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Los-obstaculos-de-la-rendicion-de-cuentas-en-el-Municipio-La-Paz-Estado-de-Mexico

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y 
SOCIALES 
 
CENTRO DE ESTUDIOS EN CIENCIAS DE LA 
COMUNICACIÓN 
 
 
 
 
 
 
TESIS 
 
 
LOS OBSTÁCULOS DE LA RENDICIÓN DE CUENTAS EN EL 
MUNICIPIO LA PAZ, ESTADO DE MÉXICO 
 
 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIATURA EN 
CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN 
OPCIÓN TERMINAL: COMUNICACIÓN POLÍTICA 
 
PRESENTA: 
ALEXIA MONTSERRAT VILLASEÑOR CALDERÓN 
No. DE CUENTA: 
310136011 
ASESOR: 
LEONARDO FIGUEIRAS TAPIA 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. 2018 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
1 
 
 
 
2 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 Primeramente quiero agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México por la 
formación académica y experiencia que me ha otorgado ser parte de ella. Por enseñarme 
que estudiar en esta casa de estudios es para brindarle conocimiento y utilidad a mi 
sociedad, que los proyectos que realice deben de ser con una mirada humana y siempre 
buscando el beneficio público. 
 Agradezco al proyecto Papiit IN306814 “Los procesos de comunicación política en 
México: estudios de las estrategias discursivas de actores políticos institucionales, medios y 
ciudadanos en torno al Pacto por México”. 
 Al Seminario Interdisciplinario de Comunicación e Información, principalmente a sus 
coordinadores, la Dra. Carola García Calderón y el Mtro. Leonardo Figueiras Tapia, 
quienes estuvieron en el proceso y obtuve conocimiento compartido en mi experiencia 
como becaria del seminario. 
 A mi asesor, Leonardo Figueiras Tapia, por la comprensión y confianza desde que 
estuve en el seminario de Diseño de proyectos de titulación, quien me ayudó desde la 
primera clase en aterrizar mi tema y delimitarlo. Quien estuvo en el proceso desde el 
comienzo y lo vio crecer constantemente; por el conocimiento compartido, dedicación y la 
oportunidad de trabajar con él, hecho que me ayudó en mi investigación, en mi carrera y en 
mi experiencia personal. 
 A mi jurado. 
 A mi familia que amo profundamente. A mis padres, Aarón E. Villaseñor Castillo y 
Adriana Calderón Sánchez, por apoyarme siempre, darme su amor y confianza; por creer en 
mí, en mi capacidad y compromiso en mi carrera y durante todo mi proceso educativo. Por 
ver mis desvelos y esfuerzos y darme ánimos de seguir adelante, a ser mejor cada día como 
profesional y como persona, con su ejemplo y dedicación constante. A mis hermanos, Alan 
y Axel, por ser mis ejemplos en todo, por su conocimiento y habilidades inigualables, por 
estar conmigo y para mí cada vez que los necesito. 
 A mis compañeros- amigos del SICI por apoyarme y motivarme a concluir mi trabajo y 
por la increíble experiencia que me dejaron al ser parte de ellos. 
 
3 
 
 A mis profesores que fueron parte de mi formación en esta experiencia y a cada uno de 
mis amigos por todos los conocimientos, estrategias, consejos y buenos momentos en cada 
clase y fuera de las mismas, que contribuyeron en mí, en mis decisiones y aprendizajes. 
 A mis abuelitos, Ana y Josué, por estar conmigo desde pequeña, por enseñarme a 
esforzarme por lo que quiero, a luchar y ver por el bien común y ayudar a otras personas. A 
mis abuelitos, Faustino y Mercedes, por ser lindos y comprensivos, por esperar cada jueves 
para verlos y entender cuando no podía hacerlo. A todos mis tíos y primos, que son parte de 
mí, de mi formación. 
 Y, nuevamente, a mi abuelito Josué quien ya no pudo presenciar este paso en mi carrera 
y en mi vida, pero sé que estaría orgulloso de mí por lograrlo. Gracias por todo. 
 
 
 
4 
 
INDICE 
INTRODUCCIÓN 6 
CAPÍTULO 1 ESTADO LIBERAL, DEMOCRACIA, TRANSPARENCIA Y 
RENDICIÓN DE CUENTAS Y COMUNICACIÓN POLÍTICA 
 
8 
1.1 Estado liberal 9 
 1.1.1 Derechos Humanos y Estado de Derecho 12 
 1.1.2 Principio de publicidad 15 
 1.1.3 Esfera pública y privada 16 
 1.1.4 Opinión pública 19 
 1.1.5 Escrutinio público 23 
1.2 Democracia 25 
 1.2.1 Ciudadanía 29 
 1.2.2 Representación Política 35 
 1.2.3 Responsabilidad Política 37 
 1.2.4 Corrupción política 39 
 1.2.5 Cultura política 45 
 1.2.6 Clientelismo 46 
1.3 Transparencia y Rendición de cuentas 51 
 1.3.1 Derecho a la información como derecho humano 51 
 1.3.2 Gobierno abierto 55 
 1.3.3 Transparencia 60 
 1.3.4 Rendición de cuentas 65 
 1.3.4.1 Modelo de Mauricio Merino y Sergio López-Ayllón 74 
1.4 Comunicación política 79 
 1.4.1 Enfoques y definiciones 79 
 1.4.2 Comunicación institucional 88 
CAPÍTULO 2. DEMOCRACIA, TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE 
CUENTAS EN MÉXICO 
 
92 
2.1 Democracia en América Latina 93 
2.2 Democracia en México 94 
 2.2.1 Ciudadanía en México 98 
 
5 
 
 2.2.2 Corrupción en México 99 
 2.2.3 Clientelismo (estructura interna priista) 101 
2.3 Derecho a la información como derecho humano en México 103 
2.4 Transparencia (historia y percepción en México) 104 
2.5 Marco legal de rendición de cuentas 110 
CAPÍTULO 3. RENDICIÓN DE CUENTAS EN EL MUNICIPIO LA PAZ 114 
3.1 Derecho municipal 114 
3.2 Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de México 
y Municipios 
 
122 
3.3 Municipio La Paz, Estado de México 127 
 3.3.1 Contexto económico, social y político 128 
 3.3.1.2 Elecciones municipales 2018 144 
3.4 Comunicación Institucional 147 
3.5 Rendición de cuentas municipal 156 
 3.5.1 Portal de transparencia 176 
3.6 Obstáculos de la rendición de cuentas en el municipio 188 
CONCLUSIONES 192 
REFERENCIAS 197 
ANEXOS 209 
 
 
 
 
 
 
6 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 “Hoy no estamos en una fase de disolución del Estado en México, pero sí, de su 
transformación en virtud de su condición y características actuales (corrupto, ineficaz y 
desligitmado). La ambición y el compadrazgo violaron uno de los principios fundamentales 
del Estado de derecho, se antepuso lo personal e individual al interés colectivo” (Figueiras, 
2017:25). Por ello, este trabajo pretende mostrar cómo tales condiciones —características 
del Estado mexicano— dificultan la inserción de un modelo de rendición de cuentas 
necesario para restaurar el control del poder en la democracia, que tanto se requiere, 
además de motivar el interés de la población, puesto que sin el compromiso de goberntantes 
y de ciudadanos dificilmente se cambiarán las condiciones del Estado y se irá a una 
decadencia mayor. 
 “El gobierno democrático no se reduce a la discusión sobre las reglas y los mecanismos 
para el acceso al poder, sino también al ejercicio y al control al poder” (Cejudo, 2016:109). 
El presente trabajo será un acercamiento a dicho control del ejercicio y poder a través de la 
rendición de cuentas. Se centrará a nivel municipal con el estudio de caso del Municipio La 
Paz, Estado de México, para demostrar cómo el tipo de cultura política, principalmente 
clientelar, la participación política, las cuestiones económicas y la concentración en la parte 
financiera de la ley influyen y llegan a ser obstáculos en el desempeño de un modelo de 
rendición de cuentas y transparencia. 
 En el primer capítulo, denominado “Estado
liberal, democracia, transparencia y 
rendición de cuentas y comunicación política” se iniciará con el concepto de liberalismo de 
John Locke porque coloca al individuo como ser social, con derechos fundamentales y 
regidos por leyes. Conceptos como publicidad, democracia, ciudadanía, representación 
responsabilidad política y cultura política son elementos esenciales para establecer un 
modelo de rendición de cuentas; el tipo y nivel en cada elemento determinarán su eficacia. 
Cabe destacar que si no existe una ciudadanía activa, que exija a los gobernantes, 
difícilmente estos lo harán o sólo en la medida en que manda la ley, refiriéndose a otras 
instituciones y no a la población, a quienes tendrían que informales primero al ser ellos los 
portadores de la soberanía. 
 Asimismo, se reflejará la importancia de los derechos fundamentales, en específico el 
acceso a la información como componente esencial para tener un Gobierno abierto (GA), 
 
7 
 
con transparencia y rendición de cuentas. Porque es a través del acceso a la información 
que los ciudadanos pueden ejercer un control ante los gobernantes, es la herramienta 
principal para poder actuar y exigir una rendición de cuentas, ya que al existir la 
transparencia, el individuo puede acceder a la información y hacer un análisis sobre la 
actuación de su gobernante, es decir, darle un valor social a la información, y como 
resultado, tener una respuesta positiva o negativa que demandará a su representante. 
 “Los datos abiertos no sólo son un componente básico de la transparencia, sino que 
además, lo son para la colaboración y la cocreación entre gobierno y sociedad, para 
impulsar la nueva economía sustentada en el conocimiento […]” (Luna; Bojórquez., 
2016:3). Esto se logrará con el valor social de la información, porque sólo a través del 
involucramiento de la sociedad y del análisis que hagan de la información podrán exigir 
cuentas a sus gobernantes, dando consecuencias positivas y negativas con base en la 
percepción que tengan de cómo se hicieron las cosas. Esto es lo que permite tener un 
modelo de Gobierno abierto, ya que pone al alcance información de interés público para 
que los ciudadanos la conozcan y se refuerce el lazo entre gobierno y sociedad. 
 El capítulo cierra con la definición de comunicación política, con teorías de los autores 
Jean Marie Cotteret, Alain Touraine y María José Canel, quienes le dan un papel 
importante al ciudadano y su interacción con el gobierno. También, se hará referencia a la 
comunicación institucional puesto que a través de ésta el gobierno ejecuta el principio de 
publicidad que encamina la rendición de cuentas. 
 El segundo capítulo, denominado “Democracia, transparencia y rendición de cuentas en 
México” es contextual e histórico, en el cual se hace referencia a la percepción de la 
democracia en América Latina y México, con datos que la sustentan. También, se menciona 
cómo se empieza a ejercer la transparencia y el derecho a la información en el país. 
También se habla de corrupción en cifras y se desarrolla el clientelismo en el municipio con 
la estructura interna del Partido Revolucionario Institucional (PRI). 
 El tercer, y último capítulo, “Rendición de Cuentas en el municipio La Paz”, mostrará 
las bases legales para el funcionamiento de la rendición de cuentas, en específico la Ley de 
Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de México y Municipios. 
Asimismo, se hará un acercamiento a las características del municipio La Paz para 
 
8 
 
comprender cómo la educación, la economía y el tener acceso a otros servicios influye en la 
participación y el ejercicio de la rendición de cuentas. 
 También se muestra cómo es tal comunicación y la rendición de cuentas para lograr 
identificar los obstáculos y dificultades que éste presenta. Se hace un estudio del portal de 
transparencia, se contempla qué tiene y qué omite como fundamento de su compromiso con 
la rendición de cuentas. 
 Como información adicional, se agrega un apartado de anexos, el cual servirá para 
lograr identificar mejor algunas gráficas a las que se hace referencia en los diferentes 
capítulos, principalmente el segundo que es que es la parte contextual de la investigación, 
de las cuales se mencionarán los datos con su explicación. 
 
 
9 
 
 
CAPÍTULO 1. ESTADO LIBERAL, DEMOCRACIA, TRANSPARENCIA Y 
RENDICIÓN DE CUENTAS Y COMUNICACIÓN POLÍTICA 
 
1.1 Estado liberal 
 Las definiciones de Estado varían con base en el autor, la época y la forma en que 
conciben la soberanía y el poder. Las primeras concepciones se remontan a la Grecia 
antigua con Platón (427-347 a. C) quien miraba por un gobierno aristocrático intelectual al 
ser los filósofos quienes tenían la capacidad de tomar las decisiones y ejercer el poder de 
forma correcta. 
 Para Platón, el Estado tenía la prudencia, el valor, la templanza y la justicia como 
virtudes (Platón, 2010) y cada grupo social cumplía una función
1
. El filósofo y político es 
aquel que es capaz de contemplar la realidad, es decir, refiriéndose a su alegoría de la 
caverna, aquel que se libera de las cadenas y posee el conocimiento. Por tanto, de tal 
principio nace la concepción de arcana imperii
2
, puesto que sólo los poseedores de 
sabiduría tienen la posibilidad de gobernar y de conocer tales secretos, jerarquizando la 
sociedad con base en sus elementos intelectuales (su saber) al ser lo que permite llegar al 
poder. 
 Posteriormente, Aristóteles (384-322 a. C) establece el concepto de la ciudad-estado 
(polis) en la cual sólo unos cuántos eran los privilegiados de conocer los asuntos públicos, 
aquellos intelectuales que poseían la sabiduría de cómo se ejerce el poder y que se 
denominaban propiamente como ciudadanos, ya que no cualquiera podía serlo. En donde el 
ciudadano era el único que podía “participar en el poder deliberativo o judicial de la 
ciudad” (Aristóteles, 2007: 263) y debían de salvaguardar a su comunidad. 
 
1
 En este caso, “la imagen platónica del buen Estado se diseña conforme al cuerpo humano: los comerciantes 
y los artesanos cumplen las funciones digestivas, necesarias pero elementales y sin dignidad, y son sólo 
funciones materiales de un cuerpo; los guerreros son los músculos del Estado, sin ellos el cuerpo es débil y 
vulnerable: constituyen el elemento pasional; por último el Rey-filósofo o Filósofo-rey es el alma o espíritu 
de ese cuerpo, es su atributo racional y el necesario conductor de las decisiones” (Rodríguez, 2015: 11-12). 
2
 Nombrado así por el historiador Tácito (55-120), quien denominó con ese término a aquellos secretos del 
Estado y misterios del poder. 
 
10 
 
 Siguiendo la línea del privilegio de los ciudadanos y gobernantes de los secretos 
políticos, Aristóteles (2007) llamó sophismata a esos secretos y claves del poder político, 
que hace posible que se gobierne a los súbditos según los intereses particulares de los 
gobernantes. “Solo los pocos que entendían estaban facultados para tomar decisiones, es 
decir, la información era patrimonio exclusivo de los gobernantes, que deliberaban en 
circuitos cerrados donde adoptaban las decisiones relativas a la colectividad” (Peschard, 
2017:26). Es así como en la Antigua Grecia se remarca el orden jerárquico de la sociedad, 
diferenciando a gobernantes y gobernados con base en la información (exclusiva) que eran 
capaces de poseer y administrar. 
 En la Edad Media (siglo V al XV), con la salvedad de que las razones, los argumentos y 
los móviles de quienes detentaban el poder pertenecían a la institución dominante, es decir, 
a la Iglesia. “Los arcana ecclesiae, misterios trascendentales o dogmas de fe 
incontrovertibles, eran los principios que sustentaban el secreto, tal como la posición social 
lo era durante la Antigüedad” (Peschard,
2017:27). 
 Con la Edad Moderna (específicamente en el siglo XVI) se tiene un concepto de “Estado 
ya con un sentido de poder político centralizado y desplegado en un territorio y capaz de 
ejercer su decisión o soberanía” con Nicolás Maquiavelo (Rodríguez, 2017: 16). En donde 
obtener y conservar el poder se convierte en el objetivo de la política dando paso así a la 
razón de Estado, con el cual, la mentira, los secretos, la opacidad, la traición e ir en contra 
de la ley son esenciales y aceptables puesto que se reconoce la lógica propia (no 
moral/espiritual) del poder político. 
 Entran al juego las visiones absolutistas de Estado como la de Thomas Hobbes (XVII), 
quien ve la existencia de un Estado en donde no hay nada superior a él, y bajo la premisa de 
seguridad y el miedo. El soberano es quien tiene poder y exige obediencia con base en un 
contrato previo entre gobernados y gobernantes, quien posee diversas atribuciones con el 
fin de garantizar la seguridad y evitar el caos, situación fundamental para este autor. 
 “El Estado absolutista y monárquico fue la encarnación más clara de la razón de Estado, 
al plantear que frente a cualquier amenaza de subversión, el Estado podía recurrir al secreto 
como fórmula para intervenir eficazmente y mantener el orden público” (Peschard, 
2017:28). 
 
11 
 
 “Sólo hasta la aparición de las explicaciones liberales de la naturaleza del Estado, se 
hizo posible pensar la prioridad de las razones de los individuos particulares respecto de 
una razón de Estado” (Rodríguez, 2015: 21) como una visión alternativa de las ideas 
absolutistas. 
 El Estado liberal puede definirse, a grandes rasgos, como un Estado limitado por las 
libertades fundamentales de los ciudadanos. Para John Locke (siglo XVII) el poder político 
era una entidad representativa sin intereses propios (por tanto, sin una razón previa) en 
donde los ciudadanos ejercían cierto mandato. 
 Desde esta concepción, hay una visión del individuo como ser social con una 
motivación específica para asociarse. Se reconocen los derechos naturales que poseen los 
individuos, derechos fundamentales como la libertad, la igualdad, la vida, la propiedad 
privada y la justicia (castigo para quien atente contra uno de los derechos). 
 “La existencia del Estado únicamente se justifica por su capacidad de tutelar esta serie 
de derechos fundamentales, tomando en sus manos, por acuerdo expreso de los ciudadanos, 
el derecho a castigar, que no es otra cosa que ejercer la justicia” (Rodríguez, 2015: 22). Por 
tanto, su función recae en garantizar que se ejerzan tales derechos y libertades, cuidando 
que las libertades de unos no obstaculicen las de otros. Considerando que todos deben estar 
en perfecta igualdad. 
 Si la existencia de la autoridad política tiene sentido es porque permite tutelar los 
derechos de los individuos que la han instaurado. “El Estado es, en sentido estricto, un 
instrumento de justicia que permite el ejercicio de derechos que no son creados por él y 
que, sobre todo, le preceden en existencia, es decir, en legitimidad” (Rodríguez, 2015: 23). 
 Si bien se concibe el interés particular, se debe recalcar que para el Estado liberal es el 
interés común el que hará que los individuos formen comunidades e inevitablemente 
constituyan el Estado. Se crearán consensos para formar contratos y determinar cómo se 
organizará la comunidad y a qué reglas someterse. Es aquí donde entra la libertad del 
individuo en comunidad, en donde hay una obediencia por elección a través del consenso, 
dicho de otra manera, el individuo se somete a leyes y reglas establecidas por el cuerpo 
político o nación porque así lo quiere. 
 En el Estado liberal se conoce qué asuntos son privados y cuáles son públicos. 
Condición importante que identifica qué asuntos son del Estado y cuáles propios del 
 
12 
 
individuo. Y así evitar el conflicto. A saber que en el Estado liberal la propiedad es un 
derecho fundamental, el cual provoca conflicto debido a que da paso a las riquezas, el 
dinero y desigualdad. Con lo que fue necesario que existiera un ente capaz de restablecer la 
paz y el orden. 
 Con lo anterior, surge el Estado político que genera estabilidad en la vida común y 
social. Con la sociedad civil se busca preservar la propiedad pero garantizando los demás 
derechos fundamentales
3
 como el de garantizar la vida y libertad. 
 “La concepción liberal de la igualdad ante la ley se inserta en la fantasía de que los 
agentes primordiales de la sociedad son los individuos. Las políticas distributivas, sin 
embargo, no se establecen contando a todos por igual, sino que son el resultado de las 
asimetrías de poder entre los intereses organizados” (Ackerman, 2016: 36). 
 Los individuos ceden su poder ejecutor natural a la asociación política, con lo que se 
forma el poder político. Es decir, el poder que cada individuo tiene en su estado de 
naturaleza se sede a la sociedad para formar una comunidad política, y por ello es un poder 
público. 
 “El Estado liberal fue el primero en establecer la publicidad como principio de derecho a 
la información. Empero, la publicidad se refería básicamente a la libertad de prensa y de 
discusión, que hace los principios esenciales de un gobierno representativo” (Peschard, 
2017:33). Fue el principio de las bases para la transparencia y el acceso a la información, 
dando prioridad al sujeto como ser social reconociéndolo como portador de derechos 
fundamentales. 
 
1.1.1 Derechos Humanos y Estado de Derecho 
 El poder político tiene como límite a los derechos humanos, entendidos como aquellos 
derechos que tiene por su calidad como ser humano y no dependen del Estado, aunque éste 
debe de garantizar su cumplimiento. 
 
3
 No se menciona la igualdad como derecho debido a que ésta es una condición previa (Estado de naturaleza) 
pero busca mantenerse. 
 
13 
 
“Sólo la idea de los derechos fundamentales a los que se llamó naturales para subrayar su 
universalidad, aparece como un principio absoluto de resistencia a un poder estatal que se 
vuelve cada vez más total” (Touraine, 2015: 63). 
 El hablar de derechos humanos es importante debido a que el derecho de acceso a la 
información es un derecho fundamental, es decir, es indispensable para el desarrollo del 
individuo. Y la concepción de Estado de derecho que se maneja bajo el principio de 
igualdad y asegura que el imperio de las leyes garantice que los derechos fundamentales se 
lleven a cabo. 
 Primeramente, se explicará qué es Estado de derecho y su importancia para el ejercicio 
de los derechos fundamentales, en específico el acceso a la información. Se entiende por 
derecho al conjunto de normas y leyes que rigen la actividad humana en sociedad y cuya 
inobservancia amerita algún tipo de sanción (Rodríguez, 2015b). 
 Rodríguez Zepeda (2015b) menciona cuatro características generales del Estado de 
derecho: 
 1. Imperio de la ley: ley como expresión de la voluntad general; 
 2. Separación de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial; 
 3. Legalidad de gobierno: su regulación por la ley y el control judicial; 
 4. Derechos y libertades fundamentales: garantía jurídico-formal y realización material. 
 Mientras que el elemento esencial del Estado de derecho es la “juridización” de la 
política. El Estado se da por la unión de personas libres bajo leyes jurídicas. Por ende, la 
política se rige por normas jurídicas, lo que garantiza la protección de derechos individuales 
por el poder político y, a la vez, se garantiza el límite del poder del gobierno por esos 
mismos derechos garantizados en la Constitución. 
 “La doctrina del Estado de derecho exige que el principio que inspire toda acción estatal 
consista en la subordinación de todo poder al derecho”
(Rodríguez, 2015b:43). Su 
legitimidad, conservación y reforzamiento depende, en parte, de los ciudadanos, de su 
acción y capacidad de mantener la legalidad de las instituciones. 
 Por ello, el tener una cultura de legalidad es fundamental en una democracia, que ayuda 
a la percepción de la confianza en las instituciones, al pensar que las decisiones tomadas, 
realmente, se ajustan y se conciben sujetas a lo legal, a principios como el de imparcialidad 
y que fue la mejor opción de todas las propuestas. 
 
14 
 
 Como consecuencia, se concibe al Estado de derecho cuya premisa es que el gobierno de 
las leyes es mejor que el del hombre. Entendiendo a las leyes como aquellos consensos 
hechos por la comunidad. El valor de la legalidad es crucial en la democracia para 
fortalecer la credibilidad y respeto a la ley, puesto que cuando éste no se realiza, el 
pensamiento corrupto y de beneficio a sí mismo prolifera al considerar que los beneficios 
inmediatos a través de la ilegalidad otorgan una vida satisfactoria. 
 En conclusión, el “Estado de derecho reposa sobre dos pilares fundamentales: la 
limitación de la acción gubernamental por medio de leyes y la reivindicación de una serie 
de derechos ciudadanos” (Rodríguez, 2015b: 35). 
 Por otra parte, están los derechos humanos, también nombrados como derechos 
fundamentales, pilares del Estado de derecho, como se mencionó en el párrafo anterior. Su 
importancia y sentido están en que su existencia no depende de las decisiones de la mayoría 
o de quién ejerce el poder, sino que éstos existen por encima del Estado. “Frente a un 
derecho humano no puede oponerse conceptos como el de “bien común”, “seguridad 
nacional”, “interés público”, “moral ciudadana”, etcétera” (Carbonell, 2015:21). 
 “La diferencia entre un derecho humano y uno de otro tipo está en que el primero 
protege un bien básico, entendido como aquel que resulta necesario para la realización de 
cualquier plan de vida, es decir, que es indispensable para que el individuo pueda actuar 
como un agente moral autónomo” (Garzón, 1993: 531). 
 El artículo primero constitucional hace referencia a que todas las personas poseerán cada 
uno de los derechos que mencione la misma Constitución al igual que los tratados 
internacionales de los que México forme parte, ya que éstos están al mismo nivel que la 
Constitución al ser parte de ella en el mismo artículo. 
 Los temas citados anteriormente —Estado de derecho y Derechos humanos— ayudan a 
concebir de una forma completa lo que significa estar en un régimen democrático. Es estar 
en “democracias constitucionales, es decir, sistemas de gobierno en los que rige el principio 
de la mayoría como regla para tomar decisiones colectivas, pero en los que existen 
catálogos de derechos que imponen límites y vínculos a lo que pueden hacer las autoridades 
y los particulares” (Carbonell, 2015: 75). 
 Situación que resulta esencial en la materia debido a que democracia no es sólo 
elecciones libres y consecutivas, va más allá de ellas, por ello, no basta con mejorar su 
 
15 
 
desempeño, sino en crear cultura política y cívica (democrática) en la comunidad, hacer que 
se interesen en lo público y garantizar sus derechos fundamentales con el fin de que 
desarrollen una calidad de vida buena. 
 
1.1.2 Principio de publicidad 
 Como se mencionó en el apartado anterior, fue con el pensamiento liberal con el cual ya 
no había verdades de Estado, como en el Estado absolutista, ni secretos para los 
ciudadanos, “por eso ahí se localiza la fuente del principio de publicidad, entendido como 
la antítesis del secretismo que pretende conferirle poder a quien posee información 
privilegiada o exclusiva, no compartida con todos los miembros de la comunidad política” 
(Peschard, 2017:34). 
 La publicidad es esencial en las sociedades modernas. Es el atributo de lo que puede 
hacerse público. De lo que puede salir de la esfera de lo privado, de lo íntimo para 
incorporarse a lo social, en un sentido democrático. 
“Hoy la democracia ha devenido el régimen político de validez universal, y la transparencia 
ha cobrado enorme relevancia y centralidad, convirtiéndose en un valor indiscutible y 
exigible, mientras que el secreto es mirado con recelo y desconfianza, y únicamente es 
aceptable si es de carácter temporal y si se restringe a áreas muy específicas de la vida 
pública”
4
 (Peschard, 2017:26). 
 La forma de saber si una decisión, una política o una ley es justa es dándola a conocer 
para determinar la opinión pública que genera. “Para Kant, sólo discutiendo abiertamente 
acerca de la naturaleza de estas acciones políticas, sólo dando razones frente a un público 
capaz de evaluar, dudar, discutir, criticar y proponer, es que se construye un argumento 
genuinamente público y se prueba la validez de lo propuesto” (Rodríguez, 2015: 35). 
 Puede decirse que el concepto de publicidad es normativo al establecer cómo se debe 
argumentar o qué se debe de decir para que sea aceptado como un asunto público. Implica 
veracidad y controla el ejercicio del poder al permitir que el ciudadano identifique lo que es 
lícito de lo que no. 
 
4
 Por ejemplo, la seguridad nacional, los compromisos o acuerdos internacionales, los procesos judiciales, o si 
se refiere a datos confidenciales de las personas o al patrimonio de particulares, como los datos fiscales o 
bancarios. 
 
16 
 
 Por tanto, “el ideal de publicidad va aparejado al ideal de la ilustración, es decir, al ideal 
de una sociedad que ha alcanzado la mayoría de edad y que, habiéndose atrevido a pensar 
por sí misma, se ha desembarazado de la servidumbre y el paternalismo” (Rodríguez, 2015: 
37). 
 “A nivel axiológico, la comunicación asociada al principio kantiano de publicidad (en el 
sentido de hacer público y transparente) es constitutiva del pacto democrático y del 
advenimiento de un espacio público donde la libertad de expresión y el respeto de las reglas 
que garanticen el reconocimiento del otro permiten un fundamento pacífico del sistema 
político” (Mercier, 2012: 8). 
 “La ventaja de la publicidad como un proceso que tiene varias facetas, es que da luz a 
conocer las partes interiores del Estado, en particular, las oficinas burocráticas que se 
encargan de producir, clasificar, sistematizar y divulgar la información público-
gubernamental” (Uvalle, 2013: 39). 
 Es a través del principio de publicidad que es posible llegar a la transparencia y 
consecuentemente a la rendición de cuentas. Sólo haciendo pública la información 
gubernamental es cómo los ciudadanos podrán tener acceso a ella, la conocerán, la 
analizaran y emitirán un juicio informado y con valor social, con lo cual dependerá de su 
participación y compromiso para poder darle utilidad a todo aquello que se publicite y sea 
de interés público. 
 
1.1.3 Esfera pública y privada 
 
 El dar una definición de qué comprende lo público y lo privado no es tan sencillo como 
pudiese pensarse. Cada persona debe de gozar del derecho a la privacidad como al acceso 
de información y libre expresión. “No es fácil distinguir los límites estrictos entre ambos 
derechos, por lo que cada caso debe someterse a una prueba de interés público, justamente 
para identificar cuál es el bien que debe prevalecer, si el derecho a la información o a la 
protección de la esfera privada” (Peschard, 2017: 76). 
 Para entender las diferencias entre ambas esferas y los límites de cada una, inclusive de 
qué modo pueden ser invadidas, se hará referencia a Ernesto Garzón Valdés con su libro Lo 
 
17 
 
íntimo, lo privado y lo público (2008) para explicar los tres conceptos clave para este 
apartado. 
 Primeramente está lo íntimo, lo cual pertenece a cada persona, debido a que confiere los 
pensamientos de cada quien, lo que no se
ha expresado. Después está lo privado, en el cual 
cada individuo determina quién tendrá acceso a su información, es una relación reservada, 
una relación interpersonal en donde la elección de quién participa y quién no depende de 
cada individuo, al igual que los límites que cada uno establezca. Es la “esfera personal 
reconocida” porque imperan los deseos, preferencias, pensamientos e inclinaciones al tener 
libertad individual. Es la libertad personal como parte de la dignidad humana. 
 En lo público se tiene completa accesibilidad de las acciones de los sujetos en la 
sociedad; acciones y hechos que pueden ser vistos por otros cuyas limitaciones y exigencias 
están normadas, no dependen de los sujetos. “El ámbito de la convivencia pública impone 
restricciones normativas que son las que están en la base de toda organización social que 
desee superar la inseguridad que resultaría del intento de hacer valer incontrolablemente 
nuestros deseos y preferencias” (Garzón, 2008:23). 
 Hasta el momento, parece que son definiciones claras, pero entran en conflicto cuando el 
derecho a la privacidad choca con otros derechos, con lo cual el determinar qué derecho 
predomina dependerá del interés público y la valoración de las consecuencias negativas o 
positivas en caso de no ser publicitado. 
 El derecho a la privacidad puede entrar en conflicto con el derecho a la información, 
“por una parte, con el derecho de saber lo que hacen los poderes públicos, pero también, 
por otra parte, con la libertad de expresión: el derecho de publicar y difundir ideas, 
conocimientos, opiniones. Y no siempre es tan obvio el interés público que se trata de 
defender con esa clase de revelaciones escandalosas. Hay daño a la reputación” (Escalante, 
2008: 14). 
 “Lo privado no significa la absoluta indiferencia de la autoridad. Lo privado se 
configura mediante una serie de derechos que protegen la acción individual contra 
cualquier posible interferencia, y para eso hace falta la autoridad del Estado” (Escalante, 
2008: 17). Por ello, el gobierno es el responsable de garantizar los derechos antes 
mencionados, garantizando la protección de datos personales y la confidencialidad de la 
vida privada. “El poder político, en este caso, ya no constituye una amenaza sino, por el 
 
18 
 
contrario constituye al instrumento de protección de lo íntimo y lo privado” (Garzón, 
2008:8). 
 La democracia necesita de lo público, de lo opuesto a lo privado, de lo común y lo 
accesible, y lo público como aquello que es sujeto a crítica y escrutinio (Cejudo, 2016). Por 
lo cual, aquellas acciones de entes públicos y privados que no quieran ser reveladas, que se 
mantengan en secreto, ponen en sospecha su legitimidad; impiden el ejercicio de derechos 
de los ciudadanos y por ende de la democracia. 
 El secreto juega un rol distinto en cada esfera. Mientras que en la privada es 
fundamental para garantizar el derecho de cada individuo a que sus acciones y decisiones 
sean reservadas para él mismo junto con las personas con las que se relacionó, en la esfera 
pública el secreto es mal visto, ha sido superado a través de años al ser visto como un 
elemento de poder y control de los gobernantes ante los gobernados, puesto que eran los 
únicos que podían tomar decisiones. 
 Por tanto, tener secretos en el ámbito de lo privado pero que presenta implicaciones de 
interés público es perjudicial para la persona que resguarda la información. Por ejemplo, a 
medida que “el papel que una persona desempeña en la sociedad adquiere mayores 
connotaciones públicas, la esfera de su vida privada se va reduciendo hasta llegar a un 
punto en donde es difícil trazar un límite preciso entre lo privado y lo público. Esta 
reducción es la consecuencia de una mayor permisibilidad por lo que respecta a la 
recolección de información por parte de terceros y una mayor necesidad de control 
normativo del ejercicio del poder público” (Garzón, 2008: 27). 
 Esto se debe a que la vida de la persona, sus decisiones y acciones, tiene una 
consecuencia de interés público y por ende debe de conocerse. Porque si su acción afecta la 
convivencia social, se puede justificar una invasión a su privacidad porque se da la razón al 
derecho a la información. Entonces, ambas esferas están reguladas por el derecho; la esfera 
pública necesita de él para conocer y ejercerse y lo produce al darles acceso a otros; la 
esfera privada está sujeta a él y depende del mismo, puesto que éste garantizará cómo será 
la intromisión. 
 En cuanto al poder público, no hay motivo para no conocer los ámbitos 
donde resguarda la información público-gubernamental, porque sí el poder 
es público, no puede permanecer oculto e indiferente en lo que realiza al 
 
19 
 
utilizar recursos de la comunidad como los impuestos que financian las 
políticas públicas; hay derechos del ciudadano para conocer su desempeño y 
evaluación y eso incluye desde luego, acceder a los registros que se integran 
para organizar y estructurar la información relacionada con las políticas 
públicas. El derecho de acceso a la información es la contraparte para que el 
ciudadano tenga los elementos jurídicos que le permitan acceder a los 
registros gubernamentales que condensan información relevante para él 
(Uvalle, 2013:12). 
 El derecho a la privacidad es un rasgo fundamental para la dignidad humana, que debe 
defenderse y respetarse, pero suele darse más relevancia a la esfera de lo público porque 
ayuda a conocer cómo serán las reglas de juego entre los sujetos obligados; a tener un 
control y reducir la incertidumbre sobre el análisis de las decisiones que han tomado los 
gobernantes. Y, con una concepción de lo público entendido como aquello accesible y 
sujeto a la crítica y al escrutinio, se tendrá un papel predominante de la sociedad sobre los 
asuntos públicos, lo que facilitará conocer quiénes son los sujetos que deban de rendir 
cuentas y porqué. 
 
1.1.4 Opinión pública 
Cuando los ciudadanos empezaron a ver al gobierno como una fuente de beneficios, la 
opinión pública se hizo fundamentalmente menos hostil hacia la autoridad central 
Benjamin Ginsberg 
 
 Dar una definición de opinión pública no es exacto debido a los diferentes tipos de 
democracia, de representación y de ciudadano que se tenga; pero se tratará de dar un 
acercamiento a las principales concepciones de opinión pública, la cual ha cambiado a lo 
largo del tiempo y de las perspectivas teóricas. 
 Con el avance de la sociedad, la opinión pública tuvo nuevas concepciones. “Ésta tiene 
que enfrentarse con la nueva complejidad social caracterizada por la institucionalización de 
la esfera pública, la refeudalización de la esfera social, el predominio de los medios y de las 
public relations en la producción de una publicidad demostrativa y manipulativa, y sobre 
 
20 
 
todo por el cambio de un público culturalmente crítico a un público consumidor de cultura” 
(Grossi 2007: 57). 
 Uno de los principales autores que definen la opinión pública es Jürgen Habermas quien 
tiene una concepción emancipadora y crítica de la opinión pública y la publicidad cuya 
razón es argumentativa y autodirigida. La opinión pública es un proceso eminentemente 
comunicativo e interactivo; su formato expresivo es el lenguaje racional, la argumentación 
discursiva; su horizonte es el universalismo de los objetivos y del método (el recíproco 
entendimiento entre seres humanos). En este sentido, el objetivo de las dinámicas de 
opinión es doble: emancipador para los sujetos sociales llamados a participar, y crítico 
respecto al poder político o al Estado (Habermas, 1962, citado por Grossi, 2007: 57). 
 Sin embargo, este modelo entra en crisis debido al desarrollo de la sociedad capitalista, 
la producción de opinión pública cambia, puesto que las opiniones informales (no públicas 
y personales) y formales (institucionalizadas
y casi públicas) son resultado del consumo y 
no de la discusión. Ya no hay un debate público en el cual circule el libre flujo de 
información, argumentos y razones de un tema común, sino que se consume la presentación 
pública de las opiniones, es decir, opiniones que se seleccionaron y determinaron para 
darlas a conocer, además de institucionalizarse, por tanto no nace de su dimensión pública y 
social, sino de la esfera privada que decide qué hacer público o no. 
 “En segundo lugar, estas formaciones cognitivas y simbólicas se consideran objeto de 
manipulación porque han sido privadas de su contexto históricamente crítico y 
emancipador, sustituido progresivamente por una esfera pública representada, con el único 
objetivo del consenso” (Grossi, 2007: 58). Aparecen los sondeos y predominio de las 
opiniones casi públicas, realizadas por élites, principalmente políticas, económicas y 
culturales, que determinan qué hacer público a la sociedad. 
 Otro autor importante es Inving Crespi (1997) cuya teoría explica las perspectivas 
elitista y populista de la opinión pública. Estas perspectivas difieren en el cómo se concibe 
al ciudadano; en la primera, se da un rol pasivo a los gobernados, puesto que se ven como 
receptores de información, quienes son manipulables e influenciables porque no son 
capaces de incidir en las decisiones políticas al no estar informados, interesados o no dar el 
tiempo necesario para participar activamente. 
 
21 
 
 Los elitistas son realistas. “En la sociedad contemporánea la opinión pública no es el 
resultado de un público informado, comprometido y racional. Al contrario, es la expresión 
de una progresiva desafección respecto a la política, una actitud en gran parte emotiva, 
irreflexiva, particularista y estereotipada” (Crespi, 1997, citado por Grossi, 2007: 46). 
 Por otro lado, está la perspectiva populista que le da un valor sobresaliente al actuar 
ciudadano, debido a que la participación política activa de las personas puede determinar la 
acción de gobierno. Las opiniones colectivas son resultado de una constante interacción y 
del derecho de libre expresión de cada individuo. 
 Por ello, para los populistas, la opinión pública, siendo una opinión colectiva, debe ser 
aceptada, interpretada, valorada y estipulada, pero en ningún caso manipulada o marginada, 
porque creen en la democracia alcanzada en la participación auténtica y en el pacto de 
confianza entre gobernantes y gobernados. Es el instrumento efectivo con el cual ésta se 
ejerce frente a los electores, al gobierno y a las instituciones democráticas (Grossi, 2007: 
47). 
 “La confianza en la sabiduría popular, en la fuerza moral de la colectividad, lleva a los 
populistas no solo a dudar de los expertos, de las élites que pretenden sustituir a toda la 
comunidad sino también a reclamar una ampliación continua de las fuentes de 
comunicación a disposición de los ciudadanos (para desarrollar sus competencias) y 
consolidar los flujos de comunicación entre gobernados y gobernantes, entre ciudadanos y 
representantes electos (y así garantizar democráticamente las decisiones del gobierno)” 
(Grossi, 2007: 73-74). 
 Para Irving Crespi (1997 citado por Grossi, 2007) la opinión pública presenta tres 
características (que él llama fases): la primera dice que la opinión pública es un proceso y 
no un estado, dado que se da en un momento dado dependiendo del tema y las 
circunstancias. La segunda es que es un proceso multidimensional al estar integrado de 
opiniones individuales y colectivas. La tercera dice que es a través de un tema en conflicto 
o desacuerdo y de interés público de donde nace la opinión pública. 
 Por tanto, “la opinión pública no es una entidad colectiva superior que nace de abajo, ni 
el producto heterodirigido por una elite, sino un proceso transaccional, comunicativo y 
legitimante que se expresa a través de organizaciones sociales, informales o formales y que 
las obliga a actuar” (Grossi, 2007: 72). 
 
22 
 
 Por otra parte, entra la complejidad a la opinión pública cuya actuación responde al 
problema de la contingencia. Niklas Luhmann (1978) no recurre a la opinión pública como 
un instrumento emancipador ni de control y poder de la sociedad para lograr un bien 
común, sino que la ve como un elemento para reducir las muchas posibilidades existentes 
de un tema ya establecido, institucionalizado. 
 Hay cinco fases colectivas para la formación de la opinión pública, propuestas por Foote 
y Hart (1953, citado por Price, 1994). La Fase 1, el problema, hay un tema o situación 
considerado como problemático para una persona o grupo determinado. El público 
pertinente es indeterminado. 
 La fase 2, de propuesta: se formulan una o más escenarios y líneas de acción que 
responden al problema. La fase 3, política, etapa en la cual las propuestas alternativas se 
discuten activamente analizando fortalezas y debilidades; se busca un consenso y adhesión 
de los miembros menos involucrados. La fase 4, programática, es en donde entra en 
funcionamiento el plan seleccionado. Y la quinta fase, de valoración, es la que permite 
conocer la efectividad del plan (política) ejecutada a través de la realización de 
evaluaciones periódicas. 
 La fuerza con la que se sostiene la opinión pública se caracteriza por diversas 
dimensiones, por ejemplo “la intensidad (la fuerza de sentimientos de alguien respecto a un 
asunto concreto), la destacabilidad (lo mentalmente accesible que es una opinión dada), la 
importancia (cuán crítico se considera que es el asunto o la opinión), y la certeza (qué 
seguridad se tiene de que la opinión es correcta)” (Price, 1994: 91). 
 Por otra parte, existen miedos y preocupaciones derivados del estudio de la opinión 
pública, por ejemplo Lippmann (1922, citado por Price, 1994) menciona que hay una falta 
de competencia por parte de los ciudadanos, pues estos no pueden estar activos todo el 
tiempo ni interesarse en todos los asuntos ya que se sabe que el interés en cuestiones 
políticas es mínimo. Por tanto, considera que la democracia exige mucho al gobernado 
 “Los ciudadanos, en general, no están informados, forman sus ideas a partir de 
informaciones gravemente incompletas, manteniendo poco o ningún contacto con los 
hechos reales; filtran lo que ven y oyen a través de sus propios prejuicios y temores” (Price, 
1994: 32). Asimismo está el temor de la susceptibilidad a la persuasión debido a que el 
 
23 
 
público (pasivo) es fácil de persuadir y su actuar es predominantemente emocional y no 
racional. 
 Otro elemento negativo es la falta de recursos: ya que recabar la información es costoso 
si se requiere el material en físico, además del tiempo que se debe de dar para buscar, 
organizar y analizar los datos. También la tiranía de la mayoría es uno de los miedos más 
predominantes, ya que al ser mayoría la presión incrementa y puede dejarse de lado 
opiniones más acertadas de minorías. Junto con el temor del dominio de las elites como 
consecuencia de que las personas al ser pasivas se dejan llevar por la predominancia del 
gobierno y las elites agrupadas. 
 Los miedos mencionados anteriormente se deben a las características que presenta la 
sociedad actual, principalmente consumista de contenidos y pasivo, sin interés en los 
asuntos públicos. Sin embargo, no debe de perderse toda la esperanza puesto que hay cada 
vez más ciudadanos reales, capaces de debatir y argumentar acerca de temas de interés 
común, se están convirtiendo en un público atento más allá de académicos, investigadores y 
periodistas. 
 “El poder político de un público atento se ejerce directamente en un momento dado pero 
también se ejerce indirectamente y de forma más continuada a través de percepciones de los 
actores políticos que representan para la audiencia y que calibran su propia eficacia en el 
mundo político
por los indicadores de la respuesta del público”. “El poder político del 
público atento se basa, pues, no tanto en lo que hace, sino en las percepciones de los actores 
políticos de lo que podría hacer” (Price, 1994: 107). 
 
1.1.5 Escrutinio público 
 
 “El escrutinio ciudadano es una práctica democrática, que tiene lugar entre quienes 
tienen derechos políticos, consiste en evaluar racional y críticamente el funcionamiento del 
gobierno y el desempeño de quienes gobiernan mediante el intercambio y la discusión de 
las opiniones de los participantes” (Peña, 2011: 46). 
 Para que haya escrutinio se debe de ser ciudadano, tener acceso libre para participar que 
implica libertad de expresión, tanto de las ideas emitidas personales como las de terceros, 
además de tener acceso a la información pública que implica poseer conocimiento de 
 
24 
 
interés público que permita interactuar a cada sujeto con los demás. Por tanto, realizar el 
escrutinio es ejercer los derechos y libertades —derechos de acceso a la información, de 
expresión, de petición, de asociación, etc.— y cuya evaluación del gobierno comprende a 
personas físicas y morales, es decir, a instituciones o un servidor público. 
 El ciudadano puede ejercer el escrutinio y exigir a sus gobernantes por la relación de 
representación política, en donde ambos actores deben de cumplir derechos y obligaciones. 
“El alcance y la limitación institucional del escrutinio ciudadano radican en su carácter 
mediano e indirecto, en tanto que forma parte de participación para vigilar al gobierno, 
prevenir abusos y sancionar a quienes gobiernan” (Peña, 2011: 47). 
 El escrutinio público ayuda a comprender el tema de estudio de este trabajo, puesto que 
es con él como el ciudadano puede participar y exigir a sus gobernantes. Está dentro de la 
participación política. Contribuye a que el ciudadano esté constantemente informado para 
que pueda interactuar con otros acerca de asuntos de interés colectivo en diferentes 
espacios y ámbitos sin ninguna mediación de la autoridad. 
 En ese marco, el escrutinio ciudadano “cobra sentido en la medida en que surge y se 
desarrolla entre ciudadanos, a partir de espacios y circunstancias de convivencia 
comunitaria cotidiana; tiene pleno alcance cuando se hace llegar al representante político o 
al funcionario de gobierno, el resultado de la discusión entre sus participantes acerca de la 
actuación y el desempeño de aquellos, aún si se ocupa solamente del ámbito local de 
gobierno o bien concierne a un asunto que afecta sólo a un grupo social específico” (Peña, 
2011: 48). 
 Como se mencionó páginas anteriores, se corren riesgos o hay miedos acerca de la 
opinión pública. En este caso Peña Serret (2011) menciona algunos riesgos que con lleva la 
opinión pública y el escrutinio. Por ejemplo, que la participación no sea representativa al 
darse preferencia a los intereses de aquellos con más recursos para participar. 
 O aquel en donde se “beneficia a la participación organizada (asociativa) ante la 
informal o espontánea; tal como hacen habitualmente los gobiernos locales, con lo cual se 
comprometen tanto la imparcialidad en cuanto a la agenda de asuntos, prioridades y 
acuerdos, debido a la manipulación de que puedan ser objeto por parte de la autoridad 
pública involucrada, como el potencial educativo de la experiencia, al cerrarse la puerta al 
 
25 
 
aprendizaje de ciudadanos con menor disponibilidad de información y no afiliados a 
organización civil alguna” (Peña, 2011: 49). 
 En la actualidad, hay una crisis de lo público, debido a la carencia de acción social 
colectiva como resultado de la apropiación por parte del Estado de lo público (estatización). 
Para solucionarlo se debe regular la acción social, se debe recurrir más al escrutinio y poder 
llegar a la rendición de cuentas, finalidad de esta investigación, porque solo exigiendo a los 
representantes se puede disminuir tal crisis, aunque no será un cambio drástico, se podrá 
notar un cambio que pueda motivar a otros a actuar por su comunidad. 
 
1.2 Democracia 
 
Un Estado democrático requiere de una ciudadanía competente, comprometida con la 
defensa de la democracia, preocupada por asuntos públicos y con un sólido sentido de 
pertenencia a su sociedad civil y política 
Silvia Conde 
 
 La democracia (demos: pueblo, kratos: poder) es una forma de gobierno que implica 
una distribución del poder en la toma de decisiones de los asuntos públicos entre la 
comunidad política. 
 Norberto Bobbio (1984, citado por Touraine, 2015: 15) define democracia por tres 
principios institucionales: “en primer lugar como un conjunto de reglas (primarias o 
fundamentales) que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones y mediante qué 
procedimientos […]; a continuación, diciendo que un régimen es tanto más democrático 
cuanto una mayor cantidad de personas participa directa o indirectamente en la toma de 
decisiones; por último subrayando que las elecciones a hacer deben ser reales”. 
 Mientras que para Robert Dahl (p. 99, 1999, citado por Peschard, 2017) uno de los 
teóricos contemporáneos más reconocidos de la democracia, ésta debe cumplir al menos 
seis condiciones. “1] cargos públicos elegidos; 2] elecciones libres, imparciales y 
frecuentes; 3] libertad de expresión; 4] fuentes alternativas de información; 5] autonomía de 
las asociaciones, y 6] ciudadanía inclusiva”. 
 
26 
 
 Debido a que la democracia es sobre todo un “procedimiento para que los ciudadanos 
designen a los individuos que deberán tomar, a nombre suyo, las decisiones políticas, es un 
sistema que consiste en la competencia por el voto para alcanzar el poder
5
. Es importante 
destacar que todo esto supone la diversidad de grupos interesados en conquistar el mando a 
través de reglas fijas y establecidas” (Fernández, 2015: 49). 
 Por lo que los partidos se vuelven organismos indispensables —puesto que se sabe que 
sin ellos la democracia no podría funcionar— y relacionan a la sociedad civil, a los 
ciudadanos, con el Estado y su gobierno, en la medida en que se encargan justamente de 
proponer y promover programas de gobierno así como a las personas que estarán a cargo. 
Salazar y Woldenberg (2015) consideran que el sufragio tiene sentido cuando realmente 
hay una oferta política que represente los diferentes intereses de la sociedad, solamente así 
el voto tiene sentido democrático. 
 Pero, en la realidad, a pesar de la variedad de partidos políticos, no todos responden a 
los intereses de las personas, ya que ellos mismos ya no responden a sus ideologías al hacer 
coaliciones con grupos de ideas totalmente contrarias, no para buscar un bienestar en la 
comunidad, sino con la finalidad de vencer al más fuerte. Dicho de otra forma, se busca la 
unión únicamente para ganar, controlar el poder y no dejar que el adversario que tiene más 
posibilidades se lleve el triunfo. En estos casos, elegir a un partido se vuelve difícil e 
inclusive produce disertación en la participación electoral. 
 Por ello, la democracia implica más que el ejercicio de elecciones libres y competitivas, 
puesto que ve por la ciudadanía política, que solo puede darse en gobiernos democráticos, 
en donde exista la ejecución de derechos civiles, económicos, políticos, sociales y 
culturales. 
 La democracia no es perfecta al ser una forma que depende de cómo trabajen sus 
actores, por esto hay tres tipos de objeciones que constantemente se dicen de ella: las 
psicológicas, las educativas y las relativas a la corrupción. De acuerdo con Fernández 
(2015: 13) “la primera se refiere a que el hombre en la democracia pronto abusa de la 
libertad y la transforma en libertinaje, en la conducta licenciosa, que trastoca las leyes y la 
moral”. 
 
5
 Desde el supuesto procedimental.
27 
 
 La segunda sostiene lo riesgoso que es darle la capacidad de decisión en asuntos 
públicos a quienes desconocen de ellos. Situación que puede resolverse al contar con un 
equipo preparado para tales temas, porque sí el gobernante electo no sabe de asuntos 
públicos, éste puede rodearse de personas que tengan ese conocimiento, como asesores y 
demás funcionarios, basarse en la profesionalización de los cargos para otorgarlos a los 
mejor preparados y así tener un buen sustento para desempeñarse en el gobierno. Sin 
embargo, se sabe que, en muchos casos, esa profesionalización no existe, que los cargos 
públicos se les conceden a los amigos y conocidos a pesar de no cumplir con el perfil 
requerido. 
 “En cuanto a la corrupción, siempre se sostuvo que la democracia era el sistema más 
propenso a caer en ella, lo que no significa pérdidas para todos, sino privilegio para unos 
cuantos: los que habían entretejido lucrativas amistades” (Fernández, 2015: 14). 
 La democracia no es perfecta, como se mencionó anteriormente, pero se debe trabajar 
constantemente en ella para mejorarla y tratar de que funcione de forma óptima, por eso 
debe verse como un reconocimiento, como menciona Guillermo O’ Donnell, “como una 
apuesta colectiva a la responsabilidad y dignidad del ser humano, y por cierto, para una 
versión hoy predominante en las ciencias sociales
6
” (2007: 48). 
 No es casualidad que en los cimientos de las democracias modernas se encuentren las 
declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano, que no fueron conocidas por la 
democracia de los antiguos. “La democracia moderna reposa sobre una concepción 
individualista de la sociedad. Lo anterior no impide que después esos ciudadanos se puedan 
organizar, como de hecho sucede, en asociaciones, partidos y agrupaciones del más diverso 
tipo para hacerse presentes en la vida pública” (Bobbio, p.11, 1987, citado por Fernández, 
2015). 
 En un gobierno democrático, los actores son los ciudadanos al recaer en ellos la 
soberanía. El poder del pueblo está en la capacidad de tomar decisiones, de la participación 
de las personas a ejercer su libertad, de lograr un bienestar común respetando los derechos 
de todos al estar en un grado de igualdad. Por ello, debe ser una lucha constante ante el 
gobierno hecha por el ciudadano para garantizar el ejercicio de sus derechos fundamentales 
y el control del ejercicio del poder mediante la ley. 
 
6
 Entendida la democracia como una aspiración. 
 
28 
 
 “El pensamiento no puede sino circular sin descanso entre esas dos afirmaciones 
inseparables: la democracia reposa sobre el reconocimiento de la libertad individual y 
colectiva por las instituciones sociales, y la libertad individual y colectiva no puede existir 
sin la libre elección de los gobernantes por los gobernados y sin la capacidad de la mayor 
cantidad de participar en la creación y la transformación de las instituciones sociales” 
(Touraine, 2015:34). 
 En la democracia hay una división de poderes para lograr contrapesos en la toma de 
decisiones y control de poder. Sin embargo, debe de existir, también, un vínculo entre la 
sociedad política y la sociedad civil para que la influencia se ejerza de abajo hacia arriba y 
no viceversa porque la democracia estaría ausente al sólo privilegiar los intereses de la 
clase dominante. De aquí la importancia de la intervención del ciudadano como actor para 
que su participación ponga un control al gobierno, su fuerza está en ser responsable en la 
vida pública de forma individual u organizada. 
 “La democracia debe combatir el poder absoluto, el del despotismo militar y el del 
partido totalitario, pero también debe poner límites a un individualismo extremo que podría 
divorciar por completo la sociedad civil y la sociedad política para dejar librada esta última, 
ya a los juegos fácilmente corruptores, ya al poder invasor de las administraciones y las 
empresas” (Touraine, 2012: 320). 
 Para Alain Touraine, la democracia se asienta sobre la responsabilidad de los ciudadanos 
de un país. Si estos no se sienten responsables de su gobierno, porque éste ejerce su poder 
en un conjunto territorial que les parece artificial o ajeno, no puede haber ni 
representatividad de los dirigentes ni libre elección de éstos por los dirigidos (2015: 99). 
 Desde esta concepción, la ciudadanía es elemental en la democracia así como la 
limitación del poder, un control que se basa en el ejercicio de los derechos fundamentales, 
de la existencia de una representación política real y el fortalecimiento de una ciudadanía 
responsable en la vida pública. 
 En síntesis, una república democrática se distingue por ser un régimen cuya legitimidad 
no brota de la voluntad divina sino de la voluntad de los ciudadanos, donde no impera la 
disposición arbitraria de una persona sino la ley, en el que hay separación de poderes, 
donde los cargos públicos son temporales y rotativos, y en el que para su funcionamiento 
los individuos participan, en ocasiones directamente y en otras por medio de representantes 
 
29 
 
(como es más común en nuestra época), a veces de manera más amplia y otras de maneras 
más restringida (Fernández, 2015: 25). 
 
1.2.1 Ciudadanía 
 
Sin la participación de los ciudadanos, lo que está mal seguirá mal 
Leonardo Núñez 
 
 “El orden de las instituciones políticas (en democracias) tiene tres principios: el 
reconocimiento de los derechos fundamentales, que el poder debe respetar, la 
representación social de los dirigentes y de su política, y por último, la conciencia de la 
ciudadanía, de pertenecer a una colectividad fundada en el derecho” (Touraine, 2012:321). 
 El último punto, la conciencia de ciudadanía es fundamental para la democracia; en el 
sentido de que al ser los actores principales los individuos considerados como ciudadanos, 
es decir, aquellos poseedores de derechos sociales y políticos que pueden participar en la 
vida política más allá de la elección de los gobernantes. Tener ciudadanía permite la unidad 
de la comunidad a pesar de los conflictos y las diferencias sociales. 
 Teresa González (2015) menciona que la ciudadanía no es sólo la posesión de derechos 
y obligaciones frente al Estado, “sino que constituye una cualidad moral distintiva de 
pertenecer a una comunidad política, por lo que el proceso de desarrollo de las capacidades 
morales e intelectuales relativas al ciudadano adquiere mayor relevancia y se constituye 
como una condición necesaria para el sostenimiento de la democracia” (González, 
2015:10). Cuando la persona se identifica con una comunidad se piensa en ella y se trabaja 
para ella, es decir, hay una responsabilidad y un pensamiento colectivo, con el cual las 
acciones no giran en torno a un beneficio particular, sino que se busca un beneficio común. 
 Por ello, “una democracia ciudadana […] no solo requiere que los ciudadanos se 
comprometan con el proyecto común, sino también que se sientan especialmente 
vinculados con las demás personas en dicho proyecto” (Cruz, 2015:12) debido a que con el 
sentido de pertenencia y de compañerismo, además de la empatía, las personas van a apoyar 
los proyectos pensando en el bien común, buscando el beneficio para los demás porque 
también les importan. Así, se puede apoyar una política pública, que puede no afectar 
 
30 
 
directamente a todos, pero están de acuerdo con ella por el sentido de pertenencia y 
empatía. 
 Además, una vez identificado el problema o la situación en la que se quiere actuar, 
hacerlo de forma individual implica más costos, tanto económicos como personales, por 
tanto, si se trabaja en equipo es más fácil obtener resultados exitosos, con menos esfuerzo y 
costo personal y en menor tiempo. Por ello, Salazar y Woldenberg (2015: 49) afirman que 
“procesar propuestas
e intereses de manera individual resulta muy poco exitoso, la 
participación puede resultar más venturosa si se suman esfuerzos y voluntades, de tal suerte 
que la organización o la agregación de intereses aparece como una vía con mayores 
posibilidades para la acción”. 
 Existen tres tipos de ciudadanía propuestas por T. H. Marshall (1950 citado por 
Jusidman, 2007): 
 -La ciudadanía civil: conlleva aquellos derechos necesarios para garantizar la libertad 
individual. Es garantizado por el sistema legal. Se protege mediante los sistemas de 
procuración, administración e impartición de justicia. 
 -La ciudadanía política: su derecho fundamental es el de participar en el poder político 
de forma directa por medio de la gestión gubernamental e indirecta por medio del voto. 
 -La ciudadanía social: integrada por la serie de derechos y obligaciones que permiten a 
todos los miembros de la sociedad participar en forma equitativa de los niveles básicos de 
vida de su comunidad. 
 La democracia requiere del ejercicio simultáneo de estas tres ciudadanías para que el 
individuo sea realmente un ciudadano con capacidad de ejercer sus derechos y obligaciones 
con responsabilidad. La cultura política democrática es necesaria para la práctica de la 
ciudadanía que “comienza por la educación de los habitantes, puesto que se debe influir y 
operar a varios niveles: el imaginario colectivo, los hábitos y costumbres, las actitudes y la 
expresión de los distintos papeles ciudadanos que cada individuo ejerce en la cotidianidad” 
(González, 2007: 243). 
 La formación ciudadana pretende formar personas, con autonomía moral, críticas, que 
ejerzan sus derechos, con orden social, capaces de usar conocimiento para la participación, 
reconocedores del otro, con capacidad de diálogo y comprometidas con su país (Conde, 
2015). 
 
31 
 
 Aunque hay que reconocer que esa formación ciudadana también implica que cada 
ciudadano se acerque y quiera actuar en los temas que sean de su interés, puesto que no 
puede haber un ciudadano perfecto que se involucre en todos los rubros de lo social, 
económico, político y cultural, ya que sería una falacia. Como menciona Mauricio Merino 
(2015:10), “la idea del “ciudadano total”, ese que toma parte en todos y cada uno de los 
asuntos que atañen a su existencia, no es más que una utopía. En realidad, tan imposible es 
dejar de participar —porque aun renunciando se participa—, como tratar de hacerlo 
totalmente”. 
 Se debe entender que la participación no será la misma en cada persona y dependerá de 
diversos factores, como la identificación con su comunidad, cultura política y cívica, sí está 
informado o no, sí le interesa lo público, si decide dar tiempo, sí cuenta con los recursos 
humanos y económicos para hacerlo. Y la participación “no podría entenderse, en 
consecuencia, sin tomar en cuenta dos elementos complementarios: la influencia de la 
sociedad sobre el individuo, pero sobre todo la voluntad personal de influir en la sociedad” 
(Merino, 2015: 11). 
 Ese interés por querer influir en la sociedad es lo que realmente interesa en una 
democracia, el querer participar en la vida política de forma organizada contribuye a la 
recuperación de la política como actividad propia de los ciudadanos y su disposición a 
involucrarse en los asuntos públicos y proyectos colectivos, como menciona Teresa 
González (2015). 
 Mauricio Merino (2015) propone cuatro formas de participación política de los 
ciudadanos: 
1. Ejercicio del voto. La más común en la mayoría de las personas. 
2. Actividades en campañas políticas. Comprende las actividades de las personas 
involucradas en el proceso electoral a favor de un partido o un candidato en 
particular. Por ejemplo, promover el voto, repartir y colocar propaganda, asistir a un 
mitin o a las actividades que se tengan planeadas durante el proceso. 
3. Práctica de actividades comunitarias o de acciones colectivas dirigidas a alcanzar un 
fin específico. Temas como pavimentación de calles, centros recreativos, comedores 
comunitarios, son situaciones que requieren de la organización de la comunidad 
para llevarse a cabo con ayuda del Gobierno. 
 
32 
 
4. Las que se derivan de algún conflicto en particular. 
 Estas cuatro participaciones tienen una doble dirección: “no es lo mismo participar para 
hacerse presente en la integración de los órganos de gobierno que hacerlo para influir en las 
decisiones tomadas por éstos, para tratar de orientar sus acciones” (Merino, 2015: 30). Es 
decir, no es lo mismo participar para buscar un puesto público si es posible en el gobierno 
en turno o en el siguiente a participar para buscar un bienestar colectivo cuando se ha 
percibido que no se están haciendo bien las cosas. Es decir, existen diversas motivaciones 
para participar, pero el deber-ser tendría que responder a la segunda, en la cual se involucre 
en asuntos públicos con un interés general, cuyo fin sea el bien colectivo y no sólo el 
personal. 
 Además de los tipos de participación, también existen mecanismos para que la sociedad 
se involucre en los asuntos públicos. Éstos cumplen diversos objetivos, entre ellos los de 
decisión, representación y comunicación entre el gobierno y sociedad. Entre los primeros 
están el referéndum y el plebiscito. En el referéndum se aborda un tema específico de 
importancia general o una ley con el fin de preguntar o someter a votación, decisiones que 
podrían modificar la dinámica del gobierno, o las relaciones del régimen con la sociedad; el 
plebiscito, que propone a la sociedad la elección entre dos posibles alternativas (Merino, 
2015). 
 
Tabla 1. Mecanismos de participación 
Mecanismo Instrumento de: 
Referéndum Decisión 
Plebiscito Decisión 
Iniciativa popular Representación 
Derecho de petición Representación 
Audiencia pública Comunicación 
Acceso a la información Comunicación 
Consulta popular Comunicación 
Organización de cabildos abiertos Comunicación 
Fuente: elaboración propia 
 
 
33 
 
 En los mecanismos de representación están la iniciativa popular y el derecho de 
petición, en donde los ciudadanos organizados pueden tener injerencia en el poder 
legislativo. La iniciativa popular debe reunir por lo menos 0.13% del listado nominal de 
electores para que pueda proceder. 
 Y en los de comunicación entre gobierno y sociedad, cuya cualidad es que están 
permanentemente abiertos, se encuentran los procedimientos de audiencia pública, el 
derecho a la información, la consulta popular
7
 y la organización de cabildos abiertos— para 
el caso del gobierno municipal. 
 Se mostraron los diversos mecanismos de participación, algunos más accesibles que 
otros, pero su uso dependerá de la organización de los individuos y su responsabilidad de 
emplearlos para involucrarse en los asuntos públicos. Como dice Mauricio Merino 
(2015:38) “ya no es necesario insistir en que la clave de la participación no reside en los 
mecanismos institucionales que la hacen propicia, sino en el encuentro entre un ambiente 
político que empuje a tomar parte en acciones comunes y una serie de voluntades 
individuales”. 
 Aunque muchas veces el individualismo gana a las voluntades colectivas. De modo que 
a pesar de las buenas credenciales del término, la participación tampoco está a salvo de los 
defectos humanos: del egoísmo, del cinismo, de la enajenación de los individuos (Merino, 
2015: 11). En el sentido de que las motivaciones de participación no sean con un fin 
colectivo, además de que algunos que quieren participar no lo hacen porque no pueden 
mientras que otros que si pueden no quieren hacerlo. 
 “En la práctica, es imposible que todos los ciudadanos participen en todos los asuntos de 
manera simultánea. Tan imposible como evitar al menos alguna forma de participación, en 
el entendido de que aun la abstención total
de los asuntos políticos es también una forma 
específica de participar” (Merino, 2015: 33). 
 
7 Ésta puede realizarla el Presidente de le República, la Cámara de Senadores o Diputados cuando junten al 
menos 33% de sus integrantes, respectivamente, o los ciudadanos con el 2% de firmas de la lista nominal de 
electores. Se realiza el día de la jornada electoral y la calificará la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se 
aprobará siempre y cuando hayan participado al menos el 40% de la lista de electores y no sea 
anticonstitucional. 
 
 
34 
 
 Como se mencionó en el apartado de democracia, se debe de tener un control en la 
participación. Se sabe que es imposible tener un ciudadano perfecto que se involucre en 
todos los asuntos públicos, empero, si fuera posible se tendría un descontrol porque todos 
querrían dar opiniones, sugerencias y hasta exigencias de cómo se toman las decisiones y 
ejecutarlas, situación que sería incorrecta y llevaría a un caos. Por ende, solo pueden 
considerarse las opciones que impliquen el mayor beneficio. Asimismo, si los individuos se 
centran únicamente en los temas que les interesen o afecten podrán involucrarse más y sus 
observaciones estarán mejor encaminadas mientras que si se involucran en todo, algunas de 
ellas no tendrían bases sólidas para funcionar puesto que no se puede tener conocimiento en 
todos los rubros. 
 “La participación ciudadana es indispensable para la democracia, pero una sobrecarga 
de expectativas o de demandas individuales ajenas a los conductos normales, 
paradójicamente, podría destruirla” (Merino, 2015: 35). Siempre habrá inconformidades 
ante varias situaciones, pero no puede modificarse todas solo porque no son del agrado de 
cada persona; se debe de ver objetivamente, si las cosas funcionan no deben de cambiarse 
aunque no sean de todo correctas, o si traen más beneficios que errores, tampoco, ya que 
nada puede ser perfecto y es normal tener un margen de error. 
 Mauricio Merino (2015) retoma a Milbrath (1965) para ofrecer algunas conclusiones, las 
cuales se han confirmado a lo largo de los años: 1) la mayoría de los ciudadanos no lo son, 
en el sentido del deber-ser, puesto que no se informan ni están activos en los asuntos 
públicos; 2) para lograr la responsabilidad de los políticos debe de haber alta participación 
ciudadana, al menos en tiempos electorales; 3) mantener los canales de comunicación con 
la sociedad abiertos para garantizar la responsabilidad de los funcionarios en demandas 
públicas; 4) los niveles moderados de participación contribuyen al consenso entre la 
sociedad, a mantener en equilibrio el funcionamiento del sistema político y mantener el 
equilibrio de los roles de ciudadanos y políticos; 5) puesto que una participación muy 
elevada es contraproducente a la democracia al politizarse todo. 
 6)”La mejor participación ciudadana en la democracia, en suma, no es la que se 
manifiesta siempre y en todas partes, sino la que se mantiene alerta; la que se propicia 
cuando es necesario impedir las desviaciones de quienes tienen la responsabilidad del 
 
35 
 
gobierno, o encauzar demandas justas que no son atendidas con la debida profundidad” 
(Merino, 2015: 40). 
 
1.2.2 La representación política 
 Para Alain Touraine, “no hay democracia que no sea representativa, y la libre elección 
de los gobernantes por los gobernados estaría vacía de sentido si éstos no fueran capaces de 
expresar demandas, reacciones o protestas formadas en la sociedad civil. Pero ¿en qué 
condiciones los agentes políticos representan los intereses y los proyectos de los actores 
sociales?” (2015: 79). 
 Es cierto que la separación entre Estado, sociedad política y sociedad civil debe de 
existir, pero también deben de estar vinculados a través de la representación de la clase 
social mediante los dirigentes políticos, en este caso a través de los partidos políticos, 
puesto que sin éstos difícilmente se ejercería la democracia (en ciertos sistemas). Los 
dirigentes políticos son los responsables de la representatividad de los ciudadanos o 
gobernados. Son actores sociales que fungen como canales para llevar las demandas de una 
pluralidad de sujetos y garantizarles su libertad, justicia y seguridad. 
 Los partidos políticos
8
 “son finalmente organizaciones diseñadas con el propósito 
explícito de obtener el poder. Y para cumplir ese propósito, en consecuencia, esas 
organizaciones están dispuestas a sacrificar los ideales más caros de la participación 
democrática” (Merino, 2015: 25). 
 “Quien gana las elecciones debe saber que no sólo representa a sus electores sino a todos 
los ciudadanos” (Merino, 2015: 23). Situación que suele olvidarse frecuentemente, más en 
los municipios, en los cuales se atienden las demandas de las colonias que saben que los 
apoyan y se descuidan las que son contrarias al partido ganador, o simplemente las 
peticiones no proceden al no ir recomendado por alguien o pertenecer a alguna 
organización importante. 
 
8 El artículo 41 Constitucional (2018) fracción primera define al partido político como entidades de interés 
público; cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración 
de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de 
éstos al ejercicio del poder público […]. 
 
 
36 
 
 Como consecuencia existe una crisis de representación política porque “los electores ya 
no se sienten representados, lo que expresan denunciando a una clase política que ya no 
tendría otro objetivo que su propio poder y, a veces, incluso el enriquecimiento personal de 
sus miembros” (Touraine, 2015: 16). 
 Ante la falta de representatividad debe de existir una ciudadanía plena, es decir, que los 
gobernados sean más que eso, que sean realmente ciudadanos. Capaz de interesarse en el 
gobierno, de tomar decisiones y modificar el actuar político (si se cree que es 
inconveniente) aceptando las consecuencias de ello, reconocer la responsabilidad que le 
compete al ser miembro de una comunidad, de una ciudad, de una nación; y restaurar la 
representatividad con su participación. 
 “Para que haya representatividad es preciso que exista una fuerte agregación a las 
demandas provenientes de individuos y de sectores de la vida social muy diversos” 
(Touraine, 2015: 79). En la actualidad sólo se cumplen demandas de ciertos sectores y en 
temas muy específicos. Por ejemplo, en educación se establecen nuevas formas de 
evaluación profesional pero se descuidan las demandas de mobiliario y condiciones físicas 
de las escuelas, en especial en los estados con mayor carencia económica. 
 En condiciones como éstas, de nada sirve la existencia de simples gobernados que no 
sepan exigir sus derechos, que no demanden a las élites políticas sus necesidades y teman 
tener responsabilidad. Que su única participación sea a través del voto en cada periodo 
electoral y todavía elijan a los representantes por intereses inmediatos o beneficio propio, 
sin preocuparse por su comunidad al no sentir pertenencia a ella. Sin la existencia de 
ciudadanía no puede desarrollarse la democracia y por ende, no hay representación política, 
pues a quién se representa cuando no hay sentido de pertenencia, responsabilidad y 
bienestar común
9
. 
 “Para poder realmente ampliar la política social, volver a dotarla de elementos de 
discusión política, de evaluación seria, necesitamos reforzar el vínculo entre ciudadanos y 
 
9 En México, la competencia entre quién ejerce el poder está divida entre los más fuertes, en donde ciertos 
sectores de la población organizados monopolizan el acceso político y, por tanto, usan

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