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Capítulo 1 
. IGUALDAD DE BIENESTAR 
l. Dos TEORfAS DE LA IGUALDAD
La igualdad es un ideal político popular pero misterioso. Las personas
pueden ser iguales (o al menos tener mayor igualdad) en un aspecto, con la 
consecuencia de que se vuelven desiguales (o más desiguales) en otros. Por 
ejemplo, si sus ingresos son iguales, su grado de satisfacción con la vida será 
diferente casi con toda seguridad. De aquí no se sigue, claro está, que la igual­
dad sea un ideal que no sirve para nada. No obstante, es necesario establecer, 
con mayor precisión de la habitual, qué forma de igualdad es importante en 
última instancia. 
Ésta no es una cuestión lingüística, ni siquiera conceptual. No se precisi1 
de una definición de la palabra «igualdad» o de un análisis de cómo se usa esa 
palabra en el lenguaje ordinario. Lo que se nos exige es que distingamos di­
versas concepciones de la igualdad para decidir cuál de esas concepciones (o 
qué combinación de ellas) establece un ideal político atractivo, si es que aca­
so establece alguno. Ese ejercicio se puede describir, de forma algo diferente, 
usando una distinción que ya he trazado en otros contextos. Existe una dife­
rencia entre tratar a las personas equitativamente, con respecto a este o aquel 
bien u oportunidad, y tratarlas como iguales. Quien sostenga que los ingresos 
de la gente deben ser más equitativos afirmará que una comunidad que logre 
la igualdad de ingresos trata a las personas como iguales. Quien apremia, en 
cambio, para que la gente sea feliz por igual, ofrecerá una teoría alternativa 
diferente sobre qué sociedad se merece ese título. La cuestión, entonces, es 
ésta: ¿cuál de las muchas teorías de este tipo es la mejor? 
En este capítulo y en el siguiente voy a discutir un aspecto de esta cues­
tión, que podríamos llamar el problema de la igualdad distributiva. Supon­
gamos que cierta comunidad ha de elegir entre planes alternativos para dis­
tribuir dinero y otros recursos entre los individuos. ¿Cuál de esos planes trata 
a las personas como iguales? Éste es sólo un aspecto del problema más gene­
ral de la igualdad, pues deja a un lado otros a los que se podría llamar, por 
contraste, cuestiones de igualdad política. La igualdad distributiva, tal y co­
mo la describo, no se ocupa de la distribución del poder político, por ejem­
plo, o de derechos individuales, aparte del derecho a cierta cantidad o a cier­
ta parte de los recursos. Creo que es obvio que estas cuestiones que reúno a

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