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50 PENSADORES I CONTEMPORÁNEOS ESENCIALES I John Lechte • Bachelard • Bajtin • Canigun ....... • eavanats Freud • Mauss • Merleau-Ponty • Althusser Benveniste • Bourdieu • Chomsky • Dumézil • Genette • Jakobson • Lacan • Lávi-Etramis • Metz .• .• SelleS • Braudel • Batailie • Deleuze • Derrida Foucault • Letrinas • Barth:es • Eco • Greimas Iljelmslev • 1.Kristeva • 72.9i:ce • Saussure To.clifrov • Irigaray • Le Doeuff • Paternan Adorno • Arendt • Habanas • Laclau • Touraine Benjamin • Blanchot • Joyce • Nietzsche • Simm.e.1 Sollers • Baudrillard • Duras • Eafila • Lyotard CATEDRA Cincuenta pensadores - contemporáneos esenciales Título original de la obra: EiftE Kev Coniempomo , Thinken. Índice Traducción de Mn. Luisa Rodríguez Tapia Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. ID 1994 John Lechte Ediciones Cátedra S. A., 1996 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Depósito legal: M. 40.948-1996 ISBN.: 84-376-1478-3 Printecl in Spain Impreso en Gráficas Rogar, S. A. Nava lcamero (Madrid) PREFACIO AGRADECIMIENTOS PRIMER ESTRUCTURALISNIO Gaston Bachelard Mijail Bajtin Georges Canguilhem Jean Cavaillés Sigmund Freud Marcel Mauss Maurice Merleau-Ponty ESTRUCRIRALISMO Louis Althusser Érnile Benveniste Pierre Bourdieu Noam Chomsky Georges Dumézil Gérard Genette Reman Jakobson Jacques Lacan ......... Claude Lévi-Strauss Christian Meta Michel Serres HISTORIA ESTRUCTURAL STA Fernand Braudel PENSAMIENTO POSTESTRUCTIDAUSTA Georges Bataille Gines Deleuze Jacques Derrida 17 19 24 30 35 40 95 51 57 59 65 69 74 80 90 96 101 108 114 121 123 129 131 136 141 Misioneros del Espinas Saroa 11" iblioteca Del ilosofado Provincia Félix de Jesús Michel Foucault 147 Emmanuel Levinas 153 515mió-ncA 159 Roland Barthes 161 Umberto Eco 166 Algirdas-Julien Greimas 171 Louis Hjelmslev 177 Julia Kristeva 183 Charles Sanders Peirce 187 Ferdinand de Saussure 192 Tzvetan Todorov 197 EL FEMINISMO DE SEGUNDA GENERACIÓN 205 Luce Irigaray 207 Michéle Le Doeuff 212 Carole Pateman 217 Pos-rmARnsmo 223 Theodor Adorno 225 Hannah Arendt 230 Jürgen Habermas 236 Ernesto Laclau 243 Alain Touraine 248 LA MODERNIDAD 255 Walter Benjamin 257 Maurice Blanchot 262 James Joyce 268 Friedrich Nietzsche 273 Georg Simmel 279 Philippe Sollers 284 LA POSIMODERNIDAD 291 Jean Baudrillard 293 Marguerite Duras 298 Franz Kafka 304 Jean-Frasnois Lyotard 309 A la memoria de mis abuelas, que valoraron la educación. CAROL YN LECITTE (1885-1978) MURIEL GARNER (1896-1979) 8 Prefacio Este libro sigue el admirable modelo establecido por Diané Co- llinson en Fifty Major Philosophers (1087). Es decir, ofrezco al lector una visión global de la obra de cada pensador junto a datos biográ- ficos. Como Ms. Collinson, también pretendo introducir, a veces de forma muy detallada, uno o más aspectos de la oettvre en cuestión, especialmente en la medida en que se relacione con los aspectos del pensamiento inspirados por el estructuralismo. Y abordo con fre- cuencia ese pensamiento, para disentir de él o apreciar sus revela- ciones. Confío en que el lector adquiera una sensación real del sa- bor, el estilo y, en muchos casos, el carácter verdaderamente innovador de las ideas estudiadas. No obstante, mi labor ha sido, al mismo tiempo, más fácil y más difícil que la de Diané Collinson, porque, si bien no he tenido que recorrer toda la historia del canon filosófico occidental para escribir estos artículos, sí me he visto obligado a escoger a 50 pensadores contemporáneos. Y aunque, desde luego, se puede discutir quién debe figurar en el canon filosófico, existen pocas dudas de que ha habido un canon muy influyente, hasta el punto de que la gente cica a Platón, Hobbes o Sartre sin saberlo. En cierto modo, pues, la carea de Diané Colfinson consistió en hacer explícitas formas de pensa- miento que ya nos han impregnado. Mi trabajo, por el contrario, ha sido destilar elementos esenciales en la obra de pensadores que, en ocasiones, no son muy conocidos, pero que están empezando a ser- lo. Casi todo el mundo ha oído hablar, por lo menos, de Platón; pero ¿han oído hablar de Saussure? Casi todos saben que el idealismo fi- gura en algún lugar de la filosofía de Flacón; pero ¿saben que la •i- ferencia- es un concepto clave en Saussure? Evidentemente, creo que la respuesta es -no en ambos casos. 11 Na estoy refiriéndome sólo a los conocimientos del lector en ge- neral, sino a los míos propios. Porque el contraste que pretendo sa- car a la luz es el que existe entre un canon relativamente estable con el que estoy familiarizado, aunque no sea en detalle, y una serie de pensadores cuyas ideas están aún, frecuentemente, en plena evolu- ción, porque muchos de ellos siguen escribiendo y, por consiguien- te, no han terminado su obra y porque, por definición, no es posible tener un conocimiento profundo de ideas que son esencialmente contemporáneas e innovadoras. En otras palabras, saber si he esco- gido el ángulo más importante o revelador sobre los pensadores que examina será, y debe ser, materia de discusión. Ante esta dificultad, mi apuesta en favor del lector es que la luz que arrojo sobre el pensamiento que examino es una luz informada, pero que, incluso si resulta que no es más que una de las formas posibles de entender a ese pensador, seguirá siendo informativa y educativa en el sentido al que me refiero. Y éste es que (ser capaz de) estar en desacuerdo conmigo es comprenderme. Pero ¿qué ocurre con la elección de pensadores? Aquí, el subtítu- lo del libro debería indicar la orientación de mis decisiones. Los pen- sadores elegidos sirven para profundizar en la comprensión de la orientación estrucruralista del pensamiento tras la Segunda Guerra Mundial, que surgió en gran parte, si no de forma exclusiva, en Fran- cia. En mis explicaciones he intentado no criticar este punto; no es posible reducir ninguno de los 50 pensadores estudiadas a un movi- miento. Aunque me centro principalmente en el periodo de posgue- rra, no lo hago de manera exclusiva: he intentado incluir a pensado- res que, cronológicamente, tal vez fueron de otra generación (Saussure, Freud, Nietzsche), pero que han tenido una importancia fundamental y una enorme contemporaneidad, desde el punto de vista intelectual. Es decir, «contemporáneo. significa más que con- temporáneo en el tiempo. Dado que la orientación del libro consiste, en gran parte, en ha- blar de los pensadores que representan una tendencia estructural o postestrucrural, moderna o postmoderna, he incluido asimismo a una serie de pensadores indiscutiblemente importantes (Adomo, Haber- mas) que no se identifican, o se identifican menos, con esta orien- tación. Respecto a la presentación material del libro, he agrupado a los pensadores en nueve categorías: primer estructuralismo; estructura- lismo; historia estrucruralista; pensamiento postestrucniralista; semió- tica; feminismo de la segunda generación; postmarxismo; moderni- 12 dad y, por último, postmodernidad. Cada grupo de pensadores va precedido de una breve nora introductoria, que pretende dar al lec- tor una visión amplia de la tendencia intelectual en cuestión. Algu- nas personas pueden opinar que los agrupamientos son demasiado reductores. Ami juicio, se limitan a indicaruna orientación y ayudan al lector a apreciar el significado global de esta colección de ensa- yos, un significado que no debe pasar inadvertido y que, empleado de forma inteligente, puede ayudar a una mejor comprensión de cada caso individual. Dentro de cada pensador, he intentado ofrecer información so- bre la obra tanto reciente como temprana a la hora de enumerar las obras principales, del mismo modo que he intentado sugerir lecturas adicionales de obras recientes*. Por último, debo abordar brevemente la cuestión de cómo pue- de usarse el presente libro. A mi juicio, sería ridículo afirmar que he presentado a estos 50 pensadores contemporáneos de tal manera que no es preciso que el lector acuda a ninguna otra obra para consoli- dar su conocimiento. Este libro ofrece una vía para comprender a los pensadores que introduce; no sustituye la lectura de sus propias obras. Como afirma Heidegger, no ofrezco un aprendizaje; intento dejar que ese aprendizaje se produzca. JOHN LECHTE • Para la presente edición se han incluido traducciones al español existentes de las obras de los autores. En muchos casos se recogen las obras en su lengua origi- nal por no existir traducción española disponible y ser la obra de relevancia dentro de la producción del autor. Las obras de los pensadores rusos se referencian en inglés, por ser ésta una lengua más asequible al público en general. 13 Agradecimientos Gill Bouomley ha sido una fuente de inspiración en el estudio de los problemas suscitados por los pensadores en el presente libro, además de ofrecerme un incansable apoyo material. A ella le ofrez- co mi agradecimiento más profundo. Eduardo de la Fuente está con- virtiéndose en una autoridad mundial sobre Adorno y me ofreció su conocimiento y consejo al respecto. También colaboró en la búsque- da de bibliografía en casos importantes. Varias personas leyeron y comentaron los ensayos. Entre ellas, Gill Bottomley, Murray Dom- ney, Eduardo de la Fuente, Barry Hindess, Ephraim Nimni y Paul Pacton. Les doy las gracias a todos ellos pero, desde luego, asumo la responsabilidad de cualquier error que pueda quedar en el texto que, con tanta generosidad, ayudaron a mejorar. Por último, me gustaría dar las gradas más sinceras a mi editor, Richard Stoneman, por la idea para este proyecto y, especialmente, por su paciencia con una tarea que, me avergüenzo de reconocer, incumplió plazos en varias ocasiones. 15 Primer estructuralismo Para ofrecer una idea de los factores que pusieron en marcha el movimiento estrucruralista, podemos ver que ciertas tendencias en la obra de un Marcel Mauss o un Georges Canguilhem habían empe- zado ya a desestabilizar las hipótesis de la fenomenología y el posi- tivismo. El hecho de centrarse en la sociedad como un sistema en el que ciertos fenómenos constiruyen un .hecho social total', o en la base epistemológica del conocimiento (Canguilhem), empieza a tras- ladar el énfasis, de la explicación esencialista de la sociedad o el conocimiento, hacia la idea de que es la consecuencia del carácter estructural (es decir, diferencial y relacional) de tales acontecimien- tos. Por consiguiente, la historia de la ciencia deja de ser la expre- sión de una mente; más bien, a través de una configuración episte- mológica, la historia elabora el marco intelectual que la comprende. Además, los cambios en la experiencia actual de una sociedad o un individuo (cfr. Freud) alteran el significado del pasado. Éste no pue- de entenderse ya por sí solo, porque ahora es preciso interpretarlo en relación con las preocupaciones del presente. 17 Gaston Bachelard Gaston Bachelard —epistemólogo, filósofo de la ciencia y teórico de la imaginación— influyó en figuras esenciales de la generación estructu- ralista y postestructuralista de la pos- guerra. A través de Jean Cavaillés y, especialmente, en relación con la obra y la dirección de Georges Can- guilhem, Michel Foucault descubrió su orientación concreta al investigar la historia de los conocimientos. Asi- mismo, cuando Louis Althusser halló inspiración en el concepto de •dis- continuidad.. de Bachelard —que él tradujo como •ruptura epistemológi- ca...—, una generación de filósofos marxistas descubrió estímulos para reexaminar las nociones de tiempo, subjetividad y ciencia. Gaston Bachelard nació en 1884 en la Francia rural, en Bar-sur-Aube, y murió en París en 1962. Después de trabajar en el servicio postal (1903- 1913), fue profesor de física en el Co- llége de Bar-sur-Aube entre 1919 y 1930. A los treinta y cinco años, Ba- chelard emprendió nuevos estudios, esta vez de filosofía, y completó su agrégalion en 1922. En 1928 publicó su tesis doctoral, que había defendido en 1927: Essai sur la connaissance approchée (Ensayo sobre el conoci- miento aproximado) y su tesis com- plementaria, Étude sur l'évolution d'un probléme physique, La propaga- ¡ion that-migue dans les solides (Estudio sobre la evolución de un problema fí- sico: la propagación térmica en los só- lidos). Sobre la base de esta obra, en 1940 le ofrecieron la cátedra de his- toria y filosofía de la ciencia en la Sor- bona, puesto que ocupó hasta 1954. Tres elementos esenciales del pen- samiento de Bachelard lo convirtie- ron en un filósofo y pensador único e hicieron que su obra fuera crucial para la generación de estructuralistas de posguerra. El primer elemento se refiere a la importancia de la episte- mología en la ciencia. En este senti- do, si los científicos poseían una comprensión deficiente de su propia actividad, ello supondría un obstácu- lo fundamental para la aplicación de su trábajo. La epistemología es el te- rreno en el que se comprende el sig- nificado de los esfuerzos científicos. Como escribió Bachelard en La pbilo- sopbie du •now (la filosofía del •no.): •El espacio en el que se mira, en el que se examina, es filosóficamente muy distinto al espacio en el que se ve.?. La razón es que el espacio en el que se ve es siempre un espacio re- presentado, no un espacio real. Sólo se puede tener en cuenta este factor si se recurre a la filosofia. De hecho, Bachelard pasa, a continuación, a de- fender •un estudio sistemático de la representación, el elemento inierme- 19 BACHELAhD 13ACI-IELARD dio más natural para determinar las relaciones de noúmeno y fenóme- no- 2. Estrechamente asociada a la in- teracción entre la realidad ;y su repre- sentación se encuentra la defensa inquebrantable que Bachelard hace de la relación dialéctica entre raciona- lismo y realismo; o empirisruo, como puede también llamarse. Así, en el que quizá se convirtió en su libro más influyente para el público en general, El nuevo espíritu científico, este ver- dadero poeta de la epistemología afirma que existen esencialmente dos bases metafísicas predominantes: ra- cionalismo y realismo. El racionalis- mo —que incluye la filosofía y la teo- ría— es el campo de la interpretación y /a razón; por otro lado, el realismo ofrece al racionalismo el material ne- cesario para sus interpretaciones. Li- mitarse a permanecer en un plano ingenuo e intuitivo —el nivel experi- mental— a la hora de captar hechos nuevos es condenar la comprensión científica al estancamiento; no puede llegar a saber lo que está haciendo. De/ mismo modo, si se exagera /a im- portancia' de/ aspecto racionalista —quizá incluso asegurando que, en definitiva, /a ciencia no es más que el reflejo de un sistema filosófico subya- cente—, puede producirse un idealis- mo igualmente estéril. Por consi- guiente, para Bachelard, ser científico es no dar prioridad ni al pensamien- to ni a la realidad, sino reconocer el nexo inextricable entre ambos. Ba- chelard capta lo que está en juego en esta frase memorable: da experimen- tación debe dejar paso al argumento y el argumento debe recurrir a la ex- perimentación). Todos los escritos de Bachelard sobre el carácter de la ciencia se rigen por este principio. Con su formación científicay filosófi- ca, Bachelard era un ejemplo de la posición que intentó defender en su obra. Como es de prever, un libro como le Rationalisme appliqué (El ra- cionalismo aplicado) pretende de- mostrar la base teórica de distintos tipos de experimentación. Un racio- nalismo profundo es siempre un ra- cionalismo aplicado, que aprende de la realidad. Pero eso no es todo, Ba- chelard está también de acuerdo en que el empirista puede aprender del teórico aspectos de la realidad cuan- do —corno Ocurre con Einstein— la teoría se desarrolla antes que su correlato experimental. La teoría lo necesita para confirmarse. Con la im- portancia que daba a la epistemolo- gía, Bachelard unió ciencia y filosofía de una forma raramente vista hasta entonces. Las ciencias humanas y na- turales hallan verdaderamente aquí a su intermediario, en el hombre que, al final, acaba por escribir una -poéti- ca- de la ciencia. El segundo gran aspecto de la obra de Bachelard que ha tenido especial influencia en relación con el estruc- turalismo es su teorización de la his- toria de la ciencia. En pocas palabras, Bachelard propone una explicación no evolutiva del desarrollo de la cien- cia, en la que los avances anteriores no explican necesariamente el estado actual. Por ejemplo, según Bachelard, no es posible explicar /a teoría de la relatividad de Einstein como un desa- rrollo a partir de /a física newtoniana. Las nuevas doctrinas no se desarrolla- ron a partir de las viejas, afirma, -sino que, más bien, /as nuevas envolvieron a /as viejas.. Y continúa: il-a.s genera- ciones intelectuales están encajadas unas dentro de otras. Cuando pasa- mos de la física no newtoniana a la newtoniana, no nos encontramos con la contradicción, sino que la experi- mentamos.". Basándose en ello, el concepto que enlaza los descubri- mientos con una serie de hallazgos anteriores no es la continuidad sino la discontinuidad. Existe, pues, una discontinuidad entre la geometría euclidiana y no euclidiana, entre el espacio euclidiano y las teorías de lo- calización, espacio y tiempo propues- tas por Heisenberg y Einstein. Una vez más, Bachelard destaca que, en e/ pasado, la masa se definía en relación con una cantidad de materia. Cuanto mayor era la materia, mayor era la fuerza que se consideraba necesaria para oponerse a ella; la velocidad era una función de la masa. Con Einstein sabemos, actualmente, que la masa es una función de la velocidad, y no a la inversa. Lo esencial aquí no es que las teorías anteriores tuvieran caren- cias y por tanto se opusieran. sino que las nuevas teorías tienden a tras- cender por completo las teorías y ex- plicaciones anteriores de fenómenos, o a mostrar discontinuidad respecto a ellas. Como expone Bachelard: Sin duda, existen cienos tipos de conocimiento que parecen ser inmu- tables. Ello hace pensar a algunas personas que la estabilidad del con- tenido se debe a la estabilidad del continente o, en otras palabras, que las formas de racionalidad son per- manentes y no es posible ningún nuevo método de pensamiento ra- cional. Pero la estructura no proce- de exclusivamente de la acumula- ción; la masa de conocimiento inmutable no posee tanta importan- cia funcional como a veces se crees. De hecho, afirma Bache/ard, los cambios —en ocasiones, radicales— en e/ significado de un concepto o en el carácter de un área de investiga- ción son lo que mejor caracteriza la naturaleza del esfuerzo científico. Por tanto, lo que la ciencia tiene de nue- vo es siempre revolucionario. Como añadido a la concepción de Bachelarcl sobre el desarrollo cientí- fico, es importante advertir que todo el pensamiento científico -es, en su propia esencia, un proceso de cosi- ficación•, un sentimiento con el que Fierre Bourdieu (antiguo alumno de Bachelard) estaría completamente de acuerdo. Además, al hablar del pen- samiento científico de la era moder- na, Bachelard advierte que tiende fundamentalmente a ver los fenóme- nos desde el punto de vista de su relación y no de su sustancia, es de- cir, por tener cualidades esenciales propias. Esta observación indica cla- ramente un rasgo presente en el pensamiento estructuralista contem- poráneo. Como confirma Bachelard: -Las propiedades de los objetos en el sistema de Hilbert son puramente re- lacionales, y no sustanciales- 6 . Cuando afirma que -la asimilación de lo irracional por parte de la razón nunca deja de producir una reorgani- zación recíproca del terreno de la ra- cionalidad-', Bache/ard confirma el carácter dialéctico de su enfoque, un enfoque recordado, aunque en un contexto diferente ,y con objetivos distintos, por Julia Kristeva y sus con- ceptos de lo .semiótico- y lo .simbóli- co'. El pensamiento se encuentra siempre •en proceso de cosificaciórhs; nunca es algo determinado y comple- to, nunca es algo cerrado en sí mis- mo y estático, como solían pensar ciertos científicos. Asociada a esta concepción del pensamiento se encuentra la postura anticartesiana de Bachelard. Si Des- cartes había afirmado que, para pro- gresar, el pensamiento debía partir de ideas claras y sencillas, Bac.helard ar- gumenta que no existen ideas senci- llas, sólo complejidades, como se ve especialmente cuando esas ideas se aplican. •La aplicación es complica- ción., afirma. Además, aunque la me- jor teoría parece ser la que explica la 20 21 BACHELARD BACHELARD realidad de la manera más sencilla, nuestro autor responde que a reali- dad no es sencilla nunca y que, en la historia de la ciencia, los intentos de lograr la sencillez (por ejemplo, la es- tructura del espectro del hidrógeno) han resultado invariablemente ser simplificaciones excesivas cuando, al final, se reconoce el carácter comple- jo de la realidad. Como idea derivada de Descartes, la sencillez no se ajusta adecuadamente al hecho de que todo fenómeno es un tejido hecho de rela- ciones y no simple sustancia. Por consiguiente, los fenómenos sólo pueden captarse mediante una forma de síntesis que corresponde a lo que Bachelard llamó, en 1936, surrationa- lisnie9. El surracionalismo es un enri- quecimiento y revitalización del ra- cionalismo mediante la referencia al mundo material, de igual manera que, desde otra dirección, el surrea- lismo intentaba revitalizar el realismo a través del sueho. Otra dimensión influyente del pen- samiento de Bachelard es su análisis de las formas de la imaginación, es- pecialmente las imágenes relaciona- das con los temas de la materia, el movimiento, la fuerza y el ensueño, así como las imágenes asociadas del fuego, el agua, el aire y la tierra. Ba- chelard, en obras como La Tenv et les réveries de la mimaré (La tierra y los ensueños de la volurnad), incluye nu- merosas referencias a la poesía y la literatura de la tradición cultural occi- dental, referencias que utiliza para ilustrar el trabajo de la imaginación. Este último debe diferenciarse de la percepción del mundo exterior tradu- cida en imágenes. El trabajo de la imaginación, como afirma nuestro autor, es más fundamental que la per- cepción de las imágenes; es cuestión de afirmar, por tanto, el carácter psí- quicamente fundamental de la imagi- nación creativa•t". La imaginación no es un mero reflejo de las imágenes exteriores, sino una actividad sujeta a la voluntad del individuo. Bachelard pretende investigar los productos de esa voluntad creativa, que no pueden predecirse partiendo del conocimien- to de la realidad. En cierto sentido, pues, la ciencia no puede predecir la trayectoria de la imaginación, porque ésta posee un tipo especial de auto- nomía. Estar sometida a la voluntad significa que la imaginación —como para algunos surrealistas— está rela- cionada con la fantasía semiconscien- te (rénerie) más que con os procesos inconscientes (condensación, despla- zamiento, etc.) del ensueño. En reali- dad, este factor, junto a su interés por los arquetipos, sitúa a Bachelard mu-cho más cerca de Jung que de Freud. También recuerda a Jung el énfasis que pone Bachelard, en su análisis de la imaginación, en los cuatro elemen- tos primarios. del fuego, el agua, el aire y la tierra, que considera eterna- mente presentes en una alquimia poética. Es decir, en el horizonte se ve cierto elemento místico (cfr. Psico- logía y alquimia, de Jung). Además, la insistencia de Bachelard en la prio- ridad de la relación ya reconocida entre sujeto y objeto, que extrae, no siempre de forma voluntaria, de la fenomenología, significa que, mien- tras la imaginación podría crear imá- genes (casi siempre, sublimaciones de arquetipos), no se piensa que la labor de la creatividad produzca por sí misma dicha relación. De hecho, el sujeto aquí es su majestad el yo, como afirmaba Freud; porque existe una presunción de autonomía que bordea lo absoluto. De esta manera entra en los escritos de I3achelard so- bre la imaginación un elemento de cierre aparentemente ausente de sus ensayos científicos. La imaginación, por consiguiente, es el terreno de la imagen y, como tal, es preciso diferenciarla de la tra- ducción del mundo externo a con- ceptos. La imaginación produce imá- genes y es sus imágenes, mientras que el pensamiento produce concep- tos. Sin un surrealismo que aparece con el fin de reavivar la imagen, el mundo de esta última estaría tan en- cerrado en si mismo que se marchita- ría y moriría. Del mismo modo, si no fuera por cierto surracionalismo, el pensamiento y sus conceptos tam- bién se marchitarían, enfermos de su propia perfección y sencillez. En rea- lidad, apertura. y -complejidad. resu- men la posición de Bachelard. En su pléyade de elementos —un poco de- masiado jungiana—, el concepto tien- de a estar en el lado masculino de las cosas, mientras que la imagen tiende hacia lo femenino. Igualmente, el concepto corresponde a la imagen del día (porque es equivalente a ver.), mientras que la imagen corres- ponde a la imagen de la noche. El astuto librito de Dominique Lecourt sobre Bachelard llama la atención precisamente sobre esta característica de la obra del pensador: .En pocas palabras, para repetir los términos de Bachelard, entre sus libros científicos y sus obras sobre la imaginación exis- te la misma relación que entre el día y la noche.". En general, Bachelard se muestra reservado en cuanto a si ambos términos aparecen juntos, es decir, si la imagen aparece en la cien- cia y la ciencia en el reino de las imá- , genes. Sin embargo, la obra de 13a- chelard, casi a su pesar, ha llegado a considerarse fuente de inspiración para quienes intentan derribar la ba- rrera entre concepto e imagen, con el fin de que las imágenes nuevas pue- dan convertirse en base de nuevos conceptos científicos y los conceptos nuevos puedan surgir a partir de nue- vas imágenes. Más en concreto, las obras de 13a- chelard destacan el hecho de que ni el concepto ni la imagen son transpa- rentes y que dicha opacidad indica que en los asuntos humanos existe siempre un elemento de subjetividad. Ello significa que, de los seres huma- nos, se habla canto como hablan ellos mismos en los marcos de la ciencia y lo simbólico que constituyen sus vi- das. Como expresa de nuevo Lecourt: .Nadie puede leer estos textos diver- gentes sin percibir una unidad que debe buscarse bajo la contradic- ción 42 . ¿.Unidad., o .sintesis.? La res- puesta no carece de importancia. Por- que, mientras la unidad implica homogeneidad y corre e.I riesgo de convertirse en una unidad sencilla, la síntesis, como afirmaba Bachelard, tiene que ver con las relaciones, pue- de existir entre elementos diferentes (siempre que la diferencia no sea ra- dical) y presupone divisiones de al- gún tipo. Por el contrario, la unidad tiene tendencia a borrar las relacio, nes. Al final, la oeuvre de 13achelard tiende a encarnar la idea de síntesis que proponía en sus primeros traba- jos. Pero era, necesariamente, una síntesis que no podía ver, una cegue- ra necesaria que formaba parte (en términos existenciales) del lugar des- de el que escribía. En este sentido, pues, podría considerarse que la no- che tiene prioridad sobre el día en esta obra excepcional. NOTAS ' Gaston Bachelard, Tbe Philosophyof No: A Pbilosopby of me New Scientific Min4 trad. de G. C. Warerston, Nueva York. Orion Press, 1968. pág. 63. • !bid., pág. 64. 22 23 BAJTIN 1SAJTIN ' Gaston Bachelard, The New Scienti- fíe Spirii, trad. de Arthur Goldhammer, Boston, Beacon Press, 1985, pág. 4. La cursiva es de Bachelard. 'Ibid., pág. 60. 5 'bid., pág. 54. 'bid., págs. 30-31. 7 'Oíd., pág. 137. " !bid., pág. 176. La cursiva es mía. Gaston Bachelard, Surrationalis- me•, Inquisitions, 1(1936). 1 ° Gaston Bachelard, la Terre et les raerles de la volonté: essai sur rima- gination des forces, París, Corti, 1948, pág. 3. " Dominique Lecoun, Bacbelard ou le jour et la nuit (un essai de nzatérialis- me dialectiqzte), París, Maspero, 1974, pág. 32. " ¡bid. La cursiva es de Lecourt. VÉASE TAMBIÉN EN ESTE LIBRO Althusser, Bourdieu, Canguilhem, Cavai- llés, Foucault, Kristeva, PRINCIPALES OBRAS DE BACREL;RD Essai sur la connaissance approcbée, París, Vrin, 1928. 3. ed., 1970 (tesis principal para el doctorado en litera- tura). La Valeur inductive de la relativité, Pa- rís, Vrin, 1929, Le Pluralisme coherent de la cbimie uzo- derne, París, Vrin, 1932. L'Intuition de Pinstant: étude sur la loé- de Gastan Rozipnel, París, Stock, 1932. Les Intuitions atomistiques: essai de clas- sification, París, Boivin, 1933. Le Nouvel Esprit Scientifique, París, Al- ean, 1934. L'Expénence de l'espace dans la pbysique contempdraine, París. PUF, 1937. La Terre él les révena de la valoricé: essai sur Pinzagination des forces, París, Jose Coal, 1948. La Dialectique de la durée, París, Boivin, 1936. Nueva ed., PUF; 1950. La Fornzation de l'esprit scientifique. Contribution a uno psychanalyse de la connaissance objectite, París, Vrin, 1938; 8! ed., 1972. Le Psycbanalyse du fu, París. Gallimard, 1938. La Pbilosopbie du mon-, París, Presses Universitaires de France, 1940. El agua y los sueños (1942), Madrid. FCE, 1994. La Term et les révenks du repos. Essai sur les inzages de rintimité, París, Jose Coni, 1948; 6. impresión, 1971, Le Rationalistne appli qué, París, PUF, 1949; 3. ed, 1966. Le Alaterialistue rationnel, París, PUF, 1953; 27 ed., 1963. La poética del espacio (1957), Madrid, FCE, 1993. La Poétique de la réverie, París, PUF, 1960; 3. ed., 1965. Flamme d'une chandelle, París, Presses Universitaires de France, 1961. Le Droit de réver, París, Presses Univer- sitaires de France, 1970. OTRAS LECTURAS GINESTIER, Paul, Pour connaltre la petuée de Bachelard, París, Bordas, 1968. LEcourr, Dominique, Bachelard ou le jour et la nuit, París, Grasset, 1974, McAuxsrea Jorers, Mary, Caston Bache- lar& Subversibr Hunzanist. TattS and Readings, Madison, University of Wis- consin Press, 1991. SMITH, Roch Charles, Gastan Bachelard, Boston, Twayne, 1982. MIES, Mary, Bachelard, Science and Ob- jectivity, Cambridge, Cambridge Uni- versity Press, 1984. Mijail Bajtin Mijall Bajtin es, según algunas opi- niones, uno de los grandes teóricos de la literatura del siglo Da'. Tanto el alcance histórico de su obra como las condiciones políticas en las que escri- bió (especialmente la represión poli- tica bajo Stalin) han hecho de él un filósofo social de cierta magnitud. Nacido en noviembre de 1895, Baj- tin se licenció en lenguas clásicas y fi- lología en la universidad de Petrogra- do en 1918. Debido fundamental- mente a motivos políticos, vivió gran parte de su vida en una oscuridad autoimpuesta y aceptó en 1936 una cátedra en la remota Escuela del pro- fesorado del estado de Mordovia, donde, aparte de una interrupción en los años 40 debida a los rumores de purga politica,enseñó hasta 1961. Pese a su escasa prominencia políti- ca, Bajtin fue arrestado en 1929 por su presunta participación en la igle- sia ortodoxa rusa clandestina, y sen- tenciado a seis años de exilio interior en Kazajistán, donde trabajó como contable. En la década de los 60 Bajtin pasó a ser figura de culto en Rusia, se redescubrió su obra de 1929 sobre Dostoievski y se publicó por primera vez en la Unión Soviéti- ca, en 1965, su libro más famoso, so- bre Rabelais, presentado inicialmente como tesis doctoral en los años 40. Con el interés renovado por su obra, Bajtin empezó a trabajar a principios de los 70 en una serie de proyectos -como el relativo a las bases filosó- ficas de las ciencias humanas- que permanecían inacabados en el mo- mento de su muerte, marzo de 1975. La trayectoria intelectual de Bajtin y sus costumbres de escritor son ex- cepcionales. No sólo reelaboraba con frecuencia trabajos terminados y se- guia desarrollando de forma distinta conceptos ya formulados -por lo que su trayectoria no es tanto una lí- nea recta como una espirar-, sino que, además, existe una controversia sobre varios libros de los que se sos- pecha que los escribió él, pero que se publicaron bajo el nombre de sus amigos V. N. Voloshinov y P. N. Med- vedev. Los más importantes son Frau- dianismo y Marxismo y filosofía del letipinqe, de Voloshinciv, y El método formal en los estudios literarios, de Medvedev. Al margen de los problemas de autoria, casi todos los especialistas están de acuerdo en que la obra de Bajtin puede dividirse en tres grandes periodos: I) primeros ensayos sobre ética y estética; 2) libros y artículos sobre la historia de la novela; 3) en- sayos publicados póstumamente que vuelven a abordar los ternas del se- gundo periodo. A pesar de los estu- dios minuciosos que se llevan a cabo actualmente para mostrar la profundi- dad de su pensamiento, es cierto que, fuera de un círculo de especialistas, Bajtin es más conocido en Occiden- te, primero, por su noción de carna- val, que procede de su estudio de Ra- belais; segundo, por el concepto de novela dialógica y polifónica deriva- do de su estudio sobre Dostoievski, y, por último, a propósito de térmi- nos como .cronotopo• y •discurso no- velístico., que proceden de sus ensa- yos sobre la teoría de la novela'. En su estudio sobre Rabelais, que fue su primera obra traducida al in- glés, I3ajtin se centra en el carnaval tal como existía en el periodo anterior al Renacimiento y en este último (Rabe- lais 11494-15531 escribió sus obras más importantes a principio de la década de 1530). Para Bajtin, Rabelais conti- núa la tradición del carnaval y añade sus propias innovaciones. ¿Qué es el carnaval, pues? El aspecto más importante del car- naval es la risa. Pero la risa de carna- val no puede equipararse a as formas específicas que adopta en la concien- cia moderna. No es meramente paró- dica, irónica o satírico.. La risa de car- naval no tiene objeto, Es ambivalente. La ambivalencia es la clave de la es- tructura carnavalesca. La lógica del carnaval, como ha demostrado Kriste- 24 25 BAJTIN BAITIN va, no es la lógica de la ciencia y la seriedad, cuantitativa y causal, del verdadero o falso, sino la lógica cua- litativa de la ambivalencia, en la que el actor es también el espectador, la destrucción deja paso a la creatividad y la muerte equivale a renacer. Por tanto, el carnaval no es priva- do ni supone una oposición especifi- ca, como en el periodo inmediata- mente anterior al Romanticismo y durante éste. En ningún sentido debe entenderse el carnaval como un he- cho sancionado oficialmente o sim- plemente como una época festiva, una ruptura del ritmo normal de tra- bajo de la vida diaria; tampoco es una fiesta que refuerza el régimen predo- minante de b vida cotidiana, con su jerarquía de poder y sus enormes contrastes entre ricos y pobres. El car- naval, en resumen, no es producto de una burocracia (siempre seria) que fortalece su propio poder sobre el principio del •pan y circo.. La gente constituye el carnaval y la burocracia, corno todos los demás, se ve someti- da a sus leyes y rituales, desde la Iglesia hasta la Corona. En pocas pa- labras: el carnaval no es meramente negativo; no posee un motivo utilita- rio. Es ambivalente. Por consiguiente, más que un es- pectáculo que debe observarse, el carnaval es la hilaridad vivida por to- dos. Y ello plantea la cuestión de si puede existir, en sentido estricto, una teoría del carnaval. Porque no hay vida fuera del carnaval. Las personas que participan en él son simultánea- mente actores y espectadores. Y, como la risa festiva del carnaval se di- rige también contra quienes ríen, la gente que se encuentra dentro de él es tanto objeto como sujeto de risa. Dicha risa es general, posee una base filosófica y comprende la muerte (cfr. los temas de la risa macabra y lo grotesco) y la vida. Corno tal, la risa de carnaval es una de las •formas esenciales de verdad en relación con el mundo». Sin embargo, Bajtin seña- la que, con la era moderna, la risa ha quedado reducida a uno de los •gé- neros groseros.. Pero, por otro lado, el propio carnaval defiende esa gro- sería. La degradación, el envileci- miento, el cuerpo y todas sus funcio- nes —especialmente la defecación, la orina y la cópula— forman parte in- tegrante de la experiencia ambivalen- te del carnaval. El cuerpo es parte de esa ambivalencia. No es algo cerrado y privado, sino abierto al mundo. Del mismo modo, la proximidad entre el útero y la tumba no se reprime, sino que, igual que en el caso de la repro- ducción, se celebra, como se celebra la .grosería. en general. El cuerpo sólo llega a estar .acabado. (es decir, privado), según nuestro autor, en el Renacimiento. Las figuras de carnaval como el payaso, que existe en el límite entre el arte y la vida, experiencias como la locura y la figura de la •máscara•, que no oculta sino que revela, ilumi- nan la lógica ambivalente y global del carnaval. Sobre la máscara, Bajtin es- cribe que está .relacionada con la ale- gría del cambio y la reencarnación, con la alegre relatividad y la feliz ne- gación de la uniformidad y la seme- janza». Desde luego, en el siglo xvin, la máscara pasó a ser un símbolo —especialmente en la obra de Bous- seau— de todo lo que era falso y no auténtico. En realidad, la máscara siempre fue la máscara de la hipocre- sía. Con la ambivalencia del carnaval, resulta siempre obviamente distorsio- nadara. Se entiende con claridad que cubre y transforma su objeto. La más- cara socava el concepto del ser como algo idéntico a sí mismo; al mismo tiempo que revela, juega con la con- tradicción y, de ese modo, empieza a encarnar la ambivalencia del carnaval corno costumbre. Corno afirma Bajtin: • a máscara se relaciona con la tran- sición, la metamorfosis, la violación de los límites naturales, la burla y los apodos familiares. Contiene el de- mento lúdico de la vida». Para Kris- leva, la máscara señala la pérdida de b individualidad y la presunción de anonimato y, por consiguiente, la presunción de múltiples identidades. Por tanto, la máscara juega siempre con lo simbólico hasta desencajarlo de sus formas fijas y rígidas. La más- cara es la encarnación del movimien- to y el cambio. Nunca es seria, a me- nos que comprendamos que negarse a dar poder absoluto a la seriedad es un asunto serio. Como consecuencia, el carnaval exhorta a que entremos • en el juego de la vida enmascarados; es decir, de forma ambivalente e irre- verente, con espíritu risueño. El carnaval, en su ambivalencia, llama la atención sobre las personas como terreno de participación. Como participación, es un rodeo para evitar la representación. Conviene a las per- sonas en el elemento más importante de la vida. Éstas, al ser miembros del carnaval como participación, encar- nan lo universal. Por esolo universal es práctico y suele escapar a la cosifi- cación. Una vez más, si bien la risa de carnaval puede hallar un lugar para la seriedad (aunque sea para burlarse de ella, puesto que .ningún dicho del Antiguo Testamento dejaba de poner- se en tela de juicio., asegura Bajtin) 6 , la seriedad no encuentra sitio para la risa. Si equiparamos seriedad y cosi- . ficación (toda seriedad es tímida), ello significaría que la risa no puede cosificarse, no puede teorizarse. La lógica del carnaval (la lógica de la ambivalencia) no se reduce a la li- mitación de oposiciones binarias que establecen límites, sino que equivale al poder del continuo (positivo y negativo). La lógica de carnaval se muestra más próxima a nosotros cuando comprendernos que cualquier acto de habla es esencialmente biva- lente (al mismo tiempo Uno y el Otro), de modo que, por ejemplo, la seriedad del discurso académico se basa en la represión de la ambiva- lencia. En su estudio sobre Dostoievski, Baltin afirma que la ficción del escri- tor ruso posee una estructura •polifó- nica• porque —como el carnaval— incluye en sí misma la voz del otro. Por ejemplo, con un texto como Los bermanos Karamazov, •el discurso del otro penetra de forma gradual y subrepticia en la conciencia y el ha- bla del héroe.. Para Bajtin, el discurso novelístico no debe entenderse como la palabra de comunicación que estudia la lin- güística, sino como el .medio dinámi- co• en el que ocurre el intercambio (el diálogo). En términos lingüísticos, la palabra, para Bajtin, es translingüís- tica: la intersección de significados, más que un punto fijo o un significa- do único. La parodia, la ironía y la sátira, por ejemplo, son ejemplos cla- ros de la palabra en el sentido que le da Bajtin (tenemos que recurrir a la dimensión translingüística y semióti- ca para interpretarlas), mientras que la obra , de Dostoievski nos conduce al mismo tipo de análisis a través de la palabra dialógica que incluye la del otro en sí misma. Se trata de una pa- labra polifónica en el sentido de que la polifonía no tiene tampoco un punto fijo, sino que es la interpene- [ración de sonidos. La polifonía no es singular sino múltiple; incluye lo que quedaria excluido en su represen- tación. Bajtin lee a Dostoievski en el espí- 26 27 BAJTIN BAJTIN ritu clel carnaval con su lógica doble. Por tanto, no es posible hacer justicia a sus escritos si se reducen a una his- toria con personajes, corno es típico en la estructura cerrada de la épica y fundamental de lo que Bajtin denomi- na un texto •monológico.. En pocas palabras, un texto monológico tiene una lógica única (mono-), homogé- nea y relativamente uniforme. Se presta fácilmente a la apropiación ideológica; porque el aspecto esen- cial de la ideología es el mensaje transmitido, y no el modo en el que el mensaje surge y se articula en el terreno de la palabra. Para Bajtin, en este sentido, las obras de Tolstói son casi siempre monológicas. Por el con- trario, en Los hermanos Karanzazov, no sólo las palabras crean significado, sino también la relación contextual entre ellas (por ejemplo, el .poema- de Iván, •La leyenda del Gran Inqui- sidor•, y la confesión de Smerdya- kov). Todo el enfoque de Bajtin llama la atención sobre la forma en que se construye la novela —su mise en scene— más que sobre la intriga, la historia, las opiniones concretas, la ideología o los sentimientos del au- tor. Para decirlo brevemente: el autor se convierte en el lugar de rnise en SCéne de la novela. La novela polifó- nica lo hace más explícito que otras formas, pero, en casi todos los géne- ros novelísticos, existen varios len- guajes en funcionamiento, y el autor utiliza cada uno de ellos. Como ex- plica Bajtin: El autor no se halla en el lengua- je del narrador, ni en el lenguaje li- terario normal al que se opone la historia..., sino que utiliza ahora un lenguaje, luego otro, para evitar en- tregarse por completo a uno dé ellos; utiliza este toma y daca verbal, este diálogo de lenguajes, en todos los momentos de su trabajo, con el fin de poder permanecer, corno si dijéramos, neutral en relación con el lenguaje, como observador en una disputa entre dos personas'. Aunque Bajtin se distanció formal- mente del estructuralismo y la semió- tica, su rechazo a adoptar la ideolo- gía de las intenciones del autor como forma de explicar el significado de una obra de arte le sitúa mucho más cerca de una posición estructural de lo que parece a primera vista. Para Bajtin, el autor es un espacio vacío en el que se ida a desarrollar el drama o, mejor aún, el autor es una drama- tización en sí mismo. En este sentido, Bajtin fundó una visión dinámica de la estructura, sin duda más dinámica que la desarrollada en Rusia bajo los auspicios de los formalistas rusos. De hecho, el interés de Bajtin por desta- car el carácter inacabado y de final abierto que poseen las novelas de Dostolevski (e incluso el carácter in- acabado de gran parte de sus escri- tos, tanto publicados como inéditos), junto a su preocupación por mostrar que la forma (estática) nunca es se- parable del contenido (dinámico), significa que su enfoque es estructu- ralista, pero se niega a limitarse dan- do prioridad a lo sincrónico frente a lo diacrónico. Del mismo modo, en su crítica de la distinción que hace Saussure entre tangue y parola, Bajtin asegura que aquél ignora los géneros del habla, por lo que resulta dudosa la utilidad de la langue para explicar el funcionamiento esencial del len- guaje. Además, Bajtin rechaza lo que considera la tendencia estructuralista a analizar los textos como si fueran unidades totalmente autónomas cuyo significado puede establecerse inde- pendientemente del contexto. A su juicio, Cualquier intento de entender la parae debe tener en cuenta las cir- cunstancias, los presupuestos y el momento de enunciación. De hecho, Bajtin insta a tener en consideración la contingencia del lenguaje. Ese interés por la contigencia del • lenguaje llevó a Bajtin, a formular su • teoría del •ronotopo.. Como implica este término, entran en juego el tiem- po y el lugar, y Bajtin intentó mostrar de qué modo la historia de la novela • había constituido diferentes formas de cronotopo. Inspirado en la teoría de la relatividad de Einstein, Bajtin • define el cronotopo como .el grado intrínseco de conexión de las relacio- nes temporales y espaciales en /a lite- . ',tura.. Después pasa a mostrar las variaciones en el cronotopo a lo largo de la historia de la novela. Por ejem- . plo, las novelas del romanticismo griego (siglos u y vi d.C.) se caracteri- zan por el •tiempo de aventura., que se desarrolla a través de los obstácu- los (tormenta, naufragio, enfermedad, etc.) que impiden la unión entre los dos amantes. Con frecuencia, la trama se desarrolla en'varios emplazamien- tos geográficos y se describen las cos- tumbres y tradiciones de b gente de • esos lugares. En la novela idílica (por • ej., Rousseau), el espacio y el tiempo son inseparables: 'La vida idílica y sus acontecimientos son inseparables , de ese rincón concreto y espacial del mundo en el que vivieron los padres y los abuelos y en el que vivirán los hijos.s. El mundo idílico, pues, es au- tónomo, homogéneo, idéntico a sí mismo, casi fuera del tiempo y el cambio. Ello implica que, en la nove- la polifónica y dialógica, el tiempo es un elemento heterogéneo, casi irre- presentable. Además, el tiempo den- de a hacer más fluido el espacio (euclidiano), por lo que el tiempo de la relatividad se convierte en una ana- logía posible. Evidentemente, el cronótopo es un mecanismo para clasificar diversos géneros de la novela y un medio para elaborar una historia y una teoría de la novela. Y debería recordarse que, pese a su interés por los detalles pre- cisos del habla y otros hechos de la vida cotidiana, Bajtin fue un pensador que usó el lienzomás amplio posible para desarrollar su teoría de la pro- ducción literaria. En realidad, el efec- to del uso que Bajtin hace de ma- crocategorías como •cronotopo. y •género. es hacer invisible lo extraor- dinario, lo singular, lo individual y lo inclasificable. Algunos críticos, como Booth, han indicado que Bajtin gene- raliza en perjuicio de una exége- sis detallada de la gran variedad de obras estudiadas. Además, en su des- cripción de géneros como el .roman- ticismo griego o la •ovela idílica., asume un enfoque formal, muy simi- lar al de los primeros estructuralistas (por ejemplo, Propp), que hace hin- capié en la individualidad y diferen- ciación de la estructura homogénea del género, con el resultado de hacer invisible la particularidad de las obras que lo constituyen. Podríamos ir más allá y sugerir que el problema del género es que corre el riesgo de con- vertir obras de arte concretas en un mito. Porque el mito posee una es- tructura homogénea y relativamente indiferenciado.; ello permite comuni- carlo a un vasto público que, cierta- mente, puede apropiárselo a su ma- nera. Quizá si Bajtin hubiera sido más estructuralista en el sentido de Lévi- Strauss y hubiera considerado la es- tructura de los géneros como un tipo de gramática que constituía la condi- ción previa para las obras concretas realizadas en función de ellos, no habría dado la impresión de falta de rigor que surge con un intento 'prO- custian0 de situar todas las obras de 28 29 CANGUILHEM CANGU1LHEM una época bajo la misma categoría de clasificación. NOTAS ' Cfr. Tzvetan Todorov, Mikbail Ba- jtin: 773e Dialogical Principie, trad. de Wlad Godzich. Manchester, Manchester University Press, 1984, pág. ix. Véase Mijall Bajtin, The Dialogic Int agination, Fottr Essays by M. M. Bajtin, trad. de Caryl Emerson y Michael Holquist, Austin, University of Texas Press, 1981. ) Mijaíl Bajrin, Rabelais and bis World, trad. de Héléne Iswolsky, Bloomington, Indiana University Press, 1984, pág. 66. lbíd., pág. 39. 5 lbíd., pág. 40. 7 Bajtin, 773e Dialogic lmagination, pág. 314. a lbíd., pág. 225. VÉASE TAMBIÉN EN ESIE LIBRO Kristeva, Lévi-Strauss, Todorov. PRINCIPALES OBRAS DE BMTEN Freudianism: A Marrist Critique (1927) (con V. N. Volishonov), trad. de 1. R. Ti- runik, Nueva York, Academic Press, 1976. Manrisnz and ¡be Philosopby of Langua- ge (1929) (con V. N. Volishonov). trad. de L, Matejka e I. R. Titunik, Nueva York, Seminar Press, 1973. Problems ofDostoyetsky's Poetics (1929), trad. de Caryl Emerson, Manchesrer, Manchester University Press, 1984. Rabelais and Mis World (1940), trad. de Héléne Iswolsky, Bloomingron, India- na University Press, 1984. 77ie Dialogic Inzagination, Four Es.says by M. Bakbtin (1965-1975), trad. de Caryl Emerson y Michael Holquisr, Austin, University of Texas Press, 1981. Speech Cenres and Other Late Essays, trad. de Vern W. McGee, Austin, Uni- versity of Texas, 2.• impr. de bolsillo, 1987. Teoría y estética de la novela, Madrid, Taurus, 1991. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, Madrid, Alianza, 1994, OTRAS LECTURAS KaisTEVA, Julia, «Word, dialogue and no- vel-, en Desire in Language: A Sentía- tic Approacb to Literature and Art, trad. de Thomas Gora, Alice Jardine y Leon S. Roudiez, Oxford, Basil Black- well, bolsillo, 1982, reimp. en 1984, págs. 64-91. MORSoN, Gary Saul y ENERSON, Caryl, Mikbail Bajlin: Crearían of a Prosaics, Stanford, California, Stanford Univer- sity Press, 1990. T0D0R0v, Tzvetan, Mikhail Bajtin: 773e Dialogical Principie, trad. de Wlad Godzich, Manchesrer, Manchester University Press, 1984. Georges Canguilhom De acuerdo con Michel Foucault', la filosofia en la Francia de la posgue- rra, además de ser marxista o no mar- xista, fenomenológica o no fenome- nológica, podía dividirse también en dos corrientes de distinto orden: una, la filosofía de la experiencia del sen- tido y el sujeto; otra, «una filosofía del conocimiento, la racionalidad y el concepto.; una filosofía de base más epistemológica. Si Sartre fue, por su- puesto, la figura dominante de la pri- mera corriente, Foucault afirma que el director de su tesis doctoral sobre la locura, Georges Canguilhem, fue el principal representante de la otra. En efecto, Canguilhem, discreto y nada rimbombante, tuvo una influencia so- bre los métodos estructurales para abordar la historia, el marxismo y el psicoanálisis que superó con creces, en círculos intelectuales y aca- démicos, la idea del público sobre quiénes eran las grandes figuras. Can- guilhem preparó el camino para La- can en 1956 cuando, en una confe- rencia pronunciada en el Collége Philosophique, criticó al decano de la psicología clínica, Daniel Lagache. Su artículo se reeditó 10 años después en Les cahiers pour Panalyse, la publi- cación dirigida durante los años 60 en la École Normale Supérieure (rue d'Ulrn) por el yerno de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller. En él fi- guran las famosas palabras de Can- guilhem relativas al aspecto positivis- ta de la psicología como .algo equivalente a la filosofía salvo en su rigor, la ética salvo sus exigencias y la medicina sin comprobación'. Georges Canguilhern nació en 1904 en Castelnaudary, en el sudeste de Francia. En 1924, junto a Sartre, NiZan y Aron, obtuvo su agrégation de filo- sofía en la École Normale Supérieure mientras estudiaba con Alain. Tras completar sus estudios de filosofía, Canguilhem se tituló en medicina con el fin de poder enseñar e investigar en el campo de la historia y la filoso- fía de la ciencia. Después de ense- ñar en un instituto de Toulouse, Can- guilhem impartió clases durante la guerra en la universidad de Estrasbur- go; su curso sobre Las Normas y lo nornzal se convertiría en la base de su tesis, que defendió en 1943 para obtener el doctorado en medicina. En 1955, tras un periodo como Ins- pector General de educación nacio- nal, sucedió a Gaston Bachelard en la cátedra de filosofía de la Sorbooa. En 1961 Canguilhem, como miembro del tribunal ante el que Michel Foucault defendió su tesis sobre la locura, afir- mo que su protegido poseía el talen- to de un poeta cuando hablaba de di- cha materia. Firme defensor de Foucault contra los ataques de Sartre y sus seguido- res, Canguilhem preparó el escenario para una historia de la ciencia que se desviaba claramente de todo evolu- cionismo inevitable y de toda noción acumulativa del conocimiento como progreso. Acostumbró a una genera- ción de pensadores a la idea de una historia estructural de las ciencias, que intenta justificar las discontinui- dades tanto como las continuidades en la historia de los empeños científi- cos. Pocos han sido tan perspicaces como Michel Foucault a la hora de señalar las coordenadas generales del proyecto de Canguilhem desde la perspectiva estructuralista que aquí nos interesa. En pocas palabras, éstos son algunos de los elementos clave que destaca Foucault. Antes del trabajo de Canguilhem, el método dominante en la historia de la ciencia consistía en ver el pasa- do como un precursor coherente y continuo del presente. Este enfoque incluye implícitamente la idea de que, después de establecer una cien- da y su objeto, a partir de ese mo- mento ésta se convierte en garante de la verdad. De ese modo, las discipli- nas científicas establecidas en los si- glos XVII y Xvm servirían de base para las ciencias desarrolladas en los si- glos Xix y st El problema de esta teo- ría es que se basa en una ilusión re- trospectiva. Supone que el pasado es una preparación para el presente; pero, aún más, supone que el presen- te es estático e inmutable y que, por consiguiente, una historia de la cien- cia escrita hoy será igualmente válida mañana. Sin embargo, para Can- guilhem, lo que caracteriza a la cien- 31 30 CANGUILHEM CANGUILHEM cia no es el cierre y la continuidad, sino la apertura y la interrupción. Lo que podríaparecer un aspecto me- nor, o incluso invisible, de la historia de la ciencia, puede hacerse repenti- namente esencial al ocuparse de un problema recién descubierto. Así, destaca Foucault, •el descubrimiento de la fermentación no celular —un fenómeno "secundario" durante el • reinado de Pasteur y su microbiolo- , gía— representó una ruptura funda- . mental sólo cuando se desarrolló la • fisiología de las enzinus• 7. Dado que la ciencia cambia inevitablemente —porque, para Canguilhem, es sobre • todo un •sistema abierto', es decir, in- fluido por su entorno—, .hace y re- hace espontáneamente su propia his- toria en cada instante.'. Esta sensación de la ciencia que rehace su historia es aún más aguda en las disciplinas que no han alcan- zado el alto grado de formalización de las matemáticas. Por eso Canguil- hem centró sus estudios, casi con ex- clusividad, en la biología y la medici- na: las ciencias de la vida. Hizo .bajar de las alturas« a la historia de la cien- cia, hacia las »regiones intermedias. en las que el conocimiento depende claramente del entorno exterior. El resultado es que la verdad y el error, como afirmaba Nietzsche, son los que se ven desde una perspectiva concreta. Lo que resulta importante e interesante en la historia de la den- cia es lo que parece serio desde la perspectiva del presente. Así lo acla- ra la afirmación de Canguilhem de que .es en el presente donde los pro- blemas incitan a la reflexión» 5. Sólo por esta razón, no puede existir una historia de la ciencia totalmente neu- tral. Es preciso reconocer, en primer lugar, que una versión concreta de la verdad y el error podría ser falsa y, en segundo lugar, que, en cualquier caso, el hecho del error —o la false- dad— puede ser tan revelador de la historia de la ciencia corno la •ver- dad.. Por consiguiente, el objetivo de Canguilhern pasa a ser, no el descu- brimiento de la verdad, sino la bús- queda de un modo de establecer el conocimiento de cómo se constituyen lo verdadero y lo falso en un momen- to determinado de la historia de la ciencia. En este plano, un modo de construcción de dicha dicotomía pue- de ser, y frecuentemente es, disconti- nuo respecto a otro. La discontinui- dad; en resumen, implica la visión de la historia de la ciencia como una se- rie de correcciones realizadas por la propia ciencia. Aunque, en su obra posterior, Can- guilhem ha escrito sobre Darwin y su relación con sus predecesores y pre- cursores, su trabajo más conocido e influyente, como muestra de su enfo- que de la historia de la medicina, es Le Normal el le patbologique (lo nor- mal y lo patológico), publicado por primera vez en 1943 y reeditado y au- mentado en 1966. El texto pretende contribuir a explicar la diferencia en- tre lo normal y lo patológico exami- nando cómo se han desarrollado di- chos conceptos en la fisiología y la biología durante los siglos xLX y n. La pregunta que guía el estudio es: ¿Cómo se establece lo normal en bio- logia y medicina? Al decir normal, po- dríamos referirnos a la buena salud, frente a la enfermedad, o a lo que se considera patológico. Por otro lado, si hablamos de la vida en su conjunto, la enfermedad, o lo patológico, debe- ría incluirse, en cierto sentido, dentro del concepto de .normal.. Durante el siglo eax, se considera- ba que la medicina era la ciencia de las enfermedades y la fisiología, la ciencia de la vida. Pero esta dicoto- mía se ve alterada por una pregunta: ¿La enfermedad no forma parte de la vida? O, en otras pa/abras, ¿Se puede construir plenamente una fisiología sin hacer referencia a la enfermedad? Para los griegos clásicos, normal equivalía a armonía y equilibrio, mientras que enfermedad equivalía a desequilibrio, •disarmonía. o •anor- malidad». Los prefijos •dls.. y «a- im- plican una discontinuidad entre lo normal y lo patológico. En gran parte gracias al trabajo de Claude Bernard en fisiología experimental, la medici- na del siglo >u desarrolló una con- cepción cuantitativa (muy relaciona- da con los niveles de excitación) de la diferencia entre lo normal (salud) y lo patológico (enfermedad). La en- fermedad pasó a ser un estado biper- o bipo-normal. Dicho de otra forma, para Bernard, existía una relación de continuidad entre la buena salud y la enfermedad. Conocer la fisiología del cuerpo normal era entrar también en contacto con la base del cuerpo en- fermo. En resumen, mediante el pa- radigma cuantitativo, la buena salud (lo normal) era una vía al conoci- miento de lo patológico. En el siglo mr, el trabajo de René Leriche altera la perspectiva cuantita- tiva del enfoque positivista. Para Le- riche, la salud es equivalente al «silen- cio del cuerpo en sus órganos.. La salud (lo normal) se convierte ahora en lo que se da totalmente por des- contado; el bienestar es el cuerpo que no se experimenta o se conoce como tal; se cree que el conocimien- to del cuerpo es posible sólo partien- do de la perspectiva de lo patológico, de la medicina, y no de la fisiología. No obstante, queda aún por esta- blecer el carácter de lo patológi- co. Claramente, esta cuestión puede abordarse desde el punto de vista de alguien que se siente enfermo o des- de el punto de vista de la propia me- dicina, en cuyo caso quizá sea posi- ble establecer, en términos estricta- mente médicos, la existencia de una condición patológica antes de que la persona involucrada tenga conoci- miento consciente de ella. Si bien la tecnología más avanzada puede con- tribuir a arrebatar el conocimiento de la enfermedad al paciente, Can- guilhem, tras una reflexión que reco- rre su libro de principio a fin, destaca que el médico suele olvidar que, en definitiva, «es el paciente quien le lla- ma». Este recuerdo de algo obvio le permitirá subrayar que la distinción entre fisiología y patología no puede tener más que .significación clínica.. Se trata de un punto fundamental. Frente a lo que él denomina el enfo- que positivista de la ciencia, en el que es preciso saber para actuar, Canguilhem defiende la importancia de la »técnica•. Es decir, sólo median- te la referencia al entorno, o las con- diciones de la existencia, en las que se dan la buena salud y la enferme- dad (y no intentando construir teóri- camente la distinción a prMr0, pue- de sostenerse la diferenciación entre ambas. La referencia a las condicio- nes significa que la distinción entre lo normal y lo patológico debe seguir siendo provisional y continuamente abierta al cambio. En lugar de cerrar vías para la expansión de los medios humanos, la visión de Canguilhem parece llevar a su profundo perfec- cionamiento. Otro tema importante que recorre la obra de Canguilhem es el relativo a la definición formal de lo normal. Uno de los modos en que se ha definido lo normal es en relación con la norma estadística. Para Can- guilhem, las investigaciones del si- glo XX han sido capaces de demos- trar que un ser vivo puede • ser perfectamente normal aunque guar- 32 33 CANGUILHEAI CAVAILLÉS cle poca relación con un promedio es- tadístico. En realidad, un monstruo (una anomalía) podría ser muy normal en el sentido cle que constituye su propia norma respecto al entorno en el que se encuentra. -Si se torna aisla- do, el ser vivo y su entorno no son normales: es su relación lo que los hace así• 6. Una anomalía puede ser rara y, aun así, seguir siendo normal. En su estudio detallado de la dife- rencia entre enfermedad y salud, Canguilhem muestra que, aunque el límite entre lo normal y lo patológico es impreciso, ello no implica conti- nuidad entre ambos. Sin embargo, cuando se concibe la vida como una especie de totalidad, debe reconocer- se también que la enfermedad no puede ser anormal en ningún sentido absoluto. Si alguien no experimenta- se mala salud, los resultados serían nocivos porque, dado que el ser vivo es fundamentalmente un sistema abierto, necesita una forma de iniciar nuevas condicionesmediante la su- peración del tipo de obstáculos que plantea la enfermedad. •El hombre sano no huye ante los problemas planteados por las alteraciones, a ve- ces repentinas, de sus costumbres, ni siquiera en términos fisiológicos; mide su salud en relación con su ca- pacidad de superar crisis orgánicas para establecer un nuevo arder -1.7 . En la ciencia médica del siglo xx, nos encontramos con que la salud no es la ausencia total de enferme- dad, sino la capacidad de restaurar un estado anterior mediante un es- fuerzo que puede modificar la base estructural de la persona . afectada. Esta modificación de la base estruc- tural, equivalente a la interacción del ser vivo con sus condiciones de exis- tencia, no produce estados anorma- les. sino un proceso continuo de modificación de normas. En este sentido, afirma Canguilhem, los se- res humanos son seres .normativos., no porque se ajusten a las normas, sino porque crean normas, son sis- temas abiertos que dependen de su entorno. Como confirma nuestro au- tor: •Las normas se relacionan entre sí dentro de un sistema.'. La enfer- medad —el obstáculo— es el estí- mulo necesario para la creación de normas que requiere la salud. Dada la importancia del lugar que concede a lo patológico, Canguilhem se opone a las nociones psicosocia- les de la norma. Un ejemplo sería el trabajo de Talcott Parsons. Aquí se da por supuesta la norma previa de una sociedad de buen funcionamiento y más o menos ordenada, y la oposi- ción a la norma, más allá de cieno umbral, se considera patológica y peli- grosa para la existencia de dicha socie- dad. Este tipo de teoría social ve la so- ciedad como un sistema relativamente cerrado en el que la •salud. se mantie- ne suscribiéndose a la norma, y no creando nuevas formas de normalidad. En conjunto, para Canguilhem, la historia de la propia ciencia tiende a ser un sistema abierto, tal como im- plicaba Foucault. La ciencia •hace y rehace su historia en cada instante•, encuentra una norma, sólo para revi- sarla y transformarla. Por esa razón, suele ser un proceso de discontinui- dad; una pluralidad de normas, debi- do a su mismo carácter, implica la discontinuidad entre ellas. La historia, como historia de la continuidad, como la idea del sujeto trascendental, es un sistema cerrado y fundamental- mente incapaz de cambiar en ningún sentido esencial. La historia disconti- nua, por tanto, siempre se plantea preguntas, como hizo Kant respecto a la Ilustración. Este principio de pre- guntar, quizá más que ninguna otra cosa, une a Foucault y Canguilhem, del mismo modo que éste se encuen- tra unido a los avances más importan- tes de la ciencia del siglo XX. NOTAS ' Michel Foucault. •Introduction• en Georges Canguilhem, On me Normal and the Pathological, trad. de Carolyn R. Fawcett, Dordrecht, Holanda, Reidel Publishing Company, 1978, págs. ix-n. Elisabeth Roudinesco, Jacques La- can and Conzpany. A History of Psy- choanalysis in France, 1925 - 1985, trad. de Jeffrey Mehlman, Chicago, Universi- ty of Chicago Press, 1990, pág. 221. (Trad. esp.: Batalla de cien años, 2925- 1985: Historia del psicoancilisis en Fran- cia, Madrid, Fundamentos, 1993.) 3 Foucault, •Introduction• en Georges Canguilhem, On Me Normal and the Pa- thological, pág. xiv. 4 lart Canguilhem, On the Normal and the Patbological, pág. 27. lbíd., pág. 78. 'Ibid., pág. 117. 8 Ibid., pág. 153. VÉASE TAMBIÉN IN ESTE LIBRO Bachelard, Cavaillés, Foucault, Lacan. PRINCIPALES OBRAS DE CANGUILHEM Le Normal et le pa tbologique (1943, 1966), París, Presses Universitaires de France. 1988 (2.' ed.). El conocimiento de la vida (1952), Bar- celona, Anagrama, 1976. Bar- - dibistoire et de philosophie des sciences, Paris, Vrin, 1975. Fornzation du concept de réflex aux XVII et XVIII siécles, París, Vrin, 1977. ldéologie et rationalité dans Phistoire des sciences de la vie (1977), París, Vrin, 1981 (2.' ed.). La Santé: concept vulgaire et question philosophique, Pin-Babia, Sables, 1990. OTRAS LECTURAS FoucAury, Michel y HUECHELL, Graharn, •Georges Canguilhem: Philosopher of error., Ideology and Consciousness 7 (otoño de 1980), págs. 51-62. LECOURT, Dominique, Alarxism and Epistemology: Bachelard, Canguilbenz and Foucault, trad. de Ben Brewster, Londres, NTS, 1975. SPICCER, Stuart, •An introduction to the medical epistemology of Georges Canguilhem., JounialoPledicine and Pbilosophy, 12,4 (noviembre de 1987), págs. 397-411. Jean Cavailles Aunque Jean Cavaillés y su obra clave, Sur la logique et la tbéorie de la science (Sobre la lógica y la teoría de la ciencia, en adelante Sur la logi- que) , quizá no transformaron irrevo- cablemente el paisaje intelectual de Francia tras la Segunda Guerra Mun- dial, sí fueron una condición previa para dicha transformación. Como Georges Canguilhem —aunque por motivos muy distintos—, Cavaillés es otro de los precursores invisibles (para el gran público) del movimien- to estructuralista de los años 60. Lo que Cavaillés aportó tanto a la vida COMO a los medios intelectuales fue una combinación única de inmenso coraje (recibió dos condecoraciones póstumas por su valor en la Resisten- cia), energía y poesía, por un lado, unidos a un rigor extremo y brillan- tez filosófica, por otro. Las famosas palabras de Cavaillés al final de Sur la logique=, con las que reclamaba una filosofía no humanista de con- ceptos que sustituyera a la filosofía de la conciencia representada por Sartre y la fenomenología, deben ver- se unidas a su compromiso con la Re- 34 35 CAVAILLÉS CAVAILLÉS sistencia durante la ocupación alema- na y su posterior muerte ante un pe- lotón nazi de fusilamiento en 1944, a los 41 años. Para gente como Geor- ges Canguilhern, Cavaillés fue la prueba viviente de que un hombre de acción podía ser estructuralista en su orientación filosófica. Jean Cavaillés nació en el seno de una familia protestante en 1903.3 Obtuvo su agrégation de filosofía en 1927 y, en 1929, asistió a las con- ferencias pronunciadas por Husserl sobre Descartes en la Sorbona. Con ayuda de una beca Rockefeller, estu- dió a principios de los años 30 en varias universidades alemanas, entre ellas la de Friburgo donde, en 1931, conoció personalmente a Husserl. Después de dar clases en un lycée de Amiens, fue nombrado lector de lógi- ca y .filosofía general en la Facultad de Letras deja Universidad de Estras- burgo. Allí terminó, en 1938, su doc- torado en matemáticas sobre el mé- todo axiomático y el formalismo, con una tesina sobre la teoría de-las se- ries. En ambos trabajos, Cavaillás em- pieza a elaborar una postura en con- tra de la intuición y a afirmar que el desarrollo de las matemáticas no debe nada a la existencia en sentido existencialista, sino que es puramen- te formal, el desarrollo de conceptos. En 1939, Cavaillés fue movilizado, primero como oficial del corlas franc (fuerza irregular) y después como ofi- cial de cifra. En junio de 1940 fue hecho prisionero y se escapó a Bélgi- ca mientras le transportaban a Alema- nia; volvió a la enseñanza en la uni- versidad de Estrasburgo y luego se trasladó a Clemont-Ferrand, en la lla- mada zona libre. En 1941 fue nom- brado profesor asociado de lógica en la Sorbona. Corno cofundador del movimiento de resistencia Libération- sud, la policía francesa le detuvo en agosto de 1942 y le internó en el sur de Francia, al principio en ivfontpe- ilier y luego en Saint-Paul d'Eyjeaux. Se escapó por segunda vez en di- ciembre de ese mismo año y poste- riormente viajó a Londres, donde co- noció a Simone Veil. Tras regresar de Londres en 1943, fue detenido nueva- mente, en esta ocasión por el contra- espionaje alemán. Abandonado por el gobierno de Vichy, fue torturado y ejecutado en febrero de 1944, des- pués de que un tribunal militar le condenara a muerte. Tras su muertele nombraron Compañero de la Libe- ración y Caballero de la Legión de Honor. Durante su internamiento en el sur de Francia, Cavaillés se dedicó a es- cribir la que resultaría ser su obra fi- losófica más importante, Sur la logi- que. En cierto sentido, llamarla filosófica induce a confusión. Porque, si bien Husserl y otros fenomenolo- gistas aceptaron la opinión de Kant de que la filosofía era el árbitro de las bases epistemológicas de las ciencias naturales y humanas, Cavaillás no adoptó esa postura. Para él, la inves- tigación de los fundamentos de las ciencias mostraría que la ciencia qua ciencia —la matemática cónstituye un ejemplo privilegiado de ello— es ob- jeto de una confusión esencial si se considera que necesita un lenguaje metafilosófico para hacer más claro su marco formal. Cavaillés reflexiona a través del modo en el que Kant aborda la cuestión del pensamiento de base en relación con la experien- cia, centrándose en saber qué son el pensamiento y la lógica frente a ex- periencias nuevas. Aquí, Cavaillés hace rápidamente hincapié en la re- lación entre lógica y singularidad. ¿Se trata de una relación en la que la ló- gica asume un carácter inmutable y trascendental, de modo que la expe- riencia nueva se filtra a través de una estructura formal eterna? ¿O lo que ocurre es, más bien, que una expe- riencia concreta puede volcar el pro- pio edificio, con b que la lógica y la experiencia estarían inextricablemen- te unidas entre sí y un cambio en una tendría inevitablemente profundas re- percusiones en la otra? Kant y, antes de él, los gramáticos de Port-Royal, dieron prioridad, en su explicación de las reglas de la lógica y la gramática, a un yo o conciencia fundamental. Las normas no con- dicionadas y apodícticas de la lógica, como la razón, pertenecerían al ámbi- to de la conciencia. Por consiguiente, b lógica constituiría la organización de esa conciencia. Sería intrínseca de la psicología humana. De acuerdo con esta lectura, la conciencia está or- ganizada, pero su contenido es con- tingente o condicionado. Es decir, una conciencia inmutable y, en defi- nitiva, formal, se encuentra con un contenido heterogéneo de experien- cia. Por supuesto, como es sabido, Rant asegura que forma y contenido son inseparables: no puede haber ex- periencia sin un concepto ni pensa- miento sin un contenido. Pese a ello, Kant y, más tarde, Husserl, conside- ran que el lado formal de la ecuación está relacionado con las normas de la lógica que serían trascendentales e inmutables: el contenido puede va- riar, pero la forma es siempre la mis- ma. A este respecto, Cavaillés afirma que -en una filosofía de la concien- cia, la lógica es trascendental o no existe-4 . Un enfoque semejante es el que se ha adoptado en las ciencias con rela- ción a la lógica y la matemática. Por un lado está la base normal y fija de la ciencia y, por otro, la acumulación de conocimientos que se consideran derivados del mundo físico y externo. Dentro de la matemática, los intuicio- nistas han llevado esta cuestión más lejos, con la afirmación de que la base Ultima de los axiomas matemáti- cos es el propio mundo físico. O, en realidad, se trata de defender que, como la conciencia humana es una entidad física en el mundo, la forma- lización matemática está en última instancia, para los intuicionistas, liga- da a b conciencia. Por consiguiente, el punto de partida de la investiga- ción debe ser el mundo material. Cuando, en 1817, Bolzano demos- tró que ya no era preciso considerar la ciencia como simple intemediaria entre la mente humana y la realidad externa, abrió una vía de reflexión completamente distinta. Cavaillés de- fiende que, aunque una teoría de la ciencia debe ser forzosamente una teoría de la unidad, ésta es unidad de movimiento, no de eStaSiS; la ciencia no está fuera del tiempo. En este con- texto, el .verdadero significado de una teoría no reside en lo que el pro- pio científico entiende como esen- cialmente provisional, sino en una transformación conceptual que no puede detenerse- 5. En un sentido más general, la ciencia no puede reducir- se a las intenciones del científico, tal como han implicado las filosofías de la conciencia desde Descartes hasta Husserh la base de la ciencia debe hallarse en la formación de concep- tos y su historia. Es decir, la ciencia cambia en el plano conceptual; no permanece en un estado congelado como en el trascendentalismo de Kant. Para consolidar y aclarar su argu- mento, Cavaillés emplea una serie de términos clave. El primero es -estruc- tura.. Como investigar el carácter de la ciencia es en sí una actividad cien- tífica, la ciencia es la -ciencia de la ciencia.. Sus afirmaciones no son 36 1 37 CAVAILLÉS CAVAILLÉS constituyentes, sino que aparecen in- mediatamente en la propia ilumina- ción del movimiento científico. Este movimiento, afirma Cavaillés, equiva- le a la estructura. La estructura, por tanto, es la manifestación de la cien- cia ante sí misma. La revelación con arreglo al movi- miento de la estructura equivale a lo que se revela. No existe ninguna for- ma de revelación separada de lo que se revela. La revelación da paso a un término esencial en el proyecto glo- bal de Cavaillés, la •demostración.. Con •demostración., Cavaíllés pre- tende abarcar el trabajo científico en su conjunto. Para ilustrar este punto, podernos centrarnos en la relación entre matemática y física. De acuer- do con b epistemología kantiana, la relación entre ambas sería el aspecto •puro• de la ciencia, en comparación con su aspecto •aplicado.. Los nuevos fenómenos físicos se explicarían y entenderían en virtud del marco ma- temático a priori. Para Cavaillés, por el contrario, la verdadera ciencia no abandona nunca lo que demuestra. Toda ciencia es inseparable de la de- mostración. No tiene un aspecto to- talmente 'puro., del mismo modo que no tiene un aspecto esencialmente •aplicado.. Por consiguiente, una de- mostración es cierta, no porque haga realidad un teorema, sino mediante el movimiento necesario de la lógica. La lógica de la ciencia está, pues, en su demostración, que consiste en la es- tructura que habla de sí misma. Con el fin de que esto pueda com- prenderse más plenamente, Cavaillés muestra cómo el movimiento de la ciencia está incrustado en su proceso de encadenamiento, es decir, en su lógica. En lugar de la metáfora del contenido empírico que se vierte en un continente formal (es decir, en conceptos), Cavaillés considera que el encadenamiento es la clave de la relación entre forma y contenido. Ese encadenamiento de la ciencia, que es posible gracias a la lógica, es la cien- cia corno demostración. No existe principio —ni fin— en el movimien- to de encadenar; sólo sería posible si se usa la epistemología kantiana como base para la comprensión. Y siempre existe, como reconoce CaVaillés, la tentación de incluir la matemática en las construcciones imaginativas de la experiencia que caracterizan al enfoque kantiano. Cavaillés concluye su exposición con un examen de la fenomenología de Husserl y su filosofía de la ciencia. En él muestra que las premisas bási- cas de la fenomenología, especial- mente en lo que respecta a la mate- mática, refuerzan la primacía de la conciencia y el yo trascendental. Por- que, incluso si la conciencia es siem- pre conciencia de algo, e incluso si Husserl pretendía construir un cuerpo conceptual riguroso (léase: científico) para analizar el contenido de la con- ciencia, ésta, en su estructura interna, es fundamentalmente una entidad for- mal sin ningún contenido concreto. Así es, a pesar de que Hussed distin- gue entre la lógica formal, como se ejerce en los juicios particulares o ar- gumentos, y las disciplinas de la Inri- thesis universalis (aritmética, lógica pura, etc.) que, al ser absolutamente formales, carecen de base empírica
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