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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES CENTRO DE ESTUDIOS EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN TESIS LOS OBSTÁCULOS DE LA RENDICIÓN DE CUENTAS EN EL MUNICIPIO LA PAZ, ESTADO DE MÉXICO QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN OPCIÓN TERMINAL: COMUNICACIÓN POLÍTICA PRESENTA: ALEXIA MONTSERRAT VILLASEÑOR CALDERÓN No. DE CUENTA: 310136011 ASESOR: LEONARDO FIGUEIRAS TAPIA CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 2 AGRADECIMIENTOS Primeramente quiero agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México por la formación académica y experiencia que me ha otorgado ser parte de ella. Por enseñarme que estudiar en esta casa de estudios es para brindarle conocimiento y utilidad a mi sociedad, que los proyectos que realice deben de ser con una mirada humana y siempre buscando el beneficio público. Agradezco al proyecto Papiit IN306814 “Los procesos de comunicación política en México: estudios de las estrategias discursivas de actores políticos institucionales, medios y ciudadanos en torno al Pacto por México”. Al Seminario Interdisciplinario de Comunicación e Información, principalmente a sus coordinadores, la Dra. Carola García Calderón y el Mtro. Leonardo Figueiras Tapia, quienes estuvieron en el proceso y obtuve conocimiento compartido en mi experiencia como becaria del seminario. A mi asesor, Leonardo Figueiras Tapia, por la comprensión y confianza desde que estuve en el seminario de Diseño de proyectos de titulación, quien me ayudó desde la primera clase en aterrizar mi tema y delimitarlo. Quien estuvo en el proceso desde el comienzo y lo vio crecer constantemente; por el conocimiento compartido, dedicación y la oportunidad de trabajar con él, hecho que me ayudó en mi investigación, en mi carrera y en mi experiencia personal. A mi jurado. A mi familia que amo profundamente. A mis padres, Aarón E. Villaseñor Castillo y Adriana Calderón Sánchez, por apoyarme siempre, darme su amor y confianza; por creer en mí, en mi capacidad y compromiso en mi carrera y durante todo mi proceso educativo. Por ver mis desvelos y esfuerzos y darme ánimos de seguir adelante, a ser mejor cada día como profesional y como persona, con su ejemplo y dedicación constante. A mis hermanos, Alan y Axel, por ser mis ejemplos en todo, por su conocimiento y habilidades inigualables, por estar conmigo y para mí cada vez que los necesito. A mis compañeros- amigos del SICI por apoyarme y motivarme a concluir mi trabajo y por la increíble experiencia que me dejaron al ser parte de ellos. 3 A mis profesores que fueron parte de mi formación en esta experiencia y a cada uno de mis amigos por todos los conocimientos, estrategias, consejos y buenos momentos en cada clase y fuera de las mismas, que contribuyeron en mí, en mis decisiones y aprendizajes. A mis abuelitos, Ana y Josué, por estar conmigo desde pequeña, por enseñarme a esforzarme por lo que quiero, a luchar y ver por el bien común y ayudar a otras personas. A mis abuelitos, Faustino y Mercedes, por ser lindos y comprensivos, por esperar cada jueves para verlos y entender cuando no podía hacerlo. A todos mis tíos y primos, que son parte de mí, de mi formación. Y, nuevamente, a mi abuelito Josué quien ya no pudo presenciar este paso en mi carrera y en mi vida, pero sé que estaría orgulloso de mí por lograrlo. Gracias por todo. 4 INDICE INTRODUCCIÓN 6 CAPÍTULO 1 ESTADO LIBERAL, DEMOCRACIA, TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS Y COMUNICACIÓN POLÍTICA 8 1.1 Estado liberal 9 1.1.1 Derechos Humanos y Estado de Derecho 12 1.1.2 Principio de publicidad 15 1.1.3 Esfera pública y privada 16 1.1.4 Opinión pública 19 1.1.5 Escrutinio público 23 1.2 Democracia 25 1.2.1 Ciudadanía 29 1.2.2 Representación Política 35 1.2.3 Responsabilidad Política 37 1.2.4 Corrupción política 39 1.2.5 Cultura política 45 1.2.6 Clientelismo 46 1.3 Transparencia y Rendición de cuentas 51 1.3.1 Derecho a la información como derecho humano 51 1.3.2 Gobierno abierto 55 1.3.3 Transparencia 60 1.3.4 Rendición de cuentas 65 1.3.4.1 Modelo de Mauricio Merino y Sergio López-Ayllón 74 1.4 Comunicación política 79 1.4.1 Enfoques y definiciones 79 1.4.2 Comunicación institucional 88 CAPÍTULO 2. DEMOCRACIA, TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS EN MÉXICO 92 2.1 Democracia en América Latina 93 2.2 Democracia en México 94 2.2.1 Ciudadanía en México 98 5 2.2.2 Corrupción en México 99 2.2.3 Clientelismo (estructura interna priista) 101 2.3 Derecho a la información como derecho humano en México 103 2.4 Transparencia (historia y percepción en México) 104 2.5 Marco legal de rendición de cuentas 110 CAPÍTULO 3. RENDICIÓN DE CUENTAS EN EL MUNICIPIO LA PAZ 114 3.1 Derecho municipal 114 3.2 Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de México y Municipios 122 3.3 Municipio La Paz, Estado de México 127 3.3.1 Contexto económico, social y político 128 3.3.1.2 Elecciones municipales 2018 144 3.4 Comunicación Institucional 147 3.5 Rendición de cuentas municipal 156 3.5.1 Portal de transparencia 176 3.6 Obstáculos de la rendición de cuentas en el municipio 188 CONCLUSIONES 192 REFERENCIAS 197 ANEXOS 209 6 INTRODUCCIÓN “Hoy no estamos en una fase de disolución del Estado en México, pero sí, de su transformación en virtud de su condición y características actuales (corrupto, ineficaz y desligitmado). La ambición y el compadrazgo violaron uno de los principios fundamentales del Estado de derecho, se antepuso lo personal e individual al interés colectivo” (Figueiras, 2017:25). Por ello, este trabajo pretende mostrar cómo tales condiciones —características del Estado mexicano— dificultan la inserción de un modelo de rendición de cuentas necesario para restaurar el control del poder en la democracia, que tanto se requiere, además de motivar el interés de la población, puesto que sin el compromiso de goberntantes y de ciudadanos dificilmente se cambiarán las condiciones del Estado y se irá a una decadencia mayor. “El gobierno democrático no se reduce a la discusión sobre las reglas y los mecanismos para el acceso al poder, sino también al ejercicio y al control al poder” (Cejudo, 2016:109). El presente trabajo será un acercamiento a dicho control del ejercicio y poder a través de la rendición de cuentas. Se centrará a nivel municipal con el estudio de caso del Municipio La Paz, Estado de México, para demostrar cómo el tipo de cultura política, principalmente clientelar, la participación política, las cuestiones económicas y la concentración en la parte financiera de la ley influyen y llegan a ser obstáculos en el desempeño de un modelo de rendición de cuentas y transparencia. En el primer capítulo, denominado “Estado liberal, democracia, transparencia y rendición de cuentas y comunicación política” se iniciará con el concepto de liberalismo de John Locke porque coloca al individuo como ser social, con derechos fundamentales y regidos por leyes. Conceptos como publicidad, democracia, ciudadanía, representación responsabilidad política y cultura política son elementos esenciales para establecer un modelo de rendición de cuentas; el tipo y nivel en cada elemento determinarán su eficacia. Cabe destacar que si no existe una ciudadanía activa, que exija a los gobernantes, difícilmente estos lo harán o sólo en la medida en que manda la ley, refiriéndose a otras instituciones y no a la población, a quienes tendrían que informales primero al ser ellos los portadores de la soberanía. Asimismo, se reflejará la importancia de los derechos fundamentales, en específico el acceso a la información como componente esencial para tener un Gobierno abierto (GA), 7 con transparencia y rendición de cuentas. Porque es a través del acceso a la información que los ciudadanos pueden ejercer un control ante los gobernantes, es la herramienta principal para poder actuar y exigir una rendición de cuentas, ya que al existir la transparencia, el individuo puede acceder a la información y hacer un análisis sobre la actuación de su gobernante, es decir, darle un valor social a la información, y como resultado, tener una respuesta positiva o negativa que demandará a su representante. “Los datos abiertos no sólo son un componente básico de la transparencia, sino que además, lo son para la colaboración y la cocreación entre gobierno y sociedad, para impulsar la nueva economía sustentada en el conocimiento […]” (Luna; Bojórquez., 2016:3). Esto se logrará con el valor social de la información, porque sólo a través del involucramiento de la sociedad y del análisis que hagan de la información podrán exigir cuentas a sus gobernantes, dando consecuencias positivas y negativas con base en la percepción que tengan de cómo se hicieron las cosas. Esto es lo que permite tener un modelo de Gobierno abierto, ya que pone al alcance información de interés público para que los ciudadanos la conozcan y se refuerce el lazo entre gobierno y sociedad. El capítulo cierra con la definición de comunicación política, con teorías de los autores Jean Marie Cotteret, Alain Touraine y María José Canel, quienes le dan un papel importante al ciudadano y su interacción con el gobierno. También, se hará referencia a la comunicación institucional puesto que a través de ésta el gobierno ejecuta el principio de publicidad que encamina la rendición de cuentas. El segundo capítulo, denominado “Democracia, transparencia y rendición de cuentas en México” es contextual e histórico, en el cual se hace referencia a la percepción de la democracia en América Latina y México, con datos que la sustentan. También, se menciona cómo se empieza a ejercer la transparencia y el derecho a la información en el país. También se habla de corrupción en cifras y se desarrolla el clientelismo en el municipio con la estructura interna del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El tercer, y último capítulo, “Rendición de Cuentas en el municipio La Paz”, mostrará las bases legales para el funcionamiento de la rendición de cuentas, en específico la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de México y Municipios. Asimismo, se hará un acercamiento a las características del municipio La Paz para 8 comprender cómo la educación, la economía y el tener acceso a otros servicios influye en la participación y el ejercicio de la rendición de cuentas. También se muestra cómo es tal comunicación y la rendición de cuentas para lograr identificar los obstáculos y dificultades que éste presenta. Se hace un estudio del portal de transparencia, se contempla qué tiene y qué omite como fundamento de su compromiso con la rendición de cuentas. Como información adicional, se agrega un apartado de anexos, el cual servirá para lograr identificar mejor algunas gráficas a las que se hace referencia en los diferentes capítulos, principalmente el segundo que es que es la parte contextual de la investigación, de las cuales se mencionarán los datos con su explicación. 9 CAPÍTULO 1. ESTADO LIBERAL, DEMOCRACIA, TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS Y COMUNICACIÓN POLÍTICA 1.1 Estado liberal Las definiciones de Estado varían con base en el autor, la época y la forma en que conciben la soberanía y el poder. Las primeras concepciones se remontan a la Grecia antigua con Platón (427-347 a. C) quien miraba por un gobierno aristocrático intelectual al ser los filósofos quienes tenían la capacidad de tomar las decisiones y ejercer el poder de forma correcta. Para Platón, el Estado tenía la prudencia, el valor, la templanza y la justicia como virtudes (Platón, 2010) y cada grupo social cumplía una función 1 . El filósofo y político es aquel que es capaz de contemplar la realidad, es decir, refiriéndose a su alegoría de la caverna, aquel que se libera de las cadenas y posee el conocimiento. Por tanto, de tal principio nace la concepción de arcana imperii 2 , puesto que sólo los poseedores de sabiduría tienen la posibilidad de gobernar y de conocer tales secretos, jerarquizando la sociedad con base en sus elementos intelectuales (su saber) al ser lo que permite llegar al poder. Posteriormente, Aristóteles (384-322 a. C) establece el concepto de la ciudad-estado (polis) en la cual sólo unos cuántos eran los privilegiados de conocer los asuntos públicos, aquellos intelectuales que poseían la sabiduría de cómo se ejerce el poder y que se denominaban propiamente como ciudadanos, ya que no cualquiera podía serlo. En donde el ciudadano era el único que podía “participar en el poder deliberativo o judicial de la ciudad” (Aristóteles, 2007: 263) y debían de salvaguardar a su comunidad. 1 En este caso, “la imagen platónica del buen Estado se diseña conforme al cuerpo humano: los comerciantes y los artesanos cumplen las funciones digestivas, necesarias pero elementales y sin dignidad, y son sólo funciones materiales de un cuerpo; los guerreros son los músculos del Estado, sin ellos el cuerpo es débil y vulnerable: constituyen el elemento pasional; por último el Rey-filósofo o Filósofo-rey es el alma o espíritu de ese cuerpo, es su atributo racional y el necesario conductor de las decisiones” (Rodríguez, 2015: 11-12). 2 Nombrado así por el historiador Tácito (55-120), quien denominó con ese término a aquellos secretos del Estado y misterios del poder. 10 Siguiendo la línea del privilegio de los ciudadanos y gobernantes de los secretos políticos, Aristóteles (2007) llamó sophismata a esos secretos y claves del poder político, que hace posible que se gobierne a los súbditos según los intereses particulares de los gobernantes. “Solo los pocos que entendían estaban facultados para tomar decisiones, es decir, la información era patrimonio exclusivo de los gobernantes, que deliberaban en circuitos cerrados donde adoptaban las decisiones relativas a la colectividad” (Peschard, 2017:26). Es así como en la Antigua Grecia se remarca el orden jerárquico de la sociedad, diferenciando a gobernantes y gobernados con base en la información (exclusiva) que eran capaces de poseer y administrar. En la Edad Media (siglo V al XV), con la salvedad de que las razones, los argumentos y los móviles de quienes detentaban el poder pertenecían a la institución dominante, es decir, a la Iglesia. “Los arcana ecclesiae, misterios trascendentales o dogmas de fe incontrovertibles, eran los principios que sustentaban el secreto, tal como la posición social lo era durante la Antigüedad” (Peschard, 2017:27). Con la Edad Moderna (específicamente en el siglo XVI) se tiene un concepto de “Estado ya con un sentido de poder político centralizado y desplegado en un territorio y capaz de ejercer su decisión o soberanía” con Nicolás Maquiavelo (Rodríguez, 2017: 16). En donde obtener y conservar el poder se convierte en el objetivo de la política dando paso así a la razón de Estado, con el cual, la mentira, los secretos, la opacidad, la traición e ir en contra de la ley son esenciales y aceptables puesto que se reconoce la lógica propia (no moral/espiritual) del poder político. Entran al juego las visiones absolutistas de Estado como la de Thomas Hobbes (XVII), quien ve la existencia de un Estado en donde no hay nada superior a él, y bajo la premisa de seguridad y el miedo. El soberano es quien tiene poder y exige obediencia con base en un contrato previo entre gobernados y gobernantes, quien posee diversas atribuciones con el fin de garantizar la seguridad y evitar el caos, situación fundamental para este autor. “El Estado absolutista y monárquico fue la encarnación más clara de la razón de Estado, al plantear que frente a cualquier amenaza de subversión, el Estado podía recurrir al secreto como fórmula para intervenir eficazmente y mantener el orden público” (Peschard, 2017:28). 11 “Sólo hasta la aparición de las explicaciones liberales de la naturaleza del Estado, se hizo posible pensar la prioridad de las razones de los individuos particulares respecto de una razón de Estado” (Rodríguez, 2015: 21) como una visión alternativa de las ideas absolutistas. El Estado liberal puede definirse, a grandes rasgos, como un Estado limitado por las libertades fundamentales de los ciudadanos. Para John Locke (siglo XVII) el poder político era una entidad representativa sin intereses propios (por tanto, sin una razón previa) en donde los ciudadanos ejercían cierto mandato. Desde esta concepción, hay una visión del individuo como ser social con una motivación específica para asociarse. Se reconocen los derechos naturales que poseen los individuos, derechos fundamentales como la libertad, la igualdad, la vida, la propiedad privada y la justicia (castigo para quien atente contra uno de los derechos). “La existencia del Estado únicamente se justifica por su capacidad de tutelar esta serie de derechos fundamentales, tomando en sus manos, por acuerdo expreso de los ciudadanos, el derecho a castigar, que no es otra cosa que ejercer la justicia” (Rodríguez, 2015: 22). Por tanto, su función recae en garantizar que se ejerzan tales derechos y libertades, cuidando que las libertades de unos no obstaculicen las de otros. Considerando que todos deben estar en perfecta igualdad. Si la existencia de la autoridad política tiene sentido es porque permite tutelar los derechos de los individuos que la han instaurado. “El Estado es, en sentido estricto, un instrumento de justicia que permite el ejercicio de derechos que no son creados por él y que, sobre todo, le preceden en existencia, es decir, en legitimidad” (Rodríguez, 2015: 23). Si bien se concibe el interés particular, se debe recalcar que para el Estado liberal es el interés común el que hará que los individuos formen comunidades e inevitablemente constituyan el Estado. Se crearán consensos para formar contratos y determinar cómo se organizará la comunidad y a qué reglas someterse. Es aquí donde entra la libertad del individuo en comunidad, en donde hay una obediencia por elección a través del consenso, dicho de otra manera, el individuo se somete a leyes y reglas establecidas por el cuerpo político o nación porque así lo quiere. En el Estado liberal se conoce qué asuntos son privados y cuáles son públicos. Condición importante que identifica qué asuntos son del Estado y cuáles propios del 12 individuo. Y así evitar el conflicto. A saber que en el Estado liberal la propiedad es un derecho fundamental, el cual provoca conflicto debido a que da paso a las riquezas, el dinero y desigualdad. Con lo que fue necesario que existiera un ente capaz de restablecer la paz y el orden. Con lo anterior, surge el Estado político que genera estabilidad en la vida común y social. Con la sociedad civil se busca preservar la propiedad pero garantizando los demás derechos fundamentales 3 como el de garantizar la vida y libertad. “La concepción liberal de la igualdad ante la ley se inserta en la fantasía de que los agentes primordiales de la sociedad son los individuos. Las políticas distributivas, sin embargo, no se establecen contando a todos por igual, sino que son el resultado de las asimetrías de poder entre los intereses organizados” (Ackerman, 2016: 36). Los individuos ceden su poder ejecutor natural a la asociación política, con lo que se forma el poder político. Es decir, el poder que cada individuo tiene en su estado de naturaleza se sede a la sociedad para formar una comunidad política, y por ello es un poder público. “El Estado liberal fue el primero en establecer la publicidad como principio de derecho a la información. Empero, la publicidad se refería básicamente a la libertad de prensa y de discusión, que hace los principios esenciales de un gobierno representativo” (Peschard, 2017:33). Fue el principio de las bases para la transparencia y el acceso a la información, dando prioridad al sujeto como ser social reconociéndolo como portador de derechos fundamentales. 1.1.1 Derechos Humanos y Estado de Derecho El poder político tiene como límite a los derechos humanos, entendidos como aquellos derechos que tiene por su calidad como ser humano y no dependen del Estado, aunque éste debe de garantizar su cumplimiento. 3 No se menciona la igualdad como derecho debido a que ésta es una condición previa (Estado de naturaleza) pero busca mantenerse. 13 “Sólo la idea de los derechos fundamentales a los que se llamó naturales para subrayar su universalidad, aparece como un principio absoluto de resistencia a un poder estatal que se vuelve cada vez más total” (Touraine, 2015: 63). El hablar de derechos humanos es importante debido a que el derecho de acceso a la información es un derecho fundamental, es decir, es indispensable para el desarrollo del individuo. Y la concepción de Estado de derecho que se maneja bajo el principio de igualdad y asegura que el imperio de las leyes garantice que los derechos fundamentales se lleven a cabo. Primeramente, se explicará qué es Estado de derecho y su importancia para el ejercicio de los derechos fundamentales, en específico el acceso a la información. Se entiende por derecho al conjunto de normas y leyes que rigen la actividad humana en sociedad y cuya inobservancia amerita algún tipo de sanción (Rodríguez, 2015b). Rodríguez Zepeda (2015b) menciona cuatro características generales del Estado de derecho: 1. Imperio de la ley: ley como expresión de la voluntad general; 2. Separación de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial; 3. Legalidad de gobierno: su regulación por la ley y el control judicial; 4. Derechos y libertades fundamentales: garantía jurídico-formal y realización material. Mientras que el elemento esencial del Estado de derecho es la “juridización” de la política. El Estado se da por la unión de personas libres bajo leyes jurídicas. Por ende, la política se rige por normas jurídicas, lo que garantiza la protección de derechos individuales por el poder político y, a la vez, se garantiza el límite del poder del gobierno por esos mismos derechos garantizados en la Constitución. “La doctrina del Estado de derecho exige que el principio que inspire toda acción estatal consista en la subordinación de todo poder al derecho” (Rodríguez, 2015b:43). Su legitimidad, conservación y reforzamiento depende, en parte, de los ciudadanos, de su acción y capacidad de mantener la legalidad de las instituciones. Por ello, el tener una cultura de legalidad es fundamental en una democracia, que ayuda a la percepción de la confianza en las instituciones, al pensar que las decisiones tomadas, realmente, se ajustan y se conciben sujetas a lo legal, a principios como el de imparcialidad y que fue la mejor opción de todas las propuestas. 14 Como consecuencia, se concibe al Estado de derecho cuya premisa es que el gobierno de las leyes es mejor que el del hombre. Entendiendo a las leyes como aquellos consensos hechos por la comunidad. El valor de la legalidad es crucial en la democracia para fortalecer la credibilidad y respeto a la ley, puesto que cuando éste no se realiza, el pensamiento corrupto y de beneficio a sí mismo prolifera al considerar que los beneficios inmediatos a través de la ilegalidad otorgan una vida satisfactoria. En conclusión, el “Estado de derecho reposa sobre dos pilares fundamentales: la limitación de la acción gubernamental por medio de leyes y la reivindicación de una serie de derechos ciudadanos” (Rodríguez, 2015b: 35). Por otra parte, están los derechos humanos, también nombrados como derechos fundamentales, pilares del Estado de derecho, como se mencionó en el párrafo anterior. Su importancia y sentido están en que su existencia no depende de las decisiones de la mayoría o de quién ejerce el poder, sino que éstos existen por encima del Estado. “Frente a un derecho humano no puede oponerse conceptos como el de “bien común”, “seguridad nacional”, “interés público”, “moral ciudadana”, etcétera” (Carbonell, 2015:21). “La diferencia entre un derecho humano y uno de otro tipo está en que el primero protege un bien básico, entendido como aquel que resulta necesario para la realización de cualquier plan de vida, es decir, que es indispensable para que el individuo pueda actuar como un agente moral autónomo” (Garzón, 1993: 531). El artículo primero constitucional hace referencia a que todas las personas poseerán cada uno de los derechos que mencione la misma Constitución al igual que los tratados internacionales de los que México forme parte, ya que éstos están al mismo nivel que la Constitución al ser parte de ella en el mismo artículo. Los temas citados anteriormente —Estado de derecho y Derechos humanos— ayudan a concebir de una forma completa lo que significa estar en un régimen democrático. Es estar en “democracias constitucionales, es decir, sistemas de gobierno en los que rige el principio de la mayoría como regla para tomar decisiones colectivas, pero en los que existen catálogos de derechos que imponen límites y vínculos a lo que pueden hacer las autoridades y los particulares” (Carbonell, 2015: 75). Situación que resulta esencial en la materia debido a que democracia no es sólo elecciones libres y consecutivas, va más allá de ellas, por ello, no basta con mejorar su 15 desempeño, sino en crear cultura política y cívica (democrática) en la comunidad, hacer que se interesen en lo público y garantizar sus derechos fundamentales con el fin de que desarrollen una calidad de vida buena. 1.1.2 Principio de publicidad Como se mencionó en el apartado anterior, fue con el pensamiento liberal con el cual ya no había verdades de Estado, como en el Estado absolutista, ni secretos para los ciudadanos, “por eso ahí se localiza la fuente del principio de publicidad, entendido como la antítesis del secretismo que pretende conferirle poder a quien posee información privilegiada o exclusiva, no compartida con todos los miembros de la comunidad política” (Peschard, 2017:34). La publicidad es esencial en las sociedades modernas. Es el atributo de lo que puede hacerse público. De lo que puede salir de la esfera de lo privado, de lo íntimo para incorporarse a lo social, en un sentido democrático. “Hoy la democracia ha devenido el régimen político de validez universal, y la transparencia ha cobrado enorme relevancia y centralidad, convirtiéndose en un valor indiscutible y exigible, mientras que el secreto es mirado con recelo y desconfianza, y únicamente es aceptable si es de carácter temporal y si se restringe a áreas muy específicas de la vida pública” 4 (Peschard, 2017:26). La forma de saber si una decisión, una política o una ley es justa es dándola a conocer para determinar la opinión pública que genera. “Para Kant, sólo discutiendo abiertamente acerca de la naturaleza de estas acciones políticas, sólo dando razones frente a un público capaz de evaluar, dudar, discutir, criticar y proponer, es que se construye un argumento genuinamente público y se prueba la validez de lo propuesto” (Rodríguez, 2015: 35). Puede decirse que el concepto de publicidad es normativo al establecer cómo se debe argumentar o qué se debe de decir para que sea aceptado como un asunto público. Implica veracidad y controla el ejercicio del poder al permitir que el ciudadano identifique lo que es lícito de lo que no. 4 Por ejemplo, la seguridad nacional, los compromisos o acuerdos internacionales, los procesos judiciales, o si se refiere a datos confidenciales de las personas o al patrimonio de particulares, como los datos fiscales o bancarios. 16 Por tanto, “el ideal de publicidad va aparejado al ideal de la ilustración, es decir, al ideal de una sociedad que ha alcanzado la mayoría de edad y que, habiéndose atrevido a pensar por sí misma, se ha desembarazado de la servidumbre y el paternalismo” (Rodríguez, 2015: 37). “A nivel axiológico, la comunicación asociada al principio kantiano de publicidad (en el sentido de hacer público y transparente) es constitutiva del pacto democrático y del advenimiento de un espacio público donde la libertad de expresión y el respeto de las reglas que garanticen el reconocimiento del otro permiten un fundamento pacífico del sistema político” (Mercier, 2012: 8). “La ventaja de la publicidad como un proceso que tiene varias facetas, es que da luz a conocer las partes interiores del Estado, en particular, las oficinas burocráticas que se encargan de producir, clasificar, sistematizar y divulgar la información público- gubernamental” (Uvalle, 2013: 39). Es a través del principio de publicidad que es posible llegar a la transparencia y consecuentemente a la rendición de cuentas. Sólo haciendo pública la información gubernamental es cómo los ciudadanos podrán tener acceso a ella, la conocerán, la analizaran y emitirán un juicio informado y con valor social, con lo cual dependerá de su participación y compromiso para poder darle utilidad a todo aquello que se publicite y sea de interés público. 1.1.3 Esfera pública y privada El dar una definición de qué comprende lo público y lo privado no es tan sencillo como pudiese pensarse. Cada persona debe de gozar del derecho a la privacidad como al acceso de información y libre expresión. “No es fácil distinguir los límites estrictos entre ambos derechos, por lo que cada caso debe someterse a una prueba de interés público, justamente para identificar cuál es el bien que debe prevalecer, si el derecho a la información o a la protección de la esfera privada” (Peschard, 2017: 76). Para entender las diferencias entre ambas esferas y los límites de cada una, inclusive de qué modo pueden ser invadidas, se hará referencia a Ernesto Garzón Valdés con su libro Lo 17 íntimo, lo privado y lo público (2008) para explicar los tres conceptos clave para este apartado. Primeramente está lo íntimo, lo cual pertenece a cada persona, debido a que confiere los pensamientos de cada quien, lo que no se ha expresado. Después está lo privado, en el cual cada individuo determina quién tendrá acceso a su información, es una relación reservada, una relación interpersonal en donde la elección de quién participa y quién no depende de cada individuo, al igual que los límites que cada uno establezca. Es la “esfera personal reconocida” porque imperan los deseos, preferencias, pensamientos e inclinaciones al tener libertad individual. Es la libertad personal como parte de la dignidad humana. En lo público se tiene completa accesibilidad de las acciones de los sujetos en la sociedad; acciones y hechos que pueden ser vistos por otros cuyas limitaciones y exigencias están normadas, no dependen de los sujetos. “El ámbito de la convivencia pública impone restricciones normativas que son las que están en la base de toda organización social que desee superar la inseguridad que resultaría del intento de hacer valer incontrolablemente nuestros deseos y preferencias” (Garzón, 2008:23). Hasta el momento, parece que son definiciones claras, pero entran en conflicto cuando el derecho a la privacidad choca con otros derechos, con lo cual el determinar qué derecho predomina dependerá del interés público y la valoración de las consecuencias negativas o positivas en caso de no ser publicitado. El derecho a la privacidad puede entrar en conflicto con el derecho a la información, “por una parte, con el derecho de saber lo que hacen los poderes públicos, pero también, por otra parte, con la libertad de expresión: el derecho de publicar y difundir ideas, conocimientos, opiniones. Y no siempre es tan obvio el interés público que se trata de defender con esa clase de revelaciones escandalosas. Hay daño a la reputación” (Escalante, 2008: 14). “Lo privado no significa la absoluta indiferencia de la autoridad. Lo privado se configura mediante una serie de derechos que protegen la acción individual contra cualquier posible interferencia, y para eso hace falta la autoridad del Estado” (Escalante, 2008: 17). Por ello, el gobierno es el responsable de garantizar los derechos antes mencionados, garantizando la protección de datos personales y la confidencialidad de la vida privada. “El poder político, en este caso, ya no constituye una amenaza sino, por el 18 contrario constituye al instrumento de protección de lo íntimo y lo privado” (Garzón, 2008:8). La democracia necesita de lo público, de lo opuesto a lo privado, de lo común y lo accesible, y lo público como aquello que es sujeto a crítica y escrutinio (Cejudo, 2016). Por lo cual, aquellas acciones de entes públicos y privados que no quieran ser reveladas, que se mantengan en secreto, ponen en sospecha su legitimidad; impiden el ejercicio de derechos de los ciudadanos y por ende de la democracia. El secreto juega un rol distinto en cada esfera. Mientras que en la privada es fundamental para garantizar el derecho de cada individuo a que sus acciones y decisiones sean reservadas para él mismo junto con las personas con las que se relacionó, en la esfera pública el secreto es mal visto, ha sido superado a través de años al ser visto como un elemento de poder y control de los gobernantes ante los gobernados, puesto que eran los únicos que podían tomar decisiones. Por tanto, tener secretos en el ámbito de lo privado pero que presenta implicaciones de interés público es perjudicial para la persona que resguarda la información. Por ejemplo, a medida que “el papel que una persona desempeña en la sociedad adquiere mayores connotaciones públicas, la esfera de su vida privada se va reduciendo hasta llegar a un punto en donde es difícil trazar un límite preciso entre lo privado y lo público. Esta reducción es la consecuencia de una mayor permisibilidad por lo que respecta a la recolección de información por parte de terceros y una mayor necesidad de control normativo del ejercicio del poder público” (Garzón, 2008: 27). Esto se debe a que la vida de la persona, sus decisiones y acciones, tiene una consecuencia de interés público y por ende debe de conocerse. Porque si su acción afecta la convivencia social, se puede justificar una invasión a su privacidad porque se da la razón al derecho a la información. Entonces, ambas esferas están reguladas por el derecho; la esfera pública necesita de él para conocer y ejercerse y lo produce al darles acceso a otros; la esfera privada está sujeta a él y depende del mismo, puesto que éste garantizará cómo será la intromisión. En cuanto al poder público, no hay motivo para no conocer los ámbitos donde resguarda la información público-gubernamental, porque sí el poder es público, no puede permanecer oculto e indiferente en lo que realiza al 19 utilizar recursos de la comunidad como los impuestos que financian las políticas públicas; hay derechos del ciudadano para conocer su desempeño y evaluación y eso incluye desde luego, acceder a los registros que se integran para organizar y estructurar la información relacionada con las políticas públicas. El derecho de acceso a la información es la contraparte para que el ciudadano tenga los elementos jurídicos que le permitan acceder a los registros gubernamentales que condensan información relevante para él (Uvalle, 2013:12). El derecho a la privacidad es un rasgo fundamental para la dignidad humana, que debe defenderse y respetarse, pero suele darse más relevancia a la esfera de lo público porque ayuda a conocer cómo serán las reglas de juego entre los sujetos obligados; a tener un control y reducir la incertidumbre sobre el análisis de las decisiones que han tomado los gobernantes. Y, con una concepción de lo público entendido como aquello accesible y sujeto a la crítica y al escrutinio, se tendrá un papel predominante de la sociedad sobre los asuntos públicos, lo que facilitará conocer quiénes son los sujetos que deban de rendir cuentas y porqué. 1.1.4 Opinión pública Cuando los ciudadanos empezaron a ver al gobierno como una fuente de beneficios, la opinión pública se hizo fundamentalmente menos hostil hacia la autoridad central Benjamin Ginsberg Dar una definición de opinión pública no es exacto debido a los diferentes tipos de democracia, de representación y de ciudadano que se tenga; pero se tratará de dar un acercamiento a las principales concepciones de opinión pública, la cual ha cambiado a lo largo del tiempo y de las perspectivas teóricas. Con el avance de la sociedad, la opinión pública tuvo nuevas concepciones. “Ésta tiene que enfrentarse con la nueva complejidad social caracterizada por la institucionalización de la esfera pública, la refeudalización de la esfera social, el predominio de los medios y de las public relations en la producción de una publicidad demostrativa y manipulativa, y sobre 20 todo por el cambio de un público culturalmente crítico a un público consumidor de cultura” (Grossi 2007: 57). Uno de los principales autores que definen la opinión pública es Jürgen Habermas quien tiene una concepción emancipadora y crítica de la opinión pública y la publicidad cuya razón es argumentativa y autodirigida. La opinión pública es un proceso eminentemente comunicativo e interactivo; su formato expresivo es el lenguaje racional, la argumentación discursiva; su horizonte es el universalismo de los objetivos y del método (el recíproco entendimiento entre seres humanos). En este sentido, el objetivo de las dinámicas de opinión es doble: emancipador para los sujetos sociales llamados a participar, y crítico respecto al poder político o al Estado (Habermas, 1962, citado por Grossi, 2007: 57). Sin embargo, este modelo entra en crisis debido al desarrollo de la sociedad capitalista, la producción de opinión pública cambia, puesto que las opiniones informales (no públicas y personales) y formales (institucionalizadas y casi públicas) son resultado del consumo y no de la discusión. Ya no hay un debate público en el cual circule el libre flujo de información, argumentos y razones de un tema común, sino que se consume la presentación pública de las opiniones, es decir, opiniones que se seleccionaron y determinaron para darlas a conocer, además de institucionalizarse, por tanto no nace de su dimensión pública y social, sino de la esfera privada que decide qué hacer público o no. “En segundo lugar, estas formaciones cognitivas y simbólicas se consideran objeto de manipulación porque han sido privadas de su contexto históricamente crítico y emancipador, sustituido progresivamente por una esfera pública representada, con el único objetivo del consenso” (Grossi, 2007: 58). Aparecen los sondeos y predominio de las opiniones casi públicas, realizadas por élites, principalmente políticas, económicas y culturales, que determinan qué hacer público a la sociedad. Otro autor importante es Inving Crespi (1997) cuya teoría explica las perspectivas elitista y populista de la opinión pública. Estas perspectivas difieren en el cómo se concibe al ciudadano; en la primera, se da un rol pasivo a los gobernados, puesto que se ven como receptores de información, quienes son manipulables e influenciables porque no son capaces de incidir en las decisiones políticas al no estar informados, interesados o no dar el tiempo necesario para participar activamente. 21 Los elitistas son realistas. “En la sociedad contemporánea la opinión pública no es el resultado de un público informado, comprometido y racional. Al contrario, es la expresión de una progresiva desafección respecto a la política, una actitud en gran parte emotiva, irreflexiva, particularista y estereotipada” (Crespi, 1997, citado por Grossi, 2007: 46). Por otro lado, está la perspectiva populista que le da un valor sobresaliente al actuar ciudadano, debido a que la participación política activa de las personas puede determinar la acción de gobierno. Las opiniones colectivas son resultado de una constante interacción y del derecho de libre expresión de cada individuo. Por ello, para los populistas, la opinión pública, siendo una opinión colectiva, debe ser aceptada, interpretada, valorada y estipulada, pero en ningún caso manipulada o marginada, porque creen en la democracia alcanzada en la participación auténtica y en el pacto de confianza entre gobernantes y gobernados. Es el instrumento efectivo con el cual ésta se ejerce frente a los electores, al gobierno y a las instituciones democráticas (Grossi, 2007: 47). “La confianza en la sabiduría popular, en la fuerza moral de la colectividad, lleva a los populistas no solo a dudar de los expertos, de las élites que pretenden sustituir a toda la comunidad sino también a reclamar una ampliación continua de las fuentes de comunicación a disposición de los ciudadanos (para desarrollar sus competencias) y consolidar los flujos de comunicación entre gobernados y gobernantes, entre ciudadanos y representantes electos (y así garantizar democráticamente las decisiones del gobierno)” (Grossi, 2007: 73-74). Para Irving Crespi (1997 citado por Grossi, 2007) la opinión pública presenta tres características (que él llama fases): la primera dice que la opinión pública es un proceso y no un estado, dado que se da en un momento dado dependiendo del tema y las circunstancias. La segunda es que es un proceso multidimensional al estar integrado de opiniones individuales y colectivas. La tercera dice que es a través de un tema en conflicto o desacuerdo y de interés público de donde nace la opinión pública. Por tanto, “la opinión pública no es una entidad colectiva superior que nace de abajo, ni el producto heterodirigido por una elite, sino un proceso transaccional, comunicativo y legitimante que se expresa a través de organizaciones sociales, informales o formales y que las obliga a actuar” (Grossi, 2007: 72). 22 Por otra parte, entra la complejidad a la opinión pública cuya actuación responde al problema de la contingencia. Niklas Luhmann (1978) no recurre a la opinión pública como un instrumento emancipador ni de control y poder de la sociedad para lograr un bien común, sino que la ve como un elemento para reducir las muchas posibilidades existentes de un tema ya establecido, institucionalizado. Hay cinco fases colectivas para la formación de la opinión pública, propuestas por Foote y Hart (1953, citado por Price, 1994). La Fase 1, el problema, hay un tema o situación considerado como problemático para una persona o grupo determinado. El público pertinente es indeterminado. La fase 2, de propuesta: se formulan una o más escenarios y líneas de acción que responden al problema. La fase 3, política, etapa en la cual las propuestas alternativas se discuten activamente analizando fortalezas y debilidades; se busca un consenso y adhesión de los miembros menos involucrados. La fase 4, programática, es en donde entra en funcionamiento el plan seleccionado. Y la quinta fase, de valoración, es la que permite conocer la efectividad del plan (política) ejecutada a través de la realización de evaluaciones periódicas. La fuerza con la que se sostiene la opinión pública se caracteriza por diversas dimensiones, por ejemplo “la intensidad (la fuerza de sentimientos de alguien respecto a un asunto concreto), la destacabilidad (lo mentalmente accesible que es una opinión dada), la importancia (cuán crítico se considera que es el asunto o la opinión), y la certeza (qué seguridad se tiene de que la opinión es correcta)” (Price, 1994: 91). Por otra parte, existen miedos y preocupaciones derivados del estudio de la opinión pública, por ejemplo Lippmann (1922, citado por Price, 1994) menciona que hay una falta de competencia por parte de los ciudadanos, pues estos no pueden estar activos todo el tiempo ni interesarse en todos los asuntos ya que se sabe que el interés en cuestiones políticas es mínimo. Por tanto, considera que la democracia exige mucho al gobernado “Los ciudadanos, en general, no están informados, forman sus ideas a partir de informaciones gravemente incompletas, manteniendo poco o ningún contacto con los hechos reales; filtran lo que ven y oyen a través de sus propios prejuicios y temores” (Price, 1994: 32). Asimismo está el temor de la susceptibilidad a la persuasión debido a que el 23 público (pasivo) es fácil de persuadir y su actuar es predominantemente emocional y no racional. Otro elemento negativo es la falta de recursos: ya que recabar la información es costoso si se requiere el material en físico, además del tiempo que se debe de dar para buscar, organizar y analizar los datos. También la tiranía de la mayoría es uno de los miedos más predominantes, ya que al ser mayoría la presión incrementa y puede dejarse de lado opiniones más acertadas de minorías. Junto con el temor del dominio de las elites como consecuencia de que las personas al ser pasivas se dejan llevar por la predominancia del gobierno y las elites agrupadas. Los miedos mencionados anteriormente se deben a las características que presenta la sociedad actual, principalmente consumista de contenidos y pasivo, sin interés en los asuntos públicos. Sin embargo, no debe de perderse toda la esperanza puesto que hay cada vez más ciudadanos reales, capaces de debatir y argumentar acerca de temas de interés común, se están convirtiendo en un público atento más allá de académicos, investigadores y periodistas. “El poder político de un público atento se ejerce directamente en un momento dado pero también se ejerce indirectamente y de forma más continuada a través de percepciones de los actores políticos que representan para la audiencia y que calibran su propia eficacia en el mundo político por los indicadores de la respuesta del público”. “El poder político del público atento se basa, pues, no tanto en lo que hace, sino en las percepciones de los actores políticos de lo que podría hacer” (Price, 1994: 107). 1.1.5 Escrutinio público “El escrutinio ciudadano es una práctica democrática, que tiene lugar entre quienes tienen derechos políticos, consiste en evaluar racional y críticamente el funcionamiento del gobierno y el desempeño de quienes gobiernan mediante el intercambio y la discusión de las opiniones de los participantes” (Peña, 2011: 46). Para que haya escrutinio se debe de ser ciudadano, tener acceso libre para participar que implica libertad de expresión, tanto de las ideas emitidas personales como las de terceros, además de tener acceso a la información pública que implica poseer conocimiento de 24 interés público que permita interactuar a cada sujeto con los demás. Por tanto, realizar el escrutinio es ejercer los derechos y libertades —derechos de acceso a la información, de expresión, de petición, de asociación, etc.— y cuya evaluación del gobierno comprende a personas físicas y morales, es decir, a instituciones o un servidor público. El ciudadano puede ejercer el escrutinio y exigir a sus gobernantes por la relación de representación política, en donde ambos actores deben de cumplir derechos y obligaciones. “El alcance y la limitación institucional del escrutinio ciudadano radican en su carácter mediano e indirecto, en tanto que forma parte de participación para vigilar al gobierno, prevenir abusos y sancionar a quienes gobiernan” (Peña, 2011: 47). El escrutinio público ayuda a comprender el tema de estudio de este trabajo, puesto que es con él como el ciudadano puede participar y exigir a sus gobernantes. Está dentro de la participación política. Contribuye a que el ciudadano esté constantemente informado para que pueda interactuar con otros acerca de asuntos de interés colectivo en diferentes espacios y ámbitos sin ninguna mediación de la autoridad. En ese marco, el escrutinio ciudadano “cobra sentido en la medida en que surge y se desarrolla entre ciudadanos, a partir de espacios y circunstancias de convivencia comunitaria cotidiana; tiene pleno alcance cuando se hace llegar al representante político o al funcionario de gobierno, el resultado de la discusión entre sus participantes acerca de la actuación y el desempeño de aquellos, aún si se ocupa solamente del ámbito local de gobierno o bien concierne a un asunto que afecta sólo a un grupo social específico” (Peña, 2011: 48). Como se mencionó páginas anteriores, se corren riesgos o hay miedos acerca de la opinión pública. En este caso Peña Serret (2011) menciona algunos riesgos que con lleva la opinión pública y el escrutinio. Por ejemplo, que la participación no sea representativa al darse preferencia a los intereses de aquellos con más recursos para participar. O aquel en donde se “beneficia a la participación organizada (asociativa) ante la informal o espontánea; tal como hacen habitualmente los gobiernos locales, con lo cual se comprometen tanto la imparcialidad en cuanto a la agenda de asuntos, prioridades y acuerdos, debido a la manipulación de que puedan ser objeto por parte de la autoridad pública involucrada, como el potencial educativo de la experiencia, al cerrarse la puerta al 25 aprendizaje de ciudadanos con menor disponibilidad de información y no afiliados a organización civil alguna” (Peña, 2011: 49). En la actualidad, hay una crisis de lo público, debido a la carencia de acción social colectiva como resultado de la apropiación por parte del Estado de lo público (estatización). Para solucionarlo se debe regular la acción social, se debe recurrir más al escrutinio y poder llegar a la rendición de cuentas, finalidad de esta investigación, porque solo exigiendo a los representantes se puede disminuir tal crisis, aunque no será un cambio drástico, se podrá notar un cambio que pueda motivar a otros a actuar por su comunidad. 1.2 Democracia Un Estado democrático requiere de una ciudadanía competente, comprometida con la defensa de la democracia, preocupada por asuntos públicos y con un sólido sentido de pertenencia a su sociedad civil y política Silvia Conde La democracia (demos: pueblo, kratos: poder) es una forma de gobierno que implica una distribución del poder en la toma de decisiones de los asuntos públicos entre la comunidad política. Norberto Bobbio (1984, citado por Touraine, 2015: 15) define democracia por tres principios institucionales: “en primer lugar como un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones y mediante qué procedimientos […]; a continuación, diciendo que un régimen es tanto más democrático cuanto una mayor cantidad de personas participa directa o indirectamente en la toma de decisiones; por último subrayando que las elecciones a hacer deben ser reales”. Mientras que para Robert Dahl (p. 99, 1999, citado por Peschard, 2017) uno de los teóricos contemporáneos más reconocidos de la democracia, ésta debe cumplir al menos seis condiciones. “1] cargos públicos elegidos; 2] elecciones libres, imparciales y frecuentes; 3] libertad de expresión; 4] fuentes alternativas de información; 5] autonomía de las asociaciones, y 6] ciudadanía inclusiva”. 26 Debido a que la democracia es sobre todo un “procedimiento para que los ciudadanos designen a los individuos que deberán tomar, a nombre suyo, las decisiones políticas, es un sistema que consiste en la competencia por el voto para alcanzar el poder 5 . Es importante destacar que todo esto supone la diversidad de grupos interesados en conquistar el mando a través de reglas fijas y establecidas” (Fernández, 2015: 49). Por lo que los partidos se vuelven organismos indispensables —puesto que se sabe que sin ellos la democracia no podría funcionar— y relacionan a la sociedad civil, a los ciudadanos, con el Estado y su gobierno, en la medida en que se encargan justamente de proponer y promover programas de gobierno así como a las personas que estarán a cargo. Salazar y Woldenberg (2015) consideran que el sufragio tiene sentido cuando realmente hay una oferta política que represente los diferentes intereses de la sociedad, solamente así el voto tiene sentido democrático. Pero, en la realidad, a pesar de la variedad de partidos políticos, no todos responden a los intereses de las personas, ya que ellos mismos ya no responden a sus ideologías al hacer coaliciones con grupos de ideas totalmente contrarias, no para buscar un bienestar en la comunidad, sino con la finalidad de vencer al más fuerte. Dicho de otra forma, se busca la unión únicamente para ganar, controlar el poder y no dejar que el adversario que tiene más posibilidades se lleve el triunfo. En estos casos, elegir a un partido se vuelve difícil e inclusive produce disertación en la participación electoral. Por ello, la democracia implica más que el ejercicio de elecciones libres y competitivas, puesto que ve por la ciudadanía política, que solo puede darse en gobiernos democráticos, en donde exista la ejecución de derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales. La democracia no es perfecta al ser una forma que depende de cómo trabajen sus actores, por esto hay tres tipos de objeciones que constantemente se dicen de ella: las psicológicas, las educativas y las relativas a la corrupción. De acuerdo con Fernández (2015: 13) “la primera se refiere a que el hombre en la democracia pronto abusa de la libertad y la transforma en libertinaje, en la conducta licenciosa, que trastoca las leyes y la moral”. 5 Desde el supuesto procedimental. 27 La segunda sostiene lo riesgoso que es darle la capacidad de decisión en asuntos públicos a quienes desconocen de ellos. Situación que puede resolverse al contar con un equipo preparado para tales temas, porque sí el gobernante electo no sabe de asuntos públicos, éste puede rodearse de personas que tengan ese conocimiento, como asesores y demás funcionarios, basarse en la profesionalización de los cargos para otorgarlos a los mejor preparados y así tener un buen sustento para desempeñarse en el gobierno. Sin embargo, se sabe que, en muchos casos, esa profesionalización no existe, que los cargos públicos se les conceden a los amigos y conocidos a pesar de no cumplir con el perfil requerido. “En cuanto a la corrupción, siempre se sostuvo que la democracia era el sistema más propenso a caer en ella, lo que no significa pérdidas para todos, sino privilegio para unos cuantos: los que habían entretejido lucrativas amistades” (Fernández, 2015: 14). La democracia no es perfecta, como se mencionó anteriormente, pero se debe trabajar constantemente en ella para mejorarla y tratar de que funcione de forma óptima, por eso debe verse como un reconocimiento, como menciona Guillermo O’ Donnell, “como una apuesta colectiva a la responsabilidad y dignidad del ser humano, y por cierto, para una versión hoy predominante en las ciencias sociales 6 ” (2007: 48). No es casualidad que en los cimientos de las democracias modernas se encuentren las declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano, que no fueron conocidas por la democracia de los antiguos. “La democracia moderna reposa sobre una concepción individualista de la sociedad. Lo anterior no impide que después esos ciudadanos se puedan organizar, como de hecho sucede, en asociaciones, partidos y agrupaciones del más diverso tipo para hacerse presentes en la vida pública” (Bobbio, p.11, 1987, citado por Fernández, 2015). En un gobierno democrático, los actores son los ciudadanos al recaer en ellos la soberanía. El poder del pueblo está en la capacidad de tomar decisiones, de la participación de las personas a ejercer su libertad, de lograr un bienestar común respetando los derechos de todos al estar en un grado de igualdad. Por ello, debe ser una lucha constante ante el gobierno hecha por el ciudadano para garantizar el ejercicio de sus derechos fundamentales y el control del ejercicio del poder mediante la ley. 6 Entendida la democracia como una aspiración. 28 “El pensamiento no puede sino circular sin descanso entre esas dos afirmaciones inseparables: la democracia reposa sobre el reconocimiento de la libertad individual y colectiva por las instituciones sociales, y la libertad individual y colectiva no puede existir sin la libre elección de los gobernantes por los gobernados y sin la capacidad de la mayor cantidad de participar en la creación y la transformación de las instituciones sociales” (Touraine, 2015:34). En la democracia hay una división de poderes para lograr contrapesos en la toma de decisiones y control de poder. Sin embargo, debe de existir, también, un vínculo entre la sociedad política y la sociedad civil para que la influencia se ejerza de abajo hacia arriba y no viceversa porque la democracia estaría ausente al sólo privilegiar los intereses de la clase dominante. De aquí la importancia de la intervención del ciudadano como actor para que su participación ponga un control al gobierno, su fuerza está en ser responsable en la vida pública de forma individual u organizada. “La democracia debe combatir el poder absoluto, el del despotismo militar y el del partido totalitario, pero también debe poner límites a un individualismo extremo que podría divorciar por completo la sociedad civil y la sociedad política para dejar librada esta última, ya a los juegos fácilmente corruptores, ya al poder invasor de las administraciones y las empresas” (Touraine, 2012: 320). Para Alain Touraine, la democracia se asienta sobre la responsabilidad de los ciudadanos de un país. Si estos no se sienten responsables de su gobierno, porque éste ejerce su poder en un conjunto territorial que les parece artificial o ajeno, no puede haber ni representatividad de los dirigentes ni libre elección de éstos por los dirigidos (2015: 99). Desde esta concepción, la ciudadanía es elemental en la democracia así como la limitación del poder, un control que se basa en el ejercicio de los derechos fundamentales, de la existencia de una representación política real y el fortalecimiento de una ciudadanía responsable en la vida pública. En síntesis, una república democrática se distingue por ser un régimen cuya legitimidad no brota de la voluntad divina sino de la voluntad de los ciudadanos, donde no impera la disposición arbitraria de una persona sino la ley, en el que hay separación de poderes, donde los cargos públicos son temporales y rotativos, y en el que para su funcionamiento los individuos participan, en ocasiones directamente y en otras por medio de representantes 29 (como es más común en nuestra época), a veces de manera más amplia y otras de maneras más restringida (Fernández, 2015: 25). 1.2.1 Ciudadanía Sin la participación de los ciudadanos, lo que está mal seguirá mal Leonardo Núñez “El orden de las instituciones políticas (en democracias) tiene tres principios: el reconocimiento de los derechos fundamentales, que el poder debe respetar, la representación social de los dirigentes y de su política, y por último, la conciencia de la ciudadanía, de pertenecer a una colectividad fundada en el derecho” (Touraine, 2012:321). El último punto, la conciencia de ciudadanía es fundamental para la democracia; en el sentido de que al ser los actores principales los individuos considerados como ciudadanos, es decir, aquellos poseedores de derechos sociales y políticos que pueden participar en la vida política más allá de la elección de los gobernantes. Tener ciudadanía permite la unidad de la comunidad a pesar de los conflictos y las diferencias sociales. Teresa González (2015) menciona que la ciudadanía no es sólo la posesión de derechos y obligaciones frente al Estado, “sino que constituye una cualidad moral distintiva de pertenecer a una comunidad política, por lo que el proceso de desarrollo de las capacidades morales e intelectuales relativas al ciudadano adquiere mayor relevancia y se constituye como una condición necesaria para el sostenimiento de la democracia” (González, 2015:10). Cuando la persona se identifica con una comunidad se piensa en ella y se trabaja para ella, es decir, hay una responsabilidad y un pensamiento colectivo, con el cual las acciones no giran en torno a un beneficio particular, sino que se busca un beneficio común. Por ello, “una democracia ciudadana […] no solo requiere que los ciudadanos se comprometan con el proyecto común, sino también que se sientan especialmente vinculados con las demás personas en dicho proyecto” (Cruz, 2015:12) debido a que con el sentido de pertenencia y de compañerismo, además de la empatía, las personas van a apoyar los proyectos pensando en el bien común, buscando el beneficio para los demás porque también les importan. Así, se puede apoyar una política pública, que puede no afectar 30 directamente a todos, pero están de acuerdo con ella por el sentido de pertenencia y empatía. Además, una vez identificado el problema o la situación en la que se quiere actuar, hacerlo de forma individual implica más costos, tanto económicos como personales, por tanto, si se trabaja en equipo es más fácil obtener resultados exitosos, con menos esfuerzo y costo personal y en menor tiempo. Por ello, Salazar y Woldenberg (2015: 49) afirman que “procesar propuestas e intereses de manera individual resulta muy poco exitoso, la participación puede resultar más venturosa si se suman esfuerzos y voluntades, de tal suerte que la organización o la agregación de intereses aparece como una vía con mayores posibilidades para la acción”. Existen tres tipos de ciudadanía propuestas por T. H. Marshall (1950 citado por Jusidman, 2007): -La ciudadanía civil: conlleva aquellos derechos necesarios para garantizar la libertad individual. Es garantizado por el sistema legal. Se protege mediante los sistemas de procuración, administración e impartición de justicia. -La ciudadanía política: su derecho fundamental es el de participar en el poder político de forma directa por medio de la gestión gubernamental e indirecta por medio del voto. -La ciudadanía social: integrada por la serie de derechos y obligaciones que permiten a todos los miembros de la sociedad participar en forma equitativa de los niveles básicos de vida de su comunidad. La democracia requiere del ejercicio simultáneo de estas tres ciudadanías para que el individuo sea realmente un ciudadano con capacidad de ejercer sus derechos y obligaciones con responsabilidad. La cultura política democrática es necesaria para la práctica de la ciudadanía que “comienza por la educación de los habitantes, puesto que se debe influir y operar a varios niveles: el imaginario colectivo, los hábitos y costumbres, las actitudes y la expresión de los distintos papeles ciudadanos que cada individuo ejerce en la cotidianidad” (González, 2007: 243). La formación ciudadana pretende formar personas, con autonomía moral, críticas, que ejerzan sus derechos, con orden social, capaces de usar conocimiento para la participación, reconocedores del otro, con capacidad de diálogo y comprometidas con su país (Conde, 2015). 31 Aunque hay que reconocer que esa formación ciudadana también implica que cada ciudadano se acerque y quiera actuar en los temas que sean de su interés, puesto que no puede haber un ciudadano perfecto que se involucre en todos los rubros de lo social, económico, político y cultural, ya que sería una falacia. Como menciona Mauricio Merino (2015:10), “la idea del “ciudadano total”, ese que toma parte en todos y cada uno de los asuntos que atañen a su existencia, no es más que una utopía. En realidad, tan imposible es dejar de participar —porque aun renunciando se participa—, como tratar de hacerlo totalmente”. Se debe entender que la participación no será la misma en cada persona y dependerá de diversos factores, como la identificación con su comunidad, cultura política y cívica, sí está informado o no, sí le interesa lo público, si decide dar tiempo, sí cuenta con los recursos humanos y económicos para hacerlo. Y la participación “no podría entenderse, en consecuencia, sin tomar en cuenta dos elementos complementarios: la influencia de la sociedad sobre el individuo, pero sobre todo la voluntad personal de influir en la sociedad” (Merino, 2015: 11). Ese interés por querer influir en la sociedad es lo que realmente interesa en una democracia, el querer participar en la vida política de forma organizada contribuye a la recuperación de la política como actividad propia de los ciudadanos y su disposición a involucrarse en los asuntos públicos y proyectos colectivos, como menciona Teresa González (2015). Mauricio Merino (2015) propone cuatro formas de participación política de los ciudadanos: 1. Ejercicio del voto. La más común en la mayoría de las personas. 2. Actividades en campañas políticas. Comprende las actividades de las personas involucradas en el proceso electoral a favor de un partido o un candidato en particular. Por ejemplo, promover el voto, repartir y colocar propaganda, asistir a un mitin o a las actividades que se tengan planeadas durante el proceso. 3. Práctica de actividades comunitarias o de acciones colectivas dirigidas a alcanzar un fin específico. Temas como pavimentación de calles, centros recreativos, comedores comunitarios, son situaciones que requieren de la organización de la comunidad para llevarse a cabo con ayuda del Gobierno. 32 4. Las que se derivan de algún conflicto en particular. Estas cuatro participaciones tienen una doble dirección: “no es lo mismo participar para hacerse presente en la integración de los órganos de gobierno que hacerlo para influir en las decisiones tomadas por éstos, para tratar de orientar sus acciones” (Merino, 2015: 30). Es decir, no es lo mismo participar para buscar un puesto público si es posible en el gobierno en turno o en el siguiente a participar para buscar un bienestar colectivo cuando se ha percibido que no se están haciendo bien las cosas. Es decir, existen diversas motivaciones para participar, pero el deber-ser tendría que responder a la segunda, en la cual se involucre en asuntos públicos con un interés general, cuyo fin sea el bien colectivo y no sólo el personal. Además de los tipos de participación, también existen mecanismos para que la sociedad se involucre en los asuntos públicos. Éstos cumplen diversos objetivos, entre ellos los de decisión, representación y comunicación entre el gobierno y sociedad. Entre los primeros están el referéndum y el plebiscito. En el referéndum se aborda un tema específico de importancia general o una ley con el fin de preguntar o someter a votación, decisiones que podrían modificar la dinámica del gobierno, o las relaciones del régimen con la sociedad; el plebiscito, que propone a la sociedad la elección entre dos posibles alternativas (Merino, 2015). Tabla 1. Mecanismos de participación Mecanismo Instrumento de: Referéndum Decisión Plebiscito Decisión Iniciativa popular Representación Derecho de petición Representación Audiencia pública Comunicación Acceso a la información Comunicación Consulta popular Comunicación Organización de cabildos abiertos Comunicación Fuente: elaboración propia 33 En los mecanismos de representación están la iniciativa popular y el derecho de petición, en donde los ciudadanos organizados pueden tener injerencia en el poder legislativo. La iniciativa popular debe reunir por lo menos 0.13% del listado nominal de electores para que pueda proceder. Y en los de comunicación entre gobierno y sociedad, cuya cualidad es que están permanentemente abiertos, se encuentran los procedimientos de audiencia pública, el derecho a la información, la consulta popular 7 y la organización de cabildos abiertos— para el caso del gobierno municipal. Se mostraron los diversos mecanismos de participación, algunos más accesibles que otros, pero su uso dependerá de la organización de los individuos y su responsabilidad de emplearlos para involucrarse en los asuntos públicos. Como dice Mauricio Merino (2015:38) “ya no es necesario insistir en que la clave de la participación no reside en los mecanismos institucionales que la hacen propicia, sino en el encuentro entre un ambiente político que empuje a tomar parte en acciones comunes y una serie de voluntades individuales”. Aunque muchas veces el individualismo gana a las voluntades colectivas. De modo que a pesar de las buenas credenciales del término, la participación tampoco está a salvo de los defectos humanos: del egoísmo, del cinismo, de la enajenación de los individuos (Merino, 2015: 11). En el sentido de que las motivaciones de participación no sean con un fin colectivo, además de que algunos que quieren participar no lo hacen porque no pueden mientras que otros que si pueden no quieren hacerlo. “En la práctica, es imposible que todos los ciudadanos participen en todos los asuntos de manera simultánea. Tan imposible como evitar al menos alguna forma de participación, en el entendido de que aun la abstención total de los asuntos políticos es también una forma específica de participar” (Merino, 2015: 33). 7 Ésta puede realizarla el Presidente de le República, la Cámara de Senadores o Diputados cuando junten al menos 33% de sus integrantes, respectivamente, o los ciudadanos con el 2% de firmas de la lista nominal de electores. Se realiza el día de la jornada electoral y la calificará la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se aprobará siempre y cuando hayan participado al menos el 40% de la lista de electores y no sea anticonstitucional. 34 Como se mencionó en el apartado de democracia, se debe de tener un control en la participación. Se sabe que es imposible tener un ciudadano perfecto que se involucre en todos los asuntos públicos, empero, si fuera posible se tendría un descontrol porque todos querrían dar opiniones, sugerencias y hasta exigencias de cómo se toman las decisiones y ejecutarlas, situación que sería incorrecta y llevaría a un caos. Por ende, solo pueden considerarse las opciones que impliquen el mayor beneficio. Asimismo, si los individuos se centran únicamente en los temas que les interesen o afecten podrán involucrarse más y sus observaciones estarán mejor encaminadas mientras que si se involucran en todo, algunas de ellas no tendrían bases sólidas para funcionar puesto que no se puede tener conocimiento en todos los rubros. “La participación ciudadana es indispensable para la democracia, pero una sobrecarga de expectativas o de demandas individuales ajenas a los conductos normales, paradójicamente, podría destruirla” (Merino, 2015: 35). Siempre habrá inconformidades ante varias situaciones, pero no puede modificarse todas solo porque no son del agrado de cada persona; se debe de ver objetivamente, si las cosas funcionan no deben de cambiarse aunque no sean de todo correctas, o si traen más beneficios que errores, tampoco, ya que nada puede ser perfecto y es normal tener un margen de error. Mauricio Merino (2015) retoma a Milbrath (1965) para ofrecer algunas conclusiones, las cuales se han confirmado a lo largo de los años: 1) la mayoría de los ciudadanos no lo son, en el sentido del deber-ser, puesto que no se informan ni están activos en los asuntos públicos; 2) para lograr la responsabilidad de los políticos debe de haber alta participación ciudadana, al menos en tiempos electorales; 3) mantener los canales de comunicación con la sociedad abiertos para garantizar la responsabilidad de los funcionarios en demandas públicas; 4) los niveles moderados de participación contribuyen al consenso entre la sociedad, a mantener en equilibrio el funcionamiento del sistema político y mantener el equilibrio de los roles de ciudadanos y políticos; 5) puesto que una participación muy elevada es contraproducente a la democracia al politizarse todo. 6)”La mejor participación ciudadana en la democracia, en suma, no es la que se manifiesta siempre y en todas partes, sino la que se mantiene alerta; la que se propicia cuando es necesario impedir las desviaciones de quienes tienen la responsabilidad del 35 gobierno, o encauzar demandas justas que no son atendidas con la debida profundidad” (Merino, 2015: 40). 1.2.2 La representación política Para Alain Touraine, “no hay democracia que no sea representativa, y la libre elección de los gobernantes por los gobernados estaría vacía de sentido si éstos no fueran capaces de expresar demandas, reacciones o protestas formadas en la sociedad civil. Pero ¿en qué condiciones los agentes políticos representan los intereses y los proyectos de los actores sociales?” (2015: 79). Es cierto que la separación entre Estado, sociedad política y sociedad civil debe de existir, pero también deben de estar vinculados a través de la representación de la clase social mediante los dirigentes políticos, en este caso a través de los partidos políticos, puesto que sin éstos difícilmente se ejercería la democracia (en ciertos sistemas). Los dirigentes políticos son los responsables de la representatividad de los ciudadanos o gobernados. Son actores sociales que fungen como canales para llevar las demandas de una pluralidad de sujetos y garantizarles su libertad, justicia y seguridad. Los partidos políticos 8 “son finalmente organizaciones diseñadas con el propósito explícito de obtener el poder. Y para cumplir ese propósito, en consecuencia, esas organizaciones están dispuestas a sacrificar los ideales más caros de la participación democrática” (Merino, 2015: 25). “Quien gana las elecciones debe saber que no sólo representa a sus electores sino a todos los ciudadanos” (Merino, 2015: 23). Situación que suele olvidarse frecuentemente, más en los municipios, en los cuales se atienden las demandas de las colonias que saben que los apoyan y se descuidan las que son contrarias al partido ganador, o simplemente las peticiones no proceden al no ir recomendado por alguien o pertenecer a alguna organización importante. 8 El artículo 41 Constitucional (2018) fracción primera define al partido político como entidades de interés público; cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público […]. 36 Como consecuencia existe una crisis de representación política porque “los electores ya no se sienten representados, lo que expresan denunciando a una clase política que ya no tendría otro objetivo que su propio poder y, a veces, incluso el enriquecimiento personal de sus miembros” (Touraine, 2015: 16). Ante la falta de representatividad debe de existir una ciudadanía plena, es decir, que los gobernados sean más que eso, que sean realmente ciudadanos. Capaz de interesarse en el gobierno, de tomar decisiones y modificar el actuar político (si se cree que es inconveniente) aceptando las consecuencias de ello, reconocer la responsabilidad que le compete al ser miembro de una comunidad, de una ciudad, de una nación; y restaurar la representatividad con su participación. “Para que haya representatividad es preciso que exista una fuerte agregación a las demandas provenientes de individuos y de sectores de la vida social muy diversos” (Touraine, 2015: 79). En la actualidad sólo se cumplen demandas de ciertos sectores y en temas muy específicos. Por ejemplo, en educación se establecen nuevas formas de evaluación profesional pero se descuidan las demandas de mobiliario y condiciones físicas de las escuelas, en especial en los estados con mayor carencia económica. En condiciones como éstas, de nada sirve la existencia de simples gobernados que no sepan exigir sus derechos, que no demanden a las élites políticas sus necesidades y teman tener responsabilidad. Que su única participación sea a través del voto en cada periodo electoral y todavía elijan a los representantes por intereses inmediatos o beneficio propio, sin preocuparse por su comunidad al no sentir pertenencia a ella. Sin la existencia de ciudadanía no puede desarrollarse la democracia y por ende, no hay representación política, pues a quién se representa cuando no hay sentido de pertenencia, responsabilidad y bienestar común 9 . “Para poder realmente ampliar la política social, volver a dotarla de elementos de discusión política, de evaluación seria, necesitamos reforzar el vínculo entre ciudadanos y 9 En México, la competencia entre quién ejerce el poder está divida entre los más fuertes, en donde ciertos sectores de la población organizados monopolizan el acceso político y, por tanto, usan
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