
morbosas múltiples en la forma, pero únicas en la esencia”. Sencillamente genial, 
es una definición muy acorde con la concepción Hahnemanniana, probablemente 
leyó al MAESTRO, lo que se debe reconocer es que, su definición es SABIA, 
lamentablemente el mundo ALOPÁTICO no lo comprendió o sus investigaciones 
no llegan a más. 
Equivocadamente hemos considerado a la enfermedad como algo completamente 
negativo, desde luego que puede considerarse de esa manera, pero viéndolo con 
ojos VITALISTAS, sabemos que los síntomas que presenta cualquier individuo, 
por espectaculares que se vean, son esfuerzos que hace el organismo de 
restablecer el equilibrio de la FUERZA VITAL dañada. 
Debemos apreciar los síntomas como un esfuerzo curativo del organismo; cuanto 
más severo daño a la FUERZA VITAL, más drásticas serán las medidas 
encaminadas a su corrección, así pues, debemos concluir, que lo que enferma es 
la FUERZA VITAL, y cuando se ha quebrantado no se manifiesta en todos los 
individuos de igual manera, sino que se van produciendo según la idiosincrasia de 
cada uno, según la forma muy personal del individuo, según la carga heredada de 
sus progenitores y antepasados, según la influencia externa a que esté sometida la 
persona. 
La Homeopatía personaliza al paciente, no hay dos pacientes iguales, no existe 
sustancia especifica que podamos prescribir para un síntoma o entidad 
nosológica determinada. 
En Homeopatía cada caso es un caso particular por su forma única que tiene cada 
persona de padecer. Todos los padecimientos tienen un nombre, pero las 
personas las padecen como pueden, según su forma personal de enfermarse: A 
esto Hahnemann lo dio a conocer con el nombre de MIASMAS, la escuela 
Alopática prefiere llamarles DIATESIS (que al fin y al cabo es lo mismo, pero con 
otras palabras). Podríamos llamarle TERRENO o CONSTITUCIÓN, pero en 
resumen es lo mismo, la carga heredada que trae cada individuo. 
RESUMIENDO: 
La célula, y por ende, el individuo, no pueden padecer más que por tres causas a 
saber: 
Por defecto o PSORA, que se traduce en estados carenciales, llamado HIPO. 
Por exceso o SYCOSIS, que la vemos manifestada en todos los padecimientos en 
los cuales todo está aumentado ya sea en tamaño o en numero, llamado HIPER. 
Por degeneración o SYPHILIS, que sus manifestaciones siempre son 
degenerativas o con tendencia destructiva, llamada DIS. 
 Los tres MIASMAS antes citados, son de tendencia crónica y hereditaria: si 
no se corta su curso, siguen siendo incurables para la escuela Galenica 
(Alopática).
La Homeopatía, aplicando estos 8 principios en todos los casos y 
prescribiendo el SIMILIMUM y a DOSIS MINIMAS (dinámicamente preparadas), 
ha logrado su curación. 
 A partir de la CONCEPCIÓN HAHNEMANNIANA sobre los miasmas ha 
habido un esfuerzo de muchos otros maestros de la Homeopatía por clarificar el 
tema, como lo son; GROSSO, VISNOVSKY, ROUX, CICENIA, PASCHERO, 
MEDINA, ALLEN, HIGINIO G. PÉREZ, GHATAK, ETC. Se reconoce su esfuerzo 
meritorio por tratar de dilucidar este tópico, sin embargo, es motivo de orgullo 
para la ESCUELA MEXICANA que un HOMEÓPATA de nuestro tiempo, el 
MAESTRO DR. PROCESO SANCHEZ ORTEGA, haya comprendido a 
HAHNEMANN, después de muchos años de trabajo, dedicado a sus pacientes y a 
la enseñanza y nos esté legando en sus obras una mayor luz, sobre este 
conocimiento tan trascendente para la HOMEOPATÍA. 
 Con esta verdad, podemos deducir que día a día aumenta de una manera 
exponencial LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS EN LA HUMANIDAD, por las 
incontables supresiones de que es objeto en el hombre por la medicina 
dominante, la medicina tradicional o mejor conocida cono ALOPATÍA y algunas 
otras terapias que por no reconocer estos 8 principios, infringen al ser humano 
tal compromiso, para él mismo y la especie. 
 De aquí que para nosotros, los Médicos Homeópatas, sea un gran 
compromiso el poder divulgar estos conocimientos al resto de la SOCIEDAD 
MUNDIAL, pues el que no sabe, es porque ignora y el que ignora, es como un niño, 
goza de su inocencia, aunque el desconocimiento de la ley, no le beneficia sino por 
el contrario le perjudica a él y a sus congéneres. 
 En la actualidad, el hecho de que un Médico desconozca la existencia de la 
HOMEOPATÍA, más que acusarle de INDOLENCIA CIENTÍFICA, se le debe acusar 
de IGNORANCIA. Pues si verdaderamente es un científico, habría de conocer este 
método, para que sepa verdaderamente lo que es CIENCIA.
 
 
REGRESAR A ARTÍCULOS
 
 
 
“HIPOTESIS SOBRE LA FORMA DE LA 
EXISTENCIA DE LA MATERIA EN LAS 
ALTAS DILUCIONES HOMEOPÁTICAS” 
 Por: Dr. Javier Conde Rodríguez 
 
Como dice el filosofo W. James, toda doctrina atraviesa por tres fases sucesivas: 
Primero se le combate “por absurda”; después se le admite “por su evidencia”, 
pero se le califica como insignificante; y por último se reconoce su verdadera 
importancia. 
Aunque la Homeopatía ha entrado ya en el principio de su tercera fase, todavía 
existen muchos ignorantes que la niegan y muchos que por mala fe la vituperan.
 Haré pues un sumario estudio de conjunto de estas tres fases sucesivas, de que 
habla el sabio filosofo, sin hacer una separación especial de cada una de ellas; 
primero en lo general y después en lo que atañe a la Homeopatía. 
 Desde luego, las opiniones del vulgo carecen de todo valor, puesto que no nacen 
del estudio; son apenas concepciones suyas carentes de toda base; 
interpretaciones erradas de lo que han oído, o quizá memorizaciones 
provenientes de profesionales a quienes han escuchado, y a quienes han creído 
fielmente, así pues, por su falta de preparación. ¡Son por ello acreedores a 
nuestro perdón!. 
 ¿Pero donde está el por que de esta constante reacción, contraria a toda nueva 
Ciencia o Doctrina?, Es en el momento de proceder de algunos profesionales, 
especialmente de aquellos que tienen intereses creados contrarios a la NUEVA 
IDEA, ya sean éstos intereses de índole filosófica o pecuniaria; en el primer caso, 
porque se resisten a admitir cualquier descubrimiento que no provenga de ellos, 
enaltecidos como están por anteriores méritos y máxime si esas NUEVAS IDEAS 
contradicen o estorban las suyas; en el segundo caso, no hay ni para qué decirlo. A 
nadie escapa la ruindad a que los Humanos somos capaces de llegar por el dinero. 
 Pero el Médico de firme moral, por ejemplo, nada significaría de malo un nuevo 
sistema curativo que beneficiara a la Humanidad, y por lo tanto a su clientela, 
puesto que él también podría seguir ese sistema nuevo y cosechar, por lo tanto, 
sus frutos; pero, porque ello significaría un pequeño esfuerzo a su persona, ¿va 
por eso a vituperarle y a buscar la manera de sofocar esa verdad, valiéndose de 
chistes, burlas, falacias o de cuanto le es dable en su vano empeño?. 
 Todos nuestros detractores, que generalmente son Médicos Alópatas, no se 
basan para sus argumentaciones en nuestra contra, sino en aquello que la 
Homeopatía no puede, o mejor dicho, no podía explicar científicamente; sin 
pensar que si quisiéramos servirnos únicamente de ciencias carentes de 
incógnitas finales, no aprovecharíamos ninguna, puesto que todas tienen no solo 
una, sino muchas de esas incógnitas que resolver. 
 Tampoco quieren admitir en la bondad de nuestra Ciencia por las curaciones que 
con ella se realizan, alegando en cada caso que “una golondrina no hace verano”, 
acostumbrados como están a sus estadísticas, que para nosotros resultan tan 
inútiles si se llevan en la forma que ellos lo hacen, ya que nuestra Terapéutica no 
basa su prescripción EN EL NOMBRE DE LA ENFERMEDAD; y no tratamos por lo 
tanto a todos los enfermos del mismo modo como por ejemplo lo harían ellos en 
una tifoidea, neumonía, etc., sino guiados siempre por nuestra “LEY DE 
SEMEJANTES”. En esta forma, por más curaciones que la Homeopatía efectúe, 
ellas serán siempre para nuestros enemigos “una golondrina”, puesto que para 
que ellos no la consideraran como tal, nuestros éxitos tendrían que ser en serie y 
curados con un mismo tratamiento, cosa que no podremos nunca hacer; Puesto 
que para la Homeopatía no hay enfermedades sino enfermos, y por tal motivo no 
siempre que una afección se parezca (y para la cual tienen ellos un nombre 
especial) vamos nosotros a prescribir el mismo medicamento, sino que daremos a 
cada enfermo lo que sus síntomas particulares reclamen. 
 El principal argumento de sus aseveraciones en nuestra contra, es aquél de que 
según la Química, y teóricamente (pues al átomo solo se le percibe por sus efectos) 
en una dilución 12c ya no podría encontrarse materia alguna, y dicen por lo tanto 
que el Médico Homeópata (que generalmente usa altas diluciones de la 30c hacia 
arriba) es un explotador de los enfermos. 
 Mucho tiempo pasó sin que se pudiera rebatir científicamente ese su acertó, pero 
sin que por ello dejara la Homeopatía de hacer millones de curaciones en todo el 
Mundo. 
 Tocó al Dr. Gustavo Le Bon (Médico Alópata) por medio de su obra “LA 
EVOLUCIÓN DE LA MATERIA”, darnos la luz necesaria (sin ser esa su intención) 
para poder probar nosotros que nuestras altas diluciones Homeopáticas son 
portadoras de una inmensa energía (la energía intra-atómica), proveniente de la 
desmaterialización de la materia. 
 Este escrito va encaminado a ese fin, y muy dichoso me sentiré si lo logro. 
 Ojalá que todos los enemigos de la Homeopatía que lleguen a leer hasta este 
párrafo se dignen seguir su lectura hasta el fin, meditando detenidamente cada 
uno de sus conceptos. 
 ¡Hipótesis – se podrá decir – siempre Hipótesis! 
 Pero ¿acaso no son ellas tan necesarias, tanto para esclarecer algunos hechos 
inexplicables de frecuente observación, como para buscar nuevos 
descubrimientos que sin su ayuda esperarían la casualidad para llegar a nuestro 
conocimiento?. 
 “El papel de la hipótesis – dice un sabio filosofo – es de tal naturaleza que el 
matemático no puede prescindir de el, ni el experimentador tampoco”. 
 Mi creencia es la de que estaremos siempre sujetos a formularlas, a no ser que 
nos decidamos a detener el adelanto de las Ciencias. 
 Y todos nos hemos de servir de ellas, aunque sepamos que en materia científica, 
solo el prestigio constituye la esencia de las convicciones. 
 Galileo tuvo la amargura de esa experiencia cuando habiendo convocado a todo 
el profesorado de la Universidad
de Pisa, creyó demostrar por experiencia, y 
contrariando las ideas entonces dominantes, que los cuerpos de distinto peso 
caían con igual velocidad en el vacío. Su demostración fue concluyente y consistió 
en dejar caer desde lo alto de una torre y en el vacío, una pequeña bala de pistola y 
otra de cañón del mismo metal, demostrando que los dos cuerpos llegaban al 
suelo al mismo tiempo. Los profesores se limitaron a invocar la autoridad de 
Aristóteles, sin modificar su opinión. 
 Y desde entonces muchos años han pasado y muchos aún pasarán, según parece, 
sin que el grado receptivo para las cosas nuevas aumente sensiblemente. ¿POR 
QUÉ?. 
 Tal vez el secreto de los que hacen descubrimientos esté en que no miran nada 
como imposible; pero harto difícil escabullir la herencia de ideas ancestrales que 
gobiernan inconscientemente nuestras percepciones, y por eso es que no 
admitimos nada de aquello que se oponga a nuestros conocimientos anteriores. 
Por eso la Humanidad rechaza inconscientemente las teorías que a ella misma 
beneficiarían, sin procurar siquiera su certeza o falsedad. Eso ha sucedido desde 
el principio del Mundo hasta nuestros días, sin que este mal se corrija por sus 
experiencias. 
 ¡Allí están las teorías de la ley de Ohm sobre la cual descansa la electricidad y la 
ley de la conservación de la energía que domina toda la Física, acogidas en sus 
comienzos con desprecio e indiferencia!. 
 La Hipótesis presente trataré de cimentarla en las experiencias del Dr. Gustavo 
Le Bon, Médico Alópata Francés, autor de numerosas obras famosas tales como: 
“LA FOSFORESCENCIA INVISIBLE”, “ONDAS HERTZIANAS”, “LA EVOLUCIÓN 
DE LAS FUERZAS” y “LA EVOLUCIÓN DE LA MATERIA” y el libro de Juan 
Thibaud “VIDA Y TRANSMUTACIONES DE LOS ÁTOMOS”. 
 Antes de sus experiencias, que asombraron al Mundo por las nuevas teorías que 
de ellas salieron, la materia era considerada como inerte; aunque dentro de ella se 
advertían ya fuerzas inexplicables muy importantes, de las cuales no se conocía el 
origen. 
 La cohesión, o sea la fuerza que mantiene unidas las moléculas de un cuerpo; la 
afinidad, que separa o precipita ciertos elementos formando combinaciones 
químicas; las atracciones y repulsiones osmóticas, que se encargan de 
homogeneizar los líquidos cargados de suspensiones cristaloides a través de las 
membranas permeables, que constituyen los fenómenos más importantes de la 
vida, sólo eran consideradas independientemente de los agentes exteriores; Pero 
de todas estas fuerzas, incontrastablemente inherentes a la materia, era imposible 
encontrar su origen en las antiguas ideas. El sabio Francés nos explica, que todas 
estas fuerzas se deben a equilibrios y desequilibrios de la energía contenida en la 
materia, en el átomo (la energía intra-atómica). 
 Que se borre, pues, la idea de que la materia es inerte, como se suponía; porque 
es, por el contrario, un depósito enorme de energía; la energía intra-atómica, que 
puede ser liberada cuando la materia se desmaterializa, ya sea esa 
desmaterialización espontánea o provocada, y de la cual procede la mayor parte 
de las fuerzas del Universo. 
 De la electricidad, que constituye uno de los medios por los cuales puede 
efectuarse la desmaterialización de la materia, nada se supo durante siglos, 
excepto aquello de que “ciertas substancias resinosas atraían los cuerpos 
después de haber sido frotados”. 
 Muchos siglos después apenas se pudo saber también que un cuerpo frotado en 
una gran superficie ejercía acciones poderosas, del cuál concepto, salió la 
máquina eléctrica por frotamiento; pero la electricidad quedó entonces 
considerada como un fenómeno excepcional. Hoy sabemos que está formada por 
un cúmulo de electrones, que es uno de los elementos en que el átomo se puede 
disociar. 
 Para estudiar bien esa desmaterialización, y extractando de “LA EVOLUCIÓN DE 
LA MATERIA” de Gustavo Le Bon, es decir, desechando las teorías antiguas que 
veían en el átomo la división última de la materia, tratemos de contestar esta 
pregunta: 
 
¿QUÉ ES UN ÁTOMO? 
 
Etimológicamente, átomo significa INDIVISIBLE. Su nombre lo debe 
a que antes se creía que era la mínima porción en que la materia se 
podría disgregar, empleáranse los métodos que se quisiera; pero en 
realidad, el átomo no es simple; está constituido por una asociación 
de divisiones increíblemente pequeñas, cada una de las cuales no se 
pueden considerar ya como elementos simples, tales como el 
mercurio, hierro, etc., sino como partículas imponderables, consideradas como el 
eslabón que soporta la cadena entre la materia y el éter; equiparables a las 
partículas que emiten los rayos catódicos, los rayos X y los cuerpos radioactivos 
como el radio, uranio, torio, etc. 
 Estas partículas imponderables son comunes a todos los elementos, es decir, que 
todo cuerpo, no importa que él pertenezca al reino vegetal, mineral o animal, 
estará compuesto de estas mismas divisiones, diferenciándose unos átomos de 
otros únicamente en la diversidad del numero con que esas partículas se asocien 
en él, y en la velocidad con que giren a su alrededor. 
La estructura del átomo es concebida como un sistema solar minúsculo, sostenido 
en equilibrio por rotaciones, atracciones y repulsiones de las partes que lo 
componen. Está formado. Se dice, por un núcleo central en que se juntan los 
protones (con carga eléctrica positiva) y neutrones (carga eléctrica neutra). A su 
alrededor giran con velocidades increíbles los electrones (carga eléctrica 
negativa) sujetos a la atracción del núcleo sobre el que gravitan, como los planetas 
alrededor del sol. Su velocidad es enorme, pues en el átomo más simple, el de 
hidrógeno, el electrón alcanza la velocidad media de 3.000 kilómetros por 
segundo; en el de uranio, sus noventa electrones llegan a la de 200.000 
kilómetros por segundo, o sean las dos terceras partes de la velocidad de la luz. 
 Actualmente el núcleo del átomo absorbe una buena parte del interés científico 
tendiente a averiguar si, en esta especie de carrera hacia lo infinitamente 
pequeño, este núcleo no posee una estructura aún más delicada que la del átomo 
en su conjunto y cuales son los corpúsculos elementales que entran en su 
estructura. 
Lo mismo que los seres vivientes, el átomo nace, se desarrolla y muere. La especie 
química, pues, evoluciona como la orgánica. 
 El mecanismo de su formación es ignorado; pero se le considera originario del 
Hidrógeno ligero o protón positivo, es decir: que el H sería la materia prima para 
la formación del Átomo Universal. Así renacen ahora las teorías antiguas de 
Proust que consideraban al H como el elemento fundamental de todos los átomos, 
los cuales resultarían ser polímeros suyos. 
 Estas ideas eran negadas, afirmándose que si tal cosa fuera, los pesos atómicos 
necesariamente tendrían que ser múltiplos de H para formar los diferentes 
átomos, hay una disminución de su masa, la cual se transforma en energía 
radiante. 
Así pues, el átomo está expuesto también a su destrucción (muerte) por medio de 
algunos excitantes como la electricidad, luz, roce, etc., y los elementos de su 
disociación deben ser considerados como cuerpos intermedios entre la materia y 
el éter (energía). 
 Estos cuerpos de su disociación se consideran como energía liberada, y a esta 
energía, cuando está dentro del átomo en equilibrio se le llama energía intra-
atómica. 
 Así es como la materia se desmaterializa, es decir, pasa, de materia que es el 
átomo, a sus productos de disociación, que como se decía anteriormente, deben 
ser considerados como substancias intermedias entre la materia y el éter, debido 
a que acusan caracteres intermedios y distintos de los que presentan cada una de 
estas entidades físicas por separado. 
 El Dr. Gustavo Le Bon nos explica que para que los átomos estén en
equilibrio, es 
necesario que esos elementos de que se componen permanezcan estables. 
Nos explica también que algunos cuerpos se disocian espontáneamente (radio, 
uranio, torio, etc.), y todos los demás pueden hacer otro tanto por medio de 
algunos excitantes, a veces muy pequeños. Esta desmaterialización se efectúa por 
medio de una emanación de electrones que desde sus átomos se establece, sin que 
por ello las reacciones químicas actuales más finas lo lleguen a notar, así se unen 
las balanzas más sensibles; pues esa liberación electrónica, aunque 
verdaderamente inmensa, no sería advertida por ellas dado lo inconmensurable 
de su relación. 
 Nos dice el Dr. Le Bon - “Aunque la cantidad de energía irradiada por los átomos 
sea muy grande, la perdida de sustancia material es extremadamente débil. M. 
Becquerel había evaluado la duración de un gramo de radio (que irradia 
constantemente) en MIL MILLONES DE AÑOS”. 
 Y, acerca del electrón, uno de los principales cuerpos de disociación del átomo, 
nuestro autor comenta: “de la estructura íntima del electrón no podemos decir 
nada. No es dar una explicación muy segura afirmar que está constituido por un 
torbellino de éter, comparable a un giróstato. Sus dimensiones serían, de todos 
modos, extraordinariamente pequeñas; pero ¿se le puede considerar como 
indivisible, lo que implicaría que posee una rigidez 
indefinida?, ¿No tendrá una estructura tan 
complicada como la atribuida actualmente del 
átomo, y no formará con este último, un verdadero 
sistema planetario?. En el infinito de los Mundos, lo 
grande y lo pequeño no tiene más que un valor 
relativo; porque, si el volumen de los electrones fuera 
tan pequeño, precisaría entonces que su densidad 
fuera enorme, puesto que, ocupando un volumen 
insignificante en el átomo, le dan, sin embargo, su 
peso”. 
 “No hay que imaginarse – nos dice – que estas divisiones representen todas las 
etapas de la desmaterialización de la materia; quizá no sean más que fragmentos 
de una serie probablemente muy extensa” que conoceremos tal vez cuando se 
descubran nuevos reactivos. 
Que seguramente Le Bon tiene razón al considerar que estos productos de 
disociación del átomo no sean los últimos, se desprende tanto de las 
consideraciones que alude al caso, cuanto porque posteriormente a esas 
consideraciones suyas y según nos dice Juan Thibaud, Ex - profesor de la Facultad 
de Ciencias de Lyon y Ex - Director del Instituto de Física Atómica, en su libro 
famoso “VIDA Y TRANSMUTACIONES DE LOS ÁTOMOS” se han descubierto 
nuevos constituyentes del átomo tales como los electrones positivos o 
POSITRONES, descubiertos por C. D. Anderson y por lo cual recibió el premio 
Novel de Física en 1936. Se han descubierto también los protones pesados o 
DEUTERIOS (DEUTRONES) provenientes del Hidrógeno pesado, y últimamente 
se habla de la teoría de otro nuevo elemento atómico; se trata de un corpúsculo 
neutro, el NEUTRINO o pequeño neutrón. El neutrino poseería una masa 
infinitesimal, millares de veces inferior al neutrón. La idea del neutrino proviene 
de Pauli, recogido después por Fermi.
 Así es como podemos explicarnos los éxitos reacciónales que constantemente se 
logran por medio de nuestras diluciones Homeopáticas; porque siendo infinita o 
casi infinita la divisibilidad de la materia, esas diluciones llevarán siempre parte 
de esas divisiones, pese a las aseveraciones en contrario de los que todavía 
aferrándose a sus conocimientos retrógrados de Física y Química, consideran que 
una dilución homeopática elevada ya a la doceava centesimal (12c) no podrá 
contener nada de materia. 
 Sin querer expresar eso, quizá tengan razón al decir que ya no podría ella 
contener nada de materia; ya que según hemos visto, los elementos de disociación 
del átomo no deben ser considerados como materia, sino como substancias 
intermedias entre esta y el éter. Podemos en cambio decir que son portadores de 
cierta forma de materia: LA ENERGÍA INTRA-ATÓMICA, por medio de la cual se 
operan las distintas reacciones orgánicas necesarias para devolver al cuerpo su 
estado de salud (equilibrando con la energía intra-atómica a la energía vital o 
fuerza vital)(véase: principios de la Homeopatía). 
 Los que no conciben que en las altas diluciones Homeopáticas haya alguna forma 
de materia, es porque no se imaginan siquiera la cantidad tan extraordinaria de 
corpúsculos de que esta formada. 
 Nos dice J. Thibaud, que “en una pizca de polvo en el hueco de una mano hay más 
átomos que granos de arena en las playas de todos los océanos y ríos del Mundo”, 
que “una simple gota de agua encierra miles de millones de billones de átomos” y 
que “la energía total que un hombre puede suministrar durante el curso de una 
larga existencia, valorada según la teoría de Einstein, no alcanza a un miligramo 
de materia”. 
 Gustavo Le Bon nos dice: “un gramo de cobre podría producir 510,000,000,000 
de kilográmetros fuerza, cifra que corresponde a cerca de 6,800,000,000 de 
caballos de vapor. Esta cantidad de energía sería bastante para arrastrar un tren 
de mercancías de 500 toneladas de peso sobre un camino horizontal de una 
longitud de CUATRO VECES Y CUARTO LA CIRCUNFERENCIA DE LA TIERRA”. 
 M. Lodge, Físico Ingles – nos dice – “la sustancia de algunos milímetros cúbicos 
de éter poseerían una energía equivalente, si fuese materia, a la que producirían 
UN MILLÓN DE CABALLOS DE VAPOR, DURANTE CUARENTA MILLONES DE 
AÑOS. 
“El interés practico – asienta Le Bon – del desvanecimiento de la materia para su 
transformación en energía, aparecerá cuando se haya encontrado el medio de 
provocar fácilmente una disociación rápida de los cuerpos. Al disociar así la 
materia, se pondría a nuestra disposición un manantial indefinido de energía y 
haría inútil la extracción de la hulla (carbón de piedra; que constituye el 
combustible industrial por excelencia). 
Precisamente éste ha sido el resultado del descubrimiento de nuestro gran sabio 
y maestro “SAMUEL CHRISTIAN FREDERIK HAHNEMANN”, aplicable, es cierto, 
solo a la Terapéutica Homeopática, gracias a su método de la DINAMIZACION de 
las substancias que han de constituir nuestros medicamentos. Con ello se logra 
aprovechar la energía intra-atómica de esas substancias por medio del roce o 
frotamiento que sus átomos sufren, por medio de las SUCUCIONES que según sus 
sabios consejos se han de imprimir a toda preparación Homeopática.
 De esta manera se logran aprovechar energías colosales, sacadas a pociones 
mínimas de materia, con lo cual queda por demás las cantidades masivas que se 
usan en Alopatía. 
 Las fuerzas medicamentosas que de las dosis Alopáticas se obtienen, se deben, en 
algunos casos a reacciones químicas despertadas en el organismo al mezclarse el 
medicamento con sus distintas secreciones, a semejanza de cómo lo harían en el 
laboratorio. Son pues, los átomos enteros, y no disgregados, los que trabajan en 
este caso. Es por eso que la Alopatía necesita cantidades relativamente inmensas 
para provocar una reacción dada y por eso, por estar tan acostumbrados a tan 
grandes dosis, es que los que no conocen las nuevas teorías Físico-Químicas (y en 
la actualidad la Física Cuántica) se admiran y niegan que nuestras dosis 
infinitesimales puedan despertar las reacciones que de hecho despiertan. 
 También se podría conjeturar que los efectos reacciónales logrados por esas 
dosis Alopáticas se deban a las irradiaciones parciales espontáneas de los cuerpos 
empleados para ese fin, o a las irradiaciones, también parciales, provocadas en 
ellos por el organismo a que se propinan; Pero nunca a la energía intra-atómica 
total del medicamento. 
 Lo anteriormente expuesto referente a la Alopatía, se desprende de la 
imposibilidad evidente de que el organismo humano pueda soportar energías tan 
colosales como serían las que semejantes
dosis Alopáticas podrían liberar. 
 Si nosotros, en cambio, logramos reacciones poderosas con cantidades mínimas, 
es porque damos los medicamentos POTENTIZADOS, DINAMIZADOS, o, de 
acuerdo con las teorías de Le Bon, DISOCIADOS. Nuestra mente no está 
acostumbrada y por lo tanto no alcanza tampoco, a considerar la extraordinaria 
pequeñez de los elementos de que está formada la materia. 
 Para ayudar siquiera un poco a nuestro intelecto a penetrar en esos laberintos y 
despojarnos así de la desconfianza que inspiran siempre tales cifras, recordemos 
que algunas substancias conocidísimas son susceptibles de emitir durante largos 
años, abundantes partículas fáciles de reconocer por medio del olfato, sin que por 
esta emisión haya una pérdida de peso considerable, como se podría comprobar 
por medio de las balanzas más sensibles de que se pudiera disponer. 
Según Le Bon, “un gramo de yodoformo pierde UN MILIGRAMO DE SU PESO EN 
CIEN AÑOS, emitiendo sin cesar un flujo de partículas olorosas en todas 
direcciones. La perdida de ese peso, en almizcle, exigiría CIEN MIL AÑOS PARA 
EFECTUARSE”.
 “Un miligramo de sal de radio suspendida en la punta de una aguja desprende 
constantemente, durante muchos años, MILLONES DE PARTÍCULAS POR 
SEGUNDO sin que nos lo indiquen tampoco nuestras balanzas más sensibles”.
 Aunque estas ideas se resisten a encuadrar en el marco de la razón, ello se debe a 
que el intelecto humano se forma por la educación de conceptos anteriores, y 
porque equipara siempre, inconscientemente, los viejos dogmas y esos anteriores 
conceptos con los descubrimientos nuevos, admitiendo solo aquello en que 
encuentra relaciones y consecuencias. 
 Ahora, sin atender por un momento a todos los atributos del átomo, y 
atendiendo solamente a la cantidad de partículas que lo constituyen, veamos si es 
posible que en las altas diluciones Homeopáticas haya alguna forma de materia. 
 Como todo Homeópata sabe, nuestros medicamentos son preparados de la 
siguiente manera: una parte de sustancia de mezcla con 99 del solvente: esta es la 
primera dilución centesimal, a la cual se le debe dar cierto número de sucusiones 
(cien según Hahnemann); luego, una parte de esta primera dilución centesimal se 
mezcla de nuevo con otras 99 partes de solvente y después de darle el número de 
sucusiones de la vez anterior, obtenemos la segunda dilución centesimal. Se 
continúa en la misma forma para preparar las siguientes diluciones, con cuyo 
proceder se van formando sucesivamente la 3ª, 4ª, 5ª, dilución centesimal, etc., 
etc., sin que haya un límite preciso para poder considerar que ya entonces no 
podrían seguirse haciendo diluciones mayores; solo la práctica podría decirnos 
hasta donde llega el límite si acaso existe. 
Generalmente la Homeopatía solo hace uso de las diluciones 6c, 30c, 200, 1000c y 
aún se obtienen magníficos éxitos con diluciones mayores como a la 50,000c.
 ¿Cómo probar que en semejantes diluciones existe todavía alguna forma de 
materia?. 
Con hipótesis o con la experiencia de curaciones realizadas con esas diluciones.
 Como esas experiencias se observan a diario nos queda solo por hacer la 
hipótesis, y para ello empezaré, puntualizando, por decir todas las cualidades que 
se encuentran en una dilución Homeopática por las cuales es debido considerar 
que ella contiene alguna forma de materia, de acuerdo con las teorías de la 
energía intra-atómica y de la desmaterialización de la materia. 
Esa disociación se obtiene:
 
1. Porque haya el concurso de una sustancia que esté en mínima 
relación con otra.
2. Por la hidratación de esa sustancia
3. Por operar en ella el roce o frotamiento.
 
De estas cualidades son las únicas de que nos habla Gustavo Le Bon en su libro 
“La Evolución de la Materia”, y no una sola, sino todas estas cualidades están 
presentes en la elaboración de nuestras preparaciones medicinales.
 Para probar que la primera cualidad existe en nuestros preparados o sea la de 
que haya una cantidad infinitesimal en relación a otra, pondré un ejemplo con 
una dilución media, o sea con una doceava centesimal (12c), en la cual esa 
primera cualidad queda satisfecha con una relación de: 
 1/1000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 UN SEXTILLONESIMO DE 
GRAMO por cien gramos de disolvente. 
 
¿Se puede exigir menor proporcionalidad?.
 
Así queda satisfecha la primera de las formas en que según Le Bon es posible 
hacer la liberación de la energía intra-atómica, en aquel párrafo suyo en que nos 
dice: “Este principio de la transformación de las propiedades de una sustancia, 
por la adición de una pequeña cantidad de la de otros cuerpos, aunque tenga una 
importancia general, es apenas un enunciado de observaciones empíricas, cuyas 
causas permanecen en secreto, escapando a las leyes fundamentales de la Química 
y de la Física.
 Nos dice también que estas reacciones son fenómenos que ninguna de las 
doctrinas Químicas podrían prever y luego textualmente asienta: “Nos 
encontramos en el umbral de una Ciencia nueva en que los reactivos usuales y la 
balanza no pueden servir de nada, puesto que se trata de reacciones cuyos efectos 
resultan enormes, aún cuando hayan entrado en acción cantidades infinitamente 
pequeñas de materia”. 
 Indudablemente que este autor no conoció nada de Homeopatía; ya que si 
hubiera sabido siquiera la forma en que se prepara un medicamento 
Homeopático, ello le hubiera llevado a pensar (porque al hacer tal cosa se asiste a 
una verdadera disociación de la materia, comprobable por sus efectos), que esa 
nueva Ciencia de que él hablaba era la Homeopatía, que logra aprovechar la 
energía intra-atómica con aplicación a la Terapéutica Hahnemanniana, y de 
seguro nos habría tratado de ella en sus nuevas teorías. 
¿O es posible pensar que sí se dio cuenta de ello, y que lo calló con el deliberado 
fin de no dar armas a una Ciencia opuesta a la suya que era la Alopatía?. 
¡No me atrevo a aceptar tal consecuencia de tan ilustre personaje!.
 Y Le Bon sigue diciendo: “Este papel de las cantidades infinitamente pequeñas en 
Química y Física, completamente ignorado hasta hace poco, aumenta 
constantemente y los fenómenos en que se le observa son ya innumerables”. 
 Sigo en mi anterior creencia, casi asegurando la ignorancia de este Hombre de 
Ciencia en la Homeopatía, o su deliberado fin de callar; ya que estos 
descubrimientos suyos datan desde principios del siglo XX y “el papel de las 
cantidades infinitamente pequeñas en Fisiología Homeopática, fue descubierto 
por nuestro insigne, ilustre y nunca bien ponderado Maestro “SAMUEL 
CHRISTIAN FREDERIK HAHNEMANN” desde el año de 1796, fecha desde la cual 
se ha venido comprobando la exactitud de sus principios para el beneficio del 
Mundo. 
En relación con las cantidades infinitesimales, el sabio Médico Le Bon nos dice 
que: “Poniendo aluminio y magnesio, en presencia de cantidades inapreciables de 
diversas substancias, como, por ejemplo, el agua destilada que haya servido para 
lavar un frasco vacío que contuviera anteriormente mercurio, ha sido posible 
modificar sus caracteres hasta el punto que ocuparía distintos lugares en la 
clasificación de los cuerpos si ésta se hiciera con arreglo a las nuevas 
propiedades”. 
Vemos con lo anterior que si nuestro medicamento el mercurio es capaz de 
modificar, como en el caso anterior, los caracteres de sustancias Químicas tales 
como el aluminio y el magnesio, ¿no será capaz entonces también de provocar 
reacciones celulares, como de hecho las provoca cuando lo ingerimos con fines 
Terapéuticos?.
Porque de hecho, el caso anteriormente expuesto por Le Bon, es el de una 
preparación Homeopática de Mercurio en reacción con el Aluminio y con el 
Magnesio: Ya que según asienta se opera con agua destilada que haya servido para 
lavar un frasco vacío que
contuviera anteriormente mercurio.
 ¿No se trata, pues, de una perfecta dilución Homeopática de Mercurio?. 
 
Le Bon sigue diciendo:
 
“Los cambios que entonces se originan en el átomo difieren de los que la Química 
conoce en este punto fundamental en que son intra-atómicos, mientras que las 
reacciones habituales, no tocando más que a la arquitectura de los agrupamientos 
de átomos, son extra-atómicas”.
 Precisamente por eso es que la Homeopatía logra hacer reaccionar a la materia 
orgánica con cantidades infinitamente pequeñas de materia, porque los cambios 
que entonces se originan en el átomo (de la substancia empleada como 
Medicamento Homeopático) difieren de los que la Química conoce en este punto 
fundamental en que son intra-atómicos; mientras que las reacciones habituales 
(logradas por la Alopatía con sus dosis pondérales) no tocando más que a la 
arquitectura de los agrupamientos de átomos, son extra-atómicas y por ello con su 
sistema se necesitan grandes cantidades de un medicamento para lograr una 
reacción dada. 
 Este sabio Medico nos explica que este vestigio de Mercurio forma con el 
Aluminio una amalgama que descompone el agua poniendo en libertad el oxigeno, 
y que este oxigeno se combina de nuevo con el Aluminio para formar nueva 
amalgama, que volvería a obrar como anteriormente y que la misma cantidad de 
Mercurio serviría así INDEFINIDAMENTE, como en ciertas acciones llamadas de 
presencia. 
Como nos lo dice el diccionario, la palabra “INDEFINIDO”, se aplica en Química a 
las combinaciones que tienen lugar en “proporciones no limitadas”. Por lo tanto 
vemos, pues, que el caso observado anteriormente no es sino una repetición 
exacta de lo que sucedería con cualesquiera de nuestras diluciones; en este caso, 
una dilución de Mercurio.
 Con esta sola cualidad para la disociación del átomo, tan ampliamente satisfecha, 
habría ya para considerarla perfectamente cierta; sin embargo pasemos a la 
segunda que es la HIDRATACIÓN. 
 En efecto, - nos dice Le Bon: - “las sales de Quinina no son radioactivas; pero 
dejándolas hidratarse adquieren esta propiedad. (La radioactividad es una forma 
de disociación del átomo). 
 El que ésta cualidad de la hidratación exista en nuestros preparados se puede 
probar fácilmente, pues seguramente a nadie escapará, que tanto si el 
medicamento es preparado en agua, como si lo es en alcohol, dicha cualidad 
queda plenamente satisfecha. 
 Por esa hidratación que sufren nuestros medicamentos Homeopáticos podemos 
suponer que no siempre obran por si solos, o por su energía intra-atómica, sino 
también por las combinaciones que pueden formarse con el oxigeno y con el 
hidrógeno del agua o del alcohol usada para su disolución. 
 Efectivamente según Juan Thibaud, el hidrógeno pesado o deuterio, isótopo del 
protón, desempeña un gran papel como proyectil para las transmutaciones 
atómicas. 
 “La inestabilidad de un tipo atómico dado, - nos enseña el anteriormente citado 
autor – es decir, la predisposición de su desintegración, depende de la reacción 
entre el número de electrones y protones que constituyan su núcleo, 
manifestándose esta inestabilidad en cuanto entran en su constitución más de 
tres neutrones por cada dos protones”.
 Así, pues, la interacción protón-neutrón es una de la causa de la estabilidad de 
los átomos. Por lo tanto, es de prever, que introduciendo protones en un núcleo 
dado se obtenga un átomo nuevo. 
 “Podemos por ejemplo, - nos dice Thibaud – tratar de introducir hidrógeno en el 
núcleo primitivo, bombardeándolo con un chorro de protones rápidos.
 Y a continuación nos explica en un largo artículo como por medio de aparatos 
especiales se han logrado separar los protones para tal objeto, y nos explica 
también que por medio de corrientes de alta tensión es posible introducir estos 
protones a los núcleos atómicos, llegándose así a una verdadera transmutación de 
los átomos, lo cual trae la producción de cuerpos nuevos desconocidos al 
presente, y hasta la producción de cuerpos conocidísimos, tales como el oro 
sintético (el alto costo de estas operaciones haría incosteable su producción). 
 Existen dos clases de proyectiles de hidrógeno que podemos aprovechar para 
estas transmutaciones; los proyectiles ligeros o protones y los pesados o 
deuterones. El gas necesario para la producción de deutrones se extrae del agua 
pesada, esta a su vez se obtiene por una electrólisis del agua ordinaria. Por 
ejemplo, como nosotros preparamos nuestros medicamentos con agua y como 
puede suponerse que debido a las sucusiones que les imprimimos adquieren un 
gran potencial eléctrico, no choca pensar que estos protones o deutrones 
necesarios para las transmutaciones, yendo desde el hidrógeno del disolvente del 
medicamento, logren penetrar hasta los núcleos atómicos y provocando las 
transmutaciones y generando energía. 
 Esta energía, aprisionada en la dilución, sería la que provoca las reacciones 
celulares cuando con ella se pone en contacto. 
 No es una idea utopista suponer que en esa forma haya liberación de energía, 
puesto que en la mayoría de las transmutaciones atómicas que han podido 
lograrse ha sido posible captar la existencia de la liberación. Por lo tanto, puede 
preverse una verdadera producción de la energía por la desaparición de la 
materia. Esta – nos dice Thibaud – “no se conserva”, solo subsiste la energía. Lo 
que desaparece como materia tiene que reaparecer necesariamente como energía. 
 Queda pues, para nuestras diluciones, satisfecha la segunda cualidad necesaria 
para lograr la desmaterialización de la materia, o sea la de la hidratación, y queda 
también esbozado el posible mecanismo de esta cualidad. 
 Pasemos entonces a la tercera cualidad o sea la del roce o frotamiento, por medio 
de lo cual puede ser también liberada la energía intra-atómica. Esta cualidad 
queda también mejor cubierta que como sucede al ser separados los electrones 
por las maquinas eléctricas de frotamiento (otra forma de disociación del átomo), 
pues mientras en estas el frote se hace entre pedazos de cobre, zinc, etc., en 
nuestras diluciones ese frote se opera entre unos átomos y otros y entre estos y 
sus productos de disociación. 
Así, pues, en nuestras diluciones van cada una de las tres cualidades con que es 
dable producir la liberación de la energía intra-atómica. 
Cualesquiera de ellas de por sí serían suficiente para hacer la disgregación 
atómica liberando su energía, y en cambio vemos que en nuestras preparaciones 
Homeopáticas se cumplen las tres cualidades a la vez, y cada una de ellas con 
mayor amplitud de cómo explica Le Bon como antes queda demostrado.
 Y como si esto no fuera todavía suficiente, las reacciones que de ellas vamos a 
esperar no se han de operar entre substancias aparentemente inertes, como es la 
materia no orgánica, sino para con la materia orgánica, que es extremadamente 
sensible ¿Se puede, en efecto, esperar mayor sensibilidad que la del olfato, que 
nos informa de la presencia en la atmósfera de las pequeñisimas partículas 
olorosas que despiden algunos cuerpos?. Las reacciones Químicas más sensibles 
no podrían hacer tal cosa. 
 Y ¿acaso las más fuertes reacciones que la alopatía consigue no lo hace por medio 
de los coloides, que son las substancias mas divididas de que ella dispone?. 
Veamos así, como, por ejemplo: Con una dosis de... 1/300 de miligramos de oro 
coloidal se verifican reacciones que nunca se habían sospechado con el oro no 
coloidal, puesto que un individuo podría ingerir impunemente cantidades 
relativamente enormes de ese mismo metal en polvo.
 Y ¿no se pueden asimilar también nuestros medicamentos por su acción de los 
cuerpos llamados “catalizadores” que según las teorías antiguas “obran por su 
sola presencia” y que moderadamente se les considera como a cuerpos de real

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