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Kozameh, Octavio Tomar el cielo por asalto (si aún existe): (Re)actualización de la Teoría Marxista de la Dependencia en clave de Marxismo Ecológico. Un estado de la cuestión para proponer enlaces necesarios Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciado en Sociología Director: Féliz, Mariano Kozameh, O. (2018). Tomar el cielo por asalto (si aún existe): (Re)actualización de la Teoría Marxista de la Dependencia en clave de Marxismo Ecológico. Un estado de la cuestión para proponer enlaces necesarios. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.2097/te.2097.pdf Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/ UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA TESINA Tomar el cielo por asalto (si aún existe): (Re)actualización de la Teoría Marxista de la Dependencia en clave de Marxismo Ecológico. Un estado de la cuestión para proponer enlaces necesarios. Alumno: Kozameh, Octavio Legajo N°: 100856/7 Correo electrónico: octkoz91@gmail.com Director: Féliz, Mariano Fecha: 22/10/18 RESUMEN: En este trabajo pretendemos realizar un estado de la cuestión sobre los principales debates de la Teoría Marxista de la Dependencia para dar cuenta de la necesidad de su reactualización desde una perspectiva ecológica que dé cuenta de la situación de dependencia desde otro ángulo. Para tal reactualización, proponemos anclarnos sobre tres categorías específicas que nos permitan articular la propuesta a lo largo del trabajo: superexplotación de la naturaleza, intercambio desigual y el rol de Latinoamérica como proveedora de bienes comunes. A su vez, pretendemos realizar lo mismo desde la corriente del Marxismo Ecológico para pensar desde sus principales debates la posibilidad de enriquecer el debate sobre la dependencia desde un análisis marxista de las consecuencias ecológicas del capitalismo global. Por último, pretendemos presentar una serie de categorías (Imperialismo Ecológico, Deuda Ecológica y Plusvalía Ecológica) que puedan servir como puente entre ambas corrientes de pensamiento, y que permitan en futuras investigaciones y desarrollos teóricos aportar a reactualizar la Teoría Marxista de la Dependencia en clave ecológica y al Marxismo Ecológico en clave latinoamericana o dependiente. Es necesario releer algunos debates clásicos a la vista de las nuevas urgencias intelectuales que nos plantea el capitalismo global de nuestros días. Términos claves: Dependencia – Marxismo – Ecología – Imperialismo – Superexplotación. Contenido 1. EPIGRAFES Y DEDICATORIAS............................................................................1 2. INTRODUCCIÓN.......................................................................................................2 3. CAPÍTULO I...............................................................................................................6 2.1 ¿Enfoque o Teoría?...............................................................................................7 2.2 La teoría marxista de la dependencia..................................................................9 2.3 Especificidades de la situación dependiente y el rol de América Latina como proveedora de bienes comunes.................................................................................12 2.4 Intercambio desigual y fases de circulación......................................................14 2.5 “Superexploração da força de trabalho”..........................................................20 2.6 Actualidad y ¿generalización? de la SEFT.......................................................25 2.7 Ejercito Industrial de Reserva y socavamiento de la fuerza de trabajo en las sociedades dependientes............................................................................................27 2.8 Elementos que nos otorga el análisis de la TMD para pensar la dependencia en clave ecológica.......................................................................................................29 2.9 ¿Contemplan los análisis de la TMD las especificidades ecológicas del capitalismo dependiente en América Latina?.........................................................31 4. CAPÍTULO II............................................................................................................33 3.1 ¿Qué es el Marxismo Ecológico? ¿En busca de “enverdecer” a Marx?.........34 3.2 ¿Antropoceno o Capitaloceno?..........................................................................42 3.3 La Fractura Metabólica del Capitalismo..........................................................44 3.4 La subsunción real de la naturaleza al capital..................................................46 3.5 De la “primera” a la “segunda” contradicción del capital..............................48 3.6 Por un fortalecimiento mutuo del ME y de la TMD........................................55 5. CAPÍTULO III..........................................................................................................57 4.1 Imperialismo Ecológico: El marxismo ecológico desde la perspectiva del imperialismo, del intercambio desigual y del rol de América Latina como proveedora de bienes comunes.................................................................................58 4.2 Deuda Ecológica: Por una reivindicación de lo nuestro..................................67 4.3 Plusvalía Ecológica: Las penas son de nosotrxs, las vaquitas son ajenas.......71 4.4 IE + DE + PE como propuestas válidas para reproblematizar la TMD en clave ecológica............................................................................................................74 6. CONCLUSIONES.....................................................................................................76 7. BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................81 1. EPIGRAFES Y DEDICATORIAS “Todos los pueblos de la tierra son iguales desde su nacimiento, todos los pueblos tienen derecho a vivir, a ser felices” Ho Chi Minh “Aquí es muy fácil que a uno lo maten. El coste que pagamos es muy alto. Pero lo más importante es que tenemos una fuerza que viene de nuestros ancestros, herencia de miles de años, de la que estamos orgullosos. Ese es nuestro alimento y nuestra convicción a la hora de luchar” Berta Cáceres “La revolución es una obra política. Es una realización concreta. Lejos de las muchedumbres que la hacen, nadie puede servirla eficaz y válidamente. La labor revolucionaria no puede ser aislada, individual, dispersa. Los intelectuales de verdadera filiación revolucionaria no tienen más remedio que aceptar un puesto en una acción colectiva.” José Carlos Mariátegui Mis agradecimientos más profundos a mi mamá, mi papá y mi hermano, sin ellxs ni esto ni nada hubiese sido posible. A todxs lxs compañerxs de vida y de lucha. A todxs lxs que me ayudaron en el proceso de hacer la carrera y esta tesina. En especial a Mariano Féliz. Al pueblo que financia mis estudios, por el que pretendemos vencer. Una mención especial a la Ciudad de La Plata, que tanto me sorprendió desde un principio y que me dio el privilegio de ser un tucumano platense. 1 2. INTRODUCCIÓN En los ambientes académicos, intelectuales y políticos contestatarios de Latinoamérica, históricamente las ideas marxistas hicieron mella en las investigaciones, en las producciones intelectuales y en las estrategias políticas de los diversos campospopulares de nuestra región. Muestra de ello, sin lugar a dudas, es el carácter socialista que asumió la Revolución Cubana en 1961, los levantamientos armados de partidos de izquierda enarbolados en la lucha de clases, infinitas influencias ideológicas y programáticas sobre una diversidad de partidos políticos y movimientos sociales. Desde el APRA hasta el sandinismo nicaragüense de la década de los 80. Sin embargo, esto es ya terreno conocido. ¿Por qué decidimos traerlo a colación? Porque a pesar de la vasta tradición que ya tienen sobre sus espaldas las corrientes marxistas en Latinoamérica, podríamos decir que existen otras tradiciones también muy extendidas dentro de los sectores contrahegemónicos o populares a cerca del carácter eurocéntrico del mismo. Tantas veces se le ha imputado la miopía de no poder reconocer las particularidades de América Latina en relación a las especificidades de sus clases sociales, su carácter amerindio, sus cosmovisiones no positivistas, etc. No fueron pocos los encontronazos. Ni fueron pocas las veces en las cuales el marxismo ha sentado dogma y construido herejes en América Latina. Sin embargo, también existieron corrientes que lograron explicar la particular realidad social latinoamericana a través de la articulación de la perspectiva marxista en clave no eurocéntrica con una visión latinoamericanista, por ejemplo, desde la llamada “cuestión indígena”. Uno de esos herejes fue José Carlos Mariátegui, que con su famoso 2 “Ni calco ni copia, creación heroica” todavía alumbra ese camino de mixtura, de confluencia de ideas. Más cerca en nuestro tiempo, por fines de la década del 60 y comienzos de la década del 70, comienza a alumbrarse un camino similar desde el campo de la sociología, de la historia y de la economía. En ese momento, surge el problema de la dependencia en América Latina como una perspectiva a través de la cual investigar el capitalismo en la región. Este problema fue enfocado a partir de la necesidad de pensar las especificidades del capitalismo latinoamericano, no para pensar a América Latina desde las categorías clásicas de la economía política y de la sociología política. En este trabajo nos abocaremos específicamente a la Teoría Marxista de la Dependencia, y su afán de no claudicar ante la mirada europeísta del marxismo, ni hacerlo ante los enfoques weberianos o integracionistas de la dependencia. Desde otro enfoque, podríamos decir igualmente que uno de los estigmas más grandes del marxismo en la región tiene que ver con que algunas de sus corrientes presentan poca capacidad-disponibilidad de descolonizar su pensamiento. No solo en el sentido previo de “mirar con ojos europeos nuestra realidad”, aunque también. Las críticas a las que nos referimos tienen que ver con el carácter desarrollista, etapista, modernista, cientificista y hasta con rasgos de positivismo que cargan ciertas corrientes del marxismo. Sin embargo, en los últimos 25 años viene desarrollándose con fuerza las corrientes del Marxismo Ecológico, que se sitúan en las antípodas con su pensamiento no desarrollista, no etapista, no moderno en su crítica a la noción de progreso indefinido, y crítico del cientificismo positivista como base del desarrollo capitalista. Estas corrientes críticas del marxismo convencional pueden –y de hecho ya lo están haciendo- tender puentes con las perspectivas decoloniales de los pueblos originarios, con las perspectivas del feminismo latinoamericano, etc. En la misma línea, 3 en este trabajo nos abocaremos a establecer puentes entre esta corriente y la Teoría Marxista de la Dependencia. Partimos de la necesidad de repensar la Teoría Marxista de la Dependencia. El interés que de fondo que guía las inquietudes intelectuales de este trabajo es reforzar la vigencia de la misma para comprender de manera más abarcativa los procesos sociales que pretende contemplar bajo su manto. Consideramos que la tradición teórica del marxismo dependentista latinoamericano sigue siendo muy útil para comprender las características centrales de nuestras economías en términos de superexplotación de la fuerza de trabajo, transferencia de valor, intercambio desigual, etc. Sin embargo, consideramos que algunas precisiones teóricas necesitan ser revisadas a la luz de los nuevos aportes teóricos y de las transformaciones del capitalismo global en los últimos 40 años. Por otro lado, creemos que las insuficiencias de la perspectiva marxista dependentista responden a que fue un desarrollo sociológico-político que fundamentalmente puso el acento en la dominación y explotación de clase para pensar las relaciones centro-periferia. Los avances en las teorías decoloniales, feministas y ecologistas, tanto como la mayor articulación que el capitalismo requiere con el colonialismo, el patriarcado y el extractivismo, implican una mayor voluntad de desarrollo teórico en tal línea. Consideramos que es necesario reactualizar la Teoría Marxista de la Dependencia con los aportes de tales teorías, que permitan dar cuenta de las consecuencias del capitalismo dependiente no solo en clave clasista, sino también feminista, ecologista y decolonial. El objetivo general de este trabajo consiste en reconstruir los principales debates de la Teoría Marxista de la Dependencia y del Marxismo Ecológico, para dar cuenta de la necesidad de reactualizar la primera en clave ecológica y de profundizar a la segunda 4 en clave latinoamericana, y proponer una serie de categorías que permitan una aproximación entre ambas en futuras investigaciones. En primer lugar, pretendemos realizar un estado de la cuestión sobre los principales debates teóricos de la Teoría Marxista de la Dependencia para, a partir de allí, dar cuenta de la ausencia de una perspectiva ecológica dentro de la misma, al menos dentro de sus argumentos centrales. En segundo lugar, pretendemos reconstruir de la misma manera los argumentos centrales de la corriente del Marxismo Ecológico, para proponer, a partir de allí, una articulación en clave latinoamericana y marxista, una reactualización de la Teoría Marxista de la Dependencia en clave ecológica. Por último, proponer las categorías de imperialismo ecológico, deuda ecológica y plusvalía ecológica como articuladoras de los dos campos teóricos, para futuras investigaciones y desarrollos teóricos. 5 3. CAPÍTULO I Conceptualmente hablando, el “problema” de la dependencia como tal surge en los años 1960, en el medio de una generalizada crisis económica, política, cultural y social en toda América Latina, vinculada al agotamiento del modelo de acumulación desarrollista o nacional-populista, y al fortalecimiento del desarrollismo de tinte más definidamente tecnocrático, donde las FF.AA. ocupaban un importante rol de liderazgo. El golpe de 1964 en Brasil da cuenta de ello, lo que no es casualidad, teniendo en cuenta que fue en ese ambiente político-ideológico donde se originó el problema teórico de la dependencia. Dentro de este marco, se deslegitiman dos perspectivas muy fuertemente arraigadas en la intelectualidad académica y política de la época: por un lado, la concepción estratégica-táctica de los Partidos Comunistas de la región, fundada en interpretaciones dogmáticas y esquemáticas que promovían la alianza de las clases populares con las burguesías nacionales caracterizadas como progresistas, para la instauración de gobiernos nacionalistas, democráticos, “anti oligárquicos”, “anti feudales” y “antiimperialistas”; y por otro, la teoría desarrollista de la CEPAL (Comisión Económica para AméricaLatina y el Caribe) y su supuesto fundamental vinculado a un modelo de desarrollo concebido como modelo por el cual América Latina debía transitar de manera idéntica, al igual que lo hicieron los países desarrollados, para lo cual era necesario barrer con los obstáculos políticos, económicos y culturales incrustados en las denominadas “sociedades tradicionales” para así poder utilizar eficiente y racionalmente los recursos disponibles con una férrea dirección controlada desde el Estado (Bambirra, 1978). El “problema” de la dependencia surge en América Latina a partir del intento de erigir sobre estas dos concepciones desacreditadas un nuevo desarrollo de categorías que permitan pensar la especificidad del subdesarrollo 6 latinoamericano, partiendo de premisas e interrogantes que ya habían sido planteadas por las dos perspectivas mencionadas. Sin embargo, este nuevo “problema” no conducirá a la existencia de un único corpus teórico más o menos compartido por todxs lxs abocadxs1 a pensar en torno a él. Más allá de que durante mucho tiempo desde la academia, los ambientes militantes y los medios de comunicación identificaban al “problema de la dependencia” con el pensamiento dominante de F.H. Cardoso y su “enfoque”, paulatinamente se fueron perfilando dos perspectivas cada vez más diferenciadas (Sotelo Valencia, 2005). Compartimos con Ruiz Bruzzone (2016) la perspectiva de que esta problematización de la dependencia surgió como una propuesta teórico-metodológica que buscaba dar cuenta de la especificidad de la situación del capitalismo latinoamericano en el sistema económico mundial. 2.1 ¿Enfoque o Teoría? Desde las primeras obras que tematizaron la dependencia ya podemos observar que se fueron perfilando dos corrientes bien distinguidas desde algunos aspectos. En primer lugar, debemos dejar sentado lxs maximxs expositorxs de cada corriente, reconociendo en Fernando Henrique Cardoso, Francisco Weffort, Enzo Faletto, Jose Serra, algunxs de los miembros más referenciados de la concepción de la dependencia como “enfoque”. Y, en relación a lxs que se abocaron a la construcción de la dependencia como una teoría, una teoría marxista propiamente hablando, reconocemos 1 A la hora de abordar este trabajo decidimos una de las formas de lenguaje inclusivo para dar cuenta de la diversidad de identidades de género y aporte a romper los enfoques binarios masculino-femenino. De esta manera, se decidió escribir con la “X” en lugar del masculino universal predominante en nuestra lengua. Esta decisión se enmarca en los avances que el movimiento feminista y LGTBI está logrando en nuestras sociedades. 7 como máximo referente a Ruy Mauro Marini, en colaboración con Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Andre Gunder Frank, entre otrxs. En segundo lugar, debemos reconocer los diferentes espacios institucionales donde se desarrollaron las categorías más representativas de cada corriente. Tomando en cuenta el origen brasilero de lxs primerxs y mas destacadxs pensadorxs de la dependencia, y la necesidad del exilio post Golpe de Estado del ’64, se produjo un éxodo intelectual hacia Santiago de Chile, por la relativa calma del clima político allí, y por la presencia del ILPES, el instituto de investigación económico y social de renombre de la CEPAL. Allí, y en torno a él, se desarrollarían los primeros trabajos dependentistas de la mano de Fernando Henrique Cardoso. Por otro lado, la perspectiva de la teoría marxista de la dependencia se originó en el Centro de Estudios Socio Económicos de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, en el marco del equipo de investigaciones sobre imperialismo y dependencia dirigido por Dos Santos, al que luego se incorporarían Gunder Frank, Bambirra y el propio Marini (Bambirra, 1978) En tercer lugar, abocándonos a la problemática desde una perspectiva epistemológica-teórica, la corriente radicada originalmente en el ILPES privilegiaba una mirada de “enfoque” más que de teoría (Ruiz Bruzzone, 2016), en el sentido de que concibieron su actividad científica como un una manera, o un método de aproximación al estudio de la dependencia concebida como objeto de estudio, y no como teorización (Sotelo Valencia, 2017) fundamentado, según Cardoso y Faletto, en un “método histórico estructural y en una tipología de inspiración weberiana” (traducción propia) (Ibíd. :74) privilegiando el análisis de las estructuras de dominación políticas para la comprensión de la dependencia, construyendo de la misma, “un verdadero tipo ideal” (Martins, 2003:231). A partir de estas premisas, generaron una serie de conclusiones 8 que giraron en torno a la crítica de la teoría marxista de la dependencia y al supuesto erróneo que adscribieron a ella en torno a la “imposibilidad de desarrollo en América Latina” (Sonntag, 1988), lo que no es una cuestión menor comprendiendo que desde la perspectiva del “enfoque”, “la dependencia es el paradigma de desarrollo de los estados periféricos” (Martins, 2013:45), dentro de los cuales el crédito externo y el endeudamiento podrían controlar los desequilibrios propios de los mismos permitiendo así procesos de industrialización (Cardoso y Faletto, 1969;1977), permaneciendo siempre dentro de los esquemas de las relaciones capitalistas de producción. En este punto, creemos que es necesario dejar en claro que no existió tal cosa llamada “teoría de la dependencia”, sino que así se denominó al “enfoque” del weberianismo dependentista representado fundamentalmente por F.H. Cardoso. En función de la notoriedad alcanzada, sobre todo durante la década de 1960, y de su condición hegemónica hacia dentro del pensamiento “dependentista”, lo que se reconoce como “teoría de la dependencia” hace referencia al “enfoque”, por lo que, cuando de aquí en adelante nos refiramos a ella, no reconoceremos otra cosa que la perspectiva del “enfoque”. En este punto, estamos en condiciones de adentrarnos en los preceptos generales de la teoría marxista de la dependencia (de aquí en más TMD) y en particular en el desarrollo que Ruy Mauro Marini hace de ella. 2.2 La teoría marxista de la dependencia De acuerdo con Marini (Sotelo Valencia, 1990) la teoría marxista de la dependencia no nace strictu sensu como pensamiento marxista, sino que en el camino fue incorporando elementos, cada vez más centrales, del marxismo, hasta plantearse enteramente como tal. Sin embargo, esto no implica desconocer las grandes influencias 9 del marxismo al inicio de esta corriente, solamente significa reconocer otros aportes – como los realizados por la doctrina de los PC latinoamericanos e incluso por la misma CEPAL- sin que se haya visto obligada a aceptarse ecléctica. En este sentido, recuperamos a Bambirra (1978) y a la enumeración de aspectos que realiza para comprender la confluencia de categorías que permitió erigir la TMD. Ellos son: a) los análisis de Marx y Engels sobre la situación colonial; b) la polémica de la socialdemocracia rusa y de Lenin en contra de los narodniki rusos; c) la teoría del imperialismo presente en Hilferding, Bujarin, Luxemburgo y en Lenin; d) la polémica presente en el II congreso de la Comintern sobre la situación colonial; e) la aplicación creadora del marxismo leninismo de Mao Tse Tung en China; y f) el análisis marxista para la comprensión del subdesarrollo realizado por Paul Baran en la década de 1950. Aspectos que, como ya dijimos, deben ser complementados por los mencionados anteriormente. Si vimos que la perspectiva del “enfoque” se definía por una actitud epistemológica de “acercamiento” al objeto de estudio, y por su perspectiva weberiana, y que, catalogamos como marxistaa la TMD, queda por esclarecer entonces su status de teoría. En primer lugar, su status de teoría queda claro cuando comprendemos: “Su formulación teórica y su comprobación empírica elaboradas de manera coherente, sistematizadas y demostradas en un conjunto de obras fundamentales cuyo conocimiento es indispensable para todos aquellos que están preocupados y comprometidos, no solo con la comprensión de la realidad, sino sobre todo con su transformación” (Bambirra, 1978:8). Desde ya, es una teoría en el sentido marxista del término, indisociable y constitutiva de la noción de praxis. Ahora, sin embargo, cabe la pregunta acerca del 10 nivel teórico-metodológico en el cual se constituye como teoría la TMD. Tal nivel no es el de la teoría de las leyes generales de funcionamiento del capitalismo elaborada por Marx y Engels, ni de un supuesto “modo de producción capitalista dependiente”, porque tal cosa no existe, sino que más bien es una teoría a un nivel de abstracción más bajo, al nivel del estudio de las formaciones económico-sociales capitalistas dependientes bajo la hegemonía del capitalismo mundial (Bambirra en Sotelo Valencia, 2017). La TMD sin dudas fue y es una teoría construida por muy prestigiosxs intelectuales y militantes revolucionarixs de Nuestramérica. Entre ellxs, lxs ya nombradxs, Vania Bambirra (1978), Theotonio Dos Santos (2002), Andre Gunder Frank (1971), fueron lxs mas reconocidxs, aunque también hubo importantes aportes por parte de Orlando Caputo y Pizarro (1970), Fernando Carmona (1970), Alonso Aguilar (2002), entre otrxs. Sin embargo, se suele asociar el nombre de Ruy Mauro Marini al punto más alto de análisis empírico y categorial al que llegó la TMD, en toda su obra, pero fundamentalmente en Dialéctica de la Dependencia (1973), donde encontramos el intento más sistemático de construir una TMD. Podríamos decir que la originalidad de Marini vino dada por lograr analizar la dependencia a la luz de fenómenos propios de las economías y de las sociedades dependientes con un arsenal ad hoc de categorías elaboradas específicamente para ello. Sin embargo, el propio Marini siempre reconoció que solamente se abocó a la construcción de los primeros cimientos de la TMD, que no era concebida de manera acabada ni mucho menos cerrada. En Dialéctica de la Dependencia, Marini define a la dependencia como una: “Relación de subordinación entre naciones formalmente independientes en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la dependencia no puede ser, por ende, sino más dependencia, y su liquidación supone 11 necesariamente la supresión de las relaciones de producción que ella involucra” (Marini, 1973: 18) 2.3 Especificidades de la situación dependiente y el rol de América Latina como proveedora de bienes comunes Previamente a encarar de lleno el análisis del elemento central del pensamiento mariniano y de la TMD, la categoría de superexplotación de la fuerza de trabajo, necesitamos comprender el porqué de su necesidad para entender la particular configuración de las relaciones de producción de las formaciones económico-sociales en América Latina. Para esto, en primer lugar, debemos abocarnos a plasmar una serie de tesis centrales de la TMD en relación a la situación latinoamericana. El desmenuzamiento de la naturaleza de la integración particular con que la región se incorporó al capitalismo mundial, del intercambio desigual que dió y que da un funcionamiento especifico a tal integración, y del ciclo característico de las economías dependientes nos orientarán en ese sentido. El ingreso de Latinoamérica al capitalismo mundial es la preocupación con la que se inicia Dialéctica de la Dependencia, y esto no es casualidad, ya que podríamos comprender a este proceso como el “pecado original” que la TMD pretende subvertir. Cuando pensamos en tal integración, pensamos en su carácter tardío y subordinado (Lastra, 2014), vinculado al intercambio desigual entre bienes primarios, de un lado, y manufacturas y empréstitos, del otro, es decir, del centro. Si nos permitimos hablar de un “centro”, lo hacemos porque Latinoamérica se integra a una estructura ya definida, en funcionamiento, es decir, a la división internacional del trabajo. Sin embargo, es necesario ser preciso en este punto. La situación colonial no es una situación de 12 dependencia, como bien critica Marini a Gunder Frank (Marini, 1973). Es solo después de 1840 cuando se realiza plenamente la articulación con la economía mundial, ya que solamente a partir del desarrollo industrial del centro mundial es que aparecen bases sólidas para el buen funcionamiento de la división internacional del trabajo (Ibíd.). Tal desarrollo precisó de los bienes primarios producidos en Latinoamérica para sostener el incremento de la clase obrera industrial y de la población urbana del centro en general, a partir de la generación de una oferta mundial de alimentos y del desarrollo de un mercado de materias primas sustentados por nuestra condición “eldoradista”. Esta visión, tomada de Rene Zavaleta (1986), remite al rol de América Latina como proveedora de bienes comunes, como fuente inagotable de “recursos naturales”, vinculada al “mito del excedente”, que analiza varios procesos históricos en la región cuando se producen bonanzas económicas ligadas al “boom” de algún bien, y a los problemas que estos procesos conllevan (Svampa, 2012). Esto permitió que en los países del capitalismo más desarrollado se diera un desplazamiento desde la producción de plusvalía absoluta hacia mecanismos de producción de plusvalía relativa, ya que la gran oferta de materias alimenticias y primas en general permitió bajar el valor de la canasta básica de alimentos, y por tanto del valor de la fuerza de trabajo, permitiendo que este capitalismo protoindustrial se desenvuelva a partir del desarrollo de la productividad, y no de una cada vez mayor explotación de lxs trabajadorxs, como sucedió a partir de allí en nuestro subcontinente (Lastra, 2014). En este punto es necesario aclarar confusiones. Marini y la TMD no están argumentando que el hecho de ser economías exportadoras conduzca a tal situación, pues hay economías históricamente exportadoras como Alemania que igualmente sustentaron su desarrollo en mecanismos de extracción de plusvalía relativa, lo que nos conduce a pensar que no es la condición exportadora la clave de una integración dependiente al mercado 13 mundial, sino el modo en que esta se constituye a través del intercambio desigual (Osorio, 2017), del cual nos ocuparemos ahora. 2.4 Intercambio desigual y fases de circulación La base primordial del intercambio desigual reside en que se dan procesos de intercambio en el mercado mundial a precios de producción2 que propician transferencias de valor desde las economías con baja composición orgánica del capital (en adelante COC) hacia las que tienen una alta COC, debido a que en las primeras los precios de producción tienden a ubicarse por debajo de su valor, en tanto que en las segundas esos precios se ubican por encima de su valor (Marx, 1973). Siguiendo a Marini (1973), la inserción de América Latina en el capitalismo mundial, fundada en el intercambio desigual, contribuyó a desarrollar un modo de producción específicamente capitalista asentado en mecanismos de plusvalía relativa. La contracara de la oferta mundial de alimentos, que se constituyó en gran medida en torno al ingreso de América Latinaal capitalismo mundial, también permitió abaratar el precio de las mercancías industriales y, a raíz de esto, construir una oferta mundial de productos manufacturados. Sin embargo, la primera contribuyó al abaratamiento de los productos primarios, mientras que los bienes manufacturados tendieron a mantener valores estables, lo que refleja que el deterioro de los términos de intercambio se generó a partir de tal incorporación al mercado mundial y no, claramente, a partir de un aumento de la productividad ya que en América Latina fue donde más lentamente sucedió eso. Citando al autor: “No es porque se cometieron abusos contra las naciones no industriales [la razón por la cual] estas se han vuelto 2 Entendiendo a los precios de producción como los precios finalmente consignados por mercancía, al final del proceso productivo. Si bien, naturalmente, todo precio de producción contiene valor, generalmente difiere, por debajo o por encima, del valor que realmente contiene tal mercancía. 14 económicamente débiles, es porque eran débiles que se abusó de ellas. No es tampoco por que produjeron más de lo debido que su posición comercial se deterioró, sino que fue el deterioro comercial quien las forzó a producir en mayor escala” (Marini, 1973:31), y sentencia, “Negarse a ver las cosas de esta manera es mistificar la economía capitalista internacional, es hacer creer que esa economía podría ser diferente de lo que es (…) cuando de lo que se trata es de suprimir las relaciones económicas internacionales que se basan en el valor de cambio” (Ibíd.: 32). Es por esto, que cada vez menos las relaciones de intercambio desiguales se asientan menos sobre la violencia y cada vez más sobre mecanismos puramente económicos. En este sentido, el desarrollo de las relaciones mercantiles que se expanden generalizando la ley del valor, simultáneamente crea las condiciones para que el capital pueda burlarla. Si bien el intercambio de mercancías expresa equivalencias teóricamente, en la práctica se observan diferentes mecanismos que permiten realizar transferencias de valor, expresadas en la determinación de los precios, saltando por encima de la ley del valor (Marini, 1973). El autor habla de dos mecanismos propios de la esfera de la producción, ya se trate de una concurrencia hacia dentro de un mismo sector productivo, o entre dos sectores productivos diferentes. En cuanto al primero, es decir, intercambios entre dos países industriales (no pasaría lo mismo entre dos países productores de materias primas, ya que allí no se observarían tan plenamente desarrolladas las relaciones capitalistas de producción basadas en mecanismos de plusvalía relativa) por ejemplo, se produciría una aplicación específica de la ley del valor, en el segundo, intercambio entre países industriales y países agrícolas, se produciría una transgresión de la misma. En relación al primer mecanismo, sucede que, por efecto de incrementos en la productividad del trabajo, una nación logre bajar los precios de producción de sus productos sin por eso aminorar deliberadamente los 15 precios de venta, ya que las ganancias extraordinarias en función de la ventaja tecnológica, por ejemplo, se realizan sin eludir la ley del valor. En cambio, en el segundo caso, el mero hecho de que unas naciones produzcan bienes que las otras no hagan, o no con la misma facilidad, permite que las primeras eludan la ley del valor, vendiendo sus productos a precios que impliquen un mayor valor, configurando así, a través de estas transferencias, un intercambio desigual (Marini, 1973:33-34). Antes de continuar con el análisis del ciclo de la economía dependiente, recuperaremos brevemente dos aclaraciones al respecto. En primer lugar, a la tesis de Iñigo Carrera (2008), que plantea la existencia de un “intercambio desigual al revés” (Osorio, 2009:233) a partir del análisis de la renta agraria extraordinaria o diferencial, desde la perspectiva del caso argentino. El argumento es el siguiente: en la producción agraria puede ocurrir que incrementos en la demanda exijan incorporar tierras de baja calidad o de difícil acceso, lo que permite que el precio de los bienes agrícolas se establezca a partir de los costos de producción y de la fertilidad de territorios menos agraciados en vistas del capital, lo que les permite a quienes disponen de mejores tierras la apropiación de una renta diferencial, de ganancias extraordinarias. Teniendo en cuenta que estamos hablando de bienes producidos para la exportación casi en su mayoría, dice Iñigo Carrera, que en la propia renta diferencial operan mecanismos de transferencia de valor, es decir, un intercambio desigual, solo que desfavorable para los países compradores del centro capitalista. Adherimos a las tesis de Osorio (2017) en que la renta diferencial, obviamente, propicias ganancias extraordinarias, pero esto no significa que la tasa de ganancia de estos capitalistas se mantenga necesariamente por encima de la de otros sectores productivos, y mucho menos de otras economías con una más alta COC. Incluso los beneficiarios de tal renta diferencial pueden transferir valor y 16 encontrarse en relaciones de intercambios desiguales. El mismo razonamiento puede hacerse en relación a la renta diferencial petrolífera. En segundo lugar, si bien reconocemos que Marini no fue del todo claro en esto, para la TMD el intercambio desigual no significa asumir que las economías desarrolladas explotan a las economías dependientes como insiste Astarita (2009). No quedan dudas que para Marini y la TMD las clases dominantes locales desempeñan un papel activo en la explotación que llevan a cabo los capitales y los Estados del mundo desarrollado sobre lxs trabajadorxs de las formaciones económico-sociales dependientes. Ahora si, en relación al ciclo del capital en las economías dependientes, hay que tener en cuenta que las situaciones de dependencia se complejizan después de los procesos nacional-populistas o desarrollistas y sus proyectos industrializadores. Sin embargo, y aquí reside uno de los mayores aportes de Marini y de la TMD, donde existió industrialización fue solamente en algunos sectores de la economía ligados a la producción de bienes de consumo que precisaban de los bienes de capital aportados desde el centro capitalista, lo que, en última instancia, no implicó, como pretendían los desarrollistas de los años ’50 y ’60, un proceso de autonomización económica respecto al capitalismo global sino más bien todo lo contrario, profundizo los lazos de dependencia. Basándonos en “El ciclo del capital en la economía dependiente” de Marini (1979) se distinguen en el mismo tres momentos del ciclo, lo que no implica ninguna novedad porque ya fue trabajado por Marx en el Libro I, Tomo I del Capital, hasta que no desmenucemos cada uno de esos momentos. La fase de circulación primera C1, la fase de acumulación y producción P y, por último, la segunda fase de circulación C2. 17 Durante el inicio de la fase C1, los capitalistas se lanzan al mercado por medios de producción, materias primas y mano de obra. El origen del capital dinero puede ser producto del ahorro privado interno (nacional o extranjero), de la inversión pública estatal, bajo la forma de acumulación de una porción de la plusvalía generada socialmente a través de impuestos o bajo la forma de inversión propiamente dicha en ciertas áreas de la economía como productor, y, ya en ese momento lo decía Marini, del capital extranjero a través de empréstitos o de inversión extranjera directa. En este último caso, el ciclo del capitalqueda determinado por el resto de su funcionamiento, ya que lo que el capital extranjero invierte, luego debe irse de las economías dependientes. Sin embargo, una parte del valor producido se fuga incluso si el inversor es un capital radicado en la economía dependiente o el mismo Estado, ya que nuestras economías al no producir bienes de capital se ven obligados a importarlo. En este sentido, es importante dejar claro que para Marini y la TMD el hecho de que las economías importen bienes de capital es insuficiente para caracterizarla como dependiente, lo que sucede en América Latina, argumenta, es la centralidad y la agudeza de tal elemento en la estructura de acumulación de capital de nuestros países. Una vez que el capital posee los factores de producción, puede arrancar a poner en marcha la alquimia capitalista al interior del proceso productivo, para lo cual, de alguna manera, se borra el origen del capital dinero, es decir, si el propietario está o no radicado en la economía dependiente, lo que , por supuesto, tampoco quiere decir que el proceso productivo este independizado de la fase C1, ya que a partir de las condiciones generadas en esa fase, se acentúa la concentración del capital en las economías dependientes. Aquí es necesario establecer una serie de diferencias, ya que la burguesía se divide en fracciones y los procesos productivos no son homogéneos, sino que se encuentran en competencia por prevalecer en relación a la tasa media de ganancias de 18 una economía determinada. Las empresas que operan en condiciones privilegiadas, las que provienen de los centros capitalistas o las empresas transnacionales fundamentalmente, por acceso a tecnología de punta y por una capitalización mayor, logran apropiarse de un margen mayor de plusvalía de carácter extraordinario, lo que a larga explica la fuerte tendencia monopolizadora presente en las economías dependientes. La contracara de este proceso, representado por las empresas pequeñas y medianas, ya sean de origen nacional o extranjero, deben transferir parte de su plusvalía a los capitales más concentrados, ya que, al revés de lo que sucede con ellas, deben vender sus mercancías por debajo de su valor, ajustándose al valor social promedio de una determinada mercancía, que, precisamente, es vendida por debajo de ese valor por parte de tales capitales. Por esto, existe la necesidad por parte de los capitales pequeños y medianos de obtener algún tipo de compensación que amortigüe los efectos de tal drenaje de plusvalía, ante lo cual la categoría de superexplotación de la fuerza de trabajo nos dará respuestas más adelante. En la última fase de circulación también podríamos decir que se borran los orígenes de la mercancía desde su punto de vista inmediato de convertirse nuevamente en dinero. Solo después de ese momento se reestablece la importancia en torno al origen del capital, que reclama para sí los frutos del ciclo convertidos en ganancia. En relación a esta ganancia de los capitalistas, una parte de la plusvalía producida fluye al exterior en términos de remisión de utilidades, fuga de capitales, pagos de deuda, etc., y lo que permanece, que suele ser la menor parte en las áreas de la economía más atravesadas por el capital transnacional, es acumulado por el capital, por un lado, y por el otro, sustenta las altas exigencias de nivel de vida de las clases dominantes de los países dependientes. Una última, y no por eso menos importante, característica de este último momento es que, debido a la superexplotación de la fuerza de trabajo, que socava la 19 capacidad de compra de la clase trabajadora, el capital se ve restringido a la hora realizar su ciclo dentro de las economías dependientes, por lo que intenta vender sus mercancías fuera de la economía donde fue producida. Si esto lo realiza una empresa radicada en el centro capitalista mundial, queda englobado en torno a los fenómenos ligados al imperialismo. En cambio, si esto lo realiza una empresa radicada en una economía dependiente, en relación a las empresas del centro capitalista mundial debe transferir plusvalía, lo que la obliga a buscar depositar tales mercancías en otra economía dependiente, lo que implica el fundamento de la noción mariniana de subimperialismo (Marini, 1977). En este punto, habiendo desarrollado las tesis fundamentales de la TMD desde la perspectiva mariniana, estamos en condición de profundizar sobre el meollo de la cuestión de la dependencia: la superexplotación de la fuerza de trabajo (de aquí en adelante SEFT). Como bien dice Osorio (2009), la ruptura del ciclo del capital en la reproducción dependiente es lo que permite explicar la categoría de SEFT y su centralidad en el esquema teórico de la TMD. La SEFT es asumida como el fundamento de la reproducción del capital dependiente porque permite al capital local, nacional y extranjero, incrementar sus ganancias apropiándose de una parte del fondo de consumo de lxs trabajadorxs a través de un mecanismo de compensación. 2.5 “Superexploração da força de trabalho” Previo a abordar el problema en sí, debemos hacer una serie de precisiones metodológicas y conceptuales generales. ¿Se trata de una categoría o de un concepto? Autores como Lastra (2014) y Ruiz Bruzzone (2016), se refieren a la SEFT como un concepto, pero nosotros compartimos la postura de Dias Carcanholo (2013): si se 20 pretende marxista, debe ser comprendida como una categoría, en el sentido de que expresa una existencia real, como una faceta de la propia materialidad de la dependencia, en este caso, y no como un concepto, ya que estos están más asociados a una perspectiva idealista del conocimiento, a una construcción a priori en su vínculo con lo real, que necesitaría ser aprehendido por aquel. En cambio, la noción de categoría expresa las determinaciones concretas y objetivas de los fenómenos que permiten modos distintos de conocerlos. Por otro lado, cabe preguntarse por qué nos referimos a la SEFT como tal, y no como una mera superexplotación del trabajo. Esta duda, en parte es deudora de la imprecisión del propio Marini que a veces utilizaba indistintamente ambas expresiones. Sin embargo, no quedan dudas que para él la superexplotación se ejerce sobre la fuerza de trabajo, y no sobre el trabajo mismo. Dias Carcanholo (2013) argumenta que, si defendemos la segunda idea, estamos confundiendo el valor con el valor de uso en un sentido ricardiano, es decir, confundir a la mercancía fuerza de trabajo con su valor de uso, el trabajo. Si no realizamos esta distinción, bien concluye el autor, no es posible entender el origen de la plusvalía, y esta solo aparecería como un robo. Como dijimos al pasar, la SEFT es vista desde la TMD mariniana como una reacción compensatoria frente a las transferencias de valor que se realizan desde las economías dependientes frente a las dominantes. La esencia de las economías dependientes, afirma Marini (1973) es el divorcio entre producción y circulación que genera condiciones particulares de SEFT (Gomes da Costa, 2017). Ese divorcio, expresado en torno a los diferentes mecanismos de transferencia de plusvalía trabajados previamente, ocasionan una interrupción de la acumulación interna de capital en las economías dependientes, por lo que se genera la necesidad de mayores excedentes que amortigüen tal transferencia, imposibles de realizar en la esfera comercial, lo que, por lo 21 tanto, ocurre a través de los mecanismos compensatorios de la SEFT en la esfera productiva (Amaral y Dias Carcanholo, 2009). La misma encuentra su particularidad en la primacía, nunca definitiva ni total,de los mecanismos de extracción de plusvalía absoluta, que contribuyeron a delimitar formaciones económico-sociales sustentadas en una mayor explotación relativa de la fuerza de trabajo, en el centro capitalista mundial. Marini (1973) identifico tres mecanismos a través de los cuales opera la SEFT en las economías dependientes, ellos son: a) El aumento de la intensidad del trabajo, como un mecanismo que aumenta la extracción de plusvalía a través de una mayor explotación del trabajador y no del incremento de su capacidad productiva. b) La prolongación de la jornada de trabajo, es decir, la forma clásica de extracción de plusvalía absoluta, aumentando el tiempo de trabajo excedente en el cual el obrero sigue produciendo directamente para el capital. c) La reducción del consumo de lxs trabajadorxs mas allá de su límite normal, lo que permite que, en ciertas circunstancias, “el fondo de consumo del obrero se convierta en fondo de acumulación del capital” (Marx, 1973:505). Es la forma más característica dentro del neoliberalismo a través de la reducción del consumo de lxs trabajadorxs vía inflación, expropiación forzosa de parte del salario para contribuciones, regímenes tributarios regresivos, etc. Sin embargo, podríamos agregar un cuarto mecanismo no trabajado por Marini, propuesto por Dias Carcanholo (2013a): d) Que se produce cuando existe un aumento en el valor histórico de la fuerza de trabajo que no fuera acompañado por un crecimiento en los salarios, o al menos no en la misma proporción. 22 En relación a los tres primeros mecanismos Marini (1973) argumenta que su característica especial aparece dada por el hecho de que se le niegan a lxs trabajadorxs las condiciones necesarias para reponer el desgaste de su fuerza de trabajo, en los dos primeros mecanismos porque se le obliga a realizar un esfuerzo mayor al que debería realizar normalmente conduciendo así hacia su agotamiento prematuro, y en el tercero, porque se le impide la posibilidad de consumir lo estrictamente necesario para conservar su fuerza de trabajo en estado normal u óptimo. Estos mecanismos, concluye Marini, significan que el trabajo se remunera por debajo de su valor. En este punto, queremos dejar sentadas algunas de nuestras posiciones en relación al carácter del valor de la fuerza de trabajo, y, por lo tanto, de lo que ésta es. En primer lugar, el valor de la fuerza de trabajo sufre una doble determinación, por factores objetivos como por factores subjetivos, lo que lo vincula necesariamente al proceso de la lucha de clases (Ruiz Acosta, 2013), como así también a la extensión de las necesidades elementales de la vida de las familias obreras. En este sentido, retomamos a Lebowitz (2006) y su diferenciación en torno a las necesidades fisiológicas, imprescindibles y sociales, concibiendo al valor histórico de la fuerza de trabajo en un determinado contexto como producto de una elasticidad nunca fija ni predeterminada. En segundo lugar, el valor de la fuerza de trabajo no está determinado por el tiempo de trabajo necesario para mantener alx trabajadorx adultx individual, sino por el necesario para mantener a la familia obrera (Marx en Ruiz Acosta, 2013), ya que la reproducción familiar es lo que garantiza el intercambio generacional de mano de obra disponible para el capital. Por otro lado, tomar la comprensión desde esta situación, nos permite incorporar el análisis del trabajo reproductivo no pago de las mujeres y su función vital en el funcionamiento del capital (Federici, 2013; Dalla Costa, 1975) 23 Por ultimo continuando con el argumento de Sotelo Valencia (2017a), la SEFT no se identifica estrictamente hablando con la existencia de salarios altos, medios o bajos, sino que lo que institucionaliza y formaliza la SEFT en las formaciones económico-sociales dependientes es la existencia de tal salario medio que por lo general se encuentra por debajo del valor real de la mercancía fuerza de trabajo, pero por encima del salario mínimo básico y general que existe en las sociedades capitalistas. Dentro de quienes se enrolan en la defensa de la vigencia de la TMD, existen algunos autores como Osorio (2009) y Dias Carcanholo (2013) que analizan el rol que tiene en las economías dependientes el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, y llegan a la conclusión de que, a raíz de esta situación, en tales economías se presentan consecuencias estancacionistas (recesión, ausencia de crecimiento económico, etc.), producto de las limitaciones propias de un mercado interno signado por los efectos de la SEFT. En torno a esta problemática, Lastra (2014) se pregunta si es la propia venta de la fuerza de trabajo por debajo de su valor un condicionante para el menor desarrollo de la productividad en los países dependientes o, si, por el contrario, esta es una de las vías de compensación que tiene el capital para sobrevivir, e incluso crecer, sin desarrollarse considerablemente las fuerzas productivas. El autor es contundente en su respuesta: “…no existe ninguna correspondencia entre la venta de la fuerza de trabajo por debajo de su valor y el atraso productivo. Por el contrario, los capitales ineficientes que operan en la región a una menor escala que la mundial pueden sobrevivir en la competencia mundial gracias a que se pagan salarios menores” (Lastra, 2014:54). En este punto, complementamos el análisis con la postura de Ruiz Bruzzone (2015) que, además, argumenta que el crecimiento económico es totalmente compatible con el normal funcionamiento de las economías dependientes, en determindas circunstancias, vinculadas con los ciclos de auge de la economía mundial. 24 Por su parte, Marini (1973) se equivoca al considerar que los esquemas de reproducción del capital deberían realizarse por completo en el mercado interno, cuando la exportación puede formar parte del funcionamiento normal de dicha reproducción, como sucede en “los tigres asiáticos”, por ejemplo. Lastra utiliza el ejemplo de la Argentina de los años ’70 en adelante, en relación a la progresiva instauración de la fase neoliberal del capitalismo argentino, momento en el cual se liquidan gran parte de los capitales más pequeños, lo que contribuye a ensanchar el ejercito de reserva industrial en el país, y, por lo tanto, a bajar los salarios. En este contexto, y paradójicamente, dice el autor, este empeoramiento de las condiciones de vida de lxs trabajadorxs va de la mano con un aumento de la productividad de los capitales más grandes de la economía que permitió, durante algunos años, cierto crecimiento económico. 2.6 Actualidad y ¿generalización? de la SEFT Existen algunas divergencias en torno a la especificidad (o no) de la categoría SEFT en relación a las economías dependientes. Frente a la pregunta: ¿hay SEFT en las economías centrales? Calcanholo (2013) y Osorio (2017), este último respondiéndole a Katz (2017) dan dos respuestas claras. En primer lugar, si la SEFT es solo entendida como un grupo de mecanismos que operan en función de elevar la tasa de plusvalor extraída de lxs trabajadorxs, la respuesta es claramente: sí. En cambio, si hacemos una lectura más global en relación a la SEFT dentro de la TMD, como categoría fundamental para comprender a las economías y sociedades dependientes, como mecanismo de compensación del capital frente al drenaje de valor realizado a través de diferentes mecanismos de transferencia del mismo, la respuesta es: no. 25 Otra pregunta de nuestro interés, que aparece vinculada con la primera, es la siguiente: ¿la SEFT en las economías dependientes solo implica mecanismos de extracción de plusvalor absoluto, o también puedeincorporar mecanismos de extracción de plusvalía relativa? Marini (1973) afirma que la superexplotación no es idéntica a los mecanismos de plusvalía absoluta, ya que incluye también una modalidad especifica de producción de plusvalía relativa, que corresponde al aumento de la intensidad del trabajo. Sin embargo, Dias Carcanholo (2013) afirma que Marini aquí se equivoca, ya que, en la teoría de Marx, el incremento de la intensidad del trabajo implica un mecanismo de plusvalía absoluta, ya que, con la alteración de la extensión, o de la intensidad, el resultado es el mismo. Sin embargo, se pregunta el autor, si esto implicaría que la SEFT solo implique mecanismos de extracción de plusvalía absoluta, respondiendo que no, por tres razones. En primer lugar, porque, como ya dijimos, no estaría vedado para las economías dependientes aumentos de productividad del trabajo a través de la elevación de su COC. Lo que sucede, es que tiende a ocurrir a un menor ritmo del que sucede en las economías centrales. Cuando estos aumentos se verifican en la producción de mercancías que componen el valor de la fuerza de trabajo, tal valor se reduce y se produce plusvalor relativo. En segundo lugar, en línea con lo anterior, se puede producir plusvalor relativo incluso en las áreas económicas ligadas a la producción de mercancías que componen el valor de la fuerza de trabajo, aunque estas, en relación a la situación de los países centrales tengan una COC menor, es decir, aunque se produzca dentro de la misma esfera económica, transferencias de valor. Por último, tal como fue señalado por Osorio, la SEFT puede reducir el valor de la fuerza de trabajo: “La intensidad del trabajo propicia un tipo de desgaste que termina reduciendo la vida útil del trabajador “en condiciones normales”, por la vía de 26 enfermedades nerviosas y mentales, y por una elevación de los accidentes del trabajo, a diferencia de la prolongación de la jornada, con desgastes físicos inmediatos no solo por accidentes” (Osorio, 2004:54). En este punto queda claro que no son los mecanismos de plusvalía absoluta la especificidad de las economías dependientes. 2.7 Ejercito Industrial de Reserva y socavamiento de la fuerza de trabajo en las sociedades dependientes El desarrollo del capitalismo conlleva a elevar la COC para poder sobrevivir, a costa de hacer descender progresivamente la tasa de plusvalía, y fundamentalmente, a costa de expulsar trabajadorxs del mercado de trabajo, arrinconándolos dentro del Ejercito Industrial de Reserva (EIR en adelante). Ante esta generalidad, debemos aportar el carácter específico que asume esta categoría dentro de la TMD en relación a la SEFT. En las economías dependientes, la formación de un EIR conlleva a exacerbar las formas de SEFT, fortaleciendo sus consecuencias sobre la fuerza de trabajo, especialmente en Latinoamérica (Amaral y Calcanholo, 2009). Vincular ambas categorías (EIR y SEFT) dentro de la TMD implica demostrar que la existencia de la primera, en condiciones de SEFT, no hace sino profundizar los mecanismos de extracción de plusvalía absoluta y relativa, provocando así impactos simultáneos sobre los mecanismos de extensión de la jornada laboral, de intensificación del trabajo y de caída del salario, permitiendo así al capital elevar la tasa de plusvalía, y, por lo tanto, su tasa de ganancia. Lo importante de la vinculación de ambas categorías reside en el hecho de que la existencia de una masa de trabajadorxs excluida temporalmente del mercado de trabajo ejerce una presión sobre aquellxs trabajadorxs que se encuentran efectivamente empleadxs, forzando a que se sometan con más fuerzas 27 a las condiciones de SEFT propias de las sociedades dependientes, bajo amenaza de ser sustituidxs y desempleadxs por trabajadorxs del EIR (Ibíd.). Ahora bien, en la medida que ambas categorías mencionadas se vinculan de manera específica en las sociedades dependientes, estos mecanismos terminan operando en pos de la devastación de la fuerza de trabajo (Ruiz Acosta, 2014). La SEFT supone empobrecimiento y desarrollo unilateral de las capacidades físicas y espirituales del trabajo, el agotamiento intensivo y anticipado de la fuerza de trabajo, es decir, su devastación prematura, acentuada aún más sobre las mujeres, responsables del trabajo reproductivo en condiciones no pagas (Ibíd.). Precisamente fue a partir de la década de los ’70 cuando estos mecanismos se intensificaron en Latinoamérica, comenzando así un largo proceso de devastación de la fuerza de trabajo de las familias latinoamericanas, algunas de ellas incluso ligadas a formas de trabajo semiesclavo (Ibíd.). La devastación de la fuerza de trabajo en Latinoamérica a partir de la década de los ’70 se puede observar en diferentes procesos cada vez más propios de la condición dependiente de nuestras formaciones económico sociales: caída de los salarios reales, aumento de la pobreza y de la miseria, aumento de la proporción de tiempo de trabajo dentro del tiempo de vida de lxs trabajadorxs y aumento de los volúmenes absolutos y relativos del EIR (Ibíd.). En relación a este último punto, el ensanchamiento del EIR y su pauperización fueron acompañados por una gran oleada migratoria desde los países dependientes latinoamericanos hacia los países del centro, un elemento también cada vez más propio de nuestra condición y necesario de ser analizado en profundidad dentro de la TMD. Consideramos que, más allá de la importancia de estos argumentos, y para los fines de este trabajo, podemos ver este asunto desde una perspectiva ecológica. El 28 socavamiento del cuerpo de lxs trabajadorxs es posible observarlo no solo en sus consecuencias económicas, sino también como un problema ecológico en sí mismo. 2.8 Elementos que nos otorga el análisis de la TMD para pensar la dependencia en clave ecológica Una vez realizado el reconto general de los debates clásicos de la TMD, pudimos observar que los análisis en clave ecológica no tienen la centralidad que consideramos que debiera tener para lograr dar con un diagnóstico más abarcativo de las situaciones de dependencia. Sin embargo, consideramos que en sus elementos centrales la TMD presenta elementos a partir de los cuales es posible reactualizar su incidencia. Las nociones de intercambio desigual, de América Latina como proveedora de materias primas, y la superexplotación de la naturaleza y de la fuerza de trabajo, son algunas de las categorías que proponemos sirvan para tales fines. En relación al intercambio desigual y al rol de América Latina como proveedora de materias primas, al ser categorías entrelazadas que dan cuenta de lo desequilibrado del comercio internacional entre el Sur y el Norte global, en el sentido de que implican un cambio de materias primas, bienes comunes y elementos provenientes de la naturaleza por productos manufacturados, alta tecnología, deuda externa y otros elementos económicos, nos permite preguntarnos a cerca de las consecuencias ecológicas de estos intercambios y del rol asignado a América Latina por su particular inserción al capitalismo global. Si consideramos que los grandes problemas ecológicos en nuestra región del mundo están asociados al carácter específico del capitalismo latinoamericano, debemos poder pensar la dependencia también en clave ecológica. Preguntarnos acerca del rol del imperialismo que sostiene ese intercambio desigual y 29 que asegura y perpetua el rol asignado a América Latina. ¿Opera acaso algún tipo de imperialismo de carácter ecológico sobre nuestra región? ¿Es posible pensar alguna respuesta desde lo ecológico que nos permite cuantificar y hasta intentarrecomponer los daños causados por el rol primario exportador de Latinoamérica? Estas preguntas serán vinculadas al análisis del Imperialismo Ecológico y de la Deuda Ecológica, en los siguientes capítulos. Por su parte, la superexplotación de la naturaleza no aparece trabajada en lxs autorxs canónicos del origen de la TMD, aunque, sin embargo, en los últimos años una serie de autorxs vienen trabajando sobre ella desde esta perspectiva (Féliz, 2015; Féliz y Migliaro, 2017). Si la superexplotación de la fuerza de trabajo se vincula con el agotamiento del cuerpo delx trabajadxr que no puede reponer energías para volver al circuito de explotación laboral, la superexplotación de la naturaleza nos remite a la explotación indiscriminada de la naturaleza para producir y extraer bienes comunes de ella a un ritmo mayor del que permita su recuperación. Cuando hablamos de explotación a un mayor ritmo del que permita su recuperación, estamos hablando de destrucción ecológica. Y cuando hablamos de superexplotar la naturaleza, también contemplamos la superexplotación de lxs trabajadorxs. ¿De qué manera vincular este análisis con una perspectiva que dé cuenta de la destrucción ecológica del capitalismo? El análisis del socavamiento de las condiciones de producción nos dará una respuesta en los capítulos que siguen. ¿Si la superexplotación del trabajo tiene consecuencias en términos de extracción de plusvalía, que sucede con la superexplotación de la naturaleza? El análisis de la Plusvalía Ecológica quizá tenga algo para complementar nuestro análisis. 30 2.9 ¿Contemplan los análisis de la TMD las especificidades ecológicas del capitalismo dependiente en América Latina? Para finalizar, queremos remarcar que una de las consecuencias más características de la existencia de la SEFT y de la condición dependiente de nuestras economías es la devastación social de la fuerza de trabajo. Sin embargo, esto no agota el análisis y consideramos que es necesario reactualizar la TMD en el sentido de rearticularla con una necesaria comprensión de las consecuencias que tiene la condición dependiente en términos de una devastación de la naturaleza, entendida como una superexplotación de la misma. El análisis de la SEFT debe ser acompañado por un análisis que contemple las especificidades de la superexplotación de la naturaleza en nuestras sociedades dependientes. En general, consideramos que cualquier análisis profundo sobre las dinámicas del capital debe hacer foco de una u de otra manera en la relación entre ser humanx, sociedad y naturaleza. Mucho más necesario se hace, contemplar esas relaciones a la luz de las características especiales de las economías dependientes. ¿El único tipo de valor que se sostiene es el producido por el trabajo? ¿Lo único que se socava es la fuerza de trabajo en nuestras economías? Creemos que no. Sin embargo, los principales análisis que reconstruimos acerca de la TMD (o al menos sus análisis clásicos: relación centro-periferia, desplazamiento de mecanismos de extracción de plusvalía absoluta a plusvalía relativa, intercambio desigual, SEFT, socavamiento de la fuerza de trabajo en los países dependientes, etc.) nos dan cuenta de una ausencia de preocupación sobre temas ecológicos en general, y sobre la dinámica capitalismo-naturaleza en América Latina en particular. Si bien en los debates centrales no identificamos una presencia de peso en torno a la cuestión ecológica, creemos que existen algunas categorías que pueden servir de articulación, o que pueden 31 profundizarse en torno a la problemática ecológica. Ellas son: la noción de intercambio desigual, el rol de América Latina como proveedora de bienes comunes y la categoría de superexplotación de la naturaleza. Por otro lado, creemos que existen herramientas dentro de la corriente del Marxismo Ecológico que podrían indicar un camino para futuras investigaciones que aporten a la necesaria reactualización de la teoría de la dependencia. 32 4. CAPÍTULO II Consideramos que la TMD, en toda su complejitud y desarrollo teórico, representa un punto ineludible para abocarse a la caracterización del capitalismo dependiente latinoamericano. Sin embargo, como ya dijimos al pasar, consideramos necesaria su reactualización a través de la incorporación en su seno teórico de problemas vinculados a las causas y a los efectos de la dependencia sobre los territorios de nuestra naturaleza, sobre la problemática de los pueblos originarios, sobre el cuerpo de las mujeres y de las identidades disidentes, etc. Para los fines de esta investigación, solo nos abocaremos a los problemas vinculados con la naturaleza, y para ello, manteniendo la raíz teórica de la TMD, se plantearán una serie de discusiones dentro de la teoría marxista en general, y en particular de lo que se conoce como “Marxismo Ecológico” (ME en adelante). Si las consecuencias del capitalismo sobre nuestras economías y sobre nuestra fuerza de trabajo se ven agravadas en relación a las que el sistema capitalista provoca en los centros mundiales, ¿Por qué no pensar lo mismo en cuanto a los efectos que tiene sobre la naturaleza o, mejor dicho, sobre nuestra relación con la naturaleza, el capitalismo dependiente? Si bien creemos que la TMD construyo su base teórica en una situación en la cual el capitalismo en general, y el dependiente en particular, eran diferentes, y que la teoría marxista no se encontraba abocada al desarrollo del ME –quizás en parte podríamos pensar por la fuerza ideológica que tenían los “socialismos realmente existentes” hacia dentro del marxismo-, consideramos que debemos situarnos sobre las debilidades, de ayer y de hoy, de la TMD, fortaleciéndola con las ventajas teóricas del ME, que sin lugar a dudas conducen a ventajas políticas en el sentido de permitir un mejor diagnóstico y una alianza menos excluyente de lxs de abajo contra el capitalismo dependiente. 33 Hasta hace poco marxismo y ecología no habían sido asociados entre sí, excepto como términos opuestos que se cancelaban recíprocamente. En adelante nos abocaremos a las razones de su aproximación contemporánea, aunque no nos conformemos con ello. Como dijo James O’Connor: “No basta con que marxismo y ecología se limiten a saludarse cortésmente con la cabeza” (O’Connor, 2001:22). 3.1 ¿Qué es el Marxismo Ecológico? ¿En busca de “enverdecer” a Marx? Antes que nada, y pese a cualquier silencio u omisión que pueda recaer sobre el marxismo en su relación con el ecologismo, queremos dejar sentado que para este trabajo, el pensamiento de Marx y de una serie de pensadorxs marxistas nos aportan elementos para pensar dialéctica e interconectadamente la historia humana y la historia natural, entendiendo la naturaleza antiecológica del capitalismo y la necesidad de una teoría que dé cuenta de la relación contradictoria entre valor de uso y valor de cambio, y que, al menos implícitamente, de cuenta de la posibilidad de una futura sociedad ecosocialista (O’Connor, 2001:18) En cuanto a la primera pregunta de este apartado, nos abocará el desarrollo de todo este capítulo, pero en cuanto a la segunda, queremos realzar el sentido político del debate ideológico hacia dentro del campo marxista y dejar sentado desde ya que nuestra intención no es “tornar verde” el desarrollo científico realizado por Marx y Engels, sino más bien insistir en la necesidad de afianzar y aportar al desarrollo de un ME, que, en última instancia, comprendemos como la consecuencia necesaria de la profundización de las tesis centrales del materialismo histórico. Sin embargo, también entendemos que esa profundización no esautomática, y que debe ser comprendida en el marco de la 34 lucha de ideas que implica. Por lo tanto, tal profundización partirá de la puesta en común de algunos argumentos básicos sobre los cuales se desarrolla el ME, teniendo en cuenta la relevancia para América Latina, en discusión con el marxismo “tradicional” y con el ecologismo a secas, para luego hacer hincapié en tres desarrollos teóricos que consideramos fundamentales para comprender al ME. En primer lugar, discutiremos la noción de “Antropoceno”, para definir a este momento histórico natural como un “Capitaloceno”. Luego, en segundo lugar, desarrollaremos los argumentos centrales de la “Teoría de la Fractura Metabólica” de John Bellamy Foster. Tambien recuperaremos el desarrollo aun embrionario del concepto de “Subsuncion real de la naturaleza al capital” de Ignacio Sabatella. Por último, desarrollaremos la tesis de la “Segunda Contradicción” del ME desarrollada por James O’Connor. América Latina vive hoy políticamente una fuerte reacción conservadora, que acentúa muchos de los vicios estructurales de nuestro capitalismo dependiente, como ser la reprimarización de nuestras economías, el extractivismo, el saqueo de los “recursos naturales” presentes en territorio latinoamericano, etc. Sin embargo, todos estos aspectos recobran la forma de continuidades ininterrumpidas sobre las cuales se asentaron los proyectos sociopolíticos de tinte progresistas que supieron ser críticos con los preceptos del neoliberalismo de décadas pasadas. Sin dudas que no sorprende que la reacción conservadora en boga ponga en riesgos y necesite justificar, en base a nuestras “ventajas comparativas”, la necesidad de explotar los bienes comunes de Latinoamérica, como tampoco sorprende que con otro armazón teórico los gobiernos progresistas hagan o hayan hecho lo mismo. Pero en este último caso, la justificación del extractivismo es “por izquierda”, ante lo cual nos vemos en la necesidad de discutir teóricamente sus posiciones. Por ejemplo, Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia y sociólogo de formación marxista, dijo que “detrás 35 del criticismo extractivista de reciente factura contra los gobiernos revolucionarios y progresistas, se halla pues la sombra de la restauración conservadora” (García Linera, 2012: 110). Evo Morales, presidente de Bolivia, por su parte sostuvo que “el ambientalismo es el nuevo colonialismo del siglo XXI” (Stefanoni, 2012), mientras que Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, pidió que “no crean a los ambientalistas románticos, pues todo el que se opone al desarrollo del país es un terrorista” (Cit. Por Isch, 2014). Vemos la necesidad de pensar la problemática del ecologismo, o de los bienes de la naturaleza y su relación con nosotrxs lxs humanxs en Latinoamérica, porque creemos que no podemos negar que el fondo de la cuestión es la naturaleza colonial y depredadora del capitalismo, como a su vez, también consideramos necesario separarnos de las posturas marxistas que conlleven, de manera contradictoria con el propio marxismo, resabios antropocéntricos, productivistas y evolucionistas o desarrollistas. Para dejar de lado esos resabios, es necesario un marxismo que radicalice la superación del binomio ecología-economía. Siguiendo a Jason Moore, el peligro de la historia ambiental cartesiana, dentro de la cual las relaciones sociales son independientes de la naturaleza entendida como red de vida, es que se releguen los procesos “ambientales” al mero terreno de la producción, dejando a la esfera del intercambio escindida de aquella. Este paradigma debe ser superado por una concepción de la ecología-mundo capitalista que comprenda ambas instancias como formas diferentes de conformación del medio ambiente, unificadas a través de la acumulación capitalista a escala mundial. Esto se torna relevante para la teoría marxista porque de no ser superado este binomio, el esquema se cosificaría y reproduciría el orden simbólico del pensamiento burgués, que “rompió en pedazos lo que originalmente era Uno” (Moore, 2013: 14-15). En la misma línea, Moore considera necesario que también se 36 deje de lado la perspectiva, muchas veces no explicitada, que ve a la naturaleza como un objeto y no como lo que realmente es, una relación de redes de vida (Ibid:16). Sin embargo, más allá de estas críticas, son cada vez más lxs marxistas que superan tal binomio y se aproximan a pensar la naturaleza del capitalismo desde sus diversos efectos, tanto sobre la fuerza de trabajo, como sobre la naturaleza, que incluye a la primera. La superación del mismo, si bien requiere de aire fresco y de nuevos desarrollos teóricos, solo puede ser realizada a través de la recuperación de ciertos elementos de ME que ya están presentes en la obra de Marx y Engels, a pesar de algunos prejuicios vigentes en el campo político del ambientalismo y en el campo científico de la ecología. De acuerdo con Sabbatella y Tagliavinni (2011) existen una serie de elementos que nos permiten defender la tesis planteada. En primer lugar, dicen los autores, basándose en el aporte de Bellamy Foster (2004), ya existe en la obra de Marx y Engels una concepción materialista de la naturaleza, construida a través de la influencia del filósofo griego Epicuro, el químico Von Liebig y Charles Darwin. El primero inspiró una concepción materialista de la naturaleza, el segundo una comprensión del desarrollo sostenible, y Darwin un enfoque evolucionista integrado entre naturaleza y seres humanxs. Sobre estas influencias, Marx desarrollo una concepción en la cual no existe dicotomía entre ser humano y naturaleza, la cuál no sería externa al ser humano que “… no está en la naturaleza, sino que es naturaleza”. En segundo lugar, el originario pensamiento marxista ya contemplaba de manera integral la producción de valores de uso, entre el trabajo humano y la “riqueza” natural, ya que “El trabajo no es, pues, la fuente única y exclusiva de los valores de uso que produce, de la riqueza material. El trabajo es, como ha dicho William Petty, el padre de la riqueza, y la tierra la madre” (Marx, 1973: 10). 37 En tercer lugar, los autores recuperan, para la defensa de la existencia del ME, una serie de trabajos de diferentes corrientes del marxismo del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, que aportaron a tal desarrollo, en clave de problematización de la relación entre capitalismo y naturaleza, y que llegaron a esbozar algunas ideas sobre la crisis ecológica que vive el mundo capitalista hoy. Los primeros reconocidos como “ecosocialistas” fueron Podolinsky y William Morris en el siglo XIX. Tambien durante el estalinismo se anularon y censuraron una serie de análisis marxistas en clave ecológica, como los realizados por Nikolai Bujarin, luego asesinado y reconocido como “el muchacho de oro de la Revolución”. Sin embargo, uno de lxs que más aportes realizó en este sentido fue Walter Benjamín, quien cuestionó la noción de progreso y la noción lineal y mecánica de la historia. Como bien lo recupera Mascaro Querido, en el pensamiento de Benjamín, la representación materialista de la historia trae consigo una crítica inmanente del concepto de progreso, a partir del cual define la técnica como el dominio de la relación entre la naturaleza y lxs seres humanxs (Mascaro Querido, 2010). Por su parte, Michael Lowy afirma que desde los primeros escritos de Marx es identificable una preocupación por lo que él llama “naturalismo”, haciendo referencia a su visión del ser humanx como parte del medio natural, es decir, que la naturaleza es el “cuerpo no-orgánico del hombre” (Lowy, 2003:1) Sin
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