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Memoria Gráfica de la II JORNADA INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL “Lo permanente y lo transitorio del pensamiento de Hans Welzel en la política criminal y la dogmática penal del S. XXI” Homenaje al Profesor de Bonn: HANS WELZEL ROSTROS Y PERSONAJES DE LAS CIENCIAS PENALES HANS WELZEL Dr. Moisés Moreno Hernández Agradezco al maestro Gerardo Laveaga, Director del Instituto Nacional de Ciencias Penales, así como al Dr. Rolando Tamayo, la invitación para participar en esta publicación sobre “Rostros y Personajes de las Ciencias Penales”, así como el gran honor de ocuparme de uno de los más grandes juspenalistas del S. XX, cuyo pensamiento no sólo ha trascendido en el espacio sino también en el tiempo, tanto en el ámbito de la filosofía como en el del Derecho penal, ya que a principios del S. XXI, cuando se vuelve a discutir en torno a las bases de la dogmática penal y de la política criminal, dicho pensamiento se encuentra en el centro de las discusiones como una de las alternativas más plausibles. Dada la naturaleza de esta participación, sólo haré referencia, en primer lugar, de sus datos biográficos; después, de su obra escrita y de su pensamiento filosófico y, finalmente, de su aportación en el campo de la dogmática penal, en el que desarrolla la conocida teoría de la acción finalista; todo de manera muy breve. I.- Datos Biográficos: Quién es Hans Welzel? HANS WELZEL nació en Artern (Turingia), el 25 de marzo de 1904. Realizó estudios de jurisprudencia y filosofía en las Universidades de Jena y Heidelberg bajo la dirección de los neokantianos BRUNO BAUCH y HEINRICH RICKERT, el fenomenólogo P. F. LINKE y el historiador de la filosofía MAX WUNDT (1923-1928). En 1928 presentó en Jena su tesis doctoral sobre “La teoría jusnaturalista de Samuel Pufendorf”. En 1935 obtuvo la “habilitación” en Colonia con su trabajo “Naturalismus und Wertphilosophie im Strafrecht” (Naturalismo y filosofía de los valores en el derecho penal), que se ocupa precisamente de los “fundamentos ideológicos de la ciencia del Derecho penal”. A partir de 1937 y hasta 1952 fue profesor de filosofía del derecho y derecho penal en la Universidad de Götingen. Desde 1952 hasta 1974 enseñó filosofía del derecho y derecho penal en la Universidad de Bonn, Alemania. Muere a los 74 años de edad en la ciudad de Bonn. De los anteriores datos biográficos, puede constatarse tanto la época en que WELZEL empezó a desarrollar su pensamiento como la formación filosófico-jurídica que adquirió. II.- La obra de Welzel: 1. Además de los trabajos anteriormente mencionados, dentro de la importante obra escrita de HANS WELZEL destacan las siguientes, que comprtenden escritos relacionados tanto con la filosofía del derecho como con la dogmática penal: a) “Strafrecht und Philosophie”, 1930; b) “Kausalität und Handlung” (ZStW, 51, 1930); c) “Studien zum System des Strafrechts” (ZStW 58, 1938); d) “Der Allgemeine Teil des Deutschen Strafrechts”, Berlin, 1940; e) “Persönlichkeit und Schuld” (ZStW, 60, 1941); f) “Das Deutsche Strafrecht”, 1a. ed., Berlin 1947; 11a. ed., 1969 (trad. al español, 1956 y 1971); g) “Vom irrenden Gewissen”, Tübingen, 1949; h) “Um die finale Handlungslehre”, Tübingen, 1949; i) “Das neue Bild des Strafrechtssystems”, 1a. ed., Götingen, 1951; 3a. ed., 1957 (trad. italiana, 1952; trad. coreana, 1957; trad. española, 1962); j) “Naturrecht und Rechtspositivismus”, Götingen, 1953 (trad. española, 1961); k) “Naturrecht und materiale Gerechtigkeit”, 2a. ed., Götingen 1955 (trad. española, 1957); l) “Die Naturrechtslehre Samuel Pufendorfs”, Berlin, 1958; m) “Macht und Recht”, Aalen, 1959 (trad. española, 1961); n) “Gesetz und Gewissen”, Karlsruhe, 1960 (trad. española, 1961); o) “Vom Bleibenden und vom Vergänglichen in der Strafrechtswissenschaft”, 1964 (trad. española, 1978, publicada en Revista Mexicana de Ciencias Penales del INACIPE); entre otros. Sin duda, la obra de WELZEL tiene importancia tanto en el campo de la filosofía del derecho como en el de la dogmática penal, siendo bastante conocida no sólo en Alemania y en muchos otros países europeos, sino en los países de habla española. Su pensamiento filosófico se refleja en sus construcciones jurídico-penales. Para quienes se ocupan de la filosofía del derecho, la obra es bien conocida sobre todo después de la traducción que realizara FELIPE GONZÁLEZ VICEN en 1957 del libro “Derecho natural y justicia material”, publicado por editorial Aguilar, Madrid, 1957, ya que en dicha obra se encuentra contenido gran parte de su pensamiento jurídico- filosófico. Para los penalistas, sobre todo del ámbito latinoamericano, en cambio, no resulta muy conocida la obra jusfilosófica de WELZEL, sino mas bien la obra que se relaciona directamente con la materia penal, la que empieza a ser conocida a partir de la traducción que realizara FONTÁN BALESTRA en Argentina, en el año de 1956, de su Derecho Penal Alemán. 2. Por lo que hace a su pensamiento filosófico, WELZEL recoge influencias de TOMAS HOBBES, DUNS SCOTO, KANT y, en cierta medida, de lo ns neokantianos de la escuela sudoccidental alemana (filosofía de los valores), como WINDELBAND, RICKERT, LASK. También influyeron o constituyeron estímulos en sus construcciones sistemáticas en el campo del Derecho penal, el pensamiento del filósofo R. HÖNIGSWALD, el de los psicólogos S. BÜHLER, T. ERISMANN, E. JAENSCH y W. PETERS, así como el de los fenomenólogos P.F. LINKE, A. PFANDER, HUSSERL y N. HARTMANN, entre otros. En este ámbito de la filosofía destaca la postura que adopta WELZEL en la antigua discusión entre jusnaturalismo y positivismo jurídico, que han sido planteadas como posiciones antagónicas e irreconciliables. Con su teoría de las estructuras lógico objetivas, WELZEL trata de superar dicho dualismo ofreciendo alternativas. El se pronuncia decididamente en contra del positivismo jurídico, por considerarla una “teoría de la omnipotencia jurídica del legislador”, afirmando que el orden positivo, real, “no puede tener cualquier contenido arbitrario”. Por lo que, si para el positivismo jurídico no hay barreras a la omnipotencia del legislador terrenal, más que la posibilidad física, WELZEL trata de contrarrestarlo; pues, para él, el legislador, en realidad, está ligado siempre a determinados límites inmanentes del Derecho positivo. En su búsqueda de lo permanente, WELZEL, apoyado en el pensamiento de teóricos del pasado, afirma, en primer lugar, que el Derecho tiene que ser positivo y concreto. Es decir, la positividad constituye un momento decisivo del derecho aún cuando no agote íntegramente su concepto como pretende el positivismo (Naturrecht und materiale Gerechtigkeit, 1962, p. 243 y s.; Naturrecht und Rechtspositivismus, 1953, p. 279 y s.); en segundo lugar, niega la existencia de valores universales independientes de toda condicionalidad histórica, pero que ello no significa que el derecho positivo carezca en absoluto de limitación intrínseca y que la ciencia del derecho tenga que aceptar, sin más, cualquier orden jurídico. Por el contrario, para WELZEL existe una serie de estructuras lógico-objetivas (o reales) que están dadas de antemano al legislador y que fijan los límites de su libre actividad creadora. Estas estructuras, que se encuentran en el campo del ser del Derecho –y no del deber ser jurídico-, se hayan en todo el orden jurídico; son objetivas o reales, porque, una vez conocidas, existen independientemente de toda aceptación o rechazo posterior; y, son lógicas, porque su inobservancia trae aparejada contradicción interna y falta de unidad en el orden jurídico. Por consiguiente, el legislador que no respeta estas estructuras lógico-objetivas dicta una legislación falsa, con lagunas, es decir, ineficaz (Naturrecht und materiale Gerechtigkeit, 1951, p. 197). Para evitar toda posible confusión con lo axiológico, WELZEL llama a estas estructuras también “estructuras ontológicas”(Um die finale Handlungslehre, 1949, p. 9 y ss.). Aparte de eso, señala que también la ciencia del derecho tiene que tener presente aquellas estructuras, analizarlas y definirlas, a fin de que el legislador no incurra en contradicciones en la regulación efectiva del obrar humano y pueda tener un criterio seguro para su ordenación valorativa de la vida en sociedad (Naturrecht und materiale Gerechtigkeit, 1962, p. 243 y s.; Naturrecht und Rechtspositivismus, p. 290 y ss.). De la consideración de esas estructuras ontologicas WELZEL extrae importantes consecuencias para las construcciones sistemáticas en torno al delito. 3. En efecto, ya en el ámbito del Derecho penal y, muy concretamente, en el de la dogmática jurídico-penal, WELZEL desarrolla y expone la teoría de la acción final, a partir de la cual construye su nuevo sistema del Derecho penal, que ha sido caracterizado como el sistema finalista. Dentro de este sistema habla, también, de las estructuras ontológicas y pone por ejemplo la estructura ontológica de la acción y la de la culpabilidad. (cfr. Studien zum System des Strafrechts (ZStW 58, 1938); Der Allgemeine Teil des Deutschen Strafrechts, Berlin, 1940; Das Deutsche Strafrecht, 1a. ed., Berlin 1947; 11a. ed., 1969; Um die finale Handlungslehre, Tübingen, 1949; Das neue Bild des Strafrechtssystems, 1a. ed., Götingen, 1951; 3a. ed., 1957; Vom Bleibenden und vom Vergänglichen in der Strafrechtswissenschaft, 1964. a) En la esfera de la acción, corresponde a la teoría finalista de Welzel el haber señalado y superado las fallas fundamentales de la teoría de la acción causal, cuyo origen se encuentra en la idea del positivismo naturalista. En el lugar del concepto naturalístico (causal) de acción, que sirvió de base a la estructura del delito desde LISZT (1881) hasta MEZGER (1931), la teoría finalista coloca el concepto de dirección final supradeterminadora de la causalidad, impugnando de esta manera el dogma causal. La acción humana es objeto de la ciencia jurídica, no como un proceso causal, sino como un “fenómeno lleno de sentido, relevante ético socialmente” (Studien zum System ..., 1939; Strafrecht und Philosophie, 1930). El objeto de regulación de las normas jurídicas, por tanto, no pueden ser meros procesos causales ciegos, carentes de sentido, sino únicamente acciones finales (Lehrbuch, 11. ed., 1969, pp. 37; Das neue Bild, 4. ed., p. 4). WELZEL le da a su forma de consideración un giro ontológico y, conforme a ello, la acción humana pertenece a una categoría del ser, totalmente diferente a los simples procesos causales, ya que –dice- el hombre “en virtud de su saber causal domina ampliamente el suceso, lo puede supradeterminar finalmente”. Este punto de vista “ontológico”, “prejurídico”, obedece a que, según WELZEL, el concepto de acción para el Derecho no puede ser otro que el concepto de acción para la vida (Um die finale Handlungslehre, 1949, p. 5). Para fundamentar este concepto, el profesor de Bonn parte de la tesis de que “el legislador no sólo está ligado, por ejemplo, a las leyes de la naturaleza física, sino que él tiene que observar determinadas estructuras lógico-reales en el objeto de su regulación, de lo contrario su regulación será necesariamente falsa”. La estructura ontológica de la acción es dada previamente a toda valoración y regulación; “quien quiera normar acciones tiene que observar la estructura ontológica de la acción” (Naturrecht und materiale Gerechtigkeit, 1951, p. 197). b) Precisamente en su mencionada obra Naturalismus und Wertphilosophie (1935), WELZEL pone totalmente en tela de juicio los presupuestos básicos de la teoría causalista, de que la causalidad sea la única y exclusiva determinación del suceso real, y busca un fundamento ontológico para las valoraciones jurídico penales, que se encuentra junto a la causalidad y, tal vez, pueda irrumpir en la misma cadena causal dirigiéndola. Así llega, en base a la aplicación de las aportaciones de la Psicología del pensamiento (HÖNIGSWALD, ERISMANN, etc.), primeramente, al concepto de intencionalidad de sentido (Sinn- intentionalität) y, posteriormente, con las sugerencias que plantean las aportaciones de Nicolai HARTMANN, al de finalidad (Finalität), como espina dorsal de la acción. Este fundamento ontológico constituye una de las tesis básicas sobre la que Welzel edifica su teoría. En virtud de ello, WELZEL reconoce una nueva estructura del concepto de acción, que comprende tanto un aspecto interno como uno externo, siendo los dos componentes estructurales esenciales la causalidad y la finalidad. Con esa estructura WELZEL intenta contrarrestar las consecuencias dañinas que resultan de separar entre manifestación de voluntad y contenido de la voluntad; y con ello, también, le asigna a los elementos subjetivos (dolo y culpa) su correspondiente ubicación óntica en el ámbito del tipo penal; surgiendo de ello una diferente estructura para la culpabilidad c) De las consideraciones de la estructura ontológica de la acción, la teoría finalista de WELZEL ha extraido importantes consecuencias que se han reflejado en la total sistemática del delito y que la diferencian de la teoría causalista de la acción. Entre dichas consecuencias destacan las siguientes: 1) Dolo y culpa son extraidos del ámbito de la culpabilidad y ubicados en el tipo penal; por lo que, la distinción entre un delito doloso y uno culposo puede hacerse ya en el ámbito del tipo y no esperar, como lo hace el sistema causalista, hasta llegar al nivel de la culpabilidad; 2) en el ámbito del delito doloso, a su vez, se establece la separación de dolo y conciencia de la antijuridicidad, es decir, el dolo solamente comprende el conocimiento de los elementos objetivos del tipo mas no a la conciencia de la antijuridicidad; 3) el injusto es ahora un injusto personal; 4) la culpabilidad, por su lado, como concepto eminentemente normativo, adquiere una distinta estructura, en la cual el dolo y la culpa ya no forman parte; 5) también en la esfera del delito culposo pueden reconocerse consecuencias decisivas; 6) igualmente, con relación a ciertos problemas como el error, autoría y participación, tentativa, etc., se plantea un tratamiento distinto al que tradicionalmente se ha dado. III.- La ideología de la teoría de la acción finalista. 1. Cuando WELZEL desarrolla su teoría de la acción finalista, uno de los aspectos fundamentales de que se ocupó fue el análisis de la práctica jurídica legada por regímenes autoritarios, como es el caso del nacionalsocialismo, que “hizo suyos conceptos tradicionales, los tergiversó y los aprovechó en su beneficio” (La Teoría de la Acción Finalista, p. 9 y s.). Ciertamente, WELZEL caracterizó al derecho penal nacionalsocialista como “extremadamente utilitario y naturalista”, ya que partía de los siguientes principios fundamentales: “justo es lo útil al pueblo”, “la pena es un medio de limpieza biológica del pueblo”; se trataba de una tendencia que se había observado desde la segunda mitad del siglo pasado y, sobre todo, cuando se desarrolló el concepto “material” de antijuridicidad, entendido como “dañosidad social”, el concepto de culpabilidad fue sustituido por el éticamente indiferente de peligrosidad y la pena “fue degradada a una pura medida finalista de defensa social” (op. cit., p. 10). El nacionalsocialismo “anuló las garantías del Estado jurídico” y puso como valores centrales los de: pueblo, nación y raza, en lugar de los de individuo y sociedad. De ahí que para WELZEL era necesario revisar lo referente a sus “límites”, los “límites del pensar utilitarista”. Para dicha forma de pensar, el “sentimiento de permanente fidelidad al derecho”, es decir, la “fidelidad al Estado”, es más importante que “el amparo de los bienes jurídicos concretos”. Por ello, en contra de esa forma desfigurada de pensar, WELZEL estableció que “la misión principal del derecho penal no era, como creyóla teoría anterior, de índole preventiva, sino ético-social” (p. 12 y s.); es decir, que “el amparo de los bienes jurídicos tienen un objetivo negativo-preventivo, policial preventivo, mientras que la misión central del derecho penal es de naturaleza positiva ético-social”. Por lo tanto, “la pena debe aplicarse solamente contra acciones reprobables desde el punto de vista ético-social y no abusando de ella para la obtención de fines políticos”. En esta función ético-social reside la misión más importante del derecho penal. Por eso, “la pena debe aplicarse solamente contra acciones reprobables desde el punto de vista ético-social y no abusando de ella para la obtención de fines políticos. Presupuesto de la pena debe ser solamente la culpabilidad, no la peligrosidad del autor, éticamente neutral. La pena debe ser solamente la retribución, medida según la magnitud de la culpabilidad, y no una medida finalista preventiva, determinada según la peligrosidad del autor” (p. 13 y s.). “Solamente donde la función ético-social del derecho penal no puede tener ninguna eficacia, se debe recurrir a la función puramente preventiva de precaución” -como es el caso de los enfermos mentales o de los criminales habituales, que constituyen un grupo pequeño-; considerándose “marcadamente desfigurada la perspectiva que considera a todo el derecho penal desde el punto de vista del criminal habitual”. Frente a esa desfiguración de la perspectiva, dice WELZEL, “es nuestra misión de hoy poner nuevamente en el punto central la función ético-social del derecho penal y elaborar sus consecuencias dogmáticas. Solamente así se puede incluir racionalmente en el derecho penal las exigencias de un Estado de derecho”. En efecto, “la función ético-social del derecho penal exige tipos claros, bien definidos, que indiquen los modos socialmente intolerables de la acción en una forma determinada, y no paralicen por su indeterminación la libertad social del individuo. Mientras la duración de las medidas de protección depende de la duración incierta de la peligrosidad del autor, la pena está bien delimitada mediante la medida de la culpabilidad” (La Teoría de la Acción Finalista, p. 15). 2. A partir de estas ideas, que tratan de incluir racionalmente en el derecho penal las exigencias de un Estado de Derecho, WELZEL se da a la tarea de elaborar sus consecuencias dogmáticas y a desarrollar la estructuración de la teoría de la acción finalista. Y, como se ha dicho, WELZEL se pronunció decididamente en contra del positivismo jurídico, por considerarla una “teoría de la omnipotencia jurídica del legislador”, afirmando que el orden positivo, real, “no puede tener cualquier contenido arbitrario”. Por lo que, si para el positivismo jurídico no hay barreras a la omnipotencia del legislador terrenal, más que la posibilidad física, el creador del sistema finalista trata de contrarrestarlo; pues, para él, el legislador, en realidad, está ligado siempre a determinados límites inmanentes del propio Derecho positivo. Lo que muestra claramente que, detrás del pensamiento desarrollado por WELZEL, existe una específica concepción del hombre, del Estado y del propio Derecho penal Dentro de esa tendencia, que aspira a reponer en su lugar la función ético-social del derecho penal y a extraer sus importantes consecuencias dogmáticas, debe considerarse la estructuración de la teoría de la acción finalista. “Si el derecho penal tiene una función específicamente ético-social y están, según ello, en primer plano los modos ético- socialmente intolerables de comportamiento, entonces no basta para el concepto de lo injusto la situación creada por el resultado -como sucede con la teoría preventiva-, sino que pasa a ser centro del interés penal la naturaleza de la acción intolerable” (p. 16). Es a este sistema al que pertenece la teoría de la acción finalista, la cual la mayoría de las veces no se la ha considerado en su integridad, sino que, a menudo, mas bien se toma uno u otro punto secundario y se critica la teoría según dicho punto. 3. La teoría de la acción finalista sacudió a toda la dogmática tradicional del derecho penal y su concepto de acción despertó las más grandes controversias. No fue fácil que se impusiera en su lugar de origen, pues fue objeto de las más fuertes oposiciones, sobre todo provenientes de los defensores del concepto causal de acción durante sus primeras etapas, así como de la llamada concepción funcionalista a partir de la segunda mitad del S. XX. Las críticas formuladas en su contra fueron en su momento fundadamente rechazadas por WELZEL y demás finalistas, salvo las que han sido formuladas después de su muerte sobre todo por Jakobs Podría decirse que, desde el punto de vista ontológico, actualmente la casi generalidad de autores acepta el concepto final de acción, aunque no todos aceptan las consecuencias sistemáticas que de ahí se derivan. En este punto, debe resaltarse que el propio ROXIN ha reconocido que “la teoría final de la acción, con su giro a las estructuras ónticas y a la realidad social, ha intentado restablecer, y no sin éxito, la referencia de la dogmática jurídico penal a la realidad, devolviendo sobre todo a la teoría de la acción y a la del tipo la plasticidad de una pura descripción del suceso". Por ello, no tienen razón quienes afirman que las ideas, conceptos o categorías, a los que se trata de dar carácter prejurídico, carecen realmente de fecundidad para la dogmática penal, pues ellos procuran, precisamente, lograr bases firmes para garantizar la seguridad jurídica desde los propios contenidos de la ley y una más justa y racional interpretación y aplicación de la ley penal. IV.- La discusión actual: 1. No obstante lo anteriormente afirmado, con el desarrollo del llamado sistema funcionalista, con el que volvió a adquirir fuerza el pensamiento neokantiano, sobre todo a partir de las elaboraciones de ROXIN y de JAKOBS que se iniciaron en la pasada década de los setenta, quienes se separan del método ontológico y adoptan uno de base normativa o teleológica, se sigue criticando al finalismo no sólo por haber dado preponderancia a las consideraciones ontológicas frente a las consideraciones valorativas o normativas, sino por vincular al legislador y a la ciencia del Derecho penal a las estructuras lógico-objetivas. Además, se le critica porque, en virtud de su punto de partida ontológico, el finalismo de WELZEL tiene pocos rendimientos para los efectos político-criminales. 2. En torno a estos cuestionamientos han habido ya diversas respuestas, en el sentido de destacar que no es correcto que el finalismo haya desatendido las consideraciones político-criminales. Por el contrario, WELZEL tuvo muy claro cuál era la función de la dogmática jurídico penal con relación a los fines político-criminales, precisamente al afirmar que la ciencia del Derecho penal, “como ciencia sistemática da la base para una administración de justicia uniforme y justa, pues sólo el conocimiento de las relaciones internas del Derecho eleva su aplicación por encima del acaso y la arbitrariedad”. Además, es claro que su objetivo político-criminal no fue otro sino el que se acomoda a exigencias de Estados democráticos de derecho, en tanto que se trata, con las aportaciones sistemáticas, combatir el acaso y la arbitrariedad, partiendo del conocimiento de las relaciones internas del Derecho (cfr. M. MORENO, “Ontologismo o normativismo como base de la dogmática penal y de la politica criminal”, 2001). No cabe duda, entonces, que la construcción teórica que parte del punto de vista ontologicista tiene sus rendimientos para los efectos político-criminales, pues en ella destaca la consideración de la misión del Derecho penal y de los fines de la pena. En otras palabras, la consideración ontológica no desvincula al Derecho penal de sus objetivos político-criminales, sino simplemente le señala sus marcos de referencia reales.3. De ahí que, según se observa, quienes han rechazado el ontologismo como una de las bases de la construcción dogmática, empiecen a reconciliarse con él, como sucede con ROXIN y SCHÜNEMANN, pues las construcciones sistemáticas no pueden limitarse al puro derecho positivo sin consideración de su base real. Además, ante una actitud de rechazo de las consideraciones ontológicas, aparece inmediatamente la advertencia de WELZEL, de que no debemos olvidar que formados en las teorías puramente positivistas se encontraron los juristas alemanes con el Tercer Reich, que tomó el positivismo jurídico al pie de la letra y lo llevó hasta sus últimas consecuencias, de que el Estado “puede ordenar cualquier contenido jurídico, aún aquél que carezca absolutamente de ética” (cfr. “Más allá del Derecho Natural y del Positivismo Jurídico”, 1962, pp. 11 y ss. Recordemos sólo que esta actitud se observó en uno de los grandes pensadores de la época nacionalsocialista, G. RADBRUCH, quien consagró en su obra el positivismo de ese momento, escribiendo que: “Quien puede imponer el derecho, demuestra de esta manera que es quien está llamado a dictar el derecho”. “El juez tiene la obligación profesional de hacer valer la voluntad de validez de la ley, sacrificar el propio sentimiento jurídico ante la orden autoritaria, preguntar únicamente qué es lo que es derecho y nunca si también es justo” (Filosofía del Derecho, 3ª. Ed., 1932). Sin embargo, después de la enorme experiencia que implicó el sistema nacionalsocialista, el propio RADBRUCH escribió que “la ciencia del derecho debe reflexionar nuevamente sobre la milenaria sabiduría que afirma que existe un derecho superior a la ley, un derecho natural, un derecho divino, un derecho racional, según el cual la injusticia es siempre injusticia aún cuando se la vacíe en las formas de una ley” (Die Erneuerung des Rechts, en “Die Wandlung”, II, Jg., 1947; y WELZEL, Naturrecht und materiale Gerechtigkeit, 1962, p. 219 y s.). De esa reflexión debe llegarse a la afirmación de que, si bien WELZEL reconoce que todo derecho tiene que ser un orden real, positivo, ello de ninguna manera significa que ese orden real pueda tener “cualquier contenido”; consecuentemente, rechaza la teoría de la omnipotencia jurídica del legislador y, por tanto, rechaza que éste “pueda establecer cualquier contenido jurídico”. Por ello, puede igualmente afirmarse que, de la misma manera que el positivismo jurídico del siglo 19 y 20 en realidad no podía desembarazarse de fundamentos jusnaturalistas o de sustancias éticas, detrás del actual normativismo también se encuentra una base ontológica, de la que algunos quieren súbitamente desembarazarse. Ceremonia de Inauguración Ceremonia de Inauguración Palabras del Dr. Moisés Moreno Hernández Presidente del Centro de Estudios de Política Criminal y Ciencias Penales, A.C. Palabras del Mtro. Gerardo Laveaga Rendón Director del Instituto Nacional de Ciencias Penales Declaración inaugural a cargo del Mtro. Raúl Valadés García Rector de la Universidad La Salle PRIMERA SESIÓN “Aspectos Filosófico-políticos del Pensamiento de Welzel” Coordinador: Dr. Sergio García Ramírez Dr. Hans Joachim Hirsch Conf: “Sobre la crítica al finalismo” Dr. Edgardo Alberto Donna Conf: “El pensamiento de Welzel entre el positivismo y el nacionalismo” Dr. Fernando VelásquezVelásquez Conf: “Hans Welzel: una aproximación a su vida y a su obra” Dr. Alejandro Aponte Cardona Conf: “Hans Welzel: la tensión entre derecho natural y derecho positivo. Una visión en perspectiva” SEGUNDA SESIÓN “Fundamentos Metodológicos de la Dogmática Penal de la Política Criminal en el Pensamiento de Welzel” Coordinadora: Dra. Olga Islas de González Mariscal Lic. Rodolfo Félix Cárdenas Conf: “Ontologismo y normativismo en el finalismo enlos años cincuenta” En ausencia del Dr. José Cerezo Mir Dr. Luis Gracia Martín Conf: “El finalismo como método sintético real-normativo para la construcción de la teoría del delito” Dr. Moisés Moreno Hernández Conf: “El Ontologismo de Welzel como fundamento de la dogmática penal y de la política criminal” Dr. Nodier Agudelo Betancur Conf: “De Francesco Carrara a Hans Welzel: Acerca de los límites del legislador penal” Dr. Enrique Díaz Aranda Conf: “La función rectora de los elementos normativos del tipo objetivo frente al tipo subjetivo” TERCERA SESIÓN “Fundamentos Metodológicos de la Dogmática Penal de la Política Criminal en el Pensamiento de Welzel” Coordinador: Dr. Alejandro González Gómez Dr. Wolfang Schöne Conf: “Hans Welzel y la nueva imagen del sistema penal: el finalismo entre ciencia, política criminal y legislación” Dr. Bernd Schünemann Conf: “Lo permanente y lo transitorio del pensamiento de Welzel en la dogmática penal de principios del siglo XXI” Dr. Juan Bustos Ramírez Conf: “Seguridad ciudadana y seguridad jurídica” Dr. Enrique Bacigalupo Conf: “El fundamento del la teoría del error” CUARTA SESIÓN “Problemas contemporáneos de la dogmática penal y de la política criminal ” Coordinador: Dr. Rolando Tamayo Salmorán Dra. Alicia Gil Gil Conf: “Las distintas concepciones actuales sobre la prevención general positiva y su conexión con la idea de la protección de los valores ético-sociales de Hans Welzel” Dr. Eberhard Struensee Conf: “El parámetro individual de la imprudencia” Dr. Miguel Ontiveros Alonso Conf: “El riesgo permitido en Derecho Penal” Lic. Elpidio Ramírez Conf: “El finalismo en el marco de una nueva teoría penal” Lic. José Lino Sánchez Sandoval Conf: “Moderno sistema de responsabilidad penal juvenil a la luz de la teoria finalista de la acción de Hans Welzel” QUINTA SESIÓN “Problemas contemporáneos de la dogmática penal y de la política criminal ” Coordinador: Dr. Luis Fernández Doblado Dra. Alicia Azzolini Bincaz Conf: “La moderna teoría de la imputación objetiva y sus diferencias con el finalismo” Dr. Raúl González-Salas Campos Conf: “La distinción de la ilicitud y la culpabilidad” Dr. Hans Joachim Hirsch Conf: “El injusto del delito culposo” Lic. Jorge Nader Kuri Conf: “Desarrollo actual del injusto de los delitos culposos” Dr. Gerardo Carmona Castillo Conf: “El cuerpo del delito y la probable responsabilidad en la Constitución Mexicana desde la perpectiva finalista ” SEXTA SESIÓN “Dogmática penal, política criminal y derecho penal internacional ” Coordinadora: Dra. María Elena Leguízamo Ferrer Dra. Rebeca E. Contreras López Conf: “El elemento de internacionalidad en los crímenes de lessa humanidad y genocidio del Estatuto de Roma (‘ El dolo en la perspectiva finalista’)” Dr. Rafael Márquez Piñero Conf: “El impacto de la reforma del derecho penal en los preceptos sustantivos desde la perspectiva de la dogmática jurídica” Dr. Ramón de la Cruz Ochoa Conf: “El Derecho penal del enemigo” Dr. Luis Gracia Martín Conf: “Consideraciones críticas acerca del actualmente denominado derecho penal del enemigo” Entrega de reconocimientos y constancias Clausura de la II JORNADA INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL “Lo permanente y lo transitorio del pensamiento de Hans Welzel en la política criminal y en la dogmática penal del S. XXI” Homenaje al profesor de Bonn Hans Welzel Lic. Armando Salinas Torre CENTRO DE ESTUDIOS DE POLITICA CRIMINAL Y CIENCIAS PENALES, A.C. CEPOLCRIM Rio San Ángel No. 81, Col. Guadalupe Inn Deleg. Álvaro Obregón, C.P. 01020 México, Distrito Federal Tel/faxes: 5661-6437, 5661-7163 y 5661-7419 http://www.cepolcrim.org.mx e-mail: contacto@cepolcrim.org.mx Estudios, Capacitación & Asesoría mailto:contacto@cepolcrim.org.mx mailto:contacto@cepolcrim.org.mx mailto:contacto@cepolcrim.org.mx
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