Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY CAMPUS MONTERREY ESCUELA DE EDUCACIÓN, HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES PROGRAMAS DE GRADUADOS MAESTRÍA EN ESTUDIOS HUMANÍSTICOS CIVILIZACIÓN Y BARBARIE EN LA ANTOLOGÍA DE CUENTOS MCONDO RICARDO HERNÁNDEZ DELVAL MAYO DE 2016 CIVILIZACIÓN Y BARBARIE EN LA ANTOLOGÍA DE CUENTOS MCONDO Tesis presentada por Ricardo Hernández Delval Como uno de los requisitos para obtener el grado de Maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura y Discurso Comité de tesis: Dr. Pol Popovic Karic - Tecnológico de Monterrey Dr. Raúl Carlos Verduzco Garza - Tecnológico de Monterrey Dr. Roberto Domínguez Cáceres - Tecnológico de Monterrey Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Monterrey Mayo de 2016 INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY CAMPUS MONTERREY PROGRAMA DE GRADUADOS ESCUELA DE EDUCACIÓN, HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES Los miembros del comité, certifican que han leído la disertación que presenta Ricardo Hernández Delval como requisito parcial para obtener el grado de Maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura y Discurso. ________________________________ Dr. Roberto Domínguez Cáceres Sinodal ___________________________________ Dr. Raúl Carlos Verduzco Garza Sinodal ________________________________ Dr. Pol Popovic Karic Asesor _____________________________________________ Dra. María Teresa Mijares Cervantes Directora del Programa de Maestría y Doctorado en Estudios Humanísticos Escuela de Educación, Humanidades y Ciencias Sociales Mayo de 2016 Declaración de Derechos de Autor Declaro por este medio haber escrito yo mismo esta disertación y que presenta exclusivamente mis investigaciones. __________________________________ Ricardo Hernández Delval Monterrey, N.L. México Mayo 2016 © 2016 Ricardo Hernández Delval Derechos Reservados Agradecimientos Hay muchas personas a quienes agradecer el apoyo recibido durante la redacción de esta tesis y el espacio es muy breve para hacerlo, por lo que seguramente olvidaré nombres y personas esenciales. En principio quiero agradecer a mi asesor de tesis (Dr. Pol Popovic) su sabia guía y la paciencia que me ha tenido. He hecho mi mayor esfuerzo, pero sé que no siempre fui el mejor estudiante. Sus comentarios, su análisis y la amistad que me ha brindado más allá del quehacer académico han sido imprescindibles para que este proyecto se concretara. Espero seguir colaborando con usted en el futuro y continuar con nuestras conversaciones que han sido tan enriquecedoras para mí. Asimismo, deseo agradecer a los lectores de esta tesis (Dr. Raúl Verduzco y Dr. Roberto Domínguez) el esfuerzo que han hecho para ayudarme a que mi estudio fuera más completo. Más allá de sus precisas matizaciones, me llevo conmigo el diálogo intelectual que hemos compartido dentro y fuera del aula. Su amplio conocimiento, sin duda alguna, ha sido un gran ejemplo para mí. En una dimensión más personal, quiero dedicar esta tesis a mi esposa, Hilda Larrazabal. No alcanzan estas líneas para expresar lo importante que su apoyo es para mí. El amor, la comprensión y la complicidad que compartimos no sólo me ayudan en el día a día, sino que además definen lo que siempre pensé que debía ser una familia. Además, su papel como interlocutora de inquietudes intelectuales a media noche fue imprescindible para llevar a buen puerto este trabajo. Por supuesto, no puedo olvidar hacer una mención a mis padres (Humberto Hernández e Imelda Delval) y abuelos (Zeferino Delval y Marta Retamoza). Sólo puedo decirles gracias. Les debo todo el cariño del mundo. Ha sido un largo camino desde Los Mochis (con una gran cantidad de estaciones intermedias) hasta este punto y sin el esfuerzo de todos ustedes no habría llegado a ninguna parte. Por último, no quiero dejar de lado a los amigos que han compartido conmigo este pedregoso camino. Son demasiados para dedicarle a cada uno un extenso agradecimiento, pero intentaré hacer lo mejor posible. Víctor, Jonathan, Enrique, Marco, Agustín, gracias por ser los hermanos que nunca tuve. Jorge, Aracely, Clarisa, su amistad es invaluable para mí. A mis vecinos, Sandra y Vito, gracias por tantas noches de necesario descontrol. Harry y Cachanilla, ustedes entran también en esta categoría. A Ana Haro, que me puso en el camino de Letras. A los piratas de Wroclaw, siempre me hicieron sentir en casa en esa tertulia trasnochada que es el fabuloso Czarny Kot. Gustavo, recuerda que el legado de Siemienskiego 11/8 nunca muere. A la gente de Los Mochis, su lealtad en estos quince años de amistad lo es todo. A mi primo Ulises (el inigualable Boly), tu cariño es el de un hermano. Está de más decir que, a pesar del tópico, todos ustedes cuentan siempre conmigo. Seguramente he olvidado a muchos y les debo mis disculpas. Quisiera no extenderme más pues, aunque no lo parezca, soy un hombre de pocas palabras. Índice Introducción ------------------------------------------------------------------------------------------- 1 1. Conceptos de Civilización y Barbarie --------------------------------------------------------- 5 1.1 Siglo XIX: Facundo --------------------------------------------------------------------- 8 1.1.1 Medio, Hombre y Nación: formas de argumentación --------------------- 13 1.1.2 Dinamismo de los conceptos -------------------------------------------------- 25 1.1.2.1 Movilidad de la perspectiva del autor ----------------------------- 28 1.1.2.1 Estrategias discursivas: erudición y analogía -------------------- 31 1.2 Siglo XX: El debate desde la búsqueda de la identidad ---------------------------- 35 1.2.1 Territorio cultural hispanoamericano --------------------------------------- 38 1.2.2 La barbarie como signo de identidad ---------------------------------------- 44 1.2.3 La transformación desde la imaginación ------------------------------------ 49 1.2.4 La desaparición de Latinoamérica ------------------------------------------- 54 1.3 Siglo XX: Perspectivas contemporáneas ---------------------------------------------- 56 1.3.1 Poscultura, lo efímero y el simulacro --------------------------------------- 57 1.3.2 Culturas híbridas: entre el espectáculo y el vacío ------------------------- 70 2. Civilización y Barbarie en la antología de cuentos McOndo -------------------------------- 82 2.1 La estela de Sarmiento: perspectivas clásicas ---------------------------------------- 95 2.1.1 Civilización y Barbarie como demarcación del relato -------------------- 99 2.1.2 Urbanidad y cosmopolitismo ------------------------------------------------- 105 2.1.3 Violencia y marginalidad ----------------------------------------------------- 109 2.2 El retrato del hispanoamericano en McOndo ---------------------------------------- 114 2.2.1 El reconocimiento de la barbarie -------------------------------------------- 116 2.2.2 El discurso civilizado y el discurso bárbaro ------------------------------- 123 2.2.3 La imaginación: vehículo de transformación de lo civilizado y lo bárbaro -------------------------------------------------------------------- 129 2.3 McOndo en su tiempo: cosmopolitismo como estrategia discursiva ------------- 135 2.3.1 La civilización de lo híbrido -------------------------------------------------- 148 2.3.2 El impulso desestabilizadorde la barbarie ---------------------------------- 156 Conclusiones ------------------------------------------------------------------------------------------ 165 Anexos ------------------------------------------------------------------------------------------------- 171 Bibliografía -------------------------------------------------------------------------------------------- 182 Hernández Delval 1 Introducción La antología de cuentos McOndo, publicada en 1996, pareció ser un hito en el ámbito literario latinoamericano al momento de su aparición. Con su potente ofensiva sobre la mercantilización de los preceptos del realismo mágico y los estereotipos comerciales que se habían creado alrededor de él, fue objeto de polémicas que mostraron una amplia polarización en sus consideraciones. Por un lado, hubo quien observó una revolución literaria, una suerte de renovación estética que encaminaría a Latinoamérica a superar un modelo que se había agotado. Por el otro, saltaron las inminentes críticas al reduccionismo de la obra. Limitar la región a una descripción urbana que hacía patente su modernización era una manera de ignorar el meollo de su complejidad. Existe aún en Latinoamérica mucho que decir sobre sus conflictos sociales y el desinterés de McOndo hacia éstos, podía interpretarse como una perpetuación de las políticas neoliberales del mercado que, en muchos casos, habían sido responsables de su surgimiento. A veinte años de distancia ambos juicios parecen extremos. Ni la antología fue una revolución, ni tampoco puede considerarse que haya sido un producto malintencionado que obedeciera a una lógica de mercado que beneficiara exclusivamente la comercialización de sus autores. En cambio, una de las intenciones de este estudio es mostrar una lectura más conciliadora. McOndo sin duda alguna apela al mercado literario internacional, pero más allá de su ignorancia o sus reduccionismos, quizá se trate de un ejercicio paródico que busca desestabilizar las expectativas comerciales de una versión literaria estereotipada de Latinoamérica, utilizando para ello las mismas herramientas que la construyeron. No sustituir una versión de Latinoamérica por otra, sino incluir nuevas variables en la definición de la misma. Combatir el mercado mediante los métodos mismos del mercado, sin romper absolutamente con una tradición precedente, sino utilizándola para establecer un diálogo hermenéutico que explora nuevas esferas de significación. Hernández Delval 2 Para dar cuenta de este aspecto se utilizará una dicotomía clásica en el pensamiento latinoamericano: el enfrentamiento entre civilización y barbarie. La razón de esta estrategia argumentativa es sencilla. Ambos conceptos poseen una larga tradición de transformación de sus variables, con lo que al observar la historia de sus múltiples cambios podría ser posible entender con más exactitud el programa intelectual de McOndo, que precisamente se funda en el cambio y la transformación de un modelo literario establecido. Tanto lo civilizado como lo bárbaro han sufrido numerosas rupturas, cambios de paradigma y procesos de interrelación significativa entre sus concepciones. También han sido de víctima de estereotipos simplistas y reduccionistas. Civilización como espacio de progreso natural y necesario. Barbarie como esfera de lo salvaje y lo primitivo. En este estudio se comprobará cómo estas conceptualizaciones de lo civilizado y lo bárbaro no sólo fueron diferentes en otras tradiciones, sino que además han sufrido variaciones significativas que conducen hasta la época contemporánea. El primer paso será plantear la raíz de la discusión en un texto fundante: el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento. Ya que McOndo es intrínsecamente latinoamericano – aunque los editores en ocasiones pretendan negar este origen –, es necesario establecer un análisis de las variables de civilización y barbarie en la obra que sirve como punto de partida para este clásico enfrentamiento en el pensamiento de la región. Por ello, después de una revisión de las definiciones originales de estos términos, se hará una descripción de la amplia estela que el Facundo ha dejado para justificar el por qué se le toma como texto primigenio. Asimismo, el estudio de las variables de civilización y barbarie en el Facundo vendrá acompañado por un acercamiento a la idea germinal que define este proyecto: incluso desde el imaginario sumamente dicotómico de Sarmiento, sus concepciones no eran absolutas ni inmóviles. En cambio, su definición ya poseía un espíritu dinámico que invita a pensar en que no se pueden tomar posturas absolutas. Este primer acercamiento tendrá como objetivo demostrar el Hernández Delval 3 germen de este dinamismo y comprobar, a su vez, que desde el pensamiento más tradicional también se pueden presentar puntos de fuga que sugieren la ruptura de la dicotomía. Después de estas consideraciones, el segundo apartado del marco teórico situará la discusión de lo civilizado y lo bárbaro en el marco del debate de la búsqueda de la identidad latinoamericana. Aquí el objetivo no será el de definir dicha identidad, sino utilizar la reflexión que se ha dado en torno a lo civilizado y lo bárbaro en este contexto intelectual. A partir de ahí se verá el ideario de autores como Rodó, Henríquez Ureña, Fernández Retamar, Zea, Kusch, Murena, Fuentes, Moreno-Durán, Volpi y Saer. La intención de este acercamiento será el de apartar la barbarie como una esfera de significación supeditada a lo civilizado, dotándola así de sus propias marcas conceptuales. Reconocer la barbarie como posibilidad identitaria implica un movimiento de perspectiva. Así, lo civilizado y lo bárbaro podrán comprenderse como esferas independientes, sin jerarquías de por medio. Posteriormente se describirá la noción de imaginación como un vehículo de transformación de la dicotomía en un proceso de interrelación dinámica. Es decir, se busca desestabilizar la noción de civilización y barbarie como términos opuestos y excluyentes. En este momento, el dinamismo de sus consideraciones no sólo transformará sus variables, sino que además afectará la estructura de su proceso de significación. Esto nos llevará a un tercer apartado en el que la discusión entre lo civilizado y lo bárbaro se observará desde perspectivas del pensamiento contemporáneo, no pertenecientes únicamente al ámbito latinoamericano. En esta sección se retomará la antigua sinonimia entre los conceptos de civilización y cultura para introducir términos como la hibridación, la poscultura, el simulacro, lo efímero, el espectáculo, el vacío y el impulso desestabilizador de la barbarie. Con la desaparición de la dicotomía, estas consideraciones afectarán la relación entre las esferas de lo civilizado y lo bárbaro de una manera más compleja. Es decir, la transformación de sus variables ahora lleva a puntos de contacto más cercanos, de movilidad constante en su proceso de conceptualización y de Hernández Delval 4 desestabilización de nociones culturales hegemónicas. Asimismo, en este punto las nociones de civilización y barbarie servirán como base teórica para interpretar los cuentos en su relación con estímulos culturales globalizados y masivos pertenecientes a la época contemporánea. Cabe destacar que el análisis literario de los relatos de McOndo es esencial para este estudio. Su interpretación ocupa el segundo capítulo, el cual sigue con la estructura presentada en el marco teórico. Es decir, se divide en tres momentos: el acercamiento desde la estela del pensamiento de Sarmiento, desde el retrato del hispanoamericano y desde las perspectivas teóricas contemporáneas que aluden al cosmopolitismo como estrategia discursiva. Asimismo, la metodología de análisis de los relatos da cuenta del proceso de dinamismo de las concepciones de civilización y barbarie que se ha establecido conanterioridad. De esta manera, diferentes aspectos de un mismo relato pueden aparecer en distintas secciones del capítulo. La intención de este planteamiento es hacer notar que McOndo no es una antología que pretenda establecer una ruptura absoluta con la tradición literaria precedente. En cambio, se podrá observar cómo en sus textos conviven a un mismo nivel distintas lógicas de significación de lo civilizado y lo bárbaro. Por último, se ha incluido en la sección de „„Anexos‟‟ cuatro cuadros sinópticos que facilitarán el seguimiento de las distintas variables de civilización y barbarie que se plantearán en este estudio. Cada uno corresponde a una sección diferente del análisis: Facundo, identidad latinoamericana, perspectivas contemporáneas e interpretación de los relatos. Estos cuadros contribuirán a una mejor comprensión de la movilidad de las concepciones y servirán como una guía resumida de los principales planteamientos que este proyecto persigue. Hernández Delval 5 1. Conceptos de Civilización y Barbarie Los conceptos de civilización y barbarie tienen una larga historia de significación que conviene resumir antes de adentrarse en el arco temporal que compete a este estudio. En Las civilizaciones actuales, Fernand Braudel establece el origen del término „„civilización‟‟ en el siglo XVIII en Francia, formulado a partir de las palabras „„civilizado‟‟ y „„civilizar‟‟ que se utilizaban con regularidad desde el siglo XVI. Durante el reinado de Luis XV, los adjetivos „„poli‟‟ 1 y „„policé‟‟, que corresponden a „„civil‟‟ y „„civilizado‟‟, se utilizaban para designar al que tenía buenas maneras y un correcto comportamiento social (13). Por su parte, Juan Pablo Neyret coloca temporalmente su aparición después de 1756 y la atribuye a la obra L‟ami des hommes del Marqués de Mirabeau. Posteriormente, entre 1765 y 1775, su uso se extiende y puede localizarse en las obras del abate Baudeau, Raynal, Diderot y Demeunier, mientras que hace su aparición en España en el sainete de Ramón de la Cruz titulado, precisamente, La civilización, del año 1763 („„Sombras terribles‟‟). Por su lado, el término „„barbarie‟‟ presenta una antigüedad mucho mayor que la de su clásico oponente. En el origen, el bárbaro era aquél que se encontraba fuera de las fronteras de la cultura griega, pues al no poder hablar la lengua (etimológicamente, sólo la balbuceaba) no podía poseer la verdad o el logos y, por lo tanto, su acceso a la razón se veía restringido 2 (Zea 16). Esta acepción se mantendrá hasta el imperio romano, donde la noción de logos se modifica y encuentra su lugar preponderante en la práctica del derecho. Así, el bárbaro deja de ser quien no puede hablar la lengua del grupo cultural en el poder 3 , sino que se personifica como aquel que se 1 El Diccionario Universal de Furetiere (1690) definía el uso del adjetivo „„poli‟‟ en el ámbito de la moral, empleado en relación con lo civilizado, con pulir las costumbres, con el hacer civil y social (cit. en Braudel 13) 2 La restricción se refería al mundo racional helénico, pues la misma cultura griega aceptaba la presencia de sabidurías bárbaras fuera de sus dominios. Un análisis completo al respecto se encuentra en el libro La sabiduría de los bárbaros. Los límites de la helenización de Arnaldo Momigliano. Se puede encontrar una referencia completa en la sección de bibliografía. 3 „„La lengua latina, lejos de ser un instrumento de discriminación, es un instrumento de asimilación‟‟ (Zea 34). Hernández Delval 6 encuentra fuera de la ley (Zea 34). Como se puede observar, ambos significados presentan un rasgo común: el bárbaro es el „„otro‟‟, el ser que se inscribe en el margen de la vida social y cultural de un territorio determinado. Sin embargo, en este punto aún no se constituye como un salvaje, una versión primitiva del modelo de hombre al que se debe de aspirar. Esta formulación se da, según Laënnec Hurbon, con el encuentro cultural del descubrimiento de América: „„[…] con Cristóbal Colón el ciclo que se inaugura es el de una desbarbarización del bárbaro, el de su definición como vacío, como laguna, por el hecho mismo de su condición de no europeo‟‟ (13). El bárbaro deja de ser lo que fue para las tradiciones griega y romana y se „„desbarbariza‟‟ para convertirse en la entidad que debe erradicarse, el no-occidental agresivo y visceral que se presenta como oposición fundamental de lo civilizado. Esta dicotomía tiene a su vez su propia historia. Con la aparición ya mencionada en el siglo XVIII del término „„civilisation‟‟ 4 se da una oposición natural de éste con la concepción colonial de „„barbarie‟‟. En La „„barbarie‟‟ en la narrativa argentina, María Roso Lojo identifica la antinomia del término francés „„sauvagerie‟‟ con el de „„civilisation‟‟ antes de que este último llegara a España (12). Por su parte, Neyret señala que en la traducción francesa de 1771 de la Historia del reino del Emperador Carlos V de Robertson, se puede observar dicha oposición a pesar de que en el original inglés aún no se utilizaba el vocablo „„civilization‟‟, sino „„refinement‟‟. Un año después, „„civilization‟‟ es usado por James Boswell en una disputa con Samuel Johnson por considerar que este término se oponía mejor al de „„barbarie‟‟ que la forma „„civility‟‟ („„Sombras terribles‟‟). Con el establecimiento de la dicotomía, es preciso hacer mención de la relación entre los conceptos de civilización y cultura, en la que se encuentran posiciones que debaten su cercanía o 4 Es el término original en francés como aparece en el texto del Marqués de Mirabeau antes referido. En ese caso, Neyret señala que el sentido de la palabra aún remitía al de „„urbanidad‟‟ („„Sombras terribles‟‟). Hernández Delval 7 su diferenciación. Braudel señala la sinonimia de ambos términos y como Hegel, en 1830, utilizaba „„indiferentemente una u otra palabra‟‟ (13). Juan Ramón Goberna destaca un antecedente que data de 1684 en el que Samuel Pufendorf define una de las acepciones de „„cultura‟‟ como „„concepto opuesto al de estado natural y barbarie y le sirvió para expresar el ordenamiento social, la unidad cívica y la vida refinada‟‟ (117) y coincide con Braudel en su utilización como sinónimos durante el siglo XIX alemán (151-152). Una definición decimonónica realizada en Francia indica que la civilización „„tiene una connotación positiva; comprendido como movimiento o como ideal, está asociado a las ideas de progreso, de perfeccionamiento y, como estado social, drena a menudo con él unos juicios de valor y evoca lo que hay de bien en una sociedad‟‟ 5 (Goberna 62). Así, desde esta perspectiva se entiende que una sociedad civilizada era aquella donde había cultura. Sin embargo, la sinonimia en el uso de ambos términos a su vez se ha cuestionado y se ha planteado una posible separación conceptual. Por ejemplo, el mismo Braudel ratifica que el uso de „„cultura‟‟ y „„civilización‟‟ también presenta diferencias „„cargando al primer término con la dignidad de lo espiritual y al segundo con la trivialidad de lo material‟‟ (14), postura que había sido planteada por Oswald Spengler en La decadencia de Occidente, publicado en la segunda década del siglo XX: „„Civilización es el extremo y más artificioso estado a que puede llegar una especie superior de hombres. Es un remate; subsigue a la acción creadora como lo ya creado, lo ya hecho, a la vida como la muerte, a la evolución como el anquilosamiento […] Es un final irrevocable, al que se llega siempre de nuevo, con íntima necesidad‟‟ (54). Aquí, cultura y civilización son dos conceptos totalmente distintos: la cultura es el terreno del arte, el espíritu, el 5 Neyret señala al respectodel significado moderno de civilización: „„En 1798 aparece registrada en el Dictionaire de l‟Académie como “acción de civilizar o estado del que es civilizado”. Un siglo más tarde, ya en 1890, el Dictionaire général de la langue française du commencement du XVIIIème siècle a nos jours, de Hatzfeld, Damstter y Thomas, caracteriza la civilización como el “avance de la humanidad en el orden intelectual, moral, social, etcétera” („„Sombras terribles‟‟). Hernández Delval 8 espacio donde un pueblo llega a su mayor esplendor; en contraparte, la civilización es la sentencia de muerte, el extremo de los modelos que originalmente significaron la grandeza de una cultura y que ahora, en su decadencia, son hipérboles de unos valores cuyo agotamiento es evidente 6 . Ante este panorama, resulta pertinente presentar una advertencia epistemológica. Sea cual sea la postura que se defienda, este estudio utilizará ambas consideraciones conceptuales para construir su argumentación. Es decir, se considera inútil tratar de discernir si la sinonimia de los términos „„civilización‟‟ y „„cultura‟‟ o su posible diferenciación son teóricamente correctas o no. No se defenderá la validez de una u otra, pues no es el objetivo que aquí se persigue. En cambio, se pretende aprovechar la polisemia de dichos conceptos y emplear las dos posturas como herramientas analíticas según se den las circunstancias. Esta flexibilidad terminológica contribuirá a dotar de una dimensión más amplia a la discusión de la idea de civilización que se presenta en distintas etapas históricas, tanto en el pensamiento hispanoamericano como en otros ámbitos intelectuales. 1.1 Siglo XIX: Facundo Como se ha visto, los conceptos de civilización y barbarie se han planteado a lo largo de la tradición del pensamiento occidental mucho antes del siglo XIX, periodo donde se centra el inicio de este análisis. Por lo tanto, es necesario establecer por qué se ha elegido el trabajo de Domingo Faustino Sarmiento en Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas como eje primigenio de este estudio. Si bien el objetivo principal que aquí se persigue es identificar la influencia de su obra en el ámbito literario posterior, su presencia también puede rastrearse en otras estructuras sociales. 6 Spengler apunta las diferencias entre cultura y civilización con dos imágenes muy sugerentes: „„Los griegos tienen alma; los romanos, intelecto. Así se diferencian la cultura y la civilización‟‟ (55); „„Todo griego tiene algo de Don Quijote; todo romano, algo de Sancho Panza. Lo que además de eso fueron, pasa a segundo término‟‟ (61-62). Hernández Delval 9 Por ejemplo, Graciela Scheines explica que el término „„bárbaro‟‟ antecede al término „„barbarie‟‟ y que este último se presenta en territorio hispanoamericano gracias al jesuita Pedro Lozano (1697-1752), que lo introduce como forma de definición geográfica en su Descripción chorográfica del Gran Chaco (45). Tal postura es complementada por un planteamiento de Neyret en el que concluye que si la barbarie, como sustantivo, es un término posterior, entonces debe ser considerada como sudamericana y entendida únicamente como tal a partir del Facundo como texto fundante 7 („„Sombras terribles‟‟). Esta barbarie esencial propuesta por Sarmiento tiene, por otra parte, implicaciones en la historia política de Argentina. Maristella Svampa analiza esta influencia en El dilema argentino: civilización o barbarie, en el que elabora una radiografía precisa de la presencia cultural del Facundo en cinco distintas áreas de la tradición política del país sudamericano. En la tradición liberal es la imagen fundacional del simbolismo de dicha ideología. En la tradición democrática, es un modo de cuestionar el voto como única posibilidad de legitimación del estado. En la tradición populista (representada por el gobierno de Perón 8 ), advierte de los peligros del desborde de la democracia y simboliza la revalorización histórica de la figura del bárbaro como representante del desarrollo del pueblo y la nación. En la tradición de la izquierda, es una crítica a 7 El mismo Neyret admite que el texto de Sarmiento no es el primero en hacer explícita la antinomia civilización- barbarie, aunque sí es el Facundo el que la consolida („„Sombras terribles‟‟). Al respecto, Jean Franco señala en La cultura moderna en América Latina como antecedentes de crítica hacia las costumbres nacionales a Felipe Pardo Aliaga (1806-1868) que quería adoptar modelos ingleses para la administración de Perú, burlándose a su vez de la aristocracia criolla que utilizaba incorrectamente su „„educación‟‟ y a José Joaquín Fernández de Lizardi que en El Periquillo Sarniento criticaba las fallas del sistema educativo mexicano y las costumbre anticuadas del país (20). Otro ejemplo paradigmático es El matadero de Esteban Echeverría. Contemporáneo de Sarmiento y como él miembro de la Generación del 37, termina de escribir su obra en 1840 (aunque fue publicada hasta 1871). En ésta plantea la antinomia civilización-barbarie desde el punto de vista de la pelea entre unitarios y federales, donde un grupo de carniceros (que representan a los federales que apoyan el régimen del dictador Rosas) atacan mortalmente a un joven de aspecto refinado que no lleva en su ropa signos de apoyo al gobierno (representa el joven a los unitarios). Esta disputa entre unitarios y federales será uno de los temas centrales del Facundo. 8 Juan Pablo Neyret apunta que el ideario de Sarmiento fue revitalizado en el siglo XX por la obra de Ezequiel Martínez Estrada Los invariantes históricos en el „„Facundo‟‟ (1947), donde ataca a Perón (sin mencionarlo explícitamente) utilizando una argumentación similar al ataque del propio Sarmiento al dictador Rosas („„Sombras terribles‟‟). Hernández Delval 10 la „„política criolla‟‟ y a la barbarie autóctona, es decir, la que intenta instaurar el grupo en el poder. Por último, en la tradición política autoritaria, es una reminiscencia a los valores tradicionales y jerárquicos asociados con la Iglesia y con el Ejército y un enlace con la tradición política liberal en su ala conservadora 9 (9). Asimismo, Svampa no sólo ve en el Facundo el origen de la dicotomía civilización-barbarie, sino que funciona como matriz de otras dicotomías que también afectarán el futuro ideario político-geográfico de Argentina como la de Buenos Aires-provincia, unitarios-federales y ciudad-campo 10 (10-11). Volviendo ahora al terreno de la práctica literaria, es posible reconocer algunas etapas en la historia de la literatura hispanoamericana en las que verdaderamente existe una preocupación transnacional en cuanto a temas literarios o estilos de escritura. En este sentido, la aparición de la obra de Sarmiento en 1845 es trascendental. Originalmente un texto híbrido entre la biografía y el ensayo político, el Facundo termina por dejar su estela en el área de la literatura al ser la principal influencia de la novela regionalista e indigenista de la primera mitad del siglo XX, mediante la inclusión de la antinomia civilización-barbarie como motivo de ficción. Ésta funciona como fundamento operativo de un sinnúmero de novelas de la época, entre las que destacan principalmente: Los de abajo (Mariano Azuela, 1916), La vorágine (José Eustasio Rivera, 1924), Don Segundo Sombra (Ricardo Güiraldes, 1926) y Doña Bárbara (Rómulo Gallegos, 1929), entre otras. Según Sarmiento, es necesario el brote de una preocupación cultural por civilizar a los países hispanoamericanos, siempre gobernados por la barbarie del ambiente rural-indígena, a través de un proceso de educación donde la tradición y el conocimiento de la naturaleza deben 9 „„[…] todavíason Sarmiento y el Facundo objeto de veneración y de execración ciegas […] Sarmiento está, en ese sentido, privilegiadamente situado en el cruce de ambas en la medida en que por un lado ciertos sectores políticos argentinos, de extracción conservadora y vocación despótica y hasta cierto punto antipopular, lo reivindican como suyo‟‟ (Jitrik 11). 10 La barbarie, originada en la Pampa, ha dado lugar al concepto de „„interior‟‟, „„caracterizado por actividades económicas productivas que han sido históricamente liquidadas o devoradas por Buenos Aires, donde reside la „„civilización‟‟ (Jitrik 19). Hernández Delval 11 combinarse con la legalidad y el respeto propios de una sociedad moderna y urbana. Esta línea de pensamiento se manifiesta en la literatura de territorios como México, Colombia, Argentina, Venezuela o Perú durante la primera mitad del siglo XX, estableciendo así la dicotomía civilización-barbarie en un repertorio de textos que se posicionan como cultura dominante dentro del imaginario literario hispanoamericano. La predominancia del Facundo como instaurador de dicha dicotomía es defendida por Adalberto Dessau en 1974, durante el Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, presentando a su vez un nuevo matiz a la discusión mediante el vaticinio que la publicación de Cien años de soledad en 1967 „„[…] parece ser, objetiva y cualitativamente un punto final en la trayectoria secular de la corriente novelística latinoamericana que se apoya conceptualmente en el lema liberal de civilización y barbarie‟‟ (344). En su estudio, Dessau disecciona las relaciones entre el liberalismo optimista de Sarmiento con la tradición literaria que le siguió, clasificando las distintas visiones de civilización y barbarie (no siempre concordantes con el pensamiento burgués del mismo Sarmiento) que se presentan en la literatura hispanoamericana. Al final, su intención es cerrar un ciclo: García Márquez vuelve a encontrarse con Sarmiento y la obra del colombiano constituye el pesimista y trágico balance final de la apertura grandiosa del argentino (343). Para él, la dicotomía civilización-barbarie se cierra desde una de las obras más representativa de „„lo latinoamericano‟‟ 11 en el escenario literario internacional. A partir de esta delimitación, el análisis 11 Evidentemente no se puede afirmar con certeza que Cien años de Soledad sea la obra más representativa de lo „„latinoamericano‟‟, pues el ideario de la región no puede reducirse o resumirse en un solo texto. De igual manera, el hecho mismo de afirmar que es representativa de lo „„latinoamericano‟‟ puede llegar a resultar polémico. Sin embargo, se hace aquí esta observación porque, como se verá más adelante, los editores de McOndo (Alberto Fuguet y Sergio Gómez) toman el ideario de la obra de García Márquez para criticar las expectativas con que el mercado literario recibe la literatura que proviene de Latinoamérica. Desde su perspectiva, existe la pretensión de que la literatura de esta región debe presentar rasgos similares a los propuestos por el realismo mágico o si no esa literatura no podrá ser identificada como latinoamericana. Este pensamiento es la base crítica de la antología y se analizará a profundidad en apartados posteriores. Hernández Delval 12 de Dessau sobre esta corriente se enfoca en un corpus de obras representativas 12 que aparecen en su mayoría en la primera mitad del siglo XX. Por supuesto, no es intención de este estudio polemizar sobre los aciertos –o errores – de esta clasificación o emprender una propia, sino mostrar un ejemplo de la preponderancia que llegó a tener el tema de civilización y barbarie como tema recurrente en la literatura latinoamericana. Lo que sí se considera aquí que es digno de debatir es la intención de Dessau por aparcar en el desuso y la inoperancia el análisis de la dicotomía civilización-barbarie dentro de los estudios de la literatura hispanoamericana posterior a Cien años de soledad, pues ésta resulta dudosa e incluso arbitraria. En realidad, más allá de su desaparición, sería más acertado hablar de transformación en los conceptos de civilización y barbarie. No obstante, la propuesta del investigador alemán sí admite la posición preponderante del Facundo en la discusión del tema. Bien entrado el siglo XX se sigue pensando en esta obra como texto fundante – antes se ha hecho referencia a las posiciones de Neyret, Svampa y Martínez Estrada al respecto – y referencia 12 Adalberto Dessau divide el corpus de la temática civilización-barbarie en las siguientes categorías: 1.- Optimismo en la revolución liberal-burguesa de Sarmiento: José López Portillo y Rojas (1850-1923), Emilio Rabasa (1856-1930), Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos. 2.- „„Barbarie‟‟ como degeneración de la „„Civilización‟‟: Horacio Quiroga (1878-1937), José Eustasio Rivera (1889- 1928). 3.- Humanidad degenerada bajo la influencia de determinado ambiente moral o clima tropical como catalizador de la „„Barbarie‟‟: Rafael Arévalo Martínez (1884-1975), Manuel Díaz Rodríguez (1868-1927), Rufino Blanco Fombona (1874-1944). 4.- Campesinos y latifundistas como productos de una degeneración multisecular producida por relaciones sociales dadas a priori: Mariano Azuela (1873-1952), Alcides Arguedas (1879-1946). 5.- Modernismo. A partir de Rodó, oposición de la integridad humana de las sociedades menos desarrolladas a la alienación capitalista visible en Estados Unidos y otros países: Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes. 6.- El antagonismo entre civilización y barbarie como conflicto entre lo humano y lo antihumano: manejo del tiempo en La ciudad y los perros (1963) de Mario Vargas Llosa, Las buenas conciencias (1959) de Carlos Fuentes, El coronel no tiene quien le escriba (1961) de Gabriel García Márquez. 7.- Realismo mágico. Vertiente #1 – retrato auténtico de los protagonistas de la „„Barbarie‟‟ en correlación con el ambiente: São Bernardo (1934) de Graciliano Ramos, Grande Sertão: veredas (1956) de João Guimarães Rosa, Juan Rulfo (1918-1986). 8.- Realismo mágico. Vertiente #2 – enfocar la realidad latinoamericana a través de la mente de los habitantes de regiones rurales influida por tradiciones étnicas: Yawar fiesta (1941) de José María Arguedas, El reino de este mundo (1949) de Alejo Carpentier, Hombres de maíz (1949) y El papa verde (1954) de Miguel Ángel Asturias, Hijo de hombre (1959) de Arturo Roa Bastos. 9.- Reencuentro con Sarmiento y final de la temática civilización-barbarie: Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez. (338-344) Hernández Delval 13 constante a la que es necesario remitirse. Constituye el canon del debate entre civilización y barbarie en Hispanoamérica y por ello la construcción de dichos conceptos en su entramado argumental es fundamental para entender sus posteriores variaciones. 1.1.1 Medio, Hombre y Nación: formas de argumentación En el Facundo, Sarmiento toma la figura del caudillo Facundo Quiroga 13 para explicar la barbarie en la que vive Argentina desde el triunfo del dictador Juan Manuel de Rosas 14 . La tensión social en el país se sostiene desde el conflicto bélico entre unitarios (partido que apoyaba Sarmiento) y federales (partido absolutista liderado por Rosas y apoyado por Quiroga en el interior del país), que le costó a Sarmiento el exilio en distintas ocasiones 15 . A partir de sus múltiples viajes y ocupaciones, Sarmiento formó una cultura eurocéntrica, positiva e ilustrada que planteaba la necesidad de instaurar en Argentina la civilización. Ésta representa el futuro del 13 Juan Facundo Quiroga (1788-1835) perteneció a una poderosa familia de grandes propietarios rurales de La Rioja. En 1816 combatióa los españoles en su provincia natal y a partir de 1822 dominó la política regional, debido a su gran presencia entre la población rural. En 1826 luchó contra los unitarios y se sublevó contra la constitución unitaria de Rivadavia. Derrotado por Paz en La Tablada y Oncativo, llegó a Buenos Aires en 1830, donde es recibido con fervor. En 1831 derrotó por completo a las fuerzas unitarias, ahora al mando de Lamadrid, en la ciudadela de Tucumán, al frente del ejército federal. Fue asesinado en 1835 en Barranca Yaco. Se le conoció como „„El tigre de los llanos‟‟. 14 Juan Manuel de Rosas (1793-1877), originario de Buenos Aires, perteneció a una acaudalada familia de la clase terrateniente, de prestigiosa inserción colonial. Gobernó el país en dos ocasiones: la primera entre 1829 y 1832; la segunda entre 1835 y 1852. Rosas mantuvo en todo momento la hegemonía porteña (es decir, de la provincia de Buenos Aires, desde donde funda su gobierno), que irá desplazando paulatinamente al doctrinarismo federal. Su política económica fue netamente conservadora. A partir de 1836, la enfiteusis – que afianza el régimen latifundista de tenencia de la tierra, manteniendo la hegemonía de los grandes hacendados – fue reemplazada por la venta de tierras públicas. Ni esta medida ni la donación de tierras implicó un cambio en el orden social. En 1853, derrotado por Urquiza, se refugió en Inglaterra. Murió en este mismo país en 1877. 15 Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) fue político, escritor, docente, periodista, militar y estadista. Presidente de Argentina entre 1868 y 1874. Su erudición fue producto de una labor prácticamente autodidacta. Abrazó la causa unitaria, oponiéndose al régimen dictatorial de los federales. Debido a la victoria de éstos en 1831 tuvo que emigrar a Chile, donde realizó actividades distintas como la docencia y la minería. A su vuelta a San Juan (su provincia natal) en 1836, organizó actividades políticas en contra del gobierno de Rosas y tuvo contacto con la Generación de 1837 (Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez). Debido a sus críticas al gobierno, fue apresado y forzado a un segundo exilio, de nuevo en Chile, en 1840. En 1845 fue enviado a Estados Unidos y Europa por Manuel Montt Torres (posteriormente presidente de Chile) para que estudiara sus sistemas educativos. Recorrió Francia (se entrevistó con el Gral. José de San Martín, militar de la lucha por la independencia), España, Argelia, Italia y Prusia. Desde allí embarcó a Norteamérica. Volvió a Chile en 1848 y a Argentina en 1851 para unirse al ejército de Urquiza. Por desacuerdos con él volvió a Chile en 1852. Su regreso definitivo a Argentina se da hasta 1855, donde inicia una larga carrera política que lo llevó a ser ministro, gobernador, presidente y senador. Murió en Asunción de Paraguay en 1888. Hernández Delval 14 país, la única respuesta al absolutismo del gobierno central. La antinomia civilización-barbarie se crea de esta manera para plantear un presente (bárbaro), heredado por costumbres pasadas (bárbaras también) que deben ser erradicadas por un porvenir civilizado. La obra se divide estructuralmente en tres partes para describir la presencia de la barbarie en la vida social argentina y la civilización como agente de cambio de la misma: descripción del Medio, descripción del Hombre (el caudillo Facundo Quiroga) y descripción de la Nación. Dicha estructura deja al descubierto la formación intelectual de Sarmiento, pues la división tripartita de la argumentación no es gratuita. Juan Luis Guerrero plantea que estos tres temas corresponden a la tradición de la filosofía enciclopedista: el hombre fue la preocupación inicial en el debate entre la razón y el espíritu medieval absolutista, seguido por las consideraciones sobre el medio y, finalmente, por el estado de la nación (cit. en Jitrik 42). Desde aquí se pueden vislumbrar dos tendencias fundamentales del pensamiento de Sarmiento que se pueden identificar constantemente en el Facundo: por un lado, su cultura eurocéntrica y su afán por adaptar modelos europeos a la organización de la vida argentina; por el otro, su interpretación personal de dicho bagaje, cargado de inconsistencias y de un espíritu que, culturalmente hablando, puede considerarse „„bárbaro‟‟. Basta observar que Sarmiento invierte el orden tradicional de la filosofía enciclopedista e inicia su defensa por la civilización desde la descripción del medio. Ejemplos como el anterior abundan y serán tratados en los apartados posteriores. Desde la Introducción, el programa ideológico de Sarmiento es claro. Facundo Quiroga no está muerto y su legado aún vive en las tradiciones populares, en la política y en las revoluciones, así como en su complemento, el dictador Rosas: „„y lo que en él era sólo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en sistema, efecto y fin‟‟ (8) 16 . La naturaleza bárbara del medio 16 Todas las citas se toman de la edición del Facundo publicada por Biblioteca Ayacucho en 1977. Para una referencia completa consúltese la sección de bibliografía en la parte final del estudio. Hernández Delval 15 argentino, personificada por Quiroga, se convierte en sistema político, en forma de organización social absolutista. Asimismo, se aclara que España no representa los modelos europeos civilizatorios que hay que adoptar, pues ésta se encuentra rezagada respecto al resto de Europea al haberse quedado anquilosada en prácticas medievales: „„¿El problema de la España europea, no podría resolverse examinando minuciosamente la España americana, como por la educación y hábitos de los hijos se rastrean las ideas y la moralidad de los padres?‟‟ (10). La relación con España también es juzgada negativamente por Rosas, aunque su consideración es aún más amplia, pues establece la necesidad de alejarse de toda influencia europea debido al supuesto daño que ésta le puede causar a la vida americana. Sarmiento debate este punto al considerar que Rosas declara un falso americanismo que responde únicamente a sus intereses: „„¡Cierto!, dicen todos; ¡traidores!, ésta es la palabra. ¡Cierto!, decimos nosotros; ¡traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara!‟‟ (12). El procedimiento del gobierno de Rosas es equiparado por Sarmiento a las prácticas de la colonia española 17 y por ello tilda a esta supuesta causa americana de dictatorial y propia de la barbarie. Otra de las consideraciones esenciales planteadas en la Introducción está ligada con una inmigración europea que Sarmiento percibe como fundamental: „„¿No queréis, en fin, que vayamos a invocar la ciencia y la industria en nuestro auxilio, a llamarlas con todas nuestras fuerzas, para que vengan a sentarse en medio de nosotros, libre la una de toda traba puesta al pensamiento, segura la otra de toda violencia y de toda coacción‟‟ (13). Europa es la civilización y Argentina un largo territorio abandonado a su suerte. Poblarlo no es una tarea social de los propios habitantes del país, sino que debería ser completada por la recepción de inmigrantes europeos que traigan sus costumbres, cultura y orden. Esto acarreará el progreso, al que 17 Sarmiento plantea constantemente la imagen de España como símbolo de lo anacrónico y la utiliza en descripciones peyorativas: „„Córdoba, española por educación literaria y religiosa, estacionaria y hostil a las innovaciones revolucionarias‟‟ (113). Hernández Delval 16 Sarmiento considera una „„ley de la humanidad‟‟ (13), pues en su perspectiva es natural que los nuevos intereses siempre triunfen sobre las viejas tradiciones y los hábitos propios de la ignorancia. Para finalizar la Introducción, Sarmiento presenta a su personaje principal y hombre representativo de la vida argentina: FacundoQuiroga. Lo describe en sus distintos matices: su fisonomía se relaciona con la „„naturaleza grandiosamente salvaje que prevalece en la inmensa extensión de la República Argentina‟‟ (16), y su carácter, expresión de los instintos y preocupaciones del pueblo, como forjado por „„antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad‟‟ (16). Noé Jitrik argumenta que la presentación de Quiroga como espejo de la historia del pueblo argentino 18 es una formulación de Hegel – que llegó a Sarmiento a través de la lectura de la tesis de Victor Cousin sobre la „„génesis y función social del hombre representativo o el grande hombre‟‟ – que integra su Introducción a la Filosofía de la Historia (39). A través de Quiroga se puede explicar la historia de la barbarie entendida como estado natural, es decir, como inevitable sino de todo individuo que crezca en circunstancias similares. Dicha argumentación confeccionará las primeras dos partes del libro, correspondientes al Medio y al Hombre. Cuando lo bárbaro se solidifica como forma de entender el accionar político, la sombra de Quiroga, presente en todas las tradiciones populares de Argentina, se transportará a un molde más perfecto, más acabado: Juan Manuel de Rosas, el instaurador de la barbarie como sistema rector de un estado centralista. Esta caracterización se profundizará en la tercera parte de la obra, dedicada a la Nación, donde Rosas ya será presentado como el bárbaro genuino al que hay que desplazar y el 18 „„[…] es el personaje histórico más singular, más notable, que puede presentarse a la contemplación de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran movimiento social, no es más que el espejo en que se reflejan, en dimensiones colosales, las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de su historia‟‟ (Sarmiento 16). Hernández Delval 17 Facundo se terminará de constituir como un programa histórico, social y literario destinado al derrocamiento de este adversario político. La primera parte del Facundo se destina a la descripción del Medio y comprende los primeros cuatro capítulos del texto. En principio, el diagnóstico de Sarmiento resaltaba la realidad del país como un espacio dominado por ciertas peculiaridades: „„[…] el predominio de la fuerza brutal, la preponderancia del más fuerte, la autoridad sin límites y sin responsabilidad de los que mandan, la justicia administrada sin formas y sin debates‟‟ (27). A su vez, los habitantes históricos del territorio argentino (indígenas, negros y españoles) son considerados como razas que, siendo ociosas y proclives a la pereza, han impedido el progreso del pueblo (28). Ahora bien, dicha pereza se justifica por las privaciones que se sufren en la vida del campo, pues ésta no cuenta con los estímulos suficientes para que se pueda evitar exteriorizar las costumbres de la barbarie (30-31). Así, la sociedad desaparece por completo en el campo y sólo se pueden observar organizaciones sociales feudales: no se puede ejercer la justicia, no hay ley y la administración pública es imposible. En contraste, su juicio es generalmente positivo hacia la figura de la ciudad a pesar de la situación política actual, pues con sus instituciones legales, refinados espacios culturales y costumbres civilizadas producidas por el contacto con la educación (29), difiere con el llano donde la inseguridad de la vida dota al carácter argentino de cierta actitud estoica hacia la muerte (24). De esa manera se establecen las dos primeras variables de los conceptos de civilización y barbarie: por un lado, democracia y ciudad 19 ; por el otro, dictadura y campo. La venganza de las provincias, de donde proviene Quiroga y al que se le atribuye la legitimación del gobierno de 19 Sarmiento describe a la culta Buenos Aires como una ciudad „„todo novedad, todo revolución y movimiento‟‟ (113), donde los extranjeros que arribaban „„creían hallarse en Europa‟‟ (113). Hernández Delval 18 Rosas en el interior del país, será para Sarmiento el haber enviado a la otrora capital civilizada, Buenos Aires, „„mucho y demasiado de la barbarie que a ellas les sobraba‟‟ (25). La caracterización de la ciudad como el símbolo primordial de la civilización y el campo como la imagen representativa de la barbarie dota a la antinomia de nuevas variables, al aludir a las particularidades de cada espacio: El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada, tal como la conocemos en todas partes: allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción, alguna organización municipal, el gobierno regular, etc. Saliendo del recinto de la ciudad, todo cambia de aspecto: el hombre de campo lleva otro traje, que llamaré americano, por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diversos; sus necesidades, peculiares y limitadas; parecen dos sociedades distintas, dos pueblos extraños uno de otro. Aún hay más: el hombre de la campaña, lejos de aspirar a semejarse al de la ciudad, rechaza con desdén, su lujo y sus modales corteses, y el vestido del ciudadanos, el frac, la capa, la silla, ningún signo europeo puede presentarse impunemente en la campaña. Todo lo que hay de civilizado en la ciudad, está bloqueado allí, proscripto afuera, y el que osara mostrarse con levita, por ejemplo, y montado en silla inglesa, atraería sobre sí las burlas y las agresiones brutales de los campesinos. (Sarmiento 29-30) La cita es paradigmática de la lógica sarmientina. La ciudad es el territorio de las ideas, la legalidad, la organización, el progreso. Su característica esencial es el movimiento. Por su parte, el campo es el ámbito de la limitación, el goce frugal y el rechazo al futuro. El hombre del campo no pretende parecerse al de la ciudad y con esto se entiende que no muestra interés por mejorar sus condiciones de vida; en cambio, rechaza unilateralmente todo elemento que provenga del exterior de sus circunstancias, es intolerante al avance cultural e incluso agresivo ante aquel que Hernández Delval 19 se presente como habitante de la ciudad. Su característica esencial, por lo tanto, es permanecer estático. El habitante del campo es posicionado, así, como evidencia de la barbarie en una doble dimensión: es bárbaro por circunstancias naturales (por la inevitable herencia negativa de la colonia española, por la geografía dispar del territorio argentino, por la nula educación que ha tenido) y por no tener la visión necesaria para querer salir de la barbarie misma. Sarmiento defiende este punto mediante la descripción de la Pulpería como forma de organización social y de la actitud del campesino ante la reciente guerra de independencia. En el primer caso, la Pulpería se presenta como el equivalente de la venta medieval: espacio donde se reúnen los hombres del campo para beber, enterarse de la información de la región, jugar, hacer carreras y discutir la actualidad del ganado (58). Es una asamblea „„sin objeto público, sin interés social‟‟ (58) donde „„empiezan a echarse los rudimentos de las reputaciones que más tarde, y andando los años, van a aparecer en la escena política‟‟ (58). Es ahí donde los gauchos realizan dos de sus prácticas predilectas: jugar con el cuchillo – es decir, pelear – y llevar a cabo destrezas con su caballo. Sarmiento protesta que buena parte de la reputación de estos hombres, que serán después los comandantes de campaña, se forja a partir de variables cuestionables pues „„valor, arrojo, destreza, violencias y oposición a la justicia regular‟‟ (61) son contrarias a la justicia propia de la organización urbana. A su vez, esto explica el por qué la Independencia fue únicamente una puesta en escena de las costumbres bárbaras. Ésta no servía a los campesinos,pues ellos no estaban a favor ni de la monarquía ni de la república. En su estrechez de miras, consideraban que ambas venían de la ciudad y significaban la obligación de resguardarse bajo un orden y una autoridad, lo que contravenía a sus intereses (Sarmiento 66). El producto más visible de esta guerra fue la montonera, la cual aún en la época de Sarmiento es práctica común y estrategia principal que ha Hernández Delval 20 llevado a Rosas al poder. Esta „„técnica de guerra‟‟ era llevada a cabo por los comandantes de campaña (es decir, aquellos gauchos que gozan de una mejor reputación) y consiste en atacar en masa, desorganizadamente, tratando de hacer valer una superioridad numérica sobre la organización de un ejército tradicional (Sarmiento 67). La montonera no tenía ideal alguno, no defendía ningún pensamiento y mucho menos respetaba los códigos bélicos de honor. La Independencia se configuró así como una batalla en dos frentes: una guerra de la ciudad contra los españoles y una guerra de los caudillos contra las ciudades. En la primera, se consiguió la emancipación del imperio. En la segunda, se logró eliminar todo vestigio de orden y de civilización (Sarmiento 68). Para 1845 (año de la publicación del Facundo), el caudillismo ha triunfado y las ideas de la Independencia han quedado en un segundo término 20 . Argentina es el dominio de Rosas y éste es el ícono de la barbarie. Sin embargo, para entender el gobierno de Rosas primero es necesario elaborar el cuadro biográfico de Facundo Quiroga, quien ha posibilitado con sus acciones militares en el interior del país el dominio que el dictador mantiene desde Buenos Aires. Así se constituye la segunda parte del libro, entre los capítulos 5 y 7, donde Sarmiento describe al caudillo desde una perspectiva heterogénea: conviven en su retrato la censura de sus costumbres bárbaras con la admiración – o seducción, utilizando el término de María Rosa Lojo – que le provoca su figura romántica. 20 „„Desde 1810 hasta 1840, las provincias que encerraban en sus ciudades tanta civilización fueron demasiado bárbaras, empero, para destruir con su impulso, la obra colosal de la revolución de la Independencia. Ahora que nada les queda de lo que en hombres, luces e instituciones tenían, ¿qué va a ser de ellas? La ignorancia y la pobreza, que es la consecuencia, están como las aves mortecinas, esperando que las ciudades del interior den la última boqueada, para devorar su presa, para hacerlas, campo, estancia‟‟ (Sarmiento 74). Esta observación complementa un pasaje interesante donde Sarmiento interroga al canónigo de la catedral de Córdoba, el doctor don Manuel Ignacio Castro Barros, sobre los males por los que ha pasado la ciudad de La Rioja (70). En esta entrevista pueden observarse distintas variables de lo que significa la civilización para Sarmiento. Sus preguntas tratan sobre la cantidad de ciudadanos notables (abogados, médicos, jueces) que habitan La Rioja, la cantidad de ciudadanos que visten frac (el vestuario de la civilización por excelencia), la cantidad de estudiantes, escuelas, sacerdotes y establecimientos de caridad que se pueden encontrar, así como sobre las condiciones demográficas de la población (han disminuidos los habitantes). Hernández Delval 21 Sarmiento inicia su descripción con una anécdota sumamente literaria en la que Quiroga casi muere en el desierto después de ser atacado por un tigre 21 (79-80). Esto da paso a consideraciones de su carácter donde las apreciaciones positivas y negativas se combinan en el mismo cuadro: en cierto sentido, Quiroga posee características naturales similares a la de los grandes hombres (81), pero el hecho de que sus circunstancias de vida sean tan desfavorables ha causado que estas cualidades hayan mutado en prácticas deleznables: la costumbre del juego lo pierde (82-83, 100) y sus instintos salvajes lo dominan a tal punto que puede llegar abofetear a su padre 22 (84), arrancar las orejas a su querida (87), dar de bofetadas a una mujer que no podía seducir (87) o abrirle la cabeza de un hachazo a su hijo Juan para callarlo (87). Paralelamente a estos juicios, Sarmiento presenta también a Quiroga en términos favorables. Por ejemplo, utilizando el recurso de la anécdota se declara que el caudillo tiene una sagacidad natural para observar situaciones que los hombres normales no pueden ver, pues es capaz de identificar a los ladrones, a los mentirosos y a los hombres sin virtudes utilizando su lógica primitiva (87-88). A su llegada a Buenos Aires, Quiroga inmediatamente muestra desdén por los hombres de „„trajes europeos‟‟ y éstos, a pesar de verlo vestido con „„media de seda patente, calzón de jergón y un poncho de tela ruin‟‟ (100) no se atreven a reírse de él debido a que era una figura conocida, temida y respetada en el mundo social de su tiempo. Incluso su adicción al juego es vista como la única salida posible de una pasión que estaba en constante 21 El dramatismo de las descripciones de Sarmiento sobre Quiroga – y la „„heroización‟‟ del caudillo que éstas acarrean – puede obedecer a las técnicas propias de ficcionalización del relato oral, medio por el que Sarmiento se entera de las peripecias del caudillo. Una anécdota de similar inverosimilitud se presenta cuando se describe el episodio donde Quiroga escapa de la cárcel de San Luis y, además de matar con la barra de hierro que servía para cerrar el grillo de la celda a un prisionero español que lo había ayudado a escapar, asesina a otros catorce hombres (85). En esta anécdota, sin embargo, Sarmiento advierte que „„realmente‟‟ Quiroga mató a tres hombres, aunque su juicio ante la historia sigue siendo de carácter mítico: „„[…] acaso la historia de los grillos es una traducción argentina de la quijada de Sansón, el Hércules hebreo‟‟ (85). 22 Borges realiza una precisa observación que confirma la adversidad que sintieron los caudillos por la independencia y el hecho de que Quiroga, por herencia, no podía ser considerado un indígena: „„En ella vieron, o quisieron ver, un pretexto de Buenos Aires para dominar las provincias. […] Urgido por la tesis de su libro, Sarmiento los identificó con el gaucho. Eran, en realidad, terratenientes que mandaban sus hombres a la pelea. El padre de Quiroga era un oficial español‟‟ (138, Prólogos). Hernández Delval 22 ejercicio: „„Siempre he creído que la pasión del juego es, en los más casos, una buena cualidad de espíritu que está ociosa por la mala organización de una sociedad‟‟ (100). La culpa la tiene el medio, no el hombre. Quiroga es la figura visible de la barbarie, pero no aquella que debe arrancarse de raíz. En su naturaleza existen rasgos rescatables y dignos de admiración, pero para que ese espíritu pueda alcanzar su forma plena es imperativo que las condiciones políticas del país cambien mediante el derrocamiento de Rosas. Así se da paso a la tercera parte del Facundo: a partir del relato de la historia de la guerra civil que llevaría a Rosas al poder, se presenta el juicio ignominioso hacia la figura del dictador y se plantea la necesidad de delinear planes para el futuro del país. Comprendida entre los capítulos 8 y 15 de la obra, Sarmiento introduce en este apartado una nueva variable para la conceptualización de civilización y la barbarie: la vestimenta y el color. Aunque pueda parecer inocente o superficial, en repetidas ocasiones Sarmiento insiste en que el cambio se debe dar en todos los niveles, hasta abarcar la moda que impera en el uso de la ropa: Toda civilización se expresa en trajes, y cada traje indica un sistema de ideas entero. […] Hay aún más: cada civilización ha tenido su traje, y cada cambio en las ideas, cada revolución en las instituciones, un cambio en el vestir. Un traje, la civilizaciónromana, otro, la Edad Media; el frac no principia en Europa sino después del renacimiento de las ciencias; la moda no la impone el mundo, sino la nación más civilizada; de frac visten todos los pueblos cristianos, y cuando el sultán de Turquía, Abdul Medjil, quiere introducir la civilización europea en sus estados, depone el turbante, el caftán y las bombachas, para vestir frac, pantalón y corbata. (Sarmiento 122) El estado civilizatorio se nota desde el vestir y una sociedad bien organizada debe lucir una elegancia que demuestre el dominio del orden y el progreso. Este es uno de los rubros más Hernández Delval 23 miméticos del pensamiento de Sarmiento: Europa – en específico Inglaterra y Francia – no sólo es el modelo ideológico y de organización político-económica a seguir, sino que además es el espacio que impone las tendencias de la moda. El verdadero individuo que busque el progreso, además de ser civilizado, debe verse civilizado. Esta insistencia en la vestimenta sirve para contrarrestar simbólicamente, desde la moda, el emblema distintivo del partido de Rosas: el color rojo. Sarmiento emplea un uso lingüístico muy particular para designarlo, pues le llama colorado (término propio del campo) y lo describe como un color que agrada a los salvajes, insignia de violencia, sangre, terror y barbarie (121- 122). La dimensión semiótica del rojo se configura así como motivo constante de la argumentación. Por ejemplo, los proyectos nacionales han quedado reducidos a „„¡Un trapo colorado!‟‟ (181) que todos deben usar para identificarse a favor de un gobierno central que, por supuesto, no da opción alguna a la alternancia: „„La cinta colorada es una materialización del terror que os acompaña a todas partes, en la calle en el seno de la familia; es preciso pensar en ella al vestirse, al desnudarse, y las ideas se nos graban siempre por asociación‟‟ (208). La barbarie se apodera de la estructura política principal de Argentina: el gobierno de Buenos Aires. Desde ahí „„[…] iba la persecución al fraque, a la moda, a las patillas, a los peales del calzón, a la forma del cuello del chaleco y al peinado que traía el figurín‟‟ (220), persecución que no es otra cosa que el hostigamiento a las instituciones de la civilización. La estrategia discursiva de Sarmiento se construye a partir de la sinécdoque del vestido. Tratar de erradicar el frac es erradicar el impulso del progreso; impedir la moda europea mediante la instauración obligada de la insignia roja como distintivo es negar la posibilidad de un influjo ideológico extranjero que pueda ayudar al país, es aceptar la barbarie del gobierno de Rosas y su modus operandi absolutista y represivo. Hernández Delval 24 Esta estrategia dictatorial 23 es reconocida por Sarmiento como práctica usual y sistema imperante de las decisiones políticas: „„Y no hay que alucinarse: el terror es un medio de gobierno que produce mayores resultados que el patriotismo y la espontaneidad‟‟ (148). El terror arrasa con todo a su paso y elimina los esfuerzos civilizatorios que se dan en ciudades del interior del país: Mendoza (162-163), Tucumán, Salta y Jujuy (180) persiguen proyectos de civilización que rápidamente se ven contrarrestados por las acciones de Facundo Quiroga en medio de la guerra civil entre unitarios y federales. Nadie se salva del gobierno absolutista, ni siquiera el mismo Quiroga, paladín del régimen de Rosas en el interior, que termina siendo asesinado por „„una medida de Estado‟‟ (203) en condiciones que nunca se aclararán por completo porque „„[…] Quiroga, sus asesinos, los jueces de los asesinos y los instigadores del crimen, todos tuvieron en dos años, la mordaza que la tumba pone a las revelaciones indiscretas‟‟ (213-214). Rosas lleva la barbarie al punto máximo, eliminando hasta sus colaboradores más cercanos y los aliados que en algún momento lo llevaron al poder. La muerte de Quiroga y la pantomima que se hizo del juicio sobre su muerte únicamente solidificaron la posición del dictador como autoridad única en Argentina, la encarnación perfecta de la barbarie que Sarmiento quiere eliminar de su país. Resumiendo, los conceptos de civilización y barbarie poseen significativas diferenciaciones que se presentan en el desarrollo de la obra. Civilización podría definirse como un grupo semántico representativo – o cronotopo, utilizando la terminología de Bajtin – delineado por los siguientes términos: ciudad, educación, cultura, organización gubernamental, leyes, progreso, voluntad para trabajar, vestimenta (moda europea: frac, capa), lujo, cortesía, capacidad industrial, facultades racionales, Europa (con excepción de España). En cuanto a barbarie, las nociones que la engloban se definen como: campo (llano, provincia), rechazo a la 23 Para Sarmiento, el axioma del gobierno de Rosas es: „„El que no está conmigo es mi enemigo‟‟ (206). Hernández Delval 25 civilización, caudillismo, violencia, fuerza bruta, autoridad sin límites, el juego (ya sean las apuestas o los combates a cuchillo), autoridad sin responsabilidad, pereza, descortesía (ausencia de modales), vestimenta (poncho, sombrero, cuchillo), falta de estímulos, falta de necesidad de manifestarse con dignidad, aislamiento (en la llanura), soledad (en la llanura), goces moderados (frugalidad), religión corrompida (cristianismo 24 ), facultades físicas (destrezas con el caballo y cuchillo), falta de deseo o ambición y preferencia por mantenerse estático de cara al futuro. 1.1.2 Dinamismo de los conceptos La descripción de los métodos de argumentación de la obra ha permitido establecer con precisión las diferencias entre los conceptos de civilización y barbarie, así como sus variables más significativas. Sin embargo, a pesar de representar dos realidades distintas no debe interpretarse que su antinomia es insalvable, pues el mismo desarrollo textual del Facundo presenta matices que invitan a pesar en un dinamismo de ambas nociones. Es decir, la frontera entre ambos términos no es tan clara como podría suponerse y el mismo pensamiento de Sarmiento a veces los juzga desde una perspectiva más ambigua. En principio, se ha hablado con anterioridad de la influencia que tuvo el Facundo en el siglo XX y de su presencia en distintos ámbitos de la vida social del continente. Borges ve en esto la evidencia de un texto vivo, actual 25 , cuya idea fundante es tan fuerte que no desaparece: „„Lo cierto es que Sarmiento puso en el culto del Progreso un fervor primitivo‟‟ (Prólogos 132). La vitalidad de la defensa de la civilización se contrasta con el espíritu propio del libro, en el que la barbarie, si bien es juzgada generalmente en clave negativa, también ocupa un lugar central en la 24 Sarmiento afirma que Facundo Quiroga es un hombre sin religión que, sin embargo, lleva como bandera de campaña el lema: „„¡Religión o muerte!‟‟ (125). En este mismo capítulo enlista una serie de actos de violencia que Quiroga ha efectuado en contra de la religión (125-128). 25 „„El gaucho ha sido reemplazado por colonos y obreros; la barbarie no sólo está en el campo sino en la plebe de las grandes ciudades y el demagogo cumple la función del antiguo caudillo, que era también un demagogo. La disyuntiva no ha cambiado‟‟ (Borges 134, Prólogos). „„La reciente dictadura nos ha mostrado que la barbarie denunciada por él no es, como ingenuamente creíamos, un rasgo pintoresco y pretérito sino un peligro actual‟‟ (Borges 69, Textos recobrados). Hernández Delval 26 argumentación como estrategia misma de construcción textual y como descripción de rasgos específicos que son dignos de admirarse en los individuos bárbaros. Noé Jitrik plantea tres elementos principales que pueden servir para empezar a entender el dinamismo conceptualde los términos: el Facundo fue concebido para convencer al lector de una idea y no para demostrar una visión del mundo, por lo que se utilizan todos los medios al alcance para conseguir este objetivo principal (22); así, el aspecto general del texto y cada una de sus estructuras se ven impregnadas por la cualidad estilística de la „„mezcla‟‟ (24), cuyas características incluyen „„[…] descuido de la forma, la rapidez de la ejecución antes que la perfección de los detalles, y cierta agilidad verbal, hija de la vehemencia de los afectos 26 ‟‟ (29). No es entonces la argumentación de Sarmiento un ejercicio uniforme de erudición; por el contrario, Borges considera que lo que en realidad lo anima es su convicción y que la importancia verdadera de su texto se encontraba en lo que quería decir, más no en la manera de expresarlo (Textos recobrados 70). Así, el Facundo se posiciona como un texto híbrido que no responde a los modelos generales de argumentación erudita que pretende imitar, sino que es una exposición cuyos alcances sociales son superiores – al buscar crear un efecto en el lector 27 –, incluso si esto 26 Jitrik señala a su vez que estas características son herederas del pensamiento de Tocqueville, que las identificaba como propiedades necesarias de los textos de los escritores de los siglos de las democracias (29). 27 El lector del Facundo – a quién va dirigido el texto – es un tema interesante que explora Mónica E. Scarano en su artículo „„Facundo‟‟, un libro americano: fundar en el desierto, escribir (desde) la frontera‟‟. Según la autora, la razón de los diferentes cambios que se dieron a la obra en las cuatro ediciones de la misma que se hicieron en vida del autor corresponden en buena medida al público receptor y a la situación social que tenía Sarmiento en el momento. En la primera edición (1845), el carácter del libro es rebelde, panfletario y busca la acción política, pues en esa época Rosas aún se encontraba en el poder. La intención es derrocarlo. El lector, por lo tanto, recibe esta información en el presente del conflicto y puede polemizar con el autor, ya sea para alabarlo o para contradecirlo. Recordemos que en esta época Sarmiento se encontraba en el exilio en Chile. En la segunda edición (1851), el libro se dirige a Francia, Inglaterra y otros países que apoyaban a Rosas. En esta etapa su dictadura está a punto de caer. Esto lo llevó a suprimir los dos capítulos finales – de mayor contenido político – y cerrar el libro con la muerte de Quiroga. La intención de esto era buscar la unidad entre los viejos unitarios y los federales. La tercera edición (1868) apareció en 1868 en Nueva York – al mismo tiempo que la traducción al inglés – y mantiene la mutilación de los últimos dos capítulos, pues Sarmiento en esta etapa era candidato a la presidencia de la República y el líder de su partido se oponía a la federalización de Buenos Aires – Sarmiento postulaba que Buenos Aires era la única posible capital de Hernández Delval 27 significa traicionar el rigor histórico de los hechos que describe. En Desencuentros de la modernidad en América Latina, Julio Ramos establece que escribir en el mundo de Sarmiento significaba ya un hecho civilizador en sí mismo, una forma de llenar los vacíos dejados por la barbarie: poblar los desiertos, construir ciudades, navegar ríos (66). Si el objetivo del escritor argentino es cubrir vacíos y diluir el desajuste social (67), entonces juzgarlo en términos de adecuación intelectual académica impide observar su argumento en todas sus dimensiones. El proyecto restaurador de Sarmiento se presentaba desde el conocimiento total de la zona americana, lo que implicaba necesariamente conocer la perspectiva del otro, del bárbaro, aquel cuya voz, incomprensible para la ciencia y los documentos oficiales de la época, se había visto callada por su ausencia de escritura (73). Este procedimiento inusual para la época requería de un trabajo en el que no sólo se podía confiar únicamente en fuentes documentales. Sarmiento las consulta, sí, pero también le da un valor similar a otros medios de información menos ortodoxos como la anécdota, la expresión oral del campo (canciones, poesía), la entrevista y el ejercicio autodidacta de la traducción. El análisis de estas variables añade una dimensión nueva al estudio del Facundo y permitirán observar los efectos de dos peculiaridades intrínsecas del texto: la movilidad de la perspectiva del autor y el uso „„bárbaro‟‟ de estrategias discursivas como la referencia erudita y la analogía, es decir, el uso de recursos intelectuales que parecen dotar de „„cultura‟‟ al texto pero que en realidad muestran las inconsistencias con que el autor construye ciertas formas argumentativas de su texto. un gobierno unitario –. El lector aquí es político pero no en el sentido opositor o reaccionario. Sarmiento en este momento ya es una figura cultural respetada. Finalmente, en la cuarta edición (1874), aparecida en París, el texto íntegro se restituye con el objeto de que el lector pueda comparar el programa político que Sarmiento siguió como presidente con el que él mismo propuso desde su exilio original. En este punto el texto ya no se toma exclusivamente desde su dimensión política y empieza a ser reconocido como una obra literaria con una estética propia. Hernández Delval 28 1.1.2.1 Movilidad de la perspectiva del autor Roberto Yahni plantea una condición esencial del pensamiento de Sarmiento del que resulta necesario partir: civilización y barbarie no son conceptos estáticos y pueden configurarse según las circunstancias: Concebir <<civilización y barbarie>> como una oposición insalvable sería dar lugar a la aparición de una larga lista de contradicciones asistemáticas; en cambio, respetar la nueva realidad y su dinamismo conduce a comprender lo intercambiable de ciertas oposiciones: el frac y el poncho, unitarios y federales, Buenos Aires y las provincias, Rivadavia y los caudillos, que se trasvasan siguiendo los diseños de la realidad inmediata, <<americana>>. (16) Es posible observar ejemplos claros de estos cambios de perspectiva en el autor, en los que no siempre se desdeña la barbarie que, en teoría, debería ser censurable en todo momento. En primera instancia, un caso paradigmático se da en el capítulo 2 del Facundo, donde se encuentra que la descripción del ámbito natural-salvaje del llano argentino no es únicamente bárbara, sino que presenta un costado poético y sirve como una esencial inspiración literaria en la que el paisaje es un asentamiento de la imaginación 28 (39). A esta valoración artística se añaden descripciones positivas del carácter de personajes argentinos pertenecientes al campo. Al rastreador 29 se le atribuye una conciencia del saber que le dota de „„cierta dignidad reservada y 28 En un alarde premonitorio, Sarmiento declara que: „„Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripción de las grandiosas escenas naturales, y, sobre todo, de la lucha entre la civilización europea y la barbarie indígena, entre la inteligencia y la materia: lucha imponente en América, y que da lugar a escenas tan peculiares, tan características y tan fuera del círculo de ideas en que se ha educado el espíritu europeo, porque los resortes dramáticos se vuelven desconocidos fuera del país donde se toman, los usos sorprendentes, y originales los caracteres‟‟ (39). 29 El rastreador es el gaucho del interior que puede seguir las huellas de un animal y „„distinguirlas
Compartir