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Revista Racei

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1
Revista RACEI 
Año 1, número 2. 
Buenos Aires, Argentina 
Publicación: Octubre 2015
Sede RACEI
Uruguay 1037 Piso 1 CABA
Equipo Editorial: 
Eduardo Diez, 
Nicolás Mancini y 
Paul Vasco.
2 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
Los trabajos incluidos en este número fueron 
dictaminados y revisados por el Consejo Asesor y el 
Equipo Editorial RACEI. Las opiniones expresadas 
en los mismos son responsabilidad de los autores y 
pueden no coincidir con aquellas de los integrantes 
del equipo editorial RACEI. Todos los derechos 
reservados. Se autoriza la reproducción y difusión 
de material contenido en esta revista para fines 
educativos u otros fines no comerciales sin previa 
autorización escrita de los titulares de los derechos de 
autor, siempre que se especifique claramente la fuente. 
Se prohíbe la reproducción del material contenido en 
esta revista para reventa u otros fines comerciales 
sin previa autorización escrita de los titulares de los 
derechos de autor. Las peticiones para obtener tal 
autorización deben dirigirse al Equipo Editorial por 
correo electrónico a: redaccion@racei.org 
Agradecemos el apoyo de la Fundación Konrad 
Adenauer Stiftung para la realización de esta 
Revista y de los otros proyectos de la RACEI.
REVISTA RACEI
REVISTA DISPONIBLE EN: WWW.RACEI.ORG
3
PRÓLOGO
Estimados colegas, dar a conocer este segundo 
número de la Revista de la RACEI es motivo 
de un doble orgullo. Por un lado por ver cómo 
se va consolidando el proyecto de la Red en sí, 
que este año ha visto incrementar el número de 
instituciones que la componen, como así también 
los beneficios conseguidos para jóvenes estudi-
antes e internacionalistas. 
De esta manera, por ejemplo, hemos tenido la 
honra de contar con becas RACEI para dos Maes-
trías; la de Estudios Internacionales (UCEMA) y 
la de Diplomacia y Política Exterior (UCES). Esto 
les ha permitido a distintos jóvenes poder cursar 
las mismas y sumar herramientas para su vida 
personal y profesional. Agradecemos la confianza 
de ambas instituciones en nosotros!
Por el otro, fortalece ver como la Red y su Revista 
expanden su llegada y contenido. Es así que en 
estos meses los seguidores de Facebook pasaron 
de 500 a más de 4500, el Twitter vio cuadriplicado 
su número y abrimos un perfil de Linkedin don-
de hay más de 1600 internacionalistas nacionales 
e internacionales. En cuanto a la Revista, este 
segundo ejemplar cuenta con la mitad de sus 
artículos provenientes de Brasil, lo cual nos of-
rece otra perspectiva que complementa la propia. 
Dado este interés de estudiantes y graduados 
de nuestro vecino, como así también de otros 
países, a partir de este número los artículos po-
drán ser también escritos en inglés y portugués, 
posibilitando así robustecer una visión todavía 
más regional e internacional. Queremos ser un 
foro donde jóvenes de distintas partes puedan 
encontrarse y compartir propuestas y análisis 
sobre un mundo en el cual tienen crecientes roles 
y responsabilidades. 
Pero poco de esto sería posible sin la colabo-
ración de las instituciones que integran la Red, 
y el respaldo en particular que la Fundación 
Konrad Adenauer Stiftung ha brindado a la RA-
CEI. Tampoco sin la participación de muchos de 
ustedes, protagonistas y destinatarios de distintas 
iniciativas y actividades que nos impulsan. 
En esta revista que tienen ustedes tendrán la 
posibilidad de conocer sobre distintos aspectos 
que hacen a diversos temas de interés de jóvenes 
investigadores.
De esta manera, Tomás Juan Rodoreda (Univer-
sidad Nacional de Rosario, Santa Fe, Argentina), 
combina elementos jurídicos e históricos para 
entender la relación existente entre el Estado Ci-
udad del Vaticano y la Santa Sede, y la relevancia 
diplomática de esta última. En una etapa histórica 
donde se cuenta con el primer Papa latinoamer-
icano, y varias iniciativas que ha impulsado en 
temas como Cuba, cambio climático, desarme 
nuclear y crisis en Medio Oriente; esta representa 
una lectura que contribuye a una mayor com-
prensión sobre este actor internacional. 
Por su parte, Miguel Gerardo Marchetta 
Rodríguez (Universidad Champagnat, Mendoza, 
Argentina) se focaliza en la UNASUR, teniendo 
en cuenta el contexto y antecedentes históricos de 
los procesos de integración latinoamericanos, los 
elementos idealistas que pueden encontrarse en la 
4 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
iniciativa y algunas de las perspectivas y desafíos 
actuales y futuros que pueden considerarse. 
Concentrándose en un tema de larga data, 
Abás Tanus Mafud (Universidad Católica de 
La Plata, Buenos Aires, Argentina) analiza la 
política exterior de Argentina frente al conflicto 
israelí-palestino desde la Resolución 181 de 
la AGNU hasta la actualidad, pasando por los 
diferentes gobiernos. Observa así un equilibrio 
mayormente pragmático, marcado por la inci-
dencia de los grupos de interés, el marco regional 
y los factores económicos. Una contribución in-
teresante a la visión argentina sobre esa región. 
A su vez, Nerissa Krebs Farret (Pontificia Uni-
versidad Católica de Paraná, Curitiba, Brasil) 
desarrolla la relación entre la paz y la democracia 
en el sistema internacional a través de la obra “So-
bre la paz perpetua” de Kant. Busca así entender 
cómo sería posible organizar una arquitectura 
internacional que garantice una paz duradera 
entre los estados a través de la democracia y una 
federación de estados libres; brindando distintos 
ejemplos de la etapa de la Guerra Fría, y la poste-
rior a ésta. Un aporte desde la región al debate en 
torno a la teoría de la Paz Democrática. 
En el caso de Anderson Matias Cardozo y Flávio 
Aires Câmara (Universidad de Campina Grande 
y Universidad Federal de Pernambuco, Brasil), 
ellos analizan a la India como una potencia en 
ascenso y su relación a nivel regional con China 
y Japón. Asimismo, presentan la aproximación 
de ese país con Estados Unidos, que vendría a 
reemplazar lo que era Rusia en el pasado, con un 
carácter eminentemente instrumental, dirigido a 
maximizar sus intereses económicos y estratégi-
cos en Asia, e incrementar su autonomía; como 
así también para servir como posible aliado frente 
al potencial expansionismo chino.
Finalmente, Daniela Sallet Lunkes y Larissa Terra 
Langer (Universidad Federal de Santa Maria, Río 
Grande do Sul, Brasil) se centran en los avances 
logrados en producción eólica en su país y en 
China, demostrando cómo distintos incentivos y 
circunstancias pueden colaborar para un amplio 
desarrollo de energías alternativas y sustentables. 
En síntesis, este segundo número de la revista 
contiene diversos enfoques y temas, siempre des-
de una óptica joven y fresca. 
Hasta la próxima!
Eduardo Diez
Grupo Joven CARI/RACEI
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LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: 
UNA INTRODUCCIÓN
LOS PROCESOS DE INTEGRACION EN AMERICA LATINA: 
LA UNASUR Y SUS PERSPECTIVAS ACTUALES Y 
DESAFIOS FUTUROS 
ARGENTINA Y EL CONFLICTO ISRAELí-PALESTINO 
( EL EqUILIBRIO PRAGMáTICO )
LIBERDADE, REPúBLICA E O PENSAMENTO 
KANTIANO PARA UMA 
íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS-ESTRATÉGICAS E 
INSERÇÃO NO CONTINENTE ASIÁTICO
RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGíA EÓLICA 
EN BRASIL Y CHINA
Tomás Juan Rodoreda
Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez
Abás Tanus Mafud
Nerissa Krebs Farret
Flávio Aires Câmara
Anderson Matias Cardozo
Daniela Sallet Lunkes
Larissa Terra Langer 
SUMARIO
Abás Tanus 
Mafud
Nerissa Krebs 
Farret
30
íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS-
ESTRATÉGICAS E INSERÇÃO NO 
CONTINENTE ASIÁTICO
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6 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NúMERO 2 - OCTUBRE 2015
LA SANTA SEDE EN
EL ESCENARIO INTERNACIONAL:
UNA INTRODUCCIóN
7LA SANTASEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción
Autor: Tomás Juan Rodoreda
Facultad de Ciencia Política y 
Relaciones Internacionales
Universidad Nacional de 
Rosario
Email: tomasrodoreda@hotmail.com
El autor es Lic. en Relaciones Internacionales por la Universidad 
Nacional de Rosario. Estudiante del Profesorado Universitario de 
la mencionada Universidad. Adscripto a las cátedras de Funda-
mentos Teóricos de la Investigación Social (Facultad de Ciencia 
Pol. y RRII, UNR) y Teoría Sociológica (Facultad de Humanidades 
y Artes, UNR). Auxiliar docente de la Facultad de Ciencias Empre-
sariales, Universidad Abierta Interamericana, Rosario. 
RESumEn: 
La Santa Sede como actor internacional y como sujeto del Derecho 
Internacional ha tenido un rol protagónico y controvertido. 
El primer objetivo del presente trabajo es delimitar tanto a nivel 
jurídico como a nivel fáctico la relación existente entre el Estado 
Ciudad del Vaticano y la Santa Sede. Para tal objetivo se recurre a 
una exploración bibliográfica del ámbito jurídico y a una revisión 
histórica de la relevancia de la Iglesia Católica como actor inter-
nacional. 
El segundo objetivo del trabajo es realizar una descripción del 
accionar diplomático de la Santa Sede a partir de los Tratados de 
Letrán de 1929, su participación en Organizaciones Internacion-
ales y el rol mediador que ha tenido. 
La modernidad – que ha sostenido discursivamente desde sus comienzos a la secularización como 
uno de los grandes aportes de ella a la cultura occidental – es heredera de tres legados que, mutatis 
mutandis, han perfilado un mundo occidental escindido de las culturas no europeas1.
En primer lugar, el legado romano, que aporta a la constitución de la modernidad dos conceptos 
fundamentales: las instituciones y el derecho. Las instituciones – el mismo Estado romano, el ejército, 
la religión pública, entre otras – permitieron el asentamiento y expansión de la civilización romana, 
desde tiempos de la República hasta la caída del Sacro Imperio Romano Germánico de Occidente. Las 
diferentes áreas del derecho: ius civile, ius naturale y ius gentium constituyeron los grandes aportes de 
la sociedad romana a la modernidad occidental. En particular el Ius gentium es el primer antecedente 
al derecho internacional tal como se lo conoce hoy en día.
La primacía del orden romano comienza a desestabilizarse a partir del Siglo III, cuando numerosas 
amenazas perjudican la unidad romana.
InTRODuCCIÓn:
1 - José Luis Romero (2011), trabaja de forma extensiva los tres legados que constituyen la cultura occidental contemporánea en el libro La Cultura 
Occidental del mundo romano al siglo XX.
Palabras Claves
 • Santa Sede 
 • Relaciones Internacionales 
 • Papado 
 • Vaticano 
8 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
La propia expansión transcontinental del imper-
io romano – y la dificultad para la administración 
del mismo – dividen al imperio en dos. A su vez 
las amenazas externas: desde diferentes frentes – 
oriente, sur y norte del Imperio – debilitaron más 
aun la “romanidad”.
En segundo lugar, el legado hebreo. El cristian-
ismo surge siendo una religión de tipo oriental, 
inicialmente confundida con el judaísmo, que fue 
a los comienzos del imperio romano considera-
da como mera superstición. En plena crisis del 
imperio romano – señalado con anterioridad 
– el cristianismo comenzó a considerarse una 
amenaza. Como dice Romero, “(…) cristianismo 
y romanidad representaban dos concepciones 
antitéticas de la vida, y no es exagerado afirmar 
que el triunfo de la concepción cristiana debía 
herir a la romanidad en sus puntos vitales” 
(Romero, 2011:23). Teodosio el Grande desalojo 
a la triada capitolina de Roma y el cristianismo – 
institucionalmente ya organizado bajo la Iglesia 
– procedió a adoptar los esquemas organizativos 
del Imperio Romano. El edicto de Milán – en 
el año 313 – legalizó la religión cristiana y en el 
Concilio de Nicea en el año 325 se legitimo al 
cristianismo.
En tercer lugar, el legado germano. Diferenciado 
de los otros dos legados, éste se relacionaba al 
sentido heroico, exaltando el valor y la destreza 
como principales virtudes humanas. Esos valores 
permearon las sociedades conquistadas y se 
confundieron con las instituciones de los con-
quistados: el Estado y la Iglesia. 
La combinación de los dos primeros legados 
ha permitido constituir, mediante una relación 
de afinidades electivas, un actor relevante en el 
escenario internacional: la Iglesia Católica. La 
2 - El presente artículo no pretende ahondar en el desarrollo formal de la Iglesia Católica como institución. Tal objetivo excede largamente las preten-
siones y capacidades del autor. de la Iglesia Católica se referencia a: Laboa Gallego, Juan María (2011), Historia de los Papas y García Bazán, Francisco 
(2014), El papado y la historia de la iglesia.
adopción inicial de las estructuras institucionales 
romanas por parte de la Iglesia Católica permitió 
una expansión capilar al interior del Imperio 
Romano. El edicto de Milán y el Concilio de 
Nicea permitió eclosionar en la esfera pública la 
institución católica2.
La convergencia de ambos legados constituyó 
algo nuevo, puesto que la fe cristiana existía 
previamente al reconocimiento y legalización 
romana; y las instituciones romanas – y particu-
larmente el ius gentium – existía previamente a 
la escisión del Imperio Romano. Lo nuevo que se 
constituyó fue una institución de basto alcance y 
en relación con el poder político. 
Desde el concilio de Nicea los aconteceres de la 
iglesia Católica no han pasado desapercibidos del 
ámbito de lo público, pese a las mutaciones que lo 
público ha tenido. 
La caída de ambos imperios romanos – el de 
occidente que comienza a desmembrarse a me-
diados del siglo IV y el de oriente, con la caída 
de Constantinopla en 1453 -, el surgimiento de 
los regimenes feudales y la conquista de America 
a partir de 1492 fueron hechos que transforma-
ron la concepción de lo publico, lo político, y la 
política, pero que no alteraron la relevancia, en el 
mundo occidental de la iglesia católica. Más aún, 
el lazo entre poder espiritual y poder político se 
fue consolidando. 
El DEREChO InTERnACIOnAl 
mODERnO y lA IglESIA 
CATÓlICA: 
Verdross (1967), afirma que el derecho in-
ternacional moderno hunde sus raíces en la 
temprana edad media, aunque como tal no 
9LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción
surgió hasta que no se produjo una descentral-
ización del Sacrum Imperium. Más, como quiera 
que la nueva comunidad de estados siguiera 
dominada por la idea de la unidad cristina, se 
designó como res publica o res publica sub deo 
(Vedross, 1967:35). 
De esa comunidad de Estados eran sujetos origi-
narios los Estados Soberanos y la Sede Apostólica. 
El derecho internacional medieval le otorgaba 
a la persona del Papa el lugar de mediador, pu-
diendo intervenir ex officio en todos los litigios 
internacionales. 
El advenimiento de la modernidad – siglo XV-
XVI – trajo la ruptura de la iglesia Católica a 
partir de la Reforma Protestante, pero no por ello 
disminuyó el protagonismo de la Sede Apostóli-
ca en los aconteceres internacionales. Más aún, 
tras el “descubrimiento” de America el Papa 
Alejandro VI publica la bula Inter Caetera (en 
mayo de 1493) que constituyó la base para el pos-
terior tratado de Tordesillas que delimitaba las 
conquistas españolas y portuguesas en el nuevo 
continente. 
El segundo periodo del Derecho Internacional 
moderno – así lo denomina Verdross (1967) – se 
da con el surgimiento de la comunidad internac-
ional y el surgimiento de los estados nacionales 
en la Paz de Westfalia en 1648. 
La misma causó, en primer lugar, el debilitam-
iento del Emperador del Sacro Imperio Romano 
Germánico en detrimentode la autonomía de los 
estados alemanes; en segundo lugar, el surgimien-
to del equilibrio de poder que se vera afianzado 
en la paz de Utrecht de 1713; en tercer y último 
lugar, la paz de Westfalia, que fue el punto de 
quiebre de la primacía diplomática de la Santa 
Sede, y a partir de ella, el papado pierde parte de 
su fuerte peso político (Santos Abril y Castelló, 
2000), dando por tierra “la idea carolingia de res 
publica christianarum gentium, es decir, aquella 
donde no hay diferencias entre imperio e iglesia” 
(Gomes, 2010; 203).
Las transformaciones políticas impulsadas por 
la Revolución Francesa no brindaron inmediata-
mente sus frutos en el derecho internacional, ya 
que, tras la derrota de Napoleón, la Santa Alianza 
restauró la monarquía, reconociendo a todos los 
soberanos como hermanos de la familia cristiana. 
Las transformaciones territoriales de fines del 
siglo XVIII hasta 1871 fueron en detrimento del 
poderío territorial de la Sede Apostólica, y su voz 
se vio afectada, inicialmente por las reacciones 
anticlericales durante la Revolución Francesa, y 
posteriormente con la instalación del principio 
de las nacionalidades a partir de 1830 y particu-
larmente en las revoluciones de 1848. 
La ola revolucionaria de 1848 afectó a los Estados 
Pontificios. La proclamación de la Republica 
Italiana con capital en Roma hizo huir al Papa 
Pío IX buscando protección del Rey de Nápoles, 
recuperando el poder temporal dos años más tar-
de gracias a la ayuda del emperador francés Luis 
Napoleón Bonaparte y otras potencias católicas. 
La autoridad política papal a su regreso se vio 
mermada, porque tras dos años de ausencias, la 
figura del conde de Cavour se vio consolidada en 
el reino de Saboya. Desde 1850 el avance del Pia-
monte fue implacable, estrechando cada vez más 
el círculo en torno a los Estados Pontificios. En 
1861, Víctor Manuel II se proclamó rey de Italia y 
designo a Roma como la capital del reino. 
La unificación italiana solo pudo lograrse – a lo 
que hoy se conoce como Italia – gracias a la avan-
zada de Bismarck sobre la Francia monárquica 
de Luis Napoleón Bonaparte. La retirada de las 
tropas de éste para defenderse del avance pru-
siano dio como resultado la indefensión de los 
10 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
Estados Pontificios y la claudicación de estos en 
1871 a manos de Víctor Emanuel II. 
lA CuESTIÓn ROmAnA:
La entrada de las tropas italianas a la ciudad de 
Roma tuvo, señala IREBA (1995) de acuerdo a 
dos teorías, dos consecuencias diferentes:
1. Teoría afirmativa sobre la “debellatio totalis” 
(ocupación): el estado pontificio cesa su existen-
cia por la pérdida del territorio y de la población. 
No existieron acuerdos que pudieran poner fin a 
este estado de cosas y, aun cuando la intención 
italiana no fue la de ocupar todo el territorio del 
antiguo estado pontificio, dicha ocupación se 
verificó en términos generales.
2. Teoría negativa sobre la “debellatio totalis”: 
sostiene que, a los fines de lograr el objetivo 
deseado de unificar Italia, era necesario sólo una 
debellatio jurídica”. 
Aquí se da inicio a lo que se conoció como la 
“questione romana”. La misma implicó funda-
mentalmente la caída del poderío territorial del 
Papa. En este sentido, “la autoridad espiritual 
del Papa alcanza su cumbre, mientras que su 
soberanía territorial se ve casi reducida a la nada” 
(Chevalier, 1971: 12). 
Tras un intento de acuerdo entre el Estado ital-
iano recién constituido y la iglesia católica, que 
culminó en el fracaso, se sanciona la ley 214 el 
13 de mayo de 1871, conocida como “Ley de 
Garantías”. La misma comprendía, por un lado, 
prerrogativas del Sumo Pontífice3 y de la Santa 
Sede; y por otro, regulaba las relaciones entre la 
iglesia y el estado italiano. Desde la ocupación de 
3 - La Ley de Garantías aseguraba la inviolabilidad del Papa – no pudiendo ser objeto de ninguna coerción – a su vez garantizaba la inmunidad de ju-
risdicción para el Papa y los lugares pontificios. Zepeda menciona una particularidad con respecto a la ley de Garantías: “la declaración (…) reconoce 
únicamente la personalidad sagrada del Sumo Pontífice y la inviolabilidad con respecto a su persona. Sin embargo, cualquier persona podía libremente 
atacar la institución del Papado, siempre que no hiciera mención del Sumo Pontífice” (Zepeda Coll, 2011; 25).
Roma hasta el momento de la firma de los pactos 
lateranenses, la personalidad jurídica internac-
ional de la Santa Sede fue siempre reconocida por 
todos los Estados, aun aquellos no católicos: este 
hecho demuestra claramente la separación de la 
Santa Sede como órgano de gobierno de la iglesia 
universal y la soberanía territorial hasta aquel 
momento existente. De hecho, el reconocimiento 
del Papa como un soberano extranjero – a partir 
de la Ley de Garantías- garantizó que “la pérdida 
de los Estados Pontificios no trajera consigo la 
interrupción de las relaciones entre la Sede Apos-
tólica y los demás Estados” (Verdross, 1967: 146). 
Desde que la cuestión romana tiene su comien-
zo hasta los tratados de Letrán de 1929 ningún 
pontífice salio del territorio del Vaticano.
lOS PACTOS DE lETRán: 
El 11 de febrero de 1929 fueron firmados los Ac-
uerdos de Letrán entre la Santa Sede e Italia, que 
ponían fin a la “questione romana”. 
En virtud de los Acuerdos de Letrán, se llegó a un 
acuerdo sobre nuevas bases. La Italia de Musso-
lini reconoció a la Santa Sede 
Plena propiedad y exclusiva y absoluta potestad y 
jurisdicción soberana sobre determinado territo-
rio de la ciudad de Roma, que se llama Estado de 
la Ciudad del Vaticano, le reconoció el derecho 
de legación activo y pasivo, libertad absoluta de 
comunicaciones, de toda especie con el exterior, 
en tiempo de paz como de guerra, y declaró ab-
rogada la Ley de Garantías (Podesta Costa, 1985: 
79).
Los Acuerdos de Letrán constan de dos proto-
11LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción
colos, un tratado con un convenio adyacente 
y un acuerdo financiero. El mismo reconoce 
la necesidad de garantizar a la Santa Sede la 
independencia absoluta, donde el Papa pueda 
ejercer su soberanía. Podríamos decir que fue 
un reconocimiento doble, porque además de 
otorgarle un territorio (uno de los elementos para 
ser considerado sujeto internacional), reconoció 
a la Iglesia Católica Apostólica Romana como la 
única religión del estado. 
A partir del momento de entrada en vigor de los 
Pactos de Letrán, el territorio bajo potestad del 
Papa asumió la característica de Estado, es decir 
[la Ciudad del Vaticano] está llamada a realizar 
actos de legislación, administración y jurisdic-
ción que difieren completamente de las funciones 
sacerdotales de la Iglesia. Lo que ocurre es que di-
cho Estado no es un Estado soberano, sino que se 
deriva del ordenamiento eclesiástico (Verdross, 
1967: 144).
SAnTA SEDE y ESTADO CIuDAD 
DEl VATICAnO: lA SubJETIVIDAD 
InTERnACIOnAl
La Santa Sede es el basamento espiritual que da 
origen Estado Ciudad del Vaticano, éste es la sede 
tangible y territorialmente soberana de la prime-
ra. En referencia a esta dualidad, Diez de Velasco 
dice: 
(…) la Ciudad del Vaticano aparece como un me-
dio jurídico necesario para asegurar la libertad y 
la independencia de la Santa Sede en todos los 
órdenes (…). El Estado de la Ciudad del Vati-
cano es un ente con la especial misión de servir 
de base territorial a otro, la Santa Sede, y en él 
se dan los elementos que caracterizan al Estado 
y que el derecho internacional toma como base 
para la subjetividad internacional de este (Diez 
de Velasco, 2007: 300). 
Existe doctrinalmente dos corrientes sobre 
la relación entre ambos actores. Una primera 
corriente – habitualmente denominada monista 
- niega la existencia de dos sujetos delderecho 
internacional, excluyendo de esa manera toda 
relación posible entre ambos actores. Una se-
gunda corriente – dualista – afirma que ambos 
actores son sujetos del derecho internacional, 
pero diferenciados. Ésta ultima doctrina sostiene 
a su vez, que el lazo existente entre ambos actores 
obedece a una unión personal – así lo afirma 
Kelsen (Kelsen, 1965) mediante el Papa, que es 
la cabeza visible de la Santa Sede y a su vez es el 
monarca del Estado Ciudad del Vaticano. Existe 
una tesis que sostiene que la relación entre ambos 
actores no es posible de ser encuadrada en un 
esquema teórico ya conocido, transformando la 
relación en sui generis (Barberis y Armas Pfirter, 
1998). 
lA DIPlOmACIA VATICAnA 
DESPuéS DE lOS TRATADOS DE 
lETRán4 :
El abordaje de lo internacional desde la Santa 
Sede puede ser realizado desde dos lugares dif-
erentes. Un primer abordaje esta relacionado al 
actuar diplomático internacional, incluyendo las 
relaciones con otros Estados, Organizaciones y 
Convenciones Internacionales, y así también la 
practica de mediación y arbitraje internacional 
por parte de la Santa Sede. Un segundo abordaje 
corresponde a las ideas presentes en la document-
ación oficial de la Santa Sede que da sustento a 
4 - Existen ciertos temas que han quedado excluidos de su desarrollo por su complejidad y extensión: rol de la Santa Sede durante la Segunda Guerra 
Mundial, la relación entre la Santa Sede y la Teología de la Liberación, el terrorismo en el escenario internacional, entre otros.
12 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
su accionar internacional. En este apartado se 
planteará sucintamente ambos abordajes. 
Con respecto al primer abordaje debe diferen-
ciarse el accionar internacional de la Santa Sede 
y del Estado Ciudad del Vaticano. 
La Santa Sede, es de los dos actores, quien posee 
el derecho de legación activo y pasivo. Esta repre-
sentado por los Nuncios5 , y tiene representación 
en 180 países, entre los que no se encuentran Chi-
na, Afganistán, Arabia Saudita y Corea del Norte. 
Una importante cantidad de dichas misiones son 
acreditaciones múltiples, especialmente en el 
continente asiático y en el africano. Las acredita-
ciones frente a la Santa Sede se realizan mediante 
la Secretaria de Estado, que es la que coordina el 
accionar exterior de la misma. Tras los tratados 
de Letrán se impide realizar una acreditación 
doble frente a Italia y a la Santa Sede. Es decir, 
debe haber dos embajadores, uno para Italia y 
otro para la Santa Sede6. 
Respecto de las relaciones consulares, contrar-
iamente a la práctica seguida por los estados 
pontificios hasta 1870, la Santa Sede no designa 
actualmente funcionarios consulares. 
La Santa Sede es observador permanente de la 
Organización de Naciones Unidas (ONU), desde 
1964; Organización de Naciones Unidas para la 
Agricultura (FAO por sus iniciales en ingles), 
desde 1950; Agencia de Naciones Unidas para 
los Refugiados (ACNUR); Organización de 
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia 
y la Cultura (UNESCO por sus siglas en ingles), 
desde 1960; Organización Mundial del Comercio 
(OMC), desde 1998; en la Convención Inter-
nacional de Derecho del Mar; Organización de 
Estados Americanos (OEA), desde 1978, entre 
otras organizaciones internacionales7.
La ciudad del vaticano participa, desde su 
creación, en el ámbito internacional. El Vatica-
no ha celebrado una serie de convenciones con 
Italia, a fin de regular cuestiones relativas al ser-
vicio postal, aduana, circulación de automotores, 
servicios telegráfico y telefónico, moneda, radio, 
exenciones imposibles, delimitación y asuntos 
territoriales, policía mortuoria, notificaciones 
en materia civil y comercial, etc. El Estado Ci-
udad del Vaticano es miembro de la UPU, de la 
UIT y de la OMPI. Igualmente es miembro de 
UNIDROIT, del Consejo internacional del trigo 
y se ha adherido a numerosas convenciones 
multilaterales sobre temas diversos: propiedad 
intelectual, derecho internacional privado, cues-
tiones marítimas, etc.
La Santa Sede ha llevado su accionar internac-
ional más allá de las relaciones diplomáticas per 
se. Ha ofrecido sus buenos oficios desde tiempos 
remotos – ya mencionadas con anterioridad – y 
también de forma más cercana en el tiempo. Mu-
chas veces los buenos oficios han sido prestados 
de forma directa por el Papa o un representante, 
en otros casos, comunidades religiosas han fun-
cionado como representantes de la Santa Sede.
En el primer caso se puede señalar: la mediación 
ofrecida por el Papa León XIII en el conflicto 
territorial entre Republica Dominicana y Haití 
en 1874; el intento de mediación entre Venezuela 
y Gran Bretaña a fines del siglo XIX, el tratado 
de arbitraje entre Perú y Colombia en 1905; el 
5 - Es en el Congreso de Viena de 1815 donde la diplomacia de la Santa Sede sienta su base actual y se transforma al Nuncio en el representante per se de 
la Santa Sede. Si bien era de hecho, el Congreso de Viena lo transformó de derecho. Cuando se establece la categorización de los agentes diplomáticos, el 
nuncio queda instituido como jefe de misión, formando parte de la primera categoría de agentes diplomáticos.
6 - Para una visión detallada de los países con los que establece relaciones diplomáticas y las fechas de comienzo de las mismas ver: Santa Sede, “Rel-
aciones Bilaterales de la Santa Sede” [en línea], Vaticano, < http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/documents/rc_seg-st_20010123_ho-
ly-see-relations_sp.html>, > [Consulta: 22 de mayo de 2015].
7 - Ibídem 6.
13LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción
tribunal de arbitraje precedido por un Nuncio 
Apostólico para dirimir limites entre Brasil y Bo-
livia en 1903; y un caso similar entre Brasil y Perú 
en 1904. Más adelante en el tiempo, la mediación 
del cardenal Samoré entre Argentina y Chile por 
el Canal de Beagle en 1982. Fuera del continente 
americano, la intervención papal por las Islas 
Carolinas entre el Segundo Imperio Alemán y Es-
paña en 1886; los intentos de mediación de Pablo 
VI en la guerra entre Vietnam y Estados Unidos 
(a partir de 1967), las mediaciones en las guerras 
de Irak en 1990 y 2003, la mediación en Bosnia 
en 1993, y la mediación en el Líbano en 2006.
En el segundo caso, se puede destacar el rol 
preponderante que ha tenido la comunidad de 
Sant´Egidio y el impacto de sus intervenciones 
en: Mozambique, donde se firmó un acuerdo de 
paz en 1990; Argelia en 1995; Guatemala en 1996; 
Albania en 1997; Burkina Faso en 1998; Burundi 
en 2001; Togo en 2005; Uganda en 2006; Costa 
de Marfil en 2007. 
El ESPíRITu InTERnACIOnAl DE 
lA SAnTA SEDE: 
Desde la encíclica Rerum Novarum (1891) en 
adelante, el pensamiento de la Santa Sede sobre el 
acontecer social se ha puesto de manifiesto, tanto 
de manera doctrinal – por encíclicas o exhortos 
– como mediante discursos papales. 
Hasta mediados del siglo XX la relación entre las 
relaciones internacionales y el corpus doctrinal 
podía ser caratulado de tipo reactivo. Es decir, se 
repetición de formulas estancas que no necesari-
amente servían para la acelerada transformación 
de las relaciones internacionales acontecidas 
tras las dos guerras mundiales. En este sentido, 
el papado de Juan XXIII marcó un quiebre sus-
tantivo debido a tres razones: la convocatoria a 
un Sínodo de Obispos, la reforma del Código de 
Derecho Canónico, y la convocatoria a un Con-
cilio Ecuménico8 . Éste último hecho fue el gran 
aporte realizado por Juan XXIII al catolicismo 
contemporáneo, y tuvo lugar entre 1962 y 1965, 
terminando, tras la muerte de Juan XXIII bajo el 
pontificado de Pablo VI. 
De éste papado se comienza a perfilar dos temas 
que continúan en la actualidad y que , en su 
contexto, representaron un avance conceptual y 
propositivo: paz ydesarrollo.La encíclica Pacem 
in Terris, de 1963 y el Concilio Vaticano II fueron 
el puntapié inicial de una nueva mirada de la San-
ta Sede sobre las relaciones internacionales y un 
intento de aporte doctrinal y fundamentalmente, 
ético. 
Tras la carta de Pablo VI al Secretario General 
de Naciones Unidas U Thant en la cual se afir-
ma la correspondencia entre Paz y Desarrollo 
comienza a generarse una sinergia entre ambas 
ideas que se ve coronada en la encíclica Popu-
lorum Progressio (1967). Se deja de lado la visión 
economicista y tecnicista del desarrollo y se opta 
por una visión integral del Desarrollo, que abarca 
todas las facetas de la vida humana y no sólo la 
provisión de bienes para la subsistencia. 
La diplomacia vaticana no ha titubeado en apoyar 
el accionar de Naciones Unidas, así como tam-
bién en la defensa de la paz del mundo. El viaje y 
el discurso de Pablo VI en las Naciones Unidas, 
el viaje a la India, a Tierra Santa, las iniciativas 
de paz para Vietnam son todos elementos que 
hacen comprender las tendencias del accionar de 
la Santa Sede en las relaciones internacionales.
En 1968 Pablo VI instaura el primero de enero 
de cada año como el Día Mundial de la Paz, una 
convocatoria inicialmente realizada a todos los 
8 - Concilio hace referencia a la asamblea de obispos convocada para debatir asuntos importantes referentes a la doctrina y disciplina de toda la Iglesia 
o de parte de ella. Ecuménico proviene del griego oicomenicós que significa universal. Para que el Concilio posea esa característica debe ser convocado 
o presidido por el Papa. 
14 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
católicos del mundo para reflexionar por la Paz, 
pero extendida a todas las religiones del mundo. 
En este día el pontífice dirige unas palabras al 
mundo convocando al trabajo por la paz y la 
justicia y expresa la línea diplomática de la Santa 
Sede para el año que comienza, enviándolo a las 
Cancillerias de los Estados con los que tiene rela-
ciones diplomáticas.
En un clima de Guerra Fría, tras la Crisis de los 
Misiles de 1962, la carrera armamentista se pre-
sentaba como el principal potencial de conflicto 
entre las Superpotencias. De hecho, la posibilidad 
de destrucción mutua asegurada presentaba un 
escenario en el cual el armamento era garante de 
la paz. Pablo VI se opuso a la idea de que “Una 
paz sin armas está siempre en peligro” en el dis-
curso para la sesión especial por desarme de la 
Asamblea General de Naciones Unidas del 24 de 
Mayo de 1978. Este principio – el de destrucción 
mutua asegurada – demandaba una paridad de 
fuerzas, empujando a cada una de las superpo-
tencias a mantener un margen de superioridad 
por la posibilidad de encontrarse en desventaja 
frente a la otra. Pablo VI señala que esta lógica 
perniciosa, que comenzó en los primeros años de 
la Guerra Fría y continúo, se instaló en el esce-
nario internacional adquiriendo un carácter de 
automaticidad.
La propuesta realizada por Pablo VI de dismi-
nución de gastos en armamentos y de aumento 
de la ayuda para el desarrollo no tuvo eco, pero 
sí fue una propuesta concreta y revolucionaria. 
Más aún, el hecho de haber sido ignorada una 
propuesta de este tipo en plena détente y tras la 
firma de los acuerdos SALT I y SALT II ratifica 
que el orden de Guerra Fría se dirimía en térmi-
nos estratégicos militares y que las relaciones 
desarrollo/subdesarrollo no estaban en la cima 
de las preocupaciones de ninguna de las dos su-
perpotencias, ni siquiera de la propia ONU.
El período en el cual asume el papado Wojtyla 
es un período convulsionado, de cambio de par-
adigma de las relaciones internacionales, donde 
un orden que prevaleció durante buena parte del 
siglo XX está llegando a su fin, en cierta forma 
comparable al tiempo de Pío XII en el cual esta 
lógica que con Juan Pablo II entra en decadencia 
en esos momentos comenzaba a aflorar. Los prim-
eros años del papado de Juan Pablo II estuvieron 
marcados por la participación de la Santa Sede en 
el diferendo limítrofe entre Chile y Argentina, el 
restablecimiento de relaciones diplomáticas de la 
Santa Sede con el Reino Unido de Gran Bretaña 
e Irlanda del Norte en 1982, con Estados Unidos 
en 1984; el dialogo interreligioso; la crisis de la 
URSS y el protagonismo de la transición en Polo-
nia que el Papa polaco tuvo9 , entre otros hechos 
relevantes.
El periodo posguerra fría es abordado positiva-
mente, sosteniendo que, tras la caída del régimen 
Soviético, la recristianización de Europa del este 
será posible rápidamente (Armengod, 2005). 
Lo cierto es que la política exterior vaticana no 
enfrentaba ese solo problema. Con la caída del 
muro de Berlín y el asentamiento del proceso 
globalizador existían otros problemas a los que 
la Santa Sede debía encontrar respuesta: el fin de 
las certezaspropio de la posmodernidad colocaba 
al individuo despojado de un ethos de vida. La 
Iglesia Católica – desde su posición de reserva 
moral de la humanidad – debía reinfundir un 
ethos particular, pero no sólo a los países que 
habían estado bajo el yugo del socialismo soviéti-
9 - Coincido con el análisis realizado por Laboa Gallego que afirma que “(...) con su apoyo decidido a la creación del sindicato polaco Solidaridad y con su 
respaldo a los derechos de los ciudadanos sistemáticamente conculcados por las democracias populares” ha contribuido de forma decisiva al declive del 
comunismo, fundamentalmente porque “(…) no ha sido el comunismo el que ha sido derrotado, sino la idea de que el hombre pueda vivir sin religión, 
sin una participación de orden espiritual” (LABOA GALLEGO, 2011: 508).
15LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción
10 - El objetivo del presente articulo – en tanto introducción a la Santa Sede en el escenario internacional – impide el tratamiento de ciertos temas, como 
el terrorismo, in extenso.
co, sino también a todos los países del mundo 
globalizado. 
Por otro lado, el nuevo orden internacional – si es 
que así puede denominárselo – generó una serie 
de nuevos problemas para el orden y la estabili-
dad internacional. Los movimientos separatistas 
– anclados en fuertes diferencias identitarias, 
entre otras – fueron las causantes de la guerra 
de Bosnia y Croacia (1992), la guerra de Bos-
nia-Herzegovina (1992), que marcaron la década 
de 1990; otro de los problemas, y quizás el más 
relevante por las implicancias internacionales ha 
sido el surgimiento del terrorismo10. 
Desde mediados de la década de 1990 la presen-
cia internacional de la Santa Sede no disminuyo, 
pero si lo hizo la efectividad y visibilidad de su 
accionar. El fracaso en el dialogo interreligioso 
puede ser considerado como un fracaso en su 
política exterior. Las rispideces al interior del 
cristianismo – entre el papado romano y las dif-
erentes ortodoxias – fueron sintomáticos de una 
diplomacia que reflejaba un fuerte verticalismo 
doctrinario por parte de Juan Pablo II, y un claro 
proteccionismo y recelo por parte de las orto-
doxias. 
La debilitada salud del Papa también influyó en 
el accionar internacional de la Santa Sede. Un 
cargo de alta complejidad y compromiso político 
para un cuerpo y una mente deteriorada por el 
parkinson, los años, el atentado de 1981, y las 
operaciones a lo largo del papado. 
REFlExIOnES FInAlES:
Diez de Velasco sostiene que es necesario realizar 
una distinción entre el actor de las relaciones in-
ternacionales y el sujeto del derecho internacional 
público. La diferencia radica en que, mientras el 
primer abordaje – el del actor internacional- es 
una aproximación de tipo sociológica en el cual 
se trata de comprender las relaciones entre los 
diferentes actores del comunidad internacional, 
el segundo abordaje – el del sujeto internacional- 
es una visión jurídica en tanto que ser sujetodel 
derecho internacional implica ser titular de dere-
chos y obligaciones en el ámbito internacional. 
Ambos planteos son aplicables al caso de estudio. 
La Iglesia Católica como actor internacional es de 
suma relevancia en tanto que en ella convergen 
valores e ideales de rango universal y de carac-
terísticas occidentales, dotándola así de cierto 
soft power. Tal es así que se puede considerar que 
“siempre ha sido grande (…) la importancia de la 
Santa Sede en el desarrollo integral de la persona 
humana, en el mantenimiento de la paz internac-
ional y en el desarrollo cotidiano de las relaciones 
internacionales” (Ireba, 1995: 7).
En este sentido, la Santa Sede se ha convertido 
en sujeto del derecho internacional no nece-
sariamente porque su naturaleza o la extensión 
de sus derechos sean idénticos a otros sujetos 
internacionales, sino porque “El desarrollo del 
Derecho Internacional, en el curso de su historia, 
se ha visto influido por las exigencias de la vida 
internacional, y el crecimiento progresivo de las 
actividades colectivas de los estados ha hecho 
ya surgir ejemplos de acción ejercida en el plano 
internacional por ciertas entidades que no son 
estados” (C.I.J.: Rec. 1949: 178).
A la luz de reflexiones históricas y jurídicas, el 
objetivo del presente artículo fue dar cuenta de la 
constitución de la Santa Sede como actor relevante 
en el escenario internacional, y a su vez, como su-
jeto peculiar del Derecho Internacional Público. 
16 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
Los hechos mencionados con posterioridad a la 
Segunda Guerra Mundial fueron de carácter ilus-
trativo de la relevancia de la Santa Sede. exclusión 
de algunos temas – rol de la Santa Sede antes y 
durante la Segunda Guerra Mundial, su relación 
con el Terrorismo tras la Guerra Fría – fueron 
intencionados. El autor justifica su ausencia en la 
complejidad del abordaje de la temática, que no 
puede ser cabalmente desarrollada en este trabajo 
que, como se menciona supra, tiene otro objetivo. 
La ausencia de los temas no refleja un desconoci-
miento de su relevancia.
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LOS PROCESOS DE INTEGRACION EN AMERICA LATINA:
LA UNASUR Y SUS PERSPECTIVAS
ACTUALES Y DESAFIOS FUTUROS 
18 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NúMERO 2 - OCTUBRE 2015
19LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA
RESumEn: 
En el presente artículo analizaremos uno de los procesos de in-
tegración sudamericanos que ha tenido mayor relevancia en los 
últimos años y que a su vez ha sido el más ambicioso en vistas del 
apoyo recibido por las naciones de la región, nos referimos espe-
cíficamente a la Unión deNaciones Sudamericanas (UNASUR). A 
través de este trabajo pretendemos demostrar que el interés de las 
naciones sudamericanas por crear mecanismos de integración ha 
sido una constante histórica desde los albores de la independencia 
que ha perdurado y se ha fortalecido pese a sus avances y retro-
cesos.
Palabras Claves
 • Procesos de Integración,
 • Política Exterior
 • CAn, mERCOSuR,
 • unASuR
El presente artículo tiene la finalidad de llevar 
adelante un análisis de uno de los temas que más 
relevancia ha acaparado en los últimos años den-
tro de la agenda de las relaciones internacionales 
de la región, la creación de la Unión de Naciones 
Suramericanas (UNASUR) como nuevo sujeto 
del Derecho Internacional y eje integracionista 
regional. Si bien la organización se formuló to-
mando como modelo, aunque de forma parcial, 
a uno de los procesos de integración más exi-
tosos que se han creado hasta ahora como es la 
Unión Europea (UE); ha atravesado un proceso 
de formación y de estructuración diferente a lo 
acontecido en Europa. Y podemos afirmar que ha 
sido diferente no solamente porque los procesos 
políticos, sociales y culturales sudamericanos son 
de cierta manera diferentes a los europeos sino 
también porque ya existían en el sur del conti-
nente dos organizaciones que a la postre serían 
los pilares de la futura organización, la Comu-
nidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado 
Común del Sur (MERCOSUR).
Si bien la preexistencia de estas dos organizaciones 
fueron determinantes porque sirvieron como 
punto de partida para la creación de la UNASUR, 
no podemos soslayar que sin la decisión política 
de los estados sudamericanos de avanzar en este 
proceso de integración regional, es muy prob-
able que la creación de la organización hubiera 
quedado trunca y más si tenemos en cuenta los 
clásicos problemas institucionales por los que ha 
atravesado y aun atraviesa, en mayor o en menor 
medida, la región en su conjunto y la dificultad 
Autor: Miguel Gerardo 
Marchetta Rodríguez
E-mail: Miguelmr1984@gmail.
com
nota Curricular: Licenciado 
en Relaciones Internacionales, 
Universidad Champagnat 
(UCH) -- Mendoza, Argentina
20 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
persistente de establecer una agenda consensua-
da que apunte a una integración tanto económica 
como política y que trascienda a los diferentes 
gobiernos que ocupan de forma temporal el pod-
er. En base a esto pretendemos que los lectores 
logren comprender, en base a los ejes sobre los 
que se estructura este artículo, los desafíos que 
enfrenta actualmente la organización y los que 
deberá encarar en un futuro para lograr consol-
idarse como el principal bloque de integración 
sudamericano. 
El siguiente trabajo se estructurará sobre cuatro 
ejes definidos. En el primero realizaremos un 
breve análisis de tipo histórico en el que haremos 
alusión a los congresos americanos durante el 
Siglo XIX y seguidamente mencionaremos los 
organismos internacionales de mayor relevan-
cia que fueron creados durante el pasado siglo. 
Seguidamente haremos un análisis de la teoría 
idealista, paradigma perteneciente a la teoría 
de las Relaciones Internacionales, con el fin de 
establecer un marco general a nivel teórico que 
nos ayudará a comprender la influencia que ha 
tenido esta teoría sobre las políticas exteriores 
de los países sudamericanos orientadas hacia la 
creación de mecanismos de cooperación como el 
que nos ocupa en el presente artículo. 
En el tercer eje realizaremos un análisis del MER-
COSUR y de la CAN haciendo hincapié en el rol 
que han tenido como pilares en la creación de la 
UNASUR. Y finalmente explicaremos el proceso 
de creación de la UNASUR pero haremos énfasis 
en las perspectivas actuales de la organización, 
los desafíos que tiene actualmente por delante y 
los que deberá enfrentar en un futuro.
COnTExTO hISTÓRICO DE lOS 
PROCESOS DE InTEgRACIÓn 
lATInOAmERICAnOS
Si hay una región que desde un principio bus-
có impulsar proyectos de integración ha sido 
América Latina en general y Sudamérica en 
particular. Las primeras propuestas integracion-
istas ya formaban parte de las ideas políticas de 
algunos de los próceres que habían intervenido 
en las guerras de independencia como José de 
San Martín o Simón Bolívar. Entendían que las 
nacientes naciones americanas debían asegurar 
y defender su independencia de los intentos de 
reconquista europeos y la manera más lógica de 
lograr esto era en base a una unión perdurable en 
el tiempo. 
Simon Bolívar en su Carta a Jamaica sostenía: “Es 
una idea grandiosa pretender formar de todo el 
mundo nuevo una sola nación con un solo vin-
culo que ligue sus partes entre si y con todo el 
mundo…Que bello seria que el Istmo de Panamá 
fuese para nosotros lo que el de Corinto para los 
griegos.” (Bolívar, 1815). 
En este mismo sentido se expresaba Don José de 
San Martín: “Se constituya una forma de gobierno 
general, que de toda América unida en identidad 
de causas, intereses y objeto, constituya una sola 
nación.” (Pérez Amuchástegui, 9, en Seitz, 13).
Eran ideas muy ambiciosas pero difíciles de llevar 
a cabo en vista de los problemas que cada gobier-
no recientemente constituido debía afrontar. 
Tomando en cuenta esta problemática crucial, 
el primer paso que dieron fue el de organizarse 
21LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA
mediante la realización de diversos congresos 
interestatales. 
El primero de ellos fue el congreso realizado en 
Panamá en 1826, con la decisiva iniciativa para 
que se llevara a cabo por parte de Simón Bolívar. 
La importancia de este congreso se vio potenciada 
por haber sido el primer ámbito de discusión que 
se llevaba adelante en el continente (más allá de 
la ausencia notoria de algunos estados), y por la 
firma final del “Tratado de Liga y Confederación 
Perpetua”, que establecía entre sus puntos más 
relevantes la resolución pacifica de las controver-
sias, que cada dos años se reunieran los ministros 
plenipotenciarios, y la defensa colectiva de la 
soberanía continental. 
Ante nuevos intentos europeos para reconquistar 
sus antiguas colonias, se llevaría adelante una 
nueva convocatoria para realizar una serie de 
congresos que no tendrían el éxito deseado, estos 
se realizaron en 1831, 1838, 1840 y en 1842.
En cambio, en los congresos realizados en Lima 
en 1848, en Santiago en 1856 y el que se hizo nue-
vamente en Lima en 1864 se lograron acuerdos 
de mayor trascendencia. 
En el primer congreso de Lima se firmó un 
“Tratado de Confederación”, del cual podemos 
mencionar su objetivo más relevante, el sosten-
imiento de la soberanía y la integridad territorial 
de las naciones firmantes del mismo. Los estados 
concurrentes a este primer congreso fueron Perú, 
en su carácter de anfitrión, Bolivia, Chile, Nueva 
Granada y Ecuador. En el congreso que se llevó 
a cabo en Santiago los mismos estados, con la 
excepción de Bolivia y Nueva Granada que no 
concurrieron al mismo, establecieron un acuerdo 
de unión, el “Tratado Continental”, que estaba 
abierto a la futura adhesión de otros gobiernos. 
Finalmente, en el segundo congreso desarrol-
lado en Lima (1864), Bolivia, Chile, Colombia, 
El Salvador, Perú y Venezuela se firmaron dos 
convenios, por un lado una “Unión y Alianza 
Defensiva” frente a cualquier amenaza que pudi-
era afectar la soberanía territorial de los estados 
firmantes, y por el otro un convenio sobre el 
“Mantenimiento de la Paz” sobre la resolución 
pacifica de las controversias que pudieran sur-
gir entre estados firmantes. Este principio sería 
puesto en valor nuevamente e incorporado en 
los tratados constitutivos de diversos organismos 
internacionales que fueron creándose en el Siglo 
XX.
Es cierto que los tratados mencionados anterior-
mente no fueron ratificadospero ese hecho no les 
resta importancia. El valor simbólico e histórico 
de los mismos fue determinante porque fueron 
los primeros intentos integracionistas a nivel 
regional y sentaron las bases para el desarrollo de 
una agenda común latinoamericana dentro de las 
relaciones internacionales.
Pero es en el período de la segunda postguerra en 
el cual los países de la región vuelven a focalizar 
su atención en la necesidad de crear ámbitos pro-
pios de discusión y de cooperación tanto a nivel 
político, social como económico. 
Entre las organizaciones de mayor relevancia a 
nivel regional y hemisférico que fueron creadas 
en este período podemos nombrar las siguientes:
la Organización de Estados Americanos (OEA) 
en 1948, el Pacto Andino en 1969.
En 1973 nace la Comunidad del Caribe (CARI-
22 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
COM) y en 1975 se pone en marcha el Sistema 
Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). 
Sin dudas una de las iniciativas que tuvo mayor 
trascendencia en este período fue la creación de 
la ALALC o Asociación Latinoamericana de Li-
bre Comercio. En 1960 Argentina, Brasil, Chile, 
México, Paraguay, Perú y Uruguay firmaron el 
acuerdo constitutivo de la organización, el Trata-
do de Montevideo; el que luego sería suscripto 
por otros estados de la región. La ALALC fue 
el primer intento de crear un mercado común 
latinoamericano y en función de ese objetivo se 
establecieron una serie de medidas necesarias 
para lograrlo, incluyendo un sistema de rebajas 
arancelarias entre los estados miembros, el fo-
mento del comercio intrarregional, eliminación 
de restricciones de distinto tipo y la facilitación 
de las condiciones para comerciar con Estados 
Unidos y con Europa. 
Sin embargo los acuerdos alcanzados present-
aban limitaciones importantes: sólo se reducían 
o eliminaban trabas comerciales sobre los bienes 
y no sobre los servicios y no existía una coordi-
nación de políticas entre los estados miembros; 
lo que sumado a otras razones terminarían 
limitando los objetivos principales que se habían 
establecido. No podemos dejar de mencionar 
que las enormes asimetrías existentes entre los 
estados miembros también dificultaron el desen-
volvimiento de la organización. 
Hacia 1980 la ALALC se reorganizó y se con-
formaría la Asociación Latinoamericana de 
Integración (ALADI), que mediante un nuevo 
Tratado de Montevideo estableció la sede de la 
organización en esa ciudad1. Los objetivos que 
persigue la reestructurada organización eran 
prácticamente los mismos que los de su antece-
sora, siendo el más importante el establecimiento 
de un mercado común. Otro hecho significativo 
fue que en 1999 se incorporó a Cuba como nuevo 
estado miembro de la organización. 
La ALADI busca la creación de un área de 
preferencias económicas para lograr su objetivo 
principal que es establecer un mercado común 
latinoamericano. Para esto se emplean tres me-
canismos: una preferencia arancelaria regional 
que se aplica sobre los productos originarios de 
los estados miembros frente a los aranceles vi-
gentes para terceros países, acuerdos de alcance 
regional y acuerdos de alcance parcial, con la par-
ticipación de dos o más estados pertenecientes al 
bloque. En este último mecanismo encontramos 
una notoria diferencia de cómo se manejaban 
este tipo de acuerdos en la ALALC, en donde 
los acuerdos regionales eran los más relevantes 
y los subregionales y sectoriales la excepción. El 
enfoque que se adoptó finalmente fue darle la 
mayor relevancia a los acuerdos subregionales o 
sectoriales y los acuerdos regionales pasarían a 
ser el marco y a su vez el objetivo final. 
No podemos soslayar dos cuestiones muy rele-
vantes respecto a la ALADI: la importancia que 
ha tenido la organización a la hora de fomentar 
el desarrollo del comercio entre los países de la 
región y que el objetivo principal que buscaba, 
que era la creación de un mercado común, fue 
continuado y fortalecido gracias a la firma de 
diversos acuerdos intrarregionales como el que se 
firmó para llevar adelante la complementariedad 
de las políticas que llevaban adelante la CAN y el 
MERCOSUR. 
1 - Los miembros actuales de la organización son la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uru-
guay y Venezuela.
23LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA
EnTEnDIEnDO lA POlíTICA 
ExTERIOR En ClAVE 
InTEgRACIOnISTA DE lOS PAíSES 
DE lA REgIÓn: El PARADIgmA 
IDEAlISTA En lAS RElACIOnES 
InTERnACIOnAlES 
Del análisis realizado en el eje anterior se 
desprende que la idea inicial de lograr una inte-
gración a nivel regional si vio impulsada por dos 
motivos muy claramente definidos y vinculados: 
por un lado los nacientes estados necesitaban una 
herramienta que les permitiera afianzar su sober-
anía y su independencia y, por el otro, estaba la 
amenaza de que se produjera un nuevo intento 
colonizador por parte de los estados centrales eu-
ropeos y era necesario contrarrestarlos de alguna 
forma. 
Por lo tanto, es necesario considerar y com-
prender que estos primeros intentos en el largo 
camino de la integración no obedecen a un mero 
capricho histórico o a algo que sucedió porque 
indefectiblemente debía darse. La variable inte-
gracionista, desde el punto de vista teórico, se 
enmarca dentro del paradigma Idealista en las 
Relaciones Internacionales. 
La perspectiva idealista en la conducción de 
los asuntos políticos podemos encontrarla a lo 
largo de la historia. La antigua Grecia puede ser 
considerada como fuente primigenia de esta per-
spectiva, en donde ya se hablaba de la necesidad 
de que los actos de gobierno fueran no solo actos 
que conllevaran un valor ético intrínseco, sino 
que también pudieran considerarse adecuados.
Bastante más cercano en el tiempo, el filósofo 
Immanuel Kant sostenía en su obra “Sobre la Paz 
Perpetua”, y en momentos en que la Revolución 
Francesa transitaba ya su última etapa, que el 
escenario de paz entre las naciones no era tal; en 
realidad los mismos se encontraban inmersos 
en un proceso constante de conflicto. Esta par-
ticularidad sólo podría ser superada a través de 
un “Contrato Social” entre los pueblos. Pensaba 
que el Derecho Internacional debía desarrollarse 
en base a un “Federalismo entre Estados”. Esta 
idea de la existencia de un federalismo estadual 
remite directamente a la creación de un ámbito 
de discusión de las cuestiones internacionales en 
el que pudieran confluir diversos estados y que 
es el objetivo principal que persigue cualquier 
organismo internacional actualmente. A su vez 
creía firmemente que existía una tendencia de 
tipo histórica hacia la paz, la cual esta relacionada 
a una obligación de tipo moral para superar el 
estado de guerra permanente y el egoísmo intrín-
sico propio de la condición humana.
Los que adscriben a esta corriente de pen-
samiento político dentro de las Relaciones 
Internacionales persiguen un objetivo central y 
definido, establecer en el sistema internacional 
y en las relaciones entre las naciones las condi-
ciones necesarias para lograr una paz perdurable 
o “paz perpetua”. Es por este motivo que la guerra 
es una situación insostenible que debe ser evitada 
de forma definitiva y la única manera de lograr 
este objetivo es delegando el monopolio de la 
fuerza a un organismo de carácter internacional 
que se encargaría de solucionar las controversias 
que pudieran surgir entre los estados y garantizar 
su seguridad. Este sistema de seguridad colectiva, 
a su vez, debía estructurarse en base a cuatro 
principios: se debían descartar por completo los 
tratados de carácter secreto y se daría una mayor 
participación pública en los asuntos internacion-
ales, los estados renunciarán a la guerra como un 
24 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO2 - OCTUBRE 2015
instrumento de su política exterior, la búsqueda 
del equilibrio de poder será reemplazada por la 
de mecanismos de seguridad colectiva y se esta-
blecerá un orden a nivel internacional que estará 
garantizado por la creación de diversos organ-
ismos multilaterales que tendrán las facultades 
necesarias para mantenerlo. 
Indudablemente la política exterior de las na-
ciones latinoamericanas se ha visto fuertemente 
influenciada por los principios de este paradig-
ma. Si bien la elaboración y posterior ejecución 
de la política exterior de un estado es un proceso 
complejo en el cual intervienen una serie de 
variables tanto internas como externas, debemos 
hacer hincapié en una de las variables externas 
que mayor influencia ha tenido sobre los estados 
latinoamericanos, que es su posición periférica 
dentro del contexto internacional. 
Incluso luego del largo y complejo proceso inde-
pendentista, se acentuaría aun más esta condición. 
La construcción tardía de un sistema republicano 
y democrático; las deudas económicas que había 
dejado el proceso independentista; los conflictos 
internos que habían quedado sin resolver y que 
en muchos países llevaron a guerras civiles; y la 
amenaza aun latente de una reconquista de estos 
territorios por parte de las potencias europeas, no 
hicieron mas que ahondar aun más la posición 
periférica de la mayoría de los estados de la 
región. 
Como ya habíamos mencionado anteriormente, 
esta condición periférica provocó que los 
principios del Idealismo influyeran de forma de-
terminante sobre la política exterior de los países 
de la región. Los congresos realizados durante 
el Siglo XIX van en concordancia con esto y los 
tratados que de ellos surgieron fueron codifi-
cando una serie de normas de carácter legal que 
lograrían perdurar en el tiempo, y que significa-
ron un valioso aporte al Derecho Internacional2. 
Si bien estos primeros congresos fueron los pi-
lares de la política exterior latinoamericana en 
clave integracionista, podemos hacer otra lectura 
para entender porqué su realización obedeció a 
una serie de factores determinados. Habíamos 
mencionado anteriormente que uno de los 
hechos que propiciaron la convocatoria a los 
mismos fue la necesidad de consolidar la inde-
pendencia recientemente conquistada y procurar 
mecanismos que impidieran un nuevo avance de 
los estados europeos. Sin embargo, la existencia 
de valores, intereses e instituciones comunes a to-
dos los estados sudamericanos también tuvieron 
una influencia determinante para afianzar este 
proceso integracionista.
Los países sudamericanos han buscado edificarse 
en torno a una estructura de cooperación política 
basada en un patrimonio histórico, cultural e 
institucional en común y es así como debemos 
entender esta política exterior latinoamericana 
en clave integracionista.
El mERCOSuR y lA CAn COmO 
PIlARES En El PROCESO DE 
COnFORmACIÓn DE lA unASuR
Hemos podido apreciar que han sido numerosos 
los intentos por parte de los países latinoamerica-
nos en general y los sudamericanos en particular, 
para alcanzar un determinado nivel de integración 
económico y/o político y que estas iniciativas se 
tradujeron en la creación de diversos organismos 
intergubernamentales de cooperación como los 
anteriormente vistos. Pero no es menos cierto que 
determinadas problemáticas de la región como 
han sido la inestabilidad política, la desigualdad 
2 - Es importante resaltar que el paradigma Idealista tiene una fuerte impronta legalista que a su vez es la base del Derecho como doc-
trina. 
25LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA
3 - También podemos nombrar al Grupo de Río, que si bien no fue una organización internacional propiamente dicha, ha funcionado 
como un foro intergubernamental en donde se han abordado diversos temas propios de la agenda sudamericana. En su cumbre real-
izada en México, en el 2010, los jefes de estado allí reunidos decidieron la creación de un nuevo organismo que continuaría con los 
objetivos del Grupo de Río, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
y las grandes crisis económicas impidieron que 
los objetivos centrales de esos organismos se 
ejecutaran como habían sido planteados. Entre 
las excepciones a esta regla podemos nombrar 
la puesta en marcha de la ALADI, que como ya 
hemos mencionado, entró en funciones en 1980 y 
fue la organización sucesora de la ALALC3.
Pero previamente a esto, con la creación de la 
CAN y del MERCOSUR se empieza a perfilar la 
construcción de espacios de integración a nivel 
subregional más complejos y que están dotados de 
órganos permanentes, propios e independientes, 
que son reconocidos como sujetos del Derecho 
Internacional y que son capaces de gestionar 
intereses colectivos. 
La Comunidad Andina de Naciones (CAN) es 
un bloque comercial integrado por Bolivia Co-
lombia Ecuador y Perú. En 1996 se produjo una 
reorganización del Pacto Andino, su antecedente 
directo, y la organización adoptaría finalmente su 
denominación actual. El Pacto Andino fue crea-
do mediante el Acuerdo de Cartagena en 1969 
y las naciones firmantes de su tratado constitu-
tivo fueron Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador 
y el Perú. En 1973 se incorporaría Venezuela, 
pasando a ser seis las naciones integrantes de la 
organización. Sin embargo, Chile se retiró de la 
organización en 1976 y el mismo camino seguiría 
Venezuela en 2006. La sede central de la organ-
ización está ubicada en la ciudad de Lima, Perú. 
El objetivo principal de la organización era con-
solidar los procesos de industrialización de sus 
miembros con el fin de reducir la brecha de de-
sarrollo en relación con las principales economías 
de la región. Esta estrategia de industrialización 
se apoyaba en un programa de sustitución de 
importaciones, con fuertes barreras comerciales 
hacia terceros, que se traducía en una estructura 
fuertemente proteccionista. 
Para muchos internacionalistas el punto de 
partida para la creación del MERCOSUR fue la 
Declaración de Foz de Iguazú suscrita por los 
Presidentes de Argentina y Brasil en 1985, Raúl 
Alfonsín y Jorge Sarney respectivamente. En 
1991, y por intermedio de la firma del Tratado 
de Asunción, se decide la creación del Mercado 
Común del Sur (MERCOSUR), que comprende 
actualmente Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay 
y Venezuela como miembros plenos. A su vez la 
organización considera como estados asociados a 
Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. 
Buscando consolidar la iniciativa, el 16 de diciem-
bre de 1994 se firma el Protocolo de Ouro Preto, 
complementario del Tratado de Asunción, por 
medio del cual se instituyó al MERCOSUR como 
persona jurídica del Derecho Internacional y se 
estableció un arancel externo común dentro del 
marco del proceso de integración. Los objetivos 
centrales de la organización son fomentar el libre 
intercambio y movimiento de bienes, personas 
y capital y avanzar en una mayor complementa-
riedad política, social y cultural. Desde 1995 el 
MERCOSUR constituye técnicamente una zona 
de libre comercio (aunque imperfecta todavía), 
donde se busca que exista un libre intercambio 
de todos los bienes que circulan por el bloque, y 
desde 1999 se conformó una zona libre de arance-
les aunque se exceptúan de la misma algunos 
productos como el azúcar y el sector automotriz. 
El objetivo final del MERCOSUR es convertirse 
en un mercado común pleno afianzando la 
integración política, económica y social de sus 
miembros. En consecuencia se promueven, desde 
el punto de vista económico, la libre circulación 
de bienes, servicios y factores relacionados a la 
26 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
producción, el establecimiento de un arancel ex-
terno común, la puesta en marcha de una política 
comercial común y la coordinación de políticasmacroeconómicas. Sin embargo no podemos 
dejar de mencionar que la mayoría de estas pro-
puestas no se está cumpliendo en plenitud, lo que 
ha ocasionado que la organización haya entrado 
en un proceso de estancamiento significativo; y 
que varios de sus miembros manifiesten quejas 
de distinto tipo sobre su funcionamiento. 
Si algo ha quedado claro es que el proceso de 
integración emprendido por los estados su-
damericanos encontró finalmente una vía por 
la que se podían canalizar las diversas prob-
lemáticas propias de la agenda regional.-pias de 
la agenda regional. Es por eso que al crearse los 
organismos que acabamos de analizar, y al ser 
dotados de una personalidad jurídica propia y 
de una estructura orgánica permanente, iba a 
resultar mas sencillo consolidar y ejecutar las 
iniciativas socio-políticas y económicas de cada 
estado, mejorar el comercio intrarregional, poner 
en relieve temas concernientes a todos los estados 
como es la lucha contra la pobreza y la protec-
ción del medio ambiente y, por sobre todo, iba 
a permitir una mejor inserción de las naciones 
dentro del sistema internacional, fortaleciendo su 
posición negociadora de cara a otros organismos 
internacionales y/o grupo de estados. 
Era una decisión lógica que los gobiernos de los 
países miembros de cada bloque acordaran que 
ambos organismos se debían constituir en los pi-
lares de la futura organización teniendo en cuenta 
el nivel de desarrollo que ambos bloques habían 
alcanzado y por la necesidad de canalizar en una 
sola organización todo lo que se había avanzado 
dentro del esquema integrador subregional. 
lA unASuR: EnTRE 
El PRAgmATISmO 
InTEgRACIOnISTA O lA 
RETÓRICA IDEOlÓgICA 
lATInOAmERICAnA 
Cuando hablamos de pragmatismo y de retórica 
generalmente nos referimos a dos términos que se 
contraponen. Cuando decimos que una decisión 
política es “pragmática” hacemos alusión a un 
objetivo concreto y que ha sido planteado por los 
encargados de tomar decisiones a nivel político y 
que es ejecutado en tiempo en forma. En cambio, 
cuando caemos en el nivel de la retórica, que 
suele estar influenciada por la ideología política 
del gobernante de turno, observamos que la 
toma de decisiones y la ejecución de un objetivo 
concreto no termina siendo todo lo eficiente que 
debería ser. Esta contraposición entre estas dos 
formas de tomar decisiones ha provocado que 
proyectos muy ambiciosos terminen dilatándose 
en el tiempo y no cumplan cabalmente con los 
objetivos que se plantearon al momento en que 
fueron creados. 
Esta explicación es útil para comprender el 
porqué desde sus inicios UNASUR fue una inici-
ativa con una clara influencia brasileña. Es parte 
de la visión pragmática que tiene Brasil acerca de 
la importancia de la región en su estrategia de in-
serción internacional, lo cual es más que evidente 
si consideramos que los límites geográficos de la 
nación brasileña abarcan prácticamente la mayor 
parte del territorio sudamericano. 
En el marco de la VII Reunión del Grupo de Río, 
en 1993, el presidente de Brasil Itamar Franco pro-
pone la creación del Área de Libre Comercio de 
America del Sur (ALCSA), iniciativa considerada 
por diversos analistas como antecedente directo 
de la futura conformación de UNASUR. En 
concordancia con esto, al año siguiente los Min-
istros de Economía y Finanzas del MERCOSUR 
27LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA
reafirmaron su apoyo a la liberación comercial en 
todo el subcontinente y en 1998 se instrumentó 
el Acuerdo Marco para la conformación de una 
zona de libre comercio entre el MERCOSUR y 
la CAN, el cual recién sería institucionalizado 
en 2004 en la ciudad de Montevideo. Este paso 
confirmaría la importancia que ambas organiza-
ciones han tenido en el proceso de integración 
sudamericano y que influirían decisivamente en 
la creación de la organización.
A su vez, las Cumbres de Presidentes de América 
del Sur4 lograrían consolidar las bases de la futura 
organización. La primera se realizó en Brasilia en 
el año 2000, en cuya declaración final expresaría 
el interés de los países concurrentes en fortalecer 
la cooperación, la paz, la democracia, la inte-
gración y el desarrollo económico de la región. 
Luego seguiría la cumbre desarrollada en Guay-
aquil en 2002, en donde se discutieron acciones 
tendientes a la concreción de un espacio común 
sudamericano. De este encuentro se desprenden 
también dos declaraciones: una de ellas fue sobre 
la constitución de la Zona de Paz Sudamericana 
y la otra respecto a la Cumbre Mundial sobre el 
Desarrollo Sostenible.
El tercer encuentro tendría lugar en la ciudad 
de Cuzco, en 2004. El hecho más destacable fue 
la creación de la Comunidad Sudamericana de 
Naciones (CSN) por parte de los Presidentes allí 
convocados. 
La cumbre propició que se concertaran una 
serie de objetivos comunes en pos de la inte-
gración tales como: la coordinación política 
y diplomática que afirme a la región como un 
factor diferenciado en sus relaciones externas, 
la profundización del proceso de convergencia 
ya iniciado entre el MERCOSUR y la CAN 
a través del perfeccionamiento de la zona de 
libre comercio, el afianzamiento del proceso de 
integración energético y de comunicaciones 
sobre la base de las experiencias bilaterales, 
regionales y subregionales, la armonización de 
políticas que promuevan el desarrollo rural y 
agroalimentario y la transferencia de tecnología 
y la cooperación en los ámbitos concernientes a 
la ciencia, la educación y la cultura. Cabe resaltar 
que en el encuentro de Cuzco ya era evidente que 
si antes era viable la conformación de un área 
de libre comercio que fuera afín a la propuesta 
estadounidense del ALCA, ahora se planteaba 
concretar un modelo similar pero que hiciera 
contrapeso a la iniciativa de los Estados Unidos. 
Otra declaración de relevancia fue la relativa a las 
cuestiones de seguridad, en donde se planteaba 
la idea de enfrentar de manera coordinada las 
amenazas regionales.
En el año 2005 se concretaría un nuevo encuen-
tro en la ciudad de Brasilia, el cual fue la Primera 
Cumbre de los Jefes de Estado de la Comunidad 
Sudamericana de Naciones. En esta ocasión 
se revisó y se amplió la agenda que ya se había 
establecido en las anteriores reuniones, haciendo 
hincapié en los objetivos trazados en la cumbre 
de Cuzco. En 2006 se desarrolló en la ciudad de 
Cochabamba, en donde se empieza a hablar de 
la constitución de una ciudadanía sudamericana, 
una idea similar a la existente ciudadanía europea 
impulsada por la Unión Europea.
La decisión más importante de las adoptadas 
hasta el momento se concretaría en el marco de 
la reunión extraordinaria realizada en el 2008 
nuevamente en Brasilia, en la cual se suscribió el 
Tratado Constitutivo que le daría el nacimiento 
formal a la nueva organización. Los firmantes del 
mismo fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, 
4 - Podemos encontrar más detalles sobre los antecedentes de la UNASUR en: Díaz Barrado, Castor Migue, y Cano Linares, María de 
los Ángeles, “La Unión de Naciones Sudamericanas, análisis e instrumentos”. Cuadernos Iberoamericanos. Centro de Estudios de Iber-
oamérica, N. 1,2007. 
28 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015
Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, 
Surinam, Uruguay y Venezuela. También es rele-
vante resaltar que entre los objetivos a alcanzar en 
el mediano plazo está la creación de una moneda 
común para todo el bloque y que sustituiría a las de 
curso legal que actualmente circulan en los doce 
estados miembros. La creación de un pasaporte 
común es otro objetivo que espera alcanzarse a 
la brevedad, por lo pronto cualquier ciudadano 
sudamericano puede circular libremente por la 
mayoría de países de la región (con la excepción 
de Guayana y Surinam) únicamente presentado