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Universidad Nacional de Quilmes
Fundación Antorchas
Programa de Becas
para Jóvenes Destacados del Polimodal
Volumen I
Noelia Fuente /Tutora: Sandra Goñi � Georgina Emmanuelli /Tutora: Giselle
Ripoll � Marcos Gabriel Daciw / Tutor: Jorge Wagner � María Emilia dos
Santos / Tutor: Luciano Gabbarini � Joaquín Gabriel Wall /Tutora: María
Alejandra Zinni
Florencia Mabel Rembado
Coordinadora
Ciencia y Tecnología
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SERIE DIGITAL
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
Universidad Nacional de Quilmes
Rector
Daniel Gomez
Vicerrector
Jorge Flores
Editorial
Serie Digital
Coordinación académica
Mariano Belaich, Departamento de Ciencia y Tecnología
Margarita Pierini, Departamento de Ciencias Sociales
Edición
Rafael Centeno
ISBN 978-987-558-227-9 libro electrónico
2005
BeCaRIoS
Gabriel Daciw, Instituto Santa Lucía, Florencio Varela, 2004.
María Emilia dos Santos D., Instituto Santa Lucía, Florencio Varela, 2003.
Georgina Emmanuelli, escuela de educación Media Nº 18 Próspero alemandri, avellaneda, 2003.
Noelia Fuente, escuela de educación Media Nº 14, alejandro Korn, 2003.
Joaquín Gabriel Wall, Bachillerato de Bellas artes, La Plata, 2003.
TuToReS
Luciano Gabbarini. Licenciado en Biotecnología. Becario de Doctorado uNQ (área temática interacciones 
biológicas). Profesor instructor en la asignatura Bioquímica I.
Sandra Goñi. Licenciada en Biotecnología. Becaria de Doctorado uNQ (área temática virología humana). 
Profesor instructor en la asignatura Bioquímica II.
Giselle Ripoll. Licenciada en Biotecnología. Becaria de Doctorado uNQ (área temática oncología molecular). 
Profesor instructor en la asignatura Fisiología y Genética de Microorganismos.
Jorge Wagner. Doctor en Ciencias Químicas (uNLP). Profesor asociado ordinario de análisis de alimentos 
y Bromatología y Bioquímica de alimentos (uNQ). Investigador Independiente (CoNICeT). 
María Alejandra Zinni. Licenciada en Biotecnología. Becario de Doctorado uNQ (área temática biocatálisis). 
Profesor instructor en la asignatura Taller de Química.
Índice
Presentación, por Florencia Mabel Rembado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
Introducción, por Mariano N. Belaich . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Organismos genéticamente modificados, por Noelia Fuente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
Tutora: Sandra Goñi
Bases moleculares del cáncer: nuevas estrategias antitumorales, 
por Georgina Emmanuelli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Tutora: Giselle Ripoll
Stevia rebaudiana bertoni: Kaá-heé, por Marcos Gabriel Daciw . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
Tutor: Jorge Wagner
Hidroponia y promoción del crecimiento de las plántulas de tomate inoculadas
con bacterias PGPT, por María Emilia dos Santos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Tutor: Luciano Gabbarini
Obtención de colorantes y su aplicación en el arte, por Joaquín Gabriel Wall. . . . . 75
Tutora: María Alejandra Zinni
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
Presentación
Es con gran placer que publicamos como parte de la Serie Digital de la Editorial de la
Universidad Nacional de Quilmes, la primera de dos entregas de los trabajos elaborados
por los becarios del Programa de Becas para Jóvenes Destacados del Polimodal.
Desde el año 1999, la Universidad Nacional de Quilmes, a través de su Secretaría
Académica y con el apoyo de la Fundación Antorchas, ha venido desarrollando el
Programa de Becas para Jóvenes Destacados del Polimodal. Este programa se ha pro-
puesto alentar a jóvenes talentosos, estimulando sus intereses con el propósito de orien-
tarlos en su formación y en su futuro ingreso a la vida universitaria. 
Las becas están destinadas a alumnos destacados del último año del ciclo Polimodal
u otro equivalente, que estén interesados en tener una aproximación al ámbito de la inves-
tigación académica y la vida universitaria. Para ello se les asigna un tutor, que los guíe y
los oriente en esta experiencia. Los tutores son docentes-investigadores de la UNQ.
No se trata de una beca social, sino que se propone alentar y estimular en los jóve-
nes el espíritu emprendedor y el interés por saber, al mismo tiempo que les ofrece un pri-
mer acercamiento al mundo universitario de la mano de algunos de sus actores.
Los candidatos deben cursar sus estudios en escuelas de los partidos de
Avellaneda, Ezeiza, Presidente Perón, Berazategui, Lanús, Almirante Brown, Lomas de
Zamora, Esteban Echeverría, Quilmes, Florencio Varela y La Plata, de la Provincia de
Buenos Aires.
Se han adjudicado un promedio de veinticinco becas académicas por año lectivo.
En el área de Ciencia y Tecnología se ha otorgado prioridad a los trabajos vincula-
dos con matemática, física, química, biología, biotecnología, ciencia y tecnología de los
alimentos, electrónica y automatización de procesos. En el ámbito de las Ciencias
Sociales se ha promovido la elaboración de trabajos que aborden temas vinculados con
historia, literatura, comunicación social, educación, psicología, sociología, economía y filo-
sofía, administración, comercio internacional, música electroacústica, terapia ocupacional
y administración hotelera.
La modalidad del trabajo de los estudiantes seleccionados es muy diversa, lo mismo
han desarrollado una investigación teórica, que un trabajo experimental en los laborato-
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
rios de la UNQ, o la elaboración de un video, de una obra musical, etc. Cada uno de los
becarios se ha reunido con su tutor con una periodicidad variable, de acuerdo con las
características del trabajo y de común acuerdo.
Hacia fines de diciembre de cada año, los becarios hacen entrega en la Secretaría
Académica de la Universidad Nacional de Quilmes del trabajo realizado en el marco de su
beca y, hacia fines del mes de marzo del año siguiente, se presentan en público, en el
auditorio de la Universidad.
En momentos en que la única imagen válida que los medios de comunicación pue-
den mostrar de nuestros jóvenes es el consumo de alcohol y de droga, resulta sumamen-
te estimulante ver el interés, la pujanza, la fe y la confianza de estos jóvenes que se acer-
can a la Universidad en busca de un futuro mejor. Cada año más de cien estudiantes se
presentan como postulantes, conocedores del esfuerzo que conlleva lograr la beca. Sin
embargo, la posibilidad del contacto con un medio del que aspiran a formar parte en el
futuro allana dificultades y temores. En muchos de los casos, esta experiencia ha sido de
gran utilidad en la elección de su futura carrera y su ámbito de ejercicio. El contacto de los
becarios entre sí y con jóvenes tesistas de la UNQ es también de valiosa trascendencia,
habida cuenta de que se trata de jóvenes con intereses comunes, que disfrutan de la músi-
ca, los deportes y salidas de gente de su edad, pero que también hacen de la inquietud
intelectual, de la lectura y de la reflexión, su forma de vida. El placer compartido de cono-
cer y saber cada día más, sin duda es un aliciente para ser mejor persona. 
Me ha correspondido, desde el año 2003, fungir como coordinadora de este
Programa de Becas, continuando con la tarea iniciada por otros docentes–investigadores
de nuestra Universidad. Es así que en esta oportunidad presentamos el resultado del tra-
bajo de cinco becarios y sus respectivos tutores en temas vinculados al Departamento de
Ciencia y Tecnología. En la segunda entrega haremos lo propio con los trabajos vincula-
dos al Departamento de Ciencias Sociales.
LIC. MABEL FLORENCIA REMBADO
Coordinadora Programa de Becas
para Jóvenes Destacados del Polimodal
2003-2005
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UNQ Editorial SERIE DIGITALCiencia y Tecnología
Introducción
La importancia del conjunto de textos que integran esta publicación trasciende el objetivo
primordial que consistió en promover el trabajo intelectual en adolescentes preuniversita-
rios, para instalarse como un excelente medio de divulgación científica. Las temáticas
abordadas por estos jóvenes investigadores fueron tan diversas como los campos en que
se están dividiendo las Ciencias Naturales. De este modo, la lectura de estas páginas nos
interioriza en temas tan diversos como apasionantes.
Noelia Fuente discute sobre los Organismos Genéticamente Modificados (OGM),
tanto sobre los mecanismos y procedimientos para generarlos como sobre las implican-
cias sociales que su existencia acarrea. Y su principal mérito reside, quizás, en los profun-
dos cuestionamientos a que nos induce la lectura de su trabajo.
Por otro lado, Georgina Emmanuelli nos da una excelente clase sobre el cáncer,
una enfermedad a la cual todos tememos. Pero si a ese temor le sumamos la ignorancia
sobre su verdad biológica, transformamos un auténtico miedo en terror. Por ello, este tra-
bajo nos ayuda a poner los pies sobre la tierra y a entender por qué se produce el cáncer
y cómo es posible tratarlo, y sobre todo, prevenirlo.
Marcos Gabriel Daciw ha estudiado la Stevia rebaudiana bertoni, más popularmen-
te conocida como “yerba dulce”. ¿Cuántos conocen esta planta que crece en nuestras
tierras y que tiene un enorme potencial económico en la producción de alimentos?
Seguramente no muchas personas, o no al menos los que podrían hacer de este cultivo
una alternativa interesante para nuestra agricultura e industria. Su lectura nos muestra
un mundo de oportunidades en los pastos o mal llamados yuyos que crecen a nuestro
alrededor.
María Emilia dos Santos también se involucra con temas agrarios, enseñándonos
cómo es posible optimizar procesos productivos para determinadas hortalizas, como el
tomate, a través del sistema de hidroponia, y así lograr excelentes productos con costos
reducidos.
Joaquín Gabriel Wall nos sorprende con una interesante mezcla entre arte y cien-
cia. Jugando con diferentes sustancias químicas y procedimientos científicos, Joaquín
desarrolla tinturas con las cuales nos deleita con originales obras de arte.
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
Invitamos a los lectores a introducirse en estos trabajos que muestran la pasión,
la duda, el ingenio, la oportunidad y el método de este grupo de jóvenes mientras juga-
ron con rigor a ser científicos, pero sin abandonar nunca la rebeldía de su condición
adolescente.
MARIANO N. BELAICH
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
Organismos genéticamente modificados
Noelia Fuente
Tutora: Sandra Goñi
OBJETIVOS
—Conocer las técnicas empleadas para generar organismos genéticamente modificados (OGM).
—Discutir sobre la utilización y los beneficios de los OGM.
—Generar una bacteria recombinante mediante técnicas tradicionales de ADN recombinante.
INTRODUCCIÓN
Los organismos genéticamente modificados son producidos por técnicas de ingeniería
genética y, en su mayor medida, principalmente representados por plantas de uso agríco-
la. En la actualidad, cuatro países son los responsables del 99% de la producción de OGM
en el planeta, recayendo la mayor proporción en los Estados Unidos y Argentina, con el
91%, mientras que el 8% se debe a Canadá y China. El restante 1%, se reparte entre
Sudáfrica, Australia, México, Uruguay, Indonesia, y otros países de Europa. Entre todas
estas naciones totalizaron 53 millones de hectáreas sembradas, en 2001, en particular
con cultivos de algodón, maíz y soja. 
El argumento más sostenido en la lucha contra los OGM es sobre su impacto
ambiental y sanitario. Hasta el momento, no han aparecido pruebas científicas que con-
venzan a todos acerca del prejuicio que pueden causar los transgénicos. Sin embargo, es
cierto que debido a la constante presión ejercida, particularmente por las organizaciones
ambientalistas de rechazar a dichos organismos, se ha causado un estancamiento en la
producción. También han sido objeto de discusiones otras cuestiones, como el peligro del
poder alergénico, o que sean generadas bacterias patógenas resistentes a antibióticos,
dañando así la salud humana.
Tocando otro de los puntos clave que quedan por resolver respecto al debate mul-
tidisciplinario de los OGM, nos referimos al derecho que tiene el consumidor de poder
conocer y elegir lo que come. Una consecuencia lógica de las implicancias que ello aca-
rrea no sólo éticas, sino también religiosas de la transgénesis, así como también la mejor
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comercialización de OGM radica en el etiquetado de los alimentos. Aun a pesar de los
derechos que posee, el consumidor argentino (con respecto a los OGM), tiene un conoci-
miento nulo de los mismos. Este hecho habla de la falta de difusión adecuada por parte
de las autoridades. Por otra parte, las empresas tampoco parecen preocuparse por las
dudas o consultas que les surgen a los consumidores. Estas empresas se “deben dar
cuenta que tienen un rol social muy importante, no sólo dando subsidios, sino también
educando, informando, promoviendo que sus consumidores consuman con confianza”,
obviamente con la cooperación del Estado y las instituciones educativas.
En el aspecto económico de este tema, las empresas biotecnológicas han hecho
hincapié en la importancia de los alimentos genéticamente modificados para combatir el
hambre de las naciones más pobres. Pronosticar que la biotecnología a través de los
OGM pueda acabar con uno de los grandes problemas a los que enfrentamos los seres
humanos, no dejaría de ser una brillante perspectiva para muchos. 
Tomando otras aristas de este controvertido tema, y entrando en el terreno de la
ética nos podríamos preguntar: ¿tiene el hombre derecho a modificar formas de vida de
manera radical? Hay ecologistas y conservacionistas que no observan con buenos ojos la
manipulación genética y por extensión la clonación de especies vivientes.
Como pudimos ver, aspectos biológicos, sanitarios, ambientales, tecnológicos, éti-
cos, económicos, sociales, comerciales y hasta políticos, conforman al conjunto de opinio-
nes contrapuestas que se escuchan en todo el mundo en torno a este tema.
RESEÑA HISTÓRICA
Son pocos los que efectúan una mirada al pasado para estudiar cómo y por qué la agri-
cultura ha evolucionado desde hace 10.000 años hasta nuestros días. O cómo y en res-
puesta a qué las tendencias agrícolas se han modificado en este último siglo, incluso en
la Argentina. Viene bien sumergirnos en el ayer por unos breves instantes para hacer
memoria y tratar de encadenar los distintos sucesos.
Desde que el hombre hizo su irrupción en este mundo y trajo consigo su permanen-
te necesidad de alimento, vestimenta y materias primas, la búsqueda de un sistema de
agricultura acorde con sus requerimientos no tardó en comenzar. No obstante, miles de
años antes de la aparición de la agricultura se había comenzado un paciente trabajo de
transformación y adaptación de varias plantas, entre ellas el trigo primitivo, utilizado por
los egipcios, y originario del cercano oriente, cuya apariencia era la de un pasto silvestre.
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
Es así como a través de varios procesos de hibridación natural con otros pastos silves-
tres, el trigo primitivo derivó en la especie que hoy conocemos, con un número mayor de
cromosomas: “Lo que probablemente ocurrió es que una helada acabó con el polen mas-
culino dejando vivo el receptáculo femenino”, afirma el agrónomo microbiólogo y premio
Nobel de la Paz, Norman Borlaug, en Los ángeles Times. Para Borlaug, “elestigma feme-
nino se forzó a sí mismo al exterior de la planta. Así nació una nueva especie. Los alimen-
tos fueron genéticamente modificados por la propia naturaleza, lo que equivale que el 98%
de las toneladas de trigo para pan que se producen hoy son de origen transgénico”.
Desde entonces y hasta el siglo XVIII, el agricultor había efectuado mejoras en sus
cultivos por medio de la selección haciendo uso de la polinización controlada de plantas.
Por otro lado, también había domesticado animales proveedores de carne, leche y lana,
como las cabras y las ovejas.
Con la Revolución industrial, la mecanización, el crecimiento demográfico y los
avances científicos allá por fines del siglo XVIII y comienzos del XIX tuvieron su decisivo
impacto en los campos. La agricultura fue racionalizada para aumentar los beneficios y
comenzaron diversos ensayos para incorporar nuevas mejoras. Para entonces, ya se
habían introducido las primeras variantes de trigo y de frutas, y se seleccionaban otros
animales como los corderos. La ciencia había dado pasos agigantados, figuras como
Charles Darwin y el monje austríaco Gregor Mendel hicieron su irrupción dentro de la
entonces incipiente Biotecnología. Sus conclusiones acerca de las especies y de los
caracteres de las mismas encendieron la mecha de una nueva era para la agricultura, con
la que seguramente ni ellos mismos soñaron.
En el siglo XX no se hizo más que acentuar esta impetuosa carrera rural que busca-
ba variedades que ofrecieran mejores rendimientos, mayor contenido nutritivo, facilidad de
cultivo y cosechas estables. Parecía que ahora era el hombre quién debía darle una mano
a la naturaleza acotando un trabajo de centurias a apenas unos pocos años.
A partir de 1900, el trigo fue modificado por medio de cruces artificiales y selección;
20 años más tarde aparecían los primeros híbridos de maíz en Estados Unidos. Era el
auge de los cultivares mejorados por medio de una técnica genética conocida como hibri-
dación sexual, en respuesta a nuevos descubrimientos efectuados en laboratorios biotec-
nológicos. Los métodos consistían en cruzamientos dirigidos entre plantas de la misma
especie o especies relacionadas. Las que mejor respondían a dichos cruzamientos eran
a su vez sometidas a un nuevo proceso proceso de cruzamiento o retrocruzamientos,
hasta que finalmente se obtenía la variedad mejorada –o híbrido– portando las caracterís-
ticas deseadas.
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
En 1943 Norman Borlaug, que en aquel entonces era investigador de la Universidad
de Minnesotta, Estados Unidos, fundó en México el Centro Internacional de Mejoramiento
de Trigo y Maíz (CIMMYT). Dicho centro respondía a un programa de investigación y
adiestramiento, para aumentar la producción de maíz, trigo y frijol. Según destaca Enrique
Iáñez, del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Granada, España, en “¿Un papel
para la biotecnología?”, las experiencias del CIMMYT se centraron en la obtención de
variedades de trigo de alto rendimiento capaces de resistir al hongo de la roya de los
tallos, ensayando bajo distintas condiciones de latitud y altitud.
Así, es como surgió el trigo enano mexicano, que por cierto hacía alarde de gigan-
te: alto rendimiento, resistente al hongo de la roya de los tallos, mejor dotado para tolerar
el viento y la lluvia, y con tallo corto, lo que permitía aplicar dosis crecientes de fertilizan-
tes y riego sin “caerse” (“o volcarse”) ni romperse bajo el peso de sus granos. Al trigo
enano le siguieron variedades mejoradas de maíz y de arroz, y los rendimientos no tarda-
ron en multiplicarse a ritmo sostenido.
Ya en la década de 1960 se hablaba de la Revolución Verde, apadrinada por
Borlaug, destinada a “ser el elemento clave para terminar con el hambre del mundo”. La
agricultura de precisión había dado paso a la agricultura continua. Fueron años en que la
producción mundial de trigo y arroz se incrementó a razón de un 2,1% anual entre 1950 y
1990, es decir las cosechas se triplicaron en dicho período. Países que tradicionalmente
habían sido importadores de granos como India, Indonesia, Pakistán, Filipinas y China,
ahora eran exportadores. Y quizás el rasgo mas espectacular de esta revolución es que
habían obtenido semejantes rendimientos por hectárea sin modificar sustancialmente la
superficie cultivada.
Evidentemente, las prácticas de cultivo fueron completamente diferentes a todo lo
conocido hasta entonces. Se aumentó la producción, sí, pero a un cierto costo. La inten-
sa roturación de los suelos provocó serios problemas de erosión, con la consiguiente pér-
dida de los mismos al ser arrastrados por las aguas o el viento. La necesidad continua de
riego dio lugar, además de la construcción de represas canales y sistemas de irrigación,
al agotamiento de acuíferos y la salinización y anegamiento de los suelos. El intensivo uso
de agroquímicos altamente tóxicos trajo consigo altos niveles de contaminación de las
aguas al ser arrastradas por la lluvia. La carrera por la competencia en los mercados mun-
diales dio pie a la introducción de monocultivo, con el consiguiente empobrecimiento del
ecosistema y biodiversidad genética. La mecanización de la agricultura supuso el empleo
de compleja y costosa maquinaria que consumió grandes cantidades de combustible y
generó inusitadas emisiones de dióxido de carbono (gas de invernadero) a la atmósfera. 
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Por otra parte, este modelo tecnológico no incluyó a todos los protagonistas que se
imaginaron en un principio. La alta dependencia de insumos dejó de lado, como siempre,
a los agricultores más pobres, quienes al no poder competir con los poderosos debieron
recurrir a una agricultura de subsistencia. En parte por esta razón y dada también la
embestida de quienes buscaban más tierras para una creciente producción y competen-
cia en los mercados, millones de hectáreas de bosques fueron deforestados o quemados
para tal fin. Adolfo Boy, agrónomo del Grupo de Reflexión Rural, sintetiza las mayores dife-
rencias de la Revolución Verde con estas palabras: “Fue lineal y reduccionista: más rinde
a cualquier costa y costo. Con ella comenzó la concentración de tierras en busca de esca-
la, la agricultura permanente y despoblamiento del campo.”
Sin embargo, el economista del INTA y Director de Investigación de la Facultad de
Ciencias Agrarias de la Universidad Católica Argentina, Gabriel Parellada, mantiene una
postura un tanto más favorable: “Lo que sabemos hasta el momento es que después de
casi 30 años de la Revolución verde se ha más que triplicado la producción de alimentos
en el mundo, pero aún persisten en muchas partes del globo situaciones de hambre y des-
nutrición. ¿Quiere decir esto que el cambio tecnológico producido por la Revolución Verde
no sirvió para nada? La respuesta es que el avance logrado posibilitó reducir los efectos
de una situación que a todas luces hubiera sido peor. Desde este punto de vista diríamos
que su contribución fue realmente positiva.” En todo caso, puede decirse que la
Revolución Verde marcó un antes y un después. Sin duda, la agricultura no fue la misma
desde entonces. Como tampoco lo fue el mundo desde que aparecieron los medios de
transporte motorizados, la luz eléctrica y las comunicaciones.
En 1953, con la determinación de la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN)
que permitió dilucidar cómo las células guardan la información genética, cómo la duplican
y cómo la trasmiten a través de las distintas generaciones, el camino hacia la naciente
ingeniería genética quedó definitivamente allanado.
Para los expertos, las técnicas de hibridación, que implicaban transferir ciertos
genes al azar (no todos necesariamente útiles)entre plantas de la misma familia o empa-
rentadas, presentaban ciertos obstáculos difíciles de superar. El principal inconveniente
de la producción de híbridos residía en la incompatibilidad sexual entre las especies selec-
cionadas como progenitoras. Si existían grandes diferencias genéticas entre las mismas,
las posibilidades de obtener semillas viables por cruzamiento eran sumamente bajas.
Pero había otros inconvenientes también. Muchos opinaron que la técnica resultaba insu-
ficiente y extremadamente lenta para cubrir las urgentes demandas de alimentos impues-
tas por el crecimiento de la población mundial. Por otra parte, la alta dependencia de agro-
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
químicos requeridos por estos cultivos híbridos no se condecía con un entorno ecológico
sustentable. 
La era de la biología molecular, surgida en la década de 1950 tras el trabajo de los
científicos Watson y Crick (ambos luego premio Nobel) en la dilucidación de la estructura
de doble hélice del ADN, impulsó un sinnúmero de estudios durante la década siguiente.
En los años sesenta se pusieron en evidencia los principales mecanismos de regulación
de la expresión génica, creando los instrumentos moleculares que permitieran intervenir
sobre el ADN. En 1972, mientras se analizaba el mecanismo de infección de una bacteria
del suelo (Agrobacterium tumefaciens), se comprobó que esta era capaz de transferir ADN
de uno de sus plásmidos al genoma de células vegetales. El estudio del mecanismo de
esta transferencia dio pie para que se pensara en la transferencia génica a plantas, en res-
puesta a características deseadas.
Es así como diez años después, se había logrado expresar un transgén (tal es el
nombre que recibió el gen extraño o exógeno a transferir) en células vegetales. Y en 1984
surgía la primera planta transgénica de tabaco con resistencia a antibióticos. El nacimien-
to de la era de los transgénicos, o de los organismos genéticamente modificados, de las
técnicas del ADN recombinantes, es decir organismos portadores del material genético de
especies no emparentadas transferidos mediante ingeniería genética.
“La transgénesis representa un cambio radical respecto del cruzamiento tradicional,
ya que se apoya en el conocimiento previo de los genes a introducir (y de sus productos
funcionales) y en la predicibilidad de los efectos que se procuran obtener”, comenta
Alejandro Mentaberry, del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI)-
CONICET de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “De esta forma,
mientras la variedades obtenidas por cruzamiento sexual contienen combinaciones de
genes que en su mayor parte están indeterminadas, las plantas transgénicas solo difieren
de sus parentales en un número determinado y conocido de genes.”
Además de estos conceptos, el investigador de Instituto de Agroquímica y
Tecnología de Alimento del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Valencia,
España, Daniel Ramón Vidal, menciona otros en un artículo difundido por internet a través
del grupo Licengen: “Al construir un alimento transgénico es posible saltar la barrera de la
especie, ya que todos los organismos vivos tienen el mismo material hereditario. No es
posible cruzar sexualmente un tomate con una papa, pero se pueden expresar genes de
tomates en papas o viceversa”. No obstante, Vidal señala una consecuencia no precisa-
mente resuelta aún por la biotecnología: “Esta última diferencia tiene claras repercusiones
éticas. Por ejemplo , un hipotético vegetal transgénico que porta un gen de un animal
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puede ser un problema para un vegetariano de dieta estricta”. Los conflictos entre la bio-
tecnología y la ética no tardarían en hacerse presentes. Si bien a partir de 1975 la comu-
nidad científica comenzó a discutir los riesgos de la investigación con ADN recombinante
y propuso estrictas medidas de seguridad, en 1985 ya se hablaba de la posibilidad de
patentar estas plantas genéticamente modificadas. Al año siguiente, las técnicas del ADN
recombinante fueron empleadas para que las plantas sean resistentes a insectos, bacte-
rias y enfermedades.Y la carrera ya no encontró fin.
En 1987 apareció en los Estados Unidos el primer cultivo transgénico del mundo: el
tomate resistente a insectos. Para esa época los investigadores de Monsanto ya habían
descubierto el primer gen tolerante a su propio herbicida Round Up® , y habían iniciado
las pruebas de campo con soja y canola transgénicas resistentes a dicho herbicida.
Durante la década de 1990 los cultivos transgénicos autorizados crecieron a ritmo febril
en varias partes del mundo, particularmente en Estados Unidos, Argentina, Canadá y
Australia, y en ínfima proporción en China. Desde maíz, soja y algodón tolerante a herbi-
cidas y a insectos, hasta claveles con modificación del color, quedando en el medio un
nutrido muestrario de lo que la ingeniería genética es capaz de hacer: soja con alto con-
tenido de oleico, colza con síntesis incrementada de ácido láurico, tomate con maduración
lenta, calabaza con resistencia a virus, achicoria con esterilidad masculina, y otros tantos.
TRANGÉNICOS: EL CONSUMIDOR Y EL ETIQUETADO
Uno de los puntos clave aún por resolver en este debate multidisciplinario se centra en el
derecho del consumidor de conocer y elegir lo que come. En todo el mundo se reclama el
etiquetado de los alimentos transgénicos, aunque los únicos países que cuentan con una
legislación al respecto son Japón, Australia, Nueva Zelanda, Corea y la Unión Europea. 
Las empresas no se vuelcan a favor del etiquetado de transgénicos. Es por eso que
el consumidor, al menos en nuestro país, desconoce si el alimento que acaba de comprar
en un supermercado fue elaborado con materia prima genéticamente modificada.
Independientemente de que la información provista en la etiqueta pueda resultarle útil o
no, un gran porcentaje de consumidores defiende su derecho a saber y permanecer infor-
mado. Hasta el momento, las transnacionales se han pronunciado en contra del etiqueta-
do por considerarlo “superfluo, ya que genera un costo adicional”. Esta posición la han
tomado muchas entidades locales.
Las empresas alimenticias tampoco están a favor del etiquetado. Antonio Brailovsky,
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un defensor ecologista, opina que al resistirse al etiquetado, tanto las empresas como el
gobierno argentino, llevan adelante “una política de ocultamiento de información”, lo cual
“provoca daños en la sociedad y es una situación de enorme peligro por el abuso que el
poder entraña”. Admite que “hoy los productos alimenticios tienen impresa su fecha de
vencimiento, lo que es una información elemental para el consumidor. Durante muchos
años no fue así, y muchas empresas se opusieron a ello, usando argumentos sobre la difi-
cultad técnica de hacerlo”. 
Retomando el tema del derecho del consumidor, de saber lo que come, Brailovsky
apunta que “una mermelada de manzana es sustancialmente equivalente a, por ejemplo,
una mermelada de peras. Las dos cumplen la misma función: de untar la tostada, y en
muchas marcas tienen gustos que no se distinguen fácilmente”. Sin embargo, si al consu-
midor, quien es el que paga y consume el producto, le interesa saber si está comiendo
manzanas o peras, ¿cuál podría ser la razón para no decírselo?
En la Argentina, la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) no cree necesario el
etiquetado cuando se trata de variedades sustancialmente equivalentes. Además, han
expresado “por diversas razones existen mercados que requieren la discriminación entre
productos tansgénicos y no transgénicos, y la industria semillera repetirá esta decisión”. Apesar de los derechos que posee el consumidor argentino, es sorprendente comprobar
que su conocimiento sobre los OGM es prácticamente nulo. Muchos ni siquiera saben lo
que significa transgénico. Otros lo saben o algo han oído hablar de este tema en alguna
parte, pero, en general, el tema no parece ser discutido, por ejemplo en una mesa de café,
en el hogar o en las escuelas. Este hecho habla de una falta de difusión adecuada por
parte de las autoridades. Hasta hace un tiempo en el portal <ecodigital.com.ar> se publi-
có una noticia que contenía posibles fuentes de OGM en las góndolas de supermercados.
Entre ellas, se mencionaban alimentos como carnes, pastas, condimentos, cereales, golo-
sinas, productos de panadería y otros como leche, chocolate, jugos, etcétera.
¿Dónde está el consumidor? ¿Se interesa por el tema o sólo ha adoptado la pos-
tura del “no lo comas” sin saber por qué?
La actitud de muchos consumidores responde a un factor de confianza en algún
referente. Dicho referente varía según la zona geográfica pero ante escándalos como lo
sucedido en Europa con el “mal de la vaca loca”, el público suele perder la confianza en
las autoridades de regulación, los científicos y los políticos. En nuestro país, las encues-
tas revelan un elevadísimo porcentaje de población a favor del etiquetado de OGM, ya que
es un derecho a la información que les otorga la Constitución Nacional y la ley de defen-
sa da les derechos del consumidor.
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UNQ Editorial SERIE DIGITAL Ciencia y Tecnología
TRANGÉNICOS... ¿PUEDEN ACABAR CON EL HAMBRE DEL MUNDO?
Cabe preguntarse si la solución del hambre del mundo está realmente en manos de la
ciencia. Rubén Vallejos, investigador del Centro de Estudios fotosintéticos y Bioquímicos
(CEFOBI), en su artículo “Bioseguridad de cultivos” sostiene que “el hambre que sufren
los 800 millones de seres humanos actualmente, no es consecuencia de una insuficiente
producción mundial de alimentos, sino de consideraciones políticas y socioeconómicas”.
El tema del hambre que se produce en la Argentina –que por cierto no es el país más
pobre del mundo–, concentrada principalmente en el conurbano bonaerense y las provin-
cias del noroeste, no es ni será preocupación de las organizaciones internacionales. Más
bien debería ser preocupación de los propios gobernantes locales.
LA GENÉTICA Y LA ÉTICA
Desde que la ingeniería genética comenzó a ”entrometerse” en los organismos vivientes,
revelando no sólo sus secretos, sino también disponiendo de los mismos, las cuestiones
éticas han ingresado en un terreno candente. Nunca la ética se separa de la ciencia y, de
hecho, es una materia más en muchas carreras científicas alrededor del mundo.
¿Tiene el hombre derecho a modificar formas de vida de manera radical? ¿Es la
constitución genética de los seres vivos herencia común de todos, o puede ser adquirida
por las corporaciones y de esta manera convertirse en propiedad privada de algunos?
Estas y muchas otras preguntas son las que se han formulado ecologistas, científicos, fun-
damentalistas, conservacionistas y todos aquellos que no observan con buenos ojos la
manipulación genética y, por extensión, la clonación de las especies vivientes.
Tras la fusión de las empresas de agroquímicos y semillas con las farmacéuticas,
las restricciones y medidas de seguridad fueron perdiendo fuerza. En “Bioseguridad de los
cultivos”, Rubén Vallejos escribe que actualmente “la situación ha cambiado drásticamen-
te por la biotecnología, que comenzó a introducir vacunas, tests de diagnóstico de prote-
ínas recombinantes, cultivos transgénicos, terapia génica, etc. Muchos científicos se han
vuelto empresarios fundando nuevas compañías biotecnológicas, o involucrándose en la
industria”.
Por otra parte, el patentamiento de OGM implica una concepción impensable para
muchos. No solamente hoy en día las semillas trangénicas están protegidas por patentes,
sino también los animales. A tal efecto, en Estados Unidos en 1998 se patentó un ratón
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transgenico, el “oncomouse”, sensible a sustancias cancerígenas. Este sistema de paten-
tes ha engendrado un fenómeno de concentración de las principales firmas agroquímicas
y es seriamente discutido. En efecto, el ser vivo patentado es difícilmente concebible.
Una consecuencia lógica de las implicancias no sólo éticas sino también religiosas
de los transgénicos y posterior comercialización de OGM recae, una vez más, en el eti-
quetado de los alimentos. ¿Hemos imaginado alguna vez qué podría opinar un musulmán
que no sepa que está ingiriendo un gen de cerdo, por ejemplo? ¿Han pensado en ellos
las empresas? ¿Cómo asumen esas razones válidas y legítimas de determinados secto-
res de la población si no se etiquetan los productos? La experta en ecología, Dina
Foguelman, manifiesta que “las empresas no dan ninguna respuesta a esas inquietudes
y dan por sentado que en un público consumidor no educado, ni entrenado a controlar los
alimentos, más aún en un público empobrecido cuyo problema es comer lo que sea,
pasan a segundo término razones de riesgo para la salud, a menos que sean absoluta-
mente evidentes y con mas razón prevenciones éticas o religiosas”.
LA TECNOLOGÍA DEL ADN RECOMBINANTE
La revelación de los numerosos métodos mediante los cuales las células transfieren infor-
mación genética, abrió el camino para que los biólogos moleculares desarrollaran sus pro-
pias manipulaciones genéticas. Este campo suele llamarse simplemente ADN recombi-
nante. Las técnicas básicas más importantes son:
–Métodos para obtener fragmentos específicos y uniformes de ADN; 
–Clonación de los mismos, posibilitando la producción en gran cantidad y pureza; 
–Hibridación de ácidos nucleicos para identificar segmentos específicos de ADN y
ARN, y para estimar similitudes; 
–Secuenciación de ADN, la determinación del orden exacto de los nucleótidos en un
segmento dado.
PCR: REACCIÓN EN LA CADENA DE LA POLIMERASA
La PCR es una metodología que se utiliza para obtener ADN rápidamente, sin necesidad
de clonarlo y en buenas cantidades y pureza. Gracias a la diversidad de microorganismos
que nos rodean, podemos amplificar un fragmento de ADN mediante la utilización de enzi-
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mas. Existen numerosas especies de bacterias y arqueas que habitan en medios acuáti-
cos, a más de 80 ºC e incluso a 100 ºC. Por lo tanto, cada una de sus enzimas son capa-
ces de soportar tales temperaturas, sin perder su actividad. Puesto que son seres vivos
como cualquier otro, poseen ADN polimerasas, o sea, proteínas implicadas en la síntesis
de ADN a partir de un molde del mismo ácido nucleico. Contar con el ADN polimerasa
termo resistente clonada en Escherichia coli, ha abaratado los costos, ya que puede gene-
rarse a gran escala.
De esta manera, si nosotros colocamos un genoma cualquiera, y lo calentamos a
90 ºC, se producirá la desnaturalización, separándose las dos cadenas; si a su vez agre-
gamos en exceso dos oligómeros (que son ADN de simple cadena de entre 15 y 30 nucle-
ótidos), llamados primer (o cebadores); cada uno de ellos complementario a un extremo
del gen que deseamos amplificar. Luego, bajamos la temperatura de la mezcla a unos 50 ºC,
se producirá la hibridación entre cada primer y su zona complementaria en la cadena de
ADN genómica, en forma más frecuente que la renaturalización de la molécula problema,
simplemente por una cuestión de tamaños y cantidades. Si después elevamos la tempe-
ratura a 72 ºC, además de también colocar en la mezcla original de la ADN polimerasa
(TaqPol), nucleótidos libres, se producirá una síntesis de ADN a partir de cada primer y
tomando como molde la zona del genoma deseada.
Este ciclopuede ser repetido unas 40 veces, y así podemos amplificar en una forma
exponencial (cada cadena generará dos y así sucesivamente) el gen deseado, en poco
menos de dos horas, de acuerdo con cuán largo sea éste.
Mediante el uso de esta técnica, se han puesto a punto protocolos de secuencia-
ción. Para tal fin, se coloca un tubo de ADN a secuenciar y un único primer complemen-
tario al inicio de la región (donde sí conocemos los datos de la secuencia). Luego se hacen
cuatro reacciones de PCR, con la diferencia de que uno de los cuatro nucleótidos en cada
caso será una mezcla entre moléculas normales y otros modificadas químicamente de
manera que no pueda proseguir la polimerización. Así, cuando éstas se incorporen, los
fragmentos dejarán de crecer en longitud. Finalmente, se siembran cuatro muestras en
una “electroforesis”, y simplemente leyendo el resultado, será posible conocer la secuen-
cia del fragmento en cuestión.
ELECTROFORESIS
Los ácidos nucleicos son moléculas de pH neutros, o ligeramente alcalinos o ácidos. Éstos
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presentan una carga electrostática de carácter negativo. Esto se debe a la presencia de
los grupos fosfatos que se unen a los monómeros de azúcar entre sí, tanto ribosa para el
ARN y desoxirribosa para el ADN. Puesto que la carga neta es igual para cada nucleóti-
do en particular (A, G, C, o T), a medida que sea más larga la molécula tendrá mayor
masa, y poseerá más carga compensándose entre sí ambos factores.
Si colocamos una muestra de ADN de diferentes tamaños dentro de un gel (que se
confecciona con un polisacárido proveniente de ciertas algas denominado agarosa, cuyo
tenor de poro puede ser controlado de acuerdo a la cantidad que se coloque) o sustancia
porosa bajo la acción de un campo eléctrico, dichas moléculas migrarán hacia el polo posi-
tivo (por tener carga negativa), a una velocidad dependiente de su masa. Es decir, que la
mezcla original se separará a lo largo del gel, de manera que los segmentos más peque-
ños se encontrarán más cerca del polo positivo (pues les es más fácil avanzar entre los
poros), mientras que los mayores quedarán más cerca de la zona de donde se sembra-
ron. A su vez, si al inicio y al lado se coloca una mezcla de ADN de tamaño conocido, fácil-
mente podrá estimarse la longitud en pares de bases de nuestro segmento problema. Y
no sólo eso, sino que cortando la porción del gel donde éstos se hallan, y luego utilizan-
do simples protocolos, podremos extraer cada ácido nucleico y almacenarlo en forma pura
del resto.
Los ácidos nucleicos no son visibles, es necesario revelarlos en el gel con la utiliza-
ción de un compuesto químico denominado Bromuro de Etidio, que tiene la particularidad
de intercalarse entre las bases del ADN y ARN; emitiendo luz naranja o violeta, al ser colo-
cados bajo lámpara de luz ultravioleta. El resultado final será un rectángulo de agarosa de
alrededor de 0,5-1cm de espesor; y con un largo y ancho que varía según las necesida-
des (desde 5 cm x 10, hasta dimensiones métricas) conteniendo en su zona superior (cer-
cana al polo negativo) fosos o agujeros, llamadas calles, donde se colocan las muestras. 
GENERACIÓN DE FRAGMENTOS DE ADN
Las herramientas para aislar segmentos específicos de ADN de cualquier tejido vivo, fue-
ron suministradas por los mismos organismos. Hay que recordar que los obreros de la
vida son las enzimas, proteínas generalmente globulares que actúan como catalizadores
de reacciones químicas específicas. Pues bien, un conjunto de ellas, abundantes en las
bacterias, presentan una actividad particular, consistente en cortar la doble cadena de
molécula de ADN al reconocer o leer secuencias definidas dentro de ésta. En biología se
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las conoce como enzimas de restricción, pero popularmente se las denominó “tijeras
moleculares”, funcionando en los microorganismos que las poseían naturalmente como
sistema de protección a la invasión de ADN extraños e invasores, como virus, protegien-
do su propio genoma por modificación de los nucleótidos involucrados en las secuencias
de recombinación. Por ejemplo, una enzima llamada EcoR 1, parte la molécula de ADN
en la secuencia GAATTC, protegiéndose la bacteria productora con una enzima metilado-
ra específica que añade un metilo a una de las adeninas de la secuencia.
No todas ellas hacen cortes rectos en el medio de la región reconocida, como Hpa 1.
Algunas, incluyendo a EcoR 1, cortan la cadena con algunos nucleótidos de diferencia,
dejando extremos cohesivos o “pegajosos”. Normalmente, estas secuencias son palíndro-
mos, es decir que se leen de igual manera la cadena superior, de izquierda a derecha, que
la anterior de derecha a izquierda. Los extremos son “pegajosos” porque las bases que
quedan sueltas aparean entre sí en orden perfecto. Por ello, estos extremos pueden vol-
ver a unirse entre sí, o con cualquier otro segmento de ADN en más de noventa secuen-
cias de reconocimiento distintas.
Más adelante, otro conjunto de enzimas cerró el círculo que permitió realizar una
gran cantidad de operaciones genéticas. Las más importantes son las que pertenecen a
la clase de polimerasas, que sintetizan un ADN o ARN, utilizando a otro ácido nucleico
como molde, al que efectivamente copian y reproducen. Otro grupo particular e importan-
te es el formado por las ligasas, proteínas capaces de catalizar la unión entre dos molé-
culas de ADN con extremos compatibles, es decir, ambos romos, o “pegajosos” producto
de la digestión con la misma enzima de restricción.
PLÁSMIDOS COMO VECTORES DE CLONADO
Los plásmidos son moléculas de ADN circular de doble cadena que normalmente se
encuentran en bacterias y en algunos eucariontes unicelulares. Los plásmidos naturales
tienen la capacidad de replicarse autónomamente y únicamente dentro de la célula hos-
pedadora adecuada. La especificidad de la replicación está dada por los genes que se
encuentran en el plásmido alrededor del origen de replicación. Además, estos vectores
habitualmente portan genes que le confieren al hospedador resistencia a antibióticos tales
como la tetraciclina y ampicilina. La resistencia a antibióticos se ha utilizado como una
forma de seleccionar las células hospedadoras que contienen el vector de aquellas que no
lo presentan. El tamaño de los plásmidos está entre el rango de 5 kbp a 40 kbp. Dado su
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menor tamaño con respecto al ADN bacteriano pueden ser fácilmente separados de éste.
Uno de los vectores más estudiados es el plásmido pBR322, que se obtuvo por
modificaciones genéticas de plásmidos naturales. En particular, este plásmido presenta un
origen de replicación y sitios de corte para distintas endonucleasas de restricción dentro
de las cuales el ADN extraño puede insertarse. Algunos de éstos sitios de restricción se
encuentran dentro de genes propios del plásmido que le confieren resistencia a antibióti-
co como la ampicilina y la tetraciclina. Cuando el ADN extraño se inserta en un sitio de
restricción que está incluido en uno de estos genes, el gen frecuentemente se inactiva. De
forma tal que, un fragmento de ADN insertado en un sitio de restricción incluido en el gen
de resistencia a la ampicilina, llevaría a la pérdida de dicha resistencia y esta observación
indicaría que efectivamente el inserto de ADN se incorporó en el sitio de restricción dese-
ado. Además, posee un tamaño pequeño que facilita su entrada a las bacterias.
Los plásmidos pueden ser introducidos en las bacterias por un proceso llamado
transformación. Para ello las bacterias deben ser sensibilizadas a través del tratamiento
con una solución de cloruro de calcio a 4 ºC en un procedimientoque se denomina pre-
paración de células competentes. Posteriormente, se incuban con el plásmido a 4 ºC
hasta que la mezcla se estabiliza, y luego se produce un shock térmico a 37-43 ºC, con lo
que las células se hacen permeables a pequeñas moléculas de ADN.
Una vez incorporado el ADN en el hospedador, es necesaria la existencia de un
método que nos permita identificar las bacterias transformadas con el vector recombinan-
te que no lo hayan incorporado. La estrategia habitual consiste en utilizar un vector que
contenga un gen que la célula hospedadora normalmente no tiene, y que requiere para el
crecimiento bajo condiciones específicas (por ejemplo un gen de resistencia a un antibió-
tico en particular).
TÉCNICAS PARA HACER PLANTAS TRANSGÉNICAS
La utilización de plantas transgénicas en programas de Mejora se va incrementando día
a día. Algunos expertos han llegado incluso a predecir que hacia el año 2005, el 25% de
la producción agrícola en Europa lo será de plantas transgénicas.
En los programas de Mejora de Plantas interesa en ocasiones incorporar un gen
determinado a una cierta variedad para dotarla, por ejemplo, de resistencia a un patóge-
no o darle cierta calidad. El método convencional consiste en realizar un primer cruza-
miento con un individuo que lleve el gen deseado y luego, mediante un proceso continua-
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do de cruzamientos con individuos del genotipo original (retrocruzamiento) y selección
para el carácter (gen) que se quiere introducir, se puede llegar a obtener tras un proceso
más o menos largo individuos con el genotipo original al que se ha añadido el gen dese-
ado. Este método convencional tiene varios inconvenientes, como son las muchas gene-
raciones necesarias y en ocasiones la limitación que supone la reproducción sexual cuan-
do lo que interesa es introducir el gen de otra especie, ¡y con más razón si esta otra espe-
cie ni siquiera pertenece al reino vegetal sino que se trata de una especie bacteriana o
animal! 
LA INGENIERÍA GENÉTICA EN LA MEJORA DE PLANTAS 
Las técnicas de ingeniería genética suponen un método alternativo de incorporación de un
gen deseado en el genoma de una planta mediante la obtención de plantas transgénicas.
No obstante, no debe olvidarse que, una vez introducido el gen deseado, los procesos de
selección son similares a los empleados en los métodos convencionales de la Mejora. 
La transgénesis o transferencia génica horizontal en plantas se puede realizar utili-
zando el ADN-T (transferible) del plásmido Ti (inductor de transformación) de la bacteria
Agrobacterium tumefaciens que produce los tumores o “agallas” en las heridas que se ori-
ginan en las plantas. En el proceso de infección, el ADN-T tiene la propiedad de poder
pasar de la célula bacteriana a las células de las plantas, incorporándose al ADN de los
cromosomas de éstas. Dicho de forma muy esquemática, la manipulación genética en
este caso consiste en incorporar al ADN-T el gen que se desee introducir en la planta. La
mayor eficacia de la técnica se consigue utilizando cultivos celulares de hoja o de tallo que
son capaces de regenerar plantas adultas completas a partir de células que han sido
genéticamente modificadas (transformadas) usando como vector el ADN-T. 
Otras técnicas de transferencia de genes consisten en la introducción del ADN en pro-
toplastos (células desprovistas de la pared celulósica por medios enzimáticos o químicos)
utilizando el polietilenglicol o la electroporación. También se puede introducir el ADN en las
células por bombardeo con microproyectiles (biobalística) formados por partículas de oro o
tungsteno recubiertas con ADN del gen deseado. En cualquier caso, después se induce la
regeneración de la planta adulta a partir de los protoplastos o de las células tratadas. 
Con las técnicas mencionadas (especialmente utilizando el ADN-T del plásmido Ti
de Agrobacterium tumefaciens) se han obtenido plantas resistentes a virus, a insectos, a
herbicidas, etc. Por ejemplo, desde hace más de treinta años se viene utilizando en agri-
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cultura y jardinería un insecticida especialmente eficaz contra las larvas de los lepidópte-
ros, cuya eficacia reside en la proteína Bt producida por la bacteria Bacillus thuringiensis.
Pues bien, la ingeniería genética ha permitido identificar y aislar el gen bacteriano que
codifica para la proteína Bt y se ha logrado transferirlo a plantas transgénicas de algodón,
patata, tomate y maíz, haciéndolas resistentes a los insectos. 
Otro caso interesante ha sido la obtención de plantas transgénicas de tomate, soja,
algodón, colza, etc., a las que se les ha incorporado un gen que produce la resistencia al
principio activo (por ejemplo, el glifosato) de los herbicidas de amplio espectro, lo cual per-
mite eliminar las malas hierbas de especies de hoja ancha y crecimiento cespitoso tratan-
do los campos con herbicidas que no dañan al cultivo. También se han obtenido plantas
transgénicas de tomate con genes que alargan el periodo de conservación y almacena-
miento evitando la síntesis de la poligalacturonasa que produce el reblandecimiento del
fruto. 
Por último, podrían citarse también las plantas transgénicas utilizadas como biorre-
actores para producir lípidos, hidratos de carbono, polipéptidos farmacéuticos o enzimas
industriales.
PLAN DE TRABAJO EXPERIMENTAL
Metodologías y resultados
Nuestro objetivo consistió en obtener una bacteria recombinante utilizando las herramien-
tas de ingeniería genética empleadas en el desarrollo de OGM. Para ello, lo que hicimos
fue utilizar una bacteria, Escherichia Coli, y por medio de un vector de clonado cambia-
mos su conformación genética. En primer lugar, se amplificó un fragmento de ADN a par-
tir de un ADNc sintetizado específicamente a partir de células infectadas con el Virus Junín
(VJ). Este virus posee dos segmentos genómicos, denominados S (small, 3500 nt), y L
(large, 7000nt). La familia viral a la cual corresponde VJ es la Arenaviridae, que cuenta
con 19 integrantes reconocidos en el mundo. Como tienen una amplia distribución, se
comenzaron a estudiar y se dividieron en dos grandes grupos: Arenavirus del Nuevo
Mundo, y Arenavirus del Viejo Mundo. La mayoría de los miembros de la familia se
encuentran en el primer grupo, así como también VJ, que a su vez está inmerso en el
denominado complejo Tacaribe, el virus prototipo del Nuevo Mundo, que no presenta pato-
genicidad para el hombre. En cambio, el VJ es el agente etiológico de la Fiebre
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Hemorrágica Argentina. Dentro del marco de un trabajo de investigación de la Universidad
Nacional de Quilmes, en el cual se busca determinar la secuencia viral de cepas con distin-
to grado de virulencia (de mayor a menor patogenicidad), se obtuvo un producto de 900 pb
pertenecientes a la zona central del ARN L de la cepa viral que es utilizada como vacuna
(la de menor virulencia): Candid #1 (Cd#1) y que codifica para una porción de la polime-
rasa viral.
Seguidamente, este producto de PCR fue purificado y clonado en un plásmido,
pZErO-2 (Invitrogene), previa digestión del mismo con endonucleasas de restricción, y con
la enzima ligasa generamos un plásmido recombinante poseedor del ADN en estudio. Una
vez concluido el paso anterior, transformamos bacterias con este plásmido para generar
grandes cantidades del mismo y poder así tener nuestro ADN de interés para posteriores
ensayos. Luego, las bacterias que crecieron fueron analizadas, para comprobar si conte-
nían la construcción recombinante en su constitución genómica (Figura 1).
Figura 1. Construcciones plasmídicas obtenidas. Se muestra el inserto clonado
enlas dos orientaciones posibles (denominadas 1 y 2). 
Análisis de la secuencia
Para corroborar la identidad del fragmento clonado, se realizó la secuenciación del mismo
mediante el método de Sanger. Luego enviamos la información obtenida a la base de
datos con la cual trabajamos, que es el BLAST (Basic Local Aligment Sequense Tool),
donde pudimos corroborar que se trataba de Virus Junín, ya que poseía mayor homología
con la cepa recientemente conocida XJ#13, y también con otros integrantes del Nuevo
Mundo, tal como se esperaba. Una menor homología fue observada con los integrantes
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del Viejo Mundo. La comparación de secuencias con las de otros aislamientos por medio
del programa Clustal X y la construcción de un dendograma (Figura 2) permitió agrupar al
virus en estudio dentro de la familia compuesta por representantes de todo el planeta.
Figura 2. Dendograma realizado entre las distintas secuencias de arenavirus.
CONCLUSIÓN
Hoy en día no se sabe a ciencia cierta si los alimentos ordenados prolijamente en las gón-
dolas de los supermercados de nuestro barrio contienen OGM en su composición y en qué
proporción. En cuanto a esto último, se sabe “que los aditivos proteínicos y las harinas son
los que tienen mayor proporción de modificaciones, mientras que los aceites son práctica-
mente iguales a los convencionales”, dice Dina Foguelman, vicepresidenta del MAPO
(Movimiento Argentino para la Producción Orgánica).
Ante la pregunta clave de ¿cómo aconsejar a un consumidor acerca de los OGM?,
es claro que también surgirán respuestas contradictorias.
Con respecto al etiquetado de los OGM, en nuestro país para muchos es cuestión de
tiempo. En este punto es precisamente donde debe profundizarse la difusión de información
al consumidor, que siempre va a ignorar lo que es un OGM, si las autoridades y las empre-
sas no se lo explican, para que sea capaz de tomar una decisión basada en el conocimien-
to y no en la ignorancia. Alberto Díaz, investigador y docente de la Universidad Nacional de
Quilmes sugiere “que los lugares de salud y los médicos respondan a esas inquietudes, pero
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primero hay que enseñarles estos temas a los médicos generalistas. Los nutricionistas han
hecho un importante trabajo sobre esto”. Díaz ha participado de las reuniones de difusión de
información sobre biotecnología en diferentes lugares donde el tema principal era el de los
alimentos, la mayor parte eran nutricionistas que estaban preocupados por saber si las semi-
llas transgénicas afectan a la calidad de la comida, la nutrición y la salud.
Los conceptos de “participar y educar” son muy importantes para conocer y poder
elegir qué hacer con respecto a los OGM. Debe destacarse que hay una escasez de fon-
dos públicos para promover investigaciones y estudios ecológicos y de mercado. Ni el
consumidor, ni el productor que adoptó estas tecnologías contarán con las herramientas
necesarias para una opinión concreta acerca del tema, observando que la información que
proporcionan los medios de comunicación representa sólo las dos posiciones extremas.
Muchos opinan que el debate sobre los transgénicos va a disminuir cuando el públi-
co, (y no las empresas o productores solamente) comience a percibir beneficios. Hay que
ver cuáles transgénicos sí, y cuáles no.
Se ha generado una guerra poco útil porque algunos transgénicos pueden ser utili-
zados sin perjudicarnos: si hay un desarrollo que permita curar la diabetes, el SIDA, el
cáncer o cualquier otra enfermedad, problemas de salinidad o riego, esto puede ser muy
útil. Pero hay que tener en cuenta todas las variantes, incluso las de largo plazo.
Experimentalmente pudimos poner a prueba ciertas herramientas de generación
de transgénesis. Como los estudios realizados demostraron, la aplicación de estas
metodologías es de suma utilidad para el progreso del hombre. Pero este avance debe
ser muy responsable incorporando en sus beneficios a toda la población de manera
equitativa e informando para permitir la libre decisión en la utilización de los productos
generados.
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Genética de la Universidad Nacional de Misiones.
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Bases moleculares del cáncer: nuevas estrategias
antitumorales
Georgina Emmanuelli
Tutora: Giselle Ripoll
INTRODUCCIÓN
El término cáncer abarca un grupo de trastornos genéticos, capacitando a la o las células
portadoras de estos trastornos una proliferación desmedida que ignora los patrones de
crecimiento presentes en el ambiente circundante.
Si bien en el organismo humano existe un control que mantiene un equilibrio entre
las tasas de crecimiento de las células nuevas y la muerte de las células viejas (apopto-
sis), el cáncer es una patología que logra evadir tal control, permitiendo que una célula
crezca y se reproduzca de manera descontrolada.
Para la mayoría de las personas el término cáncer es sinónimo de tumor, y ambas
palabras se asocian con una enfermedad que da lugar a una temible situación personal o
familiar. Sin embargo, el significado médico de la palabra tumor no se corresponde con
esta visión. Estrictamente, la palabra tumor designa cualquier crecimiento anormal de
células, ya sean de características malignas o benignas. Las inflamaciones, como sucede
cuando se generan abscesos, la acumulación de sangre fuera de los vasos sanguíneos
con la aparición de hematomas, las malformaciones congénitas y también el aumento en
la frecuencia con que determinadas células se reproducen, son algunas de las causas que
dan origen a un tumor. Esta última condición se define con el término neoplasia (palabra
proveniente de neo, nuevo, agregado y plasia proliferación) referida a un proceso cuyo
resultado (el tumor) se agrega a las estructuras normales.
Las neoplasias se catalogan básicamente en dos grupos: benignas y malignas. En
las neoplasias benignas, las células se dividen lentamente, son parecidas a las normales,los tejidos mantienen su disposición ordenada y el tumor está siempre restringido a la
zona donde se inició la proliferación, presentando un límite neto con los tejidos que lo
rodean. Por el contrario, en las neoplasias malignas las células se dividen rápidamente y
son poco diferenciadas remedando sólo vagamente a las células de los tejidos normales.
En este caso las células se infiltran e invaden los tejidos adyacentes, dando lugar a la apa-
rición de metástasis, esto es, pequeños focos tumorales en otros lugares del organismo.
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Sin tratamiento alguno, las neoplasias malignas terminan destruyendo el organismo en el
que se desarrollan. Este tipo tumoral corresponde al conjunto de enfermedades que se
agrupan bajo la denominación de cáncer.
En el cáncer se produce la proliferación descontrolada de las células que han esca-
pado al crecimiento en armonía con el resto del organismo. Sus causas residen en los
complejos procesos que regulan la proliferación y diferenciación celular.
Es por este motivo que, en la actualidad, los investigadores concentran sus esfuer-
zos sobre todo en los procesos moleculares involucrados en el desarrollo y expansión de
los diferentes tipos de cáncer.
El cáncer ocupa el segundo lugar en frecuencia como causa de muerte a nivel glo-
bal, ya que sólo es superado por enfermedades cardíacas. Se estima que hay más de 10
millones de casos nuevos por año en el mundo y que en el mismo período, más de 7 millo-
nes de muertes son causadas por esta enfermedad.
Existen diversos tipos de carcinógenos o factores determinantes que favorecen la
transformación maligna. Se cree que 85% de los cánceres se relacionan con el medio.
Son cientos los productos químicos con capacidad carcinogénica que nos afectan a tra-
vés del aire, el agua y la dieta. Su importancia es crucial, puesto que muchos de ellos se
relacionan con los hábitos personales y las exposiciones profesionales.
Mediante el uso de medicamentos no tóxicos que corrigen el comportamiento anó-
malo de las células cancerosas, y una nueva generación de vacunas oncológicas, sería
posible combatir focos residuales de la enfermedad.
Aunque hoy en día, existen métodos convencionales para el tratamiento de esta
enfermedad, se están realizando estudios para obtener nuevos medicamentos mas efecti-
vos y menos tóxicos de uso prolongado, que se adicionarían a las terapias preexistentes.
SURGIMIENTO Y DESARROLLO DE UN TUMOR
Surgimiento genético del cáncer
El origen del cáncer se ubica en el ADN celular. Todas las células normales poseen genes
cuya información regula y determina todas las funciones celulares, entre otras, el creci-
miento y la diferenciación celular. A los genes involucrados en estas funciones se los cono-
ce como protooncogenes y su integridad es primordial para el funcionamiento normal de
los tejidos. El desarrollo y la acumulación de varias lesiones genéticas en el ADN celular
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provoca la alteración de las funciones de regulación de estos protooncogenes (Figura 1).
En consecuencia, estos genes mutados, conocidos como oncogenes, le confieren a la
célula propiedades nuevas que la capacitan para proliferar de manera diferente al resto de
las células normales, dotándolas con características erosivas e invasivas.
Características biológicas generales de las células neoplásicas
Pese a sus diferencias individuales, las células cancerosas comparten algunas caracterís-
ticas, tanto celulares como de comportamiento (Figura 2). En las células neoplásicas se
ve alterada la membrana celular, lo que afecta el desplazamiento de líquido hacia el inte-
rior y el exterior de la célula. La membrana contiene, además, antígenos de especificidad
tumoral, en virtud de los cuales la célula resulta inmunológicamente diferente de todas sus
predecesoras normales. Su núcleo suele ser grande e irregular. Los nucleolos, estructu-
ras que contienen el ARN celular, aumentan de tamaño y número, por la mayor síntesis
de dicho ácido.
Ahora bien, para comprender la historia natural del cáncer se deben conocer algu-
nos rasgos biológicos característicos e indispensables para el crecimiento y desarrollo de
las células neoplásicas. Por un lado, presentan una característica común, la clonalidad.
Ésta debe entenderse como un proceso dinámico. En el desarrollo de una neoplasia, el
genotipo y el fenotipo tumorales no son constantes, sino que presentan cambios evoluti-
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Figura 1. Los oncogenes y el surgimiento del cáncer
vos, como por ejemplo su capacidad de invasión local, de producir metástasis, sus cam-
bios de antigenicidad y la resistencia farmacológica a citostáticos. Cabe citar también que
las células cancerosas son más móviles que las normales del mismo tipo citológico. La
migración de las células neoplásicas es más rápida y repetida. Por otra parte, se encuen-
tra la alteración de la diferenciación celular. En este proceso, conocido como desdiferen-
ciación o anaplasia, los tumores no conservan la arquitectura tisular normal, aunque tien-
dan a imitar histológicamente al tejido a partir del cual se originaron. Las células neoplá-
sicas presentan irregularidades nucleares y citoplasmáticas, así como mitosis atípicas y
otras anomalías que definen su grado de anaplasia. Cuanto más alto sea éste, peor pro-
nóstico presentará el tumor.
Crecimiento
El desarrollo de la enfermedad neoplásica se caracteriza por una evolución polifásica que
se inicia con la transformación de una célula (o un grupo celular) que concluye con un cre-
cimiento descontrolado y la posible destrucción del huésped. De un hecho al otro se debe
considerar una serie de procesos que responden al crecimiento y desarrollo del tumor. En
consecuencia podemos citar una etapa subclínica, una etapa de crecimiento celular,
seguida por la angiogénesis tumoral, la diseminación a distancia (linfática o hematógena),
derivando finalmente con la metástasis.
Período subclínico
El diagnóstico clínico del cáncer suele llevarse a cabo cuando el tumor alcanza un deter-
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Figura 2. Características principales de las células neoplásicas.
minado tamaño. Para ello es necesario que transcurra un lapso de tiempo conocido como
período subclínico. Inicialmente, la célula cancerosa tiene un diámetro de 10 micrones
(0,001 mm). En un cálculo teórico luego de 20 duplicaciones aproximadamente, el nódu-
lo tumoral tiene 1 mm de diámetro, 1 mg de peso y un millón de células. Luego de 30 dupli-
caciones tumorales, el diámetro del nódulo alcanza a medir 1 cm, pesar 1 gr y estar com-
puesto por 1.000 millones de células. Es posible, en este momento, un diagnóstico pre-
coz. Las 10 duplicaciones posteriores generan una masa de 1 kg. Ésta es aún compatible
con la vida de huésped, pero su equilibrio es altamente inestable, ya que unas cinco dupli-
caciones más provocarían un tumor de aproximadamente 35 kg. A pesar de que siguien-
do este patrón, la evolución de un cáncer abandonado a su evolución espontánea equi-
valdría al tiempo necesario para que se produzcan 40 duplicaciones, se sabe que, en rea-
lidad un tumor sufre una explosión duplicativa al comienzo y luego esa velocidad disminu-
ye rápidamente ya que la cantidad de células que se duplican es levemente mayor a las
que mueren por causas diversas. Es por eso que este crecimiento explosivo en pocas
generaciones nunca se da, debido a la cinética de crecimiento de las células cancerosas.
La mitad de todo el proceso ocurre en una fase pocas veces detectable clínicamente.
Cinética de crecimiento de las células tumorales
Todas las definiciones existentes de cáncer tienencomo factor común el crecimiento anár-
quico de las células, no sujeto a las leyes normales del organismo. Sin embargo, las célu-
las dentro de una masa tumoral, siguen una serie de hechos dinámicos de crecimiento,
declinación, movimiento y control de la población y del ciclo celular. El conjunto de estos
sucesos recibe el nombre de cinética celular. En cada tumor se pueden encontrar células
en estado de proliferación; células en reposo detenidas en G0 (fase G1 prolongada), y
células que ni proliferan, ni pueden entrar en el ciclo celular (células no divisibles), conde-
nadas a apoptosis, pero que producen efecto masa. En las fases iniciales del crecimiento
tumoral, hay una fracción de células proliferantes, de modo que la fracción de crecimien-
to es alta. Se define como fracción de crecimiento a la cantidad de células que se encuen-
tran en ciclo celular (intervalo entre el punto medio de la mitosis de una célula y el punto
medio de la mitosis siguiente de la misma célula) respecto a la cantidad total de células
que integran el tumor. A medida que el tumor adquiere mayor masa la fracción de creci-
miento disminuye. Habitualmente, en las metástasis la fracción de crecimiento es mayor
que en el tumor primario.
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Angiogénesis tumoral
Si bien estos agentes son importantes, para que el tumor pueda desarrollarse es indispen-
sable la creación de una estroma que le dé sustento y soporte. Éste se origina a través de
un proceso denominado “angiogénesis”. Originalmente, el tumor se desarrolla alimentan-
do sus células con nutrientes a través de difusión. Pero cuando la masa tumoral alcanza
un tamaño determinado (próximo a los 0,5 mm), el pasaje de nutrientes no es suficiente
para alimentar a las células neoplásicas. Es así como se inicia el proceso de angiogéne-
sis tumoral donde los tumores reclutan células endoteliales para formar nuevos vasos.
Este es el paso clave que determina el éxito o no del desarrollo tumoral. El tumor secre-
ta, o induce la secreción por parte de células adyacentes, de una serie de factores proan-
giogénicos, como el VEGF (Vascular Endothelial Growth Factor) y el bFGF (basic
Fribroblast Growth Factor). Estas sustancias actúan además sobre un grupo de células
previamente reclutadas, provenientes de la médula ósea, haciendo que éstas se transfor-
men también en vasos sanguíneos. La vascularización hace que cambien las perspecti-
vas del tumor. Se convierte en clínicamente detectable, sintomático, puede hacer metás-
tasis y, en consecuencia, aumenta su grado de malignidad.
INVASIÓN Y METÁSTASIS
Invasión local
Inicialmente, la neoplasia crece y aumenta su tamaño, invadiendo sólo las estructuras
adyacentes, sin diseminarse a zonas alejadas del tumor original. La falta de cohesión
entre las células tumorales ayuda a explicar este proceso y la tendencia de los cánceres
a propagarse e introducirse en tejidos normales adyacentes al foco patológico primario.
En términos generales, una célula tumoral tiene seis veces menor poder de adherencia
que la célula normal.
En circunstancias normales, las células crecen y se desplazan hasta encontrar un
obstáculo, con lo que se detiene su curso y, simultáneamente, la síntesis de ADN. Es
decir, la densidad celular constituye un freno para la expansión celular. Sin embargo, las
células cancerosas no presentan tal inhibición, por lo que continúan proliferando, fueran
cuales fueran las restricciones de presión en su lugar de desarrollo. Existe, además, una
ausencia de guía de contacto en las células cancerosas. Las células normales crecen
siguiendo una red arquitectónica, que conserva un orden estructural de crecimiento. Las
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células neoplásicas se desarrollan constituyendo masas desordenadas, con la libertad de
organizarse de cualquier modo.
Un factor importante que facilita la invasión local es la secreción, por parte de las
células tumorales, de factores enzimáticos y tóxicos. Los primeros actúan disminuyendo
la adhesividad celular y permitiendo que productos celulares neoplásicos penetren en las
células normales. Además, algunas de las enzimas secretadas son destructoras específi-
cas (líticas), que destruyen el tejido circundante. La secreción de sustancias tóxicas, una
vez fagocitadas por las células normales, inducen la alteración local y el crecimiento tumo-
ral. La resistencia a la invasión depende de la estructura del tejido en cuestión. Aquellas
estructuras constituidas por gran cantidad de tejido elástico, como el cartílago, los tendo-
nes, los ligamentos, los vasos linfáticos y las venas son más resistentes a la invasión. No
ocurre lo mismo con los tejidos de sostén, los músculos y las arterias (dotados de una
menor cantidad de tejido elástico) que son invadidas con mayor frecuencia.
Los tumores poseen diferentes características invasivas que responden a la natura-
leza de cada uno de ellos. Hay neoplasias con un alto poder de invasión local, mientras
que su capacidad de metástasis es limitada. Otros tipos de tumores, si bien son capaces
de invadir localmente, producen metástasis con gran rapidez. Pero, también existen algu-
nos tumores que presentan tanto una gran capacidad para invadir localmente como una
metástasis precoz. Todas estas características diferenciales de cada tipo tumoral, inciden
ampliamente en el pronostico del paciente.
Cadena metastásica (metástasis)
La diseminación y crecimiento de un nuevo foco tumoral a distancia (metástasis) es un
complejo proceso que responde a las características de las células tumorales de cada
neoplasia. Se calcula que aproximadamente el 0,01% de las células cancerosas llegan a
establecerse en un sitio distante. Las células que logran sobrepasar los obstáculos del sis-
tema linfático y circulatorio, llegando a producir metástasis distantes, son lo suficientemen-
te hábiles y adaptables para proliferar a distancia de su origen.
Una vez que se produjo el desprendimiento y la invasión, ya sea de una vía linfáti-
ca o hematógena, la célula cancerosa viaja siguiendo el flujo venoso que drena el sitio,
hasta alojarse en un órgano, donde dará origen a otros tumores (Figura 3). Cuando la
diseminación es hematógena, es comprensible, que el hígado y los pulmones sean los
órganos que más a menudo presenten focos invasivos, ya que toda el área portal del dre-
naje fluye al hígado y toda la sangre de las venas cavas llega a los pulmones.
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El proceso de diseminación comienza cuando la célula maligna se desprende del tejido
circundante. En un tejido normal, las células se adhieren entre sí a una red proteínica que
rellena el espacio entre ellas. Esta red de proteínas se conoce como matriz extracelular.
La unión entre las células y la matriz extracelular es muy importante para la superviven-
cia y la comunicación celular. Una célula necesita este anclaje para llevar a cabo sus prin-
cipales funciones. Tal conexión es posible por medio de moléculas de la superficie celular
llamadas integrinas, que se fijan a la matriz extracelular. Sólo luego que la célula se une
a una superficie es que su ciclo reproductivo comienza. Las células que no pueden hallar
anclaje, no sólo dejan de reproducirse y crecer, sino que entran en apoptosis.
La detención del crecimiento y la reproducción de las células sin anclaje es una de las
defensas del cuerpo humano para conservar la integridad de los tejidos. Las células norma-
les poseen sitios específicos en los que deben permanecer a fin de sobrevivir. Sin embargo,
las células cancerosas pueden existir sin estar ancladas. Es posible que en las células can-
cerosas, proteínas elaboradas por oncogenes puedan comunicar un mensaje falso

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