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William Shakespeare - Sueño de una noche de verano - Francisco Puente

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William Shakespeare 
EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO 
 
DRAMATIS PERSONAE 
 
TESEO, Duque de Atenas 
HIPÓLITA, reina de las amazonas, prometida de Teseo 
LISANDRO, enamorado de Hermia 
HERMIA, enamorada de Lisandro 
DEMETRIO, pretendiente de Hermia 
HELENA, enamorada de Demetrio 
EGEO, padre de Hermia 
FILÓSTRATO, maestro de ceremonias 
FONDÓN, tejedor 
MEMBRILLO, carpintero 
FLAUTA, remiendafuelles 
MORROS, calderero 
HAMBRÓN, sastre 
AJUSTE, ebanista 
OBERÓN, rey de las hadas 
TITANIA, reina de las hadas 
ROBÍN EL BUENO, duende 
FLORDEGUISANTE 
 
TELARAÑA 
POLILLA hadas 
MOSTAZA 
 
Acompañamiento en la corte de Atenas. 
Otras hadas del séquito de Oberón y Titania. 
 
EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO 
 
I.i Entran TESEO, HIPóLITA, [FILóSTRATO] y otros. 
TESEO 
Bella Hipólita, nuestra hora nupcial 
ya se acerca: cuatro días gozosos 
traerán otra luna. Mas, ¡ay, qué despacio 
mengua ésta! Demora mis deseos, 
semejante a una madrastra o una viuda 
que va mermando la herencia de un joven. 
HIPÓLITA 
Pronto cuatro días se hundirán en noche; 
pronto cuatro noches pasarán en sueños, 
y entonces la luna, cual arco de plata 
tensado en el cielo, habrá de contemplar 
la noche de nuestra ceremonia. 
TESEO 
Anda, Filóstrato, 
mueve a la alegría a los jóvenes de Atenas, 
despierta el vivo espíritu del gozo. 
Y manda la tristeza a los entierros: 
tan mustia compañía no conviene a nuestra fiesta. 
 
[Sale FILÓSTRATO.] 
 
Hipólita, te he cortejado con mi espada 
e, hiriéndote, tu amor he conquistado. 
Mas voy a desposarte en otro tono: 
con festejo, celebración y regocijo. 
 
Entran EGEO y su hija HERMIA, LISANDRO y DEMETRIO. 
 
EGEO 
¡Salud a Teseo, nuestro excelso duque! 
TESEO 
Gracias, buen Egeo. ¿Qué noticias traes? 
EGEO 
Acudo a ti consternado a denunciar 
a mi propia hija Hermia. -Acércate, 
Demetrio. - Mi noble señor, este hombre tiene 
mi consentimiento para unirse a ella. – 
Acércate, Lisandro. - Y, mi augusto duque, 
este otro le ha embrujado el corazón. - 
Sí, Lisandro: tú le has dado tus poesías 
y con ella has cambiado prendas de amor. 
En el claro de luna le has cantado a su ventana, 
afectando con tu voz tiernos afectos, 
y en su mente tu imagen has sellado con pulseras 
hechas con tu pelo, sortijas, adornos, 
caprichos, baratijas, ramilletes y confites, 
seductores de la incauta juventud; 
con astucia a mi hija has cautivado, 
y has trocado la obediencia que me debe 
en tenaz insumisión. Gran duque, 
si ella aquí, en tu augusta presencia, 
se niega a casarse con Demetrio, 
yo reclamo el antiguo privilegio ateniense; 
puesto que es hija mía, yo dispongo de ella: 
o se la entrego a este caballero
 
o a la muerte, como de forma expresa 
estipula nuestra ley para este caso. 
TESEO 
¿Qué respondes, Hermia? Considera, hermosa joven, 
que tu padre debe ser para ti como un dios. 
Él te dio belleza; sí, y para él 
tú eres como imagen estampada 
en cera: queda a su albedrío 
conservar la figura o borrarla. 
Demetrio es un digno caballero. 
HERMIA 
También Lisandro. 
TESEO 
En sí mismo, sí; pero en este caso, 
al no tener la venia de tu padre, 
el otro debe ser tenido por más digno. 
HERMIA 
Ojalá que mi padre viera con mis ojos. 
TESEO 
Comentario [L1]: Según las leyendas, 
Teseo derrotó a Hipólita, reina de las 
amazonas, y después se casó con ella. 
Comentario [L2]: Demetrio. 
Tus ojos debieran ver con su juicio. 
HERMIA 
Suplico, mi señor, que me perdones. 
No sé lo que me ha dado el valor, 
ni si es conveniente a mi recato 
defender ante ti mi pensamiento. 
Mas te ruego, mi señor, que me digas 
lo peor que puede sucederme 
si me niego a casarme con Demetrio. 
TESEO 
La pena de muerte o renunciar 
para siempre al trato con los hombres. 
Por tanto, bella Hermia, examina tus deseos, 
piensa en tu edad, mide bien tus sentimientos 
y decide si, al no ceder a la elección paterna, 
podrás soportar el hábito de monja, 
encerrada para siempre en lóbrego claustro, 
viviendo como hermana yerma de por vida 
y entonando tenues himnos a la frígida luna. 
Las que, venciendo su pasión, emprenden 
tan casto peregrinaje son tres veces benditas, 
pero en la tierra es más feliz la rosa arrancada 
que la que, ajándose en intacto rosal, 
crece, vive y muere en bendita doncellez. 
HERMIA 
Pues así he de crecer, vivir y morir, señor, 
antes que ceder mi privilegio virginal 
al hombre cuyo no querido yugo 
mi alma se niega a obedecer. 
TESEO 
Considéralo despacio y, con la luna nueva, 
el día en que mi amor y yo sellemos 
un contrato de unión sempiterna, 
ese día prepárate a morir 
por no acatar el deseo de tu padre, 
a casarte con Demetrio, como quiere, 
o, en el altar de Diana, a hacer voto 
de perenne abstinencia y celibato. 
DEMETRIO 
Querida Hernia, cede. Lisandro, somete 
tu falaz pretensión a mi claro derecho. 
LISANDRO 
Demetrio, tú ya tienes el amor de su padre; 
tenga yo el de Hermia. Cásate con él. 
EGEO 
Cierto, burlón Lisandro: él tiene mi amor, 
y con mi amor le daré lo que es mío. 
Como ella es mía, todos mis derechos sobre ella 
se los transfiero a Demetrio. 
LISANDRO 
Mi señor, soy de tan noble cuna como él 
y de igual hacienda. Estoy más enamorado, 
mi posición se equipara, si es que no 
supera, a la de Demetrio. 
Y, lo que cuenta más que mis alardes, 
la hermosa Hermia me quiere. 
Comentario [L3]: Es decir, a Diana, de 
la que Hernia tendría que ser sacerdotisa. 
¿Por qué voy a renunciar a mi derecho? 
Demetrio (y se lo digo a la cara) 
ha cortejado a Helena, la hija de Nédar, 
y le ha robado el alma; y la dulce Helena 
ama, adora, idolatra con delirio 
a este hombre corrompido y veleidoso. 
TESEO 
Debo confesar que también he oído eso 
y pensaba hablar con Demetrio de este asunto, 
mas, atareado con los míos propios, 
se me fue de la memoria. Demetrio, ven, 
y tú también, Egeo; vais a acompañarme: 
os quiero hacer una advertencia a solas. 
Respecto a ti, bella Hernia, prepárate 
a ajustar tu capricho al deseo de tu padre; 
si no, las leyes de Atenas, que yo no puedo 
suavizar, han de entregarte a la muerte 
o a una vida de santo celibato. - 
Ven, Hipólita. ¿Cómo estás, mi amor? - 
Demetrio y Egeo, venid conmigo. 
Os he reservado algunas tareas 
referentes a mis bodas, y quiero hablaros 
de algo que os toca muy de cerca. 
EGEO 
Te seguimos con placer y acatamiento. 
 
Salen todos menos LISANDRO y HERMIA. 
 
LISANDRO 
¿Qué tal, mi amor? ¿Por qué tan pálida? 
¿Cómo es que tus rosas se han mustiado tan deprisa? 
HERMIA 
Tal vez por falta de lluvia, que bien 
podría darles con diluvios de mis ojos. 
LISANDRO 
¡Ay de mí! A juzgar por lo que he leído 
o lo que he oído de casos reales o fábulas, 
el río del amor jamás fluyó tranquilo. 
O había diferencia de rango... 
HERMIA 
¡Qué cruz! Ser noble y no poder prendarse del humilde. 
LISANDRO 
... o edades dispares y no hacían pareja. 
HERMIA 
¡Qué cruel! Ser vieja y no poder casarse con un joven. 
LISANDRO 
O depender de la elección de los tuyos. 
HERMIA 
¡Ah, infierno! ¡Que elijan nuestro amor ojos de otros! 
LISANDRO 
O, si había consonancia en la elección, 
asediaban al amor enfermedad, guerra o muerte, 
volviéndolo fugaz como un sonido, 
veloz como una sombra, efímero cual sueño, 
breve cual relámpago que, en la noche oscura, 
alumbra en su arrebato cielo y tierra 
y, antes que podamos decir «¡Mira!», 
lo devoran las fauces de las sombras. 
Así de rápido perecen ilusiones. 
HERMIA 
Si los amantes encontraban siempre estorbos, 
será porque es ley del destino. 
Soportemos pacientes nuestra pena, 
pues es cruz que de antiguo se ha llevado, 
y tan propia del amor como los sueños, suspiros, 
ansias, deseos y llanto que siempre le acompañan. 
LISANDRO 
Buen parecer. Entonces, oye, Hermia: 
tengo unatía viuda, señora 
de grandes rentas y sin hijos. 
Reside a siete leguas de Atenas, 
y yo soy para ella como su único hijo. 
Allí, querida Hermia, puedo desposarte; 
allí no pueden seguirnos las rígidas 
leyes atenienses. Así que, si me quieres, 
escápate esta noche de casa de tu padre 
y, en el bosque, a una legua de la villa, 
donde una vez te vi con Helena 
celebrando las fiestas de mayo, 
allí te esperaré. 
HERMIA 
Gentil Lisandro, 
por el arco más fuerte de Cupido, 
por su flecha mejor de punta de oro, 
por las palomas de Venus, candorosas, 
por lo que une almas y al amor exhorta, 
por el fuego en que ardió Dido de Cartago 
cuando vio zarpar al falso troyano,
 
por cuantas promesas el hombre vulnera 
(más de las que nunca mujeres hicieran), 
te juro que en ese lugar que me has dicho 
mañana sin falta me veré contigo. 
LISANDRO 
Cumple el juramento, amor. Aquí viene Helena. 
 
Entra HELENA. 
 
HERMIA 
Dios te guarde, bella Helena. ¿Dónde vas? 
HELENA 
¿Me has llamado bella? Lo has de retirar. 
Demetrio ama tu belleza. ¡Gran dicha! 
Le guían tus ojos, y tu voz divina 
le suena más dulce que al pastor la alondra 
cuando el trigo es verde y el espino brota. 
El mal se contagia. ¡Pero no un semblante! 
El tuyo, mi Hermia, quisiera robarte. 
Mi oído, tu voz; mis ojos anhelan 
tus ojos; mi lengua, el son de tu lengua. 
Fuera mío el mundo, menos a Demetrio, 
por cambiarme en ti lo daría entero. 
¡Ah, enséñame a ser bella, dime ya 
Comentario [L4]: Eneas, que la 
abandonó para ir a fundar Roma. 
cómo logras a Demetrio enamorar! 
HERMIA 
Le miro con ceño, pero él sigue amándome. 
HELENA 
¡Aprendieran mis sonrisas ese arte! 
HERMIA 
Le doy maldiciones, y él me da su amor. 
HELENA 
¡Pudieran mis preces moverle a pasión! 
HELENA 
Cuanto más le odio, más me sigue él. 
HELENA 
Cuanto más le amo, más me odia él. 
HERMIA 
Culpa mía no es su locura, Helena. 
HELENA 
¡Así fuera mía! Es de tu belleza. 
HERMIA 
Alégrate. Nunca más verá mi cara, 
pues Lisandro y yo huiremos de casa. 
Antes que a Lisandro le hubiera yo visto, 
para mí era Atenas como un paraíso. 
¿Cuáles son las gracias que hay en mi dueño, 
que ha convertido un cielo en infierno? 
LISANDRO 
Dulce Helena, te revelo nuestro plan: 
mañana, cuando en el marino cristal 
la luna contemple su rostro plateado 
y líquidas perlas adornen los campos 
(la hora que huidas de amantes oculta), 
las puertas de Atenas verán nuestra fuga. 
HERMIA 
Y en el bosque, donde tú y yo tantos días 
solíamos yacer en lechos de prímulas 
confiándonos las dos nuestros secretos, 
allí Lisandro y yo nos encontraremos: 
no nos faltarán, olvidando Atenas, 
otras compañías y amistades nuevas. 
Adiós, buena amiga; tennos en tus preces, 
y que tu Demetrio te depare suerte. 
Lisandro, no faltes. Del manjar de amores 
nuestra vista ayune hasta mañana noche. 
LISANDRO 
Allí estaré, Hermia. 
 
Sale HERMIA. 
 
Helena, he de irme. 
Cual tú por Demetrio, que él por ti suspire. 
 
Sale. 
 
HELENA 
¡Cuánto más felices son unas que otras! 
Para Atenas soy como ella de hermosa, 
mas, ¿de qué me sirve? No lo cree Demetrio: 
lo que todos saben no quiere saberlo. 
¿Que él yerra adorando los ojos de Hermia? 
Yo tampoco acierto amando sus prendas. 
A lo que es grosero, deforme y vulgar 
Amor puede darle forma y dignidad. 
Amor ve con la mente, no con la vista; 
por eso a Cupido dios ciego lo pintan. 
Y no es que a su mente la guíe el cuidado, 
que alas y ceguera hablan de arrebatos. 
Por eso se dice que Amor es un niño, 
pues ha errado mucho con quien ha elegido. 
Y si los muchachos jugando se mienten, 
así el niño Amor es perjuro siempre. 
Antes que Demetrio de Hermia se prendara 
sus votos de amor eran granizada. 
Llegando al granizo el calor de Hermia, 
con él derritió todas sus promesas. 
La fuga de Hermia le voy a contar: 
mañana en la noche él la seguirá 
hasta el mismo bosque. Cuando oiga mi anuncio, 
si me da las gracias, las dará a disgusto. 
Mas yo de este modo la pena compenso 
viéndole ir allá, y luego al regreso. 
 
Sale. 
 
I.ii Entran MEMBRILLO el carpintero, AJUSTE el ebanista, FONDÓN el tejedor, FLAUTA el 
remiendafuelles, MORROS el calderero y HAMBRÓN el sastre. 
 
MEMBRILLO 
¿Está toda la compañía? 
FONDÓN 
Más vale que los llames peculiarmente, uno a uno, según el escrito. 
MEMBRILLO 
Aquí está la lista con los nombres de todos los de Atenas a los que se considera aptos para representar la 
comedia ante el duque y la duquesa en la noche de su boda. 
FONDÓN 
Amigo Membrillo, primero di de qué trata la obra; después, nombra a los cómicos y entonces llega al 
final. 
MEMBRILLO 
Pues la obra se llama «La dolorosísima comedia y la crudelísima muerte de Píramo y Tisbe». 
FONDÓN 
Un gran trabajo, te lo digo yo, y divertido. Ahora, amigo Membrillo, pasa lista a los cómicos. Señores, 
separaos. 
MEMBRILLO 
Responded conforme os llame. Fondón el tejedor. 
FONDÓN 
Presente. Dime mi papel y sigue. 
MEMBRILLO 
Tú, Fondón, haces de Píramo. 
FONDÓN 
¿Quién es Píramo? ¿Un amante o un tirano? 
MEMBRILLO 
Un amante que se mata galantemente por amor. 
FONDÓN 
Comentario [L5]: En la mitología 
griega, Píramo y Tisbe se amaban contra la 
voluntad de sus padres y, tras concertar una 
cita secreta, Píramo se suicidó creyendo que 
un león había devorado a su amada. 
Para hacerlo bien eso exigirá algún llanto. Si es mi papel, que el público se cuide de sus ojos: 
desencadenaré tempestades, lloraré mi dolor. Todo eso. Aunque lo mío es el tirano. Haría un Hércules 
espléndido o un papel de bramar y tronar, de estremecerlo todo: 
Las rocas rugientes, 
los golpes rompientes 
destrozan los cierres 
de toda prisión. 
Y el carro de Febo, 
que brilla a lo lejos, 
al destino necio 
trae la destrucción. 
¡Qué sublime! - Llama a los otros cómicos. - Es el tono de Hércules, el tono de un tirano. Un amante es 
más doliente. 
MEMBRILLO 
Flauta el remiendafuelles. 
FLAUTA 
Presente, Membrillo. 
MEMBRILLO 
Flauta, tú tienes que hacer de Tisbe. 
FLAUTA 
¿Quién es Tisbe? ¿Un caballero andante? 
MEMBRILLO 
Es la amada de Píramo. 
FLAUTA 
Oye, no. No me deis un papel de mujer: me está saliendo la barba. 
MEMBRILLO 
No importa. Puedes hacerlo con máscara y hablar con voz fina. 
FONDÓN 
Si puedo taparme la cara, déjame hacer de Tisbe a mí también. Pondré una voz finísima: «Tizne, Tizne.» 
« ¡Ah, Píramo, amado mío! ¡Querida Tisbe, amada mía! » 
MEMBRILLO 
No, no. Tú haces de Píramo; y tú, de Tisbe, Flauta. 
FONDÓN 
Bueno, sigue. 
MEMBRILLO 
Hambrón el sastre. 
HAMBRÓN 
Presente, Membrillo. 
MEMBRILLO 
Hambrón, tú tienes que hacer de madre de Tisbe. - Morros el calderero. 
MORROS 
Presente, Membrillo. 
MEMBRILLO 
Tú, de padre de Píramo. Yo, de padre de Tisbe. -Ajuste el ebanista. Tú, el papel del león. - Espero que 
sea un buen reparto. 
AJUSTE 
¿Tienes escrito el papel del león? Si lo tienes, haz el favor de dármelo, que yo aprendo despacio. 
MEMBRILLO 
Puedes improvisarlo: sólo hay que rugir. 
FONDÓN 
Déjame hacer de león a mí también. Rugiré de tal modo que levantaré el ánimo a cualquiera. Rugiré de 
tal modo que el duque dirá: «¡Que vuelva a rugir, que vuelva a rugir!» 
MEMBRILLO 
Si te pones tan tremendo asustarás a la duquesa y a las damas, y harás que griten. Sólo por eso nos 
ahorcarían a todos. 
TODOS 
A todos, a cada hijo de vecino. 
FONDÓN 
Amigos, si asustáis de muerte a las damas, seguro que no les quedará más respectiva que ahorcarnos. 
Pero yo voy a agraviar la voz y os rugiré más suave que un pichón. Os rugiré como un ruiseñor. 
MEMBRILLO 
Tú no harás más que de Píramo, que Píramo es bien parecido y tan apuesto como el que más en día de 
primavera. Muy guapo y todo un caballero. Así que tienes que hacer de Píramo. 
FONDÓN 
Bueno, pues me encargo de él. ¿Qué barba es mejor parael papel? 
MEMBRILLO 
La que tú quieras. 
FONDÓN 
Actuaré con barba de color paja, con barba cobriza, con barba carmesí o con barba dorada como una co-
rona de oro francesa. 
MEMBRILLO 
Algunas coronas francesas ya no tienen pelo, así que tendrás que actuar afeitado. - Bueno, amigos, aquí 
tenéis los papeles. Os ruego, suplico y ordeno que os los aprendáis para mañana noche y que os reunáis 
conmigo en el bosque de palacio, a una milla de Atenas, a la luz de la luna. Allí ensayaremos, que, si nos 
juntamos en la ciudad, la gente nos asediará y sabrá lo que tramamos. Mientras, haré una lista de los 
accesorios que requiere la comedia. Os lo ruego, no faltéis. 
FONDÓN 
Nos reuniremos y podremos ensayar con todo libertinaje y sin temor. ¡Trabajad duro y sin fallos! ¡Adiós! 
MEMBRILLO 
Nos vemos junto al roble del duque. 
FoNDóN 
Conforme. El que falte, se la carga. 
 
Salen. 
 
II.i Entra un HADA por una puerta y ROBÍN EL BUENO por la otra. 
 
ROBA 
¿Qué hay, espíritu? ¿Dónde te encaminas? 
HADA 
Por valle y collado, 
por soto y brezal, 
por parque y cercado, 
por fuego y por mar. 
Por doquier me muevo presta, 
como la luna en su esfera.
 
A mi Hada Reina sirvo 
y en la hierba formo círculos. 
Sus guardianas son las prímulas: 
sus mantos dorados brillan 
de rubíes, don de hadas; 
vive en ellos su fragancia. 
Traeré gotas de rocío, por prenderlas 
en la oreja de estas flores como perlas. 
Adiós, espíritu burdo; ya te dejo. 
Nuestra reina se aproxima con sus elfos.
 
ROBÍN 
Esta noche el rey aquí tiene fiesta; 
procura que no se encuentre a la reina: 
Oberón está cegado de ira, 
porque ella ha robado a un rey de la India 
un hermoso niño que será su paje; 
Comentario [L6]: Probable alusión a la 
calvicie causada por la sífilis (el mal 
francés). 
Comentario [L7]: Segun la astronomía 
tolemaica, cada planeta o cuerpo celeste 
giraba alrededor de la Tierra llevado en una 
esfera envolvente de la que era inseparable. 
Comentario [L8]: Se creía que un 
círculo de hierba más oscura y espesa en 
medio de un prado era obra de las hadas y 
que éstas bailaban sobre él. 
Comentario [L9]: Es decir, con sus 
hadas. 
jamás había robado niño semejante. 
Oberón, celoso, quiere la criatura 
para su cortejo, aquí, en la espesura. 
Mas ella a su lindo amado retiene, 
lo adorna de flores, lo hace su deleite. 
Y ya no se ven en prado o floresta, 
junto a clara fuente, bajo las estrellas, 
sin armar tal riña que los elfos corren 
y en copas de bellotas todos se esconden. 
HADA 
Si yo no confundo tu forma y aspecto, 
tú eres el espíritu bribón y travieso 
que llaman Robín. ¿No eres tú, quizá? 
¿Tú no asustas a las mozas del lugar, 
trasteas molinillos, la leche desnatas, 
haces que no saquen manteca en las casas 
o que la cerveza no levante espuma, 
se pierda el viajero de noche, y te burlas? 
A los que te llaman «el trasgo» y «buen duende» 
te agrada ayudarles, y ahí tienen suerte. 
¿No eres el que digo? 
ROBÍN 
Muy bien me conoces: 
yo soy ese alegre andarín de la noche. 
Divierto a Oberón, que ríe de gozo 
si burlo a un caballo potente y brioso 
relinchando a modo de joven potrilla. 
Acecho en el vaso de vieja cuentista 
en forma y aspecto de manzana asada; 
asomo ante el labio y, por la papada, 
cuando va a beber, vierto la cerveza. 
Al contar sus cuentos, esta pobre vieja 
a veces me toma por un taburete: 
le esquivo el trasero, al suelo se viene, 
grita «¡Qué culada!», y tose sin fin. 
Toda la compaña se echa a reír, 
crece el regocijo, estornudan, juran 
que un día tan gracioso no han vivido nunca. 
Pero aparta, hada: Oberón se acerca. 
HADA 
Y también mi ama. ¡Ojalá él se fuera! 
 
Entran [OBERÓN] el rey de las hadas, por una puerta, con su séquito, y [TITANIA] la 
reina, por la otra, con el suyo. 
 
OBERÓN 
Mal hallada aquí, bajo la luna, altiva Titania. 
TITANIA 
¿Cómo? ¿El celoso Oberón? Corramos, hadas. 
He abjurado de su lecho y compañía. 
OBERÓN 
¡Espera, rebelde! ¿No soy yo tu esposo? 
TITANIA 
Y yo seré tu esposa. Pero sé 
que te has escabullido del País de las Hadas 
y, encarnado en Corino, te has pasado el día 
Comentario [L10]: Se creía que las 
hadas robaban criaturas. 
tocando el flautillo y recitando amores 
a la enamorada Fílida. ¿Qué te trae aquí 
de los remotos confines de la India 
si no es, en verdad, que la esforzada amazona, 
tu dama cazadora, tu amada guerrera, 
va a casarse con Teseo y tú pretendes 
dar al tálamo dichas y venturas? 
OBERÓN 
¿Y tú cómo te atreves, Titania, a mencionar 
mi buen entendimiento con Hipólita 
sabiendo que yo sé de tu amor por Teseo? 
En la noche estrellada, ¿no le apartaste 
de Perigenia, a quien sedujo? 
¿No le hiciste ser infiel a la bella Egle, 
a Ariadna y a Antíope? 
TITANIA 
Todo eso son ficciones de los celos. 
Desde el principio del verano no nos hemos 
encontrado en cerro, valle, prado o bosque, 
junto a fuente pedregosa o arroyo con juncos 
o a la orilla arenosa de los mares, 
bailando en corro al son del viento, sin que tú 
nos perturbes la fiesta con tus quejas, 
a tal punto los vientos, silbándonos en vano, 
como en venganza sorbieran de la mar 
brumas malsanas que, al caer en la tierra, 
han hinchado de tal modo los ríos más menudos 
que los han desbordado de su cauce. 
El buey ha tirado inútilmente del arado, 
el labrador ha malgastado su labor 
y aún tierno se ha podrido el trigo verde. 
En el campo anegado el redil está vacío 
y los cuervos se ceban en las reses muertas. 
El terreno de los juegos se ha embarrado 
y, por falta de uso, los laberínticos senderos 
apenas se distinguen invadidos de hierba. 
Los mortales añoran los gozos del invierno: 
ni cánticos ni himnos bendicen ya la noche. 
Tú has hecho que la luna, que rige las mareas, 
pálida de furia bañe el aire 
causando multitud de fiebres y catarros. 
Con esta alteración estamos viendo 
cambiar las estaciones: la canosa escarcha 
cae sobre la tierna rosa carmesí 
y a la helada frente del anciano Invierno 
la ciñe, como en broma, una diadema 
de fragantes renuevos estivales. Primavera, 
verano, fecundo otoño, airado invierno 
se cambian el ropaje y, viendo sus efectos, 
el aturdido mundo no sabe distinguirlos. 
Toda esta progenie de infortunios 
viene de nuestra disputa, de nuestra discordia. 
Nosotros somos sus autores y su origen. 
OBERÓN 
Pues ponle remedio. De ti depende. 
¿Por qué Titania se opone a su Oberón? 
Yo sólo te pido el niño robado 
Para hacerlo mi paje. 
TTTANIA 
No te esfuerces: ni por todo 
el País de las Hadas daría el niño. 
Su madre me tenía devoción; 
en el aire perfumado de la India 
conversaba a mi lado muchas noches 
y, sentada en la amarilla playa junto a mí, 
observaba el navegar de los barcos mercantes. 
Reíamos de ver cómo el viento retozón 
hinchaba y preñaba las velas. Ella, 
encinta de este niño, imitaba 
los barcos con su andar grácil y ondulante 
y en tierra navegaba por traerme 
menudencias y, cual de una travesía, 
regresaba junto a mí con rico cargamento. 
Mas, siendo una simple mortal, murió en el parto; 
por ella estoy criando yo a su hijo 
y por ella no pienso separarme de él. 
OBERÓN 
¿Te quedarás aquí, en el bosque, mucho tiempo? 
TITANIA 
Quizá hasta después de las bodas de Teseo. 
Si te avienes a bailar en nuestro corro 
y a ver nuestra fiesta a la luz de la luna, ven. 
Si no, rehúyeme, y yo evitaré tu territorio. 
OBERÓN 
Dame el niño y yo iré contigo. 
TITANIA 
Ni por todo tu reino. - Vámonos, hadas, 
que tendríamos pelea si me quedara. 
 
Salen [TITANIA y su séquito]. 
 
OBERÓN 
Muy bien, vete. De este bosque no saldrás 
hasta que te haya atormentado por tu afrenta. – 
Mi buen Robín, acércate. ¿Recuerdas 
que una vez, sentado en un promontorio, 
oí a una sirena montada en un delfín 
entonar tan dulces y armoniosas melodíasque el rudo mar se volvió amable con su canto 
y algunas estrellas saltaron locas de su esfera 
oyendo a la ninfa de los mares? 
ROBÍN 
Lo recuerdo. 
OBERÓN 
Aquella vez yo vi (tú no podías), 
volando entre la fría luna y la tierra, 
a Cupido todo armado. Apuntó bien 
a una hermosa virgen que reinaba en Occidente 
y disparó con energía su amoroso dardo 
cual si fuera a atravesar cien mil corazones. 
Mas yo vi que los castos rayos de la luna 
detenían la fogosa flecha de Cupido 
y que la regia vestal seguía caminando 
con sus puros pensamientos, libre de amores. 
Observé en dónde caía el dardo: 
cayó sobre una florecilla de Occidente, 
antes blanca, ahora púrpura por la herida 
del amor. Las muchachas la llaman «suspiro». 
Tráeme esa flor: una vez te la enseñé. 
Si se aplica su jugo sobre párpados dormidos, 
el hombre o la mujer se enamoran locamente 
del primer ser vivo al que se encuentran. 
Tráeme la flor y vuelve aquí 
antes que el leviatán nade una legua. 
ROBÍN 
Pondré un cinto a la tierra en cuarenta minutos. 
 
[Sale.] 
 
OBERÓN 
En cuanto tenga el jugo 
esperaré a que Titania esté dormida 
para verter el líquido en sus ojos. 
Al primer ser vivo que vea cuando despierte, 
sea un león, un oso, un lobo, un toro, 
el travieso mono, el incansable simio, 
lo seguirá con las ansias del amor. 
Y antes que yo quite de sus ojos el hechizo 
(y puedo quitárselo con otra planta), 
haré que me entregue su paje. 
Pero, ¿quién viene? Como soy invisible, 
voy a escuchar su conversación. 
 
Entra DEMETRIO seguido de HELENA. 
 
DEMETRIO 
No te quiero, así que no me sigas. 
¿Dónde están Lisandro y la bella Hermia? 
A él le mataré; ella me mata a mí. 
Me dijiste que se escondieron en el bosque: 
pues aquí estoy, delirando en el bosque 
porque no encuentro a mi Hermia. 
¡Vamos, vete y deja de seguirme! 
HELENA 
Tú me atraes, imán duro y despiadado! 
No es que yo sea hierro: mi alma es fiel 
como el acero. Pierde tú el poder de atraer 
y yo no tendré poder para seguirte. 
DEMETRIO 
¿Acaso te incito? ¿Acaso te adulo? 
Más bien, ¿no te digo con toda franqueza 
que ni te quiero ni podré quererte? 
HELENA 
Y yo te quiero más por decir eso. 
Soy tu perrita: Demetrio, cuanto más 
me pegues tú, yo seré más zalamera. 
Trátame como a tal: dame golpes, puntapiés; 
desatiéndeme, abandóname, mas consiente 
que, indigna como soy, pueda seguirte. 
¿Qué peor lugar tendría yo en tu afecto 
(aun siendo para mí un puesto de honor) 
que ser tratada como tú tratas a tu perro? 
DEMETRIO 
No fuerces tanto el odio de mi alma, 
que sólo de verte ya me pongo malo. 
HELENA 
Y yo me siento mal si no te veo. 
DEMETRIO 
Tú arriesgas demasiado tu recato 
saliendo de Atenas y entregándote 
en brazos de quien no puede quererte, 
confiando a los azares de la noche 
y a la tentación de estas soledades 
el rico tesoro de tu virginidad. 
HELENA 
Tu virtud es mi garantía, porque 
no es de noche si veo tu cara, 
y por eso no me siento expuesta a la noche. 
Y al bosque no le falta la compañía del mundo, 
pues tú eres para mí el mundo entero. 
¿Cómo se puede decir que estoy sola 
cuando aquí está el mundo entero para verme? 
DEMETRIO 
Huiré de ti, me esconderé entre las matas 
y te dejaré a merced de las fieras. 
HELENA 
Ni la más cruel tiene tu corazón. 
Corre si quieres; se invertirá la historia: 
huirá Apolo, y Dafne le dará caza; 
la paloma perseguirá al buitre, la gacela 
correrá por atrapar al tigre. ¡Vana carrera 
cuando huye el valor y persigue el miedo! 
DEMETRIO 
No pienso discutir más. Déjame 
o, si me sigues, ten por cierto 
que voy a hacerte daño aquí, en el bosque. 
HELENA 
Sí, daño ya me haces en la iglesia, 
en la ciudad, en el campo. ¡Demetrio, por Dios! 
Tus agravios deshonran a mi sexo: 
no luchamos por amor, como los hombres, 
pues son ellos quienes han de hacer la corte. 
 
[Sale DEMETRIO.] 
 
Te seguiré, y de mi infierno haré un cielo 
si va a darme muerte quien yo tanto quiero. 
 
Sale. 
 
OBERÓN 
Adiós, ninfa. Antes que salga del bosque, 
él te seguirá, enfermo de amores. 
 
Entra 
 
ROBíN. 
Bienvenido, andarín. ¿Traes la flor? 
ROBIIv 
Sí, aquí la tengo. 
OBERÓN 
Te lo ruego, dámela. 
Hay una loma en que florece el tomillo, 
brotan las violetas y los ciclaminos, 
pergolada de fragante madreselva, 
de rosales trepadores y mosquetas. 
Parte de la noche duerme allí Titania, 
arrullada entre las flores tras la danza; 
su piel esmaltada deja allí la sierpe, 
ropaje que a un hada de sobras envuelve. 
Yo con esta esencia le untaré los ojos 
y la llenaré de torpes antojos. 
Tú llévate un poco; busca en la enramada 
a una ateniense que está enamorada 
de un joven ingrato: úntale a él los ojos 
de forma que vea, primero de todo, 
a la propia dama. Podrás conocerle 
porque va vestido con ropa ateniense. 
Hazlo con cuidado, de modo que esté 
más loco por ella que ella por él. 
Ven a verme antes de que cante el gallo. 
ROBÍN 
Tu siervo lo hará. No tema mi amo. 
 
Salen. 
 
II.ii Entra TITANIA, reina de las hadas, con su séquito. 
 
TITANIA 
Vamos, bailad en corro y cantad. 
Después, por unos segundos, partid: 
unas, a matar larvas en los capullos de rosas; 
otras, a quitar a los murciélagos el cuero 
de sus alas para hacerles capas a mis elfos; 
y otras, a alejar al búho que, de noche, 
ulula de asombro ante nuestra finura. 
Arrulladme; después, a trabajar mientras duermo. 
 
Cantan las HADAS. 
 
[HADA l.
a
] 
Ni sierpes de lengua doble, 
ni un erizo se ha de ver. 
Salamandras y luciones, 
a mi reina no dañéis. 
[CORO] 
Acompaña, ruiseñor, 
nuestra nana con tu son. 
Nana, nana, nananá; nana, nana, nananá. 
Nunca mal, 
ni hechizo habrá 
que amenace a nuestra dama. 
Buenas noches con la nana. 
HADA l.
a
 
Tejedora araña, ¡lejos! 
¡Vete, zanquilarga, atrás! 
¡Fuera, escarabajo negro! 
Y, babosas, no hagáis mal. 
[CORO] 
Acompaña, ruiseñor, etc. 
 
Se duerme TITANIA. 
 
HADA 2.
a 
Todo bien. Vámonos ya. ¡Que una monte guardia allá! 
 
[Salen las HADAS.] 
Entra OBERÓN [y aplica el jugo a los párpados de TITANIA]. 
 
OBERÓN 
A quien veas al despertar 
por tu amado tomarás; 
por él de amor penarás. 
Sea oso, lince o gato, 
rudo jabalí o leopardo, 
lo que despertando veas 
será tu amor. Tú despierta 
cuando algo feo esté cerca. 
 
[Sale.] 
Entran LISANDRO y HERMIA. 
 
LISANDRO 
Amor, de andar por el bosque desfalleces 
y, en verdad, a mí el camino se me olvida. 
Hermia, más nos vale descansar si quieres 
y esperar a reanimarnos con el día. 
HERMIA 
Muy bien. Tú búscate un lecho, buen Lisandro; 
yo sobre esta orilla buscaré descanso. 
LISANDRO 
Que el césped nos sirva de almohada a los dos: 
haya un lecho, un juramento, un corazón. 
HERMIA 
No, mi buen Lisandro. Por mi amor, intenta 
descansar más lejos, no acostarte cerca. 
LISANDRO 
¡Amor mío, mi intención es inocente! 
Cuando hablan amantes, el amor entiende. 
Lo que digo es que mi pecho se une al tuyo 
de tal modo que entre ambos hacen uno. 
Si dos corazones se juran amor, 
después ya no queda más que un corazón. 
Conque no me impidas que duerma a tu lado, 
pues con este enredo no te habré enredado. 
HERMIA 
Mi Lisandro sutiliza con encanto. 
¡Pierda yo mi dignidad y mis modales 
si he pensado que pretendes enredarme! 
Pero, amigo, por amor y cortesía 
acuéstate lejos, si el decoro estimas; 
el alejamiento que se recomienda 
a un soltero honesto y a una doncella: 
a esta distancia. Muy bien, que descanses 
y que, mientras vivas, tu amor jamás cambie. 
LISANDRO 
Así sea, te digo: has rezado bien. 
Que cese mi vida cuando no sea fiel. 
Mi lecho está aquí; sea tu alivio el sueño. 
HERMIA 
A medias contigo se cumpla el deseo. 
 
Se duermen. 
Entra 
-
ROBÍN. 
 
ROBÍN 
Todo el bosque he recorrido, 
peroal de Atenas no he visto 
en cuyos ojos se encienda 
el amor que da esta esencia. 
Noche y silencio. ¿Quién duerme? 
Viste con ropa ateniense. 
Éste es quien dijo Oberón 
que despreciaba a su amor. 
Y aquí está ella, durmiendo 
en el sucio y frío suelo. 
Pobrecilla, no se ha echado 
junto al cruel desamorado. 
Ruin, a tus ojos aplico 
las virtudes de este hechizo. 
Que el amor, cuando despiertes, 
los párpados no te cierre. 
Despierta cuando no esté, 
pues a Oberón debo ver. 
 
Sale. 
Entran DEMETRIO y HELENA, corriendo. 
 
HELENA 
Detente ya, aunque me mates, buen Demetrio. 
DEMETRIO 
Aléjate, no me acoses, te lo ordeno. 
HELENA 
¿Es que piensas dejarme en la oscuridad? 
DEMETRIO 
Me voy solo. Quédate o lo sufrirás. 
 
Sale. 
 
HELENA 
Me roba el aliento esta caza loca; 
menor es la gracia cuanto más imploras. 
Dondequiera esté, bien dichosa es Hermia, 
pues tiene unos ojos que atraen y embelesan. 
¿Cómo es que así brillan? No será su llanto, 
que entonces mis ojos más se han inundado. 
No es eso: es que soy más fea que un oso, 
pues, cuando veo animales, me huyen todos; 
conque no debe extrañarme que Demetrio 
me rehúya cual si yo fuera un engendro. 
¿Qué espejo falaz y siniestro pretende 
medirme con Hermia y sus ojos celestes? 
Mas, ¿quién hay aquí? ¿Es Lisandro el que yace? 
¿Duerme o está muerto? No veo que haya sangre. 
Si vives, despierta, Lisandro, señor. 
LISANDRO [despertándose] 
Y andaré por fuego en pos de tu amor. 
Transparente Helena, la sabia natura 
me deja que vea el corazón que ocultas. 
¿Dónde está Demetrio? ¡Ah, qué bien le cuadra 
el vil nombre a quien matará mi espada! 
HELENA 
No digas eso, Lisandro, no lo digas. 
¿Qué más da que ame a Hermia? ¿Qué más daría? 
Pero Hermia te quiere. Vive, pues, en paz. 
LISANDRO 
¿En paz yo con Hermia? No, pues hice mal 
malgastando en ella minutos de más. 
Hermia, no: Helena es la que amo ahora. 
¿Quién no cambiaría cuervo por paloma? 
La razón gobierna nuestra voluntad; 
la razón me dice que tú vales más. 
Todo cuanto crece madura en sazón; 
yo hasta hoy no estaba maduro en razón. 
Y ahora, en la cima del discernimiento, 
la razón dirige todos mis deseos 
y me lleva a tus ojos, preciosos libros, 
donde leo historias que el amor ha escrito. 
HELENA 
¿Nací yo para sufrir la burla cruel? 
¿Qué habré hecho que merezca tu desdén? 
¿No es bastante, jovencito, no es bastante 
no haber merecido la mirada amable 
del buen Demetrio, ni poder merecerla, 
sin que tú te mofes de mis deficiencias? 
Eres muy injusto, de veras lo eres, 
cortejándome de un modo tan hiriente. 
Mas queda con Dios. De verdad confieso 
que te había tenido por más caballero. 
¡Ah, que la mujer que un hombre rechaza 
deba ser también por otro insultada! 
 
Sale. 
 
LSANDRO 
No ha visto a Hermia. - Hernia, duerme tú ahí 
y ojalá ya nunca te acerques a mí. 
Pues, igual que un exceso de golosinas 
las hace enojosas y hasta repulsivas, 
o, cual las herejías que se abandonan, 
que quien ha creído en ellas más las odia, 
a ti, mi herejía y mi dulce exceso, 
todos te aborrezcan y yo más que ellos. 
Ahora consagro mi amor y energías 
a ser caballero de Helena y servirla. 
 
Sale. 
 
HERMIA [despertándose] 
¡Socorro, Lisandro! ¡Ven a defenderme 
y quítame de mi pecho esta serpiente! 
¡Ay de mí, piedad! - ¡Ah, qué terrible sueño! 
Lisandro, mira cómo tiemblo de miedo. 
El corazón una sierpe me comía, 
mientras tú despreocupado sonreías. 
¡Lisandro! ¿Se ha ido? ¡Lisandro, amigo! 
¿No estás? ¿No me oyes? ¿Ni una voz, ni un ruido? 
¡Ay! ¿Dónde estás? Si es que me oyes, di algo; 
por amor, habla. Del miedo me desmayo. 
¿No? ¿Nada? Entonces, si aquí ya no estás, 
a ti o a la muerte tengo que encontrar. 
 
Sale. 
 
III.i Entran los cómicos [FONDÓN, MEMBRILLO, MORROS, HAMBRóN, AJUSTE y FLAUTA]. 
 
FONDÓN 
¿Estamos todos? 
MEMBRILLO 
Y a la hora. Este sitio es formidable para ensayar. El césped será la escena; esta mata de espino, el 
vestuario, y actuaremos igual que después ante el duque. 
FONDÓN 
¡Membrillo! 
MEMBRILLO 
¿Qué quiere mi gran Fondón? 
FONDÓN 
En esta comedia de Píramo y Tisbe hay cosas que no gustarán. Primera, Píramo desenvaina y se mata: las 
damas no pueden soportarlo. ¿Qué me dices? 
MORROS 
Diantre, es para temerlo. 
HAMBRóN 
Al final tendremos que quitar las muertes. 
FONDÓN 
Nada de eso: con mi idea quedará bien. Escribid un prólogo en el que se diga que no haremos daño con 
las espadas y que Píramo no muere de verdad; y, para más seguridad, decidles que yo, Píramo, no soy 
Píramo, que soy Fondón el tejedor. Esto los tranquilizará. 
MEMBRILLO 
Bien, escribiremos el prólogo, y en versos de ocho y seis sílabas. 
FONDÓN 
No, añádeles dos: en versos de ocho y ocho. 
MORROS 
¿Y el león no asustará a las damas? 
HAMBRÓN 
Me lo temo, os lo aseguro. 
FONDÓN 
Señores, tenéis que pensarlo bien. Meter un león entre damas (¡Dios nos libre!) es cosa de espanto, pues 
no hay pájaro salvaje más terrible que el león. Habría que llevar cuidado. 
MORROS 
Pues, nada: otro prólogo diciendo que no es un león. 
FONDÓN 
Sí, y dando el nombre del actor, y que se le vea media cara por el cuello del león, y que hable él mismo, 
diciendo esto o algo de su parecencia: «Damas...», o «Bellas damas, desearía...», o «Yo os rogaría...», o 
«Yo os suplicaría que no temáis, que no tembléis: mi vida por la vuestra. Si creéis que vengo aquí como 
león, no merezco vivir. No, no soy tal cosa: soy un hombre como otro cualquiera.» Y entonces que diga 
su nombre, y les diga claramente que es Ajuste el ebanista. 
MEMBRILLO 
Muy bien, se hará. Quedan dos dificultades: una es meter la luz de la luna en el salón. Ya sabéis que 
Píramo y Tisbe se encuentran a la luz de la luna. 
MORROS 
¿Habrá luna la noche de la función? 
FONDÓN 
¡Un calendario, un calendario! Míralo en el almanaque. Mira cuándo hay luna, cuándo hay luna. 
MEMBRILLO 
Sí, esa noche hay luna. 
FoNDóN 
Entonces se puede dejar abierta una hoja de la ventana del salón donde actuaremos, y la luz de la luna 
podrá entrar por la ventana. 
MEMBRILLO 
Eso o, si no, que entre alguno con un manojo de espinos y una lámpara diciendo que viene a empersonar 
o representar la luz de la luna. La otra cosa que necesitamos es un muro en el salón, pues, según la 
historia, Píramo y Tisbe se hablaron por la grieta de un muro. 
MORROS 
Un muro no se puede meter. ¿Tú qué dices, Fondón? 
FONDÓN 
Pues que alguien tendrá que hacer de muro. Que venga con yeso, argamasa o revoque para indicar que es 
un muro. O que ponga los dedos así y por este hueco pueden musitar Píramo y Tisbe.
 
MEMBRILLO 
Si puede hacerse, todo irá bien. Vamos, todo hijo de vecino a sentarse y ensayar su papel. Píramo, tú 
empiezas. Al acabar tu recitado, te metes en ese matorral. Y así los demás, según os toque. 
 
Entra ROBÍN [invisible]. 
 
ROBÍN 
¿Qué están voceando estos rústicos de estopa aquí, junto a la cuna de nuestra Hada Reina? ¡Cómo! 
¿Alguna comedia? Seré espectador; y tal vez actor, si se presenta el caso. 
MEMBRILLO 
Habla, Píramo. Tisbe, acércate. 
FONDÓN 
«Tisbe, encierran las flores sabor ojeroso.» 
MEMBRILLO 
¡Oloroso! 
FONDÓN 
sabor oloroso. 
Igual es tu aliento, mi Tisbe querida. 
Mas, oye. ¡Una voz! Aguarda un instante, 
que Píramo vuelve contigo en seguida.» 
 
Sale. 
 
ROBÍN 
Comentario [L11]: Según la leyenda, 
en la luna hay un hombre que lleva un 
manojo de espinos y una lámpara y que a 
veces va acompañado por su perro. 
Comentario [L12]: Es decir, por el 
hueco en forma de uve que queda abriendo 
los dedos índice y medio. 
Píramo más raro jamás se vería. 
 
[Sale.] 
 
FLAUTA 
¿Me toca a mí ahora? 
MEMBRILLO, 
Sí, sí, claro. Date cuenta que él ha salido a ver qué era ese ruido, y tiene que volver. 
FLAUTA 
«Ah, Píramo radiante, del color de los lirios, 
detez cual rosas rojas en triunfante rosal, 
juvenil, rozagante, el más bello judío, 
caballo fiel que nunca se podría fatigar. 
Píramo, nos veremos en la tumba del niño.» 
MEMBRILLO 
¡Tumba «de Nino», tú! Pero eso no lo digas todavía: es tu respuesta a Píramo. Tú recitas tu papel de un 
tirón, con réplicas y todo. ¡Píramo, entra! Se te ha pasado el pie, que es: «se podría fatigar». 
FLAUTA 
¡Ah! - «Caballo fiel que nunca se podría fatigar.» 
 
Entran [ROBÍN y] FONDÓN con cabeza de asno. 
 
FONDÓN 
«Si fuera hermoso, hermosa Tisbe, tuyo sería.» 
MEMBRILLO 
¡Portentoso! ¡Pasmoso! ¡Nos han embrujado! ¡Amigos, huid, amigos! ¡Socorro! 
 
Salen todos los cómicos. 
 
ROBÍN 
Voy a seguiros. Os haré dar rodeos 
por ciénaga, mata, espino y chaparro. 
Caballo unas veces, otras seré perro, 
oso sin cabeza, cerdo y fuego fatuo 
que relinche, ladre, ruja, gruña y arda 
cual caballo, perro, oso, cerdo y llama. 
 
Sale. 
[Entra FONDÓN.] 
 
FONDÓN 
¿Por qué huyen? Esto es una maña para meterme miedo. 
 
Entra MORROS. 
 
MORROS 
¡Fondón, te han cambiado! ¿Qué veo sobre tus hombros? 
FONDÓN 
¿Que qué ves? Pues tu cara de burro, ¿a que sí? 
 
[Sale MORROS.] 
Entra MEMBRILLO. 
 
MEMBRILLO 
¡Dios te valga, Fondón! ¡Te han transformado! 
 
Sale. 
 
FONDÓN 
Ahora veo la maña. Me quieren volver un burro, asustarme, si es que pueden. Yo de aquí no me muevo, por 
más que lo intenten. Pasearé de acá para allá, y cantaré para que vean que no tengo miedo: 
[Canta] El mirlo de negro color 
y azafranado pico, 
el tordo con su justo son, 
del reyezuelo el trino. 
TITANIA [despertándose] 
¿Qué ángel me despierta de mi lecho de flores? 
FONDÓN [canta] 
Jilguero, alondra y pardal, 
la llana voz del cuco, 
que todos suelen escuchar, 
mas responder, ninguno. 
¡Claro! ¿Para qué medir tu seso con un pájaro tan tonto? ¿Quién va a desmentir a un pájaro, por más que 
grite «cu-cú»? 
TITANIA 
Te lo ruego, buen mortal, canta otra vez; 
tu canto enamora mis oídos. 
A mis ojos los ha cautivado tu figura, 
el poder de tu excelencia me ha inflamado 
y te juro que con verte ya te amo. 
FONDÓN 
Señora, creo que os falta alguna razón para decir eso. Bueno, la verdad es que en estos tiempos amor y 
razón no hacen buenas migas. ¡Lástima que algunas buenas gentes no quieran hermanarlos! Vaya, si se 
tercia tengo gracia. 
TITANIA 
Tú eres tan listo como hermoso. 
FONDÓN 
Bueno, eso no; aunque si fuese tan listo como para salir de este bosque, ya me bastaría. 
TITANIA 
Fuera de este bosque no quieras salir; 
te guste o disguste, seguirás aquí. 
Espíritu soy de alta condición, 
el grato verano es mi servidor 
y a ti yo te amo, conque ven conmigo: 
voy a darte hadas para tu servicio 
que del hondo mar han de traerte joyas 
y arrullarte mientras duermes sobre rosas. 
De materia corpórea voy a liberarte, 
y andarás como un espíritu del aire. 
¡Flordeguisante, Telaraña, Polilla, Mostaza! 
 
Entran cuatro hadas. 
 
[FLORDEGUISANTE] 
Presente. 
[TELARAÑA] 
Y yo. 
[POLILLA] 
Y yo. 
[MOSTAZA] 
Y yo. 
TODAS 
¿Adónde vamos? 
TITANIA 
Sed corteses y amables con el caballero. 
Brincad a su paso, ante él dad vueltas, 
y que coma albaricoques y frambruesas, 
purpúreas uvas, higos verdes, moras. 
Sacad de abejorros la miel de su bolsa; 
cortando sus céreas patas haced velas 
que encenderéis con los ojos de luciérnagas 
y, cuando duerma mi amor, le harán de antorchas. 
Y arrancad las alas a las mariposas 
por aventar de sus párpados cerrados 
los rayos de luna. Hadas, inclinaos. 
FLORDEGUISANTE 
¡Salud, mortal! 
TELARAÑA 
¡Salud! 
POLILLA 
¡Salud! 
MOSTAZA 
¡Salud! 
FONDÓN 
Pido mil perdones a vuestras mercedes. Vos, ¿cómo os llamáis? 
TELARAÑA 
Telaraña. 
FONDÓN 
Señora Telaraña, espero que seamos amigos. Si me corto el dedo, me permitiré utilizaros. - ¿Cómo se 
llama vuestra merced? 
FLORDEGUISANTE 
Flordeguisante. 
FONDÓN 
Os lo ruego, saludad de mi parte a la Señora Vaina, vuestra madre, y al Señor Guisante, vuestro padre. 
Mi buena señora, espero que seamos amigos. - ¿Queréis decirme vuestro nombre? 
MOSTAZA 
Mostaza. 
FONDÓN 
Señora Mostaza, conozco bien vuestro sufrimiento. Ese cobarde gigantón de buey ha devorado a muchas 
parientes vuestras. Os aseguro que vuestra familia me ha hecho llorar muchas veces. Señora Mostaza, 
espero que seamos amigos. 
TITANIA 
Vamos, servidle. Llevadle a mi floresta. 
La luna nos mira con ojos de llanto 
y lloran las flores cuando llora ella, 
como lamentando algún pudor forzado. 
Atadle la lengua. Llevadle callado. 
 
Salen. 
 
III.ii Entra [OBERÓN,] rey de las hadas. 
 
OBERÓN 
¿Se habrá despertado Titania? 
¿Qué habrá sido lo primero que encontró su vista 
de lo cual debe prendarse ciegamente? 
 
Entra ROBÍN. 
 
Aquí está mi mensajero. ¿Qué hay, espíritu loco? 
¿Qué desorden anda suelto en la floresta? 
ROBÍN 
Que de un monstruo se ha prendado nuestra reina. 
Muy cerca de su oculta y sacra enramada, 
mientras sumida en el sueño reposaba, 
una tropa de palurdos artesanos, 
que en puestos de Atenas hacen su trabajo, 
se ha reunido para ensayar una obra 
que al duque Teseo brindan en sus bodas. 
El peor zopenco de esta gente necia, 
el que hace de Píramo en esa comedia, 
salió de la escena y se metió en las matas, 
conque aproveché esa circunstancia 
y le encasqueté una cabeza de burro. 
En cuanto su Tisbe concluyó su turno, 
mi cómico entró. No más lo avistaron, 
cual de un cazador que vieran los patos 
o como bandada de parduzcas chovas 
que chillan y vuelan al oír la pólvora, 
como locas dispersándose en el cielo, 
sus buenos amigos al verle así huyeron, 
y ante mis pisadas uno rodó en tierra, 
gritó «¡A mí! » y pidió socorro a Atenas. 
El pánico es tanto que el juicio les falla 
y aun lo inanimado creen que les ataca, 
pues zarzas y espinos arrebatan gorros, 
mangas, ropas (fácil presa es el miedoso). 
En su loco horror los sigo ahuyentando 
y allí al dulce Píramo dejo transformado. 
En ese momento Titania despierta 
e inmediatamente del burro se prenda. 
OBERÓN 
Esto desbarata mi plan y propósito. 
¿Y le has apresado al de Atenas los ojos 
con el jugo de amor, como te mandé? 
ROBÍN 
También hice eso. Durmiendo le hallé; 
la moza ateniense a su lado estaba: 
la vería por fuerza cuando despertara. 
 
Entran DEMETRIO y HERMIA. 
 
OBERÓN 
Escóndete aquí, que éste es el joven. 
ROBÍN 
Ésta es la mujer, pero él no es el hombre. 
DEMETRIO 
¿Cómo es que rechazas al que así te quiere? 
Vitupera así a quien más detestes. 
HERMIA 
Debería odiarte la que ahora te riñe: 
me has dado motivo para maldecirte. 
Si, mientras dormía, a Lisandro has muerto, 
ya metido en sangre, báñate de lleno 
y mátame también. 
Jamás con el día fue tan fiel el sol 
como él conmigo. ¿Que se escabulló 
durante mi sueño? No: más fácil fuera 
perforar el eje mismo de la Tierra 
y que la luna asomara en las antípodas, 
disgustando allí al sol de mediodía. 
Con ese rostro criminal e inhumano 
es claro y seguro que tú le has matado. 
DEMETRIO 
Es el rostro del que ha muerto, como yo: 
tu crueldad me ha traspasado el corazón. 
Mas tú, la asesina, estás tan radiante 
como Venus en su esfera rutilante. 
HERMIA 
Y eso, ¿qué tiene que ver con mi Lisandro? 
¿Dónde está? Ah, buen Demetrio, ¿quieres dármelo? 
DEMETRIO 
Antes diera su carnaza a mis podencos. 
HERMIA 
¡Calla, perro cruel! Tientas en exceso 
mi mansa paciencia. ¡Conque le mataste! 
Entre los humanos deja de contarte. 
¡Dime la verdad, de una vez por siempre! 
Estando él despierto, ¿le habrías hecho frente? 
¿Y le matas durmiendo? ¡Vaya osadía! 
Bien lo hiciera una serpiente o una víbora. 
Fue una víbora, pues no muerde ninguna, 
¡reptil!, con lengua más doble que la tuya. 
DEMETRIO 
Malgastas pasión en un tono errado. 
Yo no he vertido la sangrede Lisandro. 
Además, no ha muerto, por lo que yo sé. 
HERMIA 
Entonces, Demetrio, dime que está bien. 
DEMETRIO 
Y si es que pudiera, ¿tú qué me darías? 
HERMIA 
El privilegio de no verme en la vida. 
De tu vil presencia ahora me alejo. 
No vuelvas a verme, esté él vivo o muerto. 
 
Sale. 
 
DEMETRIO 
¿Para qué seguirla con tal arrebato? 
Más vale que aquí me tome un descanso. 
La pena es un peso que crece y se agrava 
si el sueño su deuda con ella no paga; 
ahora una parte podrá devolverla, 
y yo aceptaré lo que el sueño ofrezca. 
 
Se acuesta [y duerme]. 
 
OBERÓN 
Pero, ¿qué has hecho? Te has equivocado 
poniendo el jugo a un leal enamorado. 
Su fiel amor se ha torcido con tu yerro 
sin que al falso lo hayas puesto del derecho. 
ROBÍN 
Mandará el destino, pues, por un leal, 
millones perjuran y perjurarán. 
OBERÓN 
Más raudo que el viento corre en la floresta 
y haz por encontrar a la ateniense Helena. 
Con su mal de amores, pálido el semblante, 
los suspiros la vacían de su sangre. 
Procura atraerla con alguna astucia; 
a éste habré hechizado cuando ella acuda. 
ROBÍN 
Me voy, me voy. Mira cómo salgo: 
más deprisa que las flechas de los tártaros. 
 
Sale. 
 
OBERÓN [aplicando el jugo a los ojos de Demetrio] 
Flor de púrpura teñida, 
sé cual Cupido y atina 
penetrando en su pupila. 
Cuando él vea a su amiga, 
que ella luzca tan divina 
como la Venus que brilla. – 
Al despertar, si la miras, 
ella sea tu medicina. 
 
Entra ROBÍN. 
 
ROBÍN 
Capitán de nuestras hadas, 
Helena ya está cercana 
y el joven que fue mi error 
suplica paga de amor. 
¿Vemos a estos comediantes? 
¡Qué tontos son los mortales! 
OBERÓN 
¡A un lado! El ruido de ésos 
va a despertar a Demetrio. 
ROBÍN 
La cortejarán los dos. 
¡Qué incomparable función! 
Pues no hay nada que me agrade 
como un bufo disparate. 
 
[Se apartan OBERÓN y ROBÍN.] Entran LISANDRO y HELENA. 
 
LISANDRO 
¿Por qué piensas que cortejo con desprecio? 
Ni desdén ni burla se expresan con llanto. 
Siempre que juro amor, lloro: juramentos 
que han nacido así son firmes y honrados. 
¿Cómo crees que lo que hago es despreciar 
si lleva el sello de la autenticidad? 
HELENA 
Cada vez se muestran más tus artimañas. 
Si verdad mata a verdad, ¡vil santidad! 
Juraste amor a Hermia. ¿Vas a dejarla? 
Sopesa juramentos: peso no habrá. 
La balanza está igualada con tu voto 
a Hermia y a mí: los dos pesan poco. 
LISÁNDRO 
Actué sin juicio al jurarle mi amor. 
HELENA 
Como ahora, al dejarla, obras sin razón. 
LISANDRO 
Demetrio la ama, y no te ama a ti. 
DEMETRIO [despertándose] 
¡Oh, mi diosa Helena, ninfa sin igual! 
¿Con qué podría tus ojos comparar? 
El cristal es turbio. ¡Ah, qué tentadoras 
lucen las maduras guindas de tu boca! 
Esa pura y cuajada nieve del Tauro 
que orea el viento del Este, es un grajo 
cuando tú alzas la mano. ¡Deja que bese 
este regio blancor, aval de mi suerte! 
HELENA 
¡Qué aflicción! ¡Qué infierno! Os habéis propuesto 
arremeter contra mí por pasatiempo. 
Si fuerais corteses, de buenas maneras, 
no me agraviaríais con tamaña ofensa. 
Ya que así me odiáis, ¿odiarme no os basta, 
que os burláis de mí en áspera alianza? 
Si fuerais los hombres que parecéis ser 
nunca insultaríais así a una mujer. 
Prometéis, juráis, agrandáis mis méritos, 
cuando sé que me odiáis en alma y cuerpo. 
Ambos sois rivales y amáis a Hermia, 
y rivalizáis burlándoos de Helena. 
¡Valiente proeza, varonil hazaña 
arrancar el llanto de infeliz muchacha 
con toda esta mofa! Ningún noble ánimo 
ofendería así a una virgen, torturando 
su pobre paciencia por pasar el rato. 
LISANDRO 
Ya basta, Demetrio: no seas tan cruel, 
pues amas a Hermia (sabes que lo sé). 
Yo aquí de buen grado, con el corazón, 
de Hermia te entrego mi parte de amor. 
Cédeme tú a mí tu parte de Helena, 
a la que amaré hasta que me muera. 
HELENA 
Nunca dos burlones más tiempo perdieran. 
DEMETRIO 
Para ti toda tu Hermia, buen Lisandro: 
si una vez la amé, es amor pasado. 
Mi amor fue con ella cual fugaz viajero, 
y ahora ya por siempre con Helena ha vuelto 
para ahí quedarse. 
LISANDRO 
¡Helena, él miente! 
DEMETRIO 
No denigres la lealtad que tú no entiendes: 
es un riesgo que podría costarte caro. 
Mírala, ahí viene: tu amor ha llegado. 
 
Entra HERMIA. 
 
HERMIA 
La noche, que al ojo su función le impide, 
hace que el oído sea más sensible; 
así, aunque las sombras nieguen la visión, 
premian al oído con doble audición. 
No es mi ojo, Lisandro, el que dio contigo, 
sino que a tu voz me trajo el oído. 
Mas, ¿por qué tan rudamente me dejaste? 
LISANDRO 
Si amor me alejaba, ¿por qué iba a quedarme? 
HERMIA 
¿Qué amor podría alejarte de mi lado? 
LISANDRO 
El amor que ahora empuja a Lisandro: 
la bella Helena, que a la noche engalana 
más que todas las brillantes luminarias. 
¿Por qué me has seguido? ¿No te hace ver esto 
que te dejé por el odio que te tengo? 
HERMIA 
No es posible. Tú no dices lo que piensas. 
HELENA 
¡Conque en esta alianza también está ella! 
Ahora ya entiendo el juego que llevan: 
unidos los tres, mejor me atormentan. 
¡Injuriosa Hermia, mujer más que ingrata! 
¿Con ellos conspiras, con ellos maquinas 
para acosarme con tan zafia burla? 
Todos los secretos que hemos compartido, 
promesas de hermanas, horas que pasábamos 
reprendiendo al tiempo presuroso 
porque nos separaba... ¿Todo eso se ha olvidado? 
¿La amistad en la escuela, nuestro candor de niñas? 
Hermia, nosotras, como dos dioses artífices, 
con nuestras agujas creamos una flor 
sobre una misma muestra, sobre un mismo cojín 
sentadas, cantando las dos en armonía, 
cual si manos, costados, voces y almas 
fueran de un solo cuerpo. Así crecimos juntas 
como una doble guinda que parece separada, 
pero que guarda unidad en su división: 
dos hermosas frutas moldeadas sobre un tallo; 
a la vista dos cuerpos, mas un solo corazón; 
dos mitades iguales de un blasón, 
mas de un solo título y una sola cimera. 
¿Vas a partir en dos nuestro viejo cariño 
uniéndote a hombres e hiriendo a tu amiga? 
Eso no es de amiga, ni es de doncella. 
Nuestro sexo, igual que yo, te lo reprobará, 
aunque sólo sea yo la que esté herida. 
HERMIA 
Me asombra la pasión de tus palabras. Yo de ti no me burlo; más bien tú de mí. 
HELENA 
¿No has mandado a Lisandro que me siga 
en son de burla y que alabe mis ojos y mi cara? 
¿Y no has hecho que Demetrio, tu otro amor, 
que hace poco me trataba a puntapiés, 
me llame diosa, ninfa, única, divina, 
joya celestial? ¿Por qué le dice eso 
a la que odia? ¿Y por qué Lisandro 
reniega de tu amor, que le llenaba el alma, 
y a mí, ¡válgame!, me ofrece el suyo, 
si no es porque tú lo induces y consientes? 
Y eso que no me veo favorecida, 
colmada de amor o afortunada como tú, 
sino mísera, amante mas no amada. 
Lo que yo merezco es lástima, no desprecio. 
HERMIA 
No entiendo qué quieres decir. 
HELENA 
¡Eso! Tú persiste: finge seriedad; 
haz muecas a mi espalda, guiñaos 
el ojo y, ¡adelante con el juego! 
Esta broma, bien llevada, pasará a las crónicas. 
Si tuviérais compasión, lástima o respeto, 
no haríais de mí el blanco de este ataque. 
Así que adiós. En parte es culpa mía, 
que pronto purgará mi ausencia o muerte. 
LISANDRO 
Espera, dulce Helena. Deja que te explique, 
¡amor mío, alma y vida, bella Helena! 
HELENA 
¡Admirable! 
HERMIA [a LISANDRO] 
Mi amor, no te burles de ella. 
DEMETRIO 
Si no le convence, yo le obligaré. 
LISANDRO 
Ni tú vas a obligarme, ni ella a convencerme. 
Más que sus ruegos no podrán tus amenazas. – 
Te quiero, Helena; por mi vida que te quiero. 
Te juro por la vida que por ti perdería 
que daré el mentís a quien diga lo contrario. 
DEMETRIO [a HELENA] 
Yo digo que te quiero más que él. 
LISANDRO 
Entonces ven conmigoa demostrarlo. 
DEMETRIO 
Vamos, pronto. 
HERMIA 
Lisandro, ¿adónde lleva todo esto? 
LISANDRO 
¡Suéltame, gitana! 
DEMETRIO 
Sí, claro. Parece que se suelta. 
Hace ademán de seguirme, pero no viene. – 
¡Si serás miedoso! 
LISANDRO 
¡Quita, gata, lapa! ¡Suéltame, engendro, 
o te sacudiré de mí como a una víbora! 
HERMIA 
¿Por qué te pones tan grosero? 
¿Por qué este cambio, amor mío? 
LISANDRO 
¿Amor tuyo? ¡Aparta, negra zíngara! 
¡Quita, medicina vil, repugnante pócima! 
HERMIA 
¿Estás bromeando? 
HELENA 
Sí, claro, y tú también. 
LISANDRO 
Demetrio, mantengo mi palabra. 
DEMETRIO 
Quisiera atarte a ella, al ver tu débil 
atadura. No me fío de tu palabra. 
LISANDRO 
¡Cómo! ¿Quieres que le pegue, la hiera, la mate? 
Por más que la odie, no pienso hacerle daño. 
HERMIA 
¿Y qué daño podría ser mayor que el odio? 
¿Tú odiarme? ¿Por qué? ¡Ay de mí! ¿Qué ocurre, amor? 
¿No soy Hermia? ¿Tú no eres Lisandro? 
Tan bella soy como era antes. Anoche 
me querías, y esta noche me has dejado. 
Entonces (¡los dioses me valgan!), ¿he de entender 
que me has dejado de verdad? 
LISANDRO 
Sí, por mi vida, y no quería volver a verte. 
Abandona la esperanza, las palabras, 
toda duda. Ten por cierto y verdadero 
que te odio (no hablo en broma) y que amo a Helena. 
HERMIA 
¡Ah, tramposa, oruga roedora, ladrona 
de amores! ¿Le has robado a mi Lisandro 
el corazón al amparo de la noche? 
HELENA 
¡Eso está bien! ¿No hay en ti recato, 
pudor de doncella, ni pizca de sonrojo? 
¿Quieres que mi dulce lengua te responda 
con rabia? ¡Quita, comediante, títere! 
HERMIA 
¿Cómo «títere»? ¡Ah, ése es tu juego! 
Ya entiendo: lo que hace es comparar 
nuestra estatura. Presume de alta, 
y con su figura, su larga figura, 
su talla, ¡sí, señor!, se lo ha conquistado. 
¿Te tiene en tan alta estima 
porque yo soy tan baja y menuda? 
¿Cómo soy de baja, cucaña pintada, eh? 
¿Cómo soy de baja? Pues no tanto 
que las uñas no me lleguen a tus ojos. 
HELENA 
Amigos, os lo ruego, aunque os burléis de mí, 
no dejéis que me haga daño. Nunca tuve 
mala lengua, ni soy una arpía. 
Como buena mujer soy muy cobarde. 
Que no me pegue. Acaso penséis 
que, porque ella es algo más baja, 
yo puedo con ella. 
HERMIA 
¿Más baja? ¡Otra vez! 
HELENA 
Mi buena Hermia, no estés tan airada conmigo. 
Siempre te he querido, Hermia; siempre 
guardé tus secretos, nunca te agravié, 
salvo cuando, por amor a Demetrio, 
le dije que huirías a este bosque. 
Él te siguió y por amor yo le seguí, 
pero él me echaba de su lado, amenazándome 
con pegarme, darme de patadas y aun matarme. 
Ahora, si me dejáis marchar en paz, 
volveré a Atenas llevando mi locura 
y ya no os seguiré. Dejadme ir. 
Ya veis lo simple y lo boba que soy. 
HERMIA 
¡Pues vete! ¿Quién te lo impide? 
HELENA 
Mi torpe corazón, que aquí se queda. 
HERMIA 
¡Cómo! ¿Con Lisandro? 
HELENA 
Con Demetrio. 
LISANDRO 
No temas, Helena; ella no te hará daño. 
DEMETRIO 
Ningún daño, aunque tú estés de su parte. 
HELENA 
Ah, cuando se irrita tiene la lengua afilada. 
Cuando iba a la escuela era una víbora 
y, aunque sea menuda, es una fiera. 
MIA 
¿Otra vez «menuda»? ¿Sólo baja y pequeña? 
¿Vais a tolerar que así me insulte? 
Dejádmela a mí. 
LISANDRO 
¡Aparta, enana! 
¡Minúscula, cuerpo atrofiado, 
bellota, comino! 
DEMETRIO 
¡Qué obsequioso eres 
en favor de quien desprecia tus servicios! 
Déjala en paz; no hables de Helena, ni te pongas 
de su parte, pues, al más leve gesto 
de amor por ella, lo pagarás. 
LISANDRO 
Ahora ya no me sujeta, 
conque, si te atreves, sígueme y veremos 
quién tiene más derecho al amor de Helena. 
DEMETRIO 
¿Seguirte? A ti iré pegado. 
 
Salen LISANDRO y DEMETRIO. 
 
HERMIA 
Señora, todo este alboroto es por ti. 
No, no; no te vayas. 
HELENA 
De ti no me fío, 
ni voy por más tiempo a quedarme contigo. 
Para pelear, tienes manos más prestas, 
mas, para escapar, son más largas mis piernas. 
 
[Sale.] 
 
HERMIA 
No sé qué decir, y salgo perpleja. 
 
Sale. 
Se adelantan OBERÓN y ROBÍN. 
 
OBERÓN 
Ya ves tu descuido. ¿Siempre te equivocas 
o haces tus trastadas a propósito? 
ROBÍN 
Créeme, Rey de las Sombras: fue un error. 
¿No me dijiste que podía conocerle 
porque iba vestido con ropa ateniense? 
Entonces no hay culpa: en esta encomienda 
sí que unté los ojos a uno de Atenas. 
Y me alegra mucho que saliera así, 
pues ver sus trifulcas me ha hecho reír. 
OBERÓN 
Esos dos han ido a luchar en el bosque; 
corre tú, Robín, y nubla la noche: 
el cielo estrellado recubre al momento 
de niebla tan negra como el propio infierno 
y extravía a esos rivales de tal modo 
que no pueda el uno encontrarse al otro. 
A veces adopta la voz de Lisandro 
y acusa a Demetrio con injustos cargos; 
reniega otras veces igual que Demetrio 
y distancia a ambos hasta que entre el sueño, 
remedo de muerte, con piernas de plomo 
y alas de murciélago, y cierre sus ojos: 
sobre los de Lisandro exprime esta hierba, 
cuyo jugo la virtud mágica encierra 
de liberarlos de cualquier ilusión 
y darles de nuevo la vista anterior. 
En cuanto despierten, todas estas burlas 
serán como un sueño o ilusión absurda. 
Volverán a Atenas todos los amantes 
y ya de por vida en unión constante. 
Mientras de este asunto tú ahora te encargas, 
el niño robado yo pido a Titania: 
del ojo hechizado que la ata al monstruo 
voy a liberarla, y paz será todo. 
ROBÍN 
Señor de las Hadas, hay que hacerlo presto: 
el dragón de la noche ya parte el cielo 
y veo que despunta el heraldo de Aurora, 
cuando en legión los espíritus retornan 
a los cementerios. Almas condenadas 
que yacen en ríos y en encrucijadas 
han salido hacia su lecho de gusanos: 
por miedo a que el día mire sus pecados 
ellos mismos de la luz siempre se exilian 
y buscan asilo en la noche sombría. 
OBERÓN 
Espíritus somos de distinto orden: 
yo a la diosa del día le he hecho la corte 
y, cual guardabosque, voy por la floresta 
hasta que el portal del Oriente despierta 
rojo en el océano y, con luz radiante, 
en oro convierte los verdosos mares. 
Pero tú no te retrases, date prisa, 
que podemos hacer esto antes del día. 
 
[Sale.] 
 
ROBÍN 
Para acá, y para allá, 
los llevaré allá y acá: 
yo asusto en campo y ciudad; 
llévalos, duende, acá y allá. 
Aquí viene uno. 
 
Entra LISANDRO. 
 
LISANDRO 
¿Dónde estás, bravo Demetrio? ¡Habla ya! 
ROBÍN 
Aquí, infame, con mi espada. ¿Dónde estás? 
LISANDRO 
Me desquitaré. 
ROBÍN 
Ven conmigo entonces a un terreno llano. 
 
[Sale LISANDRO] 
Entra DEMETRIO. 
 
DEMETRIO 
¡Lisandro, responde! 
¡Fugitivo, cobarde! ¿Te has escapado? 
¡Habla! ¿En dónde te ocultas? ¿Tras un árbol? 
ROBÍN 
¡Cobarde! ¿Te ufanas ante las estrellas? 
¿Le dices al bosque que quieres pelea 
pero huyes de mí? ¡Ven, gallina, niño! 
Te daré de azotes. Su honra ha perdido 
quien te saque la espada. 
DEMETRIO 
¿Estás ahí? 
ROBÍN 
Tú sigue mi voz. No luchemos aquí. 
 
Salen. 
[Entra LISANDRO.] 
 
LISANDRO 
Se me adelanta y me sigue retando. 
Cuando llego al sitio, él ya se ha marchado. 
El ruin tiene el pie más veloz que el mío: 
le sigo de prisa, pero él ya ha huido 
dejándome en senda áspera y sombría. 
Voy a descansar. - Ven ya, gentil día, 
pues, en cuanto asome tu luz cenicienta, 
hallaré a Demetrio y vengaré su ofensa. 
 
Se acuesta y [duerme.] 
Entran ROBÍN y DEMETRIO. 
 
ROBÍN 
¡Jo, jo, jo! ¡Cobarde! ¿Es que no me ves? 
DEMETRIO 
Si te atreves, hazme frente, pues sé bien 
que huyes de mí, y de sitio cambias, 
cedes y no osas mirarme a la cara. 
¿Dónde estás ahora? 
ROBÍN 
Aquí estoy, ven ya. 
DEMETRIO 
Así que te burlas. Lo vas a pagar 
si te veo la cara cuando venga el día. 
Ahora déjame: el cansancio me obliga 
a tender mi cuerpo en la fría tierra. 
A la luz del solhaz que no te pierda. 
 
[Se acuesta y duerme.] 
Entra HELENA. 
 
HELENA 
¡Ah, noche sin fin, noche de fatigas! 
Acórtate, y luzca el gozo de Oriente, 
que yo vuelva a Atenas sin la compañía 
de quienes mi humilde persona aborrecen. 
Y el sueño, que a veces duerme nuestras penas, 
de mí misma un rato liberarme quiera. 
 
[Se acuesta y] duerme. 
 
ROBÍN 
¿Sólo tres? ¡Que alguien más venga! 
Cuatro hacen dos parejas. 
Viene otra y con enfado: 
es Cupido mal muchacho 
si las irrita en tal grado. 
 
Entra HERMIA. 
 
HERMIA 
Nunca me he cansado, ni he sufrido así; 
de rocío cubierta, la ropa arañada. 
No puedo arrastrarme, no puedo seguir. 
Mis piernas no hacen lo que se les manda. 
Voy a descansar hasta que amanezca. 
¡El cielo asista a Lisandro en la pelea! 
 
[Se acuesta y duerme.] 
 
ROBÍN 
Sobre el suelo 
duerme quieto. 
A tus ojos 
proporciono, 
dulce amante, curación. 
 
[Aplica el jugo a los ojos de LISANDRO.] 
 
Gozarás 
al despertar 
cuando veas 
que está cerca 
la que siempre fue tu amor. 
Y el conocido proverbio 
«Da lo suyo a cada dueño» 
lo comprobarás despierto: 
Cada Juana con su Juan, 
y nada irá mal. 
Volverá la yegua al amo, y todos en paz. 
 
[Sale.] Los amantes quedan en escena, dormidos. 
 
IV.i Entra [TITANIA], reina de las hadas, con FONDÓN y las hadas, y OBERÓN por detrás. 
 
TITANIA 
Ven, sobre este lecho de flores reposa, 
mientras te acaricio las tiernas mejillas, 
te cubro la lisa cabeza de rosas 
y beso tus grandes orejas, tan lindas. 
FONDÓN 
¿Dónde está Flordeguisante? 
FLORDEGUISANTE 
Presente. 
FONDÓN 
Rascadme la cabeza, Flordeguisante. ¿Dónde está Madame Telaraña? 
TELARAÑA 
Presente. 
FONDÓN 
Madame Telaraña, mi buena madame, empuñad las armas y matadme un abejorro de patas rojas sobre lo 
alto de un cardo. ¡Ah, madame! Y traedme su bolsa de miel. No os molestéis demasiado al hacerlo; 
aunque, mi buena madame, cuidad de que la bolsa no reviente. No me agradaría veros toda empapada de 
miel, madame. ¿Dónde está Madame Mostaza? 
MOSTAZA 
Presente. 
FONDÓN 
Venga esa mano, Madame Mostaza. Sin reverencias, madame, os lo ruego. 
MOSTAZA 
¿Qué deseáis? 
FONDÓN 
Nada, mi buena madame: que ayudéis a Doña Flordeguisante a rascarme. Tendré que ir al barbero, 
madame; creo que tengo la cara muy peluda. Soy un burro tan delicado que si me hace cosquillas el pelo, 
tengo que rascarme. 
TITANIA 
Mi dulce amor, ¿quieres oír música? 
FONDÓN 
Para la música tengo bastante buen oído. ¡Que traigan el cencerro y la carraca! 
TITANIA 
O di, mi amor, qué manjar deseas comer. 
FONDÓN 
Pues una buen montón de forraje. Podría masticar avena seca. La verdad es que me apetece un buen haz 
de alfalfa. Buena alfalfa, rica alfalfa; no tiene igual. 
TITANIA 
Tengo un hada muy audaz que va a traerte de las nueces frescas que guarda la ardilla. 
FONDÓN 
Prefiero uno o dos puñados de guisantes secos. Pero, os lo ruego, que ninguna de vosotras me moleste. 
Me ha entrado un deseo insociable de dormir. 
TITANIA 
Pues duerme, y con mis brazos voy a rodearte. 
Hadas, partid, y marchad por todos lados. 
 
[Salen las hadas.] 
 
Así es como la dulce madreselva se abraza 
suave a la enredadera; así la hiedra 
se enrosca en los ásperos dedos de los olmos. 
¡Ah, cuánto te amo! ¡Cómo te idolatro! 
 
[Se duermen.] 
Entra ROBÍN. 
 
OBERÓN [adelantándose] 
Bienvenido, Robín. ¿Ves el espectáculo? 
Su enamoramiento empieza a darme lástima. 
Cuando hace poco la vi tras la arboleda 
buscando flores para este horrible idiota, 
la reprendí y reñimos, pues le había 
coronado esas sienes tan peludas 
de guirnalda fresca y olorosa, 
y el rocío que destella en los renuevos 
como perlas redondas y radiantes 
se alojaba en los lindos ojos de las flores 
cual lágrimas que lloran su vergüenza. 
Cuando la hube regañado a mi placer 
y ella mansamente me rogó indulgencia, 
le pedí el niño robado; me lo dio 
al instante y mandó que su hada lo llevase 
a mi floresta, en el País de las Hadas. 
Ahora que por fin tengo al niño, voy 
a deshacer el maleficio de sus ojos. 
Y, buen Robín, al rústico ateniense 
quítale la cabeza que le has puesto, 
de modo que, cuando despierte con los otros, 
puedan todos regresar a Atenas 
creyendo que los incidentes de esta noche 
sólo fueron turbaciones de un mal sueño. 
Pero antes voy a liberar al Hada Reina. 
 
[Aplica una hierba a los ojos de TITANIA.] 
 
La que has sido vuelve a ser; 
como has visto vuelve a ver. 
La flor de Diana es fuerte 
y a la de Cupido vence. 
¡Y ahora despierta, Titania, mi reina! 
TITANIA 
¡Ah, mi Oberón, he vivido una quimera! 
Soñé que estaba enamorada de un asno. 
OBERÓN 
Ahí está tu amor. 
TITANIA 
¡Ah! ¿Qué habrá pasado? 
Ahora me horroriza su semblante. 
OBERÓN 
Silencio. Robín, quita esa cabeza. 
Titania, suene una música que envuelva 
a estos cinco en el sueño más profundo. 
TITANIA 
¡Música, una música que hechice el sueño! 
ROBÍN 
Al despertar, mira con tus ojos necios. 
OBERÓN 
¡Música ya! - Mi reina, tu mano, y mece 
este suelo en que reposan los durmientes. 
Con nuestro amor ya renovado, mañana 
tú y yo bailaremos en solemne danza 
en las bodas de Teseo, a medianoche, 
por llenarlas de perpetuas bendiciones. 
Y estas dos parejas, junto con Teseo, 
se desposarán con grande festejo. 
 ROBÍN 
Rey Oberón, presta oídos: 
es la alondra con sus trinos. 
OBERÓN 
Sigamos, pues, de las sombras 
la salida silenciosa. 
Antes que la luna pueda, 
circundaremos la Tierra. 
TITANIA 
Ven, esposo, y en el aire 
dime por qué entre mortales 
fui encontrada durmiendo 
esta noche sobre el suelo. 
Comentario [L13]: Los cinco son 
Fondón y las dos parejas de amantes. 
Comentario [L14]: Dirigido a Fondón 
mientras cumple la orden de Oberón de 
«quitarle» o hacerle desaparecer su cabeza 
de asno. 
 
Salen [TITANIA, OBERÓN y ROBÍN]. Suenan trompas. Entran TESEO y su séquito, 
HIPÓLITA y EGEO. 
 
TESEO 
¡Que vaya uno a buscar al guardabosque! 
Tras haber cumplido con las fiestas 
y, como el día ha iniciado ya su avance, 
mi amor ha de oír la música de mis perros. 
¡Soltadlos en el valle del oeste! ¡Desatadlos! 
¡Daos prisa, y buscad al guardabosque! 
 
[Sale un sirviente.] 
 
Mi bella reina, subiremos a lo alto del monte 
a escuchar la agitada melodía 
de los perros y su eco entremezclados. 
HIPÓLITA 
Estuve una vez con Hércules y Cadmo, 
que cazaban osos con perros de Esparta 
en un bosque de Creta. Jamás había oído 
ladridos tan bravos, pues, con la arboleda, 
el cielo, las fuentes y todo el lugar 
parecían una jauría. No había oído nunca 
tan grata disonancia, estruendo tan dulce. 
TESEO 
Mis perros son todos de raza espartana: 
leonados, de labio carnoso y orejas colgantes 
que barren el rocío; patizambos 
y papudos como toros de Tesalia; 
en la caza lentos, mas armónicos ladrando, 
cual campanas. Jauría tan melodiosa 
no fue nunca jaleada, ni recibida con trompas 
en Creta, Esparta o Tesalia. Tú misma 
podrás juzgarlo. Pero, alto. ¿Qué ninfas son éstas? 
EGEO 
Señor, la que aquí duerme es mi hija, 
y éste es Lisandro; éste, Demetrio; 
ésta, Helena, la hija de Nédar. 
Me asombra verlos aquí a todos juntos. 
TESEO 
Seguramente madrugaron por cumplir 
con las fiestas de mayo y, sabiendo mi intención, 
acudieron para honrar la ceremonia. 
Pero dime, Egeo. ¿No es hoy el día 
en que Herrnia ha de decir a quién prefiere? 
EGEO 
Sí, mi señor. 
 TESEO 
¡Mandad que los despierten con las trompas! 
 
[Sale un sirviente.] 
Una voz dentro. Suenan las trompas. Se sobresaltan todos [los amantes]. 
 
Buenos días, amigos. San Valentín ya pasó. 
¿Se emparejan ahora estas aves del bosque?. 
Comentario [L15]: Se creía que las 
aves escogían pareja en el día de San 
Valentín (14 de febrero). 
[Los amantes se arrodillan.] 
 LISANDRO 
Perdónanos,mi señor. 
TESEO 
Levantaos todos, os lo ruego. 
Sé que vosotros dos sois enemigos. 
¿De dónde viene al mundo esta concordia, 
que el odio queda libre de recelos 
y duerme con el odio sin temer hostilidad? 
LISANDRO 
Señor, responderé aturdido, 
medio en sueños, medio en vela, mas te juro 
que no sé de verdad cómo estoy aquí. 
Me parece (no quiero faltar a la verdad) 
que, tal como recuerdo... Sí, eso es: 
yo vine aquí con Hermia. Pensábamos 
salir de Atenas, ir donde pudiéramos, 
fuera del alcance de las leyes... 
EGEO 
¡Basta, basta! - Señor, habéis oído bastante. 
¡Exijo la ley, la ley sobre su cabeza! 
Se habrían escapado. Sí, Demetrio: 
te habrían engañado a ti y a mí; 
a ti, burlándote la esposa; a mí el permiso, 
mi consentimiento para que sea tu esposa. 
DEMETRIO 
Mi señor, Helena me habló de su fuga, 
de su intención de venir a este bosque, 
y yo, en mi furia, los seguí hasta aquí, 
y a mí por amor me siguió la hermosa Helena. 
Mas, señor, ignoro por qué poder 
(pues algún poder ha sido) mi amor a Hermia, 
derretido como nieve, me parece ahora 
el recuerdo de algún vano juguete 
que me hubiera fascinado en la niñez. 
Toda la devoción y la fuerza de mi pecho, 
el centro y la dicha de mis ojos 
es sólo Helena. A ella, mi señor, 
yo estaba prometido antes de ver a Hermia, 
pero, como un enfermo, aborrecí este manjar. 
Ya repuesto, el gusto he recobrado 
y ahora la deseo, la ansío, la amo 
y voy a serle fiel eternamente. 
TESEO 
Queridos amantes, el encuentro es afortunado. 
Después continuaréis con vuestra historia. 
Egeo, tengo que impedir tu voluntad, 
pues muy pronto, en el templo, ambas parejas 
se unirán conjuntamente con nosotros. 
Como ya la mañana está avanzada, 
nuestra caza debe suspenderse. 
Volvamos a Atenas. Tres parejas son; 
gozaremos de una gran celebración. 
Vamos, Hipólita. 
 
Salen TESEO, [HIPÓLITA, EGEO] y acompañamiento. 
 
DEMETRIO 
Todo parece menudo y borroso, 
cual lejanas montañas que semejan nubes. 
HERMIA 
Y yo todo lo veo desenfocado, 
cuando todo nos parece doble. 
HELENA 
Yo también. Y Demetrio es como una joya 
que he encontrado: es mío y no lo es. 
DEMETRIO 
¿Estáis seguros de que estamos despiertos? 
Para mí es como si estuviéramos durmiendo, 
y soñando. ¿Creéis que el duque ha estado aquí 
y nos ha mandado seguirle? 
HERMIA 
Sí, y también mi padre. 
HELENA 
Y también Hipólita. 
LISANDRO 
Nos ha dicho que le sigamos al templo. 
DEMETRIO 
Entonces estamos despiertos. Sigámosle 
y de camino contémosle la historia. 
 
Salen los amantes. 
FONDÓN se despierta. 
 
FONDÓN 
Cuando me toque, avisadme, que declamaré. Lo que sigue es «Bellísimo Píramo». [Bostezando] ¡Aaah! - 
¿Y Membrillo? ¿Y Flauta el remiendafuelles? ¿Y Morros el calderero? ¿Y Hambrón? ¡Dios me asista! 
¡Se escabullen dejándome aquí! - He tenido una visión asombrosa. He tenido un sueño, y no hay ingenio 
humano que diga qué sueño. Quedará como un burro quien pretenda explicarlo. Soñé que era... No hay 
quien lo cuente. Soñé que era... que tenía... Quedará como un payaso quien se proponga decir lo que 
soñé. No hay ojo que oyera, ni oído que viera, ni mano que palpe, ni lengua que entienda, ni alma que 
relate el sueño que he tenido. De este sueño haré que Membrillo escriba una balada. Se llamará «El sueño 
de Fondón», porque no tiene fondo. Y yo la cantaré ante el duque, al foral de la obra. O tal vez, para que 
quede más bonita, la cantaré cuando muera Tisbe. 
 
Sale. 
 
IV.ii Entran MEMBRILLO, FLAUTA, MORROS y HAMBRÓN. 
 
MEMBRILLO 
¿Habéis preguntado en casa de Fondón? ¿Ha vuelto ya? 
HAMBRÓN 
No hay rastro de él. Está transportado. 
FLAUTA 
Si no aparece, adiós comedia. No se podrá hacer, ¿verdad? 
MEMBRILLO 
Será imposible. Si no es él, no hay otro en Atenas que sepa hacer de Píramo. 
FLAUTA 
No: él es el más listo de todos los artesanos de Atenas. 
MEMBRILLO 
Sí, y el que tiene más presencia. Y para voz dulce, no tiene parragón. 
FLAUTA 
Se dice «parangón». El parragón (¡Dios te valga!) es el chisme del platero. 
 
Entra AJUSTE, el ebanista. 
 
AJUSTE 
Amigos, el duque ha salido del templo, y se han casado otros dos o tres caballeros y damas. Si se hubiera 
celebrado la función, nos poníamos las botas. 
FLAUTA 
¡Ah, mi gran Fondón! Pierde un retiro de seis centavos diarios de por vida: seguro que salía a seis centavos 
diarios. El duque le habría asignado los seis centavos por hacer de Píramo o, si no, que me zurzan. Los 
habría merecido: seis centavos al día por hacer de Píramo, o nada. 
 
Entra FONDÓN. 
 
FONDÓN 
¿Dónde están los mozos? ¿Dónde estáis, compadres? 
MEMBRILLO 
¡Fondón! ¡Ah, mayúsculo día! ¡Feliz momento! 
FONDÓN 
Amigos, hablaré de maravillas. Pero no me preguntéis cuáles, que, si os las cuento, dejo de ser ateniense. 
Os lo contaré todo tal como ocurrió. 
MEMBRILLO 
Vamos, habla, buen Fondón. 
FONDÓN 
Yo, ni palabra. Lo único que os diré es que el duque ya ha comido. Preparad los vestidos, buen cordón 
para las barbas, cintas nuevas para el calzado, reuníos en el palacio y que cada cual repase su papel, 
porque, en dos palabras, nuestra obra está aceptada. Por lo que pueda pasar, que Tisbe lleve la ropa 
limpia y el que haga de león no se corte las uñas, pues tienen que asomar bien para ser garras. Y, mis 
queridos actores, no comáis cebollas ni ajos, pues tenemos que echar buen aliento, y así dirán que es una 
buena comedia. No más palabras. ¡Vamos, en marcha! 
 
Salen. 
 
V.i Entran TESEO, HIPóLITA, FILóSTRATO, nobles [y acompañamiento]. 
 
HIPÓLITA 
La historia de estos amantes, Teseo, es asombrosa. 
TESEO 
Más asombrosa que cierta. Yo nunca he creído 
en historias de hadas ni en cuentos quiméricos. 
Amantes y locos tienen mente tan febril 
y fantasía tan creadora que conciben 
mucho más de lo que entiende la razón. 
El lunático, el amante y el poeta 
están hechos por entero de imaginación. 
El loco ve más diablos de los que llenan 
el infierno. El amante, igual de alienado, 
ve la belleza de Helena en la cara de una zíngara. 
El ojo del poeta, en divino frenesí, 
mira del cielo a la tierra, de la tierra al cielo 
y, mientras su imaginación va dando cuerpo 
a objetos desconocidos, su pluma 
los convierte en formas y da a la nada impalpable 
un nombre y un espacio de existencia. 
La viva imaginación actúa de tal suerte 
que, si llega a concebir alguna dicha, 
cree en un inspirador para esa dicha; 
o, de noche, si imagina algo espantoso, 
es fácil que tome arbusto por oso. 
HIPÓLITA 
Mas los sucesos de la noche así contados 
y sus almas a la vez transfiguradas 
atestiguan algo más que fantasías 
y componen un todo consistente, 
por extraño y asombroso que parezca. 
 
Entran los amantes: LISANDRO, DEMETRIO, HERMIA y HELENA. 
 
TESEO 
Aquí vienen los amantes, llenos de júbilo. 
¡Que la dicha, amigos míos, y el amor perdurable 
estén siempre en vuestro corazón! 
LISANDRO 
¡Y a ti te aguarde más dicha 
en tus augustos paseos, mesa y lecho! 
TESEO 
Y ahora, ¿qué mascaradas o danzas 
distraerán las tres horas eternas 
que separan el cenar del acostarse? 
¿Dónde está nuestro maestro de festejos? 
¿Qué fiestas se han preparado? ¿No hay comedia 
que alivie la agonía de una hora interminable? 
Llamad a Filóstrato. 
FILÓSTRATO 
Aquí estoy, gran Teseo. 
TESEO 
¿Qué pasatiempo le reservas a la noche? 
¿Qué mascarada, qué música? ¿Qué entretenimiento 
burlará las lentas horas? 
FILÓSTRATO 
Aquí está el repertorio de espectáculos. 
Elige, mi señor, el que prefieras. 
TESEO 
«La batalla con los centauros, cantada 
al arpa por un eunuco de Atenas.» 
No, esto no. Ya se lo conté a mi amada 
para honrar a mi pariente Hércules. – 
«La orgía de las bacantes, que, en su rapto 
y ebriedad, desgarraron al cantor de Tracia.» 
Esta pieza es vieja: se representó 
a mi triunfante regreso de Tebas. – 
«Las nueve

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