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Ellibro universitario ALianza Editorial { \ Materiales / Historia y Geografia José Alcina Franch ro-.....~ ... (J"'? "i-\. Las eu lturas preeolombinas de América ( ) 2. Mesoamérica '.', Como decíamos en Ia lntroducción, el área que denominamo' Mesoamérica es. probablemente, Ia que desde más antiguo h~ sido establecida y admitida por los especialistas y aunque ha sido criticada y modificada, esencialmente se mantiene tal como 111 definió Paul Kirchhoff en los anos cuarenta. La desproporción efl cuanto a acumulación de conocimientos relativos a ella se reflc jará en Ia distribución general de este libro, y~ que el Área andirê es relativamente menos conocida que Mesoamérica. . En cuanto a Ia secuencia cultural que nos va a servir de eJ.e para nuestra exposición sigue el tratamiento clásico de Forrnaí'" vo, Preclásico, Clásico y Posclásico, dentro dei cual haremos on tratamiento especialmente más extenso para Ia civilización azteCa o mexica, Forniativo Como ya se ha dicho, el término de Formativo es el que se utili~a comúnmente en América para designar el fenómeno y período que en el Viejo Mundo se conoce como Neolítico. Por razones y argU- mentes cuya historia resume James A. Ford (1969), Ia bibliografia *iY· i I anglosajona y latinoamericana propende ai uso dei término Forma- tivo que, para este autor podría dividirse en d0S fases: el Formativo colonial (3000-1200 a.c.) y el Formativo teocrático (1200-400 a.C), tras 10 que surgiria una fase Protoclásica que anunciaria el pleno de- sarrollo de Ia Civilización (400 a.C.-200 d.C.). Son estas dos últi- mas fases a Ias que ordinariamente se les aplica el nombre de Pre- clásico con un Preclásico tardio yfinal como equivalentes ai Protoclásico. AIos efectos de nuestra presentación actual tratare- mos en esta seeción deI Formativo colonial o temprano.y en Ia ~i- ~:;.. guiente deI Preclásico, en Ia que destaca Ia civilización olmeca, de- jando para Ia seceión dedicada aI Clasicismo centromexicano el tratamiento deI período Preclásico final junto con el Clasicismo. Las secuencias arqueológicas más importantes para este perío- do se eneuentran en el Valle de México, Tlaxcala, el Valle de Oaxaca, Chiapas y Ia costa del Golfo (sur de Veracruz y Tabasco), Ia llanura de Tehuantepec, Ia depresión del río Grijalva, Ia región de Ocós en Ia costa guaternalteca, el occidente de México, el va- lle de Ia ciudad de Guatemala y el valle de Belice. EI Valle de, México es una de Ias regiones mejor conocidas para esta época. > Tras el seminario de Santa Fe de 1972 en que se decidió aplicar una nueva terminología clasificatoria de carácter «neutro» y Ias críticas que mereció de parte de Warwick Bray y Kent Flannery, Ia secuencia de fases y sus respectivas dataciones para el VaIle de México es Ia siguiente: Zohapilco (2500-2000 a.C.); Nevada (1400-1250 a.c.); Ayotla (l250~1000 a.C.); Manantial (1000-' 800 a.c.); Tetelpan (800-700 a;C.); Zacatenco (700-4úO a.C.) v- Ticomàn (400-100 a.C}. Contemporáneas a estas fases dei VaIle' de México hay que mencionar otras series secuenciales en diver- sas regiones de Mesoamérica. En el valle de Tehuacán, según los estudios de McNeish hay que citar Ias fases Purrón, Ajalpan, Santa Maria y Paio Blanco; en el valle de Oaxaca, los períodos Espiridón, Ticrras Largas, San José, Guadalupe, Rosario y Monte Albán I y ll; en el centro de Chiapas, Ias fases Cotorra, Dili, Es- calera, Francesa, Guanacaste y Horcones; en Ia costa dei Pacífico de Guaternala, Ias de Ocós, Cuadros, Jocotal, Conchas 1 y 2. y Crucero y en el altiplano de Guaternala, Ias fases Arévalo, Las Charcas y Miraflores. En conjunto, podríamos decir que en Ias fases más antiguas, hasta 1200 a.C, aproximadamente.ise puede hablar de socieda- des igualitarias o tribales, mientras que a partir de esa fecha se observa un aumento considerable de evidencias y datos que con- firman el incesante proceso de evolución social que hace más y más compleja Ia organización social y política, eon Ia creciente complicación en el orden artístico, que implica, como es obvio, una mayor complejidad en los contenidos religiosos de tales ex- presiones artísticas. Las condiciones ecológicas extremadamente favorables que se dan en esa época cn el Valle de México hicieron, probablemente, que sê establecieran en Ia región buen número de aldeas en Ias que Ia agri-uuura debió tener tanta importancia como Ia caza o Ia pcscazal menos eso es 10que se desprende dei minucioso estudio de Ia explotación de recursos lacustres realizado por los habitan- tes de Terremote Tlatengo enel Formativo temprano entre los la- gos de Xochimilco y Chalco. Las aldeas de esta época, localiza- das por razones obvias en Tas orillas de los ríos y lagos de Ia región, no debieron sobrepasar los doscientos habitantes y esta- rían formadas por un reducido número de chozas de madera, ca- fias, tule y barro. En el aspecto tecnológico hay que mencionar una serie no muy numerosa de instrumentos hechos de piedra, madera, hueso, arcilla y fibras vegetales: mazos y bolas para gol- pear, morteros, machacadores, metates, etc. Por otra parte, hay que destacar el hecho de que, junto a un modo de vida aldeano, como sería el caso de Terremote- Tlalten- go, se daría otro de carácter urbano o semiurbano en Tlapacoya o TlatiIco: es el caso de Ia Ilamada capital de Niederberger (1987) o Ias villas o pequenas ciudades típicas de organizaciones de se- fiorios o jefaturas. \: i Es especialmente en Ia fase Ayotla cuando se aprecia en el Va- lle de México un importante desarroIlo en Ia jerarquización so- cial y los intercambios interregionales que remarcan Ia «cristal i- zación de cicrtas formas institucionalizadas de autoridad administrativa» (Niederberger, 1987). En ese marco de organiza- ción política se da también en Mesoamérica 10que hemos I1amado para el Área andina el complejo «santuario-rnercado-festivabxes decir, Ia convergencia de intereses económicos con el culto reli- gioso y los festivales de carácter múltiple: de redistribución, re- gocijo o peregrinación religiosa. Muchas de Ias «figuri llas» descubiertas en Tlatilco y Tlapacoya aluden directa o indirecta- 298 1.,10 i uluua s precolo!TIbina:.. de América , \ mente a estas festivales: danzarines de ambos sexos, músicos to-cando el tambor, Ia ocarina o el omechicahuastli, contorsionistas y acróbatas, aI mismo tiempo que otras representarían a verdade- ros chamanes o sacerdotes, con atuendos cada vez más complica- dos, tanto en 10 referente a los tocados como a otros adornos que destacan especialmente o hacen más distinguidas a Ias figuras que Ias !levan. . Uno de Ias elementos más comunes y de una significación es- trictamente sagrada es Ia máscara, quesolía ser enterrada junto aI cuerpo de su duefio, pero nunca sobre el rostro. Puede pensar- se, como sugiere Niederberger, que algunas de estas máscaras fuesen de uso excl usivo de hermandades, grupos de mimo o so- ciedades de danza, o bien sirviesen para oradores o bufones. Como es característico de todo el arte mesoamericano, pero especialmente en Ia tradición del México central, desde el perío- do Formativo se da una multitud de símbolos y emblemas que constituyen una verdadera escritura que transmite mensajes espe- cíficos sobre Ia cosmovisión y el sistema religioso. De Ia larga serie estudiada por Joralemon (1971) Y Niederberger (1987) se podrían destacar Ias siguientes:el signo en forma de U;el motivo con cinco puntos o «quinterno»; Ia flor de cuatro pétalos; Ia mano humana; Ia serpiente con plumas.etc. Para algunos autores, como Joralemon (1971) estos signos y símbolos aluden a divinidades perfectamente formalizadas de Ias que Ilega a distinguir hasta diez, corno el dragón polimorfo, reptil con atributos felinos y de ave, asociado a Ia tierra, a Ias cultos agrarios, etc.; el pájaro mítico y el monstruo alado con lengua bifida; el enano antropomorfo;eldios hombre-jaguar; el dios ser- piente con atributos de pájaro, etc. Aunque tales signos y símbolos han sido interpretados de ma- neras diferentes por otros autores, cabría pensar que, ai igual que ocurre en el arte mexica dei Posclásico, nos hallásemos ante un lenguaje complejo con elementos gramaticáles decarácter metafo- i{~()que hacen aún más difícil Ia interpretación. Se explicaria de ese modo que determinados «glifos» o «grafismos» apareciesen en contextos diferentes, con asociaciones muy variadas y, por tanto, con significados globales distintos, aunque a cada uno de ellos po- damos atribuirles un significado específico unívoco. EUo significa 'no sólo que el sistema religioso y 11 cosmovisión de los pueblos 1 t ., ",. \ deI altiplano en Ias fases Ayotla-Manantial (1200-800 a.Cr) se ha- yan hecho sumamente complejos, sino que Ia correspondiente ex- presión artística se ofrece como un sistema bien elaborado y asi- mismo bien complejo que no va a diferir eseneialmente dei sistema que encontramos en el Clásico y Posclásieo de esa misma región. Preclásico y olmecas Con el inicio dei Preclásico o Formativo dei área central de Mé- xico es cuando podemos empezar a hablar de verdaderas obras arquitectónicas en Mesoamérica. La pirámide de Cuicui\coLq~~. es el monumento más importante de este período, constituyeun ej~f.I}pl()(;!~Pt!c;Útlmel}terelevante de 10 que significa no sólo el es- fuerzo comunitario de un gran número de aldeas para erigir ese primer t~l1:1Pl0,sil}()12 que es más importante, Ia primera repre- sentación simbólica de Ia morada de una divinidad. Además de -es·t·~-~~t~~;~di~ariomonumento, se descubrió en el Cerro dei Te- pa\cate una eonstrueción también de' gran antigüedad, y el mismo carácter debe tener una estructura situada bajo el edificio Rojo, ai noroeste de Ia zona arqueológica de Cholula, que consiste en una pequena cámara sobre basamento eon muro en talud y cornisa poco saliente. Uno de los objetos cerámicos más importantes y llamativos dei Prec1ásico dei centro de México es el conjunto de miles de «figurillas» aparecidas en casi todos los sitios de este período. EI tipo de Ia mujer desnuda es, posiblemente, el más frecuente. Mu- chos autores crecn ver en estas figurillas Ia representación de Ia Diosa Madre o distinguen ai menos una relación específica e im- portante entre el concepto de mujer, el de fecundidad Y el de tie- rra y agricultura. «Así, Ia mujer llegaría a simbolizar a ésta, a Ia fertilidad que hacía posible Ia fructificación de Ia semilla y a otros conceptos más, de tal manera que el artista ai modelar sus figurillas, transmitiría, si no el simbolismo de una diosa madre terrestre, si Ia idea asociada de Ia mujer con Ia tierra, expresando así 10 sobrenatural de! misterio con que Ia generación se rodeaba, pero cuyo culto se remontaría ai pasado» (Pifia Chan). Desde c era punto de vista, es en esta época cuando, en mi opi- nión, se vienen a configurar algunos de los conceptos básicos de 231- --------- •... ----~--~... ( \ Ias culturas dei Valle de Méxicc, dominantes en épocas posterio- res. Un ejemplo muy significativo 10 constituye el concepto de dualidad o gemelaridad. Una se 'ie de figurillas dei Preclásico temprano o media representan indivíduos, generalmente mujeres, con dos cabezas o con una cabeza y tres ojos, o C:JII un rostro di- vidido en dos partes: una' representando Ia muerte y Ia otra, Ia vida, que pueden ser el origen deI dios de Ia dualidad deI panteón mexica. Pero una gran parte de los conceptos mágico-religiosos dei Preclásico de! Valle de México se desarrollarán a partir del período Media, cuando comiencen a recibirse Ias fecundas in- fluencias procedentes de Ias tierras bajas deI sur de Veracruz, Ta- basco y Chiapas, es decir, del corazón dei área olmeca. Pese a que Ias estudiossobre Ia civilización olmeca se inicia- ron hace no menos de sesenta aãos, aún quedan muchos enigmas por resolver. Uno de ellos es el dei hogar de esa civilización que si para A. Caso era 10 que él llamaba Ia «Mesopotamia americana», es decir, Ia región antes citada de Veracruz, Tabasco y Chiapas, re- cientes decubrimientos en Guerrero han hecho pensar a algunos que quizá el foco y origen de esta cultura se hallase en Ias tierras altas, y el área del Golfo fuera sólo una zona de expansión y 110 el hogar primero de aquella cultura. Los hallazgos de Guerrero son especialmente importantes en el sitio de -Teopllntecwmitlán, donde se ha hallado un templo en elque destacan grandes relieves en picdra de un estilo típicamente olmeca; pero, además, se conocen en esa región Xochipala con unas muy realistas figurillas en cerá- mica; Oxtotitlán, en el que destacan sobre todo Ias sensacionales pinturas murales !lenas deextrafios simbolismos, y Juxtlahuaca, que, como el anterior, se haIla cerca de Chalcatzingo.Por su parte, el área de Ia costa de Veracruz- Tabasco, que ahora podría ser una región «colonizada» por los olmecas deI interior, completa su cro- nología con los hallazgos de San Lorenzo Tenochtitlan, La Venta, Tres Zapotes y Cerro de Ias Mesas. Pero además de esa zona cen- tral hay que contar con que a partir del 1200ª.C. el estilo olmeca aparece en los lugares más alejados deC<<Í10gam,dê tal manera que los yacimientos de Tlatilco, Tlapacoya, Gualupita y Las Bo- cas pueden ser considerados como nexos entre Guerrero y Ia costa veracruzana, y los de Padre Piedra, Pijijiapan, Izapa, San Isidro, Piedra Parada y Las Victorias podrían ser escalas en una ruta ha- cia cl sur que Ilcgaria hasta Costa Rica. I, j 2. ~,1f'50américa Una de Ias grandes creaciones de Ia civilización mesoamerica- na fue el calen.lario; ese hallazgo es, claramente, una conquista del pueblo orrneca. Las primeras evidencias del mismo Ias tene- mos en Ia fase Zacatepequez, de Guatemala (hacia 800 a.c.). En Monte Albán I (hacia 600 a.c.) «ya existía perfectamente claro». Según Alfonso Caso, «representaban los numerales con puntos y barras y deben haber tenido un símbolo para elO, por 10 menos en el siglo I a.C; puesto que en Ia Estela C de Tres Zapotes usa- ron Ia numeración por posición. Su calendario ya era el Tonal- pohualli de 260 días y usaban el sistema que después utilizarían los mayas de contar por media de baktunes, katunes, tunes, uina- les y kines». Por 10 que se refiere ai urbanismo, es en esta época cuando por primera vez se construyenverdaderos «centros cerernoniales» que son, enrealidad, el núcleo visible de Ias ciudades olmecas, cuya pQl:>Ié),Giónsehallaba dispersa en torno Ç:lInúcleo de monumento de cªrªct~ueligioso. Ello implicaba, a su vez, especialización artesa- nal -ceramistas, lapidarios, tcjedores, etc.- y división en clases sociales de Ias que pueden diferenciarse claramente dos. La clase dominante es, evidentemente, Ia misma clase sacerdotal creadora del calendário y del complejo religioso, el cual, a su vez, justifica ia existencia de centros cerernoniales. La historia olmeca puede considerarse dividida en dos grandes periodos: Olmeca I y Olmeca 11.En el primero de esos períodos par~~~que San Lorenzo Tenochtitlan tuvo un mayor peso cultu- ral que La Venta. En su desarrollo cabe mencionar varias fases: Ojochi (1500-1350 a.c.); Bajío (1350-1250 a,C.) y Chicharras (1250-1150 a.c.). Durante el período Olmeca II (1150-400 a.c.) deben mencionarse Ias fases: San Lorenzo, Nacaste y Palangana. Finalmente, hay que citar Ias fases tardías de Remplas (300 a.Ci-O) y Villa Alta (1100-1200 d.C.) De Ias realizaciones artísticas olmecas, 10 más destacable es, sin duda, Ia escultura y el relieve. Las esculturas olmecas más no- tables y famosas son Ias cabezas colosales, de Ias que se conocen catorce ejemplares. De proporciones gigantescas -hasta tres me- tros de altura y diez toneladas de peso-, representan rostros de apariencia negroide eon ancha nariz, grucsoslabios y ojos abota- gados que se cubren con un casquctcajustado quecae por Ias la- dos. No sicnclo rcprcscntacioncs de divinidadcs, ya que carecen 3 3 iJiiiii&l.i .. -".' ","""~"'"'' .~~,,--..-- , I de características y signos simbólicos que pudieran hace: p~nsar en esa interpretración, podrían representar «cabez~s de hna~e.» o de «antepasados», 10 que' en una socieda.d organizada ~oht1c::l- mente con toda probabilidad como una «jefatura» tendna plena justificación. . .. . EI arte olmeca ofrece Ia particularidad de proporcionar dos es- tilos aparentemente contradictorios: de una parte, un es~ilo suma- mente realista. como en Ias cabezas colosales ya mencionadas y, por otra, un esti Ia decididamente abstracto hasta cl extremo. de parecer «glifico». Como rasgos típicos .del arte olmeca, especial- mente en 10 relativo a Ias representactones antropornorfas ten- driamos que destacar Ia llamada «boca olmcca» y Ia hendidun. en forma de V o «mucsca olrnêca», que aparece en los cráneos de ciertos personajes mitológicos representados en diferentes tipos de «hachas» ceremoniales. Adernás de Ias cabezas colosales y de Ias imágenes antropo- morfas mencionadas, hay otras de corte «realista», generalmcnte en posición sedente, que en ocasiones toman Ia actitud de. un «es- criba» a Ia manera egipcia O .tienen sobre el regazo Ia figura de un nino divinizado, un cetro o un cilindro, o una caja sagrada. Tódas estas esculturas, que, junto con Ias cabezas colosales han sido analizadas formalmente por Beatriz de Ia Fuente (1977), son de una perfección difícilmente alcanzable por el ~rte de otras cul- turas mesoamericanas. Sin embargo, Ia que posiblernente sea Ia obra maestra de esta serie 'de: figuras humanas sedentes es Ia es- cultura llamada EI luchador, procedente de Santa María Uxpana- pa (Vercruz, México), que representa a un hom.bre ba~~ado, con Ias piernas y los brazos doblados, y que da I~ impresion, ror la torsión de todo cl cuerpo, de que se halla realtzando un gran es- fuerzo físico. Los altares constituyen un tipo escultórico absolutamente ori- ginal y cuyo uso se prolongará. a través deI tiempo, esp'~ci.almcntc en Ias ciudades mayas. Se trata de grandes bloques de plcdra de forma prismática en cuyos laterales hay escenas realizadas cn alto y bajorrelieve. En muchos de estos altares se representa una figura sedcnte. parecida a Ias mencion~das más arriba, que cmcr- ze de una cueva LI hornacina que debe mterpretarse como Ia bocade un dragón, el cual, a su vez, podrí~ representar ai di?S odiosa dcl lnframundo. En ocasiones, esa figura antropomorfa lleva en cÓ. :""",'I.ilTlérica Ias manos a un nino divinizado. Muchos de estos altares repre- sentan en Ias paredes laterales figuras de sacerdotes que llevan en sus brazos ai nino divinizado que con tanta frecuencia aparece en el arte olmeca. Recientemente David Grove ha reinterpretado es- tas Ilamados altares considerándolos como verdadeos tronos. En el campo de Ia gran escultura hay que mencionar, finalmen- te, Ias este/as que, aI igual que los altares, serán profusamente utili- zadas en el área maya. Las que se conocen de Tres Zapotes, Cerro de Ias Mesas, La Venta, EI Baúl, Izapa y otros lugares, representan personajes con vestidos y adornos sumamente complicados que cornponen escenas posiblemente míticas de muy dificil interpreta- ción, aunque no puede descartarse Ia posibilidad de que se trate de representaciones realistas. De los estudios iconográficos de Covarrubias (1946), Drucker (1952), De Ia Fuente (1977), Coe (1972) y Joralemon (1971) se desprende que muchas dc Ias imágenes que pucblan el mundo es- cultórico olmeca corresponden a personajes míticoso a verdade- ras divinidades, rrrchas de Ias cualcs se incorporarán ai panteón mesoamericano, desarrollándose o perfilándose completamente en épocas posteriores o en culturas específicas. En concreto, Ia cabeza de estilo draconiano con «boca olmeca», con grandes col- millos de jaguar, «rnuesca olmcca» y adornos superciliares, pare- ce ser el origen de Ia cabeza dei dios de Ia lluvia - Tláloc, Chac, Cocijo o Tajín- que adquiere particularidades estilísticas según Ia cultura regional de que se trate. Son igualmente formas míticas de frecuente aparición en el arte el cnano eunucoide o nino divinizado que aparece en brazos de un rey-sacerdote o de un personaje antropomorfo adulto. No menos interesr nte es Ia presencia de determinados rasgos típicos -párpados cerrados y banda ocular vertical- que podrían signi- ficar Ia aparición de una divinidad antecesora de Xipe Totec. Todo ello, junto con el dcsarrollo de formas arquitectónicas de carácter templario, definen con rnucha precisión Ia existencia de un sistema religioso muy sólido que implicaría una organización po- lítica de carácter estatal, más que un sefiorio o cacicazgo, con el correspondiente cuerpo sacerdotal dei que seguramente el sobe- rano formaba parte. ru:;coa'aa; 35 I) Clasicismo centromexicano fi Los arqueólogos han designado como período Clásico a aquel en el que se consolidan y afianzan definitivamente Ias rasgos que caracterizan a Ias civilizaciones. Una de Ias características más destacadas es 10 que denominamos urbanismo, como forma de asentamiento. Las dos formas .más características dei urbanismo en Mesoamérica se conocen con los nombres de «centros cere- moriiales» o verdaderas «ciudades», Ias que quedan explicadas, en- parte, por el hecho de constituir una etapa dentro del desarro- 110 evolutivo que se inicia con Ias aldeas dei Formativo tardío o dei Prcclásico inicial, continúa con Ias villas dei Prec1ásico me- dio, sigue con los primeros «centros cerernoniales» planificados y con Ia arquitectura dei Preclásico final o Protoclásico y culmi- na con estas verdaderas ciudades dei período Clásico. Otros cambios que se producen desde el comienzo dei período Clásico son, por ejemplo, el uso de tal adros huecos y los espejos de pirita. La metalurgia se extiende por toda Ia América nuclear y Ilega también a Mesoamérica La rueda, que no llegó a utilizarse nunca como medio para un transporte pesado, se conoció, sin embargo, en su aplicación a «juguetes». No obstante, el rodillo debió utilizarse de manerageneralizada para el transporte de grandes monolitos u otros rnateriales muy pesados. AI menos en Mesoamérica, Ia aparición de evidencias de producción en masa son de una gran importancia. EI uso de moldes para Ia produc- ción cerámica pudo traer consigo el empleo de una gran cantidad de obreros manuales no cualificados, quienes bajo Ia dirección de artesanos se dedicarían a Ia producción en masa, mientras que aquéllos podrían dedicar su tiempo a trabajos de mayor finura o a Ia preparación de moldes. Otra de Ias características más destacadas dei período Clásico en Mesoamérica es el desarrollo de Ias redes de carácter co ner- ciaLEI hecho de que Ias vasijas trípodes con tapadera cónica dei período Teotihuacán 1lI aparezcan en Kaminaljuyú (Guatemala) o que Ia cerámica maya dei tipo Tzacól se encuentre en Teotihua- cán puede servir de ejemplo par~ tales relaciones comerciales re lativamcntc lejanas; sin embargo, parece que los contactos de ese carácter Ilegaron hasta lugares mucho más lejanos: en EI Salva- dor, llondurus y Guaternala se encuentran piezas de tumbaga 2. Mcsoilmérica---,---_._--------..;,;..-.,;.;,;:.:~.:..;.,::.;,;:.:;: procedente de Colornbia y Panamá, e igualmente hay evidencias de un comercio más o menos esporádico con el sudoeste de los Estados Unidos, EI concepto de ciudad debe entenderse con el significado de ciudad-estado, con un gobierno de marcado carácter teocrático. EI sacerdocio, cada vez más numeroso, es el responsable dei de- sarrollo dei complejo de ideas religiosas y dei ceremonial consi- guiente, pero, por otra parte, es el autor de una incipiente ciencia basada en Ia observación astronómica y en el cómputo deI tiern- 12-º,de 10 que deriva una escritura, una matemática y otra serie de «ciencias» o saberes máso menos empíricos. Estàclase social que controla Ia vida religiosa y el régimen agrícola se transforma fácilmcntc en el grupo de prcsión más Iucrtc, constituyéndose, por tanto, en el grupo gobernante. En contraste con Ia simplici- ilad .de Ia sociedad en 10 que se refiere a su división en c1ases, Ia variedad de funciones y trabajos se multiplica. Además de los sa- cerdotes, escribas, astrónomos, ete., o de los lapidarios, orfebres, ceramistas, agricultores, etc., Palerm apunta Ia posibilidad de que está etapa dé lugar ai naeimiento de grupos de comerciantes que se independizan deI poder eclesiástico. Cultura teotihuacana La primera y más importante cultura de Ia región central de Mé- xico fue Ia teotihuaeana. Esta civilización, cuyas raíces se hunden çp el período Preclásico final o Protoc1ásico y es, sin duda, Ia consecuencia inmediata de Ia evolución de Ia cultura olmeca en cl altiplanu desde cl Preclásico medio, viene a constituir el fun- damento de una tradición que no acabará sino con Ia Ilegada de los espafioles, EI centro de esta civilización se halla localizado en el vali e de Teotihuacán, una fracción limitada dei Valle de Méxi- co de unos 600 km2 de extensión, atravesado por el río San Juan y donde el núcleo urbano primero y más importante es Ia ciudad de Teotihuacán. . Lo que los especialistas consideran como cultura teotihuacana comienza hacia el ano 300 d.e. en Ia fase que se conoce con el nombre de Tlamimilolpa, en contraste con quienes consideran que tal comicnzo se remonta aIos inicios de nuestra era; es por 37- :..as (Ultul'\S iJrl.'c:·tcrnbinils de América -~t:-""""'''''''''''' __'__~_'"''''''~r~-_'''~ ,,,,,,,,",",...,,,,•• (i eso que el urbanismo teotihuacano debe considerarse propiamen- te preclásico. Sin embargo, antes de poder hablar de un verdadero centro urbano, en Ias fases Cuanalan y Patlachique se aprec iar- concentraciones aldeanas en:el valle e incluso en Ia que será zona urbana posteriormente. Para esa época, Cuicuilco ya había desa- parecido bajo Ia lava dei volcan Xit\. En Ia fase Patlachique, Teo- tihuacán ha debido ser un pueblo grande que concentraria una población de unos 10.000 habitantes. Millon considera que 1<:or- ganización sociopolítica en ese momento es de carácter triba\. En Ia fase Tzacualli (Teotihuacán 1) es cuando el gran pueblo que era se transforma en una verdadera ciudad con no menos de 50.000 habitantes. Ha sido, sín duda, en ese momento cuando se ha hecho el trazado definitivo de Ia gran urbequeserá a 10 largo de los siglos siguientes. Ese trazado consiste en dos avenidas que se cruzan perpendicularmente dejando cuatro cuadrantes, EI eje norte-sur 10 constituye el lIamado Camino de los Muertos, mientras Ia avenida que se cruza con esa es mucho menos evi- dente pero enlaza el este con e: oeste. En el centro, que no se ha- lia en el cruce de aquellos dos caminos, sino en el centro de Ia Pirámide dei Sol, se ha encontrado una cueva cuatrilobulada que seguramente representa de forrr.a simbólica aI mundo. En torno ai Carnino de los Muertos se halian los monumentos m-ás impor- tantesde Ia ciudad: Ias pirárnides dei Sol y de Ia Luna .e\ templo de Ia Agricultura, el grupo Viking, Ia Ciudadela y un sinfin de otros monumentos, muchos.deloscuales aúnno han sido exca- vic!().s.._Todos los demás conjuntos de Ia ciudad, tanto los residen- ciales como los de carácter ceremonial, se hallan orientados dei mismo modo y forman un apifiado y denso tejido de calles y calle- juelas que separan cada uno de esos conjuntos habitacionales 'j re- ligiosos. Durante Ia fase Xolalpan, Ia ciudad de Teotihuacán a\canzó el máximo de población, Se ha calculado que en ese momento po- dría haber \legado aios 200.000 habitantes, mientras en el valle, contando con los varios centenares de aldeas y pequenos asenta- mientos localizados, esa cifra podía ascender, en conjunto, ai me- dio millon de habitantes. En Ias fases Xametla o Coyotlate/co Ia población de Ia ciudad se redujo a sólo 60.000 habitantes; ello era, sin duda, Ia consecuencia de que en Ia fase Metepec Ia ciu- dad ha debido ser atacada por grupos de chichimecas proccdcn- . ), tes de Ia frontera Norte, los que incendian Ia ciudad hacicndo que Ia población se disperse. A causa, sin duda, dei crecimiento de Ia población de Ia ciu- dad, los mecanismos comerciales tuvieron que extenderse en to- das Ias direcciones de Mesoamérica hasta constituir verdadera- mente un imperio, ya que «para sustentar su enorme desarrollo necesi~aba no sólo dei valle de Teotihuacán y dei de México, sin~ de reg~9nes n:ás amplias; para ello el comercio internacional y Ia conquista se impoman. De no habcr existido esta posibilidad de expansión, el aun.cnto demográfico de Teotihuacán se hubiera visto detenido antes» (Bernal). En esta época, Ia influencia de Teotihuacán sobre el valle de Oaxaca lIega a ser tangrande que en el período de transición Monte ~Ibán ll-III esta ciudad parece haber sido conquistada por los teotihuacanos y, en cualquier caso, durante todo el período se establece. una especie de eje Teotihuacán-Monte Albán, equiva- lente ai eje La Venta-Monte Albán dei período anterior. Esta relación, por otra parte, era recíproca, por eso en Teoti- huacán ~xistía un barrio en el que debía predominar Ia población de Oaxáca sobre Ia propiamente teotihuacana. Este barrio se ha- lIaba ~ unos tr~s kilómetros ai este de La Ciudadela. Por otra par- te, .Ia Infl~encla de Ia gran eiudad dei altiplano se ejerció sobre va:Ias regl?nes dei. ár~a mesoamericana: en primer lugar hay que senalar Ia influencia ejercida sobre Ia Mixteca, ai oriente de Gue- rrero y sur y ~este ~e Puebla; en segundo término hay que rnen- cionar Ia y~ CItada influencia sobre el área maya, especialmente sobre Ia reg~ón ?ei ,Petén en Tikal y sobre el altiplano guaternalte- co e~ KammaIJ.~Yu. En e~te caso puede lIegarse a suponer que ~abna una ~cclon conquistadora de parte de Ia metrópoli teo- tihuacana. yInalrr1e_l!_tc'.J-ª~_)(p'ªn~iónh.ª<2iªoccidente fue también muyjmportante, aunque quizá algo posteri;r:ia·influel1crà. en Guerrcro -área olmeca en Ia etapaanterior-> debió ser muy fuerte y otro tanto podemos decir de Ia influencia en Michoacán S.)li~1~_t_f\J~~arit. Por último, Ia influencia en Ia región septen- tnonal, e~peclalmente en C~iametla y La Quemada, parece repre- sentar mas que una conquista total dei territorio el estableci- micnto de fortalezas y guarniciones. ' L,a sociedad teotihuacana representa, en conjunto, una organi- ZaClOl1ele caráctcr tcocrático -,EI grupo social sacerdotal ha acumu- ',;:, ; "l1.Uíi':, ,w·.:<Jlümbínas de '!'\mé:'i~,c~ •.••.".,,'.""._..•..•.•.,...•••.••••,.·,.·•.~_,',-·.·"f.~,_ ..•"· •. +. ;;."',1 • <H q •••••••• I ,> lado todo el poder: político, religioso, militar y administrativo. Espor eso, sin duda, por 10 que en el sector central de Ia ~i~~ad, en torno ai Carnino de los Muertos se entremezclan los edifícios es- trictamente religiosos -pirámidcs y templos- con los de c.irác- ter residençial y administrativo de Ia clase sacerdotal. De donde, enloque podríamos lIamarsector residencial, no escasean los templos, altares y otros indicadores de carácter ritual, propios de Ia clase sacerdotal. En este sector, conjuntos como los de Tepan- titla, Tetitla, Atete\co, Zacuala o Yayahuala son seguramente resi- dencia de sacerdotes de notable importancia a juzgar por los tem- plos y salas en Ias que se acurnulan Ias pinturas y otros signos de carácter religioso, de los que habría que destacar por su extraor- dinaria belleza y complejidad el famoso Tlalocan. Adernás de Ia clase dominante de carácter sacerdotal, Ia po- blaci6n teotihuacana debía agrupar a un buen número de comer- cíal1t~~, guerreros y artesanos, entre los que los lapidarios, escul- tores, pintores y ceramistas debían ser los más distinguidos y solicitados. También los militares han debido desempenar un pa-pel importantey aunque no se puede afirmar rotundamente. ~ue Teotihuacán sea un imperio militarista, es evidente que el milita- rismo' tiene un papel importante en Ia sociedad y en Ia organiza- ciónpolítica de esta civilización, aunque el carácter teocrático y el papel dominante dei sacerdocio sea evidente y se halle por en- cima de cualquier otra consideración. 1\ Zapotecos, huastecos y otros pueblos La otra gran civilización dei período c1ásico en el M~xicQooc,~nlJª,l es IªJieJoszapot~cóS",.ql,l~"~~. !2cali~~ e,I1.~ly~~lede Oax~cay (;u- bre tam.bi~nJªs..sJ~!IIªnlª-~jJlm~diªtªsªlJJ.9J:t~ysur, .t~~~~!1:~?.s.u clud~d más importante.iquizá su çap'it-ª!...~n Monte Albátl, el y~- círrílentQ mejor est)Jdiªdº.ªrg!leoJÓgiçament~ Y.qll.esir'l~ de base par_a,·tr~z.arla$ecu.yr1Ç.iª.histórica de esta cultu~a. . .' La cronología de Monte Albán ha sido revisada recientemente por Drennan y Blanton utilizando Ia muy abundante serie de f~- chas radiocarbónicas de ese yacimiento. De acuerdo con esa .·CVI- sión, y tras una larga etapa para el Forn.ativo temprano y medi o (1400-300 a.C}, se suceden los períodos ya clásicos de Monte ~. ',-" "'::;;!I~"R~~1!WJI' ~1'.IiWM'Q5'!í.·L!,O 2. f'lr::soarnérica ;>:.,.,""""'""" __ .•.••••<t.n"_"'~~.....,,-- .._""-,.._w_------------ Albán I (300-200 a.c.); Monte Albán II (200 a.C.-200 d.C.); Monte Albán 11Ia (200-450) y I1Ib (450-6001700); Monte AI- bán IV (6001700-950) Y Monte Albán V (950-1500), siendo los períodos típicamente clásicos los correspondientes a Monte AI- bán III y IV La originalidad de Monte Albán se debe ai hecho d~ haber construido su centro ceremonial sobre un cerro cuya cima fue aplanada con esa finalidac'. En esc conjunto ?e monume~tos des- tacãn, por su importancia y originalidad, con independencia de, los numerosos templos pirarnidales, el Juego de Pelota y el Monticu- IQLque, sin duda, es un observatorio astronómico. , AI igual que en Teotihuacán, Ia sociedad zapoteca estaba do- minada por un sistema fundamentalmente teocrático en 10 políti- co y en 10 religioso, 10 que da lugar a una clase sacerdotal crea- dórade un panteón entre cuyos dioses l11á$importantes hay que mencionar a Cocijo,equivalente a Tláloc; Pitao Cozobi, dios dei rl1iiíz y de todoslos alimentos; Pitao Pezelao, dios de Ia muerte y dei infràmundo, equivalente a Mictlantecuhtli; Copijcha o Tona- tiuh y Pitao Xicala, dias dei amor y dei placcr, equivalente a Xo- chipilli. ',; La posición de Ia cultura zapoteca cn el conjunto ?c Mesoam~- rica representa, en cierta medida, un punto interrnedio entre I~ CI- vlÍización maya clásica y Ia civilización teotihuacana. Esa situa- ci6n intermedia que apreciamos en el sistema calendárico y en otros aspectos, puede haberse consolidado en el período clásico gracias a Ias buenas relaciones comerciales que los zapotecos mantuvieron con ciudades mayas, de un lado, y, sobre todo, con Teotihuacán, dei otro. La organización política de este estado ha >, debido 'ser el de ura teoçracia noimpeii~l~pr9bélb.l~~et.l.~e fed~r(l:- lista, con un gmpmin()r.itarioªeI1.õ,bles, quizá~él~~~~~~e..sadI1)~- ·n·tstr~n_~0.Y5!i!igi~!,!gQél~ma.eX!~I1S~lr.nas~.~eP?~I~~~?~..ca.~p~~I- nª-.:Ú!e.artesanQ$. Aunque Teotihuacán y Monte Albán representan los focos de civilización más importantes dei México central, hay ai menos otras tres áreas de gran creatividad artística y posiblemente focos de importancia desde el punto de vista comercial y de influencia cultural. Estas áreas son Ias que conocemos como Veracruz cen- tral Ia Huasteca y el occidente de México, Ias que han sido estu- Jia~ias con menor intcnsidad que Tcotihuacán y Monte Albán. En = e iiiI\!i41 .. , e~cas~ de.1área de Veracruz central y de Ia Huasteca, Ias influen- eras ejercidas sobre el valle de Teotihuacán y a través dei istmo de Tehuantepec sobre Ia costa de Soconusco y más ai sur hasta Centroamérica, permiten suponer que el peso específico de ca- rácter cultural, econórnico y político era mucho mayor dei que hasta ahora suponíamos. De toda Ia región, el centro ceremonial más importante en cuanto a cantidad y calidad de monumentos y, por consiguiente, de poder político e influencia cultural es, sin duda, EI Tajín.jsitio en el que Ia Pirámide de. los r lichos es un ejemplo brillante m c_ual}t~a Ia decoración de una s.ngular originalidad. Sin embargo, esta ciudad no es Ia única: Mi: antla, Yohualinchan, Castillo de Tea~o, etc., son centros urbano, de considerable extensión que debieron concentrar una gran masa de población. EI juego de pelota qut::, como. es sabido, cons.ituye una de Ias características comunes de todas Ias culturas mesoamericanas, ha debido tener una especial importanéia en el área de Veracruz cen- t~~I, ya que varias. piezas escultóricas de muy difícil interpreta- ~.l~~, __.yugos de piedra en forma de U, Ias palmas y Ias haclias ceremoniales- están sin duda relacionadas con ese juego. Por otra p.arte, Ia decoración profusamente «Q?.lfQ<::,a»deestos objetos coincide con Ia de los famosos vasos de alabastro con finas volu- tas de esa región. Tanto los yugos, Ias palmas y Ias hachas como estos vasos los hallamos a 10 largo de Ia ruta de Tehuantepec y Soconusco, a1canzando el valle dei Ulúa en Honduras y Ia penín- sula de Nico>-:aen Costa Rica, probablemente una de Ias grandes rutas comerciales que atravesaba toda Mesoamérica de norte a sur y de Ia costa dei Atlántico a Ia dei Pacífico. EI j,uego de pelota tiene, por otra parte,un importante rcflejo en y~nas de las ciudades antes.mencionadasperode una JllaJ1~ra muyespecial en el caso de EI Tajín, ciudaden Iaque se cornaban hasta oncc jucgos de p~lota y cn Ia que uno deçil0s. el inl1l~J;~l't~~ a Ia Pirámide de los Nichos; tiene algunos de Ias relieves ~ús be- 1I0sde esa ciudad. Estos relieves se haIlan repartidos en cuatro pa- neles, en ~I Pi1JTIerode 19S cuales se representa a un joven guerre- ro que recibe sus armas; en el segundo panel se desarrolIa e! ritual de Ia incorporación dei guerrero a Ia sociedad de los caballeros- águila: dos músicos tocan, mientras un águila se posa sobre el jo- ven que se halla tendido sobre una banqueta. En el tercer panel se i•.•• i'~.~f:~''''., I' 2. Mesoamérica.~-~,-_._-------------- representa Ia cere .ionia de Ia renovación dei fuego, apareciendo dos figuras que lIevan el cinturón o yugo y Ia palma, propios de los jugadores de pelota. Finalmente, en el cuarto panel se procede a un sacrificio humano: un sacerdote sostiene ai que van a sacrifi- car. mientras otro le abre el pecho y una divinidad que puede ser Tajín, en forma de dios de Ia muerte, desciende dei cielo. Aunque Ia región de Ia Huasteca sigue estando deficientemen- te investigada, hay algunos aspectos de su arte que conviene des- tacar por su influencia en el altiplano no sólo en época teotihua- c.~.!1a,sino posteriormente también. En concreto, Ia escultura huasteoa debe situarse comparativamente en un plano relevante dentro del conunto de Ia escultura rnesoamericana y esto no sólo por Ia cantiuad de obras, sino por Ia belleza intrínseca de muchas de estas piezas. De ese conjunto destaca, sin embargo, el famoso Adolescente dei Museo Nacional de Antropología de MéxicoDe proporciones algo menores que el natural. representa una figura masculina. cn pie, desnuda y en cuya piei se advierten dibujos y signos grabados representando tatuajes o pinturas y Ia imagen de un nino a Ia espalda. Para Westheim esta figura representa a Quetzalcóatl como lucero vespertino que ai descender ai Infra- mundo se lIeva consigo a su hijo el Sol. EI tipo más común de Ia eS.~í:ltuariahuasteca es, sin embargo, el que representa una figura de mujer en pie, con los senos desnudos ylas manos apoyadas sobre el, vientre, que lIeva en Ia cabeza un gorro cónico tras el que se ve un abanico de plumas de forma circular o semicircular y ~.~ podria interpretarse como lxcuina o Tlazoltéotl, o quizá c..omoMayahuel. Hay también otras representacionesmasculinas con parecidas características en cuanto ai gorro, pero lIevando en Ia espalda Ia imagen de un muerto: una calavera o el esqueleto completo, como en el caso de Ia escultura de Tancuayalab. Otro aspecto importante de Ia cultura huasteca es Ia pintura mural De ella cabe destacar Ia que se halló en el Tamuin: en un banco corrido junto a uno dc Ias templos se halló Ia representa- ción de una procesión de once personajes sin identificar y otros a Ias' que cabe atribuirles caracteres divinos. como uno que presen- ta atributos de Tlazoltéo.l u otros que pueden ser sacerdotes o el mismo dios Quetzalcóatl, Ehécatl o Xólotl. Las culturas que cabe distinguir en esa extensa región a Ia que denominamos occidcnte de México y que comprende Ias estados ...... ,. 43 Ld~, tul luras precotombinas de América -..,......•.."-,.,.,, ..•............,.~,~ ... ,; .,...._..• om,.. ••• .xlii," "'. "••_ de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán y parte de Gua- najuato y Guerrero, son de-una enorme variedad y riqueza expre- siva, pero incomparablemente de menor valor que Ias tratadas hasta ahora. El EpicLásico La configuración de un período Epiclásico que abarca los siglos VII al IX, en el México central se ha ido perfilando a 10 largo de los afios, culminando con los sensacionales descubrimientos dei ya- cimiento de Cacaxtla que junto con XochicaIco, conocida de an- tiguo, constituyen los dos focos más importantes de este período final dei clasicismo centromexicano. Como ya vimos en páginas anteriores, Ia influencia de Teo- tihuacán no sólo en el área central de México, sino en toda Me- soamérica a\canza a regiones sumamente alejadas de Ia gran urbe; es por esa razón por 10 gueél final de téotihuacán repre- senta un cambio radical en Ias relaciones interétnicas e intercul- turales de toda Ia región, de manera que 10 que conocemos como Epiclásico es, en realidad, el resultado de ese final traumático de lahegemonia de Teotihuacán y el nacimiento y desarrollo de otras localidades entre Ias que Xochicalco y Cacaxtla S011, como hemos dicho, Ias más significativas De Cacaxtla se puede decir que es un asentamiento de carác- ter urbano que se supone obra de Ia etnia olmeca-xicalanca y en el que confluyen Ias influencias de Ia cultura maya, así como de Teotihuacán,Monte Albán, Xochicalco yla Mixte.ca. EI conjunto deIazona excavada abarca aproximadamente 200 metros de nor- te a sur. En los dos edificios excavados en primer lugar, entre 1976 y 19XO, se hallaron Ias más importantes pinturas muralcs deI yacimiento: el Hombre-Jaguar y el Hombre-Pájaro en e: edi- ficio A, así como los Murales de Ia Batalla dei Edif'icio B-sub. En Ias excavaciones realizadas durante los anos 1986 á 1990 se ha- llaron nuevos murales en el templo de Venus. Según Foncerrada, es indudable Ia relación estilística de Cacax- tia con Teotihuacán, por cuanto en Ias fases Xolalpan y Metepec (500-750) «Ia figura humana se revela como un motivo iconográfi- co de singular irnportancia». Pero no es menos cierto que el rcalis- ~~ql!\'. 4·:'; mo con que son tratadas Ias figuras humanas, especialmente en el Friso de Ia Batalla, nos recuerda con bastante fidelidad Ias escenas realizadas con tanta brillantez por los pintores de Bonampak. Tratando de hacer un juicio global de Cacaxtla y su importan- cia cultural, diríamos que representa, en el momento de su máxi- mo esplendor (650-850) una cultura de carácter ecléctico que habiéndose desarrollado en el Clásico bajo Ia influencia teotihua- cana y quizá bajo el control político de Cholula, recogió el men- saje «humanista» dei final de Tcotihuacán, 10 que Ic permitió de- sarrollar un estilo artístico en esa Iínea, enriquecido sin duda por influencias mayas que debían proceder dei área deI bajo Usuma- cinta. Foncerrada considera que Ia etnia mixteca cumple un papel muy importante dentro dei sistema de comercio y tributo desa- rrollado por Teotihuacán, por tanto, antes de Ia fundación de Ias dinastías de Tilantongo y Teozacoalco en el siglo VII. EI grupo original mixteco debia proceder de Ia costa dei Golfo y de esa re- gión procederían también los olrnecas-xicalancas que debían ser principalmente artistas y comerciantes. Algunos autores suponen que Cholula sería Ia capital de 105 primitivos olrnecas-xicalancas, por tanto, el primer centro mixteco en el altiplano que pondría en relación Ia regiór poblano-tlaxcalteca con Ia costa deI Golfo, con Oaxaca y desde luego con Teotihuacán. Así, no es extrafio que a través de Ias rutas comerciales que tenían como objetivo final Ia región de Xicalango, confluyesen también los putunes y chonta- les. Estos putunes, según Thompson, «eran gente fuertemente in- fluida por sus vecinos mexicanos establecidos en el sur de Cam- peche y en el amplio delta de los rios Usumacinta y Grijalba, en Tabasco». En efecto, los putunes eran, ai parecer, comerciantes y navegantes profesionales que en torno aI siglo IX crearon estable- cimicntos corncrcialcs cn Altar de Sacrificios y su influencia llc- gó quitá hasta Seibal y Ia región de Belice. Clasicismo maya El área maya comprende Ia península de Yucatán, Ias cuencas de 105 ríos Usumacinta y Motagua, el Petén y Ias tierras altas de Chiapas y Guatemala, más Ia costa de Soconusco hasta Ia aetual Ma • 45 república de EI Salvador. EI período Clásico de esta región en comparación con el de otras del área mesoamericana es segura- mente Ia que alcanzó un más alt·) grado de complejidad y br.llan- tez. Los arqueólogos han dividido en dos fases este período: el Clásico temprano (300-600 d.Cv) y el Clásico tardío (600-900), si bien hay algunos autores que califican de Clásico terminal los úl- timos cien anos de esta historia. La historia política de' Ias ciudades mayas que hasta fechas muy recientes habia sido ignorada, apareciendo oculta bajo Ia historia de los estilos cerámicos y escultóricos, es en realidaá una histeria de sefiores y reyes, de matrimonios, alianzas y guerras entre dinastías que rigen pequenos estados en los que una ciudad es Ia cabccera o capital, rnientras otros centros menores se hallan -subordinados cn mayor o menor grado. Gracias a Ia identifica- ción de los Ilamados glifos-ernblema hoy podemos reconstruir una historia deacontecimientos a Ia manera tradicional y en este momento se puede tratar con un cierto detalle de Ias dinastías de Tikal, Palcnque, Yaxchilán, Copán, etc. De Ia historia de Ia granurbe que fue Tikal sabemos que se inició cl ano 682, cn el que c:1 rey Kal Cacabil se establece Gomo soberano de Ia ciudad uniendo a Ias dos dinastías anteriores, una de estirpe maya y otra de origen teotihuacano. A este soberano sucedieron Yax Kin (731) Y el rey O (768). Por su parte, Ia di.ias- tía de Palcnque se inicia con Kan Ik, a quien sucedcn Ahau Kan (604-612) Y Ia sefiora Zae Kuk.( 612-640). EI rey más importante es Pacal cl Grande (615-683), deseendiente de Zac Kuk, quien manda construir su propia tumba y el templo de Ias lnscripciones que Ia encierra. Los sucesores de Pacal serían: Chan Bahlum (683-702), Kan Xul (702-719), Chaac (721-722), Chac Zatz (722-731 ), etc. Por último, Ia dinastia de Copán es una de Ias más largas de todas Ias conocidas, y comprende no menos de dieciséis soberanos de los que conoccmos los nombres de Humo Jaguar (613-692) y sus sucesores: 18 Conejo (721-736), Humo-Mono, deeimocuarto so- berano, Ardilla (743-756) yMadrugada (764-800). La base econômica de' Ia sociedad siempre fue Ia agricultura, pero se ernplcaron varies sistemas diferentes: el de roza fue quizá el más generalizado, pero tarnbién se utilizó el de barbecho de ci- elo largo y cl de ciclo corto, más Ia agricultura intensiva con irri- gación a mano o mediante canales, el sistema de camelloncs o montones, el uso de terrazas, etc. Se util izaron como plantas más importantes el cacao, cl ramón y el aguacate, junto con cl maíz, Ia calabaza, ete. Para cornprenderIa forma, el carácter y Ias subdivisiones de un ascntamiento maya el texto más explícito y clarificador es el de Landa, quien decía «que antes de que los espafiolcs ganasen aquella tierra vivían Ias naturales en pueblos con mucha policía y tcnian Ia ticrra muy limpia y desmontada de malas plantas y puestos muy buenos árboles; y que su habitación era de esta ma- nera: en medi o dei pueblo estaban los templos con hermosas pla- zas y en torno de los templos estaban Ias casas de los sefiores y de Ios sacerdotes y luego Ia gente más principal y así iban los más ricos y estimados más cercanos a éstos y a los fines dei pue- blo estaban Ias casas de Ia gente más baja». Lo que encuentran 10s arqueólogos es precisamente una disposieión semejante a. Ia descrita por Landa. En el centro se hallaba 10 que se denomma ordinariamente «centro ceremonial»; en torno a estos edificios de caráctcr religioso o ccrernonial se hallaban otros de tipo residcn- cial de Ia elite dirigente, ai tiempo que en áreas más alejadas dei centro había otros edificios de carácter habitacional, mientras en el área rural los núcleos habitados seguían apareciendo con una densidad cada vez menor, sin que cxisticsc de hecho un corte ta- jante entre ciudad y campo. . Aunquc Ia cvolución social desde Ias aldeas dcl Forrnativo a estas ciudades dei Clásico no es fªçilmente detectable a través de Ia .arqlle()lotd~l, es evidcntc que ai alcanzarsc cl nivel de los Es:a- dôslos poderes que. concentra Ia elite dirigente son muy amplies y variad.os:::=P()d~LpoIitico, religioso, econórnico, militar y ad- íl1inlstr<ltjy.º-::-:::CJ~letienenen sus manos desde el soberano -Ios dê caráctcrpcliticoy religioso-e- hasta los parientes y nobles de su propio Ilnaje., quienes controlan Ia milicia y Ia administración líe Ias ticrras, tributos, ete. En ese cstadio de su desarrollo, Ia so- ciedad se halla profundamente dividida en dos c\ases principales -elite y pueblo-, aunque con muchas variedades por Sll espe- eialización. Con independencia de Ias agrupaciones de ciudades en esta- (IOS cn cuyas cabcceras residía el Ahau o soberano y Ia nobleza o aristocracia cmparcntada con él, todo cl territorio maya estaba cruzado por una rcd de comerciantes que servia, ai mismo tiem- '47& ,. po de interconexión cultural y, por tanto, de vehículo o medio de homogeneización de toda laregión. Tales relaciones comerciales, que son de origen muy antiguo, se establecen durante el período Clásico en tres niveles o escalas: comercio entre comunidades vecinas, comercio de carácter regional y comercio a larga distan- cia o internacional. La conservación de alimentos en chultui.es es Ia base para el establecimiento de tal comercio, así como part el pago de tributos y el establecimiento de un sistema de mercados cn los que Ia aparición de un cierto tipo de materia monetaria c_ornoes el cacao, facilitaría el intercambio de matérias y procluc- tos. Es así como llegan a establecerse determinadas rutas comer- .ciales de ciertas materias primas como Ia obsidiana y el jade. Sin embargo, era igualmente importante el transporte y comercio de otros productos manufacturados o materias de valor suntuario, cuyo control recaía inevitablernente en Ia aristocracia concemra- da en Ias grandes ciudades. . Pese a Ia importancia que Ia organización social y política te- nía en el mundo maya, 10 que más ha lIamado Ia atención dei mundo ha sido todo 10 relativo ai calendario, Ia escritura y el arte de los mayas. Como en otras civilizaciones dei centro de México, Ias obscrvatorios astronórnicos de los mayas les perrnitió CO;lCC- bir un sistema muy original para controlar el tiempo y un sistema aritmético igualmente muy' complejo. Este último era de caráctc r vigesirnal y Ias números se rep 'esentaban mediante dos medos diferentes: con puntos (unidades) y barras (cinco unidades) y me- diante glifos representando cabezzs de dioses; todo ello combina- do con un sistema de posiciones y Ia utilización dei cero permitía Ia representación de cifras muy altas que teóricamcnte podían lle- gar hasta el infinito. EI sistema vigesimal, sin embargo, no era cxacto, ya que se acoplaba ai calendario solar, de modo que Ias unidades se ordenaban en Ia forma siguiente: kin (un día); uinal (20 kincs) = 20 dias; tun (18 uinales) = 360 días; katun (20 tu- nes) = 7.200 dias; baktun (20 katunes) = 144.000 días. EI afio so- lar o haab constaba de 18 meses de 20 días más 5 días adiciona- lcs; pero además existia UD afio ritual o tzolkin, resultado de combinar 20 nombres de días y 13 numerales, 10 que da un total de 260 días. Los dos calendarios se combinaban de tal manera que no vcnía a repetirse ningún día hasta pasados 52 afias solares o 73 afios rituales: tal era Ia rueda calendáriea. La representación 2. j\~~soJmérica de todos estas datas mediante glifos permitió designar con mu- cha precisión -cuenta larga- algunas fechas durante el período Clásico. EI sistema glífico de Ias mayas, todavia sin descifrar en gran parte, es una de Ias escrituras más complejas que se conocen en el mundo. Los textos son relativamente abundantes: Ia multitud de estelas descubiertas en Ias ciudades y Ias únicos cuatro códi- ces conservados Ias llamados Dresde, Paris, Madrid y Grolier. A través de esos textos conoccmos algo de Ia histeria política, de Ia región y dei sistema religioso. La cosmovisión dei pueblo maya se basaba en una estructura geo~étrTea consistente en una doble pirámide unida por Ia base cuyá parte superior con trece escalones representaría el cielo, mientras Ia inferior eon nueve escalones representaría el infra- mundo. Los cuatro rumbos dei Universo estarían simbolizados por cuatro ceibas o euatro chaces, quienes sostendrían el cielo, mientras una gran ceiba atravesaría todos Ias cielos en su parte central. tI centro es el lugar por el que se comunica el cielo cem el infrarnundo, lugar, por tanto, dei nacimiento y de Ia muerte, EI mundo celeste y e! inframundano constituyen a su vez 10 diurno y 10 nocturno, ya que representa el curso solar durante el día y Ja noche. Dentro de esa cosmovisión, Ias dioses descrnpefian sus respectivos papeles. Itzamná domina el mundo celeste, mientras Ix Chdbel Yax es su «partenaire» femenina; Chac es el tradicional de Ia lluvia patrón de los agricultores, y Ah Puch sería el dios dei inframundo. EI arte maya durante el período Clásico constituye el núcleo más perfecto de esta civilización. En ese sentido cabe considerarlo como un arte fundamentalmente escultórico, incluso en sus for- mulaciones arquitcctónicas, ya que, por ejcrnplo, Ia belleza de Ia pirámide, que en sí misma carece de elementos decorativos exter- nos, reside en Ia armonia de sus proporciones y en cl juego de lu- ces y sombras que su propia forma ofrece. Para dar una mayor al- tura y esbeltez ai edificio, el arquitecto maya afiade a Ia altura real deI templo una crestería o peineta que, en realidad, es una ficción decorativa. Por otra parte, Ia pintura vicne a ser como una ilustra- ción o explicación de Ias contenidos míticos o rituales y se refugia cn el interior de los templos y palacios o se rcfleja cn Ias cerámi- cas que acompafian aIos difuntos en sus cnterrarnientos. EI mundo escultórico de los mayas se concentra en una in- mensa cantidad de estelas y en algunas escasas esculturas de bul- to. Para Ia rcalización de esas obras los mayas se valieron de muy diversos materiales: Ia piedra (caliza, arenisca, andesita, ete.), el barro cocido. el estuco y larnadera. Esta última seguramente se usó en grandes proporciones, sobre todo en el período más anti- guo, aunque son pocas Ias obras conservadas por el earácter pere- cedera de este material. Por ello, sin duda, se recurrió a Ia piedra, Ia cual era trabajada en canterasy a pie de obra, eon herramientas como martillo y einceles fabricados eon otras piedras más duras (basalto y diorita). En el caso' de los relieves, éstos se dibujaban pnmerocon carbón sobre Ia superficie ya alisada de Ia piedra; a continuación se tallaban Ias líneas prineipales de Ia figura nor medi o de dos cortes diagonales sobre Ia superficie Iítica, de ma- nera que quedara una zona adeeuadamente rehundic'a, Las líneas secundarias de Ia figura que se quería representar se hacían me- diante incisiones más superfieiales. En ocasiones, tras el trabajo dei escultor, el pintor completaba con el color el carácter de Ia fi- gura, utilizando patrones rnuy estrictos respeeto aI simboli .mo cromático, pero tlexible en cuanto a respetar lineas dejadas por el escultor, que en ocasiones el pintor rectificaba. Los ejemplos de obras heehas en madera son escasos, pero su- ficientes para demostrar una elevada técnica en este tipo de es- cultura. Los de Tikal se euentan, sin duda, entre los mejores; por ejernplo, Ias tres esculturas idénticas apareeidas en Ia tumba 195 de Ia Acrópolis central, revestidas eon una delgada capa de estu- co, que representan aI dios K. Sin embargo, Ia obra maestra me- jor conservada es Ia de los dinteles deI Templo IV, que datan deI afio 747, de donde fueron desprendidos en el siglo XIX y que ac- tualmente se conservan en el Museo de Basilea. De ellos, el me- jor conservado cs cl Dintel 3, que representa aI Sefior B, de Tikal, sentado en un trono aI que se aecede por varios escalones y está rodeado por una serpiente celeste de dos cabezas. En términos gencrales puedc dceirse que el arte deI relievc y Ia glífica siguieron una evolución totalmente paralela. En efecto, muchas vcccs los relievessirvieron para adornar o ilustrar 'Ias inscripcions jeroglíficas de Ias este las y otras fueron estas mis- mas inscripciones Ias que se realizaron para precisar Ias fechas y otros datas correspondientes a Ias figuras. Las estelas consisten 2. ~·\esoamérica en piezas monoliticas, trabajadas con Ia técnica deI relieve y que representan, por 10 general, Ia mencionada cornbinación de glifos y figuras. Suelen ofrecer una o varias figuras, junto con una mul- titud de signos calcndáricos referentes a Ia fecha de crección de Ia estela, cosa que se hacía para conmemorar un acontecimiento, Ia figura de un soberano o el paso de un período a otro. Otros re- lieves se hacían en los Ilamados altares, en los dinteles y en table- ros que servían de adorno en los muros de edificios civiles o reli- gIOSOS. EI arte' escultórico dei período Clásico ha sido estudiado rigu- rosamente por Tatiana Proskouriakoff, quien distingue varias fa- ses en su desarrollo. La primem corresponde aIos siglos IV y v, y se caracteriza por relieves en los que Ia figura humana aparece trabajada toscamente, con los pies de perfil y uno tras otro aI modo de los egipcios, mientras que hay un tratamiento muy mi- nucioso de los tocados, cubiertos de grandes penachos de plu- mas. Este «estilo» no puedc aún considerarse «propiarnente maya», pues se encuentra muy relacionado con formas escultóri- cas foráneas, En Ia segunda fase, denominada Formativa, que se desarrolló fundamentalmente cn cl siglo VII, cl arte escultórico adquirió un aspecto totalmente maya. Sin embargo, hasta Ia pri- mera mitad deI siglo Vlll, en Ia fase llamada Adorno, no se alcanzó toda Ia madurez que exhiben Ias realizaciones escultóricas de Ia época, caracterizadas por una mayor elaboración de los tejidos y aun de los detalles de Ia figura representada, aunque Ia cornposi- c.ón es todavía estática. Poco después, en Ia segunda mitad de ese mismo siglo, se produjo Ia fase que Proskouriakoff denominó Liinámica, en razón de que tanto Ias composiciones como Ias figu- ras aparecen dotadas de gran anirnación y movimiento. Finalmen- te, Ia fase Decadente correspondc aI estilo Puuc, en el siglo IX . EI arte de pintar abarcaba, además de Ia pintura mural, Ia es- critura propiumcntc dicha, CIl especial Ia de los códices y Ia dcco- ración de vasijas. Su relación eon los conocimientos esotéricos ---Ia matemática y cl cómputo deI tiernpo, Ia astronomía y Ia ciencia de Ias divinidades- era muy estrecha, de manera en que cl artista formaba parte de Ia clase superior de sacerdotes y sefio- res y Ia pintura se consideraba una especialidad de Ia elite. La importancia dcl oficio de cscriba o pintor se ha puesto de mani- fiesto con el descubrirniento de Ia Casa dei Escriba de Ia ciudad de Copán, Ia cual corresponde a Ia época en que reinó el seiior Madrugada. Este escriba posiblementc era un hermano o pariente de! soberano. Las obras más importantes de Ia pintura mural dei período Clá- sico dei territorio maya son Ias de Bonampak (Chiapas) y Ias de Río Azul, Uaxactún y Tikal. Los murales más amiguos son los de Tikal. Allí se descubrió una serie de cuatro personajes, traza- dos en Iíneas negras de diferente grosor, sobre el muro exterior de Ia puerta trasera de un pequeno edificio denominado 5D sub 10, 1.° De trazo marcadamente naturalista, -dichas figuras tienen, sin el tocado, una altura de 89 centímetros. Uno de tales personajes ticnc cl rostro aparentemente cubierto con una máscara; en los otros pueden apreciarse adornos diversos, como brazaletes, pu 1- seras y orejeras. Según Sonia I..ornbardo, «los rode a en ambos costados una especie de halo de anchas volutas en color ro,o y sobre sus cabezas corre una banda de símbolos que parecen ser jeroglíficos». En una tumba de lê!misma ciudad se encontraron unas pinturas semejantes que representan a varios personajes con tocados sumamente barrocos, a manera de volutas. Fi.ialmente, en el entierro 48 dei mismo sitio se descubrió un amplio texto pintado, con glifos de gran tamafío en los que sefiala Ia fecha de 18 de marzo dei ano 457. Cuando se descubrieron en 1937 Ias pinturas murales deI Templo B-XIII de Uaxactún se hallaban en perfecto estado de conservación. Poco después S. Toscano comprobó que e! abando- no dei sitio habia borrado totalmente Ia escena. Estas murales da- tan dei siglo VI. En Rio Azul se encontraron pinturas en los muros de un ente- rramiento, cubiertas casi por completo con símbolos de un estilo que recuerda muy de cerca el de Ia cerámica Tzacol. Las figuras representan varios dioses y disefios serpentinos, con nna inscrip- ción que fija Ia fecha dei ano 417. Los murales dei Templo d~ Ias Pinturas de Bonampak son se- guramente Ias más famosas de todas Ias halladas en territorio maya y correspondientes ai período Clásico. Una estela sefial . Ia fecha deI 785 d.e. que es atribuible ai lugar en conjunto. EI edifi- cio tiene tres cámaras en cuyos muros se hallaron Ias famosas pinturas en 1946. Los temas desarrollados son muy variados) se refieren a cerernonias de carácter civil, como Ia presentación de 2. r-lc50américa~--------_._~---~_..---------------------------- un nino, que es, seguramente, el heredero dei sefior dei lugar, u otras en Ias que se representan escenas de guerra, procesiones de sefiores, músicos, etc. Un gênero algo diferente de pintura es el que realizaron los ma- yas en innumerab'es vasijas. Actualmente éste es un corpus extra- ordinariamente amplio, sólo en parte descifrado. A partir de 1970, con los estudios de Michael D. Coe, se inicia el análisis iconográ- fico de Ias vasijas funerarias que hoy constituye una riquísima fuente para el estudio de Ia mitología maya. Son muchos los vasos de gran fama entre los que se han venido estudiando en los últi- mos aiios. Entre ellos cabe destacar Ia procesión de un sefior hacia el más allá en un vaso deI Museo de Ia Universidad de Filadelfia; el grupo de los cuatro sefiores y escribas de un vaso hallado en Ia tumba 27-42 de Copán; Ia danza de un sefior con varias mujeres pintada en el llamado jarro Kimbell (600-800 d.C}, o Ia escena de tributación en el salón deI trono de un sefior que aparece en el fa- moso vaso .enton deI Museo Británico, de Nebaj (600-800). La crisis del mundo clásico EI final dei período Clásico en toda Mesoamérica, pero de ma- nera. muy especial en el territoriomaya, constituye todavía hoy unrnistério. Muchas de Ias ciudades dejan de erigir sus famo- sas estelas, o son abandonadas, aI menos en su sector religioso y cerernonial. Muy diversos autores se han ocupado deI tema proponiendo soluciones muy variadas a tan fulminante final dei clasicismo. Es probable que ese final no haya sido motiva- do por una sola causa -Ó. EI período que abarca ese final se ex- tiéiidê desde el siglo VII hasta el x: si el final de I~otihuacárl se fijà én ef ano 650, el colapso de Ias ciudades mayas no se inicia sino un siglo después y concluye en el siglo x. La costumbre de erigir este Ias fechadas en Ias ciudades nos permite fijar con mu- cha precisión cronológica el final de muchas ciudades mayas: Palenque erigió su última estela en el 784; Copán en el 800; Quiriguá, Piedras Negras y Etzná en el 810; Tula en el 830; Oxkintok en el 849; Tikal y Seibal en el 869; Uaxactún en el 889; La Mufieca en el 909 y San Lorenzo en el 928, Ia fecha más tardia de toda Ia región maya. -=1153 c AI mismo tiempo que se dejan de erigir estelas, se dejan de construir nuevos templos y palacios en los centros coremoniales. pero cso no significa el abandono total de Ias ciudades, que si- guieron habitadas durante un tiempo más () menos prolongado. -Muchas de Ias teorías explicativás dei colapso de Ias ciudades son más bicn disparatadas o extravagantes. Spinden pensó que quizás el área rnaya sufriese una plaga de enfermedades epidémi- cas, rales como Ia malaria o. Ia fiebre amarillaque provocarian una caída radical de Ia población, 10 que acarrearía Ia falta de mano de obra y Ia paralización de Ias actividades constructivas. Sin embargo. Ia mayoría de Ias especialistas piensan que aquellas enferrnedades se incorporaron ai medio americana después de lé.L conquista. Otros autores han mencionado Ia posibilidad de que se produjesen terremotos en toda Ia región. En ese sentida se rnani- .fiesta Mackie, quien piensa que los edificios de Benque Viejo ai final de Ia fase IIl-b serían destru1dos e incendiados por este mo- tivo. Otros autores consideran que ésta ha podido ser una causa secundaria. . Tanco Cook como Morley y Ricketson han coincidido encon- siderar que el sistema de roza ha podido ser, a Ia larga, Ia causa del final de Ias ciudades del área mayaEl agotamiento de Ias tie- , rras a una seric de cambios climáticos, que incluiria Ia deseca- ciº11 y I~ego unapluviosidad excesiva,han podido contribuir a un período de cscas.cz de. praductº§ªgr!~ola~Y<.l_1:lrla",Ej~is eco- no·t111ci un aumento de lasenfermedades y el abandonoc'elas ciudades. Aunqucesos cambies clirr áticos han sido. observados con mucha precisión en Ias anillos de Ias sequoias dei suroeste de Estados Unidos, es difícil saber si esos mismos cambios climáti- cos se habrían producido 4.000 kilómetros más ai sur. Betty 1. Meggers considera que el área mayacorresponderia aI tipo'3 ele su clasificación de Ias t,ierra~agric.9Jª~,aqu~lIas «con creciente potencial agrícola» que, con técnicas de conservación del suelo, suplementadas con medi os de rnantenimiento de fertili- dad, pudieron mantenerse en un alto nivel de producción, pero faltando csas técnicas, cl mcdio fue explotado de manera scrne- jante aI tipoZ de «potencial agrícola limitado». Como resultado, Ia saturación condujo al agotamiento, 10 que produjo consecuen- eias de carácter cultural. Este 'proceso, que duraríavarios siglos, conduciría a un desequilibrio .entre Ia demanda de una población en creciente desarrollo y el producto agrícola, 10 que !Ievaría a una crisis econórnica grave. Sin embargo, Coe sefiala que Ia evi- dencia arqueológica prueba un crecimiento con.tinuo, más que,~n declinar desde el principio, mientras Ferdon afirma que Ia region es más bien de alto potencial de subsistencia y Ursula M. Cow- gill considera que el sistema de roza es suficiente para el ~edio ambiente actual en el que, aunquc el suclo se empobrece, viene a -ccuperarse en los anos de descansa. De. esta ~e deduce ql:~ ~n el período Clásico, media ticmpo ~!c tra~aJo ag~lcola era suficiente para alcanzar el nivel rle Subslste~cla, de~lcando el resto dei tiempo a Ia construcción de edificios y entiende que el fracaso agrícola nopuede explicar el colapso, pero sí Ia extrema despo- bláción deI área. - Un antropóloga física, Havilancl, tomando coma base su expe- riencia en Tikal, ha destacado el hecho de que Ia reducción en Ia talla de los mayas a fines dei período Clásico ha podid~ debers,e a una situación de baja nutrición. Contribuye a hacer mas pla~sl- ble esta explicación el hecho de que aI fina! deI per!oda Cláslc.o cn Altar de Sacrificios se observe una crccicnte sene de falleci- r.iientos par mala nutrición. . Para 1. Eric S. Thornpson Ia causa deI colapso de Ias ciudades hay que buscarlo en Ias rcvueltas protagonizadas. par los campe- sinos a causa de Ias crecientes demandas de trabajo en los centros cerernoniales, a partir de 10 cual Ias sacerdotes-dirigentes serían asesinados o expulsados y sus símbolos de poder destruidos, ~un- que siguiese Ia vida de Ias ciudades incluso en Ias aspectos ntua- les y, desde luego, en 10 relativo a Ias fiestas y n:ercados. Varias autores se han referida a que Ia posible causa deI co- lapso de Ias ciudades mayas haya que atrib~irIo a i~vasianes .de mexicanos del área central. George L. Cowgill se refiere a Ias 10- vasiones en Ias tierras bajas y quizá también en el altiplano; serí- an esos invasores los responsables deI traslado de poblaciones ha- cia Yucatán donde Chichén ltzá sería el centro político más importante. Esta hipótesis de Cowgill aun na careciendo de inte- rés tiene escaso fundamento. Por su parte, SablotT y Willey plan- tearon Ia hipótesis de que «Ias tierras bajas deI sur (Petén y partes adyacentes de Tabasco y Chiapas) fueron inva?idas por gent~s no rnayas clásicas, Esta invasión comenzó en el slglo. I~ y desato una serie de acantccimientos que destruyeron el clasicisrno maya en •. 2 aLa 55 <, ,::' \,;'l'.lIi,l:, P;';\UlUij;binas de América ".M".,. ••.''''~~ •. ,:.•••...--,- •.•.t~. __ ''''-~_~ •••·•••._'"A'''I$tIF''''~'_-- .c_•••••----- -------- cien anos». Aunque muchos autores criticaron esta tesis en ;~ momento, M. D. Coe reconoció Ia posibilidad de tal invasión aunque considera que debió producirse sobre una civilización m~ya ya en dec~dencia,. ~or 50: parte, Adans supone que Ia re- g,lo,ndeI Uumacinta-Pasión y muy especialmente Altar de Sacri- ficios debió ser invadida, mientras Vogt, opina que el colapso maya es Ia consecuencia de presiones procedentes dei centro de México, Corroborando estas últimas tesis hay que indicar que en Sei- bal se observan ~esde el ano 830 numerosos datos que apuntan a influencias venidas de fuera. Entre los rasgos más notables se sefialan los siguientes: . ' _ cerámicas de pasta fina originadas en Ia costa dei Golfo aparecidas cn montículos-habitación y en el centro cere- monial; en ~aseste Ias dei 850-890 aparecen rasgos no mayas y se- rnejanzas con el estilo de Ias esculturas pretoltecas de Chi- chén ltzá; ._ hay no menos de veintc rasgos en cerámicas finas que fi- Jan Ia cronología en el 830; _ s~ encuentra Ia única estructura arquitectónica de planta circular del área de Ias .tierras bajas deI sur y columnas ambos rasgos típicos de Yucatán; , _ Ias figurillas son semejantes a Ias de Ia costa deI Golfo muy diferentes de Ias de tradición maya; , _ hay cabezas de piedra de forma aplanada semejantes a I à- chas deI complejo «hacha-yugo-palma» de Ia costa de Ve- racruz. Estes dates de Scibal se repiten en otras ciudades de Ia zona. En Altar d~ Sacrificios hay evidencias de cerámicas de pastas fi- n~lsy ~ll:~ultectura q~: corre,sp?nde a una prin:itiva invasión y en Ydxchl.lan h~y tamb~en. cerarmca de pastas finas y de cerámica anaranjada fina y gns fina. En Palenque se sefialan cerámicas fi- nas en cl período Tcpeu 2 y a continuación unadecadencia inrnc- cliata y, por último, en Tikal es aprêciable una continuidad Clási- co-Posclásico con un remodelamiento de Ia Acrópolis y cambios de lugar de Ias estolas. Como resumen de todo 10 dicho en Ias párrafos anteriores, po- driamos afirmar que el final deI período Clásico se caracteriza, tanto en el altiplano deI México central como en el área maya, por cambios de carácter político-social, cambios que han podido estar ocasionados por invasiones sucesivas que se producirían en cade- l:1a desde el norte y que son debidas, en primer lugar, a pueblos «bárbaros» o chichimecas de más aliá de Ia frontera de Mesoamé- rica y cuyas coosecuencias lIegan hasta Ia región deI río Motagua en fechas a' anzadas, invasiones que se producen entre los anos 650 y 950 y que, en parte, han debido tener un origen interno: cri- sis económica de origen agrícola, crisis eclesiástica, terremotos, plagas y enfermedades, T()c:l.9 ello conducirãâun replanteamient() interno delos estados que, salvariéió Ia crisis, les lIevará a un ver- dadero renacimiento en torno a los anos 1000 aI 1200, Período Posclásico temprano Si el período Posclásico en Mesoamérica abarca aproximadamen- te desde el ano 1000 al 1500 y primeros anos deI siglo XVI, Ia pri- mera fase de esc período o Posclásico temprano (I 000-1200) co- rrcspondería ai desarrollo de los estados que naccn de Ia crisis antes analizada para culminar en cl período Posc\ásico tardío, en 10 que podemos denominar Imperio aztcca. Los toltecas Con Ia aparición de Ia cerámica Coyotlatelco y Ia ocupación Ma- z~pa de Ias ruinasde TeQtihuacán después deI ano 650, puede de- ~is§~q1!eIa cultura tolteca hace su aparición en el Méxicocentral. AI parecer, habian sido 10s propios toltecas o gentes empujadas por éstos quienes destruirían Teotihuacán, Ias mismos que más tarde ocuparían Ias ruinas de Ia ciudad conquistada. Fue posterior- mente cuando otros pueblos igualmente toltecas vendrían a super- poncrsc a los primitivos conquistadores; éstos serían los fundado- res de Ia ciudad de Tula. De acuerdo con Ías tradiciones más antiguas recogidas por los cronistas espafioles, Ia tribu nahua que fundada el reino tolteca si- '.' vcnia conducida por un caudillo mitico lIamado Iztac Mixcó.itl, quien fundaría el estado tolteca en el 752, cien afíos después de Ia caída de Teotihuacán. Estos invasores debían proceder de Ia re- gión sur de Zacatecas y norte de Jalisco. J..a «toltequizaciór» o civilización de estas bárbaros invasores se vería favorecida por el regreso de grupos de Nonoa\cas que, procedentes de Coatzaco- alces o quizá de Centroamérica aportan como novedad Ia meta- lurgia que les había llegado desde Sudamérica. Según dichas fuentcs, Mixcóatl funda Ia capital dei nuevo estado en el Cerro de Ia Estrella, desde donde ernprende sus campafias de conquistas sucesivas a través de Morelos, Toluca y Teotlalpan. Mixcóatl, ca- sado con una princesa extranjera, Chimalman, tendrá un hijo 11a- mado por el dia de su nacimiento Ce Acatl (Una Cafia), pero más conocido por los nombres de Topiltzin, Quetzalcóatl y Nacxit, quien elevará a su padre a Ia categoria de divinidad. Mixcóatl 'ia- bia sido ascsinado por un capitán de su ejército, quien usurpa cl trono de Culhuacán y contra el que se levantan muehos de \C'S se- guidores de Mixcóatl, que encabeza-los por Ce Acatl Topiltzin Quetzaleóatl derrocarán ai usurpador y se harán cargo del reino. A partir de esc momento, Quetzalcóatl instruirá a sus súbditos en Ia religión aprendida en el hogar de sus abuelos. La figura de Quctza1cóatl es una de Ias más complejas de Ia historia antigua de México, ya que, siendo ai mismo tiempo un soberanoy sumo sacerdotetolteca y una divinidad que influye en fa mayor parte de los pueblos y ~~lt~~as~M~s,9(nnéJic,a, tiene a lavez caractereshi'stóricos Y rrifticos que son difíciles de separar. H'~yque tener en cuenta, por otra parte, que el nombre de Quet- zalcóatl, por ser el de una divinidad, era adoptado por muchos sa- cerdotes dedicados a su culto. De entre ellos Ce Aeatl Topiltzin seria e1 que más se distinguiese. La clevación ai trono del reino de Tula dei sacerdote Ce Acatl Topiltzin rue ai parecer el ~fio 977 y el 9°9 sería el de su muerte. Se le atribuye Ia fundación de Tula que fue seguramente en el 980. Este sacerdote seria el ,)ue atrajese a Tula a multitud ele artistas y artcsanos con el fin d : construir templos y palácios en Ia ciudad, pcro aI mismo tiernpo serian Ias encargados de ensefiar a los recién llegados toltecas Ias artes de labrar Ia piedra, Ia pin- tura, así como Ia cicncia de contar el tiempo, y escribir y leer je- roglíficos. Ésta al menos es la.narración supuestamente histórica ).~, .; . que figura en Ias fuentes. Pero tras Ia muerte de este primer sobe- rano de Tula otros cinco reyes imperaron en Ia ciudad: Matlacxó- chitl (999), Nauhyotzin (l 034), Matlacoatzin (1049), Tli lcoatzin (1077) Y Huémac (1098). Durante el reinado de este último han debido sobrevenir problemas agrícolas que repercutieron en Ia economía de Ia ciudad, provocando revueltas y luchas intestinas entre grupos religiosos que obligan ai rey a abandonar Ia ciuda~ en I 168, Y a refugiarse en Chapultepec, donde, ai parecer, se SUI- cida en 1174. EI final deI esplendor de Ia ciudad de Tula coincide eon Ia aparición de los chiehimecas conducidos por Xólotl, .e~ 1224. EI prestígio tradicional de Tula, que arrancaba dei pres:lglo de Teo- tihuacán, será heredado entonces por Culhuacán y XICCO. . ,..Tras Ias polémicas habidas en Ias afios cuarenta para deterrni- nar con claridad Ia diferenciación de Teotihuacán y Tula, se co- menzó, como cs sabido, Ia excavación dei yacimiento de Tula, en Hidalgo, a unos 60 km ai norte de Ia ciudad de México. Esas ex- cavaciones han seguido hasta nuestros días en que tras los traba- jos de Diehl en Ias zonas de El Corral y El Canal se conocen con más detalle los tipos de viviendas de los tolteeas. Eran, aI pare- cer, edificios cuadrados o rectangulares que contenían varias ha- bitaciones. Cuatro o cinco casas se agrupaban en torno a un pa- tio, quedando aisladas de los restantes grupos por media de muros y calles. . . EI centro cercmonial, que había sido excavado principalmente por Jorge R. Acosta, eomprendía una serie de templos, juegos ~e pelota y palacios de entre Ias que habría que destacar com~ mas importantes y bellos los templos de Quetzalcóatl y de Tlahuizcal- pantecuhtli, con sus enormes cariátides cn forma = gu~rreros Y su pórtico ai pie de Ias escalinatas y junto a Ia residencia de Ias sacerdotes, y cl Coatepantli. A 10 largo de su historia, ya sca mitica ya real, l.as toltec~s han emigrado a diferentes partes de Mesoamérica. A f1l1~s~el slgl~ ~ elgrupo más importante, dirigido ~or ~e Acatl TOPlItZI~, se diri- ge a Ia costa dei Golfo y desde allt emigra hasta Ia peninsula .de Yucatán, r'ondc al cabo de un tiempo reaparece con su dios Kukulkan, traducción dei Quetzalcóatl originario y dond~ crean una cultura mestiza, Ia cultura maya-tolteca en torno a ciudades como Chichén ltzá, Mayapán y Uxrnal. Tras el suicidio de Hué- Meu" 59 " rnac, otro importante grupo toltcca se establecerá junto aios 01- mecas-xicalancas de Ia región de Puebla- Tlaxcala, de donde sal- drá finalmente otra fracción tolteca que atravesando Oaxaca, Chiapas, Guatemala y EI .Salvador se establecera finalmente en Nicaragua, donde todavía hoy existe un resto de población de ori- gen centro-mexicano. Por último, otro grupo tolteca se establece- rá en el Valle de México, en Ia ciudad de Culhuacán, de modo que Ia tradición tolteca perdurará hasta fines deI sigla XIV (1336- 1377), época en que caerá bajo el dominio de tepanecas y mexi- cas a quienes transmitirá el viejo prestigio teotihuacano-toIteca que servirá de base ai nuevo prestigio de carácter militar que va a adquirir este pucblo conquistador en el siglo xv. La sociedad tolteca es posilJlemente
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