Logo Studenta

Panamericanismo y Latinoamericanismo

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

2. Por invitación deI gobiemo norteamericano se reunió en Washington
(de octubre de 1889 a abril de 1890), coro::lando casi una década de ges-
tiones diplomáticas y ajetreos políticos internos, la entonces 11amada
oficialmente Conferencia Internacional Americana. Hacla e1mes de junio
. anterior, la prensa de Bstados Unidos habfa acuftado por su cuenta, con
tal motivo, el ténnino Ptin America. Para el 30 de septiembre ya habfa
cruzado eI océano, acogido por el Times de Londres, y sabemos que dos
dias antes habia fechado Marti en Nueva York, COD destino a La Naci6n
de Buenos Aires, la primera de sus memorables cró~icas de aquel eo-
[157]
f'oll.b~, A~. ~~ ~ .
~V\tQ<)...~ ~-(Y'vO • 1'i\.; ~6 tA- , !Lo- _
~(~.). ~~~
~ ~.j\M~~~W~-
~ I I~ b . rf' DCS=t .• t ~ ~ .
-OR{GlNAL1
1
CEf\:TR .' CÓPIlIS!
C._C.i (;EFD-(.L:CA .
Pl\ST~ Pág.' ~ ~_ •..--.-------
PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO
ARTURO ARDAO
1. "Panamericanismo" y "latinoamericanismo" ha sido Wl tema de muy
frondoso follaje. Más que de su libre enfoque t6cnico o especializado
en los campos de la historia, la politica o ~l dencho internacionales.
intentaremos aqui efectuar una sÍDtesis histórica de la concepción de
uno y otro uma y sUs relaciones 00. América LatiDa.
EI tema pasa de modo obligado por Estados Unidos. y por Francia.
En efecto, los conceptos de "panamericanismo" y -latinoamericanismo"
tienen por cunas a uno y otro pais y de alguna maneJ"8 tales orígenes
también han condicionado las conceptuaeiones.
"Panamericanismo" derivó de Pan America, término forjado en Esta-
dos Unidos en 1889 y "latinoamericanismo", de América Latina o "Lati-
noamérica", vocablo que remonta a 1836, en Francla.
Ese orden cronoJógico de aparición resultó hiatóricamente alterado
coo base en la expansión de uno y atro en el campo de la diplomacia
y el derecho interpacional. Surgido cuando el latinoámericanismo -eu
lento surgimiento desde el "hispanoamericanismo" tradicional- tarda-
ba todavia en abrirse paso en la propia América Latina, el panamerica-
nismo se Ie sobrepuso sin dificultad, imponiendo casi de golpe, a niveles
oficiaIes, una hegemoma incontrastable. Esa situaci6n se Jnantendrá
hasta mediados deI siglo xx. Por entonces, crecido y fortificado en pro-
longada confrontación dialéctica: con aquél, el latlnoamericanismo inicia
su propia caJTera oficial. Asciende de diversos modos a lo largo de todo
eI tercer cuarto dei siglo. Bs éste, a la vez, el periodo en que el pana-
mericanismo, después de la crisis que dio paso su sucedâneo, el "inter-
americanismo", entra en una fonna hist6rica de Nl»1lesue.
Mientras el panamericanismo ya ha perdido el interés que ,tuvo para
algunos en su momento, el latinoamericanismo se lDIIlifiesta todavia eit
ciertos medios. Invertiremos por eso el orden croDOlógico de aparición
ai estabIecer los orígenes de uno y otro.
, fi
, ; I..:
• !
t;
~~ ) I
t
I.
.'"
ARn1RO ARDAO
.coentro, refiri~dose a éste como el 41congresoque llaman aquí de PanAmerlca" •
Desde entonces, es dec:ir, desde antes de la apertura misma de la reu-
ni6n, pero sfempre coo relación a eUa, eI término y sus derivados se
consagr&lQn y difundferon con insólita rapidez en el léxico internacio.
naL OfIciosamente Ia conferencia pasó a denominarse "Panamericana".
como fue el easo de las que le siguieron. El primer uso oficial de ca.
meter lnstitudonal tuva lugar eo 1910. En la IV Conferencia celebrada
ese afio en Buenos Aires, se dio el nombre de "Unión Panamericana"
a la oficfnâ tiJstaladaen Washington a raíz de la I Conferencia: la
creacl6n de la entonces lIamada 4IOficinaComercial de las Repúblicas
Americanas", para Ia "pronta compilación y distribución de datos sobre
eI.comerdo", dnlco froto concreto de aquella reuni6n, fue aprobada el
14 de abril de 1890, raz6n por la que esta fecha ha marcado el inicio
deI panamericanlsmo, y con tal carácter se le ha consagrado como el41Dfade las AJn6rfcas".
Pero por limitado que haya sido el uso oficial, la terminología paname.
ricanis~ se expandfó oficiosamente, como se ha dicho, aplicada a todas
las manJfestadones. poI1~cas y jurídicas dei vasto movimiento que desde
entonees antm6 y dirigló la Casa Blanca. Como denominación de la
filosofia que fDspiró ese movimiento, dei mismo concepto se desprendió
naturalmente el.vocablo "panamericanismo". Del episodio de 1889.1890
resulta pues fnseparable no só]o el origen sino también el sentido o es.púitu de éste. .
La apeJaclÓDque se hacia en aquelIa 0POrtunidad -desde Ia óptica
nOl1eamerie:am- con el término Pan America, se explica, en cuanto aI
térmlDo .mkmo, por ]a boga que llegaron a tener a cierta altura deI
s!glo XIX los Damados "~anismos": movimientos ideológicos interna.
ClOnalestendfentes a reunir ~e preferencia en torno a un centro do.
minante- pafaes, pueblos o co.munidades de parentesco más o menos
estrecho eu lascuestfones étnica, lingüística o cultural. tos más reso.
nantes lucron los dos inJclales, bien definidos ya en la primera mitad
dei sIgIo: ~o" y "paneslavismo". Más adelante y con dife-
rentes alcances. los denominados por a1gunos "panbrltanismo" "pan-
. heIeafsmo" y "P8DIatinlsmo". BI advenlmlento deI "panameri~ismo"
.Introdujo la IIOWdadde un "panismo" de fundamentación geográfica a
~.~. como iban a serlo en ttuestl'O slglo el "paneuropels.mo , tel ~tlsmo" y el "panafricanismo".
AqueI pr/mer "panismo" geográfico continental no dejaba de tener su
JnteDcl6n polídca. aUDque no lenia ou fundamento en ra20nes dlrec.
temente .~cas, Ifn~tfcas, culturales o religiosas. Tampoco lo tenía
en el plilDo estJfctaJDente político, en elementos doctrinarios: euando
surgf6 el témlno Pan America en JUDio de 1889, y cuando se insta16
la. Cont'enmcIa el 2 de octubre, Brasil -pais Participante- seguia slen-
do un lmperfo por curioso destino, y pasÓ a ser rep6blica apenas ai mes
~gufente,el IS de novJembre de aquel histórico 1889 -o sea, en las
PANAMERICANISMO Y IATINOAMBRICANISMO
primeras semanas de la reunión- dándoIe por primera vez a Am6rica
la coherencia de UDsistema tan anhelado eo general a lo largo deI siglo.
Por más que este hecho dio de pronto aI panamericanismo naclente
una cierta uniformidad política, el movimiento no pudo ocultar la mo-
tivación real que lo había engendrado. En lo más inmediato, dicha
motivación resu1t6 de las perentorias necesidades comerciales de Esta-
dos Unidos, cao \ vez más urgido de mercados exteriores seguros para los
excedentes de 5U joven industria en expansión.
Más alIá de esto, operaron motivos más profundos, vinculando la
coyuntura económica con la tradicional política de ciertos sectores de
Bstados Unidos bacia tos pueblos dei Sur. Una política igualmente
de expansión, en última instancia territorial, a través de cambiantes
formas de conquista, anexión o absorción. Esa polftica, en una ~oda.
lidad nueva, era la que creían especialmente necesaria las fuel'28s lOdus-
triales y financieras deI país; y para lIevarla a cabo, el programa princi.
palmente comercial con que desde eI principio fue presentado el congreso
hemisférico venía a ofrecer eI instrumento ideal.
Autor y ejecutor deI proyecto -indiscutido padre dei panamerlea-
nismo- fue ]ames G. Blaine, el político norteamericano P:m' algunos
más popular y representativo de aquel momento. Se ha divulgado en
espafiol la descripción que de éI y su época han hecho los historiadores
estadunidenses Morisoo y Commager en una obra publicada en Nueva
York en 1950. ffDiputado, senador, dos veces secretario de Bstado y
aspirante perpetuo a Ia presidencia, era típico de esta era. .. Co~ toda
asiduidad cimentó una alianza corrompida entre pol1tica y.negoclos ...
Los negocios dirigían Ia política, y la política era una rama de los n&
gocios." . . .
Respecto de América Latina, ccm antenondad a Ia idea misma dei
congreso continental y a la hora de la agudización de los problemas
internacionales dei canal interoceánico,ya venía presentándose como el
más osado portavoz generacional de la doctrina dei lIamado "Destino
manifiesto". Fue ésta una expresión surgida hacia 1845 para dar nombre
a una particular interpretación deI mensaje de Monroe, destinada a con-
vertirlo en cobertura ideológica deI expansionismo norteamericano. Sos..
tenida sucesivamente por Sullivan, Buchanan, Brown, Cass y Seward •
posteriormente fue BIaine su abanderado en turno. Adaptándose a las
exigencias de los nuevos tiempos, siendo secretario de Estad~, lanzó
por primera vez aquella idea deI Congreso en 1881. Rechazada enton.
ces por el Partido Demócrata, logro imponerla aI final de la década,
tocándole presidir y en buena parte orientar la reunión inicial, en ca1i.
dad nuevamente de secretario de Estado.
"La angustia de los industriales había crecido tanto desde 1881, cuan ..
do se tachó la ldea dei congreso de osadla cerisurable. q~ en lsa:;
cuando aprobaron la convocatoria las dos casas, fue recib~da for
mucha necesidad de vender, más natural y provechosa que antes. Esto
escribió el 2 de noviembre de 1889 aquel testigo, cronista y crítico pri-
I
160
AJITURO AJlDAO
vilegiado dei acontecimiento, que fue José Martí. Y agregó: "Y de este
modo vino a parecer unánime, y como acordado por los dos bandos
deI país, el proyecto nacido de la conjunción. de los inte~eses protec-
cionistas coo la necesidad política de un candIdato astuto.
Fue por eso que en la primera página de la misma nota subrayó que:
"Jamás hubo en América, de la indepeodencia aeá, asunto que requiera
más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y
minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, ;":pletos
de produetos invendibles, y determinados a extender sus dOmlDloSen
América hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por
el comatio libre y útil eon los pueblos europeos, para ajustar una liga
contra Europa, y cerrar tratos con el resto dei mundo. De la tiranía de
Espana supo salvarse la América espaiíola; y abora, después de ver
con ojos judieiales los antecedentes, causas y factores d~1 convit~, urge
decir, porque es la verdad, que ba llegado para la Aménca espanola la
hora de declarar su segunda independencia."
3. Es ereeneia bastante difundida la idea de que América Latina, o Lati.
noamérica, con el correlativo concepto de latinoamericanismo, surgió
a fines deI siglo pasado y principios dei presente como una reacción
intelectual deI espiritualismo deI Sur frente ai utilitarismo dei Norte.
Para esa creencia, el Arie1 de Rodó fue casi un texto fundacional. La
verdad es que su origen fue muy anterior y que responde. a motivado-
oes mueho más complejas, aunque no tan anterior como para remontar
a la época de la Independencia, según lo supone" otra hipótesis: la
generación de los "libertadores" y la siguiente fueron ajenas a la idea
de una América "latina", si bien antes y después de la clásica iniciativa
de Bolívar tenía concieneia, no 5610de la solidaridad continental, sino de
la necesidad o conveniencia de crear una liga, unión, confederación o
federaci6n de las hermanas naeiones emancipadas. Su aparición se pro-
dujo eo Francia en la década de los treinta, en singUlarísimas circuns-
tancias cultwales.
En 1836, eu Paris, un prominente sansimoniano francés -Michel
Chevalier-" recopi16 en un libro sus er6nicas periodísticas sobre el ex.
tenso viaje que realizara por Estados Unidos (desde fines de 1833 hasta
fines de 1835). AI hacerlo, antepuso a la obra una introducci6n que
constituyó un verdadero ensayo de filosofia de la historia. Tal escrito
resulta .hoy notable por lo que tuvo de pionero eo la sistematización
de categorías llamadas a renovar profundamente el pensamiento histo-
rlográfico. Lo germano, lo saj6n, lo latino, lo eslavo, etc., viejas nocio-
nes étnico-culturales removidas entonces por el naciente historicismo
romántico, reciben allí una integraci6n orgánica -aunque sueinta- den.
tro de conceptos que desde entonces iban a circular con profusión
tanto a niveles filosóficos y científicos como ideológicos y políticos.
En esa introducci6n, cuyo interés general desborda desde luego nues.
tro presente objetivo, se dice que: filas dos ramas, latina y germana, se
PANAMI!RICANISMO Y UnNOAMERICANISMO l~l
han reproducido en el Nuevo Mundo. América dei Sur es, como la E~..
ropa meridional, cat6lica y latina. La América dei Norte pertenea: a ~
población protestante y anglosajona." I Fijado quedó, en ese rápIdo p~..
saje, el punto de partida de la idea de América I:-&t.ina.. Se escribe ~lt
"latina" con minúscula, con el solo carácter de adjetlvaclón. Así ~guu~
ocurnendo durante buen tiempo, hasta que por Ein se s~stantlva ~l
adjetivo, pasándose de la primitiva idea de una América latIDa, ai deft ..
oitivo nombre eompuesto de América Latina, o simplemente Latin~
américa.
Dírectamente dei último deriv6 muy pronto el adjetivo latinoamert
cano y sus variantes, as1 como el sustantivo latiDoameriamismo. Oc~..
mó ello a mitad dei siglo pasado cuando, ai cabo de una primera etap,
de disperso uso especulativo en pluma francesa, la Idea y el nomb~
fueron entusiastamente adoptados por un pequefio Dúcleo de intel~
tuales hispanoamericanos residentes en Paris. La eDtrada en escena ~
,,' las expresiones América Latina o Latinoamérica, COD 5US derivado~ g~
maticales, había significado algo más que la e:xpresiÓDde un eonJunt~
de neologismos. Se trataba de la introducción histórica de u~ nuev~
. concepto de las relaciones de nuestra América, CODEuropa por un lad~
. y con Estados Unidos por el otro, ante el cual vino a caducar el tradl ..
donaI e indiscriminado dualismo Europa-América.
Esa trasmutación dialéctica obedeció, en términos ...Jenerales, a do,
faetores decisivos: en primer lugar, la evidencia p8l"llflJÍuchos espiritut
(ya desde las décadas de los treinta y los cuan:nta Pero sobre todo ell
la de los cincuenta) de que el futuro gran peligro para nuestros paíse,
estaba en el expansionismo norteamericano más que eu e1 revanchism~
europeo aunque éste no se hubiera disipado deI todo; eu segundo lugal'.
un im~rtantísimo fenómeno europeo que quedó definido, bacia me...
diados de siglo, alrededor de la entonces candente cuestión de las na..
eionalidades: el empuje .de grandes entidades étDico-culturales a trav~
de un vigoroso doctrinarismo de las "razas", explotaclo por movimie!,-
tos de signo nacionalista, como la unidad alemana a partir deI Zoltvereut
de la década de los veinte y el estremecimieoto cukural y politico q~
recorre a los pueblos eslavos. El pangennanismo y e1 paneslavismo im..
pulsan por contragolpe a su autoconciencia ai mundo anglosajón por UI\
lado, y al latino por otro: todo aquel fil6n ya meDCionado deI historio.
cismo de la conciencia romántica proyectado en gran escala a la po.
lítica intemacioIllll.
Hispanoamericanos en contacto con esas realidades europeas, y a ~
vez observadores atentos de los primeros grandes confUetos entre Es-
tados Unidos y los pa1ses dei Sur, encuentran eu las tradiciones. de bt
latinidad un nuevo horizonte histórico de inspiraci6D y de cohesión p~
1Exhumamos esc lejano antecedente sin poder pol'DUtDOrizaraqui, obviamente,
los sucesivos puas de la génesis de la idea y el nombre de Am6rica Latina o La.
tin~rica, cuestión sobre la cual reina aún tanta c:onfusi6ny de la que hemoa
anticipado diversos elementos eu otras oportunidades,
I
!
i
1
163
;-:';'AHAMmlICANlSMO Y IAnNOAMERICANISMO
~teine entre la América dei Norte y las repúblicas latlnoamericanas; pero
~.à.condición de que sea en el seno de la igualdad, de la reciprocidad, de
Yla lealtad, y después de haberse retractado las teorias de los Brown
.~~e los Seward, de los BIaine, etcétera." ,
',:'4. EI Iatinoamerlcanism.o fundado por Torres Caicedo, encaminado ai
~:.establecimiento de una "Unión Latinoamericana" ~í enunciada desde
.,:1865- result6 superado y vencido ai finalizar la décadade los ochenta
'Por el panamerlcanismo fundado por Blaine, destinado a culminar en
~'la que iba a llamarse -en 1910- "Unión Panamericana".
La inmensa gravitaci6n económica J' política de Estados Unidos lo
impulsó asi en la dirección oficial de los propios países latinoamerlca.
nos. Por lo que a nuestro tema importa, esa gravitaci6n ejerció su peso
:.sobre las ideas de uni6n continental que circularon en nuestra América
. desde los tiempos de la emancipadón.
l .Fue en el ámbito de la América hispánica que tales ideas se gestaron
:£ y desanollaron, generando una persistente ment.alidad cOritinentalista
:i, tradu~ida en reiterados proyectos Y movimientos de uni6:n, liga o Come-
:deraclón. Un vasto y nco mundo de acontecimncntos y textos doctri ..
narios, diplomáticos y jurídicos en tomo aI pensamiento básico de la
: unión c:o?tinental, le va dando expresión en una continuidad de episo-
,.dias ongma,dos todos ellos en e~ área hispanoamericana. Pese a un pro-
': pósito comun, muchos antagOnIsmos teóricos y Pr4eticos coexisten en
~. ese mundo, no stendo menores aquellos sobre ]a inclusi6n o no de otros
::países que los hispanoamericanos en las uniones proyectadas o inten.. tadas.
:' Un nombre reelbló. de manera espontánea. esa comente de pensa.
.miento: .fue, a s~J el "ameri~smo:'. !lo fue, porque siendo Europa
::el enemtgo tradiCIonal, era de Aménca -también a secas- que se
,;.hablaba genéricamente. Asi era, aun cuando la unión concebida encarase
\: solamente a los' países americanos de habla espaiiola. No siempre oco-
~'ma eso, porque COnstantemente reaparecia la euestl6n de la participa-
:'.clón de Bstados Unidos por un lado, de Brasil y Haftí por eI otro. Dert~ suerte, el "americanismo" cIásico de fuente hispanoamerlcana con.
...tUvo desde su origen, en estado latente y a ]a vez confllctual,. a los
,)futuros "panamericanismo" y "Iatinóamericanismo". Bn esas condicio.
L. nes se desenvolvió a través de aqueDas aludidos episodios, mítltiples, de
.\ los euaIes los fundamentales fueron el Congreso de Panamá.Tacubaya
1-' de 1826-1828,y los dos llamados Congresos Americanos de Lima, de~~.1847.1848 y 1864-1865.
~::''. "Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de mi co-
.~..razón, como la conformidad que espero de los gobiemos confederados
,j a. ~ ~te augusto acto de la América .... Bl d1a que nuestros pIe-
::.D1potenclanos hagan el canje de sus poderes se fijará en Ia historia
:.diplom~tica de América una época inmortal." Asi se manifestaba Bolf.
':.var en 1824, en la hist6rica circular de Lima convocatoria deI Congreso
ARTURo ARDAO .
162
nuestra América. Los crecientes temores respecto de la gran potencia .
deI Norte cobran abora atro sentido en función de la idea de Iatinidad, .
que determina un ví~o solidario con ]a Europa latina, aI mismo tiem-
po que subraya enérgicamente -bajo un nuevo aspecto- la duaIidad
de Ias dos Américas. Entre esos hispanoamericanos iba a sobresalir, .
entre otros, el coJombiano José Maria Torres Caicedo.
Ya en 1861, después de haber usado esporádicamente durante varias.
afios ]a expresión América Latina, ]anm Torres Caicedo las bases para.
]a creacl6n de una "Uga Latino-Americana". Siguió a ello la publicación '
en 1865 -tamblén en Paris, para hacer prédica de la misma idea- de
su libro Unidn Latinoamericana, completamente olvidado cuando hici- .
mos su emumaclón en ocasión de su centenario. Aparte de ser, eu el
aspecto biblJográfico, el primero localizado hasta ahora de titulo latino-
americanista, la propià expresi6n de dicho titulo antecedia en nueve.
lustrdS a la de "Unión Panamericana" (entronizada en 1910). En ese
libro se alzaba contra la doctrina deI "Destino manifiesto" tal como
hab1â sido actualizad.a por el presidente Buchanan en su mensaje a las
Cámaras de 1857, eu un brutal tono de "imperialismo de la raza". Y fue
también el suyo un nuevo Ienguaje, inseparabIe de Ia novedad histórica
de] término América Latina; el Ienguaje de un latinoamericanismo de-
fensivo, de sentido humanista y universalista.
Siendo el verdadero fundador de ese latinoarnericanismo, Torres Cai.
cedo fue adem4s su apóstol hasta los últimos afias de su vida. Por coin-
cidencia simbólica, falleció en 1889, afio de la consagración deI pan-
americanismo, contra cuya idea se opuso enérgicamente desde la primera
tentativa de Blaine, en 1881.
Bn 1875, recordando el calificativo de "]atina" para nuestra América
escribía: "Hay una América anglosajona, dinamarquesa, holandesa, etc.,
la hay espaftola, francesa, portuguesa y a este grupo, lqué denominación
científica aplicarle sino el de latina? .. Hoy vemos que nuestra prác.
tica se ha generalizado; tanto mejor:' Bn 1879 promovió en Paris la
fundacfón de tma sociedad denominada "Uni6n Latinoamericana", de
la que 10gnS ai afto siguiente Ia instalación de una filial en Roma, aI mis-
mo tiempo que el reconocimiento de su existencia legal por el gobierno
francés. En 1882,.en fin, en un extenso ensayo titulado "La América
Anglosajona y la América Latina", enfrentabà a BIaine y su paname-
rl~mo,.en ger.men, en párrafos como éstos:
"Çon~s para la Uni6n Latinoamericana, todos los que se quiera:
la "idea de la Uni6n será un dia un hecho hist6rico; pero que esos Con.
gresos tengan lugar en el territorio latinoamericano, a fin de buscar
los medios de resistir, de unimos y de hacer frente a todos aqueIIos
-europeos y americanos- que tengan la pretensión de subyugarnos.
Después de las teorias deI 'Destino manifiesto', proclamadas con más
energia en 1881, el CongresO de las dos Américas en Washington seria
una falta poUtica de parte de los latinoamericanos. Y sin embargo, no
deseamos más que una cosa: que Ia amistad más estrecha y más cordial
tomarse por un mero escrúpulo de etiqueta internacional, es realmente
una condición esenciaI de la eficacia y la autoridad dei Congreso."
EI canciller de Costa Rica contcstaba cn el mes de agosto:
"Sobre la participación que en este asunto deba el gobiemo de los
Estados Unidos de Norte América, mi gobierno cree que si se tratase
de intereses continentales en su más lata acepción; si se tratase tan
sólo de precaver los peligros q~e de parte de Europa nos pudiera ama.
gar, este participio y acción común serían indispensables; empero, para
nuestras fraccionadas y débiles nacionalidades, para nuestra raza tenida
en menoscabo, para nuestras sociedades e instituciones a media canso--
lidarse. hay otros peligros en este continente, contra los cuales Iorzoso
es también precaucionarse. No siempre rigen los destinos de la gran
República hombres moderados, justos y probos, como los que forman
Ia Administración Lincoln; alli hay partidos cuyas doctrinas pueden ser
fatales para nuestras mal seguras nacionalidades, y no debemos echar
en olvido las lecciones deI tiempo pasado, ni que a la intervención eu.
ropea, aunque tardia. debió Centroamérica el que se pusiera ténnino a
las expediciones vandálicas de los filibusteros en los afias 1855'8 1860."
Asf trabajado por su contradicción congénita, el viejo "americanis.
mo" iba a morir deI todo en los anos que siguieron aI Congreso Atne.
ricano (hispanoamericano) de Lima de 186+1865, en cuya ocasión el
gobierno de Colombia, volviendo sobre sus pasos de dos afios atrás, iba
a oponerse a la invitación' a Estados Unidos. Por la pluma, ah9ra de
otro canciller, Ilegó a decir: "La América de origen espaAol, orgullosa
de su independencia y deseando conservarIa con dignidad, debe bas.
tarse a si misma, sin buscar nunca el arrimo de ajeno poder."
Antes y después de dicho Congreso un movimiento intelectual y poli-
tico unionista fundado en Valparafso en 1862, bajo la presidencia dei
general de la independencia Gregorio Las Heras, alcanzó gran difusión
en varios países de América dei Sur. No obstante suoexclusiva referencia
a Hispanoamérica, recibió la típica denominación de "Uni6n America.
na", expresión tantas veces usada, entonces como abora, paranomb~ar
sólo a Estados Unidos. Fenómeno de masas como lleg6 a ser, inclUSIve
con caudillos montoneros como el argentino Felipe Varela, constituyó
eI canto deI cisne de aquel viejo "americanismo" Ilegado a lU ocaso. A
fines de la misma década se hallaba agotado. •
Expedito debió quedar entonces eI camino para el Iatinoamericanis-
mo. cuya fórmula concretaba por los mismos afias Torres Caicedo en
Paris, con su primer enunciado de la "Unión Latinoamericans.". Pero
no le fue fácil imponerse. No estaban preparados nuestros. países para
la inmediata asimiladón de los nuevos ténninos, expresi6n de nuevas
ideas. América Latina, Latinoamérica, latinoamericanismo, como concep.
tos y vocablos, debieron ser aceptados poco a poco de este lado dei
Atlántico. Acogidos sucesivamente por algunos grandes hispanoamerica.
nos como Francisco Bilbao, Eugenio Mana de Hostos, Cecilia Acosta
y José Martí, fueron resistidos o desdeiíados por otros, desde México
ARTURO AJWAO
de Panamá. "América" sin más, aunquc se dirigiera sólo a las repúblicas
americanas "antes colonias espafiolas", como ]a misma Circular dice:
las repúblicas de Colombia, Méxic~, Rio de la. PI~t~, Chile y ~entroamé-
rica. Sin embargo, Santander, preslde~~e en ~JerclclO de la pnmer~, ~on
la compaiíía de México y Centroarncnca -mformando a postenon a
Bolívar- extendió de inrnediato la invitación a Estados Unidos, como
se extendió poco después a Brasil. Nad~ ~ás elocuente que tal~s ina.r-
mónicas actitudes en aquel momento umco, para poner en eVidencia
la íntima contradicción dialéctica -alimentada por la ambigüedad de la
invocación a "América" que desde su raíz histórica albergó eI viejo
"americanismo" de la comunidad hispanoamericana.
Esa contradicción se fue volviendo conflictual (especialmente desde ,
la invasión de México por Estados Unidos, a fines de la década de los
cuarenta). a medida que el peligro norteamericano crecfa, sin desvane-
cerse por su parte el europeo. ~~ termi~ología siguió sie.ndo "am~ri-
canista": Congreso Americano, Umon Amencana. ~onfederaclón Ame~lca-
na Federación Americana son, entre otras, expreslOnes que las suceSlvas
ge~eraciones hispanoamericanas prodigan para referirse casi. siempre
a Hispanoamérica. si bien eran aplicadas no só10 a la totahda~, dei
hemisferio. sino también -para aumento de Ias fuentes de confuslOn-
usadas en determinado sentido, sólo para Estados Unidos.
Profundamente lógica en su génesis y proceso desde el punto de vista
histórico, Ia contradicción culmina en las postrimerías deI tercer cuar-
to deI siglo XIX. Pera desaparece como contradicción interna en el
seno de una corriente para reaparecer desdoblada en dos nuevas co-
rrientes llamadas a una secular confrontación: Iatinoamericanismo y
panamericanismo. En cuanto a los términos en que entró en su fase de
culminación, puede verse a través dei siguiente intercambio diplomático
entre dos países hispanoamericanos, en 1862.
Deda en eI mes de junio eI gobierno de Colombia ai de Costa Rica:
"EI modo más fácil y efectivo de alcanzar la deseada reuni6n de un
Congreso Internacional Republicano, seria acreditar cada una de nues-
tras Repúblicas un Ministro Plenipotenciario cerca dei gobierno de Es-
tados Unidos de América, y a la sombra de su grande autoridad y con
el decisivo apoyo de su concurso instalarse en Congreso, sin afanes para
hacerlo, sin esfuerzos bajo cicrtos aspectos contraproducentes, y con la
madurez de un acto bien premeditado. Los usos internacionales, de
acuerdo con la razón, han establecido que se debe deferencia a Ias na-
ciones superiores en poder y antigüedad, y que es en torno a ellas que
las demás se congregan cuando van a decidir sobre asuntos que a todas
conciernen. Invertir este orden de cosas es aventurar, cuando no frus-
trar~ el buen éxito de lo que se intenta. Si eI gobierno americano queda
fuera dei Congreso, las dccisiones de éste carecerán de toda la autoridad
que deben tener ante la Europa; si se le lIama cn calidad de invitado,
asistirá como simple testigo de lo que se haga, pareciendo que no lo
acepta, lo que será peor que no asistir. De manera que esta que pudiera '
I'ANAMERICANISMO Y LATJNOAMERJCANlSMO 165
~:~PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 167
,~~'.
~;!~~~, "Hasta la conferencia de Santiago (V Conferencia Panamericana, en
:;~'1928), celebrada en los anos posteriores a la primera guerra mundial,
Jif~tes más bien pobre e] balance de resultados que arrojan las conferencias
~;}:,::;panamer~canas.A el!o contri~)Uyela desunión profun~a en!re Nortea~é-
:f,'", rica e HIspanoaménca, manifestada no sólo eo la dlsparldad de ente.
j:>,. rios en las cuestiones más fundamentales de la vida de relación, sinof;:~,eo el apogeo que alcanza el imperialismo norteamericano durante las
~k: dos primeras décadas de nuestro sigla. Casos de imperialismo tan inne.
f'i}) , gable como la creación artificial de Panamá, con la soberanf~ adquiridar'~. por los Estados l!nidos en la Zona de! C~nal; la guerra lmpuesta a
!;~~,.' Espana en la cuestlón de Cuba, a la que SlgulÓ,.como doloroso epílogo, la
~.,' humillación de la Emnienda Platt, no eran clertamente para despertar
en nadie deseos de un acercamiento mayor. A estos actos siguió aún el
coroJario de la doctrina Monroe afirmado por Teodoro Roosevelt; co--
rolaria en que se enuncia con carácter programático la intervención
norteamericana, financiera y militar en los países deI Caribe. Esta poU.
dca fue aplicada hasta la época deI presidente Wilson y de sus inme.
diatos sucesores. .. Lo único que en todo este periodo transcurrido des-
de la primera hasta la quinta conferencia panamericana, tuvo progreso
real, incremento efectivo, era la oficina burocrática de Washington, co-
locada bajo la vigilancia deI secretario de Estado, y que de una en
otra conferencia vio aumentar su poder y prestigio."
La ausencia de varios países en aquella Conferencia de Santiago, en-
tre ellos México, por no mantener entonces relaciones diplomáti~s eon
Estados Unidos, constituyó el hasta entonces episodio crítico de más
bulto. "Con todo -comenta el citado Gómez Robledo- la verdadera
crisis dei panamericanismo se plante6 propiamente en la histórica con.
ferencia de La Habana (1928), pues allf por primera vez pudo discu-
tirse el principio sin el cual el panamericanismo no seria sino Uh mero
nombre, o peor aún, una realidad ominosa, es decir, el prinçipio de no
intervención." Es de preguntarse si "la verdadera crisis deI panameri-
canismo" seria ésa, habida cuenta dei sentido de la transformaei6n de
1948 a cuyo propósito el mismo autor dice en otro lugar: "y como úl-
tima prueba de la poca simpatfa que tuvo siempre el vocablo en cuestión
(panamericano), está el hecho de que a partir por lo menos de la eon.
ferencia de Bogotá, ha sido sustituido por el otro 'interameri~o' ... "
Este último término había hecho sus primeras tímidas incursiones ha-
cia 1945, en estudios publicados por la propia Uni6n Panamericana.
Instaurada en 1948 en aquella Conferencia de Bogotá, la Organizaci6n
de los Estados Americanos, con otro aparato jurídico más complejo y
sistemático, remplazó a la vieja Unión Panamericana, que quedó redu-
cida aI nombre de su secretaria general. La organización misma pasó a
ser llamada Sistema Interamericano. Como consecuencia, el panamerica.
nismo se metamorfoseó en interamericanismo. En la introducción a su
tesis doctoral La Organización .de los Estados Americanos, observa el
internacionalista espanol Félix Fenlández Shaw= "Léase la Declaraci6n
ARTURO ARDAO
166
~ta el Rio de la Plata: en parte hacia otro extremo, por deslumbra-
lDIentosO conviceiones sajonizantes; en parte, también, por la anomalía
unperial y esclavista de Brasil.
A la hora en que esos factores adversos conjugaban su acción para
trabar aI latinoamericanismo, el panarnericanisrno iniciaba su ascendente
eatTera en la Conferencia dê 1889-1890. Se sabe cuál fue su rápido desen-
lace: en lugar de la largamentefrustrada Unión Americana y de la
todavia embrionaria Unidn Latinoamericana, fue aqueIla oficina comer-
cial en la órbita burocrática de la Secretaria de Estado deI gobiemo
de Washington, la que poco después seria bautizada con el nombre de
:~ Unión Panamericana.
S. EI viejo uamericanismo" de cuno hispanoamericano, después. de 1890
quedó definitivamente desdoblado en "panamericanismo" y "Iatinoame-
ricanismo". Cada uno de estos movimientos siguió desde entonces su
propia (aunque no independiente) evolución.
Pasaron los dos por diversas etapas interpretadas de maneras muy dis-
pares, según eJ momento. En ténninos generales, se podria sefialar el
afto 1948 como moj6n histórico para ambos, el más importante desde
eJ ~unto de vista institucional después de 1890, aunque por razones
distintas en uno y otro caso. En 1948, el "panamericanismo" experimen-
ta su mayor transfonnaci6n eon su conversi6n terminológica en "inter-
:unericanismo" y la creación de la Organización de los Estados Ameri-
:': :anos; en ese misme-afio eI latinoamericánismo es aeogido por primera
vez en la denominaci6n oficial de un organismo internacional aI cons-
tituirse en el seno de las Haciones Unidas la Comisión Econó~ica para
\mérica Latina, CEPAL
La estricta coincidencia de afio no dejó de ser casual. No asi la de
C?S hechos mismos, como fenómenos de época. Por distintas que"hayan
ado .sus características y separados sus escenarios, un nexo profundo
os VIncula.El mismo debe buscarse en la evoluci6n de las ideas sobre
,1 panamericanismo y el Jatinoamericanismo en América Latina, como
:onceptos confrontados y por momentos enfrentados. Producto históri-
:amente indivisible de tal ev()lución en la primera mitad deI sigla xx,
ue aquel doble desenlace coetáneo de 1948: fenómeno de revisión or-
," :ánica deI panamericanismo en el marco regional; fenómeno de recono-
:~ento ?~I latinoamericanismo en el marco internacional. Bajo otra
az, la esclsl6n produjo por un lado la crisis deI panamericanismo y, por
:1 otro, el surgimiento dei latinoamericanismo.
. La exp~si~n "cris.is deI panamericanisrno" ha sido aplicada a diso
mtos eplsodlOSY C1I'CUDstancias.Asi lo acredita una profusa biblio-
~a. Como.planteamiento significativo de la cuestión, acudimos ai si-
Ulente pasaje deI capítulo titulado precisamente "La crisis deI pan-
mericanismo:', de la obra Idea y experiencia de América, publicada en
958 por el fIlósofo, internacionalista y diplomático mexicano Antonio;6mez Robledo:
.
>- de Panamá de 1956de los jefes de Estado de las Repúblicas americanas:
5610 se cita una vez la palabra panarnericanismo, y eo varias ocasiones
aparecen el vocablo y Ia idea interamericanista." Tal metamorfosis no
impidió, sin embargo, que sucesivas crisis fueran marcando su existencia
hasta nuestros dias, ai compás dei agitado proceso histórico deI con-
tinente.
Pero si en el expresado sentido el panamericanismo se metamorfo-
seó, en otro caducó. Caducó en su significación tradicional de panismo,
es decir, como doctrina o movimiento destinado a inte.rpretar la unidad
ideal dei conjunto de naciones dei hemisferio americano. Esa uni-
dad ideal no existia de antemano, y el panamericanismo no logró crearla
infundiéndole un espfritu que le fuera propio, porque no lo lenfa. Por
el contrario, sirvió cada vez más para hacer resaltar en lugar de Ia
unidad, la dualidad. Sintomático es que desde mucho antes dei episodio
de 1948, pero notoriamente después de éI, se habJe cada vez menos de
"Panamérica" para habIarse cada vez más de "Ias Américas", expresión
antitética de aquélla. De ahf entre esas Américas, no ya "pan", ni si-
quier, "intra" sino "inter-americanismo".
.Ese proceso de descaecimiento y crisis deI concepto de panamerica-
nisr,noha tenido por agente eI pensamiento crítico de América Latina.
Se hizo sentir en los gobiernos mismos,. pese a que persistentes co-
mentes oficiales tendieron una y otra vez aI apuntalamiento. De n.o
haber sido ~f, dicho proceso no hubiera tenido por ocasión y teatro
para sus manifestaciones más ostensibles a las propias conferencias
panamericanas. Pero tenía 5U fuente primera en la opini6n pública con-
tinental. La crisis dei panamericanismo resultó de la crítica deI pan-
americanismo producida en niveles académicos, políticos y culturales, y
que fue inseparable de la afinnación y propagación correlativas deI la-
tinoamericanismo. En definitíva, un solo y único proceso abarcando en
interacción dialéctica a ambas concepciones unionistas.
Surgido a mediados dei sigla XIX en los círculos hispanoamericanos
de Paris, el latinoamericanismo apenas había dado sus primeros pasos
proselitistas en nuestros países antes de 1890. Desde entonces hasta
1948 iba a mantener deI PW1tO de vista oficial, Ia condición de concepto
sumergido. Pera enun ascenso creciente, que daria razón de su emer-
gencia en ese afio a la superficie dei orden jurídico internacional.
Después de la frustración que le significó el advenimiento deI pan-
americanismo, la idea latinoamericana aceleró sus progresos hacia 1900,
en particular después de la guerra hispano-americana de 1898. Ya en
toda la segunda mitad dei siglo pasado había dado nombre a algunas
campaftas, sociedades, reuniones, institutos, libros y revistas, más o
menos dispersos. Desde fines deI mismo, reforzada por el advenimiento
de Brasil a la comunidad republicana, espoleada por una sucesión. de
agresivos avances norteamericanos y también culturalmente impulsada
por sectores de la inteligencia francesa, la conciencia latinoamericanista
I Cuando la creación de la UDUAL, en el Primer Congreso de UDlwrsl~es Lati-
noamericanas (Guatemala, 1949) en e1 que nos tocó participar, la expresi6D América
Latina fue todavia resistida por algunos congresistas COD IU'JIIIDCIltol que hoy DO
tendrían lugar.
169pANAMERICANISMO Y LATINOAMERlCANISMO
'se expande y se intensifica mediante la multiplicacióD creeiente de
. aquellos mismos medios. Fue en ese contexto de época que tuvo el A.riel
.;.de Rodó su privilegiado destino continental.
Ha quedado clicho lo que en esa expansión hubo ele reacción contra
.:'eI panamericanismo. De los abusos de éste ya habfa becho profec1a Mar-
r ti en su recordada nota dei 2 de noviembre de 1889, que antes que una
más en la sene de sus cronicas de la Conferencia de Washington fue
un verdadero ensayo sobre su historia, elementos y tendencias. La de-
nunció allí como fiel planteamiento desembozado de la era deI predo-
minio de los Estados Unidos sobre los pueblos de América"•.Afiadiendo:
"Y es lícito afirmar esta, a pesar de la aparente rnansedumbre de la
convocatoria, porque a ésta, que versa sobre lasre1aciones de los Es-
. tados Unidos con los demás pueblos americanos, DOse la puede ver
como desligada de las relaciones, y tentativas, yateDtados confesos, de
los Estados Unidos en la América, eu los instantes. mismos de la reu-
nión de sus pueblos sino que por lo que SOB est8s relaciones presentes
se ha de entender cómo ~.r4n, y para qué, las venJdems."
En 1922, en histórico discurso de saIutaci6n a 'José Vasconcelos eu
Buenos Aires, en nombre de los escritores argentinos, demmciaba José
Ingenieros lo que efectivamentehabfan llegado a ser huta ese .momento,
esas relaciones "venideras": en Puerto Rico, Cuba, Máico, Nicaragua,
Colombia, Haitf, Guayanas. Y exc1amaba: "Creemos que .DUestras na.
cionalidades están frente a un dilema de hierro. O eD~ sumisas
y alabar la Unión Panamericana (Américapara los norteamericanos), o
prepararse en comÚDa defender su independencia, ecbando las b~
de una Unión Latino-Americana (América para los latinoamericanos)."
Tres afios más tarde fundaba, también en Buenos Aires, una instituc16D
denominada "Unión Latinoamericana" retomando, segurmnente sin sa.
berlo, la consigna que sesenta afios atrás habfa lauzado Torres Caicedo
por primera \'ez en el título de su clásico libro de 1865.
Ni ese Di otros empeõos coincidentes que siguenirradi4ndose logran
reconocimiento oficial, hasta que en 1948, en el ámblto mú libre de las
Naciones Unidas, nuestras repúblicas obtienen la ya mencionada crea-
ción de la CEPA!.. La expresión, y por lo tanto el ccmceptoAmérica La-
tina, iniciaba su proceso de institucionalización iDtenaacional. Lo hacfa
a la hora eo que, en el propio marco deI sistema iDteramericano, se
desplazaba a un pl&nosecundario la tan C9mbatidaaprea16n Pan Am.
rica. De alú en adelante, como casos especialmente repnsentativos: en
1949 la Unión de Universidades de América LatiDa,UOVAL: I en 1961 la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio,ALALC; en 1964el Parla-,
mento Latinoamericano, P.UÃ; en 1969la ComisiÓD'Bcon6mica de COor-
ARTURO AJIDAO168
diDadón Ladnoamcrlcana, CBCIA; en 1975el Sistema Económico Latino-
americano, SBI.A.
AI IJ18l'BeIl dei crror o acierto en la concepción teórica o Ia práctica
de cada una de ellas; ai margen, igualmente, deI juego de tendencias
doctrinarlas o diplomáticas que segón las circunstancias históricas oca-
sionaIes las hayan impulsado o impulsen, todas esas instituciones tienen
el superior sipificado comW:tde jalonar la incontrolable consagración
dei latinoamerlcanismo en el campo dei derecho internacional, en el
triple orden econ6mico, político y cultural. Todo ello en medio de un
torrente de bibliografia y hemerografía que, especialmente en las déca-
das de los sesenta y los setenta, impone a escala universal la idea y el
nombre de América Latina.
6. Bi panamericanismo, con su consiguiente forma, el interamericanis-
mo, CODstituyeUD caso de regionalismo, fenómeno propio de la historia
modemay contemporánea en el ámbito de las relaciones internaciona-
les. EI primero en el tiempo, a la vez que juridicamente el más desarro-
Uado de todos los que se constituyeron con posterioridad a él. CuaI-
qufcra que sea su evoluci6n ulterior, en la medida en que subsista no
podrá llegar a ser otra cosa que eso: un regionalismo, es decir, una
organizaci6n regional supranacional, intermediaria entre el estado na-
cional y la comunklad internacional mundial.
De muy distluta natura1eza es el latinoamericanismo. Desde la pers-
pectiva filos6fica de la historia, profundo error para algunos resulta
concebirlo como un simple regionalismo, y menos como un subregiona-
lismo (o Iea, UD regionalismo menor subsumido en el regionalismo
mayor deI panamericanlsmo o el interamericanismo). Si América o Pan-
américa (de aW penamericanismo), asi como Las Américas (de allf
interamericanismo), ronnotan una región geográfica, América Latina o
Latlnoamérlca (de alJf latinoamericanismo), constituye, en ese momento,
una nacionalidad. Una nacionali dad en proceso histórico de organiza-
d6n, como lo fueron en el siglo XIX --en otra escala- Alemania o
ItalIa. Y por eDo, más que UI7. regionalismo, aunque de éste presente
muchos aspectos transicionales, e{ Iatinoamericanismo fue interpretado
eu aqueDa época como un nacionalismo, en cuanto expresión de una
verdadera conclencla nacional, solfa decirse.
"Las dos nacionalidades de América", "las dos nacionalidades deI
continente", repetia Marti en su nota deI 2 de noviembre de 1889,cuan-
do la fundaci6n dei panamericanismo, para referirse a la dualidad de
las Américas sajona y latina. De una sola "patria magna", que reuniera
a. Ias patrlas hermanas de sangre, habían hablado antes los "grandes
pr6ceres" de la Independencia y tantos otros que siguieron. "Yo cref
slempre que en la América nuestra no era posible hablar de muchas
BIBUOGRAF1A
111,ANAMIDUCANISMO Y LAnNOAMBIICANISMO
-õRIGINAL ,
ICEt~TR } (J)PIA-S tCLCH c..EPD."Li~:CA ~
P:~..~~~T;._S~~l".("~:;'.,.2,
Amadeo, Mario, Polftictl intemaciona1. Los principios y los laeclaos, Buenos
Alres, 1970.
Barcia Trelles, Camilo, Doctrina de Monroe y cooperaci6n interruzcional, Ma-
drid, 1931.
CuevasCanéino,Francisco,Del Congreso de Panamd a la Cmrferencla de Ca-
racas, 1825-1954, Caracas, 1955.
Femández Shaw, Félix, La Organi~ación de los Estados Americanos, 2. ed.,
Madrid, 1953.
GómezRobledo,Antonio,Idea y experiencitz de Am~riC4, México,1958.
Martf, José, Polltica de nuestra América, México,Siglo XXI, 1977.
Rodó, José Enrique, Obras completas.
Torres Caicedo,José Mana, Unidn Latino-Americana, Paris, 1865.
Varias, América ÚltiruJ era su literatura, México, Unesco-Slglo XXI, 1972.
Varios~ "Hispanoam~rica en lucha por su Independenda", Cutulernos Ame-
ricanos, México, 1962.
Yepes, Jesús Mana, Del Congreso de Panamd a la Conferencia de Caracas,
1826-1954, Caracas, 1955.
lea, Leopoldo, América en la histo ria, México, 1957.
patrias, sino de una patria grande y única", diria después Roel6 en el
. Congreso de Chile, cuando la celebración centenaria de 1910. Y como
él, hasta nuestros dias, hay todavia quienes creen que por encima de las
discrepancias ideológicas o de los partidos políticos se puede seguir
pensando en este ideal.
i.
ARTUROARDAO170
	00000001
	00000002
	00000003
	00000004
	00000005
	00000006
	00000007
	00000008

Otros materiales