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un gran uso de su voz para emitir verdaderas cadencias musicales, como aun lo hace un mono del género de los gibones. Podemos deducir de analogías bastante comunes que esta facultad se ha ejercido especialmente en la época de la reproducción, para expresar las distintas emociones del amor, los celos, el Reproducen1 with permissinn nf che Universidad de Sevllle [page break] 48 EL ORIGEN DEL HOMBRE. triunfo, y el reto á los rivales. La imitación de gritos musicales por medio de sonidos articulados ha podido ser el origen de palabras expresivas de diversas emociones complejas. Por la relación que tiene con el principio de imitación, debemos hacer notar la gran propensión que se advierte en las formas más próximas al hombre ímonos, idiotas, mierocéfalos, y razas bárbaras de la humanidad), á imitar cuanto llega á su oido. Comprendiendo sin duda alguna los monos gran parte de lo que el hombre les dice, y, pudiendo en su estado de naturaleza, lanzar gritos que indiquen un peligro á sus camaradas, no me parece increíble que algún animal simio, más sabio, haya tenido la idea de imitar los aullidos de un animal feroz para avisar á sus semejantes, precisando el género de riesgo que les amenazaba. En un hecho de esta naturaleza se tendría un primer paso hacia la formación de un lenguaje. Ejercitada cada vez más la voz, los órganos vocales se habrán robustecido y perfeccionado en virtud del principio de los efectos hereditarios del uso; lo que á su vez habrá influido en la potencia de la palabra. Verdad es que, bajo este punto de vista, la conexión entre el uso continuo del lenguaje y el desarrollo del cerebro, tiene una importancia mucho mayor. Las aptitudes mentales han debido hallarse más desarrolladas en el primitivo progenitor del hombre que en ningún mono de los hoy existentes, aun antes de estar en uso alguna forma de lenguaje, por imperfecta que se la suponga. Pero podemos admitir con seguridad que el uso continuo y el perfeccionamiento de esta facultad, han debido influir á su vez en la inteligencia, permitiéndole y facilitándole el enlace de una serie más extensa de ideas. Nadie puede emitir una sucesión prolongada y compleja de pensamientos sin el auxilio de palabras, habladas ó nó, de la misma ma- Reproducen1 with permissinn nf the Universidad de Seviiie [page break] CARLOS R. DARWIN. 49 nera que no se puede hacer un cálculo importante sin tener signos ó valerse del álgebra. También parece que hasta la ilación de las ideas ordinarias necesita alguna forma de lenguaje, porque se ha observado que cuando dormía Laura Bridgman, joven sordo-muda y ciega, hacia señas con los dedos. Esto no obstante puede cruzar por la imaginación una larga serie de ideas vivas, y mutuamente dependientes, sin el concurso de ninguna especie de lenguaje, hecho que podemos inferir de los prolongados ensueños que se observan en los perros. Hemos visto que ios de caza pueden razonar en cierto modo, lo que evidentemente hacen sin servirse de lenguaje alguno. Las íntimas conexiones que existen entre el cerebro y la facultad del lenguaje, tal como está desarrollada en el hombre, resaltan claramente de esas curiosas afecciones cerebrales que atacan especialmente la articulación de los sonidos y en las que desaparece el poder de recordar los susUntivos, mientras subsiste intacta la memoria de otros nombres. Tan probable es que los efectos del uso continuo de los órganos de la voz y de la inteligencia hayan llegado á ser hereditarios, como que la escritura, que depende simultáneamente de la estructura déla mano y de la disposición del ánimo, sea hereditaria también; hecho completamente cierto. Fácil es comprender por qué los órganos que sirven actualmente para el lenguaje, han sido en su origen perfeccionados con este objeto , con preferencia á otros. Las hormigas se comunican recíprocamente sus impresiones por medio de sus antenas. Nosotros hubiéramos podido servirnos de los dedos como instrumentos eficaces, ya que , con la costumbre, puede trasmitirse á un sordo-mudo un discurso pronunciado en público, palabra por palabra; pero entonces la pérdida de las manos hu- 4 Darwin GnÜne: Reproduced with oermission of the Universidad de Sevüie [page break] 50 EL ORÍ GEN DEL HOMBRE. biera sido un grave inconveniente. Teniendo todos los mamíferos superiores los órganos vocales construidos por el mismo estilo que los nuestros, y sirviéndoles de medio de comunicación, es probable que, si este último debia progresar, se hubieran debido desarrollar preferentemente los mismo órganos; y esto es lo que se ha efectuado con la ayuda de partes bien ajustadas y adaptadas, tales como la lengua y los labios. El que los monos superiores no se sirvan de sus órganos vocales para hablar, depende sin duda de que su inteligencia no está suficientemente desarrollada. Un caso semejante se observa en muchas aves que , aunque doladas de órganos propios para el canto, no cantan jamás. Así vemos que aunque los órganos vocales del ruiseñor y del cuervo presentan una construcción muy parecida, producen en el primero !os más variados cantos, y en el segundo un simple graznido. La formación de las especies diferentes y de las lenguas distintas, y las pruebas de que ambas se han desarrollado siguiendo una marcha gradual, son curiosamente las mismas. En lenguas distintas encontramos homologías sorprendentes debidas á la comunidad de descendencia, y analogías dependientes de un procedimiento de formación semejante, ia manera como ciertas letras ó sonidos se cambian por otros, recuerda ia correlación del crecimiento. La presencia frecuente de rudimentos, tanto en las lenguas como en las especies, es más notable todavia. En la ortografía de las palabras se conservan á menudo letras que representan los rudimentos de antiguos modos de pronunciación. Las lenguas, lo mismo que los seres orgánicos, pueden clasificarse por grupos subordinados, ya naturalmente según su derivación, ya artificialmente según otros caracteres. Lenguas Reproducen1 wítíi permissinn nf rhe Universidad de Seviiie [page break] CARLOS R. DAEWIK. 51 y dialectos dominantes se propagan á grandes distancias y contribuyen á la extinción de otras lenguas. La lengua, como la especie, una vez extinguida, no reaparece nunca, según observa Lyell. Un mismo lenguaje no nace nunca en dos puntos á la vez, y lenguas distintas pueden mezclarse y hasta amalgamarse. Vemos en todas ellas ¡a variabilidad, asimilándose continuamente nuevas expresiones; pero, como la memoria es limitada, hay nombres adquiridos y aun lenguas enteras que se extinguen poco á poco. Según la excelente observación de Max MülJer: «En cada lengua se nota una lucha incesante por la vida, entre los nombres y las formas gramaticales. Las formas mejores, más breves y más fáciles, tienden constantemente á supeditar á las demás y deben el triunfo á su valor inherente y propio.» 1 mi modo de ver se puede agregar á estas causas, la del amor á la novedad que tiene en todas las cosas el espíritu humano. Esta perpetuidad y conservación de ciertas palabras y formas victoriosas en la lucha por la existencia, es una selección natural. La construcción regular y por demás complexa de las lenguas de muchas naciones bárbaras , ha sido para algunos una prueba, ó de su origen divino, ó de la elevación del arte y de la antigua civilización de sus fundadores. Así escribe F. von Schlegel: «A menudo observamos que la estructura gramatical de esas lenguas, que parecen ocupar el grado más inferior de cultura intelectual, está elaborada hasta un grado máximo. Esto sucede con el vascuence.» Pero es á todas luces inexacto