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Catena Áurea Santo Tomás

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CATENA AUREA 
 SANTO TOMÁS DE AQUINO 
 
EVANGELIO DE SAN MATEO
 EVANGELIO DE SAN MARCOS 
 EVANGELIO DE SAN LUCAS 
 EVANGELIO DE SAN JUAN 
 
 
CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO
Evangelio según San Mateo - San Marcos - San Lucas - San Juan
Cap 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 
16 17
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Vers.: 01 - 02 - 03-06 - 07-08 - 08-11 - 12-15 - 16 - 17 
- 18
 19 - 20 - 21 - 22-23 - 24-25
 
Prefacio Isaías, el profeta más explícito sobre el Evangelio, compendiando en pocas
palabras la sublimidad de la doctrina evangélica, su título y su materia, se
dirige, en nombre del Señor, al escritor Sagrado en estos términos: Sube
sobre un monte alto, tú que evangelizas a Sión; alza tu voz con esfuerzo, tú
que evangelizas a Jerusalén; álzala, no temas. Di a las ciudades de Judá:
Ved aquí a vuestro Dios. Ved que el Señor Dios vendrá con fortaleza, y su
brazo dominará: he aquí con El la recompensa ( Is 40,9-10) . 
 
San Agustín, contra Faustum, 2,2
Sobre el título mismo del Evangelio, la palabra Evangelio se traduce como
"buena nueva", "buena noticia" 1, lo cual puede decirse sin duda de todo
bien que se anuncia. Pero esta palabra significa propiamente el anuncio del
Salvador, por lo cual los narradores del nacimiento, hechos, dichos y
sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo, se han llamado con toda
propiedad Evangelistas. 
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 1,2
¿Qué puede compararse a esta buena nueva? Dios en la tierra, el hombre
en el cielo, la amistad de Dios hecha para nuestra naturaleza, la lucha de
tantos siglos terminada, el diablo humillado, la muerte destruida, abierto el
paraíso; y todas estas cosas que superan nuestra naturaleza, concedidas
fácilmente, no porque las hayamos merecido, sino porque Dios nos ha
amado. 
 
San Agustín, de vera religione, cap.16
Dios, que ha provisto por mil medios a la curación de las almas, según las
necesidades de los tiempos (ordenados por su misma admirable sabiduría),
de ningún modo proveyó mejor a las necesidades de la humanidad que
cuando su Hijo único, consustancial al Padre y coeterno con El, se dignó
asumir todo el hombre: "y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (
Jn 1,14). De este modo, al aparecer entre los hombres como verdadero
hombre, nos ha mostrado cuán alto lugar ocupa entre las creaturas la
naturaleza humana. 
 
Pseudo-Agustín, sermones de Nativitate, serm. 9
Por fin, Dios se ha hecho hombre para que el hombre se hiciese Dios. Esta
es la buena nueva que el Profeta vaticina y que debía ser más tarde
anunciada al decir: "Ved aquí nuestro Dios" ( Is 40,9) 
 
San León Magno, epistula ad Flavianum, 28,3
Aquel anonadamiento por el que el Invisible se mostró visible y el Creador y
Señor de todo quiso ser uno de los mortales, fue una inclinación de su
misericordia, no privación de su poder.
La glosa interlineal, sobre el cap. 40 de Isaías
Para que no pueda creerse que Dios se ha llegado hasta nosotros
disminuyendo su poder, añade el Profeta: "Ved aquí que el Señor vendrá con
fortaleza" ( Is 40,10). 
 
San Agustín, de doctrina christiana, 1,12
No viene atravesando el espacio, sino manifestándose a los mortales en
carne mortal. 
 
San León Magno, sermones de Passione Domini, serm. 19,3
Por un poder inefable ha resultado que desde que Dios verdadero está unido
a la carne pasible, ha venido al hombre la gloria por la afrenta, la
incorruptibilidad por el suplicio, la vida por la muerte. 
 
San Agustín, de peccatorum meritis, 2, 30
Por la efusión de la Sangre inocente ha sido cancelada la escritura de
condenación con que el diablo tenía antes sometido al hombre. 
 
La glosa interlineal, sobre el cap. 40 de Isaías
Y como en virtud de la Pasión de Jesucristo los hombres libertados del
pecado se han hecho siervos de Dios, continúa el Profeta: "Y su brazo
dominará" ( Is 40,10). 
 
San León Magno, sermones de Passione Domini, serm. 19,3
Nosotros hemos hallado en Jesucristo una protección tan singular que, una
vez asumida la condición mortal por la esencia impasible, ésta no ha
continuado en la naturaleza pasible. De este modo lo que estaba muerto
pudo ser vivificado por lo que no podía morir. 
 
La glosa interlineal, sobre el cap. 40 de Isaías
Y así, por Cristo se nos abre la puerta de la gloria inmortal. Por eso dice
después: "He aquí el galardón que trae con El" ( Is 40,10). De este premio
habla el mismo Jesucristo ( Mt 5,12): "Vuestra recompensa es muy grande en
los cielos". 
 
San Agustín, contra Faustum, 4,2
La promesa de la vida eterna y del reino de los cielos pertenece al Nuevo
Testamento. El Antiguo sólo contiene promesas temporales. 
 
La glosa, sobre el cap. 1 de Ezequiel
Cuatro cosas nos enseña el Evangelio sobre Jesucristo: la Divinidad que
asume la naturaleza humana; la naturaleza humana que es asumida; su
Muerte, por la que somos librados de la esclavitud; y su Resurrección, por la
que se nos abre la puerta a la vida gloriosa. Esto es lo que profetiza
Ezequiel bajo la figura de los cuatro seres ( Ez 1,5-14). 
 
San Gregorio Magno, in Ezek., hom. 4
El, el unigénito Hijo de Dios, se hizo verdadero hombre. El, víctima de
nuestra redención, se dignó a morir como el becerro del sacrificio. El, por su
propia fuerza, se levantó del sepulcro como un león. El también, al subir a
los cielos, se elevó como el águila. 
 
La glosa, sobre el cap. 1 de Ezequiel
En su Ascensión puso de manifiesto su divinidad. San Mateo nos es
representado por el hombre, porque se detiene principalmente en la
humanidad de Jesucristo; San Marcos por el león, porque trata de su
Resurrección; San Lucas por el becerro, porque se ocupa del sacerdocio;
San Juan por el águila, porque él escribió sobre los misterios divinos. 
 
San Ambrosio, commentarium in Lucam, pref
De ahí que haya prevalecido llamarse libro de moral el Evangelio según San
Mateo, porque las costumbres se dicen propiamente del hombre, y no de
otro ser. San Marcos es reconocido bajo la figura de león, porque comienza
su relato con la expresión del poder divino en estos términos: "Principio del
Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". San Lucas es reconocido bajo la
figura de toro, porque empieza su libro hablando del sacerdocio, y el becerro
es la víctima inmolada por el sacerdote. A San Juan se le da la figura del
águila, porque ha expresado los milagros de la Resurrección divina. 
 
San Gregorio Magno, in Ezek., hom. 4
Esto mismo se atestigua en el comienzo de cada uno de los cuatro
Evangelios. San Mateo es con razón figurado por el hombre, porque empieza
su Evangelio por la generación humana de Jesucristo. San Marcos por el
león, porque empieza por la voz que clama en el desierto. San Lucas por el
toro, porque comienza por el sacrificio, y San Juan dignamente por el águila,
porque parte de la divinidad de Jesucristo. 
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,6
También puede decirse que San Mateo se figura por el león, porque puso de
relieve la estirpe real de Jesucristo. San Lucas por el becerro, víctima del
Sacerdote. San Marcos, que no se propuso narrar ni la estirpe regia ni la
sacerdotal, sino que se ocupa de lo humano de Jesucristo, se designa por la
figura del hombre. Estos tres seres, el león, el hombre y el becerro, andan
por la tierra, por lo que los otros tres Evangelistas trataron principalmente de
lo que obró Jesucristo como hombre. Pero San Juan tiene el vuelo del
águila, y contempla con la penetrante mirada de su espíritu la luz del Ser
inmutable. De esto se desprende que los tres primeros Evangelistas no se
ocuparon sino de la vida activa, y San Juan de la contemplativa. 
 
Remigio
Los doctores griegos, en cambio, ven en la figura del hombre a San Mateo,
porque describió la genealogía del Señor según la carne. En el león ven a
San Juan, porque así como el león consu rugido hace temblar a todas las
fieras, así también San Juan infundió terror a todos los herejes. Ven a San
Lucas en el toro, porque ésta es la víctima del sacrificio, y éste siempre trató
sobre el templo y el sacerdocio. Y en el águila ven a San Marcos, porque en
la Escritura divina el águila suele significar al Espíritu Santo hablando por la
boca de los Profetas, y él empieza su Evangelio por el testimonio profético. 
 
San Jerónimo, prologus in Evangelium Matthaei ad Eusebium
Acerca del número de Evangelistas debe notarse que hubo muchos que
escribieron evangelios, como nos lo da a entender San Lucas cuando dice:
"Ya que muchos han intentado poner en orden" (1,1). Esto lo atestiguan las
obras aun hoy subsistentes que, dadas a luz por diversos autores, han sido
fuente de diversas herejías. Tal es el caso del evangelio según los Egipcios,
Santo Tomás, San Bartolomé, el de los doce Apóstoles, los de Basilides y
Apeles y tantos otros que sería pesado enumerar. Pero la Iglesia, fundada
por la palabra del Señor sobre la Piedra, y regada como el paraíso por
cuatro ríos, tiene a la vez cuatro anillos y cuatro ángulos por los que es
llevada con varas movibles como el arca de la Alianza que guardaba la ley
del Señor. 
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,2
Y son cuatro las partes del globo terráqueo por las que se halla extendida la
Iglesia de Jesucristo. Pero uno es el orden en que conocieron y predicaron, y
otro el orden en que escribieron. Porque en el conocimiento y la predicación
estuvieron primero los que siguieron al Señor presente en la tierra, lo
escucharon cuando enseñaba, lo vieron obrar sus milagros, y recibieron de
su misma boca el mandato de predicar. Pero al poner por escrito el
Evangelio, lo cual sabemos que hicieron por disposición divina, tuvieron el
primer y último lugar respectivamente dos de los que el Señor eligió antes de
su Pasión: el primero es San Mateo; y el último, San Juan. De este modo,
los otros dos, que no eran de este primer grupo pero que habían seguido a
Cristo que hablaba por boca de los otros dos, como hijos que debían
abrazar, y por esto ubicados en el medio, serían defendidos por ambos
lados. 
 
Remigio
San Mateo escribió en Judea en tiempo del Emperador Cayo Calígula 2; San
Marcos en Italia, en Roma, en tiempo de Nerón 3 (o de Claudio 4 según
Rábano); San Lucas en la Acaya y Beocia a ruego de Teófilo; y San Juan en
Efeso, en el Asia Menor, en tiempo de Nerva 5. 
 
Beda
Y aunque son cuatro los Evangelistas, el Evangelio no es más que uno,
porque los cuatro libros que dieron contienen la misma verdad. Pues así
como dos versos sobre un mismo tema difieren sólo por la diversidad de
metro y de palabras, mas no por el pensamiento, que es el mismo, así los
libros de los Evangelistas, siendo cuatro, constituyen un solo Evangelio
porque contienen una misma doctrina sobre la fe católica. 
 
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 1,2
Bastaba que un solo Evangelista lo hubiera dicho todo. Sin embargo,
hablando todos por una misma boca, aunque no en los mismos tiempos ni en
los mismos lugares, y sin haberse antes puesto de acuerdo, su testimonio
adquiere la fuerza máxima de la verdad. Aun aquello mismo en lo que
parecen discrepar sobre puntos insustanciales es la mejor prueba de su
veracidad, ya que si en todo estuviesen acordes, pensarían los adversarios
que se habían entendido para escribir lo que escribieron, como obedeciendo
a una consigna. En todo lo principal, esto es, en todo lo concerniente a la
moral o a la fe, ni en lo más leve discrepan. Si sobre los milagros el uno ha
mencionado éstos y el otro aquéllos, no hay razón para desconcertarse, pues
si uno solo lo hubiera dicho todo ¿cual sería el objeto de la narración de los
demás? Y si todos hubieran narrado hechos diversos, mal podría
manifestarse su conformidad. En cuanto a las variantes del tiempo y del
modo de realizarse los sucesos, no destruye esto la verdad de los mismos,
como se demostrará más adelante. 
 
San Agustín, de consensu Evangelistarum, 1,2
Aunque cada uno de ellos parece haber seguido su plan narrativo peculiar,
no se ve, sin embargo, que hayan querido escribir como ignorando lo que el
otro había ya dicho, o que hayan pasado por alto algo que ignoraban y
después se haya descubierto que otro lo había escrito. Cada uno ha
colaborado según la inspiración de Dios. 
 
La glosa
La sublimidad de la doctrina evangélica consiste ante todo en la excelencia
de la autoridad de donde mana. 
 
San Agustín, de consensu Evangelistarum, 1,2
Entre todos los libros sagrados de autoridad divina, el Evangelio ocupa el
primer lugar. Sus primeros predicadores fueron los Apóstoles quienes vieron
a Jesucristo, Señor, Salvador nuestro, viviendo en la carne. De estos, San
Mateo y San Juan, creyendo que debían escribir lo que ellos mismos habían
visto, lo consignaron cada cual en un libro diferente. Pero para que nunca se
creyese (en lo concerniente al conocimiento y a la predicación del Evangelio)
que había diferencia entre los que lo anunciaron después de haber seguido
al Señor en vida, y los que lo creyeron fielmente por la palabra de éstos,
dispuso la divina providencia que el Evangelio fuese no solamente predicado
sino también escrito con la misma autoridad y bajo la inspiración del Espíritu
Santo por los discípulos de los primeros Apóstoles. 
 
La glosa
Y así, la sublimidad de la doctrina evangélica procede del mismo Jesucristo,
como lo indica el Profeta en el texto aducido, al decir: "Sube sobre un monte
alto" ( Is 40,9). Este monte alto es Cristo, del que dice el mismo Isaías: "En
los últimos días estará preparado el monte de la casa del Señor en la
cumbre de los montes" ( Is 2,2). Es decir, sobre todos los santos a los que
se llama montes del monte Jesucristo, de cuya plenitud de gracia recibimos
nosotros todos ( Jn 1,16). Con razón, pues, se dirigen a San Mateo estas
palabras: "Sube sobre un monte alto", porque él, en el mismo instante y al
lado del mismo Jesucristo, vio sus milagros y oyó su doctrina. 
 
San Agustín, de consensu Evangelistarum, 1,7
Examinemos ahora lo que suele inquietar a algunos: ¿por qué el Señor no
escribió nada El mismo, siendo necesario creer a otros que escribieron de
El? En verdad no puede decirse que El no haya escrito, toda vez que sus
miembros ejecutaron lo que les mandaba la cabeza. Así pues, mandó
escribir a aquellos que eran sus manos lo que El quiso que nosotros
supiésemos de sus hechos y de su doctrina. 
 
La glosa
En segundo término la doctrina evangélica es sublime también por su virtud,
como dice el Apóstol en su carta a los Romanos: "El Evangelio es la virtud
de Dios que obra la salud en todo creyente" ( Rom 1,16). Esto mismo es lo
que manifiesta el Profeta en las palabras ya citadas: "Alza tu voz con
esfuerzo". Estas designan a la vez el modo de anunciar la doctrina
evangélica: en alta voz, es decir, con claridad. 
 
San Agustín, ad Volusianum, ep. 3
La misma manera como es redactada la Escritura santa, accesible a todos,
comprensible a muy pocos, habla sin engaño lo que contiene de claro, como
amigo íntimo al corazón de los ignorantes y de los doctos. Y en cuanto a lo
misterioso, no lo realza con grandilocuencia de estilo hasta donde no puedan
llegar las inteligencias lentas y torpes. A todos invita con sencillo lenguaje, no
sólo para alimentarlos con la verdad claramente expuesta, sino también para
ejercitarlos en la verdad oculta y misteriosa, ofreciéndoles el mismo alimento
bajo la expresión clara y bajo el velo del misterio. Y para que el lenguaje
literal no nos hastíe, buscamos la misma doctrina en el sentido espiritual.
Renovada así en el modo, se insinúa más suavemente. Con esta saludable
alternativa, los de conducta pervertida se corrigen, los débiles se nutren, los
grandes corazones se deleitan. 
 
La glosa
Mas como cuanto más se alza la voz se oye de más lejos, también pudo el
Profeta designar por el esfuerzode la doctrina evangélica, que no se manda
predicar a una nación sola sino a todas las naciones de la tierra. "Predicad,
dice el Señor el Evangelio a todas las gentes" ( Mt 16,15). 
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 28
Puede muy bien entenderse por el nombre de "toda criatura" a todas las
naciones gentiles. 
 
La glosa
En tercer lugar, la doctrina evangélica es sublime por la excelencia de la
libertad que nos otorga.
San Agustín, contra adversarium legis et prophetarum, 1,17
En el Antiguo Testamento la Jerusalén terrestre sólo producía esclavos por
la promesa de los bienes temporales o la amenaza de los males. Pero en el
nuevo, donde la fe se informa por la caridad, se nos invita a cumplir la ley no
tanto por el temor de la pena, sino por el amor a la justicia: la Jerusalén
eterna sólo da a luz hijos libres. 
 
La glosa
De ahí que el Profeta designa la sublimidad de la doctrina evangélica con
estas palabras: "Alza la voz; no temas".
Réstanos ver para quiénes y por qué fue escrito este Evangelio.
San Jerónimo, prologus in Evangelium Matthaei ad Eusebium
San Mateo escribió en hebreo su Evangelio en la Judea, principalmente para
los judíos convertidos de Jerusalén. 
 
La glosa ordinaria
Pues habiendo predicado primeramente el Evangelio, lo escribió después en
hebreo dejándolo como memoria a sus hermanos de quienes se separaba.
Así como fue necesaria la predicación del Evangelio para que la fe se
afirmase, así también fue necesario que contra los herejes se escribiese. 
 
Pseudo-Crisóstomo, commentarium in Matthaeum, prolog
Este es el orden que siguió San Mateo en su narración: el Nacimiento de
Jesucristo, su bautismo, su tentación, predicación, milagros, Pasión,
Resurrección y Ascensión a los cielos. Con esto se propuso no sólo exponer
la vida de Jesucristo, sino señalar al mismo tiempo todos los estados de la
vida cristiana. Así pues, nada importa haber nacido de nuestros padres si
después no nos hemos regenerado en Dios por el agua y el Espíritu Santo.
Una vez recibido el bautismo es preciso estar alerta contra el diablo. Vencida
la tentación, es preciso hacernos idóneos para la enseñanza de la verdad: el
Sacerdote, enseñando y alentando en la doctrina con su ejemplo (esto
equivale a los milagros); el laico, mostrando su fe en sus obras. Por último,
salir de la arena de este mundo, para coronar nuestra victoria sobre el
pecado con la recompensa de la resurrección y de la gloria. 
 
La glosa
Así pues, queda manifestado por todo lo dicho: el asunto de la doctrina
evangélica, el número de los Evangelistas, los símbolos que los representan,
la sublimidad de su enseñanza, para quiénes se ha escrito este Evangelio,
su orden y su método. 
 
Notas
 1. Evangelio viene de la palabra griega Evángelos, es decir, el mensajero que trae la
noticia de una victoria. Su buena noticia trae la felicidad al que la recibe; Evangelion
significa el mensaje mismo, la noticia de una victoria: a través de su proclamación se
hace presente una felicidad anunciada; el verbo evangelizomai significa dar o
proclamar buenas noticias, y, cuando se refiere a un mensajero sagrado, anunciar.
 2. Calígula fue Emperador romano del 37 al 41.
 3. Emperador del 54-68.
 4. Emperador del 41-54.
 5. Emperador del 96-98.
01 Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (v. 1) 
 
San Jerónimo, Prologus in commentario in Matthaeum
San Mateo, representado bajo la figura de un hombre 1, empezó a escribir
de Jesucristo en cuanto hombre diciendo: "Libro de la generación, etc.". 
 
Rábano
Con este principio manifiesta que se propuso narrar la generación de Cristo
según la carne. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Escribió el Evangelio para los judíos, para quienes hubiera estado de más
exponer la naturaleza de la divinidad que ya conocían, pero les era
necesario que se les manifestase el misterio de la encarnación. Juan escribió
el Evangelio para los gentiles que no sabían si Dios tenía un Hijo y fue por
ello preciso primero enseñarles que hay un Hijo de Dios, que es Dios, y
luego que este Hijo de Dios tomó carne. 
 
Rábano
Aunque la generación ocupa una pequeña parte del libro, dijo sin embargo:
"Libro de la generación". Es costumbre de los hebreos poner como título de
sus libros la palabra con que empiezan, así como el Génesis. 
 
La glosa ordinaria
Hubiera sido más claro el sentido diciendo: éste es el libro de la generación,
pero es costumbre en muchos sobreentender el demostrativo, como cuando
leemos: "Visión de Isaías", es decir: "Esta es la visión de Isaías". Se dice
generación en singular, aunque se enumeran sucesivamente muchas
generaciones, porque todas ellas se incluyen aquí por causa de la
generación de Cristo. 
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,3
Llama a este libro el libro de la generación, porque toda la economía de la
gracia y la raíz de todos los bienes está en que Dios se ha hecho hombre;
una vez verificado esto, lo demás se sigue como consecuencia racional. 
 
Remigio
Dice: "Libro de la generación de Jesucristo", porque sabía que antes se
había escrito: "Libro de la generación de Adán", y empezó así para
contraponer libro a libro, el Nuevo Adán al Adán viejo, ya que fue reparado
por el Nuevo todo cuanto el viejo había destruido. 
 
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
Leemos en Isaías: Su generación, ¿quién la contará? ( Is 53,8). No
concluyamos de aquí que el evangelista contradice al profeta porque éste
dice que es imposible expresar lo que aquél después empieza a narrar, toda
vez que allí se habla de la generación de la divinidad y aquí de la
encarnación. 
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,2
No pienses que oyes cosa de poca importancia al oír hablar de esta
generación, porque es en gran manera inefable que Dios se haya dignado
nacer de una mujer y tener por progenitores a David y a Abraham. 
 
Remigio
Mas si alguno dijere que el profeta aludió a la generación de la humanidad,
no debe responderse a la pregunta del profeta que ninguno, sino que muy
pocos, porque realmente han hablado San Mateo y San Lucas. 
 
Rábano
Cuando dice de Jesucristo, expresa su dignidad real y sacerdotal. Pues el
soberano Josué 2, que en figura llevó primero este título, fue el primero que
obtuvo la jefatura del pueblo de Israel después de Moisés, y Aarón,
consagrado por la unción mística, fue el primer sacerdote de la Ley. 
 
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 45
Lo que por el don sagrado concedía Dios a los que eran ungidos para ser
reyes y sacerdotes, lo ha realizado el Espíritu Santo en el Hombre Cristo
añadiendo una purificación, pues el Espíritu Santo purificó lo que de la
Virgen María se formara para ser cuerpo del Salvador. Esta es la unción del
cuerpo del Salvador, por esto se ha llamado Cristo. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Mas porque la prudencia impía de los judíos negaba que Jesús fuese de la
descendencia de David, por eso el evangelista añade: "Hijo de David, hijo de
Abraham". Pero, ¿no basta decir hijo de sólo Abraham o de sólo David? No,
porque a ambos fue hecha la promesa de que de ellos había de nacer
Cristo: a Abraham en el Génesis: "Y en tu semilla serán bendecidas todas
las naciones de la tierra" ( Gén 22,18); a David en el Salmo: "Del fruto de tu
vientre pondré sobre tu trono" ( Sal 131). Por eso lo llamó hijo de ambos,
para demostrar que las promesas hechas a ambos se habían cumplido en
Cristo, y además porque Cristo había de tener tres dignidades: rey, profeta y
sacerdote. Abraham fue profeta y sacerdote; sacerdote, como le dijo Dios en
el Génesis: "Toma para mí una vaca de tres años" ( Gén 15,9); y profeta,
según lo que el Señor dice de él al rey Abimelek en el Génesis: "Es Profeta y
rogará por ti" ( Gén 20,7). David fue rey y profeta, pero no sacerdote. Cristo
fue, pues, llamado hijo de ambos, paraque la triple dignidad de ambos se
reconociese en él por derecho de nacimiento. 
 
San Ambrosio, in Lucam, c. 3
Por eso también eligió dos autores del linaje de Cristo; uno que había
recibido la promesa de la congregación de todos los pueblos, otro que había
obtenido que se le comunicara la predicción de que de él nacería Cristo. Y
así, aunque sea posterior en el orden de la descendencia, ha sido nombrado
primero, porque es más haber recibido la promesa acerca de Cristo que
aquélla acerca de la Iglesia, la misma que existe por Cristo, puesto que el
que salva es de condición más excelente que lo salvado. 
 
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
El orden de los dos progenitores está invertido pero por necesidad, pues si
hubiera puesto primero a Abraham y después a David, hubiera tenido que
repetir otra vez el nombre de Abraham para enlazar la serie de las
generaciones. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La otra razón es que la dignidad de rey es mayor que la de la naturaleza; y
así, aunque Abraham precedía en el tiempo, David precedía en la dignidad. 
 
La glosa
Como según su título este libro trata de Jesucristo, es preciso saber antes
qué debemos pensar sobre Cristo, para que así pueda exponerse mejor lo
que en él se dice de Cristo. 
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 5,45
Todos los errores de los herejes acerca de Jesucristo pueden reducirse a
tres clases: los concernientes a su divinidad, a su humanidad, o a ambas a
la vez. 
 
San Agustín, de haeresibus, 8 y 10
Cerinto y Ebión dijeron que Jesucristo era un simple hombre. Insistiendo en
este error Pablo de Samosata, aseveró que Cristo no ha existido siempre,
sino que su principio data sólo desde su nacimiento de María, pues no cree
que sea sino un mero hombre. Esta herejía fue renovada después por
Fotino. 
 
San Atanasio, contra haeret
El apóstol San Juan, anticipando desde mucho antes, con la luz del Espíritu
Santo, la locura de este hombre, lo despierta del profundo sueño de su
ignorancia con el poderoso acento de su voz diciéndole: "En el principio era
el Verbo" (cap. 1). Luego el que en el principio era con Dios no ha tenido
necesidad en lo último de los tiempos de recibir el principio de su origen del
ser humano. Además dice: "Padre, glorifícame con aquella gloria que tuve en
ti antes que fuese el mundo" (cap. 17). Aprenda aquí Fotino que éste poseyó
la gloria antes del principio de los tiempos. 
 
San Agustín, de haeresibus, 19
La perversidad de Nestorio consistía en afirmar que el engendrado del seno
de la Virgen María fue simplemente un hombre, al que el Verbo de Dios
asumió en unidad de persona y unión inseparable, error que no podían sufrir
los oídos cristianos. 
 
San Cirilo de Alejandría, ep. 1, ad Monachos Aegypti
En su carta a los Filipenses dice el Apóstol del Unigénito de Dios, que
siendo en forma de Dios, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios ( Flp 2).
¿Quién es, pues, el que es en forma de Dios? ¿Cómo se ha anonadado y
humillado en forma de hombre? Podrán tal vez decirnos los citados herejes,
partiendo a Cristo en dos -en hombre y en Verbo-, que el hombre es el que
sufrió el anonadamiento, separando de él al Verbo de Dios. Pero tendrán
que demostrarnos antes que el hombre se entiende y fue en la forma y en la
igualdad de su Padre, para verificarse en él el modo de anonadarse. Mas
ninguna creatura -entendida según su propia naturaleza- es igual al Padre.
¿Cómo, pues, se dice que se anonadó? ¿De qué altura descendió para ser
hombre? ¿Cómo se entiende que tomara la forma de siervo si desde el
principio no la tuviera? Pero dicen: "El Verbo, existiendo igual al Padre,
habitó en el hombre nacido de mujer, y éste es el anonadamiento".
Ciertamente, yo oigo al Hijo decir a los santos apóstoles: "Si alguno me ama,
guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos
morada en él" ( Jn 17). ¿Oyes cómo dice que en los que lo aman
cohabitarán El y su Padre? ¿Y crees que nosotros decimos que se anonada
y humilla, y toma la forma de siervo porque hace morada en las almas
santas de los que lo aman? Pues, ¿y el Espíritu Santo que habita en
nosotros? ¿Hemos también de creer que realiza el misterio de humanarse? 
 
Abad Isidoro, ad Atribium presbiterum, epist. 41,2
Mas para no enumerarlo todo hablaremos sólo del punto capital y objetivo:
es una sabia y útil disposición, y en nada perjudica a la naturaleza inviolable,
que el que era Dios se manifieste humildemente. Pero es un mal la loca
presunción que el que es humano se promocione a sí mismo a lo
sobrenatural y divino, pues si bien el rey no se degrada obrando con
humildad, jamás le será lícito al soldado hacerse oír como reinante.
Entonces, si Cristo es Dios humanado, lo humilde está en su lugar. Pero si
es simplemente un hombre, lo elevado y grande no se explica. 
 
San Agustín, de haeresibus, 41
Algunos hacen discípulo de Noeto a Sabelio, quien decía que Cristo era el
mismo e idéntico Padre y Espíritu Santo. 
 
San Atanasio, contra haeret
Yo refrenaré la audacia y el furor insensato de este hombre con la autoridad
de los testimonios celestiales aduciendo, para demostrarle la persona de la
sustancia propia del Hijo, no los que él cavilosamente pretende que
convienen a la humanidad asumida, sino los que sin escrúpulo del
entendimiento más perplejo confiesan todos unánimes que competen a su
divinidad. Leemos en el Génesis que dijo Dios: "Hagamos al hombre a
imagen y semejanza nuestra" ( Gén 1). Ved que habla en plural: "Hagamos",
indicando sin duda a otro a quien dirige la palabra. Pues si fuese uno solo, el
texto diría: "que lo hizo a su imagen". Pero, habiendo otro, claramente se
muestra que también fue hecho a imagen de éste. 
 
La glosa
Otros, por el contrario, han negado la verdadera humanidad de Cristo.
Valentino pretendía que Cristo, enviado por el Padre, se había revestido de
un cuerpo espiritual o celestial y que no había asumido nada de la Virgen
María, habiendo sólo pasado por ella como por un arroyo o canal, pero sin
tomar de ella carne alguna. 
 
San Agustín, contra Faustum, 20,7
Nosotros no creemos así. Confesamos que Cristo ha nacido de la Virgen
María, no precisamente porque de otra manera no podría existir en
verdadera carne y aparecer a los hombres, sino porque así está consignado
en la Escritura. Si a ella no creemos, no podemos ser cristianos ni salvarnos.
Y si el cuerpo asumido de una sustancia celestial o líquida lo hubiera querido
convertir en verdadera carne humana, ¿quién negaría que lo hubiera podido
hacer? 
 
San Agustín, de haeresibus, 46
Los maniqueos dijeron que Nuestro Señor Jesucristo era un fantasma y que
no podía nacer de mujer. 
 
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 13
Pero si el cuerpo de Cristo fue un fantasma, nos ha engañado el Señor; y si
nos engaña, no es la Verdad. Pero Cristo es la Verdad 3; entonces no fue
fantasma su cuerpo. 
 
La glosa
Y como el principio de este Evangelio según San Lucas manifiestamente
prueba que Cristo nació de mujer, con lo que se ve claro su verdadera
humanidad, quienes no lo aceptaron niegan los principios de ambos
Evangelios. 
 
San Agustín, contra Faustum, 2,1
Fausto dice: "Cierto que el Evangelio empezó a ser y a nombrarse desde la
predicación de Cristo, que en ningún lugar dice de sí haber nacido de los
hombres. Pero la genealogía tan no es el Evangelio, que ni siquiera su
escritor se atrevió a llamarla tal. ¿Qué es, pues, lo que escribió? "Libro de la
generación de Jesucristo, hijo de David". No es libro del Evangelio de
Jesucristo, sino libro de su generación, sigue Fausto. San Marcos, como no
se cuidó de escribir la generación, sino sólo la predicación del Hijo de Dios -
que es el Evangelio-, véase cuán adecuadamente comenzó: "Evangelio de
Jesucristo, hijo de Dios", para que se vea claramente que la genealogía no
es el Evangelio. En el mismo San Mateo ( Mt 4) se lee que despuésde la
prisión de Juan empezó Jesucristo a predicar su Evangelio. Entonces cuanto
se narra antes de este suceso, es sabido que es genealogía y no Evangelio. 
 
San Agustín, contra Faustum, 3,1
Yo me he atenido a Juan y a Marcos, cuyos principios me han parecido bien
y con razón, porque no introducen a David, ni a María, ni a José. Agustín
refuta a Fausto de este modo: "¿Qué responderá entonces Fausto al Apóstol
cuando dice: "Acuérdate que el Señor Jesucristo del linaje de David, resucitó
de los muertos, según mi Evangelio?" ( 2Tim 2). Pues lo que era Evangelio
del apóstol Pablo, lo era también de los demás apóstoles y de todos los
fieles encargados de la predicación de tan gran misterio. Y así lo dice en otra
parte: "Sea yo o sean ellos (los demás predicadores del Evangelio), así
predicamos y así habéis creído" ( 1Cor 15). Entonces no todos escribieron,
pero sí todos lo predicaron. 
 
San Agustín, de haeresibus, 49
Los arrianos no quieren admitir que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean
de una sola y misma sustancia, naturaleza o existencia, sino que dicen que
el Hijo es creatura del Padre, y el Espíritu Santo creatura de la creatura, es
decir, creado por el mismo Hijo. Y Creen que Cristo tomó carne sin alma. 
 
San Agustín, de Trinitate, 1,6
Pero San Juan declara que el Hijo no solamente es Dios, sino de la misma
sustancia con el Padre; ya que después de haber dicho "y el Verbo era
Dios", añade: "Todas las cosas fueron hechas por él"; de donde resulta claro
que aquél por quien todas las cosas fueron hechas, no ha sido él mismo
hecho. Y si no ha sido hecho, no ha sido creado, y así es de la misma
sustancia con el Padre, pues toda sustancia que no es Dios, es creatura. 
 
San Agustín, contra Felicianum, 13
No comprendo en qué nos haya favorecido la persona del mediador, no
redimiendo del todo la parte principal de nosotros, y sí asumiendo sólo la
carne que, separada del alma, ni siquiera puede sentir el beneficio de la
redención. Pues si Cristo vino a salvar lo que había perecido, como el
hombre todo es el que pereció, el hombre todo necesita del beneficio del
Salvador. Por tanto Cristo con su venida lo salvó todo asumiendo el cuerpo y
el alma. 
 
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 80
¿Qué responden además a tan claros argumentos de la Escritura evangélica
que el Señor tantas veces menciona contra ellos? El de San Mateo: "Triste
está mi alma hasta la muerte" ( Mt 26); el de San Juan: "Poder tengo para
poner mi alma" ( Jn 10) y muchos otros semejantes. Y si dijeren que Cristo
habló en parábola, tenemos las razones de los evangelistas que al narrar los
hechos, así como testifican que tuvo cuerpo, dicen también que tuvo alma,
por las afecciones propias sólo del alma. Así, en su narración leemos: "Y se
admiró Jesús", "y se enojó" ( Mt 8; Mc 6; Lc 7). Y así otros más.
 
San Agustín, de haeresibus, 55
Los apolinaristas, así como los arrianos, dijeron que Cristo había asumido la
carne sola sin alma. Vencidos en este punto por los testimonios evangélicos,
se acogieron a la especie de que la inteligencia -que es el alma racional del
hombre- faltó en el alma de Cristo, haciendo sus veces en ésta el Verbo
mismo. 
 
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 80
Si así fuera, habría que creer que el Verbo de Dios asumió a un animal con
figura de cuerpo humano. 
 
San Agustín, de haeresibus, 45
En cuanto a la carne misma, los herejes muestran haberse apartado de la
ortodoxia de la fe hasta el extremo de decir que aquella carne y el Verbo son
de una sola y misma sustancia, afirmando porfiadamente que el Verbo se
había hecho carne en el sentido de que algo del Verbo se había mudado y
convertido en carne, pero no que esta carne se hubiese tomado de la carne
de María. 
 
San Cirilo, epistula ad Joannem Antiochenum, 28
Creemos que están locos o deliran los que han sospechado que puede
caber en la naturaleza divina del Verbo sombra de mudanza. Lo que es
siempre, permanece siempre y no se muda ni es capaz de mutación. 
 
San León Magno, ad Constantinopolitanos, ep. 59
Nosotros no decimos que Cristo es hombre pero que le faltó algo
perteneciente a la naturaleza humana: o el alma, o la inteligencia racional, o
la carne, no tomada de mujer sino hecha del Verbo convertido y mudado en
carne. Estos son tres errores de los herejes apolinaristas que han
presentado después tres distintas fases. 
 
San León Magno, ad Palaestinos, ep. 124
Eutiques se fijó en el tercer error de los apolinaristas y, después de haber
negado la realidad de la carne humana y del alma de Nuestro Señor
Jesucristo, sostenía que en Cristo no había más que una sola naturaleza,
como si la divinidad misma del Verbo se hubiera convertido en carne y alma,
y el ser concebido, nacer y nutrirse y demás actos de la vida fuesen sólo
propiedades de la esencia divina que nada de esto podía recibir en sí sin la
realidad de la carne, puesto que la naturaleza del Unigénito es la naturaleza
del Padre, es la naturaleza del Espíritu Santo, impasible a la vez y eterna.
Pero si bien este hereje se aparta de la perversa doctrina de Apolinar, para
no verse obligado a admitir que la divinidad siente como cualquier ser
pasible y mortal, se atreve en cambio a decidir la unidad de naturaleza del
Verbo encarnado -es decir, del Verbo y de la carne-, con lo cual
indudablemente incurre en la locura de los maniqueos y de Marción, y cree
que todos los actos de Nuestro Señor Jesucristo no eran sino simulados y
que su mismo cuerpo, con el que se manifestó a los hombres, no era cuerpo
humano real, sino sólo apariencia de cuerpo. 
 
San León Magno, ad Iulianum, ep. 35
Atreviéndose Eutiques a sostener en la asamblea de los obispos que antes
de la encarnación hubo en Cristo dos naturalezas, pero después de la
encarnación una sola, hubo necesidad de instarle con escudriñadora solicitud
a que diese razón de su fe. Yo pienso que al expresarse así tenía la
persuasión de que el alma asumida por el Salvador antes de nacer de la
Virgen María, había hecho mansión en los cielos.
Pero semejante lenguaje no lo pueden tolerar las conciencias ni los oídos
católicos, porque el Señor, al descender de los cielos, nada trajo consigo de
nuestra condición, ni asumió alma que hubiera existido antes, ni carne que
no fuese del cuerpo de su Madre. Así que lo condenado antes con mucha
razón en Orígenes al afirmar que eran muy diversas las vidas y acciones de
las almas antes de unirse a los cuerpos, forzosamente tenía que ser
condenado en Eutiques. 
 
Remigio
Todas estas herejías las destruyen los evangelistas. En el principio de su
Evangelio, San Mateo, al narrar la generación de Jesucristo, por las
generaciones sucesivas de los reyes de los judíos, manifiesta que es
verdadero hombre y que tuvo verdadera carne. Lo mismo da a entender San
Lucas al describir su estirpe sacerdotal. Igual hace San Marcos cuando dice:
"Principio del Evangelio de Jesucristo hijo de Dios". Y también San Juan al
empezar: "En el principio era el Verbo", manifiestando que antes de todos los
siglos fue Dios en Dios Padre. 
 
Notas
 1. Ver Ez 1,5.
 2. En hebreo existe un único nombre, Iehoshua, que en castellano puede traducirse
tanto por Josué como por Jesús.
 3. Referencia a Jn 14, 6.
02 Abraham engendró a Isaac. E Isaac engendró a Jacob. Y Jacob engendró a
Judas y a sus hermanos. (v. 2) 
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,1
El evangelista San Mateo manifiesta haberse propuesto narrar la generación
de Jesucristo según la carne y empieza por su genealogía. San Lucas,
presentándonos más bien a Cristo como sacerdote en la expiación de los
pecados, no relata su generación desde el principio de su Evangelio, sino
desde el bautismo de Cristo, donde Juan da testimonio de El, diciendo: "He
aquí el que quita los pecados del mundo". Además, en la genealogía de San
Mateo se da a conocer que Cristo Nuestro Señor tomó sobresí nuestros
pecados, pero en la genealogía de San Lucas se da a conocer la abolición
de nuestros pecados por El. De ahí que San Mateo trace la genealogía
descendiendo desde Adán a Cristo, y San Lucas ascendiendo desde Cristo a
Adán. Mas al describir San Mateo en orden descendente la generación
humana de Cristo, empieza desde Abraham. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 3,3
Abraham fue el primero que mereció el testimonio de la fe "porque creyó a
Dios y le fue imputado por justicia" ( Rom 4,3). Así también debió ser
indicado como fundador del linaje de Cristo, porque mereció primero la
promesa de la institución de la Iglesia por estas palabras: "Y en ti serán
bendecidas todas las naciones de la tierra" ( Gén 22,18). Y a David se le
concedió a su vez que Jesús fuese llamado hijo suyo, reservándosele esta
prerrogativa: que desde él se empezase a contar la generación del Señor. 
 
San Agustín, de civitate Dei, 15,15
El evangelista San Mateo, queriendo grabar en la memoria la generación del
Señor según la carne por la serie de sus ascendientes, empezando por
Abraham, dice: "Abraham engendró a Isaac"; y ¿por qué no menciona a
Ismael, engendrado primero? Y en seguida: "Isaac engendró a Jacob"; y
¿por qué no dijo a Esaú, que era el primogénito? Porque por la línea de
éstos no podía llegar hasta David. 
 
La glosa
Sin embargo incluye en la genealogía, junto con Judá, a todos sus
hermanos, porque Ismael y Esaú no permanecieron en el culto del verdadero
Dios, y los hermanos de Judá formaron parte del pueblo de Dios. 
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 3,2
También menciona los doce patriarcas para desvanecer el orgullo por la
nobleza de los progenitores, pues muchos de éstos nacieron de esclavas,
pero todos eran igualmente patriarcas y jefes de tribu. 
 
La glosa
Cita asimismo nominalmente a Judá, porque de éste y no de los otros ha
descendido el Salvador. 
 
San Anselmo
En cada uno de los ascendientes de Cristo no sólo debemos tener en cuenta
el sentido histórico, sino el alegórico y el moral. La alegoría en lo que cada
padre representa a Jesucristo, y la moralidad porque de cada uno de ellos se
forma en nosotros la virtud por la significación del nombre o por el ejemplo.
Así Abraham prefigura a Cristo en muchos lugares, sobre todo en el nombre,
porque Abraham significa "padre de muchas gentes", y Cristo es padre de
muchos fieles. Abraham, además, salió de su familia para ir a vivir en tierra
extraña, y Cristo, abandonado el pueblo judío, salió a las naciones gentiles
por medio de sus apóstoles. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Isaac se traduce risa, pero la risa de los santos no es una necia carcajada,
sino un gozo racional del corazón, y aquí está el misterio de Cristo; pues así
como aquél fue concedido para alegría de sus padres en la ancianidad,
conociéndose que no era hijo de la naturaleza, sino de la gracia, así también
Cristo fue en la plenitud de los tiempos dado a luz por una madre judía para
gozo universal, éste de una Virgen y aquél de una anciana, ambas
interrumpiendo las leyes de la naturaleza. 
 
Remigio
Jacob significa suplantador, y de Cristo se dice: "Has hecho caer bajo mis
plantas a los que se levantaban contra mí". 
 
"Jacob engendró a Judá y a sus hermanos". 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Y nuestro Jacob engendró doce apóstoles en el espíritu, no en la carne; en
la palabra, no en la sangre. Pero Judá significa "el que confiesa", porque era
imagen de Cristo que había de confesar a su Padre por estas palabras: "Doy
gloria a ti, Padre, Señor del cielo y de la tierra" ( Mt 11). 
 
La glosa
En sentido moral Abraham significa para nosotros la virtud de la fe por su
ejemplo, leyéndose de él: "Abraham creyó a Dios y le fue imputado a
justicia". Isaac significa esperanza, porque se traduce risa, pues fue el gozo
de sus padres. Pero la esperanza es nuestro gozo, porque nos hace
aguardar los bienes eternos y gozarnos en ellos. Luego Abraham engendró a
Isaac, porque la fe engendra la esperanza. Jacob significa caridad, y la
caridad abraza las dos vidas: la activa por el amor del prójimo y la
contemplativa por el amor de Dios. La activa está figurada en Lía, la
contemplativa en Raquel. Pues Lía significa "la que trabaja", y la vida activa
está en el trabajo; Raquel "principio visto", y por la vida contemplativa vemos
nuestro principio, que es Dios. Nace, pues, Jacob de dos padres, porque la
caridad nace de la fe y de la esperanza, porque todos amamos lo que
creemos y esperamos.
03-06 Y Judas engendró de Tamar a Fares y a Zara. Y Fares engendró a Esrom. Y
Esrom engendró a Aram. Y Aram engendró a Aminadab. Y Aminadab
engendró a Naassón. Y Naassón engendró a Salmón. Y Salmón engendró
de Rahab a Booz. Y Booz engendró de Rut a Obed. Y Obed engendró a
Jesé. Y Jesé engendró a David el Rey. (vv. 3-6) 
 
La glosa
Omitiendo a los otros hijos de Jacob, el evangelista prosigue la generación
de Judá y dice: "Y Judá engendró a Fares y a Zara". 
 
San Agustín, de civitate Dei, 15,15
Ni Judá fue primogénito, ni ninguno de estos dos hijos fue primogénito de
Judá, sino que ya había tenido tres hijos antes, pero les da cabida en la
serie de las generaciones para llegar por medio de ellos hasta David, y
desde David a la meta de su narración. 
 
San Jerónimo
Es de notar en la genealogía del Salvador, que no se nombra a ninguna de
las mujeres santas, sino a las reprendidas en la Escritura, a fin de que
borrase los pecados de todos, naciendo de pecadores aquél que había
venido por los pecadores. De ahí que entre aquellas mujeres se cite a Rut la
moabita. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 3
San Lucas prescindió de estas mujeres para presentar inmaculada la serie
de la estirpe sacerdotal. Pero la decisión de San Mateo no es sin razón y
justicia, puesto que al anunciar la generación de Cristo según la carne, que
tomaba sobre sí los pecados de todos, sujeto a los ultrajes y sometido a los
sufrimientos, no creyó que pudiera considerarse ajeno a su santidad el
rehusar la afrenta de un origen manchado. Tampoco pensó que su Iglesia
debiera avergonzarse por estar formada por pecadores, naciendo El de
pecadores. Finalmente, para bosquejar ya en sus antepasados el beneficio
de la redención y que nadie creyese que la mancha de origen pueda ser
impedimento para la virtud, ni se jactase insolentemente de la nobleza de su
persona. 
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 3
Después de esto se ve que todos fueron reos de pecado, pues tenemos a
Tamar acusando a Judá de fornicario y David engendró a Salomón de una
mujer adúltera. Mas si la ley no fue cumplida por los principales, menos lo
hubiera sido por los menores. Así, la presencia de Jesucristo se hizo
necesaria. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 3
Es de notar que no inútilmente San Mateo nombró a los dos hermanos,
Fares y Zara, aunque la genealogía sólo exigiese hacer mención de Fares.
En esta mención de ambos hay un misterio. En los dos hermanos gemelos
está prefigurada la doble vida de los pueblos: una según la ley, y otra según
la fe. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Por Zara está significado el pueblo judío, el primero que apareció a la luz de
la fe, como saliendo de una tenebrosa abertura del mundo, y por eso fue
señalado con el rojo distintivo de la circuncisión, creyendo todos que ese
pueblo había de ser más adelante el pueblo de Dios. Pero en su paso fue
interpuesta la ley como cerca o muralla, y el pueblo judío quedó
imposibilitado por la ley. Pero, por la venida de Jesucristo fue rota la valla de
la ley que había entre judíos y gentiles, como dice el Apóstol: "Derribando la
pared de división", resultando de aquí que el pueblo gentil, significado por
Fares, después que la ley fue reformada por el mandamiento de Cristo,
viniese primero a la fe, siguiéndole después el pueblo judío.
Y sigue: "Y Fares engendró a Esrom".La glosa
Judá engendró a Fares y a Zara antes de entrar en Egipto, al que pasaron
ambos después con su padre. Y ya en Egipto Fares engendró a Esrom;
Esrom engendró a Aram; Aram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró
a Naasón. Entonces Moisés los sacó de Egipto. Naasón fue el jefe de la tribu
de Judá al mando de Moisés por el desierto, en el que engendró a Salmón.
Este Salmón fue el príncipe de la tribu de Judá que entró con Josué en la
tierra prometida. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Creemos que por algún motivo y según los designios de Dios se han puesto
aquí los nombres de estos padres. 
 
Y sigue: "Y Naasón engendró a Salmón". Este Salmón, después de la
muerte de su padre, entró en la tierra prometida con Josué, como príncipe
de la tribu de Judá. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salmón tomó por mujer a Rajab. De esta Rajab se dice que fue la meretriz
de Jericó que recibió en su casa a los espías de los hijos de Israel, los
escondió y además los salvó. Y como Salmón era uno de los nobles de
Israel, de la tribu de Judá, viendo la fidelidad de Rajab, la tomó por mujer
como si hubiese estado constituida en alta posición. El nombre de Salmón,
que significa "toma el vaso", parece dar a entender que fue invitado por la
providencia divina a hacer de Rajab un vaso de elección. 
 
"Y Salmón engendró de Rajab a Booz". 
 
La glosa
Este Salmón engendró en la tierra prometida a Booz de aquella Rajab. 
 
"Y Booz engendró de Rut a Obed". 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
He creído superfluo exponer cómo Booz tomó por mujer a una moabita, Rut,
sabiendo todos lo que la Escritura dice sobre éstos (en el libro de Rut). Sólo
diré que Rut, en premio de su fe, se casó con Booz, porque renegó de los
dioses de sus padres y adoró al Dios vivo. Booz, recompensando esta fe, la
recibió por mujer para que de tal unión santificada naciese la descendencia
real. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 3
¿Cómo Rut, extranjera, se casó con un judío, y qué razón tuvo el evangelista
para creer que debía mencionar en la genealogía de Cristo esta unión
prohibida textualmente por la ley? Parece deshonroso que el Salvador
procediera de una generación ilegítima, a no ser que acudamos a la
sentencia del Apóstol: "Que la ley no fue puesta para el justo, sino para los
injustos" (1 Tim 19). Rut, extranjera y moabita, a pesar de la ley de Moisés,
que prohibía tales enlaces y que excluía a los moabitas del pueblo de Dios
1, entró a formar parte de ese pueblo porque la santidad y pureza de sus
obras la colocaron sobre la ley misma. Pasó por encima de la ley y mereció
ser contada entre los ascendientes del Señor, elegida por el parentesco del
espíritu, no de la carne. Gran ejemplo tenemos en Rut, pues en ella estamos
prefigurados todos nosotros que hemos entrado en la Iglesia del Señor,
recogidos de entre los gentiles. 
 
San Jerónimo, epistula ad Paulinum
Rut, la moabita, realiza además el vaticinio de Isaías cuando dice: "Envía,
Señor, el Cordero dominador de la tierra, de la piedra del desierto al monte
de la hija de Sión" ( Is 16). 
 
"Y Obed engendró a Jesé". 
 
La glosa
Jesé, padre de David, tiene dos nombres, y con más frecuencia es llamado
Isai. Pero como el profeta no lo llama Isai, sino Jesé, diciendo: "Saldrá una
vara de la raíz de Jesé" ( Is 11), el evangelista puso Jesé para demostrar
que aquella profecía se ha cumplido en María y en Cristo.
"Y Jesé engendró a David el rey". 
 
Remigio
Es de preguntar por qué el santo evangelista llama rey solamente a David.
Sin duda para mostrarnos que David fue el primer rey en la tribu de Judá. El
mismo Cristo es Fares, el separador: "Y separará los corderos de los
cabritos" ( Mt 25). Es también Zara, el oriente, según lo profetizado por
Zacarías: "He ahí al hombre, Oriente es su nombre" ( Zac 6). Es Esrom, la
saeta, según Isaías: "Y púsome como saeta escogida" ( Is 49). 
 
Rábano
O el atrio, por la abundancia de su gracia y la extensión de su caridad. Es
Aram, el elegido: "He aquí mi hijo el escogido" ( Is 42) o el excelso: "Excelso
es sobre todas las naciones el Señor" ( Sal 112). Es Aminadab, el voluntario,
que dice: "Voluntariamente me sacrificaré a ti". Es Naasón, el adivino, que
conoce lo pasado, lo presente y lo futuro; o el serpentino: "Moisés levantó la
serpiente en el desierto" ( Jn 3). Es Salmón, el sensible, que dice: "Yo he
conocido que ha salido virtud de mí" ( Lc 8). 
 
La glosa
El recibió a Rajab, es decir, a la Iglesia formada de gentiles, pues Rajab
significa hambre, extensión, ímpetu, porque la Iglesia tiene hambre y sed de
justicia, y convierte a los filósofos y a los reyes con la fuerza de su doctrina.
Asimismo Rut se traduce como "la que ve, la que se apresura", imagen de la
Iglesia que ve a Dios por la pureza de su corazón y se apresura y afana por
recibir el premio de su vocación celestial. 
 
Remigio
Cristo también es Booz, en el que está la fortaleza: "Si yo fuere alzado de la
tierra, todo lo atraeré a mí mismo" ( Jn 12). Es Obed, el que sirve: "El hijo del
hombre no vino para ser servido, sino para servir" ( Mt 20). Es Jesé,
incienso: "Fuego vine a poner sobre la tierra" ( Lc 12). Es David, el de mano
fuerte: "El Señor fuerte y poderoso" ( Sal 23), y el deseable profetizado por
Ageo: "Vendrá el deseado de todas las naciones" ( Ag 2), y el de hermoso
aspecto: "Vistoso en hermosura más que los hijos de los hombres" ( Sal 44). 
 
La glosa
Veamos entretanto qué virtudes representan en nosotros estos padres. La fe,
la esperanza y la caridad son el fundamento de todas las virtudes, y las
demás que les siguen son un aditamento de las primeras. Judá significa
confesión, que se da de dos maneras: confesión de la fe y confesión de los
pecados. Luego, si después de tener esas tres virtudes se incurre en
pecado, es necesario no sólo la confesión de la fe, sino la de los pecados.
Después de Judá siguen Fares y Zara. Fares se traduce como separación,
Zara como oriente y Tamar como amargura, porque la confesión engendra el
apartamiento del pecado y el nacimiento de las virtudes de la amargura de la
penitencia. Después de Fares sigue Esrom, la saeta, porque apartados ya de
los pecados del siglo, debemos hacernos saetas para matar en los otros el
vicio por la corrección y herir sus corazones con el dardo del amor de Dios.
Sigue Aram, que se traduce como elegido, excelso, porque cuando el
hombre se ha apartado del mundo y ha sido provechoso para los demás, se
sigue que se le considere como elegido de Dios, sea celebrado por los
hombres y puesto en lugar elevado de virtud. Naasón significa augurio, no
por la ciencia del mundo sino por la del cielo. De ésta se gloriaba José
cuando mandaba decir a sus hermanos: "Os habéis llevado la copa de mi
Señor en la que solía hacer sus augurios". Esta copa es la Escritura divina
donde se bebe la sabiduría. En ella augura el sabio, porque ve allí lo futuro,
es decir lo celestial. Sigue Salmón, el sensible, porque después que uno
estudia en la Escritura divina, se hace sensible, es decir, adquiere el
discernimiento y gusto de la razón y no del cuerpo para distinguir lo bueno
de lo malo, lo dulce de lo amargo. Sigue Booz, el fuerte, porque el instruido
en las Escrituras se hace fuerte para resistir todas las adversidades. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Este fuerte es el hijo de Rajab, de la Iglesia, porque Rajab significa
extensión, la dilatada, y a la Iglesia han sido llamadas las gentes de todos
los confines de la tierra. 
 
La glosa
Sigue Obed, servidumbre, pues no es apto para servir el que no es fuerte. Y
esta servidumbre es engendrada de Rut, es decir de la presteza, porque el
siervo debe estar siempre pronto, nunca perezoso. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Los que prefieren las riquezas a la virtud, la hermosura material a la fe, y
desean enla mujer propia lo que suele buscarse en la pública, no engendran
hijos obedientes a ellos ni a Dios, sino rebeldes contra Dios y contra sus
padres. De suerte tal, que los hijos de éstos se hacen merecedores de la
pena de irreligiosidad de los padres. Este Obed engendró a Jesé, el alivio,
porque el obediente a Dios y a sus padres engendra con la bendición de
Dios hijos que lo alivien. 
 
La glosa
Jesé, es decir incienso, puesto que sirviendo a Dios con amoroso temor,
habrá en nosotros la devoción que ofrece a Dios suavísimo incienso
quemado en el fuego y deseo de nuestro corazón. Pero después que el
hombre se ha hecho siervo idóneo y sacrificio agradable a Dios, se sigue
que sea de mano fuerte, y que así como David peleó con valentía contra sus
enemigos e hizo a los idumeos tributarios, someta él los hombres carnales a
Dios con la palabra y el ejemplo. 
 
Notas
 1. Los moabitas son un conjunto de tribus emparentadas con los israelitas. Sin
embargo el antagonismo entre los dos pueblos que los llevó frecuentemente a la guerra,
hizo que se tomaran medidas muy severas sobre los matrimonios. Dice la Escritura: "El
ammonita y el moabita no serán admitidos en la asamblea de Yahveh; ni aun en la
décima generación serán admitidos en la asamblea de Yahveh" ( Dt 23,4). Sin embargo
los matrimonios de moabitas e israelitas no eran del todo inexistentes (ver Esd 9,1; Neh
13,23).
07-08 Y David, el Rey, engendró a Salomón, de la que fue de Urías. Y Salomón
engendró a Roboam. Y Roboam engendró a Abiá. Y Abiá engendró a Asá. Y
Asá engendró a Josafat. (vv. 7-8) 
 
La glosa
Termina el evangelista la serie de la generación de Cristo en el segundo
período, que comprende a los reyes, y empieza por David. "David, el Rey,
engendró a Salomón, de la que fue de Urías". 
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
En las generaciones enumeradas por San Mateo está significada la admisión
por Cristo de todos nuestros pecados. Y por eso desciende de David por
Salomón, con cuya madre pecó aquél. San Lucas asciende hasta David por
Natán, de cuyo profeta se sirvió Dios para castigar el pecado de aquél,
porque en la genealogía trazada por San Lucas está significada la expiación
de los pecados. 
 
San Agustín, retractationum libri, 12,26
Debió decirse, sin embargo, el nombre del profeta, para que no se creyera
que son una misma persona éste y el hijo de David, siendo otra distinta, si
bien con el mismo nombre. 
 
Remigio
Podría preguntarse: ¿por qué el evangelista no citó a Betsabé por su nombre
y sí a las demás mujeres? Pero éstas, aunque reprensibles, se hicieron
recomendables por alguna virtud, y Betsabé no sólo fue cómplice de
adulterio, sino del asesinato de su marido. Por eso no la citó por su propio
nombre en la genealogía del Señor. 
 
La glosa
Calla el nombre de Betsabé y nombra a Urías para que todos recuerden el
crimen gravísimo que cometió contra éste. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 3
Pero la excelencia del santo David sobre todos está en haberse reconocido
hombre y haber procurado lavar con lágrimas de penitencia el pecado de
haber robado la mujer de Urías. Con esto muestra que nadie debe confiar en
la propia virtud, porque tenemos un gran enemigo, invencible para nosotros
sin la ayuda o favor de Dios. Encontrarás muchas veces en personajes
ilustres graves pecados como prueba y enseñanza de que como hombres se
rindieron a la tentación, para que nunca se creyesen más que hombres por
sus cualidades relevantes. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salomón se traduce como el pacífico, porque después de sometidos todos
los pueblos inmediatos, que le pagaban tributo, tuvo un reinado pacífico. "Y
Salomón engendró a Roboam". Roboam significa de la muchedumbre del
pueblo, porque la muchedumbre engendra la sedición, y los pecados
cometidos por la multitud casi siempre quedan impunes. Por eso con pocos
se conserva mejor la disciplina de un Estado.
08-11 Y Josafat engendró a Joram. Y Joram engendró a Ozías. Y Ozías engendró
a Joatam. Y Joatam engendró a Acaz. Y Acaz engendró a Ezequías. Y
Ezequías engendró a Manasés. Y Manasés engendró a Amón. Y Amón
engendró a Josías. Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en la
transmigración de Babilonia. (vv. 8-11) 
 
San Jerónimo
En el segundo libro de los Reyes se lee que Joram engendró a Ocozías.
Muerto éste, Yehosebá, hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a
Joás, hijo de su hermano, y lo libró de la matanza de Atalía. A Joás lo
sucedió en el reino su hijo Amasías, después del cual reinó el hijo de éste,
Azarías, que es el llamado Ozías, a quien sucedió su hijo Joatam. De esto
se ve, según la verdad histórica, que el evangelista pasó por alto tres reyes
intermedios, puesto que Joram no engendró a Ozías, sino a Ocozías y a los
demás arriba enumerados. Pero como el propósito del evangelista era poner
en distintos períodos las tres series de catorce cada una, y Joram se había
enlazado con la familia de la impía Jezabel, su memoria desaparece hasta la
tercera generación, o sea hasta Ozías, como indigno de figurar en la santa
genealogía. 
 
San Hilario, in Matthaeum, 1
Pero una vez lavada la mancha de haberse mezclado con familia gentil,
vuelve a aparecer en la cuarta generación la estirpe de los reyes. 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La insinuación del Espíritu Santo por el profeta de exterminar a todo varón
de la familia de Ajab y de Jezabel fue ejecutada por Jehú, hijo de Jananí, a
quien fue prometido que sus hijos se sentarían en el solio del reino de Israel
hasta la cuarta generación. Y así, cuanta bendición recayó sobre Jehú por
haber vengado al Señor en la familia de Ajab, tamaña maldición descendió
sobre la casa de Joram por causa de la hija del impío Ajab y Jezabel, siendo
omitidos en la serie de los reyes todos sus hijos hasta la cuarta generación.
Y el pecado de éste pasó a sus hijos según estaba escrito: "Vengaré los
pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación" ( Ex
20,5). Ved, pues, cuán peligroso es el matrimonio con raza de impíos. 
 
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 85
No sin razón fueron eliminados de entre los demás reyes Ocozías, Joás y
Amasías, ya que su impiedad continuó sin intermisión. Si Salomón fue
dejado en paz en su reino por méritos de su padre y Roboam por causa de
su hijo, aquellos tres, obrando inicuamente, fueron borrados de la serie de
los reyes, pues la mejor prueba de la perdición de una raza es que la
malignidad se manifieste con carácter permanente. 
 
"Y Ozías engendró a Joatam, y Joatam engendró a Acaz, y Acaz engendró a
Ezequías". 
 
La glosa
Al cual, encontrándose sin hijos, se le dijo: "Dispón de tu casa, porque
morirás" ( Is 38). Y lloró no porque deseara mayor longevidad, pues sabía
que Salomón agradó al Señor por no haber pedido más años de vida, sino
porque temía que la promesa de Dios no se cumpliera pues era del linaje de
David, por el que había de venir el Cristo, y se encontraba sin hijos. 
 
"Y Ezequías engendró a Manasés y Manasés engendró a Amón y Amón
engendró a Josías y Josías engendró a Jeconías y sus hermanos en el
destierro de Babilonia". 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Esta serie de reyes no se halla así consignada en el libro de los Reyes, sino
en este orden: Josías engendró a Eliakim (llamado después Joaquín), y
Joaquín engendró a Jeconías. Pero Joaquín fue borrado del número de los
reyes por no haber sido elegido por el pueblo de Dios, sino impuesto por el
faraón. Y si fue justo que se borrasen de la genealogía tres reyes por
haberse mezclado con la familia de Ajab, ¿no es asimismo justa la
eliminación de Joaquín, a quien el Faraón había impuesto al pueblo por la
violencia? Y así Jeconías (hijo de Joaquín y nieto de Josías) sustituyó a su
padre en el número de los reyes como hijo de Josías. 
 
San Jerónimo
O de otra manera,debe saberse que el primer Jeconías es el mismo que
Joaquín y el segundo es el hijo, no el padre, y que el nombre del primero se
escribe con k y m y el segundo con ch y n, escritura que por un error de los
copistas y por la distancia de los tiempos confundieron después los
escritores griegos y latinos. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 2
Los libros de los Reyes indican dos llamados Joaquín, pues en el segundo
libro de los Reyes se lee: "Durmió Joaquín con sus padres y reinó por él
Joaquín su hijo" ( 2Re 24,6). Y el Joaquín hijo es al que dio Jeremías el
nombre de Jeconías. Con razón no quiso San Mateo discrepar del profeta y
nombrar en un mismo tiempo a Joaquín y Jeconías, porque así nos demostró
mayor fruto para nosotros de la bondad del Señor, que no buscó en los
hombres la nobleza de origen, sino que quiso nacer de cautivos del pecado,
como convenía al que venía a predicar la redención de los cautivos. No ha
suprimido, pues, el evangelista uno de los dos reyes, sino que ha citado a
ambos por el nombre de Jeconías que les era común. 
 
Remigio
Pero, ¿por qué el evangelista dice que éstos han nacido en el destierro,
habiendo nacido antes de verificarse éste? Porque nacieron para ser
llevados cautivos de entre todos los de su pueblo por sus propios pecados y
los de los otros, y como Dios tenía la presciencia de tal cautividad, el
evangelista dice que nacieron en el destierro. Es de notar que los que el
santo evangelista pone juntos en la genealogía del Señor se asemejaron por
su estimación o por su infamia. Así, Judas y sus hermanos fueron laudables
por su estimación. Fares y Zara, Jeconías y sus hermanos, por el contrario,
se hicieron notables por su infamia. 
 
La Glosa
En sentido místico, David es Cristo que ha vencido a Goliat, el diablo. Urías,
que se traduce como mi luz es Dios, es el diablo que dice: "Semejante seré
al Altísimo" ( Is 14,14) con quien unida la Iglesia, Cristo empezó a amarla
desde el alto solio de la majestad de su Padre y después de embellecerla se
desposó con ella. O también Urías es el pueblo judío que se gloriaba de
poseer la luz por la ley, pero Cristo le quitó esa ley enseñando más bien que
hablaba de sí mismo. Betsabé es el pozo de la hartura, es decir la
abundancia de la gracia espiritual. 
 
Remigio
O también Betsabé significa el séptimo pozo, o el pozo del juramento, en el
que está prefigurada la fuente del bautismo, en el que se recibe el Espíritu
Santo con sus siete dones y se abjura del diablo. Es también Cristo el
Salomón pacífico, según el apóstol: "El es nuestra paz" ( Ef 2,14). Es
Roboam, extensión del pueblo, según San Mateo: "Vendrán muchos del
Oriente y del Occidente" ( Mt 8,11). 
 
Rábano
O también pueblo impetuoso, porque ha convertido rápidamente los pueblos
a la fe. 
 
Remigio
Es también Abiá, el Padre Señor: "Uno es vuestro padre que está en los
cielos" ( Mt 23,9). Y San Juan: "Vosotros me llamáis Maestro y Señor" ( Jn
13,13). Es también Asá, el que levanta, el que alza.: "El que quita el pecado
del mundo" ( Jn 1,29). Es Josafat, el que juzga: "Todo el juicio ha dado al
Hijo" ( Jn 5,22). Es Joram, e l excelso, el elevado: "Ninguno subió al cielo,
sino el que descendió del cielo" ( Jn 3,13). Es Ozías, el robusto del Señor:
"El Señor es mi fortaleza y mi alabanza" ( Sal 117,14). Es Joatam, el
consumado, el perfecto según el Apóstol: "Cristo es el fin de la ley" ( Rom
10,4). Es Acaz, el que convierte: "Convertíos a mí" ( Zac 1,3). 
 
Rábano
O el que comprende, "porque nadie conoce al Padre sino el Hijo" ( Mt 11,27).
 
Remigio
Es Ezequías, el Señor fuerte, el Señor ha confortado, según el texto de San
Juan: "Tened confianza, que yo he vencido al mundo" ( Jn 16,33). Es
Manasés, el olvidadizo: "No me acordaré más de vuestros pecados" ( Ez
18,22). Es Amón, el fiel: "Fiel es el Señor en todas sus palabras" ( Sal
144,17). Es Josías, donde está el incienso del Señor: "Puesto en agonía,
oraba con mayor vehemencia" ( Lc 22,44). 
 
Rábano
El incienso significa la oración, según testimonio del salmista: "Suba derecha
mi oración como un perfume en tu presencia" ( Sal 140,2). O la salud del
Señor, según Isaías: "Mi salud será para siempre" ( Is 51,8). 
 
Remigio
Es Jeconías, el que prepara o preparación del Señor: "Y si me fuere, yo os
aparejaré lugar" ( Jn 14,3). 
 
La glosa
En sentido moral después de David sigue Salomón, que se traduce como el
pacífico, pues alguien tiene verdadera paz desde el momento en que
apacigua sus ilegítimas costumbres y se dispone a la tranquilidad eterna
cuando sirve a Dios y convierte a otros a El. Sigue Roboam, es decir
extensión del pueblo, porque después que el hombre no tiene en sí pasiones
que vencer, debe extender su caridad a los otros y atraerlos consigo, como
pueblo de Dios, a la contemplación de lo celestial. Sigue Abiá, el Padre
Señor, porque con tales precedentes puede ya confesarse públicamente hijo
de Dios, y entonces ser Asá, el que levanta, y de virtud en virtud subir hasta
Dios, su Padre. Luego será Josafat, el que juzga, para juzgar a otros y que
no lo juzgue nadie. Y así se hace Joram, el excelso, el elevado, como si
habitase en la morada celestial, de donde resulta Ozías, el robusto del
Señor, como atribuyendo a Dios toda su fuerza y perseverancia en su
propósito. Viene luego Joatam, el perfecto, porque cada día adelanta más en
la perfección; y de esta manera se hace Acaz, el que comprende, porque
con sus buenas obras aumenta su conocimiento según el Salmo:
"Anunciaron las obras de Dios y entendieron los hechos de El" ( Sal 63, 10).
Sigue Ezequías, el Señor fuerte, porque él conoce todo su poder y así,
convertido a su amor, se hace Manasés, el olvidadizo, dando al olvido todo
lo temporal. De ahí resulta Amón, el fiel, porque el que desprecia lo
temporal, a nadie defrauda en lo suyo. Por último se hace Josías, la
salvación del Señor, porque la espera con toda seguridad.
12-15 Y después de la transmigración de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel.
Y Salatiel engendró a Zorobabel. Y Zorobabel engendró a Abiud. Y Abiud
engendró a Eliakim. Y Eliakim engendró a Azor. Y Azor engendró a Sadoq. Y
Sadoq engendró a Aquim. Y Aquim engendró a Eliud. Y Eliud engendró a
Eleazar. Y Eleazar engendró a Matán. Y Matán engendró a Jacob. (vv. 12-
15) 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Después del destierro pone el evangelista entre los particulares
primeramente a Jeconías. 
 
San Ambrosio, in Lucam, 3
Del que dice Jeremías: "Escribe que este hombre será estéril, pues no habrá
de su linaje varón que se siente sobre el solio de David" ( Jer 22,30). Pero si
Cristo ha reinado y Cristo es de la raza de Jeconías, ¿cómo dice el profeta
que no reinará varón alguno de la descendencia de Jeconías? ¿Entonces ha
mentido el profeta? No, por cierto. El profeta no niega la descendencia de
Jeconías, y por tanto Cristo es de su posteridad. Pero el haber reinado Cristo
no contradice al profeta, porque Cristo no reinó como los reyes del siglo,
puesto que él mismo dijo: "Mi reino no es de este mundo" ( Jn 18,36). 
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Respecto a Salatiel, no hemos leído nada ni bueno ni malo, sin embargo
suponemos que fue un hombre santo, y en el destierro suponemos que
constantemente suplicó a Dios en favor del afligido Israel, y que por lo tanto
fue llamado Salatiel, que significa la súplica de Dios. "Y Salatiel engendró a
Zorobabel", que se traduce por corriente pospuesta, o de la confusión, o
aquí, el maestro de Babilonia. He leído, pero no sé si sea cierto, que tanto el
linaje sacerdotal como el real estaban unidos en Zorobabel; y que fue por
medio de él que los hijos de Israel regresaron a su propio país. Pues en una
discusión entre tres personajes defendiendo su propia opinión, uno de los
cuales era Zorobabel, prevaleció la de éste, a saber, que la Verdad era más
fuerte que todas las cosas; y gracias a esto Darío permitió que los hijosde
Israel regresen a su país. Y por ello, después de esta providencia divina, fue
justamente llamado Zorobabel, el maestro de Babilonia. Pues, ¿qué doctrina
hay más grande que mostrar que la Verdad es la señora de todas las cosas?
 
La glosa
Pero esto parece contradecir a la genealogía que se lee en el libro de las
Crónicas, según la cual Jeconías engendró a Salatiel y a Fadaia, y Fadaia a
Zorobabel, y Zorobabel a Mesullam, Ananías y Salomit, hermana de éstos.
Pero conocemos de muchas alteraciones en las Crónicas por error de los
copistas. De ahí las muchas e interminables cuestiones que ocurren sobre
genealogías y que el apóstol nos manda evitar. También puede decirse que
Salatiel y Fadaia son una misma persona con dos nombres, o que eran
hermanos y tuvieron hijos de un mismo nombre, y que el historiador siguió la
genealogía de Zorobabel, hijo de Fadaia, y no la de Zorobabel, hijo de
Salatiel. Desde Abiud hasta José no encontramos genealogía en las
Crónicas, pero sí leemos haber otros muchos anales entre los hebreos que
se llamaban Palabras de los días y que Herodes, rey idumeo, mandó quemar
para que la genealogía de los reyes se confundiese. Tal vez José había
leído allí los nombres de sus padres, o los había retenido de cualquier modo
en la memoria por lo que el evangelista podía saber la serie de esta
generación. Como quiera que sea, es de notar que el primer Jeconías se
traduce como resurrección del Señor, y el segundo como preparación del
Señor. Ambos caracteres convienen a Cristo, que dice: "Yo soy la
resurrección y la vida" ( Jn 11,25), y también: "Voy a prepararos el lugar" ( Jn
14,2). Le conviene asimismo el de Salatiel, Dios mi perfección: "Padre Santo,
guarda a aquellos que me diste" ( Jn 17,11). 
 
Remigio
Es también Zorobabel, maestro de confusión: "Vuestro maestro come con los
publicanos y pecadores" ( Mt 9,11). Es Abiud, ese mi padre: "Yo y el Padre
somos una misma cosa" ( Jn 10,30). Es Eliakim, Dios que resucita: "Le
resucitaré en el último día" ( Jn 6,40). Es Azor, el ayudado: "El que me envió
conmigo está" ( Jn 8,29). Es Sadoq, el justo o justificado: "Fue entregado el
justo por los injustos" ( 1Pe 3,18). Es Aquim, ése mi hermano: "El que
hiciese la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano" ( Mt 12,50). Es Eliud,
ése mi Dios: "Señor mío y Dios mío" ( Jn 20,28). 
 
La glosa
Es Eleazar, Dios mío ayudador: "Mi Dios, mi ayudador" ( Sal 17,3). Es
Matán, el que enriquece o el enriquecido: "Dio dones a los hombres" ( Ef 4,8)
y también: "De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito" (
Jn 3,16). 
 
Remigio
Es Jacob, el suplantador, porque no sólo ha engañado El mismo al diablo,
sino que ha dado a sus hijos la habilidad de éste: "Veis que os ha dado el
poder de pisar sobre serpientes" ( Lc 10,19). Es José, el que añade, el que
aumenta: "He venido para que tengan vida, y para que la tengan en más
abundancia" ( Jn 10,10). 
 
Rábano
Pero veamos la significación en sentido moral de estos ascendientes del
Señor. Después de Jeconías, preparación del Señor, sigue Salatiel, Dios mi
petición, porque el que está preparado no busca sino solo a Dios. Pero entre
tanto se hace Zorobabel, es decir maestro de Babilonia, de los hombres
terrenales, a los que hace conocer que nuestro padre es Dios -es lo que
significa Abiud-, y entonces aquel pueblo se levantará de los vicios, por lo
que sigue Eliakim, resurrección. Así se eleva a la buena operación con la
ayuda de la gracia, siendo Azor, el ayudado. Se hace después Sadoq, el
justo, y entonces resulta fiel por el amor del prójimo, según la significación
de Aquim, ése mi hermano, o por el amor de Dios, que se traduce por Eliud,
Dios mío. Luego viene Eleazar, Dios mi ayudador, porque reconoce que Dios
lo es de él. El fin a que tiende lo manifiesta bien Matán, don o donante, pues
espera a Dios como remunerador. Y así como luchó al principio con sus
pasiones y las subyugó, así luchará también al fin de su vida y se hará
Jacob, y así llegar a José, es decir al cúmulo de las virtudes.
16 Y Jacob engendró a José, esposo de María, de la cual nació Jesús, que es
llamado el Cristo. (v. 16)
La glosa
Después de todas las generaciones, el evangelista pone la generación de
José, por virtud de la cual se insertan todas las otras, diciendo: "Y Jacob
engendró a José". 
 
San Jerónimo
Juliano Augusto 1 nos objeta la discordancia de los evangelistas sobre este
punto, porque San Mateo llama a José hijo de Jacob, y San Lucas hijo de
Helí. Ignora, sin duda, que la Escritura suele llamar padre al que lo es por
naturaleza y al que lo es según la ley. Dios ordena por Moisés en el
Deuteronomio ( Dt 25), que si un hermano o pariente muere sin hijos, otro
hermano o pariente tome a la viuda del difunto para darle descendencia.
Este punto ha sido cumplidamente debatido por el historiador Africano, y
Eusebio de Cesarea, en su libro De la discordancia de los Evangelios. 
 
Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,7
Matán y Melkí tuvieron cada uno, en distintos tiempos, un hijo de una misma
mujer, llamada Jesca. Matán, descendiente de David por Salomón, la había
tomado primero por mujer y dejando un hijo llamado Jacob, murió. Como la
ley permitía a la viuda casarse con otro, Melkí, del mismo origen que Matán,
de la misma tribu, aunque no de la misma familia, tomó por mujer a la viuda
de Matán, de la que tuvo otro hijo llamado Helí. Y así Jacob y Helí, de
distintos padres, resultan hermanos del mismo vientre. El primero de éstos,
Jacob, tomando conforme a la ley a la viuda de su hermano, muerto sin
hijos, engendró a José, hijo suyo según la naturaleza. Por eso leemos: "Y
Jacob engendró a José". Pero, según la ley, José resulta hijo también de
Helí, cuya mujer había tomado su hermano Jacob para darle descendencia.
Así encontramos recta y completa la genealogía que enumera San Mateo y
la que describe San Lucas, quien con la expresión más adecuada designó la
sucesión legal establecida en favor del difunto, como por cierta especie de
adopción, teniendo buen cuidado de no nombrar siquiera la palabra
generación en esta clase de sucesiones. 
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,2
La palabra hijo cuadra mejor al que solamente lo es por adopción que la de
engendrado, puesto que José no había nacido de Helí. Así, cuando San
Mateo dijo al empezar la genealogía: "Y Abraham engendró a Isaac", y al
terminarla en José: "Jacob engendró a José", expresó claramente que a éste
lo había producido su padre según el orden de las generaciones, y que José
no había sido adoptado sino engendrado por él. Aunque también San Lucas
pudiera haber dicho que José había sido engendrado por Helí, tal expresión
no debe confundirnos, porque nadie en absoluto dice del adoptado que ha
sido engendrado según la carne, sino por el afecto. 
 
Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,7
Mas no se crea que nosotros hemos inventado esta opinión a nuestro antojo
o por una ligereza, sin estar abonada por testimonio de ningún autor. Los
mismos parientes de nuestro Salvador según la carne, la trasmitieron por
tradición, ya por deseo de hacer ver tan importante nacimiento, ya para
testificar la verdad de los hechos. 
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
Con razón San Lucas, exponiendo la generación de Jesucristo -no desde el
principio del Evangelio, sino desde el bautismo de éste- y presentándonoslo
como el sacerdote en la expiación de nuestros pecados, se encargó de
narrar su origen por la adopción legal, porque por la adopción nos
convertimos en hijos de Dios, creyendo en el Hijo de Dios. Mas por la
generación carnal que San Mateo refiere, el Hijo de Dios se nos muestra
más bien como hecho hombre por nosotros. Por lo demás, bastante da a
entender San Lucas al llamar a José hijo de Helí por adopción, como llama a
Adán hijo de Dios, en el sentido de que por la gracia que después pecando
perdió, Dios lo había constituido como hijo en el paraíso.

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