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DUSSEL-De la política ao antifetichismo

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3. DE LA POLÍTICA 
AL ANTIFETICHISMO 
 
 
Lo pensado en la parte anterior (2) en seis niveles de reflexión 
(proximidad, totalidad, mediaciones, exterioridad, alienación y 
liberación) es necesario ahora pensarlo de nuevo en cuatro momentos 
metafísicos: política, erótica, pedagógica y antifetichismo. Tenemos 
ahora, entonces, más problemas que resolver. Nuestro discurso incluyente 
gana así en complejidad y nos permite acceder a la realidad de una 
manera más concreta. 
 
 
3.1 POLÍTICA 
 
3.1.1 Sentido de la cuestión 
 
3.1.1.1 La proximidad de la que partiremos en esta parte (3) no es ya la 
de madre-hijo (2.1.3), sino que privilegiaremos la relación hermano- 
hermano (hermana-hermana; hermano-hermana; hermana-hermano) o 
política, por cuanto tiene una frontera de influencia mucho mayor 
(cuantitativamente) y funciona como primera condicionante condicionada 
de las demás (cualitativamente), es decir, de la erótica (3.2), de la 
pedagógica (3.3) y del antifetichismo (3.4). 
 
3.1.1.2 Para simplificar nuestra exposición, por demás resumida, no nos 
detendremos en el momento de la proximidad política (temática de 2.1 
al nivel de la política), que de alguna manera se define en 3.1.3-1.4; ni 
tampoco nos detendremos aquí en las mediaciones políticas (aplicación 
a este nivel de 2.3), por cuanto será abordada de alguna manera en la 
económica (4. 4). Por otra parte, la palabra política tiene aquí una 
significación amplia, y no restringida. No incluye solamente la acción de 
un político, profesional de la política, sino toda acción humana social 
 
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práctica que no sea erótica, pedagógica o antifetichista estrictamente. Es 
tanto el gobernante como el gobernado, el nivel internacional, nacional, 
de grupos o clases sociales, de formaciones sociales y sus modos de 
producción, etc. Es la relación práctica en la producción. Con la expresión 
hermano-hermano queremos sugerir esta amplísima extensión conceptual. 
 
 
Esquema 3.1 
 
 
 
 
3.1.2 Sistema político 
 
3.1.2.1 La relación práctico-política, hermano-hermano, se da siempre 
dentro de una totalidad estructurada institucionalmente como una 
formación social histórica, y también, y por último, bajo el poder de un 
estado. Desde los clanes del paleolítico o las tribus, hasta las aldeas o 
ciudades del neolítico, hasta la confederación de ciudades o reinos 
(como los de Mesopotamia del cuarto milenio) o imperios (desde el 
imperio persa, chino, romano, azteca o inca; o el de España, Inglaterra 
o Estados Unidos) la vida política es sistemática. Desde un Aristóteles, 
Agustín, Vico, Hegel, Marx o un Parsons, Weber o Lévi Strauss, todos 
coinciden en que lo político se da como una totalidad funcional. Si es una 
totalidad (2.2), tiene un fundamento o proyecto, el ser (2.2.5); en 
dialéctico despliegue (2.2.8), geopolítico o utópico-temporal (hacia el 
futuro). 
 
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3.1.2.2 Un sistema político es un sistema institucional, es decir, un todo 
estructurado por partes que cumplen oficios o profesiones, 
responsabilidades compartidas en diversos modos de producir: unos son 
pastores, otros agricultores, orfebres, militares, sacerdotes, comerciantes, 
gobernantes, etc. La función es el oficio o el hábito cotidiano de cumplir 
una tarea. Cada función está orgánicamente ligada a las otras y forman 
entre ellas un todo orgánico funcional. Esta funcionalidad ha ido naciendo 
con los siglos, se ha ido experimentando desde el tiempo del nacimiento 
del sistema y poco a poco, si ha podido, llega a su época clásica. Su 
decadencia, justamente, se produce cuando el todo funcional no responde 
ya a las nuevas exigencias de una nueva edad histórica. 
 
3.1.2.3 El todo práctico concreto al nivel político se le puede denominar 
formación social. El lugar donde se ejerce el poder lleva el nombre de 
Estado. Es evidente que el Estado tiene entonces relación con las clases 
sociales o grupos estables de personas constituidas por la división del 
trabajo, la formación ideológico-cultural, y otros factores (todos en 
relación a la totalidad práctico-productiva que podemos llamar modo de 
producción; 4.4.3). Ello no significa que el Estado no llegue a tener una 
cierta autonomía relativa (como en el caso de ciertos populismos en el 
capitalismo dependiente) de dichas clases. Las relaciones políticas, por 
otra parte, son en cierta manera también las relaciones sociales de 
producción que se establecen entre las clases. Es decir, el nivel práctico- 
político no puede dejar de determinar la relación productiva hombre- 
naturaleza (4.3) y por ello la económica hombre-producto-otro (4.4). 
 
3.1.2.4 De hecho todo sistema político tuvo siempre un modelo práctico; 
sin embargo, nunca pudo formularse explícitamente sino hasta nuestra 
época. De todas maneras los sistemas tienen estabilidad por la 
funcionalidad institucional de sus partes orgánicas. El sistema político 
es un sistema de sistemas: no como quien constituye, sino como quien 
condiciona a los sistemas culturales, militares, etc. 
 
 
3.1.3 Exterioridad política mundial 
 
3.1.3.1 Más allá de la totalidad hegemónica se encuentra el pueblo; en 
 
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este parágrafo en su sentido mundial, como nación periférica entonces 
(2.4.6.2). Definimos como pueblo a los oprimidos de una totalidad 
política (II del esquema 3.1) que guardan sin embargo cierta exterioridad 
(A): el otro político periférico. 
 
3.1.3.2 Las clases oprimidas, como oprimidos, son partes funcionales de la 
estructura de la totalidad política. Son partes que deben cumplir con trabajos 
que los alienan, que les impiden satisfacer las necesidades que el mismo 
sistema reproduce en ellos. Estas clases explotadas e insatisfechas anhelan 
por ello un nuevo sistema (3.1.7), porque, además, tienen experiencia de 
otro mundo que es exterior al sistema que los oprime (A): la historia propia 
es anterior a la opresión que sufren y por ello tienen otro sentido de la vida; 
es otra cultura. El pueblo es exterior y anterior al capitalismo, p.e. en cuanto 
masas empobrecidas por la disolución de sus modos de apropiación antiguos; 
es exterior en el presente por una economía "sumergida" y oculta de 
subsistencia -de lo contrario hace tiempo que hubiera muerto de hambre-. 
Son los pobres que no pueden ser subsumidos por el capital: "fantasmas de 
otro reino"-como decía Marx-. 
 
3.1.3.3 En la frontera internacional, y gracias al descubrimiento de la 
cuestión de la dependencia y del desarrollo desigual, podemos descubrir que 
hay un sistema mundial cuyo centro es Estados Unidos, y con 
interdependencia relativa Europa, Japón, Canadá. El resto es la periferia 
oprimida; el pueblo del mundo actual. En este caso pueblo son las naciones 
periféricas como totalidades-parciales (II) dependientes y dominadas (flecha 
d) e incluidas en un sistema injusto que las reprime (I). El otro de los 
imperios, de la formación social capitalista imperial, de Estados Unidos por 
ejemplo, son las naciones latinoamericanas, africanas y asiáticas. La 
exterioridad de estas naciones no es solamente económica (hoy en gran parte 
están subsumidas en el sistema capitalista), sino también histórico, político 
y cultural. La exterioridad se juega al nivel de una distinta manera de vivir, 
manipular, comprender, interpretar los instrumentos tecnológicos, las 
mediaciones. Son en parte las formaciones sociales periféricas. 
 
 
3.1.4 Exterioridad social nacional 
 
3.1.4.1 Si el avanzar un cierto nacionalismo contra las metrópolis es la 
posición tanto de un Kemal Ataturk, Gandhi, Sukamo, Nasser, Senghor, 
Cárdenas o Perón, sin embargo difieren de un Mao Tse Tung, Ho Chi Minh, 
 
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Frantz Fanon, Lumumba, Agostinho Neto, Castro o el Sandinismo por la 
noción misma de pueblo en la nación. Es decir, el anti-imperialistapuede ser 
puramente aparente (como en el caso Golbery do Couto e Silva, Mobutu, el 
Shade Persia), puede ser equívoco (como en los populismos latinoamericanos, 
la posición de la mayoría de los líderes árabes o el partido del Congreso de 
la India) o francamente revolucionario. El anti-imperialismo es real cuando 
el nacionalismo se define desde las clases oprimidas. Por ello la noción de 
pueblo hay que precisarla dentro de una formación social. 
 
3.1.4.2 Si pueblo es la nación oprimida (3.1.7), lo es inequívocamente si 
en la nación se entiende por pueblo a las clases oprimidas. Las clases 
geopolíticamente oprimidas en las naciones periféricas son las clases 
campesinas (sean indígenas, campesinos, peones de campo, clanes o 
tribus): es la espacialidad periférica nacional negada desde la centralidad 
de las capitales o regiones capitalistas privilegiadas en los mismos 
países dependientes. 
 
3 .1.4.3 Pero pueblo, además de los campesinos, es también y esencialmente 
la naciente clase trabajadora u obrera, que surge lentamente en las industrias 
medias de sustitución de importaciones. No debe olvidarse que, además, 
como expresa Castro ("entendemos por pueblo, cuando de lucha se trata..."), 
a la pequeña burguesía revolucionaria, a los marginados, a las etnias (que 
describió Mariátegui aunque los "dogmáticos" lo criticaran de populista), 
debe incluírselos en la categoría analítica "pueblo". 
 
3.1.4.4 En las naciones periféricas hay entonces clases dominantes (grupos 
gerenciales de las multinacionales, oligarquías de terratenientes, burguesía 
empresarial nacional, patriciado militar o tecnocrático), sectores intermedios 
(profesionales, pequeños empresarios, empleados públicos), las clases 
oprimidas, el pueblo propiamente dicho (campesinado, proletariado) y 
grupos marginales (trabajadores estacionales, recolectores, etnias, tribus, 
sirvientes domésticos, mendigos...). 
 
3.1.4.5 La nación periférica como totalidad no es pueblo, sino que lo es 
por sus clases oprimidas (III del esquema 3.1), por aquellos que a veces 
ni son parte de la nación. 
 
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3.1.4.6 Las clases oprimidas o populares de las naciones dependientes son 
las que guardan en su cultura propia (3.3.4.3) la máxima exterioridad del 
sistema actual mundial (B del esquema 3.1); ellas pueden presentar una 
alternativa real y nueva a la humanidad futura, dada su metafísica alteridad. 
 
 
3.1.5 Alienación internacional de las formaciones 
sociales de las naciones dependientes 
 
3.1.5.1 En el nivel internacional o mundial la alienación de los pueblos 
periféricos se produce por el imperialismo; filosóficamente lo funda la 
ontología europeo-norteamericana; económicamente ya lo definiremos 
(4.4); militarmente es el control de los océanos y los continentes por 
medio de armadas navales y de los aires, por las fuerzas aéreas y los 
satélites que recorren la atmósfera; culturalmente es la ideología de los 
medios de comunicación. 
 
3.1.5.2 En efecto, los países pobres del mundo se han transformado en 
los enemigos del centro (2.5.2), como se ha visto en las reuniones de la 
UNCTAD convocadas para fijar el precio de las materias primas. El 
capitalismo del hombre cotidiano del centro, en proceso de creciente 
fascistización, teme a las multitudes demográficas mestizas, negras, 
amarillas. Las ha totalizado y las explota sistemáticamente (2.5.4), pero 
no llega a aquietarse. Un neomalthusianismo quiere contener el avance 
de la periferia. 
 
3.1.5.3 La praxis de dominación del imperialismo se cumple, en el 
económico, por la extracción de una plusvalía mundial neocolonial de 
segundo tipo (1.1.8.4); y al que se endereza el poder político respaldado 
por el control militar. 
 
3.1.5.4 En efecto, el hombre comenzó como cazador a dominar a los 
animales para comer. Después enfiló sus armas de cazador contra otros 
hombres y nació el guerrero. El guerrero de los primeros reinos, desde 
la edad del bronce, principalmente desde la del hierro, y después 
multiplicado al infinito por la tecnología, se transformó en el militar 
profesional. El arte militar o la técnica de la violencia racionalizada, es 
 
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la esencia última y más precisa de la praxis de dominación imperial. Es 
por ello que el Pentágono tiene la responsabilidad de la injusticia en el 
nivel internacional de la violencia; en la fabricación y el uso de las 
armas. ¡La tecnología ha mejorado ciertamente la rústica punta de sílex 
del arma del paleolítico! Más maquiavélica e inmoral se torna dicha 
praxis cuando ya no importa el asesinato de un político de la periferia 
(como piensa la CIA), o cuando la mayoría de los empresarios de 
Estados Unidos opina, según reciente encuesta realizada a causa del 
escándalo de la empresa Lockheed, que no es incorrecto corromper a los 
compradores de sus productos en la periferia. Puede verse que, como 
opina la ontología, los habitantes de la periferia no son hombres (al 
menos "como nosotros", dirán los empresarios inescrupulosos): se los 
puede matar y corromper como conejitos de laboratorio. Esta es la praxis 
del imperialismo; la praxis es la realidad. Las filosofías podrán ser muy 
humanistas (para adentro de la totalidad dominadora), pero como la de 
Aristóteles o Hegel justifican el statu quo de su propia formación social. 
 
3.1.5.5 En la esencia del êthos de la dominación imperial se encuentra 
la certeza disciplinada del burócrata o el fanático (más peligroso, por su 
conciencia tranquila y hasta virtuosa, que el facineroso) que cumple 
diariamente sus deberes patrios y religiosos con escrupulosa conciencia 
moral de hacer avanzar el camino de la civilización, la cultura, la 
democracia, la libertad... por medio del asesinato, el chantaje, la 
corrupción, la explotación, el hambre, el sufrimiento de la periferia. 
 
 
3.1.6 Alienación en la formación social nacional 
 
3.1.6.1 Las clases no están hoy, pueden estarlo mañana, en el centro y la 
periferia en la misma situación. La burguesía del centro puede explotar 
a la de la periferia; el proletariado del centro puede igualmente 
aprovecharse coyunturalmente del de la periferia. Las doctrinas clasistas 
del siglo XIX, y las que efectúan el análisis al solo nivel nacional, no han 
caído en la cuenta de las diferencias actuales de las clases en el centro 
y la periferia. Por ello, debe ser replanteado un cierto análisis desde la 
espacialidad mundial geopolítica, para que pueda efectuar una 
hermenéutica con categorías apropiadas. 
 
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3.1.6.2 La alienación de las clases oprimidas en la periferia se lleva a 
cabo por el drenaje de plusvalía capital-trabajo, y en la competencia de 
campo-ciudad, campesinado-ciudadano urbano; regiones, provincias o 
estados alejados y metrópolis nacionales como Buenos Aires, Río, 
México, Rabat, Cairo o Bombay. En los centros industriales hay siempre 
una explotación del capital sobre el trabajo (excepto los países socialistas 
de la periferia), del empresario sobre el obrero. El campesinado y el 
proletariado en el nivel capital-trabajo son los realmente alienados en el 
nivel social nacional de las formaciones sociales periféricas, como diría 
Samir Amin. 
 
3.1.6.3 Cuando estas clases toman conciencia de que son dominadas, se 
enfrentan a las fuerzas del orden (imperante y opresor) que se ejercen 
internamente. Si los ejércitos imperiales reprimen internacionalmente, 
son los ejércitos periféricos profesionales, como fuerzas de ocupación 
interna y la policía como fuerza de choque callejero (cuando no se la 
perfecciona como policías secretas políticas que tanto usan los fascismos 
del capitalismo dependiente y subdesarrollado ),los cuerpos de represión 
nacional. El êthos de dominación social es policíaco; organiza el terror, 
la tortura, los atentados con bombas, los secuestros...3.1.7 Liberación nacional del capitalismo central 
 
3.1.7.1 En toda la periferia hay una lenta pero ascendente toma de 
conciencia de la necesidad de la liberación; es decir, del romper los lazos 
de dependencia dominadora. Es al mismo tiempo una realidad político 
nacional que cultural (de las culturas latinoamericana, árabe, africana, 
hindú, del sudeste asiático y china). Los héroes de este proceso histórico 
son conocidos mundialmente, aunque no signifique que sus gestos 
fueron viables; al menos son símbolos de las patrias futuras libres: Ho 
Chi Minh, Mao Tse Tung, Ben Bella, Lumumba o el "Che" Guevara, 
significan esta nueva edad del mundo. Los teóricos de esta etapa son los 
Theotonio dos Santos, Enrique Falleto, Frantz Fanon, Samir Amin, o los 
ya nombrados vietnamita o chino. Sin embargo, no hay entre ellos 
filósofos en sentido estricto -pensamos comenzar el camino para colaborar 
en llenar este vacío- que hayan expresado esta praxis histórica. 
 
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3.1.7.2 La lucha de liberación de la periferia, nacional y popular 
entonces pero al mismo tiempo continental-cultural, es muy diversa. 
Cada tipo de liberación debe tener bien en cuenta la prisión de la que 
parte. De aquí que los modelos de liberación política ante el imperialismo 
norteamericano, deben ser muy distintos, teniendo en cuenta la 
exterioridad, originalidad o alteridad histórica concreta de cada región 
y país. El puro dominio del centro dominador no puede definir 
intrínsecamente a cada nación dependiente; la dependencia es sólo un 
aspecto (d del esquema 3.1) de la totalidad nacional periférica (II), que 
no incluye la exterioridad nacional propia (A). 
 
3.1.7.3 Partiendo de la extrema izquierda hacia la extrema derecha los 
partidos políticos, grupos de presión o aún modelos vigentes podrían ser 
descritos de la siguiente manera: desde los grupos de nueva izquierda 
(desde los guerrilleros foquistas del ERP troskista argentino hasta la 
izquierda de la revolución cultural china, o algunos grupos de las 
guerrillas palestinas), hasta los socialismos populares (de la China, 
Vietnam, Cuba o Nicaragua), pasando por los frentes populares de 
izquierda (como el de Allende en Chile), por los populismos de diversas 
inspiraciones (desde el de Cárdenas en México, Vargas en Brasil, Perón 
en Argentina, Sukarno en Indonesia, Mahatma y el partido del Congreso 
en India, Nasser en Egipto, Nyerere en Africa negra) por los militarismos 
modemizantes (como Velazco Alvarado en Perú, Kadhafi en Libia), 
hasta los desarrollismos neo liberales (las democracias cristianas en 
América Latina), los conservadurismos tradicionales de centro derecha, 
hasta los neofascismos de capitalismo dependiente (como Golbery do 
Couto e Silva en Brasil, o Pinochet en Chile, entre otros), todos estos 
modelos forman una inmensa gama de posibilidades políticas. De todos 
ellos, sin embargo y de hecho, sólo los socialismos democrático populares 
manifiestan ser un modelo de real liberación, de autonomía de elección 
para la periferia. Esto no quiere decir que todos los países puedan 
realizarlo ahora y aquí, pero lo cierto es que los restantes modelos, sobre 
todo los equívocos populismos de liberación nacional con frente 
interclasista (como con Perón o Nasser) se muestran ineficaces, porque 
en la crisis, las clases dominantes nacionales se alían a las trasnacionales 
y al imperialismo contra las clases oprimidas o el pueblo propiamente 
dicho. En este error cayeron Kemal, Nasser, Haya de la Torre, Senghor, 
 
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Sukarno, etc. Si las clases oprimidas (3.1.8) no hegemonizan el proceso, 
éste se retrotrae a la dependencia dominadora o la contrarrevolución, y 
no hay en definitiva liberación. 
 
 
3.1.8 Liberación en su sentido estricto, social 
 
3.1.8.1 El proceso político de liberación se juega en definitiva en la 
liberación social nacional periférica de las clases campesinas y obreras. 
Ellas son, desde el inicio de la modernidad (los indios que extraían de las 
minas el oro y la plata; los negros vendidos como esclavos; la plusvalía 
del campesinado asiático), las que han permitido la plusvalía 
metropolitana obtenida en las colonias. Ellas son el proletariado mundial, 
las pobres entre las naciones pobres, las expoliadas en los países 
expoliados. La revolución social de los países periféricos, la toma del 
poder por las clases oprimidas (esencialmente campesinos y obreros) es 
la condición sin la cual no habrá auténtica liberación nacional, pero, 
entonces, no habrá tampoco auténticas alternativas para la cultura 
mundial del futuro -que simplemente realizará alguna de las posibilidades 
ya incluidas en el centro metropolitano-. En la liberación de la periferia, 
en los pueblos de la periferia, en sus clases obreras oprimidas o grupos 
campesinos (sean indios americanos, africanos en clanes o tribus de la 
sabana o la selva, beduinos o campesinos árabes, o del Asia), se 
encuentra la posibilidad de la cultura mundial futura de efectuar un salto 
cualitativo, pasar a una densidad nueva, original. Si se produce el 
genocidio biológico o cultural de los pueblos periféricos, el centro se 
alimentará de "1o mismo" que siempre ha sido: "comerá sus excrementos". 
La muerte del hijo, del pobre, será su propia muerte. 
 
3.1.8.2 El imperialismo y las oligarquías neocoloniales de los países 
dependientes permiten todo (creación de empleos en la periferia, las 
industrias de sustitución de importaciones, hasta el desarrollo de dichas 
naciones), pero jamás el pleno poder ejercido por las masas populares. 
Baran, Sweezy, críticos del centro, indican bien que hoy el imperialismo 
no puede perder ninguna nación periférica, pero no porque no pueda 
exportar sus productos a ella (porque los países socialistas importan y 
exportan), sino porque el perder el control político que ahora ejercen no 
 
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podrían realizar sus formidables ganancias. De otra manera, perderían 
mercados que les producen una enorme plusvalía, grandes beneficios. 
Por ello, la liberación popular, la toma del poder por los grupos populares 
(y no por las oligarquías gerenciales, que en su esencia son como 
mayordomos que explotan su propio país, participando en algo de los 
beneficios de las multinacionales), significaría la imposibilidad de la 
supervivencia de la totalidad del sistema del centro, de la formación 
social capitalista mundial. 
 
3.1.8.3 Cuando hablamos de liberación significamos, simultáneamente, 
liberación de las naciones periféricas y toma del poder de las clases 
populares, para reorganizar realmente la formación social. La filosofía 
de la liberación, en su nivel político, debe tener esto bien en claro o se 
transformaría nuevamente en una ontología ideológica, confusa, 
encubridora, reformista o pequeño burguesa. La filosofía política de 
nuestra época no puede ya dividir a los gobiernos como lo hizo el 
conservador Aristóteles (que escribió su Política para “salvar" o 
“conservar" a la pólis, siendo la “revolución” el mal político mismo: es 
decir, la antiliberación), en monarquías, aristocracias y democracias. 
Hoy se dividen en: estados y formaciones sociales del centro y de la 
periferia. El centro está hegemonizado por el imperialismo de tipo 
capitalista de operatividad multinacional. En el centro hay estados 
semidependientes, como los de Europa Occidental o el Japón. En la 
periferia, hay formaciones sociales, estados libres y por ello de gestión 
popular, como Cuba, Vietnam, China, Angola, habiendo desaparecido la 
clase intermediaria del imperialismo (la clase dominante oligárquica o 
burguesa); formaciones sociales y estados periféricos en búsqueda de su 
desarrollo en diversas posturas dentro del capitalismo (véase la rápida 
descripción en 3.1.7); y los modelos fascistas de capitalismo dependiente 
en la fase actual delimperialismo. 
 
 
3.1.9 Proyecto y dignidad de la praxis liberadora 
 
3.1.9.1 El político liberador es el prototipo del hombre político, más si se 
tiene en cuenta que hoy en las formaciones sociales periféricas la última 
instancia es política. No hablamos de los antihéroes como César, Cortés, 
Napoleón, Hitler o los responsables de la guerra de Vietnam o Angola. 
 
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Hablamos de Juana de Arco, Washington, Bolívar, San Martín, Agostinho 
Neto, Castro, Mao, los que dan su vida por el pueblo oprimido. Su proyecto 
de liberación (proyecto f del orden II, objeto de la flecha d del esquema 2.6) 
niega la negación de los oprimidos (B) y afirma (flecha e) su exterioridad (C). 
Son como Moisés o Mahomet los símbolos de un pueblo que nace, que crece, 
que vive. Son profetas de la vida y no de la muerte; fundadores de la libertad 
y no asesinos de ella. Entre Washington y Kissinger (desde que se ha probado 
su responsabilidad en el derrocamiento de Allende) existe el abismo que se 
da entre el tiempo de la creación del nuevo estado en la justicia y el 
mantenimiento decadente del imperio en la injusticia y la opresión. 
 
3.1.9.2 El proyecto de liberación que porta un pueblo afirmativamente en su 
cultura como alteridad es el bien común futuro, la utopía, positiva, auténtica, 
humana, ética. Es por ella que la vida misma es interpretada por el valiente 
como una mediación. 
 
3.1.9.3 El proyecto de liberación, el ser futuro (no-ser en el actual sistema), 
es el fundamento (abismal, caótico o anárquico para el sistema vigente) 
analógico (5.3) hacia el cual la praxis liberadora (flechas d-e del esquema 
2.6) se lanza vehemente, ansiosa, totalmente. Cuando el soldado traidor 
estaba por clavar su bayoneta en el vientre de Lumumba, éste exclamó:- 
"¡Todo por la liberación del pueblo africano!"-. Su vida era poco como 
ofrenda y culto del proyecto de una patria nueva. Su praxis suprema era su 
propia muerte. Su sangre fecunda el nacimiento de una nueva Africa. Por 
ello, su praxis subversiva era ética; su proyecto destructivo de lo antiguo y 
muerto era metafísico. 
 
3.1.9.4 Los sistemas políticos o formaciones sociales pueden pasar por 
cuatro momentos estructurales (analógicos, nunca idénticos). El tiempo de 
la liberación que parte de la opresión, de la represión, de la lucha que ha 
comenzado el dominador (y por ello para él es perversa) y que responde el 
que se libera (y por ello es honesta, buena, heróica). El segundo tiempo es de 
la organización del nuevo modo de producción y estado; es el tiempo de 
Lenin, de Lincoln, de Borge. Es tiempo de justicia; hay lugar para todos; hay 
mucho que hacer; todo está por delante. Si el tiempo de la liberación es de 
lucha (por ello de primacía militar , pero de militares que no son profesionales: 
Juana era una pastora, Washington un propietario rural, Hidalgo un cura, 
 
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Belgrano un abogado, Trotsky un intelectual, Mao un maestro, el "Che" 
Guevara un médico, Camilo Torres un cura, Lumumba un maestro, Agostinho 
Neto un poeta, Sandino un obrero: civiles; valentía militar como patriotismo 
civil), en el momento de la construcción aparecen los grandes políticos (el 
arte militar deja lugar a la prudencia política en su auténtico sentido 
liberador). El tercer momento es la época clásica, la estabilización, el lento 
ascenso; los patricios creadores dejan lugar a los ancianos (el senado), a los 
conservadores. La cuarta etapa es al mismo tiempo el esplendor y la 
decadencia. Es en esta etapa que el estado y la formación social se endurecen; 
las fuerzas productivas crecen; la dominación de los oprimidos se hace 
represión. Vuelve entonces a tener primacía el arte militar, pero no ya como 
la valentía del civil sino como la disciplina de la burocracia militar, del 
profesional que debe conservar. Es la época de los imperios, del pan y circo, 
de la matanza de los liberadores como si fueran subversivos; es el tiempo del 
Pentágono, del control de las fronteras, del no dejar que los bárbaros, los 
germanos atraviesen el Danubio... o los mexicanos el río Colorado. 
 
3.1.9.5 En el tiempo de la liberación de la praxis como servicio, el êthos 
se estructura en torno a la virtud de la fortaleza, la valentía justa, la 
prudencia paciente, la templanza que no está esclavizada al confort 
porque lo ha dado todo por la nueva patria, hasta la vida si es necesaria. 
La pulsión conmisericordiosa dealteridad por el pobre, el oprimido, el 
pueblo es la sustancia del êthos liberador, el fuego inapagable que fluye 
desde una generosidad sin límites, que mide toda otra gratuidad humana. 
Una responsabilidad abrumadora, más agobiante que las cárceles y las 
torturas pasadas o siempre posibles, moviliza al liberador para procrear 
la historia hacia su término más justo, más humano. 
 
 
3.2. EROTICA 
 
3.2.1 Sentido de la cuesti6n 
 
3.2.1.1 La injusticia política es fratricidio, la muerte del hermano: de la 
hermana nación, del hermano clase, del otro como hermano próximo. La 
injusticia o perversión en el nivel erótico, hoy, es el uxoricidio (muerte 
 
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Esquema 3.2 
 
 
 
de la mujer en una sociedad donde reina la ideología machista, 
masculinista, falocrática como veremos). La erótica describe la relación 
varón-mujer. No confundiremos nunca el hombre (especie) con el varón 
(hombre de sexo masculino) o con la mujer (hombre de sexo femenino). 
 
3.2.1.2 En la multitud de la asamblea, de la fiesta política emerge de 
pronto no ya un hermano, un conciudadano, un compañero... sino una 
mujer para el varón, un varón para la mujer. Se recorta en la totalidad 
política la exterioridad erótica: la experiencia política es otra que la 
experiencia sexual, tacto y contacto con intención de sensibilizar el 
cuerpo del otro. La erótica es un nuevo capítulo de la metafísica. 
 
3.2.2 Mundo erótico 
 
3.2.2.1 El ego cogito había privilegiado el momento pensante del 
hombre. Gracias a Freud se redescubre el ich wünsche (yo deseo), y por 
 
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ello podemos afirmar que, además, el ego del ego cogito es un ego 
fálico, masculino (Descartes negó a su madre, a su amante ya su hija: 
pretendió el solipsismo total pero fue una pura comedia). Freud por 
cuanto su intención era operativa, terapéutica, no llegó a describir la 
sexualidad como lo hiciera, por ejemplo, Merleau Ponty. 
 
3.2.2.2 Platón afirmó en el Simposio que desde que el andrógino (ser 
extraño formado por una mujer-varón) se separó, hay varones que aman 
mujeres; es decir, aman el retorno a "lo mismo (tó autó) ". Con Aristóteles 
coincide en indicar que la sexualidad, al fin, es un permitir que "lo 
mismo (la especie) permanezca lo mismo" por medio del hijo. Si el varón 
accede a la mujer es sólo para que por lo nuevo la especie eterna alcance 
la inmortalidad. Hemos indicado que en plena Edad Media, Tomás de 
Aquino indica que "la madre sólo administra la materia, pero es el padre 
el que da el ser al hijo". "Lo mismo" es lo fálico; es el éros que desea lo 
idéntico. Además, con el desprecio del cuerpo iba el desprecio de la 
sexualidad. 
 
3.2.2.3 Sólo en nuestra época, a fines del siglo XIX comienza una 
revalorización anticartesiana, antidualista, contra la antigua doctrina de 
las dos sustancias: cuerpo-alma. Merleau indica que en el mundo, el 
hombre normal, puede constituir una intención sexual. Dicha intención 
consistiría en sexualizar un objeto: el cuerpo del otro. La sexualidad 
sería una sensibilización del cuerpo del otro. El mundo todo se erotiza 
cuando se constituye esta intención, que no es una pura representación 
ni es una pura determinación biológica. Se trata de una región 
fenomenológica propia. Esta intención esboza la situacion erótica, la 
sabe mantener y darle continuidad hasta su cumplimiento acabado. 
 
 
3.2.3.Exterioridad erótica 
 
3.2.3.1 El mundo erotizado como totalidad tiende, por la pulsión de 
totalización (y por ello en posición esquizoide o cerrada), a ignorar al 
otro (3.2.5 -2.6). Por el contrario, la erótica humana normal comienza 
por aquel "que me bese con los besos de su boca". Es la proximidad la 
que pone límite y supera al mundo erótico que constituye objetos 
 
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sexualizados. Antes que la sexualización del objeto, más allá del objeto 
sexual (el Sexualobjekt de Freud), provoca el otro en la sexualidad 
distinta.EI otro, varón para la mujer y mujer para el varón, no diferente 
sino distinto (2.4.4.2), se avanza desde la lejanía de la política a la 
proximidad del beso, del coito, del éros. La máxima distinción a la más 
plena convergencia. Proximidad en la desnudez (ya que el vestido 
deserotiza la relación políticao pedagógica, pero es impedimento en el 
éros), en la belleza, la pulchritudo prima que mide toda otra belleza. 
 
3.2.3.2 Si superamos el dualismo cuerpo-alma y afirmamos la unidad de 
la carne (basár en hebreo), podremos comprender que la erótica, más 
aún que la sensibilidad del cuerpo del otro, es cumplir con el deseo del 
otro como otro, como otra carne, como exterioridad. El hombre, sujeto 
de la pulsión de alteridad (desconocida por Freud), por la que se tiende 
al otro como otro, toca realmente lo que está más allá del horizonte de 
la luz, de la ontología, La erótica, auténtica metafísica, se avanza en el 
ámbito de las sombras donde el otro habita. El otro, sexuado de tal 
manera que llama al yo al cumplimiento de la ausencia, nunca puede ser 
tomado como un mero objeto, cosa, de lo contrario al perder su alteridad 
pierde igualmente la capacidad de la plenitud del éros, la gratuidad, la 
entrega, la libertad y la justicia. 
 
3.2.3.3 La exterioridad del otro como posibilidad de negación a la 
provocación es el origen mismo de la humana realización orgásmica. 
 
 
3.2.4 Descripción metafísica del éros 
 
3.2.4.1 La intención sexual comienza por el tacto, el contacto, la caricia. 
La caricia es aproximación o proximidad presentida; es progresión a la 
que retiene el pudor y tienta la profanación; es un creciente y voluptuoso 
"tanteo" en que se avanza en el cuidado, en el avance y retroceso, 
preguntando sin palabras al otro como otro si desea la propuesta. Es el 
clandestino avanzar la mano en la noche más allá del ser y la luz (lo 
ontológico), sin buscar ni esclarecer ningún sentido (la fenomenología), 
sin intentar ningún valor. La caricia avanza evitando encontrar la 
siempre posible resistencia de la libertad del otro. La desnudez es 
 
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inclinada constantemente por el sadismo del violar o el masoquismo de 
ser violado. Alejo Carpentier nos dice que "junto a Rosario compartía la 
primordial sensación de belleza, belleza físicamente percibida, gozada 
igualmente por el cuerpo y el entendimiento, que nace de cada renacer 
del sol". 
 
3.2.4.2 El ritmo proximidad-lejanía, que es el resumen mismo de toda la 
vida y la historia, es vivido en el acto erótico del coito (por el contacto 
del falo con la carne femenina y del clítoris con la carne masculina) en 
una cadencia que se acrecienta hasta llegar al paroxismo extático donde 
la subjetividad y el yo se descentran para totalizarse en el abrazo de la 
voluptuosidad mutua, si es en la justicia, del orgasmo. 
 
3.2.4.3 El coito es, por todo ello, una de las experiencias metafísicas 
privilegiadas del ser humano. Es un acceso al ámbito de la realidad más 
allá del horizonte del mundo. Es un más allá de la razón hasta donde el 
deseo nos lleva como satisfacción del deseo del otro. No es ya siquiera 
un mero deseo o pulsión alterativa, sino la realización misma de dicho 
deseo en la proximidad. El órgano sexual es en el ser humano la 
presencia en la totalidad de la ausencia del otro: es un llamado a la 
realización del otro en su negatividad. 
 
 
3.2.5 El machismo uxoricida 
 
3.2.5.1 La muerte del hermano, fratricidio, es la alienación política, En 
nuestra cultura y época la muerte del éros es asesinato de la mujer: 
uxoricidio. La ideología machista es la contrapartida del uxoricidio. El 
mejor diagnóstico europeo del machismo lo ha propuesto Freud, Vio 
claramente que "la sexualidad es por naturaleza (cultural) masculina", y 
por ello el falo fue definido como constituyente y activo, y la vagina 
como pasiva y constituida: objeto sexual. "El seres, el no-ser no es", en 
ontología erótica debe enunciarse: "El falo es, la castración no es", Es decir, 
la mujer no es; es sólo objeto, como lo era en la política el indio, el africano, 
el asiático, las naciones pobres, las clases oprimidas, el pobre. Si el yo 
constituyente es el "ego fálico", el ser del machismo, el fundamento de la 
totalidad alienante de la sexualidad es la "falicidad" (el falo en tanto falo, en 
 
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tanto tal). Puede entenderse entonces que si la mujer no es, en el no ser 
"todos los gatos son pardos". El falo no puede ya cumplir al acto sexual, 
porque al entrar en relación con el objeto sexual (la mujer) indiferentemente 
entra en comercio con su madre y su mujer (ya que en el no-ser no puede 
haber diferencia alguna, ni siquiera entre la posición clitoriana-vaginal de 
la esposa y la mamario-bucal de la madre; la mujer es indistintamente 
madre-esposa). El acto óntico, concreto, sexual, es siempre incestuoso. 
 
3.2.5.2 Desde el ser como falicidad abstracta o fundamental, la imago 
patris que Mitscherlich no llega a definir adecuadamente, es el horizonte 
mismo de comprensión de toda relación erótica. Es allí, desde la 
alienación de la mujer, que se produce la situación edípica. El hijo ama 
a su madre en posición indistinta (al menos para el padre); el padre, el 
ego fálico, sitúa a su hijo como su oposición, ya que accede al no-ser, el 
objeto sexual, su mujer (esposa); la mujer (madre) intenta totalizar el 
hijo (en realidad es la mujer insatisfecha la que se totaliza con el hijo). 
Ante la presencia conflictiva de un falo actual (el padre) y un falo 
potencial (el hijo), ante la misma mujer (sin diferencia entre madre- 
esposa sino definida como objeto-mujer), el hijo no podrá menos que 
reprimir su falicidad y quedar, para siempre, en la posición neurótica, 
patológica, perversa de desear el incesto. 
 
3.2.5.3 El machismo, como ideología que oculta la dominación de la mujer 
definida como objeto sexual, no sólo aliena a la mujer, sino que además 
toma impotente al varón por cuanto le impide relacionarse con alguien, el 
otro sexuado (la mujer), y sólo accede en una masturbación solipsista a un 
objeto que cumple su autoerotismo. 
 
 
3.2.6 Erótica y dominación política 
 
3.2.6.1 La falocracia, imperio constituyente del falo, es un sucedáneo o un 
determinante a veces de la plutocracia. En el proceso de la conquista de 
América, el europeo no sólo dominó al indio, sino que violó a la india. 
Cortés se amancebó con Malinche, una india, la madre del mestizo. El 
ego cogito funda ontológicamente al "yo conquisto" y al ego fálico, dos 
dimensiones de la dominación del hombre sobre el hombre, pero ahora 
 
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de una nación sobre otra, de una clase sobre otra. La sexualidad es así 
como una reproducción de la dominación política, económica, cultural. 
 
3.2.6,2 En el nivel mundial, la problemática de la alienación sexual poco 
y nada se ha estudiado. Un estudio sobre el Edipo africano viene a 
revelamos que en las culturas africanas no es tanto el padre, ancestro 
mítico y protector, sino el hermano mayor el que viene a cumplir la 
función de la imago represora, castradora, fálica. La manifestación de 
la prostitución como fenómeno de las clases populares, tanto en el centro 
como en la periferia, muestra la dominación fálica concomitante mentea la dominación económica. El tango Margot de Celedonio Flores en 
América Latina (1918) cuenta y canta la tristeza de un muchacho pobre 
de barrio periférico de Buenos Aires, de ver que su amada, Margarita, 
muchacha popular, se transforma en el juego del varón rico del centro de 
la ciudad (y por ello adopta el nombre rococó y francés de Margot). 
 
3.2.6.3 La mujer popular, la mujer de la cultura periférica, viene así a 
sufrir un doble embate, una doble violación: violada por ser una cultura 
y nación oprimida, por ser miembro de una clase dominada, por ser 
mujer de sexo violentado. Mujer pobre de los pobres del mundo. Mujer 
india, africana, asiática. Víctimas del imperialismo, de la lucha de 
clases, de la ideología machista. 
 
 
3.2.7 Liberación erótica 
 
3.2.7.1 La liberación del éros se cumple por la liberación de la mujer, lo 
que permitirá al varón recuperar parte de la sensibilidad perdida en la 
ideología machista. Liberación del antiguo patriarcalismo (que ya los 
indoeuropeos y semitas transmitían milenariamente), liberación de la 
mujer definida desde siempre como castrada, como no-falo. Es necesario 
comenzar de nuevo. 
 
3.2.7.2 Así como el varón tiene una apertura (offenheit) fálica al mundo, 
activa, constituyente, así también la mujer tiene, como esposa, una 
apertura clitoriana-vaginal, activa, constituyente, y como madre una 
apertura mamaria en dirección a la boca-succión del hijo (así como la 
 
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primera apertura se dirige al falo del varón) .Definida positivamente 
(el no-ser fálico es realmente algo distinto: el ser clitoriano-vaginal 
activo) la mujer toma posición distinta y también positiva con 
respecto al varón (clitoriana-vaginal) y al hijo (mamario-bucal) .La 
liberación no es negación pura de la dominación por la negación de 
la diversidad sexual (como cuando el feminismo propone la 
homosexualidad, los hijos en probetas, etc.). La liberación es 
distinción real sexual: el varón afirma su exposición (con lo que 
supone de riesgo) fálica, y la mujer afirma igualmente su exposición 
clitoriana-vaginal y mamario-bucal (en su dimensión de mujer y 
madre) (4.2.6.2). 
 
3.2.7.3 De esta manera la proximidad del coito, el servicio o praxis 
de liberación del otro como otro, el ritmo sexual como liturgia en el 
respeto del otro, cumplen el deseo del otro como otro, como otra- 
mente sexuado, como alteridad erótica. Sólo en la real exterioridad 
del otro, otro libre y sexuadamente distinto, el orgasmo puede ser un 
acto humano que plenifica a la política ya la pedagógica. 
 
3.2.7.4 La destotalización, desobjetualización o distinción de la 
mujer, es la condición sin la cual es imposible la normalidad no 
patológica ni represiva del éros. 
 
 
3.2.8 El nuevo hogar 
 
3.2.8.1 La plenitud orgásmica del amor humano del varón-mujer 
constituye el fundamento, la esencia, el núcleo central de la casa. En 
el centro de la casa está el hogar, el fuego. Fuego que calienta, que 
protege contra las fieras y los elementos, que ilumina el mundo 
doméstico, que cuece los alimentos, que da intimidad. Fuego, madera, 
madre. La protocasa, el primer hogar, es una habitación en torno al 
fuego ya la proximidad varón-mujer. Protocasa, habitación única y 
circular; protococina, protodormitorio, protocomedor, protoestancia. 
Es como el nido del primate que todavía no se ha articulado en la casa 
de múltiples divisiones y habitaciones. La esencia del hogar es el 
fuego del éros. 
 
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3.2.8.2 Varón-mujer totalizados en el fuego del coito es una nueva 
totalidad analógica: es la pareja (nivel II del esquema 3.2). La pareja es 
equívoca; se puede totalizar todavía. Si se totalizara alguien sería 
nuevamente asesinado, el otro: ahora se trata del hijo (el filicidio es la 
alienación pedagógica por excelencia, 3.3.5). 
 
3.2.8.3 La pareja se abre por la fecundidad al hijo, y sólo así, en la compleja 
relación de pareja-hijos, aparece la casa. La casa es como una totalidad que 
básicamente anuncia todas las totalidades restantes: varón-mujer erótica, padres- 
hijos pedagógica: hermanos-hermanos política. Todos juntos antes que en la 
asamblea política o el aula del aprendizaje, juntos en tomo a la mesa, al fuego, 
constituyen la casa, la familia. 
 
3.2.8.4 La ideología machista aliena la mujer; la mujer alienada deforma al 
hijo; el hijo deformado es materia dispuesta a la injusticia política. La 
liberación de la mujer aniquila el machismo y permite la aparición de la 
pareja de los iguales (distintos sexualmente pero personas o rostros con 
igual derecho ala vida, al trabajo, ala educación, ala política, etc.). La pareja 
permite la aparición del hijo y el hermano. La muerte de la casa, de la familia 
fálica, permitirá la aparición de una nueva casa, el hogar liberado donde 
reine una erótica expansiva, innovadora, fecunda, no traumática. 
 
 
3.2.9 Proyecto y praxis de liberación erótica 
 
3.2.9.1 La ontología fálica concibe la perfección erótica del hombre 
como asexualidad. Dado que la "falicidad" (el ser como falo en tanto 
falo) cae en una aporía irresoluble (todo acto fálico es incestuoso ya que 
se dirige ala madre y mujer al mismo tiempo), la única manera de ser 
perfecto es la ataraxía (imperturbabilidad) o apátheia (impasibilidad) 
estoica: el placer supremo es la contemplación. Se trata de una castración 
por sublimación, única solución moralizante de la ideología machista. 
Su contrapartida es la moral de la parthénon (virgen ofrecida al falo 
sagrado). Esto no puede ser el proyecto de liberación erótica. 
 
3.2.9.2 En la periferia, la familia aristocrática, oligárquica o grupos 
dominadores, lo mismo que en el centro pero con diferencias 
 
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 107 
comprensibles, conservan instituciones fetichistas que han heredado 
de los conquistadores, colonizadores, opresores, burócratas 
imperiales o impuestos por los medios de comunicación colectiva, 
donde se acepta el amancebamiento con la india, la reproducción 
como animales de los esclavos negros, la prostitución de la muchacha 
de pueblo. Liberar la erótica cultural de los pueblos y culturas 
dependientes y la de las clases populares; restituirles su dignidad y 
sentido, esto sí puede ser un proyecto erótico mundial de liberación. 
 
3.2.9.3 Por cuanto la relación erótica es una exposición ante el otro 
en la desnudez, siempre es riesgo: el otro puede instrumentalizarme 
o jugar con mi gratitud servicial. El que no tiene ninguna duda acerca 
del otro más parece que ya lo ha instrumentalizado como objeto 
sexual; en este caso ningún peligro corre porque la totalidad alienante 
ya se ha cumplido y el acto es intrínsecamente perverso, autoerótico. 
Por el contrario, si es auténtica apertura erótico servicial (en cuyo 
servir el deseo del otro se cumple la praxis misma de liberación 
erótica) la respuesta del otro siempre puede ser cosificante. La 
desnudez que no sabe sonrojarse no es auténtica sexualidad humana. 
Siempre se puede temer ser usado por el otro. El temor siempre 
posible, garantía de sexualidad alterativa auténtica, es el pudor. El 
pudor es, además, concomitante a la belleza erótica ya su plena 
realización en la justicia. 
 
3.2.9.4 Un poeta chino escribe en el Chi-king: "Nace un hijo. Se lo 
pone en un lecho y se lo envuelve en ricas telas. El señor, el jefe, el 
soberano ha nacido. Nace una hija. Se la pone en el suelo envuelta 
en telas comunes. No hay en ella ni bien ni mal. Que aprenda cómo 
se prepara el vino, cómo se cuecen los alimentos: he aquí lo que debe 
saber". 
 
3.2.9.5 La mujer del varón de las clases oprimidas, de los pueblos 
oprimidos es hoy el dominado por excelencia en el mundo. Un 
gaucho del Plata latinoamericano, Martín Fierro, canta tristemente 
el retorno de sus desgracias: 
 
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"Y la pobremi mujer 
¡Dios sabe cuánto sufrió! 
Me dicen que se voló 
con no sé qué gavilán 
sin duda a buscar el pan 
que no podía darle yo". 
 
 
 
 
 
 
3.3. PEDAGOGICA 
 
 
3.3.1 Sentido de la cuestión 
 
3.3.1.1 La pedagógica es la proximidad padre-hijos, maestro- discípulo 
donde convergen la política y la erótica. El niño que nace en el hogar es 
educado para formar parte de una comunidad política; y el niño que nace 
en una cultura crece para formar un hogar. Es por ello que el discurso 
pedagógico es siempre doble y los planos se confunden continuamente. 
Esta cuestión ha sido aproximadamente bien planteada en lo que se llama 
el "segundo Edipo". El joven, en la adolescencia, vuelve a situarse en el 
conflicto edípico, pero ahora en posición sociopsicoanalítica. La pulsión 
hacia la madre es al mismo tiempo hacia lo ancestral, la cultura popular; 
la interposicion del padre es igualmente la sociedad o el estado. Su ideal 
del yo (padre-estado) está en crisis. El joven no puede identificarse con 
una imago patris decadente; el conflicto edípico persiste y su revelación 
es la rebelión juvenil como síntoma de la represión erótica y política. 
 
3.3.1 .2 La pedagógica por ello no solo se ocupa de la educación del niño, 
del hijo, del discípulo en la familia erótica; sino igualmente de la 
juventud y el pueblo en las instituciones escolares, universitarias, 
científicas, tecnológicas, los medios de comunicación. Es la cuestión 
ideológica y cultural. 
 
 
3.3.2 Sistemas pedagógicos 
 
3.3.2.1 Desde que el hombre es hombre, y aún antes por cuanto entre los 
mismos primates existe este tipo de experiencias, se transmite a la nueva 
 
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Esquema 3.3 
 
 
 
generación, al hijo o juventud, la totalidad de mediaciones que constituyen 
el mundo. La transmisión de la cultura acumulada se transfiere gracias 
a sistemas pedagógicos, desde los más antiguos y simples (como enseñar 
el pulido de una piedra) hasta los más recientes y complejos (como 
enviar un satélite a la luna o tomar decisiones por computadoras). Es 
claro que a medida que hay que transmitir más (cuantitativa y 
cualitativamente) los sistemas pedagógicos se han ido optimizando, y 
desde el simple consejo del padre en el paleolítico se ha llegado a las 
universidades e institutos de investigación de alta precisión tecnológica. 
 
3.3.2;2 El sistema pedagógico erótico o doméstico educa dentro del 
êthos tradicional del pueblo, dentro de la clase social de la familia. Dicho 
sistema puede ser patriarcal, donde el varón (a del esquema 3.3) domina 
(d) a la mujer (b), y donde la pareja (a-b) domina (e) al hijo (c). Dicho 
sistema pedagógico ( I) es eróticamente uxoricida, pero pedagógicamente 
filicida (3.3.5). La situación edípica es propia de un cierto sistema 
pedagógico y no de otros, si es que podemos confiar en ciertas 
conclusiones de Margaret Mead. De todas maneras el carácter del futuro 
 
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 110 
 
ciudadano depende de la manera como ha sido forjada eróticamente su 
personalidad en el hogar, en proximidad con la madre y en correlación 
a la presencia de padre y hermanos. 
 
3.3.2.3 El sistema pedagógico político o social, educa igualmente dentro del 
êthos social, pero además tiene instituciones (desde las antiguas escuelas de 
los amautas del imperio inca o la de los sacerdotes en el antiguo Egipto). Estas 
instituciones no son momentos dispersos, sino que forman sistemas. El siste- 
ma de escolaridad o el de los medios de comunicación colectiva, por éjemplo, 
son hoy los dos más importantes para la formación del hombre de la calle. 
 
 
3.3.3 Exterioridad pedagógica erótica 
 
3.3.3.1 Exterior a los sistemas ya constituidos de educación surge 
siempre el nuevo, el otro, el que pone necesariamente en cuestión lo ya 
dado. La pareja, si lo decide en libertad y por gratuidad de dar a alguien, 
que todavía no es, la realidad, se constituye en el origen, en la fecundidad 
procreante que avanza de la nada a la realidad, al hijo. El hijo es novedad; 
es el nuevo; es el que viene a sellar la realidad de unión erótica varón- 
mujer como esposo-esposa. La paternidad-maternidad nuevo momento 
cualitativo de la mera masculinidad-feminidad) es correlativa de la 
filialidad. De esta manera se revela claramente el momento metafísico 
del que ya venimos hablando a 1o largo de esta obra. 
 
3.3.3.2 En la política el responsable puede tomar a cargo el pobre o el 
oprimido que ya está ahí; en la erótica el responsable puede igualmente 
tomar a cargo la mujer violada en el mundo machista. Pero en la 
pedagógica se muestra de mejor manera aún la anterioridad metafísica, 
anterior a la anterioridad ontológica; la anterioridad de la libertad de los 
progenitores. Desde la libertad procreadora es parido a la luz del mundo 
el hijo, el futuro real, la crítica utópica porque exterior a lo ya dado, 
organizado, tradicional. La fecundidad procreadora y la responsabilidad 
por la justicia son los que dan realidad al orden nuevo, al hombre nuevo. 
 
 
 
 
3.3.3.3 El hijo es la exterioridad de toda erótica, su superación: metafísica, 
su cumplimiento real (4.1.5.5). Además, el hijo es distinto y no meramente 
 
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diferente a la pareja es el otro desde siempre a quien habrá que saber 
escuchar en silencio la revelación novedosa que aporta a la historia 
pasada como tradición. Es la innovación misma, tiempo nuevo y por ello 
escatológico: es siempre el último tiempo. Es por ello que ante el otro 
nuevo se debe tener sagrado respeto y silencio ante el misterio para saber 
escuchar la voz provocativa que fecunda la tradición y la hace historia. 
 
 
3.3.4 Exterioridad pedagógica política 
 
3.3.4.1 El hijo, el nuevo, no es huérfano; es el hijo de los padres y de un 
pueblo. Hijo de un pueblo es la juventud y es el mismo pueblo en tanto 
oprimido, en tanto exterioridad cultural. La nación periférica o la cultura 
latinoamericana, africana o asiática, es exterior al sistema cultural 
vigente, la del centro. La exterioridad de la cultura nacional (A del 
esquema 3.3) provoca e interpela igualmente al sistema cultural imperante. 
Pero, por otra parte, en las mismas naciones dependientes periféricas 
están las clases oprimidas, campesinas, obreras, marginales que juegan 
en la propia nación el papel de exterioridad cultural (B). 
 
3.3.4.2 La cultura africana, asiática, latinoamericana tiene un ámbito 
propio que no ha sido comprendido ni incluido (porque es despreciado 
como incultura, barbarie, analfabetismo, hechicería) en el sistema escolar, 
universitario o de los medios de comunicación. Son interpretados por el 
sistema cultural vigente, racionalista, pretendidamente universal como 
nada, no-ser, caos, irracionalidad. El desprecio que se tiene por ello es 
análogo al que tiene el padre de Edipo por su hijo: falo en potencia y por 
ello despreciado. 
 
3.3.4.3 La cultura de los grupos y clases oprimidas de nuestros tres 
continentes, la cultura popular, es la que guarda lo mejor de nuestro 
mundo y de donde surgirán las alternativas nuevas de la cultura mundial 
futura, que no será una mera repetición de las estructuras de la cultura del 
centro. La exterioridad de la cultura popular es la mejor garantía y el 
núcleo más incontaminado del hombre nuevo. Sus valores, hoy 
despreciados y hasta no reconocidos por el mismo pueblo, deben ser 
 
112 
 
 
 
 
 
 
 
 
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estudiados cuidadosamente, deben ser incrementados desde una nueva 
pedagogía de los oprimidos para que desarrollen sus posibilidades. Es en 
la cultura popular, aún tradicional, que la revolución cultural encontrará 
su contenido más auténtico (nivel B del esquema 3.3). 
 
 
3.3.5 Filicidio 
 
3.3.5.1 La muerte física o cultural del hijo es la alienación pedagógica. 
Al hijo se lo mata en el vientre de la madre por el aborto o en el vientredel pueblo por la represión cultural. Esta represión, es evidente, se 
efectuará siempre en nombre de la libertad y con los mejores métodos 
pedagógicos. 
 
3.3.5.2 Ya Huitzilopochtli, el dios del sol azteca, dijo al dios halcón, en 
un conocido mito, que para salir cada día necesitaba la sangre de los 
hijos, de los jóvenes. El viejo dios necesitaba sangre juvenil: ¡es la 
muerte mítica del hijo! Sócrates, como hemos dicho más arriba, mata 
igualmente a la juventud haciéndole creer que las respuestas griegas a las 
que él sutilmente encaminaba a sus discípulos, eran nada menos que las 
ideas eternas y divinas (divinizaba entonces la cultura griega). Pero 
abordemos un dominador más sutil aún. 
 
.3.5.3 Jean Jacques Rousseau propuso en nombre de la naturaleza la 
cultura burguesa emergente, para lo cual necesitó primero efectuar con 
su discípulo un contrato pedagógico (complementario del contrato 
social). El preceptor (el padre y estado) obliga a su discípulo que sea o 
se comporte como un huérfano (sin madre ni cultura popular entonces) 
y que le obedezca en todo, como explica en el Emilio. Con la pretensión 
de que la naturaleza se exprese en realidad, el represor preceptor obliga 
al Emilio a seguir pie juntillas un verdadero curriculum para titularse de 
pequeño burgués, hasta con su viaje por Europa (delicia de la burguesía 
de la época) y con una esposa perfectamente dócil, reprimida y ama de 
la casa. Su proyecto es doblemente ideológico: primero porque disfraza 
a la burguesía de naturaleza; después porque no da conciencia crítica de 
este encubrimiento y le hace aceptar en nombre de la crítica un proyecto 
que asumirá ingenuamente. Pestalozzi, Montessori o Dewey no hacen 
 
113 
 
 
 
 
 
 
 
 113 
 
sino continuar en el mismo camino ideológico, perfeccionando el proceso 
de domesticación con técnicas más modernas aún. 
 
3.3.5.4 El pobre Edipo reprimido es el fruto de la educación moderna, 
machista, individualista, que en realidad termina por educar el lobo que 
necesitaba Hobbes: un hombre dispuesto a dar la lucha siempre y en 
cualquier lugar para subsistir en un mundo de la competition. 
 
 
3.3.6 Retrato del colonizado 
 
3.3.6.1 El famoso libro de Memmi, o el de Frantz Fanon, nos pintan 
la máscara del domesticado político-culturalmente en la periferia. 
Para entender este tema deberemos efectuar ciertas distinciones. 
 
3.3.6.2 Entendemos por cultura imperial o del centro la que domina 
en el orden vigente. Es la refinada cultura de las élites europeas, 
norteamericanas o rusas. Esta es la cultura con la que se pretende 
medir a todo otro grado cultural. La Gioconda mide a todo otro 
cuadro; la Quinta Sinfonía de Beethoven clasifica a toda otra música; 
Notre Dame es el prototipo de toda iglesia. Esta cultura tiene además 
los medios colectivos de comunicación en sus manos (Estados 
Unidos elabora y emite más del ochenta por ciento del mensaje que 
se consume en América Latina por diarios, revistas, radio, cine, 
televisión). 
 
3.3.6.3 Esta cultura se refracta a medias en la cultura ilustrada, en las 
naciones dependientes de la periferia, en sus grupos dominantes (b 
del esquema 3.3), que es la que admira y repite obnubilada y como 
fascinada la luminosa cultura artístico científico tecnológica del 
centro. Estas élites, minorías alienadas en sus propias naciones, son 
despreciadas por los creadores de la cultura del centro. iEs de raza 
negra y toca el piano!, como si un primate hiciera acrobacias o el 
burro tocara la flauta por casualidad. En sus máscaras se retrata el 
rostro del centro. Esta élite ignora su cultura nacional; desprecia 
igualmente su raza; aparenta ser blanco; habla en inglés o francés; se 
viste, come y habita como en el centro. Desechos de la historia. 
 
114 
 
 
 
 
 
 
 
 114 
 
3.3.6.4 La cultura de los oprimidos, no como pueblo (3.3.8) sino como 
reprimido, es la cultura de masas (c). Es la reproducción al infinito, la 
vulgarización Kitsch de la cultura imperial refractada por la cultura ilustrada 
y relanzada al consumo por las revistas, fotonovelas, pornografía, etc. 
 
3.3.6.5 Todo este proceso de alienación cultural es profundamente 
ideológico, en cuanto que expresa conocimientos o ideas pretendidamente 
universales (porque son los del centro) y que ocultan la dominación que 
sufren los países dependientes y las clases oprimidas. Es a través de la 
cultura de masas como la ideología propaga con pretendida ingenuidad 
el proyecto imperial, y que produce un mercado para sus productos 
(4.3.3). La dominación cultural es así un momento de la alienación 
política (3.1.5-1.6) y económica (4.6-4.7); como la vanguardia del 
ejército que va preparando el terreno para el ataque en regla. El 
imperialismo ideológico cultural supera hoya todo otro tipo anterior de 
influjo cultural, y cuenta con todo el apoyo de las ciencias, de aquellos 
que Chomsky llamaría "los intelectuales guerreros"; las élites formadas 
en Harvard, Yale... 
 
 
3.3.7 Antiedipo 
 
3.3.7.1 Liberar al hijo es la tarea de la pedagógica metafísica. El padre no 
debe ser asesinado (en realidad en Totem y tabú no se mata al padre sino al 
viejo, ya que es vencido porque no puede ya dominar a sus hijos, ahora 
adultos), ni tampoco el hijo. El Edipo es una situación alienada y alienante. 
Dejar que el hijo sea, que Edipo crezca como otro, el Antiedipo, es respetarlo 
en su exterioridad. Claro es que para no cometer el filicidio antes no debió 
cometer el uxoricidio. 
 
3.3.7.2 La mujer libre permite la aparición de la pareja real. La pareja 
orgásmicamente realizada genera al hijo en el amor; es responsable de 
su alteridad distinta; escucha con devoción su llanto, su protesta, la 
crítica juvenil. No habiendo padre castrador no hay madre castradora y 
el hijo es definido no como un falo potencialmente enemigo, sino como 
una boca-manos-pies que se prende para succionar su alimento. Así no 
es lo opuesto al padre, sino el distinto; así no accede a la mujer en su 
 
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apertura clitoriana-vaginal sino en sus alimenticios, protectores, suaves 
y calurosos senos maternos. En la proximidad del pezón-boca, cumplido, 
no reprimido, el hijo inicia lenta y seguramente su camino de alteridad 
que lo llevará a la erótica adulta ya la política. 
 
3.3.8 Liberación de la cultura popular 
 
3.3.8.1 La liberación del oprimido la efectúa el oprimido, pero por 
mediación de la conciencia crítica del maestro, conductor: el intelectual 
orgánico y con y en el pueblo. 
 
3.3.8.2 Más allá que la cultura ilustrada del grupo dominador se encuentra 
la cultura nacional (II del esquema 3.3), cultura equívoca porque incluye la 
cultura ilustrada, la de masas y la auténtica cultura popular. De todas 
maneras, coyunturalmente, la afirmación de la cultura nacional es una 
posición liberadora ante la cultura imperial y un primer paso necesario en 
el camino de la revolución cultural de la periferia. 
 
3.3.8.3 La cultura popular (III) es la que incluye la cultura de masas (c), 
el oprimido como oprimido y que refleja la cultura imperial, y la 
exterioridad propiamente distinta de los grupos oprimidos (B). La 
revolución cultural de liberación debe partir y debe efectuarla el pueblo 
y desde su cultura popular .Dicha cultura posee los símbolos, los valores, 
los usos, las tradiciones de sabiduría, la memoria de compromisos 
históricos; conoce sus enemigos, sus amigos, sus aliados. La cultura 
popular, lejos de ser una cultura menor, es el núcleo más incontaminado 
e irradiativo de resistencia del oprimido contra el opresor. Pero no hay 
que creer en el espontaneísmo. 
 
3.3.8.4 El pueblo solo no puede liberarse. El sistema le ha introyectado 
la cultura de masas, lo peor del sistema. Es por ello que la conciencia 
crítica del intelectual orgánico, de los grupos críticos, de las comunidades 
o partidos críticos,es indispensable para que un pueblo cobre dicha 
conciencia crítica y discierna lo peor que tiene en sí (la cultura imperial 
vulgarizada: c), y lo mejor que ya es desde antiguo (la exterioridad 
cultural: máximo de crítica posible sin conciencia actual: B). La filosofía 
tiene en este campo mucho que hacer (5.9.5). 
 
116 
 
 
 
 
 
 
 
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3.3.9 Proyecto y praxis de liberación pedagógica 
 
3.3.9.1 El proyecto de dominación pedagógica aniquila la cultura de las 
naciones y clases oprimidas. El proyecto en cambio de liberación 
pedagógica, que se opone a la posición "bancaria" del educando como 
diría Paulo Freire, afirma lo que el pueblo tiene de exterioridad, de 
valores propios (B). El proyecto pedagógico de liberación no lo formulan 
los maestros; está ya en la conciencia del pueblo; es el a priori metafísico 
del proceso y al que se tiende desde una larga lucha popular, el proyecto 
mismo de "la excelente cultura antigua popular" diría Mao. 
 
3.3.9.2 Ese proyecto, es verdad, pueden intentarlo los colonizados 
convertidos, la intelligentzia que descubre su pueblo. Frantz Fanon decía 
que "en una primera fase, el intelectual colonizado prueba que ha asimilado 
la cultura del ocupante (imperial); en un segundo momento el colonizado se 
estremece y decide recordar; por último, en un tercer período, llamado de 
lucha, el colonizado tras haber intentado perderse en el pueblo, perderse con 
el pueblo, va por el contrario a sacudir al pueblo. En vez de favorecer el 
letargo del pueblo se transforma en "el que despierta al pueblo". Sin 
embargo, no es suficiente la acción crítica del intelectual orgánico, como 
diría Gramsci. 
 
3.3.9.3 Debe ser el trabajador revolucionario de la cultura, hombre de 
pueblo sin dejar el pueblo pero con conciencia crítica, el que conduzca 
al mismo pueblo a su afirmación cultural. Hasta que no se logre formar 
en la misma praxis la conciencia crítica de líderes populares, toda 
educación será elitista, dominadora. 
 
3.3.9.4 El êthos de la liberación pedagógica exige al maestro saber oír en 
el silencio con respecto a la juventud, al pueblo. Sólo del discipulado 
paciente y entusiasta del propio maestro podrá emerger el juicio adecuado 
de la realidad en la que se encuentra el pueblo. El discípulo, juventud y 
pueblo admirarán igualmente al maestro que en su vida, en su convivencia, 
en su humildad y servicio entrega la conciencia crítica para afirmar los 
valores ya existentes en la juventud y el pueblo. Actitud de colaboración, 
convergente, movilizadora, organizativa, creadora. La veracidad 
antiideológica es la actitud fundamental pedagógica: descubrimiento de 
 
117 
 
 
 
 
 
 
 117 
los engaños del sistema, negación o destrucción de lo que dicho sistema 
ha introyectado en el pueblo, construcción afirmativa de la exterioridad 
cultural. Esta tarea es hoy, en la periferia, riesgo de muerte, porque es el 
hombre crítico, en cuanto que anuncia un futuro más justo, el primero en 
ser eliminado, asesinado, encarcelado: es el testimonio de lo que adviene. 
Los hemos sufrido en carne propia y lo han sufrido muchos colegas y 
compañeros. 
 
3.3.9.5 De la cultura revolucionaria liberadora surgirá una nueva cultura 
mundial, alternativa mucho más rica que la actual cultura imperial. Con 
el poeta diremos: "Tú, mi hijo, serás mi triunfo; el triunfo de la mujer... 
Malinxochitl, diosa del alba... Tonantzin, Guadalupe, madre..." escribe 
Carlos Fuentes. 
 
 
3.4 ANTIFETICHISMO 
 
3.4.1 Sentido de la cuestión 
 
3.4.1.1 Estamos en el origen y el fin de la metafísica. Se trata de una 
arqueológica, si arjé significa hontanar de donde todo procede y a donde 
todo tiende (más Abgrund que Grund o Ursache; más abismo que 
fundamento o causa). En esta parte nuestro discurso llega a su término 
y se enfrenta con el fenómeno del fetichismo. Llamamos fetichización 
al proceso por el que una totalidad se absolutiza, se cierra, se diviniza. 
La totalidad política se fetichiza cuando se adora a sí misma en el 
imperio (3.1.5) o en el totalitarismo nacionalista (3.1.6). La totalidad 
erótica se fetichiza cuando es constituida por la fascinación del falo 
perverso de la ideología machista (3.2.5-2.6). La totalidad cultural se 
fetichiza cuando la ideología imperial o ilustrada elitista aliena la cultura 
popular (3.3.6) o castra al hijo (3.3.5). El fetichismo es la muerte de la 
totalidad, del sistema, del discurso. 
 
3.4.1.2 El antifetichismo, noción negativa que quiere velar 
intencional mente su infinita afirmación metafísica, es la garantía de la 
perenne dialéctica de la historia, de la destotalización que la liberación 
 
118 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 118 
produce en todo sistema fosilizado. El ateísmo del sistema vigente es la 
condición de la praxis innovadora, procreadora, liberadora. 
 
 
3.4.2 Fetichización de los sistemas 
 
3.4.2.1 Fetiche viene del portugués (de raíz latina facere hacer; es lo 
hecho, de donde deriva igualmente hechizo) y significa lo hecho por la 
mano de los hombres pero que pretende aparecer como divino, absoluto, 
digno de culto; fascinante, tremendo, ante lo que se tiembla de espanto, 
terror, admiración. y bien, todo sistema tiende a fetichizarse, totalizarse, 
absolutizarse. 
 
3.4.2.2 Cuando un sistema político llega al poder central geopolítica, 
económica y militarmente hablando, se diviniza. -"¡Ave César!"- declaraban 
los gladiadores en el circo antes de morir. "Los españoles inmolan a su Dios 
que es el oro, a gran cantidad de indios", decíase en el siglo XVI en América 
Latina. "Gott ist mit uns" se escribía junto a la cruz esvástica en la Alemania 
fascista. "In God we trust" se escribe en el dólar (que además tiene una 
Trinidad dibujada, el ojo de la divina sabiduría y muchos otros signos 
fetichizantes). La doctrina de la "seguridad nacional" que propone la CIA es 
afirmada en Brasil como defensa de la civilización occidental y cristiana. Es 
en nombre de la materia -ante la cual Holbach, Engels y hasta Goethe tenían 
sagrado respeto- que reina más de una burocracia. (Cabe destacarse que entre 
la Materia como totalidad y la Idea no hay ninguna diferencia práctica ni 
ontológica; su lógica y su divinidad son idénticas) .Una vez divinizado, 
¿quién puede atreverse a blasfemar irreverentemente contra la dignidad del 
estado absoluto, Leviathan en la tierra, diría Hobbes? 
 
3.4.2.3 Cuando un sistema erótico llega a su vigencia histórica, aceptado 
primeramente por el mismo oprimido, se diviniza igualmente. En la 
ideología machista el falo perverso, el del padre uxoricida y castrador, 
se fetichiza. No sólo en los cultos fálicos de la prostitución sagrada, sino 
en el culto cotidiano que deben rendir la mujer y el hijo al varón-padre, 
en la pasividad vaginal y en la castración de Edipo. Lo divino es "padre" 
(padre alienador).¿Quién se atreverá a desafiar al falo en nombre de la 
mujer? 
 
119 
 
 
 
 
 
 
 
 
 119 
3.4.2.4 Cuando un sistema pedagógico, "vaca sagrada" la llamó Illich, 
se identifica con la verdad misma, la verdad absoluta, la ideología viene 
a reinar sobre los mismos que son ocultados e interpretados como nada, 
bárbaros: "El ser es, yo soy el ser; el no ser no es: la periferia, las clases 
oprimidas, el pobre, el otro no es", es la sacralización misma del 
fetichismo pedagógico. Parménides fue su primer gran sacerdote, 
Rousseau, el más grande de los europeos, y los Dewey sus acólitos. 
 
3.4.2.5 En nuestra sociedad, la fetichización del capital, como un Moloch al 
que se inmolan a las naciones periféricas (como hoya El Salvador), ya los 
trabajadores, es el ejemplo más horrendo y actual en América latina. 
 
 
3.4.3 Antifetichismo ateo 
 
3.4.3.1 Negar la divinidad del sistema fetichizado es el auténtico ateísmo. 
Es la negación de la negación, como veremos (3.4.4.5). El antifetichismo 
es un saber volver prácticamentelas cosas a su lugar, a su verdad. La 
cuestión no es decir -con Hegel o Nietzsche- : "¡Dios ha muerto!". La 
cuestión es: ¿Cuál Dios ha muerto? ¿El fetiche? ¿Europa como divinizada? 
No es cuestión de rasgarse las vestiduras porque alguien dice: "¡No hay 
Dios"'. La cuestión es: "...porque comen a mi pueblo como pan" y no dan 
de comer pan al pueblo hambriento. 
 
3.4;3.2 Es entonces metafísicamente correcto decir que "el comienzo de 
toda crítica es la crítica de la religión"; la religión del sistema, es 
evidente; la religión fetichista, la de la cristiandad medieval (que no es 
el cristianismo sino una cultura, como mostró acertadamente Kierkegaard) 
y la burguesía moderna. El fetichismo del dinero ha venido a lanzar de 
un codazo a todos los otros dioses del altar del centro, y es adorado 
cuidadosamente por las grandes potencias cultas, democráticas, gordas 
de tanto consumir. En su altar se inmolaron los indios en las minas de 
oro, los negros esclavos, los asiáticos coloniales, la mujer como operadora 
del lujo inútil y vagina contractual como diría Esther Vilar, el hijo como 
mercado potencial de mercancías innecesarias. 
 
3.4.3.3 Marx dice que "el ateísmo en cuanto negación de carencia de 
 
120 
 
 
 
 
 
 
 
 
 120 
esencialidad no tiene ya más sentido, pues el ateísmo es una negación del 
dios (fetiche), y afirma mediante esta negación, la existencia del hombre", 
del pobre, del oprimido. Por esto mismo decía Feuerbach que es necesario 
abandonar la teología hegeliana, fetichista, y abrirse a la antropología (al 
otro hombre). Dichos ateísmos del fetichismo son la condición de 
posibilidad de la revolución liberadora y de la afirmación de un punto de 
apoyo exterior a todo sistema vigente. Negar la divinidad del capital, al 
que el FMI rinde culto por sobre todo Dios, por sobre toda ética, es 
condición de posibilidad de la afirmación de un Absoluto no deista. 
 
 
3.4.4 Hipótesis necesaria para la 
práctica revolucionaria 
 
3.4.4.1 En la Filosofía de la miseria, Proudhon confiesa que "estudiando 
en el silencio del corazón el misterio de las revoluciones humanas, el 
gran Desconocido, Dios, ha llegado a ser para mí una hipótesis, quiero 
decir, un momento dialéctico necesario". Esto nos explica que un Juan 
de la Cruz diga en su obra lírica El Monte Carmelo que "después de todo 
hay nada"; o que Babeulf, el primer socialista en plena revolución 
francesa, escriba a su esposa, en 1794, que se interna en la "noche de la 
nada". La nada del sistema, el más allá de todo ente, lo que trasciende la 
totalidad, lo metafísico ("ante lo cual es necesario guardar silencio", 
diría Wittgenstein), es el no-ser, el otro que lo dado. Abrirse a la nada, 
nihilismo radical, es exponerse por la Libertad que el sistema no 
condiciona. 
 
3.4.4.2 El gran Desconocido es el postulado o hipótesis necesario. Si el 
sistema es divino, es inamovible. Si no es divino se es ateo del sistema. 
Pero mal se puede negar la divinidad del sistema actual, futuro o posible, 
si no se afirma que lo divino es el Otro que todo sistema. Sólo esta 
afirmación, práctica primero, y teórica metafísica después, es la condición 
que posibilita la revolución, la movilización liberadora contra el sistema 
fetichizado. 
 
3.4.4.3 La afirmación práctica de ateísmo es la lucha por la justicia. Es 
decir, el que lucha por la liberación del pobre afirma prácticamente que 
 
121 
 
 
 
 
 
 
 
 
 121 
el sistema es injusto, que no es divino. Hermann Cohen, en su obra 
Vernunft und Religion, dice acertadamente que los profetas descubrían 
dentro del estado dónde se encontraba el pobre y efectuaban desde él el 
diagnóstico patológico del sistema. Es decir, descubrir y jugarse por el 
pobre es un saber la no-divinidad de la totalidad opresora (ya que la 
divinidad, el Otro absoluto, es la bondad misma, la justicia). 
 
3.4.4.4 El que es sobrecogido un día por la pasividad metafísica anterior a 
toda anterioridad mundana de ser responsable por el oprimido, como rehén 
en el sistema, ante el Otro absoluto; ese hombre es portador de la religión. 
No es la religión fetichista, sino la religión metafísica, origen de todo 
sistema más justo. La responsabilidad ineludible, más fuerte que la muerte, 
es la fecundidad metafísica procreadora de todo lo nuevo que hay en la 
historia. El héroe liberador de la patria futura se siente responsable ante y por 
su pueblo oprimido (3.1.9); el padre es responsable de dar la realidad al hijo 
por pura generosidad (3.3.7); de dar la conciencia crítica al discípulo, al 
pueblo (3.3.8). El responsable por el oprimido ante el sistema, el perseguido, 
aprisionado, torturado y asesinado por su entrega al pobre, es el testimonio 
en la totalidad de la Gloria del infinito. 
 
3.4.4.5 El puro ateísmo sin afirmación del Otro infinito no es 
suficientemente crítico: permite la fetichización de un sistema futuro. 
Sólo si se afirma que el Divino es otro que todo sistema posible, la 
revolución liberadora será igualmente siempre posible. Por ello, el 
ateísmo del fetiche debe afirmarse como exterioridad del Absoluto y 
Origen. El centro (Europa, Estados Unidos, etc., unos como Idea, otros 
como Materia) se autoafirmó como divino: negó la exterioridad 
antropológica (el indio, africano y asiático) y por ello también la 
Exterioridad absoluta. El antifetichismo es negación de la negación de 
la Exterioridad. La afirmación de la Exterioridad absoluta es cerrar el 
camino a una futura tautológica negación de la afirmación liberadora. 
Es, como decía Proudhon, la hipótesis necesaria de toda revolución. 
 
 
3.4.5 Teoría metafísica de movilizaci6n hist6rica 
 
3.4.5.1 El ateísmo del fetichismo es la condición negativa; la afirmación 
 
122 
 
 
 
 
 
 
 
 
 122 
de la Exterioridad absoluta es la condición afirmativa y definitiva de la 
revolución. Ambas condiciones son prácticas. Es en la acción que se 
niega el fetiche y se afirma la Exterioridad, al ser responsable por el 
oprimido. Ahora, consideremos la condición teórica de la liberación. 
 
3.4.5.2 El fetichismo, como lo el panteísmo trágico de los clásicos (por 
ejemplo, el de los griegos o romanos), no sólo diviniza el sistema sino 
que también fija los útiles, los usos, las instituciones. El todo y las partes 
son divinizados (2.6.6.4). Además se identifica la función que cumple en 
el sistema una cosa con su realidad misma. Así todo queda eternizado. 
y bien, un grupo de subversivos armados contra el imperio helenístico, 
los hermanos Macabeos, se levantaron revolucionariamente en el siglo 
II a.C. Ellos, su madre, fueron los primeros que expresaron que el Otro 
absoluto "creó todo del no-ente". Afirmación que en situación de 
perseguido y pobre, como clases dominadas, explicitó Tertuliano contra 
Hermógenes: todo lo creó "de la nada" (ex nihilo). Crear significa poner 
en la realidad sin antecedentes, desde lo que no está todavía constituido, 
desde fuera de todo sistema o formación social. 
 
3.4.5.3 La teoría metafísica de la creación es la apoyatura teórica de la 
revolución liberadora; es la formulación más acabada de que ningún 
sistema es eterno, porque todo, aún el sol y la tierra, es contingente 
(puede no ser) y posible (en un tiempo no fue). 
 
3.4.5.4 La contingencia y posiblidad metafísicas de la totalidad del 
cosmos (3.4. 6) garantizan ampliamente la contingencia y posibilidad de 
las instituciones sociales de una formación social, de un sistema político, 
erótico, pedagógico y hasta religioso. La contingencia carcome así la 
pretensión de la divinidad del estado opresor. Lo destituye de su 
eternidad: lo pone en movimiento dialéctico, liberador. 
 
3.4.5.5 La creación es así la teoría metafísica que da fluidez al todo ya 
todo. Ni el cosmos, ni el mundo, ni la totalidad, ni el sistema, nada es 
divino. La teoría de la creación es la contrapartida y la afirmación del

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