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43 NOTAS SOBRE CINE Y PINTURA: SERGEI EISENSTEIN RESUMEN. Pretendo establecer ciertas coordenadas que relacionan dos artes: el cine y la pintura, mediante un realizador particular, el soviético Sergei Eisenstein. En la primera parte considero cómo y por qué, instrumentos tales como cuadro y encuadre, se asocian, a partir del Renacimiento, con la noción de imagen “construida”, para abordar enseguida la relación entre cuadro y movimiento, y recoger, por un lado, el sentido del movimiento en el cine y, por otro, el movimiento que alienta en la imagen fija. En la segunda parte, concentrada en tratar encuadres, planos y montaje en el cine de Eisenstein y en su obra teórica, destaco el valor concedido a la composición de un todo articulado para significar y provocar emociones en el espectador. EN EL MARCO DE NUESTRO PROYECTO de investigación,1 aparentemente no cabría dedicar una reflexión a una temática como la que recoge el título de este artículo. Sin embargo, pensamos que a pesar de lo que se pudiera suponer a la ligera, se conecta con aquél en varios sentidos. En primer lugar este trabajo implica poner de manifiesto los vasos comunicantes entre diferentes artes, para el caso cine y pintura, a pesar de sus diferentes materiales, lenguajes, intenciones y sentidos. Con las nuevas tecnologías de imagen (NTI) la cuestión se actualiza de nueva cuenta puesto que está a la orden del día, por ejemplo, el fenómeno de la multimedialidad, así como la invasión de que son objeto todos los territorios de la imagen por esas tecnologías. Otra de las razones en la que abundar, en relación con el proyecto, se funda en los objetos discursivos que nos proponíamos estudiar en aquél, a saber: “El campo de los objetos discursivos es de hecho excesivamente vasto, por lo cual (en la consecución del proyecto) estaría limitado al cine y la televisión sin excluir fotografía y pintura”.2 Y, por fin, ¿por qué Sergei Eisenstein? El gran realizador soviético representa uno de los ejemplos más conspicuos en el que un cineasta, tanto en su producción cinematográfica como en sus escritos teóricos, revitaliza la discusión en torno a la Notas sobre cine y pintura: Sergei Eisenstein Alicia Amabel Poloniato Musumeci ANUARIO 2002 • UAM-X • MÉXICO • 2003 • PP. 43-53 1 “La imagen hoy: relación con lo visible y construcción de conocimiento”, aprobado por el Consejo Divisional de Ciencias Sociales y Humanidades, en su sesión 6.98. 2 Véase el proyecto citado. ARTE, CULTURA Y TRADICIÓN 44 noción de representación. Ésta —que entre los pintores y teóricos del Renacimiento fue motivo de preocupación, en gran medida, es cierto, por relación a la figuratividad— se halla entre respetables teóricos contemporáneos del arte excesivamente ligada a esa idea de modo de excluir los significados posibles de construir a través de formas abstractas. Eisenstein, en cambio, la ve cobrando cuerpo y asumiendo significaciones, conectada con formas abstractas que obran a la manera de símbolos en los observadores- espectadores.3 En este trabajo consideramos dos aspectos de la relación entre cine y pintura, en vínculo con la idea de representación visual (figurativa y abstracta) como creadora de sentidos; primero, a partir de lo que hay en común entre esas artes y, en segundo, según Eisenstein lo plasmara de manera concreta en su cinematografía, así como lo expusiera en sus escritos teóricos. Los aspectos que abordamos conciernen a las relaciones entre cuadro y encuadre y planos, encuadres y montaje en el cine eisensteniano. El cuadro y el encuadre: la imagen construida Como es sabido, cada imagen cinematográfica, es decir, cada fotograma, está delimitada por un cuadro, noción que el cine se apropió de la tradición pictórica renacentista. Para el cine fue y es básica, tanto desde el punto de vista técnico cuanto creativo. Una de las funciones del cuadro o marco es indicar el límite de la imagen (lo que se reconoce como formatos de películas y las proporciones que guarda la relación ancho/alto) con lo cual se circunscribe la porción de espacio sobre el que se inscribe la imagen, sea pictórica o cinematográfica. Al mismo tiempo, el cuadro proporciona una superficie plana, es decir, de dos dimensiones pero que habrá de impresionar con la imagen inscrita como si fuera de tres, al proporcionar la ilusión de profundidad del espacio considerado y de volumen de los objetos. Ambas características se asocian con el espacio y su representación. En el cine, la construcción o composición de que será objeto cada imagen se identifica técnicamente como encuadre. El cuadro, así definido, se vincula con el descubrimiento de la perspectiva lineal o monocular, cuyos principios, aplicados en muchos casos con rigor matemático, se hallaban en plena expansión en el siglo XVI. La aplicación de tal tipo de perspectiva (puesto que hay muchos posibles) es responsable de los efectos de realidad provocados 3 En varios trabajos vinculados con nuestro proyecto hemos abordado la noción de representación y, en particular, de las representaciones visuales (en las que incluimos tanto figurativas como abstractas) frente a la “imagerie” de las NTI resuelta por mecanismos de presentación (véase Poloniato, 1999 y 2000). 45 NOTAS SOBRE CINE Y PINTURA: SERGEI EISENSTEIN por la organización del espacio (y de lo que en él se halla) en un marco dado, que hará las veces de “ventana”, a través de la cual se mira. La expresión “ventanas abiertas al mundo” para referirse tanto a las virtudes del cine como de la televisión —fincadas en las posibilidades que abren de “ver el mundo” a través de sus pantallas— conlleva atributo similar al de la organización perspectiva en los límites de un marco. Erwin Panofsky, reconocido como quien más profundamente ha estudiado los efectos de la perspectiva, así como las formas simbólicas que se le asocian, la explica de la siguiente manera: Hablaremos en sentido pleno de una intuición “perspectiva” del espacio, allí y sólo allí donde, no sólo diversos objetos como casa o muebles sean representados “en escorzo”, sino donde todo el cuadro —citando la expresión de otro teórico del Renacimiento [refiriéndose a L.B. Alberti]— se halle transformado, en cierto modo, en una “ventana”, a través de la cual nos parezca estar viendo el espacio, esto es, donde la superficie material pictórica o en relieve, sobre la que aparecen las formas de las diversas figuras o cosas dibujadas o plásticamente fijadas, es negada como tal y transformada en un mero “plano figurativo”, sobre el cual y a través del cual se proyecta un espacio unitario que comprende todas las diversas cosas [1995:7]. Y para el caso, sin que importe si la proyección se determina por la reproducción de una impresión sensible inmediata —fruto de la intensa observación de las disposiciones espaciales desde cierta distancia— o como resultado del cálculo matemático. Cámaras fotográficas y cinematográficas fueron diseñadas para efectuar mecánicamente los cálculos matemáticos y ópticos que dieran lugar a impresiones semejantes a las de la visión de la realidad sensible. Sin embargo, la “realidad” tridimensional de una imagen plana sólo existe por la vista, y será percibida como tal si y sólo si la imagen ha sido cuidadosamente construida (así se trate de pintura o diseño, como de fotografía o fotograma cinematográfico). Pilar de la construcción de la imagen es la selección del punto de vista desde el cual determinar distancias, proporciones y angulaciones para lograr no sólo verosimilitud en la representación sino también para marcar intenciones de significar.4 Hay que agregar, asimismo, que las coordenadas espaciales dependientes del punto de vista decidido no siempre son suficientes para que la imagen plana sea percibida 4 A partir de la inflexión histórica significada por el “descubrimiento” de la perspectiva, también llamada artificialis, el arte de la composición vaa ser determinante como factor constructivo aun cuando se hubieran acumulado en el correr del tiempo rupturas parciales o totales respecto de su aplicación. La imagen construida por alguien (enunciador) para que exista de “X” modo (intención) para alguien (observador/ enunciatario) puede interpretarse a partir de ese momento como DISCURSO. ARTE, CULTURA Y TRADICIÓN 46 como tridimensional. Leonardo da Vinci sostuvo en su Tratado de pintura la necesidad de poner en juego ciertas convenciones relativas al uso de colores, tipos de contornos y de texturas que deben diferenciarse en relación con las representaciones de lo próximo o de lo lejano (Aumont, 1992:65 y s.). Los tres factores apuntados contribuyen constructivamente de modo que aparezca más nítido lo cercano y borroso —así como bastante indiferenciado— lo lejano. Aunque son convenciones que el pintor debe respetar si pretende mantener la ley perspectiva, en la pintura existe la posibilidad de manejarse con considerables grados de libertad para imponer nitidez no sólo a lo próximo, y borrosidad o flou no únicamente a lo lejano, como marcas expresivas. En cambio, “en el cine es muy diferente. La construcción de la cámara impone una cierta correlación entre diversos parámetros (la cantidad de luz que entra en el objetivo, la distancia focal, entre otras) y el mayor o menor grado de nitidez de la imagen” (Aumont et al., 1985:83). Cambiar las prescripciones de Leonardo que le han sido incorporadas implica trabajar de manera diferente la correlación entre los parámetros considerados. La extensión de la zona de nitidez a todos los elementos de una misma imagen —desde los más próximos hasta los más lejanos (por ejemplo, en un “gran plano general”)— es un indicador de representación visual denominado profundidad de campo. En lugar de aparecer borrosa la lejanía, aparecerá especialmente nítida, lo cual, si se quiere, no sería tan “natural”. La situación inversa es aquella por la cual las figuras de la imagen muy próximas pierden nitidez, es decir, se ven desenfocadas. En ambos casos se han tenido que combinar de diferentes maneras las correlaciones entre los diferentes parámetros ópticos de la cámara. Para nosotros lo importante de esto es su relación con el trabajo de composición total sobre el encuadre o, como antes señalamos, dar cuenta de imágenes cuidadosamente construidas, en función de una búsqueda estilística y expresiva. Como diría E.H. Gombrich, hacer que las imágenes representen más de lo que representan. Puesto que la historia del cine contiene abundantes y notables ejemplos, nos limitamos a mencionar un solo caso del realizador objeto de este ensayo. Cabe señalar que en toda su obra es abundantísimo y sobresaliente el empleo significativo de la profundidad de campo que, en todos los casos, habla tanto del cuidado en la composición del encuadre, como de su relación con aspectos del tema. Un análisis del propio Eisenstein (1969), dedicado a un pequeño fragmento de catorce fotogramas tomados de su filme Acorazado Potemkin (1925), pone de relieve la manera como la composición plástica se jugó entre el primer plano y la profundidad de campo. Ambos, entrecruzados en la yuxtaposición de diferentes encuadres, o en el interior de uno construyen el encadenamiento de dos temas: las pequeñas embarcaciones se dirigen desde el puerto hacia el Acorazado y los habitantes de Odessa hacen señales amistosas a los marineros sublevados. 47 NOTAS SOBRE CINE Y PINTURA: SERGEI EISENSTEIN La composición plástica tiene lugar en dos niveles. Por un lado, en el interior del encuadre donde primer plano y profundidad de campo interactúan. Por otro, entre los diferentes encuadres yuxtapuestos en los cuales formas, líneas y volúmenes de las figuras se enfrentan o se encadenan al continuar o romper con la dinámica de la acción. Cuadro y movimiento Hasta aquí hemos considerado el fotograma casi como si se tratara de una fotografía o una pintura al haber ignorado el hecho de que nunca se presenta aislado, sino que transcurre junto a muchos otros. Aunque cada cuadro o fotograma es fijo y en ese sentido igual a la fotografía, la sucesión de cuadros de película en el rodaje y luego en la proyección, sucesión regulada de acuerdo con un cierto número de cuadros por segundo (18 en el cine mudo, 24 en el sonoro) dan lugar a la impresión de movimiento continuo, hecho por el cual el cine se incluye entre las artes temporales. En virtud de proporcionar muy fielmente (sobre todo cuando se ajustó la cantidad de cuadros por segundo de 18 a 24) una impresión natural del movimiento, el cine se ha sentido más realista que cualquiera de las otras artes u otros sistemas de representación, si bien lo fuera —poniendo las cosas en su proporción— sobre todo en función de esa comparación antes que —como muchos sostuvieran quizá ingenuamente— con la realidad misma. Sin embargo, reconocer esa peculiaridad del cine no conduce necesariamente a suponer que las otras artes son estáticas. La pintura, por ejemplo, ha demostrado hacer uso compositivo en los límites del cuadro de muchos y diferentes medios (insertos en la figuración o no) para expresar el movimiento, cuando recurre, por ejemplo, tanto al gesto como a la gesticulación, al balance o desbalance entre posiciones de diferentes figuraciones, pero asimismo mediante orientaciones y juegos de líneas, matices variables de color, destellos, es decir, contrastes lumínicos, etcétera, de modo de indicar tensiones de fuerzas, direccionalidad, ritmo, armonías o desarmonías, entre muchos significados posibles. De tales rasgos de dinamicidad, que bien pueden encontrarse en la pintura figurativa más clásica como en las más abstractas contemporáneas y muy frecuentemente en el cine, ¿podrá decirse que no son representaciones puesto que no remiten a objetos y seres reconocibles? En la obra de ficción de diferentes cineastas del periodo más clásico del cine, como entre no pocos contemporáneos, podemos hallar sobrados ejemplos del empleo de medios “abstractos” en el cuadro, que forman parte activa en la construcción de la significación, donde una de tantas puede apuntar hacia diferentes matices de una dinámica. Sin embargo, del conjunto podría afirmarse que es Eisenstein el caso más sobresaliente y quien, además, teoriza sobre la cuestión. ARTE, CULTURA Y TRADICIÓN 48 Su estudio titulado “Forma y contenido: práctica”, trabajo que representa tal vez en la historia del cine el único intento sistemático de abordar el sonido cinematográfico como un juego contrapuntístico con la imagen, nos interesa de manera particular por lo que concierne al análisis de diferentes parámetros visuales que expresan el movimiento.5 Lo destacable para el caso es que la expresión de movimiento, recuperada en función de la composición de la imagen, no tiene nada que ver o muy poco con el movimiento físico y “realista” que el dispositivo cinematográfico reproduce técnicamente. Antes bien, en su propuesta teórica como en las realizaciones fílmicas, los parámetros visuales para dotar de movimiento y ritmo plástico a la imagen los concibe o tienen como punto de partida la imagen fija. Queremos insistir en que la línea pura, es decir el diseño específicamente “gráfico” de la composición, es solamente uno de los muchos medios de visualizar el carácter de un movimiento. Esta “línea” —el curso del movimiento— en condiciones variables y en diferentes obras de arte plástica, puede ser trazada de otros modos además de los puramente lineales. Por ejemplo, el movimiento puede trazarse con igual fortuna por medio de matices cambiantes dentro de la estructura de imágenes de luz o color, o por el desdoblamiento sucesivo de volúmenes y distancias. En Rembrandt “la línea de movimiento” es descrita por las variables densidades de su claro oscuro [Eisenstein, 1986:124]. Este fragmento forma parte del extenso soporte teórico que, al parejo con el abordajede parámetros musicales, aplicará posteriormente en el análisis audiovisual de doce planos la secuencia “batalla sobre hielo” de su Alejandro Nevsky (1938). El hincapié se ha puesto en señalar los medios posibles para visualizar y, por ende, expresar plásticamente el espesor significativo (“el carácter”) de un movimiento. La línea pura, pero asimismo los matices cambiantes de luz o color, o bien el desdoblamiento de volúmenes son medios para visualizar el movimiento, para expresarlo dinámicamente. En éste como en otros casos similares, la composición organiza la producción de sentido. Más adelante agrega: Aclaremos que nuestro argumento no se refiere al hecho del movimiento en la obra de arte sino a los medios por los cuales ese movimiento se encarna, que es lo que caracteriza y distingue el trabajo de los distintos pintores. En la obra de Durero dicho movimiento se expresa por la alternación de fórmulas matemáticamente precisas a través de las proporciones entre sus figuras [ibid.:125]. 5 Por razones obvias, dejamos de lado el análisis de los sonoro–musicales y el contrapunto que se establece con la imagen. 49 NOTAS SOBRE CINE Y PINTURA: SERGEI EISENSTEIN Ha regresado sobre la misma idea, pero ahora considera oportuno aclarar que no habrá de referirse a lo concreto del movimiento sino que verá cómo encarna mediante diferentes medios. Y la obra de los pintores son clave para comprender la variedad de medios posibles. Si en el fragmento anterior acudió a Rembrandt, quien inscribe “la línea del movimiento por las variables densidades de su claro oscuro”, aquí manifiesta otra posibilidad a través de Durero, y la modalidad de resolución de la cuestión en su obra. A propósito de pintores y resoluciones, continúa la ejemplificación con Miguel Ángel, Piranese y por último Van Gogh. Si bien extrae de cada uno lo más sustantivo de manera concisa, sólo dejamos lugar al comentario sobre Miguel Ángel, por resultarnos especialmente significativo: [su] ritmo fluye dinámicamente de los músculos ondulantes y turgentes de sus personajes, sirviendo así para expresar no sólo el movimiento, sino sobre todo el vuelo completo de las emociones del artista [ibid.:125]. Encuadres, planos y montaje en el cine eisensteniano Algunas peculiaridades del estilo cinematográfico de Eisentein son muy determinantes de su cercanía con la representación pictórica, aun cuando su cine es plenamente cinematográfico. La movilidad, la duración y el “tamaño”6 son las tres dimensiones desde las cuales se acostumbra considerar, en estética del cine, los contextos del término plano, entendido aproximativamente como unidad mínima de montaje. A partir de ellas, los rasgos propios y distintivos del cine de Eisenstein son los siguientes: de atender al factor movilidad, su plano es fijo frente a todos los posibles planos móviles; la duración de los mismos es notablemente breve, tanto que con frecuencia no alcanzan la decena de segundos y, más aisladamente, hay otros más breves aún. Por fin, de acuerdo con el “tamaño”, variables y contrastados entre sí. La angulación, aspecto que también concierne al encuadre, también puede llegar a ser notablemente variada en la relación de un plano a otro. Podría pensarse que estos aspectos reunidos son los responsables casi directos de la cercanía y valoración de una concepción tan pictórica como del valor otorgado a la cuidadosa construcción de imágenes. 6 De acuerdo con el parámetro “tamaño” del plano, se engloban las denominaciones tan conocidas de plano general, plano medio, primer plano, gran primer plano, etcétera, por las que se ha tenido en cuenta, desde una visión ideológica, la relación con el modelo humano, al tomar en consideración cuánto de éste “entra” en el campo, marcado por los límites del cuadro. En síntesis, se trata de una cuestión de encuadre no diferente de otros problemas vinculados con el punto de vista seleccionado. ARTE, CULTURA Y TRADICIÓN 50 Eisenstein prácticamente no mueve la cámara, hay movimiento en el interior del cuadro, pero el encuadre es fijo y en el terreno compositivo es tratado como un cuadro, es decir, construido como una unidad en sí mismo, como una imagen delimitada por un marco [Ortiz y Piqueras, 1995:14]. Aunque su manera de realización favorece explicación semejante, resulta quizá un tanto superficial o en el mejor de los casos demasiado adherida al dato empírico. Creemos que la comprensión tanto del dato empírico como la vocación de trascen- derlo, hay que buscarla en su concepción del montaje. Para Eisenstein, una película —así como toda obra de arte— significa crear una totalidad “cuidadosamente construida” y, por ende, articulada para significar y provocar emociones. La totalidad no surge, sin embargo, de la suma de las partes sino de la relación constante entre el todo y las partes. [Las películas] se enfrentan a la tarea de presentar no sólo una narración lógicamente coordinada, sino con el máximo de emoción y poder estimulante. El montaje ayuda eficazmente a resolver esa tarea [1986:7]. En el cine, donde a diferencia de las artes escriturales o pictóricas, y aun de la fotografía, se requiere trabajar con un material de longitud limitada (el rollo de película virgen), resulta necesario, técnicamente hablando, unir y combinar entre sí las diferentes partes que se hayan obtenido. Por esta misma necesidad es que muy tempranamente en la historia del cine aparece el montaje pero entendido sobre todo como un trabajo técnico, en la mayoría de los casos. Sin embargo, Eisenstein trasciende por completo esa limitación y erige al montaje en factor creativo decisivo para producir sentido y emoción mediante la articulación constructiva de la totalidad. ¿Qué partes del filme se entiende que sean el punto de partida de las articulaciones? Para designar la unidad de articulación básica emplea el término de fragmento (en ciertas traducciones al español encontramos también como equivalente la palabra trozo). Si bien en muchos casos equivale al término más usual de plano —aquel segmento que trascurre entre dos cortes—, tal asimilación parecería no ser factible siempre. Sin embargo, lo seguro es que el fragmento o trozo de película es para Eisenstein una unidad en la cadena sintagmática del filme y cuya duración puede ser variable. ¿Explica esto su cercanía constructiva con la pintura? Hacia ese punto vamos. A partir del fragmento o trozo de película (que en muchos casos podemos asimilar a plano, como en su propio caso) tienen lugar dos niveles de articulación: el de varios fragmentos (o planos) entre sí, llamado yuxtaposición y el de la articulación al interior del fragmento (o plano). Los dos niveles son interdependientes como, a su vez, van a serlo respecto de la totalidad. 51 NOTAS SOBRE CINE Y PINTURA: SERGEI EISENSTEIN La yuxtaposición de varios fragmentos es indicativa de un montaje productivo, porque de la reunión de varios se crean significados que no están necesariamente presentes en cada uno de ellos. Sin embargo, no se reunen fragmentos cualesquiera. Un cuidadoso examen de las virtudes constructivas de cada uno de los fragmentos a integrarse en la yuxtaposición, es condición requerida de modo indispensable para lograr la creación de nuevas significaciones y conducir al espectador a la lectura del sentido pretendida por el creador. En el interior del fragmento debe existir una cuidadosa construcción a partir del encuadre, la angulación y la posible urdimbre de diferentes parámetros de representación o parámetros visuales (ver parágrafo anterior), tales como oscurecimiento, luminosidad, contrastes de color, de volúmenes, etcétera, que forman parte también de los medios compositivos para construir el sentido. En la yuxtaposición de fragmentos las relaciones posibles de establecer se guiarán por las articulaciones entre los parámetros visuales constitutivos de un fragmento con los de otro y así sucesivamentemediante una especie de cálculo complejo. En la secuencia conocida como “las nieblas de Odessa”, de Acorazado Potemkin, que precede al entierro de Vakulintchuk —el mari- nero que impulsó el amotinamiento y fue muerto en la refriega—, los fragmentos (planos) se articulan entre sí principalmente en función de dos parámetros, “oscure- cimiento” y “luminosidad”,7 en evidente contraste. De acuerdo con la terminología más usual hoy día, el montaje que tiene lugar en el fragmento se reconoce como montaje interno del plano. Aunque los casos de trabajos muy refinados de composición —como los de Eisenstein mismo o de algunos otros cineastas— que emplean procedimientos sutiles para crear escenas yuxtapuestas y encuadradas en el interior de una misma imagen, suelen distinguirse con la denomi- nación de découpage del cuadro. El cine de Eisenstein es muy rico en ejemplos de estos planos, en su caso fijos pero con movimientos en el interior del cuadro, donde se combinan diferentes escenas y acciones yuxtapuestas en la misma imagen; y en efecto, el conjunto aparece tratado como una composición pictórica. A título de ejemplo, nos permitimos presentar la descripción de uno de sus découpages del cuadro, que figura entre los muchos y espectaculares contenidos en diferentes películas de este realizador. En la veintena de planos (si hemos contado bien) de los que se compone la secuencia final de Iván el Terrible (1945), hay varios que revisten ese carácter espectacular, aunque uno lo es de manera especial. Corresponde al que hemos marcado con el número 14 de dicha secuencia. En el límite de su marco contiene a la figura de Iván dominando la totalidad —aunque, 7 Como se sabe, Eisenstein aprovechó para esa secuencia las tomas obtenidas en un puerto del Mar del Norte —pleno de brumas— por su cinefotógrafo E. Tissé, que eran ajenas a los planes de rodaje de Acorazado Potemkin que ocurrirían en el puerto sureño de Odessa. ARTE, CULTURA Y TRADICIÓN 52 después del desplazamiento inicial, se mantiene en la parte izquierda del cuadro— y otros dos marcos, formados por líneas curvas, mediante los cuales se recortan diferentes espacios, uno de ellos muestra desde el comienzo a una interminable procesión que tiene lugar fuera del recinto. La figura de Ivan, longilínea, envuelta en su ropaje largo y oscuro, domina el conjunto compositivo a un lado del marco de mayores dimensiones, el de la procesión; primero de cuerpo entero y, luego, en la medida en que quiere observar mejor y se inclina, con movimientos fluidos, queda capturado sólo de medio cuerpo, con la vista fijada en el panorama que ofrece el marco de mayores dimensiones para, por fin, volver a girar iniciando la salida del recinto —también por la izquierda— y comenzar su descenso por la escalera. ¿Qué miró con detenimiento y qué miramos nosotros a través del marco mayor interno al cuadro durante todo el transcurso del plano? Una multitud ordenada en delgada hilera serpenteante se pierde hasta el horizonte en la estepa nevada; la lejanía es vista de manera borrosa e imprecisa como si se tratara de un cuadro clásico. Entre las tonalidades de gris de la parte interna de la maciza construcción, destaca el negro rotundo del ropaje de Iván, de su aguda barba y de los cabellos frente a la blancura de manos y rostro y el resplandor de los ojos. El blanco resplandeciente de la nieve destaca en las aberturas curvadas, en una de las cuales, la mayor, es donde la multitud aparece ordenada como en procesión. A su vez, en la línea curva y sinuosa que se dibuja sobre la blancura del terreno se dan contrastes dinámicos entre luminosidades y oscuridades, según la incidencia de la luz en el cruce de líneas y volúmenes y del resplandor de los estandartes. El montaje interno de este fragmento o plano guarda relaciones de cercanía, así como contrastes dinámicos con los fragmentos precedentes y los siguientes. Este es uno de los que confirmarán el tema de la apoteosis del poder de Iván después de la desdicha, al mismo tiempo que marca su soledad emanada del disfrute del poder total. Allí está solo y por encima de cualquier otro; desde esa posición inicia un descenso para salir a una plataforma también elevada desde donde la procesión podrá contemplarlo y rendirle homenaje. Con ello puede asegurarse el regreso a Moscú y la dominación por sobre todos, amigos y enemigos. Para concluir: el valor de la composición en el cine de Sergei Eisenstein Dibujar la más completa “imagen” del tema es el fin último de la construcción- montaje mediante la cual crea una totalidad “cuidadosamente construida” y articulada. Una suerte de compleja composición en el nivel de las representaciones escogidas, buscadas y organizadas como verdaderos cuadros por el autor en función del “tema” y de los conflictos, se asume responsable de la creación de “imágenes” en las emociones y la mente del espectador, según conceptos del propio Eisenstein. 53 NOTAS SOBRE CINE Y PINTURA: SERGEI EISENSTEIN Las imágenes, surgidas de las representaciones, se distinguen de éstas y las trascienden, al apelar a la productividad del sentido al que se abre la obra de arte, concebida dinámicamente. Parecería que, desde el punto de vista eisensteniano, autor y espectador ingresan mediante el filme en una relación simbólica semejante a la convocada por el dispositivo de representación perspectivo originado en el Renacimiento. Bibliografía Aumont, J. et al. (1985), Estética del cine. Espacio fílmico, montaje, narración, lenguaje, Paidós, Barcelona. —— (1992), La imagen, Paidós, Barcelona. Eisenstein, S. (1969), “Eh! De la pureté du langage cinématographique”, en Cahiers du Cinéma, núm. 210. —— (1986), El sentido del cine, Siglo XXI editores, México. Ortiz, A. y Piqueras, M.J. (1995), La pintura en el cine. Cuestiones de representación visual, Paidós, Barcelona. Panofsky, E. (1995), La perspectiva como forma simbólica, Tusquets. Poloniato, A. (1999), “Imágenes y transformaciones culturales: apuntes para una reflexión”, en Tecnología y comunicación educativas, año 13, núm. 29, enero/junio, ILCE, México. —— (2000), “Ciberespacio y mundos virtuales ¿Ocaso del principio de realidad?”, en Argumentos, núm. 36, UAM-Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, México.
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