Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Psicoanálisis con Niños CENTRO PEQUEÑO HANS ATUEL tMtN UM1.VUOfi-1 tH• 1 IHJ A'rUttl. . ._..Alrti Oulh htehn el dep68hu 'I'W ¡m:vh·ut> In h•y 11 . 72J In dice :La in~ancia y el psicoanálisi~· Infancia: niños 1 niñas .......................................................... 9 Germán L García Las personas grandes y el niño....................... ............ ......... 21 Eric Lanrent Dos refencias al niño en Lacan .. ........... ............................ ... 35 Anfbal Leserre Gramática de la infancia ... .... ........... .......... .......................... 45 Cüwdic1 Castillo y oLros Estructura, fantasma y síntoma El niño y el tiempo lógico en la cura .... ........ ....................... 59 Uliana Cm.enave Acerca del fantasma y del síntoma en la dirección de la cura con niños ............. .. ............................................... 69 Ana Rtttll Najles Estructura y estructuras clínicas ......... ........ ................ ....... 7.9 María Diharce y Ed11ardo ·canónico El lugar del niño en la estructura .......... .. ........................... 87 manca Musachi Novela familiar y fantasma......... ... ...... ..... ............... ........ .... 91 Cal<tfúw Adriana G11erberoff 5 Contribuciones Esos verdaderos niños ............... ................. ..... ... .................. 101 Patricia Diana Hefjes El saber en la salida de una cura ............. ........................... 107 Haydee Iglesias Los estragos de la madre-analista...................................... 115 Bernard Nominé Juego y estructura en la clínica con niños.... ...................... 123 Mabel L. Grosso ¿Por qué los niños autistas no tienen cuerpo?..... ...... ........ 133 Silvia Elena Tendlarz Enseñanza de la práctica "No sos tu tío muerto''.................... ........ .......... .................... 141 Varios "Del Prohibido Nombrar al nombrarse" ......... .................. 151 Agueda Hemández Hacer del "qué soy" una pregunta...................................... 159 Adela F1yd I,as cuentas del goce ............................................................. 167 Ana Celia Nemaric El ritual de la alegría............................................................ 177 Clotilde Pascual El trabajo con el síntoma, una puntuación en la clínica con niños ... ........ ..... ... .. ... .. .... .. ... .. ..... ........ .. ....... .... .. ........... .... 187 Mónica Prnndi 6 La infancia y el psicoanálisis Infancia: niños/niñas .Germán L. García La interpretación de tos suelios relata cerca de veinte sueños refe- ridos a la infancia: desde niños de meses hasta niños de trece afios. Algunos directos. otros inferidos, otros recordados. Los sueños van de la pulsión oral hasta la fase fálica (el sueño del diablo del muchacho de trece años). Pero casi todos ellos hablan de la oralidad dejando un resto en relación con la "necesidad" a la que se refieren en lo manifiesto. Ese resto conduce, debería conducir, al deseo inconsciente. El deseo de los padres se traduce en unas técnicas de poder: hacer creer al niño que es amado, dejarle suponer que por este amor es onmipoten.te. Se trata del niño como inmortalidad de los padres, del nifio que se vuelve esclavo del deseo del otro. El destino, incluso, será ese último avatar. ¿Qué otra cosa significa infancia, en Freud? Los llamados sue- ños infantiles (que pueden ser, también, soñados por adultos) muestran que¡ el deseo es ignorado en la petición. El su jeto sueña la realización de su pedido, el deseo queda ligado al OtrQ. El infante no desea como Otro. no desea al áeseame que es en el Otro, sino que sueña con ser amado por un deseo que sería del Otro. Esta es la realidad de la seducción, el limite puesto a la imposible seducción de lo real: alú se encuentra el descubrimiento, por Freud, d~ la fantasía. 9 ¿Qué diferencia hace Freud entre niños y niñas? En tos suefios narra- dos aparece una fundamental: las niñas desean la desaparición (muerte) de la madre y los niños desean la desaparición (muerte) del padre. Freud dice. por otra parte: "Los suei'íos de los niños pequeños son con frecuencia simples realizaciones de deseos, y al contrario de los de personas adultas, muy poco interesantes. No presentan enigma ningu- no que resolver, pero poseen un valor inestimable para la demostración de que por su última esencia significa el sueño una realización de dese- os'' (Interpretación de los sueños, cap. 3). Los niños en general sirven como demostración de que los compli- cados sueños de los adultos también son una realización de deseos. En el mismo capítulo, unas páginas después aparece una aclaración en nota al pie de página: "No debo dejar de advertir que los niños sue- len también tener sueños complicados y menos transparentes, y que, por otro lado. también en los adultos se presentan, bajo determinadas circunstancias, suef\os de sencillo carácter infantil". La oposición entre lo complicado y lo sencillo sustituye entonces a la diferencia "temporal" entre lo infantil y lo adulto. Pero la tempora- lidad se introduce por otro lado: un suefio sencillo es siempre la reali- zación de un deseo actual, un sueño complicado es la realizaGión de \ID deseo pretérito. Tanto niños como adultos pueden soñar con deseos actuales y con deseos pretéritos. Lo infantil de un suefio es la actuali- dad que predomina en el deseo que realiza. Pero hay que recordar que un deseo actual presta sus representaciones a la realización de un deseo pretérito que carece de representaciones propias y que no hay ningún suel'io que responda solamente a un deseo actual. ¿Qvé es lo que un sueño tiene de actua1? Los restos diurnos. Hay suef\os donde solamente algún detalle permite deslizarse hacia otro "tiempo" en la conexión de las representaciones, mientras que existen suef\os exlrut).os a los restos diurnos de los que parten. Freud relaciona esto con el desplazamiento de las intensidades del deseo en las cade- nas de representaciones. Pero ¿no es el desplazamiento el deseo mismo, en tonto que simbólico? En efecto. e1 deseo se desplaza siem- pre que no encuentre un "objeto" que aparezca como supuesta. "sati.s- facción11 al _res.ponder con puntualidad a una peticiqn determinada. 10 Que algo anhelado durante el dí;,¡. aparezca logrado en el suefio mu~s- . tra la detención del desplazamiento del deseo. En este sentido, los sue- fios sencillos (de adultos y de niños) aparecen como la desaparición del deseo en la satisfacción de la petición. ¿Acaso "infantil" significa alie- nación del deseo en el objeto? En el mismo capítulo que comentamos Freud dice: "Un más penetrante y detenido estudio de la vida anímica de los niños nos muestra, sin embargo, que en su actividad psíquica desem- peñan ·un papel importantísimo inadvertido durante mucho tiempo por los investigadores, fuerzas instintivas de conformación infantil, y, por tanto, habremos de dudar de la felicidad que a esta edad (infantil) atri- buyen luego los adultos''. ¿No se trata de la misma "atribución" que Freud hace a los sueños infantiles, que tendrían la "felicidad" de encon- trar con facilidad un objeto que realiza el deseo? Pareciera que sf, pues- to que niega a la vez la felicidad de esta edad infantil y la supuesta sen- cillez de sus sueños (al decir que también los adultos tienen sueños infantiles y, transitivamente, los niños tienen suefios adultos). Es en una niña - no en un niño-donde encuentra que la metáfora paternal disuelve la supuesta sencillez de un deseo q!Je encontraría su objeto reproducido de los que se ofrecen a la apetencia diurna de las peticiones. Esa niña es, por casualidad, su hija: "Admitiendo que las palabras que los niños suelen pronunciar dormidos pertenecen también al círculode los sueños, comunicaré aquí uno de los primeros sueños de la colección por mí reunida. 'Teniendo mi hija menor diecinueve meses, hubo que someterla a dieta durante todo un día. pues había vomitado repetidamente por la mañana. A la noche se le oyó exclamar enérgicamente en suellos: Ana F(r)eud, f(r)esas, f(r)ambuesas, bollos, papilla". ¿Qué decir de esta escansión del nombre donde el objeto de la necesidad se invierte en la pulsión oral? Freud comenta: "La peque- lía utilizaba su nombre para expresar posesión, y el menú que a conti- nuación detalla contiene todo lo que podía parecerle una comida dese- able". Perq sabemos que ese menú, desde la metáfora del canibalismo, contiene al propio Freud en tanto padre. Ana Fresa de Freud, Freud Frambuesa de Ana: los objetos (fresas, frambuesas. bollos, papilla) que se "alucinan" en este suefio no son la satisfacción, sino la fruta "repe~ tida como rebelión" contra la prohibición de ·comer. 11 Hs poeo lo que sahcmos de fa fase oral en relación con la pulsión lnvocuntc (muy explícHa en este sueño), aunque Freud adjudique a esta fas(;! lu constitucit~n de la meLáfora paternal (de la meráfora, en realidad). Comer-ser comido se metaforiza para Freud, en una relación con la función del padre, mientras vuelve a la empiria de M. Klein en la des- crlpcilín de la relación de nutrición (madre-hijo). l.a oralidad como satisfacción autoerótica, introduce la pulsión 11_1cdiante la actividad óel chupeteo,. ¿Cómo decir que se trata de la rela- cl6n con la madre? La incoi]Joración puede ser escópica, puede ser mediante la respiración (Hombre de los lobos). l .. aplanche y Pontalis, en su Diccionario, olvidan por completo la • relación entre la fase oral y la incorporación del padre. El término "canibalístico" es deslizac1o hacia la signit1cación que le otorgara Abraham y luego M. Klein y Bcrtran Lewin. La conexión entre cani- balismo y constitución de la metáfora (paternal) desaparece y la teoría gira en el ternario imaginario de la relación madre-hijo y un objeto (gratit1cante/ frustrante) que obtura la conexión con el signit1cante falo como ausencia de objeto y conexión con el ternario simbólico de la función del padre. El deseo será, entonces, solamente actual: petición y satisfacción o ausencia de satisfacción. La madre que va y viene por el espacio ima- ginario tiene el deber de regular sus entradas y salidas en función de un niño que dejará de ser sujeto del Fort-Da, sujeto por el Fort-Da.· Si todo el poder está del lado de la madre, toda la responsabilidad estará también de su lado: las fresas y los bollos necesarios., sin ningún nombre articulándose en la escansión del menú. Las nilías de los ojos En los di ferentes sueños de niñas Freud parece seguro de que el deseo de muerte haeia la madre es consecuencia de un solo lugaJ; ocu- pado por la madre, que la niña quisiera ocupar. Este deseo se expresa. también. dtl manera oral: dar de comer al padre. En el apartado Sue11o de la muerte de personas queridét.~~ Freud 12 escribe: "Una niña de ocho af1os, hija de un amigo mío, aprovechó una ocasión en que su madre se ausentó de la mesa para proclamarse su sucesora, diciendo a su padre: Ahora soy yo la mamá. ¿No quieres más verdura. Carlos? Anda, loma un poco más". Sin embargo. Freud aclara que esta niña en particular quiere a su madre y cuenta a continuación el sueño de una nifia psicótica que desea la muerte de su madre: "En la demencia frenética con que comenzó su enfermedad mostró una especial repulsión hacia su madre, insultándo- la y golpeándola en cuanto intentaba acercarse a su lecho. En cambio, se mostraba muy cariñosa y dócil para con su hermana, bastante mayor que ella. A este período de excitación surgió otro más despejado, aun- que algo apático y con grandes pert.urbaciones del reposo, fase en la que comencé a someterla a tratamiento y a analizar sus sueños. Gran c.amidad de los mismos trataban, más o menos encubiertamente, de la muerte de la madre. Así, asistía la sujeto al entierro de una anciana o se reía senlada en la mesa con su hermana, ambas vestidas de luto". De aquí Freud concluye que el amor de las histéricas por sus madres. en lo que tiene de exagerado, encubre este deseo de muerte manitiesto en la demencia. Pero, de paso, en esta demencia hay tres mujeres y ningún hombre. Mientras que la niña que alimenta al padre no es una demente. ¿Un padre que atender constituye a una niña, de la misma forma que la ausencia de este padre hace una loca? Imposible no recordar a Isabel de R y a Un. caso de paranoia con- trario a /.a teoría psicoanalftica. En diversos textos de Freud la niña desea la muerte de la madre, así como el niño desea la muerte del padre. Pero estos deseos no son simétricos: nüentras la muerte del padre está en el fundamento de la constitución del niño, la muert;e d~ la madre se sitúa en la imposibilidad de la constitución de la ml,ijC[; Tener la madre, perderla en el odio, ser (al 11nal, en la vuelta climaté- rica) la madre. Entre maternidad y mujer hay algo que no falla, de la mi$1Ua. map~ ra que algo falla entre la niña y el varoncito q\le eUa mmcª dej,a de ser, ¿Por qué el psicoanálisis infantil sigue sin anotar las diferencias entre nifios y niñas? 13 La vuelta llamada Klein l. El niño goza jugando con las palabras, dice Freud!El niño se angus- tia al asociar con palabras, dice Klein. 2. En la fase oral se trata de la incorporación del padre, dice Freud/En la fase oral se trata de la incorporación de la madre, dice Klein. 3. La niña envidia el pene. dice Freud/EI niño envidia el pecho, dice Klein. 4. La lfbido de las mujeres es masculina. dice Freud!El hombre desea parir como una mujer, dice Klein . . 5. El excremento es un regalo que el niño hace a su madre, dice Freud/ El excremento es el arma sádica del ataque a la madre. dice Klein. 6. La pulsión no tiene objeto, dice Freud!Por la maduración la pulsión consigue un objeto total, dice Klein. 7. La maternidad es un síntoma (niño-falo), dice Freud/La maternidad es la realización de la mujer, dice Klein. Los supuestos de M. Klein oscilan en el interior de los dos discur- sos fundamentales de la filosofía inglesa: empirismo, idealismo. El idealismo del instinto (proyec.ción-introyección paranoide- esquizo) es superado por el empirismo del objeto (reconocimiento del semejante, constitución de la realidad). La reparación es empirista. los instintos son idealistas. Los instintos hablan en el simbolismo de las fantasías, la interpre- tación nombra la realidad: el fin del análisis es la sustitución de la fan- tasía (simbolismo) por la realidad (lenguaje del analista). Melanie Klein opera el pasaje del alemán al inglés, adecuando el psicoanálisis a los postulados de la .filosofía de su "cultura". La infan- cia construida por Melanie Klein existe en la literatura inglesa antes de 14 su teoría, la infancia construida por Freud aparece en la pedagogía de Kant. ¿Es que los rúños y las rúñas no dicen nada singular? No hay recuerdos infantHes, sino recuerdos referidos a la infancia: hay un espacio construido por los . adulto~. La inmortalidad de los padres, negada por la realidad, se refugia en los "hijos". El rúño y la niña, por el deseo de no ver de los padres, son sostenidos en la omrúpotencia que supone cierto suicidio imaginario. ¿Acaso los niños n() prestan su palª- bra a la realización de un deseo en los padres? Cuando el niño y la niña quieren salir de esto producen sfntornas que son la angustia de los padr~s. El síntoma viene a constituirse como mancha en el espejo del narcisismo parent~. ¿Quién tiene la culpa? La teorfa de la seducción comienza a produc.ir efectos. La madre lo mimó demasiado, el padre no le prestó la atención debida. El niño no fue deseado, el niño no fuecuidado. ¿Quién tiene la culpa? La respuesta clásica decía que la madre, la modernidad oscila entre dos culpables: la sociedad y/o el padre. Cosas que se escuchan Algunos matrimonios que consagraron su vida a la crianza de los hijos comienzan a ser cautivados por cierto "vacío" al llegar la puber- tad de los mismos. ¿Qué pasa con ello(s)? Una cierta mancha en la sexualidad fue borrada por el nacimiento de los hijos. La ausencia de relación sexual fue sustituida por la relación con esos cuerpos. La pubertad hace retornar en el sello de la familia la seducción de los cuerpos, las masturbaciones previsibles, las excitaciones que no pueden nombrarse. El padre se inquieta cuando la hija toriUl sol en la terraza y se pasea demasiado liviana de ropa por la casa. La madre se inquieta porque el hijo siempre está en el baño. Los hijos que borraron la mancha del sexo se convietten en el retorno de esa mancha bajo la forma de tentación obscura, de una culpabilidad renovada. Hay discusiones y la familia se constituye como un cuerpo para- 15 noico que defiende sus miembros del ataque de los extraños: cuidar de los que rondan la hija, protestar de las amistades (masculinas y feme- ninas) dellújo, recelarse mutuamente por amiguas relaciones que habí- an pasado por ser solamente amistosas. Los hijos son el goce incestuoso de los padres. el sufrimiento de su imposibilidad. la "causa" de sus deseos. ¿Cuántos padres encontraron, casi en el borde de su comedía sexual, una amante de la edad de la hija? ¿Cuántas madres sintieron despertar en ellas cierta vaga inquietud frente a los amigos adolescentes de sus hijos? Los hijos, el bien supremo vedado. De la misma ma.nera. que la madre es el bien supremo vedado para ellos. Melarúe Klein describió las fantasías adultas en relación con los niños y con los hijos, así como la respuesta seductora de los mismos a los pedidos angustiosos de sus padres. ¡ 011. niño terrible que dibujas el cuerpo despedazado de tu madre para que suponga que deseas volver a ella. cuando en realidad sólo pides perderla para siempre! El malestar en la cultura Realización de algunos deseos actuales. sueños "sencillos'' que sir- ven para demostrar que en realidad el deseo es otra cosa. ¿Qué quiere decir escuchar a un niño/niña? Escuchar en su palabra que presta al deseo de los padres, escuchar en su palabra que sostiene la ley del agra~ do del que lo escucha, escuchar en sus síntomas las constitución de un deseo que lo disuelve en tanto "infans" para dividirlo como "parlétre". El niño ohedieme (ob-audire) es hablado, pero allí no hay pulsión invocante en juego. El niño obediente suele rechazar, como por casua- lidad, la comida. A la inversa, está el niño sano que le come bien a la madre pero se traga muy mallas palabras. Hay síntomas en el niño. hay también sufrimiento y vergüenza en esos síntomas. Pero existe un sufrimiento por la vergüenza que le pro- duee el síntoma frente a la sanción de los padres. En ese sufrimiento por la vergüenza algo se pierde para el nifio, algo. comienza a volver imposible su posición de soporte del narcisismo de los padres. 16 El superyó no es la cultura, sino el malestar de la cultura_, El rúño escuchado por Freud es un "juguete erótico", es el soporte de la infan- cia de los padres y el sueño de una recuperación del yo ideal de los mismos. El rúño escuchado por Fre:ud tiene un malestar singular: la sexuali- dad infantil. Poco importa que Freud haya descubierto la sexuaUdad infantil en general o haya escuchado el momento histórico en que los niños comenzaban a ocupar cierto lugar en la econonúa Iibidinal de la fatililia: lo cierto es que lo infantil se vuelve sex.ual. El rúño no es sólo un sigrúficante, sino que funciona como objeto a. Pero además, en un momento hasta su función de objeto a puede ser abolida al ser tomado como sopone del significante falo. Un significante, una diferencia. Un niño comparado con otro rúño y que sostiene o amenaza en esta com- paración el ideal oe los padres . . Lacan ha subrayado en la más neurótica de las perversiones .en la llamada homosexualidad1 el desafío al padre -su llamada, muchas veces desesperada, caído en las redes de la onuúporcncia materna-. ¿Cómo decir que el niño quiere quedarse con la madre. sin decir a la vez que necesita liberarse de ella? La muene del padre, el amor al padre, la vertiente pasiva del edipo y su relación con la religión: algu- nos de los temas excluidos del infantil psicoanálisis. Malest.ar de los padres producido por el sexo de los hijos, malestar de los hijos por el lugar que ocupan en la trama libidinal de los padre~, malestar en la cultura que se designa por supery9: mandato del goce, agujero "obseeno y feroz'' de una metáfora fallida, la que da nombre ~1 pape~,· Es a ese m~lestar de la cultura que responden los síntomas de los niños: "Las fobias de los niños pequeños a la soledad, la oscuridad y las personas extrañas, fobias que han de considerarse casi normales, desaparecen por lo general con el transcurso del tiempo. Las zoofobias, tan frecuentes, siguen la misma suerte, e igualmen- te muchas histerias de conversión de los años infantiles. Durante el período de latencia es frecuentísima la aparición de ceremoniales, pero sólo un pequeño tanto por ciento de estos casos llega a desarro- llarse hasta plenas neurosis obsesivas. Las neurosis infantiles1 en 17 gener~-dentro de los límites de nuestras experiencias clínicas, cir- cunscriptas a niños de ciudad. de raza blanca, sometidos a altos nive- les culturales-son episodios regulares del desarrollo, aunque has~a ahora no se les haya concedido la atención que merecen. En los neu- róticos adultos hallamos siempre los signos de una neurosis infantil sin excepción. En cambio, no todos Jos niños que muestran tales sig- nos llegan después a ser neuróticos. Quiere esto decir que en el curso de la maduración tienen que haber desaparecido ciertas condiciones de la angustia y perdido su significación ciertas situaciones peligrosas. A esto se agrega que algunas de estas situaciones peligrosas logran salvarse y pasar a épocas posteriores, modificando correlativamente su condición de la angustia ( ... ). Otras condiciones de angustia no se hallan destinadas a desaparecer, sino a acompañar al hombre durante toda la vida. Así, el miedo al superyó". (Inhibición, síntoma y angus- tia. Cap. 9). · Volvamos a repetir: el niíio reprime un saber sobre la muerte del padre, la nifia está pendiente de un amor y sólo se vuelve deseante por una pérdida. Se puede amar como niña o como niño, per9 sólo se puede desear como masculino. El "infante" es el espacio construido por el deseo de los padres, la exclusión de la pulsión invocante. Si Lacan tiene ra:tón, será necesario pensar la diferencia entre infancia (donde el niño encarna el deseo de los padres), masculino (como deseante) y 1lirioslniñas (queriendo ser deseables). Lo que no puede sostenerse es el ti empo filosófico que supone la diferencia "infancia''/"adultéz" en tanto referidos a la duración de una cosa que sería el cuerpo. En cambio, existe un tiempo lógico. Instante de mirar: infancia. Tiempo de comprender: masculino. Momento de concluir: niñoslniñns. Pero aquí la diferencia de sexo no sigrúfica articulación de la castración sino entrega al lugar deseable. Hacer de hombrecito, hacer de mujercita. Si el instante de mirar de lo qu~ llamamos infancia puede ser referido al yo ideal, el tiempo de comprender masculino se referirá al superyó, mientras que el momento de concluir en tanto que nirlol11ifuz $e~á insta\lfaclón de un ide.al del yo. SiQ el tiempo lógico, sin el juego imaginario de los ideales, es 18 imposible salir de los supuestos de la maduración (aunque, por educa- ci6n, se los deje de nombrar) pulsional.Muchos adultos son niflos y son niñas, concluyeron de alguna forma en esta certeza. ¿Se explica esto diciendo que "reprimen'' algo? En el campo de la práctica del psicoanáüsis con niños/niñas el retorno a Freud se ha visto afectado por, la supresión de un discurso que no supo proponer algo diferente. En forma vergonzante, en el secreto de la consulta, con los pcquefios se sigue haciendo lo que la ternura pro- . pia dicta y lo que la experiencia de Melanie KJein obliga. Contra el psi cólico de Melanie Klein, será necesario vol ver al pequeño perverso y la pequeña perversa de Frcud: "Si obramos con prudencia, no haremos más que traducirles a lo consciente aquello que ya inconscientemente saben( .. . ) no se corre nunca peligro de pervertir a una muchacha inexperta, pues en aquellos casos en los que no exis- te ya un conocimiento inconsciente de los procesos sexuales no llega jamás a producirse sfntoma (histérico) alguno. AHí donde surge una histeria no puede hablarse ya de inocencia en el sentido que los padres y los educadores dan a este concepto. En 11iños y nirins de diez, doce y catorce años he llegado a convencerme de 1a absoluta exactitud de este principio". La cita pertenece al Caso Dora, es anterior al tierno Juanito. El síntoma es aquí un saber inconsciente, será prudente escuchar- lo. ¿Acaso no lo hizo ya Maud Mannoni? Es necesario leerla. allí se avanza hacia Lacan sin que exista un verdadero retorno de Freud. La construcción de la infancia por el psicoanálisis se relaciona con la función del niño en nuestra cultura. Será necesario, entonces, estudiar los niños supues10s en las diferentes pedagogías (la excelente Paideia de · Jaegger puede ser un punto de partida). El niño supuesto por la pedago- gía de Kant no es el mismo que se encuentra en el Emilio, siendo éste último quien más convence a los adultos. Un infante es deseado, pero 1ª pedagogía existe porque allí también comienza un deseant~. ¿No es cualquier análisis el movimiento que conduce d~l deseablf. que parasita el reconocimien¡o, al deseante que salta al boroe.del 4,b~ mo de la causa~ El poder es algo que se dice. el psicoanálisis algo qQe se escucha. ,· .. 19 Las personas grandes y el niño Eric Laurent ¿Hay continuidad entre el niño y el adulto o hay ruptura?1 La pre- gunta insiste. Ella tiene consecuencias fundamentales sobre un con- junto de cuestiones que trata el psicoanálisis y sus diferentes corrien- tes. sin encontrar siempre la respuesta segura, por ejemplo éstas: ¿Se es loco desde siempre? ¿Cuál es el estatuto del desarrollo en la teoría lacaniana? ¿C6mo definir el fin del análisis con los niños? Estas preguntas pasan por la evaluación de lo que sería o no corte entre, por un lado el niño y su mundo, y por el otro el adulto. "El adulto" es una expresión que, creo, no íigura en la enseñanza de Lacan. ¿Quizás se encuentre allí? ("Les actultes adulturés"). "Las per- sonas mayores", por el conrrario, si está y está tomado de un texto de Malraux. ¿Se deviene verdaderamente una persona mayor? Antes del psicoanálisis, habfa una referencia simple: lo que separa- ba el niño del adulto, era la pubertad. Evidcnremcme, ninguna socie- dad humana se contentó jamás con la pubenad. ha habido siempre variaciones a partir de la pubertad. Desde los Romanos, y las diferen- tes togas con que se vestía a los niños, hasta los ritos de iniciación más extraños de talt;S o c.uales sociedades llamadas arcaicas, se ha comple~ jizado esta barrera casi natural. 21 Es cierto que nadie ha contribuido, tanto como Freud, a compleji- zarla. En la época de la ciencia, él se dedicó a producir las etapas del desarrollo del niñ.o que hacían de ese desarrollo un camino mucho más complejo que la pubertad, al punto, para los psicoanalistas, de hacerla desaparecer. Este corte entre el niño y el adulto retorna nuevamente bajo apa- riencias técnicas como las de los especialistas de adolescentes o de niños. Freud, es necesario no olvidarlo -como a veces sucede-, era pedia- tra. Trabajó durante una decena de años, entre su retorno de París de 1886 y el momento en que se introdujo seriamente en los estudios sobre la histeria en 1896, en una consulta para niños. Durante diez años, iba tres veces por semana, los martes, jueves y sábados, de 15 a 16 horas, a trabajar en un instituto, el Instituto Kassowitz. Era uno de los primeros dispensarios abiertos por un miem- . bro de la comunidad judía de Viena. Kassowitz había transformado, un departamento, dentro de un edificio burgués, en un dispensario para niños que él quería abierto para los niños pobres y las enfermedades .generales de la infancia. Freud mismo, en su presentación, su autobiografía, sefiala antes de dejar París y de volver a Viena: " Yo residí algunos días en Berlín a fin de obtener algunas nociones sobre las enfermedades generales de la infancia. Kassowitz, quien dirigía en Viena un instituto público para los níños enfermos, había prometido instalarme allí un servicio para las enfermedades nerviosas de los nifios. En Berlín, encontré junto a Ad. Baginsky, una acogida y un apoyo amistosos. En el Instituto Kassowitz, publiqué en el curso de los afias siguientes varias obras de cierta amplitud sobre las parálisis cerebrales uni y bilaterales de los niños. Es por otra parte a continuac.ión de ésto que Nothnagel me encargó más tarde, en 1897, que tratara este mismo tema en su gran "Manual de la terapia general y especializada".2 Jones, en su biografía, señala que Freud, tenía que instruirse en pediatría porque él sabía que no podría esperar un puesto en la clínica universitaria de psiquiatría y de neurología en Viena a causa de que era judío. 22 No hay que olvidar entonces que antes de escribir sobre el Pequeño Hans, Freud había visto muchos niños, al punto que Pierre Marie, neu- rólogo francés, escribe en 1893 en la Revista Neurológica, a propósito de la Monografía de Freud: "Esta Monografía es sin duda alguna el tra- bajo más exacto y el mejor pensado que ha aparecido hasta el presente sobre la cuestión tan confusa y tan poco conocida de las displejías cere- brales infantiles, publicándose cincuenta y tres casos observados." Esta Monografía se realiza a la manera de Freud: doscientas veinte páginas incluyendo una bibliografía de ciento ochenta títul.os, al estilo del primer capítulo de "La ciencia de los sueños" con su bibliografía. Sabernos además -las cifras han sido verificadas- que en el Instituto Kassowitz, en sus comienzos, en 1884, había siete mil tres- cientas once consultas por añ.o. He aquí seguramente una de las cosas que dieron a Freud la autori- dad con la cual él sitúa, en las cartas a Fliess, la fecha del desencade- namiento de la histeria entre un año y medio y cuatro años. Freud no retrocede ante la disminución del umbral de la fecha de la pubertad a causa de la consideración de la importancia del traumatismo causado por la cuestión del sexo en el niño. El conservará siempre el lugar oe la pubertad como lo que permite la reedici6n de Lo que pasó en la inf<Ulcia. El1o conservará a todo lo largo de su obra para designar este nuevo goce al cual el niño tiene acceso y esta nueva manera que tiene su sexo de manifestarse. Con esta datación de la histeria, Freud remonta la preocupación sexuada en el niño a los seis meses de edad, lo que tiene como conse- cuencia que el niño no puede concebirse sin una cuestión edípica, como el Hombre de los Lobos lo demuestra. Al mismo tiempo, Freud sitúa en los diferentes estadios de la organización genital infantil todo un modo, toda una serie de versiones del padre que se retraducen. Es a propósito del Hombre de los Lobos que admitirá el estadio de organi- zación oral infanW porque le demostró que sus problemas alimentarios estaban ligados al padre. Reconocer lapulsión oral no implicaba en absoluto para Freud la existencia de un estadio oral de organización infantil. La primera edi- ción de "Tres ensayos" reconocía plenamente la pulsión oral. Sin 23 embargo, Freud no le otorgaba como consecuencia la introducción de un estadio oral sino a partir de la conexión con el padre, la comida teté- mica y el canibalismo. A panir de allí, en Freud, el psicoanálisis ha estado tendido entre dos ejes: por un lado la relación con el falo, constante después del ini- cio de la exisrcncia del sujeto; por~l otro, las diferentes versiones que da el desarrollo del niño a través de las organizaciones pulsionales. Estaba claro para Karl Abraham. que se hizo el héroe, el portavoz del psicoanálisis con los niños, que el psicoanálisis de un niño consis- tía en tomarlo de la mano, hacerle pasar de las organizaciones fantas- máticas pregenitalcs a una organización genital y reconstruir así el desarrollo del niño. El fin del psicoanálisis del niño estaba claramente planteado, así como su meta y su desarrollo por el mismo motivo. Un niño sumido en un mundo de objetos parciales era conducido a un mundo donde, a tra- vés de su relación con el falo él era "edipizado'' ("edipianisé''). Abraham lo planteaba así y ha pem1anecido constante en el mundo psicoanalítico. Tomemos como ejemplo el libro de Joyce Mac Dougan y de Serge Lebovici, libro que no es reciente ya que data de los años 1960, pero que ha sido reeditado regularmente, la úlrima vez en 1984. Este libro ha sido traducido al inglés y contiene dos prefacios, uno de Winnicott, otro de Lebovici. Todo eso forma una suene de pot-pourrí internacional. El niño es americano, habla con Joyce Mac Dougall en inglés, y apareció primero en francés antes de ser traducido al inglés. Se trata allí de una psicosis infantil guiada en un año hasta la cura. Los dos autores han preparado luego juntos la publicación y seña- lan lo siguiente: "Los dos autores de este libro se reunían cada semana para discutirlo y comentarlo. Es sin embargo a nuestro paciente a quien le debemos lo esencial de este documento, es él quien nos ha llevado a comprender el camino t1oloroso que ha recorrido, atacado sin cesar por sus objeros internos. hasta que una organización portadora de valencia edfpica se abre paso y le permite un cierto dominio de valor pseudo neurótico. 3 Sobre qué estamos de acuerdo en este texto? Los "estadios de orga- nización infantil" son más bien considerados como los "estadios de 24 desorganización infant.il'': el objeto oral y el objeto anal atacan desde el interior. Esta metáfora. no muy freudiana, es post- ldeiniana. ella supone la obra de Melanie Klein. Se supone luego el sadismo de los diferentes estadios (oral-anal) -los objetos internos atacan- y enseguida una "orgaruzación portado- ra de valencia edípica- . Es el Edipo sin serlo, y eso le perrrute un "cier- to dominio de valor pseudo-neurótico". Lo "pseud<.}-neurótico'' res- ponde a lo "portador de valencia". Finalmente, es como si hubiera un padre. El Dr. Lacan señalaba que la mejor definición de la psicoterapia que puede darse es la de "hacer creer a alguien que él cree en su padre". Construir un mito "portador de valencia edípica" de modo de "tener un dominio pseudo-neurótico'' según los términos utilizados por Lebovici y Joyce Mac Dougall , puede traducirse así: "hacerle creer a alguien que tiene un padre". Desde el punto de vista de la enseñanza de Lacan. ¿hemos salido verdaderamente de tal perspecti va? Esta es muy cómoda y por debajo de numerosas variaciones y reformulaciones, constituye una vulgata en el movimiento psicoanalítico. Quisiera distinguir en la enseñanza de Lacan una teorfa clásica de la cura del ruño y su crítica. hecha por el mismo Lacan. Ella se encuen- tra en el rexto intitulado "De una cuestión preliminar a todo tratamien- to posible de la psicosis''. La definición que él da está toda entera en un materna, el materna de la metáfora paterna. Nombre-del-Padre Deseo de la Madre Deseo de la Madre A ______ ___... Nombre del Padre (-- ) Significado del sujeto Falo El ni ño tiene allí relación con la madre, matematizado por Lacan bajo las especies del deseo de la madre. El no se identifica. no atina a resolver eso que él es, la "x" de lo que él es, sino por un operador, aquel del padre, en la relación que tiene el padre con la madre. En este materna, tenemos por un lado la incidencia del padre y de la madre -el Edipo- y por el otro lado todo lo que gira alrededor del aporte de Melanie Klein. á saber la significación que el niño da a los 25 objetos que él busca en la madre. No hay relación directa, si se quiere, entre el nilío y el padre. El niño no se identifica, "no encuentra su valor fálico", no tiene la idea, de que todo lo que se dice en el Otro tiene valor fálico. sino gracias al operador del Nombre-del- Padre. El nifio no se identifica más que al tomar sobre el padre la identificación fun- damental por la cual él asume el deseo ele la madre. Se deduce de eso un cierto número de conse{;uencias clínicas, para las diferentes esn·uc- turas. Nosotros nos atendremos a las perversiones y a las psicosis. En lo que concierne a las perversiones: "Todo el problema de las perversiones consiste en concebir cómo el niño. en su relación con la madre, relación constituida en el análisis no por. su dependencia vital, sino por su dependencia de amor, es decir por el deseo de su deseo, se identifica con el objeto imaginario de ese deseo en tanto que la madre misma lo simboliza en el falo"4• Esto para las perversiones. En lo que concierne a las psicosis: "Sin duda la adivinación de lo inconsciente ha advertido muy tempranamente al sujeto que, a falta de poder ser el fa lo que le falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que le falta a los hombres".5 Todo, en este pasaje, está en el "muy temprano" y en la "adivina- ción de lo inconsciente". "Muy temprano" quiere decir. que antes del desencadenamiento de la psicosis del Presidente Schreber, que no sobreviene muy temprano (cincuenta y un años. es tardío). había algo. El "muy temprano" puede ser comparado con lo que Lacan JI amó "una insondable decisión del ser'' en un texto publicado dlez años antes de aquel que nosotros citamos, "Acerca de la causalidad psíquica··. Jacques-Alain Mi1ler ha podido hacer entender el alcance de esta "insondable decisión". El sujeto Schreber terúa "muy temprano", a causa de esta "inson- dable decisión del ser''. una idea de la solución para la operación fáli- ca. Entretanto él se identi ficó, como pudo. con una "identificación cualquiera sea, por la cual el sujeto (Schreber) asumió el deseo de la madre".6 Lacan, presenta así una distribución general de la clínica, asignan- do su lugar al niño, en cada estructura, a partir de la consideración del falo, y esto en una perspectiva totalmente distinta de la de los estadios 26 de Abraham. Este último se reducía a deducir la neurosis infantil del estadio anal, post-sádico; deducía la melancolía del estadio sádico oral, es decir que él asignaba a cada enfermedad una etapa del desa- rrollo. El término del falo está en la oposición, es un término antievo- lutivo. Lacan reconocfa el objeto transicional de Winnicott, pero se rehusaba a tomarlo dentro de una perspectiva evolutivá. El interés de Winnicott era en efecto mostrar que por más lejos que uno se remonte, se encuentra siempre un objeto de tipo fálico en el medio de los estadios pulsjonales más kleinianos, un objeto no klei- niano en el seno mismo de este desarrollo. En esta perspectiva, ¿qué es analizar un niño? Es asegurarse que él tenga una versión del falo, asegurarse que él no es el falo, pero qu.~ tiene una relación con el hecho de haber sido el falo. Es asegurarse, por un lado, que él lo ha sidoy por otro, que él no lo es más. Crítica de la teoría clásica Después de la publicación de los Escritos, la crítica del falo se hace para Lacan cada vez más fuerte a medida que la promoción del objeto a, como real, se hace insistente. En una serie de textos, entre 1967 y 1969, es decjr alrededor de la redacción del Seminario sobre "El reverso del psicoanálisis", encon- tramos una reevaluac.ión de la metáfora paterna y de la posición fálica del niño. Se introducen otras perspectivas que permiten retomar el "demasiado temprano'' del cual se trata en la "Cuestión preliminar ... ". Son tres los textos para revisar: se trata de la conclusión hecha por Lacan en las Jornadas sobre el niño alienado7, pronunciada en 1967 y reescrita en 1969, las "Dos notas sobre el nifío"8, enviadas a Jenny Aubry y la "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoana- lista de la Escuela"9• Estos tres texros reexaminan el lugar fáli~ ~1 niño. En el primero, Lacan suscita cuestiones que han dejado pasmados a su.<> oyentes reunidos en esa ocasión para hablar de niños, de psicosis y de instituciones. 27 El les explica esto: "Los hombres se inscriben en un tiempo que lla- mamos planetario, t1ondc se enterarán de ese algo que ha surgido de la destrucción de un ant1guo orden social que yo simbolizaría por el l mperio tal que su sombra se ha perfilado durante largo tiempo en una gran civilización. el cual ha sido sustituido por algo bien distinto y que no tiene en absoluto el mismo sentido. los imperialismos, sobre los cuales la pregunta es la siguiente: ¿cómo hacer para que las masas humanas. destinadas al mismo espacio, no solamente geográfico sino en ocasiones familiar, permanezcan separadas? ( ... ) Cómo noso- tros-otros (nos-autres) , quiero decir, los psicoanalistas, vamos a res- ponder: la segregación puesta al orden del día por una subversión sin precedente." 10 Se trata aquí de una visión que no hallará verdaderamente sus mate- mas sino t!I año siguiente en el Seminario sobre "El reverso del psico- análisis". y se trata igualmente de una crítica del Edipo. Para com- prender cómo situar al ruño, estamos obligados a poner en cuestión el tratamiento del goce a una escala que no es la escala famil iar. La esca- la familiar del tratamiento del goce -la metáfora paterna y el Edipo- está aquí tomada en un orden de subversión mucho más grande. Cuando Lacan hace referencia a la obra de Freud en este texto, él hace además que su propia lectura arranque de la época de su Seminario sobre "La transferencia" e indica su camino hacia "La ética del psicoanálisis''. ¿Qué es entonces la obra de Freud? se pregunta él. "Justo antes de los puntos culminantes del camino que yo instauré de su lectura antes de abordar la transferencia, después de la identifica- ción, después de la angustia, no es por azar, esa idea no se le ocurriría a nadie, si este año, el cuarto ante de que mi Seminario en Sa.inte Anne nnalice. he creído deber asegurarnos de la ética del psicoanálisis. Parece en efecto que corremos el riesgo de olvidar en el campo de nuestra función que una ética está en su principio, y que desde enton- ces todo lo que se pueda decir, y también sin mi consentimiento sobre el fin del hombre, es concerniente a una formación que se puede cali- ficar de humana que es nuestro principal tormento."11 A lo largo de estos Seminarios. Lacan interroga eso que el psico- análisis ha aportado a la cuestión del goce. La cuestión del falo imagi- 28 nario, tal como ella está inscripta en la metáfora paterna. ya no es sufí- dente. Jacqucs-Aiain Miller ha demosrratio que el Seminario sobre "La transferencia'' gira alrededor de la escritura del falo imposible de nega- tivizar. y esta última se inscribe en el borde de estas considerac.íones sobre el imperio. el niño. la libertad humana, los goces y su tratamien- to social. En la "Proposición ( ... ) sobre el psicoanalista de la Escuela'', Lacan evoca el lugar de la ideología edípica en el mundo, en los tres regis- tros, simbólico, imaginario y real. Para definir el horizonte del psicoanálisis, para definir la tarea y el trabajo de doctrina del jurado del pase, él evoca tres horizontes: el de la crírica en lo simbólico del mito edípico, el de la crítica de las Sociedades de Psicoanálisis por la función que ellas atribuyen al padre ideal en lo imaginario y tercer punto. el campo de concentración como ligura real de un goce nuevo propio de nuestro siglo. Uno puede preguntarse cómo con proposiciones tan claras, noso- tros nos hemos vuelto a encontrar con jurados del pase que apuntaban a la intimidad íntima de los sujetos. sin relación con estas cosas tan éxtimas como son la organización de la familia en las sociedades con- temporáneas, la organización de la sociedad analítica y el surgimiento del campo de concentración. En eltinal del texto sobre la infancia alienada, Lac.an dice: "Ciertas antimemorias tienen estos días actualidad (¿por qué son anti, estas memorias? Sí es de no ser confesiones. se nos advierte, ¿no es esa desde siempre la diferencia con las memorias?). Sea como sea, el autor Jas abre con la conüdencia de extrañas resonancias con la cual un reli- gioso le elijo adiós: "Yo he llegado a creer. mire Usted, en este ocaso de mi vida, le dice, que no hay personas grandes". He aquí lo que seña- la la entrada de todo un mundo en la vía de la segregaci6n."12 Si se releen las Antimemorias de Malraux n, se halla en la primer página de estas memorias lo siguiente: "Yo me evadí en 1940 con el futuro capellán de Vercors, nos reen- contramos poc-o tiempo después de nuestra evasión en el pueblo ciel cual él era cura párroco y donde él daba a más no poder a los israelíes 29 certificados de bautismo de cualquier !echa. a condición sin embargo de bautjzarlos. - Siempre algo les quedará, dice el capellán. -¿Desde hace cuánto tiempo usted contiesa? - Desde hace unos quince años. - ¿Qué es lo que la confesión le ha enseñado de los hombres? - Usted sabe, la confesión no enseña nada porque desde que se con- fiesa se es otro, está la gracia. Y sin embargo ... y en primer lugar que la gen[e es mucho más desdichada de lo que se cree. Y luego elevó sus brazos de leñador en la noche llena de estrellas: - Y luego en el fondo el hecho es que no hay personas grandes." Las Antimemorias mismas terminan con un diálogo que involucra a otro cura, el capellán del campo de Dachau y los sobrevivicntt!s. Están presentes una mujer, el capellán, un capitán y Malraux. Y allí él se plantea, no la pregunta: "¿Qué es lo que la confesión le ha enseña- do sobre los hombres?", sino ésta: "¿Qué es lo que los campos de con- centración le han enseñado sobre la humanidad?". He aquí lo que dice la mujer: "( ... ) eso se confunde mucho, yo supongo en primero lugar que era lo mismo para usted, k _ dice ella a Michelet, no pensábamos sobrevivir. En el "Lutetia'' 14• el vali~nte médico que me hizo las radio- grafías me dijo: 'de todas formas. ustedes estarán todos reventados ames de diez años'. No se le podfa acusar de engañar a sus pacientes. Nosotros habíamos sido el sobrante del cual usted hablaba recién incluso e~ el sentido más elemental, y luego, yo no estaba tan resta- blecida, puesto que cada vez que sentía e1 olor de los castaños y de los adoquines mojados de la avenida Henri Martín, yo creía que iba a des- penarme en el campo y me pellizcaba para asegurarme que no softaba. Yo conmovía a los transeúntes, esto de lo cual usted me habla, había tomado una forma bizarra; yo encontraba a la gente infamil. Hallaba que mis padres se habían convertido en chiquillos, por delicadeza no me hablaban del campo. Mi padre habló poco los primeros días, pero su silencio también me parecía jnfantil." Este personaje muestra que la actividad de los hombres para igno- rar así la muerte,para encarnizarse hasta abstraerse de todo, tiene un 30 costado profundamente infantil. Hay una conexión en las Antimemorias entre el tema, digamos, del niño y el del campo de con- centración. Es lo que Lacan continúa a su manera: del hecho de que ya no hay personas grandes, él hace, por un lado, el signo de la entrada en el mundo de la segregación y por·el otro, el enuncio del reino del niño generalizado: "¿Atraparemos -dice-, de la expresión el niño gene- ralizado la consecuencia?"15• No es seguro que en un mundo modit1- cado por la ciencia y el discurso del capitalismo, el padre tenga toda- vía un estatuto trágico. El estat\ltO del padre moderno es aquel del padre claudeliano, es un padre humillado, es el padre de familia en tanto trabajador, aquel que aporta el dinero del hogp.r y a quien en el fondo y cada vez más no. se pide otra cosa que ser un trabajador aplicado con una participaciQn general de la responsabilidad definida por la ley de modo democráti- co, y muy poco trágico. Si este padre está bien asegurado, puede desa- parecer, los niños serán educados. Los discursos organizan el mundo. El sujeto se inscribirá allí a pesar del padre, ¿más allá del padre? Est.:1. es la pregunta que plantea Lacan al reexaminar el Edipo freudiano a través de la tragedia claude- liana y el padre de Moisés y el monoteísmo en "El reverso del psico- análisis". Una persona grande, sería un sujeto que podría ser responsable de su goce, que podría responder de él de otra forma que bajo el modo de la queja que escucha el confesor. ¿Pero hay un sujeto que sepa lo que él hace de su goce? Ciertamente no e1 padre ideal en tanto que amo del goce, en tanto que amo del deseo, sino aquel que ha llegado hasta el límite de un deseo y que ha visto sus restos. A partir de allí, Lacan redel'inirá al padre, menos en términos de falo que.en relación con el objeto a. En "La lógica del fantasma", el Dr. Lacan podr(a asf dirigirse a su público: "Todos los que aquf me escuchan, ustedes son todos aquí, abortos del deseo que los ha puesto en el mundo''. 16 Esto es brutal, pero viene en lugar de: "Ustedes son todos aquí, falos del deseo de la madre, ustedes son todos aquí también, resto, envoltura que han perdido del deseo que los ha puesto en el mundo. El 31 falo que el padre les prometía, el ' tú serás un hombre, hijo núo', eso estaba muy bien para Kipling, para la fonnaci6n del hombre imperial." El padre. según Lacan, deviene desde ahora aquel que puede, no prometer el falo, sino enfrentarse a la parte de viviente perdida. Esto es una versión de Edipo en Colana, aquel que se mortifica en vida, aquel que entra en la muerte brutalmente, aquel que los hijos tratan de rete- ner pero que va al templo y desaparece inmediatamente. Esta cuestión del niño es solidaria del fin del análisis . Michel Silvestre en su artículo "La neurosis infantil según Freud'' señalaba que para el niño lo que se sabe es que él responde a la pregunta de la madre en juego en la metáfora paterna: "La pregunta que se plantea el niño, dice, es: '¿Qué desea mi madre?'. A esta pregunta hay una rS!S- puesta -incluso si es al precio de una neurosis que el niña la encuen- tra. Por el contrario, la pregunta que se plantea aquel para quien la CíiS- traci<.'Sn es ta . co.o.dición de la . .sexualidad, sería más bien aquella que Freud plantea: '¿Qué quiere la mujer?'. Allí justamente, no hay res- puesta: e.l significante falta" P Michel Silvestre concluía entonces su artículo sobre el deseo de la mujer y eso nos lleva a la ausencia de signiíicante en el Otro. El signi- ficante de la mujer no se encuentra en el Otro. A partir de. 1969. para Lacan hay una cuestión preliminar a todo tra- tamiento posible del niño. y es la cuestión de la sexualidad femenina. A partü de ''Aun", la cuestión de la sexualidad femenina está total- mente tendida entre clos polos: por un lado tiene una relación directa con el otro y por el Otro, una relación directa con el objeto a. lo que distribuye de manera nueva los enigmas de la posición femenina y el "¿qué quiere la mujer?". Si el estatuto del niño en el psicoanálisis se desplaza. en Lacan. del falo al objeto a, esto implica una basculación de la teoria y del t1n del análisis con el niño. En un caso, el niño debe responder desde el punto de vista fálico. El fin se deternúna cuando él tiene una versión del falo; ya n.o vale entonces la pena continuar, esto es suficiente, por más que le haga falta más tarde poner esta versión a prueba. En el otro caso, lo que es nece- sario, es una ver~ión del objeto a. 32 A través de estas dos maneras de concebir el problema. por un lado la reali zación fáHca, por el otro la separación de-c.on (d'avec) el obje- to a, Lacan deja abierta una cuestión. Yo la formularía así: hay sin duda algo que separa al niño de la persona grande, lo que no es seguramen- te la edad. no es seguramente el desarrollo ni la pubertad, sino es la res- ponsabilidad del goce. Notas l. Recogido de una exposición hecha en París el21 de marzo de 1991 en el marco del Seminario de Psicoanálisis con niños. 2. S. Freud, "Sigmund Preud presentado por él mismo", Gallimard. París. 1986, pp. 24-25. 3. J. Mac Dougall. S. Lebovici, "Diálogo con Sammy' ', Payol. 1984, p. 8. 4. J. Lacan. "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", Escritos, Seuil, París, 1966. p. 554. 5. [bid, p. 566. 6. lbid, p. 565. 7. J. Lacan, "Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el niño". Q11arto, 15, febrero 1984. pp. 27--32. 8. J. Lacan. ' 'Dos notas sobre el niño''. Omicar?. 37, Navarin. París. 1986, pp. 13-14. 9. J. Lacan. "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela'' . Scilicel, 1, Seuil. Paris, 1968, pp. 14-30. 10. J.lacan. "Discurso de clausura( ... )". Op. cit. , p. 28. ll . !bid, p. 28. 12. lbid, p. 31. 13. A Malraux. "El espejo de los limbos". Tomo I.Aruimemorias, Gallimard, 1972. 14. Le Lutetia. el hotel Lutetia era el lugar adonde volvían los prisioneros de los cam- pos de prisioneros y de concentración siendo en un comienzo recibidos, y un poco - muy poco- humanizados. E.> allí que el presidente Mitterrand encontró a Marguerile Duras quien era voluntaria para hacer las listas, recibir a las gentes, etc. (N. de R.) 15. Op. cit., "Discurso de clausura( ... )", p. 31. 16. J. Lacan, "La lógica del fantasma", inédito. 1966-1967. 17. M. Silvestre. ' ·La neurosis infantil segun Freud", Mañana el psicoanálisis, Navarin. paós, 1987, pp. 210-211. 1'11.1:/o Traducido por Luda Espinosa. Versión a11torizada pero no corregida por el autor. 33 Dos referencias al niño en Lacan Aníbal Leserre 1) Presentación Se trata de dos referencias en Lacan distantes en el tiempo; entre ambas transcurren más de veinte años. Las ubicamos como comple- mento y no en oposición, ya que entre ambas podemos conformar cier- ta imagen actuante en la práctica, y en cieno sentido, reconstruir una mirada de Lacan sobre consecuencias de la acción analítica. Vale la aclaración de que nos referimos a la acción del practicante sobre un sujeto, se trate éste de un niño o un "adulto". La primera de nuestras referencias: "Un niño no es un hombre" (1946), una frase de intuición pascaliana. La segunda: "El niño es el padre del hombre" (1970), afir- mación que nos remite al romanticismo inglés. A .continuación presentamos los párrafos de donde extraemos las frases recién citadas: "Además, el espejismo de las apariencias en que las condiciones orgánicas de la intoxicación, por ejemplo, pueden desempeñar su papel, exige el inasible consentimiento de la libertad, cual aparece en el hecho de que la locura sólo se manifiesta en el hombre y con poste- rioridad a la 'edad de razón', y de aquí se verifica la intuición paseaN liana de queun niño no es un hombre" .1 35 "En primer lugar, el lenguaje, hasta el del amo, no puede ser más que demanda. demanda que fracasa. No es un éxito suyo. es por su repetición como se engendra algo que es de otra dimensión que he lla- nlado la pérdida -la pérdida por la q),le toma cuerpo el plus de ,g,.oce. Esta creación repetitiva, esta inauguración de un;:u;limensión que ordena todo aquello con lo que va a poderse juzgar la experiencia ana~ lítica, puede partir también de una impotencia original -para decirlo todo; la del niño, lejos de ser la omnipotencia. Sí se ha podido adver- tir que el psicoanálisis nos demuestra que el niño es el P~·\Ífe del hom- bre, es precisamente porque debe haber, en_ alg!lnapar!e? algo que haga._ mediac;.ión y es precisamente la instancia del amo en tanto viene a pro- ducir, como UQ,ii&nií1c.ante., no im_por_ta cuál después de rodo, el si,gni- ficante an10,."2 Dos referencia, dos ubicaciones que nos presentan dos imágenes sobre el niño, situadas históricamente. Imágenes que en la tústoria de las ideas de Occidente presentan un antes y un después de la revolu- ci6n industrial. Sin embargo, en relación a la experiencia analítica, lo que subrayamos es que no significan una oposición en el sentido estríe· to del término, sino un línúte. Vale la aclaración de que solamente trataremos de presentar ambas referencias y que no aspiramos a desarrollar aquí la amplia gama de consecuencias implicadas en los párrafos transc.riptos. 11) Un niño no es un hombre. El párrafo de donde extraemos la cita, implica la importancia dada por Lacan, en esos años, al estatuto imaginario en la constitución del sujeto. Estatuto que es interrogado desde la prematuración del naci- miento que implica una incompletud. un "atraso" del desarrollo (parti- cularmente del neuroeje durante los primeros seis meses). Sin embar- go, en función de ese atraso, aparece correlativamente una anticipación funcional; nos referimos a la maduración precoz de la perc~pción visual. Ubicamos estas coordenadas para expresar cuáles son las bases de apoyo de Lacan para situar el nudo imaginario llamado narcisismo. 36 Inscribiéndose en este desarrollo, lo que llama "La estructura funda- mental de la loc.ura'', en el texto "Acerca de la causalidad psíquica'' se define como la discordanciª· Jli.ll)lQJd.ial ~ntre el y.o 'j. el ser. Recordemos la última parte del párrafo señalado: " .. .la locura sólo se maniliesra en el hombre y con posterioridad a la 'edad de razón', y de aquí se verifica la intuic.ión pascaliana de que 'un niño no es un hom- bre"'. Destacamos que estas frases indican que son las primeras iden- lificaciones del niño (lnfans), las que determinan (aparte de las tlja- ciones de la neurosis) esa "loc.uraH gracias a la cual un hombre se cree u.nJ1Qll1bre~ fórmula paradógica en tanto el hombre es más que su cuer- po. Sin embargo, esto no le hace saber más acerca de su ser. Retengamos este punto como límite en tanto el proceso de identifica-. ci<5n no implica un saber sobre el ser. ¿Porqué intuición pascaliana? Solamente diremos que es una ti·ase que se encuadra en la reflexión de Pascal sobre la relación del hombre al universo. Ret1exión que encuadra lo singular, lo individual y la fe. Estableciendo, en lo singular. la diferencia entre el espíritu del geóme- tra y el espíritu de finura. Espfritu de tinura que posibilita diferenciar lo singular de lo concreto y que para Pascal. más allá de los principios universales (matemáticas), permite ver con una mirada que cala en la totalidad. Es, en síntesis, lo que posibilita el pensar abstracto. Con res- pecto aela H\ solamente citemos el pensamiento tan conocido: "El corazón tiene sus razones, que la razón no conoce." Siendo el indivi- duo .quien sólo y en su personal decisión se arriesgará en su apt,~~sta. Cuestiones que enmarcan la at1rmaCil~n de Pascal sobre el límite de la ciencia, en relación al destino humano sobre la vida y la muerte. De all í, la importancia de los tres factores mencionados anteriormente y que fueron desestimados por Descartes. Con respecto al hombre. la imagen de "caña pensante''3, lo describe en su fragilidad, pero a la vez en su grandeza. en tanto puede pensar su fragilidad: la muerte. Mientras que para Pascal, el universo nada sabe de eso. Antes de pasar a la segunda de las frases, destaquemos tres puntos como consecuencias y perspectivas que la frase "Un nií'io no es un hombre" nos presenta en la enseñanza de Lacan4: 37 1) Es una afim1ación que se puede leer retroactivamente desde: "Los hombres, las mujeres y los niños no son más que significantes''.5 2) Que la perspectiva del signitlcante niño implica en la acción ana- lítica un más allá de la asociación libre en la función de lo escrito. Punción indicadora de la "radical ambigüedad significante", que nos señala que si la vida puede detlnirse por la función de repro- ducción (reproducción de un cuerpo). ésta no se puede circunscri - bir ni a la vida ni a la muerte, ya que siendo sexuada entraña a ambas. Pero también esta "radical ambigüedad significante", implica que no hay ninguna "realidad prediscursiva". Hombres, mujeres y niños, nada significan como realidad prediscursiva. 3) Las consecuencias de la diferencia planteada en la frase "Un niño no es un hombre'' no nos autoriza a plantear una especialidad en cuanto a la práctica. pero tampoco nos disculpa de la existencia de las diferencias . Se trata -en la acción analítica- de las condiciones de posibilidad, y de mantener sensibles las reglas a la experiencia. lll) El niño es el padre del hombre. En concordancia con el análisis del "Mito a la estructura"6 Lacan dice "el psicoanálisis nos demuestra que el niño es el padre del hom- bre". La pregunta que ordena nueStra interrogación es ¿cuál es el alcance de t:sta demostración? Podemos responder: muestra que ~~~ ideales de un su.Jeto se sit,(1an en u~ punto de intersección ima_s.~~~rio simbólico; dicho de ot~~ . manera nos muestra lo que antes situamos como narcisismo. Nudo imaginario en tanto el sujeto se unifica por la i~~g,~n del orro, es decir que el narcisismo sería la captación amorosa del sujeto .por esa imagen: En términos de Lacan, es la relación entre la formación del yo (Estadio del espejo) y la identificación a la imagen del otro. Por lo tanto el narcisismo es la interiorización de una relación, que Freud destacó como el primer narcisismo, el del niño que se toma a sf mismo como Ql)jeto de amor. un estado que se" corréspo-ñCfe""á la creencia del niño en la omnipotencia del pensamiento. En relación al párrafo del Seminario sobre el Envés del 38 Psicoanálisis, que es de donde extraemos la frase "El niño es el padre del hombre", recordemos que lo que primero afirma Lacan es que el lenguaje no puede ser más que demanda. Entendemos que se trata de que las necesidades del hombre pasan por el Otro, es decir, son des- viadas. Y que en tanto demanda, es que se produce la identificación primaria, aquello que suspende. que filtra, que fragmenta y modela las necesidades en los desfiladeros del signit1cante. Transformación del organismo en un cuerpo e instalación de una pérdida. Tal c.omo lo refiere Lacan, en el párrafo citado, la repetición engendra la pérdida por que toma cuerpo el plus de goce. Toma cuerpo el p~us de _gºc~ ll través y bajo . .la .. forma . .d~.re.p.etid.ón que.da..c.u.enta,d.el. .. .r.asgo. unario,..es decir de una idenf.ificil.~W!\, .RasgQ,qu~_ lleva la m~ca ctel Otro. Sin embargo, creemos que el uso de la frase "El niño es el padre del hombre", en el contexto de "Más allá del Edipo'' por parte de Lacan, tiene otros alcances aparte de los mencionadas. Recurriendo retrospec- tivamente al seminario sobre la Etica, leemos: "Si el beneficio, si la novedad de la experiencia analítica debería limi- tarse a esto,ella no llegaría más lejos que ese pensamiento fechado que nació mucho antes que el psicoanálisis, según el cual el niño es el padre del hombre. La fórmula, citada con respeto por Freud mismo, es de Wordsworth, poe~a romántico inglés.''' . Encontramos una pista al ubicar brevemente la figura de Willian Wordsworth ( 1770-1850) y el poema al que alude Lacan. Poeta inglés, quién en el siglo XIX expresara lo que Valéry en el Siglo XX, al decir que se escribe mejor cuando la emoción ha cesado. Su poesía expresa, a través de la liberación de las reglas de composición y estilo establecidas por los autores clásicos-característica principal del romanticismo-. la idea de conciencia de la personalidad humana. Como rasgo peculiar de Wordsworth, citamos la siguiente frase: "El poeta no debe dejarse llevar por la emoción que conforma el poema, sino más bien por la emoción recordada con tranquilidad''. El Poema, en sus tres últimos versos. dice así: El Niño es el padre del Hombre; y quisiera mis días se concierten unidos por auténtica piedad.8 39 A la vez. estos tres versos sirven de prefacio a su extensa Oda: "Indicios de inmortalidad en los recuerdos de la primera infancia". Tanto de la lectura de estos versos, así como de la extensa oda recién citada, podemos inferir que se trata de un anhelo. Anhelos que el romanticismo de W. Wordsworth, expresa en los valores del espíri- tu de la tjerra que revela -en una imprevista iluminación- la presencia divina en el mundo visible. Es el poeta quien revive, ante las formas de la naturaleza, la mirada del nifio que no está mortit1cada por el racio- cinio. Valor otorgado. entonces, a los recuerdos de la infancia. a los anhelos del niño y a sus ideales. Pero si la experiencia analítka se limi- ta a valorar los recuerdos de la infancia, a valorar los anhelos del niño y otorgar un valor máximo a la aparición de sus ideales (Lacan dice) " ... ella no llegaría más lejos que ese pensamiento fechado que nació mucho antes que el psicoanálisis .. .''. Todo esto. Lacan lo ubica como un límite, en el sentido de que vela el camino hacia lo real. Por lo tanto, vemos que la experiencia analítica debe ir un poco más lejos que la ubicación del niño como padre del hombre. Dicho de otro modo, debe ir más allá del edipo. Creo que es una cuestión central- y una enseñan- za permanente en la práctica con niños- como se plantea esta referen- cia a la infancia, es decir, en que términos se plantea. Por lo tanto, si la experiencia analítica, en el campo de la neurosis, nos lleva en sus con- tenidos a la génesis individual, la ubicación de esta referencia s.ituada en el romanticismo inglés. como génesis individual nos escontte algo. En este sentido, es un límite al que hay que atravesar. Por lo tanto, la perspectiva que presentamos al ubicar como un lími- te la referencia "el niño es el padre del hombre", implica ubicar la ten- sión entre el inconsciente y el campo pulsional. Además que esta refe- rencia junto a la de "Un niño no es un hombre", si bien situadas histó- ricamente, presentan entre sí una escansión, un corte en la historia de las ideas de occidente, la oposición no es tal, en relación a la práctica analítica sino justamente la concordancia en ese límite que intentamos señalar. Situemos, para concluir, algunos de los contornos. de este límite: Como se recordará, el marco del seminario de .la. Etica.implica la ubi- cación de la pregunta ¿Cuál es el alcance de la palabra? Ubicación en 40 el marco de nuestra acción, es decir en la retlexión ética que podemos alcanzar y si esta reflexión -que sería la del psicoanálisis-, avanz6 un poco más que las expresadas por la psicología: Acción analítica que al inscribirse en el campo de la demanda, implica diferencias en la rene- xión sobre el ¿Que hacer del hombre para actuar de manera recta? La posición de Lacan, si bien es diferente, no por ello deja de inscribirse en los sentidos y en los propósitos de quienes reflexionaron sobre la moral e intentaron articular éticas. Lacan se suma a esa retlexión de occidente pero presemando un tesis totalmente novedosa: " ... mí tesis es que la ley moral, el mandamiento moral, la presencia de la instancia moral, es aquello por lo cual, en nuestra actividad en tanto estructurada por lo simbólico, se presentifica lo real - lo real como tal, el peso de lo real.''9 Tesis que implica: * Primero, que la ley moral se afirma contra el placer. *Segundo, que al poner el peso en lo real, hablar de ley moral pare- ce cuestionar lo que. comúnmente s.e llama ideal. * Tercero, que en relación a la oposición primera de Freud (Principio de placer-principio de realidad) el más allá del principio de placer ubica la pulsión de muerte e indica que el principio de realidad es la continuación del principio de placer por otros medios. Desde estos puntos, Lacan subraya el carácter problemático de lo que quiere decir "realidad" para Freud. ¿Se trata de lo social?, ¿de lo cotidiano?, ¿del conformismo con lo establecido? ¿de los usos acepta· dos?, ¿de lo que ha descubierto la ciencia?, ¿de lo que no ha descu- bierto? ¿de lo que vemos? ¿de lo que nos indican nuestros sentidos? No, se !rata de la realidad psíquica. Pero esta realidad psíquica presen- ta un carácter problemático. Una carácter asociado a que "los limites éticos del análisis coinciden con los límites de su praxis.''10 Y si la pra- xis analílica, es una acción moral. pero en el sentido de que a través de ella desembocamos en Jo real, por lo tanto los límites éticos son los de su práctica. ¿Es el principio de realidad el que pone fin al proceso del análisis? Pensamos con Lacan que no, y que en cierto sentido tenernos un consentimiento del sujeto de ir más allá del placer. Búsqueda. que la experiencia freudiana, resalta como vfa de una verdad reveladora. 41 podemos decir. un saber sobre las condiciones de goce implicadas, tanto en la acción. como en los síntomas del sujeto. La cuestión es si esa verdad reveladora es una ley superior (vale para lodos) o una ver- dad particular (vale solo para uno). ubicándonos en la relación entre lo universal y lo particular. Verdad que se encuentra en cada uno pero también en otros. Verdad patticular, en tanto se presenta en cada uno bajo la forma de una íntima especific.idad, con un carácter de deseo (anhelo imperioso. Wunsch que la experiencia analítica revela y que tkne un carácter particular e irr~ductible. Sin embargo, lo múversal es que esa particularidad se encuentra en cada uno de los seres hablantes (singularidad). ¿Pero bajo qué forma aparece este deseo? Se lo ha cali- ficado de fase regresiva, de irrealista, de infantil, de pe~samiento libe- rado al deseo (deseo considerado como la realidad). ¿Este es el lfnúte de nuestra experiencia? Lacan responde diciendo: "¿Pero, es éste todo nuestro descubrimiento, es ésta toda nuestra moral: la atenuación, el nacimiento, el descubrimiento de ese pensamiento de deseo, de la ver- dad de ese pensamiento? ¿Esperamos que de su sola revelación surja un lugar neto para un pensamiento diferente? En cierto modo sf, es de ese modo, es así de sencillo. Pero también, al formular así las cosas, todo verdaderamente nos queda velado". 11 Dicho de otra manera. llegar al punto de los Ideales, que la frase "El nifio es el padre del hombre" nos presenta, es el límite que la perspec- tiva del fin de análisis debe atravesar. A su vez, nos parece una cuestión central corno se plantea esta refe- rencia a la infancia, es decir, en qué términos se plantea. Si la expe- riencia analítica, en el campo de la neurosis, nos lleva en sus conteni- dos a la génesis individual, sin embargo, lo que sostiene Lacan es que esta génesis individual nos esconde algo, que hay que ir más allá. Entonces, ubicar la referencia "al niño CQ(lli) padre . .del.hombr~:. l!)}pli- ca ubic.arla tensión entre et . .ve.nsanlieoto .. ir).consciente .y el-pensamieu- to que se denomina "adulto'.' . Cito a Lacan: "Lo que palpamos sin cesar es que éste (referido al pensanúento adulto) es más bien lerdo en comparación con ese famoso pensamien- to del nifio, del que nos servimos para juzgar a nuestro adulto. Lo uti- 42 lizamos no como un contraste, sino como un punto de referencia, punto de perspectiva, donde lo no acabado, incluso las degradaciones, con- fluirían y culminarían. Hay aquí una contradicción perpetua en el uso que hacemos de esa referencia."12 Valgan estas notas para ubicamos en esa contradicción que señala La can y no responder con un "modelo de ser adulto". Notas: (!)J. Lacan, " Acerca de la causalidad psíquica", Escritos 1, Ed. Siglo XXI, Pág 177. {2) J. Lacan, El Seminario, Libro XVII, El re~-erso del psicoanálisis. (1969-1970). Ed. Paidós. Pág 132 (3) Citemos el pensamiento de Pascal : ··m hombre es solamente una caña, la cosa más frágil de la naturaleza, pero un caña pensante. No hace falta que el universo entero se annc para aplastarle: uo soplo de viento, una gota de agua, basta para destruirle. Pero aún cuando el universo lo aplastara. el hombre sería todavía más noble que lo que lo mata. Porgue sabe que muere, y lo que el universo tiene de ventaja sobre él, pero el universo nada sabe de eso:· Citudo por Johunnes Hirschberg. Historia de la Fílosofítt. Ed. Herder, Barcelona 1965. (4) Hemos tratado de desarrollar estas implicaciones en un libro. que lleva por titulo; "Un niño no es un hombre'" (Ed. Atuel. Bs. As 1994). partiendo de tomar las referen- cias al niño en los Escritos de J. Lacan. Una lectura que sitúa las diferencias del desa- n·ollo en un eje diacrónico. pero en relación a un elemento estructural como es el suje- to. y que nos ubica, en la práctica del psicoanálisis, las diterencias desde una perspec- tiva sincrónica. (5 ) J. Lacan, El Seminario. Libro XX. Aun. Ed. Paidós. Pág 45. (6) J. Lacan, Libro XVII, Op. Cit. (7) J. Lacan, El Seminario, Libro VII, La Etica del pJicoanálisis. Ed. Paidós. Pág 35. {~) Anrología poética del Romanticismo inglés. La música de la humanidad. Selección y u·oducción de Ricardo Silva-Santisteban. Tusquets Editores. Barcelona 1993. A continuación transcribimos el poema de W. Wordsworth: « MY HEART LEAPS UP WHEN I BEHOLD ... » Salta mí corazón cuando contemplo un arco iris en el cielo: fue así cuando empezó mi vida; os asi ahora que soy hombre: así ha de ser cuando envejezca, ¡si no. morir quisiera! El Niño es el padre del Hombre; y quisiera mis días se concierten unidos por auténtica piedad. (9) J. l.acan, El Seminario, Libro VII, Op. Cit. (lO) ldem. (1 1 ) ldem. (12) ldem. 43 Gramática de la infancia "En verdad, nos gustaría saber más sobre los efectos de sim- bolización en el niño ( ... ) No hay duda de que estos efectos - donde el psicoanalist.a coincide con el tipo de héroe moderno que ilustran hazañas iiTisorias en una situación de extravio- po<irán ser COITegidos por una vuelta al estudio en el que el psi- coanalista debería ser maestro, el de las funciones de la pala- bra:• .1. Lacan "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoaná- lisis". (1953) Lacan criticaba a las "madres ot1ciantes del psicoanálisis" por sus abusos en torno a la pedagogía materna, quizás como efecto de esta crítica. encontramos actualmente entre los psicoanalistas Iacanianos pocos escritos que respondan a la problemática del aprendizaje o que argumenten sobre la llamada adquisición del lenguaje en el niño. Paradójicamente una de las consultas más frecuentes tienen como motivo el fracaso escolar en el niño. 1 Podemos plantear, que se trata de un síntoma social, que surge con la obligatoriedad de la escolaridad. Sin embargo tanto en Freud como en Lacan encontramos el terna de la particular relación del niño con el saber. Eric Laurent. en ocasión de una charla con los módulos de investi- gación en el Centro Descartes (abril 1994), proponía revisar el progra- ma de las neurociencias, que buscan encontrar un órgano de la cogni- ción, el psicoanálisis postula que no hay un órgano de la cog_nición sino una particular relación del sujeto al saber. Desde esta perspectiva , el objeto de este trabajo es presentar los modos en que la psicología y la lingüística tratan el tema del lenguaje en el niño y cual es la respuesta que podemos dar desde el psicoanáli- sis de S.Freud y J.Lacan. 45 - La lingüística: Roman J akobson "Recurramos para comprender nuestra expe- riencia a Jos conceptos que se hau formado en ella: la identificación. por ejemplo, tomémoslo en la liogUísti- ca, en la noción de fonema, promovida por Jakobson, ya que el Jenguajr. dete1mina la psicología más de lo que la psicología lo explica". J. Lacan. " Interven ción en el primer Congreso Mundial de Psiquiatría" en 1950 Siguiendo la indicación de Lacan hemos tomado, para nuestra investigación del tema del lenguaje, a Roman Jakobson, quien desde 1939, se interesó y realizó trabajos sobre el aprendizaje y los trastor- nos del lenguaje. En 1949 se traduce al francés Principios de fonolo- gfa de N.S.Trubetzcoy, allf Roman Jakobson publica un estudio sobre Las le;yes .de.Jlenguaje infantil y su lugar en la fonología general. . ; . La fonolo~a es la disciplina lingüística que se ocupa de los sonidos desde el punto de vis.ta.d.e~.u funcionamiento en el lenguaje y de su uti- lización para formar signos lingüísticos. A R.Jakobson, se le puede atribuir la primera formulación de una definición totalmente moderna del fonema. Fonema es un segmento fónico que: a) no puede descomponerse, b) tiene una función distinti- va, e) sólo se define por los caracteres que en él tienen valor dísUnti- vo. Jakobson se basa para caracterizar los fonemas y discernir sus ras- gos distintivos en una descripción acústica, fundada en las propiedades de la onda sonora (Martinet lo hace tornando la descripción artículato- ria)1 cada rasgo corresponde a una propiedad precisa de la onda acús- tica. Para Jakobson habría universales fonológicos y las lenguas sólo difieren por el modo en que se combinan esos rasgos fonemáticos, (para Martinet son propios de cada lengua) . .Takobson va reconocer el lenguaje infantil en el terreno fonológico, con un orden jerárquico universal y una lógica interna. Describe leyes fónicas del lenguaje infantil con la idea de establecer un estudio com- 46 parado de los sistemas ti ngüístícos fonológicos en devenir y en disgre- gación. El orden que siguen los niños en la adquisición gradual del sistema fonológico de su entorno, revela según Jakobson algunas leyes gene- rales. Así el observa que en algunas afasias lo que se pierde en última instancia es lo que primero se ha adquirido. Es en el paso del balbuceo al lenguaje, cuando el sonido ad<:Luiere una nueva función, se c.onvjert·e en..UD..S.Q.D.i..d.o de la lengua. adquiere en ese momento valor fonemáticn.. No se trata por lo tanto de la capaci- dad o incapacidad de articular ciertos sonidos, sino de Ia<tpari.ción del sistema de oposiciones fonemáticas. Por eso en el afásic.íJ lo que importa no es el empobrecimiento de los sonidos articulables o audi- bles sino el de los fonemas. es decir, el de los sonidos con función dis- tintiva. Hay dentro de la moderna patología del lenguaje autores como K.Goldstein. que plantean que no hay ninguna diferencia entre los sonidos y las palabras. Para Jakobson el fonema participa de distinta fom1a que la palabra en la funci6n semiótica del lenguaje. "Si las pala- bras tienen una significación determinada y constante. el fonema no ejerce más que una fu nción distintiva". Sin poseer en tanto que tal, una significación positiva- propia. Podemos concluir, que e l acento puesto por Jakobson en la función distintiva
Compartir