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catéter nasal (aspiración) y nutrición parenteral total; la fiebre tifoidea fue tratada con ampicillin, cediendo el dolor y la fiebre en el período de 6 días y dado de alta a los 13 días posteriores a su ingreso. En la génesis de la pancreatitis aguda se han implicado diferentes estímulos, cerca de 90 % de los casos están relacionados con afecciones de las vías biliares o con la ingestión excesiva del alcohol. La frecuencia relativa de estas 2 principales causas es variable y depende del tipo de población estudiada. En los grandes hospitales urbanos de los EE. UU., el abuso del alcohol es la principal causa. En otras zonas de EE.UU. y en muchos estados de Europa y Asia, la pancreatitis asociada a la litiasis biliar es la predominante. A medida que han aparecido nuevos fármacos, cada vez se consideran menores los casos considerados como idiopáticos. Numerosos fármacos han sido considerados capaces de iniciar una PA. Existen suficientes evidencias de que la azathioprina y los estrógenos son capaces de producir pancreatitis. Muchas drogas se asocian con esta lesión, aunque su efecto directo sobre el páncreas no ha sido probado. Fármacos relacionados con la iniciación de la pancreatitis aguda: Etiopatogenia Existe tendencia a suponer la acción simultánea de varios mecanismos: la obstrucción parcial de los conductos por metaplasia epitelial, sumada a secreción pancreática activada, la cual provoca digestión de tejidos pancreáticos y peripancreáticos al aumentar la presión intracanalicular y romper los conductillos de pequeños calibres. La obstrucción de un conducto común por un cálculo o tumor sería otro mecanismo, pues aumenta la presión dentro del sistema de conductos. El alcohol al producir edema duodenal puede elevar igualmente la presión. Al mismo tiempo el reflujo de bilis hacia los conductos pancreáticos puede originar vasoconstricción llevando a la isquemia. La salida de enzimas pancreáticas es seguida de destrucción proteolítica del parénquima pancreático, necrosis de vasos sanguíneos con hemorragia, necrosis grasa por las enzimas lipolíticas y reacción inflamatoria concomitante. Cuadro clínico El dolor abdominal es el síntoma principal en la pancreatitis aguda, variando desde molestia leve y tolerable, hasta sufrimiento intenso, constante e incapacitante. Es característico el dolor continuo y terebrante, localizado en epigastrio y región periumbilical y que a menudo se extiende a la espalda, tórax, flancos y porción inferior del abdomen. El dolor tiende a ser más intenso cuando el paciente adopta la posición de decúbito supino y con cierta frecuencia se alivia cuando el paciente flexiona el tronco y recoge las rodillas. Son frecuentes las náuseas, vómitos y la distensión abdominal por hipomotilidad gástrica e intestinal y la peritonitis química. La exploración física suele revelar un paciente angustiado y ansioso. Con frecuencia se puede detectar febrícula, taquicardia e hipotensión arterial. El shock no es infrecuente y se debe a: - Hipovolemia secundaria por exudado de las proteínas plasmáticas y sanguíneas al espacio retroperitoneal, comportándose como una quemadura. - Mayor formación y liberación de péptidos de cinina la cual tiende a la vasodilatación con aumento de la permeabilidad vascular. - Por efectos sistémicos de las enzimas proteolíticas y lipolíticas liberadas en la circulación. La ictericia es poco frecuente y su aparición suele ser debida al edema de la cabeza del páncreas comprimiendo la porción intrapancreática del colédoco. Pueden aparecer nódulos cutáneos eritematosos por necrosis grasa. De 10 a 20 % de los pacientes pueden tener signos pulmonares, como estertores basales, atelectasia y derrame pleural (más frecuente izquierdo). Se puede encontrar rigidez e hipersensibilidad abdominal, pero si se comparan con el dolor intenso, los mismos pueden pasar a un segundo plano. Ruidos intestinales disminuidos o ausentes. A la palpación del abdomen y en su porción superior se podrá constatar una zona tumoral, la cual tiende a ser dolorosa y renitente y su traducción puede enmarcarse como un seudoquiste pancreático. Como signos de la PA, muchos señalan la coloración azul de la región del ombligo (signo de Cullen), consecuencia del hemoperitoneo. También, una coloración azul-rojo-morada o verde-marrón en los flancos (signo de Turner), reflejo del catabolismo tisular de la hemoglobina. Los signos de Cullen y Turner, son poco frecuentes y tardíos e indican la existencia de una pancreatitis necrotizante grave. El dolor, al inicio de la enfermedad puede ser tan intenso, que por sí solo agrava el estado del paciente. El shock (hemorrágico) es un signo típico en estos enfermos y presente en un gran número de pacientes. A medida que el proceso inflamatorio de la pancreatitis aguda se desarrolla y se produce la invasión hacia la cavidad peritoneal por las enzimas activadas, el paciente se agrava por la absorción de las toxinas, bacterias y tejidos necrosados. El diagnóstico clínico de un síndrome peritoneal por pancreatitis aguda es verdaderamente complejo, semejando procesos intraabdominales como: úlcera gastroduodenal perforada, colecistitis aguda, trombosis mesentérica y la oclusión intestinal. El diagnóstico de pancreatitis aguda se sospecha por los antecedentes de colecistopatía litiásica o alcoholismo, así como por la ingestión de bebidas y comidas copiosas, grasientas y las características del dolor, la intensidad de los vómitos así como el estado de colapso periférico. Criterios pronósticos Basados en la clínica y en los estudios de laboratorio, puede valorarse el pronóstico de un ataque de pancreatitis aguda. Los 11 criterios propuestos por Ranson parecen ser el método más efectivo para la evaluación de estos pacientes. Es imperativo que el paciente con pancreatitis aguda sea estudiado a través de los criterios de este autor para así proceder a la identificación rápida de las pancreatitis graves a fin de someterlo al monitoreo apropiado y aplicarle las más intensas medidas de apoyo. Mediante el estudio de los factores pronósticos identificados por Ranson en 1974 es posible predecir la gravedad del ataque de pancreatitis y el pronóstico general utilizando las determinaciones clínicas y de laboratorio disponibles y son clínicamente valiosos para formular el pronóstico y como guía terapéutica en cada paciente con pancreatitis. Los pacientes con 1 o 2 signos pronósticos no presentan mortalidad y requieren solo el tratamiento común de apoyo. Los pacientes con 3 o 4 signos, presentan una mortalidad entre 15 y 40 %, requiriendo tratamiento médico intensivo. Los que presentan cinco o seis índices pronósticos, alcanzan una mortalidad de 100 %. La aplicación de este sistema de puntaje permite la identificación temprana de gravedad en estos pacientes (Tabla 9.1). Tabla 9.1. Criterios pronósticos de Ranson Los portadores potenciales de pancreatitis graves, se encuentran en elevado riesgo para desarrollar complicaciones y son mejor tratados en unidades de cuidados intensivos, con monitoreo agresivo, resucitación con líquidos y el empleo de antibióticos para prevenir infecciones. Por lo que el sistema de clasificación de severidad de enfermedad APACHE II adquiere su mayor valor. Diagnóstico El diagnóstico de pancreatitis no es dado de forma absoluta por los resultados de laboratorio. Los test soportan el diagnóstico el cual es complejo y difícil a través de la clínica. Generalmente, el diagnóstico se realiza mediante la demostración de valores de la amilasa sérica que tienden a triplicar las cifras normales en ausencia de perforación o infarto intestinal o enfermedad evidente de las glándulas salivales. Así se tiene que la amilasa y la lipasa séricas se encontrarán elevadas 3 veces de su