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A. CASTILLO De la CAN al Mercosur Nueva estrategia de integración de Venezuela

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De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común 
del Sur: nueva estrategia de integración de Venezuela
Alberto Martínez Castillo
Universidad Simón Bolívar (Venezuela)
DOI: dx.doi.org/10.7440/colombiaint83.2015.08 
RECIBIDO: 14 de abril de 2014
APROBADO: 22 de julio de 2014
MODIFICADO: 7 de agosto de 2014
RESUMEN: El año 2006 marcó un hito en la historia de la integración regional de 
Venezuela. Después de treinta y tres años como miembro de la CAN, el país se 
retiró de ese acuerdo de integración y se incorporó al Mercosur, marcando un 
cambio significativo en la estrategia de integración regional. En el presente trabajo, 
mediante una investigación documental, se analizan las causas de este cambio, así 
como sus efectos económicos y políticos. Una de las principales conclusiones es que 
Chávez decidió utilizar la integración regional como una herramienta para enfrentar 
las políticas liberales de Estados Unidos, sin tomar en cuenta las consecuencias 
económicas. Otra es que, debido al deterioro económico e institucional de 
Venezuela, el sector productivo no petrolero no está preparado para competir con 
los otros miembros de Mercosur.
PALABRAS CLAVE: Venezuela • integración regional • Mercosur • CAN
H
El artículo es producto del proyecto de investigación “Venezuela: políticas públicas e 
integración”, inscrito en el Decanato de Investigación y Desarrollo de la Universidad Simón 
Bolívar e iniciado en diciembre de 2013 con financiamiento propio.
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From the community of andean nations (can) to the 
common Market of the south (Mercosur): a new integration 
strategy for venezuela
ABSTRACT: The year 2006 marked a milestone in the history of the regional 
integration of Venezuela. After 33 years as a member of CAN, the country withdrew 
from the integration agreement and joined Mercosur, marking a significant change 
in regional integration strategy. In this paper, the causes of this change, as well as 
its economic and political effects, have been analyzed through desk research. One 
of the main conclusions is that Chavez decided to use regional integration as a 
tool to address the liberal policies of the United States, regardless of the economic 
consequences. Another is that, due to the economic and institutional deterioration 
of Venezuela, the non-oil productive sector is not ready to compete with other 
members of Mercosur.
KEYWORDS: Venezuela • regional integration • Mercosur • CAN
H
da comunidade andina de nações ao Mercosul: 
nova estratégia de integração da venezuela
RESUMO: O ano 2006 foi um marco na história da integração regional da Venezuela. 
Depois de trinta e três anos como membro da CAN, o país se retirou desse 
acordo de integração e incorporou-se ao Mercosul, o que marcou uma mudança 
significativa na estratégia de integração regional. Neste trabalho, mediante uma 
pesquisa documental, analisam-se as causas dessa mudança, bem como seus efeitos 
econômicos e políticos. Uma das principais conclusões se refere à decisão que Chávez 
tomou de utilizar a integração regional como ferramenta para enfrentar as políticas 
liberais dos Estados Unidos sem considerar as consequências econômicas. Outra se 
refere ao deterioro econômico e institucional da Venezuela, o setor produtivo não 
petroleiro não está preparado para concorrer com os outros membros do Mercosul.
PALAVRAS-CHAVE: Venezuela • integração regional • Mercosul • CAN
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Introducción
En abril de 2006 Venezuela anunció su salida de la Comunidad Andina de 
Naciones (CAN) después de ser miembro durante treinta y tres años. El 
entonces presidente Hugo Chávez dijo que la política debía prevalecer sobre 
la economía, y, dado que la CAN había sido concebida bajo esquemas neoli-
berales para beneficiar a las élites y las empresas transnacionales, Venezuela 
no podía seguir formando parte del organismo. Para esa fecha, el Mercado 
Común del Sur (Mercosur) ya había aprobado la solicitud de membrecía de 
Venezuela. La idea de favorecer la política sobre la economía en los acuer-
dos de integración ya había sido impulsada por Chávez. Por ejemplo, en 
2001 había propuesto crear la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de 
Nuestra América (ALBA), que era una alternativa frente al Acuerdo de Libre 
Comercio para las Américas (ALCA), calificado por Chávez como un acuerdo 
neoliberal. Tres años más tarde, en 2004, Chávez y Néstor Kirchner, presiden-
te de Argentina, apoyaron al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en 
la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (Unasur), organismo 
donde la política cumple un papel fundamental.
La salida de la CAN y el ingreso al Mercosur marcan un cambio sig-
nificativo en la estrategia regional de integración económica de Venezuela. 
Tradicionalmente, la integración regional tuvo objetivos sobre todo económicos, 
es decir, ampliar el mercado a los productores locales para lograr economías de 
escala y promover el crecimiento económico. La nueva estrategia de Venezuela 
apunta a convertir la integración regional en un instrumento para ejecutar su 
agenda política. Analizar las causas que produjeron este cambio, así como sus 
efectos económicos y políticos, permitirá una mejor comprensión de los procesos 
de integración en América Latina. En la primera sección del presente trabajo 
se analiza la experiencia de Venezuela en la CAN. En la segunda sección se 
estudian la evolución del Mercosur, sus logros y debilidades, para luego, en la 
tercera sección, describir el largo camino que recorrió Venezuela antes de hacerse 
miembro pleno de dicho organismo. En la cuarta sección se analizan los posibles 
efectos económicos que puede tener para Venezuela la entrada al Mercosur. Por 
último, en la sección final se presentan las conclusiones. Una de las principales 
es que Chávez decidió utilizar la integración regional como una herramienta 
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para enfrentar las políticas liberales de Estados Unidos, sin tener en cuenta las 
negativas consecuencias económicas de esta decisión para el país; otra conclusión 
que se desprende del artículo es que, debido al deterioro económico e institucio-
nal de Venezuela en los últimos años, el sector productivo no petrolero no está 
preparado para competir con los otros miembros del Mercosur.
1. Venezuela y la CAN: integración truncada
Venezuela se hizo una potencia petrolera durante la tercera década del siglo pa-
sado, cuando el petróleo se convirtió en el principal producto de exportación. A 
partir de entonces, la productividad de la industria petrolera permitió mantener 
un tipo de cambio sobrevalorado que abarató las importaciones y tuvo un im-
pacto negativo en la economía no petrolera (Martínez 2008). En un esfuerzo por 
“sembrar el petróleo”, el Estado hizo inversiones en sectores estratégicos, otorgó 
subsidios e implementó una política de sustitución de importaciones, protegien-
do los productores nacionales de la competencia internacional mediante elevados 
aranceles y cupos a las importaciones. Con abundantes recursos petroleros y un 
sector privado subsidiado que gozaba de un mercado cautivo, la liberación del co-
mercio internacional y la integración económica regional no eran atractivas para 
los productores venezolanos. Tal vez por eso, Venezuela entró tardíamente en los 
primeros acuerdos de integración en la región: se hizo miembro de la Asociación 
Latinoamericana de Integración (Alalc) en 1966 —seis años después de su funda-
ción—, ingresó a la CAN1 en 1973 —cuatro años después de fundada— y firmó 
el General Agreement on Tariffs and Trade (GATT) cuando el acuerdo ya tenía 
cuarenta y dos años de vigencia.
Desde el punto de vista económico, ni la Alalc ni la CAN tuvieron éxito 
en sus inicios, si se considera que no lograron ampliar los mercados de lospaíses 
miembros —para que las empresas lograran economías de escala— ni incremen-
taron de un modo significativo la inversión extranjera directa (IED). Esto se de-
bió principalmente a la política de sustitución de importaciones (Martínez 2011) 
y al clima negativo que había para la inversión extranjera en América Latina (Vial 
1 En ese entonces se denominaba Grupo Andino, y estaba conformado por Bolivia, Colombia, 
Chile, Ecuador y Perú. Chile se retiró en 1976.
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2001). En el caso de la CAN, los flujos de IED como porcentaje del PIB fueron de 
apenas 0,4% durante el período 1975-1989 (Vial 2001), mientras que el comercio 
intrarregional pasó de 2,3%, en 1969, a solo 5,4%, en 1989.
Entre 1989 y 1990, Colombia y Venezuela, los miembros más grandes de 
la CAN, decidieron desregular la economía y fortalecer los mercados. Además, 
acordaron relanzar el acuerdo de integración acelerando los mecanismos de 
desgravación automática, eliminando las listas de excepciones y las trabas a la 
IED y creando un arancel externo común (AEC). Las medidas impactaron po-
sitivamente el comercio bilateral, que pasó de 492 millones de dólares en 1989 a 
7.289 millones en 2008. Durante la década de los noventa, la balanza de pagos 
fue favorable a Venezuela, pero a partir de 2004 favoreció a Colombia. En 2008 
Colombia exportó a Venezuela 6.091 millones, mientras que Venezuela le vendió 
a Colombia 932 millones. En cuanto a la IED, los flujos netos subieron a 2,4 y 
2,5% del PIB para Colombia y Venezuela, respectivamente, y a 3% para la CAN 
durante el período 1990-1998.
El relanzamiento de la CAN convirtió a Colombia en el segundo socio 
comercial de Venezuela, después de Estados Unidos, y el principal destino de sus 
exportaciones no tradicionales. Asimismo, Venezuela se convirtió en el segundo 
socio comercial de Colombia. Sin embargo, a pesar de los beneficios obteni-
dos, entre ellos el incremento en las exportaciones no tradicionales, diferencias 
ideológicas entre el presidente Hugo Chávez —que veía en Estados Unidos una 
amenaza imperialista— y los presidentes de Colombia y Perú, Álvaro Uribe y 
Allan García, respectivamente —quienes consideraban a Estados Unidos un 
aliado político y principal mercado para sus exportaciones—, culminaron con el 
anuncio de la salida de Venezuela de la CAN, en abril de 2006, que se hizo efec-
tiva cinco años más tarde (Martínez 2011). El Gobierno venezolano explicó, en 
carta enviada a la Secretaría de la CAN, que la decisión de separarse del acuerdo 
regional obedecía a que las “[…] negociaciones y firma de los Tratados de Libre 
Comercio por parte de Colombia y Perú con los Estados Unidos han conformado 
un cuerpo legal que pretende asimilar la normativa de los TLC a la Comunidad 
Andina [y que] los TLC privilegian los intereses particulares sobre los intereses 
de los pueblos […], propulsan una injusta distribución de la riqueza [y] poseen 
la misma concepción neoliberal del ALCA” (citado por Sainz 2007, 137-138). La 
decisión de retirar a Venezuela de la CAN se hizo de manera inconsulta y tajante, 
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sin tomar en cuenta a empresarios, partidos políticos y sociedad civil. Ni siquiera 
se consultó al poder legislativo (Sainz 2007). Luego, la firma de un tratado militar, 
mediante el cual Colombia permitía a Estados Unidos el uso de bases militares, y 
la denuncia por parte de Colombia de la presencia de guerrilleros colombianos en 
tierras venezolanas endurecieron la posición de Chávez, quien resolvió congelar 
las relaciones comerciales con Colombia. El resultado fue una dramática caída 
en las exportaciones de Colombia a Venezuela de 34% en 2009 y de 70% en 2010, 
mientras que las exportaciones de Venezuela a Colombia cayeron 73% en 2009.
La ideología izquierdista de Chávez, su desconfianza en la economía de 
mercado y su enfrentamiento con los empresarios locales y Estados Unidos 
impactaron negativamente los flujos comerciales. La IED también fue afecta-
da, y durante el período 2000-2012 Venezuela recibió 12.030 millones dólares 
en flujos netos de IED, monto casi seis veces inferior a los 66.909 millones 
que obtuvo Colombia.
El retiro de Venezuela de la CAN puso en evidencia el fuerte cambio 
ocurrido en la política exterior del país. Desde la restauración de la democracia 
en 1958, la política exterior venezolana tuvo como objetivos “ […] i) mantener 
unas relaciones estables con los Estados Unidos, ii) contener la posibilidad de 
los autoritarismos y otras formas políticas no democráticas en América Latina 
y el Caribe, iii) preservar las fronteras del país” (Romero 2007, 4). En el ámbito 
regional, Venezuela se mostró favorable a la integración y se convirtió en un 
socio confiable para Estados Unidos, gracias a su estabilidad democrática y a su 
condición de proveedor seguro de petróleo, y su política exterior activa se carac-
terizó por mantener negociaciones pacíficas con los países vecinos. Pero Chávez 
cambiaría los fundamentos de la política exterior venezolana (Romero 2007) al 
enfrentarse con Estados Unidos, apoyar la democracia participativa, el socialis-
mo y la lucha antiimperialista, clamar un mundo multipolar y desarrollar una 
diplomacia de confrontación que generaría fuertes tensiones con Estados Unidos 
y otros países de la región. Además, no le importó intervenir abiertamente en los 
asuntos internos de otros países latinoamericanos.2 En este contexto, para Chávez 
2 Por ejemplo, en 2010, durante la campaña para la presidencia de Colombia, Chávez afirmó que 
si Juan Manuel Santos ganaba las elecciones no lo recibiría como jefe de Estado en Caracas y 
cerraría el comercio con Colombia (Noticias24 2010). También, cuando los hondureños estaban 
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la integración regional no se limitaba a plantear una alianza comercial, sino que 
era en un instrumento para promover la integración no capitalista de los pueblos, 
el socialismo y el enfrentamiento con Estados Unidos. Para él, las afinidades ideo-
lógicas eran el motor dominante de la integración, pero, como señala Caetano 
(2011), las experiencias exitosas de integración no apuntan en esa dirección.
2. El Mercado Común del Sur (Mercosur): su evolución
El 26 de marzo de 1991, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay firmaron el 
Tratado de Asunción, con el fin de crear el Mercosur.3 El objetivo del acuerdo era 
fundamentalmente económico, es decir, la creación de un mercado común. En las 
consideraciones del Tratado, las partes firmantes expresan que “la ampliación de 
[…] sus mercados nacionales, a través de la integración, constituye condición 
fundamental para acelerar sus procesos de desarrollo económico”, y en el Artículo 
1º se establecen como objetivos: i) la libre circulación de bienes, servicios y facto-
res productivos entre los países mediante la eliminación de aranceles y restriccio-
nes no arancelarias; ii) la adopción de un arancel externo común y una política 
comercial común con relación a terceros Estados; iii) la coordinación de políticas 
macroeconómicas, y iv) la armonización de las legislaciones para fortalecer el 
proceso de integración.4
En una primera etapa, que abarca el período 1991-1998, se logró liberali-
zar la totalidad de los productos comprometidos y se aplicó el AEC al 88% del 
universo arancelario (Lorenzo 2006). El impacto sobre el comercio intrarregional 
fue positivo, y las exportaciones intrarregionales como porcentaje de las expor-
taciones totales pasaron de 11 a 25% (ver la tabla 1). Sin embargo, en los años 
siguientes dicho porcentaje comenzó a caer, hasta alcanzar su nivel más bajo en 
evaluando su ingreso al ALBA.Chávez afirmó que el hondureño que se opusiera al ingreso de 
Honduras al ALBA era un “vendepatria” (Diariocrítico de Venezuela 2008).
3 Los antecedentes del Mercosur se remontan al 30 de noviembre de 1985, cuando se firmó la 
Declaración de Foz de Iguazú sellando un acuerdo de integración bilateral entre Argentina y 
Brasil. La firma del Acta de Iguazú marca un cambio en la política exterior de Argentina y Brasil. 
Ambos países buscaban “dejar definitivamente atrás las hipótesis de conflicto y la pugna de lide-
razgos a nivel continental” (Caetano 2011, 30-31).
4 Tratado para la constitución de un Mercado Común entre la República Argentina, la República 
Federativa del Brasil, la República del Paraguay y la República Oriental del Uruguay.
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2002 (11,5%), para luego repuntar y ubicarse en 13,4% en 2012. De modo que el co-
mercio intrarregional del bloque no solo se estancó, sino que fue bajo, comparado 
con el de otros bloques comerciales como la Unión Europea (UE) y el Tratado de 
Libre Comercio de Norteamérica (Nafta), que registran cifras superiores al 50%.
Tabla 1. Mercosur: exportaciones intrarregionales (en MM de dólares)
1991 1998 2002 2008 2010 2012
Argentina 1.977 9.415 5.718 16.145 17.025 22.451
Brasil 2.309 8.877 3.311 21.737 22.602 27.858
Paraguay 558 1.532 607 1.601 2.154 2.305
Uruguay 259 531 553 2.104 2.194 2.817
Venezuela - - - - - 1.980
TOTAL 5.103 20.355 10.189 41.587 43.975 58.660
Como porcentaje 
de exportaciones 
totales
11,1 25 11,5 14,9 15,6 13,4
Fuente: BID, Informe Mercosur (2013, 2011, 2009).
El éxito inicial del Mercosur estuvo favorecido por una coyuntura comer-
cial particular. Como respuesta a la crisis de la deuda externa de la década de los 
ochenta, así como a cambios en el panorama internacional, los países latinoame-
ricanos implementaron políticas económicas para liberar los mercados. Entre ellas 
estaba la apertura al comercio internacional, combinada con acuerdos de inte-
gración regional, para ampliar los mercados y lograr economías de escala, que se 
conoce como regionalismo abierto. Sin embargo, la crisis financiera internacional 
que se inició en los países asiáticos en 1998 cambió el panorama. Para enfrentarla, 
los miembros del Mercosur debieron haber coordinado sus políticas macroeconó-
micas, tal y como lo exigía el Tratado de Asunción. Sin embargo, Brasil decidió 
devaluar su moneda en 60%, en enero de 1999. Por su parte, Argentina mantuvo 
la paridad cambiaria de un peso por dólar y prefirió proteger sus mercados con 
mecanismos de salvaguarda contemplados en el Tratado de Asunción. Estas me-
didas tomadas por los principales exportadores del grupo redujeron el comercio 
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intrarregional a la mitad entre 1998 y 2002 (tabla 1). Según Lorenzo (2006), el 
bloque perdió credibilidad, debido a la resistencia de sus miembros a cumplir 
con las reglas del mercado común, optando por actuar unilateralmente. Esto fue 
posible por la ausencia de órganos supranacionales que aseguraran la aplicación de 
las normas del Mercosur. Por su parte, Molteni, De León y Giudice (2011) señalan 
que las medidas unilaterales adoptadas para enfrentar la crisis se fundamentaron 
en intereses locales y deterioraron fuertemente la unión aduanera.
Una situación similar ocurrió durante la crisis financiera de 2008, ocasio-
nada por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos. Las tensiones 
comerciales entre los miembros del Mercosur reaparecieron, y cada uno enfrentó 
la crisis de manera unilateral. Brasil decidió devaluar la moneda, mientras que 
Argentina continuó con una política cambiaria orientada a contener las fluctua-
ciones del tipo de cambio, lo cual se tradujo en la apreciación considerable del 
peso e indujo reclamos del sector industrial argentino. Ambos países recurrieron 
a barreras administrativas al comercio, como derechos antidumping y licencias 
no automáticas de importación. El Laudo Arbitral I estableció la incompatibi-
lidad de dichas licencias con el Mercosur, pero tuvo un acatamiento limitado. 
Argentina, el país que utilizó dichos instrumentos con mayor intensidad, siguió 
haciendo uso generalizado de ellos (BID 2009). La crisis de 2008 de nuevo puso 
en evidencia la falta de coordinación de las políticas macroeconómicas, así como 
la dificultad para encauzar las tensiones comerciales mediante instrumentos for-
males, como el Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC),5 que, a pesar de 
haber sido aprobado en 2006, no entró en vigencia.
Briceño y Gomes (2010) afirman que el ascenso al poder de los gobier-
nos izquierdistas de Lula da Silva y Kirchner en 2003 produjo un cambio en el 
Mercosur. Se abandonó el modelo neoliberal que inspiró el inicio del bloque y se 
implementaron políticas industriales más activas, propiciando mayor protección 
a la industria local. En este sentido, Luis Felipe Lamprea, excanciller de Brasil, 
destacó las “tendencias internas proteccionistas que frecuentemente colisionan 
con los principios originales del Mercosur” (The Economist 2013).
5 El objetivo del MAC, acordado entre Brasil y Argentina en 2006, dejando de lado a Paraguay 
y Uruguay, es reparar daños importantes a una rama de producción nacional, debido a un 
aumento sustancial de las importaciones.
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El comercio intrarregional del Mercosur está conformado en más de 60% 
por manufacturas, en especial aquellas relacionadas con el sector automotor. Las 
exportaciones del Mercosur al resto del mundo, por el contrario, son principal-
mente bienes agrícolas (más del 70%). Según el BID (2013), las manufacturas de 
contenido tecnológico medio representan más de la mitad de las ventas intrazona 
de Argentina y Brasil, y un quinto de las uruguayas. Paraguay, por el contrario, 
vende sobre todo productos agrícolas. Molteni, De León y Giudice (2011) afirman 
que el comercio intrarregional ha contribuido a diversificar las exportaciones del 
bloque, mejorando la eficiencia de la industria. El principal beneficiado en este 
proceso ha sido Brasil, el mayor exportador del grupo. Desde 2003, el intercam-
bio intrazona ha favorecido este país.
En cuanto al AEC, entró en vigencia en 1995 y varía entre 0 y 20%, con 
tramos o escalas que aumentan de dos en dos, de acuerdo con la categoría de pro-
ductos y la existencia o no de producción nacional. Sin embargo, existen muchas 
excepciones para los denominados bienes sensibles, listas de productos que el país 
puede cambiar cada seis meses hasta en un 20%. Hay excepciones para los bienes de 
informática y telecomunicaciones, bienes de capital y bienes del sector automotor, 
entre otros. Además, se pueden establecer excepciones en caso de desabastecimien-
to. Para algunos bienes, el AEC se puede subir hasta un nivel de 35%.
Según Giacalone (2012), el AEC del Mercosur reproduce la estructura 
arancelaria de Brasil, dando protección efectiva a la producción de bienes de ca-
pital, telecomunicaciones e informática. Esto genera desviación del comercio y un 
mercado cautivo para los bienes de capital brasileños, así como un costo para los 
miembros que son importadores netos de esos bienes. En 2011, Argentina aplicó 
una desgravación excepcional y temporaria que todavía mantiene.
Con respecto a la atracción de inversión extranjera directa (IED), otra de 
las razones por las que los países firman un TLC, parece que los resultados fueron 
positivos, ya que la relación IED/PIB en el Mercosur pasó de 0,5% (promedio 
anual) durante el período 1985-1990, a 2,2 y 4,5% en los períodos 1995-1998 y 
1999-2002, respectivamente (Crespo, Baruj, Pérez y Sarudianzky 2004).Sin em-
bargo, el gran receptor de IED ha sido Brasil, país que durante el período 2000-
2012 recibió un total de 306.174 millones de dólares (ver la gráfica 1). Argentina 
está en segundo lugar, con 54.970 millones. Por su parte, Paraguay y Uruguay 
captaron apenas 1.281 y 13.019 millones de dólares durante el mismo período.
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Gráfica 1. Mercosur: IED (en MM de dólares)
Fuente: Cepal (2012).
Uno de los mayores problemas del Mercosur ha sido la falta de coordina-
ción entre los miembros. La misma se ha puesto en evidencia principalmente en 
dos áreas: políticas macroeconómicas y política exterior. En el caso de las polí-
ticas macroeconómicas, se ha manifestado en especial durante las crisis interna-
cionales, como vimos en párrafos anteriores. La coordinación de dichas políticas 
es necesaria para profundizar la integración y avanzar hacia la conformación de 
un mercado común, así como para evitar conflictos potenciales derivados del 
cruce de las políticas nacionales y de las manipulaciones del tipo de cambio para 
crear ventajas comparativas dentro de la región. Respecto a la coordinación en 
materia de política exterior, se observan graves deficiencias. Por ejemplo, duran-
te las últimas negociaciones en la Ronda de Doha, Brasil se mostró favorable a 
un acuerdo, pero Argentina se opuso (Molteni, De León y Giudice 2011). Algo 
similar ha ocurrido en las negociaciones con la UE, iniciadas en 1985, que, según 
Bouzas, han sido afectadas por el hecho de que:
[…] la UE no enfrenta una sola contraparte, y de que el Mercosur es 
una unión aduanera “virtual” que carece de un mecanismo bien de-
sarrollado para negociar con terceras partes. Las opiniones disidentes 
dentro del bloque sudamericano y las dificultades para identificar obje-
tivos comunes de negociación, o incluso para mantener un compromiso 
de negociaciones conjuntas, ha socavado su credibilidad como socio de 
negociación. (2004, 133)
100.000
80.000
40.000
60.000
20.000
0
20122011201020082007 2009
argentina Brasil Paraguay uruguay
2000-2006
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La posibilidad de tener objetivos comunes de negociación se ve afectada 
por la falta de compromiso por parte de los miembros para incorporar a sus legis-
laciones las normas emanadas del Mercosur. De acuerdo con el Primer Informe 
Semestral de la Secretaría del bloque, de 2004, el 67% de las normas comunitarias 
no estaban internalizadas en el ordenamiento jurídico de los países miembros.
De lo anterior se desprende que el mayor beneficiario del Mercosur ha 
sido Brasil, que consiguió un mercado para sus manufacturas y ha recibido la 
mayor parte de la IED en la región. También se puede afirmar que los objetivos 
del Tratado de Asunción no se han cumplido, o su cumplimiento ha sido par-
cial. En este sentido, el vicepresidente de Uruguay, Danilo Astori, afirmó que el 
Mercosur está en un estado de inacción prácticamente total: “Al mercado común 
nunca llegamos, la unión aduanera está totalmente destrozada y la zona de libre 
comercio tampoco funciona porque no hay libre tránsito de bienes y servicios” 
(El País 2013). Como respuesta a ese estancamiento Astori propuso la incorpora-
ción de Uruguay como miembro pleno a la Alianza del Pacífico (AP).
La posición de Uruguay no es novedosa. El país ha estado buscando al-
ternativas al Mercosur mediante acuerdos con otros bloques o países. Durante 
su mandato presidencial (2000-2005), el presidente Jorge Batlle firmó un TLC 
con México e intentó firmar uno con Estados Unidos. En 2006 el Parlamento 
nuevamente consideró la firma de un TLC con Estados Unidos, pero terminó 
firmando un Trade and Investment Agreement el año siguiente; además, Uruguay 
es país observador en la AP. Esto pone en evidencia el rechazo de los miem-
bros menores del Mercosur —Paraguay y Uruguay— al comportamiento del eje 
Argentina-Brasil, renuente a asumir los costos de una mayor integración econó-
mica y los costos políticos de crear órganos supranacionales. Según Molteni, De 
León y Giudice (2011), el Mercosur debería adoptar instituciones supranacionales 
efectivas y normas vinculantes, eliminar excepciones al AEC y restricciones no 
arancelarias, para establecer un verdadero mercado común; avanzar en la in-
tegración física y establecer mecanismos efectivos para eliminar las asimetrías. 
Estas críticas coinciden con las de Lorenzo (2006), quien, después de señalar 
los principios de gradualidad, flexibilidad (para aplicar las normas del tratado) y 
equilibrio (proteger a los miembros de daños ocasionados por beneficios desme-
didos de otros miembros) como elementos que impidieron profundizar el proce-
so de integración en Mercosur, afirma que el organismo carece de instituciones 
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supranacionales, un mecanismo de solución de controversias eficiente y capaci-
dad política para negociar en bloque.
La renuencia de Brasil y Argentina de crear instituciones supranacio-
nales se manifestó desde los orígenes del Mercosur. Sus fundadores apos-
taron a una institucionalidad basada en el interpresidencialismo extremo. 
Caetano afirma que dicha fórmula era “recelosa por igual de la precisión 
de reglas o procedimientos al estilo de lo que caracterizó al proyecto Nafta, 
pero de modo muy particular, totalmente contraria ante cualquier esbozo de 
evolución supranacional según la pauta del modelo europeo” (2011, 33), y la 
denominó institucionalidad de baja intensidad.
Hoy en día, Mercosur necesita más economía y menos política. Más 
economía significa, entre otras cosas, eliminar las trabas al comercio intrarre-
gional, invertir en infraestructura, educación, investigación y desarrollo, para 
hacer más eficientes las industrias locales, y promover las cadenas de valor 
regionales. Menos política significa no utilizar el acuerdo de integración con 
fines ideológicos, como un instrumento para enfrentar las políticas liberales 
de Estados Unidos y otros países.
3. El tortuoso camino de Venezuela al Mercosur
Venezuela es un país caribeño, andino y amazónico, pero su política ex-
terior tradicionalmente se ha enfocado en la región caribeña y andina. La 
Cuenca del Caribe es un área de gran importancia geopolítica, y su nexo con 
Colombia, su socio comercial natural, históricamente ha sido muy estrecho. 
Ya en 1973, Venezuela se hizo miembro de la CAN, lo cual fomentó el comer-
cio entre los dos países.
El acercamiento de Venezuela al Mercosur comenzó a mediados de la 
década de los noventa, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera (Martínez 
2011).6 Caldera redefinió la estrategia de integración comercial y firmó acuerdos 
bilaterales con Brasil, disminuyendo así el peso de las relaciones comerciales con 
6 Gutiérrez (2009) señala que Carlos Andrés Pérez ya había iniciado conversaciones con el 
Gobierno de Brasil en 1993 para estrechar las relaciones bilaterales.
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Colombia. Las difíciles relaciones colombo-venezolanas, unas veces conflictivas, 
otras cooperativas, cumplieron un papel en el cambio de estrategia.7
La posición de Caldera era negociar con el Mercosur acompañado de 
sus socios de la CAN. En abril de 1998 se firmó el acuerdo marco para negociar 
un TLC entre los países miembros de ambos bloques. El objetivo se logró el 18 
de octubre de 2004 con la firma del Acuerdo de Complementación Económica 
59 (ACE 59),8 que entró en vigencia en enero de 2005 y estableció cronogramas 
de desgravación arancelaria con plazos que variaban entre tres y catorce años. 
Cuando se firmó el acuerdo, ya el intercambio comercialentre Venezuela y Brasil 
había cobrado fuerza gracias al ACE 39, firmado entre ambos países en 1999.9 En 
ese año se inició el primer período presidencial de Hugo Chávez, quien aceleró 
las negociaciones con el Mercosur, al considerar un objetivo estratégico de su 
política exterior la incorporación de Venezuela al organismo.
Chávez impulsó una concepción diferente de la integración dándole 
una orientación socio y geopolítica (Cardoso 2006). Propuso una integración 
social “hacia adentro de cada país” y una integración que trascendiera la 
CAN e incluyera a Mercosur y la Comunidad del Caribe para conformar un 
bloque que enfrentara a Estados Unidos y el ALCA. Convirtió la integración 
en “[…] parte de un proyecto nacional-internacional […] sustentada en pos-
tulados ideológicos” (Cardoso 2006, 32). Para Chávez, la integración debía ser 
fundamentalmente política, porque lo económico era un componente nece-
sario pero no suficiente para avanzar a estadios superiores (González 2007). 
Estratégicamente, el Gobierno fijó nuevas prioridades en sus acercamientos 
hemisféricos y regionales. Se distanció de la CAN, a la que descalificó como 
un modelo neoliberal de integración centrado en el comercio, y se acercó 
a Brasil y el Mercosur para formar una alianza contra el liberalismo y la 
7 Entre Colombia y Venezuela han existido tensiones diplomáticas, debido a problemas en la 
delimitación en el golfo de Venezuela, la inmigración ilegal, el conflicto armado y el contraban-
do. En 1987 se produjo una de las crisis más graves, cuando la corbeta Caldas, de la Armada 
colombiana, ingresó en aguas del golfo de Venezuela, lo cual provocó movilización de tropas 
en ambos países.
8 Por la CAN firmaron solamente Colombia, Ecuador y Venezuela, porque Bolivia (ACE 36) y 
Perú (ACE 58) ya habían firmado sus TLC con el Mercosur.
9 También lo firmaron Colombia, Ecuador y Perú.
217
De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común del Sur
Alberto Martínez Castillo
hegemonía estadounidense. El sostenido incremento en el precio del petróleo 
favoreció la propuesta de buscar otros ejes de integración.
Las gestiones del gobierno de Chávez para convertir a Venezuela en 
miembro pleno del Mercosur dieron frutos el 8 de diciembre de 2005, en la 
Cumbre Presidencial del Mercosur, cuando se aceptó la solicitud de membrecía, 
y el protocolo de adhesión plena se firmó el 4 de julio de 2006. Sin embargo, 
el proceso de ratificación del protocolo por parte de los parlamentos de los 
países miembros del Mercosur siguió un camino tortuoso. Los parlamentos de 
Argentina y Uruguay, donde la izquierda era mayoría, lo aprobaron ese mismo 
año, pero los de Brasil y Paraguay, donde dominaban los partidos de centro y 
derecha, se mostraron renuentes a hacerlo alegando las posturas antidemocráticas 
de Chávez, que contravenían el Protocolo de Ushuaia (Martínez 2011). La apro-
bación del Parlamento brasileño, preocupado por la actitud personalista y autoritaria 
del Gobierno venezolano, así como por su retórica nacionalista e intervencionista, 
se logró tres años más tarde, en diciembre de 2009, luego de un largo esfuerzo de 
cabildeo por parte del presidente Lula da Silva (Martínez 2011; Bonavino 2012). El 
Parlamento paraguayo, por su parte, aún se negaba a dar su aprobación.
Venezuela tuvo que esperar tres años más para ser miembro pleno 
del Mercosur, cuando Paraguay fue suspendido temporalmente del bloque. 
Los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay alegaron que Paraguay había 
quebrantado el orden democrático al destituir al presidente Fernando Lugo, 
el 22 de junio de 2012, acusándolo de mal desempeño en sus funciones. Sin 
embargo, la destitución se hizo con base en la Constitución paraguaya, que 
permite al Congreso destituir a altos funcionarios si dos tercios de sus miem-
bros desaprueban su actuación. Los países latinoamericanos moderados, entre 
ellos Brasil y Uruguay, calificaron la destitución como incumplimiento del 
debido proceso, dada la corta duración del juicio. Los países más críticos, es 
decir, Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador y Venezuela, calificaron el hecho co-
mo un golpe de Estado parlamentario y retiraron sus embajadores del país. El 
Mercosur, por su parte, respondió en la XLIII Reunión Ordinaria del Consejo 
del Mercado Común, celebrada los días 28 y 29 de junio, es decir, una semana 
después, suspendiendo temporalmente a Paraguay. A los pocos días, los tres 
miembros restantes oficializaron el ingreso de Venezuela al grupo, que se hizo 
efectivo el 12 de agosto de 2012.
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Las dos decisiones del Mercosur fueron controversiales. Los que cues-
tionan la suspensión de Paraguay arguyen que el país actuó acogido al ordena-
miento constitucional. Con respecto al ingreso de Venezuela, se han criticado 
su oportunidad política y su solidez jurídica (Bonavino 2012). La intervención 
de Dilma Rousseff, aliada de Chávez, parece haber sido decisiva. Por su parte, el 
presidente de Uruguay, José Mujica, reconoció que había prevalecido lo político 
sobre lo jurídico, mientras que Chávez lo calificó como una derrota del impe-
rialismo. Por el contrario, el presidente de Paraguay, Federico Franco, calificó 
el ingreso como un acto ilegal.
El ingreso de Venezuela al Mercosur marcó un cambio de rumbo, y 
la política cobró un papel relevante,10 al distanciar al bloque de sus oríge-
nes fundamentalmente comerciales (Martínez 2011). El entonces ministro de 
Relaciones Exteriores de Venezuela, Nicolás Maduro, afirmó que “se han creado 
las condiciones para darle a una nueva dimensión política y social a Mercosur 
[…] en la que se deberán asumir más los temas políticos y sociales” (citado por 
Romero 2007, 23). Por su parte, el excanciller de Brasil, Luis Felipe Lamprea, 
afirmó que Mercosur “Hoy es casi totalmente un frente político” (The Economist 
2013). Ese frente político lo ha utilizado el Gobierno venezolano para llevar a 
cabo su política de confrontación con Estados Unidos y los países que defien-
den el liberalismo económico.
La XLVI Cumbre Presidencial del Mercosur, realizada en Caracas el 17 ju-
lio de 2014, puso en evidencia el nuevo carácter del Mercosur. Por un lado, Brasil 
llevaba la propuesta de adelantar un acuerdo de libre comercio con la Alianza del 
Pacífico (AP) para 2014, en lugar de esperar hasta 2019. Por el otro, Elías Jaua, 
canciller de Venezuela, afirmó que más importante que el acuerdo con la AP era 
uno con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), 
organismo que da prioridad a la política y la confrontación ideológica (Martínez 
2011). La propuesta de Brasil no se mencionó en el comunicado conjunto de los 
10 Aunque los presidentes de Argentina y Brasil, Eduardo Duhalde y Luiz Inácio Lula da Silva, res-
pectivamente, ya habían declarado en 2003 que el Mercosur era también un proyecto político 
que debía contar con la participación de todos los segmentos de las sociedades de los Estados 
partes (Caetano 2011), no lo concebían como un proyecto ideológico de confrontación, donde 
la política debía tener más importancia que la economía.
219
De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común del Sur
Alberto Martínez Castillo
presidentes, mientras que la de Venezuela fue recibida con beneplácito. El hecho 
de que la AP representa un mercado de 218 millones de personas, con un PIB de 
2.118 millardos de dólares, mientras que el ALBA (excluyendo a Venezuela) ape-
nas tiene 44 millones de habitantes y un PIB de 199 millardos de dólares, parece 
no haber sido relevante en la decisión. Como dice Caetano, el Mercosur necesita 
“una inflexión de sinceramiento profundo entre sus Estados partes” (2011, 21).
Los cambios en Mercosur trajeron como resultado la reagrupación de los 
esquemas de integraciónlatinoamericanos. Por un lado están los países miem-
bros del Mercosur, marcados por el mercantilismo, es decir, la intervención del 
Estado para regular la actividad económica y proteger la industria local de la 
competencia internacional, así como por la tendencia a hacer prevalecer las deci-
siones políticas sobre las económicas. Por otro, los países miembros de la AP, que 
favorecen el libre funcionamiento de los mercados y están comprometidos con el 
regionalismo abierto, es decir, bajos niveles de protección contra la competencia 
externa, para mejorar la eficiencia y reducir la desviación del comercio.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe 
(Cepal), el regionalismo abierto busca que las políticas de integración sean com-
patibles y complementarias con las políticas para mejorar la competitividad in-
ternacional (Eclac 1994). Según el Acuerdo Marco, firmado el 6 de junio de 2012, 
los objetivos de la AP son: i) construir un área de integración que permita la libre 
circulación de bienes, servicios, capitales y personas; ii) impulsar el crecimiento, 
desarrollo y competitividad de los países miembros, y iii) convertirse en una 
plataforma de articulación política, de integración económica y comercial con 
énfasis en el Asia Pacífico. Mientras que el Mercosur pone énfasis en lo político, 
la AP apuesta fundamentalmente a lo económico.
El ingreso de Venezuela al Mercosur también puso en evidencia la 
manera como el eje Argentina-Brasil impone sus decisiones por encima de los 
miembros más pequeños del grupo. El nuevo presidente de Paraguay, Horacio 
Cartes, manifestó su molestia al afirmar que su país no reingresaría al 
Mercosur mientras Venezuela tuviese la presidencia pro tempore. Por su parte, 
el canciller, Eladio Loizaga, afirmó que Paraguay no asistiría a las cumbres de 
jefes de Estado y de gobierno del Mercosur hasta que el poder legislativo de su 
país aprobase la entrada de Venezuela (ABC Color 2013). Para los paraguayos, 
hubo una ruptura de la legalidad con su exclusión del bloque y el ingreso de 
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Venezuela. De hecho, Mercosur levantó la sanción a Paraguay el 15 de agosto 
de 2013, Venezuela entregó la presidencia pro tempore a Argentina el 8 de 
noviembre de 2013 y el Congreso paraguayo aprobó el ingreso de Venezuela 
al Mercosur el 18 de diciembre de ese año.
Por último, la decisión de ingresar al Mercosur se tomó sin tomar en 
cuenta la opinión del sector empresarial, que es el actor que debería traducir la 
participación en el mercado ampliado en crecimiento económico y generación 
de empleo. Según Romero (2007), la decisión del Gobierno venezolano es un 
ejemplo de política pública inconsulta y apresurada. Cuando se anunció, la en-
tonces presidenta de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y 
Producción de Venezuela (Fedecámaras), Albis Muñoz, afirmó que “[…] esta in-
tegración se está realizando a espaldas de los empresarios venezolanos” (Romero 
2007, 24). Esto contrasta con la manera como se produjo el ingreso de Venezuela 
a la CAN, que requirió dos años de negociaciones entre las fuerzas políticas y 
empresariales de Venezuela y los socios andinos (Sainz 2007). La importancia de 
las fuerzas productivas en la integración regional se pone de manifiesto en los 
organismos de representación que tienen en los sistemas de integración. En la 
CAN están el Consejo Consultivo Empresarial y el Consejo Consultivo Laboral; 
en el Mercosur, el Foro Consultivo Económico y Social, y en la AP, el Consejo 
Empresarial de la Alianza del Pacífico. El hecho de que el Gobierno venezolano 
haya llevado a cabo la incorporación del país al Mercosur de espaldas al sector 
productivo es reflejo de su nueva estrategia de integración, donde la economía 
ha pasado a segundo plano.
4. Venezuela en el Mercosur: sin condiciones para competir
El 26 de diciembre de 2012 Venezuela firmó los Acuerdos de Alcance Parcial de 
Complementación Económica No. 68 y No. 69 con Argentina y Brasil, respec-
tivamente, y el Segundo Protocolo Adicional al Acuerdo de Alcance Parcial de 
Complementación Económica No. 63 con Uruguay. En estos acuerdos Argentina, 
Brasil y Uruguay se comprometieron a otorgar, de manera inmediata, el 100% 
de preferencia para la totalidad de los códigos arancelarios a los productos 
originarios de Venezuela. Este país, por su parte, acordó hacer lo mismo con 
los productos procedentes de Uruguay, mientras que con los procedentes de 
221
De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común del Sur
Alberto Martínez Castillo
Argentina y Brasil sería a partir del 1º de enero de 2014. Sin embargo, Venezuela 
se reservó con Brasil como bienes sensibles para su economía una lista de 777 
códigos arancelarios (de un total de 10.029), y con Argentina, una lista de 610. 
Para estas listas regirá el programa de desgravación contemplado en el ACE 59. 
Además, los países acordaron definir un tratamiento específico para el sector au-
tomotor y para el sector azucarero. De modo que la incorporación de Venezuela 
al Mercosur produjo una aceleración de los cronogramas de liberación comercial 
previstos en el ACE 59, que preveían la desgravación total del comercio para el 1º 
de enero de 2018. Como resultado, los precios de los productos provenientes de 
los socios del Mercosur bajarán, que, aunado a la fuerte apreciación del bolívar, 
se traducirá en el abaratamiento de los bienes provenientes del Mercosur y, en 
consecuencia, el aumento de las importaciones. De hecho, a partir de la firma 
del ACE 59, en 2004, las importaciones, en especial las provenientes de Brasil y 
Argentina, crecieron significativamente (ver la tabla 2). En cuanto a las exporta-
ciones, deberían mantener su tendencia a decrecer, a menos que se produzcan 
cambios en la política económica de Venezuela, como se explica más adelante.
Tabla 2. Venezuela: comercio con Mercosur (en MM de dólares)
1998 2004 2010 2012
Importaciones desde:
Argentina 325 315 1.016 2.006
Brasil 620 1.227 3.239 4.368
Paraguay 102 138 549 75
Uruguay 32 31 351 525
Exportaciones no petroleras a:
Argentina 20 17 8 3
Brasil 146 167 169 176
Paraguay 5 2 1 1
Uruguay 4 2 2 8
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, INE (s. f.).
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Con respecto al AEC, Venezuela lo adoptará en cuatro fases y contará con 
475 excepciones, que incorporan básicamente insumos industriales y alimentos. 
El AEC del Mercosur es más elevado, en promedio, que el que viene aplicando 
Venezuela a terceros países, de modo que su implementación debería producir 
desviación del comercio. El efecto final, en cuanto a precios y calidad, depen-
derá de la proporción de la oferta de esos terceros países que sea sustituida por 
productos provenientes del Mercosur y de la industria local. La Confederación 
Venezolana de Industriales (Conindustria) afirma que el AEC está diseñado de 
acuerdo con la producción nacional de Argentina y Brasil, y debe ser negociado 
para evitar el encarecimiento de la materia prima (Conindustria 2012). Otro as-
pecto a tomar en cuenta es que el arancel de Venezuela fluctúa entre cero y 20%, 
con tramos que varían de cinco en cinco. En el AEC del Mercosur, los tramos 
varían de dos en dos, por lo que su aplicación no solo implicará un nuevo nivel 
de precios, sino una nueva estructura relativa de precios. Finalmente, los efectos 
señalados dependerán del grado de compromiso en la adopción del AEC. No hay 
que olvidar que el Mercosur se ha caracterizado, entre otras cosas, por la cantidad 
de excepciones permitidas con respecto al AEC.
Entre los efectos económicos positivos de la incorporación de Venezuela 
al Mercosur están el accesoa un mercado más amplio, que debería traducirse en 
productores nacionales más eficientes (por efecto de las economías de escala); di-
versificación de las exportaciones y disminución de la dependencia del petróleo. 
Además, el acceso de Venezuela a un mercado más amplio debería atraer IED. 
Pero para que las empresas locales capitalicen estos efectos, y puedan hacer frente 
a la mayor competencia de los productores brasileños y argentinos, Venezuela de-
be implementar políticas económicas que promuevan la competitividad, definida 
como “[…] el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el 
nivel de productividad de un país” (World Economic Forum 2012, 4). Es decir, 
se debe crear un ambiente macroeconómico, político, legal y social adecuado 
para que las empresas sean productivas. Además, el ambiente microeconómi-
co y la sofisticación de las empresas deben ser adecuados. El World Economic 
Forum publica un índice de competitividad global basado en doce variables: 
instituciones fuertes, estabilidad macroeconómica, infraestructura, salud y edu-
cación primaria, educación superior y entrenamiento del personal, eficiencia en 
el mercado de bienes, eficiencia en el mercado laboral, desarrollo del mercado 
223
De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común del Sur
Alberto Martínez Castillo
financiero, agilidad para adoptar tecnologías, tamaño del mercado e innovación. 
Para el período 2012-2013, los tres países latinoamericanos mejor clasificados, 
entre un total de 144, fueron Chile, Brasil y México, en los puestos 33, 48 y 53, 
respectivamente. Venezuela, en el lugar 126, fue superada por todos los miembros 
del Mercosur (Uruguay 74, Argentina 90 y Paraguay 116), lo cual indica que los 
productores venezolanos enfrentarán una competencia creciente a medida que 
avance la desgravación arancelaria.
 De no producirse un cambio en las políticas económicas del Gobierno 
venezolano, las consecuencias de la incorporación de Venezuela al Mercosur para 
los productores nacionales podrían ser negativas. Durante el período 1999-2012, 
correspondiente a la presidencia de Hugo Chávez, los entornos económico, polí-
tico e institucional se han deteriorado, desincentivando la producción nacional. 
En cuanto al primero, destaca la sobrevaluación de la tasa de cambio real (TCR), 
producto de la combinación de una tasa de cambio nominal fija con alta inflación, 
que ha abaratado las importaciones y encarecido los productos locales, volcando 
la demanda agregada hacia el exterior. La TCR se apreció 33% entre diciembre de 
1998 y diciembre de 2012, a pesar de las cuatro devaluaciones ocurridas en 2003, 
2004, 2005 y 2010. Las exportaciones no petroleras se convirtieron en la principal 
víctima de la apreciación de la TCR y cayeron en más de 50% (ver la gráfica 2). 
En 1998, quince capítulos aduaneros registraban exportaciones mayores de 100 
millones de dólares anuales; los principales eran fundiciones de hierro y acero, 
aluminio y sus manufacturas, vehículos y partes, papel y cartón, piedras preciosas 
y bisutería, productos químicos orgánicos, plásticos y manufacturas, pinturas y 
pigmentos, cementos y tabaco. En 2012, los únicos cinco rubros que superaron 
los 100 millones de dólares fueron: fundiciones de hierro y acero, aluminio y sus 
manufacturas, productos químicos orgánicos, abonos y minerales metalíferos. 
Además, el porcentaje de las exportaciones de productos manufacturados cayó 
de 19 a 4% de las exportaciones totales.
Durante el período analizado, Estados Unidos y Colombia se mantuvieron 
como los principales destinos de las exportaciones no petroleras (ver la tabla 3), 
aunque Colombia cedió el segundo lugar a China, debido a las difíciles relaciones 
entre Bogotá y Caracas. Es significativo que las exportaciones al Mercosur apenas 
crecieran 7%, a pesar de que el ACE 59 entró en vigencia en enero de 2005, lo 
cual refleja la poca competitividad de los productos venezolanos en ese mercado.
224
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Gráfica 2. TCR y exportaciones no petroleras (en MM de dólares)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, INE (s. f.) y cálculos propios con datos del FMI y el BCV.
exportaciones np tCR
8.000
6.000
4.000
2.000
7.000
5.000
3.000
1.000
0
19
98
19
99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
20
05
20
06
20
07
20
08
20
09
20
10
20
11
20
12
Tabla 3. Venezuela: destino de exportaciones no petroleras (en MM de dólares)
1998 % 2012 %
Mercosur
Argentina 20 0,38 3 0,12
Brasil 146 2,8 176 6,86
Paraguay 5 0,1 1 0,04
Uruguay 4 0,08 8 0,31
TOTAL 175 3,36 188 7,33
Otros
China 5 0,1 422 16,45
Colombia 1.337 25,64 315 12,28
Estados Unidos 1.216 23,32 620 24,16
México 224 4,3 74 2,88
Otros 2.257 43,29 947 36,91
TOTAL 5.214 100 2.566 100
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, INE (s. f.).
225
De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común del Sur
Alberto Martínez Castillo
Las importaciones no petroleras, por su parte, se dispararon de 14.250 
a 47.310 millones de dólares entre 1998 y 2012, financiadas por la avalancha de 
ingresos petroleros.11 Los países del Mercosur, principalmente Brasil, se convirtie-
ron en proveedores importantes (ver la tabla 4). Sin embargo, las importaciones 
provenientes de China crecieron de manera espectacular, convirtiendo a ese país 
en el segundo proveedor de mercancías, después de Estados Unidos.
Tabla 4. Venezuela: origen de importaciones no petroleras (en MM de dólares)
1998 % 2012 %
Mercosur
Argentina 325 2,28 2.006 4,24
Brasil 620 4,35 4.368 9,23
Paraguay 102 0,72 75 0,16
Uruguay 32 0,22 525 1,11
TOTAL 1.079 7,57 6.974 14,74
Otros
Colombia 794 5,57 2.353 4,97
China 27 0,19 7.793 16,47
Ecuador 53 0,37 1.112 2,35
México 611 4,29 1.949 4,12
Estados Unidos 6.179 43,36 12.123 25,62
Perú 108 0,76 1.170 2,47
Otros 5.507 38,65 15.006 31,72
TOTAL 14.250 100 47.310 100
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, INE (s. f.).
A pesar del fuerte crecimiento en el gasto público, el PIB creció a una 
tasa promedio anual de solo 3% durante el período analizado, mientras que 
el PIB per cápita apenas superó el 1%. El efecto del gasto fue mayor en los 
11 El precio del barril de petróleo WTI pasó de 11,31 dólares a 133,93 entre diciembre de 1998 y 
julio de 2008. En diciembre de 2012 cerró en 87,89 dólares.
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precios, y la inflación promedio llegó a 22,3%, la más alta de América y una 
de las más altas del mundo.
Otra variable que afectó la producción nacional fue el férreo control 
de cambios, que dificultó el acceso a las divisas necesarias para importar 
insumos y bienes de capital. A esto hay que añadir la política de control de 
precios, que, en un ambiente inflacionario, afectó los márgenes de ganancia. 
Dichos controles han sido determinantes en la escalada del índice de escasez, 
que pasó de 9,5 a 21,3 entre julio de 2010 y abril de 2013, según cifras del 
Banco Central de Venezuela (BCV).12
Con respecto al ambiente político, el gobierno de Chávez se esforzó por 
dividir la sociedad y hacer de la política un enfrentamiento entre pobres y ri-
cos. La relación Estado-empresarios llegó al punto más bajo en la historia del 
país (Martínez 2008), y se multiplicaron las expropiaciones, multas y sanciones. 
Además, Chávez se enfrentó a la economía de mercado y al capitalismo y exa-
cerbó el mercantilismo. Todo esto fue acompañado del deterioro institucional, 
reflejado en la poca autonomía de los poderes legislativo y judicial —ambos 
subordinados al poder ejecutivo— y del banco central, en las agresiones a la 
propiedad privada (expropiaciones, invasiones) y en la corrupción.
Labuena calidad de las instituciones, tanto políticas como económi-
cas, desempeña un papel fundamental para el desarrollo económico, porque 
abarata los costos de transacción y brinda seguridad en los intercambios. 
Aquellos países donde la ley hace cumplir los contratos, las regulaciones 
favorecen los mercados y el gobierno es efectivo atraen más inversión. El 
Índice de Gobernabilidad del Banco Mundial mide seis componentes de la 
buena gobernabilidad. Al comparar a Venezuela con los otros miembros del 
Mercosur, encontramos que la calidad de sus instituciones es la peor del gru-
po, muy inferior a la de Uruguay, el país mejor posicionado (ver la tabla 5). 
Brasil ocupa el segundo lugar.
12 Aunque la política económica ha tenido efectos negativos sobre la producción, el Gobierno 
logró disminuir la pobreza en 20,8% entre 2002 y 2010, según cifras de la Cepal, con la im-
plementación de programas de asistencia social, cuyo financiamiento ha sido facilitado por el 
significativo incremento en el precio del petróleo.
227
De la Comunidad Andina de Naciones al Mercado Común del Sur
Alberto Martínez Castillo
Tabla 5. Indicadores de gobernabilidad 2012
Argentina Brasil Paraguay Uruguay Venezuela
Control de la 
corrupción 38,8 56,5 22,5 87,6 6,7
Efectividad de 
gobierno 45,5 50,2 19,6 67 12,9
Estabilidad política 
y ausencia de 
violencia
48,3 47,9 20,4 69,2 17,5
Calidad regulatoria 19,1 54,5 41,1 65,1 4,8
Imperio de la ley 29,4 51,7 20,9 66,4 0,9
Voz y rendición de 
cuentas 56,9 60,7 44,1 79,1 22,3
Fuente: World Bank (s. f.).
Otro indicador que permite evaluar la calidad institucional es el Doing 
Business, también publicado por el Banco Mundial. Este mide la calidad de las 
regulaciones en los negocios, enfocándose en dos grupos de indicadores: uno 
relacionado con la fortaleza de las instituciones legales, y el otro relacionado 
con la complejidad y el costo del proceso regulatorio. Un marco regulatorio 
simple y eficiente fomenta la productividad de las empresas y los emprende-
dores, potencia el comercio internacional y mejora el acceso al crédito, todo 
lo cual favorece el crecimiento económico. Para 2013, Venezuela ocupó el 
lugar 180, de un total de 185 países (ver la tabla 6), mientras que todos los 
otros miembros del Mercosur ocuparon posiciones superiores, con Uruguay 
a la cabeza, en el lugar 89.
Por último, The Heritage Foundation publica el Índice de Libertad 
Económica tomando en consideración diez libertades económicas, agrupadas en 
cuatro componentes: estado de derecho, gobierno limitado, eficacia reguladora 
y apertura de los mercados. A mayor libertad económica, mayor crecimiento 
porque se generan mayores niveles de productividad y beneficios derivados de la 
apertura de los mercados. En 2013, en el grupo de 176 países, Venezuela ocupó el 
lugar 174, con todos los otros miembros del Mercosur por encima, liderados por 
Uruguay, en el puesto 36.
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Tabla 6. Indicadores de calidad institucional, 2013*
Doing Business Libertad Económica
Argentina 124 160
Brasil 130 100
Paraguay 103 80
Uruguay 89 36
Venezuela 180 174
* Para Doing Business, la muestra es de 185 países, y para Libertad Económica, de 176.
Fuente: World Bank (2013) y The Heritage Foundation.
Podemos entonces afirmar que, desde el punto de vista institucional, 
Venezuela se encuentra en serias desventajas para competir con los miem-
bros del Mercosur y lograr los objetivos de incrementar las exportaciones no 
tradicionales y atraer IED. De acuerdo con la Confederación Venezolana de 
Industriales (Conindustria):
[…] en Venezuela se han establecido condiciones que amenazan la existencia 
de la actividad económica privada y el crecimiento de las inversiones orien-
tadas al largo plazo. A través de lo que hemos denominado “el cerco a la 
industria” se han venido implantando una serie de políticas y medidas que 
afectan de manera importante a la industria nacional, que han reducido la 
capacidad productiva de las industrias existentes, han mermado sus posibi-
lidades de inversión y de generar empleo y han producido la pérdida de más 
del 36% del parque industrial con el que contábamos en 1998 y reducido 350 
mil puestos de trabajo industriales en el país. (Conindustria 2012)
Según este organismo empresarial, cualquier esfuerzo de integración 
es inútil si no se corrigen los problemas que afectan la producción nacional, 
entre los que mencionan el control de cambios y la sobrevaluación de la tasa de 
cambio; insuficiente cantidad de divisas para atender el mercado local y el de ex-
portación; control de precios; controles a la producción y distribución de pro-
ductos; inamovilidad laboral permanente; restricciones a la libertad económica; 
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inseguridad jurídica y personal; acuerdos internacionales de intercambio de 
petróleo por importaciones de productos producidos en el país; acuerdos de coo-
peración con beneficios a terceros, superiores a los que tienen los productores 
nacionales; proliferación de impuestos parafiscales; colapso de la infraestructu-
ra portuaria y vial, y falta de cultura exportadora de los funcionarios públicos 
en los puertos y aduanas del país.
Para que el ingreso de Venezuela al Mercosur beneficie al sector produc-
tivo no petrolero y genere crecimiento económico se deben corregir los desequi-
librios macroeconómicos y fortalecer las instituciones del país. Además, se debe 
incorporar al sector privado en el proceso de integración regional. Un diálogo 
entre el Gobierno, las organizaciones empresariales y las laborales es fundamental 
para impulsar la integración productiva y las cadenas de valor regionales.
Conclusiones
La estrategia de integración regional de Venezuela cambió con la llegada de 
Chávez al poder, quien le dio preponderancia a lo político sobre lo económico. 
Razones políticas fueron las motivaron la salida de Venezuela de la CAN, una 
unión aduanera que impulsó las relaciones comerciales con Colombia, su socio 
comercial natural, y para hacerla miembro del Mercosur. Con Chávez, la ideo-
logía sustituyó a la economía como motor dominante de la integración, la cual 
se convirtió en un instrumento para conformar un bloque latinoamericano y 
enfrentar las políticas liberales de Estados Unidos.
La salida de la CAN y el ingreso al Mercosur fueron decisiones toma-
das sin tener en cuenta el costo económico y sin consultar las organizaciones 
empresariales. Para Chávez, la economía estaba subordinada a la política, y 
durante sus catorce años de gobierno se generaron importantes desequilibrios 
económicos, tales como alta inflación y sobrevaloración de la moneda. Además, 
la intervención del Estado en la economía se agudizó mediante nacionalizacio-
nes, expropiaciones, controles de precios y control de cambios; además, se de-
terioró la relación gobierno-empresarios y se debilitaron las instituciones. Todo 
esto afectó la competitividad del sector productivo no petrolero. Se requieren 
cambios radicales en las políticas públicas que permitan eliminar los desequi-
librios y fortalecer las instituciones para que los productores locales puedan 
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competir con los productores de los otros países del Mercosur, diversificando 
así las exportaciones y generando crecimiento económico. De no haberlos, las 
importaciones provenientes del Mercosur continuarán incrementando su par-
ticipación en el mercado venezolano.
El Mercosur es un acuerdo de integración cuyo objetivo económico fun-
damental, la creación de una unión aduanera para fomentar el comercio intra-
rregional, ha cedido lugar a objetivospolíticos e ideológicos, en especial desde 
la incorporación de Venezuela, primero como miembro asociado y luego como 
miembro pleno. La coincidencia ideológica de los presidentes Chávez, Lula da 
Silva, Rousseff, Kirchner, Fernández, Vázquez y Mujica ha sido un factor impor-
tante en este cambio.
Las políticas mercantilistas, principalmente de Argentina y Brasil, han 
impedido que los cuatro objetivos del Tratado de Asunción se cumplan. No hay 
libre circulación de bienes, servicios y factores productivos, el AEC no se cumple, 
debido a la cantidad de excepciones; no hay una política comercial común con 
relación a terceros países, no hay coordinación de las políticas macroeconómicas, 
y las legislaciones de los miembros no se han armonizado. Como resultado, el 
comercio intrarregional se ha estancado. El ingreso de Venezuela al Mercosur 
podría agravar el mercantilismo en la región.
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and?fsrc=rss|ame
H
Alberto Martínez Castillo es doctor en Ciencia Política por la Universidad Simón 
Bolívar (Venezuela), magíster en Política Económica por la Universidad de Boston 
(EE. UU.) y economista por la Universidad Central de Venezuela. Actualmente se desem-
peña como profesor titular del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas 
de la Universidad Simón Bolívar. Sus intereses de investigación son los procesos de 
integración regional, las políticas públicas y el desarrollo económico (especialmente en 
Latinoamérica). Entre sus últimas publicaciones están: “Perú y Venezuela: desempeño 
económico e instituciones”. Revista de Ciencias Sociales 18 (2), 2012; y “Venezuela: política 
e integración regional”. Revista Cuadernos del CENDES 28 (78), 2011.
Correo electrónico: amartine@usb.ve

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