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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS APROXIMACIÓN ESTÉTICA-SEMIÓTICA A "EL FABRICANTE DE FANTASMAS" DE ROBERTO ARLT T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE P R E S E N T A ASESORA: DRA. MÓNICA QUIJANO VELASCO CIUDAD DE MÉXICO 2017 LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS ADRIANA MARÍA URSO Veronica Texto escrito a máquina CIUDAD UNIVERSITARIA, CD.MX. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A Sergio, por su apoyo y amor incondicional. A Patricio y Santiago, por ser mis estímulos permanentes. El agradecimiento es la memoria del corazón. LAO TSE ....y como mi corazón tiene muy buena memoria, quiero agradecer infinitamente: A la UNAM, y en especial, a la Facultad de Filosofía y Letras por ser un espacio de aprendizaje que despertó en mí el espíritu crítico y reforzó mi afición por la lectura. A cada uno de mis maestros que supo transmitir con sabiduría y generosidad sus conocimientos. A la Dra. Mónica Quijano, por su paciente e invaluable apoyo como asesora y su excelente disposición. A la Dra. Lourdes Penella por su calidad humana, su entusiasmo contagioso y sus valiosos consejos que me animaron a iniciar este proyecto. A mis sinodales: Mtra. Judith Orozco, Mtro. Galdino Morán y Lic. Raúl Aguilera que con su atenta lectura y sus acertadas observaciones, enriquecieron este trabajo de investigación. A mi esposo Sergio, mi gran compañero de vida que con su ejemplo de entrega, pasión y perseverancia supo motivarme para lograr mi objetivo y me enseñó que “si se quiere, se puede”. A mis amados hijos Patricio y Santiago, quienes me han impulsado a vivir con ilusión, optimismo, alegría y son un estímulo constante en mi vida. A mi familia argentina, a mis papás, por estar siempre presente, por respetar mis decisiones y sobre todo, por haberme educado con amor y valores. A mi familia mexicana, la que me recibió con los brazos abiertos, por brindarme un gran cariño y acompañarme en los momentos más importantes de mi vida. ÍNDICE INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………... I CAPÍTULO I. EL EXPRESIONISMO EN EL TEATRO DE ROBERTO ARLT Teatro y vanguardia en Roberto Arlt ……………………………………………………………... 9 Roberto Arlt y el expresionismo …………………………………………………………………… 29 El carácter expresionista en El fabricante de fantasmas …………………………………. 41 CAPÍTULO II. EL TEATRO COMO HECHO ARTÍSTICO Y SEMIÓTICO El hecho teatral como objeto semiótico ……………………………………………………….. 46 El método semiótico en El fabricante de fantasmas ………………………………………. 48 El texto dramático ……………………………………………………………………………………... 51 Los signos en el texto dramático …………………………………………………………………. 55 Estructura dramática: trama y acciones ……………………………………………………….. 58 Estructura narrativa …………………………………………………………………………………... 59 CAPÍTULO III. ANÁLISIS SEMÁNTICO DE EL FABRICANTE DE FANTASMAS La dimensión semántica …………………………………………………………………………….. 63 Estructura textual del drama……………………………………………………………………….. 74 Paratexto: título y acotaciones escénicas ……………………………………………….. 74 Valor semántico de las acotaciones ……………………………………………………….. 76 El diálogo: lenguaje de la discordancia ……………………………………………………….. 78 La intertextualidad ………………………………………………………………………………….... 82 La metateatralidad ………………………………………………………………………………….... 88 El psicologismo ……………………………………………………………………………………….... 90 CAPÍTULO IV. VALOR SEMIÓTICO DE LOS PERSONAJES EN EL FABRICANTE DE FANTASMAS Semántica de los personajes …………………………………………………………………...... 94 El protagonista: Pedro ……………………………………………………………………………..... 97 Personajes secundarios femeninos: Eloísa y Martina …………………………………... 105 Los personajes secundarios: “de humo” y “reales” ……………………………………... 114 Otros personajes: tipificados y aludidos …………………………………………………….. 124 CAPÍTULO V. VALOR SEMIÓTICO DEL ESPACIO Y EL TIEMPO EN EL FABRICANTE DE FANTASMAS Semiótica del espacio ………………………………………………………………………………. 126 Semiótica del tiempo ……………………………………………………………………………….. 146 CONCLUSIÓN ……………………………………………………………………………………….. 160 BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………... 166 I INTRODUCCIÓN El teatro hispanoamericano ha experimentado a lo largo del siglo XX una evolución que parte del realismo hacia formas vanguardistas como el expresionismo, que renuncia a la copia fiel de la realidad o a su idealización, para crear un modo de producción artística especialmente innovador, basándose en la abstracción. Esta corriente de “modernización”, como la llama Pellettieri, del sistema teatral argentino, admite un progresivo cambio en las poéticas dramáticas y espectaculares, de la cual Roberto Arlt es partícipe. Su obra dramática encaja en esta consideración pues no sólo plantea una propuesta innovadora sino que en su constante búsqueda de la expresión interior, intenta dar un sentido universal al conflicto que plantea. En sus dramas muestra la alternancia entre el plano de los sueños y el real, cuyo sujeto de acción es un personaje marcado por la frustración, la desesperación y el sufrimiento, que tiene la capacidad de generar el mundo representado a través de la imaginación. Asimismo, sus obras están marcadas por el subjetivismo del autor, lo que sirve como medio para captar la esencia de la realidad, sin dejar de notar lo grotesco y violento de la misma. Entre las propuestas renovadoras del teatro argentino en la primera mitad del siglo XX se destaca el expresionismo, que nace a la par de otras corrientes vanguardistas y comparte la voluntad de ruptura con las formas estéticas hasta entonces imperantes. El expresionismo, más allá de constituir una revolución II artística universal, fue una teoría de la expresión que buscó una respuesta al sentido de la existencia, al tiempo que sostenía una postura de sublevación artística y social. Este movimiento atacó los valores e instituciones burguesas a través de actitudes provocativas, con el firme propósito de hacer reaccionar al hombre frente a sí mismo y a una sociedad que consideraba deshumanizada y artificial. El teatro expresionista además de tener una posición ideológica particular, cuenta con una técnica que rechaza los principios del realismo. La dramaturgia de Roberto Arlt forma parte de los intentos por renovar el teatro argentino de los años treinta y se opone, de esta manera, a la producción teatral de filiación naturalista propia del teatro comercial. El fabricante de fantasmas (1936), obra que constituye el objeto de estudio de esta investigación y encaja, como lo demostraremos, dentro de la estética expresionista, pues busca la manifestación de los sentimientos y las emociones más que la representación de la realidad objetiva. En ella se observa el enfrentamiento de las pesadillas con las miserias de su protagonista, propias de toda la humanidad. Está escritaen tres actos que relatan la historia Pedro, un autor dramático cuya obra parte de un crimen y sufre, como consecuencia de ello, un acoso incesante de los personajes que representan a su conciencia culpable. En el primer acto se observa el resentimiento de Pedro hacia su esposa Eloísa, que lo lleva a cometer el crimen. Mientras alcanza la absolución de la justicia, su conciencia intenta convencerlo de admitir su culpa, pero se rehusa. En el segundo acto, Pedro exhibe la obra de su autoría, Los jueces ciegos, donde representa el III asesinato de su esposa al mismo tiempo que satiriza al juez que lo libera, quien al ver la puesta en escena, visita al dramaturgo y le insinúa su culpabilidad. Esta circunstancia deja a Pedro sintiendo cada vez más el peso de su conciencia al ser perseguido por un grotesco grupo de personajes de su propia creación. En el último acto, Pedro en total frenesí huye a Europa en un intento por escapar de sus fantasmas internos. Ya en una ciudad europea, durante un baile de carnaval, conoce a una mujer adorable cuyo rostro cubierto con una máscara, le causa una atracción irresistible, que al momento de quitársela, descubre con espanto el parecido al de su esposa asesinada. Horrorizado, regresa a su casa enfermo y es asediado una vez más por sus creaciones fantasmales, quienes lo incitan a suicidarse. Puesto que la obra dramática de Roberto Arlt no ha sido estudiada de manera extensiva como su producción narrativa, pretendemos con esta investigación despertar más interés en la misma y contribuir con ello a su valoración desde el punto de vista temático y estructural. Para lograrlo, nos detendremos en el análisis semiótico de la obra El fabricante de fantasmas, centrándonos en el texto dramático, considerando el estudio de las representaciones escénicas fuera de los intereses y posibilidades de esta investigación. El motivo por el cual nos ajustamos a la obra escrita se sustenta en que dicho texto constituye un soporte a partir del cual el lector construye un universo de significaciones. Asumiendo que, según Umberto Eco, un significado es todo aquello susceptible de ser interpretado, uno de los objetivos fundamentales de esta indagación es precisamente hallar los IV significados profundos de un texto. En el caso específico de la obra dramática, se trata además de un texto creado, generalmente, para ser escenificado. La elección de El fabricante de fantasmas no fue azarosa, sino que se trata de la única incursión de Arlt en el teatro comercial, que significó un fracaso en cuanto a la recepción del público y a la crítica, contrario al resto de sus obras teatrales que alcanzaron notoriedad en el teatro independiente del Buenos Aires de mediados del siglo XX. Esta circunstancia despertó en mí la curiosidad por desentrañar el significado de dicha obra. Para lograrlo, nos abocaremos en identificar aquellos elementos propios del teatro vanguardista, específicamente del expresionismo, sobre la base de un análisis semiótico teatral, teniendo en cuenta sus principales componentes: estructura, personajes, espacio y tiempo. Para revelar los factores que hicieron que los críticos calificaran a este teatro como inconformista y agresivo con el público y que la consideren como una obra “excesiva” para su época, debemos analizar con profundidad los principales signos que constituyen dicho drama. Además, es preciso aclarar que a lo largo de esta investigación no he hallado ningún artículo o texto académico que trate el tema anunciado, sino simples menciones que forman parte de los comentarios generales acerca del teatro de Roberto Arlt. Encontré interesante utilizar el método semiótico para el desarrollo del presente trabajo pues me permite ver en la obra teatral una confluencia de diversos sistemas de signos, que se hacen presente de manera simultánea en escena. Así, nuestro principal interés es hallar mediante la lectura analítica basada V en los postulados de la semiótica del texto dramático, un medio adecuado que nos lleve al autor y nos permita descubrir aquellos elementos constitutivos que subyacen en su escritura y que operan en una obra teatral. Dichos elementos que se constituyen en signos y establecen relaciones en las cuales adquieren sentido, así como los diversos formantes adoptados en una obra o en este autor, conforman el material de estudio de la semiología dramática. En el caso de Roberto Arlt, estimo que hay signos privilegiados en toda su creación dramática que, estudiados por separado o en conjunto, podrían darnos las claves fundamentales de su obra. Nuestro autor no sólo actualiza el género teatral sino que utiliza de manera innovadora aquellos elementos básicos de la creación dramática. Existe en su obra la preocupación constante por renovar el género y dar interés literario a temas ya tratados, sin dejar de observar las limitaciones a las que se debió enfrentar. En el primer capítulo se intenta dar una visión de conjunto de las vanguardias y su influencia en el teatro latinoamericano, poniendo especial énfasis en el expresionismo y su relación con la dramaturgia de Roberto Arlt. El expresionismo constituye para nuestro autor una opción estética (y por ende, conceptual) que impone un nuevo lenguaje. Los alcances de la citada innovación se observan en El fabricante de fantasmas, que muestra su particular visión de la realidad. En el segundo capítulo se expone el marco teórico-metodológico y referencial, el cual va desde las definiciones conceptuales básicas, hasta una explicación sobre los distintos componentes de la semiótica teatral. En este segmento se analizará VI además, al teatro como hecho artístico y semiótico, el estudio de los signos en sí mismos y en relación con otros signos, que tendrá como resultado la comunicación teatral. Se considerará el análisis de la fábula y sus unidades, los personajes y sus acciones que intervienen dentro de un espacio y tiempo; todo ello integrado en un análisis global que dé sentido al conjunto. El tercer capítulo destinado a la semántica, analizamos el significado y el contenido de El fabricante de fantasmas, haciendo hincapié en el discurso, teniendo en cuenta los signos verbales del diálogo de los personajes y las acotaciones. Asimismo es obligado referirnos a un recurso imprescindible en la dramaturgia arltiana, y especialmente en la obra analizada: la metateatralidad, por la importancia que le concede el autor en la construcción de sus dramas. En este apartado se hará referencia también a los procedimientos grotescos propios del teatro de Arlt y la presencia de la dualidad cordura-locura, individuo-sociedad, rostro-máscara, la trasgresión y la denuncia, elementos destacados del teatro expresionista. También, cuando resulta pertinente, establecemos paralelos entre algunas novelas de Roberto Arlt y El fabricante de fantasmas, apelando a aquellas que presentan un diálogo intertextual con la obra analizada. El cuarto capítulo está dedicado al estudio del personaje como unidad semiológica dentro de la estructura interna de la obra dramática. Se lleva a cabo una interpretación de los personajes y de los signos que lo integran: verbales, no verbales o semánticos. Además, se atenderá a los cambios que sufre el personaje dramático a partir de las nuevas teorías del psicoanálisis, que develan las VII facultades no racionales del hombre como el sueño o los fantasmas, tal como le ocurre al protagonista de la obra estudiada. Se trata, en definitiva, de un conjunto de signos que se adhieren a los personajes y definen, en definitiva, su forma de ser y de actuar. Este modo de análisis se muestra como un instrumento de gran utilidad para la lectura del hecho teatral. El último capítulo hace referencia al valor semiótico del espacio y el tiempo como categoríasfundamentales en el análisis de El fabricante de fantasmas y se observa la tendencia a la fragmentación espacio-temporal, propia del drama expresionista. Partiendo de este presupuesto, se puede considerar al espacio como un signo complejo de la estructura dramática, al constituirse como una realidad textual a través de la representación y, a su vez, como un elemento ficticio que, junto al tiempo, los personajes y las accciones, contribuyen a la conformación de la trama. Se distingue el valor sintáctico del espacio, que se asimila como lugar físico en el que se ubican dichos elementos y que lo convierte en uno de los soportes relevantes de la estructura dramática, en virtud de las relaciones que se establecen entre los diversos escenarios de la historia. La función semántica es tan destacada como la sintáctica y ofrece una gran riqueza significativa, ya sea simbólica o referencial. En cuanto al tiempo, entendido como unidad sintáctica de la creación teatral, proporciona al autor múltiples posibilidades en la conformación de la obra y su estructura, con un manejo del tiempo en diferentes dimensiones lo cual afecta el argumento de manera decisiva. VIII La pretensión principal es la contribución, con este trabajo, a los estudios realizados sobre el tema pero desde una perspectiva diferente. Se busca, por lo tanto, analizar esta obra teatral de Roberto Arlt desde un enfoque nuevo y profundizar en la corriente expresionista, considerándola como una de las tendencias más innovadoras e importantes de principios del siglo XX. Sin embargo, el presente análisis no pretende agotar las múltiples significaciones de El fabricante de fantasmas, puesto que sólo apunta a una posible interpretación que habría de confrontar con otras lecturas, a partir de enfoques metodológicos diferentes. 9 CAPÍTULO I El expresionismo no mira: ve; no cuenta: vive; no reproduce: recrea; no encuentra, busca. KASIMIR EDSCHMID EL EXPRESIONISMO EN EL TEATRO DE ROBERTO ARLT 1.1 Teatro y vanguardia en Roberto Arlt Al estudiar la obra teatral de Roberto Arlt lo hacemos con relación a sus antecedentes. Si bien no pretendemos realizar una reseña exhaustiva de su obra, sí nos parece oportuno situarla en un contexto que permita evaluar su poética en términos de continuidad o ruptura. La transformación del canon teatral de Arlt no sólo significa un cambio de conciencia en el hombre “moderno” sino que constituye una especial reacción hacia los modelos tradicionales. Es justamente ese espíritu innovador y particular de la dramaturgia arltiana lo que hace difícil su “encasillamiento” como escritor, al reconocer en su obra las afinidades o préstamos de diferentes autores o estilos. Para Grisby Ogás Puga, la condición de “(auto) marginal respecto al campo político-intelectual argentino, a la lengua y a la literatura de su época”,1 le permitió a Arlt distanciarse del modelo de teatro nacional en el que prevalecía una estética realista-naturalista y costumbrista al incorporar selectivamente las nuevas poéticas de la vanguardia europea, entre las que se destaca el expresionismo. 1 Grisby Ogás Puga,“Migraciones estéticas en el primer teatro modernizador argentino: Henri Lenormand- Roberto Arlt” en Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 18, 2009,p.1 [citado 2014/09/18] Disponible en http://alhim.revues.org/3293 http://alhim.revues.org/3293 10 Por otro lado, resulta pertinente considerar la presencia de cierto acento realista en sus obras, que según sostiene Rose Corral, está en función de la oposición al sistema literario vigente.2 De este modo, la obra de Arlt expresa un encuentro entre ambas posturas, en el que es posible observar por un lado, cierto dejo de realismo y, al mismo tiempo, algunos rasgos vanguardistas provenientes de diversas corrientes. Los movimientos artísticos denominados vanguardias surgen a principios del siglo XX en Europa, proclaman la renovación de las distintas artes, “la libertad absoluta del artista y manifiestan su radical oposición a las estéticas de corte realista y naturalista”.3 El ideal vanguardista intenta romper con la concepción del arte como práctica autónoma, propia de la sociedad burguesa del siglo XIX, en la que el objeto artístico es considerado no sólo como producto de individuos “especiales”, de “genios” desvinculados de cualquier acción cultural, sino también como producto mercantil con valor de cambio. Aunque las obras y los artistas no escaparon, muchas veces, a las leyes de producción material, mantuvieron cierta autonomía, desde la cual rompieron con códigos artísticos y estéticos, e igualmente cuestionaron concepciones políticas y morales. El teatro no es ajeno a este movimiento de renovación, lo que significa un afán por establecer los nuevos cánones vanguardistas, que se concreta en un abandono 2 Rose Corral, El obsesivo circular de la ficción. Asedios a Los siete locos y Los Lanzallamas de Roberto Arlt, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 17. 3 Manuel Maldonado Alemán, El Expresionismo y las vanguardias en la literatura alemana, Madrid, Síntesis, p. 7. 11 de la intriga convencional, del psicologismo y del realismo. Asimismo, la puesta en escena incorpora nuevos códigos alejados del lenguaje verbal, empleando medios técnicos, objetos y obras que dan lugar a un teatro más dinámico y abstracto frente al teatro argumental de los siglos anteriores. Se priva de todo aquello que nos evoque la realidad, para dar paso a personajes inusuales, estructuras dispares y a buscar una reacción del público con el propósito de hacerlo pensar en sí mismo y en la condición humana. La investigación de este período sobrepasó las fronteras nacionales y la intensa comunicación internacional entre autores y movimientos facilitó que este nuevo teatro fuera contemplado como una tarea unitaria en su diversidad. Para entender la propuesta de Roberto Arlt en el marco de las vanguardias latinoamericanas es preciso, como señala Ángel Rama, reconocer la existencia de dos vertienes vanguardistas que, por caminos diferentes, apuestan por un fin común: la renovación literaria, resumida en el siguiente párrafo: […] un sector del vanguardismo, más allá del rechazo de la tradición realista en su aspecto formal, aspira a recoger de ella su vocación de adentramiento en una comunidad social, con lo cual se religa a las ideologías nacionalistas; otro sector, para mantener su formulación vanguardista, que implica ruptura con el pasado y remisión a una inexistente realidad que le espera en el futuro, intensifica su vinculación con la estructura del vanguardismo europeo.4 Si tuviéramos que ubicar la obra artística de nuestro autor en estos rangos, encajaría en el primer grupo que distingue Rama a los que denomina escritores 4 Ángel Rama, La novela en América latina, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2008, p. 127. 12 outsider; es decir, aquellos que pretendieron una renovación del sistema literario para ajustarlo a una nueva concepción de la realidad, sin que ello significara “perderse” en las excentricidades de la propuesta vanguardista. Por ello, al hacer referencia a la vanguardia teatral hispanoamericana, resulta conveniente ubicarla en el período que abarca aproximadamente desde los años veinte hasta la década del cuarenta. Su final se extiende más allá que el grueso de las manifestaciones vanguardistasde otros géneros, y cuyas primeras expresiones son obras de escritores provenientes de la narrativa o de la poesía, que muestran “un afán de ruptura con el mimetismo trasnochado que impera en el teatro, para ir atemperándose después las novedades y dar origen, en una segunda etapa, al nuevo teatro, ejecutado ya por dramaturgos profesionales”.5 Tal es el caso del escritor argentino Roberto Arlt, quien en 1932 puso fin a su trayectoria como narrador, iniciada en 1926 con El juguete rabioso y confirmada a través de Los siete locos (1929), y Los lanzallamas (1931) para volcarse, casi exclusivamente, a la producción dramática que conservaría hasta su muerte. Esa vanguardia teatral hispanoamericana se caracteriza por su eclecticismo, rasgo que según Reverte Bernal se acentúa en nuestro continente, al agregar motivos propios y vernáculos. Se pone de manifiesto que lo que predomina en la escena hispanoamericana nacional a la llegada de las vanguardias no es “realismo bien hecho”, sino “fórmulas de un romanticismo trasnochado”, en opinión de 5 Concepción Reverte Bernal, Teatro y vanguardia en Hispanoamérica, Madrid, Iberoamericana, 2006, p.13. 13 Dauster.6 De esta manera, el sistema teatral7 imperante a principios del siglo XX estaba constituido por sainetes costumbristas o teatro de variedades, con puestas en escena cuyo peso recaía en la popularidad del galán o de la dama de turno, además de representaciones teatrales llevadas a cabo por compañías extranjeras de gira por América. Son precisamente estas características las que consolidan el sistema teatral argentino que no dependió de la “genialidad” de un autor en reemplazo de otro, ni fue resultado exclusivo de la influencia extranjera (europea o norteamericana). Se trata de “un proceso de cambios y continuidades (innovaciones, recuperaciones, redescubrimientos e intermitencias) en el cual lo sincrónico juega un rol fundamental en la descripción de textos dramáticos y espectaculares”.8 Con base en lo expresado, hoy sabemos que el sistema teatral argentino conserva una fuerte textualidad con sus propios modelos, que a partir de cambios y apropiaciones, fue evolucionando con el tiempo. Es conocido que la década del treinta marca el inicio de la llamada “primera modernización del teatro argentino”, que contempla la aparición de innovadores 6 Frank Dauster, “Historia del teatro hispanoamericano: siglos XIX y XX”. México, De Andrea, 1973, citado por Concepción Reverte Bernal, op. cit., 2006, p. 15. 7 Se entiende por sistema literario, y por ende, teatral, al texto o conjunto de textos, en un determinado período de la historia, cuya nota dominante es el dinamismo y su constante evolución (Tinianov, 1970). Distinguimos dentro del sistema, los subsistemas y los microsistemas. Los primeros son las divisiones internas y los cambios en los distintos niveles del texto (acción, procedimientos de la intriga, aspecto verbal/espectacular y aspecto semántico), en su evolución y en su recepción. Por microsistemas se entienden las manifestaciones peculiares de distintos tipos de textos dramáticos y espectaculares dentro de los subsistemas. 8 Osvaldo Pellettieri (dir.), Historia del teatro argentino en Buenos Aires: la segunda modernidad (1949-1976) Buenos Aires, Galerna, 2003, p. 14. 14 modelos dramáticos y espectaculares, con el advenimiento de una nueva ideología estética. Pellettieri habla de modernización y no de vanguardia, “porque tanto en el repertorio como en los modos de actuación del grupo iniciador, y los que los siguieron inmediatamente, hubo apropiación de procedimientos del simbolismo, del grotesco, del expresionismo, pero no de los artificios y las ideologías de las vanguardias históricas”.9 Si bien coincidimos con este planteamiento, nos parece oportuno aclarar que tal modernización consistió fundamentalmente en la representación de obras extranjeras de temática universal con propósitos didácticos, teniendo en cuenta la realidad político-social y estética del país. El germen de esta modernización fue la apropiación de nuevos modelos europeos, montados por las compañías extranjeras que comenzaron a llegar con más frecuencia a Argentina finalizada la Primera Guerra Mundial. Los principales países que trajeron estas nuevas propuestas fueron Italia con la obra de Luigi Pirandello y Francia con Henri Lenormand; en menor medida, Gran Bretaña (J. B. Shaw), Estados Unidos (Eugene O´Neill), Rusia (Leónidas Andreiev, Anton Chejov, Nicolai Evrenoiv) y Escandinavia (August Strindberg y el Ibsen simbolista). En cuanto a Alemania, el país que nos interesa especialmente en este estudio, suele hacerse referencia a la progresiva introducción en este período (1925-1940) de las obras dramáticas expresionistas de Georg Kaiser (1878-1945) y Ernest Toller (1893-1939). Para comprender esta modernización, debemos tener claros algunos conceptos, como los de apropiación y resemantización. 9 Osvaldo Pellettieri (ed.), El teatro y sus claves: estudios sobre teatro argentino e iberoamericano, Buenos Aires, Galerna, 1996, p. 14. 15 Entendemos por apropiación aquello que, según Pavis10, permite adecuar el teatro y la cultura extranjera a nuestras propias necesidades, sufriendo un proceso de resemantización que termina integrándolo al sistema teatral nacional . Para Grisby Ogás Puga, el término apropiación se refiere al resultado de la recepción productiva, es decir, el proceso a partir del cual se produce la intertextualidad, es decir, la inserción de un texto en otro texto a cargo de un sujeto receptor- productor; mientras que la resemantización implica la nueva significación que cobra la apropiación en el nuevo texto.11 Ambos procesos se hallan presentes en la poética dramática de nuestro autor. Por otra parte, procedimientos y tendencias tradicionales se mezclaron con textos modernos, como ocurre en el teatro de Roberto Arlt, quien recurre siempre a recursos innovadores procedentes del expresionismo subjetivo para probar “su tesis realista, social, portadora de un mensaje claro y didáctico para el público espectador”.12 Arlt forma parte de este nuevo sistema teatral, un teatro “innovador” si tenemos en cuenta el paradigma espectacular del momento, y afin a las nuevas tendencias dramáticas. Sin embargo, 10 Patrice Pavis, Diccionario del teatro. Dramaturgia, estética, semiología, Barcelona, Paidós, 1998, p. 334. 11 Grisby Ogás Puga, “Teatro e intertextualidad: la fórmula contra el olvido. Recepción productiva, apropiación e intertexto en el teatro moderno” en Telón de fondo. Revista de teoría y crítica teatral, 20, Buenos Aires, diciembre 2014, pp. 79- 80, [citado 2014/09/20] Disponible en http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero20/articulo/533/teatro-e-intertextualidad-la- formula-contra-el-olvido-recepcion-productiva-apropiacion-e-intertexto-en-el-teatro-argentino- moderno.htlm> 12 Patricia V. Fischer y Grisby Ogás Puga, “El Teatro del Pueblo: período de culturización (1930-1949)” en Osvaldo Pellettieri (dir.), Teatro del Pueblo: una utopía concretada, Buenos Aires, Galerna, 2006, p. 176. http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero20/articulo/533/teatro-e-intertextualidad-la-formula-contra-el-olvido-recepcion-productiva-apropiacion-e-intertexto-en-el-teatro-argentino-moderno.htlm http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero20/articulo/533/teatro-e-intertextualidad-la-formula-contra-el-olvido-recepcion-productiva-apropiacion-e-intertexto-en-el-teatro-argentino-moderno.htlm http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero20/articulo/533/teatro-e-intertextualidad-la-formula-contra-el-olvido-recepcion-productiva-apropiacion-e-intertexto-en-el-teatro-argentino-moderno.htlm16 en el teatro arltiano los modelos extranjeros dialogan con ciertas formas vernáculas y el resultado es una dramaturgia altamente intertextual. Lo que hace Arlt al flexibilizar las fronteras y hacer porosos los diversos modelos nacionales y extranjeros es, en última instancia, transgredir las normas de la academia, discutir el concepto de literatura argentina de su tiempo como discurso autónomo y aislado, cuestionando el canon y la tradición nacional.13 Arlt es un autor inmerso en el contexto modernizador de la vanguardia y por tanto, pretende dar continuidad al sistema teatral europeo (Pirandello, Lenormard, Strindberg, el expresionismo), esperando que sus propuestas funcionaran como “productores directos de convenciones”, sin dejar de reconocer que su trabajo se asociaba “a nivel discurso con los códigos sociales vinculados a la realidad porteña bonaerense”.14 En este sentido, la actitud de Roberto Arlt “ante los modelos estéticos tanto nacionales como extranjeros fue la de rebelde, que toma y deja, que desea y niega. Su natural independencia como sujeto creador le permitió una escritura dramática desafiliada, que borra las huellas”.15 Además, asume una actitud nihilista con respecto al teatro del siglo XIX y a las formas teatrales populares como el sainete o el drama costumbrista, expresando su clara pretensión de crear “el teatro del futuro” con la conformación de un nuevo sistema teatral argentino. Si atendemos al contexto, debemos destacar que el movimiento teatral independiente, y obviamente el teatro de Arlt, están sumidos en un ambiente que 13 Grisby Ogás Puga, “El teatro de Roberto Arlt y su modelo nacional, Armando Discépolo” en Telón de fondo Revista de teoría y crítica teatral, Universidad de Buenos Aires, 11, julio 2010, p. 53, [citado 2014/09/18] Disponible en http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero11/articulo/264/el-teatro-de- roberto-arlt-y-su-modelo-nacional-armando-discepolo.html 14 Osvaldo Pellettieri (dir.), “Algunos aspectos…”, op. cit., p. 74. 15 Grisby Ogás Puga, “Migraciones…”, op. cit., p. 53. http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero11/articulo/264/el-teatro-de-roberto-arlt-y-su-modelo-nacional-armando-discepolo.html http://www.telondefondo.org/numeros-anteriores/numero11/articulo/264/el-teatro-de-roberto-arlt-y-su-modelo-nacional-armando-discepolo.html 17 en el plano político representa el quiebre de la democracia argentina con el golpe de estado de 1930 encabezado por militares; en lo económico, coincide con el “crack” de la bolsa de valores de Nueva York en 1929, además de corresponder con el aluvión migratorio proveniente de Europa. Estas circunstancias repercuten a nivel social y Buenos Aires asiste a un proceso de modernización, cuya heterogeneidad cultural producto de la inmigración la convierte en una ciudad cosmopolita, lo que Beatriz Sarlo llamó “una modernidad periférica”. Y será justamente esta década en la que se harán más evidentes los conflictos económicos y políticos que derivan de la inmigración masiva, donde “el emigrante europeo se convierte en figura grotesca por su fracaso vital y por su vinculación con la marginación”.16 Este ambiente particular y su origen popular y migratorio, por ser hijo de inmigrantes, convierten a Roberto Arlt17 en un moderno desterritorializado, pensando que fue acaso, a partir de su posición (auto) marginal respecto al campo político-intelectual argentino, a la lengua y a la literatura de su época, que logró producir los que denominamos “una dramaturgia de migraciones”, la cual se explica por su relación con una patria-madre ajena y doble: la europea heredada desde la casa familiar y la argentina de la calle, los amigos y el trabajo.18 Resulta quizás por ello, como lo expresamos, un escritor difícil de encasillar, si tenemos en cuenta la “tajante” división de los intelectuales porteños de los años 16 Giuseppe Gatti, “El teatro de Roberto Arlt y Luigi Pirandello: la sonrisa que viene de lo amargo” en Cartaphilus. Revista de investigación y crítica estética, 3, 2008, p. 73 [citado 2014/09/20] Disponible en http://revistas.um.es/cartaphilus/article/view/23601/22861 17 Roberto Arlt (1900-1942) es hijo de padre alemán, Karl Arlt, y de madre italiana procedente de Trieste, y emigraron a Buenos Aires provenientes de Alemania en 1888, dos años antes de su nacimiento. 18 Grisby Ogás Puga, “Migraciones estéticas en el primer teatro modernizador argentino: Henri Lenormand- Roberto Arlt” en Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 18, 2009, p.1[citado 2014/09/18] Disponible en http://alhim.revues.org/3293 http://revistas.um.es/cartaphilus/article/view/23601/22861 http://alhim.revues.org/3293 18 veinte: el grupo Florida (Jorge Luis Borges, Bioy Casares, Oliverio Girondo), reunidos en torno a la revista Sur dirigida por Victoria Ocampo y orientado a la renovación de las formas artísticas; y el grupo Boedo (Leónidas Barletta, Elías Castelnuovo), que otorgaba mayor importancia al contenido político-social y estaba estrechamente vinculado al movimiento de teatros independientes. Al respecto, Giuseppe Gatti indica, “Este salto [de Arlt] al teatro, que se opone al sistema dramatúrgico comercial, engendra en principio la duda de una incoherencia intelectual: su proyecto novelístico y cuentístico se enfrentaba a las exigencias estéticas del grupo de Florida, cuyo elitismo intelectual era insoportable para el autor”.19 Ante esto, podríamos especular una mayor cercanía de nuestro autor al grupo de intelectuales de Boedo y a su tendencia a la crítica social; sin embargo, su obra dramática no siempre concuerda con el estilo realista del grupo mencionado, sobre todo al plantear una estética antinaturalista que propone una ruptura de la causalidad y un manejo transgresor del saber; en definitiva, el desarrollo de una dramaturgia con la cual no pretendió “arraigarse ni pertenecer”. Su “no pertenencia” tanto al grupo de Boedo como al de Florida se debe a que Arlt se hallaba en la búsqueda de un público propio que reaccionara ante su particular visión del mundo; por su trabajo como periodista, sabía muy bien que el hombre común no se identificaba con ninguno de los dos grupos de intelectuales. El giro de Arlt hacia la dramaturgia parece motivado por la inquietud que despertaba en él la realidad socio-política del momento y, al mismo tiempo, la necesidad de establecer un contacto más directo con el público. 19 Giuseppe Gatti, “El teatro …”, op. cit., p. 74. 19 El ingreso de Roberto Arlt en la escena argentina coincide también con la aparición del Teatro del Pueblo, fundado por Leónidas Barletta en 1930, que se convirtió en el primer teatro independiente de Argentina y marcó la diferencia con los circuitos del teatro comercial del momento. En su declaración de principios manifiesta su clara intención de “realizar experiencias de teatro moderno para salvar al envilecido arte teatral y llevar a las masas al arte general, con el objeto de propender a la elevación espiritual de nuestro pueblo”.20 Esta iniciativa, según lo señala Dubatti y con quien coincidimos, significó la puesta en práctica de un pensamiento alternativo al servicio de una nueva dinámica dentro del campo teatral argentino que se oponía tajantemente a la producción comercial, filodramática y gubernamental. Por ello, el teatro independiente argentino se considera “enemigo” de los elencos poco profesionales que reproducían de manera degradada lo propuesto por el teatro comercial y del teatro oficial del gobierno que funcionaba como herramienta de ratificación del pensamiento de la derecha y centro-derecha argentina. De igual manera,rechazaba a los grandes artistas cabezas de compañía del “teatro de arte” en el circuito profesional, ya que imponían con su trabajo una estructura jerárquica sustentada en el narcisismo y el divismo. También, este teatro innovador se opone a los empresarios y artistas del circuito comercial, que repiten con algunas variaciones dicha estructura jerárquica, y descuidan el “teatro de arte” al apostar por una escena conformista, sin calidad ni trascendencia pedagógica, que sólo 20 Mario Goloboff, Genio y figura de Roberto Arlt. Buenos Aires, Universitaria, 1988, p. 89. 20 halaga los gustos populares para conseguir una gran convocatoria y producir ganancias de taquilla. En consecuencia, rebaja el valor del teatro a los números de la recaudación, y considera a la escena como negocio redituable.21 En contraste con esta postura, observamos que ideológicamente, tanto la producción del Teatro del Pueblo como la de Arlt, siguieron algunos de los postulados de Romain Rolland22, cuyo teatro de denuncia se aleja de partidismos políticos e intereses particulares. Además, Barletta perseguía la idea de hacer un “teatro de arte”, revolucionario y crítico, es decir, de alto contenido social que permitiera a la sociedad reflexionar. Para Pellettieri, “su actitud central no encarna un cuestionamiento a la institución teatro, sino por el contrario, asumía los intertextos europeos como modelo absoluto, postulaba la instauración de un sistema teatral “culto” que pudiera afirmar un teatro al que se consideraba todavía como no “consolidado”.23 El Teatro del Pueblo asumió desde sus inicios una función didáctica, que se vio materializada con la puesta en escena de textos de autores extranjeros y argentinos que presentaron contenidos universales, de problemática actual, para propiciar así la denuncia social. En definitiva, se trataba de un espacio de innovación estética e ideológica. Sin embargo, Arlt toma distancia de Barletta, 21 Jorge Dubatti, “Teatro independiente y pensamiento alternativo: traducción del otro y metáfora de sí en África de Roberto Arlt” en Hugo Biagini y Arturo Roig (dires.). El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960), T. II, Buenos Aires, Biblos, 2006, pp. 405-406. 22 Romain Rolland (1866-1946) participó en la creación del “teatro del Pueblo” en Francia, cuyo referente era el obrero, el hombre del pueblo, quien vivía una realidad diferente a la burguesa y requería de un teatro también diferente. 23 Osvaldo Pellettieri, El teatro y sus claves…, op. cit., p. 71. 21 porque su proyecto teatral si bien partía del Teatro del Pueblo, se apartaba de su acento pedagógico e intentaba más bien provocar un efecto de “simpatía” en el espectador que le permita asimilar la emoción de lo representado. Recordemos que Arlt aprecia el teatro más como representación que como obra literaria, y para ello, buscaba un “público esclarecido” y consideraba “apremiante convertir al “público-niño” en “público experto”.24 Es importante agregar que si bien la afinidad estética de la obra artliana con las vanguardias no coincidía totalmente con Barletta y su grupo, Arlt optó por realizar todas sus representaciones teatrales25 en el Teatro del Pueblo, con la única excepción de El fabricante de fantasmas (1936) estrenada en el circuito comercial y que resultó un rotundo fracaso. Al respecto, nuestro autor reflexionaba: “Cuanto más fielmente trate el autor independiente de expresar la realidad teatral, más lejos se sitúa del teatro comercial”.26 El gran interés de Arlt hacia el teatro no sólo tiene que ver con su incorporación al Teatro del Pueblo, donde estrena en marzo de 1932 la adaptación teatral de un capítulo de Los siete locos titulado “El humillado”, sino también por sentirse integrado y comprometido con el proyecto de Barletta, lo que le lleva a manifestar: “Tenemos, es verdad, la pretensión de crear un teatro nacional, en consonancia con nuestros problemas y nuestra sensibilidad, y entonces esas 24 Osvaldo Pellettieri, “Algunos aspectos del “teatro de arte” en Buenos Aires (1930-1975). (El contexto teatral y político del Teatro del Pueblo) en Osvaldo Pellettieri (dir.) Teatro del Pueblo…, op. cit., p. 77. 25 Su primera obra teatral Trescientos millones estrenada en el Teatro del Pueblo en 1932; Saverio el cruel, en 1936; La isla desierta, 1937; África, 1938 y La fiesta del hierro, 1940. Prueba de fuego, se representó póstumamente en la “Casa del Teatro” en 1947, al igual que El desierto entra a la ciudad, farsa representada en el teatro “El Duende” en 1953. 26 Osvaldo Pellettieri, “Algunos aspectos…”, op. cit., p. 77. 22 empresas de comicuchos, y autores de sainetones burdos, no nos interesan”.27 Este manifiesto plantea la clara intención del grupo de restituir al teatro la categoría artística que había perdido, por carecer de un objetivo esencial y una poética coherente. Además, siguiendo a Ogás Puga, la escenificación de esta primera obra de Arlt despertó en él una gran fascinación por el género teatral, al percibir las posibilidades dramáticas de su narrativa y viceversa.28 No debemos olvidar que “Cuando Arlt se aproxima al ejercicio teatral, la escena nacional languidece. Los teatros comerciales agotan un repertorio declinante donde los escasos valores y esfuerzos que despuntan son ahogados por el lugar común y el generalizado mal gusto”.29 Y es precisamente en ese medio adverso donde Arlt descubre la riqueza y originalidad de su imaginación que será volcada a la producción teatral. Resulta inevitable relacionar el teatro arltiano con su narrativa, pues utiliza en sus obras teatrales temas y, especialmente, procedimientos dramáticos ya desarrollados en sus novelas y cuentos. Como Capdevilla lo señala con acierto, Arlt organizó dramáticamente sus situaciones novelescas, al exaltar la disposición teatral de los personajes hacia la representación, la simulación y/o el engaño, 27 Roberto Arlt, “Pequeña historia del Teatro del Pueblo”. Conferencia leída el 3 de marzo de 1932 en el Teatro del Pueblo y reproducida en Conducta, 21 (julio-agosto de 1942) citado por Sylvia Saítta, “Desde la butaca: Roberto Arlt, crítico teatral”, en Osvaldo Pellettieri (ed.) Roberto Arlt. Dramaturgia y teatro independiente, Buenos Aires, Galerna, p. 115. 28 Grisby Ogás Puga, “Pilares de la escena independiente argentina. Roberto Arlt en el Teatro del Pueblo”, Stichomythia. Revista de Teatro Contemporáneo, 11-12, 2011, p. 33, [citado 2014/09/17] Disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3677447 29 Raúl Castagnino. El teatro de Roberto Arlt, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1964, p. 14. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3677447 23 revelando así su atracción hacia la escena teatral.30 También, Oscar Massotta admite una clara “relación de evolución” de la novela al teatro arltiano, que depende más de su imperiosa necesidad de transformar al lector en espectador que a razones internas de la obra.31 Esta reflexión permite atribuir al lector (que deviene en espectador) un rol central en el cambio que se produce en Arlt al pasar de la narrativa al teatro, por la necesidad que siente de provocar con su escritura reacciones y cuestionamientos sobre la propia vida y la sociedad de la que forma parte; la escena teatral constituye así el espacio propicio para ello. De igual manera, su hija y crítica Mirta Arlt destaca que “el lenguaje natural de Roberto Arlt fue siempre, aunque él no lo descubriese, el teatro”.32 Asegura que esa transición del novelistaal dramaturgo surgió por “mutación natural” y sólo hizo falta que Barletta le mostrara el camino del texto escrito a la escena. También ahonda en el tema Julio Prieto, quien sostiene que la prosa de Arlt es “teatralizada” y que ambos géneros se caracterizan por el drama y la tragedia; “lo que de hecho se observa al yuxtaponer la escritura teatral y novelística de Arlt no es una fractura sino una notable continuidad estilística y conceptual”. Considera que 30 Analía Capdevilla, “Sobre la teatralidad en la narrativa de Arlt”, Cuadernos Hispanoamericanos: los complementarios, 11, julio 1993, pp. 53-54. 31 Oscar Masotta. Sexo y traición en Roberto Arlt, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982, pp. 17-18. 32 Mirta Arlt, “Un creador creado por el Teatro Independiente”, [texto leído con motivo de la celebración de los 60 años del Teatro Independiente], Buenos Aires, SOMI (Fundación Carlos Somigliana), octubre 1990, p. 2, [citado 2014/09/20] Disponible en http://www.teatrodelpueblo.org.ar/dramaturgia/arlt001.htm http://www.teatrodelpueblo.org.ar/dramaturgia/arlt001.htm 24 La escritura de Arlt apela con frecuencia no sólo a recursos dramáticos sino a un discurso de lo teatral: sus obras proponen una suerte de antropología tragicómica que cifra las relaciones sociales en términos de actuación alienada. […] En este sentido, lo que tienen en común tanto las novelas como las obras teatrales de Arlt es el deseo de salirse de la representación– la lucha contra el destino, contra lo prescrito, contra el drama de lo consabido– que suele desembocar en trágicos desenlaces.33 En el teatro arltiano, lo mismo que en su narrativa, la alienación es un tema recurrente y surge como resultado de la crisis social que empuja al individuo a enfrentarse con una sociedad hostil; al sentirse marginado recurre a la evasión, buscando con su imaginación aquello que la realidad no le proporciona. Por lo mismo, Isidro Salzman34 señala que “las criaturas de sus obras dramáticas no son sino la transubstanciación de los personajes de sus Aguafuertes y sus personajes novelísticos”; agrega con plena convicción que los motivos de una transformación tan significativa, es decir, el paso de Arlt de la prosa al teatro, se deben buscar no sólo en la obra dramática y en las novelas, sino en su producción periodística y en el contexto socio-político de los años treinta. Salzman atribuye este viraje de Arlt hacia el teatro como respuesta a la situación apremiante de la sociedad argentina y a la necesidad de transmutarla en sustancia dramática. Propicia el “rescate de un hombre complejo y fracturado, emergente de una civilización fanática y suicida”, y considera al teatro como un medio de recuperación del sujeto en toda su integridad a través de la restitución de su 33 Julio Prieto, “Los dos Saverios: delirio, poder y espectáculo en Roberto Arlt” en “Malas” escrituras: ilegibilidad y políticas del estilo en Latinoamérica, 2010, p. 53 [citado 2014/09/21] Disponible en http://www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Iberoamericana/38-2010/38_Prieto.pdf 34 Isidro Salzman, “Una lectura de la obra dramática de Roberto Arlt en el contexto de la década del 30” en Osvaldo Pellettieri (ed.), Roberto Arlt. Dramaturgia y …”, op. cit., p. 70- 82. http://www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Iberoamericana/38-2010/38_Prieto.pdf 25 realidad histórica concreta. Además, para Salzman las Aguafuertes Porteñas publicadas en el diario El Mundo desde 1928 a 1942, son mucho más que una crónica costumbrista o una columna de actualidad: son verdaderos “borradores” o “ensayos” de su producción dramática no sólo por su temática, sino por sus excelentes parlamentos, con sus acotaciones escénicas o didascalias. Si atendemos a las posturas críticas antes enunciadas, podemos pensar que existe una estrecha relación entre la actividad periodística con su desempeño como novelista, y concretamente, como autor teatral, en cuyas obras lo imaginario o lo fantástico se potencia y sus diálogos se muestran desprovistos de toda referencia local para alcanzar así, la universalidad. La apreciación de nuestro autor sobre los modelos teatrales argentinos, aparece en sus Aguafuertes porteñas, particularmente en su columna Aguafuertes teatrales del diario El Mundo en 1933. En ellas afirma: “…no soy yo solo el que tiene la sensación de este desastre que constituye nuestra literatura y nuestro teatro, y todas nuestras artes en general. Aquí, sacando media docena de autores, el resto es el acabóse”.35 Arlt asume una actitud de compromiso y denuncia como dramaturgo y, sobre todo, como espectador y crítico teatral: Me he convertido en el hombre de la calle que pasa ante un teatro y, atraído por los títulos de los carteles, se detiene un instante. Luego entra, se arrellana en una butaca y cuando el telón se levanta sobre el iluminado mundo del tablado, se olvida de Strimberg (sic), de Ibsen, de Bernstein y Pirandello. Lo único que desea… es percibir con toda claridad la misteriosa vida que el autor le va a entregar en los 35 Roberto Arlt. Aguafuertes porteñas: cultura y política, selección y prólogo de Sylvia Saítta, Buenos Aires, Losada, 1994, p. 67. 26 personajes, de los cuales sólo exige que sean de carne y hueso, como usted, como yo.36 Arlt advierte que la obra teatral lleva siempre la impronta del autor, como así también la huella de los actores que la ponen en escena. Reconoce que participar en la experiencia creativa del teatro significa entrar en un juego constante donde se fusionan realidad y ficción; así la creación teatral se ofrece como una vía de descubrimiento y trascendencia de la vida misma. El propósito del personaje- individuo de Arlt es, según Masotta, llevar al hombre hacia el horizonte de sus plenos poderes individuales, logrando con ello la desmasificación. Por eso, todos los personajes de su obra dramática encarnan la proyección de los deseos, frustraciones, remordimientos o vivencias del hombre común, del hombre “de carne y hueso”. Es así como el teatro representa un desafío para la vocación vanguardista de Arlt y, al mismo tiempo, “… implica la necesidad de dar el salto a un discurso más visualizado y eso le impone incluir códigos corporales y escénicos que faltaban en su narrativa”.37 Si algo destaca en sus obras dramáticas es el alto contenido de teatralidad, una escritura que delata la presencia de todos los componentes teatrales y que fue pensada exclusivamente para ser representada, es decir, “por y para la escena”, alejándose de lo meramente literario para ceñirse a lo 36 Roberto Arlt, “La compañera de Sirio”, El Mundo, 2 de abril de 1933, citado por Sylvia Saítta, en El escritor en el bosque de ladrillos, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 38 37 Giuseppe Gatti, “El teatro…”, op. cit., p. 74. 27 específicamente teatral, a su praxis. A tal punto, que la mayoría de sus obras fueron publicadas después de sus estrenos y como resultado de ellos. A propósito de lo expuesto, resulta interesante la postura de Julio Prieto, quien afirma que “lo que tienen en común tanto las novelas como las obras teatrales de Arlt es el deseo de salirse de la representación – la lucha contra el destino, contra lo prescrito, contra el drama de lo consabido– que suele desembocar en trágicos desenlaces, [como] el suicidio de Pedro en El fabricante de fantasmas”.38 Agrega además, que este “salirse de la representación” es un manera de hacer presente una determinada realidad histórica con un criterio metafísico y político, lo que Walter Benjamín llama “presentización”.39En este sentido, la obra de Arlt da cuenta de una reconstrucción individual de la memoria, en la medida en que rememora a través de la escritura, sus propias experiencias, deseos y frustraciones. Así, este tipo de escritura lleva a Arlt a un contacto esencial hacia todo lo que tiene que ver con lo teatral y se traduce en sus obras a través de la creación de un espacio propicio “para dar vida a mundos creados y no a mundos reflejados”.40 Para nuestro autor, la posibilidad de “mundos creados” con fantasía y magia va más allá de la realidad cercana y pertenece al hombre cosmopolita, al ser humano 38 Julio Prieto, op. cit., pp. 53- 54. 39 El concepto “presentización”, que supone la experiencia de lo misterioso de una realidad y no su representación por medios convencionales, pertenece a Walter Benjamín (en Imaginación y sociedad. Iluminaciones I, Madrid, Taurus, 1980). 40 Mirta Arlt, “Un creador…”, op. cit., p.2, citado [2014/09/20] Disponible en http://www.teatrodelpueblo.org.ar/dramaturgia/arlt001.htm http://www.teatrodelpueblo.org.ar/dramaturgia/arlt001.htm 28 universal. Según Grisby Ogás Puga, los mundos que el dramaturgo proyecta dentro de la ficción están hablando de su concepción del teatro como metáfora de la vida y de los niveles de conciencia del hombre.[…] La vida como teatro en tanto simulación y la espectacularidad de la vida cotidiana, conforman su concepción subyacente sobre el teatro, pensado como acontecimiento vivo, como espectáculo y como ceremonia.41 El teatro, visto de esta manera, constituye para Arlt una cuestión estrictamente personal, como “generador de mundos” que puede observarse en todas sus obras. Por ello, más allá de las coincidencias con obras de la vanguardia europea, el teatro “puro y vigoroso” de Roberto Arlt es “consecuencia absoluta del acto vital que lo genera y que desconoce por lo mismo toda supeditación”, de ahí la dificultad que plantea la clasificación de su obra “densa y dispar”, que se aleja de todas “ligaduras normativas” y de “los preceptos y cánones”, como afirma Castagnino.42 Por lo mismo, su hija Mirta Arlt se arriesga en conjeturar que por su origen germánico aparece en la dramática argentina, “el espíritu de “bárbaro” teutón conformado por el espíritu y la precaria cultura del país que conquista; de ahí la difícil catalogación de su obra”.43 A pesar de que resulta inevitable advertir el “peso” de ciertos autores europeos en la dramaturgia arltiana, coincidimos con Mirta Arlt, que se trata más bien de 41 Ogás Puga, Grisby, “Teatralidad y metateatralidad en la obra dramática de Roberto Arlt. Un modelo de análisis”,7, Karpa. Revista de teatralidades, arte y cultura, 2013, p. 2, [citado 2014/10/2] Disponible en http://web.calstatela.edu/misc/karpa/Karpa7b/Site%20Folder/grisby1.html 42 Raúl Castagnino, op. cit., p. 17. 43 Mirta Arlt citada por Raúl Castagnino, ídem. http://web.calstatela.edu/misc/karpa/Karpa7b/Site%20Folder/grisby1.html 29 “márgenes de confluencias antes que de influencias”.44 En este sentido, no podemos referirnos a Arlt como “europeísta”, tal como sucedía con la burguesía rioplatense que se caracterizaba por su imitación de las corrientes del viejo continente. Tampoco adscribía a la cultura popular que estaba demasiado apegada al sentimentalismo, ni al realismo ingenuo que caracterizaba al Teatro del Pueblo. Por ello, la estética de Arlt “resultó un producto emergente, de ruptura, aun dentro del campo supuestamente experimental o de nuevo teatro como se autodenominaba el grupo de Barletta”. Esto es así porque aunado a la apropiación de procedimientos estéticos provenientes de la vanguardia teatral europea, en especial del expresionismo, y del realismo social, su obra “estuvo motivada por la necesidad que tuvo Arlt de congeniar su proyecto creador con el reclamo ideológico del Teatro del Pueblo”.45 1.2 Roberto Arlt y el expresionismo La mayoría de los estudios sobre la propuesta estética de Roberto Arlt se relacionan con la vanguardia europea. Entre ellas destaca el expresionismo que, como corriente vanguardista, encaja dentro de una nueva postura estética y vital, que al igual que otros “ismos”, plantea un compromiso del arte con el devenir de la humanidad. Así, el artista expresionista asume que su actividad creativa puede contribuir a “cambiar la vida”, o lo que es lo mismo, a “provocar un cambio de las circunstancias existentes que desemboque en la formación de una nueva 44 Mirta Arlt, “Presentación y ubicación de Roberto Arlt dramaturgo” en Roberto Arlt, Teatro completo, T.1, Buenos Aires, Schapire, 1968, p. 9. 45 Grisby Ogás Puga, “Pilares de la escena…”, op.cit., pp. 36- 37. 30 humanidad”.46 Este movimiento muestra claras coincidencias con el espíritu renovador de las vanguardias, sin embargo, resulta complejo a la hora de definirlo. No entraremos aquí en la polémica en cuanto al origen del término “expresionismo”,47 no obstante, debemos señalar, que esta corriente no se constituye, como el caso del futurismo o el surrealismo, en un grupo homogéneo de artistas relacionados con un programa o manifiesto común, como tampoco en demostraciones colectivas y publicaciones, tal como lo señala John Willett.48 Además, los modos en que la vanguardia expresionista se manifiesta son numerosos y diversos, lo que impide unificar criterios, esto explicaría el carácter ecléctico y la falta de homogeneidad característica de los artistas agrupados bajo este epíteto. Aparece como movimiento artístico en el primer cuarto del siglo XX en Alemania, en directa vinculación con el momento histórico que atravesaba el país, que vivía un clima de desencanto frente a la estructura social y política del régimen imperialista de Guillermo II, a lo que se agrega una Europa fragmentada por crisis internacionales que desencadenarán la primera guerra mundial. El expresionismo responde además, a ese naciente mundo mecanizado e industrializado cuyas reacciones se manifiestan a través de “lo grotesco y la fealdad, rasgos centrales 46 Manuel Maldonado Alemán, op. cit., p. 15. 47 Según Frank Whitford el primero en divulgar el término fue Herwarth Walden, editor del periódico alemán Der Sturm; el crítico Modern atribuye el uso del vocablo al pintor francés Julien- Auguste Hervé, quien expuso bajo tal denominación ocho de sus cuadros en el Salón de los Independientes de 1901. 48 John Willett. Expressionism, citado por Lucía Solaz Frasquet , “La sensibilidad expresionista” en Espéculo. Revista de estudios literarios, 27,Universidad Complutense de Madrid, 2004, p. 1, [citado 2014/6/24] Disponible en <https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero27/expresio.html> https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero27/expresio.html 31 del arte expresionista”.49 Es precisamente en este punto donde debemos considerar qué entendemos por “expresión”, pero no como un concepto genérico que corresponde a distintas artes, sino en el sentido que le otorga este movimiento. En el expresionismo, este término significa más allá de una completa liberación del temperamento y del instinto del artista para comunicar su interior, un desahogo emocional que se proyecta sobre su universo exterior con un sentido trágico de su existencia. Para Cirlot, “el expresionismo es el arte producido por la insurrección desbordante del principio de expresión. Debe entenderse por expresión la emergencia de lo patético, creciendo como crudo incendio desde los abismos del ser hasta la superficie de los actos y sus manifestaciones”.50 De ello, resulta un arte que impone la expresión sobre laforma o el significado de las cosas de una manera exagerada, para obtener un alto grado de emotividad. Por todo esto, el expresionismo hizo hincapié en una temática diferente, totalmente opuesta al ideal naturalista e impresionista que imperaba, A diferencia del Impresionismo, el nuevo movimiento no aspira a la manifestación de las impresiones sensitivas, sino a la expresión de sentimientos y experiencias internas. En oposición al Naturalismo, la literatura expresionista renuncia a la imitación de la realidad exterior, a la descripción detallada de la superficie, y opta por mostrar la esencia profunda de las cosas. Lo que antes era “impresión desde fuera” es ahora “expresión desde adentro”.[…] El artista ya no se ocupa de reproducir con fidelidad objetiva el mundo presente, sino de manifestar un sentir 49 Lucía Solaz Frasquet, op.cit., p. 6. 50 Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de los ismos, Barcelona, Argos, 1956, p. 134. 32 subjetivo y unas particulares vivencias que transmitan la auténtica sustancia de lo existente.51 Desde esta perspectiva, se hace previsible el camino que se van a abrir las obras expresionistas al mostrar el lado oscuro de la conciencia humana, poniendo énfasis en lo trágico y lo angustioso de la existencia. Tal como lo apunta Maldonado, “no se caracterizan por un estilo bello, sino por la intensidad expresiva y un tono patético, exaltado e incluso extático. [Conciben] la estética de lo feo: con extrema crudeza persiguen captar la verdad de lo existente a través de la representación artística de lo macabro, lo siniestro, lo disonante, lo extraño y lo grotesco”.52 Al rechazar el “establishment”, el nuevo arte donde tiene cabida lo disonante o lo deforme, renuncia a la copia fiel de la realidad o a su idealización y crea un modo de producción artística especialmente innovador, basándose en la abstracción. Esta tendencia del arte de vanguardia hacia lo abstracto está relacionada con una visión caricaturesca de la realidad. En definitiva, la clara intención del arte expresionista es transmitir la existencia atormentada del artista. Sin embargo, no podemos considerar el expresionismo como una corriente meramente artística, sino una manera de sentir el mundo, marcado por un espíritu de rebeldía y oposición a todo lo establecido, que se corresponde con el ambiente de preguerra. Ilse Brügger nos habla de “una actitud, una forma de ver las cosas que va más allá del marco de teorías y programas y 51 Manuel Maldonado Alemán, op.cit., p.34. 52 Ibid., p.35. 33 atraviesa cual hilo rojo numerosas manifestaciones de las letras y muy en especial de las alemanas”.53 Por tanto, se podría decir que el expresionismo impuso una nueva sensibilidad frente al mundo y a la vida, así como un rescate de lo “verdaderamente real” con mayor compromiso que el resto de las vanguardias. Esta posición es asumida por el grupo de pintores alemanes Die Brücke (El Puente) constituído en Dresde en 1905, al que pertenecían Erich Heckel, Ernest Kirchner, Emil Nolde y Karl Schmidt-Rottluff, entre otros. Lo que importa a estos pintores, más allá de la recuperación del contorno de los objetos y su intenso colorido, es captar la esencia de los mismos. Parten de la deformación o la caricatura, del empleo libre de la forma como medio de expresión, para rescatar la subjetividad del artista. En contraste con el espíritu tempestuoso de los expresionistas de “El Puente”, apareció el grupo denominado Der Blaue Reiter (El jinete azul) surgido en Munich en 1911. Conducido por el artista ruso Vassily Kandisky e integrado por pintores alemanes como Franz Marc, August Macke y los austríacos Oscar Kokoschka y Egon Schiele, se distinguió por su tendencia más espiritual que lo llevaría a la abstracción como vehículo para expresar lo absoluto de la existencia humana. Predominan las líneas curvas y la armonía cromática y sostienen que “la forma no es el problema esencial y la renovación no puede venir de ella. El arte puro es una reinterpretación contenidista en la alianza del psicologismo con la mística y la ideología difusa de la filosofía vitalista. La forma es algo externo, casual, en permanente cambio. Lo decisivo es el espíritu, la 53 Ilse M. de Brügger. El expresionismo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968, p. 8. 34 necesidad interior”.54 Los principales preceptos de los pintores expresionistas tuvieron continuidad en otras artes como la literatura, y específicamente el teatro, por considerarlo un medio idóneo por su acción directa inmediata y sus recursos expresivos. Al igual que en la pintura, la literatura se ha planteado la oposición entre impresionismo y expresionismo. El primero se caracteriza por una poética sensible, esencialmente descriptiva, en la cual se reduce todo valor poético a la pura sensación, mientras que el segundo resalta por su agresividad y dinamismo; de ahí que Para el expresionista, la realidad se articula en dos planos, de modo tal que detrás del normal de todos los días, él advertirá la presencia de una dimensión trascendente, que ha de conferirle a las cosas su profunda y peculiar dramaticidad. La obra expresionista nace, por lo tanto, como tensión, como esfuerzo constante por captar el valor metafísico (absoluto) que se esconde tras los datos inmediatos de la realidad […].55 Lo que se desprende de ello es que el arte expresionista propone un nuevo concepto de la realidad que ha dejado de existir fuera de la conciencia del artista, logrando disminuir su sujeción a lo real a través de la reinterpretación objetiva del mundo. Como bien lo señala Modern, “A partir del expresionismo, la literatura deja de significar una mera reproducción de lo real, o una apariencia estética, una actividad consoladora o un juego sin finalidad”.56 Sin embargo, es preciso subrayar que el teatro expresionista no plantea una ruptura con la realidad, sino una 54 Ángel González García et al. Escritos de arte de vanguardia 1900/1945, Colección Fundamentos, 147, Madrid, 2009, p. 98. 55 Jorge Lafforge. “El expresionismo teatral” citado por Jorge Dubatti (coord.), Historia del actor II. Del ritual dionisíaco a Tadeusz Kantor, Buenos Aires, Colihue, 2009, p. 245. 56 Rodolfo Modern, El Expresionismo literario, Buenos Aires, Eudeba, 1972, p. 47. 35 profundización y búsqueda de la expresión íntima del artista. Por ello, lo que se transforma es la conciencia que tenemos sobre lo real, sin abandonar la premisa central: mostrar la realidad misma. De esto deriva el interés del drama expresionista, y del expresionismo en general, por todo lo fenoménico57, lo cual explica su dependencia hacia la desrealización, utilizando técnicas como la exageración y la deformación para hacer visible una idea concebida en la mente del artista, que a través de la distorsión de la realidad aparente revela la otra oculta. En el drama expresionista la realidad física se muestra desde una perspectiva distorsionada que, en términos literarios, se traduce en un lenguaje áspero y duro que refleja la discordancia. Sin embargo, Brügger manifiesta que De acuerdo con los cánones implícitos del teatro, el lenguaje dramático no sufrió transformaciones tan radicales como las que se observan en la lírica expresionista y también en algunos trozos de prosa narrativa […] Pero aún así, el lenguaje está lejos tanto de la imitación del lenguaje hablado en el teatro naturalista como de la pulida expresión del teatro clásico alemán.58 El lenguaje en el teatro expresionista es sometido a un proceso de desrealización, el cual exige uno nuevo, más violento y entrecortado,que no debe describir sino “actuar”, similar a lo que sucede con el resto de los componentes dramáticos. Los dramaturgos expresionistas se rebelan contra la sintaxis y la gramática 57 Fenoménico se refiere a la realidad tal y como se muestra en la percepción. Todo objeto perceptible es fenómeno. La realidad perceptible es la realidad fenoménica. Como podemos distinguir percepción externa y percepción interna, cabe hablar de fenómenos físicos o cosas dadas a los sentidos –vista, oído–, y de fenómenos psíquicos o de cosas dadas a la mente misma y que la mente encuentra directamente en ella – sensaciones, percepciones, sentimientos, deseos, actos de voluntad, pensamientos. Francis Garden Diccionario de Filosofía, Londres, Queens College,1978, p. 45. 58 Ilse M. de Brügger, Teatro alemán expresionista, op. cit., p. 53. 36 convencionales para lograr penetrar en el pensamiento humano. Asimismo, es posible reconocer que este lenguaje muestra una renovación y una tendencia a la abstracción, ya que el convencional utilizado en el teatro decimonónico le resulta incompatible con la necesidad de exaltar la expresividad. Al respecto, apunta Maldonado Alemán, “El lenguaje es sobrio, conciso, simplificado y concentrado, pero también intenso, expresivo, dinámico, patético y exaltado. Las oraciones se reducen a su núcleo gramatical esencial. A menudo se transgreden las normas sintácticas”.59 Estudiosos como Pellettieri y Ogás Puga encuentran en el “expresionismo subjetivo” de Arlt, el modelo que prevalece en toda su dramaturgia y se hace patente a partir de la necesidad del autor de “expresar” lo que siente, no lo que observa a su alrededor. Todo lo mencionado nos permite caracterizar una poética teatral de carácter subjetivo, como aquella que se enfrenta a la visión objetivista y a la concepción del realismo cotidiano.[…] coloca en el centro de su poética la función expresiva del sujeto, ya sea como construcción de un mundo de experiencia propio (diverso del común mundo compartido) o como respuesta interior (y exteriorizada) a los estímulos de la realidad. En este sentido, la visión subjetiva del expresionismo solo es perceptible por el contraste, de diverso grado y calidad, que establece con las coordenadas objetivas.60 La opinión de Mirta Arlt no se aleja de esta apreciación, al asumir la escritura de su padre como “una creación existencial de pronunciado sesgo expresionista”.61 Otros 59 Manuel Maldonado Alemán, op. cit., p. 140. 60 Jorge Dubatti, Concepciones de teatro. Poéticas teatrales y bases epistemológicas, Buenos Aires, Colihue, 2009, p. 126. 61 Mirta Arlt, “Roberto Arlt dramaturgo” en Prólogos a la obra de mi padre, Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1985, p. 83. 37 críticos como Luis Ordaz señala: “En su teatro conducía a los personajes con una técnica y procederes que se acercan al “expresionismo” o, pues también sucede, transitan, con desenfado total, sobre andariveles de dicha modalidad”.62 Resulta claro que la preponderancia de la dualidad de planos (realidad–fantasía, sueño– vigilia), la constante de personajes contradictorios que apelan a la fantasía y a la evasión para escapar de la realidad que los agobia, son características que nos permiten explicar el teatro arltiano desde la preceptiva expresionista. Arlt imposibilita a sus personajes para ser héroes y los muestra como seres infelices y ridículos, además de servirse del contraste para presentar posiciones contrarias, lo que produce un efecto en el lector o espectador. Estas características nos permiten explicar el teatro arltiano desde la preceptiva expresionista. De igual manera, la afinidad estética de la obra de Arlt con el expresionismo, es analizada por José Amícola63 para quien “pensar en Arlt como un escritor expresionista en la Argentina debería implicar una reflexión sobre en qué medida las transferencias o préstamos culturales están siendo resignificados en el traspaso”. Considera el vanguardismo de nuestro autor “como un verdadero impulso creativo desde un centro con irradiación propia como Buenos Aires”, que por los años veinte mostraba una total apertura hacia medios novedosos como el cine, que se instaura como técnica y ficción, y al mismo tiempo, permite la 62 Luis Ordaz citado en “La textualidad dramática de Roberto Arlt: catarsis y sorpresas” de George Woodyard en Osvaldo Pellettieri (ed.), Roberto Arlt. Dramaturgia…, op. cit. p. 147. 63 José Amícola, “Fritz Lang, Alfred Döblin y Roberto Arlt” en Wolfram Nitsch, Matei Chihaia y Alejandra Torres (eds.), Ficciones de los medios en la periferia. Técnicas de comunicación en la literatura hispanoamericana moderna, Köln, Universidad de Köln, 2008, pp. 161-169, [citado 2014/09/29] Disponible en http://kups.ub.uni-koeln.de/2585/18/13_Jose_Amicola.pdf http://kups.ub.uni-koeln.de/2585/18/13_Jose_Amicola.pdf 38 creación de nuevas formas posibles en el imaginario social de la cultura popular en la que nuestro autor está inmerso.64 Amícola se refiere a Arlt como un escritor que reflexiona acerca de la modernidad y se apropia de elementos cinematográficos para volcarlos en su obra, utilizando “la disonancia como modo de expresar la vida de los estratos Lumpen65 (es decir, como contenido de la forma), la preocupación épica y el voyerismo como ojo de una cámara oculta […]”. Esa “poética de la disonancia” a la que alude el propio Arlt, se opone a la modernidad que reina en su entorno y que “trabaja con pocos elementos, fríos y derivados de otras literaturas de decadencia”. Además, condena enfáticamente el “arte deshumanizado”, una literatura ajena “al problema social y el problema religioso”, con escritores que sólo “tienen inquietudes intelectuales y estéticas” pero “no espirituales e instintivas”.66 También rechaza la literatura realista y, a propósito de ello, Rose Corral añade, En su crítica al realismo Arlt rescata no obstante –y ello es revelador de lo que es su propio estilo (que la crítica más reciente viene vinculando al expresionismo– “la exageración en la descripción de las cosas hasta su retorcimiento”, lo que produce, “dentro del realismo, un fenómeno de estilo esencialmente poético”.[…] de manera congruente, parece ser una vez más el estilo lo que salva determinadas obras y autores, y no la adscripción a una determinada corriente literaria”.67 64 La proyección de películas de tinte expresionista como El gabinete del Dr. Caligari (1920) de Robert Weine o Metrópolis (1927) de Fritz Lang y representaciones teatrales de autores expresionistas como George Kaiser y Ernest Toller, eran vistas en Buenos Aires desde la década del veinte. 65 Lumpen es un término marxista de origen alemán que se refiere al sector marginado o no integrado de la sociedad, ubicado por debajo de la clase proletaria, con deficientes condiciones de vida. 66 Entrevista a Roberto Arlt (1929) citado por Rose Corral. Roberto Arlt. Una poética de la disonancia, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, 2009, p. 27. 67 Rose Corral, Roberto Arlt…, op. cit., p. 32. 39 Así, la correspondencia entre Arlt y el expresionismo se muestra en la (re)presentación de una realidad marcada por la angustia, por la soledad y por un gran “tremendismo”, con el cual exageró, y muchas veces, satirizó, diferentes aspectos de la misma. En otro importante artículo de César Aira, el mundo expresionista de Arlt, lleno de “contigüidades excesivas y deformaciones” en un ámbito limitado a su fuero interior, constituye “una opción formal” que crea su propio universo, ajeno a los términos psicológicos o socio-históricos. Según Aira, Arlt
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