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Mead sobre a pessoa

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166 GEORGE H. MEAD
organismos individuales que son micmbros de una sociedad; no per¡
el organismo individual aislado de orros organismos individualc¡.
El espíritu surg€ en un proceso social, sólo cuando ese proccro,
como un todo, entra en la experiencia de cualquiera de los individuo¡
dados involucrados €n ese proceso o está presente en elta. Cuando
tal ocurre, el individuo tiene conciencia de sí y tiene un espíritu;
se torna consciente de sus relaciones con ese proceso como un todoy con los otros individuos que participan en dicho proceso juntr.
mente con é1. Adquiere conciencia de ese proceso en cuanto modi.
ficado por las reacciones y las interacciones de los individuos -in-cluso él misme- que lo están llevando a cabo. La aparición €Vo.
lutiva del espíritu o la inteligencia ocurre cuando el conjunto del
proceso social de la experiencia y la conducta es internalizado en
é1, y cuando la adaptación del indíviduo al proceso es modificad¡
y refinada por la p€rcatación o la conciencia que él tiene del propio
proceso. Es mediante Ia reflexión que el proceso social es internali.
zad,o en la experiencia de los individuos implicados en él; por
tales medios, que permiten al individuo adoptar la actitud del
otro hacia é1, el 'individuo está conscientemente capacitado paraadaptarse a ese p¡oceso y plal,a modificar la resultante de dicho pro-
ceso en cualquier acto social dado, en términos de su adaptación al
mismo. La reflexión, pues, es la condición esencial, dentro del pro-
ceso social, para el desarrollo del espíritu.
PARTE III
LA PERSONA
18. L¡ PTNSONA Y EL ORGANISMO
En nuestra exposición del desarrollo de la inteligencia hemos
sugerido ya que el proceso del lenguaje es esencial para el desarrotlo
de la persona. La persona posee un carácter distinto del organismo
fisiológico propiamente dicho. La persona es algo que tiene des-
rrrollo; no está presente inicialmente, en el nacimiento, sino que
surge en el proceso de la experiencia y la actividad sociales, es decir,
se desarrolla en el individuo dado de resultas de sus relaciones con
ese proceso como un todo y con los otros individuos que se encuen'
tran dentro de ese proceso. La inteligencia de las formas inferiores
de la vida animal, como gran parte de la inteligencia humana, no
involucra una persona. En nuestras acciones habituales, por ejemplo
?n nuestras idas y venidas Por un mundo que existe simptementey al cual estamos adaptados de una manera, que no involucra
ningún pensamiento, existe cierta proporción de experiencia sensorial,
tal como la que tienen las personas cuando acaban de despertar, un
simple "estar allí" 1. Los caracteres que nos rodean pueden existir en
la experiencia sin ocupar su lugar en relación con la persona. Natu-
ralmente, en tales condiciones uno debe distinguir entre la expe'
riencia que tiene lugar inmediatamente y nuestra propia organi-
zacíón de la misma en la experiencia de la persona. Luego de efec-
tuar un análisis, uno dice que cierto objeto tenía su lugar en su
experiencia, en la experiencia de su persona. En forma similar, or-
g"nir"¡¡o, normalmente nuestros recuerdos al hilo de la persona. Si
asignamos una fecha a las cosas, las fechamos siempre desde el punto
de vista de nuestras experiencias pasadas. Frecuentement€ tenemos
1 En el original inglés, therene¡¡' (N. del T.\
168 GEORGE H. MEAD ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 169
tecuerdos que no ¡rodemos fechar, que no podemos ubicar. De pronto
se presenta ant€ nosotros una imagen y no podemos explicar dóndc
tuvo lugar esa experiencia. Recordamos en forma perfectamente dic-tinta la imagen, p€ro no podemos ubicarla definidamente, y no nor
sentimos satisfechos hasta que ¡ndemos ubicarla en términos dcnuestra experiencia pasada. Ello no obstante, creo que es evidente,
cuando se piensa en esto, que la p€rsona no está necesariamentc
involucrada en la vida del organismo, ni tam¡roco en lo que de-
nominamos nuestras experiencias sensoriales, es decir, la experiencia
en el mundo que nos rodea, pan el cual tenemos reacciones habi-
tuales.
Podemos distinguir bastante definidamente entre la persona yel cue4rc. El cuerpo puede existir y operar en forma sumament€
inteligente sin que haya una persona involucrada en la experiencia.La persona tiene la característica de ser un objeto para sí, y esa
característica la distingue de otros objetos y del cuerpo. Es perfec-
tament€ cierto que el ojo puede ver el pie, pero no ve ar cuerpo conpun todo. No podemos vernos la espalda; ¡rodemos palpar ciertas
partes de ella, si somos ágiles, pero no podemos obtener una exlx-
riencia de todo nu€stro cuerpo. Existen, es claro, experiencias un
tanto vagas y difíciles de localizar, wro las experiencias corporales
están para nosotros organizadas en torno a una persona. Ei pie yla mano pertenecen a la persona. Podemos vernos los pies, espe-
cialmente si los miramos desde el lado contrario de un par de bi-
nóculos de teatro, como cosas extrañas que tenemos dificultad en
¡econocer como propias. Las partes del cuer¡ro son completamente
distinguibles desde la lrrsona. Podemos perder partes del cuerpo
sin sufrir una seria invasión de la persona. La mera capaciclad para
experimentar distintas partes del cuerpo no se diferencia de la expe-
riencia de una mesa. La mesa presenta una distinta sensación de
la que experimenta una mano cuando palpa a la otra, pero es una
experiencia de algo con lo cual entramos definidamente en con-
tacto. El cu€rpo no se exp€rimenta a sí mismo como un todo, en
el sentido en que la persona, en cierto modo, entra en la experiencia
de la persona.
Lo que quiero destacar es la característica de la persona como
objeto para sí. Esta característica está representada por el término"sí mismo", que es un reflexivo e índica lo que puede ser al propio
tiempo sujeto y objeto. Este tipo de objetg es esencialmente distinto
de otros objetos, y en el pasado ha sido distinguido como conscien-
te, término que indica una experiencia con la propia persona, una
:xpcriencia de la propia lrrsona. Se suponía que la conciencia poseía
dc algún modo esa iapacidad de ser un objeto para sí misma' Al
proporcionar una explicación conductista de la conciencia tenemog
qu. bor."r alguna clase de experiencia en la que el organismo físico
pueda llegar a ser un objeto para sí mismo 2.
Cuando uno corr€ para alejarse de alguien que lo persigue, está
completamente ocupado en esa acción, y su experiencia puede des'
¡parecer en los objetos que le rodean de modo que no tenga' en
cse mom€nto, ninguna conciencia de sí mismo' Por supuesto, es
preciso que estemos muy absolutamente ocupados para que tal cosa
ocurra, Irro creo que podemos reconocer esa clase de experiencia
posible en la que no interviene la persona. Quizá ¡rodamos escla-
,..., un po.o ir" situación gracias a las experiencias bn las que'
en una acción sumamente intensa, aparecen en la conciencia del
individuo, por detrás de esa intensa acción, recuerdos y anticipa-
ciones. Tolstoi, como oficial durante la guerra, nos relata haber
tenido imágenes de sus experiencias pasadas, en medio de sus acciones
más intensas. Están también las imágenes que atraviesan velocí-
simament€ por el espíritu de una persona que se encuentra a pun-
to de ahogarse. En tales circunstancias existe un contratte entre
una experiencia que está absolutamente envuelta por una actividad
exterioi en la que no interviene la persona corno objeto, y una
acrividad de la mcmoria y la imaginación, en la que la persona
es el principal objeto. La persona es, entonces, entetamente distin-
guible de un organismo rodeado por cosas y actuando con refe-
rencia a cosas, incluso partes de su propio cue4ro. Estas últimas
pueden ser objetos como otros objetos, pelo son objetos simple-
mente presentes en el campo y no involucran una p€rsona que sea
un objeto para el organismo. Pienso que esto frecuentemente se
pasa por alto. Es este hecho el que torna tan falaces nuestras fecons'
lruccionesantropomórficas de la vida animal' ¿Cómo puede un
individuo salir fuera de sí (experiencialmente) de modo de poder
convertirse en un objeto para sí? Este es el problema psicológico
esencial del ser lrrsona o conciencia de sí, y su solución se en-
contrará recurriendo al proceso de la conducta o actividad social
en qu€ la persona o el individuo dado está implicado. El aparato
2 La conducte del hombre en 8u grupo cocial es t¿l, que.él puede convertiree
.r, ,rtt o¡j.t" fit".i mismo, hecho.{u-e-h1ce- de él r¡ pioducto.más avanzadolif á.*.tiili. -evotutivo que loc a¡imales inferiores, Fundamentalmentc,..es este
ñecho soiial -y no su pretendida posesión 
.de un alma o- espiritu de que é1, como
i;dirii;:-h" s'idó--istetios" y sóbtenatutalmente dotado v con la que no han;id; ¡;;á.; los animales inferiores- el que lo diferencia de ellos'
:*
ESPIRITU, PERSONA Y SOCIEDAD t7l170 GEORGE H. MEAD
de la razón no sería completo, a menos de que se lanzase a sí mis'
mo a su propio análisis del campo de la experiencia; o a menos
de que el individuo se ubicase en el mismo campo experiencial
de las otras txrsonas individuales con las cuales actúa en cual'
quier situación social dada. La razón no puede tornarse imper-
sonal a menos de que adopte una actitud objetiva, no afectiva,
hacia sí; de lo contrario, tendremos simplemente la conciencia, no
la conciencia de sí. Y es necesario, para la conducta racional, que
el individuo adopte de ese modo una conducta objetiva, impersonal,
hacia sí mismo, que se convierta en un objeto para sí. Porque el
organismo individual es evidentemente un hecho o elemento cons-
tituyente esencial e importante de la situación empírica en que actúa:
y sin adoptar una visión objetiva de sí mismo como tal, no pucde
actuar inteligente o racionalmente.
El individuo se experimenta a sí mismo como tal, no directa'
mente, sino sólo indirectamente, desde los puntos de vista Particu'
lares de los otros miembros individuales del mismo grupo social,
o desde el punto de vista generalizado del grupo social, en cuanto
un todo, al cual pert€nece. Porque entra en su propia experiencia
€omo persona o individuo, no directa o inmediatamente, no con'
virtiéndose en sujeto de sí mismo, sino sólo en la medida €n que se
convierte prirneramente en objeto para sí del mismo modo que
otros individuos son objetos pan él o en su experiencia, y se con'
vierte en objeto para sí sólo cuando adopta las actitudes de los
otros individuos hacia él dentro de un medio social o cont€xto
de experiencia y conducta en que tanto él como ellos están invo-
lucrados.
La importancia de lo que denominamos "comunicación" reside
en el hecho de que proporciona una forma de conducta en la que
el organismo o el individuo puede convertirse en un objeto para
sí. Es esa clase de comunicación lo que hemos venido analizando,
no la comunicación en el *ntido del cloqueo de la gallina a los
pollitos, o el aullido del lobo a su manada, o el mugido de una
vaca, sino la comunicación en el sentido de los símbolos signifi-
cantes, comunicación que está dirigida no sólo a los otros, sino
rambién al individuo mismo. En la medida en que ese tipo de comu-
nicación es parte de una conducta, introduce por lo menos a una
persona. Por supuesto, uno puede oír sin escuchar; uno puede ver
cosas que no advierte, hacer cosas de las que no tiene realmente con-
ciencia. Pero cuando reacciona a aquello mismo por medio de lo
cual se.está dirigiendo a otro, y cuando tal reacción ptopia se con-
vierte en parte de su conducta, cuando no sólo se escucha a sí, sino
que se rerpond", se habla y se replica tan-realmente como le replica
la otra p€rsona, €ntonces t.n.rno, ot'" conducta en que los individuos
se convierten en objetos para sí mismos'
Tal persona no es primariamente, diría yo' el organismo fisio-
lógico. Ei organismo fisiológico le es esencial s' pero al menos nos
es posible pensar en una lxrsona qve carczca de él' Las personas
qo. ....r, en la inmortalidad, o que creen €n fantasmas o en la
posibilidad de que la persona abandone el cuerpo' suponen una
p"rrot" completamente distinguible del cu€rpo' Es discutible hasta
i,rJ p""ro puede sostenerse con éxito esas concepciones' pero' en
rigor, nosotros separamos el cuerpo y el-organismo'-Es-justo.decir
qi" i comienzo de la p.rson" to-o objeto' hasta donde podemos
o.r, .. encontrará ei aqoellat experiencias que condujeron a la
concepción de un "doble". Los pueblos primitivos suponen que
"*iste un doble, presumiblemente 
alojado en el diafragma' que
abandona el cuerpo temporariamente durante el sueño y completa-
mente en la muerte. Pueie ser sacado del cuerpo, mediante engaños'
por el enemigo de uno y qúzá matado' En la infancia es represen-
lJo pot los"imaginarios cómpañeros de juegos que los niños crean
y g.".i"t a los cua-les llegan a controlar sus experiencias en sus juegos'
8a)Todaslaginterrelacioneseinteraccione¡¡ocialegcstán.arrrigrdasen
.i.,," üt ,^"liáiiri.r¿gT.l'ffiilT q".;;¡;- ¿;"áog todos lo¡ individuos invo'
lucrados en ellas. e"", i*ir'iiri;ldi.;r-¡; la conduct¡ ¡ocial ---que tienen su
sede o asiento definitivo;ili'" il;;;Ei.'i* ¿ü eistem¡ nervioso centr¡l del indi-vidue- son las b¡ses de dich¡ conducta' p"tiotttütt-potque cllar en ¡í misr¡ás
son sociale¡: es decir, til#.'d;'üü-;t'l;ñl;;; o'intiintot o tendencias d¿
conducta, por oarte ¿"1 
-iJá¡¡¿uo dado' au9 no puede- llevar a cabo ni datles
ero¡esión m¡nifiesta y -,¡rr1'..ür"rüli'.yoi" .ooierativa de uno o más-.de loc
otios rndividuos. Los pli..T..'iiriJiáei.or'¿. la coiducta. de loc cuales ell¡¡ ¡on
el mecanismo, .on p.o..'i''qi"';;;;;;i;;t"-involucran e más de un individuo'
ofocesos en los que "rd'if;i;;i¿"J'iái-rit.rr" ot.or individuos, 
aparte del
individuo d¡do. EiemplJs'd;'i;;;i;;;.I .*i.l.s iooáamentales que hacln su¡sir
estac bases fisiológicas d;u'.ftil;;;;á ;; las relaciones entrc los sexos (que
cxpres¡¡n el instinto t.p;;*;;;t,'cntie p"¿.te ¿-¡ijo (qoe'expr'san el instinto
orternal) y entre t".,no"""(i"i'á;p;;:;; .[ii;ttinio"gtciirio) ' Estos mecanismog
ó tendencias fisiológicos ,.¡1i""-"iii-r.nciito. v to¿i-ini"tioi, apatte.de con¡titui¡
ta base fisiolósica p¡ra ,iii'i.-iiiai.i" io.i¡ itr;;;, son también los 1na,111le¡ti.i&jü';;-;á;;lnttl.J*¿t-it "ituralez¡ humana: así' cuando nos r€terrmos 
a
l¡ naturaleza humana, ;;'t;;t;;;;;iiiitná" " "tgo qitt e¡ esencialmente. social'b) Sexual v paternalmente' asi como en -sus ateques- y defensas' las actividades
del orsanismo fisiológiio'.ü-'.á.i.lo ." .l t.ii¡¿l- áe'que el acto comenzado
rlent¡o-del orsanismo t;ig"""t; ;;;;i;ttle-"-* ltt ttt¡oot* de los otros '-' Peroi"l"iii,i"L,i,tpiiiüJi.Jti!. éir"-ír'i,tot" d.el acto-es, en estos casos, social' lo es
sólo en la medida ." or. ir--"rg"-ni.-o buo. los estímutos en tas actitudes y
c¿racleret de otras forr"ll"ptt"-ii-i'"-pfttttiat de sus ptopias reacciones' y por
medio de su conducta tiend'e a mantenei at otro como pitte' de su propio medio'
La conducta ¡eal del *il'i'a? i;;';i;;; no .r ¡nia.ár en el organismo individual;;;;:;;-d;';;;6it pauta de conducta (MS)'
ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD t7t172 GEORGE H. MEAD
La pereona, en cuanto que puede s€r un objeto para sí, cl
esencialmente una estructura social y surge en la experiencia social.
Dtspués de que ha surgido, una trrsona cn cierto modo se propor-
ciona a sí misma sus exlrriencias sociales, y así podemos concebir
una persona absolutamente solitaria. Pero es imposíble concebir
nna p€rsona surgida fuera de la experiencia social. Cuando ha sur'
gido, podemos p€ns¡¡r en una percon¿ aislada para el resto de su
vida, pero es una persone'que se tiene a sí misma por compañera y
que puede pensar y conversar consigo misma del mismo modo que
r. fri .o-onicado con otros. El proceso a que m€ he referido, de
reaccionar hacia la lrefsona de uno como otros reaccionan a ella,
de tomar Inrte en la propía conversación con ottos, de ten€r con'
ciencia de lo que uno dice y deemplear esa conciencia de lo que ee
dice para determinar lo que ee ditá a continuación, es un proceso
famiiiar para todos nosotros. Continuamente seguimos las palabras
que decimos a otra p€rsona con una comprensión de lo que decimos,
y empleamos esa comprensión en la dirección de nuestra conversa-
ción continuada. Descubrimos lo que vamos a decir, lo que varnog
a hacer, diciendo y haciendo, y en el Proceso controlamos continua-
mente el proceso mismo. En la conversación de gestos, lo que deci-
mos provoca cierta reacción en otro y, a su vez, cambil nuestr¡
acción, de rnodo que nos aPartamos de lo que comenzamos a hacer
debido a la téplica que hace el otro. La conversación de gestos €s
el comienzo de la comunicación. El individuo llega a mantener
una conversación de gestos consigo mismo. Dice algo, y eso provoca
en él cierta reacción que le hace cambiar lo que iba a decir. Uno
comienza a decir algo -supongamos 
qu€ €s algo desagr¿d¡fts-,
pero cuando está a punto de decirlo se da cuenta de que será cruel.
E[ efecto que produce en él mismo lo que está diciendo, le contiene;
se produce aquí una conversación de gestos entre el individuo y
él mismo. Por conversación significante entendemos que la acción
es tal que afx¡a el individuo mismo y que el efecto producido
sobre ci individuo es parte de la puesta en pnictica inteligente de
la conversación con otros. Por así decirlo, amputamos la fase so-
cial y Ia dejamos de lado por el molnento, de modo gue uno
habla consigo mismo como hablaría con otra frersona {.
4 Ge¡c¡almente ¡e trconoce que la¡ exprcrioner de inteligeacia cspc,cíficenrcnte
¡ociales. o el eiercicio de-lo que a'menudo ei tlam¡do "inteligincia rccial", depende
ái- U- J"r"ii¿iJ- á.1- in¿iui¿i" dado pa¡e adoptar lor papóles o "porercc en eli;r;; j;'' t";;ros individuos involuárados coñ ól cn siiuecione¡ soci¡t¿s dadrs, y
L-ñ¡¡¿" de-gu ionsieuiente scn¡ibilid¡d a las actitudes de elloc haci¡ ól.y dc lo¡
u""s t¡acie los otros] Es claro que estas erprcsionec de intcligencia cspecíficamente
Este proceso de abstracción no puede ser llevado a cabo inde-
finidarnente. Uno busca inevitablemente un público oyente' tiene
;;;;;i;;;;; ante alguien' En la inteligencia reflexiva' uno piensa
para actuar, y parc ".*t únicamente de modo que esa acción 
siga
iiendo parte de un proceso social' El pensamiento se torna prcpa-
ratorio de la acción social' El proceso mismo del pensamiento es'
naturalmente' una conversación interna que se lleva- a cabo' .Pcro
esunaconversacióndegestosque'ensucompletación,-involucra
la expresión de lo que .rio pitnt" a un público oyente' Un9 ecpara
de la conversación ,*i i" significación-de lo que está diciendo a
otros, y la tiene pt.p"ttat "1tttt de decirla' La piensa' 
y quiizi
la escribe en forma i. ,ro libro; pero sigue formando parte de
una relación ,o.irt .rJi";; ;"" se dirige a otras personas y' al
mismo tiempo, a la propia P€rsona' y tt' lt gue uno controla el
hecho de dirigirse a otras personas gracias a ú ¡eacción hecha al
propio gesto. Es ,"ttt"'io para la p€rsona que el individuo reac-
cione a sí mismo, y es esta ilast de conducta social la que propor-
ciona la conducta dt";" de la cual aparece dicha -persoT' No
conozco ninguna ot,"- io'-t de conducta ' aperte de la- lingüística'
en la que el individui sea un objeto para sí' y' hasta donde puedo
ver, elindividuo no es una persona en el gntido reflexivo' a menos
;;;;.-;;; o' o¡jtto ptt"'ti' Es este hecho el que confiere una
importancia crítica 
-"- li tornonicación' puesto que se trata de un
tipo de conducta .,, lot el individuo reacciona frente a sí mismo'
Advertimos en la conducta y experiencia cotidianas qr¡e un
individuo no quiere significar gran parte de lo que hace y dice'
Frecuentemer,,. ¿..i'noJ- q"t '"i individuo no 
es él misrno' Nos
alejamos de una entrevi'á con la conciencia de que hemos omi-
tido cosas importantes, de que hay partes de la persona que no
aparecieron .o lo qot''E diio.La'experiencia social misma es lo
que determin, r" i'oporción de p€rsona que entra t"-::T:t^:-
ción. Po, supu"sio, buena parte de la persona no necesrta ex-
social adquieren significación singular en. tirminoc de nuestra opinión 
de que
iii'"'r"itiJi;io".¿"r^""i1,'t'.iL.*ri;;".r*if i#Hi:tJ"di.,o!:!ü,üü'f;uno en el lugar de lo: otros' ::t: ::T^:-.::",::'::",.;:J;i á-iipi.si"". de inte-los ottos, oo .. t'tptit'it;i;' ;; áe los distintos asp?ctos o expresronesid**,q;::',l,';;#li'ii'ii****{**f 1*,tt".*¿i'*'-'n.Fiti."titS'l*l;:il"lFü,.1pt',"'ll'T",ti;il':iü';;'?"áopta'i""ititud
del otro, o I,s act,tolesT. 1o, o.,o,, advirtiend.ü-áe.iat 'noao.las significaciones
i';;rü::'lTtu'a*iiliiüli'+l¡t,'¿*n*it+rl¡*ü*iT,:'*'ir.ión int.tnt, con csos símbolos o gestos' ln'
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ESPIRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 175t74 GEORGE H. MEAD
presión. Establecemos toda una serie de distintas relaciones con
diferentes p€rsonas. Somos una cosa para un hombre y otra para
otro. Hay partes de la persona que existen sólo para la persona
en relación consigo misma. Nos dividimos en toda clase de dic-
tintas personas, con teferencia a nuestras amistades. Discutimoc
de política €on una y de religión €on otra. Hay toda clase de dis'
tintas personas que responden a toda clase de distintas teacciones
sociales. El proceso social mismo es el res¡ronsable de la aparición
de la persona; ésta no existe como una pen¡ona eparte de ese
tipo de experiencia.
tfna personalidad múltiple es en cierto sentido normal, como
acabo de indicar. Por lo general existe una organización de toda
la persona con referencia a la comunidad a la que pertenecemos y
a la situación en que nos encontramos. Lo que es la sociedad, el
que est€mos viviendo con gente del presente, con gente de nuestra
propia imaginación o gente del pasado, varía, ¡ror supuesto, con
los distintos individuos. Normalmente, dentro de la clase de co-
munidad, en cuanto un todo, a la que pert€necemos, existe una
lrrsona unificada, pero que puede ser quebrada. Para una p€rsona
un tanto nerviosamente inestable y en la que hay una línea de
clivaje, ciertas actividades se tornan imposibles, y esa serie de
actividades pueden separar y desarrollar otra lxrsona. Dos "mí" y"yo" separados, dos distintas p€rsonas, resultan de ello, y ésa es
la condición para que exista una tendencia a dividir la personalidad.
Se conoce un relato de un profesor de educación que desapareció, que
quedó perdido para la comunidad, y que más tarde apareció en
un campamento maderero del oeste. Se liberó de su ocupación y
se le encontró en el bosque, donde se sentía, si se quiere, más a
sus anchas. El aspecto patológico de la cuestión era el olvido, la
omisión del resto de su persona. Este resultado involucraba librarse
de cíertos recuerdos corporales que identificarían al individuo para
sí mismo. A menudo reconocemos las líneas de ruptura que nos
recoruen. Nos agradaría olvidar ciertas cosas, librarnos de cosas
con las que la persona está unida en experiencias pasadas. Tene-
mos ahí una situación en la que puede haber distintas p€rsonas,
y ella depende de la serie de reacciones sociales involucradas en
lo referente a qué lrrsona s€remos. Si podemos olvidar todo lo
involucrado en una serie de activídades, evidentemente dejamos
de lado esa parte de la persona. Tómese a una persona inestable,
ocúpesela con la conversación y al mismo tiempo oblíguesela a
fijar la atención en algo que uno está escribiendo' de modo que
oiiti.. dos líneas distintas de comunicación, y si ello se hace correc-
tam€nte, se podrá hacer que las dos corrientes fluyan de rnanera
que no se encuentren. Se puede obtener así dos series enteramente
áistintas de actividades. De esa manera' se podrá lograr la disocia-
ción de la persona del individuo. Es un proceso de- establecer. dos
clases de comunicación que separan la conducta del indivduo' Para
un individuo s€ trata ¿. ott" cosa dichay oída, y pafa el otro
existe sólo lo que ve escrito. Por supuesto' es preciso mantener una
._p"ii*.i" fuera del campo de la otra. Las disociaciones tienen
teidencia a darse cuando un acontecimiento conduce a perturba-
ciones emocionales. Lo que es selnrado sigue por su propio ca'
mino.
La unidad y estructura de la persona completa refleja la unidad
y estructura del proceso social como un todo; y cada una de lasp.*", elementaies de que está compuesta aquella trrrsona completa
refleja la unidad y estructura de uno de los varios astrrctos de ese
p-.Lo en el que.i irrdiuidoo está involucrado' En otras palabras' las-.rarias p"rrorr", elementales que constituyen la lrrsona completa' o
que es¿n organizadas en ella, son los distintos aspectot¡ de la estruc-
tura de esa persona completa que responden a los distintos as-
pectos de Ia estructura del proceso social como un todo: la estruc-
tura de la persona .ompl.la es, así, el reflejo del proceso social
completo. La otganiz".iót y unificación de un grupo social es
idéniica a la organhación y unificación de cada una de las per-
sonas que surgen dentro del proceso social en el que dicho grupo
está ocupado o que está llevando a cabo ó'
Elfenómenodeladisociacióndelapersonalidadescausado
por una ruptura de la persona completa, unitaria' en' las personas
i. qo. está comPuesta y que resP€ctivamente corresponden a los
distintos asfrctos del proceso social en que está involucrada la
Ixrson¿ y d.ntro del cual ha surgido su persona completa o uni-
iaria: tales aExctos son los distintos grupos sociales a los que
pertenece dentro de ese Proc€so.
6Launidaddelespíritunoesidéntica-a-launidaddelapetsona..Launidad
¿. r ñi.Ji"-;;t;.*íiüd"-il; ii o"i¿"¿-de toda la pauia de rel¡ciones dei" .orráo.r" y l" "*p.ri"n.i" ro.i"ter en que el individuo está involucrado, y que;; ;.fl.j;-.; ia estrúctura de la persona;pero m-uchor de los aqpecto¡ o caracteríe.
ticas de todo ese "rqo.il "" .rír* "" 
'fa- conciencia, de modo- que ta u¡idad del
espíritu e8, en u¡r *"1¡¿",- un¡- abstracciót de t¡ unidad má¡ inclu¡iva de la
pefsone.
ESPfRITU, PERSONA Y SOCIEDAD t77t76 GEORGE H. MEAD
19. L¡ s¡sp cpNÉrtc¡. DE LA PERSoNA
Ahora se presenta el problema de cómo surge, en detalle, un¡
persona. Tenemos que destacar algo del fondo de esa génesis. En
primer lugar, está la conversación de gestos €ntre animales, quc
involucra alguna clase de actividad coop€rativa. Ahí, el comienzo
del acto de uno es un estimulo para que el otro reaccione dc
cierto modo, en tanto que el comienzo de esa reacción se torn¡
a su vez un estímulo para que el primero adapte su acción a la
reacción en marcha. Tal es la preparación para el acto completo,
que al final conduce a la conducta, que es el resultado de esa prc'
paración. Sin embargo, la conversación de gestos no entraña la
rcferencia del individuo, el animal, el organismo, a sí mismo. No
es el actuar de cierta manera lo que provoca una reacción en el orgr'
nismo mismo, aunque se trata de conducta con referencia a la con-
ducta de otros. Ernpero, hemos visto que existen ciertos gestos que
afectan al organismo del mísmo modo que af.ectan a otros organismos
y pueden, por lo tanto, provocar en el organismo reacciones de igual
carácter que las provocadas en el otro. Aquí, pues, tenemos una si-
tuación en la que el individuo puede por lo menos provocar reac-
ciones en sí y replicar a ellas, con la condición de que los estímulos
sociales tengan sobre el individuo el efecto gue es probable tengan
en el otro. Por ejemplo, tal es lo que está involucrado en el len-
guaje; de lo contrario, el lenguaje como símbolo significante des'
aparecería, pu€sto que el individuo no obtendría la significación de
lo que dice.
El carácter peculiar poseído por nuestro medio social humano
le pertenece en virtud del carácter peculiar de la actividad social,
humana; y ese carácter, como lremos visto, se encuentra en el pro-
ceso de la comunicación, y, más particularmente, en la relación
triádica en que se basa la existencia de la significación: la relación
del gesto de un organismo con la reacción adaptativa hecha por otro
organismo, €n su capacidad indicativa en cuanto señalador de la
completación o resultante del acto que inicia (siendo la significa-
ción del gesto, de tal manera, la reacción del segundo organismo a
él como tal, o como gesto). Lo que, por así decirlo, saca al gesto
fuera del acto social y lo aísla €n cuanto tal -lo que hace de élalgo más que una simple primera fase de un acto individual- es
la reacción de otro organismo, u otros organismos, hacia é1. Tal
reacción es su significación, o le proporciona su significación. La
cituación social y el proceso de la conducta están aquí presupuestos
por los actos de f"t átgt"it-os individuales involucrados en aqué-
llos. El gesto surge .iit ,.'o social como un elemento sepatable' en
virtud del hecho d. ;;; t' "ttttiot'"do por las sensibilidades 
hacia
ól de otros orgarrirmos; no existe meramente como gesto en la
.*p.ii.n.i" del lndividuo aislado. La significación de un gesto para
ui orgrrrir-o, repitámoslo, se encontrará en la reacción de otro or-
ganismo a lo que t ti"l toipletación del acto del primer organis'
lro qo. dicho gesto inicia e indica'
A veces hablamos como si una p€rsona pudiese construir todo
un argufnento €n su espíritu y luego ponedo en palabras para tfas-
mitírselo a algún otro.'En "álidtd' nuestro 
pensamiento tiene lugar
p"r -.¿i. de alguna clase de símbolos' Ee posible que uno posea
en su exlrriencia la sü"ifit"ti¿" de "silla" sin que exista un sím-
bolo, pero en €se a*o" "o pensaríamos en 
"silla"' Podemos sen-
tarnos en una silla sin p""üt en lo que. hac€mos; es decir' nuestr¿
"pr."i-".i¿n a la titt"'tt" sido 
presumiblemente provocada ya en
"r.rri" experiencia, de modo 
que la significación está pr€sente en
ella. Pero si uno pi."t" en la silla' tiene que posee1"lg"1L clae dc
símbolo para ella. it;;;dt sc trat€ dc ia forma de la silla' puede
ser la actitua qo. "lopti "tgoi"" al sentarse' 
pero lo más probable
es que sea algún ti"iuoro áe lenguaje que provoca esa reacción'
En un proceso de pensamiento es "ttt"tio que exista alguna clase
de símbolo qo. po.ii ieferirse a esa significación, es decir, que tien-
da a provocar esta reacción y servir asimismo para otras Pñ¡onas en
.r. *rrti¿". Si no fuese así, no sería un proceso de pensamiento'
Nuestros símbolos son todos universales 0' No se puede decir
nada que ,." "bsotuirmente particular; cualquier 
cosa que-uno diga'
que tenga alguna tig"ifi*tiá"' es.r¡niversal' Se está diciendo algo
que provoca una t""*iOn específica en alguien siempre que el
simbolo exisb para ese alguien' en su experiencia' ' como existe
;;;; ;"". Exisie el lenguaie hablado v el lenguaje de las manos'
o El pensamiento sc efcctúa en términos o oor medio de universale¡' lJn
univer¡al interpretado ex Ht*" ;;d;;;iil. tt;ial iimplemente' el acto ¡ocial
cn cuanto un rodo,-.'i'i"li.it"¡t-lt 
-otg.oi"t.ión e iiterrelación de todo¡ tos
lo¡ bdividuo¡ ¡eufudoa ;';i *;;;1i"cia¡"al control de suc reaccione¡ manifiesta¡''##;;;;i"" a. r". ?iriini"r'"i*o¿er .e interacciones individualcs en un acto
social dado, con reterJ,i.t;'il il;;;;;iJ¿i á. t.r migmas eh cuanto_ ¡ettizadasoor ros propios inoividuos, ec lo que queremos significar cuando h¡bramos de
un universal; V ¿f" ¿'e-tir"rrri"" ir1""r 
-r.Jirr. lrt-!.ttüittts reacciones explícitas de
los individuos i""oloilii*'?i t!-tJq" *9t"i' "i ttt que dicho acto s¿ refiera
.1 un oroyecto .orr.r.,I"i."".o'"iq;i.t-;úJ-i.o;o la retación de los medios físico¡v sociiles para los fin-es-áeseadós) o .a u-n-a discusión puram€nte abstr¡cta' como'
álii'ii"i'" li'iii'r?"-¿t it-'J"tividaá o las ideas platónicas'
ESPIRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 179
178 GEORGE H. MEAD
y puede haber también el lenguaie de la expresión de las faccioner.
úno po.d. expresar lrna o alegría y provocar cieffas reacciones. Hay
pueblk primilivosque pueden mantener complicadas conversaciones
mediante el solo empleo de las expresiones faciales. Aun en tate¡
casos, la lrrsona que se comunica es afectada por la exPr€sión del
mismo -odo qo. eslxra que la otre p€rsona sea afectada' El pen-
samiento siempre involucra un símbolo que provoca en otro la misma
reacción que provoca en el pensador. Dicho símbolo es un univer-
sal de raciocinio; es de carácter universal. Siempre suponemos qu€
el símbolo que empleamos provocará en la otra persona la misma
reacción, siempre que forme parte de su mecanismo de conducta'
Una person" io" di.. algo, se está diciendo a sí misma lo que dice
a los iemás; de lo contrario, no sabe de qué está hablando'
Naturalmente, en la conversación de uno con otros hay una
gran parte que no provoca en la persona la misma reacción que des-
pi.rt" en los otros. Esto es particularmente cierto en el caso de las-actitudes emocionales. (Ino trata de amedrentar a alguien; pero no
trata de am€drentarse a sí mismo. Además, existe toda una serie de
valores dados, en el lenguaje, que no tienen carícter simbólico' El
actor tiene conciencia de esos valores; es decir, si asume cierta actitud,
tiene conciencia, como decimos, de que esa actitud representa pena'
En ese caso, está en condiciones de responder a su propio gesto' en
algún sentido, como lo hace su público. No se trata de una situa-
cién natural; uno no es actor durante todo el tiempo' En ocasiones
actuamos y nos pfeguntamos qué efecto tendrá nuestra actitud, y
puede que empleemos deliberadamente cierto tono de voz para
prouo."t cierto resultado. Tal tono provoca €n nosotros la misma
ieacción que la que queremos provocar en algún otro' Pero una
gran parte de lo que ocurre en la conversación no tiene esta caracte-
rística simbólica.
Es tarea, no sólo del actor, sino también del artista, encontrar la
clase de expresión que provocará en otros lo que está sucediendo en
é1. El poeia lírico tiene una experiencia de belleza con un estremeci-
miento-emOcional, y, como artista que emplea palabras, busca aque'
llas que responderán a su actitud emocional y que despertarán en
otros la actitud que él mismo tiene. Sólo puede pon€r a prueba sus
resultados en sí mismo, viendo si las palabras provocan en él la
reacción que quiere pfovocar en otros. En cierto modo, se encuen-
tra en la misma situación que €l actor. La primera experiencia di-
recta e inmediata no reside en la forma de comunicación. En este te-
freno tenemos una aclaración interesantísima por parte de un Po€ta
de la talla de Wordsworth, que se interesaba mucho en la técnica
de la expresión poética' Wo'dsworth nqs explica' en sus prefa-
cios y t"-bi¿r, en sus poesías' cómo .surgían sus poemas' en cuanto
;;;;* -y nunca lu i*pt'i""tia 
misma era el estímulo inmediato
;;iañ expresión de la misma' Este proceso de encontrar en el len-
guaje la expresión q";;;Ate la emoción ottora experimentada' se
lleva a cabo más fácilmente cua"do uno trata con el recuerdo de ella
que cuando r" .t.oat,,." uno €n mitad de experiencias extáticas como
;;.ih por las cuales pasó Wordsworth en su contacto con la natu-
nleza. IJno ticne que experimcntar y ver cómo la expresión dada
.iro."¿.-" t"r..".tiontt q"t se sufren ahora en los levísimos re-
cuerdos de las experi.Li"'- Alguien dijo una vez que tenía grandes
dificultadcs p"r" .,tt-iUi' pot'i"i pos€ía- muchas ideas pero no podía
.""t.t"ft el lenguaje quJnecesitaba' Se le dijo' correctamente' que
it p".ti" ,, .r.ribíi con palabras' no con ideas'
Gran parte de nuestra conversación catece de este carácter 
ge'nui-
nanente estético; t"-i"'ttttt parte de ella no sentimos deliberada-
mente las emociones que provocarrlos' No usamos normalmente
estímulos de lenguaje para provocar en nosotros la reacción €lnocio-
nal que estamos provocando en otros' Por supuesto' uno siente
,i-piri" en las situaciones emocionales; pero lo-q-le busca cs' en
fin de cuentas, lo que en el otro respalda al individuo en su pro-
pil ..p.ti."cia' En el caso del poeta y el actor' el estímulo provoca
en el artista lo que despierta ei el otro'.pero no es ésa la,fu¡ció¡r
,t'"torrf del lenguaje; no suponemos que la persona-que esté rurlosa
provoque en sí el ,trno' q'it €stá provoc"'áo utt alguna otra' La
irrr. i**i.nal de nuestro acto no provoca ditectamente €n nos-
otros la reacción que provoca en el otro' Si una persona se muestra
hostil, la actitud dti ;;;t ti lt qot ella está interesada -r¡¡¿ ¿6¡i-
tud que fluye natutalmente de su tono airado- no es una actitud
;;; ;*.t";a definidamente en sí misma' No nos asustamos por
un tono que podamos emplear para asustar a algún otro' Por el lado
emocional, qu€ es una parte sumamente grande del gesto vocal' 
no
provocamos en nosotros' en proporción semejante' la reacción que
provocamos en otros como 1o hacemos en el caso de la conversación
significante. En ésta tenemos que provocar en nosotros el tipo 
de
reacción qua despertamos en otros; tenemois que saber lo que esta-
mos diciendo, y la actitud del otro, que provocamos en nosotros
mismos, controla lo que decimos' Racionalidad significa que el tipo
de reacción qo. p*ot'mos en otros debería sel provocado del mis-
ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD t8l
illil'
iliilljii
180 GEORGE H. MEAD
mo modo en nosotros, y que esa reacción, a su vez' debería ocuper
su lugar en lo tocante a determinar qué otra cosa diremos y haremor.
Lo esencial para la comunicación €s que el símbolo despiette en
la persona de uno lo que despierta en el otro individuo. Tiene quc
tener esa clase de universalidad para cualquier p€rsona Que se eñ'
cuentre en la misma situación. Existe una posibilidad de lenguajc
cada vez que un estímulo puede afectar a un individuo como afect¡
a otro. En el caso de una persona ciega como Helen Keller, se trata
de una experiencia de contacto que podría ser dada a olro como le
es dada a ella. Con esa clase de lenguaje fué construído el espíritu
de Helen Keller. Como ella lo ha reconocido, sólo cuando logró
€ntrar en comunicación con otras lrrsonas por medio de símbolos,
pudo provocar en sí las reacciones que ellos provocan en otras pergo-
nas, a fin de obtener lo que denominamos un contenido mental, o
una p€rsona.
Otra serie de factores básicos en la génesis de la persona está
representada por las actividades lúdicas y el deporte'
Entre los pueblos primitivos, como he dicho, la necesidad de
distinguir entre la lxrsona y el organismo fué reconocida en lo que
nosotros llamamos "el doble": el individuo tiene una persona cosi-
ficada que es afectada por el individuo como ella afecta a otros indi-
viduos, y que se distingue del organismo inmediato en que puede
abandonar el cuerpo y volver nuevamente a é1. Ésa es la base del
concepto del alma como entidad separada.
Encontramos en los niños algo que responde a ese doble, a sa-
ber, los compañeros invisibles, imagínarios, que muchos niños pro-
ducen en su ptopia experiencia. De esa man€ra organízan las reec-
ciones que provocan en ottas lxrsonas y también en sí mismos. Por
supuesto, este jugar con un compañero imaginario es no más que
una fase particularmente interesante del juego corriente. El juego
en ese sentido, especialmente la etapa que precede a los deportes
organizados, es un juego a algo. El niño juega a ser una madre, un
,rri.rtro, un policía; es decir, adopta diferentes papetes, como decimos
nosotros. En lo que llamamos el juego de los animales tenemos algo
que sugiere eso: una gata juega con sus gatitos, y los perros jue-
gan entre sí. Dos perros que juegan, se atacan y se defienden' en
o¡ p.o...o que, si fuese llevado tealmente a efecto, resultaría una
verdadera riña. Existe una combinación de reacciones que frena la
profundidad del mordisco. Pero en tal situación, los perros no adop-
ir' on papel definido en el sentido en que un niño adopta delibera-
damente ei papel de otro. Esta t€ndencia por patte de los niños es la
que nos ocupa en eljardín de infantes, donde los papeles que los
niños asumen son convertidos en bases para la educación' Cuan-
do el niño adopta un papel, tiene en sí los estímulos que provocan
esa reacción o grupo á. ,eac.iottes especiales' Por supuesto' puede
huir cuando es perseguido, como lo hace el perro, o puede volverse
y devolver el goipe, como lo hace el p€rro en su juego' Pero eso no
es lo mismo qrr. jugar a algo. Los niños se unen para "jugar a los
indios,'. Esto signirica que el niño posee cierta serie de estímulos
que provocan en él las reacciones que provocarían en otros y que
i.rpond.t a un indio. En el período de los juegos, el niño utiliza sus
p.ápias reacciones a esos estímulos que emplea para construir una
p.r*nr.Lareacciónquetienetendenciaahaceranteesosestímu-
ios, organiza a éstos. 
-Por ejemplo, juega a que se está ofre-ciendo
algo, y lo compra; se entrega una carta y la recibe; se habla a sí
,r,ir-o como si hablase a un padre, a un maestro; se arresta como si
fuese un policía. Tiene una serie de estímulos qu€ provocan e¡ él la
clase de reacciones que Provocan en otros' Toma ese grupo de reac-
ciones y las organiza en cierto todo. Tal es la forma más sencilla
de ser otro p"i" la propia persona. Ello involucra una situación
temporal. El niño di.. "rg" en un pap€l y responde 
en otro- papel'
y .nton.., su reacción en el otro papel constituy€ un estímulo para
ál .n el primer pepel, y así continúa la conversación' Surgen en él
y en su otra personificación ciertas estructuras organizadas qu€ se re-
plican y mantienen entre sí la conversación de gestos'
Si comparamos el juego con la situación en un deporte organi-
zado, tdveitimos la diierencia esencial de que el niño que interviene
en un deporte tiene que estar preparado para adoptar la actitud de
todos los otros involucrados en dicho deporte, y que esos diferentes
papeles deben tener una relación definida unos con otros' Toman-
io un juego sencillo como el cscondite, todos' con excepción del
que se óculta, son una persona que persigue' Un niño no necesita
más que la persona qo. ., perseguida y la que persigue' Si juega
.n .l prim., sentido, iontittúa jugando, pero no se ha conquistado
,ringu-rr" organización básica. En esa primera etapa' pasa de un
prpil " otro según se le dé el capricho' Pero 
en un deporte en que
están involucrados una cantidad de individuos, el niño que adopta
un papel tiene que estar dispuesto a adoptar el papel de cualquier
otro. Si se encuentra en la novena base de un partido de bóisbol'
tiene que tener involucradas las reacciones de cada posición en la
propia. Tiene que saber qué harán todos los demás a fin de poder
s.gui. con su propio juego. Tiene que adoptar todos esos pape-
ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 181t82 CEORGE H. ÑIEAD
les. No es preciso que estén todos presentes en la conciencia al
mismo tiempo, pero en algunos mom€ntos tiene que tener a tres o
cuatro individuos presentes en su ptopia actitud' como, 1nr ejem-
plo, el que está por arrojar la pelota, el que la recibirá, etc. En el
deporte, pues, hay una setie de ieacciones de los otros, de tal modo
ortanizaáas, que la actitud de uno provoca la actitud adecuada
del otro.
Esta organizaciín es expresada en la forma de normas para el
juego. Los niños dedican un gran interés a las reglas' Las impro-
oi.rn .r, el acto, a fin de ayudarse a salvar dificultades. Parte del
placer del juego reside en esrablecer esas reglas. Ahora bien, las te-
llrr .on la'serie de ttacciones que provoca una actitud especial. Uno
puede exigir una determinada reacción a otros, si adopta cierta acti-
iud. Estas reacciones están también en uno mismo. Así se obtiene
una serie organizada de reacciones como aquellas a las que me he
referido, una serie un tanto más complicada que los papeles que se
descubren en el juego. Aquí, hay solamente una serie de reacciones
que se siguen las-unas a las otras indefinidamente. En tal etapa deci-
mos que el niño no tiene todavía una lrrsona completamente desarro-
llada. El niño reacciona en forma suficientemente inteligente a los
estímulos inmediatos que llegan hasta é1, pero estos estímulos no
están organizados. No organiza su vida como querríamos que lo
hiciera, es decir, como un todo. No hay más que una serie de reac-
ciones del tipo de las del juego. El niño reacciona a ciertos €stímu-
los, pero no es una Prsona completa. En su deporte tiene que te-
,r., orr" organización de esos papeles; de lo contrario, no puede
jugar. El deporte reprcsenta el paso en la vida del niño, desde la
adopción del papel áe oros en el juego hasta la pafie organízada
que es esencial para la conciencia de sí en la acepción completa del
término.
20. El ¡ueco, EL DEPoRTE Y EL oTRoGENERALIZADo
Hablamos de las condiciones sociales bajo las cuales la persona
surge como un objeto. En adición al lenguaje, encontramos dos
ejemplos: uno en el juego y el otro en el deporte, y quiero resu-
mir y ampliar mi explicación de esos puntos. He hablado de ellos
desdá el punto de vista de los niños. Naturalmente, podemos refe-
rirnos t.-bién a las actitudes de los pueblos más primitivos, en los
que ha nacido nuestra civilización. Una notable ilustración del juego
en cuanto distinto del deporte se encuentra en los mitos y en varios
J" l* juegos que llevan " .abo pueblos primitivos' especialmente enlas ceremonias religiosas. La actitud lúdica pura que encontramos
en el caso de los niños pequeños puede no encontrarse €n aquéllos'
;;;" que los participantes son adultos' e indudablemente la rcla'
.iOn d. esos procesos de juego con lo que ellos interpretan s€ €n-
cuentra, más o menos, ii"tá en el espíiitu de los pueblos más pri'
nritivos.Enelprocesodeinterpretacióndetalesritualesexisteuna
organización de juego que podiía quizá ser compatada con lo que
tiáe lugar .r, .f j"i¿it de infantes, en el juego de los chiquillos'
cuando se reúne a éstos en un equipo que tendrá una estructura o r€-
lación definida. Por lo menos "tg" a" eso se descubre 
en el juego de
los pueblos primitivos. Esta clase de actividad' por supuesto' no co'
.*rpon¿. aia vida cotidiana de la gente en su trato con los objetos
que la rodean ----€n ese caso tenemos una actitud de conciencia de
ú -ás o menos desarrollada-, 3i¡6 a su actitud hacia las fuerzas
que la rodean, fr".ia ti nattraleza dela cual depende; en su actitud
hacia esta naturaleza que es vag;- e rnclerta' tenemos una.,reacción
mucho más primitiur,'y t'" reacción encuentra su expresión en la
"¿.p.i¿n det 
papel del otro, en el juego a la expresión de sus dioses
y-r-ris t¿ro.t, ""if cumplimiento de cie¡tos ritos que son la 
represen-
tación de lo que ,. .opán. que hacen dichos dioses y héroes' El pro-
c€sosedesarrollahastaconvertirseenunatécnicamásomenosdefi.
;ú;, y es dominado; y sin embargo podemos decir que ha surgido
d. uná situación similar a aquella en que los chiquillos juegan a ser
padre, a ser maestro -utg"t personalidad€s que están 
cerca de ellos
y que les afectan 1 de las"cuales dependen' Esas son las personali-
dades que adoptan, los papeles que interpretan' y en €-s-a med.ida do-
*inan el desarrollo de su propia personalidad' El jardín de infantes
trata de conseguir precisamente ese resultado' Toma los caracteres
cle todos estos sere^s vagos y los pone en tales relaciones sociales
mutuas,organizadas,quelogranconstruirelcarácterdelchiqui-
llo ?. El hecho de r" ,oi. intráducción de organización- desde afuera
supone una falta de organización en ese período-de la experiencia
del niño. En compara.ián ton tal situación del niño y de los pue-
blos primitivos, tenemos el deporte como tal'
La diferenci, foná,-tntal que existe entre el deporte y el juego
está en que, en .i--ntirntt", el niño tiene que tener la actitud de
todos los demás q.t. .ttan involucrados en el juego mismo' Las
? ["The Relation of Play to Education" ' IJnioersít¡ of Chícago Record'| (189-6'97), Págs. 140 v ss'l
184 GEORGE H. MEAD
actitudesde las demás jugadas que cada parricipanre debe asumi¡,
se organiza en una especie de unidad y es precisamente la organi-
zación lo que controla la reacción del individuo. Anteg usamos l¡
ilustración de una lrrsona jugando al béísbol. cada uno de sus pro.
pios actos es determinado por su expectativa de las acciones de lo¡
otros que están jugando. Lo que hace es fiscalizado por el hecho dc
que él es todos los den\ás integrantes del equipo, por lo menos en l¡
medida en que esas actitudes afectan su reacción particular. Tenc-
mos entonces un "otro" que es una organización de las actitudet
de los que están involucrados en el mismo pr(xeso.
La comunidad o grupo social organizados que proporciona al
individuo su unidad de persona pueden ser llamados "el otro gene-
ralizad.o". La actitud del otro generalizado es la actitud de toda la
comunidad 8. Asi, por ejemplo, en el caso de un gn¡po social como
el de un equipo de pelota, el equipo es el otro generalizado, en l¡
medida €n que interviene --<omo proc€so organizado o actividad
social- en la experiencia de cualquiera de los miembros individualec
de é1.
Si el individuo humano dado quiere desarrollar una lrrsona en
el sentido más amplio, no €s suficiente que adopte simplemente lar
actitudes de los otros individuos humanos hacia él y de eilos ent¡e
sí dentro del proceso social humano, e incorpore es€ proceso sociar
como un todo a su experiencia individual, meramente €n elxrs térmi-
nos. Además, del mismo modo que adopta las actitudes de los otros
individuos hacia él y de ellos entre sí, tiene que adoptar sus actitudes
hacia las distíntas fases o aslxctos de la actividad social común o serie
de empresas sociales en las que, como miembros de una sociedad
organizada o grupo social, están todos ocupados; y entonces, gene-
ralízand,o esas actitudes individuales de esa sociedad organizada o
_ 8 Es posible que loc objetos inanimados, no menos que ottos o¡qanismo¡humanos, fo¡men part.e det otro genenlizado y organirrio io.ptiiimentesocializado--, en relación con algún individuo humaño dado, en ta medida enqu'e éste r.esponda_ a tales objetos socialmente o en un¿ fo¡ma social (por mediodel mecanismo del pensamiento, por ta converseción de gestos subietivad'al-. cort-quier coca ----<ualquier objeto o serie de objetos, animados o inalimados, hum¡-nos, -animales o simplemente físicos-- haci¡-la cual él actúe, o a la que ie"ccionecocialmentc, es un eler¡ento en- el_,cuat, parz é1, está el otro g*eralizaáo;; ;¡ú:tando las actitud¿s de éste hacia é1, se tórne consciente de sí-como objeto'o indi-viduo, y de tal-modo desarrolla una personr o_ personalidad. Así, p"or ejempto,
el .culto, en su forma primitiva, es simptemente la" corporización sociatláe-ii iela-ción,entr€ el grupo social dado, o comunidad, y eu-medio fisico- una formasocial organizada, adoptzda por. los miemb¡os ináividuales de ese grupo á .o-u-nidad, de entrar en relacienes gociales corf ese medio, o (en un centidó) ?e mantenerconve'saciones con él; y de esa manera el ambiente se convie¡tc en parte áei otrogeneralizado_to_tal para cada uno de los miembros individu¡les dei grupó-socirlo comunidad dados.
ESPfRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 185
grupo social, tomándolas como un todo, tiene que actuar con rela-
ii¿tt " diferentes empresas sociales que en cualquier momento dadodicha sociedad ejecuta, o con relación a las distintas fases mayores
del proceso social general que constituye la vida de tal sociedad y
de li cual dichas empresas son manifestacíones específicas. Esa in-
corporación de las actividades amplias de cualquier todo social dado,
o sociedad organizada, al campo experiencial de cualquiera de los
individuos involucrados o incluídos en ese todo es, en otras palabras,
ta base esencial y prerrequisito para el pleno desarrollo de la persona
de ese individuo; sólo en la medida en que adopte las actitudes del
grupo social organizado al cual pertenece, hacia la actividad social
órganizada, cooperativa, o hacia la serie de actividades en la cual ese
grupo está ocupado, sólo en esa medida desarrollará una persona
completa o poseerá la clase de persona completa que ha desarro-
lladó. y, por otra parte, los complejos procesot¡ y actividades coolr-
fativos y funciones institucionales de la sociedad humana organizada
son, también, posibles sólo en la medida en que cada uno de los
individuos involucrados en ellos o pertenecient€s a esa sociedad pue-
dan adoptar las actitudes generales de todc €sos otros individuos con
referencia a esos proc€sos y actividades y funciones institucionales,
y al todo social de relaciones e interacciones experienciales de ese modo
constituídas -y puedan dirigir su conducta de acuerdo con ello'Es en la forma del otro generalizado que los procesos sociales in-
fluyen en la conducta de los individuos involucrados en ellos y
qrr. lot llevan a cabo, es decir, que es en esa forma que la comuni-
áad ejerce su control sobre el comportamiento de sus miembros indi-
viduales; porque de esa manera el proceso o comunidad social entra,
como factor determinante, en el pensamiento del individuo. En el
p€nsamiento abstracto el individuo adopta la actitud del otro gene-
ralizado8 hacia sí mismo, sin referencia a la expresión que dicho
8 H€mos dicho que la contersación interna del individuo consigo mismo cn
t¿r-¡"át-á*- p;l;úr-; testos significantes -le conver¡ación - quc -constituye el
"'iá.ir.-"-1.,'iriá"¿ 
-¿.i iensamieíto-- es mantenida por el individuo desde et;;;,;i.-"iri; i.i;'oito generalizado". Y cuanto más abstracta es la convetgación,i""rt" -¿r-"ttit".to r..ült" ser el pensamiento, tanto- más apartado está el otfo,Ii.i¡rr"á. ¿. .o"iqui.r conexión cbr\ individuos particulares.. O sea que e-special-il;;;;';.1 p*r"-¡int" abstracro es mantenida la conversación,. por el individuo';;;-;1 ;r; ieneralizado, antes que con ningún individuo particular. Es así, por
eiemolo. qu.- tos conceptos abstiactos son ionceptoe enuniiados- en términoc deij"""iii*a1i-¿.-ioá" .i'gtopo o comunidad sociit; son e¡unciados sobre.la base
J" U-..i.i*.i" q". ¿ ifiiui¿o" tiene de las actitudes-del otro generalizado hacia;l; ;;;;;;rrüráo ¿. que él ha adoptado esas actitudes del o6o generalizadou lu.no reaccionado a ellas. Y es así, iambién, que las proposiciones abstractas
óon e¡iunciadas en una forma que cualquiera -cualquier 
otro individuo intelrg€nte-
puede aceptar.
186 GEORGE H. MEAD
otro generalizado pueda asumh en algún individuo determin¡doiy en el pensamiento concreto adopta esa actitud en la medidren que es expresada en las actitudes hacia su conducta por ptf.te de aquellos otros individuos junto con quienes está invllucr¡doen la situación o el acto social dados. p"ro rot" aaoftanao rractitud del otro generalizado hacia él -{n una u otra de c¡¡¡maneras- Ie es posible pensar, porque sólo así puede darse "t p.n.samiento. Y sólo cuando ros individuos adoptan ra actitud oactitudes del otro generalizado hacia sí mismos-, sólo entonces Ihace posible la existen cie de un universo de raciocinio, como alsistema de significaciones sociales o comunes que el pensamiento
presupone.
El individuo humano consciente de sí, pues, adopta o asumclas actitudes sociales organizadas del grupo social o comunidaddada (o de una parte de ella) a la que p"it.n..., hacia los problemar
sociales de distintas clases que enfrentan a dicho grupo o .o-uni.dad en cualquier momento dado y qu€ surgen en conexíón con la¡correspondientes empresas sociales o tareas cooperativas organiza-das en las que dicho grupo o comunidad, como tal, está ".'opr¿o.Y, como participante individual en esas tareas sociares o emprelra!cooperativas, gobierna, de acuerdo con ellas, su propia conducta. Enpolítica, por ejemplo, el individuo se identifica con-todo un pirtidopolítico y adopta las actitudes organizadas de todo ese partidl haciael resto de Ia comunidad social dada y hacia ros prout.ri"* i qu" tie-ne que hacer frente el parrido dentro de la situación sociar d)d^; y,en consecuencia,reacciona en términos de las actitudes organizadacdel partido como un todo. De tal modo entra en una serie especiar de
relaciones sociales con todos los demás individuos qo. p.rtirr...r, "ese partido político; y de la misma manera entra en varias otras
series especiales de relaciones sociales, con varias otras clases de indi-viduos, respectivamente, €n las que ros individuos de cada una de
esas clases son los otros miembros de alguno de ros subgru¡ros par-ticulares organizados (determinados en términos socialireite fun-cionales) de los que él mismo es miembro dentro de toda la socie-dad dada o comunidad sociar. En ras comunidades sociales másaltamente desarrolladas, organizadas y complicadas -las desarro-lladas por el hombre civilizado-, estas distintas clases o subgru¡ros
socialmente funcionales de individuos a las que p€rtenece cualquierindividuo dado (y con los otros miembros ínái.riJuales de los cualesentra, de tal modo, en una serie especial de relaciones sociales) son
de dos clases. Algunas de ellas son craoes o subgrupos sociales .án.*-
EsPfRITU, PERSoNA Y socIEDAD 187
tos, tales como los partidos políticos, los clubes' las co4roraciones'
que son todos, en realidad, unidades sociales funcionales' en térmi-
n* d. los cuales sus miembros individuales se encuentran directa-
mente relacionados los unos con los otros' Las otras son clases o
,o¡gropo, sociales abstractos, tales como la clase de deudores y la
clase de acreedores, en términos de las cuales sus miembros indivi'
duales están relacionados unos con otros sólo más o menos indirec-
tamente, y que sólo más o menos indirectamente funcionan como
unidades sociales, p€ro que proporcionan o representan posibilidades
ilimitadas para la amptiación, iamificación y enriquecimie-nto de las
relacionessociales.nt,.todo,losmiembrosindividualesdelasocie.
dad dada en cuanto un todo organizado y unificado' La participa-
ción del individuo dado en variis de esas clases o subgrupos sociales
abstractos posibilita su entrada en definidas relaciones sociales (por
indirectasquesean¡conunacantidadcasiinfinitadeotrosindi-
uidoo, que también pertenec€n a ---o están incluídos en- una u
otra de esas clases o grupos sociales abstractos' que atraviesan las
tíneas funcionales d. á.m"r.,.ión que sElaran unas de otras a las
distintas comunidades sociales humanas y que incluyen. a miem-
bros individuales de varías (en algunos casos de todas) de esas
comunidades. De esas clases o'subgrupos sociales abstractos de indi'
viduos humanos, la más amplia y extensa es' por supu€sto' la defí'
,rid" po, el universo lógíco de iaciocinio (o sistema de símbolos
significantes universalesf determinado por la participación e inter-
".i.i¿r, comunicativa 
de ios individuos; porque, de todas esas. clases
o subgrupos, es la que qiene el mayor "ú-tto de miembros indivi-duales,cosaquepermite'alamayorcantidadconcebibledeindivi-
duos humanos entrar en alguna clase de relación social mutua' por
indirecta o abstracta que ella pueda 3s¡ -¡gt¿siSn 
que surge del fun-
cionamiento universal de los gestos como símbolos significant€s en €l
proceso general de la comunicación social humana'
He señalado' pues' que existen dos etapas generales en el pleno
desarrollo de la persona. En la primera de dichas etapas' la persona
individual está constituída simplemente por una organización de
i", 
-r.tito¿.. 
particulares de otros individuos hacia el individuo y
de las actitudes de los unos hacia los otros' en los actos sociales
específicos en qu€ aquél participa con ellos' Pero en la segunda eta-
;;JJ;"-pl.ü d.tnttotlo de la persona del individuo' €sta persona
está constituída, no sólo por una organrzación de las actitudes de esos
ii¿iui¿o* particulares, ,i,,o tambión por una organizaciín de las
actitudes sociales del otio generalizado' o grupo social como un todo'
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ESPfRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 189188 GEORGE H. MEAD
al cual pertenece. Estas actitudes sociales o de grupo son incorporr-
das al campo de la experiencia directa del individuo e incluíd¡r
como elementos €n la estructura o constitución de su persona, dcl
mismo modo que las actitudes de otros individuos particulares; y
el individuo llega a ellas, o logra adoptarlas, gracias a que otganiza
y luego generaliza las actitudes de otros individuos particular€s en
términos de sus significaciones e inferencias sociales organizadas. Dc
tal modo la persona llega a su pleno desarrollo organizando esal
actitudes individuales de otros en las actitudes organizadas socialc¡
o de grupo y, de esa man€ra, se convierte en un reflejo indivi-
dual del esquema sistemático general de la conducta social o de gru-
po en la que ella y los otros están involucrados '--{squema quc
interviene como un todo en la experiencia del individuo, en términoc
de esas actitudes de grupo organizadas que, mediante el mecanismo
del sistema nervíoso central, adopta para sí del mismo modo que
adopta las actitudes individuales de otros.
El deporte tiene una lógica, cosa que torna posible tal organi-
zac\ón de la persona: es preciso obtener un objetivo definido; la¡
acciones de los distintos individuos están todas relacionadas enttt
sí con referencia a ese objetivo, de modo que no entran en conflicto:
uno no está en conflicto consigo mismo en la actitud de otro hombrc
del mismo equipo. Si uno tiene la actitud de la persona que arroja
la pelota, puede tener también la reacción de atrapar la pelota. Am'
bas están relacionadas de manera de contribuir al objetivo del de-
¡rorte mismo. Están interrelacionadas en una forma unitaria, orgá'
nica. Existe, pues, una unidad definida, que €s introducida en la
organización de otras p€rsonas, cuando llegamos a la etapa del
deporte, en comparación con la situación del juego, en la que hay
una simple sucesión de un papel tras otro, situación que es, por su-
puesto, característica de la personalidad del niño. El niño es una
cosa en un momento y otra en otro, y lo que es €n un momento
dado no determina lo que será en el siguiente. Eso constituye, a la
vez, el €ncanto de la niñez y su imperfección. No se puede contar
con el niño; no se puede suponer que todas las cosas que él haga
determinarán lo que hará en un momento dado' No está otganiza'
do en un todo. El niño no tiene catácter definido, personalidad
definida.
El deporte, constituve, así, un ejemplo de la situación de la
que surge una lxrsonalidad organizada, En la medida en que el
niño adopta la actitud del otro y permite que esa actitud del otro
determine lo que hará con referencia a un objetivo común, en €sa
medida se convierte en un miembro orgánico de la sociedad. Se in-
corpora la moral de esa sociedad y se convierte en un miembro esen'
ciaf de ella. Pertenece a ella en el grado en que permite que la
¡ctitud del otro, que él adopta, domine su propia expresión inme'
diata, Una especie de proceso organizado está aquí involucrado'
Lo que es expresado en tórminos del deporte €s, por supuesto, con-
tinuamente expresado en la vida social del niño, pero este proceso
más amplio vi más allá de la experiencia inmediata del niño' La
importancia del deporte estriba en que éste reside enteramente dentro
dc ia experiencia del niño, y la importancia de nuestro tipo de edu-
cación ,nod.rn" consiste en que es llevada tan lejos como resulta
posible dentro de ese reino. Las diferentes actitudes que asume un
niño están organizadas de tal manera, que ejercen un control defi-
nido sobre su reacción, así como las actitudes en un deporte con-
trolan su reacción inmediata. En el deporte logramos un otro
organizado, un otro generalizado' que se halla en la naturaleza mis-
," d.l niño y .rr.o*tr, zu expresión en la experiencia inmediata
de éste. Y esa actividad organizada de la naturaleza del niño, que
controla la reacción especial, es la que proporciona un'idad y cons-
truye su Persona.
Lo que ocurre en el deporte ocurre continuamenteen la vida del
niño. Este adopta continuamente las actitudes de los que le rodean,
especialmente los papeles de los que en algún sentido le dominan y
de tos que depende. Al principio entiende la función del proceso
en una forma "brtr".t". Ell" ptt" del 
juego al deporte en un sentido
real. El niño tiene que participar en el deporte' La moral del deporte
se apodera del niño .on -tyot fverza que la moral más amplia de
la comunidad. El niño entra en el deporte y éste expresa una situa-
ción social en la que puede intervenir por completo; su moral puede
tener mayorutr"..iótr para él que la de la familia a la cual peftenece
o la de la comunidad en la que vive' Hay toda clase de organiza-
ciones sociales, algunas de las cuales son bastante duraderas' otras
temporarias, y en ellas el niño penetra y juega una especie de deporte'
Es un período en que le agtada "pertenecer", e ingresa en organi-
zaciones que nacen y desaparecen. Se convierte en algo que puede
funcionar en el todo organizado, y de tal manera tiende a determi-
narse en su relación con el grupo al que lxrtenece' Ese proceso cons-
tituyeunanotableetapaeneldesarrollodelamoraldelniño.Le
convierte en un miembro, consciente de sí, de la comunidad a la
cual pertenece.
190 GEORGE H. MEAD
Tal es el proceso por el cual surg€ una personalidad. He hablado
de él como de un proceso que esencialmente tiene lugar mediante el
empleo del lenguaje. El lenguaje está predominantemente basado
en el gesto vocal gracias al que se llevan a cabo las actividades coop€-
rativas de una comunidad. El lenguaje, en su sentido significante,
es ese gesto vocal que tiende a despertar en el individuo la actitud
que despierta en otros, y este perfeccionamiento de la persona por
medio del gesto es el que interviene en las actividades sociales de las
que surge el proceso de la adopción del papel del otro. Esta últirna
frase es un tanto ínfortunada, en cuanto que sugiere una actitud de
actor que es en rigor más compleja que la involucrada en nuestr¡
experiencia. En ese sentido, no describe correctamente lo que quiero
decir. Vemos ese proceso más definidamente, en una forma primi-
tiva, en las situaciones en las que el juego del niño adopta distintos
papeles. En ellas, el solo hecho de que esté dispuesto ^ pagú dinero,por ejemplo, provoca la actitud de la persona que recibe dinero: el
proceso mismo despierta en él las actitudes correqlondientes de Ia
otra persona involucrada. El individuo se estimula a sí mismo para
experimentar la reacción que está provocando en la otra persona,
y luego actúa, en cierto grado, en reacción a esa situación. En el
juego el niño actúa definidamente en el papcl que él mismo ha
provocado en sí. Eso, como he dicho, es lo que proporciona un con-
tenido definido al individuo que responde al estímulo que le afecta
como afecta a algún otro. El contenido del otro que pen€tra en una
personalidad es la reacción, en el individuo, gue su gesto provoca en
el otro.
Podemos ilustrar nuestrto concepto básico refiriéndonos a la
noción de propiedad. Si decimos: "Esta es mi propíedad, yo la con-
trolaré", la afirmación provoca una serie de reacciones que tiene
que ser la misma en cualquier comunidad en que exista la propie-
dad. Involucra una actitud organizada con referencia ala propiedad,
actitud que es común a todos los miembros de la comunidad. Uno
debe tener una actitud definida de dominio de su propiedad y de
respeto de la propiedad de los otros. Esas actitudes (en cuanto series
organizadx de reacciones) deben existir en tdos, de modo que,
cuando uno diga una cosa, provoque en sí la reacción de los otros.
Estará provocando la reacción de lo que he llamado el otro genera-
lizado, Esas reacciones comune$, esas actitudes organizadas, con refe-
rencia a lo que denominamos propiedad, los cultos de la religión,
Ios procesos de la educacíón y las relaciones de la familia, son las
que hacen posible la sociedad. Naturalmente, cuanto más anplia
ESPIRITU, PERSONA Y SOCIEDAD l9l
la sociedad, más definidamente universales deben ser esos objetos.
De cualquier modo, es preciso que haya una serie definida de reac-
ciones, a las que podemos considerar abstractas y que puetlen p€lte'
necer a un grupo sumamente amplio. La propiedad es en sí un
concepto altamente abstracto. Es lo que el individuo mismo, y nadie
más, puede dominar. La actitud es distinta de la de un perro hacia
un hueso. [Jn perro luchará contra cualquier otro perro que trate
de arrebatarle el hueso. No adopta la actitud del otro perro. Un
hombre que dice "ésta es mi propiedad" está adoptando una actitud
de la otra persona. Apela a sus derechos, porque puede adoptar la
actitud que tienen todos los demás del grupo con referencia a la
propiedad y, de tal manera, provoca en sí la actitud de los otros'
La organización de las actitudes comun€s al grupo es'lo que com-
pone a la persona organízada. [Jna persona es una petsonalidad por-
que pertenece a una comunidad, porque incorpora las instituciones de
dicha comunidad a su propia conducta. Adopta el lenguaje como un
medio para obtener su p€rsonalidad, y luego, a través de un proceso
de adopción de los distintos papeles que todos los dernás propor-
cionan, consigue alcanzat la actitud de los miembros de la comu-
nidad. Tal, en cierto sentido, es la estructura de la personalidad
de un hombre. Existen ciertas reacciones comunes que cada indi-
viduo tiene lracia ciertas cosas comunes, y en la medida €n que dichas
reacciones son provocadas en el individuo cuando influye sobr€ otras
personas, en esa medida surge su propia p€rsona. Entonces, la es-
tructufa sobre la cual está construída la persona es esa reacción
común a todos, porque, para ser una persona, es preciso ser miembro
de una comunidad. Tales reacciones son actitudes abstractas, pero
constituyen lo que denominamos el carácter de un hombre. Le pro-
porcionan lo que llamamos sus principios, las actitudes reconociilas
de todos los miembros de la comunidad hacia lo que son los valores
de esa comunidad. Se coloca él en el lugar del otro generalizado,
que representa las reacciones organizadas de todos los miembros
del grupo. Esto es lo que guia la conducta controlada por los prin-
cipios, y una persona que posee semejante serie de reacciones orga-
nlzadas es un hombre del cual decimos que tiene carácter, en el
sentido moral.
Es, pues, una estructura de actitudes lo que construye a una per-
sona, en cuanto distinta de un grupo de hábitos. Todos nosotros
tenemos ciertos grupos de hábitos, tales como, por ejernplo, la ento-
nación particular que una lxrsona da a las palabras que usa en
su conversación. Esta es una serie de costumbres de expresión vo'
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r92 GEORGE H. MEAD
cal que uno pose€ p€ro que no conocc; no escuchamos las ento-
naciones de nuestra conversación que escuc.han otros, a menos que
les prestemos ura atención especial. Los hábitos de la erpreción
emocional que pertenecen a nu€stra palabra hablada son de la misma
clase. Podemos saber que nos hemos exptesado en fotma albotozt-
da, pero el proceso detallado no vuelve a nuestra lrñsone conscientc.
Hay ¡nrciones completas de tales costumbres que no cntran €n una
persona consciente, Irro que ayudan a constituir lo que se deno.
mina la persona inconsciente.
En fin de cuentas, pof conciencia de cí gueremos cignificar un
despertar, en nosotros, del gnrpo de actitudes que provocam(N en
otros, eslrcialmente cuando se trata de una seric de reaccioncs i¡r-
portantes qu€ €onstituyen a los miembros de la comunidad. Ee poco
correcto unir o mezclat conciencia, en el sentido en que corrientc-
ment€ empleamos el término, y conciencia de sí. Conciencia, tal
como se usa frecuentemente, se refiete simplemente al campo de la
expenencia, pero la conciencia de sí ce rcfíere a la capacidad ¡nre
provocar en nosotros una serie de reacciones definidas que lrrte-
necen a otros comlx)nentes del grupo. La conciencia y la concicnciade sí no están en el mismo plano. IJn hombre tiene, sólo é1, afop
tunada o desdichadamente, acceso a su propio dolor de muelag,
Irro no es eso lo qu€ queremos decit cuando hablamos de conciencia
de sí.
Hasta ahora he subrayado lo que llamé las estructuras sobn
las que se construye la persona, el marco de la persona, ¡rcr ací
decirlo. Por supuesto, no somos solamente lo que es común a todos;
cada una de las personas es distinta de todas las demás; pero es pre-
ciso que exista una estructura común como la que tre esbozado a
fin de que ¡rodamos ser miembros de una comunidad. No podemor
ser nosotros mismos a menos de que seamos también miembros en
los que haya una cornunidad de actitudes qu€ controlan las acti-
tudes de todos. No podemos tener derechos a menos de que tenga'
mos actitudes comunes. Lo que hemps adquirido como personee
conscientes de nosotras mismas nos convierte en miembros de la
sociedad y nos proporciona personalidad. Las personas sólo pueden
existir en relaciones definidas con otras lrrsonas. No se puede esta-
blecer un límite neto y fijo entre nuestra propia p€rsona y las de
los otros, puesto que nuestra propia trrrsona existe y participa como
tal, en nuestra experiencia, sólo en la medida en que las personas
de los otros exist€n y participan también como tales en nuestra
experiencia. Et individuo posee una lrrsona sólo en relación con
ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD l9l
las personas de los otros miembros de su grupo social; y la estruc-
tura de su persona expresa o refleja la pauta general de conducta
del grupo social al cual pertenece, así como lo hace la estructuta
de la persona de todos los demás individuos pertenecientes a ese
grupo social.
2I. Lr PERSONA Y LO SUBJETIVO
El proceso del cual surge la lxrsona es un ptoceso social que
involucra la'interacción de los individuos del grupo e invclucra la
pre-existencia del grupo 0. Implica, también, ciertas actividades co-
operativas en las que participan los distintos miembros del grupo.
Involucra, además, que de ese proceso puede desarrollarse, a su tur-
no, una organización rnás complicada que aquella de la que ha
surgido la persona, y que las personas pueden ser los órganos, las
partes esenciales al menos, de esa organización social más compli-
cada dentro de la cual surgen y existen esas p€rsonas. Y así, existe
un proceso social del que nacen las personas y dentro det cual tiene
lugar la diferenciación, evolución y organización ulteriores.
La psicología ha mostrado tendencia a encarat la persona como
un elemento más o menos aislado e independiente, una especie de
entidad de la que se podía concebir que existiese por sí misma. Es
posible que hubiese una sola persona en el universo, si comenzamoc
por identificar la persona con cierto sentimiento-conciencia. Si con-
sideramos ese sentimiento como objetivo, podemos pensar en esa
p€rsona como exist€nte por sí misma. Podemos pensar de un cuer'
po físico separado como existente por sí mismo, podemos suponer
que tiene los sentimientos o los estados conscientes en cuestión, y
de tal manera podemos establecer esa clase de persona, en el pensa-
miento, como existente simplement€ por sí misma.
Luego hay otro empleo de "conciencia" del que nos hemos
ocupado especialmente, el que denota lo que denominamos pensa-
miento o inteligencia reflexiva empleo de "conciencia" que siempre
tiene en sí, implícitamente al menos, una referencia a un "yo". Este
empleo de "conciencia" no tiene necesariamente conexión con el
otro; es una concelxión enteramente distinta. Un empleo tiene que
ver con cierto mecanismo, con cierta forma en que actúa un orga-
nismo. Si un organismo está dotado de órganos de los sentidos,
0 La relación de los organismos individuales con el todo eocial del cual
cual scn miembros, es análoga a l¡ relrción de las células individuales de un
organismo multicclul¡r ccn ei organismo como un todo.
ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD 195194 GEORGE H. MEAD
entonces existen objetos en su medio, y entr€ tales objetos se Co-
contrará parte de su propio cueq)o ro. Es cierto que si el organismO
no tuviei una retina y un sistema nervioso central, no habrlr
objeto alguno de visión. Para que tales objetos existan, es precho
que haya ciertas condiciones fisiológicas, pero los objetos no est¡n'
ellos mismos, necesariamente relacionados con una lrrsona. cuando
Ilegamos a ser person a, elcatzamos cierta clase de conducta, cier-
tolipo de proceso social que involucra la interacción de distintos
individuos, y Que, al mismo tiempo, involucra a individuos ocu-
pados en una sue¡te de actividad coolrrativa. En tal pfoceso puedc
surgir, como tal, la Persona.
Queremos distinguir la persona co¡no cierta clase de proceso
estruitural en la conducta del individuo, de lo que denomina'
mos conciencia de los objetos gu€ son experimentados. No exir-
te necesariamente una relación entte los dos. La muela que duelc
es un elemento importantísimo. Tenemos que pfestarle atención.
En cierto sentido se ídentifica con la lxrsona' a fin de que podamoc
fiscalizar ese tipo de experiencia. Ocasionalmente tenemos experien-
cias que, decimos, Irrtenecen al ambiente' Todo el mundo parec€
estar deprimido, el cielo se muestra sombrío, el tiempo está des-
agradabL, se hunden los valores en los cuales tenemos interés. No
identificamos necesariamente semejante situación con una trñKlna¡
simplemente, sentimos en derredor nuestro cierta atmósfera. Llega-
-o, " recordar que estamos sujetos a tales clases de depresión, ydescubrimos en nuestro pasado ese tipo de experiencia. Y entonc€3
sentimos algún alivio, tomamos una aspirina, o descansamos, y el
resultado es que el mundo cambia de catácter. Hay otras experien-
cias que, en iualquier mompnto, podemos identificar con las per-
,orr"r. cr"o que podemos distinguir con suma claridad entre ciertos
tipos de e:rlxriencias, que llamamos subjetivas porque sólo nosotro¡
tenemos "...* a ellas, y la experiencia que llamamos reflexiva'
r0 Nuc¡t¡a *lccció¡ co¡¡t¡uctiva de .¡uc¡tro m¿dio e¡ lo que denonrin¡mo¡".oo.i.i.ü;.o .ip.i-.t *otido d.t tétmino' El organicmo no proyecta cu¡lid¡dcr
fr:#1fl#nx'l"'.:i,':ffi l?,?lf *-Hl:Lfil':f t"T'"'iiü-e"111:illil, ¿I1..iüriJ"Já. r.t.lit."t", o a aqucl .cn.que -babl¡ndo en término¡ má¡íf,li"r'.1-: jl'i.'.ili¡¿'i.liit"-lói otitnit-ó¡.biológico¡ v lo¡ órsanor cqeciela dclo¡ ¡entido¡ ¿" ,urgrm¡.Iili i-i* ót¡to¡- alimcnticio¡' Si no bubi¿l organirnor
ixt"f dÉ1ffi 'f 'tr{F-*Si;"::#l{"J:i'Hfi .r;1.i1"1i"-iir:li.:;l;;;¿;i" - nrirJ-l-fen"do ¡l c¡rácter dcl medio, cn l¡ mcdid¡ gg queIrT.r'.iilñ'jii ;;i;;"i;";6-lon*ruc_tiva¡rmtc.por ¡u.lt¡or o¡g¡ni¡mo¡ bum¡-
nor. y c! le mcdid¡ ."-qo. -¿"pá¿l -d¿ la rclaci|¡i .¡tF cl prinero (en cuento
de ial'modo rcleccio¡ado o construído) y lot úItlmor'
Es cierto que la reflexión, tomada en sí rnisma' es algo a lo
cual solarnente nosotros tenemos acceso. Uno elabora su propia
demostración de una proposición, cligamos de Euclides' y el pen-
samiento es algo que tiene lugar dentro de su propia conducta' Por
el momento, es una demostración que existe únicamente en su lrn-
samiento. Luego uno la publica y entonces se convierte en propie'
dad pública. H"rt" entonces sólo era accesible para é1. Existen otros
contenidos de esa clase, tales como las imágenes de la memoria y
el juego de la imaginación, que sólo son accesibles al individuo'
Hay una característica común a todos estos tipos de objetos' que
generalmente identificamos con la conciencil, y a este proceso' que.
á.nomin"mos de pensamiento, en cuanto que ambos s91' qor lo
menos en ciertas fases, accesibles solamente pef2 el individuo. Peto,
como he dicho, las dos eries de fenómenos se encuentran en planos
completamente distintos. Esta característica común de accesibilidad
no les concede necesariamente el mismo estado metafísico. No quiero
analizar ahora los problemas metafísicos, pero sí quiero insistir en
el hecho de que la persona ¡rosee la clase de estructura que

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