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1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales LA SOCIALIZACIÓN POLÍTICA: UNA PROPUESTA DE ABORDAJE Y DEFINICIÓN ENCAMINADAS A SU UTILIZACIÓN EN LA COMUNICACIÓN POLÍTICA Tesis para obtener el grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación Francisco Javier Pedroza Ortiz Asesora: Mtra. Gabriela Flores García Veronica Texto escrito a máquina CIUDAD UNIVERSITARIA, CD.MX., 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Índice Agradecimientos. .......................................................................................................... 3 Introducción .................................................................................................................. 4 1. Socialización .............................................................................................................. 7 1.1 Esferas de realidad y conocimiento .................................................................................. 9 1.1.1 Objetivación y esquemas tipificadores ........................................................................... 11 1.1.2 Significación y lenguaje ................................................................................................... 13 1.2 Procesos en torno a la institucionalización ..................................................................... 15 1.2.1 Reificación ........................................................................................................................ 15 1.2.2 Institucionalización .......................................................................................................... 16 1.2.3 Legitimación institucional ............................................................................................... 17 1.2.4 Universos simbólicos ....................................................................................................... 20 1.3 La socialización definida ................................................................................................ 21 1.3.1 Socialización primaria...................................................................................................... 22 1.3.2 Socialización secundaria .................................................................................................. 23 1.3.3 Anomia ............................................................................................................................. 25 1.4 Los grupos sociales desde el abordaje sistémico ............................................................. 29 1.4.1 La teoría de roles y la teoría sistémica ........................................................................... 32 1.4.2 La teoría del intercambio ................................................................................................ 33 1.4.3 El interaccionismo simbólico........................................................................................... 34 1.4.4 El grupo definido ............................................................................................................. 35 1.4.5 Grupos primarios y grupos secundarios ......................................................................... 36 1.4.6 Grupos de referencia ....................................................................................................... 36 1.4.7 El entorno......................................................................................................................... 37 2. Socialización política ................................................................................................ 40 2.1 Orientaciones políticas .................................................................................................. 41 2.2 Agentes de socialización política .................................................................................... 44 2.3 Desocialización y resocialización .................................................................................... 45 2.4 Comunicación Política ................................................................................................... 52 2.4.1 Definiciones y características de la comunicación política ............................................ 52 2.4.2 Lenguaje político.............................................................................................................. 54 2.4.3 Rituales políticos ............................................................................................................. 56 2.4.4 Simbolismo político ......................................................................................................... 57 2.5 Imaginarios sociales y el puente entre comunicación política y socialización ................... 60 2.5.1 Diversos imaginarios sociales ......................................................................................... 62 2.5.2 La imagen política ............................................................................................................ 63 3. Una propuesta de análisis de las imágenes políticas desde la Comunicación Política . 70 3.1 La Constitución y la legitimación institucional ................................................................ 71 3.1.1 La reificación y la legitimación ........................................................................................ 72 3.1.2 Tipos de adaptación ........................................................................................................ 73 3.1.3 La Constitución como imagen política y su impacto en la sociedad mexicana ............. 75 4. Conclusiones ............................................................................................................ 99 3 Agradecimientos Este texto representa la culminación de mi etapa universitaria y también el producto de una educación iniciada hace ya tantos años. Ha sido un camino muchas veces difícil pero también lleno de aprendizajes y lecciones de vida. Quiero agradecer a mi madre, Consuelo, y a mi padre, Javier, por ser los principales guías en ese camino, por iluminarlo con su cariño, paciencia, esmero y trabajo. A ellos les debo todo lo que soy y lo que seré. Este trabajo también está dedicado a mis abuelas, abuelos, tías y tíos, y en especial a la memoria de mi tío Francisco, quien durante toda su vida me inculcó la pasión al conocimiento y el hábito del esfuerzo para ser alguien mejor, para nunca conformarse con la ignorancia. Quiero agradecer a aquellos docentes que muchas veces también se convirtieron en maestros de vida; sus lecciones sobrepasan la mera academia y permean en los ideales de lo que un buen profesionista debe ser: alguien comprometido con su sociedad y su país. Entre esos profesores merece especial mención la maestra Gabriela Flores García, quien me brindó todo su apoyo no sólo a lo largo de la carrera, sino también en este último paso. De igual manera agradezco a los profesores miembros del jurado por su tiempo y atención a la hora de participar en mi proceso de titulación. Asimismo, deseo agradecer a esas personas que, durante la carrera, compartieron conmigo un camino de superación, pero también de amistad, alegríay buenos momentos. La compañía de quienes continúan estando, pero también de quienes continuaron ya sin estar, le dio a mi vida universitaria una especial calidez. Guardaré siempre el recuerdo de su presencia. A mis padres, a mi familia, a Elvia, a mis profesores, y a mis amigos, gracias. A la Universidad Nacional Autónoma de México, gracias. A la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, gracias. Al Colegio de Ciencias y Humanidades Sur, gracias. 4 Introducción La vida social, con todas sus estructuras, instituciones, grupos y dinámicas, se traduce para el quehacer científico como altamente compleja y constituida de innumerables fenómenos. La variedad en propuestas teóricas, disciplinas y corrientes filosóficas y científicas, nace precisamente de dicha complejidad. En este sentido, existen fenómenos que por su extenso nivel de amplitud y alta capacidad permeante, se presentan como transversales a toda la sociedad. La socialización es uno de esos fenómenos transversales, que nacen y se atraviesan en la totalidad social; de ahí la necesidad de estudiar y conocer las nociones y características del fenómeno de la socialización. Ahora bien, estudiar un fenómeno social de alta transversalidad presenta peculiaridades y situaciones propias que deben ser consideradas. En primer lugar, el estudio de un fenómeno transversal no debe caer en la idea totalizante de entender a aquel como “presente en todos lados” y con ello reificarlo, darlo por hecho y restarle importancia y complejidad. Partiendo de lo anterior, y en segundo lugar, hay que tomar en cuenta que la transversalidad del fenómeno no simplifica su estudio sino que, al contrario, lo vuelve más exigente y detallado. Un fenómeno de alta transversalidad está constituido a su vez por subfenómenos, o fenómenos asociados, que en su conjunto organizado cogeneran, en este caso, al fenómeno amplio de la socialización. Asimismo, al ser un fenómeno de gran amplitud, la socialización adquiere elementos peculiares según los entornos y sistemas en donde se desarrolle. Un ejemplo de ello es la socialización política, aquella que se genera dentro de las estructuras propias del o relacionadas al sistema político. La socialización ocupa un lugar esencial en la exploración, descripción y explicación de diversas dinámicas y situaciones sociales. Y si esta afirmación se traslada al ámbito de la comunicación política, se encuentra que la socialización política resulta crucial en la 5 explicación de las pautas de comportamiento y participación política de los individuos, y de los procesos comunicativos y generadores de imágenes políticas que forman parte simultánea de aquellos. La comunicación, al igual que la socialización, también es transversal y de igual manera se desarrolla en estructuras políticas, surgiendo entonces la comunicación política, la cual haya en la imagen política uno de sus principales productos. De modo que el quehacer disciplinario social se encuentra ante sí con un elemento de la realidad social que es compartido tanto por la socialización política como por la comunicación política. La imagen política es un nodo que refleja el complejo amalgamiento entre dinámicas socializantes y comunicativas. Así, el presente texto tiene el objetivo de exponer una propuesta epistemológica que logre integrar las explicaciones sobre socialización política con los análisis provenientes desde la Comunicación Política, entendiendo a la imagen política como un indicador de los sistemas de creencias, de representación, y de las orientaciones políticas que poseen los individuos y los grupos, y que utilizan en su desarrollo diario como actores políticos de un sistema de toma de decisiones. En consonancia con el objetivo mencionado, se presenta una pregunta de investigación general: ¿Qué fenómeno social se desarrolla tanto en procesos socializantes como en procesos comunicativos de naturaleza política?, a la que le siguen tres preguntar particulares: ¿Qué elementos de la realidad social conforman al fenómeno de la socialización?, ¿Qué tipo de relación existe entre la socialización y los grupos sociales?, y ¿Qué características le son propias a la comunicación política? Para lograr dicho objetivo y responder a las preguntas generadas, se construye un cuerpo teórico sobre la socialización general, a partir de una visión amplia y clara sobre lo que dicho fenómeno representa. En ese ejercicio se verifica la existencia de una relación directa entre la socialización y los grupos sociales, categoría que se aborda en conjunto con el cuerpo teórico de la socialización, desarrollando con ello la primera parte del texto. La segunda parte está destinada a explicar qué es la socialización política, mostrando un repaso sobre los principales temas que en conjunto construyen los fenómenos socializantes de 6 naturaleza política, tales como las orientaciones políticas, los agentes de la socialización política, y los fenómenos de la desocialización y la resocialización. El apartado continúa con la exposición de una definición de comunicación política, que incluye aspectos de la misma, como lo son el lenguaje político, su simbología y sus imágenes. Este segundo apartado termina con la comprensión de lo que las imágenes políticas representan dentro de los procesos socializantes y comunicacionales, y con la exposición de una perspectiva de análisis que conjunta los aportes teóricos sobre socialización, con los tópicos de análisis propios de la Comunicación Política. Dentro de la tercera parte del escrito, se presenta un ejemplo de análisis a partir de la propuesta epistemológica esbozada, utilizando datos estadísticos vigentes acerca de la cultura constitucional de los mexicanos1. En dicho análisis se constata el complejo papel de las imágenes políticas dentro de los procesos de legitimación de instituciones gubernamentales, además de la incidencia de su relatividad social en la variedad de resultados que pueden alcanzar. Finalmente, dentro de la cuarta y última parte se brindan algunas reflexiones y comentarios finales en forma de conclusión, en donde se recalcan las propiedades de un análisis que conjugue el estudio de la socialización con una perspectiva de comunicación política. Este trabajo tiene la finalidad de presentar a la Comunicación Política, cual campo interdisciplinar, como una herramienta analítica que permite abordar fenómenos sociales coyunturales y de amplia incidencia, con la capacidad de comprender sus diversas aristas, actores involucrados y las consecuencias de su desarrollo, vislumbrando simultáneamente objetivos de intervención propositiva y tecnológica en la resolución de las problemáticas 1 La utilización de una encuesta ya efectuada (con datos representativos a nivel nacional y de vigencia actual), responde a los objetivos de la presente investigación, los cuales apuntan a la exposición de una propuesta epistemológica. Por lo que la realización de un trabajo demoscópico propio, si bien puede enriquecer análisis futuros respecto al tema, resulta prescindible para el presente caso. 7 sociales vinculadas a la difícil tarea de construir una cultura cívica y una vida democrática mexicana. Al ser también un texto realizado para adquirir el grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación, quien escribe desea exponer que, ante la difícil crisis social, económica, cultural y democrática que vive actualmente México, las Ciencias de la Comunicación pueden y deben tener un papel útil y comprometido con la resolución de las problemáticas sociales. Frente a la agresiva expansión y fortalecimiento de dichas problemáticas, los egresados en ciencias sociales tienen la responsabilidad de preservar y potencializar la rigurosidad de sus análisis académicos. Concretamente, los comunicólogosposeen la responsabilidad de asumir una actitud crítica y analítica ante las actuales dinámicas de difusión informativa y la injerencia de consorcios mediáticos y tecnológicos en la vida política, social y cultural del país. Para ello, es necesario que el profesional en comunicación sea también un científico social preparado, con herramientas teóricas y metodológicas listas para ser utilizadas en nombre de la democracia y en contra de la ignorancia, la violencia, la corrupción y la intolerancia. El esfuerzo reflexivo y analítico que a continuación se ofrece se construye en sincronía con las ideas mencionadas. Quien escribe desea que dicho esfuerzo se entienda siempre como el inicio de pasos aproximativos en un camino que nunca termina, pero sí premia con logros, los cuales no sólo deben ser personales, sino también comunitarios y sociales. 1. Socialización La aprehensión de valores, metas y significados culturales se da a través de la interacción del individuo con otras personas, las cuales están repartidas en círculos o grupos específicos, tales como la familia, los amigos, los compañeros de escuela o trabajo, etc. Los individuos se ven altamente influenciados en la construcción de sus significaciones y sus 8 acciones por los grupos a los que pertenecen, y también por los grupos a los que no pertenecen, pero que conllevan cierto grado de referencialidad. En este estudio, el abordaje teórico de la socialización señala tres posturas diferentes provenientes de diversos autores, a saber: la explicación sobre la socialización a partir de la teoría del conocimiento de Peter Berger y Thomas Luckmann; la socialización explicada a partir de las teorizaciones (muchas veces pioneras) de Georg Simmel; y, finalmente, los aportes funcionalistas-estructuralistas de Robert Merton respecto a los efectos de la estructura social en grupos e individuos. Berger y Luckmann (2015) definen a la socialización como la inducción del individuo en el mundo objetivo de la sociedad o de un sector de ésta, proceso que también implica la internalización de “submundos” institucionales relacionados a la división del trabajo y la distribución del conocimiento. Por su lado, Simmel (2014) entiende al mismo fenómeno como la forma en que los individuos logran una unidad social, a través de la búsqueda de intereses y mediante la interacción mutua y las acciones recíprocas en una realidad social concreta. Asimismo, Merton (2013) considera que la socialización forma parte de las dinámicas internas de la estructura social y de la transmisión y modificación de metas, valores y normas culturales. La pertinencia de dichos autores en el presente análisis versa en que representan escuelas de conocimiento diferentes unas de otras, pero con aportes particularmente importantes que llegan a entrecruzarse. Simmel, por ejemplo, y desde la academia berlinesa, es uno de los primeros personajes del siglo XIX en comenzar con el proceso de trascendencia desde la filosofía hacia una ciencia de la sociedad (es decir, hacia la sociología), preocupándose por dotar a esta nueva ciencia de un objeto de estudio claro y conciso. Las teorías de Berger y Luckmann, por su parte, representan el continuo y exigente proceso de perfeccionamiento de la teoría de la realidad social iniciada por Alfred Schutz, quien a su vez tiene como principal soporte epistemológico a la fenomenología de Edmund Husserl. Por lo cual, 9 teniendo en cuenta sus raíces, la selección de Berger y Luckmann permite acceder a una de las versiones más acabadas de la perspectiva de relatividad social y de sus variados aportes al entendimiento de los procesos de socialización, generación de conocimiento y división de la sociedad. Merton, finalmente, es un importante reformador del funcionalismo clásico. Su propuesta del estructural funcionalismo tiene, entre muchas otras aportaciones teóricas y metodológicas, la de constatar que la sociedad y sus estructuras son dinámicas y en constante modificación. Como se ve a continuación, existen puntos de encuentro entre todas estas posturas. 1.1 Esferas de realidad y conocimiento El tema de la socialización comienza evidenciando un hecho mayoritariamente general: ningún ser humano nace ni se desarrolla en un entorno vacío (social y culturalmente hablando). Todos los individuos, desde su nacimiento hasta su muerte, forman parte de una red de estructuras sociales y culturales que superan la vida individual tanto temporal como espacialmente. Esta red de estructuras, en su interconexión dinámica, desarrollo y conservación, pero también en su modificación y cambio, generan la sociedad, materializada a través de diversos grupos y subgrupos, los cuales son resultado y causa de dicha sociedad. Teniendo en cuenta este complejo conjunto de grupos y estructuras sociales a las que los individuos “ingresan” desde su nacimiento, se aborda uno de los primeros elementos ligados al fenómeno de la socialización: el conocimiento. El conocimiento es socialmente relativo. Es decir, lo que es considerado real, el cúmulo de conocimientos que sobre lo real se genera, son en concreto productos sociales, humanos. En este sentido, los individuos internalizan la realidad y el conocimiento socialmente acumulado, y a través de esta dinámica se integran a la sociedad. El conocimiento se produce a partir de la interacción en diferentes entornos, agrupados en lo que Berger y Luckmann llaman esferas de realidad, dentro de las cuales la esfera de la vida cotidiana es 10 la más importante debido a que logra abarcar a todos los individuos de una colectividad, presentándose como “facticidad evidente de por sí e imperiosa“ (Berger y Luckmann, 2015, p.39). En este sentido, la conciencia de cada persona puede constatar y experimentar diferentes esferas de realidad: los sueños, por ejemplo, son una esfera de la realidad con características peculiares, las cuales son experimentadas por cada individuo. Sin embargo, la conciencia de estos últimos tiene también la capacidad de diferenciar y generar fronteras entre cada esfera de realidad. Así, un sujeto (sin desviaciones psicológicas severas), puede identificar la barrera entre sus sueños y el mundo de la vida cotidiana. En relación con lo anterior, la importante peculiaridad de la vida cotidiana, la cual (además de ayudar a evidenciar a ésta como una esfera de realidad propia), le da su papel primordial, es que se presenta como un mundo intersubjetivo, es decir, como una realidad que se comparte con otras personas. La interacción cara a cara “es el prototipo de interacción social y del que derivan todos los demás casos” (Berger y Luckmann, 2015, p. 44), debido a que en esta interacción se genera el primer acceso a la subjetividad del otro, además de que dicho acceso es “directo”, sin existir otra intermediación más que los esquemas tipificadores (de los cuales se habla en breve) de ambas partes2. Después de la interacción cara a cara, todas las demás interacciones son remotas o indirectas. Simmel también le da un papel primordial a la interacción intersubjetiva, al grado de mencionar un punto que no se puede pasar por alto: “toda existencia individual está determinada por innumerables influencias del ambiente humano” (Simmel, 2014, p. 100). De hecho, el papel de la interacción intersubjetiva en el análisis de Simmel es tan 2 Ciertamente, también fungen como medios de comunicación intersubjetiva los aspectos kinésicos y de comunicación no verbal de cada implicado. 11 importante que dicha interacción en sí es explicada como la constructora de la sociedad, ya que dicha sociedad se produce en el momento en que varios individuos entran en lo que el autor mencionado llama interacción recíproca. Esta acción recíproca se produce según losfines instintivos y de sobrevivencia individuales y grupales. De acuerdo a Simmel, la acción recíproca entre individuos lleva a que éstos se transformen en una unidad, o en otras palabras, en una sociedad. De tal forma que una unidad es acción recíproca de sus elementos: un intercambio de energías. Las energías pueden canalizarse en intereses, fines y motivos, los cuales en su conjunto y combinación permiten la acción recíproca con otro u otros individuos (también poseedores de intereses, fines y motivos). En resumen, los individuos están ligados entre sí por interacciones pragmáticas en donde cada cual busca el cumplimiento de sus propios intereses y finalidades. En estas interacciones se sustenta y finalmente desarrolla lo que Simmel llama realidad social, y Berger y Luckmann entienden como esfera de la vida cotidiana. 1.1.1 Objetivación y esquemas tipificadores Ahora bien, ¿cómo se hacen posibles las interacciones intersubjetivas en un entorno social común? Tanto Berger y Luckmann como Simmel hablan del fenómeno de la objetivación cual medio para que dichas interacciones sean posibles. La objetivación es un fenómeno general pero abarca a su vez fenómenos más concretos, cuya explicación ayuda a comprender enteramente las dinámicas socializadoras. Un primer acercamiento a la objetivación es a través del análisis de los esquemas tipificadores. Éstos son esquemas que reúnen tipos generales, es decir, imágenes mentales con significados concretos sobre los elementos de realidad que rodean al individuo en su vida cotidiana. El objetivo de los esquemas tipificadores es simplificar la complejidad de la realidad. Aterrizando esta explicación a las interacciones cara a cara, dichos esquemas ayudan a facilitar la aprehensión del otro al dotarlo de un “tipo” concreto. Cabe aclarar que en una interacción cara a cara, ambas partes utilizan esquemas tipificadores para aprehender la 12 subjetividad del otro. Por ello, Berger y Luckmann mencionan que estos esquemas en una interacción intersubjetiva son recíprocos, ya que “las tipificaciones del otro son tan susceptibles a mi interferencia, como lo eran las mías a la suya” (Berger y Luckmann, 2015, p. 47). Además de que, como menciona Simmel (2014) al constatar que las relaciones entre personas descansan en el conocimiento que uno tiene sobre el otro, y viceversa: dicho conocimiento no necesita (y en los hechos nunca lo es) ser completo o exacto. También expone que dicho conocimiento, aunque insuficiente y con defectos, contiene lo necesario para permitir las interacciones mutuas entre personas. Los esquemas tipificadores entran en una continua negociación cuando se utilizan en interacciones cara a cara, ya que si bien los individuos comparten tipos generales, éstos pueden verse modificados por las particularidades de cada sujeto y por el nivel de información que se tenga sobre el otro. Berger y Luckmann mencionan que cuando ya se tiene un conjunto de esquemas tipificadores, éstos generan estructuras sociales, que a su vez son la suma de las pautas de interacción construidas a partir de los primeros esquemas. Con el abordaje de dichos esquemas se observa que las interacciones humanas, si bien tienen su origen en la interacción cara a cara, no se limitan a ella, sino que se expanden en diferentes formas, momentos y espacios. En este sentido, la objetivación es el efecto directo, pero también la causa continua, de la superación de la finitud de las interacciones cara a cara. La objetivación es el proceso en donde los productos humanos propios de la vida cotidiana y la interacción mutua (en donde entran los esquemas tipificadores, las pautas de interacción y las estructuras sociales), trascienden las relaciones cara a cara (y a su inmediatez), ganando generalidad y alcance en el tiempo y el espacio, a la vez que se alejan de su origen intersubjetivo. Este alejamiento no niega la subjetividad de los productos humanos que se objetivan, sino al contrario, la refuerza. Objetivar un producto subjetivo de la interacción cara a cara significa quitarle su elemento transitorio y fugaz, y dotarlo de una 13 nueva naturaleza duradera tanto espacial como temporalmente, transformando dicho producto en algo perdurable. Sobre la objetivación, Berger y Luckmann mencionan que no sólo es importante para la vida cotidiana, sino que la hace posible (2015). Por su lado, Simmel también detecta un papel fundador en la objetivación, al concluir que la sociedad sólo puede desarrollarse cuando el “contenido vital objetivamente determinado” (Simmel, 2014, p. 104) de cada individuo, entra en influjo mutuo con el contenido de otros sujetos. Tanto los esquemas tipificadores, como las pautas de interacción y las estructuras sociales, son ya objetivaciones, en el sentido de que economizan los esfuerzos interactivos al brindar “caminos” o “manuales” preestablecidos, haciendo que la interacción cotidiana con nuevos sujetos no requiera construir constantemente tipificaciones nuevas. 1.1.2 Significación y lenguaje La significación es entendida por Berger y Luckmann como la producción humana de signos (2015). A dicha definición se le añade el que los signos creados constituyen, a su vez, sistemas de signos. En este sentido el lenguaje es un sistema de signos, pero no sólo eso: es el más importante de todos. El lenguaje tiene un papel vital y transversal en el proceso de socialización, ya que es el medio y muchas veces la base de la acumulación social del conocimiento y la institucionalización (productos sociales directamente ligados a la socialización). Asimismo, es el sustento por el cual el individuo es socializado cuando pasa a formar parte de grupos primarios y secundarios. Como puede entreverse, el lenguaje, entendido como un sistema de signos, es también una objetivación, ya que objetivamente es accesible “más allá de la expresión de intenciones subjetivas ‘aquí y ahora’” (Berger y Luckmann, 2015, p. 52). 14 El lenguaje como sistema de signos es indispensable porque es común y de igual acceso a los miembros de una sociedad en todo momento y espacio3: la interacción humana descansa en que los mundos mentales de los individuos “tienen ciertos elementos comunes, y en que ciertos contenidos espirituales objetivos, constituyen el material que se desarrolla, por sus relaciones, en vida subjetiva” (Simmel, 2014, p. 377). Otra importante función del lenguaje es su capacidad para tender “puentes” de una esfera de la realidad a otra: el lenguaje es propio de la vida cotidiana, pero su característica intersubjetiva permite que a través de éste se objetiven experiencias biográficas generadas en otras esferas. Berger y Luckmann mencionan que cuando un tema o producto humano pasa de una esfera de realidad a otra, se convierte en un símbolo, “y el modo lingüístico por el cual se alcanza esta trascendencia puede denominarse lenguaje simbólico” (Berger y Luckmann, 2015, p. 57). Así, a través del lenguaje también se logran representaciones simbólicas, es decir, conjuntos estructurados y coherentes de símbolos, a través de los cuales se comprende y “domina”, de forma amplia y sistematizada, la realidad. La generación de representaciones simbólicas conlleva la edificación de campos semánticos, que a su vez son la materialización de las primeras. Los campos semánticos son esquemas clasificadores creados a través del lenguaje para diferenciar objetos según su género, número, formas, grados, etc. Así se genera una acumulación selectiva del conocimiento. Berger y Luckmann mencionan que gracias a los campos semánticos “se posibilita la objetivación, retención y acumulación de la experiencia biográfica e histórica” (Berger y Luckmann, 2015, p. 58). Surge, pues, uno de los fenómenos definitorios para la organización social y la socialización: la acumulación social del conocimiento.3 Al menos en sus niveles más básicos y esenciales. 15 1.2 Procesos en torno a la institucionalización Los fenómenos en torno a la socialización que se han abordado no son estáticos: aunque perduran en el tiempo y en el espacio, también son dinámicos y dialécticos; nunca pierden su condición y su naturaleza humana. Sin embargo, tanto Berger y Luckmann como Simmel, coinciden en que muchos de los fenómenos mencionados, al superar la fugacidad de los contactos cara a cara, y al estar presentes en la sociedad antes que los individuos mismos, tienden a considerarse como entidades suprahumanas. Este fenómeno adopta el nombre de reificación, y consiste en aprehender los fenómenos sociales en términos cosificados. 1.2.1 Reificación Simmel explica que el individuo se habitúa a los preceptos sociales que lo coaccionan desde un inicio, al punto de que los medios de los que se vale dicha coacción (es decir, las instituciones, de las cuales se habla más adelante) llegan a ser innecesarios. Puede ocurrir también que las leyes se adhieran tan profundamente en la psique individual que, aunque se detecte la autoridad social en dichas leyes, no se perciba una “voluntad declarada de coacción” por parte de la sociedad (Simmel, 2014). En ese sentido, y como ejemplo, Simmel menciona a la idea de verdad: ésta parece cobrar autonomía e importancia por sí misma, como ideal o precepto, independientemente del individuo concreto que la pretenda adoptar en su discurso. El tema de la reificación resulta importante en diversos sentidos, tanto para entender a la sociedad como para analizar el estudio de la misma. Evidentemente, así como el lenguaje, los símbolos y los esquemas tipificadores, la reificación también es un fenómeno social, llevado a cabo por individuos y grupos. En este sentido, la cosificación de los fenómenos humanos está directamente ligada a la institucionalización, la cual, como se observa a continuación, se relaciona al mantenimiento del poder de ciertos grupos. 16 1.2.2 Institucionalización La reificación tiende a mantener el estado de las estructuras sociales, ya que al presentarse éstos como entidades suprahumanas y supraindividuales, generan la percepción de que no pueden cambiarse ni modificarse. Es decir, con el tema de la reificación comienza a revelarse la cuestión del control de la actividad humana y la lucha por mantener o modificar el estado de los fenómenos sociales. Se habla, entonces, de la institucionalización, sus alcances y los procesos de legitimación que acarrea. De acuerdo a Berger y Luckmann, la institucionalización es “la tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores” (Berger y Luckmann, 2015, p. 74). Por su parte, Simmel explica a las instituciones como instancias “que organizan y mediatizan las acciones recíprocas de los elementos, actuando así como sustentáculos de la unidad social, ya que ésta ha dejado de ser una relación de persona a persona” (Simmel, 2014, p. 143). Como puede verse, ambas posturas rescatan la regulación de la interacción humana como el eje central de las instituciones y de su proceso creador: la institucionalización. Algo se convierte en institución cuando se vuelven típicas ciertas acciones habitualizadas, llevadas a cabo por actores con acciones constantes, propias y peculiares; y cuando la sociedad empieza a tener un aumento cuantitativo de miembros y una complejización cualitativa de sus estructuras, cuestiones que por su propia naturaleza tienden a ser regularizables. Las instituciones inciden en los individuos al dotarles de roles concretos, y el rol convierte al individuo en actor tipificado. En otras palabras, el rol le da al sujeto una serie de acciones y conductas que debe realizar dentro de la institución; cuando el individuo las lleva a cabo, se transforma en un actor tipificado (tipificado porque su accionar no es vago, sino concreto y con objetivos específicos). Simmel (2014) muestra otra arista del fenómeno de los roles a través del término de “escisión de la personalidad”, ya que mediante éste explica que en toda acción recíproca y sociológica, los individuos entregan a la relación social sólo una parte de su personalidad. 17 En cada grupo o subgrupo a los que se pertenece, los individuos dan partes concretas de su ser. Esto se liga directamente a la distribución social del conocimiento y a su especialización. En efecto, los roles implican una distribución social y una especialización del conocimiento. Las instituciones, a través de los roles y de la distribución del conocimiento, ejercen control sobre el comportamiento humano, “estableciendo pautas definidas de antemano que lo canalizan en una dirección determinada” (Berger y Luckmann, 2015, p. 74). De forma que las instituciones requieren que los individuos se especialicen en ciertas tareas u objetivos concretos, y no en todos; de ahí que la escisión de la personalidad tenga no sólo orígenes individuales, sino también condicionamientos sociales, institucionales. En los hechos, la escisión de la personalidad puede ser visible en cualquier familia: cada miembro ocupa un rol concreto en el grupo familiar: padre, madre, hijo(a); y cada uno de estos roles conlleva a su vez una serie de responsabilidades y deberes concretos. Sin embargo, el padre no sólo es padre, sino también empleado público o privado, al igual que la madre; los hijos no sólo son hijos, sino también estudiantes de una escuela concreta, en un grado académico particular, además de que todos ellos forman parte de grupos de amigos distintos. En síntesis, un individuo tiene diferentes roles en diferentes grupos y entornos, y en cada uno de ellos, no en todos, explicita partes específicas de su personalidad. 1.2.3 Legitimación institucional Ahora bien, el alcance de una institución está vinculado a su amplitud cuantitativa: si sus estructuras, roles y normatividades son compartidas de manera general en una sociedad, el alcance institucional será amplio; si se comparten de manera mínima o débil, el alcance será restringido. El peor de los escenarios para una institución es llegar a niveles de alcance constantemente mínimos, al grado de que su influencia queda completamente perdida en ciertos sectores y aspectos de la vida social. Cuando esto sucede se habla de un fenómeno de desinstitucionalización. Siguiendo a Merton (2013), y teniendo en cuenta que una sociedad nunca es homogénea en su constitución, se observa que no todas las instituciones son uniformemente apoyadas por todos los grupos y estratos de la sociedad. 18 De tal modo que debe hablarse del grado de apoyo de los grupos hacia las instituciones, en donde cada grupo le dará un nivel de apoyo distinto a cada institución, dependiendo del conflicto o negociación de intereses de las partes involucradas. Por otro lado, en un inicio las instituciones no necesitan esfuerzos extras para su imposición y legitimación, ya que los individuos que las vieron nacer conocen las necesidades bajo las cuales surgieron, y los objetivos que buscan cumplir; es decir, la institución se legitimaba a sí misma y de forma inherente. Sin embargo, las nuevas generaciones de una sociedad no conocen las primeras necesidades y contextos en los cuales se originó una institución, de ahí que requieran una explicación sobre el por qué institucional. La legitimación es, precisamente, la explicación y justificación valorativa y cognoscitiva sobre las instituciones, proveniente de las propias instituciones (y mediante sus actores tipificados). La legitimación es cognoscitiva porque implica instruir sobre el funcionamiento y características de la institución, así como sobre sus cuestiones técnicas y normativas. Y es valorativa porque conlleva el intento de instruir a las personas sobre la importancia de dicha institución, tanto para la sociedadcomo para cada individuo; ese intento de instrucción también lleva consigo el objetivo de que la institución sea aceptada por sobre la idea de modificarla o cambiarla por una nueva. La legitimación es entendida por Berger y Luckmann como una objetivación de significado de segundo orden, ya que “produce nuevos significados que sirven para los ya atribuidos a procesos institucionales” (Berger y Luckmann, 2015, p. 74). En ese punto los autores se refieren al hecho ya mencionado por Simmel de que una institución sólo necesita de mecanismos institucionales de justificación cuando un grupo humano se vuelve grande y contiene nuevas generaciones que desconocen las causas originarias de la institución. 19 La legitimación de las instituciones se genera, según Berger y Luckmann, en cuatro diferentes momentos: pre-teórico, teórico rudimentario, teórico explícito y universos simbólicos. El nivel pre-teórico consiste en explicaciones sencillas y de naturaleza fáctica, las cuales se transmiten a través del propio lenguaje; son explicaciones del tipo “las cosas son así porque así han sido siempre”. Berger y Luckmann señalan que el nivel pre-teórico es la base necesaria para futuras explicaciones teóricas. El nivel teórico rudimentario está constituido por esquemas explicativos que ya se presentan como objetivaciones (en el sentido en que se ha manejado el término). Dicho nivel es de naturaleza pragmática, e inclinado a la solución de problemas y situaciones cotidianas. En este nivel la legitimación institucional se lleva a cabo a través de la tradición popular: máximas, refranes, cuentos, leyendas. En el nivel teórico explícito la legitimación institucional se da a través de conocimientos especializados y marcos de referencia amplios y complejos. En este nivel de legitimación se fortalece y agudiza el acopio social del conocimiento y su división en diversas instituciones y roles. Además, los roles y el conocimiento que resguardan, se especializan como en ningún otro nivel. El resultado de esa complejización y especialización del conocimiento son las teorías y los conocimientos teológicos, filosóficos y científicos, así como la conformación de comunidades o escuelas en torno a dichos conocimientos. El punto esencial para comprender las dinámicas de legitimación institucional radica en una situación paradójica: el nivel pre-teórico resulta cotidiano, sencillo y fáctico, es decir, tradicional. Y aunque el nivel teórico puede verse como una superación del primero, lo cierto es que su verdadero poder y alcance se logra cuando se inserta en la tradición social. En otras palabras, la tradición es el punto de partida, pero también el objetivo, de la legitimación institucional teórica. El producto logrado de esta dinámica es el cuarto nivel de legitimación: los universos simbólicos. 20 1.2.4 Universos simbólicos La vuelta a lo tradicional tiene que ver con la intención de ciertos grupos de obtener el poder por sobre el resto social. La dinámica es la siguiente: como se mencionó, durante el nivel teórico se conforman grupos que acopian un conocimiento especializado, teórico. En los hechos, estos grupos son las comunidades religiosas, filosóficas y científicas, las cuales se agrupan en torno a escuelas de pensamiento concretas; también podría mencionarse a la burocracia en el plano de la administración pública y gubernamental. Estas comunidades tienen en común el hecho de formalizar sus dinámicas de iniciación y permanencia dentro del grupo, dificultando la entrada al grueso de la población. Sólo podrán ser parte de estas comunidades aquellos que logren manejar y comprender el complejo y amplio conjunto de conocimientos que acopia y resguarda la comunidad. Tanto por sus dinámicas internas como por la propia naturaleza compleja de conocimiento que manejan, dichas comunidades y las instituciones donde se desarrollan se van cerrado sobre sí mismas. La legitimación que se maneja dentro de estas comunidades y sus instituciones tiene vigencia y permanencia dentro de la propia institución, pero comienza a perderse respecto al resto de la sociedad (por el hermetismo de las comunidades teóricas y sus instituciones, y por el nivel de especialización del conocimiento, que pocos pueden entender). En este sentido, las personas que no pertenecen a esas comunidades, de acuerdo a Berger y Luckmann (2015), comienzan a mirar a aquellas como entidades misteriosas, esotéricas y/o extrañas. En resumen, en el nivel teórico las instituciones ganan un aumento y especialización aunque, precisamente, ese aumento sea el detonante de que su alcance social se vea mermado y disminuido. Recordando que el objetivo de toda institución es el control social, las comunidades teóricas tratarán de recuperar el alcance perdido por su aumento de complejización teórica. Es decir, buscarán que su forma de entender la realidad sea 21 adoptada por el resto de la sociedad. Y esto sólo puede suceder transformando sus dinámicas y su lenguaje complejo, en dinámicas y lenguajes que puedan ser aprehendidos por toda la sociedad. Así, los universos simbólicos nacen cuando las legitimaciones de orden teórico trascienden sus propias fronteras y logran insertarse en la tradición y facticidad social de manera estructurada y organizada. De esta forma se constituye el cuarto nivel de legitimación: los universos simbólicos. Éstos se conciben como “la matriz de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales” (Berger y Luckmann, 2015, p. 123). Los universos simbólicos aportan “el orden para la aprehensión subjetiva de la experiencia biográfica” (Berger y Luckmann, 2015, p. 125), integrando esta última al mismo universo en donde se encuentra el resto de experiencias individuales; además, el universo simbólico jerarquiza la importancia de las esferas de la realidad. Otra forma de entender a los universos simbólicos es considerarlos como paradigmas o cosmovisiones. Es decir, como estructuras de sentido de gran amplitud y complejidad que explican de forma totalizadora e integradora la realidad, a partir de la suma del conjunto de teorías que las constituyen (las cuales se presentan ahora como explicaciones secundarias o de apoyo a la gran explicación), y que son utilizables y aplicables a grandes sectores sociales. En último término, el mecanismo por el cual tanto las instituciones como los universos simbólicos pretenden implantarse en los individuos, los grupos y la sociedad en general, es el de la socialización. Así, después de este acercamiento teórico a los fenómenos inherentes a la interacción y la regulación social, se puede regresar al inicio del texto, a la definición de la socialización. 1.3 La socialización definida La sociedad, como se ha revisado, se caracteriza por la necesidad constante y repetitiva de interacción mutua entre sus miembros, lo cual lleva a crear objetivaciones (tales como las estructuras sociales, los esquemas tipificadores, el lenguaje y sus representaciones 22 simbólicas, etc.). A través de la objetivación, la sociedad crea a las instituciones, junto a sus respectivas legitimaciones. De los niveles de legitimación, los universos simbólicos (por insertarse de nueva cuenta en la tradición social), son los más amplios, si bien nunca totales ni acabados, ya que se ven en constante choque con otros universos (lo que conlleva la necesidad de generar una legitimación de los universos, es decir, una legitimación de la legitimación). De tal manera que antes del propio nacimiento de un individuo, existe ya una sociedad complejamente estructurada e institucionalizada, en la cual los individuos ingresan a través de la socialización. Ésta puede dividirse en primaria y secundaria. 1.3.1 Socialización primaria Simmel, Berger y Luckmann, además de Merton, coinciden en que la socializaciónprimaria es la más importante. Lo anterior porque dicho tipo de socialización se genera durante la niñez, y en esta etapa todos los símbolos, sentidos y roles aprendidos por el niño se perciben fácticos, como realidad objetiva. Esto debido a que el niño se desarrolla como miembro de un grupo de personas predefinido, que debe ser aceptado en cuanto tal y sin posibilidad de efectuar algún cambio: el medio familiar, que es donde se genera la socialización primaria, sujeta al niño “a su propio destino y le impone una estrecha convivencia con aquellos junto a quienes lo ha situado el azar del nacimiento” (Simmel, 2014, p. 424). Lo anterior tiene como efecto que el niño internalice al mundo (o en otras palabras, el universo simbólico) de sus padres o principales allegados, como el único mundo existente. Para el niño no hay lucha o negociación entre diferentes universos simbólicos, ya que no existe otro universo más que el que le introyecta su círculo familiar. Introyección que no sólo es directa y materializada en normas o reglas, sino que también es implícita: los niños están expuestos a la influencia de prototipos sociales presentes en la cotidianidad diaria de su interacción con sus padres y entre éstos. De ahí que los elementos internalizados en la socialización primaria se implanten con más firmeza en la conciencia individual, a diferencia de los elementos de la socialización secundaria. 23 Por otro lado, la socialización primaria es estratificada y particularizada grupalmente, en el sentido de que “transmite en gran parte aquella parte de la cultura que es accesible al estrato social y a los grupos en que se encuentran los padres” (Merton, 2013, p. 237). De modo que la socialización primaria también se entiende como un mecanismo para disciplinar al niño en las metas y valores culturales, así como en las costumbres propias del grupo o grupos a los que pertenecen los padres. Asimismo, otra particularidad de la socialización primaria es su fuerte carga emotiva, dado que dicha socialización es llevada a cabo bajo la tutela de los padres o familiares cercanos que cuidan del niño. De forma que éste internaliza y se apropia de roles y actitudes de los otros, por la identificación emocional que siente hacia ellos. La socialización primaria también inicia el proceso de abstracción que permite la construcción del “otro generalizado”. Dicha abstracción comienza cuando el niño identifica las normas y actitudes de sus significantes más cercanos (sus padres, generalmente), y se continua desarrollando cuando esas normas y actitudes comienzan a identificarse en otros significantes adicionales (parientes secundarios, por ejemplo). De tal forma que el paso decisivo llega cuando las normas y actitudes ubicadas en personas concretas, se identifican en toda una generalidad de significantes. Así, la formación del otro generalizado “significa que ahora el individuo se identifica no sólo con otros concretos, sino con una generalidad de otros, o sea, con una sociedad” (Berger y Luckmann, 2015, p. 167). Los elementos internalizados durante la socialización primaria se verán fuertemente arraigados debido a la inevitabilidad de las relaciones afectivas y de parentesco del niño con su círculo familiar. Puede decirse que la socialización primaria cumple su objetivo cuando el concepto del otro generalizado, junto a las metas y valores culturales, se ha internalizado en la conciencia del individuo. 1.3.2 Socialización secundaria La socialización secundaria empieza a desarrollarse cuando el sujeto pasa a establecer relaciones asociativas en otros círculos externos a su primer ambiente familiar. Relaciones 24 que, según Simmel (2014), obedecen a disposiciones, inclinaciones y actividades con una igualdad objetiva. Es decir, que no tienen una naturaleza íntima como las actividades, inclinaciones y disposiciones del círculo primario, sino que los requerimientos para llevarse a cabo se vuelven más anónimos y homogéneos: ingresar a un colegio, a un trabajo o realizar actividades en un sitio público no requiere relaciones de parentesco o afectivas con el otro generalizado. Ciertamente, la socialización secundaria prescinde casi totalmente de la identificación emocional característica de la socialización primaria; de tal manera que la primera puede “proceder con la sola dosis de identificación mutua que interviene en cualquier comunicación entre los seres humanos” (Berger y Luckmann, 2015, p. 176). Berger y Luckmann definen la socialización secundaria como “la internalización de ‘submundos’ institucionales o basados sobre instituciones” (Berger y Luckmann, 2015, p. 172), mencionando que su alcance y carácter se determina por la complejidad de la división del trabajo y la distribución social del conocimiento. Si bien durante la socialización primaria se empiezan a adquirir roles generales, en la socialización secundaria se formaliza dicha adquisición además de que se adoptan nuevos roles, ligados a la división del conocimiento y el trabajo. La inducción del individuo hacia la división del trabajo y el conocimiento a través de nuevos roles conlleva que el lenguaje de los individuos también se transforme, y pase de ser un lenguaje tradicional a uno técnico y/o teórico, cuya complejidad depende de cada rol asumido. La socialización secundaria está directamente desarrollada e influenciada por las estructuras sociales de división del trabajo y el conocimiento. La socialización secundaria amplía los roles a los cuales pertenece el individuo: ahora, además de niño, niña, hijo o hija, la persona es estudiante, miembro de una religión o ideología, empleado, sindicalista, partidario de una corriente política, etc. Durante la socialización secundaria se desarrolla la “escisión de la personalidad” mencionada por Simmel. 25 La escisión de la personalidad se relaciona a su vez con la variedad, formalización y ausencia emocional de los roles de la socialización, factores que propician el anonimato de dichos roles. Este anonimato consiste en que los roles pueden “separarse” fácilmente de la identidad subjetiva del individuo. De manera general, el anonimato de los roles es un producto inherente a la socialización secundaria, ya que ésta acarrea una “inevitabilidad subjetiva mucho menor que la que poseen los contenidos de la socialización primaria” (Berger y Luckmann, 2015, p. 177). Otra característica de la socialización secundaria es que se lleva a cabo por una gran variedad de instituciones y estructuras, situación contraria a la socialización primaria, en donde la internalización se genera siempre bajo la tutela del grupo de significantes más próximo e íntimo del individuo. Así, la socialización secundaria no tiene siempre las mismas particularidades, y está sujeta a los requerimientos y objetivos de cada institución y estructura. Evidentemente, la socialización secundaria requiere siempre de la socialización primaria, ya que sin ésta no puede existir la segunda. Sin embargo, la socialización secundaria también resulta determinante para los individuos, porque a través de ella se internalizan nuevos espacios de realidad a través de un lenguaje técnico y teórico, y por lo tanto, más complejo que el utilizado durante la socialización primaria. De modo que el compromiso con las instituciones y con sus “submundos” se logra a través de los procesos socializantes secundarios. 1.3.3 Anomia Merton, por su lado, define a la anomia como “la quiebra de la estructura cultural, que tiene lugar en particular cuando hay una disyunción aguda entre las normas y los objetivos culturales y las capacidades socialmente estructuradas de los individuos del grupo para obrar de acuerdo con aquellos” (2013, p. 241). De hecho, Merton retoma las nociones de Durkheim sobre el equilibrio social y la repartición de goces según el lugarque se ocupe en 26 la sociedad, y los reinterpreta como una cuestión de unificación o fragmentación entre la estructura cultural y la estructura social. La estructura cultural es aquella que organiza los valores y normas de todos los individuos pertenecientes a una comunidad, mientras que la estructura social es la que regula las relaciones sociales que mantienen entre sí dichas personas (Merton, 2013). La unificación entre ambos constructos es posible cuando la estructura social permite la realización y desarrollo de los valores y normas dictados desde la estructura cultural. Cuando la estructura social no permite la ejecución de esos valores y normas, se genera entonces la anomia. Es decir, la anomia se entiende como “el conflicto entre las metas culturales y la posibilidad de emplear medios institucionales…” (Merton, 2013, p. 245). La importancia de la definición mertoniana de la anomia radica en comprender a dicho fenómeno, no como un estado, sino como un proceso con posibilidad de agudizarse en su desarrollo; de ahí que la anomia pueda iniciar como una simple inquietud y evolucionar hasta una problemática de fragmentación cultural y social. Asimismo, Merton (2013) postula que la anomia varía en grado y clase. De tal manera que este fenómeno se presenta en diferentes formas, y sus repercusiones y reacciones hacia ella también varían según el individuo, el grupo o el estrato social en donde se presente. Entre el fenómeno de la anomia y el de la socialización, existe un antagonismo inherente en cuanto a sus resultados, además de que ni una ni otra son fenómenos estables, continuos y libres de dinamismo y modificaciones. Resultan, más bien, procesos que se entremezclan en infinidad de combinaciones, existiendo en cada sujeto niveles de socialización en paralelo con momentos anómicos que pueden variar en intensidad. En último término, y recapitulando lo revisado durante este apartado, la importancia de abordar algunos subfenómenos que en su conjunto organizado e interconectado generan al complejo proceso de la socialización, estriba en constatar que la totalidad de la vida social 27 está regida por procesos socializantes que van desde la objetivación de las interacciones subjetivas, hasta la constitución de instituciones y de sus respectivos procesos legitimadores. La cotidianidad de los individuos, tanto en sus grupos más íntimos como en las organizaciones de trabajo a las que pertenece, está permeada en su totalidad por estructuras de significado y de valores conjugados en paradigmas o en universos simbólicos, a partir de los cuales las personas se sitúan en puntos concretos dentro de la esfera de la vida cotidiana y de su realidad intersubjetiva. En este sentido, es necesario también explicar el fenómeno de la grupalidad, directamente ligado a la socialización. 28 Cuadro 1. La socialización. 29 1.4 Los grupos sociales desde el abordaje sistémico Entre la socialización y los grupos existe una relación directa y de influencia mutua. Ello es así porque el grupo social es la estructura a través de la cual se materializa la socialización, al tiempo que ésta influye fuertemente en la constitución del primero. Sin embargo, para comprender mejor dicha relación es necesario aclarar qué es lo que se entiende por grupo. Se ha definido al grupo como un “conjunto de personas entre quienes (por definición u observación) existe un conjunto de relaciones definibles y observables” (Davis en Huse y Bowditch, 1986, p. 107); también como “dos o más personas que interactúan mutuamente de modo tal que cada persona influye en todas las demás y es influida por ellas” (Shaw en Ayestarán (ed.), p. 71, 1996). Turner, por su parte, habla de que la formación del grupo se produce “en la medida en que dos o más personas se perciben y definen a sí mismas recurriendo a alguna categorización compartida endogrupo-exogrupo” (en Ayestarán (ed.), 1996, p. 72), y termina definiéndolo como “un conjunto de individuos que se perciben a sí mismos como miembros de la misma categoría social, que comparten alguna implicación emocional en esta definición común de sí mismos y que logran algún grado de consenso social acerca de la evaluación de su grupo y de su pertenencia a él” (Turner en Ayestarán (ed.), 1996, p. 72). Asimismo, Brown considera que “el grupo existe cuando dos o más personas se definen a sí mismas como miembros del mismo y cuando su existencia es reconocida por al menos otra persona” (en Ayestarán (ed.), 1996, p. 72). A partir de las explicaciones mencionadas puede notarse que el elemento definitorio básico del grupo es el de un conjunto de personas en interacción. De tal manera que ese es el elemento fundamental a considerar en la lectura de la categoría de grupo en este trabajo. Existen diversos caminos desde los cuales puede abordarse la explicación sobre los grupos sociales; de entre ellos, para el presente trabajo se considera como pertinente el esquema 30 sistémico, a partir del cual se entiende a los grupos como un “conjunto de sistemas de comportamiento mutuamente interdependientes que no sólo se afectan entre sí sino que responden también a influencias exteriores” (Huse y Bowditch, 1986, p. 107). Es decir, se comprende que los grupos son sistemas o subsistemas, que en su interacción y estructuración generan un sistema más grande: el de la organización o estructura social. A partir de la perspectiva de sistemas, la cual es amplia e integradora, es posible articular una explicación del grupo que incluya otras propuestas. Sin embargo, antes se debe explicar más detalladamente al grupo desde la postura mencionada. Ya se dijo que el elemento básico de todo grupo es el conjunto de individuos interactuando entre sí; pues bien, un grupo entendido como sistema es un “conjunto de objetos juntamente con las relaciones entre los objetos y entre los atributos de los objetos” (Long en Ayestarán (ed.), 1996, p. 64). Es decir, dentro de la definición de sistema que se menciona, se incluye ya la interacción inherente a los grupos sociales. Asimismo, un elemento crucial en el análisis sistémico de los grupos consiste en comprender que la interacción no sólo se presenta dentro de un sistema, sino también entre sistemas diversos (interacción intergrupal). Así, puede hablarse de la existencia de tres sistemas diferenciados: el sistema de personalidad, el sistema grupal, y el sistema socio-cultural. Ante dicho escenario multisistémico, un sistema puede ser el entorno para otro: el socio-cultural hace de entorno al sistema grupal, que a su vez sirve de entorno al sistema personal. El conjunto de sistemas y de sus interacciones intergrupales es complejo y altamente diverso. Suscribiendo la propuesta de Ayestarán (1996), pueden existir: • Relaciones entre sistemas de un mismo nivel, en las que se incluyen: A) Relaciones donde se comparte un mismo entorno (por ejemplo, diversas familias, entendidas como grupos o sistemas grupales, comparten un mismo entorno que es el sistema socio-cultural el cual los engloba a todos en sus estructuras). 31 B) Relaciones donde se comparte un elemento en común (un individuo puede formar parte del grupo familiar, y al mismo tiempo pertenecer al grupo escolar o laboral). C) Relaciones donde el elemento en común que se comparte entre sistemas se desarrolla de manera diferente en cada uno de ellos (se habla de la asignación de roles y funciones; el individuo que forma parte de un grupo familiar se desarrolla en éste con el rol de padre, mientras que adquiere el rol de empleado dentro del grupo laboral). • Relaciones entre sistemas de diferente nivel. A) Relaciones jerárquicas donde un sistema se convierte en un subsistema y pasa a formar parte de un sistema más amplio (la dinámica ya mencionada dondelos sistemas personales forman parte de los sistemas grupales, los cuales están incluidos en el sistema socio-cultural). • Relaciones recíprocas entre sistemas de diferente nivel. A) Consiste en que “un sistema aparece como elemento de otro sistema, el cual, a su vez, es un elemento del primer sistema” (Ayestarán (ed.), 1996, p.65). Ciertamente, el enfoque sistémico es amplio y permite conocer un panorama general de la reciprocidad intergrupal. Sin embargo, su posibilidad de amplitud explicativa es también una flaqueza si el análisis requiere un acercamiento más detallado al fenómeno. Aun con ello, los alcances de la propuesta sistémica permiten desarrollar espacios que bien pueden ser ocupados y completados con teorías de alcance intermedio, dando como resultado un producto teórico sólido. En este sentido, la explicación sistémica de los grupos propicia la adecuada introducción de la teoría de los roles, de la que el ya tratado Merton es uno de sus principales expositores. 32 1.4.1 La teoría de roles y la teoría sistémica Como ya se revisó, la creación de los roles conlleva un objetivo de organización social de las relaciones a través de la institucionalización. El desarrollo de roles lleva emparejada la asignación y valoración social de funciones, las cuales definen a su vez a los roles y su estatus dentro de la estructura donde se desarrollan. La teoría menciona que hay tres tipos de roles: intersubjetivos, grupales y sociales. Es en este punto en donde la teoría de roles encaja con la teoría sistémica de los grupos, ya que la primera ahonda en las relaciones intersistémicas mencionadas por la segunda. Así, uniendo ambas propuestas, puede decirse que dentro del sistema de personalidad se generan roles intersubjetivos que establecen tipologías de relación, es decir, formas de interactuar entre individuos que buscan el cumplimiento de sus necesidades (este último un elemento estructural en la creación y mantenimiento del grupo sobre el cual se habla más adelante); en el sistema grupal se establecen objetivos no ya individuales, sino grupales, además de establecer jerarquías de posiciones y escalas de poder; y por último, en el sistema socio-cultural se establecen objetivos que sobrepasan al grupo, siendo institucionales y predispuestos a una distribución de funciones entre los distintos grupos que integran la institución (Ayestarán, (ed.), 1996). Además, en concordancia con la teoría de sistemas (y con la idea de escisión de personalidad de Simmel y la noción de anonimato de Berger y Luckmann) , la teoría de roles también menciona que un individuo puede formar parte de varios grupos al mismo tiempo, y asumir roles distintos en cada estructura grupal a donde pertenezca. En resumen, la teoría de roles, apoyada en la teoría sistémica, ayuda a comprender a los grupos como una forma de organización social constituida por roles, estatus y funciones que regulan la interacción entre el individuo y la estructura socio-cultural. 33 1.4.2 La teoría del intercambio Ahora bien, las motivaciones y el cumplimiento e intercambio de recompensas también representan un elemento generador y de mantenimiento de los grupos. En este sentido, Thibaut y Kelley, a través de la psicología social y de la teoría del intercambio, mencionan que todas las interacciones interpersonales son también un intercambio de recompensas, y que “no todas las interacciones nos reportan el mismo grado de recompensa; seleccionamos aquellas interacciones que creemos pueden reportarnos el máximo de recompensa con el mínimo costo” (Thibaut y Kelley en Ayestarán (ed.), 1996, p. 50). A través de la teoría del intercambio se entiende que los individuos pasan a formar parte de los grupos de acuerdo al nivel de recompensas y de esfuerzos que cada uno de éstos involucra. Ciertamente, esta propuesta, al igual que la teoría de roles, es también de mediano alcance, ya que su explicación no puede aplicarse a los grupos de la socialización primaria que, como ya se revisó, es de naturaleza ineludible, al menos durante la niñez. Sin embargo, la teoría del intercambio ayuda a mejor comprensión de las dinámicas dentro de los grupos de la socialización secundaria, de naturaleza más pragmática y utilitarista. De igual manera, tampoco debe dejarse de lado el hecho de que “el individuo tiene un margen muy reducido para la negociación entre lo que se le pide que sea y lo que uno mismo decide ser” (Ayestarán, (ed.), 1996, p. 43). Es decir, aunque la teoría del intercambio menciona que el individuo busca los grupos que más le reditúen beneficios a cambio de un mínimo esfuerzo, en los hechos el sujeto siempre tiene opciones grupales limitadas y un rango de posibilidades restringido. Ahora bien, la motivación individual, según la teoría del intercambio, es la productora de significados y objetivos grupales. Aunque ciertamente dicha motivación ocupa un papel creador en la conformación del grupo, no es el único factor generador ni tampoco el central. Más bien, y como se ha sostenido, es la interacción intersubjetiva la que genera el proceso 34 grupal. El interaccionismo simbólico propuesto por Mead da cuenta de las características de dicha interacción. 1.4.3 El interaccionismo simbólico La teoría del interaccionismo simbólico parte del concepto de acción social, entendido como el ajuste del comportamiento de los participantes de una acción colectiva. De igual manera, el interaccionismo simbólico identifica la pre-existencia de la sociedad y de significados y valores sociales; entiende a la socialización como un proceso de interiorización de los grupos en que se desarrolla el individuo (mencionando el concepto del otro generalizado); y considera que la socialización permite la individualización, ya que esta última surge como un producto de la internalización de lo social. Así, el proceso de socialización explicado desde el interaccionismo simbólico, “consiste en ir interiorizando de forma progresiva los caracteres generales del grupo al que pertenecemos (otro generalizado)” (Ayestarán (ed.), 1996, p. 41). Y el mecanismo mediante el cual se lleva a cabo esa interiorización es el llamado role-taking, que permite asumir tanto la perspectiva de algún individuo específico, así como la perspectiva del otro generalizado, más amplia y abstracta. El role-taking presupone “que el sujeto es capaz de acceder a unos significados compartidos, a un sistema simbólico, el sistema lingüístico, que permite pasar del gesto al significado compartido (mind) y una actividad reflexiva o conciencia reflexiva (self)” (Ayestarán (ed.), p. 41, 1996). Puede verse que la propuesta del interaccionismo simbólico se relaciona fuertemente con la explicación del proceso de socialización descrito anteriormente, y con ello también empieza a entreverse la relación entre socialización y grupos sociales. En términos más concretos, la aplicación del interaccionismo simbólico al estudio de los grupos consiste en identificar las relaciones de influencia social tanto intersubjetivas dentro de un grupo, como intergrupales dentro de una estructura social más amplia, y constatar que “no es posible cambiar la identidad individual de las personas sin cambiar, al mismo tiempo, la realidad 35 social del grupo, es decir, su estructura y sus procesos de influencia social” (Ayestarán (ed.), 1996, p. 42). En la última cita se observa también la relación entre el interaccionismo simbólico y la teoría de sistemas, ya que ambas identifican el fenómeno de la reciprocidad entre sistemas de diferente nivel: aunque un grupo influya en la generación de identidad e individualidad del sujeto, un cambio en este último también repercute en la estructura grupal. Con la revisión de propuestas de análisis grupal es posible postular una definición de grupo y, con ello,dar sentido a la relación entre el fenómeno grupal y el fenómeno de la socialización. 1.4.4 El grupo definido En este trabajo se define al grupo como un sistema social en interconexión y relación recíproca con otros sistemas sociales (sistema individual y sistemas socio-culturales), siendo, pues, un sistema intermedio entre el sujeto y las estructuras social y cultural, a través del cual se efectúan dinámicas de intercambio de recompensas y esfuerzos entre el primero (que busca la realización de sus objetivos y metas individuales), y la segunda (que persigue la ejecución de objetivos y metas institucionales), aplicando en el acto una repartición de roles y funciones, en conjunción con la internalización de significados y sistemas simbólicos compartidos, siendo el grupo una estructura reflexiva generadora de individualidad y de la noción del otro generalizado. De tal forma que la relación entre la socialización y el grupo consiste en que el segundo es la estructura a través de la cual se sustenta la primera. Mediante los grupos a los cuales pertenece el individuo éste adquiere valores y significados sociales, desarrolla también una identidad, conectada con roles y funciones, además del elemento más importante de la socialización: la noción del otro generalizado, la idea de sociedad. Ya se mencionó que ningún ser humano nace en un entorno vacío social y culturalmente hablando, y que todos los individuos, desde su nacimiento hasta su muerte, forman parte 36 de una red de estructuras sociales y culturales; pues bien, dichas estructuras se sustentan y apoyan en los grupos a los cuales pertenece el individuo. De modo que socialización y grupalidad son dos fenómenos que van de la mano: no puede existir la socialización sin grupos donde se lleve a cabo, al igual que no pueden existir grupos sin un proceso de socialización inherente. 1.4.5 Grupos primarios y grupos secundarios Así como existen dos tipos de socialización, la primaria y la secundaria, existen también grupos primarios y grupos secundarios. El grupo primario es el familiar, aquel en donde se comienza la socialización y se inicia la adquisición de valores, metas y significados, al igual que una identidad relacionada a ciertos roles. Los grupos secundarios, en el que se realiza la socialización secundaria, a la par de la naturaleza de esta última son más variados, diversos y pragmáticos. Existen varios tipos de grupos secundarios: los grupos formales, generados por y a través de la estructura organizacional convencional; grupos de trabajo o de tarea, formados para la realización de tareas en puestos de trabajo; y grupos informales, construidos desde la estructura de la organización pero sin ser sancionados o normados de manera oficial (Huse E. y Bowditch J., 1986). De igual manera, también pueden existir grupos de identidad o identitarios, los cuales son “asociaciones políticamente significativas de personas que se identifican con uno o más marcadores sociales, o que son identificados mediante ellos” (Gutmann, 2008, p. 22); y grupos de interés, que se organizan en torno a “un interés instrumental compartido de los individuos que constituyen el grupo, sin que sea necesaria la identificación mutua entre los integrantes” (Gutmann, 2008, p. 22). 1.4.6 Grupos de referencia Otro tipo de grupo es el de referencia. El grupo de referencia, estudiado y definido por Merton (2013), es aquel que se toma como medida de autovaloración y cual rango de comparación de metas y valores culturales, así como de normas, funciones y roles sociales. 37 El término de grupo de referencia abre, a su vez, paso a los términos de grupo de pertenencia y grupo de no pertenencia. Un grupo de referencia puede ser todo aquel al cual el individuo pertenezca: una persona percibe, evalúa y valora su posición en el grupo al que pertenece, sobre la base de comparar su propia situación y rol con las situaciones y roles del resto de individuos que conforman el grupo. Sin embargo, un grupo de referencia puede ser también un grupo de no pertenencia: “los individuos se orientan con frecuencia hacia grupos que no son el suyo para dar forma a su conducta y sus valoraciones” (Merton, 2013, p. 314), y este último punto es el más importante para la teoría de grupo de referencia. Identificar a grupos de no pertenencia como grupos de referencia, constatando que “la gente toma las normas de otras personas […] como base de su propia apreciación y evaluación” (Merton, 2013, p. 57), amplía la explicación del fenómeno de la socialización, ya que muestra que los procesos socializantes no sólo se dan en relación con los grupos en los cuales se desarrolla el individuo, sino también en relación y alusión a grupos externos o ajenos. Con lo expuesto a este punto respecto al tema de la grupalidad, puede notarse que la socialización tiene una amplia variedad de grupos a través de los cuales realizarse. Hablar del fenómeno de socialización implica de manera inherente hablar del fenómeno de la grupalidad, y viceversa. Aunque en la teoría se exprese que existen dos tipos de socialización, la primaria y la secundaria, en los hechos las combinaciones entre tipos de socialización y tipos de grupos son sumamente variadas y complejas. 1.4.7 El entorno A esas combinaciones hay que añadirles, además, el tema del entorno, que como ya se mencionó es la otra mitad del sistema grupal. En este sentido, siguiendo la explicación de Ayestarán (1996), puede hablarse de un entorno de tareas, constituido por las tareas y 38 funciones grupales, divididas según los roles y liderazgos existentes; el entorno de composición del grupo, en donde entran los mecanismos psicológicos, cognitivos, afectivos y motivacionales que sustentan la existencia grupal; el entorno social, es decir, la estructura intergrupal de la sociedad, que le da un lugar específico al grupo e influencia la organización intragrupal; y por último un entorno cultural, donde se presentan los valores, creencias, representaciones sociales y entornos institucionales. Ahora bien, hasta este punto del texto se ha presentado una explicación acerca de la socialización y de su relación con el fenómeno de la grupalidad. Dicha explicación se presentó de manera general y con la finalidad de construir una base teórica sobre la cual puede abordarse un tema más particularizado, como lo es el de la socialización política. Se considera, pues, que a partir del análisis generado ya es posible hablar en concreto de qué es la socialización política y cuáles son sus características. 39 Cuadro 2. Grupos sociales: sus teorías y sus tipologías. 40 2. Socialización política David Easton y Jack Dennis, en su obra Children in the political system, definen a la socialización política de la siguiente manera: “those developmental processes through wich persons acquire political orientations and patterns of behavior”4 (Easton y Dennis, 1969, p. 7). Por su parte, Luciano Gallino, desde una postura sociológica, menciona que la socialización política es aquel conjunto de procesos sociales de formación de personalidad, “que por su naturaleza intrínseca y su contenido dan origen a rasgos psíquicos relativamente duraderos, que tienen relevancia directa para el sistema político” (Gallino, 1995, p. 802). Percheroni afirma que la socialización política es un conjunto de procesos a través de los cuales los nuevos miembros de un sistema crean representaciones de su sociedad y su sistema político; aprenden a conocer y compartir los valores fundamentales de la cultura política de esa sociedad; adquieren información acerca de las normas, regulaciones, instituciones y estructuras de autoridad; y constituyen, en fin, actitudes que fundamentarán
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