Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE DERECHO TESIS DE LICENCIATURA: “LA SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN LOS JUICIOS DE AMPARO PROMOVIDOS POR LA VÍCTIMA O EL OFENDIDO A CAUSA DE LA COMISIÓN DE UN DELITO” DIRECTOR DE TESIS: ROBERTO TERRAZAS SALGADO TESISTA: ADRIANA IXEL HERNÁNDEZ GÓMEZ UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A MIS PADRES: Oscar Hernández Salgado y Martina Gómez Maya, por haberme brindado su amor y cariño desde el día en que nací, haberme apoyado y guiado a lo largo de mi vida y haber hecho de mi lo que ahora soy. A MIS HERMANOS: Jesse y Oscar, por estar siempre a mi lado y darme su comprensión y afecto en los momentos en que más lo he necesitado. A MI ABUELO : José Concepción Hernández Delgado, por haber confiado siempre en mí y darme todo su amor, comprensión y apoyo siempre que lo necesite. A MI NOVIO: Andrés Ramírez Francisco, por haberme alentado a ser mejor desde el día en que lo conocí y por compartir conmigo los mejores momentos de mi vida. A MI DIRECTOR DE TESIS: Roberto Terrazas Salgado, por ser uno mis mejores maestros a lo largo de mi trayectoria escolar y haberse convertido para mí no sólo en un maestro sino también en un gran amigo al brindarme todo su afecto y confianza. A LA UNAM: Por representar mi máxima casa de estudios y haberme formado profesionalmente con la mejor enseñanza educativa. ÍNDICE INTRODUCCIÓN...............................................................................................................1 CAPÍTULO 1 MARCO CONCEPTUAL 1.1. Juicio de Amparo………………………………………………………………………...3 1.2. Principio de Estricto Derecho…………………………………………………………..7 1.3. Suplencia de La Queja Deficiente……………………………………………………11 1.4. Jurisprudencia………………………………………………………………………….17 1.5. Víctima del Delito……………………………………………………………………….24 1.6. Ofendido del Delito……………………………………………………………………..29 1.7. Inculpado………………………………………………………………………………..35 CAPÍTULO 2 ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN EL JUICIO DE AMPARO 2.1. El Juicio de Amparo en México……………………………………………………….43 2.2. El Principio de Estricto Derecho………………………………………………………53 2.3. La Suplencia de la Queja Deficiente ………………………………………………...58 2.4. Garantías Constitucionales del Ofendido o Víctima de un Delito (Artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos)………………………….63 2.5. Jurisprudencia…………………………………………………………………………..71 CAPÍTULO 3 EL JUICIO DE AMPARO EN MÉXICO 3.1. Concepto de Juicio de Amparo……………………………………………………….78 3.2. Sujetos en el Juicio de Amparo……………………………………………………….82 3.3. Principios Rectores del Juicio de Amparo…………………………………………...96 3.3.1 Principio de Estricto Derecho…………………………………………………...107 3.3.2 Suplencia de la Queja Deficiente……………………………………………….109 3.4. Procedencia del Amparo Directo en Materia Penal……………………………….113 3.5. Procedencia del Amparo Indirecto en Materia Penal……………………………...126 3.6. Conflicto Puro, Impuro y Típico de Normas………………………………………...135 CAPÍTULO 4 LA SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN LOS JUICIOS DE AMPARO PROMOVIDOS POR LA VÍCTIMA O EL OFENDIDO A CAUSA DE LA COMISIÓN DE UN DELITO 4.1. Problemática de la Improcedencia de la Suplencia de la Queja Deficiente a favor del Ofendido o Víctima del Delito…………………………………………………...140 4.1.1 Jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia “Ofendido en Materia Penal. Es Improcedente la Suplencia de la Queja a su favor con fundamento en la fracción VI del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, cuando comparezca como Quejoso en el Juicio de Garantías”………………………………………………………………………………….142 4.2. Artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos……….155 4.3 La Suplencia de la Queja Deficiente en los Juicios de Amparo promovidos por la Víctima o el Ofendido a causa de la comisión de un Delito……………………………...161 INTRODUCCIÓN El Derecho Penal, a lo largo de la historia ha procurado que se reconozcan los derechos fundamentales del sujeto activo del delito, en detrimento de la víctima y ofendido del delito, volcados hasta la actualidad en un círculo que someramente garantiza la asignación de los derechos fundamentales a favor de la víctima o del ofendido del delito. Por mucho tiempo se ha considerado que la persona más desprotegida dentro del proceso penal es el sujeto activo del delito y por ello se ha tratado de dar a este sujeto todas las garantías posibles que hagan que no se cometa una injusticia en su contra, ya que el valor que se protege es la libertad personal de dicho sujeto. Así, en todas las legislaciones nacionales se ha tratado de brindar el máximo proteccionismo al probable responsable del delito, mientras que, con el paso del tiempo y, probablemente, sin darse cuenta de ello, se fue dejando en segundo término al sujeto pasivo del delito, es decir, a la víctima y al ofendido del mismo; situación que ha causado una gran desigualdad a nivel procesal entre el sujeto activo del delito, en cualquiera de sus diferentes denominaciones, y la víctima o el ofendido del delito; ya que, desde la creación del Ministerio Público, dejaron de ser parte en el proceso penal, adquiriendo así el simple carácter de coadyuvantes con el Ministerio Público. Por otra parte, dentro del juicio de amparo también han sido restringidos en sus derechos, ya que son pocos los casos en que la víctima y el ofendido del delito pueden promover el juicio de garantías. Ahora bien, otra de las grandes problemáticas que existen para la víctima o el ofendido de un delito, es la improcedencia que existe para que, en los pocos casos en que puede actuar como quejoso en el juicio de amparo y defender sus garantías individuales actualmente reconocidas en forma expresa por el artículo 20 constitucional en su apartado C, pueda gozar de la figura de la suplencia de la queja deficiente, ya que existe jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación que de manera expresa lo prohíbe, y, aunque el actual criterio de la Suprema Corte es la improcedencia de la mencionada figura a favor del sujeto pasivo del delito, resulta evidente que actualmente este sujeto procesal se ve desprotegido tanto en el juicio penal como en el juicio de amparo, y al ser la suplencia de la queja deficiente una figura eminentemente proteccionista y equilibradora, debe otorgarse su procedencia a favor de la víctima y el ofendido del delito. CAPÍTULO 1 MARCO CONCEPTUAL 1.1 JUICIO DE AMPARO El juicio de amparo es un medio de control constitucional que tiene por objeto, destruir el acto reclamado, restableciendo las cosas al estado que tenían hasta antes de la violación, en los casos en que el acto reclamado sea de carácter positivo, y cuando este sea de carácter negativo, tendrá como objeto el de obligar a la autoridad responsable a actuar como lo dispone la garantía que ha sido violada. El control constitucional importa la presencia de un proceso tendiente a anularlos actos de autoridad que contradicen el texto de nuestra Carta Magna, existiendo diversos sistemas o medios de defensa de la Constitución, entre los que sobresalen los sistemas de defensa constitucional por órgano judicial, por órgano político y por órgano mixto. Todos ellos coinciden en una misma finalidad: proteger el orden jurídico supremo representado por la Constitución frente a los actos de entes públicos (órganos de gobierno, organismos públicos descentralizados y órganos u organismos públicos autónomos). En el amparo, el control de la constitucionalidad y legalidad de los actos de autoridad estatal lo ejerce el órgano jurisdiccional. Este órgano jurisdiccional en forma general y normal, es el Poder Judicial de la Federación (Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tribunales Colegiados de Circuito y Juzgados de Distrito). De manera excepcional puede haber intervención de los Poderes Judiciales Locales, del Distrito Federal y de los Estados de la República, en la competencia que se denomina auxiliar y en la competencia que se llama concurrente. Según el maestro Burgoa Orihuela “el amparo en un medio jurídico que preserva las garantías constitucionales del gobernado contra todo acto de autoridad que las viole; que garantiza en favor del particular el sistema competencial existente entre las autoridades federales y las de los Estados; y que, por último, protege toda la Constitución así como toda la legislación secundaria, con vista en la garantía de legalidad consignada en los artículos 14 y 16 de la Ley Fundamental y en función del interés jurídico particular del gobernado. En estas condiciones el amparo es un medio jurídico de tutela directa de la constitución y de tutela indirecta de la ley secundaria preservando, bajo este último aspecto de y manera extraordinaria y definitiva, todo el derecho positivo.”1 Por su parte, el maestro Carlos Arellano García, define al amparo como la “institución jurídica por la que una persona física o moral denominada quejoso, ejercita el derecho de acción ante un órgano judicial federal o local, para reclamar de un órgano del 1 Burgoa Orihuela, Ignacio. “juicio de amparo”. Ed. Porrúa, México, 2005, pp. 169. Estado, federal, local o municipal, denominado autoridad responsable, un acto o una ley, que el citado quejoso estima, vulnera las garantías individuales o el régimen de distribución competencial entre Federación y Estados, para que se le restituya o mantenga en el goce de sus presuntos derechos, después de agotar los medios de impugnación ordinarios”.2 El amparo tiene el carácter de institución jurídica dado que está concebido y regulado jurídicamente por numerosas normas constitucionales y ordinarias, que se vinculan por una finalidad común, la cual se materializa en la protección al gobernado frente a los actos presuntamente inconstitucionales o ilegales de la autoridad estatal. El amparo es, además, un proceso o juicio unitario, aunque se puede dividir en dos, el amparo directo o bi-instancial y el amparo indirecto o uni-instancial; su unidad descansa en que procede contra cualquier acto de autoridad en sentido amplio que agravie al gobernado y en que tutela la Constitución y toda la legislación secundaria mediante su invalidación o su inefectividad concretas. El amparo se sustancia en un procedimiento jurisdiccional o contencioso, incoado por el gobernado particular y específico que se siente agraviado por cualquier acto de autoridad que origine la contravención a alguna garantía constitucional o la transgresión a la esfera de competencia entre la federación y los estados. La acción que inicia dicho procedimiento se dirige contra el órgano estatal al que se atribuya el acto infractor, teniendo aquel, en consecuencia, el carácter de autoridad responsable, o lo que se conoce en otros procesos como parte demandada. Por otro lado todos los derechos del gobernado están protegidos por el amparo, sin que variada gama autorice a subdividirlo o clasificarlo, pues de lo contrarío habría tantas especies de amparo como el número de derechos tutelados, mismos que pueden ser afectados indistintamente por cualquier acto de autoridad. La sentencia que se dicta en este juicio, con la que culmina el amparo, al otorgar la protección a favor del gobernado, en caso de ser este el supuesto, invalida el acto violatorio de la Constitución. Así, puede observarse que el amparo tiene una doble finalidad simultánea e inseparable, pues al proteger al gobernado contra cualquier acto de autoridad que infrinja la Constitución y, por ende, todo ordenamiento legal secundario, preserva conjuntamente el orden constitucional y el normativo no constitucional. Por último, cabe mencionar que el Poder Judicial de la Federación, en una Jurisprudencia emitida por los Tribunales Colegiados de Circuito, determinó lo que se debe entender por Amparo, así como su finalidad y naturaleza, como a continuación se transcribe: 2 Arellano García, Carlos. “Práctica Forense del Juicio de Amparo”, Ed. Porrúa, México 2005, pp. 1. Registro No. 252943 Localización: Séptima Época Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito Jurisprudencia Materia(s): Común AMPARO, FINALIDAD Y NATURALEZA DEL. El juicio de amparo es el instrumento procesal creado por nuestra Constitución Federal para que los gobernados puedan hacer proteger sus garantías constitucionales de las violaciones que al respecto cometan las autoridades. Y ese instrumento no sólo debe ser motivo académico de satisfacción, sino que también en la vida real y concreta debe otorgar a los ciudadanos una protección fácil y accesible para sus derechos más fundamentales, independientemente del nivel de educación de esos ciudadanos, e independientemente de que tengan o no, abundantes recursos económicos, así como del nivel de su asesoría legal. Esto es importante, porque la protección que el Poder Judicial Federal hace de las garantías constitucionales de los gobernados debe funcionar como un amortiguador entre el poder del Estado y los intereses legales de los individuos, y en la medida en que ese amortiguador funcione, en vez de sentirse un poder opresivo, se respirará un clima de derecho. Luego los Jueces de amparo no deben hacer de la técnica de ese juicio un monstruo del cual se pueda hablar académicamente, pero que resulte muy limitado en la práctica para la protección real y concreta de los derechos constitucionales real y concretamente conculcados. De donde se desprende que las normas que regulan el procedimiento constitucional deben interpretarse con espíritu generoso, que facilite el acceso del amparo al pueblo gobernado. En un régimen de derecho, lo importante no es desechar las demandas de amparo que no están perfectamente estructuradas, sino obtener la composición de los conflictos que surgen entre gobernados y gobernantes, y resolver judicialmente sobre el fondo de las pretensiones de éstos. 1.2 PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO En el juicio de amparo existen principios rectores del mismo que deben ser respetados tanto por el órgano jurisdiccional que resuelve el juicio, como por el resto de las partes que lo integran; entre ellos encontramos los siguientes: 1. Instancia de Parte Agraviada.- Consiste en que el amparo no se promueve ni opera de oficio, debe promoverse y resolverse a petición de la parte interesada, la cual en el juicio constitucional se llama parte agraviada. 2. Relatividad de las Sentencias.- Es también conocido como “Fórmula Otero”, consiste en que la sentencia de amparo que se dicte a favor del quejoso, es decir que conceda el amparo al mismo, sólo se ocupa de amparar la esfera jurídica del quejoso en relación al acto de autoridad contra el que promovió el amparo y contra la autoridad que realizó o ejecutóel acto reclamado. 3. Principio de Definitividad.- Este principio se refiere a que antes de acudir al amparo, el gobernado debe agotar todos los medios ordinarios o recursos que puedan modificar, nulificar o revocar el acto reclamado. 4. Principio de Prosecución del Juicio de Amparo.- Este principio consiste en que todos los gobernados que promuevan un juicio de amparo tienen la certeza de las formalidades y procedimientos a que debe sujetarse el juez de Distrito, Tribunal de Circuito o la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al momento en que se encuentra en trámite un juicio de garantías. Por último, tenemos el Principio de Estricto Derecho que es el que se abordara con mayor amplitud a lo largo de este apartado. Este principio consiste en que el tribunal que conozca del juicio debe sujetarse puntual y literalmente a lo que se aduce en los conceptos de violación de la demanda de amparo. Esto significa que aún en el caso de que se pudiera advertir la existencia de algún otro motivo para conceder el amparo, este no puede concederse si no se estableció este motivo en los conceptos de violación, ya que los jueces no pueden suplir la deficiencia de los conceptos de violación, es decir la deficiencia de la queja. Para el maestro Burgoa Orihuela, este principio “impone una norma de conducta al órgano de control, consistente en que, en los fallos que se relacionen con el ámbito de control de la constitución planteada en un juicio de garantías, sólo se deben analizar los conceptos de violación expuestos en la demanda respectiva, sin formular consideraciones de inconstitucionalidad de los actos reclamados que no se relacionen con dichos conceptos”.3 3 Op. Cit., Burgoa Orihuela, Ignacio. pp. 297. De acuerdo con el autor Manuel Espinoza Barragán, conforme a este principio se exige que el juzgador de amparo se limite a resolver los actos reclamados y los conceptos de violación que se expresan en la demanda, sin hacer consideraciones de inconstitucionalidad o ilegalidad que no hayan sido invocadas por el agraviado.4 Como se ve, en virtud del principio de estricto derecho, el juzgador de amparo no tiene libertad para apreciar todos los posibles aspectos inconstitucionales del acto reclamado, sino que está constreñido a ponderar únicamente aquellos que se traten en la demanda de garantías a título de conceptos de violación, mismos que implican limitaciones insuperables a la voluntad judicial decisoria. El principio de estricto derecho no se establece directamente en la Constitución, sin embargo, interpretando a contrario sensu el párrafo segundo y tercero de la fracción II de su artículo 107, que a continuación se transcribe en la parte conducente: Artículo 107. Todas las controversias de que habla el Artículo 103 se sujetarán a los procedimientos y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo a las bases siguientes: … II. La sentencia será siempre tal, que sólo se ocupe de individuos particulares, limitándose a ampararlos y protegerlos en el caso especial sobre el que verse la queja, sin hacer una declaración general respecto de la ley o acto que la motivare. En el juicio de amparo deberá suplirse la deficiencia de la queja de acuerdo con lo que disponga la Ley Reglamentaria de los Artículos 103 y 107 de esta Constitución. Cuando se reclamen actos que tengan o puedan tener como consecuencia privar de la propiedad o de la posesión y disfrute de sus tierras, aguas, pastos y montes a los ejidos o a los núcleos de población que de hecho o por derecho guarden el estado comunal, o a los ejidatarios o comuneros, deberán recabarse de oficio todas aquellas pruebas que puedan beneficiar a las entidades o individuos mencionados y acordarse las diligencias que se estimen necesarias para precisar sus derechos agrarios, así como la naturaleza y efectos de los actos reclamados. Se puede inferir que, fuera de los casos en que es ejercitable la facultad de suplir la deficiencia de la queja a que alude el citado precepto, opera el citado principio, el cual, por otra parte se desprende también del artículo 76 bis de la Ley de Amparo; así como del artículo 79 de la misma ley que a la letra expresa: Artículo 79.- La Suprema Corte de Justicia de la Nación, los tribunales colegiados de circuito y los jueces de distrito, deberán corregir los errores que adviertan en la cita de los preceptos constitucionales y legales que se estimen violados, y podrán examinar en su conjunto los conceptos de violación y los agravios, así como los demás razonamientos de las partes, a fin de resolver la cuestión efectivamente planteada, pero sin cambiar los hechos expuestos en la demanda. 4 Espinoza Barragán, Manuel Bernardo. “Juicio de Amparo”, Ed. Oxford, México 2006, pp. 42. El principio de estricto derecho en el amparo es un principio al que están obligados a observar la Suprema Corte de Justicia de la Unión, los Tribunales Colegiados de Circuito, o los Jueces de Distrito. El quejoso y su abogado deben tener plena conciencia, en relación con este principio, en el sentido de que han de esmerarse en la formulación de la demanda de amparo, pues las omisiones en que incurran y las imperfecciones, limitaran al juzgador al dictar la sentencia. Puede suceder que el acto de autoridad reclamado sea inconstitucional o ilegal pero, si en la demanda no se plantea idóneamente, el juzgador de amparo no podrá ir más allá del planteamiento del quejoso, salvo que se esté en un caso de procedencia de suplencia de la queja deficiente. El principio de estricto derecho es general, no es absoluto; admite excepciones pero, sólo en los casos en que la constitución y la Ley de Amparo consagran esas excepciones. La regla es el principio de estricto derecho, la excepción es que tenga cabida la suplencia de la queja deficiente. 1.3 SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE Uno de los temas que ha generado mayor controversia en la materia de amparo, es el relativo a la figura jurídica de la suplencia de la queja deficiente, la cual se establece en contrapartida al principio general de estricto derecho que rige en el juicio de garantías. Ciertamente, el principio de estricto derecho se establece en el juicio de amparo, como la limitante que tiene el juzgador de amparo de analizar la litis constitucional únicamente con base en los conceptos de violación o agravios planteados por el quejoso o recurrente, sin que pueda suplir en modo alguno los defectos u omisiones en que se hubiera incurrido al formularlos, esto es, que conforme a dicho principio rector del juicio de amparo el juez debe analizar con rigor los conceptos o motivos de inconformidad aducidos por la parte interesada quejosa o inconforme, sin considerar aspectos que no se hubiesen hecho valer oportunamente. En sentido opuesto, la suplencia de la queja deficiente es el instrumento que permite al juzgador examinar los conceptos de violación o agravios planteados sin el rigorismo del estricto derecho, por lo que el órgano de control constitucional, se encuentra facultado para corregir las deficiencias u omisiones de sus inconformidades en que hubiera incurrido la parte reclamante al promover su demanda o interponer su recurso. El Poder Judicial de la Federación, en una tesis aislada pronunciada por el segundo tribunal colegiado del sexto circuito, se ha pronunciado respecto del supuesto de que la suplencia de la queja deficiente sólo opera en los casos en los que no opera el principio de estricto derecho, como a continuación se observa en la mencionada tesis que a la letra indica: No. Registro: 201,539 Tesis aislada Materia(s):Común Novena Época Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito Fuente: Semanario Judicial de la Federación y suGaceta Tomo: IV, Septiembre de 1996 Tesis: VI.2o.45 K Página: 751 SUPLENCIA DE LA QUEJA. SOLO OPERA EN CUESTIONES QUE NO SE RIGEN POR EL PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO. De la interpretación sistemática del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, se deduce que el imperativo a cargo de los tribunales de amparo consistente en suplir la deficiencia de la queja, sólo es aplicable en las materias que no se rigen por el principio de estricto derecho; por tanto, cuando se trata de cuestiones relativas al orden familiar dicha suplencia opera solamente cuando el quejoso es un menor de edad o un incapaz. SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO. Según el autor Espinoza Barragán, la suplencia de la queja deficiente “es una figura jurídica que implica no ceñirse a las alegaciones expuestas por el agraviado al plantear su demanda o interponer los medios de defensa respectivos; por la cual el órgano jurisdiccional de amparo debe hacer valer oficiosamente cualquier aspecto de inconstitucionalidad de la ley, acto o resolución que se reclama, a efecto de otorgar al quejoso la protección de la justicia federal.”5 Por su parte, el maestro Burgoa Orihuela indica que “suplir la deficiencia de la queja implica no ceñirse a los conceptos de violación expuestos en la demanda de amparo, sino que, para conceder al quejoso la protección federal, el órgano de control puede hacer valer oficiosamente cualquier aspecto inconstitucional de los actos reclamados.6 Mientras que para el autor Juventino V Castro, “la suplencia de la queja deficiente es una institución procesal constitucional, de carácter proteccionista y antiformalista y aplicación discrecional, que integra las omisiones –parciales o totales-, de la demanda de amparo presentada por el quejoso, siempre a favor y nunca en perjuicio de este, con las limitaciones y bajo los requisitos señalados por las disposiciones constitucionales conducentes.”7 El concepto “queja”, equivale al de demanda de amparo, de donde se infiere que suplir la deficiencia de la queja entraña suplir la deficiencia de la demanda de garantías. La idea de deficiencia tiene dos acepciones: la de falta o carencia de algo y la de imperfección, por ende suplir una deficiencia es integrar lo que falta, remediar una carencia o subsanar una imperfección, es decir, completar o perfeccionar lo que está incompleto o imperfecto; lo cual nos indica que suplir la queja deficiente es colmar las omisiones en que haya incurrido el quejoso en su demanda o perfeccionarla, esto es, completarla. Por otra parte la suplencia de la queja no opera cuando el amparo es improcedente por cualquier causa constitucional, legal o jurisprudencial, ya que no tiene el alcance de sustituir o de obviar tal improcedencia. No debe confundirse la suplencia de la queja deficiente con la suplencia del error, esta última consiste en la suplencia del error o ignorancia de la parte quejosa al citar la garantía constitucional que viola el acto señalado como reclamado, otorgándose el amparo por la garantía que realmente aparezca violada. El error en la cita de una garantía supone una exactitud en el concepto que, al transcribirse, por equivocación se traduce en un error, es decir, la violación contenida en el acto reclamado está íntimamente relacionada con la garantía constitucional que la establece, y el error consiste en equivocarse en la cita, pero apareciendo el concepto con claridad. 5 Idem, pp. 43. 6 Op. Cit. Burgoa Orihuela, Ignacio. pp. 300. 7 Castro, Juventino V. “Justicia, Legalidad y la Suplencia de la Queja”, Ed. Porrúa, México 2003, pp. 12. En otras palabras, la suplencia del error no entraña ni la alteración de los hechos ni una modificación de los conceptos de violación, por ello el error es intrascendente y no hay objeción en suplirlo al fallarse. No sucede igual con la queja deficiente; en esta el concepto está totalmente omitido o imperfectamente desarrollado; o la cita de la garantía constitucional violada puede faltar totalmente. Al suplirse la queja deficiente se construye total o parcialmente el concepto, que no aparece en la demanda. La suplencia del error se debe a una imperfección de estilo, mientras que la suplencia de la queja deficiente se debe a una imperfección de fondo; en la primera existe concepto de violación, y en la segunda falta total o parcialmente, y siempre constituye una omisión. Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado acerca del tema como se observa en la siguiente jurisprudencia: No. Registro: 200,066 Jurisprudencia Materia(s):Común Novena Época Instancia: Pleno Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: IV, Agosto de 1996 Tesis: P./J. 49/96 Página: 58 SUPLENCIA DE LA QUEJA Y SUPLENCIA ANTE EL ERROR EN JUICIOS DE AMPARO. DIFERENCIAS. Estos dos conceptos tienen en común que se apartan del principio de estricto derecho, pero se diferencian en que la suplencia de la queja sólo opera en las situaciones y respecto de los sujetos que señala el artículo 76 bis de la Ley de Amparo, pudiendo llegar el juzgador, válidamente, hasta la integración total del concepto o agravio omiso; en cambio, la suplencia ante el error, prevista en el artículo 79 del mismo ordenamiento, que apareció por primera vez en el artículo 42 de la Ley de Amparo de 1882 y se reitera en los Códigos Federales de Procedimientos Civiles de 1897 y 1908, opera en todos los casos, situaciones y sujetos, incluyendo los que no admiten la suplencia de la queja, debiendo señalarse que esta Suprema Corte interpreta el indicado artículo 79 en el sentido de que su aplicación no se circunscribe a la corrección del error en la cita de los preceptos constitucionales o legales, sino que con mayor amplitud, la suplencia ante el error procede, inclusive, cuando no se cite ningún artículo constitucional o legal, siempre que el recurrente dé los argumentos lógico jurídicos necesarios o aptos para que el juzgador -como conocedor del derecho que es-, se pronuncie al respecto. Ahora bien, debe destacarse que la figura jurídica de la suplencia de la queja deficiente descansa en el diverso principio iura novit curia, la curia (el tribunal) conoce del derecho, que consiste en que corresponde al juez conocer del derecho y debe aplicarlo aún cuando las partes no lo invoquen de manera correcta. 8 8 Patiño Pérez, Francisco Javier. “Garantías Individuales, Principios y Partes en el Juicio de Amparo. Amparo Indirecto, Suspensión y Suplencia de la Queja Deficiente”, Editores Iure, México 2005, pp. 166. La controversia que se suscita en torno a la suplencia de la queja deficiente deriva de que por una parte, el mencionado principio de estricto derecho se apoya básicamente en la seguridad jurídica que se otorga a las partes en el juicio de garantías, por cuanto a que dentro de la justicia conmutativa los interesados conocen las consecuencias de sus actuaciones u omisiones, sin que pueda permitirse la intervención subjetiva del juzgador, para analizar aspectos fuera de lo planteado o cuestionado por las partes en la litis constitucional; así como que, por otro lado, igualmente evita el desinterés o indolencia de dichas partes a fin de que expongan y aporten al juicio todos los argumentos y elementos probatorios que estime necesarios para resolver el asunto, lo que se traduce en una igualdad procesal de las partes en conflicto. En ese contexto, dicho principio general y rector del juicio de garantías, constituye en realidad, una actitud rigorista del juez de amparo frente a la litis constitucional. Sin embargo no debe perderse de vista que la desigualdad social que existe en nuestro país, conlleva de manera necesaria a una desigualdad económica, la que a su vez conduce en caso de conflictos legales a una desigualdad procesal entrelas partes; asimismo, tampoco puede desconocerse la naturaleza jurídica de los bienes jurídicos que se encuentran en controversia y que en su caso, dada su importancia y valor, resulta necesario otorgar a la parte quejoso o recurrente, una tutela que va más allá de los cuestionamientos que hubieren planteado al promover la demanda o interponer el recurso, en ese sentido surge la necesidad de que el juzgador abandone la actitud rigorista e inflexible sustentada en el principio de estricto derecho, con el fin de lograr equilibrio de las cargas procesales, para lo cual, debe tomar en cuenta la parte promovente o recurrente y los bienes o valores en disputa, de ahí que la suplencia de la queja deficiente justifica su existencia en atención a la desigualdad procesal de las partes, así como en la tutela que deben tener bienes o derechos que se estiman especialmente valiosos para la sociedad. Por tanto, puede decirse que la suplencia de la queja en materia de amparo, tiende a que se imparta una justicia distributiva, entendiendo por ella el que se dé un trato igual a los iguales y desigual a los desiguales, pues su aplicación permite al juzgador examinar de manera oficiosa y libre los conceptos de violación o agravios planteados pese a que exista un defecto, confusión o limitación en su exposición, y más aún, en ausencia total de razonamientos jurídicos que pueda hacer valer la parte quejosa en el juicio de garantías o en el recurso correspondiente. 1.4 JURISPRUDENCIA A través del tiempo, el vocablo jurisprudencia se ha empleado en diversos contextos y se le ha atribuido un sinfín de acepciones, aunque todas parten de su origen eminentemente jurídico. Esta palabra deriva del latín iurisprudentia que, a su vez, está compuesta por los vocablos iuris, que significa derecho, y prudentia, que quiere decir, conocimiento, ciencia. El gran jurista, Ulpiano, definió a la jurisprudencia, en general, como “iuris prudentia est divinarum ac humanarum rerum notitia, iusti atque, iniusti scientia”, que, traducido, quiere decir “la jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y lo injusto”9, acepción que dio lugar a la noción romana de la jurisprudencia como la ciencia de la justicia o del derecho. El Diccionario de la lengua española, de la Real Academia, muestra tres conceptos de la expresión jurisprudencia: “ciencia del derecho”; “enseñanza doctrinal que dimana de las decisiones o fallos de autoridades gubernativas o judiciales”, y “norma de juicio que suple omisiones de la ley y que se funda en las prácticas seguidas en casos iguales o análogos”.10 Conforme a la última acepción se abordara el estudio de la jurisprudencia en el presente capítulo, pues en el derecho mexicano invariablemente se hace referencia a esta como una forma interpretativa y complementaria de las normas legales vigentes. La mayoría de los juristas nacionales coinciden en que, en el régimen de derecho de nuestro país, el papel de la jurisprudencia es interpretativo y complementario, pues por una parte determina el sentido y alcance que debe darse a la ley u otros asuntos jurídicos, al juzgar los casos controvertidos que se someten a la consideración de los tribunales y, por la otra, subsana las omisiones o evita las lagunas de la norma jurídica, al resolver situaciones que el legislador no contempló. Así mismo, de acuerdo con el sistema jurídico mexicano, una vez dada la función interpretadora o complementaria por parte de la autoridad judicial facultada para ello, la aplicación del razonamiento o consideración jurídica que surge de la misma se convierte en obligatoria, siempre que se cumplan los demás requisitos legales que la ley respectiva prevea. Con base en esto podemos afirmar que la jurisprudencia es el criterio u opinión que deriva de la interpretación uniforme y reiterada que sobre disposiciones legales o cuestiones de derecho positivo hace un determinado órgano judicial con motivo de cierto número de asuntos iguales o semejantes, y cuya aplicación resulta obligatoria. 9 Gómora Colín, José Noé. “Jurisprudencia en México”, Ed. Porrúa, México 2006, pp. 21. 10 Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, vigésima segunda edición Tomo 6, Ed. Espasa, 2001, pp. 902. JURISPRUDENCIA DEL PLENO DE LA SCJN El artículo 94 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, después de señalar los órganos en que se deposita el Poder Judicial de la Federación, hace referencia a su órgano máximo, que es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y dispone que esta se compondrá de 11 ministros y que podrá funcionar en pleno o en salas. El mencionado precepto constitucional, en su párrafo quinto, previene que la ley de la materia, es decir la Ley de Amparo, es la que se encargará de fijar lo correspondiente a la jurisprudencia que establezcan los Tribunales Federales. A su vez, el artículo 192 de la Ley de Amparo establece que las resoluciones pronunciadas por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, constituirán jurisprudencia, siempre que “lo resuelto en ellas se sustente en cinco sentencias ininterrumpidas por otra en contrario, y que hayan sido aprobadas por lo menos por ocho ministros”. El mencionado numeral, en su último párrafo, sostiene que “también constituyen jurisprudencia las resoluciones que diluciden las contradicciones de tesis de Salas y Tribunales Colegiados”. Para la integración de la jurisprudencia del pleno, conforme al primer supuesto, se requiere no sólo cinco ejecutorias ininterrumpidas en el mismo sentido, sino, además, que hayan sido votadas por cuando menos ocho ministros ya que si no se cumple con alguno de estos requisitos, no podrán constituir jurisprudencia y por lo tanto no tendrán obligatoriedad alguna. Para el autor Manuel B. Espinoza Barragán, las exigencias de las cinco ejecutorias y del número mínimo de ocho ministros, resultan justificadas ya que la imposición de los precedentes o criterios a que se refiere la jurisprudencia implica la previa certeza de que tales opiniones jurídicas han sido suficientemente debatidas, para que al fin se consideren correctas y se disponga su obligatoriedad en el futuro.11 En cuanto a la segunda hipótesis de integración a que aludí en los párrafos anteriores, cabe aclarar que si bien en el texto respectivo se indican las contradicciones de “tesis”, lo que puede hacer suponer que se refiere a tesis de jurisprudencia obligatoria, lo cierto es que la Suprema Corte se ha pronunciado en otro sentido, al determinar que las tesis cuya contradicción se denuncia, no necesariamente deben tener el carácter de jurisprudencia obligatoria, sino, incluso, el de simples resoluciones o ejecutorias contrapuestas, como se indica en los fallos que a continuación se transcriben: 11 Op. Cit., Espinoza Barragán, Manuel Bernardo. pp. 253 No. Registro: 203,523 Jurisprudencia Materia(s):Común Novena Época Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: III, Enero de 1996 Tesis: VI.2o. J/38 Página: 151 JURISPRUDENCIA. LA CONSTITUYE UNA RESOLUCIÓN DICTADA EN DENUNCIA DE CONTRADICCIÓN DE TESIS. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 107, fracción XIII, párrafos primero y tercero de la Constitución General de la República y 195 bis de la Ley de Amparo, la denuncia de contradicción de tesis tiene por objeto establecer el criterio que debe prevalecer y fijar la jurisprudencia. En consecuencia, las resoluciones que pronuncian las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver las denuncias de contradicción de tesis, constituyen jurisprudencia, aunque las tesis denunciadas no tengan ese carácter. No. Registro: 191,753Jurisprudencia Materia(s):Común Novena Época Instancia: Primera Sala Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: XI, Junio de 2000 Tesis: 1a./J. 5/2000 Página: 49 CONTRADICCIÓN DE TESIS. REQUISITOS PARA LA PROCEDENCIA DE LA DENUNCIA. Es verdad que en el artículo 107, fracción XIII de la Constitución y dentro de la Ley de Amparo, no existe disposición que establezca como presupuesto de la procedencia de la denuncia de contradicción de tesis, la relativa a que ésta emane necesariamente de juicios de idéntica naturaleza, sin embargo, es la interpretación que tanto la doctrina como esta Suprema Corte han dado a las disposiciones que regulan dicha figura, las que sí han considerado que para que exista materia a dilucidar sobre cuál criterio debe prevalecer, debe existir, cuando menos formalmente, la oposición de criterios jurídicos en los que se controvierta la misma cuestión. Esto es, para que se surta su procedencia, la contradicción denunciada debe referirse a las consideraciones, razonamientos o interpretaciones jurídicas vertidas dentro de la parte considerativa de las sentencias respectivas, que son las que constituyen precisamente las tesis que se sustentan por los órganos jurisdiccionales. No basta pues que existan ciertas o determinadas contradicciones si éstas sólo se dan en aspectos accidentales o meramente secundarios dentro de los fallos que originan la denuncia, sino que la oposición debe darse en la sustancia del problema jurídico debatido; por lo que será la naturaleza del problema, situación o negocio jurídico analizado, la que determine materialmente la contradicción de tesis que hace necesaria la decisión o pronunciamiento del órgano competente para establecer el criterio prevaleciente con carácter de tesis de jurisprudencia. En cuanto a la obligatoriedad de la jurisprudencia, el artículo 192, en su primer párrafo, dispone que la jurisprudencia que establezca el pleno es obligatoria para las salas de la Suprema Corte, para los Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito, Juzgados de Distrito, Tribunales Militares y Judiciales del Orden Común y del Distrito Federal, así como para los Tribunales Administrativos y del Trabajo, locales y federales. JURISPRUDENCIA DE LAS SALAS DE LA SCJN Según lo estipula el artículo 15 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, el más alto tribunal de este poder cuenta con dos Salas, compuestas por cinco ministros cada una, pero basta con la presencia de cuatro para funcionar. Las resoluciones de estas Salas constituyen jurisprudencia siempre que lo decidido en ellas se sustente en cinco sentencias ininterrumpidas por otra en contrario, y que hayan sido aprobadas por cuando menos cuatro ministros, tal y como lo señala el artículo 192 de la Ley de Amparo. La jurisprudencia resultante de las resoluciones de las Salas será obligatoria para los mismos órganos que la jurisprudencia del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. JURISPRUDENCIA DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO El artículo 193 de la multicitada Ley de Amparo, prevé lo relativo a la jurisprudencia de estos tribunales, indicando que sus resoluciones constituyen jurisprudencia cuando lo resuelto en aquéllos se sustente en cinco sentencias ininterrumpidas por otra en contrario, y que hayan sido aprobadas por unanimidad de los tres magistrados que integran el respectivo Tribunal. En cuanto a la obligatoriedad de este tipo de jurisprudencia, tal será obligatoria para los Tribunales Unitarios de Circuito, Juzgados de Distrito, Tribunales Militares y Judiciales del Fuero Común de los estados y del Distrito federal, así como para los Tribunales Administrativos y del Trabajo, locales o federales. INTERRUPCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA La obligatoriedad de la jurisprudencia no es perdurable en ninguno de los supuestos de integración a que me refiero en los párrafos anteriores, pues deja de tener este carácter cuando se interrumpe, es decir, siempre que pronuncien ejecutoria en contrario ocho ministros, si se trata de la sustentada por el Pleno, por cuatro, si se constituye en una Sala, y por unanimidad de votos de los tres magistrados, si se refiere a la que forman los Tribunales Colegiados de Circuito. El Artículo 194 de la Ley de Amparo señala la interrupción y pérdida de la obligatoriedad de la jurisprudencia e indica que en la ejecutoria respectiva deberán expresarse las razones en que se apoye dicha interrupción, que se referirán a las que se consideraron para establecer la jurisprudencia relativa; sin que se establezca sanción alguna para el caso de que no se expresen dichas razones. En cuanto a la modificación de la jurisprudencia interrumpida, deben observarse las reglas previstas en ley para su formación, lo que en realidad es la integración de una nueva jurisprudencia. CONTRADICCIÓN DE TESIS Una de las maneras en que puede integrarse la jurisprudencia es la contradicción de tesis, es decir, cuando el pleno de la Suprema Corte lleva a cabo un procedimiento de unificación de criterios o contradicción de tesis, diciendo el criterio que debe prevalecer en el caso de que existan dos tesis (o criterios) contradictorias; en este caso el Pleno puede, incluso, adoptar una nueva tesis, que habrá de prevalecer sobre las que contendieran.12 Para que se resuelva esta contradicción de tesis y se decida cuál debe sustituir o prevalecer como jurisprudencia firme, tiene que seguirse el trámite previsto en los artículos 197 y 197-A, que aluden, respectivamente, a la contradicción entre Salas y entre Tribunales Colegiados de Circuito. En primer término, ambas disposiciones confieren el derecho de hacer las denuncias correspondientes tanto a los órganos judiciales que pronunciaron las tesis contradictorias como a los ministros y magistrados que los integran, a la Suprema Corte como órgano máximo y principal interesado en la unificación de los criterios jurisprudenciales, al Procurador General de la República como representante social y abogado de la nación, y a las partes que intervinieron en los juicios en que dichas tesis se sustentaron. En cuanto al Procurador General de la República, además de su derecho de denuncia, se le otorga la prerrogativa de que, por sí o mediante agente que al efecto señale, puede exponer su parecer respecto de la contradicción por dilucidar, ello en el plazo de 30 días. Una vez hecha la denuncia ante la Suprema Corte, se debe dictar la resolución correspondiente en un plazo de tres meses, esta será pronunciada por el Pleno, en el caso de que las tesis contrapuestas sean de las Salas; y por las Salas, según sea la materia sobre la que versan las sentencias por dilucidar, si la contradicción se da entre Tribunales Colegiados. Es necesario aclarar, como lo hacen los preceptos arriba mencionados, que el fallo que determina cual es la tesis que prevalecerá por sobre la otra, no incide ni tiene efectos o cambia las situaciones jurídicas que derivan de los juicios en los que se hubiesen dictado las sentencias en que se sustentaron las tesis contradictorias. 12 Suprema Corte de Justicia de la Nación. “El Poder Judicial de la Federación para Jóvenes”, Suprema Corte de Justicia de la Nación, México 2004, pp. 53. 1.5 VÍCTIMA DEL DELITO El término víctima viene del latín victima, y con ello se designaba a la persona o animal sacrificado o que se destina al sacrificio.13 En la evolución de la humanidad, el concepto de víctima ha cambiado, según el lugar y época, según si el hombre ha sido creyente o ateo, libre o esclavo, nacional o extranjero, etcétera. Para el autor Luis Rodríguez Manzanera, desde el punto de vista puramente jurídico, una persona es victimizada cuando cualquiera de sus derechos ha sido violado por actos deliberados y maliciosos, así, víctima sería la persona sobre quien recaela acción criminal o sufre en sí misma, en sus bienes o en sus derechos, las consecuencias nocivas de dicha acción.14 La Organización de las Naciones Unidas se preocupó por la problemática acerca del concepto de víctima, y tanto el VI Congreso (Caracas, 1980), como en las reuniones preparatorias del VII Congreso (Milán, 1985), se planteó que el término víctima puede indicar que la persona ha sufrido una pérdida, daño o lesión, sea en su persona propiamente dicha, su propiedad o sus derechos humanos, como resultado de una conducta que:15 a) Constituya una violación a la legislación penal nacional. b) Constituya un delito bajo el derecho internacional que constituya una violación a los principios sobre derechos humanos reconocidos internacionalmente. c) Que de alguna forma implique un abuso de poder por parte de personas que ocupen posiciones de autoridad política o económica. En el VII Congreso, se llegó a la conclusión de manejar a las víctimas en dos grandes grupos: las víctimas de delitos y las de abuso de poder, que quedaron definidas en la Declaración sobre los principios fundamentales de justicia relativos a las víctimas, en la forma siguiente:16 a) Víctimas de Delitos: (artículo 1º) ”Se entenderá por víctimas, las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, incluidos lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los estados miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder.” 13 Rodríguez Manzanera, Luis. “Victimología, Estudio de la Víctima”, Ed. Porrúa, México 1989, pp. 55. 14 Idem, pp. 57. 15 Ibidem, pp. 57 16 Ibidem, pp. 58 En cuanto a esta categoría, el propio congreso, en su artículo 2º, indica que se considera víctima de un delito, no sólo al que lo sufre directamente, sino que se incluye además a los familiares o dependientes inmediatos de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización. b) Víctimas del abuso de poder: (artículo 18) “Se entenderá por víctimas las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, incluidos lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que no lleguen a constituir violaciones de derecho penal nacional, pero violen normas internacionalmente reconocidas relativas a los derechos humanos.” La víctima puede ser un individuo o colectividad, incluyendo grupos, clases o comunidades de individuos, corporaciones económicas o comerciales, y grupos u organizaciones políticas. La víctima, en México, es la persona física o moral que sufre de violencia a través de la conducta de un delincuente que trasgrede las leyes penales; de esta manera, la víctima está ligada a las consecuencias producidas por un delito. Para el autor Colín Sánchez, en los delitos concurren generalmente dos sujetos, uno activo, que lleva a cabo la conducta o hecho, y otro pasivo, sobre el cual recae la acción. Por excepción, en algunos casos la conducta o hecho ilícito no afecta directamente a una persona física, sino a un orden jurídicamente tutelado para el desenvolvimiento pacífico de los integrantes de la sociedad; así, la familia, el Estado y las personas morales pueden ser sujetos pasivos, pero no podrían jamás ser procesados.17 Gramaticalmente, el término víctima, según la Real Academia Española, es la “persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita”18, pero en el ámbito académico existe una gran controversia acerca del significado que debe recibir dicho término ya que al existir también, en la materia penal, el concepto “ofendido”, se confunde que acepción se debe dar a cada uno. Según el maestro Colín Sánchez, el término víctima debe ser considerado como un calificativo que es de dos tipos: a) Directa.- Es la persona física o moral que resiente el detrimento jurídico, en aquellos aspectos tutelados por el derecho penal. 17 Colín Sánchez, Guillermo. “Derecho Mexicano de Procedimientos Penales”. Edit. Porrúa, México 2006, pp. 257. 18 Op. Cit. Diccionario de la Lengua Española, Tomo 10, pp. 1560. b) Indirecta.- Es la persona física o moral que por razones consanguíneas, sentimentales o de dependencia económica con la víctima directa, es afectada por el hecho ilícito.19 Mientras que otros autores, en desacuerdo con el anterior concepto, señalan que “la víctima es aquella persona física que resiente directamente el daño causado por la lesión producida por el sujeto activo”.20 El término víctima u ofendido del delito, se utiliza para efectos de la reparación del daño, ahora bien, el sujeto pasivo conforme al criterio sustentado será la víctima; no así el ofendido, quien jamás tendrá esta calidad. Diversas fuentes, como algunos Jueces o Tribunales, señalan que existe un sujeto pasivo directo, que es quien resulta afectado en su bien jurídico tutelado, y un pasivo indirecto que es quien no resiente el daño en su bien jurídico tutelado, concepto en el que no estoy de acuerdo, ya que, por ejemplo, si una persona que tiene en su poder un vehículo propiedad de un tercero, y este le es robado al dejarlo estacionado en la vía pública, no podrá ser jamás sujeto pasivo indirecto, ya que el único sujeto pasivo será el propietario del vehículo, y como este, existen una serie de de ejemplos donde se manifiesta duda acerca de la existencia de esta figura. CARÁCTER DE COADYUVANTE El carácter de coadyuvancia del que goza la víctima, se inicia desde el momento en el que se hace saber la notitia criminis, o ante el subórgano de la acusación, satisfaciéndose con ello los requisitos de procedibilidad, y facilitando, además, la tipificación de el o los delitos. Así, queda claro que, en la primera fase del proceso penal, la participación del ofendido es indispensable; desarrolla una actividad amplísima, independientemente, de que el agente del Ministerio Público dirija, inquiera y determine a su arbitrio el grado de participación que deba permitírsele. No cabe duda que la posición de la víctima en el proceso penal contrasta en relación con la del probable autor del delito: el primero ha sido desplazado dentro del proceso, mientras que, para el segundo, están implementadas un conjunto de garantías tan amplias que ante eso pareciera darse la impresión de estar mayormente protegido, y bajo esas bases habría necesidad de concluir: lo preferente es ser delincuente; ya que durante el proceso, federal, no es admisible que la víctima directamente presente pruebas, es el agente del Ministerio Público el único indicado para ello, ni mucho menos puede inconformarse con las resoluciones judiciales; por ende, si el agente del Ministerio Público determina no ejercitar la acción penal así será; si no considera que 19 Idem, pp. 258. 20 Barragán Salvatierra, Carlos. “Derecho Procesal Penal”, Ed. Mc Graw Hill, México 2004, pp. 112‐113. las pruebas que desea el ofendido deban ser presentadas, no se aportan, y, si el ofendido desea que se interponga un recurso y el agente del Ministerio Público se niega a ello, también así será. Por otra parte, como si lo anterior fuese poca cosa, durante el proceso sólo se permite la injerencia de la víctima a partir del momento en que el juez admite que sea coadyuvante del agente del Ministerio Público, lo que ocurrirá, en su caso, después de que haya sido dictado el auto de formal prisión y únicamente para intervenir en lo que concierne a la reparación del daño. La coadyuvancia se adquiere porescrito al juez instructor de la causa, donde se justifique el carácter de víctima o de ofendido del delito y la autorización del Ministerio Público en el mismo escrito de solicitud, pudiéndose nombrar en el mismo un representante legal. Es importante señalar que sólo la víctima o el ofendido del delito pueden adquirir esta calidad de coadyuvantes del ministerio público. De lo estudiado, puedo deducir que la víctima es la persona que sufre directamente, ya sea en su persona, patrimonio o en sus derechos, el daño o lesión tipificados como delito en la legislación penal nacional. 1.6 OFENDIDO DEL DELITO Según el Diccionario de la Lengua Española, el término Ofendido es un adjetivo que indica que se ha recibido alguna ofensa; a su vez, ofensa deriva del latín offensa, y es la acción y efecto de ofender, que deriva del latín offendere, y significa humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o hechos; otro de sus significados es el de hacer daño a alguien físicamente, hiriéndolo o maltratándolo.21 Ninguno de los términos que se dan a la palabra ofendido en el mencionado diccionario, encuadra a la perfección para la explicación de lo que dicho término significa en el ámbito del derecho penal, aunque el más cercano es el que se dio al último. Como ya se vio en la explicación del término ‘víctima’, existe una gran problemática en el desarrollo del derecho penal para saber quien tiene el carácter de víctima y quien de ofendido en el proceso penal, por ejemplo: Según el autor Colín Sánchez, el ofendido, es la “persona física que resiente directamente la lesión jurídica en aquellos aspectos tutelados por el derecho penal”.22 Mientras que otros autores como Monarque Ureña, en desacuerdo con el concepto anterior, indican que “ofendido es la persona o personas que por razones afectivas, sentimentales o por dependencia económica con la víctima resultan afectados por la ejecución del ilícito.”23 De lo anterior, puede observarse que lo que para algunos autores es el ofendido, para otros es la víctima y viceversa. Por su parte, el autor Francisco Pavón Vasconcelos indica que “ en general, la doctrina ha considerado como ofendido por el delito al que resulta agraviado o perjudicado por él, esto es, a quien sufre en su propia persona la lesión jurídica, ya en su integridad física o en sus bienes tanto materiales como morales. Desde un punto de vista general resulta ofendido todo aquél que es receptor de una ofensa en sus bienes jurídicos, cualquiera que sea la naturaleza de éstos, pues lo mismo es ofendido quien recibe una lesión o un daño en su integridad física, como quien la recibe en su honor al ser objeto de una injuria o de un ultraje, o sufre un perjuicio económico.”24 Para el autor Luis Rodríguez Manzanera, el ofendido es toda persona a la que resulta un perjuicio económico o moral con motivo de la comisión de un delito, lo que fundamenta su derecho al pago de la reparación del daño. De acuerdo con el pensamiento del autor Rodríguez Manzanera, tanto el sujeto pasivo del delito como el ofendido, son víctimas del delito, ya que para él, el término víctima es 21 Op. Cit. Diccionario de la Lengua Española, Tomo 7, pp. 1093. 22 Op. Cit. Colín Sánchez, Guillermo. pp. 257. 23 Monarque Ureña, Rodolfo. “Derecho Procesal Penal Esquemático”. Ed. Porrúa. México 2004, pp. 195 24 Pavón Vasconcelos, Francisco. “Diccionario de Derecho Penal”, Editorial Porrúa, México, 2003, p. 729. mucho más amplio que el de sujeto pasivo del delito o el de ofendido, quedando los significados como a continuación se transcriben:25 1. Por víctima del delito se entiende toda persona física o moral que sufre un daño por causa de una conducta antijurídica, típica y culpable. 2. Sujeto pasivo es el titular del bien jurídicamente protegido. 3. Ofendido es aquel que sufre un perjuicio por la comisión del delito, y que tenga derecho a la reparación del daño. 4. Agrega el término ‘Damnificado’, que es todo el que sufre un perjuicio por la comisión del delito, pero que no lograría que el daño le sea reparado, aunque no tuviese mayor culpa ni participación en el ilícito. Por ejemplo, en un homicidio, el asesinado es el sujeto pasivo, su familia pasa a ser parte de los ofendidos, en tanto que la familia del delincuente será la damnificada. SITUACIÓN JURÍDICA DE LA VÍCTIMA Y EL OFENDIDO DEL DELITO En un primer plano, cabe aclarar que, la víctima y el ofendido, en la mayoría de las ocasiones, concuerdan en la misma persona, pero no siempre es así, como en el caso de los causahabientes o derechohabientes, o el ejemplo más típico, en el caso del homicidio; es por ello que a lo largo del presente trabajo de investigación se mencionará a la víctima y al ofendido, ya que ambos gozan de ciertas garantías en el proceso penal. En el proceso penal mexicano, el ofendido o víctima es un sujeto procesal que tiene derechos que deducir, así lo reconoce la ley y las exigencias del procedimiento; desde la averiguación previa, el ofendido o la víctima realizan actos encaminados a lograr la culpabilidad del sujeto activo del delito; pero, aún así, no se le reconoce como parte del proceso penal, sino sólo como un sujeto procesal que coadyuva con el Ministerio Público a lo largo del proceso. El carácter de “parte” sólo lo adquiere cuando demanda la reparación del daño al probable responsable del delito o terceros, en caso de ser este el supuesto, previa formación del incidente respectivo, el que se resolverá en sentencia definitiva.26 El ofendido o la víctima tienen facultades para presentar denuncias y querellas, aportar, ya sea ante el Ministerio Público o ante el Juez, los elementos de prueba que estén a su alcance, deducir derechos contra terceros respecto a la reparación del daño e interposición de recursos como el de apelación. 25 Op. Cit. Rodríguez Manzanera, Luis. pp. 307 26 Op. Cit. Colín Sánchez, Guillermo. pp. 259. Así, en el artículo 9º del Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, así como el artículo 141 del Código Federal de Procedimientos Penales, se indican los derechos de los que gozan la víctima y el ofendido del delito en la averiguación previa o en el proceso según corresponda, entre los cuales se encuentran: 1) Presentar cualquier denuncia o querella por hechos probablemente constitutivos de delito y que el Ministerio Público los reciba. 2) Recibir asesoría jurídica por parte de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, o Procuraduría General de la República si es el caso, respecto de sus denuncias o querellas. 3) A coadyuvar con el Ministerio Público en la integración de la averiguación y en el desarrollo del proceso. 4) A comparecer ante el Ministerio Público para poner a su disposición todos los datos conducentes a acreditar el cuerpo del delito, la responsabilidad del indiciado y el momento del daño y su reparación y a que el Ministerio Público integre dichos datos a la averiguación. 5) A que el Ministerio Público solicite debidamente la reparación del daño y a que se le satisfaga cuando esta proceda. 6) A impugnar las determinaciones de no ejercicio de la acción penal. De lo hasta aquí expuesto, puedo concluir que la víctima tiene, en términos generales, durante el procedimiento, facultades para ser portador de la notitia criminis y presentar querellas; aportar ante el agente del Ministerio Público los elementos de prueba que estén a su alcance; deducir derechos contra terceros, en lo concerniente a la reparación del daño; y, también, interponer los recursos señalados por la ley, únicamente en lo que se refiere a la reparación del daño. Por último, cabe aclarar que para el desarrollo de esta investigaciónse denominara ofendido a la persona o personas que por razones afectivas o sentimentales, de parentesco o por dependencia económica con la víctima, resultan afectados por la comisión de un delito. Así, el ofendido en el delito no se identifica entonces, sólo con el sujeto pasivo del delito, sino que adquiere una connotación mayor si se considera que no siempre es sólo la víctima la que sufre el daño, sino además sus causahabientes o derechohabientes. Por lo que, no todo ofendido es necesariamente la víctima, y sí, la víctima resulta ser siempre ofendido, de no agotarse materialmente con el delito; siendo siempre víctima y ofendido a la vez. Cabe hacer mención al criterio del Poder Judicial de la Federación acerca del tema contradictorio entre la víctima y el ofendido, indicando que no puede confundirse uno con otro, como a continuación se observa en la siguiente tesis jurisprudencial transcrita: No. Registro: 261,173 Tesis aislada Materia(s):Penal Sexta Época Instancia: Primera Sala Fuente: Semanario Judicial de la Federación Tomo: Segunda Parte, XLIII Tesis: Página: 59 OFENDIDO Y VICTIMA DEL DELITO. Es conveniente precisar que dentro de la técnica del derecho penal no puede identificarse el concepto de la víctima del delito con el del ofendido, pues aunque bien es cierto que en la mayoría de los casos víctima y ofendido se reúnen en una sola persona, no sucede así en otros, sirviendo de ejemplo el homicidio, delito en el cual la víctima se identifica con el sujeto privado de la vida y el ofendido con sus familiares o aquellas personas que se encuentran en relación de dependencia económica con él. También resulta interesante, para los efectos de la sentencia, el precisar que no debe de ninguna manera confundirse el resultado en el delito con el daño causado con el delito y menos aún con los efectos de éste. En sentido amplio, el resultado se refiere a la realización de un estado de hecho en relación al principio de la causalidad, mientras que, en sentido restringido, se le pone en relación necesaria con la acción humana. Mientras por efecto del delito se entiende toda consecuencia, aun el más indirecto o remoto de la actividad humana, el resultado es sólo aquel efecto que tiene relevancia para el derecho penal o sea el que el derecho toma en consideración y a cuya verificación conecta consecuencias de carácter jurídico (consumación del delito o agravación de la pena). En cuanto al daño, se le identifica como un efecto del delito, pero no como un efecto natural sino de naturaleza esencialmente jurídica; así, por ejemplo, Antolisei estima que aunque en realidad el daño está incluido en el concepto del delito y se identifica con él, según nuestro modo de ver, no hay dificultad ninguna, ni lógica ni práctica en ver las relaciones entre el delito y el daño desde el punto de vista causal y, consiguientemente, en considerar el daño como un efecto del delito, con tal de que quede bien claro que no se trata de un efecto natural, sino de un efecto jurídico del delito mismo. La lesión del interés, aun suponiendo siempre la existencia de un suceso natural, es sin duda un hecho jurídico; por tanto, ninguna crítica puede dirigirse a los autores que consideran el daño precisamente como un efecto jurídico del delito y en general del acto ilícito (La acción y el resultado en el delito, página 126, México, 1959). Tomando como base las ideas apuntadas, con relación al concepto de daño como efecto jurídico del delito y su identidad con el de interés, resulta fácil deducir que tal daño constituye un derecho patrimonial que pertenece tanto a la víctima como al ofendido. Aceptando que la reparación del daño exigible a terceros constituye un derecho patrimonial, por cuanto es apreciable en dinero, se debe recordar que patrimonio es, según la opinión clásica, el conjunto de derechos y obligaciones de una persona apreciables en dinero y formando una universalidad. De tal concepto se infiere que todo patrimonio consta de un activo y de un pasivo, el primero representado por los derechos o bienes y el segundo por las obligaciones o deudas; que el patrimonio es inalienable e imprescriptible y sólo se transmite con la muerte de la persona titular, por lo que el acontecimiento de muerte resulta el instante en que la persona deja de tener posibilidad de acrecentar su patrimonio por ser éste insuperable de la persona misma. 1.7 SUJETO ACTIVO DEL DELITO (INCULPADO O REO) En la ejecución de conductas o hechos delictuosos, interviene un sujeto físico, quien mediante un hacer o no hacer, legalmente tipificados, da lugar a la relación jurídica material de Derecho Penal y, en su caso, a la relación jurídica procesal. Ello no implica necesariamente que, dada la primera hipótesis deba ser considerado sujeto activo del delito, porque este calificativo le corresponderá hasta que se dicte la resolución judicial que así lo considere; no obstante, habrá estado obligado a otras formas y actos procedimentales, razón por la cual se calificará como supuesto sujeto activo del delito, nombre que se aplica en términos generales, sin desconocer que existen diversas terminologías que se aplican dependiendo del momento procedimental en que se encuentre. En la doctrina y en la legislación, al supuesto autor del delito se le ha llamado de diversas formas, es indiciado, procesado, acusado y condenado, durante los periodos de preparación del proceso, del proceso propiamente dicho, de juicio y después de dictada la sentencia ejecutoriada respectivamente. Aunque en muchas ocasiones se usa el término “reo” para nombrar al sujeto activo del delito, se considera incorrecto emplear dicho término en cualquier momento del procedimiento, ya que, como ya se mencionó, dependiendo del momento procesal en el que se esté, la calidad jurídica del sujeto activo va cambiando de diversas formas. Para encontrar una terminología más precisa, se toman como referencia las definiciones que señala el maestro Colín Sánchez: Indiciado: Es el sujeto en contra de quien existen sospechas de que cometió algún delito porque se le señala así. Presunto responsable: Es en contra de quien existen datos suficientes para presumir que ha sido autor de los hechos que se le atribuyen. Imputado: Es aquel a quien se le atribuye un delito. Inculpado: Es el individuo a quien se le atribuye la comisión o participación de un hecho delictuoso. Tradicionalmente este término se tomaba como sinónimo de “acusado” y se aplicaba a quien cometía un delito, desde el inicio de un proceso hasta su terminación. Encausado: Sujeto sometido a una causa o proceso. Procesado: Persona sujeta a un proceso; en consecuencia la aplicación de este calificativo dependerá del criterio que se sustente respecto al momento en que se estima la iniciación del proceso. Incriminado: Este calificativo en sinónimo de inculpado o imputado. Presunto culpable: Es aquel en contra de quien existen elementos suficientes para suponer que, en un momento procesal determinado, será objeto de una declaración jurídica que así lo considere. Enjuiciado: Toda persona sometida a un juicio. Acusado: Sujeto físico en contra de quien se ha formulado una acusación. Condenado: Individuo sometido a una pena. Reo: Es aquel cuya sentencia a causado ejecutoria y que, por ello, está obligado a someterse a la ejecución de la pena correspondiente.27 El autor Hernández Pliego opina que el inculpado no sólo es un sujeto indispensable de la relación procesal penal, sino que es el principal actor de él; el inculpado surge en el momento mismo en el que alguien le atribuye, en la denuncia o querella, la participación en el delito.28 Asimismo, señala la necesidad de diferenciar entre sujeto activo del delito e inculpado, ya que el primero es quien participó, de algún modo, en la comisión del hecho delictivo, es decir, es la persona física que como autor, partícipe o encubridorintervino en la comisión de un delito; en cambio el inculpado de un delito puede ser una persona que nunca ha participado en la realización de un hecho delictuoso, un inocente, una víctima del error o la calumnia. 29 Es necesario señalar que en términos jurídicos se utiliza en forma generalizada el término inculpado como sinónimo de sujeto activo del delito, pero se debe distinguir, ya que el inculpado será sujeto activo del delito hasta que se dicte sentencia condenatoria por el o los delitos cometidos, y que la misma se encuentre ejecutoriada o firme, es decir un sujeto puede ser acusado de un delito y denominársele sujeto activo del delito, pero si durante la secuela procesal acredita su falta de responsabilidad penal, no podría obtener la calidad de sujeto activo. Con relación a la terminología, es conveniente determinar, si debe emplearse solamente uno de los calificativos anteriormente mencionados, y en tal caso, precisar cuál sería el indicado, o de lo contrario, si debe utilizarse un término distinto para cada etapa procedimental. En la legislación mexicana, los integrantes del Congreso Constituyente de 1917, al referirse al supuesto sujeto activo del delito, usaron inapropiadamente los adjetivos: acusado, procesado y reo, sin tomar en cuenta el momento procedimental en el que interviene. Igualmente lo hicieron quienes idearon, legislaron y promulgaron los Códigos de Procedimientos Penales, Federal y para el Distrito Federal, en ambos ordenamientos le llaman indistintamente: inculpado, procesado, presunto responsable, indiciado, etcétera. Más tarde, en la exposición de motivos del Proyecto del Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, formulado en noviembre de 1963, se indica: “de igual manera al suprimirse las diversas fases del procedimiento, que obedecen fundamentalmente a razones de carácter didáctico, fue menester adoptar una sola 27 Op. Cit. Colín Sánchez, Guillermo. pp. 224. 28 Op. Cit. Monarque Ureña, Rodolfo. pp. 205 29 Idem, pp. 208 denominación para el sujeto primordial del drama penal, sintetizando sus alusiones en un solo denominador ‘El Imputado’; habida cuenta que desde el inicio del proceso la acción penal se ejercita contra un sujeto de imputación, que termina de serlo hasta que se precisa con la verdad legal su condición de sentenciado.”30 Sin embargo, aunque en la mayoría de sus artículos se hace referencia al imputado, en algunos otros preceptos se utilizó el término reo y en algún otro el de sentenciado y reo. Otro ejemplo acerca de la diversidad de terminologías que recibe el sujeto activo del delito se observa en la ley de amparo, en donde se hace alusión al término “reo” para referirse al mencionado sujeto, creando así controversias que han sido solucionadas con el criterio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya que en una jurisprudencia relativa a la finalidad que tiene la suplencia de la queja deficiente en materia penal, hace alusión a una terminología más amplia que la que hace la ley de amparo, quedando claro que, aunque en la Ley sólo se menciona al reo, se entiende que dicho término debe interpretarse en sentido amplio, pues no es únicamente aquel sujeto que compurga la pena impuesta, sino todo aquel que en las diversas etapas procedimentales tiene la calidad de sujeto activo del delito; como se observa en la siguiente tesis transcrita: No. Registro: 200,655 Tesis aislada Materia(s): Penal Novena Época Instancia: Segunda Sala Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: III, Febrero de 1996 Tesis: 2a. VIII/96 Página: 267 SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN MATERIA PENAL. SU FINALIDAD ES DAR SEGURIDAD JURÍDICA AL QUEJOSO PRIVADO DE LA LIBERTAD. La suplencia de la queja deficiente en materia penal, prevista en el artículo 76 bis, fracción II de la Ley de Amparo, tiene como finalidad proporcionar seguridad jurídica al quejoso privado de su libertad, circunstancia que vincula al juzgador de amparo para que, al ejercerla, deba otorgar al indiciado, procesado o sentenciado la seguridad de que es legal la resolución reclamada emitida dentro de un procedimiento de naturaleza penal, independientemente de que el sentido de la resolución pronunciada en el juicio de amparo o en la tramitación y resolución de los recursos establecidos en la ley de la materia favorezca o no al quejoso o recurrente que encuadre en esos supuestos. Recurso de reclamación en el amparo en revisión 370/95. Ludwing Ángel Hernández Pedroza. 11 de agosto de 1995. Cinco votos. Ponente: Genaro David Góngora Pimentel. Secretaria: Rosalba Becerril Velázquez. Así, aunque han habido diversos intentos por unificar los diferentes términos que se emplean a lo largo del procedimiento penal para denominar al sujeto activo del delito, 30 Op. Cit. Colín Sánchez, Guillermo. pp. 225. en la actualidad se siguen usando de manera arbitraria los diferentes denominadores que existen para referirse a dicho sujeto. DERECHOS Y OBLIGACIONES El artículo 20 constitucional establece todas las garantías individuales de que goza el inculpado durante el proceso penal, desde la averiguación previa hasta la terminación del mismo. Uno de los derechos es el de defensa, con todos los aspectos que este entraña; en el Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, se establece que en todas las audiencias el inculpado podrá defenderse por sí mismo o por las personas que nombre libremente, y que el nombramiento de defensor no excluye el derecho de defenderse por sí mismo. El juez o presidente de la audiencia o el Ministerio Público, en su caso, preguntaran siempre al inculpado, antes de cerrar la misma, si quiere hacer uso de la palabra, concediéndosela en caso afirmativo. El citado numeral constitucional establece toda la gama de garantías constitucionales que tiene el sujeto activo del delito a lo largo del proceso penal, como puede observarse en la siguiente transcripción: Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad, contradicción, concentración, continuidad e inmediación. … B. De los derechos de toda persona imputada: I. A que se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez de la causa; II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los motivos de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su perjuicio. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación o tortura. La confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo valor probatorio; III. A que se le informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia ante el Ministerio Público o el juez, los hechos que se le imputan y los derechos que le asisten. Tratándose de delincuencia organizada, la autoridad judicial podrá autorizar que se mantenga en reserva el nombre y datos del acusador. La ley establecerá beneficios a favor del inculpado, procesado o sentenciado que preste ayuda eficaz para la investigación y persecución de delitos en materia de delincuencia organizada; IV. Se le recibirán los testigos y demás pruebas pertinentes que ofrezca, concediéndosele el tiempo que la ley estime necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las personas cuyo testimonio solicite, en los términos que señale la ley; V. Será juzgado en audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá restringirse en los casos de excepción que determine la ley, por razones de seguridad nacional, seguridad pública, protección de las víctimas, testigos y menores,
Compartir