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1 
 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales 
 
 
 
LA SOCIALIZACIÓN POLÍTICA: UNA PROPUESTA DE ABORDAJE Y DEFINICIÓN 
ENCAMINADAS A SU UTILIZACIÓN EN LA COMUNICACIÓN POLÍTICA 
 
 
 
Tesis para obtener el grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación 
 
Francisco Javier Pedroza Ortiz 
Asesora: Mtra. Gabriela Flores García 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Veronica
Texto escrito a máquina
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD.MX., 2018
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
Índice 
Agradecimientos. .......................................................................................................... 3 
Introducción .................................................................................................................. 4 
1. Socialización .............................................................................................................. 7 
1.1 Esferas de realidad y conocimiento .................................................................................. 9 
1.1.1 Objetivación y esquemas tipificadores ........................................................................... 11 
1.1.2 Significación y lenguaje ................................................................................................... 13 
1.2 Procesos en torno a la institucionalización ..................................................................... 15 
1.2.1 Reificación ........................................................................................................................ 15 
1.2.2 Institucionalización .......................................................................................................... 16 
1.2.3 Legitimación institucional ............................................................................................... 17 
1.2.4 Universos simbólicos ....................................................................................................... 20 
1.3 La socialización definida ................................................................................................ 21 
1.3.1 Socialización primaria...................................................................................................... 22 
1.3.2 Socialización secundaria .................................................................................................. 23 
1.3.3 Anomia ............................................................................................................................. 25 
1.4 Los grupos sociales desde el abordaje sistémico ............................................................. 29 
1.4.1 La teoría de roles y la teoría sistémica ........................................................................... 32 
1.4.2 La teoría del intercambio ................................................................................................ 33 
1.4.3 El interaccionismo simbólico........................................................................................... 34 
1.4.4 El grupo definido ............................................................................................................. 35 
1.4.5 Grupos primarios y grupos secundarios ......................................................................... 36 
1.4.6 Grupos de referencia ....................................................................................................... 36 
1.4.7 El entorno......................................................................................................................... 37 
2. Socialización política ................................................................................................ 40 
2.1 Orientaciones políticas .................................................................................................. 41 
2.2 Agentes de socialización política .................................................................................... 44 
2.3 Desocialización y resocialización .................................................................................... 45 
2.4 Comunicación Política ................................................................................................... 52 
2.4.1 Definiciones y características de la comunicación política ............................................ 52 
2.4.2 Lenguaje político.............................................................................................................. 54 
2.4.3 Rituales políticos ............................................................................................................. 56 
2.4.4 Simbolismo político ......................................................................................................... 57 
2.5 Imaginarios sociales y el puente entre comunicación política y socialización ................... 60 
2.5.1 Diversos imaginarios sociales ......................................................................................... 62 
2.5.2 La imagen política ............................................................................................................ 63 
3. Una propuesta de análisis de las imágenes políticas desde la Comunicación Política . 70 
3.1 La Constitución y la legitimación institucional ................................................................ 71 
3.1.1 La reificación y la legitimación ........................................................................................ 72 
3.1.2 Tipos de adaptación ........................................................................................................ 73 
3.1.3 La Constitución como imagen política y su impacto en la sociedad mexicana ............. 75 
4. Conclusiones ............................................................................................................ 99 
 
 
 3 
Agradecimientos 
 
Este texto representa la culminación de mi etapa universitaria y también el producto de una 
educación iniciada hace ya tantos años. Ha sido un camino muchas veces difícil pero 
también lleno de aprendizajes y lecciones de vida. Quiero agradecer a mi madre, Consuelo, 
y a mi padre, Javier, por ser los principales guías en ese camino, por iluminarlo con su cariño, 
paciencia, esmero y trabajo. A ellos les debo todo lo que soy y lo que seré. 
 
Este trabajo también está dedicado a mis abuelas, abuelos, tías y tíos, y en especial a la 
memoria de mi tío Francisco, quien durante toda su vida me inculcó la pasión al 
conocimiento y el hábito del esfuerzo para ser alguien mejor, para nunca conformarse con 
la ignorancia. 
 
Quiero agradecer a aquellos docentes que muchas veces también se convirtieron en 
maestros de vida; sus lecciones sobrepasan la mera academia y permean en los ideales de 
lo que un buen profesionista debe ser: alguien comprometido con su sociedad y su país. 
Entre esos profesores merece especial mención la maestra Gabriela Flores García, quien me 
brindó todo su apoyo no sólo a lo largo de la carrera, sino también en este último paso. De 
igual manera agradezco a los profesores miembros del jurado por su tiempo y atención a la 
hora de participar en mi proceso de titulación. Asimismo, deseo agradecer a esas personas 
que, durante la carrera, compartieron conmigo un camino de superación, pero también de 
amistad, alegríay buenos momentos. La compañía de quienes continúan estando, pero 
también de quienes continuaron ya sin estar, le dio a mi vida universitaria una especial 
calidez. Guardaré siempre el recuerdo de su presencia. 
 
A mis padres, a mi familia, a Elvia, a mis profesores, y a mis amigos, gracias. 
A la Universidad Nacional Autónoma de México, gracias. 
A la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, gracias. 
Al Colegio de Ciencias y Humanidades Sur, gracias. 
 4 
Introducción 
 
La vida social, con todas sus estructuras, instituciones, grupos y dinámicas, se traduce para 
el quehacer científico como altamente compleja y constituida de innumerables fenómenos. 
La variedad en propuestas teóricas, disciplinas y corrientes filosóficas y científicas, nace 
precisamente de dicha complejidad. En este sentido, existen fenómenos que por su extenso 
nivel de amplitud y alta capacidad permeante, se presentan como transversales a toda la 
sociedad. 
 
La socialización es uno de esos fenómenos transversales, que nacen y se atraviesan en la 
totalidad social; de ahí la necesidad de estudiar y conocer las nociones y características del 
fenómeno de la socialización. Ahora bien, estudiar un fenómeno social de alta 
transversalidad presenta peculiaridades y situaciones propias que deben ser consideradas. 
 
En primer lugar, el estudio de un fenómeno transversal no debe caer en la idea totalizante 
de entender a aquel como “presente en todos lados” y con ello reificarlo, darlo por hecho 
y restarle importancia y complejidad. Partiendo de lo anterior, y en segundo lugar, hay que 
tomar en cuenta que la transversalidad del fenómeno no simplifica su estudio sino que, al 
contrario, lo vuelve más exigente y detallado. 
 
Un fenómeno de alta transversalidad está constituido a su vez por subfenómenos, o 
fenómenos asociados, que en su conjunto organizado cogeneran, en este caso, al fenómeno 
amplio de la socialización. Asimismo, al ser un fenómeno de gran amplitud, la socialización 
adquiere elementos peculiares según los entornos y sistemas en donde se desarrolle. Un 
ejemplo de ello es la socialización política, aquella que se genera dentro de las estructuras 
propias del o relacionadas al sistema político. 
 
La socialización ocupa un lugar esencial en la exploración, descripción y explicación de 
diversas dinámicas y situaciones sociales. Y si esta afirmación se traslada al ámbito de la 
comunicación política, se encuentra que la socialización política resulta crucial en la 
 5 
explicación de las pautas de comportamiento y participación política de los individuos, y de 
los procesos comunicativos y generadores de imágenes políticas que forman parte 
simultánea de aquellos. La comunicación, al igual que la socialización, también es 
transversal y de igual manera se desarrolla en estructuras políticas, surgiendo entonces la 
comunicación política, la cual haya en la imagen política uno de sus principales productos. 
De modo que el quehacer disciplinario social se encuentra ante sí con un elemento de la 
realidad social que es compartido tanto por la socialización política como por la 
comunicación política. La imagen política es un nodo que refleja el complejo amalgamiento 
entre dinámicas socializantes y comunicativas. 
 
Así, el presente texto tiene el objetivo de exponer una propuesta epistemológica que logre 
integrar las explicaciones sobre socialización política con los análisis provenientes desde la 
Comunicación Política, entendiendo a la imagen política como un indicador de los sistemas 
de creencias, de representación, y de las orientaciones políticas que poseen los individuos 
y los grupos, y que utilizan en su desarrollo diario como actores políticos de un sistema de 
toma de decisiones. En consonancia con el objetivo mencionado, se presenta una pregunta 
de investigación general: ¿Qué fenómeno social se desarrolla tanto en procesos 
socializantes como en procesos comunicativos de naturaleza política?, a la que le siguen 
tres preguntar particulares: ¿Qué elementos de la realidad social conforman al fenómeno 
de la socialización?, ¿Qué tipo de relación existe entre la socialización y los grupos sociales?, 
y ¿Qué características le son propias a la comunicación política? 
 
Para lograr dicho objetivo y responder a las preguntas generadas, se construye un cuerpo 
teórico sobre la socialización general, a partir de una visión amplia y clara sobre lo que dicho 
fenómeno representa. En ese ejercicio se verifica la existencia de una relación directa entre 
la socialización y los grupos sociales, categoría que se aborda en conjunto con el cuerpo 
teórico de la socialización, desarrollando con ello la primera parte del texto. La segunda 
parte está destinada a explicar qué es la socialización política, mostrando un repaso sobre 
los principales temas que en conjunto construyen los fenómenos socializantes de 
 6 
naturaleza política, tales como las orientaciones políticas, los agentes de la socialización 
política, y los fenómenos de la desocialización y la resocialización. 
 
El apartado continúa con la exposición de una definición de comunicación política, que 
incluye aspectos de la misma, como lo son el lenguaje político, su simbología y sus 
imágenes. Este segundo apartado termina con la comprensión de lo que las imágenes 
políticas representan dentro de los procesos socializantes y comunicacionales, y con la 
exposición de una perspectiva de análisis que conjunta los aportes teóricos sobre 
socialización, con los tópicos de análisis propios de la Comunicación Política. 
 
Dentro de la tercera parte del escrito, se presenta un ejemplo de análisis a partir de la 
propuesta epistemológica esbozada, utilizando datos estadísticos vigentes acerca de la 
cultura constitucional de los mexicanos1. En dicho análisis se constata el complejo papel de 
las imágenes políticas dentro de los procesos de legitimación de instituciones 
gubernamentales, además de la incidencia de su relatividad social en la variedad de 
resultados que pueden alcanzar. Finalmente, dentro de la cuarta y última parte se brindan 
algunas reflexiones y comentarios finales en forma de conclusión, en donde se recalcan las 
propiedades de un análisis que conjugue el estudio de la socialización con una perspectiva 
de comunicación política. 
 
Este trabajo tiene la finalidad de presentar a la Comunicación Política, cual campo 
interdisciplinar, como una herramienta analítica que permite abordar fenómenos sociales 
coyunturales y de amplia incidencia, con la capacidad de comprender sus diversas aristas, 
actores involucrados y las consecuencias de su desarrollo, vislumbrando simultáneamente 
objetivos de intervención propositiva y tecnológica en la resolución de las problemáticas 
 
1 La utilización de una encuesta ya efectuada (con datos representativos a nivel nacional y de vigencia actual), 
responde a los objetivos de la presente investigación, los cuales apuntan a la exposición de una propuesta 
epistemológica. Por lo que la realización de un trabajo demoscópico propio, si bien puede enriquecer análisis 
futuros respecto al tema, resulta prescindible para el presente caso. 
 7 
sociales vinculadas a la difícil tarea de construir una cultura cívica y una vida democrática 
mexicana. 
 
Al ser también un texto realizado para adquirir el grado de Licenciado en Ciencias de la 
Comunicación, quien escribe desea exponer que, ante la difícil crisis social, económica, 
cultural y democrática que vive actualmente México, las Ciencias de la Comunicación 
pueden y deben tener un papel útil y comprometido con la resolución de las problemáticas 
sociales. Frente a la agresiva expansión y fortalecimiento de dichas problemáticas, los 
egresados en ciencias sociales tienen la responsabilidad de preservar y potencializar la 
rigurosidad de sus análisis académicos. Concretamente, los comunicólogosposeen la 
responsabilidad de asumir una actitud crítica y analítica ante las actuales dinámicas de 
difusión informativa y la injerencia de consorcios mediáticos y tecnológicos en la vida 
política, social y cultural del país. 
 
Para ello, es necesario que el profesional en comunicación sea también un científico social 
preparado, con herramientas teóricas y metodológicas listas para ser utilizadas en nombre 
de la democracia y en contra de la ignorancia, la violencia, la corrupción y la intolerancia. El 
esfuerzo reflexivo y analítico que a continuación se ofrece se construye en sincronía con las 
ideas mencionadas. Quien escribe desea que dicho esfuerzo se entienda siempre como el 
inicio de pasos aproximativos en un camino que nunca termina, pero sí premia con logros, 
los cuales no sólo deben ser personales, sino también comunitarios y sociales. 
 
1. Socialización 
 
La aprehensión de valores, metas y significados culturales se da a través de la interacción 
del individuo con otras personas, las cuales están repartidas en círculos o grupos 
específicos, tales como la familia, los amigos, los compañeros de escuela o trabajo, etc. Los 
individuos se ven altamente influenciados en la construcción de sus significaciones y sus 
 8 
acciones por los grupos a los que pertenecen, y también por los grupos a los que no 
pertenecen, pero que conllevan cierto grado de referencialidad. 
 
En este estudio, el abordaje teórico de la socialización señala tres posturas diferentes 
provenientes de diversos autores, a saber: la explicación sobre la socialización a partir de la 
teoría del conocimiento de Peter Berger y Thomas Luckmann; la socialización explicada a 
partir de las teorizaciones (muchas veces pioneras) de Georg Simmel; y, finalmente, los 
aportes funcionalistas-estructuralistas de Robert Merton respecto a los efectos de la 
estructura social en grupos e individuos. 
 
Berger y Luckmann (2015) definen a la socialización como la inducción del individuo en el 
mundo objetivo de la sociedad o de un sector de ésta, proceso que también implica la 
internalización de “submundos” institucionales relacionados a la división del trabajo y la 
distribución del conocimiento. Por su lado, Simmel (2014) entiende al mismo fenómeno 
como la forma en que los individuos logran una unidad social, a través de la búsqueda de 
intereses y mediante la interacción mutua y las acciones recíprocas en una realidad social 
concreta. Asimismo, Merton (2013) considera que la socialización forma parte de las 
dinámicas internas de la estructura social y de la transmisión y modificación de metas, 
valores y normas culturales. 
 
La pertinencia de dichos autores en el presente análisis versa en que representan escuelas 
de conocimiento diferentes unas de otras, pero con aportes particularmente importantes 
que llegan a entrecruzarse. Simmel, por ejemplo, y desde la academia berlinesa, es uno de 
los primeros personajes del siglo XIX en comenzar con el proceso de trascendencia desde la 
filosofía hacia una ciencia de la sociedad (es decir, hacia la sociología), preocupándose por 
dotar a esta nueva ciencia de un objeto de estudio claro y conciso. Las teorías de Berger y 
Luckmann, por su parte, representan el continuo y exigente proceso de perfeccionamiento 
de la teoría de la realidad social iniciada por Alfred Schutz, quien a su vez tiene como 
principal soporte epistemológico a la fenomenología de Edmund Husserl. Por lo cual, 
 9 
teniendo en cuenta sus raíces, la selección de Berger y Luckmann permite acceder a una de 
las versiones más acabadas de la perspectiva de relatividad social y de sus variados aportes 
al entendimiento de los procesos de socialización, generación de conocimiento y división 
de la sociedad. Merton, finalmente, es un importante reformador del funcionalismo clásico. 
Su propuesta del estructural funcionalismo tiene, entre muchas otras aportaciones teóricas 
y metodológicas, la de constatar que la sociedad y sus estructuras son dinámicas y en 
constante modificación. Como se ve a continuación, existen puntos de encuentro entre 
todas estas posturas. 
 
1.1 Esferas de realidad y conocimiento 
 
El tema de la socialización comienza evidenciando un hecho mayoritariamente general: 
ningún ser humano nace ni se desarrolla en un entorno vacío (social y culturalmente 
hablando). Todos los individuos, desde su nacimiento hasta su muerte, forman parte de una 
red de estructuras sociales y culturales que superan la vida individual tanto temporal como 
espacialmente. 
 
Esta red de estructuras, en su interconexión dinámica, desarrollo y conservación, pero 
también en su modificación y cambio, generan la sociedad, materializada a través de 
diversos grupos y subgrupos, los cuales son resultado y causa de dicha sociedad. Teniendo 
en cuenta este complejo conjunto de grupos y estructuras sociales a las que los individuos 
“ingresan” desde su nacimiento, se aborda uno de los primeros elementos ligados al 
fenómeno de la socialización: el conocimiento. 
 
El conocimiento es socialmente relativo. Es decir, lo que es considerado real, el cúmulo de 
conocimientos que sobre lo real se genera, son en concreto productos sociales, humanos. 
En este sentido, los individuos internalizan la realidad y el conocimiento socialmente 
acumulado, y a través de esta dinámica se integran a la sociedad. El conocimiento se 
produce a partir de la interacción en diferentes entornos, agrupados en lo que Berger y 
Luckmann llaman esferas de realidad, dentro de las cuales la esfera de la vida cotidiana es 
 10 
la más importante debido a que logra abarcar a todos los individuos de una colectividad, 
presentándose como “facticidad evidente de por sí e imperiosa“ (Berger y Luckmann, 2015, 
p.39). 
 
En este sentido, la conciencia de cada persona puede constatar y experimentar diferentes 
esferas de realidad: los sueños, por ejemplo, son una esfera de la realidad con 
características peculiares, las cuales son experimentadas por cada individuo. Sin embargo, 
la conciencia de estos últimos tiene también la capacidad de diferenciar y generar fronteras 
entre cada esfera de realidad. 
 
Así, un sujeto (sin desviaciones psicológicas severas), puede identificar la barrera entre sus 
sueños y el mundo de la vida cotidiana. En relación con lo anterior, la importante 
peculiaridad de la vida cotidiana, la cual (además de ayudar a evidenciar a ésta como una 
esfera de realidad propia), le da su papel primordial, es que se presenta como un mundo 
intersubjetivo, es decir, como una realidad que se comparte con otras personas. 
 
La interacción cara a cara “es el prototipo de interacción social y del que derivan todos los 
demás casos” (Berger y Luckmann, 2015, p. 44), debido a que en esta interacción se genera 
el primer acceso a la subjetividad del otro, además de que dicho acceso es “directo”, sin 
existir otra intermediación más que los esquemas tipificadores (de los cuales se habla en 
breve) de ambas partes2. Después de la interacción cara a cara, todas las demás 
interacciones son remotas o indirectas. 
 
Simmel también le da un papel primordial a la interacción intersubjetiva, al grado de 
mencionar un punto que no se puede pasar por alto: “toda existencia individual está 
determinada por innumerables influencias del ambiente humano” (Simmel, 2014, p. 100). 
De hecho, el papel de la interacción intersubjetiva en el análisis de Simmel es tan 
 
2 Ciertamente, también fungen como medios de comunicación intersubjetiva los aspectos kinésicos y de 
comunicación no verbal de cada implicado. 
 11 
importante que dicha interacción en sí es explicada como la constructora de la sociedad, ya 
que dicha sociedad se produce en el momento en que varios individuos entran en lo que el 
autor mencionado llama interacción recíproca. 
 
Esta acción recíproca se produce según losfines instintivos y de sobrevivencia individuales 
y grupales. De acuerdo a Simmel, la acción recíproca entre individuos lleva a que éstos se 
transformen en una unidad, o en otras palabras, en una sociedad. De tal forma que una 
unidad es acción recíproca de sus elementos: un intercambio de energías. Las energías 
pueden canalizarse en intereses, fines y motivos, los cuales en su conjunto y combinación 
permiten la acción recíproca con otro u otros individuos (también poseedores de intereses, 
fines y motivos). En resumen, los individuos están ligados entre sí por interacciones 
pragmáticas en donde cada cual busca el cumplimiento de sus propios intereses y 
finalidades. En estas interacciones se sustenta y finalmente desarrolla lo que Simmel llama 
realidad social, y Berger y Luckmann entienden como esfera de la vida cotidiana. 
 
1.1.1 Objetivación y esquemas tipificadores 
 
Ahora bien, ¿cómo se hacen posibles las interacciones intersubjetivas en un entorno social 
común? Tanto Berger y Luckmann como Simmel hablan del fenómeno de la objetivación 
cual medio para que dichas interacciones sean posibles. La objetivación es un fenómeno 
general pero abarca a su vez fenómenos más concretos, cuya explicación ayuda a 
comprender enteramente las dinámicas socializadoras. Un primer acercamiento a la 
objetivación es a través del análisis de los esquemas tipificadores. Éstos son esquemas que 
reúnen tipos generales, es decir, imágenes mentales con significados concretos sobre los 
elementos de realidad que rodean al individuo en su vida cotidiana. 
 
El objetivo de los esquemas tipificadores es simplificar la complejidad de la realidad. 
Aterrizando esta explicación a las interacciones cara a cara, dichos esquemas ayudan a 
facilitar la aprehensión del otro al dotarlo de un “tipo” concreto. Cabe aclarar que en una 
interacción cara a cara, ambas partes utilizan esquemas tipificadores para aprehender la 
 12 
subjetividad del otro. Por ello, Berger y Luckmann mencionan que estos esquemas en una 
interacción intersubjetiva son recíprocos, ya que “las tipificaciones del otro son tan 
susceptibles a mi interferencia, como lo eran las mías a la suya” (Berger y Luckmann, 2015, 
p. 47). 
 
Además de que, como menciona Simmel (2014) al constatar que las relaciones entre 
personas descansan en el conocimiento que uno tiene sobre el otro, y viceversa: dicho 
conocimiento no necesita (y en los hechos nunca lo es) ser completo o exacto. También 
expone que dicho conocimiento, aunque insuficiente y con defectos, contiene lo necesario 
para permitir las interacciones mutuas entre personas. Los esquemas tipificadores entran 
en una continua negociación cuando se utilizan en interacciones cara a cara, ya que si bien 
los individuos comparten tipos generales, éstos pueden verse modificados por las 
particularidades de cada sujeto y por el nivel de información que se tenga sobre el otro. 
 
Berger y Luckmann mencionan que cuando ya se tiene un conjunto de esquemas 
tipificadores, éstos generan estructuras sociales, que a su vez son la suma de las pautas de 
interacción construidas a partir de los primeros esquemas. Con el abordaje de dichos 
esquemas se observa que las interacciones humanas, si bien tienen su origen en la 
interacción cara a cara, no se limitan a ella, sino que se expanden en diferentes formas, 
momentos y espacios. En este sentido, la objetivación es el efecto directo, pero también la 
causa continua, de la superación de la finitud de las interacciones cara a cara. 
 
La objetivación es el proceso en donde los productos humanos propios de la vida cotidiana 
y la interacción mutua (en donde entran los esquemas tipificadores, las pautas de 
interacción y las estructuras sociales), trascienden las relaciones cara a cara (y a su 
inmediatez), ganando generalidad y alcance en el tiempo y el espacio, a la vez que se alejan 
de su origen intersubjetivo. Este alejamiento no niega la subjetividad de los productos 
humanos que se objetivan, sino al contrario, la refuerza. Objetivar un producto subjetivo de 
la interacción cara a cara significa quitarle su elemento transitorio y fugaz, y dotarlo de una 
 13 
nueva naturaleza duradera tanto espacial como temporalmente, transformando dicho 
producto en algo perdurable. 
 
Sobre la objetivación, Berger y Luckmann mencionan que no sólo es importante para la vida 
cotidiana, sino que la hace posible (2015). Por su lado, Simmel también detecta un papel 
fundador en la objetivación, al concluir que la sociedad sólo puede desarrollarse cuando el 
“contenido vital objetivamente determinado” (Simmel, 2014, p. 104) de cada individuo, 
entra en influjo mutuo con el contenido de otros sujetos. 
 
Tanto los esquemas tipificadores, como las pautas de interacción y las estructuras sociales, 
son ya objetivaciones, en el sentido de que economizan los esfuerzos interactivos al brindar 
“caminos” o “manuales” preestablecidos, haciendo que la interacción cotidiana con nuevos 
sujetos no requiera construir constantemente tipificaciones nuevas. 
 
1.1.2 Significación y lenguaje 
 
La significación es entendida por Berger y Luckmann como la producción humana de signos 
(2015). A dicha definición se le añade el que los signos creados constituyen, a su vez, 
sistemas de signos. En este sentido el lenguaje es un sistema de signos, pero no sólo eso: es 
el más importante de todos. 
 
El lenguaje tiene un papel vital y transversal en el proceso de socialización, ya que es el 
medio y muchas veces la base de la acumulación social del conocimiento y la 
institucionalización (productos sociales directamente ligados a la socialización). Asimismo, 
es el sustento por el cual el individuo es socializado cuando pasa a formar parte de grupos 
primarios y secundarios. Como puede entreverse, el lenguaje, entendido como un sistema 
de signos, es también una objetivación, ya que objetivamente es accesible “más allá de la 
expresión de intenciones subjetivas ‘aquí y ahora’” (Berger y Luckmann, 2015, p. 52). 
 
 14 
El lenguaje como sistema de signos es indispensable porque es común y de igual acceso a 
los miembros de una sociedad en todo momento y espacio3: la interacción humana 
descansa en que los mundos mentales de los individuos “tienen ciertos elementos 
comunes, y en que ciertos contenidos espirituales objetivos, constituyen el material que se 
desarrolla, por sus relaciones, en vida subjetiva” (Simmel, 2014, p. 377). 
 
Otra importante función del lenguaje es su capacidad para tender “puentes” de una esfera 
de la realidad a otra: el lenguaje es propio de la vida cotidiana, pero su característica 
intersubjetiva permite que a través de éste se objetiven experiencias biográficas generadas 
en otras esferas. Berger y Luckmann mencionan que cuando un tema o producto humano 
pasa de una esfera de realidad a otra, se convierte en un símbolo, “y el modo lingüístico por 
el cual se alcanza esta trascendencia puede denominarse lenguaje simbólico” (Berger y 
Luckmann, 2015, p. 57). Así, a través del lenguaje también se logran representaciones 
simbólicas, es decir, conjuntos estructurados y coherentes de símbolos, a través de los 
cuales se comprende y “domina”, de forma amplia y sistematizada, la realidad. 
 
La generación de representaciones simbólicas conlleva la edificación de campos 
semánticos, que a su vez son la materialización de las primeras. Los campos semánticos son 
esquemas clasificadores creados a través del lenguaje para diferenciar objetos según su 
género, número, formas, grados, etc. Así se genera una acumulación selectiva del 
conocimiento. Berger y Luckmann mencionan que gracias a los campos semánticos “se 
posibilita la objetivación, retención y acumulación de la experiencia biográfica e histórica” 
(Berger y Luckmann, 2015, p. 58). Surge, pues, uno de los fenómenos definitorios para la 
organización social y la socialización: la acumulación social del conocimiento.3 Al menos en sus niveles más básicos y esenciales. 
 15 
1.2 Procesos en torno a la institucionalización 
 
Los fenómenos en torno a la socialización que se han abordado no son estáticos: aunque 
perduran en el tiempo y en el espacio, también son dinámicos y dialécticos; nunca pierden 
su condición y su naturaleza humana. Sin embargo, tanto Berger y Luckmann como Simmel, 
coinciden en que muchos de los fenómenos mencionados, al superar la fugacidad de los 
contactos cara a cara, y al estar presentes en la sociedad antes que los individuos mismos, 
tienden a considerarse como entidades suprahumanas. Este fenómeno adopta el nombre 
de reificación, y consiste en aprehender los fenómenos sociales en términos cosificados. 
 
1.2.1 Reificación 
 
Simmel explica que el individuo se habitúa a los preceptos sociales que lo coaccionan desde 
un inicio, al punto de que los medios de los que se vale dicha coacción (es decir, las 
instituciones, de las cuales se habla más adelante) llegan a ser innecesarios. Puede ocurrir 
también que las leyes se adhieran tan profundamente en la psique individual que, aunque 
se detecte la autoridad social en dichas leyes, no se perciba una “voluntad declarada de 
coacción” por parte de la sociedad (Simmel, 2014). En ese sentido, y como ejemplo, Simmel 
menciona a la idea de verdad: ésta parece cobrar autonomía e importancia por sí misma, 
como ideal o precepto, independientemente del individuo concreto que la pretenda 
adoptar en su discurso. 
 
El tema de la reificación resulta importante en diversos sentidos, tanto para entender a la 
sociedad como para analizar el estudio de la misma. Evidentemente, así como el lenguaje, 
los símbolos y los esquemas tipificadores, la reificación también es un fenómeno social, 
llevado a cabo por individuos y grupos. En este sentido, la cosificación de los fenómenos 
humanos está directamente ligada a la institucionalización, la cual, como se observa a 
continuación, se relaciona al mantenimiento del poder de ciertos grupos. 
 
 
 16 
1.2.2 Institucionalización 
 
La reificación tiende a mantener el estado de las estructuras sociales, ya que al presentarse 
éstos como entidades suprahumanas y supraindividuales, generan la percepción de que no 
pueden cambiarse ni modificarse. Es decir, con el tema de la reificación comienza a 
revelarse la cuestión del control de la actividad humana y la lucha por mantener o modificar 
el estado de los fenómenos sociales. Se habla, entonces, de la institucionalización, sus 
alcances y los procesos de legitimación que acarrea. 
 
De acuerdo a Berger y Luckmann, la institucionalización es “la tipificación recíproca de 
acciones habitualizadas por tipos de actores” (Berger y Luckmann, 2015, p. 74). Por su parte, 
Simmel explica a las instituciones como instancias “que organizan y mediatizan las acciones 
recíprocas de los elementos, actuando así como sustentáculos de la unidad social, ya que 
ésta ha dejado de ser una relación de persona a persona” (Simmel, 2014, p. 143). Como 
puede verse, ambas posturas rescatan la regulación de la interacción humana como el eje 
central de las instituciones y de su proceso creador: la institucionalización. 
 
Algo se convierte en institución cuando se vuelven típicas ciertas acciones habitualizadas, 
llevadas a cabo por actores con acciones constantes, propias y peculiares; y cuando la 
sociedad empieza a tener un aumento cuantitativo de miembros y una complejización 
cualitativa de sus estructuras, cuestiones que por su propia naturaleza tienden a ser 
regularizables. Las instituciones inciden en los individuos al dotarles de roles concretos, y el 
rol convierte al individuo en actor tipificado. En otras palabras, el rol le da al sujeto una serie 
de acciones y conductas que debe realizar dentro de la institución; cuando el individuo las 
lleva a cabo, se transforma en un actor tipificado (tipificado porque su accionar no es vago, 
sino concreto y con objetivos específicos). 
 
Simmel (2014) muestra otra arista del fenómeno de los roles a través del término de 
“escisión de la personalidad”, ya que mediante éste explica que en toda acción recíproca y 
sociológica, los individuos entregan a la relación social sólo una parte de su personalidad. 
 17 
En cada grupo o subgrupo a los que se pertenece, los individuos dan partes concretas de su 
ser. Esto se liga directamente a la distribución social del conocimiento y a su especialización. 
 
En efecto, los roles implican una distribución social y una especialización del conocimiento. 
Las instituciones, a través de los roles y de la distribución del conocimiento, ejercen control 
sobre el comportamiento humano, “estableciendo pautas definidas de antemano que lo 
canalizan en una dirección determinada” (Berger y Luckmann, 2015, p. 74). De forma que 
las instituciones requieren que los individuos se especialicen en ciertas tareas u objetivos 
concretos, y no en todos; de ahí que la escisión de la personalidad tenga no sólo orígenes 
individuales, sino también condicionamientos sociales, institucionales. En los hechos, la 
escisión de la personalidad puede ser visible en cualquier familia: cada miembro ocupa un 
rol concreto en el grupo familiar: padre, madre, hijo(a); y cada uno de estos roles conlleva 
a su vez una serie de responsabilidades y deberes concretos. Sin embargo, el padre no sólo 
es padre, sino también empleado público o privado, al igual que la madre; los hijos no sólo 
son hijos, sino también estudiantes de una escuela concreta, en un grado académico 
particular, además de que todos ellos forman parte de grupos de amigos distintos. En 
síntesis, un individuo tiene diferentes roles en diferentes grupos y entornos, y en cada uno 
de ellos, no en todos, explicita partes específicas de su personalidad. 
 
1.2.3 Legitimación institucional 
 
Ahora bien, el alcance de una institución está vinculado a su amplitud cuantitativa: si sus 
estructuras, roles y normatividades son compartidas de manera general en una sociedad, 
el alcance institucional será amplio; si se comparten de manera mínima o débil, el alcance 
será restringido. El peor de los escenarios para una institución es llegar a niveles de alcance 
constantemente mínimos, al grado de que su influencia queda completamente perdida en 
ciertos sectores y aspectos de la vida social. Cuando esto sucede se habla de un fenómeno 
de desinstitucionalización. Siguiendo a Merton (2013), y teniendo en cuenta que una 
sociedad nunca es homogénea en su constitución, se observa que no todas las instituciones 
son uniformemente apoyadas por todos los grupos y estratos de la sociedad. 
 18 
De tal modo que debe hablarse del grado de apoyo de los grupos hacia las instituciones, en 
donde cada grupo le dará un nivel de apoyo distinto a cada institución, dependiendo del 
conflicto o negociación de intereses de las partes involucradas. Por otro lado, en un inicio 
las instituciones no necesitan esfuerzos extras para su imposición y legitimación, ya que los 
individuos que las vieron nacer conocen las necesidades bajo las cuales surgieron, y los 
objetivos que buscan cumplir; es decir, la institución se legitimaba a sí misma y de forma 
inherente. 
 
Sin embargo, las nuevas generaciones de una sociedad no conocen las primeras 
necesidades y contextos en los cuales se originó una institución, de ahí que requieran una 
explicación sobre el por qué institucional. La legitimación es, precisamente, la explicación y 
justificación valorativa y cognoscitiva sobre las instituciones, proveniente de las propias 
instituciones (y mediante sus actores tipificados). 
 
La legitimación es cognoscitiva porque implica instruir sobre el funcionamiento y 
características de la institución, así como sobre sus cuestiones técnicas y normativas. Y es 
valorativa porque conlleva el intento de instruir a las personas sobre la importancia de dicha 
institución, tanto para la sociedadcomo para cada individuo; ese intento de instrucción 
también lleva consigo el objetivo de que la institución sea aceptada por sobre la idea de 
modificarla o cambiarla por una nueva. 
 
La legitimación es entendida por Berger y Luckmann como una objetivación de significado 
de segundo orden, ya que “produce nuevos significados que sirven para los ya atribuidos a 
procesos institucionales” (Berger y Luckmann, 2015, p. 74). En ese punto los autores se 
refieren al hecho ya mencionado por Simmel de que una institución sólo necesita de 
mecanismos institucionales de justificación cuando un grupo humano se vuelve grande y 
contiene nuevas generaciones que desconocen las causas originarias de la institución. 
 
 19 
La legitimación de las instituciones se genera, según Berger y Luckmann, en cuatro 
diferentes momentos: pre-teórico, teórico rudimentario, teórico explícito y universos 
simbólicos. El nivel pre-teórico consiste en explicaciones sencillas y de naturaleza fáctica, 
las cuales se transmiten a través del propio lenguaje; son explicaciones del tipo “las cosas 
son así porque así han sido siempre”. Berger y Luckmann señalan que el nivel pre-teórico 
es la base necesaria para futuras explicaciones teóricas. 
 
El nivel teórico rudimentario está constituido por esquemas explicativos que ya se 
presentan como objetivaciones (en el sentido en que se ha manejado el término). Dicho 
nivel es de naturaleza pragmática, e inclinado a la solución de problemas y situaciones 
cotidianas. En este nivel la legitimación institucional se lleva a cabo a través de la tradición 
popular: máximas, refranes, cuentos, leyendas. 
 
En el nivel teórico explícito la legitimación institucional se da a través de conocimientos 
especializados y marcos de referencia amplios y complejos. En este nivel de legitimación se 
fortalece y agudiza el acopio social del conocimiento y su división en diversas instituciones 
y roles. Además, los roles y el conocimiento que resguardan, se especializan como en ningún 
otro nivel. El resultado de esa complejización y especialización del conocimiento son las 
teorías y los conocimientos teológicos, filosóficos y científicos, así como la conformación de 
comunidades o escuelas en torno a dichos conocimientos. 
 
El punto esencial para comprender las dinámicas de legitimación institucional radica en una 
situación paradójica: el nivel pre-teórico resulta cotidiano, sencillo y fáctico, es decir, 
tradicional. Y aunque el nivel teórico puede verse como una superación del primero, lo 
cierto es que su verdadero poder y alcance se logra cuando se inserta en la tradición social. 
En otras palabras, la tradición es el punto de partida, pero también el objetivo, de la 
legitimación institucional teórica. El producto logrado de esta dinámica es el cuarto nivel de 
legitimación: los universos simbólicos. 
 
 20 
1.2.4 Universos simbólicos 
 
La vuelta a lo tradicional tiene que ver con la intención de ciertos grupos de obtener el 
poder por sobre el resto social. La dinámica es la siguiente: como se mencionó, durante el 
nivel teórico se conforman grupos que acopian un conocimiento especializado, teórico. En 
los hechos, estos grupos son las comunidades religiosas, filosóficas y científicas, las cuales 
se agrupan en torno a escuelas de pensamiento concretas; también podría mencionarse a 
la burocracia en el plano de la administración pública y gubernamental. Estas comunidades 
tienen en común el hecho de formalizar sus dinámicas de iniciación y permanencia dentro 
del grupo, dificultando la entrada al grueso de la población. 
 
Sólo podrán ser parte de estas comunidades aquellos que logren manejar y comprender el 
complejo y amplio conjunto de conocimientos que acopia y resguarda la comunidad. Tanto 
por sus dinámicas internas como por la propia naturaleza compleja de conocimiento que 
manejan, dichas comunidades y las instituciones donde se desarrollan se van cerrado sobre 
sí mismas. 
 
La legitimación que se maneja dentro de estas comunidades y sus instituciones tiene 
vigencia y permanencia dentro de la propia institución, pero comienza a perderse respecto 
al resto de la sociedad (por el hermetismo de las comunidades teóricas y sus instituciones, 
y por el nivel de especialización del conocimiento, que pocos pueden entender). En este 
sentido, las personas que no pertenecen a esas comunidades, de acuerdo a Berger y 
Luckmann (2015), comienzan a mirar a aquellas como entidades misteriosas, esotéricas y/o 
extrañas. 
 
En resumen, en el nivel teórico las instituciones ganan un aumento y especialización 
aunque, precisamente, ese aumento sea el detonante de que su alcance social se vea 
mermado y disminuido. Recordando que el objetivo de toda institución es el control social, 
las comunidades teóricas tratarán de recuperar el alcance perdido por su aumento de 
complejización teórica. Es decir, buscarán que su forma de entender la realidad sea 
 21 
adoptada por el resto de la sociedad. Y esto sólo puede suceder transformando sus 
dinámicas y su lenguaje complejo, en dinámicas y lenguajes que puedan ser aprehendidos 
por toda la sociedad. 
 
Así, los universos simbólicos nacen cuando las legitimaciones de orden teórico trascienden 
sus propias fronteras y logran insertarse en la tradición y facticidad social de manera 
estructurada y organizada. De esta forma se constituye el cuarto nivel de legitimación: los 
universos simbólicos. Éstos se conciben como “la matriz de todos los significados 
objetivados socialmente y subjetivamente reales” (Berger y Luckmann, 2015, p. 123). Los 
universos simbólicos aportan “el orden para la aprehensión subjetiva de la experiencia 
biográfica” (Berger y Luckmann, 2015, p. 125), integrando esta última al mismo universo en 
donde se encuentra el resto de experiencias individuales; además, el universo simbólico 
jerarquiza la importancia de las esferas de la realidad. 
 
Otra forma de entender a los universos simbólicos es considerarlos como paradigmas o 
cosmovisiones. Es decir, como estructuras de sentido de gran amplitud y complejidad que 
explican de forma totalizadora e integradora la realidad, a partir de la suma del conjunto de 
teorías que las constituyen (las cuales se presentan ahora como explicaciones secundarias 
o de apoyo a la gran explicación), y que son utilizables y aplicables a grandes sectores 
sociales. En último término, el mecanismo por el cual tanto las instituciones como los 
universos simbólicos pretenden implantarse en los individuos, los grupos y la sociedad en 
general, es el de la socialización. Así, después de este acercamiento teórico a los fenómenos 
inherentes a la interacción y la regulación social, se puede regresar al inicio del texto, a la 
definición de la socialización. 
 
1.3 La socialización definida 
 
La sociedad, como se ha revisado, se caracteriza por la necesidad constante y repetitiva de 
interacción mutua entre sus miembros, lo cual lleva a crear objetivaciones (tales como las 
estructuras sociales, los esquemas tipificadores, el lenguaje y sus representaciones 
 22 
simbólicas, etc.). A través de la objetivación, la sociedad crea a las instituciones, junto a sus 
respectivas legitimaciones. De los niveles de legitimación, los universos simbólicos (por 
insertarse de nueva cuenta en la tradición social), son los más amplios, si bien nunca totales 
ni acabados, ya que se ven en constante choque con otros universos (lo que conlleva la 
necesidad de generar una legitimación de los universos, es decir, una legitimación de la 
legitimación). De tal manera que antes del propio nacimiento de un individuo, existe ya una 
sociedad complejamente estructurada e institucionalizada, en la cual los individuos 
ingresan a través de la socialización. Ésta puede dividirse en primaria y secundaria. 
 
1.3.1 Socialización primaria 
 
Simmel, Berger y Luckmann, además de Merton, coinciden en que la socializaciónprimaria 
es la más importante. Lo anterior porque dicho tipo de socialización se genera durante la 
niñez, y en esta etapa todos los símbolos, sentidos y roles aprendidos por el niño se perciben 
fácticos, como realidad objetiva. Esto debido a que el niño se desarrolla como miembro de 
un grupo de personas predefinido, que debe ser aceptado en cuanto tal y sin posibilidad de 
efectuar algún cambio: el medio familiar, que es donde se genera la socialización primaria, 
sujeta al niño “a su propio destino y le impone una estrecha convivencia con aquellos junto 
a quienes lo ha situado el azar del nacimiento” (Simmel, 2014, p. 424). 
 
Lo anterior tiene como efecto que el niño internalice al mundo (o en otras palabras, el 
universo simbólico) de sus padres o principales allegados, como el único mundo existente. 
Para el niño no hay lucha o negociación entre diferentes universos simbólicos, ya que no 
existe otro universo más que el que le introyecta su círculo familiar. Introyección que no 
sólo es directa y materializada en normas o reglas, sino que también es implícita: los niños 
están expuestos a la influencia de prototipos sociales presentes en la cotidianidad diaria de 
su interacción con sus padres y entre éstos. De ahí que los elementos internalizados en la 
socialización primaria se implanten con más firmeza en la conciencia individual, a diferencia 
de los elementos de la socialización secundaria. 
 
 23 
Por otro lado, la socialización primaria es estratificada y particularizada grupalmente, en el 
sentido de que “transmite en gran parte aquella parte de la cultura que es accesible al 
estrato social y a los grupos en que se encuentran los padres” (Merton, 2013, p. 237). De 
modo que la socialización primaria también se entiende como un mecanismo para 
disciplinar al niño en las metas y valores culturales, así como en las costumbres propias del 
grupo o grupos a los que pertenecen los padres. Asimismo, otra particularidad de la 
socialización primaria es su fuerte carga emotiva, dado que dicha socialización es llevada a 
cabo bajo la tutela de los padres o familiares cercanos que cuidan del niño. De forma que 
éste internaliza y se apropia de roles y actitudes de los otros, por la identificación emocional 
que siente hacia ellos. 
 
La socialización primaria también inicia el proceso de abstracción que permite la 
construcción del “otro generalizado”. Dicha abstracción comienza cuando el niño identifica 
las normas y actitudes de sus significantes más cercanos (sus padres, generalmente), y se 
continua desarrollando cuando esas normas y actitudes comienzan a identificarse en otros 
significantes adicionales (parientes secundarios, por ejemplo). De tal forma que el paso 
decisivo llega cuando las normas y actitudes ubicadas en personas concretas, se identifican 
en toda una generalidad de significantes. Así, la formación del otro generalizado “significa 
que ahora el individuo se identifica no sólo con otros concretos, sino con una generalidad 
de otros, o sea, con una sociedad” (Berger y Luckmann, 2015, p. 167). Los elementos 
internalizados durante la socialización primaria se verán fuertemente arraigados debido a 
la inevitabilidad de las relaciones afectivas y de parentesco del niño con su círculo familiar. 
Puede decirse que la socialización primaria cumple su objetivo cuando el concepto del otro 
generalizado, junto a las metas y valores culturales, se ha internalizado en la conciencia del 
individuo. 
 
1.3.2 Socialización secundaria 
 
La socialización secundaria empieza a desarrollarse cuando el sujeto pasa a establecer 
relaciones asociativas en otros círculos externos a su primer ambiente familiar. Relaciones 
 24 
que, según Simmel (2014), obedecen a disposiciones, inclinaciones y actividades con una 
igualdad objetiva. Es decir, que no tienen una naturaleza íntima como las actividades, 
inclinaciones y disposiciones del círculo primario, sino que los requerimientos para llevarse 
a cabo se vuelven más anónimos y homogéneos: ingresar a un colegio, a un trabajo o 
realizar actividades en un sitio público no requiere relaciones de parentesco o afectivas con 
el otro generalizado. 
 
Ciertamente, la socialización secundaria prescinde casi totalmente de la identificación 
emocional característica de la socialización primaria; de tal manera que la primera puede 
“proceder con la sola dosis de identificación mutua que interviene en cualquier 
comunicación entre los seres humanos” (Berger y Luckmann, 2015, p. 176). 
 
Berger y Luckmann definen la socialización secundaria como “la internalización de 
‘submundos’ institucionales o basados sobre instituciones” (Berger y Luckmann, 2015, p. 
172), mencionando que su alcance y carácter se determina por la complejidad de la división 
del trabajo y la distribución social del conocimiento. Si bien durante la socialización primaria 
se empiezan a adquirir roles generales, en la socialización secundaria se formaliza dicha 
adquisición además de que se adoptan nuevos roles, ligados a la división del conocimiento 
y el trabajo. 
 
La inducción del individuo hacia la división del trabajo y el conocimiento a través de nuevos 
roles conlleva que el lenguaje de los individuos también se transforme, y pase de ser un 
lenguaje tradicional a uno técnico y/o teórico, cuya complejidad depende de cada rol 
asumido. La socialización secundaria está directamente desarrollada e influenciada por las 
estructuras sociales de división del trabajo y el conocimiento. La socialización secundaria 
amplía los roles a los cuales pertenece el individuo: ahora, además de niño, niña, hijo o hija, 
la persona es estudiante, miembro de una religión o ideología, empleado, sindicalista, 
partidario de una corriente política, etc. Durante la socialización secundaria se desarrolla la 
“escisión de la personalidad” mencionada por Simmel. 
 25 
La escisión de la personalidad se relaciona a su vez con la variedad, formalización y ausencia 
emocional de los roles de la socialización, factores que propician el anonimato de dichos 
roles. Este anonimato consiste en que los roles pueden “separarse” fácilmente de la 
identidad subjetiva del individuo. De manera general, el anonimato de los roles es un 
producto inherente a la socialización secundaria, ya que ésta acarrea una “inevitabilidad 
subjetiva mucho menor que la que poseen los contenidos de la socialización primaria” 
(Berger y Luckmann, 2015, p. 177). 
 
Otra característica de la socialización secundaria es que se lleva a cabo por una gran 
variedad de instituciones y estructuras, situación contraria a la socialización primaria, en 
donde la internalización se genera siempre bajo la tutela del grupo de significantes más 
próximo e íntimo del individuo. Así, la socialización secundaria no tiene siempre las mismas 
particularidades, y está sujeta a los requerimientos y objetivos de cada institución y 
estructura. 
 
Evidentemente, la socialización secundaria requiere siempre de la socialización primaria, ya 
que sin ésta no puede existir la segunda. Sin embargo, la socialización secundaria también 
resulta determinante para los individuos, porque a través de ella se internalizan nuevos 
espacios de realidad a través de un lenguaje técnico y teórico, y por lo tanto, más complejo 
que el utilizado durante la socialización primaria. De modo que el compromiso con las 
instituciones y con sus “submundos” se logra a través de los procesos socializantes 
secundarios. 
 
1.3.3 Anomia 
 
Merton, por su lado, define a la anomia como “la quiebra de la estructura cultural, que tiene 
lugar en particular cuando hay una disyunción aguda entre las normas y los objetivos 
culturales y las capacidades socialmente estructuradas de los individuos del grupo para 
obrar de acuerdo con aquellos” (2013, p. 241). De hecho, Merton retoma las nociones de 
Durkheim sobre el equilibrio social y la repartición de goces según el lugarque se ocupe en 
 26 
la sociedad, y los reinterpreta como una cuestión de unificación o fragmentación entre la 
estructura cultural y la estructura social. 
 
La estructura cultural es aquella que organiza los valores y normas de todos los individuos 
pertenecientes a una comunidad, mientras que la estructura social es la que regula las 
relaciones sociales que mantienen entre sí dichas personas (Merton, 2013). La unificación 
entre ambos constructos es posible cuando la estructura social permite la realización y 
desarrollo de los valores y normas dictados desde la estructura cultural. Cuando la 
estructura social no permite la ejecución de esos valores y normas, se genera entonces la 
anomia. Es decir, la anomia se entiende como “el conflicto entre las metas culturales y la 
posibilidad de emplear medios institucionales…” (Merton, 2013, p. 245). 
 
La importancia de la definición mertoniana de la anomia radica en comprender a dicho 
fenómeno, no como un estado, sino como un proceso con posibilidad de agudizarse en su 
desarrollo; de ahí que la anomia pueda iniciar como una simple inquietud y evolucionar 
hasta una problemática de fragmentación cultural y social. Asimismo, Merton (2013) 
postula que la anomia varía en grado y clase. De tal manera que este fenómeno se presenta 
en diferentes formas, y sus repercusiones y reacciones hacia ella también varían según el 
individuo, el grupo o el estrato social en donde se presente. 
 
Entre el fenómeno de la anomia y el de la socialización, existe un antagonismo inherente 
en cuanto a sus resultados, además de que ni una ni otra son fenómenos estables, continuos 
y libres de dinamismo y modificaciones. Resultan, más bien, procesos que se entremezclan 
en infinidad de combinaciones, existiendo en cada sujeto niveles de socialización en 
paralelo con momentos anómicos que pueden variar en intensidad. 
 
En último término, y recapitulando lo revisado durante este apartado, la importancia de 
abordar algunos subfenómenos que en su conjunto organizado e interconectado generan 
al complejo proceso de la socialización, estriba en constatar que la totalidad de la vida social 
 27 
está regida por procesos socializantes que van desde la objetivación de las interacciones 
subjetivas, hasta la constitución de instituciones y de sus respectivos procesos 
legitimadores. La cotidianidad de los individuos, tanto en sus grupos más íntimos como en 
las organizaciones de trabajo a las que pertenece, está permeada en su totalidad por 
estructuras de significado y de valores conjugados en paradigmas o en universos simbólicos, 
a partir de los cuales las personas se sitúan en puntos concretos dentro de la esfera de la 
vida cotidiana y de su realidad intersubjetiva. En este sentido, es necesario también explicar 
el fenómeno de la grupalidad, directamente ligado a la socialización. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 28 
Cuadro 1. La socialización. 
 
 29 
1.4 Los grupos sociales desde el abordaje sistémico 
 
Entre la socialización y los grupos existe una relación directa y de influencia mutua. Ello es 
así porque el grupo social es la estructura a través de la cual se materializa la socialización, 
al tiempo que ésta influye fuertemente en la constitución del primero. Sin embargo, para 
comprender mejor dicha relación es necesario aclarar qué es lo que se entiende por grupo. 
 
Se ha definido al grupo como un “conjunto de personas entre quienes (por definición u 
observación) existe un conjunto de relaciones definibles y observables” (Davis en Huse y 
Bowditch, 1986, p. 107); también como “dos o más personas que interactúan mutuamente 
de modo tal que cada persona influye en todas las demás y es influida por ellas” (Shaw en 
Ayestarán (ed.), p. 71, 1996). 
 
Turner, por su parte, habla de que la formación del grupo se produce “en la medida en que 
dos o más personas se perciben y definen a sí mismas recurriendo a alguna categorización 
compartida endogrupo-exogrupo” (en Ayestarán (ed.), 1996, p. 72), y termina definiéndolo 
como “un conjunto de individuos que se perciben a sí mismos como miembros de la misma 
categoría social, que comparten alguna implicación emocional en esta definición común de 
sí mismos y que logran algún grado de consenso social acerca de la evaluación de su grupo 
y de su pertenencia a él” (Turner en Ayestarán (ed.), 1996, p. 72). 
 
Asimismo, Brown considera que “el grupo existe cuando dos o más personas se definen a sí 
mismas como miembros del mismo y cuando su existencia es reconocida por al menos otra 
persona” (en Ayestarán (ed.), 1996, p. 72). A partir de las explicaciones mencionadas puede 
notarse que el elemento definitorio básico del grupo es el de un conjunto de personas en 
interacción. De tal manera que ese es el elemento fundamental a considerar en la lectura 
de la categoría de grupo en este trabajo. 
 
Existen diversos caminos desde los cuales puede abordarse la explicación sobre los grupos 
sociales; de entre ellos, para el presente trabajo se considera como pertinente el esquema 
 30 
sistémico, a partir del cual se entiende a los grupos como un “conjunto de sistemas de 
comportamiento mutuamente interdependientes que no sólo se afectan entre sí sino que 
responden también a influencias exteriores” (Huse y Bowditch, 1986, p. 107). Es decir, se 
comprende que los grupos son sistemas o subsistemas, que en su interacción y 
estructuración generan un sistema más grande: el de la organización o estructura social. 
 
A partir de la perspectiva de sistemas, la cual es amplia e integradora, es posible articular 
una explicación del grupo que incluya otras propuestas. Sin embargo, antes se debe explicar 
más detalladamente al grupo desde la postura mencionada. Ya se dijo que el elemento 
básico de todo grupo es el conjunto de individuos interactuando entre sí; pues bien, un 
grupo entendido como sistema es un “conjunto de objetos juntamente con las relaciones 
entre los objetos y entre los atributos de los objetos” (Long en Ayestarán (ed.), 1996, p. 64). 
 
Es decir, dentro de la definición de sistema que se menciona, se incluye ya la interacción 
inherente a los grupos sociales. Asimismo, un elemento crucial en el análisis sistémico de 
los grupos consiste en comprender que la interacción no sólo se presenta dentro de un 
sistema, sino también entre sistemas diversos (interacción intergrupal). Así, puede hablarse 
de la existencia de tres sistemas diferenciados: el sistema de personalidad, el sistema 
grupal, y el sistema socio-cultural. Ante dicho escenario multisistémico, un sistema puede 
ser el entorno para otro: el socio-cultural hace de entorno al sistema grupal, que a su vez 
sirve de entorno al sistema personal. 
 
El conjunto de sistemas y de sus interacciones intergrupales es complejo y altamente 
diverso. Suscribiendo la propuesta de Ayestarán (1996), pueden existir: 
• Relaciones entre sistemas de un mismo nivel, en las que se incluyen: 
A) Relaciones donde se comparte un mismo entorno (por ejemplo, diversas 
familias, entendidas como grupos o sistemas grupales, comparten un mismo 
entorno que es el sistema socio-cultural el cual los engloba a todos en sus 
estructuras). 
 31 
B) Relaciones donde se comparte un elemento en común (un individuo puede 
formar parte del grupo familiar, y al mismo tiempo pertenecer al grupo escolar 
o laboral). 
C) Relaciones donde el elemento en común que se comparte entre sistemas se 
desarrolla de manera diferente en cada uno de ellos (se habla de la asignación 
de roles y funciones; el individuo que forma parte de un grupo familiar se 
desarrolla en éste con el rol de padre, mientras que adquiere el rol de empleado 
dentro del grupo laboral). 
• Relaciones entre sistemas de diferente nivel. 
A) Relaciones jerárquicas donde un sistema se convierte en un subsistema y pasa a 
formar parte de un sistema más amplio (la dinámica ya mencionada dondelos 
sistemas personales forman parte de los sistemas grupales, los cuales están 
incluidos en el sistema socio-cultural). 
 
• Relaciones recíprocas entre sistemas de diferente nivel. 
A) Consiste en que “un sistema aparece como elemento de otro sistema, el cual, a 
su vez, es un elemento del primer sistema” (Ayestarán (ed.), 1996, p.65). 
 
Ciertamente, el enfoque sistémico es amplio y permite conocer un panorama general de la 
reciprocidad intergrupal. Sin embargo, su posibilidad de amplitud explicativa es también 
una flaqueza si el análisis requiere un acercamiento más detallado al fenómeno. Aun con 
ello, los alcances de la propuesta sistémica permiten desarrollar espacios que bien pueden 
ser ocupados y completados con teorías de alcance intermedio, dando como resultado un 
producto teórico sólido. En este sentido, la explicación sistémica de los grupos propicia la 
adecuada introducción de la teoría de los roles, de la que el ya tratado Merton es uno de 
sus principales expositores. 
 
 
 
 32 
1.4.1 La teoría de roles y la teoría sistémica 
 
Como ya se revisó, la creación de los roles conlleva un objetivo de organización social de las 
relaciones a través de la institucionalización. El desarrollo de roles lleva emparejada la 
asignación y valoración social de funciones, las cuales definen a su vez a los roles y su estatus 
dentro de la estructura donde se desarrollan. La teoría menciona que hay tres tipos de roles: 
intersubjetivos, grupales y sociales. Es en este punto en donde la teoría de roles encaja con 
la teoría sistémica de los grupos, ya que la primera ahonda en las relaciones intersistémicas 
mencionadas por la segunda. 
 
Así, uniendo ambas propuestas, puede decirse que dentro del sistema de personalidad se 
generan roles intersubjetivos que establecen tipologías de relación, es decir, formas de 
interactuar entre individuos que buscan el cumplimiento de sus necesidades (este último 
un elemento estructural en la creación y mantenimiento del grupo sobre el cual se habla 
más adelante); en el sistema grupal se establecen objetivos no ya individuales, sino 
grupales, además de establecer jerarquías de posiciones y escalas de poder; y por último, 
en el sistema socio-cultural se establecen objetivos que sobrepasan al grupo, siendo 
institucionales y predispuestos a una distribución de funciones entre los distintos grupos 
que integran la institución (Ayestarán, (ed.), 1996). 
 
Además, en concordancia con la teoría de sistemas (y con la idea de escisión de 
personalidad de Simmel y la noción de anonimato de Berger y Luckmann) , la teoría de roles 
también menciona que un individuo puede formar parte de varios grupos al mismo tiempo, 
y asumir roles distintos en cada estructura grupal a donde pertenezca. En resumen, la teoría 
de roles, apoyada en la teoría sistémica, ayuda a comprender a los grupos como una forma 
de organización social constituida por roles, estatus y funciones que regulan la interacción 
entre el individuo y la estructura socio-cultural. 
 
 
 
 33 
1.4.2 La teoría del intercambio 
 
Ahora bien, las motivaciones y el cumplimiento e intercambio de recompensas también 
representan un elemento generador y de mantenimiento de los grupos. En este sentido, 
Thibaut y Kelley, a través de la psicología social y de la teoría del intercambio, mencionan 
que todas las interacciones interpersonales son también un intercambio de recompensas, 
y que “no todas las interacciones nos reportan el mismo grado de recompensa; 
seleccionamos aquellas interacciones que creemos pueden reportarnos el máximo de 
recompensa con el mínimo costo” (Thibaut y Kelley en Ayestarán (ed.), 1996, p. 50). 
 
A través de la teoría del intercambio se entiende que los individuos pasan a formar parte 
de los grupos de acuerdo al nivel de recompensas y de esfuerzos que cada uno de éstos 
involucra. Ciertamente, esta propuesta, al igual que la teoría de roles, es también de 
mediano alcance, ya que su explicación no puede aplicarse a los grupos de la socialización 
primaria que, como ya se revisó, es de naturaleza ineludible, al menos durante la niñez. Sin 
embargo, la teoría del intercambio ayuda a mejor comprensión de las dinámicas dentro de 
los grupos de la socialización secundaria, de naturaleza más pragmática y utilitarista. 
 
De igual manera, tampoco debe dejarse de lado el hecho de que “el individuo tiene un 
margen muy reducido para la negociación entre lo que se le pide que sea y lo que uno 
mismo decide ser” (Ayestarán, (ed.), 1996, p. 43). Es decir, aunque la teoría del intercambio 
menciona que el individuo busca los grupos que más le reditúen beneficios a cambio de un 
mínimo esfuerzo, en los hechos el sujeto siempre tiene opciones grupales limitadas y un 
rango de posibilidades restringido. 
 
Ahora bien, la motivación individual, según la teoría del intercambio, es la productora de 
significados y objetivos grupales. Aunque ciertamente dicha motivación ocupa un papel 
creador en la conformación del grupo, no es el único factor generador ni tampoco el central. 
Más bien, y como se ha sostenido, es la interacción intersubjetiva la que genera el proceso 
 34 
grupal. El interaccionismo simbólico propuesto por Mead da cuenta de las características 
de dicha interacción. 
 
1.4.3 El interaccionismo simbólico 
 
La teoría del interaccionismo simbólico parte del concepto de acción social, entendido como 
el ajuste del comportamiento de los participantes de una acción colectiva. De igual manera, 
el interaccionismo simbólico identifica la pre-existencia de la sociedad y de significados y 
valores sociales; entiende a la socialización como un proceso de interiorización de los 
grupos en que se desarrolla el individuo (mencionando el concepto del otro generalizado); 
y considera que la socialización permite la individualización, ya que esta última surge como 
un producto de la internalización de lo social. 
 
Así, el proceso de socialización explicado desde el interaccionismo simbólico, “consiste en 
ir interiorizando de forma progresiva los caracteres generales del grupo al que 
pertenecemos (otro generalizado)” (Ayestarán (ed.), 1996, p. 41). Y el mecanismo mediante 
el cual se lleva a cabo esa interiorización es el llamado role-taking, que permite asumir tanto 
la perspectiva de algún individuo específico, así como la perspectiva del otro generalizado, 
más amplia y abstracta. El role-taking presupone “que el sujeto es capaz de acceder a unos 
significados compartidos, a un sistema simbólico, el sistema lingüístico, que permite pasar 
del gesto al significado compartido (mind) y una actividad reflexiva o conciencia reflexiva 
(self)” (Ayestarán (ed.), p. 41, 1996). 
 
Puede verse que la propuesta del interaccionismo simbólico se relaciona fuertemente con 
la explicación del proceso de socialización descrito anteriormente, y con ello también 
empieza a entreverse la relación entre socialización y grupos sociales. En términos más 
concretos, la aplicación del interaccionismo simbólico al estudio de los grupos consiste en 
identificar las relaciones de influencia social tanto intersubjetivas dentro de un grupo, como 
intergrupales dentro de una estructura social más amplia, y constatar que “no es posible 
cambiar la identidad individual de las personas sin cambiar, al mismo tiempo, la realidad 
 35 
social del grupo, es decir, su estructura y sus procesos de influencia social” (Ayestarán (ed.), 
1996, p. 42). 
 
En la última cita se observa también la relación entre el interaccionismo simbólico y la teoría 
de sistemas, ya que ambas identifican el fenómeno de la reciprocidad entre sistemas de 
diferente nivel: aunque un grupo influya en la generación de identidad e individualidad del 
sujeto, un cambio en este último también repercute en la estructura grupal. Con la revisión 
de propuestas de análisis grupal es posible postular una definición de grupo y, con ello,dar 
sentido a la relación entre el fenómeno grupal y el fenómeno de la socialización. 
 
1.4.4 El grupo definido 
 
En este trabajo se define al grupo como un sistema social en interconexión y relación 
recíproca con otros sistemas sociales (sistema individual y sistemas socio-culturales), 
siendo, pues, un sistema intermedio entre el sujeto y las estructuras social y cultural, a 
través del cual se efectúan dinámicas de intercambio de recompensas y esfuerzos entre el 
primero (que busca la realización de sus objetivos y metas individuales), y la segunda (que 
persigue la ejecución de objetivos y metas institucionales), aplicando en el acto una 
repartición de roles y funciones, en conjunción con la internalización de significados y 
sistemas simbólicos compartidos, siendo el grupo una estructura reflexiva generadora de 
individualidad y de la noción del otro generalizado. 
 
De tal forma que la relación entre la socialización y el grupo consiste en que el segundo es 
la estructura a través de la cual se sustenta la primera. Mediante los grupos a los cuales 
pertenece el individuo éste adquiere valores y significados sociales, desarrolla también una 
identidad, conectada con roles y funciones, además del elemento más importante de la 
socialización: la noción del otro generalizado, la idea de sociedad. 
 
Ya se mencionó que ningún ser humano nace en un entorno vacío social y culturalmente 
hablando, y que todos los individuos, desde su nacimiento hasta su muerte, forman parte 
 36 
de una red de estructuras sociales y culturales; pues bien, dichas estructuras se sustentan 
y apoyan en los grupos a los cuales pertenece el individuo. De modo que socialización y 
grupalidad son dos fenómenos que van de la mano: no puede existir la socialización sin 
grupos donde se lleve a cabo, al igual que no pueden existir grupos sin un proceso de 
socialización inherente. 
 
1.4.5 Grupos primarios y grupos secundarios 
 
Así como existen dos tipos de socialización, la primaria y la secundaria, existen también 
grupos primarios y grupos secundarios. El grupo primario es el familiar, aquel en donde se 
comienza la socialización y se inicia la adquisición de valores, metas y significados, al igual 
que una identidad relacionada a ciertos roles. Los grupos secundarios, en el que se realiza 
la socialización secundaria, a la par de la naturaleza de esta última son más variados, 
diversos y pragmáticos. 
 
Existen varios tipos de grupos secundarios: los grupos formales, generados por y a través 
de la estructura organizacional convencional; grupos de trabajo o de tarea, formados para 
la realización de tareas en puestos de trabajo; y grupos informales, construidos desde la 
estructura de la organización pero sin ser sancionados o normados de manera oficial (Huse 
E. y Bowditch J., 1986). De igual manera, también pueden existir grupos de identidad o 
identitarios, los cuales son “asociaciones políticamente significativas de personas que se 
identifican con uno o más marcadores sociales, o que son identificados mediante ellos” 
(Gutmann, 2008, p. 22); y grupos de interés, que se organizan en torno a “un interés 
instrumental compartido de los individuos que constituyen el grupo, sin que sea necesaria 
la identificación mutua entre los integrantes” (Gutmann, 2008, p. 22). 
 
1.4.6 Grupos de referencia 
 
Otro tipo de grupo es el de referencia. El grupo de referencia, estudiado y definido por 
Merton (2013), es aquel que se toma como medida de autovaloración y cual rango de 
comparación de metas y valores culturales, así como de normas, funciones y roles sociales. 
 37 
El término de grupo de referencia abre, a su vez, paso a los términos de grupo de 
pertenencia y grupo de no pertenencia. 
 
Un grupo de referencia puede ser todo aquel al cual el individuo pertenezca: una persona 
percibe, evalúa y valora su posición en el grupo al que pertenece, sobre la base de comparar 
su propia situación y rol con las situaciones y roles del resto de individuos que conforman 
el grupo. Sin embargo, un grupo de referencia puede ser también un grupo de no 
pertenencia: “los individuos se orientan con frecuencia hacia grupos que no son el suyo para 
dar forma a su conducta y sus valoraciones” (Merton, 2013, p. 314), y este último punto es 
el más importante para la teoría de grupo de referencia. 
 
Identificar a grupos de no pertenencia como grupos de referencia, constatando que “la 
gente toma las normas de otras personas […] como base de su propia apreciación y 
evaluación” (Merton, 2013, p. 57), amplía la explicación del fenómeno de la socialización, 
ya que muestra que los procesos socializantes no sólo se dan en relación con los grupos en 
los cuales se desarrolla el individuo, sino también en relación y alusión a grupos externos o 
ajenos. 
 
Con lo expuesto a este punto respecto al tema de la grupalidad, puede notarse que la 
socialización tiene una amplia variedad de grupos a través de los cuales realizarse. Hablar 
del fenómeno de socialización implica de manera inherente hablar del fenómeno de la 
grupalidad, y viceversa. Aunque en la teoría se exprese que existen dos tipos de 
socialización, la primaria y la secundaria, en los hechos las combinaciones entre tipos de 
socialización y tipos de grupos son sumamente variadas y complejas. 
 
1.4.7 El entorno 
 
A esas combinaciones hay que añadirles, además, el tema del entorno, que como ya se 
mencionó es la otra mitad del sistema grupal. En este sentido, siguiendo la explicación de 
Ayestarán (1996), puede hablarse de un entorno de tareas, constituido por las tareas y 
 38 
funciones grupales, divididas según los roles y liderazgos existentes; el entorno de 
composición del grupo, en donde entran los mecanismos psicológicos, cognitivos, afectivos 
y motivacionales que sustentan la existencia grupal; el entorno social, es decir, la estructura 
intergrupal de la sociedad, que le da un lugar específico al grupo e influencia la organización 
intragrupal; y por último un entorno cultural, donde se presentan los valores, creencias, 
representaciones sociales y entornos institucionales. 
 
Ahora bien, hasta este punto del texto se ha presentado una explicación acerca de la 
socialización y de su relación con el fenómeno de la grupalidad. Dicha explicación se 
presentó de manera general y con la finalidad de construir una base teórica sobre la cual 
puede abordarse un tema más particularizado, como lo es el de la socialización política. Se 
considera, pues, que a partir del análisis generado ya es posible hablar en concreto de qué 
es la socialización política y cuáles son sus características. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 39 
Cuadro 2. Grupos sociales: sus teorías y sus tipologías. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 40 
2. Socialización política 
 
David Easton y Jack Dennis, en su obra Children in the political system, definen a la 
socialización política de la siguiente manera: “those developmental processes through wich 
persons acquire political orientations and patterns of behavior”4 (Easton y Dennis, 1969, p. 
7). Por su parte, Luciano Gallino, desde una postura sociológica, menciona que la 
socialización política es aquel conjunto de procesos sociales de formación de personalidad, 
“que por su naturaleza intrínseca y su contenido dan origen a rasgos psíquicos 
relativamente duraderos, que tienen relevancia directa para el sistema político” (Gallino, 
1995, p. 802). 
 
Percheroni afirma que la socialización política es un conjunto de procesos a través de los 
cuales los nuevos miembros de un sistema crean representaciones de su sociedad y su 
sistema político; aprenden a conocer y compartir los valores fundamentales de la cultura 
política de esa sociedad; adquieren información acerca de las normas, regulaciones, 
instituciones y estructuras de autoridad; y constituyen, en fin, actitudes que fundamentarán

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