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(Artigo) Alan Woods El marxismo y la Teoría de las Ondas Largas

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MARXISMOHOY Nº 10
América Latina hacia la revolución
Mayo 2002 ..Fundación Federico Engels
El marxismo y la teoría de ‘ondas largas’
Alan Woods
 
 
Lenin solía decir que la política es economía concentrada. La piedra angular del
materialismo histórico es que, en última instancia, la viabilidad de cualquier sistema
socioeconómico depende de su capacidad de desarrollar los medios de producción.
Marx ya lo explicó en la Introducción a la crítica de la economía política, donde explica
la relación entre las fuerzas productivas y la "superestructura": "En la producción social
de su existencia, los hombres contraen determinadas relaciones de producción que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales... el modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida
social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina
su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia" (Marx,
Introducción a la crítica de la economía política. Miguel Castellote Editor. Madrid. 1976,
pp. 64-65).
El marxismo no tiene nada en común con esa caricatura que afirma que Marx y Engels
"reducían todo a economía". Marx y Engels respondieron en muchas ocasiones a este
disparate, como se puede comprobar en el siguiente extracto de una carta de Engels a
José Bloch: "Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última
instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx
ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el
factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua,
abstracta y absurda" (Engels, Obras Escogidas de Marx y Engels. Editorial Progreso.
Moscú. 1978, p. 514. Subrayado en el original).
El materialismo histórico no tiene nada que ver con el fatalismo. Nuestro destino no está
predeterminado por las leyes económicas, ni los hombres y mujeres son títeres de
"fuerzas históricas" ciegas. Pero tampoco son agentes completamente libres, capaces
conformar su destino sin tener en cuenta las condiciones existentes impuestas por el
nivel de desarrollo de la economía, la ciencia y la técnica, que, en última instancia,
determina la viabilidad de un sistema socioeconómico. Citemos de nuevo a Engels:
"Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir
cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y la resultante de estas
numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia
sobre el mundo exterior, es precisamente la Historia" (Engels, Ludwig Feuerbach y el fin
de la filosofía clásica alemana. Ibíd, p. 385).
El marxismo no reduce la Historia a economía. No elimina el factor subjetivo —la
actividad consciente de hombres y mujeres conformando su destino—. En realidad,
Marx explicaba que, aunque el desarrollo de las fuerzas productivas era decisivo en
última instancia, eso no significa en absoluto que la relación entre la base económica y
la "superestructura" sea automática y mecánica. Tampoco es un proceso de una sola
dirección. La superestructura política, ideológica, diplomática e incluso religiosa,
interactúa dialécticamente en la base económica y afecta a su desarrollo.
Engels, escribió una maravillosa carta a Conrad Schmidt en octubre de 1890, en ella
señala que en el desarrollo de las fuerzas productivas pueden influir muchos tipos de
factores: "La producción es, en última instancia, lo decisivo. Pero cuando el comercio
de productos se independiza de la producción propiamente dicha, obedece a su propia
dinámica, que aunque sometida en términos generales a la dinámica de la producción,
se rige, en sus aspectos particulares y dentro de esa dependencia general, por sus
propias leyes contenidas en la naturaleza misma de este nuevo factor. La dinámica del
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comercio de productos tiene sus propias fases y reacciona a la vez sobre la dinámica de
la producción". Y cita, "el descubrimiento de América fue debido a la sed de oro, que
antes había impulsado a los portugueses a recorrer el continente africano". Lo último se
podría englobar en la categoría de accidente histórico, y por lo tanto, imprevisible. Pero
tuvo consecuencias muy profundas en el desarrollo del capitalismo. Igualmente, como
explica Engels, la conquista de la India por los portugueses, holandeses e ingleses tuvo
también resultados completamente imprevistos. Intentaban importar mercancías de la
India, y nadie en ese momento soñaba con exportar mercancías allí. Pero con la
conquista militar crearon las condiciones para el desarrollo de un mercado en la India:
"lo que creó y desarrolló la gran industria fue la necesidad de exportar a esos países"
(Marx y Engels, Selected Correspondence, pp. 778-9, en la edición inglesa).
De este modo, elementos externos al funcionamiento normal del ciclo capitalista pueden
modificarlo profundamente. Las guerras, las conquistas militares, los descubrimientos
científicos, incluso los accidentes juegan su papel. Lo mismo ocurre con el Estado,
como explica Engels en la misma carta: "La sociedad crea ciertas funciones comunes,
de las que no puede prescindir. Las personas nombradas para ellas forman una nueva
rama de la división del trabajo dentro de la sociedad. De este modo, asumen también
intereses especiales, opuestos a los de sus mandantes, se independizan frente a ellos y
ya tenemos ahí el Estado. Luego, ocurre algo parecido a lo que sucede con el comercio
de mercancías, y más tarde con el comercio de dinero: la nueva potencia independiente
tiene que seguir, en términos generales, al movimiento de la producción, pero reacciona
también, a su vez, sobre las condiciones y la marcha de ésta, gracias a la
independencia relativa a ella inherente, es decir, a la que se le ha transferido y que
luego ha ido desarrollándose poco a poco. En un juego de acciones entre dos fuerzas
desiguales: de una parte, el movimiento económico, y de otra, el nuevo poder político,
que aspira a la mayor independencia posible y que, una vez instaurado, goza también
de movimiento propio. El movimiento económico se impone siempre, en términos
generales, pero se halla también sujeto a las repercusiones del movimiento político
creado por él mismo y dotado de una relativa independencia: el movimiento del poder
estatal, de una parte, y de otra el de la oposición, creada al mismo tiempo que aquel"
(Ibíd, p. 840).
En la misma carta Engels explica que incluso la religión y otras manifestaciones
ideológicas, juegan un papel importante en el desarrollo de la sociedad, e incluso en la
economía: "Por lo que se refiere a las esferas ideológicas que flotan aún más alto en el
aire: la religión, la filosofía, etc., éstas tienen un fondo prehistórico de lo que hoy
llamaríamos necedades, con que la historia se encuentra y acepta. Estas diversas ideas
falsas acerca de la naturaleza, el carácter del hombre mismo, los espíritus, las fuerzas
mágicas, etc., se basan siempre en factores económicos de aspecto negativo; el
incipiente desarrollo económico del periodo prehistórico tiene por complemento, y
también en parte por condición, e incluso por causa, las falsas ideas acerca de la
naturaleza. Y aunque las necesidades económicas habían sido y lo siguieron siendo
cada vez más, el acicate principal del conocimiento progresivo de la naturaleza, sería,
no obstante, una pedantería querer buscar a todas estas necedades primitivas una
explicación económica. La historia de las ciencias es la historia de la gradual
superación de estas necedades, o bien de su sustitución por otras nuevas, aunque
menos absurdas. Los hombres quese cuidan de esto pertenecen, a su vez, a órbitas
especiales de la división del trabajo y creen laborar en un campo independiente. Y en
cuanto forman un grupo independiente dentro de la división social del trabajo, sus
producciones, sin exceptuar sus errores, influyen sobre todo el desarrollo social, incluso
el económico. Pero, a pesar de todo, también ellos se hallan bajo la influencia
dominante del desarrollo económico" (Ibíd, pp. 482-3). Qué diferencia entre estas
afirmaciones tan cuidadosas y precisas de Engels, con la vulgar caricatura del
"marxismo" mecánico que intenta reducir la riqueza de la dialéctica a una fórmula
simple y estéril.
El ciclo capitalista
Si se miran los doscientos años de historia del capitalismo, enseguida es evidente que
el ciclo boom/recesión (el ciclo económico) es algo normal en el desarrollo capitalista.
Siempre ha existido y siempre existirá, hasta que el sistema capitalista desaparezca de
la escena histórica. Pero, aquí no se agota la cuestión de las peculiaridades del
desarrollo capitalista. Un nuevo examen de la historia demuestra que, además del ciclo
normal de boom/recesión, hay periodos más largos que tienen sus propias
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características. Aunque fecha y duración exactas de cada periodo puede ser un tema de
discusión, en líneas generales, es posible establecer la existencia de varios periodos de
este estilo. Para tal propósito tomemos los siguientes periodos: 1848-79, 1880-93;
1894-1914; 1915-39 y 1940-74.
Cada uno de estos periodos de desarrollo capitalista ha tenido un carácter diferente de
los demás. Por ejemplo, el largo periodo de casi veinte años antes de la Primera Guerra
Mundial, al igual que el periodo 1948-74, se caracterizaron por un gran desarrollo de las
fuerzas productivas. Esto dejó su sello en todo el periodo, y afectó a las relaciones
entre las clases y a la conciencia de cada clase. A consecuencia del crecimiento
económico, pleno empleo y mejora del nivel de vida en los países capitalistas
desarrollados, hubo un largo periodo de relativa paz social. Por supuesto hubo
excepciones, en particular, la Revolución Rusa de 1905. De la misma manera, los
acontecimientos revolucionarios franceses de 1968 ocurrieron en el punto máximo del
auge económico de la posguerra. Pero esta no fue la imagen generalizada, en general,
fue el periodo clásico del reformismo, y no de la revolución.
Debemos recordar, que este largo periodo de auge económico fue la razón objetiva
para la degeneración reformista y nacionalista de todos los partidos de la Segunda
Internacional antes de 1914. Basándose en esto y de una forma completamente
empírica, los dirigentes de la Segunda Internacional imaginaron que el capitalismo
había solucionado sus problemas. Bernstein, sólo fue el primero en decir que la clase
obrera ya no existía, que las crisis eran cosas del pasado, y que ya no era necesaria la
revolución. Este era el sueño de los reformistas que creían ser grandes realistas:
pacífica, gradualmente, a través de reformas sería posible transformar la sociedad.
Todas aquellas ilusiones terminaron en sangre, obscenidad y el gas venenoso de la
primera gran carnicería imperialista. La Primera Guerra Mundial (1914-18) abrió un
periodo completamente nuevo, radicalmente diferente al anterior. El periodo entre
guerras estuvo caracterizado no por la paz y la estabilidad, sino por la guerra, la
revolución y la contrarrevolución. Empezando con la Revolución Rusa de 1917, fue un
periodo de lucha de clases tormentoso, que cambió decididamente la opinión de la
clase, y acabó violentamente con las viejas ilusiones. Sacudió las organizaciones de
masas, provocando escisión tras escisión y abrió enormes posibilidades para el
desarrollo del marxismo.
En los debates dentro de la Internacional Comunista a principios de los años veinte, se
discutía intensamente la cuestión del ciclo económico. Los ultraizquierdistas defendían
la idea de que existía la crisis final del capitalismo. Sostenían que el capitalismo
colapsaría debido a sus propias contradicciones. Lenin y Trotsky, por el contrario,
decían que no existe "la crisis final del capitalismo", en el sentido de un colapso
automático del sistema. Si se le deja a su merced, el sistema capitalista siempre
encontrará una salida, aunque con un coste terrible para la clase obrera y la civilización
humana. A menos que, y hasta que el capitalismo no sea derrocado por la clase obrera,
éste siempre encontrará salida incluso a la crisis más profunda. El destino de la
sociedad no se decide mecánicamente por el juego ciego de las fuerzas económicas,
sino por la lucha de clases, en la cual, la organización, la conciencia y la dirección
juegan un papel tan decisivo como la guerra entre las naciones.
Nikolái Dmítrievich Kondrátiev, era el director del Instituto de Investigaciones
Económicas de Moscú a principios de los años veinte. Fue un economista dotado y
original con destino trágico. Como muchos intelectuales destacados que surgieron en
los primeros años del poder soviético, terminó su vida en un campo de trabajo de
Stalin. La naturaleza trágica de su muerte, y la naturaleza arriesgada y original de su
hipótesis, han rodeado su nombre de un aura casi mística. En algunos círculos es visto
como un gran gurú, y su teoría de las ondas largas sirve para explicar (además de
predecir) periodos históricos amplios.
Sus teorías aparecieron al inicio de los años veinte, primero en una serie de artículos y
después salieron a la superficie en el Tercer congreso de la Internacional Comunista en
1922. En 1924, publicó un artículo titulado El concepto dinámico y estadístico y las
fluctuaciones económicas en el que incluye sus tesis básicas. Al año siguiente resumió
sus ideas en un libro. Pero esta vez el clima en la Unión Soviética había cambiado. El
ascenso de la burocracia estalinista significaba que todo aquel que no siguiera
servilmente los dictados de la dirección, corría el peligro de caer en desgracia. Mientras
que en 1922, Trotsky respondía a Kondrátiev con argumentos, el régimen de Stalin
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utilizaba otros métodos para liquidar las diferencias. Kondrátiev fue silenciado, destituido
de su cargo y cayó en la oscuridad. Después, a finales de 1930, cuando Stalin utilizaba
ya los métodos que luego se convertirían en las infames purgas, arrestaron de repente
a Kondrátiev y le acusaron de dirigir el inexistente Partido de Trabajadores y
Campesinos. El cargo era absurdo, sin ni siquiera un juicio farsa, enviaron a Kondrátiev
a Siberia donde murió en circunstancias todavía sin clarificar.
En el último periodo, las teorías de Kondrátiev han disfrutado de renovada popularidad
entre economistas burgueses y algunos que se consideran marxistas. Es una de esas
ironías en la que es rica la historia, que los economistas burgueses utilicen las ideas de
Kondrátiev para justificar que el sistema capitalista puede continuar existiendo
indefinidamente a tavés de una serie interminable de ondas largas, en las cuales a los
largos periodos descendentes les siguen automáticamente largos periodos ascendentes
y así continuamente. Parece una versión económica de la "máquina de movimiento
perpetuo", que durante siglos muchas personas intentaron descubrir pero sin ningún
resultado.
Ante todo, hay que dejar claro que Kondrátiev no era un marxista. Su conversión al
comunismo era reciente, da fe de ello su presencia en el Gobierno Provisional de
Kerensky, donde fue ministro de Alimentación. Por supuesto, esto de ninguna manera
invalida las opiniones de Kondrátiev, ni le desacredita como persona. Todo lo contrario,
después se pasaría directamente al lado de la Revolución de Octubre. Pero sí sirve
para mostrar lo alejado que estaba delmarxismo y lo superficial que era su comprensión
de las ideas y el método marxista, y por eso los absurdos esfuerzos de muchos que
intentan presentarle como un gran economista marxista que desarrolló las teorías de
Marx.
Kondrátiev era lo que después se describiría como un profesor rojo. Pertenecía a esa
categoría descrita por Trotsky como simpatizantes, es decir, aquellos intelectuales que
se adhirieron a la Revolución de Octubre y al bolchevismo, sin haber absorbido las
ideas y métodos fundamentales del marxismo. Hubo muchos como él. La revolución
atrajo a todo lo mejor de la antigua intelectualidad. Estos hombres y mujeres se
dedicaron sinceramente a la causa del socialismo, pero carecían de los años necesarios
de experiencia y de la formación teórica que les permitiera adquirir una verdadera
comprensión marxista. Resulta inevitable que con ellos trajeran la pesada maleta de la
ideología y la perspectiva burguesa. Ninguno comprendía la dialéctica. La mayoría a
menudo intentaba enmascarar su ausencia de método filosófico recurriendo a métodos
de razonamiento formalistas. El formalismo quizá sea el rasgo más característico de la
psicología de los simpatizantes, bien sea en el arte, la literatura, la táctica militar o la
economía.
El formalismo es una característica del pensamiento burgués, y sobre todo de los
intelectuales formados en la universidad. Es la base de la lógica formal. Este método
consiste en la elaboración de una hipótesis más o menos arbitraria, basada en un
puñado de datos seleccionados y después se intenta justificar la hipótesis con una
nueva aportación de cualquier dato que pueda corroborarla. Este método es conocido
por los estudiantes de posgraduado que tienen que defender una tesis doctoral. El
aspecto positivo de este método es que a menudo arroja nuevas e interesantes ideas o
iluminan las teorías ya existentes. Pero el aspecto negativo, es que pueden llevar a
conclusiones equivocadas y arbitrarias, lo que identificamos como sofistería. Por cada
tesis doctoral que lleva a nuevo descubrimiento, hay cien que se pueden arrojar al cubo
de basura.
Hegel dijo que "lo que debe motivar a todo aquel relacionado con la ciencia es el deseo
de alcanzar una comprensión racional, y no simplemente la acumulación de una gran
cantidad de datos". Más allá de los hechos y las cifras existe un proceso más profundo.
Kondrátiev intentó comprender estos procesos, pero su método le impedía sacar las
conclusiones correctas de la información de la que disponía. Y como veremos, incluso
la información utilizada, no demostraba en absoluto su tesis básica. La forma en la cual
Kondrátiev desarrolló la teoría de las "ondas largas", es muy típica del método
universitario. Embarcó a su Instituto en una serie de estudios sobre la economía
mundial durante y después de la Primera Guerra Mundial. Basándose en estos datos
limitados, Kondrátiev llegó en primer lugar a la conclusión de la existencia de los ciclos
económicos largos, su método se podría describir como estadístico, y es muy
característico de los economistas burgueses que buscan dar una impresión de rigor
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científico a su trabajo. Sin embargo, todo aquel que tenga algunos conocimientos del
tema, sabrá que estos modelos al ser sometidos a la prueba de la práctica, con
frecuencia fallan estrepitosamente.
El gran mérito de la obra de Kondrátiev fue demostrar más allá de toda duda que,
aparte del ciclo normal de boom/recesión (el ciclo comercial o ciclo económico), que es
la característica fundamental del capitalismo y que ya fue descrito ampliamente incluso
por economistas burgueses como Schumpeter, en la historia del capitalismo existen
periodos históricos más amplios. En el desarrollo del capitalismo existen, como ya
hemos señalado, periodos diferentes, y cada "ciclo" tiende a ser diferente de los demás.
Esta es una observación importante. Pero Kondrátiev fue más allá, y afirmó que estos
periodos tenían un carácter cíclico —recurrente y repetitivo—, y que se explicarían en
términos estrictamente económicos, relacionados con el ciclo repetido de inversión. En
su artículo titulado Los ciclos económicos largos, decía que, además del ciclo comercial
normal de siete a once años, existían ciclos largos, con una duración media de
cincuenta años. Llegó a la conclusión de que el sistema capitalista experimenta "ondas
largas", y cada fase descendente es seguida por otra ascendente que puede durar
décadas. Trotsky rebatió esta última afirmación. Y de vez en cuando se pone de moda
(como en la actualidad) sin ninguna base, hechos o teoría sólidos.
Marx y Kondrátiev
Kondrátiev basó su teoría en una analogía con el análisis de Marx del ciclo comercial —
el ciclo normal de boom/recesión—. Pero no hay relación entre los dos. La teoría de
Marx del ciclo capitalista viene explicada con gran detalle en el tercer volumen de El
capital, en él explica todo el proceso y el mecanismo concreto. En comparación, la
teoría de Kondrátiev es una hipótesis muy floja, basada en unos cuantos hechos
seleccionados arbitrariamente adecuados para el caso. La existencia del ciclo boom/
recesión está muy bien documentada, e incluso los economistas burgueses se han visto
obligados a reconocerlo. Por otro lado, mientras que hay ciertamente indicios que
sugieren la existencia de periodos históricos más amplios del capitalismo, la existencia
de las "ondas largas" en el sentido utilizado por Kondrátiev nunca se ha demostrado y
ha permanecido en el reino de la especulación durante tres generaciones.
Kondrátiev introdujo algunas modificaciones al análisis económico de Marx. Toma la
idea de Marx de que el ciclo medio del capitalismo está determinado por la reinversión
periódica del capital fijo (en los tiempos de Marx aproximadamente cada diez años);
pero introduce una idea propia: que hay una graduación en la longitud del ciclo, en el
periodo productivo y en la cantidad de inversión en diferentes tipos de capital constante
(maquinaria, planta, etc.). Esto es lo que escribe: "La base material de los ciclos largos
es la depreciación, la reposición y el incremento del fondo de capital básico, la
producción del cual requiere una enorme inversión y para materializarse requiere un
tiempo largo. El capital constante básico consiste en grandes instalaciones industriales,
ferrocarriles, canales, grandes explotaciones agrícolas, etc... La formación de
trabajadores cualificados también pertenece a esta categoría" (Kondrátiev, Segundo
artículo, p. 60 en la edición inglesa).
"La reposición y el incremento de este fondo no es un proceso continuo, se realiza a
saltos, y éstos se reflejan en los ciclos largos de actividad económica. El periodo de
aumento de la producción de estos bienes de capital corresponde con la fase
ascendente. La tendencia ascendente de los elementos de la actividad económica, con
respecto al nivel de equilibrio del tercer orden existe, de acuerdo con el esquema
anterior, en el periodo prolongado de ascenso, que se ve interrumpido por fluctuaciones
de menor duración. Por otro lado, en el periodo de declive lento de este proceso,
comienza un movimiento de los elementos económicos hacia el nivel de equilibrio y
puede descender incluso por debajo de ese nivel. Debemos insistir en que el nivel de
equilibrio cambia durante el proceso de fluctuaciones cíclicas y generalmente se
desplaza hacia su nivel más alto" (Ibíd, p. 61).
Una vez establecido el vínculo entre los ciclos largos y el ciclo de reinversión en bienes
de capital, Kondrátiev aún tiene que demostrar por qué este proceso de desarrolla a
saltos, en lugar de ser un proceso permanente de aumento del fondo de inversión. Para
hacer esto, tiene que recurrir a las teorías de otro economista burgués, Tugan
Baranovsky. Las inversiones a gran escala presuponen la existencia de grandes
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cantidades de capital disponible en forma de crédito. Kondrátiev especifica las
condiciones que deben existir para el inicio de una "onda larga":
"1) Una elevada intensidad de ahorro [por ejemplo, una elevada propensión a ahorrar].
2) La disponibilidad de grandes sumas de capital a través del crédito, con bajos tipos de
interés.
3) La acumulación de lo último a disposición de grupos poderosos de empresarios y
financieros.
4) Un nivel bajo de precios para estimular el ahorro y la inversión de capital a largo
plazo"
(Kondrátiev, Tercer artículo, p. 38 en la edición inglesa).
La inversión en la fase ascendente, con el tiempo tropieza con ciertos límites, como son
un tipo de interés alto y la escasez de capital. De esta forma, el final del ascenso y el
principio del descenso, se explican estrictamente en la misma línea que los economistas
burgueses, por ejemplo, con la teoría monetaria de la sobreinversión.
Sin embargo, la teoría no explica la razón para la fase ascendente del ciclo largo. Ni
como señala Garvy, explica adecuadamente las razones para la transición de la fase
ascendente a la descendente. En su tercer artículo, el mismo Kondrátiev admite que "la
fase ascendente no es una necesidad absoluta" (Ibíd, p. 38).
Aunque admitió que la misma existencia de las "ondas largas" era sólo una
"probabilidad", Kondrátiev intentó demostrar que tenían una importancia fundamental
para el conjunto de la economía. Esto, a pesar de que en su primer artículo no
intentaba demostrar la existencia de una relación definida entre las "ondas largas" y el
capitalismo. "Carecemos de los datos suficientes para afirmar, que las oscilaciones
cíclicas del mismo carácter son también típicos de los sistemas no capitalistas. Si
estuvieran vinculadas a la economía capitalista, podríamos afirmar que el colapso del
sistema conllevaría la desaparición de las ‘ondas largas" (Kondrátiev, Primer artículo, p.
65 en la edición inglesa).
Los problemas de las estadísticas
Claramente, la caracterización de los periodos amplios de desarrollo capitalista,
depende de la disponibilidad de suficientes datos estadísticos. En el primer periodo (el
siglo XVIII) resulta problemático. Sólo en Inglaterra, disponemos de estadísticas más o
menos adecuadas desde finales del siglo XVIII y los primeros años del XIX. El
economista inglés, Jevons, elaboró un índice del periodo 1782-1865. Después se
publicó un nuevo índice que abarcaba el periodo 1789-1850 en The Review of
Economic Statistics (Vol 5, 1923). Sauerbach elaboró estadísticas del periodo posterior
a 1846. Pero la situación de las estadísticas en Gran Bretaña, como señaló Marx, era
infinitamente mejor que en cualquier otro país. En Francia, por ejemplo, no existe índice
de precios hasta la década de los sesenta del siglo XVIII. Y Francia era el país
capitalista desarrollado que seguía a Gran Bretaña, hasta que fue desplazado por
Alemania y EEUU a finales del siglo XIX. La situación en EEUU es algo mejor: existen
índices económicos desde finales del siglo XVIII. Pero por regla general, los datos son
incompletos y poco fiables hasta la segunda mitad del siglo XIX. Por lo tanto, cualquier
conclusión que se extraiga de ellos tiene un carácter muy condicional.
Basándose en datos muy limitados, Kondrátiev hizo la siguiente generalización: "La
rama ascendente del primer ciclo abarca el periodo 1789-1814, es decir, veinticinco
años; su descenso empieza en 1814, para terminar en 1849, durando, por tanto, treinta
y cinco años. El circuito completo del movimiento de los precios comprende, por
consiguiente, sesenta años.
"La rama ascendente del segundo ciclo empieza en 1849 y termina en 1873, durando
por tanto veinticuatro años. El momento del cambio de dirección en el curso de los
precios no es el mismo en los Estados Unidos que en Inglaterra y Francia; en los
Estados Unidos, el máximo nivel de los precios corresponde al año 1866; pero esto
encuentra su explicación en la guerra civil y no contradice la unidad de imagen que
ofrece el curso del ciclo en ambos continentes. El descenso del segundo ciclo empieza
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en 1873, para terminar en 1896; durando, pues, veintitrés años. El circuito del
movimiento de los precios comprende cuarenta y siete años.
"El ascenso del tercer ciclo empieza en 1896 y termina en 1920; es decir, tiene una
duración de veinticuatro años. El descenso comienza, según todos los datos, en el año
1920" (Kondrátiev, Los ciclos económicos largos, p. 41 Madrid, Akal Editor. 1979).
Incluso aquí vemos como Kondrátiev para explicar el movimiento de precios en EEUU,
tiene que tener en cuenta factores externos (no económicos) —la Guerra Civil—. Pero
considera que no es un fenómeno esencial, que distorsiona sólo parcialmente sus
resultados, y que sólo produce una divergencia entre el ciclo de Europa y el de EEUU.
No menciona los efectos evidentes de las Guerras Napoleónicas en los precios y el
comercio. Estas guerras y sus consecuencias, influyeron profundamente no sólo en los
precios y el comercio, sino también en los salarios y el empleo. Menciona sólo de
pasada que las guerras están relacionadas con las depresiones agrícolas. Pero no
profundiza en ello, ni lo explica. Para Kondrátiev, la Primera Guerra Mundial y la
Revolución de Octubre no cuentan a la hora de determinar sus "ondas largas".
Realmente, como intentaremos demostrar, sí tuvieron un efecto fundamental en la vida
económica de Europa y del mundo.
En otra parte de su artículo, Kondrátiev cita estadísticas similares de los tipos de interés
y los salarios, así como el consumo de algodón en Francia, la producción de lana y
azúcar en EEUU y otros datos que respaldan su hipótesis de las "ondas largas". Dice
que la innovación tecnológica ocurre normalmente en periodos de descenso, cuando no
existe la posibilidad de aplicarlos y que después, encuentran salida en la fase
ascendente. También dice que "durante la fase ascendente de las "ondas largas", es
decir, durante la alta tensión en el crecimiento de la vida económica, se producen, por
regla general, la mayoría de las guerras y revoluciones importantes" (Ibíd, p. 57).
Más tarde, Kondrátiev revisó las fechas de sus ciclos y quedaron de la siguiente forma:
·1790 a 1810-17: fase ascendente (primer ciclo largo).
·1810-17 a 1844-51: fase descendente.
·1844-51 a 1870-75: fase ascendente.
·1870-75 a 1890-96: fase descendente.
·1890-96 a 1914-20: fase ascendente.
Los contemporáneos de Kondrátiev ya demostraron la arbitrariedad de estos periodos,
George Garvy resumió estas críticas en su extenso artículo La teoría de los ciclos
largos de Kondrátiev (The Review of Economic Statistics, Vol. XXV, 4, noviembre 1943)
al cual debo las fuentes utilizadas en el presente artículo.
El problema es que Kondrátiev intentó realizar una amplia generalización histórica con
datos muy limitados. Varios economistas soviéticos en su momento comentaron este
problema. También, es evidente que Kondrátiev utilizó selectivamente los datos
disponibles, y sólo utilizó aquellas estadísticas que corroboraban su tesis, mientras que
desechó las demás. Utilizó 25 series estadísticas diferentes, en su primer artículo
menciona seis de ellas, los resultados dieron un resultado negativo (el consumo francés
de grano, café, azúcar y algodón; la producción de EEUU de lana y azúcar), y añadió
que "en algunos otros casos" era completamente imposible detectar las "ondas largas".
En el mismo artículo de Voprosy Konyunktury, donde apareció su primer artículo,
encontramos otras series estadísticas que no demuestran la existencia de los ciclos
largos. El propio Kondrátiev admite que al menos en once casos (diez de ellos
cantidades físicas) el resultado es negativo.
Loscríticos soviéticos de Kondrátiev
De entre los economistas soviéticos que criticaron la teoría de Kondrátiev, la refutación
más contundente procede de Oparin. Uno de los aspectos más interesantes del trabajo
de Oparin, fue su intento de aplicar las series de Kondrátiev a los años de fase
descendente de la tercera "onda larga" (después de la Primera Guerra Mundial). Los
resultados obtenidos eran bastante diferentes a los de Kondrátiev. Oparin concluyó que
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"el método matemático formal [...] utilizado por el profesor Kondrátiev resulta poco útil
para investigar la normalidad teórica de las series analizadas" (ver reseña de Oparin del
primer artículo de Kondrátiev publicado en Ekonomícheskoye Obozréniye, nov. 1925,
pp. 255-8).
Incluso antes de Oparin, Bazárov, ya había señalado el principal defecto del método de
Kondrátiev. Y es que éste reducía al mínimo común denominador, la suma de
ecuaciones basadas en las fluctuaciones del ciclo económico, así siempre sería posible
deducir la existencia de una "onda larga", porque el resultado era una parábola
abruptamente ascendente. Bastaba con excluir aquellas desviaciones que no se
adaptan a la "onda larga", o hacer uso de aquellas desviaciones que demostraban la
existencia de una "onda larga".
Otros economistas soviéticos —L. Eventov (en Voprosy Ekonómiki, nº1, 1929) y V.
Bogdánov (en Pod Znameni Marxisma, junio 1928)—, también llamaron la atención
sobre otros problemas metodológicos de la teoría de Kondrátiev, este caso, el problema
de cómo relacionar el "desarrollo secular" a largo plazo con el ciclo comercial normal.
Pero fue Oparin quien criticó con más dureza a Kondrátiev. Un análisis cuidadoso de
las fuentes estadísticas de Kondrátiev, revelaba contradicciones flagrantes. Oparin
comprendió enseguida la dificultad de encontrar suficientes estadísticas que permitieran
establecer más allá de la duda razonable, la existencia de procesos económicos a largo
plazo, pero sí criticó a Kondrátiev por no haber utilizado toda la información estadística
disponible. Por ejemplo, utiliza las cifras del precio del plomo inglés, pero no los precios
mundiales del mismo metal. Como observa correctamente Oparin, el precio de
mercancías como el plomo, se decide en el mercado mundial. Es más, si aceptamos la
existencia de "ondas largas", éstas deben afectar al funcionamiento de toda la
economía mundial. Tanto si las fluctuaciones de "onda larga" del precio del plomo
afectaban a los precios mundiales, o si la "onda larga" era sólo un fenómeno británico,
contradicen la conclusión de Kondrátiev. En realidad, Kondrátiev analizó varias series
de precios, pero no le daban el resultado deseado.
Aparte de Oparin, la crítica más fulminante a Kondrátiev fue de A. Gerzstein en su
artículo ¿Existen las ondas largas en la vida económica? (publicado en Mirovoye
Jozyaistvo i Mirovaya Polítika, vol. III, 1928). El artículo de Gerzstein es el más
interesante porque sigue paso a paso a Kondrátiev y sus ciclos largos, para demostrar
las contradicciones internas de su hipótesis. Analizando los periodos de 1790-1844
(primer ciclo de Kondrátiev) y 1844-51 a 1890-96 (segundo ciclo), y utilizando los
principales datos de EEUU y Gran Bretaña, demuestra que: el periodo 1815-40, el cual
Kondrátiev representa como un periodo descendente, en realidad fue un periodo de
desarrollo económico sin precedentes. Fue precisamente el periodo de la Revolución
Industrial. A su vez, estaba íntimamente relacionado con un acontecimiento no
económico, el final de las Guerras Napoleónicas. Esto permitió la recuperación del
comercio internacional y un comercio relativamente más libre, provocando una abrupta
caída de los precios agrarios y una depresión agrícola, pero al mismo tiempo,
proporcionó una poderoso estímulo al desarrollo industrial. De este modo, una
depresión agrícola y una caída de los precios agrarios en un contexto histórico concreto
de ascenso del capitalismo, no se puede citar como prueba de una fase económica
descendente, más bien lo contrario. La caída del precio del trigo, fue precisamente la
condición previa para un auge sin precedentes del capitalismo.
Se puede ver el mismo error en el segundo ciclo de Kondrátiev, lo describe como una
fase de declive, cuando realmente fue un periodo de rápida industrialización en EEUU y
Alemania. Sólo en el caso de Gran Bretaña parece justificarse el argumento de
Kondrátiev. La industria británica en este periodo experimentó una tasa de crecimiento
más lenta. Sin embargo, como señala correctamente Gerzstein, sólo era la expresión
de la pérdida de posición de Gran Bretaña con relación al creciente poder de sus
nuevos competidores —Alemania y EEUU— y en menor grado, el ascenso de otras
economías capitalistas. Gran Bretaña en este periodo estaba perdiendo su
preeminencia como la potencia industrial más grande del mundo y perdía mercados para
la exportación, sobre todo de maquinaria. Pero presentar esta situación como un
periodo de declive general es totalmente falso.
Gerzstein, también encuentra fallos en el tratamiento que Kondrátiev hace del periodo
1890-14. A pesar del aumento general de los precios en este periodo, encuentra
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muchas pruebas de una disminución general del crecimiento de las fuerzas productivas,
comparado con las décadas anteriores. Así que, si es cuestión de establecer tendencias
seculares de "onda larga", incluso es cuestionable que este periodo de ascenso
económico se pueda considerar un fenómeno de "onda larga" (que por definición debe
relacionarse con la fase previa de "onda larga"). El hecho de que se concentre en los
precios agrarios y las depresiones agrícolas, como una prueba de la existencia de las
"ondas largas", es engañoso, como demuestra el ejemplo de la Revolución Industrial.
La crisis de la agricultura está relacionada con el ciclo económico general, pero tiene
sus propias leyes, relacionadas en con el declive a largo plazo de la agricultura con
relación a la industria bajo el capitalismo, y en parte, relacionada con fenómenos
políticos no económicos, como es el intento de la burguesía (particularmente en
Francia, pero no sólo allí) para mantener al campesinado como un contrapeso de la
clase obrera. En cualquier caso, es evidente que la comprensión del desarrollo del
capitalismo se debería basar en un análisis completo de las estadísticas económicas,
en particular, las industriales, y no en los precios agrícolas.
Uno de los problemas más serios del método de Kondrátiev, es su dependencia del
movimiento de los precios en general. Las variaciones de los precios, además pueden
verse influenciadas por toda una serie de fenómenos: el aumento de la productividad
del trabajo, el cambio tecnológico, el aumento del comercio mundial, las guerras, malas
cosechas, aumento de la producción de oro, etc., De este modo, la caída del nivel de
precios que comenzó a principios del siglo XIX, fue el resultado del incremento de la
productividad del trabajo, producto de la Revolución Industrial, y el creciente uso de
maquinaria y nuevas técnicas de producción. Basándose en el censo de la manufactura
estadounidense, Guberman, demuestra que los únicos casos que indican la tendencia
contraria antes de la Primera Guerra Mundial (en 1830, 1870 y 1897) estaba originado
por los aumentos poco comunes de la producción de oro, que hasta hace bastante poco
era un factor clave del movimiento de los precios.
El ciclo de inversión
Es obvio que establecer sólo la existencia de oscilaciones a largo plazo no bastaría para
demostrar la existencia de ciclos largos, en el sentido que dice Kondrátiev. En realidad,
la única forma de hacerlo sería demostrando el mecanismo preciso a través del cual un
ciclogenera el siguiente. Debe existir alguna clase de regulador interno. Mientras no se
clarifique este punto, toda la idea de las ondas económicas largas se reduce a una
mistificación del proceso histórico. Kondrátiev intenta resolver el misterio haciendo
referencia al proceso de inversión e innovación durante largos periodos. Dice que
determinados inventos y técnicas tenían que esperar largos periodos de tiempo —tanto
como veinte años— antes de ser puestos en práctica en la forma de nuevas máquinas y
fábricas, sólo debido a la ausencia de capital. De esta forma, para él los ciclos largos
eran básicamente ciclos de reinversión.
Desgraciadamente, esta solución aparentemente elegante, guarda poca relación con el
funcionamiento en la práctica del sistema capitalista. En realidad, la renovación de
capital es un proceso continuo. No hay ninguna prueba de que la inversión a gran
escala ocurra durante largos periodos de tiempo y de una forma regular. Tampoco se
puede demostrar, que los nuevos inventos aparezcan principalmente en periodos
descendentes, como dice Kondrátiev, quien ni siquiera intenta justificar este argumento.
En realidad, es muy difícil establecer una regla relacionada con el momento en que los
individuos realizan descubrimientos científicos. Se realizan descubrimientos en todo
momento: en booms y en crisis económicas; en tiempos de paz y en tiempo de guerra.
Además, se producen en diferentes momentos y en países diferentes. Intentar
establecer una regla general para esto es prácticamente imposible. Sería como intentar
fijar las posiciones de las moléculas individuales en un gas. Pero en cualquier caso, lo
que importa en economía, no es la fecha en la que aparece tal o cual invento en la
mente del inventor, sino cuando entra en el proceso de producción. Por utilizar una
expresión filosófica, antes de que exista es sólo una posibilidad abstracta. Sólo cuando
se aplica a la producción se convierte en real y por lo tanto en algo material adecuado
para el terreno de la investigación económica.
Kondrátiev enfoca la cuestión de la inversión no desde un punto de vista económico,
sino técnico. En concreto, no presta suficiente atención a la cuestión clave de la
depreciación, que tiene un aspecto tanto físico (desgaste) como "moral" (obsolescencia)
. Ya en los años veinte Gerzstein señaló que la vida de los bienes de inversión era de
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entre cinco años (herramientas) y cien años (edificios). En el periodo actual, su vida es
aún menor. Las plantas de tecnología informática punta, cuesta construirlas entre uno y
dos mil millones de dólares, y quedan obsoletas tres o cinco años después. Además, es
tan enorme la variedad de bienes de inversión, que el proceso de inversión debe tener
un carácter más o menos continuo, aunque a lo largo del tiempo, tendrá mayor o menor
intensidad reflejando la tasa de beneficio y las fluctuaciones generales de la economía
de mercado. Es difícil pensar que este proceso se pueda expresar como una regla
matemática precisa y verificable. Bogdánov, se preguntaba cuánto tiempo sería
necesario para reemplazar el Canal de Suez o el ferrocarril del Pacífico.
Kondrátiev no demostró que la inversión en "bienes de inversión básicos" tenga lugar a
intervalos regulares de una duración entre 48 y 60 años. Esta postura no se puede
demostrar porque no guarda relación alguna con el funcionamiento real del sistema
capitalista. En realidad, la sustitución de maquinaria y edificios ocurre en todo momento,
en diferentes épocas y velocidades en cada rama de la producción. Como señala
Garvy: "Incluso si el proceso de inversión fuera discontinuo, la reinversión sería
continua, ya que depende no sólo del desgaste real, sino también del grado de
obsolescencia, el coste de mantenimiento, el tipo de interés, salarios, progreso
tecnológico, y la tasa de utilización". No existe absolutamente ninguna razón para que
los bienes de inversión se agoten simultáneamente en intervalos regulares de
aproximadamente medio siglo.
Kondrátiev decía que la aplicación de los nuevos inventos dependía de un proceso
previo de acumulación de un fondo de inversión. Este concepto lo toma prestado de
Tugan-Baranovsky. Resulta paradójico que Kondrátiev, en uno de sus primero artículos,
criticara la idea de Tugan-Baranovsky de la existencia de un "fondo libre de préstamo",
y después convirtiera esta misma idea en una de las piedras angulares de su teoría de
la "onda larga". En su libro sobre Tugan-Baranovsky escribe lo siguiente: "Una de las
ideas básicas de la teoría de los ciclos de Tugan-Baranovsky no se puede aceptar sin
más: la teoría de la acumulación de capital libre y no invertido. ¿Cuándo ha existido
este tipo de capital?" (N. D. Kondrátiev, M. I. Tugan-Baranovsky. Petrogrado, 1923. En
el original en inglés).
Gerzstein también decía que la ausencia de un fondo de inversión no era lo que
limitaba la expansión económica, sino la imposibilidad de obtener una ganancia
suficiente del capital prestado para inversión. En la fase máxima del periodo de
expansión, los inversores son más reticentes a arriesgar su capital en nuevas
inversiones, en su lugar, prefieren invertir en el mercado de bonos o en otro tipo de
inversión que genere unos beneficios fijos. Oparin demuestra con relación a las
estadísticas del Banco de Ahorros francés, que los supuestos ciclos largos de ahorro
son sólo una ilusión. Hay muchos factores que afectan al ahorro —no sólo económicos
—. Demuestra que los balances del Banco de Ahorros de Francia, muestran una curva
continua ascendente, excepto en dos ocasiones: una fue el periodo de turbulencia
social y política entre la revolución de 1848 y el golpe de estado de Luis Bonaparte
(1848-50) y la Guerra Franco Prusiana (1870-71), cuando los inversores retiraron sus
fondos. Por último, hubo una caída en los balances del Banco en los años que
precedieron inmediatamente a la Primera Guerra Mundial, reflejaba el crecimiento de
los bancos comerciales que cada vez acaparaban una proporción mayor de los ahorros.
Por esta y otras razones, la idea de un "fondo libre de préstamo" para la inversión es
muy débil. Pero esta es la piedra angular de la teoría de los ciclos largos de Kondrátiev.
Si esto falla, también desaparece la explicación de la fuerza motriz de los ciclos largos.
Una vez más, Kondrátiev utilizó sólo aquellas estadísticas que apoyaban sus tesis e
ignoró aquellas otras que arrojaban un resultado diferente. Por ejemplo, las estadísticas
relacionadas con la producción y el consumo, dan un resultado totalmente diferente a
los de Kondrátiev. A parte de las siete series de estadísticas francesas relacionadas
con las cantidades físicas mencionadas por él, sólo dos sugieren la existencia de ciclos
largos, y de éstas una (la tierra utilizada para el cultivo de avena) es contradictoria.
Pretende haber descubierto la existencia de dos ciclos largos y medio, pero sólo cuatro
de las veinticinco series estudiadas por él cubre ese periodo; otras cuatro cubren dos
ciclos; las restantes sólo cubren un ciclo o ciclo y medio. Incluso en aquellas cifras que
corresponden con su tesis, se pueden hacer objeciones debido a la estrechez del
campo (por ejemplo los precios) y los datos, incluso las tendencias en algunos casos
son inciertas. En las muy pocas ocasiones en que Kondrátiev cita los datos
relacionados con la producción física (por ejemplo la producción de lingotes de hierro en
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Inglaterra), los resultados apenas corroboraran su teoría. Si hubiera sido más riguroso
en el uso de las estadísticas, los resultados obtenidos habrían sido muy diferentes.
La conclusión es ineludible: la evidencia empírica de la tesis de Kondrátiev es muy
débil. Garvy concluye: "Aunquela hipótesis de las oscilaciones cíclicas de larga
duración, sobre las que se superponen movimientos cíclicos más cortos, debe ser
descartada, la idea de que la economía capitalista ha pasado por varias etapas
sucesivas de desenvolvimiento, caracterizadas por diferentes ritmos de crecimiento y de
expansión geográfica, merece atención. El análisis actual ganaría, probablemente, en
precisión y significado si se basara sobre una distinción mejor articulada entre las
diferentes fases de la economía capitalista. La ‘curva de evolución capitalista’ sería un
cuadro más complicado que una simple curva y, ciertamente, más irregular que los
ciclos largos de Kondrátiev. Sustituiríamos la hipótesis de las oscilaciones periódicas
largas por el estudio de las sucesivas etapas de nuestro actual sistema económico, de
su creciente alcance geográfico y de sus cambiantes relaciones con las esferas no
capitalistas. Esto nos alejaría de la construcción de modelos abstractos de secuencias
temporales, llevándonos al estudio de la dinámica efectiva de nuestro sistema
económico" (G. Garvy, La teoría de los ciclos largos de Kondrátiev, pp. 140-1. Akal Ed.
Madrid, 1979).
Trotsky y Kondrátiev
Los críticos soviéticos de Kondrátiev aquí mencionados, arrojaron serias dudas, tanto
sobre las estadísticas como sobre la metodología, pero al final era también una crítica
poco satisfactoria, porque estaba hecha desde el mismo punto de vista económico
bastante estrecho, que es la principal debilidad del propio Kondrátiev. Las críticas de
Kondrátiev procedían de profesores rojos, y sus críticas también eran abstractas y
académicas. Pasaban al otro extremo y "negaban" las tesis de Kondrátiev sencillamente
colocando un menos donde antes había un signo más. La teoría de Kondrátiev al
menos poseía cierta audacia e imaginación.
En 1923, en su brillante ensayo La curva de desarrollo capitalista, publicado en Vestnik
Sotsialistícheskoi Akademii, Vol. IV, Trotsky llama la atención sobre las tesis de
Kondrátiev. A diferencia de las críticas de los profesores rojos, el artículo de Trotsky
responde a Kondrátiev desde un punto de vista dialéctico y marxista. Al no disponer de
los datos suficientes para elaborar una teoría sólida, Kondrátiev insistió en el carácter
condicional de su hipótesis. Dijo que la existencia de ciclos largos era "al menos muy
probable", y por ese motivo Trotsky recomendó la necesidad de realizar un estudio más
serio antes de elaborar cualquier generalización. Sin embargo, las diferencias entre
Trotsky y Kondrátiev no eran sólo una cuestión de estadísticas, sino una diferencia
fundamental de método.
La razón por la cual Trotsky mostró interés en la teoría de Kondrátiev, estaba
relacionada con los debates de la Internacional Comunista de la época. La oleada de
revoluciones que había seguido a la Revolución Rusa había amainado. La última
oportunidad de romper el aislamiento de la República Soviética llegó en 1923, cuando
una grave crisis económica y la ocupación del Ruhr por el imperialismo francés, creó
una situación revolucionaria. Incluso los fascistas predecían que los comunistas
tomarían el poder. Pero la oportunidad se perdió debido a los dirigentes del Partido
Comunista Alemán, que siguieron los consejos equivocados de Stalin y Zinóviev.
Trotsky sacó la conclusión de que la derrota de la revolución daría un respiro temporal
al capitalismo. Y fue esta la condición política necesaria para que el capitalismo
experimentara un nuevo boom, y durante un tiempo consiguió una relativa estabilidad.
En respuesta a los ultraizquierdistas que negaban que el capitalismo pudiera
recuperarse, Lenin y Trotsky respondía que, a menos que el capitalismo fuera
derrocado por la clase obrera, éste siempre encontraría una salida, incluso a la crisis
más profunda.
Trotsky comentó de nuevo esta idea en un discurso ante el Tercer Congreso de la
Comintern. Su forma de abordar la cuestión del "equilibrio", era radicalmente diferente a
la de Kondrátiev. Mientras que, daba la bienvenida a la contribución de Kondrátiev a los
debates mencionados en la Internacional Comunista, Trotsky advirtió que era incorrecto
hacer generalizaciones históricas a priori, es decir, construcciones simplemente
intelectuales, y no como resultado de una concienzuda investigación. "Las conquistas
que se pueden obtener por este camino, estarán determinadas por los resultados de la
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propia investigación, que debe ser más sistemática, más ordenada que las incursiones
emprendidas hasta ahora en el terreno del materialismo histórico". Probablemente,
Trotsky aquí no se refería sólo a Kondrátiev, sino también a Bujarin.
En su discurso Trotsky dijo: "El equilibrio capitalista es un fenómeno complicado; el
régimen capitalista construye ese equilibrio, lo rompe, lo reconstruye y lo rompe otra
vez, ensanchando, de paso, los límites de su dominio. En el dominio económico, las
crisis y las recrudescencias de la actividad constituyen las rupturas y restablecimientos
del equilibrio... El capitalismo tiene, pues, un equilibrio inestable que, de vez en vez, se
rompe y se compone" (L. Trotsky, La situación económica mundial y las nuevas tareas
de la Internacional, p. 25. Ediciones El Siglo, Buenos Aires, 1973).
Aquí Trotsky polemiza contra aquellos "marxistas" mecánicos que hablaban de la "crisis
final del capitalismo". Alude a un artículo aparecido en el London Times relacionado con
el comercio exterior británico: "En enero de este año, el London Times publicó una tabla
de estadísticas que abarca un periodo de 138 años... En este intervalo, se han
completado 16 ciclos; es decir, 16 crisis y 16 periodos de prosperidad. Cada ciclo cubre
aproximadamente casi nueve años... Si analizamos más de cerca la curva de desarrollo
encontramos que está dividida en cinco segmentos, cinco periodos distintos. Desde
1781 a 1851 el desarrollo es muy lento; apenas se observa movimiento... Después de la
revolución de 1848, que ensanchó los límites del mercado europeo, asistimos a una
vuelta brusca. Desde 1851 a 1873 la curva de desarrollo sube rápidamente... y en 1873,
las fuerzas productivas desarrolladas chocan con los límites del mercado. Se produce
un pánico financiero. Desde 1873 y hasta 1894 presenciamos un estancamiento del
mercado británico.... seguido por otro boom que duró hasta 1913... Por último,
comienza el quinto periodo en 1914, es decir, la destrucción de la economía capitalista"
(Ibíd, p. 57).
Trotsky estaba dispuesto a admitir la existencia de oscilaciones a largo plazo del
desarrollo económico, pero negaba que estos periodos tuvieran un carácter cíclico. Más
bien eran el resultado de una concatenación de circunstancias particulares, algunas de
las cuales no tenían un carácter económico. Por lo tanto, no estaba justificada la
utilización del término "ciclos largos" —menos aún "ondas largas"—. Consideraba que
el mismo concepto de ciclo era estéril. En su lugar, planteó una concepción totalmente
diferente, resumida en un gráfico que presenta el proceso de desarrollo histórico como
una serie de fases, que comprendía tanto curvas ascendentes como descendentes de
diferente duración y calidad. Esta opinión era compartida por muchos economistas
soviéticos como Oparin, Gerzstein, Gúberman y Novojilov.
La curva de desarrollo capitalista de Trotsky está basada en las cifras antes
mencionadas del comercio exterior británico, y es una refutación del método de
Kondrátiev. Trotsky explica en su artículo, algo que para un marxista debería ser obvio,
que el desarrollo del capitalismo no se puede reducir a una cuestión de ciclos
económicos. Aunque en última instancia, el elemento decisivo en el proceso histórico
es el desarrollo de las fuerzas productivas, hay muchos otros elementos que
condicionan de forma decisiva el proceso. Los más obvios son las guerras y las
revoluciones,pero hay muchos más. La tecnología, la política e incluso la religión
pueden afectar a la economía de una forma importante. La relación entre la "base"
económica y la "superestructura" legal, política e ideológica está lejos de ser un asunto
de sentido único. La "superestructura" puede modificarse, desorganizarse,
distorsionarse y afecta a la "base" económica de muchas formas. La ecuación es
compleja y dialéctica, no sencilla y mecánica. Si se comete un error en este punto,
necesariamente lleva a conclusiones incorrectas. El propósito del artículo de Trotsky era
explicar lo compleja y contradictoria que es la relación entre la "base" y la
"superestructura". Si no fuera así, la historia sería un asunto sencillo.
¿Cómo comprenden los marxistas el proceso histórico? Engels, en la introducción a La
lucha de clases en Francia, plantea la posición básica del materialismo histórico. Y sirve
de punto de partida para el análisis de Trotsky. Explica que el carácter de cada época
viene determinado por toda una serie de elementos: no sólo el papel de las fuerzas
internas en el sistema productivo, sino también factores externos como la apertura de
nuevos países y continentes al capitalismo, el descubrimiento de nuevos recursos
materiales, y también factores "superestructurales" como las guerras y las revoluciones.
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Todos estos factores influyen dialécticamente para producir un mosaico rico y complejo
de acontecimientos al que llamamos historia.
¿Existe el ‘equilibrio’ en el capitalismo?
En las teorías de Kondrátiev está implícita la idea de que hay una clase de estado
natural de equilibrio en el capitalismo. El equilibrio se ve alterado por las crisis
económicas, pero con el tiempo éstas se superan y de nuevo se restaura el equilibrio,
hasta que de nuevo lo interrumpe otra crisis, y así continuamente. Esta idea no la
inventó Kondrátiev, sino que es una idea de finales del siglo XIX el destacado
economista burgués Alfred Marshall. Esta idea ha disfrutado estos últimos años de
renovada popularidad, porque incluye la noción de que el mercado se autorregula. La
"mano oculta" del mercado al final regula todo. Por lo tanto, no es necesario interferir en
las fuerzas del mercado. Cualquier reforma social, intervención estatal, legislación,
salarios mínimos, sindicatos... no es necesario, sino que es perjudicial, porque
distorsionan el mecanismo del mercado e impiden su auténtica función, que es alcanzar
su famoso estado de equilibrio, en el cual precios, salarios y empleo estarán en su nivel
"natural", y todo será lo mejor de lo mejor en el mejor de los mundos capitalistas.
El punto central de la teoría del equilibrio, es la noción de que en un mercado
competitivo la oferta y la demanda, con el tiempo se equilibran entre sí. Pero toda la
historia de las crisis capitalistas demuestra precisamente lo contrario. Esta idea es tan
vieja como David Ricardo, quien escribió "ningún hombre produce con la idea de
consumir o vender, y nunca vende sino es con la intención de comprar alguna otra
mercancía que pueda serle inmediatamente útil o que pueda contribuir a la futura
producción...". A su vez Ricardo tomó la idea del "necio Say", como le llamaba Marx.
Desde entonces, la Ley de Say ha estado presente de una u otra forma en la economía
burguesa. La intención es evidente: "demostrar" que la sobreproducción es imposible.
Como decía Marx, una ficción económica.
Kondrátiev no sólo aceptó la teoría de Marshall, sino que en realidad intentó generalizar
la noción de equilibrio a todos los aspectos de la actividad económica. Y escribe: "La
oleada de fluctuaciones son procesos de alternativas perturbaciones del equilibrio del
sistema capitalista; desviaciones crecientes o descendentes de los niveles de equilibrio"
(Segundo artículo, p. 58 en la edición original en inglés. El subrayado es nuestro).
Las implicaciones reaccionarias de esta teoría son evidentes. Aquí tenemos las bases
teóricas del thatcherismo, reaganismo y todas las variantes posteriores. Aunque todas
estas ideas están muy lejos de la postura de Kondrátiev, ya que él no defendía las
conclusiones reaccionarias que se derivaban de esta idea, pero sí defendió las
posiciones ortodoxas de Marshall. Lo que nos interesa no es qué conclusiones se
extraen de la teoría, sino la corrección de la propia teoría. En realidad, la teoría de
equilibrio es otro ejemplo de una suposición arbitraria, que no se basa en hechos. Es un
intento descarado de explicar las crisis económicas y justificar la anarquía de la
producción capitalista, basándose en que "a largo plazo" el mercado alcanzará el
equilibrio. Como decía irónicamente Keynes: "A largo plazo todos estaremos muertos".
El toque de difuntos para la teoría del equilibrio y la economía marshalliana clásica llegó
en 1929 y con la Gran Depresión.
El error de Kondrátiev es que trataba el sistema capitalista como un sistema lineal
simple, como es el caso de un péndulo. Pero el paralelismo tiene un gran defecto,
porque el sistema capitalista no tiene un "equilibrio natural". Se mueve caóticamente a
través de crisis, guerras y revoluciones que no se pueden predecir por anticipado,
porque el sistema no es un sistema lineal sino caótico.
La diferencia entre Trotsky y Kondrátiev no era secundaria o de énfasis, sino una
diferencia fundamental de perspectiva y método. Es la diferencia entre la dialéctica
marxista revolucionaria y las abstracciones inertes, el modo formalista de pensamiento
de los profesores universitarios (incluso de los "rojos"). También tenía implicaciones
prácticas profundas, y se pueden comprobar en la actitud tan diferente de ambos ante la
etapa que atravesó el capitalismo mundial en los años veinte. Trotsky no aceptaba la
opinión de Kondrátiev de que después de la recesión de 1920-21, el capitalismo
restablecería de nuevo el equilibrio. A parte de la devastación causada por la guerra y
la ruina de Alemania, estaba el desequilibrio entre el campo y la ciudad, y entre los
diferentes sectores de la producción. En el plano internacional la contradicción entre
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Europa y EEUU cada vez era mayor, y en particular, entre EEUU y Gran Bretaña.
Trotsky pronosticó que la recuperación económica tendría un carácter superficial y
especulativo, y que conduciría a una profunda depresión. No descartaba la posibilidad
teórica de un nuevo periodo de auge económico, pero sólo a costa de un terrible de
sufrimiento de las masas europeas.
En una discusión la economía mundial celebrada en enero de 1926, en la que participó
Trotsky junto con varios expertos soviéticos, incluido Kondrátiev, Trotsky insistió en la
situación turbulenta del sistema financiero internacional y en que Europa lo que
experimentaba en ese momento eran convulsiones espasmódicas continuas, y no una
recuperación cíclica. "Cuando un organismo vivo se encuentra en situaciones
imposibles", escribiría después Trotsky, "su latido cardiaco se vuelve irregular". Y
explicaba que el boom económico en EEUU en gran parte lo había conseguido a
expensas de Europa. En lugar de estabilización y equilibrio, Europa se enfrentaría a
nuevo shocks que situarían los acontecimientos revolucionarios en el orden del día.
Estas predicciones fueron confirmadas brillantemente por los acontecimientos
posteriores.
La guerra y el ciclo económico
El eslabón mas débil de la línea argumental de Kondrátiev es la forma de tratar las
guerras, las revoluciones y la innovación bajo el capitalismo. Afirma sin más, que las
guerras y las revoluciones, suelen suceder en la fase ascendente de la "ola", mientras
que las innovaciones tecnológicas suelen aparecer en la fase descendente. En su obra,
Kondrátiev menciona las guerras y revoluciones, y elaborauna lista o cronología de
acontecimientos, que de algún modo, aparecen en la fase expansiva de la ola, y sigue
el mismo método para elaborar la lista de inventos que son el producto de la fase
descendente. En ningún momento, da una razón coherente para hacer estas
afirmaciones.
Como ya hemos visto, Kondrátiev decía que las guerras y las revoluciones aparecen en
la fase ascendente de las "ondas largas", "en periodos de alta tensión de crecimiento
de la actividad económica". Hasta cierto punto, este argumento de Kondrátiev iba
dirigido contra esos toscos "marxistas" defensores de que la revolución sólo podía venir
de la pobreza de las masas. A esto Trotsky respondió que la miseria por sí sola no era
suficiente para originar una revolución: si ese fuera el caso, las masas siempre estarían
en rebelión. La relación entre las condiciones económicas y la revolución es una
cuestión compleja. Pero ¿es correcto afirmar que las guerras y las revoluciones ocurren
invariablemente en periodos de auge económico?
No es difícil demostrar la falta de solidez de esta hipótesis. Después de examinar las
fechas, Oparin encontró que, si se elimina un periodo de aproximadamente cinco o
siete años de cualquiera de estos periodos de cambio, entonces la distribución de
acontecimientos como las revoluciones y las guerras (por no hablar de acontecimientos
más triviales) era algo uniforme en todos los "ciclos largos". Además no hay razón
aparente para que no sea así, y Kondrátiev proporcionó ninguna.
Según Kondrátiev, los años 1789-1809 se suponía que formaban parte de la fase
expansiva de una "onda larga", seguida por un relativo estancamiento, de 1809 a 1849,
cuando comenzó otra expansión que duró hasta 1873. Después siguió otra recesión
hasta 1896. Según este esquema, la fase ascendente de la tercera "onda larga" sería
desde 1896 a 1920, y la profunda recesión de 1920-21 se explicaría como una
expresión del inicio de una fase descendente. En la práctica, la recesión de 1920-21
tenía una explicación diferente, como veremos después. ¿Cómo se adapta este
esquema con la frecuencia de las guerras y revoluciones? Aquí una vez más, la
selección de Kondrátiev de datos es bastante arbitraria. Por ejemplo, enumera
cuidadosamente las seis coaliciones contra Napoleón, pero omite la guerra de 1812
entre Gran Bretaña y EEUU. Evéntov señala que la lista de guerras y revoluciones de
Kondrátiev coloca la insurrección de Herzegovina al mismo nivel que la Revolución
Francesa o la Guerra Civil americana. Las grave crisis de 1857 y la depresión de la
década de los noventa del siglo XIX marcan un punto de inflexión de dos ciclos largos.
La Guerra Franco Prusiana tuvo lugar en el pico de un ciclo, como ocurrió con la
Comuna de París. Pero el caso de las revoluciones de 1848 no está claro. Ocurrió en la
curva ascendente, entonces tendría que haber ocurrido en el mismo inicio. Ya que los
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años previos estuvieron marcados por una recesión profunda, y la psicología de los
trabajadores todavía estaba marcada predominantemente por lo último y no por el auge.
La contradicción más obvia es que, según Kondrátiev, el periodo de 1914-20 marcó el
comienzo de una fase descendente de una "onda larga". En esta fase, la revolución se
supone no estaba en el orden del día. Son precisamente los años que siguieron a 1917
que estuvieron caracterizados por revoluciones y movimientos revolucionarios, no sólo
en Rusia, también en Alemania, Francia, Gran Bretaña, España, Italia, Hungría,
Estonia, Bulgaria, por hablar sólo de los países capitalistas desarrollados. Si la mayoría
de estos movimientos no triunfaron, la razón no se puede encontrar en los caprichos del
ciclo económico sino en el fracaso de la dirección. La Internacional Comunista se fundó
en 1919. Los partidos comunistas eran jóvenes e inexpertos y cometieron muchos
errores. Como explicó Trotsky en Lecciones de Octubre (1923), esto fue lo que impidió
repetir el éxito del Partido Bolchevique. Por supuesto, las condiciones objetivas (incluida
el ciclo económico) ejercen una poderosa influencia en la psicología de todas las
clases, abonan el terreno para la lucha, y crean las condiciones que son más o menos
favorables. Pero en última instancia, el factor subjetivo es decisivo. En Hungría, el
gobierno burgués del conde Karolyi entregaba el poder al Partido Comunista sin ninguna
lucha. Los comunistas húngaros tenían unas condiciones favorables para llevar adelante
la revolución, pero fracasaron. Este fracaso no tuvo nada que ver con las circunstancias
económicas y sí en cambio con la política equivocada de Bela Kun y otros dirigentes del
Partido Comunista.
No es posible explicar un fenómeno complejo como las guerras y las revoluciones, con
esta clase de reduccionismo económico. Las contradicciones que llevaron al conflicto
entre las naciones o entre las clases, se podían detectar en cualquier etapa del ciclo.
Pero como observó correctamente Oparin, alcanzan su punto más crítico en la
transición de un periodo o ciclo a otro. Sin embargo, esto sencillamente significa que las
condiciones objetivas han madurado para el comienzo del conflicto. La marcha de los
acontecimientos está determinada por una interrelación compleja de fenómenos
políticos, militares, diplomáticos, religiosos y psicológicos —que trascienden la escena
económica y la determinan de forma decisiva—.
Tomemos un ejemplo más reciente: la guerra de Kosovo. ¿Fue el resultado de un
fenómeno de "onda larga"? No, fue el resultado de varios factores complejos, como el
desatamiento de la cuestión nacional en los Balcanes después del colapso del
estalinismo y los cálculos estratégicos del imperialismo USA. ¿Aquí se agota la
cuestión? En absoluto. La cuestión nacional en los Balcanes tiene una larga historia
que sin duda condicionó el comportamiento de Milosevic y los demás participantes. Otro
factor decisivo fue la turbulencia en la vecina Albania. De haber triunfado la revolución
de 1997 en Albania (y no hay razones objetivas para que no ocurriera, aparte de la
ausencia de un partido y dirección), toda la región habría entrado en el camino de la
revolución. Pero el fracaso de la revolución en el sur abrió la puerta al imperialismo,
salvó al capitalismo, y preparó el camino para futuras convulsiones. Berisha y su
camarilla reaccionaria pudieron reagruparse en el norte, y allí jugó la carta del
chovinismo albanés para intentar desestabilizar la situación y retomar el control.
Esto tuvo consecuencias fatales para Kosovo. El ELK recibió una gran cantidad de
armas de grupos simpatizantes a través de las fronteras, y esto estimuló su
agresividad. Todos estos acontecimientos prepararon el desenlace final. Incluso la
religión jugó un papel (no decisivo) al atizar el odio entre serbios y kosovares. Si nos
remontamos un poco más allá, la ruptura de Yugoslavia, en gran parte, fue un producto
de las intrigas del imperialismo alemán, su vieja política de Drang nach Osten (Empuje
hacia el Este) y su sed de retomar las viejas colonias en Europa del Este y los
Balcanes. Este fue el factor principal y el origen de todo el caos en los Balcanes. Pero
los imperialistas alemanes no podían prever los resultados de su política. Tampoco los
estadounidenses podían anticipar los resultados de Rambouillet, ellos imaginaban que
la simple amenaza de un bombardeo obligaría a Milosevic a rendirse. Cometieron un
error y entraron en una guerra que podría haberles costado caro de no haber sido por la
ayuda a última hora de Boris Yeltsin.
Napoleón dijo una vez que la guerra es la ecuación más complicada. Basta con
enumerar unos cuantos elementos del conflicto de Kosovo, para ver la equivocación que
supone intentar reducir todo a una "función económica". Las causas de la guerra de
Kosovo no fueron sólo económicas (excepto los cálculos económicos presentessiempre
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en las guerras) sino estratégicas. Fue una guerra para decidir quién controla los
Balcanes. Y no debemos olvidar la importancia histórica de los Balcanes para el
imperialismo mundial, y siempre ha sido más estratégica que económica (debido a la
posición estratégica de los Balcanes con relación a Europa y Asia, Oriente Medio,
Rusia, el Mediterráneo, el Canal de Suez, etc.). Esta vez no fue diferente. La caída de
la Unión Soviética, que hasta ahora tenía una de sus principales esferas de influencia
en los Balcanes, ha dejado un vacío que ha permitido, como siempre, la entrada de las
potencias extranjeras interesadas en acaparar esferas de interés y manipular a los
pequeños estados balcánicos. A decir verdad, la reciente guerra en parte fue el
resultado de un cálculo equivocado de Clinton, que estuvo mal aconsejado por sus
oficiales sobre la situación real en Belgrado. Accidentes, malos cálculos, errores... todos
jugaron un papel en la historia. En otras condiciones, es posible que la guerra de
Kosovo nunca hubiera ocurrido. A la inversa, su resultado habría sido menos favorable
para la OTAN si Moscú no hubiera traicionado a Belgrado, algo que tampoco se podía
prever por adelantado.
La Primera Guerra Mundial
Tomemos otro ejemplo de la relación entre la guerra y la economía. Tanto la Primera
como la Segunda Guerra Mundial, se desarrollaron de una forma imprevista,
conformaron el orden mundial que las siguió, y tuvieron un efecto decisivo a la hora de
determinar el carácter del ciclo económico. En 1914, los capitalistas encuentran una
salida al callejón sin salida del sistema a través de la guerra. Pero, la guerra no es
simplemente el reflejo de los problemas económicos. La Primera Guerra Mundial surgió
de los antagonismos y tensiones que existían entre las diferentes potencias
imperialistas, y que se habían acumulado en el periodo anterior. En los años previos a
1914, una crisis internacional siguió a la otra. Cualquiera de estos shocks habría
conducido a la guerra. Fue un simple accidente, el asesinato del príncipe heredero
austriaco, lo que desencadenó todo. Hegel decía que la necesidad se expresa a través
del accidente. Otro factor fue el desarrollo de la lucha de clases en diferentes países.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, en el periodo de 1912-14 hubo un gran auge
de las luchas revolucionarias, no sólo en Rusia, también en Gran Bretaña, Irlanda,
Francia, España y otros países. La insurrección revolucionaria de 1912-14 realmente
puso fin a un largo periodo de paz social, incluso antes de la guerra. Pero todo se
detuvo con el estallido de las hostilidades y la movilización general. La Rusia zarista se
decidió a intervenir en la guerra —a pesar de su inherente debilidad—, por el temor a la
revolución. Aquí una vez más, los factores económicos sólo jugaron un papel indirecto.
La Primera Guerra Mundial estalló después de un largo periodo de crecimiento
económico, la Revolución Rusa en parte fue el resultado de la guerra. Pero es difícil
relacionar estos acontecimientos con un esquema más amplio de cosas como el que
describe Kondrátiev. Es increíble su audacia, pero ésta por sí sola no es una ciencia. Es
necesario explicar con detalle cuáles son los mecanismos que desencadenan el
proceso. Y los mecanismos del proceso que llevaron a la Primera Guerra Mundial son
evidentes, y son los mismos que desencadenaron la Revolución Rusa. ¿Pero cuáles
son los mecanismos del proceso descrito por Kondrátiev? No los explica, y por lo tanto
son simples afirmaciones que podemos aceptar o no.
La situación económica que emergió de la guerra estuvo determinada, en gran parte,
por los términos impuestos a Alemania, por parte el imperialismo francés y británico en
el Tratado de Versalles. Las monstruosas reparaciones de guerra impuestas a
Alemania, en la práctica, impidieron cualquier perspectiva de recuperación en la
economía más grande de Europa. Sin una recuperación en Alemania, no se podía dar
ninguna recuperación económica general en Europa. Este hecho elemental, lo explica
John Meynard Keynes en su clásica obra Las consecuencias económicas de la paz.
Una vez más, el factor decisivo no fue el ciclo capitalista de inversión, sino la política de
rapiña del imperialismo. Otro factor fue la decisión de los imperialistas de aplastar a la
Rusia soviética. Deliberadamente, excluyeron dos de las economías clave de Europa —
Alemania y Rusia— y crearon las condiciones para nuevas convulsiones económicas.
Por supuesto, esto no anula el ciclo capitalista normal, que continuó funcionando
durante todo el periodo, pero tuvo un gran efecto en determinar el carácter del periodo
de entreguerras.
El periodo tormentoso que siguió a la Revolución Bolchevique, que duró
aproximadamente desde 1917 a 1923, y fue un periodo de revolución en un país tras
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otro, en el cual la clase obrera pudo tomar el poder en Italia, Alemania o Hungría. Pero
en cada caso, la revolución fue traicionada por los dirigentes socialdemócratas. Esto
creó la condición política previa para un nuevo equilibrio (aunque frágil y temporal). Fue
incluso un boom temporal acompañado por las mismas viejas ilusiones de que el
capitalismo había resuelto sus problemas. Vemos que, incluso en un periodo de
descenso general, hay periodos de recuperación y boom económico. Pero estos son
sólo respiros temporales que preceden a un nuevo y más profundo declive. De la
misma forma, que un hombre agonizante experimenta periodos de lucidez y aparente
recuperación, y que hacen creer a los que le rodean que se salvará.
El periodo de entreguerras, fue un periodo de agitación social y política. La oleada de
revoluciones que se extendió por Europa después de 1917, ocurrió en un boom
económico. Esto no invalida la afirmación de Kondrátiev, ya que el se refiere no al ciclo
comercial, sino a las "ondas largas". Pero eso lo que demuestra, es que la relación
entre la revolución y los procesos económicos, es compleja. En realidad, hubo más de
una razón para estas revoluciones. Los elementos principales fueron la influencia de la
Revolución Rusa, y la inmadurez e inexperiencia de los jóvenes Partidos Comunistas.
Trotsky trata esta cuestión en Lecciones de Octubre, y explica el papel clave del factor
subjetivo en la revolución.
En la Primera Guerra Mundial, se adaptó la producción a las necesidades del frente, el
comercio aumentó. EEUU en particular, fortaleció su posición frente a las otras grandes
potencias (como ocurrió en la siguiente guerra mundial). La guerra llevó a la crisis de
1920-21, y ésta en parte estuvo originada por la reentrada de Gran Bretaña y Francia
en el comercio mundial. Pero también reflejaba el colapso de la demanda en Europa,
debido a la reducción del nivel de vida de las masas, sobre todo en Alemania. En todas
partes, los capitalistas intentaron poner la carga de la crisis sobre los hombros de la
clase obrera. En Gran Bretaña, los empresarios intentaron reducir los salarios, y esto
llevó a tremendas luchas obreras. La recesión no duró mucho. También fue el resultado
de la inflación en tiempos de guerra (el gasto en armas es inflacionario por naturaleza),
y exprimió al sistema. Después de la recesión llegó el boom que duró hasta 1929, y que
tuvo un carácter boyante, sobre todo en EEUU, que ya era el principal país capitalista,
arrebatando a Gran Bretaña la supremacía mundial. Tan profunda era la contradicción
entre los dos, que a mediados de los años veinte, Trotsky pensaba que la guerra entre
ambos era imposible.
La guerra destruyó la cohesión interna y la estabilidad de los principales estados
europeos. En primer lugar Alemania, que experimentó agitaciones revolucionarias en
1918, 1919, 1920,

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