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2. Por invitación deI gobiemo norteamericano se reunió en Washington (de octubre de 1889 a abril de 1890), coro::lando casi una década de ges- tiones diplomáticas y ajetreos políticos internos, la entonces 11amada oficialmente Conferencia Internacional Americana. Hacla e1mes de junio . anterior, la prensa de Bstados Unidos habfa acuftado por su cuenta, con tal motivo, el ténnino Ptin America. Para el 30 de septiembre ya habfa cruzado eI océano, acogido por el Times de Londres, y sabemos que dos dias antes habia fechado Marti en Nueva York, COD destino a La Naci6n de Buenos Aires, la primera de sus memorables cró~icas de aquel eo- [157] f'oll.b~, A~. ~~ ~ . ~V\tQ<)...~ ~-(Y'vO • 1'i\.; ~6 tA- , !Lo- _ ~(~.). ~~~ ~ ~.j\M~~~W~- ~ I I~ b . rf' DCS=t .• t ~ ~ . -OR{GlNAL1 1 CEf\:TR .' CÓPIlIS! C._C.i (;EFD-(.L:CA . Pl\ST~ Pág.' ~ ~_ •..--.------- PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO ARTURO ARDAO 1. "Panamericanismo" y "latinoamericanismo" ha sido Wl tema de muy frondoso follaje. Más que de su libre enfoque t6cnico o especializado en los campos de la historia, la politica o ~l dencho internacionales. intentaremos aqui efectuar una sÍDtesis histórica de la concepción de uno y otro uma y sUs relaciones 00. América LatiDa. EI tema pasa de modo obligado por Estados Unidos. y por Francia. En efecto, los conceptos de "panamericanismo" y -latinoamericanismo" tienen por cunas a uno y otro pais y de alguna maneJ"8 tales orígenes también han condicionado las conceptuaeiones. "Panamericanismo" derivó de Pan America, término forjado en Esta- dos Unidos en 1889 y "latinoamericanismo", de América Latina o "Lati- noamérica", vocablo que remonta a 1836, en Francla. Ese orden cronoJógico de aparición resultó hiatóricamente alterado coo base en la expansión de uno y atro en el campo de la diplomacia y el derecho interpacional. Surgido cuando el latinoámericanismo -eu lento surgimiento desde el "hispanoamericanismo" tradicional- tarda- ba todavia en abrirse paso en la propia América Latina, el panamerica- nismo se Ie sobrepuso sin dificultad, imponiendo casi de golpe, a niveles oficiaIes, una hegemoma incontrastable. Esa situaci6n se Jnantendrá hasta mediados deI siglo xx. Por entonces, crecido y fortificado en pro- longada confrontación dialéctica: con aquél, el latlnoamericanismo inicia su propia caJTera oficial. Asciende de diversos modos a lo largo de todo eI tercer cuarto dei siglo. Bs éste, a la vez, el periodo en que el pana- mericanismo, después de la crisis que dio paso su sucedâneo, el "inter- americanismo", entra en una fonna hist6rica de Nl»1lesue. Mientras el panamericanismo ya ha perdido el interés que ,tuvo para algunos en su momento, el latinoamericanismo se lDIIlifiesta todavia eit ciertos medios. Invertiremos por eso el orden croDOlógico de aparición ai estabIecer los orígenes de uno y otro. , fi , ; I..: • ! t; ~~ ) I t I. .'" ARn1RO ARDAO .coentro, refiri~dose a éste como el 41congresoque llaman aquí de PanAmerlca" • Desde entonces, es dec:ir, desde antes de la apertura misma de la reu- ni6n, pero sfempre coo relación a eUa, eI término y sus derivados se consagr&lQn y difundferon con insólita rapidez en el léxico internacio. naL OfIciosamente Ia conferencia pasó a denominarse "Panamericana". como fue el easo de las que le siguieron. El primer uso oficial de ca. meter lnstitudonal tuva lugar eo 1910. En la IV Conferencia celebrada ese afio en Buenos Aires, se dio el nombre de "Unión Panamericana" a la oficfnâ tiJstaladaen Washington a raíz de la I Conferencia: la creacl6n de la entonces lIamada 4IOficinaComercial de las Repúblicas Americanas", para Ia "pronta compilación y distribución de datos sobre eI.comerdo", dnlco froto concreto de aquella reuni6n, fue aprobada el 14 de abril de 1890, raz6n por la que esta fecha ha marcado el inicio deI panamericanlsmo, y con tal carácter se le ha consagrado como el41Dfade las AJn6rfcas". Pero por limitado que haya sido el uso oficial, la terminología paname. ricanis~ se expandfó oficiosamente, como se ha dicho, aplicada a todas las manJfestadones. poI1~cas y jurídicas dei vasto movimiento que desde entonees antm6 y dirigló la Casa Blanca. Como denominación de la filosofia que fDspiró ese movimiento, dei mismo concepto se desprendió naturalmente el.vocablo "panamericanismo". Del episodio de 1889.1890 resulta pues fnseparable no só]o el origen sino también el sentido o es.púitu de éste. . La apeJaclÓDque se hacia en aquelIa 0POrtunidad -desde Ia óptica nOl1eamerie:am- con el término Pan America, se explica, en cuanto aI térmlDo .mkmo, por ]a boga que llegaron a tener a cierta altura deI s!glo XIX los Damados "~anismos": movimientos ideológicos interna. ClOnalestendfentes a reunir ~e preferencia en torno a un centro do. minante- pafaes, pueblos o co.munidades de parentesco más o menos estrecho eu lascuestfones étnica, lingüística o cultural. tos más reso. nantes lucron los dos inJclales, bien definidos ya en la primera mitad dei sIgIo: ~o" y "paneslavismo". Más adelante y con dife- rentes alcances. los denominados por a1gunos "panbrltanismo" "pan- . heIeafsmo" y "P8DIatinlsmo". BI advenlmlento deI "panameri~ismo" .Introdujo la IIOWdadde un "panismo" de fundamentación geográfica a ~.~. como iban a serlo en ttuestl'O slglo el "paneuropels.mo , tel ~tlsmo" y el "panafricanismo". AqueI pr/mer "panismo" geográfico continental no dejaba de tener su JnteDcl6n polídca. aUDque no lenia ou fundamento en ra20nes dlrec. temente .~cas, Ifn~tfcas, culturales o religiosas. Tampoco lo tenía en el plilDo estJfctaJDente político, en elementos doctrinarios: euando surgf6 el témlno Pan America en JUDio de 1889, y cuando se insta16 la. Cont'enmcIa el 2 de octubre, Brasil -pais Participante- seguia slen- do un lmperfo por curioso destino, y pasÓ a ser rep6blica apenas ai mes ~gufente,el IS de novJembre de aquel histórico 1889 -o sea, en las PANAMERICANISMO Y IATINOAMBRICANISMO primeras semanas de la reunión- dándoIe por primera vez a Am6rica la coherencia de UDsistema tan anhelado eo general a lo largo deI siglo. Por más que este hecho dio de pronto aI panamericanismo naclente una cierta uniformidad política, el movimiento no pudo ocultar la mo- tivación real que lo había engendrado. En lo más inmediato, dicha motivación resu1t6 de las perentorias necesidades comerciales de Esta- dos Unidos, cao \ vez más urgido de mercados exteriores seguros para los excedentes de 5U joven industria en expansión. Más alIá de esto, operaron motivos más profundos, vinculando la coyuntura económica con la tradicional política de ciertos sectores de Bstados Unidos bacia tos pueblos dei Sur. Una política igualmente de expansión, en última instancia territorial, a través de cambiantes formas de conquista, anexión o absorción. Esa polftica, en una ~oda. lidad nueva, era la que creían especialmente necesaria las fuel'28s lOdus- triales y financieras deI país; y para lIevarla a cabo, el programa princi. palmente comercial con que desde eI principio fue presentado el congreso hemisférico venía a ofrecer eI instrumento ideal. Autor y ejecutor deI proyecto -indiscutido padre dei panamerlea- nismo- fue ]ames G. Blaine, el político norteamericano P:m' algunos más popular y representativo de aquel momento. Se ha divulgado en espafiol la descripción que de éI y su época han hecho los historiadores estadunidenses Morisoo y Commager en una obra publicada en Nueva York en 1950. ffDiputado, senador, dos veces secretario de Bstado y aspirante perpetuo a Ia presidencia, era típico de esta era. .. Co~ toda asiduidad cimentó una alianza corrompida entre pol1tica y.negoclos ... Los negocios dirigían Ia política, y la política era una rama de los n& gocios." . . . Respecto de América Latina, ccm antenondad a Ia idea misma dei congreso continental y a la hora de la agudización de los problemas internacionales dei canal interoceánico,ya venía presentándose como el más osado portavoz generacional de la doctrina dei lIamado "Destino manifiesto". Fue ésta una expresión surgida hacia 1845 para dar nombre a una particular interpretación deI mensaje de Monroe, destinada a con- vertirlo en cobertura ideológica deI expansionismo norteamericano. Sos.. tenida sucesivamente por Sullivan, Buchanan, Brown, Cass y Seward • posteriormente fue BIaine su abanderado en turno. Adaptándose a las exigencias de los nuevos tiempos, siendo secretario de Estad~, lanzó por primera vez aquella idea deI Congreso en 1881. Rechazada enton. ces por el Partido Demócrata, logro imponerla aI final de la década, tocándole presidir y en buena parte orientar la reunión inicial, en ca1i. dad nuevamente de secretario de Estado. "La angustia de los industriales había crecido tanto desde 1881, cuan .. do se tachó la ldea dei congreso de osadla cerisurable. q~ en lsa:; cuando aprobaron la convocatoria las dos casas, fue recib~da for mucha necesidad de vender, más natural y provechosa que antes. Esto escribió el 2 de noviembre de 1889 aquel testigo, cronista y crítico pri- I 160 AJITURO AJlDAO vilegiado dei acontecimiento, que fue José Martí. Y agregó: "Y de este modo vino a parecer unánime, y como acordado por los dos bandos deI país, el proyecto nacido de la conjunción. de los inte~eses protec- cionistas coo la necesidad política de un candIdato astuto. Fue por eso que en la primera página de la misma nota subrayó que: "Jamás hubo en América, de la indepeodencia aeá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, ;":pletos de produetos invendibles, y determinados a extender sus dOmlDloSen América hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comatio libre y útil eon los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto dei mundo. De la tiranía de Espana supo salvarse la América espaiíola; y abora, después de ver con ojos judieiales los antecedentes, causas y factores d~1 convit~, urge decir, porque es la verdad, que ba llegado para la Aménca espanola la hora de declarar su segunda independencia." 3. Es ereeneia bastante difundida la idea de que América Latina, o Lati. noamérica, con el correlativo concepto de latinoamericanismo, surgió a fines deI siglo pasado y principios dei presente como una reacción intelectual deI espiritualismo deI Sur frente ai utilitarismo dei Norte. Para esa creencia, el Arie1 de Rodó fue casi un texto fundacional. La verdad es que su origen fue muy anterior y que responde. a motivado- oes mueho más complejas, aunque no tan anterior como para remontar a la época de la Independencia, según lo supone" otra hipótesis: la generación de los "libertadores" y la siguiente fueron ajenas a la idea de una América "latina", si bien antes y después de la clásica iniciativa de Bolívar tenía concieneia, no 5610de la solidaridad continental, sino de la necesidad o conveniencia de crear una liga, unión, confederación o federaci6n de las hermanas naeiones emancipadas. Su aparición se pro- dujo eo Francia en la década de los treinta, en singUlarísimas circuns- tancias cultwales. En 1836, eu Paris, un prominente sansimoniano francés -Michel Chevalier-" recopi16 en un libro sus er6nicas periodísticas sobre el ex. tenso viaje que realizara por Estados Unidos (desde fines de 1833 hasta fines de 1835). AI hacerlo, antepuso a la obra una introducci6n que constituyó un verdadero ensayo de filosofia de la historia. Tal escrito resulta .hoy notable por lo que tuvo de pionero eo la sistematización de categorías llamadas a renovar profundamente el pensamiento histo- rlográfico. Lo germano, lo saj6n, lo latino, lo eslavo, etc., viejas nocio- nes étnico-culturales removidas entonces por el naciente historicismo romántico, reciben allí una integraci6n orgánica -aunque sueinta- den. tro de conceptos que desde entonces iban a circular con profusión tanto a niveles filosóficos y científicos como ideológicos y políticos. En esa introducci6n, cuyo interés general desborda desde luego nues. tro presente objetivo, se dice que: filas dos ramas, latina y germana, se PANAMI!RICANISMO Y UnNOAMERICANISMO l~l han reproducido en el Nuevo Mundo. América dei Sur es, como la E~.. ropa meridional, cat6lica y latina. La América dei Norte pertenea: a ~ población protestante y anglosajona." I Fijado quedó, en ese rápIdo p~.. saje, el punto de partida de la idea de América I:-&t.ina.. Se escribe ~lt "latina" con minúscula, con el solo carácter de adjetlvaclón. Así ~guu~ ocurnendo durante buen tiempo, hasta que por Ein se s~stantlva ~l adjetivo, pasándose de la primitiva idea de una América latIDa, ai deft .. oitivo nombre eompuesto de América Latina, o simplemente Latin~ américa. Dírectamente dei último deriv6 muy pronto el adjetivo latinoamert cano y sus variantes, as1 como el sustantivo latiDoameriamismo. Oc~.. mó ello a mitad dei siglo pasado cuando, ai cabo de una primera etap, de disperso uso especulativo en pluma francesa, la Idea y el nomb~ fueron entusiastamente adoptados por un pequefio Dúcleo de intel~ tuales hispanoamericanos residentes en Paris. La eDtrada en escena ~ ,,' las expresiones América Latina o Latinoamérica, COD 5US derivado~ g~ maticales, había significado algo más que la e:xpresiÓDde un eonJunt~ de neologismos. Se trataba de la introducción histórica de u~ nuev~ . concepto de las relaciones de nuestra América, CODEuropa por un lad~ . y con Estados Unidos por el otro, ante el cual vino a caducar el tradl .. donaI e indiscriminado dualismo Europa-América. Esa trasmutación dialéctica obedeció, en términos ...Jenerales, a do, faetores decisivos: en primer lugar, la evidencia p8l"llflJÍuchos espiritut (ya desde las décadas de los treinta y los cuan:nta Pero sobre todo ell la de los cincuenta) de que el futuro gran peligro para nuestros paíse, estaba en el expansionismo norteamericano más que eu e1 revanchism~ europeo aunque éste no se hubiera disipado deI todo; eu segundo lugal'. un im~rtantísimo fenómeno europeo que quedó definido, bacia me... diados de siglo, alrededor de la entonces candente cuestión de las na.. eionalidades: el empuje .de grandes entidades étDico-culturales a trav~ de un vigoroso doctrinarismo de las "razas", explotaclo por movimie!,- tos de signo nacionalista, como la unidad alemana a partir deI Zoltvereut de la década de los veinte y el estremecimieoto cukural y politico q~ recorre a los pueblos eslavos. El pangennanismo y e1 paneslavismo im.. pulsan por contragolpe a su autoconciencia ai mundo anglosajón por UI\ lado, y al latino por otro: todo aquel fil6n ya meDCionado deI historio. cismo de la conciencia romántica proyectado en gran escala a la po. lítica intemacioIllll. Hispanoamericanos en contacto con esas realidades europeas, y a ~ vez observadores atentos de los primeros grandes confUetos entre Es- tados Unidos y los pa1ses dei Sur, encuentran eu las tradiciones. de bt latinidad un nuevo horizonte histórico de inspiraci6D y de cohesión p~ 1Exhumamos esc lejano antecedente sin poder pol'DUtDOrizaraqui, obviamente, los sucesivos puas de la génesis de la idea y el nombre de Am6rica Latina o La. tin~rica, cuestión sobre la cual reina aún tanta c:onfusi6ny de la que hemoa anticipado diversos elementos eu otras oportunidades, I ! i 1 163 ;-:';'AHAMmlICANlSMO Y IAnNOAMERICANISMO ~teine entre la América dei Norte y las repúblicas latlnoamericanas; pero ~.à.condición de que sea en el seno de la igualdad, de la reciprocidad, de Yla lealtad, y después de haberse retractado las teorias de los Brown .~~e los Seward, de los BIaine, etcétera." , ',:'4. EI Iatinoamerlcanism.o fundado por Torres Caicedo, encaminado ai ~:.establecimiento de una "Unión Latinoamericana" ~í enunciada desde .,:1865- result6 superado y vencido ai finalizar la décadade los ochenta 'Por el panamerlcanismo fundado por Blaine, destinado a culminar en ~'la que iba a llamarse -en 1910- "Unión Panamericana". La inmensa gravitaci6n económica J' política de Estados Unidos lo impulsó asi en la dirección oficial de los propios países latinoamerlca. nos. Por lo que a nuestro tema importa, esa gravitaci6n ejerció su peso :.sobre las ideas de uni6n continental que circularon en nuestra América . desde los tiempos de la emancipadón. l .Fue en el ámbito de la América hispánica que tales ideas se gestaron :£ y desanollaron, generando una persistente ment.alidad cOritinentalista :i, tradu~ida en reiterados proyectos Y movimientos de uni6:n, liga o Come- :deraclón. Un vasto y nco mundo de acontecimncntos y textos doctri .. narios, diplomáticos y jurídicos en tomo aI pensamiento básico de la : unión c:o?tinental, le va dando expresión en una continuidad de episo- ,.dias ongma,dos todos ellos en e~ área hispanoamericana. Pese a un pro- ': pósito comun, muchos antagOnIsmos teóricos y Pr4eticos coexisten en ~. ese mundo, no stendo menores aquellos sobre ]a inclusi6n o no de otros ::países que los hispanoamericanos en las uniones proyectadas o inten.. tadas. :' Un nombre reelbló. de manera espontánea. esa comente de pensa. .miento: .fue, a s~J el "ameri~smo:'. !lo fue, porque siendo Europa ::el enemtgo tradiCIonal, era de Aménca -también a secas- que se ,;.hablaba genéricamente. Asi era, aun cuando la unión concebida encarase \: solamente a los' países americanos de habla espaiiola. No siempre oco- ~'ma eso, porque COnstantemente reaparecia la euestl6n de la participa- :'.clón de Bstados Unidos por un lado, de Brasil y Haftí por eI otro. Dert~ suerte, el "americanismo" cIásico de fuente hispanoamerlcana con. ...tUvo desde su origen, en estado latente y a ]a vez confllctual,. a los ,)futuros "panamericanismo" y "Iatinóamericanismo". Bn esas condicio. L. nes se desenvolvió a través de aqueDas aludidos episodios, mítltiples, de .\ los euaIes los fundamentales fueron el Congreso de Panamá.Tacubaya 1-' de 1826-1828,y los dos llamados Congresos Americanos de Lima, de~~.1847.1848 y 1864-1865. ~::''. "Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de mi co- .~..razón, como la conformidad que espero de los gobiemos confederados ,j a. ~ ~te augusto acto de la América .... Bl d1a que nuestros pIe- ::.D1potenclanos hagan el canje de sus poderes se fijará en Ia historia :.diplom~tica de América una época inmortal." Asi se manifestaba Bolf. ':.var en 1824, en la hist6rica circular de Lima convocatoria deI Congreso ARTURo ARDAO . 162 nuestra América. Los crecientes temores respecto de la gran potencia . deI Norte cobran abora atro sentido en función de la idea de Iatinidad, . que determina un ví~o solidario con ]a Europa latina, aI mismo tiem- po que subraya enérgicamente -bajo un nuevo aspecto- la duaIidad de Ias dos Américas. Entre esos hispanoamericanos iba a sobresalir, . entre otros, el coJombiano José Maria Torres Caicedo. Ya en 1861, después de haber usado esporádicamente durante varias. afios ]a expresión América Latina, ]anm Torres Caicedo las bases para. ]a creacl6n de una "Uga Latino-Americana". Siguió a ello la publicación ' en 1865 -tamblén en Paris, para hacer prédica de la misma idea- de su libro Unidn Latinoamericana, completamente olvidado cuando hici- . mos su emumaclón en ocasión de su centenario. Aparte de ser, eu el aspecto biblJográfico, el primero localizado hasta ahora de titulo latino- americanista, la propià expresi6n de dicho titulo antecedia en nueve. lustrdS a la de "Unión Panamericana" (entronizada en 1910). En ese libro se alzaba contra la doctrina deI "Destino manifiesto" tal como hab1â sido actualizad.a por el presidente Buchanan en su mensaje a las Cámaras de 1857, eu un brutal tono de "imperialismo de la raza". Y fue también el suyo un nuevo Ienguaje, inseparabIe de Ia novedad histórica de] término América Latina; el Ienguaje de un latinoamericanismo de- fensivo, de sentido humanista y universalista. Siendo el verdadero fundador de ese latinoarnericanismo, Torres Cai. cedo fue adem4s su apóstol hasta los últimos afias de su vida. Por coin- cidencia simbólica, falleció en 1889, afio de la consagración deI pan- americanismo, contra cuya idea se opuso enérgicamente desde la primera tentativa de Blaine, en 1881. Bn 1875, recordando el calificativo de "]atina" para nuestra América escribía: "Hay una América anglosajona, dinamarquesa, holandesa, etc., la hay espaftola, francesa, portuguesa y a este grupo, lqué denominación científica aplicarle sino el de latina? .. Hoy vemos que nuestra prác. tica se ha generalizado; tanto mejor:' Bn 1879 promovió en Paris la fundacfón de tma sociedad denominada "Uni6n Latinoamericana", de la que 10gnS ai afto siguiente Ia instalación de una filial en Roma, aI mis- mo tiempo que el reconocimiento de su existencia legal por el gobierno francés. En 1882,.en fin, en un extenso ensayo titulado "La América Anglosajona y la América Latina", enfrentabà a BIaine y su paname- rl~mo,.en ger.men, en párrafos como éstos: "Çon~s para la Uni6n Latinoamericana, todos los que se quiera: la "idea de la Uni6n será un dia un hecho hist6rico; pero que esos Con. gresos tengan lugar en el territorio latinoamericano, a fin de buscar los medios de resistir, de unimos y de hacer frente a todos aqueIIos -europeos y americanos- que tengan la pretensión de subyugarnos. Después de las teorias deI 'Destino manifiesto', proclamadas con más energia en 1881, el CongresO de las dos Américas en Washington seria una falta poUtica de parte de los latinoamericanos. Y sin embargo, no deseamos más que una cosa: que Ia amistad más estrecha y más cordial tomarse por un mero escrúpulo de etiqueta internacional, es realmente una condición esenciaI de la eficacia y la autoridad dei Congreso." EI canciller de Costa Rica contcstaba cn el mes de agosto: "Sobre la participación que en este asunto deba el gobiemo de los Estados Unidos de Norte América, mi gobierno cree que si se tratase de intereses continentales en su más lata acepción; si se tratase tan sólo de precaver los peligros q~e de parte de Europa nos pudiera ama. gar, este participio y acción común serían indispensables; empero, para nuestras fraccionadas y débiles nacionalidades, para nuestra raza tenida en menoscabo, para nuestras sociedades e instituciones a media canso-- lidarse. hay otros peligros en este continente, contra los cuales Iorzoso es también precaucionarse. No siempre rigen los destinos de la gran República hombres moderados, justos y probos, como los que forman Ia Administración Lincoln; alli hay partidos cuyas doctrinas pueden ser fatales para nuestras mal seguras nacionalidades, y no debemos echar en olvido las lecciones deI tiempo pasado, ni que a la intervención eu. ropea, aunque tardia. debió Centroamérica el que se pusiera ténnino a las expediciones vandálicas de los filibusteros en los afias 1855'8 1860." Asf trabajado por su contradicción congénita, el viejo "americanis. mo" iba a morir deI todo en los anos que siguieron aI Congreso Atne. ricano (hispanoamericano) de Lima de 186+1865, en cuya ocasión el gobierno de Colombia, volviendo sobre sus pasos de dos afios atrás, iba a oponerse a la invitación' a Estados Unidos. Por la pluma, ah9ra de otro canciller, Ilegó a decir: "La América de origen espaAol, orgullosa de su independencia y deseando conservarIa con dignidad, debe bas. tarse a si misma, sin buscar nunca el arrimo de ajeno poder." Antes y después de dicho Congreso un movimiento intelectual y poli- tico unionista fundado en Valparafso en 1862, bajo la presidencia dei general de la independencia Gregorio Las Heras, alcanzó gran difusión en varios países de América dei Sur. No obstante suoexclusiva referencia a Hispanoamérica, recibió la típica denominación de "Uni6n America. na", expresión tantas veces usada, entonces como abora, paranomb~ar sólo a Estados Unidos. Fenómeno de masas como lleg6 a ser, inclUSIve con caudillos montoneros como el argentino Felipe Varela, constituyó eI canto deI cisne de aquel viejo "americanismo" Ilegado a lU ocaso. A fines de la misma década se hallaba agotado. • Expedito debió quedar entonces eI camino para el Iatinoamericanis- mo. cuya fórmula concretaba por los mismos afias Torres Caicedo en Paris, con su primer enunciado de la "Unión Latinoamericans.". Pero no le fue fácil imponerse. No estaban preparados nuestros. países para la inmediata asimiladón de los nuevos ténninos, expresi6n de nuevas ideas. América Latina, Latinoamérica, latinoamericanismo, como concep. tos y vocablos, debieron ser aceptados poco a poco de este lado dei Atlántico. Acogidos sucesivamente por algunos grandes hispanoamerica. nos como Francisco Bilbao, Eugenio Mana de Hostos, Cecilia Acosta y José Martí, fueron resistidos o desdeiíados por otros, desde México ARTURO AJWAO de Panamá. "América" sin más, aunquc se dirigiera sólo a las repúblicas americanas "antes colonias espafiolas", como ]a misma Circular dice: las repúblicas de Colombia, Méxic~, Rio de la. PI~t~, Chile y ~entroamé- rica. Sin embargo, Santander, preslde~~e en ~JerclclO de la pnmer~, ~on la compaiíía de México y Centroarncnca -mformando a postenon a Bolívar- extendió de inrnediato la invitación a Estados Unidos, como se extendió poco después a Brasil. Nad~ ~ás elocuente que tal~s ina.r- mónicas actitudes en aquel momento umco, para poner en eVidencia la íntima contradicción dialéctica -alimentada por la ambigüedad de la invocación a "América" que desde su raíz histórica albergó eI viejo "americanismo" de la comunidad hispanoamericana. Esa contradicción se fue volviendo conflictual (especialmente desde , la invasión de México por Estados Unidos, a fines de la década de los cuarenta). a medida que el peligro norteamericano crecfa, sin desvane- cerse por su parte el europeo. ~~ termi~ología siguió sie.ndo "am~ri- canista": Congreso Americano, Umon Amencana. ~onfederaclón Ame~lca- na Federación Americana son, entre otras, expreslOnes que las suceSlvas ge~eraciones hispanoamericanas prodigan para referirse casi. siempre a Hispanoamérica. si bien eran aplicadas no só10 a la totahda~, dei hemisferio. sino también -para aumento de Ias fuentes de confuslOn- usadas en determinado sentido, sólo para Estados Unidos. Profundamente lógica en su génesis y proceso desde el punto de vista histórico, Ia contradicción culmina en las postrimerías deI tercer cuar- to deI siglo XIX. Pera desaparece como contradicción interna en el seno de una corriente para reaparecer desdoblada en dos nuevas co- rrientes llamadas a una secular confrontación: Iatinoamericanismo y panamericanismo. En cuanto a los términos en que entró en su fase de culminación, puede verse a través dei siguiente intercambio diplomático entre dos países hispanoamericanos, en 1862. Deda en eI mes de junio eI gobierno de Colombia ai de Costa Rica: "EI modo más fácil y efectivo de alcanzar la deseada reuni6n de un Congreso Internacional Republicano, seria acreditar cada una de nues- tras Repúblicas un Ministro Plenipotenciario cerca dei gobierno de Es- tados Unidos de América, y a la sombra de su grande autoridad y con el decisivo apoyo de su concurso instalarse en Congreso, sin afanes para hacerlo, sin esfuerzos bajo cicrtos aspectos contraproducentes, y con la madurez de un acto bien premeditado. Los usos internacionales, de acuerdo con la razón, han establecido que se debe deferencia a Ias na- ciones superiores en poder y antigüedad, y que es en torno a ellas que las demás se congregan cuando van a decidir sobre asuntos que a todas conciernen. Invertir este orden de cosas es aventurar, cuando no frus- trar~ el buen éxito de lo que se intenta. Si eI gobierno americano queda fuera dei Congreso, las dccisiones de éste carecerán de toda la autoridad que deben tener ante la Europa; si se le lIama cn calidad de invitado, asistirá como simple testigo de lo que se haga, pareciendo que no lo acepta, lo que será peor que no asistir. De manera que esta que pudiera ' I'ANAMERICANISMO Y LATJNOAMERJCANlSMO 165 ~:~PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 167 ,~~'. ~;!~~~, "Hasta la conferencia de Santiago (V Conferencia Panamericana, en :;~'1928), celebrada en los anos posteriores a la primera guerra mundial, Jif~tes más bien pobre e] balance de resultados que arrojan las conferencias ~;}:,::;panamer~canas.A el!o contri~)Uyela desunión profun~a en!re Nortea~é- :f,'", rica e HIspanoaménca, manifestada no sólo eo la dlsparldad de ente. j:>,. rios en las cuestiones más fundamentales de la vida de relación, sinof;:~,eo el apogeo que alcanza el imperialismo norteamericano durante las ~k: dos primeras décadas de nuestro sigla. Casos de imperialismo tan inne. f'i}) , gable como la creación artificial de Panamá, con la soberanf~ adquiridar'~. por los Estados l!nidos en la Zona de! C~nal; la guerra lmpuesta a !;~~,.' Espana en la cuestlón de Cuba, a la que SlgulÓ,.como doloroso epílogo, la ~.,' humillación de la Emnienda Platt, no eran clertamente para despertar en nadie deseos de un acercamiento mayor. A estos actos siguió aún el coroJario de la doctrina Monroe afirmado por Teodoro Roosevelt; co-- rolaria en que se enuncia con carácter programático la intervención norteamericana, financiera y militar en los países deI Caribe. Esta poU. dca fue aplicada hasta la época deI presidente Wilson y de sus inme. diatos sucesores. .. Lo único que en todo este periodo transcurrido des- de la primera hasta la quinta conferencia panamericana, tuvo progreso real, incremento efectivo, era la oficina burocrática de Washington, co- locada bajo la vigilancia deI secretario de Estado, y que de una en otra conferencia vio aumentar su poder y prestigio." La ausencia de varios países en aquella Conferencia de Santiago, en- tre ellos México, por no mantener entonces relaciones diplomáti~s eon Estados Unidos, constituyó el hasta entonces episodio crítico de más bulto. "Con todo -comenta el citado Gómez Robledo- la verdadera crisis dei panamericanismo se plante6 propiamente en la histórica con. ferencia de La Habana (1928), pues allf por primera vez pudo discu- tirse el principio sin el cual el panamericanismo no seria sino Uh mero nombre, o peor aún, una realidad ominosa, es decir, el prinçipio de no intervención." Es de preguntarse si "la verdadera crisis deI panameri- canismo" seria ésa, habida cuenta dei sentido de la transformaei6n de 1948 a cuyo propósito el mismo autor dice en otro lugar: "y como úl- tima prueba de la poca simpatfa que tuvo siempre el vocablo en cuestión (panamericano), está el hecho de que a partir por lo menos de la eon. ferencia de Bogotá, ha sido sustituido por el otro 'interameri~o' ... " Este último término había hecho sus primeras tímidas incursiones ha- cia 1945, en estudios publicados por la propia Uni6n Panamericana. Instaurada en 1948 en aquella Conferencia de Bogotá, la Organizaci6n de los Estados Americanos, con otro aparato jurídico más complejo y sistemático, remplazó a la vieja Unión Panamericana, que quedó redu- cida aI nombre de su secretaria general. La organización misma pasó a ser llamada Sistema Interamericano. Como consecuencia, el panamerica. nismo se metamorfoseó en interamericanismo. En la introducción a su tesis doctoral La Organización .de los Estados Americanos, observa el internacionalista espanol Félix Fenlández Shaw= "Léase la Declaraci6n ARTURO ARDAO 166 ~ta el Rio de la Plata: en parte hacia otro extremo, por deslumbra- lDIentosO conviceiones sajonizantes; en parte, también, por la anomalía unperial y esclavista de Brasil. A la hora en que esos factores adversos conjugaban su acción para trabar aI latinoamericanismo, el panarnericanisrno iniciaba su ascendente eatTera en la Conferencia dê 1889-1890. Se sabe cuál fue su rápido desen- lace: en lugar de la largamentefrustrada Unión Americana y de la todavia embrionaria Unidn Latinoamericana, fue aqueIla oficina comer- cial en la órbita burocrática de la Secretaria de Estado deI gobiemo de Washington, la que poco después seria bautizada con el nombre de :~ Unión Panamericana. S. EI viejo uamericanismo" de cuno hispanoamericano, después. de 1890 quedó definitivamente desdoblado en "panamericanismo" y "Iatinoame- ricanismo". Cada uno de estos movimientos siguió desde entonces su propia (aunque no independiente) evolución. Pasaron los dos por diversas etapas interpretadas de maneras muy dis- pares, según eJ momento. En ténninos generales, se podria sefialar el afto 1948 como moj6n histórico para ambos, el más importante desde eJ ~unto de vista institucional después de 1890, aunque por razones distintas en uno y otro caso. En 1948, el "panamericanismo" experimen- ta su mayor transfonnaci6n eon su conversi6n terminológica en "inter- :unericanismo" y la creación de la Organización de los Estados Ameri- :': :anos; en ese misme-afio eI latinoamericánismo es aeogido por primera vez en la denominaci6n oficial de un organismo internacional aI cons- tituirse en el seno de las Haciones Unidas la Comisión Econó~ica para \mérica Latina, CEPAL La estricta coincidencia de afio no dejó de ser casual. No asi la de C?S hechos mismos, como fenómenos de época. Por distintas que"hayan ado .sus características y separados sus escenarios, un nexo profundo os VIncula.El mismo debe buscarse en la evoluci6n de las ideas sobre ,1 panamericanismo y el Jatinoamericanismo en América Latina, como :onceptos confrontados y por momentos enfrentados. Producto históri- :amente indivisible de tal ev()lución en la primera mitad deI sigla xx, ue aquel doble desenlace coetáneo de 1948: fenómeno de revisión or- ," :ánica deI panamericanismo en el marco regional; fenómeno de recono- :~ento ?~I latinoamericanismo en el marco internacional. Bajo otra az, la esclsl6n produjo por un lado la crisis deI panamericanismo y, por :1 otro, el surgimiento dei latinoamericanismo. . La exp~si~n "cris.is deI panamericanisrno" ha sido aplicada a diso mtos eplsodlOSY C1I'CUDstancias.Asi lo acredita una profusa biblio- ~a. Como.planteamiento significativo de la cuestión, acudimos ai si- Ulente pasaje deI capítulo titulado precisamente "La crisis deI pan- mericanismo:', de la obra Idea y experiencia de América, publicada en 958 por el fIlósofo, internacionalista y diplomático mexicano Antonio;6mez Robledo: . >- de Panamá de 1956de los jefes de Estado de las Repúblicas americanas: 5610 se cita una vez la palabra panarnericanismo, y eo varias ocasiones aparecen el vocablo y Ia idea interamericanista." Tal metamorfosis no impidió, sin embargo, que sucesivas crisis fueran marcando su existencia hasta nuestros dias, ai compás dei agitado proceso histórico deI con- tinente. Pero si en el expresado sentido el panamericanismo se metamorfo- seó, en otro caducó. Caducó en su significación tradicional de panismo, es decir, como doctrina o movimiento destinado a inte.rpretar la unidad ideal dei conjunto de naciones dei hemisferio americano. Esa uni- dad ideal no existia de antemano, y el panamericanismo no logró crearla infundiéndole un espfritu que le fuera propio, porque no lo lenfa. Por el contrario, sirvió cada vez más para hacer resaltar en lugar de Ia unidad, la dualidad. Sintomático es que desde mucho antes dei episodio de 1948, pero notoriamente después de éI, se habJe cada vez menos de "Panamérica" para habIarse cada vez más de "Ias Américas", expresión antitética de aquélla. De ahf entre esas Américas, no ya "pan", ni si- quier, "intra" sino "inter-americanismo". .Ese proceso de descaecimiento y crisis deI concepto de panamerica- nisr,noha tenido por agente eI pensamiento crítico de América Latina. Se hizo sentir en los gobiernos mismos,. pese a que persistentes co- mentes oficiales tendieron una y otra vez aI apuntalamiento. De n.o haber sido ~f, dicho proceso no hubiera tenido por ocasión y teatro para sus manifestaciones más ostensibles a las propias conferencias panamericanas. Pero tenía 5U fuente primera en la opini6n pública con- tinental. La crisis dei panamericanismo resultó de la crítica deI pan- americanismo producida en niveles académicos, políticos y culturales, y que fue inseparable de la afinnación y propagación correlativas deI la- tinoamericanismo. En definitíva, un solo y único proceso abarcando en interacción dialéctica a ambas concepciones unionistas. Surgido a mediados dei sigla XIX en los círculos hispanoamericanos de Paris, el latinoamericanismo apenas había dado sus primeros pasos proselitistas en nuestros países antes de 1890. Desde entonces hasta 1948 iba a mantener deI PW1tO de vista oficial, Ia condición de concepto sumergido. Pera enun ascenso creciente, que daria razón de su emer- gencia en ese afio a la superficie dei orden jurídico internacional. Después de la frustración que le significó el advenimiento deI pan- americanismo, la idea latinoamericana aceleró sus progresos hacia 1900, en particular después de la guerra hispano-americana de 1898. Ya en toda la segunda mitad dei siglo pasado había dado nombre a algunas campaftas, sociedades, reuniones, institutos, libros y revistas, más o menos dispersos. Desde fines deI mismo, reforzada por el advenimiento de Brasil a la comunidad republicana, espoleada por una sucesión. de agresivos avances norteamericanos y también culturalmente impulsada por sectores de la inteligencia francesa, la conciencia latinoamericanista I Cuando la creación de la UDUAL, en el Primer Congreso de UDlwrsl~es Lati- noamericanas (Guatemala, 1949) en e1 que nos tocó participar, la expresi6D América Latina fue todavia resistida por algunos congresistas COD IU'JIIIDCIltol que hoy DO tendrían lugar. 169pANAMERICANISMO Y LATINOAMERlCANISMO 'se expande y se intensifica mediante la multiplicacióD creeiente de . aquellos mismos medios. Fue en ese contexto de época que tuvo el A.riel .;.de Rodó su privilegiado destino continental. Ha quedado clicho lo que en esa expansión hubo ele reacción contra .:'eI panamericanismo. De los abusos de éste ya habfa becho profec1a Mar- r ti en su recordada nota dei 2 de noviembre de 1889, que antes que una más en la sene de sus cronicas de la Conferencia de Washington fue un verdadero ensayo sobre su historia, elementos y tendencias. La de- nunció allí como fiel planteamiento desembozado de la era deI predo- minio de los Estados Unidos sobre los pueblos de América"•.Afiadiendo: "Y es lícito afirmar esta, a pesar de la aparente rnansedumbre de la convocatoria, porque a ésta, que versa sobre lasre1aciones de los Es- . tados Unidos con los demás pueblos americanos, DOse la puede ver como desligada de las relaciones, y tentativas, yateDtados confesos, de los Estados Unidos en la América, eu los instantes. mismos de la reu- nión de sus pueblos sino que por lo que SOB est8s relaciones presentes se ha de entender cómo ~.r4n, y para qué, las venJdems." En 1922, en histórico discurso de saIutaci6n a 'José Vasconcelos eu Buenos Aires, en nombre de los escritores argentinos, demmciaba José Ingenieros lo que efectivamentehabfan llegado a ser huta ese .momento, esas relaciones "venideras": en Puerto Rico, Cuba, Máico, Nicaragua, Colombia, Haitf, Guayanas. Y exc1amaba: "Creemos que .DUestras na. cionalidades están frente a un dilema de hierro. O eD~ sumisas y alabar la Unión Panamericana (Américapara los norteamericanos), o prepararse en comÚDa defender su independencia, ecbando las b~ de una Unión Latino-Americana (América para los latinoamericanos)." Tres afios más tarde fundaba, también en Buenos Aires, una instituc16D denominada "Unión Latinoamericana" retomando, segurmnente sin sa. berlo, la consigna que sesenta afios atrás habfa lauzado Torres Caicedo por primera \'ez en el título de su clásico libro de 1865. Ni ese Di otros empeõos coincidentes que siguenirradi4ndose logran reconocimiento oficial, hasta que en 1948, en el ámblto mú libre de las Naciones Unidas, nuestras repúblicas obtienen la ya mencionada crea- ción de la CEPA!.. La expresión, y por lo tanto el ccmceptoAmérica La- tina, iniciaba su proceso de institucionalización iDtenaacional. Lo hacfa a la hora eo que, en el propio marco deI sistema iDteramericano, se desplazaba a un pl&nosecundario la tan C9mbatidaaprea16n Pan Am. rica. De alú en adelante, como casos especialmente repnsentativos: en 1949 la Unión de Universidades de América LatiDa,UOVAL: I en 1961 la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio,ALALC; en 1964el Parla-, mento Latinoamericano, P.UÃ; en 1969la ComisiÓD'Bcon6mica de COor- ARTURO AJIDAO168 diDadón Ladnoamcrlcana, CBCIA; en 1975el Sistema Económico Latino- americano, SBI.A. AI IJ18l'BeIl dei crror o acierto en la concepción teórica o Ia práctica de cada una de ellas; ai margen, igualmente, deI juego de tendencias doctrinarlas o diplomáticas que segón las circunstancias históricas oca- sionaIes las hayan impulsado o impulsen, todas esas instituciones tienen el superior sipificado comW:tde jalonar la incontrolable consagración dei latinoamerlcanismo en el campo dei derecho internacional, en el triple orden econ6mico, político y cultural. Todo ello en medio de un torrente de bibliografia y hemerografía que, especialmente en las déca- das de los sesenta y los setenta, impone a escala universal la idea y el nombre de América Latina. 6. Bi panamericanismo, con su consiguiente forma, el interamericanis- mo, CODstituyeUD caso de regionalismo, fenómeno propio de la historia modemay contemporánea en el ámbito de las relaciones internaciona- les. EI primero en el tiempo, a la vez que juridicamente el más desarro- Uado de todos los que se constituyeron con posterioridad a él. CuaI- qufcra que sea su evoluci6n ulterior, en la medida en que subsista no podrá llegar a ser otra cosa que eso: un regionalismo, es decir, una organizaci6n regional supranacional, intermediaria entre el estado na- cional y la comunklad internacional mundial. De muy distluta natura1eza es el latinoamericanismo. Desde la pers- pectiva filos6fica de la historia, profundo error para algunos resulta concebirlo como un simple regionalismo, y menos como un subregiona- lismo (o Iea, UD regionalismo menor subsumido en el regionalismo mayor deI panamericanlsmo o el interamericanismo). Si América o Pan- américa (de aW penamericanismo), asi como Las Américas (de allf interamericanismo), ronnotan una región geográfica, América Latina o Latlnoamérlca (de alJf latinoamericanismo), constituye, en ese momento, una nacionalidad. Una nacionali dad en proceso histórico de organiza- d6n, como lo fueron en el siglo XIX --en otra escala- Alemania o ItalIa. Y por eDo, más que UI7. regionalismo, aunque de éste presente muchos aspectos transicionales, e{ Iatinoamericanismo fue interpretado eu aqueDa época como un nacionalismo, en cuanto expresión de una verdadera conclencla nacional, solfa decirse. "Las dos nacionalidades de América", "las dos nacionalidades deI continente", repetia Marti en su nota deI 2 de noviembre de 1889,cuan- do la fundaci6n dei panamericanismo, para referirse a la dualidad de las Américas sajona y latina. De una sola "patria magna", que reuniera a. Ias patrlas hermanas de sangre, habían hablado antes los "grandes pr6ceres" de la Independencia y tantos otros que siguieron. "Yo cref slempre que en la América nuestra no era posible hablar de muchas BIBUOGRAF1A 111,ANAMIDUCANISMO Y LAnNOAMBIICANISMO -õRIGINAL , ICEt~TR } (J)PIA-S tCLCH c..EPD."Li~:CA ~ P:~..~~~T;._S~~l".("~:;'.,.2, Amadeo, Mario, Polftictl intemaciona1. Los principios y los laeclaos, Buenos Alres, 1970. Barcia Trelles, Camilo, Doctrina de Monroe y cooperaci6n interruzcional, Ma- drid, 1931. CuevasCanéino,Francisco,Del Congreso de Panamd a la Cmrferencla de Ca- racas, 1825-1954, Caracas, 1955. Femández Shaw, Félix, La Organi~ación de los Estados Americanos, 2. ed., Madrid, 1953. GómezRobledo,Antonio,Idea y experiencitz de Am~riC4, México,1958. Martf, José, Polltica de nuestra América, México,Siglo XXI, 1977. Rodó, José Enrique, Obras completas. Torres Caicedo,José Mana, Unidn Latino-Americana, Paris, 1865. Varias, América ÚltiruJ era su literatura, México, Unesco-Slglo XXI, 1972. Varios~ "Hispanoam~rica en lucha por su Independenda", Cutulernos Ame- ricanos, México, 1962. Yepes, Jesús Mana, Del Congreso de Panamd a la Conferencia de Caracas, 1826-1954, Caracas, 1955. lea, Leopoldo, América en la histo ria, México, 1957. patrias, sino de una patria grande y única", diria después Roel6 en el . Congreso de Chile, cuando la celebración centenaria de 1910. Y como él, hasta nuestros dias, hay todavia quienes creen que por encima de las discrepancias ideológicas o de los partidos políticos se puede seguir pensando en este ideal. i. ARTUROARDAO170 00000001 00000002 00000003 00000004 00000005 00000006 00000007 00000008
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