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u | América Latina 69 términos generales, la política exterior brasileña se caracteriza por la continuidad. Como telón de fondo de esta perspectiva, puede advertirse, por un lado, un discurso político de la diplomacia brasileña que defiende la continui- dad y, por otro, algunas creencias que orientan su evolución desde hace muchos años: la autonomía, la acción universalista y la idea de que el país ocupará un lugar de mayor preponde- rancia en la política internacional. La fuerte concentración del proceso de formulación de la política exterior, con la presencia de Itamaraty en tanto que burocracia especializada, contribu- yó a un comportamiento más estable pautado en un principio a largo plazo. Pero esta perspectiva convive con discontinuidades. Las opciones pueden orientarse hacia una estrategia de carácter multipolar o de búsqueda de ganancias relativas en el esce- nario internacional; hacia una preferencia por una actuación más autónoma o por liderar las iniciativas de los países del Sur; hacia un comportamiento del país como stakeholder o como revisionista soft. En estos casos, las alternativas están definidas a partir del contexto internacional, de la estrategia LA POLITICA EXTERIOR DEL GOBIERNO DE ROUSSEFF Continuidad en las estrategias y ajustes en las prioridades y en el estilo MIRIAM GOMES SARAIVA En MIRIAM GOMES SARAIVA 70 umbrales n° 12 de desarrollo nacional, del perfil y de determinados cálculos de los formuladores de política exterior; alternativas que va- riaron de acuerdo con la visión política y la percepción de estos formuladores de lo que serían los intereses nacionales y la coyuntura internacional. Estos factores influyen en las de- cisiones de la diplomacia brasileña respecto de las estrategias externas. En el marco de Itamaraty, hay básicamente dos corrientes de pensamiento con percepciones diferentes sobre las estra- tegias y alianzas externas. Los institucionalistas pragmáticos, predominantes durante el gobierno de F. H. Cardoso, se ca- racterizan por dar mayor importancia al apoyo de Brasil a los regímenes internacionales en vigencia. Esta postura defien- de una mayor identificación del país con Occidente como un escenario favorable al desarrollo económico brasileño. La corriente autonomista, que se consolidó como principal for- muladora de la política exterior durante el gobierno de Lula, busca una proyección más autónoma y proactiva de Brasil en la política internacional. Los autonomistas defienden una re- forma de la dinámica de las instituciones multilaterales, en el sentido de crear espacios de acción para el país, y asumir así un perfil revisionista del orden internacional. La construcción del liderazgo regional, de un liderazgo entre los países del Sur, y el ascenso a la posición de potencia global son sus objetivos principales. En el campo económico, buscan una estrategia de inserción internacional orientada al intercambio tecnológico y a la proyección de las empresas brasileñas. El ascenso de Lula fortaleció a los sectores más tradicionales de los autonomistas, formados en el pragmatismo responsable de los años 70, e incorporó al proceso de formulación de po- lítica exterior una nueva corriente de pensamiento vinculada con cuadros internacionales del PT. Durante el gobierno de Lula, este grupo estableció un diálogo importante con Itama- raty a través de la figura del Presidente, que tuvo un fuerte des- empeño en el campo de la diplomacia. Para estos pensadores, LA POLITICA EXTERIOR DEL GOBIERNO DE ROUSSEFF 71América Latina la integración regional con base en una identidad sudamerica- na sería vista como una prioridad de la política exterior. Esta composición produjo una discontinuidad en la visión del mundo y en las estrategias adoptadas por la diplomacia brasileña, y llevó al país a un movimiento de consolidación de su presencia internacional en el rol de global player. El gobierno Lula y el ascenso de Brasil en la política inter- nacional y en América del Sur La política exterior del gobierno de Lula se distinguió, en re- lación con el periodo anterior, por una discontinuidad en la visión del mundo, en las estrategias adoptadas y en las alter- nativas de alianzas. En términos económicos, su gestión fue introduciendo progresivamente, en el curso de los dos manda- tos, elementos propios del desarrollismo, como las iniciativas para el refuerzo de la infraestructura y un proyecto de fortale- cimiento de la industrialización, con perspectivas de avances tecnológicos en algunas áreas. Externamente, emprendió una intensa política de búsqueda de mercados para las exporta- ciones del país, dando prioridad a aliados emergentes y a la exportación de bienes completos, así como a acuerdos de co- operación tecnológica de diferentes matices. El ascenso de la corriente autonomista disminuyó la ad- hesión a los regímenes internacionales, que fue sustituida por un comportamiento activo con vistas a modificarlos en favor de los países del Sur o en beneficio propio. La idea de atraer a otros países del Sur, emergentes o de menos recursos, sirvió de base para la actuación internacional del país. El liderazgo “La corriente autonomista de la diplomacia brasileña, que se consolidó como principal formuladora de la política exterior durante el gobierno de Lula, busca una proyec- ción más autónoma y proactiva de Brasil en la política internacional”. MIRIAM GOMES SARAIVA 72 umbrales n° 12 regional en América del Sur se convirtió en un objetivo y, aún más, en un deseo político de la presidencia. La construcción de este liderazgo regional se apoyó en una articulación entre los autonomistas de Itamaraty y el grupo vinculado con el PT. La aproximación con los países vecinos es percibida por los autonomistas como un instrumento para una mejor inserción internacional, que posibilita la realización del potencial brasileño y la formación de un bloque capaz de ejercer mayor influencia internacional. También abriría cami- nos para la proyección de las industrias brasileñas, en la medi- da en que estas pudiesen ocupar los espacios vacíos producidos por las limitaciones de las industrias de los países vecinos. Para los pensadores del partido del Presidente, sería importante que Brasil asumiera el papel de paymaster del proceso de integra- ción en la región y frente a países vecinos con gobiernos anti- liberales. Grosso modo, el resultado fue un aumento progresivo del rol de paymaster de la diplomacia brasileña, junto con una búsqueda de construcción de consensos políticos entre sus pa- res frente a temas que afectan a la región. Con este objetivo, la diplomacia brasileña dio un nuevo peso a la construcción de un liderazgo brasileño en la región con patrones basados en el refuerzo del multilateralismo (con énfasis en Unasur). Actua- lizó los principios de la no intervención en la forma de la “no indiferencia” y vinculó iniciativas de cooperación e integración regional con incentivos al desarrollo brasileño. La cooperación técnica con países vecinos de menos recursos, reproducida en diferentes agencias de gobierno, y las inversiones implementa- das a través del financiamiento de obras de infraestructura con recursos del BNDES crecieron. Y contribuyeron al avance, limitado, de la construcción de una infraestructura regional. El Mercosur, por su parte, dejó de tener un papel impor- tante en la estrategia brasileña global y pudo ser visto dentro de la perspectiva sudamericana. Aunque haya enfrentado pro- blemas en la dimensión comercial, la cooperación entre di- LA POLITICA EXTERIOR DEL GOBIERNO DE ROUSSEFF 73América Latina ferentes ministerios (Educación, Cultura, Energía, Ciencia y Tecnología) creció en el periodo. El proceso de integración con los vecinos del Sur siguió siendo una política de Estadobasada en el mantenimiento de los lazos de cooperación con la Argentina. Nuevas expectativas con el gobierno de Dilma Rousseff En sus tres primeros meses, el gobierno de Dilma Rousseff parece representar el mantenimiento de las estrategias de po- lítica externa del gobierno anterior: la trayectoria revisionista frente a las instituciones internacionales, la actuación como representante de los países del Sur y el liderazgo regional. Las referencias a la continuidad son recurrentes en el discurso diplomático. Los autonomistas, en términos generales, man- tuvieron su predominio dentro de Itamaraty, aunque dando lugar a generaciones más jóvenes, con una visión del mundo más globalizada. La estrategia económica de características de- sarrollistas se va profundizando. Y la ampliación del número de agencias gubernamentales que participan de las acciones de política exterior –como en los casos de la cooperación técnica y de las inversiones– garantiza mayor estabilidad a la política. El diálogo que existe actualmente en el escenario externo entre la actividad empresarial y el gobierno también contribuye a la continuidad. Pero su trayectoria ya comenzó a mostrar inflexiones en relación con el proceso de formulación de la política exterior y los ajustes en su aplicación. Vigevani y Cepaluni defienden la existencia de modificaciones en la política exterior con res- pecto a “cambios de tono y de énfasis (ajustes)”, que no llegan “La política exterior del gobierno de Lula se distinguió, en relación con el periodo anterior, por una discontinuidad en la visión del mundo, en las estrategias adoptadas y en las alternativas de alianzas”. MIRIAM GOMES SARAIVA 74 umbrales n° 12 necesariamente a alterar la forma de inserción internacional del país. El argumento esgrimido aquí es que, si bien existe una continuidad en la utilización de la política exterior como instrumento para conseguir los insumos para el desarrollo, así como en la visión de mundo y en la estrategia de inserción in- ternacional revisionista adoptada durante el gobierno de Lula, hay ajustes de énfasis y de estilo. En lo que respecta a la formulación de la política exterior, existe una tendencia de Itamaraty a recuperar la centralidad, en detrimento del grupo que se identifica como vinculado al PT. La diplomacia presidencial se está reduciendo, al igual que el papel de la presidencia como elemento equilibrador de las diferentes visiones de política exterior que prevaleció durante el último gobierno. Esto reduce el espacio para el intercambio de posiciones y percepciones. Dentro de la co- rriente autonomista, a su vez, los grupos que ascendieron a cargos decisorios tienen menos resistencia a una identifica- ción con Occidente y dan preferencia a un comportamiento más pragmático frente a los temas polémicos que caracteri- zan la política internacional. Este cambio ya fue abordado en artículos periodísticos, y existe un debate público sobre las posibles discontinuidades. En el campo de las acciones, en términos más globales, los ajustes de la política exterior se hacen sentir en la defensa de los derechos humanos que, durante el gobierno de Lula, fue relegada en nombre de otras prioridades. El voto brasileño a favor de la investigación de las denuncias de violaciones de estos derechos en Irán marca la nueva prioridad del gobierno de Dilma. Las relaciones con los Estados Unidos, aunque sin cambios en su contenido, alcanzaron un tono más pragmático y la disposición de superar algunos obstáculos que distancian a los dos países. En relación con América del Sur, si bien no hubo posicio- nes diferentes, es posible identificar una pérdida de importan- cia en el espectro de la nueva política exterior brasileña. En LA POLITICA EXTERIOR DEL GOBIERNO DE ROUSSEFF 75América Latina la medida en que los líderes políticos que simpatizan con los gobiernos antiliberales pierden la capacidad de influir sobre el comportamiento externo del país, las acciones brasileñas en la región van asumiendo un carácter más pragmático y de más bajo perfil. La prioridad de la construcción de un liderazgo en la región cede espacio a la fundación de otro tipo de liderazgo más amplio; la diplomacia brasileña concentra así sus esfuer- zos en la construcción de la supremacía de Brasil en un escena- rio mayor –entre países sudamericanos, y también africanos, de menos recursos–. Aun así, el proceso de articulación entre los países sudame- ricanos y los vínculos bilaterales brasileños con los países veci- nos a través de la cooperación técnica y financiera están esta- blecidos y ramificados en diferentes esferas gubernamentales, y dan un carácter de más largo plazo a las políticas brasileñas para la región. Con menos vigor, los avances en el campo de la integración regional conseguidos en el periodo de Lula tienen continuidad. Durante estos primeros meses no hubo una crisis en la región que pusiese a prueba la actuación de la diplomacia brasileña. Respecto del Mercosur, la posición adoptada durante el gobierno de Lula se ha mantenido: no es una prioridad, pero su defensa es una política de Estado. Los avances deben con- centrarse en áreas no comerciales, y se buscarán espacios para la expansión industrial y el desarrollo de la infraestructura. Es fundamental mantener estrechos lazos de cooperación con la Argentina para evitar el resurgimiento de cualquier tipo de rivalidad que pueda perjudicar a las estrategias brasileñas. “Con menos vigor, los avances en el campo de la integra- ción regional conseguidos en el periodo de Lula tienen continuidad. Durante estos primeros meses no hubo una crisis en la región que pusiese a prueba la actuación de la diplomacia brasileña”. MIRIAM GOMES SARAIVA 76 umbrales n° 12 A modo de conclusión Con tres meses de mandato, aún es temprano para hacer un análisis más detallado de la política exterior, pero todo indica que la continuidad de sus principales estrategias convive ya con los ajustes. Lo más importante para destacar, por ahora, es el hecho de que la política exterior brasileña haya entrado en el gobierno de Dilma Rousseff como una política que des- pierta interés en la sociedad civil, incorpora un mayor número de actores y temas y es valorada en su esencia por los medios de comunicación. A pesar de la tendencia de Itamaraty a re- cuperar un papel más central en la formulación de la política exterior, la idea histórica de una política exterior encapsulada y formulada dentro de una burocracia cerrada cedió lugar a una política propia de los regímenes democráticos, más abierta al debate político. En este caso, los cambios de rumbo –y, sobre todo, los ajustes– siempre podrán producirse. u
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