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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS LA BATRACOMIOMAQUIA DE FRANCISCO JAVIER ALEGRE. EDICIÓN CRÍTICA Y TRADUCCIÓN TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRO EN LETRAS (LETRAS CLÁSICAS) LIC. EDWARD BUSH MALABEHAR ASESOR: DR. RAÚL TORRES MARTÍNEZ JUNIO DE 2010 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Edward G. Bush, Jr. B. J. Berghorst in memoriam Agradecimientos Dejo constancia de mi agradecimiento a muchas personas e instituciones que, de una manera u otra, me dieron su apoyo para realizar este trabajo. Doy gracias a la Dirección General de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México que, con generosidad, me otorgó una beca durante los cuatro semestres que cursé los créditos en el programa de maestría en letras, con especialidad en letras clásicas, de la Facultad de Filosofía y Letras. También doy gracias a la Sra. Leonor Robledo quien, desinteresadamente y con espíritu sabio, me guió en momentos cruciales.. Así mismo, las familias Bush, Steger y Arámbula estuvieron presentes durante la elaboración de este trabajo y nunca permitieron que desistiera. No puedo dejar de mencionar a Manuel Pontes cuya amistad ha sido siempre para mí un sostén puesto que, con sonrisa irónica y amable al mismo tiempo, me enseñó a ver más allá de las apariencias. Alonso Guerrero y Leonor Orozco tienen mi gratitud por alentarme y ser baluartes. La Dra. Tatina Sule Fernández y el Lic. Eduardo Rivera Pizano siempre mostraron interés y me han proporcionado apoyo y amistad. Ser docente en la Facultad de Filosofía y Letras es y ha sido un privilegio, por lo que agradezco a mis alumnos su paciencia, particularmente a David Josué Piña Galicia. La Dra. Carolina Ponce, la Dra. Noemí Novell, la Dra. Aurora Piñeiro y la Dra. Ana Elena González han influido, en mayor o menor medida, en este proceso y también tienen mi agradecimiento. La amistad del Dr. Andrew Laird ha sido valiosa y agradezco su invitación a ser ponente en el taller European and New World Forms of Knowledge in Colonial Spanish America, auspiciado por Newberry Library Center for Renaissance Studies en Chicago, Illinois y la Universidad de Warwick de Inglaterra, durante el verano de 2007. Los participantes de dicho taller fueron benévolos al escuchar algunas ideas desarrolladas en el estudio introductorio de esta tesis. La Dra. Belem Clark y la Mtra. Verónica de León Ham se interesaron en el presente trabajo desde el inicio y fueron útiles sus comentarios. La presencia del Dr. Jakob Rozenknopf Hausman, de mentalidad renacentista, ha sido constante a lo largo de esta etapa. Mención especial merecen el Dr. Arnold Kerson y el Dr. David H. Fisher. Agradezco al Dr. Raúl Torres Martínez su asesoría rigurosa y su amistad. También doy gracias al Dr. Ambrosio Velasco, el Dr. Germán Viveros, el Dr. Roberto Heredia y el Dr. José Quiñones quienes, en calidad de sinodales, leyeron con atención y me hicieron sugerencias. Huelga decir que la responsabilidad de lo dicho en esta tesis es mía. Finalmente, gracias a Ana Sofía García Gómez y a Marcial Dávila. Índice Agradecimientos V Estudio introductorio IX Texto latino 1 Texto español 1 Index nominum L Abreviaturas LV Index uerborum LVI Bibliografía CIV IX As all historians know, the past is a great darkness, and filled with echoes. Voices may reach us from it; but what they say to us is imbued with the obscurity of the matrix out of which they come; and, try as we may, we cannot always decipher them precisely in the clearer light of our own day. Margaret Atwood, The Handmaid‟s Tale ESTUDIO INTRODUCTORIO I Al hablar de ediciones críticas de obras latinas y griegas, por lo común se piensa en aquellas que forman parte primordial del canon literario de Occidente puesto que los manuscritos, esparcidos en las bibliotecas europeas, se consultan de forma continua con la finalidad de establecer, bajo múltiples criterios, el “texto” de un Homero, de un Virgilio, de un Apolonio de Rodas, de un Valerio Flaco. Cuando se habla de “texto”, pues, el clasicista se enfrenta a distintas variantes de los manuscritos y, mediante una metodología que pretende ser científica, intenta, con sendos aparatos críticos, “reconstruir” lo que un antiguo realmente escribió. En cambio, en lo que respecta a la producción textual tanto latina como griega en tierras dominadas desde la península ibérica, el clasicista no tiene a su disposición numerosos ejemplares de manuscritos provenientes, en gran parte, de la Edad Media. En este caso, el clasicista, con frecuencia, tiene ante su mirada un manuscrito único o una obra impresa.1 Dadas estas circunstancias, sería muy fácil caer en un concepto erróneo de que hacer una edición crítica de una obra neolatina no es llevar a cabo labores propias de lo que se podría llamar filología, sobre todo si de esa filología se utilizan los parámetros y métodos para fijar un escrito. Además, de existir este modo de pensar e imaginarse un 1 Véase TORRES MARTÍNEZ, pp. 3-10. X “texto”, uno entraría en tierras resbaladizas en relación con los criterios lingüísticos y literarios para distinguir entre el latín “clásico” y el “neolatín”. Uno entraría, también, en una discusión estéril de cómo el latín durante la época colonial de México fue propiedad casi exclusiva de las capas sociales acomodadas. En esa ficticia discusión, aquellos que argumentarían a favor del punto ya señalado tendrían razón en parte, mas ese tipo de aseveraciones llevarían implícitamente una ideología que disminuiría la importancia de la enseñanza y el aprendizaje del latín, cuyo estudio reportaría un beneficio para trazar la historia de nuestro país. Lo irónico de esta lid imaginaria estribaría en que, en la actualidad, los estudiosos de la antigüedad clásica siguen los mismo derroteros, es decir, si bien el latín y, en menor medida, el griego, eran campos abiertos solamente a una capa de la sociedad colonial, no se dudaba del alto valor humanístico de tales empresas. Siendo el hecho de que en nuestras aulas se enseña lo clásico, se podría decir que la ideología subyacente es la misma, esto es, existe el criterio de que lo grecolatino es fuente de valores. La única diferencia radicaría en que, en nuestra época, lo clásico no está monopolizado por una minoría selecta. Lo clásico está abierto a todos. Otro punto en común entre lo colonial y el presente siglo sería el deseo de ser merecedor y, de algún modo, transformador del conocimiento de lo clásico. Sin embargo, lo que aparenta ser la diferencia entre las épocas es notorio, mas, al escudriñar un poco, uno se percata de las semejanzas entre una época y la otra. En el período colonial, abundaban los escritos latinos y han sido juzgados como catalizadores de una identidad criolla frente a los peninsulares; en el nuestro, por lo común, se dedica a la traducciónde lo “clásico” y a esta labor, digna de encomio por su valor intrínseco, se impone, abierta o veladamente, una impronta de nacionalismo. En realidad, se podría afirmar que el latín ha sido el vehículo por el cual se han librado batallas en lo referente a XI qué es lo que entendemos por educación, valores, patriotismo y nuestra relación con un pasado histórico que, aun cuando se quiere ignorarlo, como diría Alegre, ecce autem mediis altum caput extulit undis / hydrus et intorquens per longa uolumina fluctus / ingreditur laterique adsultans lympha remugit (Batracomiomaquia, 109-111). En este punto, sobre todo respecto a Francisco Javier Alegre, tampoco hay distingos. Lo clásico es algo que pertenece a todos, mas en nuestras tierras, nos pertenece a todos sin distinción de clase o de raza. El presente estudio tiene la finalidad de introducir al lector los criterios utilizados para establecer una edición crítica de un texto neolatino del siglo XVIII, específicamente, la versión latina que hizo de la Batrachomyomachia, o La guerra de las ranas y los ratones, Francisco Javier Alegre. Para esta empresa, se hará una breve exposición sobre la naturaleza lúdica del poema que nos ocupa con base en el pensamiento hermenéutico de Hans-Georg Gadamer, se hablará sobre el aparato crítico griego, así como se determinará la influencia virgiliana en el vate veracruzano. La Batracomiomaquia, poema paródico que consta de 303 versos y narra la guerra entre seres minúsculos, a saber, ranas y ratones, en la Antigüedad fue atribuida a Homero, mas en la actualidad se ha descartado al vate épico como autor, lo cual ha suscitado dos problemas: quién compuso la obra y en qué marco histórico debería fijarse. Algunos han pensado que un Pigres de Caria, poeta del siglo V a.C., fue el autor, pero otros han dicho que es una obra anónima del siglo I a.C. Sin embargo, hubo poetas de la Antigüedad que seguían la tradición de que Homero compuso el poema. La parodia, en el caso que nos concierne, involucra recursos poéticos propios de la poesía épica griega, específicamente la Ilíada. Los elementos paródicos consisten en el uso del hexámetro y el dialecto jónico- épico. Además, el proemio es un elemento importante para establecer comparaciones y XII contrastes entre la Ilíada y la Batracomiomaquia. La Ilíada comienza de la siguiente manera: La cólera, canta, diosa, del Pelida Aquileo, Funesta, que miríadas de dolores causó a los aqueos Y al Hades echó antes de tiempo muchas almas valientes De héroes, y a ellos mismos presas los volvió para perros Y aves rapaces todas. El designio de Zeus se cumplía Desde que primero se apartaron, habiendo altercado, El Atrida señor de hombres y el divino Aquileo. (vv. 1-7)2 En cambio, la Batracomiomaquia tiene el siguiente proemio: Al iniciar la primera página, suplico al coro del Helicón que me llegue al corazón con motivo del canto que hace poco puse en unas tabletas sobre mis rodillas (¡batalla inmensa, hazaña de bélico tumulto de Ares!), en mi deseo de llevar a oídos de todos los mortales cómo los ratones avanzaron, mostrando su superioridad en el combate entre las ranas, émulos de las hazañas de los Gigantes, varones nacidos de la tierra, según era tradición entre los mortales. (vv. 1-8)3 Lo paródico del proemio consiste en que las criaturas minúsculas entablan una guerra entre sí que se asemeja a una “batalla inmensa” como la que se lee en la Ilíada, pero lo más importante es cómo el poeta se burla de los recursos poéticos de la épica, es decir, en lugar de que haya un vate inspirado para cantar de memoria las hazañas de los grandes héroes –recordemos que la poesía homérica es esencialmente oral–, el poeta es inspirado “artificialmente”, pues necesita de tabletas para poner por escrito, con la ayuda de las Musas, el asunto del poema. Otro aspecto paródico de la Batracomiomaquia es el desarrollo del poema. Mientras que en la Ilíada lo importante es el honor ultrajado de Aquiles por parte de Agamenón, en nuestro poema, el pretexto de la guerra entre las ranas y los ratones es, en realidad, una acción torpe y una omisión en la narración de los sucesos. Psicárpax, o Robamigas, es invitado por Fisígnato, o Inflamofletes, a conocer su morada en 2 Cf. HOMERO, Ilíada, traducción de Rubén BONIFAZ NUÑO. 3 Cf. Himnos homéricos, La “Batracomiomaquia”, traducción de Alberto BERNABÉ PAJARES. XIII el agua. Para eso, la rana invita al ratón a subir a su dorso para transportarlo, pero de manera repentina surge una serpiente. Inflamofletes de inmediato se sumerge en el agua para escapar del peligro inminente para sí y su nuevo amigo, mas en el proceso se lleva a las profundidades a Robamigas quien no sabe nadar. Ahogándose, el ratón jura venganza. Por un lado, la acción torpe estriba en que el ratón debió haber reflexionado que el agua no es su hábitat natural, y por otro, la omisión consiste en que hubo un testigo, Roepán, en las orillas del lago. Roepán llega a narrar lo sucedido a los ratones, pero omite que Robamigas, por voluntad propia, aceptó la invitación de Inflamofletes de cruzar el lago y que hubo una serpiente que estuvo a punto de devorar a los dos. Sin mayor deliberación, los ratones declaran la guerra a las ranas. La preparación de ambos lados es otro elemento paódico del poema, pues las armas utilizadas son proporcionales al tamaño de las criaturas: las agujas como lanzas, habas verdes como grebas, pieles de comadrejas como corazas, la vaina de un garbanzo como yelmo, etc. En este punto del poema, Zeus convoca una asamblea en el Olimpo con la finalidad de saber qué dioses van a prestar auxilio a las ranas y quiénes a los ratones. Todos, especialmente Atenea, rechazan la propuesta. La batalla, que por fin se entabla, también es paródica, sobre todo porque es un remedo de la aristeia, o principalía, en la Ilíada, esto es, hay escenas de luchas indivuales que recuerdan aquéllas de Diomedes y Aquiles. Al ver que los ratones están a punto de aniquilar a las ranas, Zeus manda a los cangrejos para que intervengan y poner fin a la guerra con duración de un solo día. II XIV Francisco Javier Alegre, jesuita y humanista del siglo XVIII, oriundo de Veracruz, ha sido llamado por Deck4 “el primer crítico literario de México” merced a la traducción que hizo del francés al español del Arte poética de Boileau, pero las áreas en que más se esforzó el vate veracruzano fueron en aquellas dedicadas al cultivo del latín, o el neolatín, sobre todo en obras como la traducción de hexámetros griegos a hexámetros latinos de la Batracomiomaquia y la Ilíada. Alegre también es recordado por otras creaciones como la Alejandríada, poema épico acerca de la conquista de Tiro por Alejandro Magno, así como las Instituciones teológicas. Puesto que es poco lo que se ha escrito sobre Alegre, no sólo en nuestra época, sino también en aquella en la que compuso sus obras, nos es difícil medir la recepción que pudo haber tenido, sobre todo en lo que concierne a la traducción de la Batracomiomaquia. A pesar de que, junto al breve poema, Alegre escribió una carta a su amigo pidiendo que éste revisara, criticara e hiciera observaciones de acuerdo con los preceptos horacianos del Arte poética –lo cual nos puede indicar qué tipo de lector tenía en mente Alegre–, me parece más conveniente discurrir sobre el aspecto lúdico del vate, sobre todo porque, como pretende instalarse en la tradición clásica, la traducción de la Batracomiomaquia es un juego previo a las otras creaciones artísticas. Es necesario aclarar que, para la presente exposición, me he basado en el capítulo “El juego como hilo conductor de la explicación ontológica” del libro de Hans-Georg Gadamer, Verdad y método I: Fundamentos de una hermenéutica filosófica. En lo que respecta específicamente a su traducción dela Batracomiomaquia, todo parece indicar que Alegre tradujo este epilio como un “preludio” a una creación propia que vendría después, es decir, la Alejandríada. Sobre este punto, el jesuita seguía fielmente la 4 Véase DECK, p.1. XV tradición clásica de escribir una obra menor –o un epilio– con vena humorística, antes de iniciar una mayor. Ahora bien, el epilio es un poema épico de reducidas proporciones si lo comparamos con la Ilíada y la Odisea. La Batracomiomaquia griega consta de 303 versos, mientras que la traducción de Alegre, hecha en 1751, tiene 468. El término “neotérico” se refiere al poeta que con hexámetros canta un episodio mitológico perteneciente a los grandes ciclos épicos (recuerde el poema LXIV de Catulo en el que relata la boda de Tetis y Peleo). El neotérico también podía escribir sobre asuntos de contenido paródico, como el Culex, o Mosco, cuya composición frecuentemente se había imputado a Virgilio. Alegre se inserta en esta tradición al traducir el poema que trata de ranas y ratones que entablan una guerra con pretextos ridículos, en lugar de narrar sobre los grandes guerreros como Aquiles, Áyax, Héctor o Diomedes. Es evidente, pues, que la traducción/creación de Alegre va más allá de un juego paródico, esto es, existe una intención lúdica que entraña al proceso creativo en general. El concepto del juego ha sido toral en la hermenéutica y en la estética. Para Gadamer, lo esencial del juego no está en la experiencia del jugador, es decir, en su estado de ánimo, su comportamiento o en su estado subjetivo. El juego, más bien, es un modo de ser de la propia obra de arte. Antes de entrar en el tema, Gadamer puntualiza que el juego, en cuanto tal, “está en una referencia esencial muy peculiar a la seriedad”.5 Por otro lado, Gadamer afirma que el jugador de antemano sabe que está en una actividad marcada por las características particulares del juego que dejará su impronta sobre su proceder, es decir, el jugador está predeterminado por la seriedad de los objetivos del juego en el que está inmerso. Además, el jugador sólo puede cumplir con los objetivos del juego cuando se 5 Véase GADAMER, p. 144 XVI abandona a sí mismo al desarrollo y desenlace del juego. Alegre, en el proemio de la Batracomiomaquia, invoca a Calíope, Musa de la poesía épica, puesto que así lo ha determinado la tradición clásica. De antemano, Alegre está obligado a seguir esas reglas durante el proceso de su creación/traducción. No habrá respuesta a la pregunta de qué es lo esencial del juego si nos concentramos en la cavilación subjetiva del jugador. Por lo tanto, sólo se hallarán las respuestas al examinar el juego como tal, esto es, su modo de ser o su ontología. En cuanto a su ser, el arte “(…) no es ningún objeto frente al cual se encuentre un sujeto que lo es para sí mismo. Por el contrario, la obra de arte tiene su verdadero ser en el hecho de que se convierte en una experiencia que modifica al que la experimenta. El „sujeto‟ de la experiencia del arte, lo que permanece y queda constante, no es la subjetividad del que experimenta sino la obra de arte misma”.6 El sujeto del juego no son los jugadores. El sujeto del juego es el juego mismo y sólo se manifiesta y se accede a su realidad, o a su ser, mediante los jugadores mismos. En otras palabras, refiriéndonos específicamente a la Batracomiomaquia, el juego es el poema en sí mismo. Es de notarse que Alegre pide a Mariano Loyzaga Antonio, a quien va dirigida la epístola que acompaña la traducción latina, que no revise el poema como amigo, sino como un Aristarco. Lo que demuestra Alegre es que la obra en cuestión es un juego en el que la identidad personal de cada uno debería desaparecer con el fin de adoptar el papel de jugadores: uno que crea y uno que critica. En otras palabras, para que el poema de Alegre pueda manifestarse como juego, es necesario que tanto creador como crítico acepten un papel pasivo. Como se dijo arriba, el juego de antemano impone condiciones y reglas previas a la acción. Los jugadores, pues, aunque aparentan llevar a cabo un desempeño 6 Ibid., p. 145 XVII activo en el desarrollo del juego, son pasivos en la medida que convienen en seguir las reglas. Para comprender mejor este punto, Gadamer expone la relación del juego con las metáforas que se refieren a la actividad lúdicaa. Al enunciar una metáfora, es decir, al relacionar dos entes que no están vinculados conceptualmente, el significado original de la palabra cobra mayor significado. Abundan los ejemplos: juego de luces, juego de palabras, etc. En este tipo de expresiones, existe un ir y venir constante sin un intermediario. El movimiento implícito en estos enunciados sugiere que el juego no tiene una finalidad en la que pueda desembocar. El juego se renueva constantemente merced a la repetición. El movimiento es la realización del juego y, por esta razón, para que se manifieste el juego, no se requiere de un jugador como sujeto; en cuanto a su forma lingüística, el sentido más prístino de jugar es la voz media, pues jugar no es el desempeño de una actividad. El sujeto del juego es el juego mismo. Gadamer recurre a un pasaje de Huizinga en el que se afirma que en algunas culturas no hay una frontera bien delimitada entre jugar y ser. Gadamer, a continuación, manifiesta “(…) el primado del juego frente a la conciencia del jugador (…)”.7 En este sentido medial de jugar, el juego es un continuo vaivén que aparece por sí mismo sin objetivo, sin intención y sin esfuerzo. Además, permite que el jugador se abandone y no sienta la iniciativa de actuar. Que el juego sea un vaivén indica que el modo de ser está cercano al movimiento de la naturaleza a la que pertenece el ser humano. Esto da lugar a que las expresiones metafóricas pierdan todo sentido figurado y cobren un sentido literal. Por otra parte, el sentido medial permite que el juego salga del marco de referencia de la obra de arte para constituirse como ser y considerarse como modelo del arte al mismo tiempo. 7 Ibid., p. 147. XVIII El vaivén continuo del juego obliga a Huizinga considerar otro aspecto: “(…) el carácter de juego de las competiciones”.8 El jugador no tiene conciencia de que está jugando, pero en la competencia se produce el vaivén que sólo permite un vencedor y un vencido. Para que el juego exista, no es necesario un jugador real, sino algo que cubra la función del “otro” que responda a las iniciativas del jugador con sus propias contra- iniciativas. Recordaremos aquí que Alegre pide a su amigo una actitud crítica, esto es, que adopte el papel lúdicao de alguien que también conoce las reglas del juego que, en este caso, es la poesía épica. En cuanto a los jugadores, el juego siempre representa un riesgo en la medida en que el juego es tomado en serio, pero “el que por disfrutar la propia capacidad de decisión evita aquellas posibilidades que no desea seriamente y que en consecuencia no contienen en realidad el riesgo de ser elegidas y de verse limitado por ellas, recibe el calificativo de frívolo”.9 Alegre intuye este punto, pues escribe a Antonio después de pedirle que sea un Aristarco: his autem te tricis immergis?inquies. utique, mi Antoni, nec quare id mihi uertendum uitio sit, satis uideo (15-16) [Pero dirás, ¿te sumerges en estas frivolidades (sc., de que Antonio sea un crítico)? Ciertamente, Antonio mío, tengo muy claro que no hay cómo ni por qué tomarme esto a mal]. Gadamer afirma que todo jugar es un ser jugado, lo cual sustenta la hipótesis de que el verdadero modo de jugar es la voz media. La verdadera fascinación que ejerce el juego en los jugadores esque el juego se adueña de los participantes, quienes adoptan una identidad que no es la suya propiamente, pues el juego obliga a que uno tome un papel 8 Ibid., p. 148. 9 Ibid., p. 149. XIX fuera de lo ordinario de la cotidianeidad. Lo que atrae al juego es el riesgo de si “se podrá”, si “saldrá”, si “volverá a salir”. Dentro de las actividades del ser humano, lo que más caracteriza al juego es el hecho de que se juega a algo. Además, el juego delimita el comportamiento del ser humano porque quiere jugar. El juego, pues, no corta la capacidad de opción del que juega puesto que, primero, opta por jugar y, segundo, opta dentro de las posibilidades del mismo juego. En cuanto a dichas posibilidades, es necesario aclarar aquí que el vaivén del juego se desarrolla dentro de un espacio predeterminado que, como afirmaría Huizinga, es la correlación del ámbito sagrado. No es fortuito que, en la poesía épica clásica, en el proemio esté la invocación a las Musas o al dios Apolo, dado que la épica se separa del ámbito del lenguaje cotidiano para inscribirse dentro de lo sagrado. Ahora, la opción de jugar, con el espacio predeterminado del juego, marca las tareas por llevarse a cabo. Esto es un modo de decir que el juego tiene su espacio y sus reglas, mas las reglas no sólo son indicaciones de cómo debe comportarse el jugador, sino también son las pautas que permiten que el juego tenga “(…) una ordenación y configuración”, es decir, que el juego tenga ese vaivén ya mencionado y que se “represente”.10 El sentido del juego no estriba sólo en llevar a cabo los objetivos, sino que el jugador mismo tiene la posibilidad de expandirse durante el desarrollo del juego, dando lugar a que “(…) la autorrepresentación del juego [haga] que el jugador logre al mismo tiempo la suya propia jugando a algo, esto es, representándolo”.11 Además, la representación siempre tiene la posibilidad de ser representación para alguien. Donde se realiza esta representación con mayor nitidez es en el teatro, aunque representa un mundo cerrado, puesto que este tipo de 10 Ibid., p. 151. 11 Ibid. XX juego está abierto al lado del espectador. Por eso, “(…) el espectador posee una primacía metodológica: en cuanto que el juego es para él, es claro que el juego posee un contenido de sentido que tiene que ser comprendido. Por lo tanto, puede aislarse de la conducta de los jugadores. Aquí queda superada en el fondo la distinción entre jugador y espectador. El requisito de referirse al juego mismo en su contenido de sentido es para ambos el mismo”.12 Para que la obra de arte tenga existencia, la representación tiene que ser para alguien aunque no haya nadie que la vea, lea o escuche. Gadamer llama transformación en una construcción el estadio de perfección del juego y del arte: “Sólo en este giro gana el juego su idealidad, de forma que pueda ser pensado y entendido como él mismo. Sólo aquí se nos muestra separado del hacer representativo de los jugadores y consistiendo en la pura manifestación de lo que ellos juegan. Como tal, el juego –incluso con lo imprevisto de la improvisación– se hace en principio repetible, y por lo tanto permanente (…). Es en este sentido como lo llamo „construcción‟”.13 El juego, además, aún tiene referencia a la representación y, al mismo tiempo, mantiene una autonomía completa frente al representador, el espectador y el creador. Esta autonomía es la transformación. Huelga decir que la transformación no significa alteración. „Alteración‟ implica que aún queda algo del origen en la sustancia alterada. La transformación es un cambio completo, o “(…) lo que había antes ya no está ahora. Pero quiere decir también que lo que hay ahora, lo que se representa en el juego del arte, es lo permanentemente verdadero”.14 La transformación se debe a dos factores. En primer lugar, ya no están los jugadores; en segundo lugar, ya no existe “(…) el mundo en el que vivimos como 12 Ibid., pp. 153-4. 13 Ibid., p. 154. 14 Ibid., p. 155. XXI propio”.15 Esto significa que el mundo en el que se desarrolla el juego es distinto y “(…) está cerrado en sí mismo”. La construcción encuentra su patrón en sí mismo y no necesita medirse con otra cosa que no está dentro de sí. La representación, sea teatral, sea cultual, es algo que reposa sobre sí mismo y no admite que se le compare con la realidad, puesto que eso daría lugar a una copia. En cuanto a qué constituye la “realidad”, Gadamer propone que es necesario entenderla como un horizonte futuro de posibilidades. Por esta razón, siempre hay expectativas que se cumplen, mas existen otras sin posibilidad de cumplirse. Cuando, dentro de las posibilidades, existe un punto que se detiene y se cierra, estamos ante una realidad que “(…) se convierte en algo parecido a una representación escénica”.16 El juego, la obra de arte, la representación “(…) tiene en sí misma su télos (…). De este modo el concepto de la transformación se propone caracterizar esa forma de ser autónoma y superior de lo que llamamos una construcción. A partir de ella la llamada realidad se determina como lo no transformado, y el arte como la superación de esta realidad en su verdad. La teoría antigua del arte, según la cual a todo arte le subyace el concepto de la mímesis, de la imitación, partía también evidentemente del juego que es la representación de lo divino.”17 Gadamer, sobre este punto, destaca que la imitación describe el juego del arte sólo si se mantiene el sentido cognitivo. Este sentido de la mímesis es el reconocimiento. Una vez que haya reconocimiento, se puede descubrir el sentido óntico de la representación. El reconocimiento no es percatarse de lo que ya se sabe, sino conocer algo más de lo ya conocido. La mímesis y la representación no son repetición, sino el conocimiento de la esencia, pero el que reproduce se ve ante la necesidad de incluir ciertas 15 Ibid., p. 156. 16 Ibid., p. 157. 17 Ibid. XXII cosas en detrimento de otras. Alegre mismo da cuenta de eso al poner en el título de su traducción nonnullis additis, esto es, “con algunas añadiduras”. La representación está obligada a reconocerse como el modo de ser de la obra misma, es decir, “(…) el ser del arte no puede determinarse como objeto de una conciencia estética, porque a la inversa el comportamiento estético es más que lo que él sabe de sí mismo. Es parte del proceso óntico de la representación, y pertenece esencialmente al juego como tal.”18 El juego, pues, es una construcción, lo cual equivale a decir que puede ser representado varias veces y aún ser entendido en su sentido. Por eso, “Lo que representa el actor y lo que reconoce el espectador son las formas y la acción misma, tal como estaban en la intención del poeta”.19 Con esto, nos encontramos ante una doble mímesis en la que tanto el actor como el poeta representan. En cuanto a la construcción que involucra la representación, sólo existe cuando “(…) se presenta a sí misma como una totalidad de sentido.”20 Ahora bien, la variedad es algo que siempre está presente en la repetición de la representación por las razones ya expuestas anteriormente. La variedad, dicho de otro modo, son las posibilidades de ser propias de la obra. Además, cada representación sirve de modelo para las representaciones siguientes, lo cual da lugar a una tradición con la que cada intento tiene que confrontarse, mas no debe entenderse que la interpretación de una obra tiene que estar servilmente sujeta a esa tradición. Más bien, la tradición deja “(…) abierta hacia el futuro la identidad y la continuidad de la obra de arte.”21 La interpretación, pues, es una recreación de cómoel que la ejecuta entiende la intención de la obra y cómo le otorga 18 Ibid., p. 161. 19 Ibid., p. 162. 20 Ibid. 21 Ibid., p. 164. XXIII sentido a la misma. Alegre, en este punto, es explícito, pues afirma que sigue la tradición clásica: ut enim antiqui gladiatores, antequam proprius manum consererent, inani uelitatione corpus et bracchium exercebant ut certius postmodum ictus dirigerent, ita uel poetarum optimos memoriae proditum est in minutissimis quibusque prolusisse, antequam opus aliquod illustre molirentur (…). humiles Siluas Statius antequam tumidam Thebaidem, paruulum Culicem Vergilius antequam ingentem Aeneidem, hanc ipsam Batrachomyomachiam poetarum princeps Homerus antequam diuinam scripsit Iliada (16-24). [Pues como los antiguos gladiadores, antes que trabaran combate propiamente, en falsa escaramuza ejercitaban el cuerpo y el brazo, para dirigir después con mayor certeza los golpes. Así incluso fue transmitido a la posteridad, que los mejores entre los poetas se prepararon en cada una de las cosas más pequeñas antes de trabajar con ahínco en alguna obra ilustre (…). Estacio escribió las humildes Silvas antes que la henchida Tebaida; Virgilio, el pequeñísimo Mosco antes que la ingente Eneida; Homero, el príncipe de los poetas, esta misma Batracomiomaquia antes que la divina Ilíada.] En la “Carta del autor (sc., Alegre) acerca de este opúsculo, a su amigo Mariano Loyzaga Antonio”, el vate veracruzano dice lo siguiente: Fateor plura non ad verbum e Graeco fonte trastulisse Flacci nostri praeceptum secutus imo et in aliquibus extra Homeri uestigia exorbitasse. Nonnulla enim addidi minime ut puto extra rem (…) (10-13) [Confieso que muchas veces no traduje palabra por palabra de la fuente griega, siguiendo el precepto de nuestro Flaco (sc., Horacio en el Ars Poetica), sino que incluso en algunas cosas me he desviado fuera de las huellas de Homero. Añadí, pues, algunas cosas, en la medida en que las considero muy poco fuera del asunto (…)] XXIV Sin embargo, tras el análisis del texto griego y el alegrino, se puede uno percatar de que en algunos lugares existen traducciones parcialmente literales. En el corpus del poema, los lugares están señalados en cursivas para que el lector pueda cotejar ambos textos, así como lo que Alegre mismo añadió. Es preciso hacer ver al lector que, al leer el aparato crítico griego, la traducción “literal”, o “palabra por palabra” no se puede hacer por varias razones. Aunque el hexámetro permite que haya entre trece y diecisiete sílabas tanto en griego como en latín, huelga decir que los patrones fonológicos, o la prosodia, de cada lengua son distintos y forzosamente se verá reflejado en la traducción. Puesto que el uso del hexámetro o de otro esquema métrico impone sus reglas, tanto la sintaxis como la morfología de las traducciones estarían forzadas. En el caso de Alegre, las traducciones de versos enteros o de partes de un verso son literales en lo que se refiere al léxico. Sin embargo, se podría objetar, aunque se admita que, merced a la prosodia latina, Alegre no pudo llevar a cabo una traducción literal a nivel morfo-sintáctico, y que hay algunas palabras que no son el equivalente exacto entre una lengua y la otra. Sobre este punto, es poco lo que uno puede decir, salvo que Alegre, al seguir el criterio horaciano de no hacer calcos palabra por palabra, considera que tanto en una lengua como en otra, hay campos semánticos compartidos. Traducir u3dwr por aqua es un calco exacto, mas Alegre también considera otras palabras –sinónimos– como lympha o unda. Por otro lado, Alegre, en su traducción, puede ser analítico o sintético. Por ejemplo, cuando Fisígnato y Psicárpax se conocen, aquél somete a éste a un interrogatorio, un lugar común de la literatura antigua. En griego, Fisígnato insta al ratón a que hable con la verdad: a0lh/qeuson (v. 14). Alegre, al traducir de forma analítica, pone en boca de la rana XXV fare (...) uerum (v. 19). Alegre también llega a ser sintético, pues cuando Psicárpax comienza a relatar cómo es su vida, dice, entre otras cosas, de qué se alimenta: (...) sectio pernae (v. 49) y el texto griego es to/moj e0k pte/rnhj (v. 37). Alegre, pues, oscila entre los dos modos de traducir, mas también logra, si no un calco exacto, por lo menos una semejanza lo más apegada al original que puede, como en versos 60-62 del texto latino y versos 45-47 en el griego. ad lectum properans digitum uel crura momordi nec niger infixus penitus dolor artubus haesit, me mordente, grauis neu fugit lumina somnus. e0pi\ le/ktron i0w\n da/ktulon da/knw kai\ pte/rnhj labo/mhn nh/dumoj ou0k a0pe/fugen u3pnoj da/knontoj e0mei=o Ahora bien, García de Paso y Rodríguez han denominado ad sententiam a la forma de traducir, ya sintética, ya analítica, de Alegre, es decir, el vate, por lo menos en la versión latina de la Ilíada, “(...) amplía y reduce en algunos puntos el texto homérico, aunque, por otra parte, es bastante fiel al original. Las fuentes de su traducción se encuentran principalmente en Virgilio.”22 Los autores piensan que Alegre, por utilizar la poesía del mantuano, refleja hondamente el conocimiento de la Eneida, dando lugar a que algunos tilden las creaciones de Alegre como algo excesivamente virgiliano y, por lo tanto, sean de escaso interés.23 Mediante una especie de tipología, García de Paso y Rodríguez han podido establecer las concordancias virgilianas, mas esto no implica que Alegre se servía exclusivamente de la Eneida, sino, al contrario, existen calcos textuales que no son de versos enteros, pues eso nos conduciría a pensar que Alegre estaba valiéndose del recurso 22 Véase GARCÍA DE PASO, p. 283. 23 Ibid., p. 285. XXVI poético del centón.24 Sobre este modo de utilizar la Eneida, se puede afirmar que la traducción de la Batracomiomaquia es, por un lado, imitatio, y, por otro, aemulatio.25 Ambos términos son válidos cuando se discurre sobre Alegre, pues vinculan lo que ya se ha dicho sobre el carácter lúdico de su versión latina. Respecto a la impronta virgiliana de la traducción del griego, Knauer ha argumentado que Virgilio también se valió de la épica homérica vertida, en muchos lugares, al latín; que el procedimiento utilizado también es imitatio, mas no es plagio. Virgilio traza paralelos entre la Eneida y la Ilíada y la Odisea, sobre todo en cuanto a monólogos, escenas completas, proemios y oraciones. Virgilio usa y modifica los recursos de Homero para una creación original, y en la composición del poema también añade recursos poéticos propios. Es difícil saber si Alegre estaba consciente de lo que se ha llamado la cuestión Homero-Virgilio, mas Knauer ha podido ver que, por lo menos en la traducción latina de la Ilíada, Alegre supo retomar versos virgilianos cuyo origen está en los poemas homéricos. A la luz del artículo de García y Rodríguez, es conveniente seguir el método sugerido para dilucidar la influencia virgiliana de la Batracomiomaquia. Los recursos son: iunctura en posición inicial, iunctura en posición medial, iunctura en posición final, iunctura con cambios morfo-sintácticos, iunctura con pequeños cambios a nivel de la expresión, iunctura con cambio de la posición métrica, iuncturae encabalgadas, iuncturae nuevas a partir de dos iuncturae virgilianas y iuncturae en un solo verso. Sobre la definición de la iunctura, conviene citar textualmente a Borrell Vidal: “Los recursos imitativos giran fundamentalmente en torno a cuatro aspectos: la imitación de 24 Ibid., p. 289. 25 Véase lo dicho por KNAUER, pp. 332-359. XXVII tramos más o menos largos y la trasposición métrica;los otros dos aspectos, de carácter léxico, se refieren a la elección de vocabulario y a la incorporación de iuncturae procedentes de textos poéticos en general, y de las opera maiora de Virgilio en particular. Entendemos por iunctura un conjunto de dos palabras, como mínimo, que hallamos ubicado, la mayor de las veces, en principio o en final de verso, aunque también se observa en otras posiciones. Cadenas léxicas o segmentos de verso serán en este trabajo (sc., el trabajo de la autora sobre la influencia de Virgilio en la poesía de Juvenco) expresiones equivalentes al término iunctura. No parece tener especial relevancia, salvo en casos muy concretos, la conservación del patrón métrico del hexámetro imitado (...)”.26 Para las iuncturae en posición inicial: BATR. 101 corripit hic artus subitus tremor altaque caeli AEN. 6, 290 corripit hic subita trepidus formidine ferrum Para las iuncturae en posición medial: BATR. 36 gloria pennato quod uexit ad aethera curru AEN. 2, 338 quo fremitus uocat et sublatus ad aethera clamor Para las iuncturae en posición final: BATR. 13 aequora conspexit; rapido tum litora cursu AEN. 1, 157 defessi Aeneadae quae proxima litora cursu Para las iuncturae con cambios morfo-sintácticos: BATR. 222 propter aquae latices et litora curua paludis AEN. 6,4 ancora fundabat nauis ad litora curuae Para las iuncturae con cambios a nivel de la expresión: BATR. 54 nec tamen in bellis minor est mihi gloria; numquam AEN. 1, 545 nec pietate fuit, nec bello maior et armis 26 Véase BORRELL VIDAL, p. 24. XXVIII Para las iuncturae con cambios de la posición métrica: BATR. 132 omnia lustranti tenebris celare barathri AEN. 9,425 conclamat Nisus nec se celare tenebris Para las iuncturae encabalgadas, el siguiente ejemplo es un índice de que Alegre también estaba familiarizado con la poesía de Estacio: BATR. 95 cum nigro submerso lacu sua colla manusque SYLVAE 1,1,73-4 terque ardua mersit / colla lacu trepidans Para las iuncturae nuevas a partir de dos iuncturae virgilianas: BATR. 215 aspiceret ranas, toto se corpore in undas AEN. 12, 642 aspiceret; hinc toto praeceps se corpore ad undas Para las iuncturae en un solo verso, no se encontraron ejemplos en el poema de Alegre. Con la propuesta de García y Rodríguez, se pueden encontrar múltiples ejemplos de las concordancias ad sententiam en la Batracomiomaquia de Alegre. Aquí, la única intención es demostrar de forma breve el conocimiento de la poesía virgiliana por parte del vate jesuita y cómo lo incorpora a su traducción del griego. Para la interpretación del apartato crítico,27 se ofrecen los siguientes ejemplos, para los que se han tomado los versos 13, 16 y 35, respectivamente, con las anotaciones en el aparato crítico: aequora conspexit; rapido tum litora cursu ll 13 aequora] Equora T, Iz | litora] littora T, Iz ll aspectans, liquidis quem forte aspexit ab antris ll 16 forte] fortè T | aspexit] adspexit T, Iz ll 'tene latet tantum genus, o rex maxime, nostrum, ll 35 tantum] tant(ùm) T | o] ô T | rex] Rex T, Iz | nostrum,] nostr(um)? T nostrum? Iz ll 27 La información sobre el aparato crítico se encuentra también en el estudio preliminar de Edward BUSH MALABEHAR, La Batrachomyomachia de Francisco Javier Alegre. XXIX Para el verso 13, el número arábigo en el aparato crítico remite al número de verso en el texto. En seguida, aequora tiene un corchete cerrado a la derecha indicando la propuesta de lectura. Después de un espacio, se lee la variante Equora, y después de dos espacios, las siglas T e Iz, señalando la lectura en el manuscrito tepotzotlano y el texto de Icazbalceta, respectivamente. West sugiere que todo manuscrito que provenga de un convento debe tener por sigla la primera letra. Debe admitirse que Iz no tiene otro fundamento más que ser las letras del nombre de Icazbalceta. En el caso de que haya una sola variante que se aparte de la propuesta, se registra con la sigla correspondiente dando a entender que la lectura de uno corresponde a la propuesta de la edición. Por ejemplo, para verso 16, se lee fortè T. La ausencia de las siglas Iz indica que la lectura de Icazbalceta concuerda con la edición. Una barra singular indica que sigue otra propuesta y variante para el mismo verso en cuestión, y una doble, que hay un cambio de verso. Huelga decir que el orden de los versos en el aparato crítico sigue la numeración del texto. En cuanto a la información que se ofrece en el aparato crítico para el verso 35, el lector notará el uso de los paréntesis en la lectura del manuscrito, tant(ùm). Partiendo de la idea de que primero se tiene que interpretar el manuscrito para luego anotar la variante, los paréntesis indican una ligadura, o uirgula, en la grafía del que copió el poema. Por último, la presente edición incluye la carta dedicatoria de Alegre al final del poema, carta que tiene otra serie de criterios que, aunque comparten muchos rasgos y características con el poema, tienen su propia problemática. En el manuscrito y el texto tipográfico, no aparece ningún tipo de división que haga accesible su manejo para el estudioso. Lo que sigue son indicaciones a fin de que sea más fácil su interpretación. Se procedio a enumerar la prosa, de cinco en cinco líneas, XXX comenzando con la dedicatoria, con múltiples de cinco que aparecen en el margen derecho. Por otra parte, dentro del texto, aparece un número romano, señalando el párrafo, y un número arábigo en cursivas para indicar el número de oración de cada parte de la prosa. Con el fin de interpretar el aparato crítico, con la excepción de que el número indica el número de línea y no del párrafo ni de la oración. La diagonal simmple indica que hubo un cambio de línea en el manuscrito. En esto último, se respetó la división de palabras. En cambio, la doble diagonal indica el cambio de página en el manuscrito: el número entre corchetes acusa el número de folio en el manuscrito y la propuesta de Yhmoff, esto es [p. 9 = Y109] se leerá: página nueve del que copió el manuscrito es igual a página 109 de acuerdo con la paginación del manuscrito entero llevada a cabo por Yhmoff. Respecto al index nominum, se elaboró para dar a conocer las transcripciones correctas al latín de los nombres origianles griegos. Sobre este punto, se respetaron fielmente los criterios establecidos por Manuel F. Galiano. Además, el uso del index facilitará la ubicación de los lugtares del poema latino con respecto a aquéllos del texto greigo entre paréntesis o entre c orchetes. Por otro lado, se consideró necesario hacer un registro de todas las palabras utilizadas por Alegre en su traducción-composición por medio del index uerborum. Este index es útil no sólo para percatarse del conocimiento de la lengua latina por parte de Alegre, sino también para ser un punto de partida de otros estudios de naturaleza lingüístico-literaria. El registro de las palabras obedece también una necesidad de conocer la flexión nominal y verbal, esto es, el registro nos permite tener una visión clara sobre3 los modelos de composición poética en el aprendizaje del latín de la época colonial. Además, en lugar de ser un ejercicio escolar, confeccionar un index uerborum es necesario puesto que aún no existe un diccionario del neolatín que abarque los períodos entre el renacimiento y nuestro horizonte histórica actual. XXXI En suma, Francisco Javier Alegre hace de la Batracomiomaquia una traducción al latín con elementos lúdicos, es decir, puesto que aún no había visto la luz el texto antes de que Joaquín García Icazbalceta lo llevara a la imprenta a finales del siglo XIX, Alegre encomienda a su amigo Mariano Loyzaga Antonio que haga una revisión como Aristarco. Esmediante el juego de máscaras por parte de ambos que puede existir el elemento lúdico, esto es, de acuerdo con los postulados de Gadamer, los jugadores no son importantes, sino el juego mismo que, en este caso, es el poema traducido. Lo lúdico, pues, estriba en detectar no sólo los calcos del griego al latín, sino también los lugares ad sententiam provenientes de la poesía virgiliana, específicamente la Eneida. Este espíritu del juego permitirá que Alegre, posteriormente, componga la Alejandríada y haga traducciones latinas de la Ilíada. III En este apartado, quisiera hacer, a manera de apuntes, algunas consideraciones que podrían ser retomadas para un estudio más amplio y más exhaustivo sobre la producción literaria del siglo XVIII en la Nueva España. Hablaré de la posibilidad de interpretar la poesía de Alegre como alegoría, de las condiciones históricas, aunque sea escueta la información en las que el veracruzano hizo sus creaciones, y de la posible pugna poético-político-teológica que podría haberse dado entre el mismo Alegre, Rafael Landívar y Diego José Abad. Es peligroso hacer una interpretación alegórica por lo difícil de ubicar las diferencias entre lo ficticio y lo verídico del relato. En la Batracomiomaquia de Alegre, se podría argumentar que su traducción latina es una alegoría de la conquista efectuada por Cortés. Interpretar de este modo el poema que nos ocupa conlleva los problemas ya mencionados, es decir, uno se preguntaría quiénes son las ranas, quiénes los ratones, cómo XXXII se inserta la historia de conquista, y cuáles son los elementos propios del relato literario de los que Alegre no podría deshacerse con facilidad. Otro problema del poema alegrino es el de la recepción. Sobre este punto, es necesario aclarar, una vez más, que Joaquín García Icazbalceta imprimió el poema a finales del siglo XIX y el tiraje constó de 150 ejemplares. Por otro lado, la finalidad de Icazbalceta de llevar a la prensa los opúsculos de Alegre era “(...) con el único intento de salvar estas reliquias literarias de un mexicano por mil títulos digno de memória.”28 En el caso de que la Batracomiomaquia latina sea una alegoría, lo que escribió Icazbalceta indica que su modo de entender el poema era que Alegre sólo era una curiosidad bibliográfica digna de ser conservada cual mueble antiguo. Mas no es un reproche puesto que, merced a la labor y el interés en “reliquias literarias”, hemos podido llegar al conocimiento de algunas producciones latinas de nuestro pasado colonial. Sin embargo, ¿cómo podríamos afirmar que la Batracomiomaquia de Alegre es una alegoría de la conquista de Tenochtitlan? Alegre mismo no se pronuncia al respecto, aunque, en una de las abundantes notas que añadió el jesuita a su traducción del Arte poética de Boileau, menciona en la nota 23 al verso 154 del Canto I que “La Batracomiomaquia, o guerra de ranas y ratones, que escribió Homero, parece ser lo más antiguo en este género de escrito (sc., sobre “poemas burlesco-heroicos”). Guido Vannini, poeta luqués, la tradujo y la añadió en verso latino, y de ella continuada formó también un poema alegórico alusivo a las guerras de su tiempo el P. Balde, y se halla en el Parnaso de los poetas jesuitas.” En el momento de escribir este apartado, supe, tardíamente, que el único ejemplar de Vannini del que se tiene noticias se encuentra en la University Library de la Universidad de Cambridge. Mejor suerte tenemos con Balde, puesto que existe una version electrónica 28 Véase GARCÍA ICAZBALCETA, p. XIX. XXXIII de su traducción en prosa y un comentario propio. El hecho de que Balde haya extendido su traducción ha suscitado una interpretación errónea en cuanto al texto de Alegre, pues éste, al escribir en el título liber singularis, se refería a que la traducción es “único libro”, y por esta razón, el veracruzano escribe en la epístola a Mariano Loyzaga Antonio que la finalidad era que (...) uulgatas nonnullas uersiones studiosa iuuentus contemneret. Balde, para el verso 34 del primer canto, Cur nostra venis ad littora Maure?, menciona los siguientes nombres (folium 150): Columbus, Cortesius, (...) Pizarrus (...). Aquí, podríamos decir que, por parte de Balde, hay una crítica velada puesto que utiliza el vocativo Maure, o Moro, para designar al invasor, el extranjero, el “otro”. Las ranas están en el entorno que les pertenece y los ratones son quienes vienen a alterar el orden natural. Alegre, sin embargo, no hace mención alguna de que su poema deba interpretarse como alegoría. Ya se afirmó que es difícil medir la recepción de la traducción entre sus contemporáneos. Sobre este punto volveremos más adelante, mas la intención es ofrecer una posible lectura de la Batracomiomaquia alegrina como una alegoría de la conquista. Como ha observado Laird,29 trazar una historia del término “alegoría” sería una labor no sólo poco fructífera, sino también una que se vería plagada de contradicciones. La fórmula que ofrece Laird es que la alegoría es un relato en que “X” representa a “Y” donde “Y” es más grande que “X”. Podríamos afirmar que Alegre, en su composición-traducción de la Batracomiomaquia, nos ofrece una alegoría de la conquista. Dicho de otro modo, la versión alegrina representa la conquista donde ésta rebasa los esquemas narrativos del poema. Como se sabe, Francisco Javier Alegre hizo su traducción en 1751 cuando aún se encontraba en Tepotzotlán. Cabe indicar que, el año anterior, la Compañía de Jesús había recibido un golpe a su prestigio debido al Tratado de Límites firmado por las dos potencias 29 Véase LAIRD, “Figures of Allegory from Homer to Latin Epic” en BOYS-STONES, p. 153. XXXIV colonizadoras en lo que ahora es América Latina. Brevemente, el Tratado de Límites, también conocido como el Tratado de España, fue una especie de extensión del Tratado de Tordesillas de 1494 que demarcaba qué zonas geográficas iban a estar bajo el dominio de España y cuáles bajo el de Portugal en lo que actualmente forma la región entre Argentina, Brasil y Paraguay. El debate creció a causa de una comunidad casi utópica, formada como una entidad política independiente de las potencias colonizadoras. De hecho, Armani,30 como otros, califica el proyecto jesuita de “estado” y hace breve mención de una obra de un jesuita, José Manuel Peramás, cuyo título es De Administratione guaranitica comparata ad Rempublicam Platonis commentarius que se encuentra en De Vita et Moribus XIII virorum Paraguaycorum publicada en 1793. Brevemente, el Tratado de Límites obligaba a que las Reducciones bajo dominio español y a cargo de los jesuitas se trasladaran fuera de lo que en ese momento iba a pasar a ser territorio portugués. El resultado de la guerra guaraní, iniciada en 1750 y terminada en 1756, lo describre sucintamente St. Claire:31 “La conflictiva ejecución del Tratado de Madrid de 1750 (...) había colocado a los jesuitas en una delicada posición ante la opinión pública europea, pues parecía probado que habían dado su apoyo a la resistencia indígena frente a dos soberanías católicas, la española y la portuguesa. Por otro lado, se sospechaba que la actividad de estos religiosos en las misiones sudamericanas se había alejado de los fines propios del apostolado católico, y se les acusaba de enriquecimiento ilícito, despotismo y formación de monopolios en perjuicio del Estado”.32 En otras palabras, el fondo de la disputa entre jesuitas y monarquías es el poder, ya que la orden tradicionalmente había sido la encargada de formar espiritual e intelectualmente a los hijos 30 Véase ARMANI, pp. 96-168. 31 Véase ST. CLAIRE, pp. 9-10. 32 Ibid., pp. 9-10. XXXV de las capas acomodadas. Sabido es que laorden era el brazo derecho del Papa. Sabido es también que por esa misma razón, la autoridad civil no estaba del todo equivocada en sentir temor ante ese hecho. He aquí las condiciones históricas de la Compañía de Jesús cuando Alegre en Tepotzotlán termina de componer su version de la Batracomiomaquia. A continuación, se dará detalle de lo alegórico del poema, así como su exemplum. Al término de esta empresa, también revisaremos, aunque de forma breve, la naturaleza alegórica de otra composición alegrina, esto es, la Alejandríada, y cómo ambos poemas contienen un programa político- teológico coherente. Tanto Cañizares-Esguerra33 como Domingo Ledezma34 coinciden en que las ranas, dentro del marco conceptual del pensamiento europeo, eran una especie de lugar común para designar la opresión de las masas. En el poema de Alegre, las ranas equivaldrían a los indígenas, y los ratones a los invasores opresores. Sobre este punto, es necesario reiterar cómo Balde utiliza el vocativo Maure cuando la rana entabla comunicación con el ratón. La invitación de Fisígnato (jefe indígena) se hizo para que Psicárpax (caudillo español) conociera los aposentos de los batracios y, en la traducción alegrina, una de las cosas que la rana dice es aspicies passim uiuoque sedilia uitro (v. 86) [verás asientos de vidrio vivo por aquí y por allá]. El adjetivo uiuus no es de fácil interpretación, mas una de las definiciones que ofrece el Oxford Latin Dictionary es, referido a rocas (el cristal es un modo de roca), “nativo”. Así pues, uitrum uiuum podría muy bien significar “cristal nativo”, “roca propia de México”, es decir, “obsidiana”. Podríamos interpretar la expresión uiuoque sedilia uitro como “asientos de obsidiana”. 33 Véase Cañizares-Esguerra 34 Véase Domingo Ledezma XXXVI Psicárpax acepta la invitación de nadar con la rana, mas de manera fortuita aparece una serpiente. La rana, consciente del peligro que representa el reptil, se echa a las profundidades de las aguas, dejando a su suerte al ratón. Ahora, conocido es que la serpiente se ha considerado como algo diabólico. Sobre este punto particular, Cañizares- Esguerra35 ha dado a conocer que en el imaginario cristiano europeo, sea católico, sea protestante, para el siglo XVI, el diablo había sido expulsado del viejo mundo, mas había encontrado refugio en el nuevo. Aunque la serpiente en la traducción alegrina ya no vuelve a aparecer, se podría decir que el diablo, en forma de serpiente, fue la causa de la guerra entre las ranas-indígenas y los ratones-españoles. El desenlace del poema es, en términos generales, fiel al que se encuentra en el texto griego. Sin embargo, como Júpiter-Dios cristiano se preocupa por la suerte de las ranas, a punto de ser aniquiladas totalmente por los ratones, en particular por Meridárpax, envía a los cangrejos (vv. 448-468). at non magnanimus Meridarpax territus umquam discessit ripis tremula nec cuspide ranas perdere cessauit, donec deus aethere ab alto auxilium immisit ranis, nam monstra per undas exseruere caput, medio quis tergore surgunt incudes retroque ferunt uestigia curuis unguibus armata et sub pectore tristia fulgent lumina (quos Latii cancros dixere uocantes) blaesi lati umeros armatique ora recuruis forcibus, fulget leui testudine tergus, neruosis tecti ceruicibus octipedesque, qui manibus sterni nequeant aut uulnera pelle dura pati rigidamue aciem nam, ferrea quamuis, tela repulsa sonant tergo. timuere furentes belligeri mures; tunc saltibus antra quietae grata petunt ranae. uenienti occurrere turmae muribus haud placitum. memori tamen ante tropaeo signauere locum. cancri petiere paludem 35 Véase CAÑIZARES-ESGUERRA, capítulo 2: “The Satanic Epic”; capítulo 3: “The Structure of a Shared Demonological Discourse”; capítulo 4: “Demonology and Nature”. XXXVII mirati ranarum exitium muresque superbos. ast olli ingenti repetunt sua castra tumultu et conuiuantes fessosque profunda premit nox. [Pero el magnánimo Meridárpax, jamás aterrorizado, no se alejó de las riberas y no cejó de destruir a las ranas con la tremenda lanza, hasta que un dios desde lo alto del cielo envió auxilio a las ranas, pues unos monstuos por las ondas sacaron la cabeza: en medio de la espalda les surgen yunques y hacia atrás arrastran las huellas, de curvas uñas provistos y, bajo su pecho, brillan ojos siniestros (a los que los lacios llamaron cangrejos parlantes), balbucientes, anchos de hombros, y armados en cuanto a las bocas con encorvadas tijeras, brilla su dorso de concha alisada, cubiertos respecto a los vigorosos cuellos, y octípedos, para que no puedan ser derribados con las manos o sufrir una herida en la dura piel o una rígida punta, pues, aunque de hierro, los dardos repelidos resuenan sobre su espalda. Temieron los furiosos ratones guerreros; entonces a saltos, tranquilas, las ranas buscan las grutas agradables. No fue del agrado para los ratones del escuadrón que venía para salir al encuentro. No obstante, antes marcaron el lugar con un trofeo que hace recordar. Los cangrejos se dirigieron al lago admirando la destrucción de las ranas y a los ratones imponentes. Pero aquéllos vuelven a sus propios campamentos en ingente tumulto y a los que festejan y a los cansados la profunda noche rodea.] Dos asuntos en este pasaje son importantes: los cangrejos y el trofeo que alzan en el lugar de la batalla. Los cangrejos significarían aquí la llegada de las órdenes mendicantes; es decir, merced a la intervención de religiosos católicos, se puso fin a la conquista por armas. Otro elemento de interpretación que cabría aquí es que Alegre estaba pensando en los jesuitas: por un lado, existe en el imaginario cristiano, debido a las epístolas de San Pablo en el Nuevo Testamento,36 cómo debería armarse uno espiritualmente contra las tentaciones del mundo; por otro lado, es común ver que los jesuitas son una especie de soldados de Cristo. Además, cabría decir que existe una diferencia fundamental entre los 36 Cf. los siguientes pasajes de las epístolas paulinas: Romanos 8: 28-39 y Efesios 6: 10-20. XXXVIII cangrejos y las ranas y los ratones, esto es, los cangrejos están armados por naturaleza y tanto ranas como ratones están armados “artificialmente”. Ahora bien, los cangrejos ahuyentan a los ratones y erigen un trofeo para hacer recordar los sucesos que trascurrieron. Conviene recordar aquí que Alegre, en el segundo proemio, invoca a las Musas (vv. 284-286): Heia agite, o Musae, campis quae funera mures ediderint nomenque ducum et pulcherrima facta pandite, uix seros perlabitur aura nepotes. [¡Ea, vamos!, oh Musas, revelad las muertes que los ratones causaron en los campos, y el nombre de los jefes y las famosas hazañas, pues apenas si lo conocen los tardíos descendientes.] Alegre se refiere a seros nepotes (v. 286) para hacer recordar a los “tardíos descendientes” los hechos de la conquista, es decir, a los indígenas y a los criollos de su época. Al final del poema, como ya se señaló, los cangrejos levantan un trofeo, que no es otra cosa que el lábaro de Cristo. Se justifica esta interpretación porque tropaeum viene del griego trópaion, del verbo tre/pw cuyo significado es „voltear‟. El tropaeum se utilizaba para dar a conocer que el enemigo se había dado la vuelta, o retirado del campo de batalla en calidad de vencido. Alegre no utiliza este sustantivo para dar a entender que, en el vaivén de la guerra de las ranas y los ratones, hubo un vencedor y un vencido, sino para significar que ambos lados ya pertenecían a Cristo, es decir, dieron la vuelta hacia Cristo. Alegre, pues, podría decirse, rechazaba cualquier poder o autoridad civil sobre las tierras conquistadas y sólo reconocíala potestad de Roma. Además, el trofeo tendría otro significado para Alegre: ya no habría distinción entre ranas y ratones, o indígenas y criollos, ya que todos eran cristianos por igual. Al seguir esta línea de interpretación, Alegre estaría dando a conocer los lugares comunes de la poesía virgiliana: Magnus ab XXXIX integro saeclorum nascitur ordo (Égloga 4, 5) y maior rerum mihi nascitur ordo (Eneida, 7, 44). Alegre, en otro poema, la Alejandríada, toma estos pasajes virgilianos como eje ideológico. Laird37 ha dado en el blanco sobre la interpretación alegórica de este poema, mas equipara a Alejandro Magno con Hernán Cortés. En esto, sin embargo, se podría decir que el macedonio representa a Cristo, pues afirmar esto nos llevaría a pensar que la Batracomiomaquia y la Alejandríada tienen una coherencia ideológica. El trofeo levantado por los cangrejos significaría que las tierras pertenecen a Cristo, mas habría la necesidad de dar a conocer a Cristo como el vencedor universal, y Alegre lo cumpliría a través de este poema. Además, recordaremos lo que escribió Alegre a Loyzaga (24-27): Quid ergo, si Aeneam, si Achillem alium grauiore postmodum tuba sonaturus, in his calamum et stylum exerceo, in quibus se Apollinis mystam exercuisse haud fuit reprehendendum? quem autem Aenea et Achille maiorem appellem, sat nosti (24-27). [¿Pues qué, si <otro> Eneas, si otro Aquiles con poesía épica más grave he de cantar después, <qué si> en estos <versos> ejercito mi cálamo y mi estilo, en los que no debió ser censurado que se ejercitara el sacerdote de Apolo? Mas conoces bien al que nombraré más grande que Eneas o Aquiles.] Torres38 ha demostrado fehacientemente que Alegre conocía con profundidad las fuentes antiguas para elaborar su poema, mas, aunque no es del todo seguro, parecería que el jesuita también tenía conocimiento de un texto muy difundido a lo largo de la Edad Media, a saber, una novela escrita en latín sobre Alejandro Magno: Historia de preliis. Carlos Jasso ha apuntado que en esta novela “(…) se cuenta que Alejandro tiene una uva en 37 Véase LAIRD, “La Alexandriada de Francisco Xavier Alegre: arcanis sua sensa figuris” en Nova Tellus (21-2), pp. 165-176. 38 Véase la edicón crítica del poema en TORRES (1996). XL la mano y la arroja a la tierra, pisándola con los pies, extrayendo de ella el vino. Evidentemente, traductor y redactor medievales tienen en mente la pisa de la uva. En la iconografía existe la representación de Cristo haciendo este pesado trabajo. La explicación de este emblema expresa una tipología: Cristo es sangre y vida (vino), es, al mismo tiempo, producto y productor, creado y creador de la vida, de vino, pero también de muerte, la extracción de la sangre del cuerpo, de la uva, y, resurrección, sangre nueva. Alejandro, entonces, es, en su propio sueño, para el pensamiento medieval, la tipología de Cristo”.39 El pasaje comentado por Carlos Jasso es XXVII, 2: Nocte itaque eadem apparuit Alexandro in somnio, quasi teneret uvam in manu et iactaret eam in terram et tundens calcibus faceret ex ea vinum. Exurgens autem a somno fecit venire ad se ariolum et narravit ei somnium, quod viderat. Cui ariolus ait „Rex Alexander, pro certo scias, quia uva, tenebas in manu et in terram proiecisti et calcibus tutundisti, hec civitas est, quam debes apprehendere et ad terram prosternere, et vinum, quod de uva fecisti, sanguis humanus est, que debes in ea fundere.‟ [Y así, esa misma noche, pareció a Alejandro, en sueños, como si tuviera una uva en la mano y la arrojara a la tierra y, pisándola con los pies, hiciera vino de ella. Cuando se despertó del sueño hizo venir ante sí al adivino y le contó el sueño que había tenido. El adivino le dijo: “Rey Alejandro, sábete bien que la uva que tenías en la mano y que arrojaste a la tierra y pisaste con los pies, es esta ciudad la cual debes tomar y asolar, y el vino que hiciste de la uva, es la sangre humana que debes derramar en ella.] De ser correcta la interpretación de que, para Alegre, Alejandro es Cristo, podríamos concluir que, en la Alejandríada del veracruzano, los consejos que da el judío Jaddo a Alejandro involucran más la idea de una conquista espiritual que una llevada a cabo con las armas. Un ejemplo de esto sería un pasaje que retoma Laird:40 39 Véase CARLOS (2008), p. 61. 40 Véase LAIRD, ibid. XLI Orbi iura dabis uicto, cum formidabile nomen extremos feret usque ingens tua fama sub Indos (III, 232-234) [Darás leyes al orbe vencido, cuando tu gran fama lleve el formidable nombre hasta los confines indios.] Este pasaje, por cierto, está en perfecta consonancia con el lugar virgiliano citado arriba, así como el pasaje de la Eneida cuando, al descender a los infiernos, Eneas recibe los consejos de su padre Anquises (VI, 851-853): tu regere imperio populos, Romane, memento (hae tibi erunt artes), pacique imponere morem, Parcere subiectis et debellare superbos. [Tú, romano, recuerda guiar a los pueblos. Tendrás estos métodos: asentar la costumbre de la paz, ser indulgente con los sometidos y sobreponerse a los soberbios.] Por otro lado, entender a Alejandro como Cristo hace más comprensible la aparición de la Virgen de Guadalupe en el poema de Alegre (IV, 577-589):41 ast heros taetro iam uulnere singultantem, conficit: in terram pronus tum corpore toto uertitur ille remens, largoque cruore rubentem mandit humum tristemque animam sub Tartara fundit. Hactenus Emathios uatem memorasse triumphos: sit satis, arboream recubat dum lentus ad umbram, qua per Mexiceos liquidus perlabitur agros Anthius, ac placidis fecundat jugera lymphis, et Guadalupaei surgunt felicia templi culmina pinnatoque minantur in aethera cliuo: fors olim tua, Diua Parens, grauiore cothurno signa canam, laudisque tuas procul ultima Thule audiet, ac positis numen venerabitur aris. [Pero el héroe ya acaba con una horrible herida al que gime, en el momento en que éste, temblando, inclinado hacia la 41 Para citar el pasaje en cuestión, se ha utilizado la edición de TORRES MARTÍNEZ quien corrige los errores de numeración presentes en la edición boloñesa (1776) de la Alejandríada, errores repetidos en la publicación de BUELNA. XLII tierra, se voltea con todo el cuerpo, muerde el suelo, enrojecido por tanta sangre y lanza la triste alma bajo los tártaros. Esto sea suficiente para que el poeta haya conmemorado los triunfos ematios, mientras tranquilo se recuesta bajo el arbóreo umbral, donde el líquido Antío se desliza por los campos mexicanos y fecunda las yugadas con plácidas aguas, y donde se levantan las felices bóvedas del templo Guadalupano y amenazan hacia los cielos con apuntalado declive. En otro tiempo, por fortuna, ¡oh divina Progenitora!, cantaré tus señales con grave estilo, y el confín Tule oirá a lo lejos tus alabanzas y venerará a la divinidad en las aras erigidas.] Además, Benjamín Fernández ha visto la relación que guardan pasajes de la Eneida (XII, 833-839) con la aparición guadalupana y enfatiza que “Este mestizo anhelo de Juno lo hicieron verdad los hombres del México de ayer”:42 do quod uis, et me uictusque molensque remitto. sermonem Ausonii patrium moresque tenebunt, tuque est nomen erit; commixti corpora tantum subsident Teucri. Morem ritusque sacrorum adiciam faciamque omnis uno ore Latinos. hinc genus Ausonio mixtum quod sanguine surget, supra homines, supra ire deos pietate uidebis. [Concedo lo que pides, y a ti me rindo vencido y placentero. Conservarán los ausonios su lengua patria y sus costumbres, no mudarán su nombre como hasta aquí lo tienen; sólo por mestizaje se asentarán los teucros; le apegaré a los latinos nuevas usanzas de sagrados ritos, y lesdaré una sola lengua. Y la raza que de aquí nacerá, mezclada con la sangre ausonia, la verás sobrepujar en piedad a los hombres y aun a los mismos dioses.] Para el caso que nos concierne, la Guadalupana, así como el lábaro que erigieron los cangrejos, dentro del catolicismo de Alegre, con fuertes influencias virgilianas, el mestizaje no es una cuestión racial, sino un hecho espiritual: indígenas, criollos y mestizos están todos unidos bajo la díada Cristo-Guadalupe. 42 Véase FERNÁNDEZ, pp. 215-216. XLIII Alegre, sin embargo, no estuvo exento de críticas por su programa poético de la Batracomiomaquia y la Alejandríada. Laird43 anota que tomó para el título de su artículo parte del proemio de la obra de Rafael Landívar, Rusticatio Mexicana: “Este pasaje puede ser sacado de su contexto para ofrecer un comentario sobre un poema tan críptico como la Alexandriada. Landívar, en Monitum, o, como traduce Octaviano Valdés, “Preámbulo del autor”, dice: In hoc autem opusculo nullus erit fictioni locus, eam si excipias, quae ad lacum Mexicanum canentes poetas inducit.44 [En este opúsculo no tendrá cabida la ficción, exceptuada la que introduce a los poetas cantando a la orilla del lago mexicano.] En cuanto al proemio de Rusticatio Mexicana, Landívar expone en Liber Primus Lacus Mexicani (vv. 1-6): OBTEGAT ARCANIS ALIUS sua sensa figuris, Abstrusas quarum nemo penetrare latebras Ausit, et ingrato mentem torquere labore; Tum sensum brutis aptet, gratasque loquelas; Impleat et campos armis et funere terras, Omnia armato debellet milite regna. [OCULTEN OTROS sus pensamientos bajo arcanos símbolos, por cuya tiniebla abstrusa nadie ose penetrar, ni torturarse la mente con estéril esfuerzo. Atribuya a los animales razón y hablas sabrosas; fatigue los campos de armas, las tierras de muerte y arrase los reinos bajo escuadrones guerreros.] Los primeros tres versos constituirían una crítica a la poesía de Alegre, el cuarto verso sería un dardo dirigido a la Batracomiomaquia y versos 5 y 6 serían otro dardo contra la Alejandríada. En general, el proemio de Landívar sería un intento de escribir de modo 43 Véase LAIRD, ibid. 44 Véase LANDÍVAR, pp. 46-47. XLIV distinto lo que era México, es decir, Alegre se ocupaba de presentar un cuadro desagradable del territorio, mientras la poesía de Landívar es una refutación, pues preferiría cantar las bellezas naturales. Del verso 7 al 17, Landívar sintetiza el contenido de cada uno de los quince cantos que conforman su obra, pero en vv. 28-31, Landívar se ensaña aún más contra Alegre: Tu, qui concentus plectro moderaris eburno Et sacras cantare doces modulamina Musas, Tu mihi vera quidem, sed certe rara canenti Dexter ades, gratumque melos largire vocatus. [Tú, que conciertas músicas con el ebúrneo plectro y a las sagradas musas enseñas a modular armonías, propicio, asísteme a mí, cantor de asuntos reales, aunque peregrinos, e inspírame, invocado, la grata melodía.] Es la invocación a Apolo para que asista a Landívar para superar a Alegre. El que se califique a sí mismo como “cantor de asuntos reales” podría entenderse como una alusión a Hesíodo en la Teogonía y en Los trabajos y los días, sobre todo en lo referente a las Musas que saben decir verdades y decir cosas falsas. Sin embargo, la pugna no queda sólo entre Alegre y Landívar. Parecería que Diego José Abad tampoco aprobaba el programa poético del veracruzano. En De Deo Deoque Homine, está el Carmen Deo Nostro donde Abad expone sus ideas de cuál debería ser el uso correcto del hexámetro (vv. 1-44) Vero unique Deo laudando nata Poesis lamentabatur, sese ad vilissima quaeque captivam, invitamque trahi, dicique parentem esse sibi, illacrimans, indignabatur Homerum. Divina sese iurabat origine natam, Ante suas mendax pareret quam Graecia Musas, Anteque quam Graecus foret ulli auditus Apollo. De caelo ad Mosen delapsam se esse ferebat, Tum cum magnificum Maris ille in litore Carmen Prorupit, cecinitque Deo, quo vindice, iamiam Terga premens Pharao, flictuque frementes XLV et currus, et equi, tantusque exercitus, instar plumbi abiere deorsum, et subsedere profundo. Soli nempe Deo natam se incendere odores, turaque, et humanas in caelum tollere mentes. Captivam prorsus, contrectatamque profanis Iam manibus, temerare ausis caelestia dona, traductam sese insana ad deliria amantum, ad conflata meris mendacia anilia nugis, ad portentosa, et vanissima somnia. Falsis ex illo se numinibus, foedisque subinde sordibus incassum obnixam serviré coactam. Haec memorans, flebat sine fine; et fusa pudore Vultum avertebat retro, manibusque tegebat, conspectum fugiens hominum, aversataque lucem invisam dudum sibi iam, mortemque praeoptans: usque et acerbabat flendo, urgebatque dolorem. Siqua ego lugenti possem solatia ferre; vellem mendaces ad vera reducere Musas, rursus et imbuere alma Relligione Poesim. Tu mihi ades, cuius tota est Sapientia: mitte de solio ipse tuo radios, lucemque benignus menti da: et mecum fac sit, mecumque laboret. Tu modo quae sanctis arcana oracula libris Obsignasti, aperi, septenaque solve sigilla. De te dicturus, divinos hos mihi fontes Optarim. Nam tu solus te digna locutus. Nec niti huc omnes potuere Aganippidos undae, quas et Romani, Graecique bibere Poetae. Incute carminibus vim tu his. Velut imber in herbam, ut ros in gramen, descendant carmina in aures, quae te ubivis nomenque tuum, laudesque sonabunt, Unigenaeque tui, quem tu mortalibus aegris misisti natum de Virgine Iesum Christum. [La poesía, nacida sólo para alabar al Dios verdadero y único, se lastimaba y dolía de que cautiva y mal de su grado se le llevase a los negocios más viles, y con querella de lágrimas se indignaba de que le diesen a Homero por padre. Juraba que era nacida de celestiales cunas antes de que la vana Grecia diera a luz a sus Musas y antes de que en oídos humanos sonase la música del griego Apolo. Contaba menudamente cómo desde el cielo había descendido hasta Moisés, cuando éste, en la ribera del mar, prorrumpió en aquel canto sublime para loor de Dios, por cuyo brazo vengador, ante el cercano acoso del Faraón, su tan grande ejército y sus carros y caballos, bramando de cólera con belicoso estrépito desaparecieron bajo las aguas, y como plomo sepultáronse en XLVI el mar. Decía que era nacida para quemar ante Dios sólo inciensos y aromas y para despertar a los hombres a pensamientos divinos. Mas consideraba en qué suerte de cautividad se había muy luego mirado, tratada por indignas manos, atrevidas a profanar su celestial tesoro, puesta al servicio de los insensatos desvaríos de los amantes, dada a fábulas mujeriles y cosas de nada, y abandonada a las imaginaciones más monstruosas y vanas, y cómo desde entonces, a pesar de su inútil resistencia, se había sentido obligada y muy a pesar suyo a servir a las divinidades falsas, y de ahí a las más abominables miserias. Con estos recuerdos lloraba sin tregua, y deshecha de rubor, escondía la cara, se velaba con manos de vergüenza por huir la mirada de los hombres y la vista de la luz, que desde hacía mucho tiempo le era aborrecible, y no deseaba cosa mejor que la muerte, y con su llanto daba más amargura y apremio a su dolor. Yo me dije: si pudiera llevar cosa de solaz a esta afligida; cómo quisiera sacar a la plaza de la verdad la mentira de las Musas, y henchir de nuevo la poesía con los sustentos de la religión. Tú me asistes, ¡oh Dios!, cuya es toda la sabiduría. Desde tu solio manda tú mismo los rayos de tu resplandor a mi alma, y, benigno, alúmbrame la inteligencia con tu misma claridad, para que ella me dé favor y trabaje conmigo. Tú que tienes sellados en los libros santos tu palabra y tus misterios, ábremelos, rompe sus siete sellos; y ya que he de
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