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Lechte, J (1996) 50 pensadores contemporáneos esenciales Editorial Cátedra - Fernando Gutierrez

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50 PENSADORES 
I CONTEMPORÁNEOS 
ESENCIALES 
I 	John Lechte 
• Bachelard • Bajtin • Canigun ....... • eavanats 
Freud • Mauss • Merleau-Ponty • Althusser 
Benveniste • Bourdieu • Chomsky • Dumézil 
• Genette • Jakobson • Lacan • Lávi-Etramis • Metz .• .• SelleS • Braudel • Batailie • Deleuze • Derrida 
Foucault • Letrinas • Barth:es • Eco • Greimas 
Iljelmslev • 1.Kristeva • 72.9i:ce • Saussure 
To.clifrov • Irigaray • Le Doeuff • Paternan 
Adorno • Arendt • Habanas • Laclau • Touraine 
Benjamin • Blanchot • Joyce • Nietzsche • Simm.e.1 
Sollers • Baudrillard • Duras • Eafila • Lyotard 
CATEDRA 
Cincuenta pensadores - 
contemporáneos esenciales 
Título original de la obra: 
EiftE Kev Coniempomo , Thinken. 
Índice 
Traducción de Mn. Luisa Rodríguez Tapia 
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido 
por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las 
correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para 
quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren 
públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística 
o científica, o su transformación, interpretación o ejecución 
artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada 
a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. 
ID 1994 John Lechte 
Ediciones Cátedra S. A., 1996 
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid 
Depósito legal: M. 40.948-1996 
ISBN.: 84-376-1478-3 
Printecl in Spain 
Impreso en Gráficas Rogar, S. A. 
Nava lcamero (Madrid) 
PREFACIO 	 
AGRADECIMIENTOS 
PRIMER ESTRUCTURALISNIO 
Gaston Bachelard 	 
Mijail Bajtin 	 
Georges Canguilhem 	 
Jean Cavaillés 	 
Sigmund Freud 	 
Marcel Mauss 	 
Maurice Merleau-Ponty 
ESTRUCRIRALISMO 	 
Louis Althusser 	 
Érnile Benveniste 	 
Pierre Bourdieu 	 
Noam Chomsky 	 
Georges Dumézil 	 
Gérard Genette 	 
Reman Jakobson 	 
Jacques Lacan ......... 
Claude Lévi-Strauss 
Christian Meta 	 
Michel Serres 	 
HISTORIA ESTRUCTURAL STA 
Fernand Braudel 	 
PENSAMIENTO POSTESTRUCTIDAUSTA 	 
Georges Bataille 	 
Gines Deleuze 	 
Jacques Derrida 	 
17 
19 
24 
30 
35 
40 
95 
51 
57 
59 
65 
69 
74 
80 
90 
96 
101 
108 
114 
121 
123 
	 129 
131 
136 
141 
Misioneros del Espinas Saroa 
11" iblioteca Del 
ilosofado 
Provincia Félix de Jesús 
Michel Foucault 	 147 
Emmanuel Levinas 	 153 
515mió-ncA 	 159 
Roland Barthes 	 161 
Umberto Eco 	 166 
Algirdas-Julien Greimas 	 171 
Louis Hjelmslev 	 177 
Julia Kristeva 	 183 
Charles Sanders Peirce 	 187 
Ferdinand de Saussure 	 192 
Tzvetan Todorov 	 197 
EL FEMINISMO DE SEGUNDA GENERACIÓN 	 205 
Luce Irigaray 	 207 
Michéle Le Doeuff 	 212 
Carole Pateman 	 217 
Pos-rmARnsmo 	 223 
Theodor Adorno 	 225 
Hannah Arendt 	 230 
Jürgen Habermas 	 236 
Ernesto Laclau 	 243 
Alain Touraine 	 248 
LA MODERNIDAD 	 255 
Walter Benjamin 	 257 
Maurice Blanchot 	 262 
James Joyce 	 268 
Friedrich Nietzsche 	 273 
Georg Simmel 	 279 
Philippe Sollers 	 284 
LA POSIMODERNIDAD 	 291 
Jean Baudrillard 	 293 
Marguerite Duras 	 298 
Franz Kafka 	 304 
Jean-Frasnois Lyotard 	 309 
A la memoria de mis abuelas, 
que valoraron la educación. 
CAROL YN LECITTE (1885-1978) 
MURIEL GARNER (1896-1979) 
8 
Prefacio 
Este libro sigue el admirable modelo establecido por Diané Co-
llinson en Fifty Major Philosophers (1087). Es decir, ofrezco al lector 
una visión global de la obra de cada pensador junto a datos biográ-
ficos. Como Ms. Collinson, también pretendo introducir, a veces de 
forma muy detallada, uno o más aspectos de la oettvre en cuestión, 
especialmente en la medida en que se relacione con los aspectos 
del pensamiento inspirados por el estructuralismo. Y abordo con fre-
cuencia ese pensamiento, para disentir de él o apreciar sus revela-
ciones. Confío en que el lector adquiera una sensación real del sa-
bor, el estilo y, en muchos casos, el carácter verdaderamente 
innovador de las ideas estudiadas. 
No obstante, mi labor ha sido, al mismo tiempo, más fácil y más 
difícil que la de Diané Collinson, porque, si bien no he tenido que 
recorrer toda la historia del canon filosófico occidental para escribir 
estos artículos, sí me he visto obligado a escoger a 50 pensadores 
contemporáneos. Y aunque, desde luego, se puede discutir quién 
debe figurar en el canon filosófico, existen pocas dudas de que ha 
habido un canon muy influyente, hasta el punto de que la gente cica 
a Platón, Hobbes o Sartre sin saberlo. En cierto modo, pues, la carea 
de Diané Colfinson consistió en hacer explícitas formas de pensa-
miento que ya nos han impregnado. Mi trabajo, por el contrario, ha 
sido destilar elementos esenciales en la obra de pensadores que, en 
ocasiones, no son muy conocidos, pero que están empezando a ser-
lo. Casi todo el mundo ha oído hablar, por lo menos, de Platón; pero 
¿han oído hablar de Saussure? Casi todos saben que el idealismo fi-
gura en algún lugar de la filosofía de Flacón; pero ¿saben que la •i-
ferencia- es un concepto clave en Saussure? Evidentemente, creo que 
la respuesta es -no en ambos casos. 
11 
Na estoy refiriéndome sólo a los conocimientos del lector en ge-
neral, sino a los míos propios. Porque el contraste que pretendo sa-
car a la luz es el que existe entre un canon relativamente estable con 
el que estoy familiarizado, aunque no sea en detalle, y una serie de 
pensadores cuyas ideas están aún, frecuentemente, en plena evolu-
ción, porque muchos de ellos siguen escribiendo y, por consiguien-
te, no han terminado su obra y porque, por definición, no es posible 
tener un conocimiento profundo de ideas que son esencialmente 
contemporáneas e innovadoras. En otras palabras, saber si he esco-
gido el ángulo más importante o revelador sobre los pensadores que 
examina será, y debe ser, materia de discusión. 
Ante esta dificultad, mi apuesta en favor del lector es que la luz 
que arrojo sobre el pensamiento que examino es una luz informada, 
pero que, incluso si resulta que no es más que una de las formas 
posibles de entender a ese pensador, seguirá siendo informativa y 
educativa en el sentido al que me refiero. Y éste es que (ser capaz 
de) estar en desacuerdo conmigo es comprenderme. 
Pero ¿qué ocurre con la elección de pensadores? Aquí, el subtítu-
lo del libro debería indicar la orientación de mis decisiones. Los pen-
sadores elegidos sirven para profundizar en la comprensión de la 
orientación estrucruralista del pensamiento tras la Segunda Guerra 
Mundial, que surgió en gran parte, si no de forma exclusiva, en Fran-
cia. En mis explicaciones he intentado no criticar este punto; no es 
posible reducir ninguno de los 50 pensadores estudiadas a un movi-
miento. Aunque me centro principalmente en el periodo de posgue-
rra, no lo hago de manera exclusiva: he intentado incluir a pensado-
res que, cronológicamente, tal vez fueron de otra generación 
(Saussure, Freud, Nietzsche), pero que han tenido una importancia 
fundamental y una enorme contemporaneidad, desde el punto de 
vista intelectual. Es decir, «contemporáneo. significa más que con-
temporáneo en el tiempo. 
Dado que la orientación del libro consiste, en gran parte, en ha-
blar de los pensadores que representan una tendencia estructural o 
postestrucrural, moderna o postmoderna, he incluido asimismo a una 
serie de pensadores indiscutiblemente importantes (Adomo, Haber-
mas) que no se identifican, o se identifican menos, con esta orien-
tación. 
Respecto a la presentación material del libro, he agrupado a los 
pensadores en nueve categorías: primer estructuralismo; estructura-
lismo; historia estrucruralista; pensamiento postestrucniralista; semió-
tica; feminismo de la segunda generación; postmarxismo; moderni- 
12 
dad y, por último, postmodernidad. Cada grupo de pensadores va 
precedido de una breve nora introductoria, que pretende dar al lec-
tor una visión amplia de la tendencia intelectual en cuestión. Algu-
nas personas pueden opinar que los agrupamientos son demasiado 
reductores. Ami juicio, se limitan a indicaruna orientación y ayudan 
al lector a apreciar el significado global de esta colección de ensa-
yos, un significado que no debe pasar inadvertido y que, empleado 
de forma inteligente, puede ayudar a una mejor comprensión de 
cada caso individual. 
Dentro de cada pensador, he intentado ofrecer información so-
bre la obra tanto reciente como temprana a la hora de enumerar las 
obras principales, del mismo modo que he intentado sugerir lecturas 
adicionales de obras recientes*. 
Por último, debo abordar brevemente la cuestión de cómo pue-
de usarse el presente libro. A mi juicio, sería ridículo afirmar que he 
presentado a estos 50 pensadores contemporáneos de tal manera que 
no es preciso que el lector acuda a ninguna otra obra para consoli-
dar su conocimiento. Este libro ofrece una vía para comprender a 
los pensadores que introduce; no sustituye la lectura de sus propias 
obras. Como afirma Heidegger, no ofrezco un aprendizaje; intento 
dejar que ese aprendizaje se produzca. 
JOHN LECHTE 
• Para la presente edición se han incluido traducciones al español existentes de 
las obras de los autores. En muchos casos se recogen las obras en su lengua origi-
nal por no existir traducción española disponible y ser la obra de relevancia dentro 
de la producción del autor. Las obras de los pensadores rusos se referencian en 
inglés, por ser ésta una lengua más asequible al público en general. 
13 
Agradecimientos 
Gill Bouomley ha sido una fuente de inspiración en el estudio 
de los problemas suscitados por los pensadores en el presente libro, 
además de ofrecerme un incansable apoyo material. A ella le ofrez-
co mi agradecimiento más profundo. Eduardo de la Fuente está con-
virtiéndose en una autoridad mundial sobre Adorno y me ofreció su 
conocimiento y consejo al respecto. También colaboró en la búsque-
da de bibliografía en casos importantes. Varias personas leyeron y 
comentaron los ensayos. Entre ellas, Gill Bottomley, Murray Dom-
ney, Eduardo de la Fuente, Barry Hindess, Ephraim Nimni y Paul 
Pacton. Les doy las gracias a todos ellos pero, desde luego, asumo la 
responsabilidad de cualquier error que pueda quedar en el texto que, 
con tanta generosidad, ayudaron a mejorar. 
Por último, me gustaría dar las gradas más sinceras a mi editor, 
Richard Stoneman, por la idea para este proyecto y, especialmente, 
por su paciencia con una tarea que, me avergüenzo de reconocer, 
incumplió plazos en varias ocasiones. 
15 
Primer estructuralismo 
Para ofrecer una idea de los factores que pusieron en marcha el 
movimiento estrucruralista, podemos ver que ciertas tendencias en 
la obra de un Marcel Mauss o un Georges Canguilhem habían empe-
zado ya a desestabilizar las hipótesis de la fenomenología y el posi-
tivismo. El hecho de centrarse en la sociedad como un sistema en el 
que ciertos fenómenos constiruyen un .hecho social total', o en la 
base epistemológica del conocimiento (Canguilhem), empieza a tras-
ladar el énfasis, de la explicación esencialista de la sociedad o el 
conocimiento, hacia la idea de que es la consecuencia del carácter 
estructural (es decir, diferencial y relacional) de tales acontecimien-
tos. Por consiguiente, la historia de la ciencia deja de ser la expre-
sión de una mente; más bien, a través de una configuración episte-
mológica, la historia elabora el marco intelectual que la comprende. 
Además, los cambios en la experiencia actual de una sociedad o un 
individuo (cfr. Freud) alteran el significado del pasado. Éste no pue-
de entenderse ya por sí solo, porque ahora es preciso interpretarlo 
en relación con las preocupaciones del presente. 
17 
Gaston Bachelard 
Gaston Bachelard —epistemólogo, 
filósofo de la ciencia y teórico de la 
imaginación— influyó en figuras 
esenciales de la generación estructu-
ralista y postestructuralista de la pos-
guerra. A través de Jean Cavaillés y, 
especialmente, en relación con la 
obra y la dirección de Georges Can-
guilhem, Michel Foucault descubrió 
su orientación concreta al investigar 
la historia de los conocimientos. Asi-
mismo, cuando Louis Althusser halló 
inspiración en el concepto de •dis-
continuidad.. de Bachelard —que él 
tradujo como •ruptura epistemológi-
ca...—, una generación de filósofos 
marxistas descubrió estímulos para 
reexaminar las nociones de tiempo, 
subjetividad y ciencia. 
Gaston Bachelard nació en 1884 en 
la Francia rural, en Bar-sur-Aube, y 
murió en París en 1962. Después de 
trabajar en el servicio postal (1903- 
1913), fue profesor de física en el Co-
llége de Bar-sur-Aube entre 1919 
y 1930. A los treinta y cinco años, Ba-
chelard emprendió nuevos estudios, 
esta vez de filosofía, y completó su 
agrégalion en 1922. En 1928 publicó 
su tesis doctoral, que había defendido 
en 1927: Essai sur la connaissance 
approchée (Ensayo sobre el conoci-
miento aproximado) y su tesis com-
plementaria, Étude sur l'évolution 
d'un probléme physique, La propaga-
¡ion that-migue dans les solides (Estudio 
sobre la evolución de un problema fí-
sico: la propagación térmica en los só-
lidos). Sobre la base de esta obra, 
en 1940 le ofrecieron la cátedra de his-
toria y filosofía de la ciencia en la Sor-
bona, puesto que ocupó hasta 1954. 
Tres elementos esenciales del pen-
samiento de Bachelard lo convirtie-
ron en un filósofo y pensador único 
e hicieron que su obra fuera crucial 
para la generación de estructuralistas 
de posguerra. El primer elemento se 
refiere a la importancia de la episte-
mología en la ciencia. En este senti-
do, si los científicos poseían una 
comprensión deficiente de su propia 
actividad, ello supondría un obstácu-
lo fundamental para la aplicación de 
su trábajo. La epistemología es el te-
rreno en el que se comprende el sig-
nificado de los esfuerzos científicos. 
Como escribió Bachelard en La pbilo-
sopbie du •now (la filosofía del •no.): 
•El espacio en el que se mira, en el 
que se examina, es filosóficamente 
muy distinto al espacio en el que se 
ve.?. La razón es que el espacio en el 
que se ve es siempre un espacio re-
presentado, no un espacio real. Sólo 
se puede tener en cuenta este factor 
si se recurre a la filosofia. De hecho, 
Bachelard pasa, a continuación, a de-
fender •un estudio sistemático de la 
representación, el elemento inierme- 
19 
BACHELAhD 	 13ACI-IELARD 
dio más natural para determinar las 
relaciones de noúmeno y fenóme- 
no- 2. Estrechamente asociada a la in- 
teracción entre la realidad ;y su repre- 
sentación se encuentra la defensa 
inquebrantable que Bachelard hace 
de la relación dialéctica entre raciona- 
lismo y realismo; o empirisruo, como 
puede también llamarse. Así, en el 
que quizá se convirtió en su libro más 
influyente para el público en general, 
El nuevo espíritu científico, este ver- 
dadero poeta de la epistemología 
afirma que existen esencialmente dos 
bases metafísicas predominantes: ra- 
cionalismo y realismo. El racionalis- 
mo —que incluye la filosofía y la teo- 
ría— es el campo de la interpretación 
y /a razón; por otro lado, el realismo 
ofrece al racionalismo el material ne-
cesario para sus interpretaciones. Li-
mitarse a permanecer en un plano 
ingenuo e intuitivo —el nivel experi-
mental— a la hora de captar hechos 
nuevos es condenar la comprensión 
científica al estancamiento; no puede 
llegar a saber lo que está haciendo. 
De/ mismo modo, si se exagera /a im-
portancia' de/ aspecto racionalista 
—quizá incluso asegurando que, en 
definitiva, /a ciencia no es más que el 
reflejo de un sistema filosófico subya-
cente—, puede producirse un idealis-
mo igualmente estéril. Por consi-
guiente, para Bachelard, ser científico 
es no dar prioridad ni al pensamien-
to ni a la realidad, sino reconocer el 
nexo inextricable entre ambos. Ba-
chelard capta lo que está en juego en 
esta frase memorable: da experimen-
tación debe dejar paso al argumento 
y el argumento debe recurrir a la ex-
perimentación). Todos los escritos 
de Bachelard sobre el carácter de la 
ciencia se rigen por este principio. 
Con su formación científicay filosófi-
ca, Bachelard era un ejemplo de la 
posición que intentó defender en su 
obra. Como es de prever, un libro 
como le Rationalisme appliqué (El ra-
cionalismo aplicado) pretende de-
mostrar la base teórica de distintos 
tipos de experimentación. Un racio-
nalismo profundo es siempre un ra-
cionalismo aplicado, que aprende de 
la realidad. Pero eso no es todo, Ba-
chelard está también de acuerdo en 
que el empirista puede aprender del 
teórico aspectos de la realidad cuan-
do —corno Ocurre con Einstein— la 
teoría se desarrolla antes que su 
correlato experimental. La teoría lo 
necesita para confirmarse. Con la im-
portancia que daba a la epistemolo-
gía, Bachelard unió ciencia y filosofía 
de una forma raramente vista hasta 
entonces. Las ciencias humanas y na-
turales hallan verdaderamente aquí a 
su intermediario, en el hombre que, 
al final, acaba por escribir una -poéti-
ca- de la ciencia. 
El segundo gran aspecto de la obra 
de Bachelard que ha tenido especial 
influencia en relación con el estruc-
turalismo es su teorización de la his-
toria de la ciencia. En pocas palabras, 
Bachelard propone una explicación 
no evolutiva del desarrollo de la cien-
cia, en la que los avances anteriores 
no explican necesariamente el estado 
actual. Por ejemplo, según Bachelard, 
no es posible explicar /a teoría de la 
relatividad de Einstein como un desa-
rrollo a partir de /a física newtoniana. 
Las nuevas doctrinas no se desarrolla-
ron a partir de las viejas, afirma, -sino 
que, más bien, /as nuevas envolvieron 
a /as viejas.. Y continúa: il-a.s genera-
ciones intelectuales están encajadas 
unas dentro de otras. Cuando pasa-
mos de la física no newtoniana a la 
newtoniana, no nos encontramos con 
la contradicción, sino que la experi-
mentamos.". Basándose en ello, el 
concepto que enlaza los descubri-
mientos con una serie de hallazgos 
anteriores no es la continuidad sino 
la discontinuidad. Existe, pues, una 
discontinuidad entre la geometría 
euclidiana y no euclidiana, entre el 
espacio euclidiano y las teorías de lo-
calización, espacio y tiempo propues-
tas por Heisenberg y Einstein. Una 
vez más, Bachelard destaca que, en e/ 
pasado, la masa se definía en relación 
con una cantidad de materia. Cuanto 
mayor era la materia, mayor era la 
fuerza que se consideraba necesaria 
para oponerse a ella; la velocidad era 
una función de la masa. Con Einstein 
sabemos, actualmente, que la masa es 
una función de la velocidad, y no a 
la inversa. Lo esencial aquí no es que 
las teorías anteriores tuvieran caren-
cias y por tanto se opusieran. sino 
que las nuevas teorías tienden a tras-
cender por completo las teorías y ex-
plicaciones anteriores de fenómenos, 
o a mostrar discontinuidad respecto a 
ellas. Como expone Bachelard: 
Sin duda, existen cienos tipos de 
conocimiento que parecen ser inmu-
tables. Ello hace pensar a algunas 
personas que la estabilidad del con-
tenido se debe a la estabilidad del 
continente o, en otras palabras, que 
las formas de racionalidad son per-
manentes y no es posible ningún 
nuevo método de pensamiento ra-
cional. Pero la estructura no proce-
de exclusivamente de la acumula-
ción; la masa de conocimiento 
inmutable no posee tanta importan-
cia funcional como a veces se crees. 
De hecho, afirma Bache/ard, los 
cambios —en ocasiones, radicales—
en e/ significado de un concepto o en 
el carácter de un área de investiga-
ción son lo que mejor caracteriza la 
naturaleza del esfuerzo científico. Por 
tanto, lo que la ciencia tiene de nue-
vo es siempre revolucionario. 
Como añadido a la concepción de 
Bachelarcl sobre el desarrollo cientí- 
fico, es importante advertir que todo 
el pensamiento científico -es, en su 
propia esencia, un proceso de cosi-
ficación•, un sentimiento con el que 
Fierre Bourdieu (antiguo alumno de 
Bachelard) estaría completamente de 
acuerdo. Además, al hablar del pen-
samiento científico de la era moder-
na, Bachelard advierte que tiende 
fundamentalmente a ver los fenóme-
nos desde el punto de vista de su 
relación y no de su sustancia, es de-
cir, por tener cualidades esenciales 
propias. Esta observación indica cla-
ramente un rasgo presente en el 
pensamiento estructuralista contem-
poráneo. Como confirma Bachelard: 
-Las propiedades de los objetos en el 
sistema de Hilbert son puramente re-
lacionales, y no sustanciales- 6 . 
Cuando afirma que -la asimilación 
de lo irracional por parte de la razón 
nunca deja de producir una reorgani-
zación recíproca del terreno de la ra-
cionalidad-', Bache/ard confirma el 
carácter dialéctico de su enfoque, un 
enfoque recordado, aunque en un 
contexto diferente ,y con objetivos 
distintos, por Julia Kristeva y sus con-
ceptos de lo .semiótico- y lo .simbóli-
co'. El pensamiento se encuentra 
siempre •en proceso de cosificaciórhs; 
nunca es algo determinado y comple-
to, nunca es algo cerrado en sí mis-
mo y estático, como solían pensar 
ciertos científicos. 
Asociada a esta concepción del 
pensamiento se encuentra la postura 
anticartesiana de Bachelard. Si Des-
cartes había afirmado que, para pro-
gresar, el pensamiento debía partir de 
ideas claras y sencillas, Bac.helard ar-
gumenta que no existen ideas senci-
llas, sólo complejidades, como se ve 
especialmente cuando esas ideas se 
aplican. •La aplicación es complica-
ción., afirma. Además, aunque la me-
jor teoría parece ser la que explica la 
20 21 
BACHELARD 	
BACHELARD 
realidad de la manera más sencilla, 
nuestro autor responde que a reali-
dad no es sencilla nunca y que, en la 
historia de la ciencia, los intentos de 
lograr la sencillez (por ejemplo, la es-
tructura del espectro del hidrógeno) 
han resultado invariablemente ser 
simplificaciones excesivas cuando, al 
final, se reconoce el carácter comple-
jo de la realidad. Como idea derivada 
de Descartes, la sencillez no se ajusta 
adecuadamente al hecho de que todo 
fenómeno es un tejido hecho de rela-
ciones y no simple sustancia. Por 
consiguiente, los fenómenos sólo 
pueden captarse mediante una forma 
de síntesis que corresponde a lo que 
Bachelard llamó, en 1936, surrationa-
lisnie9. El surracionalismo es un enri-
quecimiento y revitalización del ra-
cionalismo mediante la referencia al 
mundo material, de igual manera 
que, desde otra dirección, el surrea-
lismo intentaba revitalizar el realismo 
a través del sueho. 
Otra dimensión influyente del pen-
samiento de Bachelard es su análisis 
de las formas de la imaginación, es-
pecialmente las imágenes relaciona-
das con los temas de la materia, el 
movimiento, la fuerza y el ensueño, 
así como las imágenes asociadas del 
fuego, el agua, el aire y la tierra. Ba-
chelard, en obras como La Tenv et les 
réveries de la mimaré (La tierra y los 
ensueños de la volurnad), incluye nu-
merosas referencias a la poesía y la 
literatura de la tradición cultural occi-
dental, referencias que utiliza para 
ilustrar el trabajo de la imaginación. 
Este último debe diferenciarse de la 
percepción del mundo exterior tradu-
cida en imágenes. El trabajo de la 
imaginación, como afirma nuestro 
autor, es más fundamental que la per-
cepción de las imágenes; es cuestión 
de afirmar, por tanto, el carácter psí-
quicamente fundamental de la imagi- 
nación creativa•t". La imaginación no 
es un mero reflejo de las imágenes 
exteriores, sino una actividad sujeta a 
la voluntad del individuo. Bachelard 
pretende investigar los productos de 
esa voluntad creativa, que no pueden 
predecirse partiendo del conocimien- 
to de la realidad. En cierto sentido, 
pues, la ciencia no puede predecir la 
trayectoria de la imaginación, porque 
ésta posee un tipo especial de auto-
nomía. Estar sometida a la voluntad 
significa que la imaginación —como 
para algunos surrealistas— está rela-
cionada con la fantasía semiconscien-
te (rénerie) más que con os procesos 
inconscientes (condensación, despla-
zamiento, etc.) del ensueño. En reali-
dad, este factor, junto a su interés por 
los arquetipos, sitúa a Bachelard mu-cho más cerca de Jung que de Freud. 
También recuerda a Jung el énfasis 
que pone Bachelard, en su análisis de 
la imaginación, en los cuatro elemen-
tos primarios. del fuego, el agua, el 
aire y la tierra, que considera eterna-
mente presentes en una alquimia 
poética. Es decir, en el horizonte se 
ve cierto elemento místico (cfr. Psico-
logía y alquimia, de Jung). Además, 
la insistencia de Bachelard en la prio-
ridad de la relación ya reconocida 
entre sujeto y objeto, que extrae, no 
siempre de forma voluntaria, de la 
fenomenología, significa que, mien-
tras la imaginación podría crear imá-
genes (casi siempre, sublimaciones 
de arquetipos), no se piensa que la 
labor de la creatividad produzca por 
sí misma dicha relación. De hecho, el 
sujeto aquí es su majestad el yo, 
como afirmaba Freud; porque existe 
una presunción de autonomía que 
bordea lo absoluto. De esta manera 
entra en los escritos de I3achelard so-
bre la imaginación un elemento de 
cierre aparentemente ausente de sus 
ensayos científicos. 
La imaginación, por consiguiente, 
es el terreno de la imagen y, como 
tal, es preciso diferenciarla de la tra-
ducción del mundo externo a con-
ceptos. La imaginación produce imá-
genes y es sus imágenes, mientras 
que el pensamiento produce concep-
tos. Sin un surrealismo que aparece 
con el fin de reavivar la imagen, el 
mundo de esta última estaría tan en-
cerrado en si mismo que se marchita-
ría y moriría. Del mismo modo, si no 
fuera por cierto surracionalismo, el 
pensamiento y sus conceptos tam-
bién se marchitarían, enfermos de su 
propia perfección y sencillez. En rea-
lidad, apertura. y -complejidad. resu-
men la posición de Bachelard. En su 
pléyade de elementos —un poco de-
masiado jungiana—, el concepto tien-
de a estar en el lado masculino de las 
cosas, mientras que la imagen tiende 
hacia lo femenino. Igualmente, el 
concepto corresponde a la imagen 
del día (porque es equivalente a 
ver.), mientras que la imagen corres-
ponde a la imagen de la noche. El 
astuto librito de Dominique Lecourt 
sobre Bachelard llama la atención 
precisamente sobre esta característica 
de la obra del pensador: .En pocas 
palabras, para repetir los términos de 
Bachelard, entre sus libros científicos 
y sus obras sobre la imaginación exis-
te la misma relación que entre el día 
y la noche.". En general, Bachelard 
se muestra reservado en cuanto a si 
ambos términos aparecen juntos, es 
decir, si la imagen aparece en la cien-
cia y la ciencia en el reino de las imá- , 
genes. Sin embargo, la obra de 13a-
chelard, casi a su pesar, ha llegado a 
considerarse fuente de inspiración 
para quienes intentan derribar la ba-
rrera entre concepto e imagen, con el 
fin de que las imágenes nuevas pue-
dan convertirse en base de nuevos 
conceptos científicos y los conceptos 
nuevos puedan surgir a partir de nue-
vas imágenes. 
Más en concreto, las obras de 13a-
chelard destacan el hecho de que ni 
el concepto ni la imagen son transpa-
rentes y que dicha opacidad indica 
que en los asuntos humanos existe 
siempre un elemento de subjetividad. 
Ello significa que, de los seres huma-
nos, se habla canto como hablan ellos 
mismos en los marcos de la ciencia y 
lo simbólico que constituyen sus vi-
das. Como expresa de nuevo Lecourt: 
.Nadie puede leer estos textos diver-
gentes sin percibir una unidad que 
debe buscarse bajo la contradic-
ción 42 . ¿.Unidad., o .sintesis.? La res-
puesta no carece de importancia. Por-
que, mientras la unidad implica 
homogeneidad y corre e.I riesgo de 
convertirse en una unidad sencilla, la 
síntesis, como afirmaba Bachelard, 
tiene que ver con las relaciones, pue-
de existir entre elementos diferentes 
(siempre que la diferencia no sea ra-
dical) y presupone divisiones de al-
gún tipo. Por el contrario, la unidad 
tiene tendencia a borrar las relacio, 
nes. Al final, la oeuvre de 13achelard 
tiende a encarnar la idea de síntesis 
que proponía en sus primeros traba-
jos. Pero era, necesariamente, una 
síntesis que no podía ver, una cegue-
ra necesaria que formaba parte (en 
términos existenciales) del lugar des-
de el que escribía. En este sentido, 
pues, podría considerarse que la no-
che tiene prioridad sobre el día en 
esta obra excepcional. 
NOTAS 
' Gaston Bachelard, Tbe Philosophyof 
No: A Pbilosopby of me New Scientific 
Min4 trad. de G. C. Warerston, Nueva 
York. Orion Press, 1968. pág. 63. • 
!bid., pág. 64. 
22 
23 
BAJTIN 
	 1SAJTIN 
' Gaston Bachelard, The New Scienti-
fíe Spirii, trad. de Arthur Goldhammer, 
Boston, Beacon Press, 1985, pág. 4. La 
cursiva es de Bachelard. 
'Ibid., pág. 60. 
5 'bid., pág. 54. 
'bid., págs. 30-31. 
7 'Oíd., pág. 137. 
" !bid., pág. 176. La cursiva es mía. 
Gaston Bachelard, 	Surrationalis- 
me•, Inquisitions, 1(1936). 
1 ° Gaston Bachelard, la Terre et les 
raerles de la volonté: essai sur rima-
gination des forces, París, Corti, 1948, 
pág. 3. 
" Dominique Lecoun, Bacbelard ou 
le jour et la nuit (un essai de nzatérialis-
me dialectiqzte), París, Maspero, 1974, 
pág. 32. 
" ¡bid. La cursiva es de Lecourt. 
VÉASE TAMBIÉN EN ESTE LIBRO 
Althusser, Bourdieu, Canguilhem, Cavai-
llés, Foucault, Kristeva, 
PRINCIPALES OBRAS DE BACREL;RD 
Essai sur la connaissance approcbée, 
París, Vrin, 1928. 3. ed., 1970 (tesis 
principal para el doctorado en litera-
tura). 
La Valeur inductive de la relativité, Pa- 
rís, Vrin, 1929, 
Le Pluralisme coherent de la cbimie uzo- 
derne, París, Vrin, 1932. 
L'Intuition de Pinstant: étude sur la 
loé- de Gastan Rozipnel, París, Stock, 
1932. 
Les Intuitions atomistiques: essai de clas-
sification, París, Boivin, 1933. 
Le Nouvel Esprit Scientifique, París, Al- 
ean, 1934. 
L'Expénence de l'espace dans la pbysique 
contempdraine, París. PUF, 1937. 
La Terre él les révena de la valoricé: essai 
sur Pinzagination des forces, París, 
Jose Coal, 1948. 
La Dialectique de la durée, París, Boivin, 
1936. Nueva ed., PUF; 1950. 
La Fornzation de l'esprit scientifique. 
Contribution a uno psychanalyse de 
la connaissance objectite, París, Vrin, 
1938; 8! ed., 1972. 
Le Psycbanalyse du fu, París. Gallimard, 
1938. 
La Pbilosopbie du mon-, París, Presses 
Universitaires de France, 1940. 
El agua y los sueños (1942), Madrid. FCE, 
1994. 
La Term et les révenks du repos. Essai sur 
les inzages de rintimité, París, Jose 
Coni, 1948; 6. impresión, 1971, 
Le Rationalistne appli qué, París, PUF, 
1949; 3. ed, 1966. 
Le Alaterialistue rationnel, París, PUF, 
1953; 27 ed., 1963. 
La poética del espacio (1957), Madrid, 
FCE, 1993. 
La Poétique de la réverie, París, PUF, 
1960; 3. ed., 1965. 
Flamme d'une chandelle, París, Presses 
Universitaires de France, 1961. 
Le Droit de réver, París, Presses Univer-
sitaires de France, 1970. 
OTRAS LECTURAS 
GINESTIER, Paul, Pour connaltre la petuée 
de Bachelard, París, Bordas, 1968. 
LEcourr, Dominique, Bachelard ou le 
jour et la nuit, París, Grasset, 1974, 
McAuxsrea Jorers, Mary, Caston Bache- 
lar& Subversibr Hunzanist. TattS and 
Readings, Madison, University of Wis-
consin Press, 1991. 
SMITH, Roch Charles, Gastan Bachelard, 
Boston, Twayne, 1982. 
MIES, Mary, Bachelard, Science and Ob-
jectivity, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press, 1984. 
Mijail Bajtin 
Mijall Bajtin es, según algunas opi-
niones, uno de los grandes teóricos 
de la literatura del siglo Da'. Tanto el 
alcance histórico de su obra como las 
condiciones políticas en las que escri-
bió (especialmente la represión poli-
tica bajo Stalin) han hecho de él un 
filósofo social de cierta magnitud. 
Nacido en noviembre de 1895, Baj- 
tin se licenció en lenguas clásicas y fi- 
lología en la universidad de Petrogra-
do en 1918. Debido fundamental-
mente a motivos políticos, vivió gran 
parte de su vida en una oscuridad 
autoimpuesta y aceptó en 1936 una 
cátedra en la remota Escuela del pro-
fesorado del estado de Mordovia, 
donde, aparte de una interrupción en 
los años 40 debida a los rumores de 
purga politica,enseñó hasta 1961. 
Pese a su escasa prominencia políti-
ca, Bajtin fue arrestado en 1929 por 
su presunta participación en la igle-
sia ortodoxa rusa clandestina, y sen-
tenciado a seis años de exilio interior 
en Kazajistán, donde trabajó como 
contable. En la década de los 60 
Bajtin pasó a ser figura de culto en 
Rusia, se redescubrió su obra de 1929 
sobre Dostoievski y se publicó 
por primera vez en la Unión Soviéti-
ca, en 1965, su libro más famoso, so-
bre Rabelais, presentado inicialmente 
como tesis doctoral en los años 40. 
Con el interés renovado por su obra, 
Bajtin empezó a trabajar a principios 
de los 70 en una serie de proyectos 
-como el relativo a las bases filosó-
ficas de las ciencias humanas- que 
permanecían inacabados en el mo-
mento de su muerte, marzo de 1975. 
La trayectoria intelectual de Bajtin 
y sus costumbres de escritor son ex-
cepcionales. No sólo reelaboraba con 
frecuencia trabajos terminados y se-
guia desarrollando de forma distinta 
conceptos ya formulados -por lo 
que su trayectoria no es tanto una lí-
nea recta como una espirar-, sino 
que, además, existe una controversia 
sobre varios libros de los que se sos-
pecha que los escribió él, pero que se 
publicaron bajo el nombre de sus 
amigos V. N. Voloshinov y P. N. Med-
vedev. Los más importantes son Frau- 
dianismo y Marxismo y filosofía del 
letipinqe, de Voloshinciv, y El método 
formal en los estudios literarios, de 
Medvedev. 
Al margen de los problemas de 
autoria, casi todos los especialistas 
están de acuerdo en que la obra de 
Bajtin puede dividirse en tres grandes 
periodos: I) primeros ensayos sobre 
ética y estética; 2) libros y artículos 
sobre la historia de la novela; 3) en-
sayos publicados póstumamente que 
vuelven a abordar los ternas del se-
gundo periodo. A pesar de los estu-
dios minuciosos que se llevan a cabo 
actualmente para mostrar la profundi-
dad de su pensamiento, es cierto que, 
fuera de un círculo de especialistas, 
Bajtin es más conocido en Occiden-
te, primero, por su noción de carna-
val, que procede de su estudio de Ra-
belais; segundo, por el concepto de 
novela dialógica y polifónica deriva-
do de su estudio sobre Dostoievski, 
y, por último, a propósito de térmi-
nos como .cronotopo• y •discurso no-
velístico., que proceden de sus ensa-
yos sobre la teoría de la novela'. 
En su estudio sobre Rabelais, que 
fue su primera obra traducida al in-
glés, I3ajtin se centra en el carnaval tal 
como existía en el periodo anterior al 
Renacimiento y en este último (Rabe-
lais 11494-15531 escribió sus obras más 
importantes a principio de la década 
de 1530). Para Bajtin, Rabelais conti-
núa la tradición del carnaval y añade 
sus propias innovaciones. ¿Qué es el 
carnaval, pues? 
El aspecto más importante del car-
naval es la risa. Pero la risa de carna-
val no puede equipararse a as formas 
específicas que adopta en la concien-
cia moderna. No es meramente paró-
dica, irónica o satírico.. La risa de car-
naval no tiene objeto, Es ambivalente. 
La ambivalencia es la clave de la es-
tructura carnavalesca. La lógica del 
carnaval, como ha demostrado Kriste- 
24 	 25 
BAJTIN 
	
BAITIN 
va, no es la lógica de la ciencia y la 
seriedad, cuantitativa y causal, del 
verdadero o falso, sino la lógica cua-
litativa de la ambivalencia, en la que 
el actor es también el espectador, la 
destrucción deja paso a la creatividad 
y la muerte equivale a renacer. 
Por tanto, el carnaval no es priva-
do ni supone una oposición especifi-
ca, como en el periodo inmediata-
mente anterior al Romanticismo y 
durante éste. En ningún sentido debe 
entenderse el carnaval como un he-
cho sancionado oficialmente o sim-
plemente como una época festiva, 
una ruptura del ritmo normal de tra-
bajo de la vida diaria; tampoco es una 
fiesta que refuerza el régimen predo-
minante de b vida cotidiana, con su 
jerarquía de poder y sus enormes 
contrastes entre ricos y pobres. El car-
naval, en resumen, no es producto de 
una burocracia (siempre seria) que 
fortalece su propio poder sobre el 
principio del •pan y circo.. La gente 
constituye el carnaval y la burocracia, 
corno todos los demás, se ve someti-
da a sus leyes y rituales, desde la 
Iglesia hasta la Corona. En pocas pa-
labras: el carnaval no es meramente 
negativo; no posee un motivo utilita-
rio. Es ambivalente. 
Por consiguiente, más que un es-
pectáculo que debe observarse, el 
carnaval es la hilaridad vivida por to-
dos. Y ello plantea la cuestión de si 
puede existir, en sentido estricto, una 
teoría del carnaval. Porque no hay 
vida fuera del carnaval. Las personas 
que participan en él son simultánea-
mente actores y espectadores. Y, 
como la risa festiva del carnaval se di-
rige también contra quienes ríen, la 
gente que se encuentra dentro de él 
es tanto objeto como sujeto de risa. 
Dicha risa es general, posee una base 
filosófica y comprende la muerte 
(cfr. los temas de la risa macabra y lo 
grotesco) y la vida. Corno tal, la risa 
de carnaval es una de las •formas 
esenciales de verdad en relación con 
el mundo». Sin embargo, Bajtin seña-
la que, con la era moderna, la risa ha 
quedado reducida a uno de los •gé-
neros groseros.. Pero, por otro lado, 
el propio carnaval defiende esa gro-
sería. La degradación, el envileci-
miento, el cuerpo y todas sus funcio-
nes —especialmente la defecación, la 
orina y la cópula— forman parte in-
tegrante de la experiencia ambivalen-
te del carnaval. El cuerpo es parte de 
esa ambivalencia. No es algo cerrado 
y privado, sino abierto al mundo. Del 
mismo modo, la proximidad entre el 
útero y la tumba no se reprime, sino 
que, igual que en el caso de la repro-
ducción, se celebra, como se celebra 
la .grosería. en general. El cuerpo 
sólo llega a estar .acabado. (es decir, 
privado), según nuestro autor, en el 
Renacimiento. 
Las figuras de carnaval como el 
payaso, que existe en el límite entre 
el arte y la vida, experiencias como 
la locura y la figura de la •máscara•, 
que no oculta sino que revela, ilumi-
nan la lógica ambivalente y global del 
carnaval. Sobre la máscara, Bajtin es-
cribe que está .relacionada con la ale-
gría del cambio y la reencarnación, 
con la alegre relatividad y la feliz ne-
gación de la uniformidad y la seme-
janza». Desde luego, en el siglo xvin, 
la máscara pasó a ser un símbolo 
—especialmente en la obra de Bous-
seau— de todo lo que era falso y no 
auténtico. En realidad, la máscara 
siempre fue la máscara de la hipocre-
sía. Con la ambivalencia del carnaval, 
resulta siempre obviamente distorsio-
nadara. Se entiende con claridad que 
cubre y transforma su objeto. La más-
cara socava el concepto del ser como 
algo idéntico a sí mismo; al mismo 
tiempo que revela, juega con la con- 
tradicción y, de ese modo, empieza a 
encarnar la ambivalencia del carnaval 
corno costumbre. Corno afirma Bajtin: 
• a máscara se relaciona con la tran-
sición, la metamorfosis, la violación 
de los límites naturales, la burla y los 
apodos familiares. Contiene el de-
mento lúdico de la vida». Para Kris-
leva, la máscara señala la pérdida de 
b individualidad y la presunción de 
anonimato y, por consiguiente, la 
presunción de múltiples identidades. 
Por tanto, la máscara juega siempre 
con lo simbólico hasta desencajarlo 
de sus formas fijas y rígidas. La más-
cara es la encarnación del movimien-
to y el cambio. Nunca es seria, a me-
nos que comprendamos que negarse 
a dar poder absoluto a la seriedad es 
un asunto serio. Como consecuencia, 
el carnaval exhorta a que entremos 
• en el juego de la vida enmascarados; 
es decir, de forma ambivalente e irre-
verente, con espíritu risueño. 
El carnaval, en su ambivalencia, 
llama la atención sobre las personas 
como terreno de participación. Como 
participación, es un rodeo para evitar 
la representación. Conviene a las per-
sonas en el elemento más importante 
de la vida. Éstas, al ser miembros del 
carnaval como participación, encar-
nan lo universal. Por esolo universal 
es práctico y suele escapar a la cosifi-
cación. Una vez más, si bien la risa de 
carnaval puede hallar un lugar para la 
seriedad (aunque sea para burlarse 
de ella, puesto que .ningún dicho del 
Antiguo Testamento dejaba de poner-
se en tela de juicio., asegura Bajtin) 6 , 
la seriedad no encuentra sitio para la 
risa. Si equiparamos seriedad y cosi- . 
ficación (toda seriedad es tímida), 
ello significaría que la risa no puede 
cosificarse, no puede teorizarse. 
La lógica del carnaval (la lógica de 
la ambivalencia) no se reduce a la li-
mitación de oposiciones binarias que 
establecen límites, sino que equivale 
al poder del continuo (positivo y 
negativo). La lógica de carnaval 
se muestra más próxima a nosotros 
cuando comprendernos que cualquier 
acto de habla es esencialmente biva-
lente (al mismo tiempo Uno y el 
Otro), de modo que, por ejemplo, la 
seriedad del discurso académico se 
basa en la represión de la ambiva-
lencia. 
En su estudio sobre Dostoievski, 
Baltin afirma que la ficción del escri-
tor ruso posee una estructura •polifó-
nica• porque —como el carnaval—
incluye en sí misma la voz del otro. 
Por ejemplo, con un texto como Los 
bermanos Karamazov, •el discurso 
del otro penetra de forma gradual y 
subrepticia en la conciencia y el ha-
bla del héroe.. 
Para Bajtin, el discurso novelístico 
no debe entenderse como la palabra 
de comunicación que estudia la lin-
güística, sino como el .medio dinámi-
co• en el que ocurre el intercambio 
(el diálogo). En términos lingüísticos, 
la palabra, para Bajtin, es translingüís-
tica: la intersección de significados, 
más que un punto fijo o un significa-
do único. La parodia, la ironía y la 
sátira, por ejemplo, son ejemplos cla-
ros de la palabra en el sentido que le 
da Bajtin (tenemos que recurrir a la 
dimensión translingüística y semióti-
ca para interpretarlas), mientras que 
la obra , de Dostoievski nos conduce 
al mismo tipo de análisis a través de 
la palabra dialógica que incluye la del 
otro en sí misma. Se trata de una pa-
labra polifónica en el sentido de que 
la polifonía no tiene tampoco un 
punto fijo, sino que es la interpene-
[ración de sonidos. La polifonía no es 
singular sino múltiple; incluye lo que 
quedaria excluido en su represen-
tación. 
Bajtin lee a Dostoievski en el espí- 
26 	 27 
BAJTIN 
	 BAJTIN 
ritu clel carnaval con su lógica doble. 
Por tanto, no es posible hacer justicia 
a sus escritos si se reducen a una his-
toria con personajes, corno es típico 
en la estructura cerrada de la épica y 
fundamental de lo que Bajtin denomi-
na un texto •monológico.. En pocas 
palabras, un texto monológico tiene 
una lógica única (mono-), homogé-
nea y relativamente uniforme. Se 
presta fácilmente a la apropiación 
ideológica; porque el aspecto esen-
cial de la ideología es el mensaje 
transmitido, y no el modo en el que 
el mensaje surge y se articula en el 
terreno de la palabra. Para Bajtin, en 
este sentido, las obras de Tolstói son 
casi siempre monológicas. Por el con-
trario, en Los hermanos Karanzazov, 
no sólo las palabras crean significado, 
sino también la relación contextual 
entre ellas (por ejemplo, el .poema-
de Iván, •La leyenda del Gran Inqui-
sidor•, y la confesión de Smerdya-
kov). 
Todo el enfoque de Bajtin llama 
la atención sobre la forma en que 
se construye la novela —su mise en 
scene— más que sobre la intriga, la 
historia, las opiniones concretas, la 
ideología o los sentimientos del au-
tor. Para decirlo brevemente: el autor 
se convierte en el lugar de rnise en 
SCéne de la novela. La novela polifó-
nica lo hace más explícito que otras 
formas, pero, en casi todos los géne-
ros novelísticos, existen varios len-
guajes en funcionamiento, y el autor 
utiliza cada uno de ellos. Como ex-
plica Bajtin: 
El autor no se halla en el lengua-
je del narrador, ni en el lenguaje li-
terario normal al que se opone la 
historia..., sino que utiliza ahora un 
lenguaje, luego otro, para evitar en-
tregarse por completo a uno dé 
ellos; utiliza este toma y daca verbal, 
este diálogo de lenguajes, en todos 
los momentos de su trabajo, con el 
fin de poder permanecer, corno si 
dijéramos, neutral en relación con el 
lenguaje, como observador en una 
disputa entre dos personas'. 
Aunque Bajtin se distanció formal-
mente del estructuralismo y la semió-
tica, su rechazo a adoptar la ideolo-
gía de las intenciones del autor como 
forma de explicar el significado de 
una obra de arte le sitúa mucho más 
cerca de una posición estructural de 
lo que parece a primera vista. Para 
Bajtin, el autor es un espacio vacío en 
el que se ida a desarrollar el drama 
o, mejor aún, el autor es una drama-
tización en sí mismo. En este sentido, 
Bajtin fundó una visión dinámica de 
la estructura, sin duda más dinámica 
que la desarrollada en Rusia bajo los 
auspicios de los formalistas rusos. De 
hecho, el interés de Bajtin por desta-
car el carácter inacabado y de final 
abierto que poseen las novelas de 
Dostolevski (e incluso el carácter in-
acabado de gran parte de sus escri-
tos, tanto publicados como inéditos), 
junto a su preocupación por mostrar 
que la forma (estática) nunca es se-
parable del contenido (dinámico), 
significa que su enfoque es estructu-
ralista, pero se niega a limitarse dan-
do prioridad a lo sincrónico frente a 
lo diacrónico. Del mismo modo, en 
su crítica de la distinción que hace 
Saussure entre tangue y parola, Bajtin 
asegura que aquél ignora los géneros 
del habla, por lo que resulta dudosa 
la utilidad de la langue para explicar 
el funcionamiento esencial del len-
guaje. Además, Bajtin rechaza lo que 
considera la tendencia estructuralista 
a analizar los textos como si fueran 
unidades totalmente autónomas cuyo 
significado puede establecerse inde-
pendientemente del contexto. A su 
juicio, Cualquier intento de entender 
la parae debe tener en cuenta las cir- 
cunstancias, los presupuestos y el 
momento de enunciación. De hecho, 
Bajtin insta a tener en consideración 
la contingencia del lenguaje. 
Ese interés por la contigencia del 
• lenguaje llevó a Bajtin, a formular su 
• teoría del •ronotopo.. Como implica 
este término, entran en juego el tiem-
po y el lugar, y Bajtin intentó mostrar 
de qué modo la historia de la novela 
• había constituido diferentes formas 
de cronotopo. Inspirado en la teoría 
de la relatividad de Einstein, Bajtin 
• define el cronotopo como .el grado 
intrínseco de conexión de las relacio-
nes temporales y espaciales en /a lite- . 
',tura.. Después pasa a mostrar las 
variaciones en el cronotopo a lo largo 
de la historia de la novela. Por ejem- . 
plo, las novelas del romanticismo 
griego (siglos u y vi d.C.) se caracteri-
zan por el •tiempo de aventura., que 
se desarrolla a través de los obstácu-
los (tormenta, naufragio, enfermedad, 
etc.) que impiden la unión entre los 
dos amantes. Con frecuencia, la trama 
se desarrolla en'varios emplazamien-
tos geográficos y se describen las cos-
tumbres y tradiciones de b gente de 
• esos lugares. En la novela idílica (por 
• ej., Rousseau), el espacio y el tiempo 
son inseparables: 'La vida idílica y sus 
acontecimientos son inseparables , de 
ese rincón concreto y espacial del 
mundo en el que vivieron los padres 
y los abuelos y en el que vivirán los 
hijos.s. El mundo idílico, pues, es au-
tónomo, homogéneo, idéntico a sí 
mismo, casi fuera del tiempo y el 
cambio. Ello implica que, en la nove-
la polifónica y dialógica, el tiempo es 
un elemento heterogéneo, casi irre-
presentable. Además, el tiempo den-
de a hacer más fluido el espacio 
(euclidiano), por lo que el tiempo de 
la relatividad se convierte en una ana-
logía posible. 
Evidentemente, el cronótopo es un 
mecanismo para clasificar diversos 
géneros de la novela y un medio para 
elaborar una historia y una teoría de 
la novela. Y debería recordarse que, 
pese a su interés por los detalles pre-
cisos del habla y otros hechos de la 
vida cotidiana, Bajtin fue un pensador 
que usó el lienzomás amplio posible 
para desarrollar su teoría de la pro-
ducción literaria. En realidad, el efec-
to del uso que Bajtin hace de ma-
crocategorías como •cronotopo. y 
•género. es hacer invisible lo extraor-
dinario, lo singular, lo individual y lo 
inclasificable. Algunos críticos, como 
Booth, han indicado que Bajtin gene-
raliza en perjuicio de una exége-
sis detallada de la gran variedad de 
obras estudiadas. Además, en su des-
cripción de géneros como el .roman-
ticismo griego o la •ovela idílica., 
asume un enfoque formal, muy simi-
lar al de los primeros estructuralistas 
(por ejemplo, Propp), que hace hin-
capié en la individualidad y diferen-
ciación de la estructura homogénea 
del género, con el resultado de hacer 
invisible la particularidad de las obras 
que lo constituyen. Podríamos ir más 
allá y sugerir que el problema del 
género es que corre el riesgo de con-
vertir obras de arte concretas en un 
mito. Porque el mito posee una es-
tructura homogénea y relativamente 
indiferenciado.; ello permite comuni-
carlo a un vasto público que, cierta-
mente, puede apropiárselo a su ma-
nera. 
Quizá si Bajtin hubiera sido más 
estructuralista en el sentido de Lévi-
Strauss y hubiera considerado la es-
tructura de los géneros como un tipo 
de gramática que constituía la condi-
ción previa para las obras concretas 
realizadas en función de ellos, no 
habría dado la impresión de falta de 
rigor que surge con un intento 'prO-
custian0 de situar todas las obras de 
28 	 29 
CANGUILHEM 
	 CANGU1LHEM 
una época bajo la misma categoría de 
clasificación. 
NOTAS 
' Cfr. Tzvetan Todorov, Mikbail Ba-
jtin: 773e Dialogical Principie, trad. de 
Wlad Godzich. Manchester, Manchester 
University Press, 1984, pág. ix. 
Véase Mijall Bajtin, The Dialogic 
Int agination, Fottr Essays by M. M. 
Bajtin, trad. de Caryl Emerson y Michael 
Holquist, Austin, University of Texas 
Press, 1981. 
) Mijaíl Bajrin, Rabelais and bis 
World, trad. de Héléne Iswolsky, 
Bloomington, Indiana University Press, 
1984, pág. 66. 
lbíd., pág. 39. 
5 lbíd., pág. 40. 
7 Bajtin, 773e Dialogic lmagination, 
pág. 314. 
a lbíd., pág. 225. 
VÉASE TAMBIÉN EN ESIE LIBRO 
Kristeva, Lévi-Strauss, Todorov. 
PRINCIPALES OBRAS DE BMTEN 
Freudianism: A Marrist Critique (1927) 
(con V. N. Volishonov), trad. de 1. R. Ti-
runik, Nueva York, Academic Press, 
1976. 
Manrisnz and ¡be Philosopby of Langua-
ge (1929) (con V. N. Volishonov). 
trad. de L, Matejka e I. R. Titunik, 
Nueva York, Seminar Press, 1973. 
Problems ofDostoyetsky's Poetics (1929), 
trad. de Caryl Emerson, Manchesrer, 
Manchester University Press, 1984. 
Rabelais and Mis World (1940), trad. de 
Héléne Iswolsky, Bloomingron, India-
na University Press, 1984. 
77ie Dialogic Inzagination, Four Es.says by 
M. Bakbtin (1965-1975), trad. de 
Caryl Emerson y Michael Holquisr, 
Austin, University of Texas Press, 1981. 
Speech Cenres and Other Late Essays, 
trad. de Vern W. McGee, Austin, Uni-
versity of Texas, 2.• impr. de bolsillo, 
1987. 
Teoría y estética de la novela, Madrid, 
Taurus, 1991. 
La cultura popular en la Edad Media y 
el Renacimiento, Madrid, Alianza, 
1994, 
OTRAS LECTURAS 
KaisTEVA, Julia, «Word, dialogue and no-
vel-, en Desire in Language: A Sentía-
tic Approacb to Literature and Art, 
trad. de Thomas Gora, Alice Jardine y 
Leon S. Roudiez, Oxford, Basil Black-
well, bolsillo, 1982, reimp. en 1984, 
págs. 64-91. 
MORSoN, Gary Saul y ENERSON, Caryl, 
Mikbail Bajlin: Crearían of a Prosaics, 
Stanford, California, Stanford Univer-
sity Press, 1990. 
T0D0R0v, Tzvetan, Mikhail Bajtin: 773e 
Dialogical Principie, trad. de Wlad 
Godzich, Manchesrer, Manchester 
University Press, 1984. 
Georges Canguilhom 
De acuerdo con Michel Foucault', 
la filosofia en la Francia de la posgue-
rra, además de ser marxista o no mar-
xista, fenomenológica o no fenome-
nológica, podía dividirse también en 
dos corrientes de distinto orden: una, 
la filosofía de la experiencia del sen-
tido y el sujeto; otra, «una filosofía del 
conocimiento, la racionalidad y el 
concepto.; una filosofía de base más 
epistemológica. Si Sartre fue, por su-
puesto, la figura dominante de la pri-
mera corriente, Foucault afirma que 
el director de su tesis doctoral sobre 
la locura, Georges Canguilhem, fue el 
principal representante de la otra. En 
efecto, Canguilhem, discreto y nada 
rimbombante, tuvo una influencia so- 
bre los métodos estructurales para 
abordar la historia, el marxismo y el 
psicoanálisis que superó con creces, 
en círculos intelectuales y aca- 
démicos, la idea del público sobre 
quiénes eran las grandes figuras. Can- 
guilhem preparó el camino para La- 
can en 1956 cuando, en una confe- 
rencia pronunciada en el Collége 
Philosophique, criticó al decano de la 
psicología clínica, Daniel Lagache. Su 
artículo se reeditó 10 años después 
en Les cahiers pour Panalyse, la publi-
cación dirigida durante los años 60 
en la École Normale Supérieure 
(rue d'Ulrn) por el yerno de Jacques 
Lacan, Jacques-Alain Miller. En él fi-
guran las famosas palabras de Can-
guilhem relativas al aspecto positivis-
ta de la psicología como .algo 
equivalente a la filosofía salvo en su 
rigor, la ética salvo sus exigencias y 
la medicina sin comprobación'. 
Georges Canguilhern nació en 1904 
en Castelnaudary, en el sudeste de 
Francia. En 1924, junto a Sartre, NiZan 
y Aron, obtuvo su agrégation de filo-
sofía en la École Normale Supérieure 
mientras estudiaba con Alain. Tras 
completar sus estudios de filosofía, 
Canguilhem se tituló en medicina con 
el fin de poder enseñar e investigar 
en el campo de la historia y la filoso-
fía de la ciencia. Después de ense-
ñar en un instituto de Toulouse, Can-
guilhem impartió clases durante la 
guerra en la universidad de Estrasbur-
go; su curso sobre Las Normas y lo 
nornzal se convertiría en la base de 
su tesis, que defendió en 1943 para 
obtener el doctorado en medicina. 
En 1955, tras un periodo como Ins-
pector General de educación nacio-
nal, sucedió a Gaston Bachelard en la 
cátedra de filosofía de la Sorbooa. En 
1961 Canguilhem, como miembro del 
tribunal ante el que Michel Foucault 
defendió su tesis sobre la locura, afir-
mo que su protegido poseía el talen-
to de un poeta cuando hablaba de di-
cha materia. 
Firme defensor de Foucault contra 
los ataques de Sartre y sus seguido-
res, Canguilhem preparó el escenario 
para una historia de la ciencia que se 
desviaba claramente de todo evolu-
cionismo inevitable y de toda noción 
acumulativa del conocimiento como 
progreso. Acostumbró a una genera-
ción de pensadores a la idea de una 
historia estructural de las ciencias, 
que intenta justificar las discontinui-
dades tanto como las continuidades 
en la historia de los empeños científi-
cos. Pocos han sido tan perspicaces 
como Michel Foucault a la hora de 
señalar las coordenadas generales del 
proyecto de Canguilhem desde la 
perspectiva estructuralista que aquí 
nos interesa. En pocas palabras, éstos 
son algunos de los elementos clave 
que destaca Foucault. 
Antes del trabajo de Canguilhem, 
el método dominante en la historia 
de la ciencia consistía en ver el pasa-
do como un precursor coherente y 
continuo del presente. Este enfoque 
incluye implícitamente la idea de 
que, después de establecer una cien-
da y su objeto, a partir de ese mo-
mento ésta se convierte en garante de 
la verdad. De ese modo, las discipli-
nas científicas establecidas en los si-
glos XVII y Xvm servirían de base para 
las ciencias desarrolladas en los si-
glos Xix y st El problema de esta teo-
ría es que se basa en una ilusión re-
trospectiva. Supone que el pasado es 
una preparación para el presente; 
pero, aún más, supone que el presen-
te es estático e inmutable y que, por 
consiguiente, una historia de la cien-
cia escrita hoy será igualmente válida 
mañana. Sin embargo, para Can-
guilhem, lo que caracteriza a la cien- 
31 30 
CANGUILHEM 	 CANGUILHEM 
cia no es el cierre y la continuidad, 
sino la apertura y la interrupción. Lo 
que podríaparecer un aspecto me-
nor, o incluso invisible, de la historia 
de la ciencia, puede hacerse repenti-
namente esencial al ocuparse de un 
problema recién descubierto. Así, 
destaca Foucault, •el descubrimiento 
de la fermentación no celular —un 
fenómeno "secundario" durante el 
• reinado de Pasteur y su microbiolo- 
, 	gía— representó una ruptura funda- 
. 	mental sólo cuando se desarrolló la 
• fisiología de las enzinus• 7. Dado que 
la ciencia cambia inevitablemente 
—porque, para Canguilhem, es sobre 
• todo un •sistema abierto', es decir, in-
fluido por su entorno—, .hace y re-
hace espontáneamente su propia his-
toria en cada instante.'. 
Esta sensación de la ciencia que 
rehace su historia es aún más aguda 
en las disciplinas que no han alcan-
zado el alto grado de formalización 
de las matemáticas. Por eso Canguil-
hem centró sus estudios, casi con ex-
clusividad, en la biología y la medici-
na: las ciencias de la vida. Hizo .bajar 
de las alturas« a la historia de la cien-
cia, hacia las »regiones intermedias. 
en las que el conocimiento depende 
claramente del entorno exterior. 
El resultado es que la verdad y el 
error, como afirmaba Nietzsche, son 
los que se ven desde una perspectiva 
concreta. Lo que resulta importante e 
interesante en la historia de la den-
cia es lo que parece serio desde la 
perspectiva del presente. Así lo acla-
ra la afirmación de Canguilhem de 
que .es en el presente donde los pro-
blemas incitan a la reflexión» 5. Sólo 
por esta razón, no puede existir una 
historia de la ciencia totalmente neu-
tral. Es preciso reconocer, en primer 
lugar, que una versión concreta de la 
verdad y el error podría ser falsa y, 
en segundo lugar, que, en cualquier 
caso, el hecho del error —o la false-
dad— puede ser tan revelador de la 
historia de la ciencia corno la •ver-
dad.. Por consiguiente, el objetivo de 
Canguilhern pasa a ser, no el descu-
brimiento de la verdad, sino la bús-
queda de un modo de establecer el 
conocimiento de cómo se constituyen 
lo verdadero y lo falso en un momen-
to determinado de la historia de la 
ciencia. En este plano, un modo de 
construcción de dicha dicotomía pue-
de ser, y frecuentemente es, disconti-
nuo respecto a otro. La discontinui-
dad; en resumen, implica la visión de 
la historia de la ciencia como una se-
rie de correcciones realizadas por la 
propia ciencia. 
Aunque, en su obra posterior, Can-
guilhem ha escrito sobre Darwin y su 
relación con sus predecesores y pre-
cursores, su trabajo más conocido e 
influyente, como muestra de su enfo-
que de la historia de la medicina, es 
Le Normal el le patbologique (lo nor-
mal y lo patológico), publicado por 
primera vez en 1943 y reeditado y au-
mentado en 1966. El texto pretende 
contribuir a explicar la diferencia en-
tre lo normal y lo patológico exami-
nando cómo se han desarrollado di-
chos conceptos en la fisiología y la 
biología durante los siglos xLX y n. La 
pregunta que guía el estudio es: 
¿Cómo se establece lo normal en bio-
logia y medicina? Al decir normal, po-
dríamos referirnos a la buena salud, 
frente a la enfermedad, o a lo que se 
considera patológico. Por otro lado, si 
hablamos de la vida en su conjunto, 
la enfermedad, o lo patológico, debe-
ría incluirse, en cierto sentido, dentro 
del concepto de .normal.. 
Durante el siglo eax, se considera-
ba que la medicina era la ciencia de 
las enfermedades y la fisiología, la 
ciencia de la vida. Pero esta dicoto-
mía se ve alterada por una pregunta: 
¿La enfermedad no forma parte de la 
vida? O, en otras pa/abras, ¿Se puede 
construir plenamente una fisiología 
sin hacer referencia a la enfermedad? 
Para los griegos clásicos, normal 
equivalía a armonía y equilibrio, 
mientras que enfermedad equivalía a 
desequilibrio, •disarmonía. o •anor-
malidad». Los prefijos •dls.. y «a- im-
plican una discontinuidad entre lo 
normal y lo patológico. En gran parte 
gracias al trabajo de Claude Bernard 
en fisiología experimental, la medici-
na del siglo >u desarrolló una con-
cepción cuantitativa (muy relaciona-
da con los niveles de excitación) de 
la diferencia entre lo normal (salud) 
y lo patológico (enfermedad). La en-
fermedad pasó a ser un estado biper-
o bipo-normal. Dicho de otra forma, 
para Bernard, existía una relación de 
continuidad entre la buena salud y la 
enfermedad. Conocer la fisiología del 
cuerpo normal era entrar también en 
contacto con la base del cuerpo en-
fermo. En resumen, mediante el pa-
radigma cuantitativo, la buena salud 
(lo normal) era una vía al conoci-
miento de lo patológico. 
En el siglo mr, el trabajo de René 
Leriche altera la perspectiva cuantita-
tiva del enfoque positivista. Para Le-
riche, la salud es equivalente al «silen-
cio del cuerpo en sus órganos.. La 
salud (lo normal) se convierte ahora 
en lo que se da totalmente por des-
contado; el bienestar es el cuerpo 
que no se experimenta o se conoce 
como tal; se cree que el conocimien-
to del cuerpo es posible sólo partien-
do de la perspectiva de lo patológico, 
de la medicina, y no de la fisiología. 
No obstante, queda aún por esta-
blecer el carácter de lo patológi-
co. Claramente, esta cuestión puede 
abordarse desde el punto de vista de 
alguien que se siente enfermo o des-
de el punto de vista de la propia me- 
dicina, en cuyo caso quizá sea posi-
ble establecer, en términos estricta-
mente médicos, la existencia de una 
condición patológica antes de que la 
persona involucrada tenga conoci-
miento consciente de ella. Si bien la 
tecnología más avanzada puede con-
tribuir a arrebatar el conocimiento 
de la enfermedad al paciente, Can-
guilhem, tras una reflexión que reco-
rre su libro de principio a fin, destaca 
que el médico suele olvidar que, en 
definitiva, «es el paciente quien le lla-
ma». Este recuerdo de algo obvio le 
permitirá subrayar que la distinción 
entre fisiología y patología no puede 
tener más que .significación clínica.. 
Se trata de un punto fundamental. 
Frente a lo que él denomina el enfo-
que positivista de la ciencia, en el 
que es preciso saber para actuar, 
Canguilhem defiende la importancia 
de la »técnica•. Es decir, sólo median-
te la referencia al entorno, o las con-
diciones de la existencia, en las que 
se dan la buena salud y la enferme-
dad (y no intentando construir teóri-
camente la distinción a prMr0, pue-
de sostenerse la diferenciación entre 
ambas. La referencia a las condicio-
nes significa que la distinción entre lo 
normal y lo patológico debe seguir 
siendo provisional y continuamente 
abierta al cambio. En lugar de cerrar 
vías para la expansión de los medios 
humanos, la visión de Canguilhem 
parece llevar a su profundo perfec-
cionamiento. 
Otro tema importante que recorre 
la obra de Canguilhem es el relativo 
a la definición formal de lo normal. 
Uno de los modos en que se ha 
definido lo normal es en relación 
con la norma estadística. Para Can-
guilhem, las investigaciones del si-
glo XX han sido capaces de demos-
trar que un ser vivo puede • ser 
perfectamente normal aunque guar- 
32 	 33 
CANGUILHEAI 
	
CAVAILLÉS 
cle poca relación con un promedio es- 
tadístico. En realidad, un monstruo 
(una anomalía) podría ser muy normal 
en el sentido cle que constituye su 
propia norma respecto al entorno en 
el que se encuentra. -Si se torna aisla-
do, el ser vivo y su entorno no son 
normales: es su relación lo que los 
hace así• 6. Una anomalía puede ser 
rara y, aun así, seguir siendo normal. 
En su estudio detallado de la dife-
rencia entre enfermedad y salud, 
Canguilhem muestra que, aunque el 
límite entre lo normal y lo patológico 
es impreciso, ello no implica conti-
nuidad entre ambos. Sin embargo, 
cuando se concibe la vida como una 
especie de totalidad, debe reconocer-
se también que la enfermedad no 
puede ser anormal en ningún sentido 
absoluto. Si alguien no experimenta-
se mala salud, los resultados serían 
nocivos porque, dado que el ser vivo 
es fundamentalmente un sistema 
abierto, necesita una forma de iniciar 
nuevas condicionesmediante la su-
peración del tipo de obstáculos que 
plantea la enfermedad. •El hombre 
sano no huye ante los problemas 
planteados por las alteraciones, a ve-
ces repentinas, de sus costumbres, ni 
siquiera en términos fisiológicos; 
mide su salud en relación con su ca-
pacidad de superar crisis orgánicas 
para establecer un nuevo arder -1.7 . 
En la ciencia médica del siglo xx, 
nos encontramos con que la salud 
no es la ausencia total de enferme-
dad, sino la capacidad de restaurar 
un estado anterior mediante un es-
fuerzo que puede modificar la base 
estructural de la persona . afectada. 
Esta modificación de la base estruc-
tural, equivalente a la interacción del 
ser vivo con sus condiciones de exis-
tencia, no produce estados anorma-
les. sino un proceso continuo de 
modificación de normas. En este 
sentido, afirma Canguilhem, los se-
res humanos son seres .normativos., 
no porque se ajusten a las normas, 
sino porque crean normas, son sis-
temas abiertos que dependen de su 
entorno. Como confirma nuestro au-
tor: •Las normas se relacionan entre 
sí dentro de un sistema.'. La enfer-
medad —el obstáculo— es el estí-
mulo necesario para la creación de 
normas que requiere la salud. 
Dada la importancia del lugar que 
concede a lo patológico, Canguilhem 
se opone a las nociones psicosocia-
les de la norma. Un ejemplo sería el 
trabajo de Talcott Parsons. Aquí se da 
por supuesta la norma previa de una 
sociedad de buen funcionamiento y 
más o menos ordenada, y la oposi-
ción a la norma, más allá de cieno 
umbral, se considera patológica y peli-
grosa para la existencia de dicha socie-
dad. Este tipo de teoría social ve la so-
ciedad como un sistema relativamente 
cerrado en el que la •salud. se mantie-
ne suscribiéndose a la norma, y no 
creando nuevas formas de normalidad. 
En conjunto, para Canguilhem, la 
historia de la propia ciencia tiende a 
ser un sistema abierto, tal como im-
plicaba Foucault. La ciencia •hace y 
rehace su historia en cada instante•, 
encuentra una norma, sólo para revi-
sarla y transformarla. Por esa razón, 
suele ser un proceso de discontinui-
dad; una pluralidad de normas, debi-
do a su mismo carácter, implica la 
discontinuidad entre ellas. La historia, 
como historia de la continuidad, 
como la idea del sujeto trascendental, 
es un sistema cerrado y fundamental-
mente incapaz de cambiar en ningún 
sentido esencial. La historia disconti-
nua, por tanto, siempre se plantea 
preguntas, como hizo Kant respecto 
a la Ilustración. Este principio de pre-
guntar, quizá más que ninguna otra 
cosa, une a Foucault y Canguilhem, 
del mismo modo que éste se encuen-
tra unido a los avances más importan-
tes de la ciencia del siglo XX. 
NOTAS 
' Michel Foucault. •Introduction• en 
Georges Canguilhem, On me Normal 
and the Pathological, trad. de Carolyn R. 
Fawcett, Dordrecht, Holanda, Reidel 
Publishing Company, 1978, págs. ix-n. 
Elisabeth Roudinesco, Jacques La-
can and Conzpany. A History of Psy-
choanalysis in France, 1925 - 1985, trad. 
de Jeffrey Mehlman, Chicago, Universi-
ty of Chicago Press, 1990, pág. 221. 
(Trad. esp.: Batalla de cien años, 2925-
1985: Historia del psicoancilisis en Fran-
cia, Madrid, Fundamentos, 1993.) 
3 Foucault, •Introduction• en Georges 
Canguilhem, On Me Normal and the Pa-
thological, pág. xiv. 
4 lart 
Canguilhem, On the Normal and the 
Patbological, pág. 27. 
lbíd., pág. 78. 
'Ibid., pág. 117. 
8 Ibid., pág. 153. 
VÉASE TAMBIÉN IN ESTE LIBRO 
Bachelard, Cavaillés, Foucault, Lacan. 
PRINCIPALES OBRAS DE CANGUILHEM 
Le Normal et le pa tbologique (1943, 
1966), París, Presses Universitaires de 
France. 1988 (2.' ed.). 
El conocimiento de la vida (1952), Bar-
celona, Anagrama, 1976. 
Bar- 
- 
	dibistoire et de philosophie des 
sciences, Paris, Vrin, 1975. 
Fornzation du concept de réflex aux XVII 
et XVIII siécles, París, Vrin, 1977. 
ldéologie et rationalité dans Phistoire 
des sciences de la vie (1977), París, 
Vrin, 1981 (2.' ed.). 
La Santé: concept vulgaire et question 
philosophique, Pin-Babia, Sables, 
1990. 
OTRAS LECTURAS 
FoucAury, Michel y HUECHELL, Graharn, 
•Georges Canguilhem: Philosopher of 
error., Ideology and Consciousness 7 
(otoño de 1980), págs. 51-62. 
LECOURT, Dominique, Alarxism and 
Epistemology: Bachelard, Canguilbenz 
and Foucault, trad. de Ben Brewster, 
Londres, NTS, 1975. 
SPICCER, Stuart, •An introduction to the 
medical epistemology of Georges 
Canguilhem., JounialoPledicine and 
Pbilosophy, 12,4 (noviembre de 1987), 
págs. 397-411. 
Jean Cavailles 
Aunque Jean Cavaillés y su obra 
clave, Sur la logique et la tbéorie de la 
science (Sobre la lógica y la teoría de 
la ciencia, en adelante Sur la logi-
que) , quizá no transformaron irrevo-
cablemente el paisaje intelectual de 
Francia tras la Segunda Guerra Mun-
dial, sí fueron una condición previa 
para dicha transformación. Como 
Georges Canguilhem —aunque por 
motivos muy distintos—, Cavaillés es 
otro de los precursores invisibles 
(para el gran público) del movimien-
to estructuralista de los años 60. Lo 
que Cavaillés aportó tanto a la vida 
COMO a los medios intelectuales fue 
una combinación única de inmenso 
coraje (recibió dos condecoraciones 
póstumas por su valor en la Resisten-
cia), energía y poesía, por un lado, 
unidos a un rigor extremo y brillan-
tez filosófica, por otro. Las famosas 
palabras de Cavaillés al final de Sur 
la logique=, con las que reclamaba 
una filosofía no humanista de con-
ceptos que sustituyera a la filosofía 
de la conciencia representada por 
Sartre y la fenomenología, deben ver-
se unidas a su compromiso con la Re- 
34 35 
CAVAILLÉS 
	
CAVAILLÉS 
sistencia durante la ocupación alema-
na y su posterior muerte ante un pe-
lotón nazi de fusilamiento en 1944, a 
los 41 años. Para gente como Geor-
ges Canguilhern, Cavaillés fue la 
prueba viviente de que un hombre de 
acción podía ser estructuralista en su 
orientación filosófica. 
Jean Cavaillés nació en el seno 
de una familia protestante en 1903.3 
Obtuvo su agrégation de filosofía 
en 1927 y, en 1929, asistió a las con-
ferencias pronunciadas por Husserl 
sobre Descartes en la Sorbona. Con 
ayuda de una beca Rockefeller, estu-
dió a principios de los años 30 en 
varias universidades alemanas, entre 
ellas la de Friburgo donde, en 1931, 
conoció personalmente a Husserl. 
Después de dar clases en un lycée de 
Amiens, fue nombrado lector de lógi-
ca y .filosofía general en la Facultad 
de Letras deja Universidad de Estras-
burgo. Allí terminó, en 1938, su doc-
torado en matemáticas sobre el mé-
todo axiomático y el formalismo, con 
una tesina sobre la teoría de-las se-
ries. En ambos trabajos, Cavaillás em-
pieza a elaborar una postura en con-
tra de la intuición y a afirmar que el 
desarrollo de las matemáticas no 
debe nada a la existencia en sentido 
existencialista, sino que es puramen-
te formal, el desarrollo de conceptos. 
En 1939, Cavaillés fue movilizado, 
primero como oficial del corlas franc 
(fuerza irregular) y después como ofi-
cial de cifra. En junio de 1940 fue 
hecho prisionero y se escapó a Bélgi-
ca mientras le transportaban a Alema-
nia; volvió a la enseñanza en la uni-
versidad de Estrasburgo y luego se 
trasladó a Clemont-Ferrand, en la lla-
mada zona libre. En 1941 fue nom-
brado profesor asociado de lógica en 
la Sorbona. Corno cofundador del 
movimiento de resistencia Libération-
sud, la policía francesa le detuvo en 
agosto de 1942 y le internó en el sur 
de Francia, al principio en ivfontpe-
ilier y luego en Saint-Paul d'Eyjeaux. 
Se escapó por segunda vez en di-
ciembre de ese mismo año y poste-
riormente viajó a Londres, donde co-
noció a Simone Veil. Tras regresar de 
Londres en 1943, fue detenido nueva-
mente, en esta ocasión por el contra-
espionaje alemán. Abandonado por 
el gobierno de Vichy, fue torturado y 
ejecutado en febrero de 1944, des-
pués de que un tribunal militar le 
condenara a muerte. Tras su muertele nombraron Compañero de la Libe-
ración y Caballero de la Legión de 
Honor. 
Durante su internamiento en el sur 
de Francia, Cavaillés se dedicó a es-
cribir la que resultaría ser su obra fi-
losófica más importante, Sur la logi-
que. En cierto sentido, llamarla 
filosófica induce a confusión. Porque, 
si bien Husserl y otros fenomenolo-
gistas aceptaron la opinión de Kant 
de que la filosofía era el árbitro de las 
bases epistemológicas de las ciencias 
naturales y humanas, Cavaillás no 
adoptó esa postura. Para él, la inves-
tigación de los fundamentos de las 
ciencias mostraría que la ciencia qua 
ciencia —la matemática cónstituye un 
ejemplo privilegiado de ello— es ob-
jeto de una confusión esencial si se 
considera que necesita un lenguaje 
metafilosófico para hacer más claro 
su marco formal. Cavaillés reflexiona 
a través del modo en el que Kant 
aborda la cuestión del pensamiento 
de base en relación con la experien-
cia, centrándose en saber qué son el 
pensamiento y la lógica frente a ex-
periencias nuevas. Aquí, Cavaillés 
hace rápidamente hincapié en la re-
lación entre lógica y singularidad. ¿Se 
trata de una relación en la que la ló-
gica asume un carácter inmutable y 
trascendental, de modo que la expe- 
riencia nueva se filtra a través de una 
estructura formal eterna? ¿O lo que 
ocurre es, más bien, que una expe-
riencia concreta puede volcar el pro-
pio edificio, con b que la lógica y la 
experiencia estarían inextricablemen-
te unidas entre sí y un cambio en una 
tendría inevitablemente profundas re-
percusiones en la otra? 
Kant y, antes de él, los gramáticos 
de Port-Royal, dieron prioridad, en su 
explicación de las reglas de la lógica 
y la gramática, a un yo o conciencia 
fundamental. Las normas no con-
dicionadas y apodícticas de la lógica, 
como la razón, pertenecerían al ámbi-
to de la conciencia. Por consiguiente, 
b lógica constituiría la organización 
de esa conciencia. Sería intrínseca de 
la psicología humana. De acuerdo 
con esta lectura, la conciencia está or-
ganizada, pero su contenido es con-
tingente o condicionado. Es decir, 
una conciencia inmutable y, en defi-
nitiva, formal, se encuentra con un 
contenido heterogéneo de experien-
cia. Por supuesto, como es sabido, 
Rant asegura que forma y contenido 
son inseparables: no puede haber ex-
periencia sin un concepto ni pensa-
miento sin un contenido. Pese a ello, 
Kant y, más tarde, Husserl, conside-
ran que el lado formal de la ecuación 
está relacionado con las normas de la 
lógica que serían trascendentales e 
inmutables: el contenido puede va-
riar, pero la forma es siempre la mis-
ma. A este respecto, Cavaillés afirma 
que -en una filosofía de la concien-
cia, la lógica es trascendental o no 
existe-4 . 
Un enfoque semejante es el que se 
ha adoptado en las ciencias con rela-
ción a la lógica y la matemática. Por 
un lado está la base normal y fija de 
la ciencia y, por otro, la acumulación 
de conocimientos que se consideran 
derivados del mundo físico y externo. 
Dentro de la matemática, los intuicio-
nistas han llevado esta cuestión más 
lejos, con la afirmación de que la 
base Ultima de los axiomas matemáti-
cos es el propio mundo físico. O, en 
realidad, se trata de defender que, 
como la conciencia humana es una 
entidad física en el mundo, la forma-
lización matemática está en última 
instancia, para los intuicionistas, liga-
da a b conciencia. Por consiguiente, 
el punto de partida de la investiga-
ción debe ser el mundo material. 
Cuando, en 1817, Bolzano demos-
tró que ya no era preciso considerar 
la ciencia como simple intemediaria 
entre la mente humana y la realidad 
externa, abrió una vía de reflexión 
completamente distinta. Cavaillés de-
fiende que, aunque una teoría de la 
ciencia debe ser forzosamente una 
teoría de la unidad, ésta es unidad de 
movimiento, no de eStaSiS; la ciencia 
no está fuera del tiempo. En este con-
texto, el .verdadero significado de 
una teoría no reside en lo que el pro-
pio científico entiende como esen-
cialmente provisional, sino en una 
transformación conceptual que no 
puede detenerse- 5. En un sentido más 
general, la ciencia no puede reducir-
se a las intenciones del científico, tal 
como han implicado las filosofías de 
la conciencia desde Descartes hasta 
Husserh la base de la ciencia debe 
hallarse en la formación de concep-
tos y su historia. Es decir, la ciencia 
cambia en el plano conceptual; no 
permanece en un estado congelado 
como en el trascendentalismo de 
Kant. 
Para consolidar y aclarar su argu-
mento, Cavaillés emplea una serie de 
términos clave. El primero es -estruc-
tura.. Como investigar el carácter de 
la ciencia es en sí una actividad cien-
tífica, la ciencia es la -ciencia de la 
ciencia.. Sus afirmaciones no son 
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CAVAILLÉS 
	
CAVAILLÉS 
constituyentes, sino que aparecen in-
mediatamente en la propia ilumina-
ción del movimiento científico. Este 
movimiento, afirma Cavaillés, equiva-
le a la estructura. La estructura, por 
tanto, es la manifestación de la cien-
cia ante sí misma. 
La revelación con arreglo al movi-
miento de la estructura equivale a lo 
que se revela. No existe ninguna for-
ma de revelación separada de lo que 
se revela. La revelación da paso a un 
término esencial en el proyecto glo-
bal de Cavaillés, la •demostración.. 
Con •demostración., Cavaíllés pre-
tende abarcar el trabajo científico en 
su conjunto. Para ilustrar este punto, 
podernos centrarnos en la relación 
entre matemática y física. De acuer-
do con b epistemología kantiana, la 
relación entre ambas sería el aspecto 
•puro• de la ciencia, en comparación 
con su aspecto •aplicado.. Los nuevos 
fenómenos físicos se explicarían y 
entenderían en virtud del marco ma- 
temático a priori. Para Cavaillés, por 
el contrario, la verdadera ciencia no 
abandona nunca lo que demuestra. 
Toda ciencia es inseparable de la de-
mostración. No tiene un aspecto to-
talmente 'puro., del mismo modo que 
no tiene un aspecto esencialmente 
•aplicado.. Por consiguiente, una de-
mostración es cierta, no porque haga 
realidad un teorema, sino mediante el 
movimiento necesario de la lógica. La 
lógica de la ciencia está, pues, en su 
demostración, que consiste en la es-
tructura que habla de sí misma. 
Con el fin de que esto pueda com-
prenderse más plenamente, Cavaillés 
muestra cómo el movimiento de la 
ciencia está incrustado en su proceso 
de encadenamiento, es decir, en su 
lógica. En lugar de la metáfora del 
contenido empírico que se vierte en 
un continente formal (es decir, en 
conceptos), Cavaillés considera que 
el encadenamiento es la clave de la 
relación entre forma y contenido. Ese 
encadenamiento de la ciencia, que es 
posible gracias a la lógica, es la cien-
cia corno demostración. No existe 
principio —ni fin— en el movimien-
to de encadenar; sólo sería posible 
si se usa la epistemología kantiana 
como base para la comprensión. 
Y siempre existe, como reconoce 
CaVaillés, la tentación de incluir la 
matemática en las construcciones 
imaginativas de la experiencia que 
caracterizan al enfoque kantiano. 
Cavaillés concluye su exposición 
con un examen de la fenomenología 
de Husserl y su filosofía de la ciencia. 
En él muestra que las premisas bási-
cas de la fenomenología, especial-
mente en lo que respecta a la mate-
mática, refuerzan la primacía de la 
conciencia y el yo trascendental. Por-
que, incluso si la conciencia es siem-
pre conciencia de algo, e incluso si 
Husserl pretendía construir un cuerpo 
conceptual riguroso (léase: científico) 
para analizar el contenido de la con-
ciencia, ésta, en su estructura interna, 
es fundamentalmente una entidad for-
mal sin ningún contenido concreto. 
Así es, a pesar de que Hussed distin-
gue entre la lógica formal, como se 
ejerce en los juicios particulares o ar- 
gumentos, y las disciplinas de la Inri- 
thesis universalis (aritmética, lógica 
pura, etc.) que, al ser absolutamente 
formales, carecen de base empírica

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