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~~ ~ )n-vt ~.1~ JACQUES LACAN DE LOS NOMBRES DEL PADRE Paidós PARADOJAS DE LACAN Lo que les enseña un análisis no se obtiene por ningún otro camino, ni por la enseñanza, ni por ningún otro ejerci- cio esphitual. Si no, ¿para qué serviría? ¿Esto significa que hay que callar ese saber? Por muy particular que sea de cada uuo, ¿no habría forma de enseñarlo, de transmitir por lo menos sus principios y algunas de sns consecuencias? Lacan se lo pre- guntó y respondió de distintas maneras. En su Semi-nario, argu- menta a sus anchas. En sus Esc:ril.os, pretende demostrar, y atormenta la letra a su antojo. Pero también están sus confe- rencias, sus entrevistas, sus obras improvisadas, donde todo avanza más rápido. Se !rata de sorprender las opiniones para seducirlas mejor. Esto es lo que llamamos sus ParadA:!jas. ¿Quién habla? Un maestro de sabiduría, pero de uua sa- biduria siu resignación, una antisabíduría, sarcástica, sardó- nica. Cada uno es libre de trazarse una conducta según su pa~ recer. Esta setie, prímero consagrada a inéditos, publicará a continuación fragmentos escogidos de la obra. JACQUES LACAN DE LOS NOMBRES DEL PADRE ~~~~ ' PAIDOS Buenos Aires - Barcelona - México 1'í!;Ulo origínal: Ift:5 Nums-du..Pire e Editions de Seuil, 2005 Cet (11JVrage, publié dans le cadre du Progr.u:nme d 'Aide a la PubUcation Victoria Ocampo, bénéficie du soutie~ du Minisrere fran~ des Affaires Etranget'es er du Servtce de Coopération etd'Acúon Culturetle de l'Ambassade de France en Argentine. Esta obra, editada en el marco del Programa de Ayuda a la Publicación Viewria Ocampo, cuenta con et apoyo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia y del Servicio de Cooperación y Acción Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina. Lacan, Jacque~ De Jo;¡ Nombres del Padre- 1'" ed Buenos Aires: Paidóll, 2005 112 p.; lSxll cm. U:u:ques Luan en Campo Freudiano) Traducido por: Nora Go:mzález ISBN 905-12<3651-X p,¡,.,nálJ•• L Gonz:ilez, ~ora, rrad. lL Tftuio 1M.195 Traducción: Nora A. González Revisión; Grd.ciela Brodsky Cubierta de Gusr.avo 'Macri 1 (( eáición, 2005 Qunlan riguroamente prohibidas, sin la ;mroritadón e,'!Crit.a de 1m \irutues del mpyri¡)d. ba.ju las !lallcione~ t>stabletida# .;n las leyes, la rep~nón w!al o par- cial de esta obra por cualquier medto o prm:editnknto. «m~prertdid<» la repm- gralia y el trn.wnienro infnnn;iono, 'f la dhlribudón de tjen•~s mediante :!lquiler o preswno~ públic= © 2005 de todas las ediciones en castellano Editorial Paidós SA1CF Defensa 599, Buenos Aires E~mail: literaria@editorialpaidos.com.ar v.'W\V.paidosaigentina.cotn.ar Impreso en la Argentina~ Printed in Argentina QUeda hecho el tlepósito que previene fa Ley 11.'723 Impreso en MPS Santiago del Estero 338, Lanús, Provinc-ía de Buenos Aires, en julio de 2005 Tirada: 3.000 tjemptares ISBN 950-12-3651-X Índice Nota ............................................................ 9 Lo S!MBÓUCO, LO IMAG!XARIO Y LO RE.<\L ...... 11 l'ITRODU('C!ÓN A LOS NOMBRES DEL PADRE .... 65 lndicacimu:s biobibliográficas ........................ 105 Este volumen reúne, no sin razón. dos intervenciones de !Acan separadas por die!. años, 8 de julio de 1953 y 20 de nwiembre de 1963, y qw tratan tomas aparentemente hete· rogineos. «Lo simbólico, lo imaginario y lo roa!» precede inmedia- tamente lo. redacción, durante el vemw, del informe de Rn- ""' so/mi «Funcién y mrnpo de la palabra y del leng=je en Jl>icoanálisis», qw anunciaba fl comienzo público de "la""' snümza de Lacan») como se dirá más tarde. La conferencia (onstituye la primera presentaci6n temática de lo. famosa tria~ da que lo. elaboración de Lacan sostlm.drá de cabo a rabo dtt- mnte las siguientes tres décadas, hasta volverse el objdo esen- cial., no solo conceptual, Jino tatnbién matemático y materia~ ron la furma del nudo bor't'V11'Wo y sus derivados. A continuación se ent:'U01ltra la primera y úniw lección tkl Seminario de ws Nombres del Padre. lntarumpid<J en rin:unstancias dramáticas -su inhabilitaci6n para el pu.esto dr ·didada» (en esa época, ps1roanalista halJiütadc para jannar psicoanalistas)-¡ el Seminario debía reiniciarn1 en ,_,. de 1964 en la ca/k de Ul111, en ws locaú:s de la Escue- ¡¡, :SI)I'T1UÚ Superivry ron el tituw de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Lacan siempn; se negó a retomar el tema del Seminario hJo,J:mente suprimido e induso a ver publicado en uida el 9 JACQUES LACAN Uxta de la única !ación pronunciada, Habierul.o condu.ido qt.tt, a pesar su,yo, no le había sido oiorgada la graci.a del «discurso psicoanaliticcm para levanta1¡ como era su inttmr ción. el velo con el que F'reud había cubierto el verdadero re- sorte rúl psicoanálisis, y que había sidn castigadc por haber- se mostrado sacn7ego, declaró --y a buen entendedor, pocas pa- labras-, especialmente por el titultJ irónico que dio a un semi- nario ulterim; Les non·dupes errent [Los df'.sengañados se engañan o Los Nombres del Padre], que en adi!/anU tMntendria celruatncnte en reserva verd~ demasit~do in- tern,pestivas. Más discreta, la discusión rú los limites del compfRjo de E'dtpo y del miro paterno también siguió propagáadcse en se- minarios y escritos, hasta el Tebajamiento del Nmnl.m: del Par dre a la categoría de sÍnt(}'ffUJ y utensilio ( cf. el ~'eminario Le Síntbome, que aparecerá en 2005)_ La. reunión dr. estos dos textos ciertamente se justificaría desde una pmpectiva histórica (véanse al final del volumen las indicaciones biobíbliográjicas). Pero la ~a ra:Wn que 1TW decidió a juntarlos está m otra parte: hacer hincapié en la indicación que dio l.aean en su última enseñanu; '11UZdo. de humorada y senteJuia, bitm m M' estilo de medi(}w deá.r, según la cual lo simbólico, lo imaginario y lo real son /as ven:úuieros Nombres del Padro. Jacques-A!ain Miller 10 Lo simbólico, lo imaginario y lo real Mis buenos amigos, habrán notado que para esta primera comunicación llamada científica de nuestra nueva Sociedad elegí un título que no carece de ambición. Además empezaré por disculparme, ya que les pediré que consideren esta comunica- ción como un resumen de puntos de vista que mis alumnos qne están aquí conocen bien, con los que ya están familiarizados desde ha- ce dos años por mi enseñanza, y al mismo tiempo como una especie de prólogo o intro- ducción a cierta orientación en el estudio del --··· psicoanálisis. En efecto, creo que el retorno a los textos fí:t:udianos que han sido objeto de mi ense- ñanza desde hace dos años, me ha dado -o más bien, nos ha dado a todos los que trabl!ia- 13 JACQUF.S l.ACAN mos juntos- la idea cada vez más segura de que no hay captlp"_!t_~ás c?lll~l!'ta <J<: la realí- (}ad hurr:;:J1aque )a_gue realiza la experiencia freudiana __y de que no se puede dejar de volver ~- a las fuentes y aprehender estos textos en !:o- dos los sentidos de la palabra. No se puede dejar de pensar que la !::_oría del psicoanálisis, y al mismo tiempo su técnica, que n~()r:man más que una única y misma co- "": han sufrido una especie de limitación y, a decir verdad, de degradación. Y efectivamente no es fácil mantenerse al nivel de sem¡jante plenitud. Yo pensaba tomar esta tarde como base y ejemplo de lo que he de exponerles un texto como el de «El Hombre de los Lobos». Pero pese a que había dictado un seminario el año pasado sobre el tema, que releí completo to- do el día de ayer, simplemente tuve la sensa- ción de que era completamente imposible darles una idea, incluso aproximada, del tex- to, y de que solo había una cosa por hacer con mi seminario del año pasado: retornarlo el año próximo. Lo que me reveló, en efecto, este texto for- midable, después del trabajo y el progreso que 14 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL hemos hecho este año en tomo del texto de •El Hombre de las Ratas», me hacepensar que lo que había extraído el año pasado como principio, como <;Íemplo, como tipo de pensa- miento característico proporcionado por ese teXto extraordinario, no era más que un sím~ pie approche, como se dice en lenguaje anglo- sajón, en otras palabras, un balbuceo. De ma- nera que esta noche simplemente intentaré decír algunas palabras sobre lo que significa la ronfron tación de esos tres registros muy dis- !Íiltos que son los registros esenciales de la rea- lidad humana y que se llaman: lo simbólico, lo imaginario y lo real. 1 En primer lugar, hay algo que no podria es- <:apársenos, a saber, que hay en el análisis una parte de real en nuestros sujetos que se nos es- opa. No escapaba, sin embargn, a Freud cuando se ocupaba de cada uno de su.' pacien- -. aunque, por supuesto, también estaba fue- llil de su aprehensión y su alcance. :-.o podria dejar de sorprendernos la ma- aera en que habla del Hombre de las Ratas 15 JACQUE.S LACAN ' .. ·-~ cuando d~.t:i:':gJ!e entre®~ personalid,.des. ' Al respecto, concluye, reconoce en él la perso- nalidad rk un hombre fino, inteligente y cul:io, y la contrasta con las otras personalidades con las que tuvo que tratar. Aunque de modo atenua- do, también se refiere al tema cuando habla del Hombre de los Lobos. Pero nosotros no estamos forzados, a decir verdad, a refrendar todas sus apreciaciones. No parece tratarse en el Hombre de los Lobos de alguien de tan- ta clase. Pero sorprende que él lo haya pues- to aparte como un punto particular, En cuan- to a Dora, ni hablar, casi puede decirse que él la amó. Este elemento directo, este elemento de examen, de apreciación de la personalidad, no deja de so.:P;end~~;...()~:-i,·;;igo eón¡() que tenemos que tratar todo el tiempo en el regis- tro mórbido, por un lado, e incluso en el re- gistro de la experiencia analítica, con s~jetos que no caen en absoluto en el registro mórbi- do. E~te es ~lementJH!!!<:_~iemp~e necesita- mos retener )! que está particularmente pre- sente en la experiencia de quienes cargamos co11Iap_e~da_tarea .d': elegir a los que se so- meten al análisis con un fin didáctico. 16 LO SiMBÓLICO. LO IMAGINARlO Y LO REAL ¿Qué diremos después de todo al término de nuestra selección? ¿Todos los criterios invo- cados (¿se necesita la neurosis para hacer un buen analista?, ¿un poquito?, ¿mucho? Segu- ramente no, ¿pero no en absoluto?) nos guían, en resumidas cuentas, en un juici<? que ningún texto puede definir y que nos hace apreciar las cualidades personales? A saber, esa realidad que se expresa de este modo: un <njeto tiene o no tiene pasta, es, como dicen los chinos, Sh~Mtn-ta, un hombre de gran talla, o Sha-ho-)vm, un hombre de pequeña talla . . -\quí hay algo que constituye los límites de nuestra experiencia. ¿Qué se pone en juego en el análi_s,is? ¿Esa rriació~lcon el sujeto, ~~r, reconocer su realidad de cierto modo y según nuestros pará· metros? ¿Eso es lo que debemos hacer en el análísis? Ciertamente no, se trata indudable- mente de otra cosa. Y esta es la pregunta que aosotros nos planteamos sin cesar y que se plan- tean todos los que intentan formular una teoria de la experiencia analítica. ¿Qué es esta expe- riencia singular entre todas que aportará a estos ..getos transformaciones tan profundas? ¿Qué ton estas transformaciones y cuál es su resorte? 17 JACQUES LACAN Desde hace años, la elaboración de la doc- irina analítica apunta a responder esta pre- gunta. El hombre común, el hombre público, no parece sorprenderse mucho por la eficacia de esta experiencia que transcurre entera en palabras; y en el fondo tiene razón, puesto que, en efecto, ella anda, y parecerla que para explicarla basta empezar por demostrar el mo- vimiento andando. Hablar ya es introducirse en el sujeto de la experiencia analítica. Aquí, en efecto, conviene _e_rnJ:l~~- por pregurJJ:ar;:¡ q';'é es la palabra, es decir, el símbolo. A decir verdad, asistimos más bien a un evi- tamiento de esta pregunta. Y constatamos que si reducimos esta pregunta, si solo vemos en los elementos y los resortes propiamente téc- nicos del análisis instrumentos destinados a modificar, por una serie de acercamientos, las conductas y las costumbres del sujeto, rápida- mente desembocamos en cierto número de di- ficultades y atolladeros. Si avanzamos en ese sentido, no llegamos por cierto a encontrarles un lugar en el conjunto de una consideración total de la experiencia analítica, sino que nos acercamos cada vez más a cierto número de cosas impenetrables que se nos oponen y que 18 LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL tienden a transformar desde entonces el análi-·-sis en una experiencia que parecerá mucho más irr;;.~¡~;;;.¡ de ~iO-<¡ue·r~>umente es. -------~----~ ----- ·~----·-- ., Sorprende ver cuántos sujetos reciente- mente llegado.• a la experiencia analítica se presentaron, en su primera manera de expre- sarse sobre su experiencia, planteando la cues- tión de su carácter irracional, cuando parece que, por er contrario, quizá no exista técnica más transparente. Por supuesto, en un análisis todo va en esa dirección, ya que abundamos en cierto núme- ro de apreciaciones psicológicas más o menos parciales del sujeto paciente, hablamos de su pensamiento mágico, hablamos de todo tipo de registros que tienen indudablemente su valor y que encuentra de manera muy viva la experiencia analítica. De allí a pensar que ell análisis mismo juega en el registro del pensa- miento mágico no hay más que un paso, rápi- damente franqueado cuando no se decide empezar planteando la pn:_g11nta primordial (<qué es la experiencia de la palabra, la esen------------ - -· '" CJ:l_I_el intercambio de I;Lp<lllib~?) y al mis- mo tiempo la cuestión de la experiencia ana- lítica. 19 JACQUES LACAN Partamos de la experiencia, tal como se nos presenta ante todo en las primeras teorías del análisis. ¿Q\Ié ¡:¡¡ r3e w;¡¡,¡;q~ ¡¡¡~s <:.te.Ja experiweia-~a? ¿Qqé rula!:iÍ,S:!.l <;§..l;ll eJ!:pgie.o.® ¿Qué ocurre con el pasaje de lo consciente a lo inconsciente? ¿Cuáles son las fuerzas que dan al equilibrio cierta existencia, y que llamamos el principio del placer? Para avanzar rápido, diremos con el señor Raymond de S~u:;,sure que el sujeto alucl?,a ,s,u mundo. L\Íl! •MiW"iciSRes ilusori~ del sujeto 1111111 lfl¡ ... ~ -·m!-'"" 1m son evidentemente de un owsn di,into del de~~~ sati,sf3fciO¿lf* que encuentran su obje-• to en 1 !o real pt¡rg y ~j~N~:-~ ~ sín~ma .~' miti_gó el hambre~ la sed de manera durade-. ~--·- -···· ....... - •. ---· . ..::_a, excepto por la absorción de alimentos que Jos satisfacen. Sin duda una disminución gene- ral del nivel de la ;~talidad puede funcionar como respuesta en los casos límite, como ve~ mos por ejemplo en la hibernación natural o artificial, pero esto solo es concebible como una fase que no podría durar, salvo entrañan- do daños irreversibles. La r¡¡:;:e'@jJ?.l.lidilll mis- ma dSl..rn!.llil*'!lt~~¡¡,¡;@¡:JlS supone que la economía de las satisfacciones implicadas sea 20 LO SIMBÓLICO, LO 1MAG1NAR10 Y LO REAL de otro orden y esté infinitamente menos liga- da a ritmos orgánicos f~os, aunque determine una parte de ellos. ~s:, . .ltet!ll<:ll\ .S.\l.!l~!i1!~ conceptual donde se inscribe este tipo de ob- ..... ,.~""-..""'-"'·---~··"''"""""'' -·- ' ., jetos, y q!;;_<;,_~'?,Y~~~~'!?;'~ll!~}o imagina-. riot si se le reconocen a este término todas las implicaciones que le corresponden. En adelante, es fácil ver que et-te orden de siíiísfacl[!'r¡ illiWi,ijj¡]ijf?lo puede encontrar- se en los r~~::;;<¡sJ:a~;~. Todo esto surge a partir de esa especie de condición previa de la experiencia analítica, y oo resulta sorprendente, aunque haya cosas , que debió confirmar, controlar -instaurar, di- ría yo-, la experiencia misma. Una vez hecha la experiencia, las cosasparecende un perfec- to rigor. El término ii!thido¿ho hace en efec- 10 más que <:z-er~~~~~.i!?.í!i!!':''!~~ im- p&a la noción de equivalencia, cíerto~etab.Q: __ .,.,,.~-_, .. ,."''""-~rrr__.-..~,,,_"''· ~..,.,~,,,,-_- _ _.., --· limlo de las imágenes. Para poder pensar esta ~ -- '-- -- - oansformadón, se necesita un ~W-,ÍJl,9:~~A~~ ~·Para eso sirvió el ténnino «libido». Se mua, por supuesto, de algo compl<:jo. Con «satisfacción imaginaria» no me refie- ro e>identemente al simple hecho de que De- metrios haya estado satisfecho por haber soña- 21 JACQUES LACA~ do que poseía a la sacerdotisa cortesana, aun- que este no sea más que un caso particular en el conjunto. Se trata de un elemento que va mucho más lejos y que hoy está delimitado por toda la experiencia que los biól~:._:s mencio- nan en relación con los ciclos instintuales, muy especialmente en eLITcSi:!!trp d<;J-')-.~W"' lid~d y}~ ,t:<;,~>sodu.c.dqn. Aparte de los estudios aún inciertos e im- probables concernientes a los retrotransmiso- res neurológicos en los ciclos sexuales, que no son lo más sólido de sus estudios, está demos- trado que estos ciclos en los animales mismos dependen de cierto número de !;\~ga:;a'!e~!: de ~!s~~~~--~~.,--~.e-~-~ca~~I!~i;~~~.;l!e ~!L}~~~~""S~1~~!!.!~"--~~- '?E~~I!,~!~!.S~1N!~ÍP· Lo más interesante de los estudios sobre los ciclos instintuales, sus límites y su definición, es que poniendo a prueba, para precisarlos, algunos releasers ltasta cierto límite de borr·amiento, se pudo provocar artificialmente en el animal un desencadenamiento de la parte del ciclo del comportamiento sexual del que se trata. ~ue ':~~iill1!riOLd.e.»n cicJ!L_ •~ comportamiento determinado pueden e• uylmeñte- sobrevenir en ciertas condi- 22 LO SIMBÓliCO, LO JMAGINARJO Y LO REAL Los biólogos no encontraron, que la palabra misma que sirve para d.s;i!ig¡);u- los trastOJ2'.?.SJ'J9lL~~~9r.t."~-~""'Sl!.a.l!;~l''t!E~2s de los ~ín~C>!!1aS.~!\Al'<;§.tr9:j, §1\it;~us,,a saber, el -·---- desplazamiento. Por ejemplo, en medio de un ciclo de combate se observará la brusca aparición de un segmento del comportamien- to de pavoneo (entre los pájaros, uno de los combatientes de repente empieza a alisarse las plumas). Pueden darse otros miles de ejemplos, pe- ro no estoy aquí para enumerarlos. Simple- mente quise mostrarles que ·.::.;:::...e::l:e::::m=e::n::::to::....d::::e Oesriláiá.íiiiC:ñiO ¡es un resorte esencial deL~!~~ ~- den de lps co~rf,¡¡IJIÍI'Pilw lisadoviJiio,se; xualidag,. Sin duda, estos fenómenos no son o electivos en los animales. Pero los estudios de Lorenz sobre las funciones de la imagen en el ciclo de la alimentación muestran que lo ima- ginario desempeña allí un papel tan eminente como en el orden de los comportamientos se- xuales. En el hombre, nos encontramos ante este fenómeno principalmente en este plano. Puntualicemos esta exposición diciendo que los elementos de comportamiento instin- 23 ) ) ' ]ACQU:ES l.ACAK tual desplazado en el animal son capaces de darnos el esbo~o de un comportamiento sim- bólico. Llamamos comrgrtamiem:!.;!ID:c~J,i~ en el alJiWIJ-~~h<t)i,~g_u~~,§Sigmen¡> desplazado adquiera un valor socializado )' sir- fa-il ~§~i~tm'\(~~'Q};;:~~~i~~~~~~~ ra ci_~r~~ fOmpo;~~~t?.,_.C?!ectiv~~ Así, planteamos que un comportamiento puede volverse imaginario cuando su orienta- ción hacia imágenes, y stipropio.valor de ima- gen para otro sujeto, lo vuelven (apa;-~ de despla- zarse fuera-~el ciclo sue ~,~acción de una necesidad natural. En adelante, puede •'!\~ .• ~~ = . :uno. * · &m .:;;¡¡¡¡. decirse que el comportamiento neurótico se di- ---~·--~~~--· -······ ~--·~ -·-·. lucida enelplano dela economía instintiva. En cuanto a saher por qué siempre se trata de comportamiento sexual, no tengo necesi- dad de volver a ello, salvo para breves indica- dones. No nos sorprende que un hombre pueda eyacular mirando una pantufla, ni tam- poco que la utilice para conducir al cónyuge a mejores sentimientos, pero seguramente na- die pen.'ldrá que una pantufla pueda servir pa- ra calmar el hambre, incluso extremo, de un ¡.,,r idoo. Además, constantemente tratamos ~ .. NM En ;,:;;I,~·ij.,f =•m~, LO SIMBÓLICO, LO tMAGINARIO Y LO REAL no es raro que el paciente, el sujeto, haga in- tervenir durante el análisis un fantasma como el de la felación del partenaim analista. ¿Se tra- ta de un elemento que remitiremos a un ciclo í arcaico de su biografia, a una anterior subalí- ~ mentación? Evidentemente nunca pensare- ~ mos eso, sea cual fuere el carácter incorporatí- 1 .., que demos a estos fantasmas. ¿Qué significa esto? Puede significar mu- l¡' chas cosas. De hecho, es preciso observar qu;;'¡ , ~ll:ISÍY.'!!:iJ1-~k.il,l,ii.A~,¡;oiJflwct,W¡~o~ !lj 1 '1 ~min!<?.fi\':J~t.~Ql~,,donde puede haber¡ una función distinta de la imaginaria. No es 1• _... 1 porsue lo .~;!~!L:,a~¡¡ ~S:íJ2~íd;t ,co~ J? ll;'.,;J~-..j ! t:;:. ~:~;:~~;~~~~~1l')t~G!~: :1}1~ '¡ ~· analizado. .,J Retomemos el ~jemplo de nuestro fetichis- ta, aunque sea raro. Si admitimos que se trata de una especie de perversión primitiva, no re- snlta imposible examinar casos semejantes. Supongamos que se trata de uno de esos des- plazamientos imaginarios tales corno los que encontramos realizados en el animal. Supon- gamos, en otras palabras, que la U:!P.!,u.!.la sea esrrictamente el desfllazam~entq_J:I_<,;l. ~~ ,, ----"-" ~ -.--' . - 25 JACQUES LACAN ~~~g¡_ puesto que el fetichismo suele ser más frecuente en el varón. Si no hubiera nada capaz de representar una ~~l]Jl~¿~n respec- to de este dato primitivo, s~~!P~~~~IJ:~!~~~l?JG ~~2,~i?:.i!l2l'<"~u-. Inversamente, retomemos el caso de nues- tro paciente o sujeto presa de un fantasma de felación. Entonces se trata de otra cosa, tiene • • un sentido completamente distinto. Sin duda puede considerarse que este fa'.'~~~!}'~ ~~.:!~~~~i~~~~' ~ie,,t~!!i!2!?!; a un esta- dio primitivo oral de la sexualidad, pero no diremos que este es un practicante constitu- cional de la felación. Entiendo por esto que Íel fantasma del que ;:<:¡,!!ata, el eleme~!;!t,il; r gi~ario, 2~~~--J~~~~ .. !~!!~~~!~.'<>~~~aJ-~ si!flbólico}JU5:"I:e~~ <;le ltl'f!:!:!:'! !1.\Mf~!-'lJ.Ie en función del momento del análisis en aue -·"'-~-"'-~"~~"' ;• -e"" '·">'C'X·"'"~'04',_,,.._\-« -.',o<$0i'I'-"'-'.:0:1:;••--:~:"';-•,·-•. ·,:}o& ~inse.r!J!.. En efecto, incluso cuando el sujeto retiene su confesión, este fantasma surge, y su frecuencia muestra bastante que a.{'j.r!;.<;;~ S'J.! determinado m!?,l.!I.~!!J~?~t.lliíl!.<?,g;2,i!~~ :fsi hecho para <;X.J?J:!:.§AU~~>'~f-~i!f!l~ ...,. simbolizar al~, y algo que tiene un sen- ..., c:ompletamente distinto según el mo- _... dd diálogo. 26 LO SIMBÓliCO, LO IMAGINARlO Y LO REAL Luego, ¿qué significa esto? Por un lado, que no b¡¡s!a_queJinf<:'I!Ómenorepresente un desplazamiento, en otras palabrdS, se inscriba enlosfe~os imaginarios, para: ~;fe nómeno analizable. Por orro lado, que un fe-.., flll. nómeno solo es analizable si representa algo "+"·~ ",,'::"'¡ 'S".'~ 2 Para abordar el asunto del que hablo, asa- ber, el simbolismo, diré que toda una parte de I.el!~,Sg,~gj~~ªl~~~:t~!-~1it?1~ no tienen otra 1'~'lc~ió~.S.2!1lª'I,<:''!lirl¡¡<} flt:t¡t<l§.llli- lica ~.<; !"a~,i.fi<:!s~ que la que tiene 1¡¡ s,í!!'b<z, ~!J:?}l.el.Y.'!!ill~<;Q.IU()~'IS.w;eferectem.<:XJ.~ ~~~Ul!l!Ld.es)g!l'/;· ~ En «policía• o •pol- trón», la sílaba «po» tiene evidentemente un -.alor distinto. Se podrá utilizar el pote para simbolizar la sílaba •po», inversamente, en el término «policía» o «poltrón>:>, pero conven~ drá entonces agregar al mismo tiempo otros ·~11"' té~~-i~~!;ll~J1teimaginarios~ue solo se 1, En francés, la silaba po es homófona de la palabra /Id (VllSO, vasija, pote). [N. de la TI 27 JACQUES LACAN 1 considerarán en este caso como s,Llj"Qj_s_Qs.W- nadas a comg!.!¡J.¡¡¡;J¡¡ mJah~&; De este mododebe entenderse lo simbóli- co en jueQ'o en el intercambio analítico. Así se ~ ~•~ r trate de síntomas reales, actos fallidos, y todo lo que se inscriba en lo que encontramos y reencontramos incesantemente, y que Freud definió como su realidad esencial, se sigue tra- tando y se tratará siempre de ~-§!:.t_ ~o~ e~nn~L!<:J}K~~je, luego, que funcion~JJ· ~artir ~~};> a~pculación del sjgnifican,t:_,J, el s~_Elcado, q~e es el e9ujv_al~?t~de la':struS; tura misma del lenguaje. La noción de que ~uao es un jeroglífico no me pertenece a mí sino a Freud. También 1 : el síntoma expre~a algo .es_tmcturado y organic ~ zado como un lenguaje, como manífiesta el ' h;~ho de que (para partir del más simple de J ellos) el síntoma histérico siempre ofrece algo -- -.---,::-,o:·y__,-.,,_-::,-<-~"~'""~- .-.... < ... equivalente a una actividad sexual, pero nunca -un equi,y_~!S:t;l~}:!..ll!YQ..~· Al contrario, siempre es plurívoco, superpuesto, sobredeterminado, y, para decirlo todo, está construido exacta- .-.~~--,.,~,,. mente cqmo _se _construyen las imágenes en los ·"'••-~:bF _..-·.-- -' ,--- , .. , -., -_,•_,_.,,-:_.;~~~;;;._;,~:;,:-::<,~~-41 s~pp;¡. Hay allí una competencia, una super- posición de símbolos, tan compleja como lo es :...0 SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL uoa frase poética que vale a la vez por su tono, m estructura, sus retruécanos, sus ritmos, su !IO!Iloridad. Todo ocurre en varios planos y es cid orden y el registro del lenguaje. Quizás esto no nos parezca suficientemen- le relevante si no intentamos~~-~ 'll1é,~s origi.;: •"" · salmente elle!lgttaje. __.~ .. ·~·~--· -~"'"' ''- . ~"' ... Por supuesto, la cuestión del origen del ---------~~- -- ·----- lrn~e es uno de los temas que más pueden p<estarse a delirios organizados, colectivos o ínclividuales. No es lo que tenemos que hacer. El lengttaje está~~ es un emergente. Ahora ~'i-gió,--;mnca más sabre~~s cuándo ni cómo comenzó, ni cómo eran las cosas antes que estuviera. Pero, a pesar de todo, ¿cómo expresar lo que quizá se presentó como una de las formas más P,ri_:nitivas del lengttaje? Piensen en la · ~~ Elegí a propósito este ejemplo 'porque cuando se habla del lengttaje, li\-J!~ ¡ ~~~~--s:~e,~r-~l.Gp.!p~J~ qu~ -ª'-1.! ~ig11i.tica;~~Qn_ ~:li_l~ 1 ~--e~t" 9esigna_ Pero no. Por supuesto que designa algo, que colma cierta función en este plano, pero la con~~ña .!i!:!!o~" Ia,.e!!'l'.!.<:.1~ ~ ser.<;!~~;,l)t<; <:!elW"--IJlal!.l':!'~.c.oJI~;; pleta!llente independient!' d_e su siJIDit!caciA'1- 29 --· j ACQUES LACA N ¿Y si esta es idio1a? La Escuela responde -sin duda nunca hay que responder- que la signifi· cación de tal palabra es designar a ese que la pronuncia como teniendo tal o cual propiedad que responde a la pregunta que motivó la pala- bra. Algunos dirian que el <jemplo está mal elegido porque está ton1ado del interior de una convención, lo cual lo vuelve ntás valioso. Por otro lado, es innegable que la contraseña tiene sus más preciosas virtudes, puesto que sir- ve simplemente para evitar ser muerto. De este modo podemos considerar que el lenguaje tiene una función. Nacida entre esos animales feroces que debieron de ser los hom- bres primitivos (lo que a juzgar por los hom- bres modernos no es inverosímil), la contrase- ña no es eso s¡:acias a lo cual se reconocían los a. ombres del grupo. sino lo 9ue pe~¡pite co~ tituir el Otro registro en el que se puede meditar sobre la función del lenguaje es el del lengua- je estúnido del amor, que consiste, en el últi- mo grado del espasmo del éxtasis, o por el contrario de la rutina, según los individuos, en calificar súbitamente al partenaire sexual con el nombre de una de las hortalizas más 30 LO SIMBÚLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL 'IUigares o de un animal de los más repugnan- + • frS. Y por cierto, esto no está lejos de entrar en ·~ G''ll ' ftlación con elJ~I~~¡,.borror ¡\I~QDj¡ : ¡Ú,rM9· Por algo se vuelven a encontrar en!!!!?"" i ffl;lia tales ~e~IA~%~~~~~ ~~~¡s o soportes más ~~~~-. menos totémicos. Es que hay entre los dos f • líllgún punto en común. El sujeto humano es- ¡; ' .• especialmente expuesto, como veremos 1¡· plnto, al surgimiento de un vértigo, y, para 1. 1 ,~lo, experimenta la necesidad de hacer :n ~ trascendente. Esto no es indiferente en e ' Jlllligen de la fobia. 'l i•': En estos dos ejemplos el lenguaje está par- :¡ timlarmenr.e desprovisto de significación. Y 1:'. ' lll¡lpú es donde se ve mejor lp .9u9.~~t!:n&P~.'.'l . V : ! liílnbolo del ~2<;b~~\~~~~liJJS~~ f lena del sími:J&l~ Hay allí algo que nace con ' 1.-,le.nguaje y que hace que~ ¡;:a- ' !n fue pala~ra ve!:,~s!,t;,rn,!Re:'te ,e:;on=.<;!;a;, .... los dos ~~-l:'~~'!:Ul'?~-~ ~~t.';~ . eon los ejemplos más simples les mostré para lpé sirve la palabra. Harían mal en creer que no son ejemplos prticularmente plenos. Tanto en la contrase- ' iia como en la palabra que se llama de amor, .: trata de algo que tiene mucho alcance. Di- 31 JACQUES tACAN gamos que la conversación que promediando su carrera de estudiantes pudieron tener en una cena de jefes igualmente promedios -donde la significación de cosas que se ínter- cambian tiene un carácter equivalente al de las conversaciones de un encuentro en la calle o en el autobús- no es más que cierta manera de hacerse reconocer, lo que justificaría a ~ 1~ cuando dice que !?}leJ?-~!i~~~.~~ r~!',!; _'!~lif~U!!'I!!!I!J!!Jk:ldi/zy.j$Jg_i!f.!,,r;!'~jl~<;.";~t/t mano en mano en silencio. '""-·p··~·~·~ ...... "'-"""-'''"''~·~ ......... '1'""~ Veamos a partir de aquí lo que se establece cuando el neurótico llega a 1.~,.$~'Jti,~~~a analítica. Es que él también comíenza a decir cosas . ..---""·-»--..-"""'"'-~"'""'-'" ~""""'"~""------ --~~.1o Dice cosas, y no hay que sorprenderse dema,. síado si las cosas que dice, al principio, no son distintas de esas ,ealabras de P'?~~,:t las que me acabo de referir. Sin embargo, hay al- go fundamentalmente diferente: ~vi e¡¡~ ¡¡,1 a!.l.:UJ:'~ sg!$!_Jl,.~ Ht~il:.J.9JL~~' ¡¡; tri¡¡iJ.li~ .<i<;l!..De aquí en más queda implicado en la si- tuación algo que no es poca cosa, puesto que, en suma, qyien~ ~más .2 .. *'~1).28 a bt~Jif i J?,ropío. se,nti.;g,~.![~Al;~li;se~·~;~:~=~~ algo sobre "";l ~·cr F' "~' 32 :..o SfMBÓUCO, LO iMAGINARIO Y LO REAL Por supuesto) él se acerca a esta experien- ~ a este camino original, con~ Dios mío, lo , orp:oe tiene a su disposición. Primero cree que eo necesario que él mismo haga de médico, orp:oe él informe al analista. Por supuesto, en m experiencia coúdiana, ustedes lo ponen en su lugar, diciendo que no se trata de eso si- -de hablar y, preferentemente, sin intentar .-denar, organizar, es decir, sin poners~. se~ pn un narcisismo muy conocido, en ellugar.c. ¡¡' "" su interlocutor. """Afu;: de cuentas, la noción que tenemos ád geur~1j,f.o es que ~~Pf. sínto.rnas misrn~ ,~ .xe una palabra amor?aza<:l.~ dond~_puede *'=irse que se exP.resan algunas transgresio- l ---------~--~---·----- •'ttJM: ik T'i ..,. a d;_;!!: . .?,!<!<;n au::',&';r,r ¡<,Í.,!p~,~lllm~ll. a cielo e!2rrd~.?- -~¡eai!~~~_,I]:.;~ ;u:w~~~-!E-~ ~- ~¿; ~·.Por no realizar el orden del símbolo\ . i tk una man¡r~ ;:n-~ e\,~jeto __ :rea}i~a i;!;~::t;.~ ..1 ~~ *""rden:?~,9';1$l?.~\'l\!tl1Y~P· X,' :Esto es lo que primero se interpondrá en : 1v u:la relación simbólica verdadera. Cuando habla, el sujeto expresa en primer ~ este registro que llamamos tas [.!'.SJ.s,l:'!'; cia<. lo que solo puede interpretarse como ,;; real~<;!;é;~.hi.~.!'!.l!"'"!'~eg.J\l, ~it¡¡aci(¡n .t 33 JACQUES lACAN con el analista, ~~~'!,C:,.~:;t!~.'.'~ ~;W;¡Q,¡J.J{tf'\:~· Sobre esto se edificó, en efecto, toda la teoría de la resistencia, pero so- lamente después del gran reconocimiento del valor simbólico del síntoma y de rodo lo que puede ser analizado. Ahora bien, la experiencia encuentra justa- mente algo distinto de la realizacióndel sím- bolo. Es la tentación del sujeto de constituir ----~-~- -~---~ "- hic et nunc en la experiencia analítica esta refe- ~------------ ~-···---~~- -----"----- -- renda imaginaria. Es lo que llamamos las ten- ' ~tivaide!;~~-t~-d.~:ha.:er-enir..r-,;rar.a~istaeú · ·~1 ;'ujne~o~ Es lo que vemos, por ~jemplo, en el caso del Hombre de las Ratas, cuando nos da--mos cuenta -rápido, pero no de inmediato, y Freud tampoco- de que al contar su historia obsesiva, la gran observación concerniente al tormento de las ratas, el sujeto intenta realizar aquí y ahora, y con Freud, esa especie de rela- ción ~~.~.!'2:~al ~~~.!;;~!a que es la sal de la historia. Freud percibe muy bien que se trata de algo que se traduce y se traiciona fisonórrú- camente en la cara rrúsma del S1J:jeto, y que ca- lifica del horror de un goce igrurrado. Resulta significativo en la historia del aná- lisis el momento en que fue posible evaluar, 34 lO SIMBúUCO, LO IMAGINARIO Y LO REAL p~.antear como tales, los elementos de la resis- rncia que sobreviene en la experiencia ana- lítica. ~~~~T.!>!!!!::!~2~~<~~,f~ :lll~~!~'!J'.~."\l;~~,!'Jlg.de una manera coheren- .., con el artículo de Reich, uno de los prime- ros artículos sobre el tema aparecidos en el bUzrnational ]oorna~ <;,\!c~SP)::mw! !J¡H;!¡¡ ~~ ~~.!Il!U<!'?Jkt;,l!l.!l.~-'<.!1,\í! ,el<lboraQp\! de la ...,_!.!';l,:l.!)l!!J.ti~a., .. g!l~.\l().,eso_tr_O_ q11e la teorí,a ll' sl.:x¡:h Alrededor de esa época, en - aparece 4Íill Es. Entonces empezamos a darnos cuenta, _ .. _., 1 , lilentro -siempre hay que mantenerlo- del re- 1 prro de la relación simbólica, de que ~':. m ~!-e !_51~~-~~~~-,~~siste~~~- ~~-<?~ ~~-s~ pie inercia opuesta al movimiento terapéuti- 'i o:>, como en fisícap<><iríadecirse que la~ iiiii:SÍSte toda ~'éeler":ción. ~lla_::t:'J:~<;:;,~L'::~2: '\ Mf!Ue se':'!!?,~~ ~?ms,,ci\,:c:?i?:i;r;i',ié¡'~ .....,_. L kmlar;t~,? ~ J~.f!¡~-t~-I~\!~Yg};J.~~\~J--~e~\. i ~~<;slel:Jeengai\~I~SMX!'.sp~qo, !Jgo,_np• ¡ 1 ~!Jea~ f'!W.Q realida<k.§~~ *en que en su lugar se realiza cierta imagen ; ' A -- '.A ,., ~ A - - : v---,.,_ • ,41i, ' -c¡el sujeto ~í~fa)li!~JI a A decir verdad, estos términos son solo aproximados. 35 JACQUES LACAN También en ese momento nace la noción de i~~~~Ai::-?J.Y es necesario agregar, y con razón, a la libido el término ikstrudo, por- que desde que su fin [ ... ] las funciones esen- ciales de estas_.~~laS,?,J}S!.~~~~?xa~as tal como aparecen en forma de resistencia, ~~,11~~-i.l.!!: o~.o. regiJ;,trQ.ligado n.a9_¡¡,_m~t!QS_qw:,;¡.Ja,,fup ci<_)r;t~P.~2J.?.i'!.9UJO_des.<;¡npejia,,~Jcx..o. No entraré hoy en la teoría del yo salvo pa- ra decirles que es necesario, en toda noción analítica coherente y organizada del yo, distin- guir absolutamente la función imaginaria del yo como unidad del sujeto alienado a sí mis- mo. E~ ¡o es es~ p¿lo SY:S: el sujetgJ;;Q~ ji!_usd,~ reconocerse zeri~~fO -alienándo_s¡. Solo pue- de, pues, encontrarse suprimiendo el álter ego del yo. Aquí se desarrolla la dimensión, muy distinta de la agresión, que en adelante se lla- mará l.~~:':l?{,<'~i~,~~'~; Ahora es preciso que retomemos el proble- ma en estos dos registros: cuestión de la pala- bra y cuestión de lo imaginario. Como les mostré de manera resumida, la -E;;t2_ab!:oa~~~~T-.!?5.f!a~:'m.-Ei!l'~L.S:§,e.Jl..~i2L<1<o . .RJI,;;;, 2~!'-cJ§q. A partir del momento en que se reali- zó, la mediación cambia a los dos partenaires 36 LO SIMBOLJCO, LO IMAGINARfO Y LO REAL presentes. Esto no tiene nada que no nos sea dado hasta en el registro semántico de ciertos grupos humanos. I.ean en este sentido el libro de Leenhardt, Do KarM. No es un libro que merezca todas las reco- mendaciones, pero es bastante elocuente y particularmente manejable. Resulta excelente como introducción para quienes necesitan ser introducidos. Verán que se produce en los ca- nacos algo muy particular en el plano semán- OCo, a saber, que el término «palabra» signifi~ ca algo que va mucho más lejos que lo que lla- mamos de este modo. Es asimismo una acción. Por otra parte, para nosotros también la paJa.l "'-~""""'~'··•\ hra dada es iguaimente una forma de acto. Pe- ' - ' ro es además a veces un objeto, es decir, algo J ..... '!""' se lleva, una gavilla. Es cualquier msa, lo : """' sea, pero, a partir de allí, existe algo que. ..---~ ~ • """' --"""'--"-'"' ">-.. -- '' '· -... -. ~; aues no eXIstia. ~,L¡j;.-"'_;;~,:_,--'l·'io. Conviene hacer también otra observación. lota palabra mediadora no es pura y simple- ~te mediadora en este plano elemental. l!ure dos hombres, ella permite trascender la ldación agresiva fundamental en el espejismo <lid semejante. E incluso debe ser otra cosa -distinta, porque si nos detenemos a pen- 37 )ACQUES LACAN . sar, se ve que no solo cons!!,tux~,\&ciD!:.~: ción, sino también la r¡;,~ .ti.!ÍJi.W,il,. or.-.~,_..,.,,.._,._.,._~""-"~ -- Esto es completamente evidente si conside- ran lo que se llama una estructura elemental, es decir, arcaica, ~_Ear~$<;!· No siempre son elementales las estructuras del parentes- co. Las nuestras, por ejemplo, son especial- mente complejas, pero, a decir verdad, estas no existirían sin el sistema de palabras que las expresan. Y el hecho es que las prohibiciones que regulan entre nosotros el intercambio hu- mano de las alianzas, en el sentido propio de la palabra, se reducen a un número excesiva- mente restringido. Por eso, tendemos a c<;>n- ... -.-...... ........,.,"""""""'a-~"''"'' ... ~~~-_,té~~,i~os .,<:~~o -~~~!,~;,.~~-~!~',;.,_h-!1~-'wSl- ~ c~~~c;!_~'~ ~2~-H~1':l~~J;_tp.es ___ r:~~J~. Esto es porque el sistema de relaciones de parentesco es extre- madamente reducido en sus límites y su cam- po. Pero se trata de símbolos. ""-'0""~"'~...,~ "'"""~"''-''" 'lt. Masserman escribió al respecto, en el Inter- national ]oumal of Psychoanalysis de 1944, un lindo artículo llamado «Language, behavior and dynamic psychiatry•. Uno de los ejem- plos que da muestra bastante bien la debili- dad del punto de vista conductista. Él cree re- solver el problema del simbolismo del lengua- 38 LO SIMBÓLICO, LO lMAGINARIO Y LO REAL je con el ejemplo del condicionamiento. Se habría provocado de manera regular la reac- ción de contracción de la pupila a la luz al mismo tiempo que se tocaba una campanilla. A continuación se suprime la excitación de la luz y la pupila se contrae cuando se agita la campanilla. Finalmente se obtendría la con- tracción de la pupila con la simple audición de la palabra contrae!. ¿Creen que se resuelve así la cuestión del lenguaje y la simbolización? Pero si, en lugar de contract, se hubiera dicho otra cosa, se habría obtenido exactamente el mismo resultado. No se trata del condicion<r miento de un fenómeno. ~~~7_,-!:t~};~l~,zl &;! __ en l?s-~íE;~~~S~;~..L~!~~~~!!~L,t~1~~~ l_ ·"'- c?E~L~is!~~~-~~-~~~ "'!~IJ~~!&lEllP~~t§i~-~-raa : de las significaciones de las relaciones inter- - w-<·•' •-,Y~-T,_:s,.~~·· ~--':O'. ·~-<, -~ '~ "-•J:.:. ,-,-:; . . -,·, '-- ~- ";~--- humanas como tales. -,_y .. _,J~--·""'''~---- ---'->7.',.__ El análisis recorta con mucha precisión eS< tas observaciones y nos muestra en detalle su al- cance y presencia. Este es, en efecto, el extremo de lo que acabo de decirles: toda relación ana- \ _ lizable, es decir, interpretable simbólicam:W.!li¡ ¡..-""' ~ insgi~ siempre en una relación qe tre:s:i -~ Ya lo habíamos visto en la estructura misma de la palabra: lo que se realiza libidinahnente ~ -~- -- ------ ---- 39 JACQUES LACAN entre tal y tal suje.t,o~ d.,m.andamedladón. De aquí el valor de ese hecho, afirmado por la doctrina y demostrado por la experiencia, de que finalmente~':'!~ interpreta -porque de esto se tr.ita-m~ que po_une<:!io_ <;le la realiza- ción edípíca. Esto significa que toda relación de dos está siempre más o menos marcada por el esúlo de lo imaginario. Para que una rela- ciónadquiera su valor símbólico;se necesita la mediación de un tercer personaje que realice respecto del sujeto el elemento trascendente, gracias a lo cual su relación con el objeto pue- de sostenerse a cierta distancia. r~ntre la relación imaginaria y la relación 1 simbólica existe toda la distancia que existe en ( la culpabilidad. Por eso, como muestra la ex- periencia, siempre se prefiere la culpabilidad @ ' J a la angusúa. -- -Sabemos por los progresos de la doctrina y la teoria de Freud que la angustia siempre es- ,~tá ligada a una pérdida, es decir, a una trans- \ formación del yo, es decir, a una relación de 1 dos a punto de desvanecerse, y a la que debe i..;<uceder otra cosa, que el sujeto no puede abordar sin cierto vértigo. Este es el registro y la naturaleza de la angustia. Desde que se in- 40 LO SIMBOUCO, LO IMAGINARIO Y LO REAL traduce el tercero, que entra en la relación narcisista, se abre la posibilidad de una me- diación real, esencialmente por medio del personaje que, en relación con el sujeto, re- presenta un personaje trascendente, en otras palabras, una imagen de dominio mediante la cual su deseo y su cumplimiento pueden rea- lizarse simbóHcamente. En ese momento in- terviene otro registro que es d de la ley o el de la culpabilidad, según el registro en que se lo viva. 3 Les parecerá que resumo un poco. Creo, sin embargo, que no los despisto demasiado, puesto que son también cosas que he repetido varias veces en nuestras reuniones. Aún me gustaría subrayar un punto impor- tante relativo al registro de lo simbólico. Desde que se trata de !Í~ -~¡~bÓiii:g como - . j eso en ~M!Ld sujeto_~_CQllJ...f>IQm.l'.!!": en una _ relación prop~en~~--hurnana, desde que se trata de un comprom!~ del sujeto expresa~ e~ el r:li!~~$Ll2Jl~~~"' ~~~;;! !.!":o~ .. t:._ay ,.S~t!!.Q¡!íe-~lg..q.,¡;m>J>~~.l.llj,_%11\· Es muy 41 JACQUES LACAN importante considerar el <;l<':'!'e'1~'?,l!~!!W'3lill, que plantea todo un registro de problemas que deben ser tratados paralelamente a la cuestión de la relación de lo simbólico y lo imaginario. La cuestión de Ir ~,nsti.tudón ,¡¡,mwrnL9.!':x,!JJl~~~pn.,i>.,l1~I?l%!1jl. es inseparable de la primera. Aunque no pueda esta tarde abordarla en toda su amplítud, por lo menos debo indicar que no cesamos de encontrarla en el análisis, y de la manera más concreta. Allí también, para comprenderla, conviene partir de una noción estructural, y si puede decirse así, existencial, de la significación del símbolo. Uno de los puntos aparentemente más esta- blecidos de la teoría analítica es el del automa- ~~....---- tismo, del P._ret(!I1dido automatismo de repeti- ción, cuyo primer ejemplo mostró tan bien Freud en Más allá del frrincipio de placer. Se ve có- mo se produce el primer dominio: el niño an11-~ la su juguete pÚr la desaparicióñ. F.sta repeti- ZiÓn primifu;;., esta (éséáíisión · terripi>tat hace """·· ~ ,,, ... ~~antegga la J!!ep.tidad </;\'J, o,bjeJ;e, ~~ S la pr5n&ia g;¡~_<¡q,..yy¡;psiil ... Aquí tene~J:l<?§.$1 alcance exacto, la signifi- cación del~~!i)n la medida en que este 42 LO SIMBÓLlCO, LO IMAGINARIO Y LO REAL ~"--r~al obj~to, es decir~~'!Jo 9.!;.'é~~<:llarna __ e_l_<:_oncepto; Ahora bien, encontramos aquí ilustrado algo que parece tan oscuro cuando se lo lee en Hegel, a saber, que el concepto es_ e!_!i.empq:.. Se necesitaría una conferencia de una hora para demostrar que el concepto es el tiempo. Curiosamente, el señor Hyppolite, en su traducción de La j131Ul11Um0wgta del espíri~ tu, se contentó con poner una nota diciendo que era uno de los puntos :más oscuros de la teoria de Hegel. Pero, gracias al ejemplo de ~~~pueden palpar esa cosa simple que consiste en decir que !!:!~~,j!bg~jet(),~ justa¡neme ese .j1~~.;};;u¡m(io,l-a nQ~f•tf. a!Jj,_ ~~-e~-:a;n._~~os:,~~,';;!,~~c}Í'i-< ~.¡!a,Tió ~~.J?..Y.s~;~~~~\',;.1.~;~~~:! ~'Y1~9c"'sJi~.~~a~~"!t!'r':':.~i~Wl!~\'1?fC$e,!,l¡: t~,~:,;~e,;'~.!:~!!'.';:'P~':. ~~~,<i!~P?~Í!=~?ué.Vol- vemos a encontrar la relación que hay entre el símbolo y el hecho de que todo lo que es hu- mano se conserva como tal. Cuanto más hu- mano es, más está preservado del aspecto inestable y deseo m pensador del proceso natu- ral. El hombre hace subsistir en cierta perma- nencia todo lo que ha durado como humano, y, ante todo, a sí mismo. 43 JACQUES LACAN Busquemos un ejemplo. Si hubiera queri- do tomar la cuestión del símbolo por otra punta, en lugar de partir del término, la pala- bra o la gavilla, habría partido del túmulo so- bre la tumba del jefe o sobre la tumba de cual- quiera. La especie humana se caracteriza justa- mente por rodear el cadáver con algo que constituya una sepultura, por mantener el he- cho de que algo ha durado. El túmulo o cual- quier otro siguo de sepultura merece muy exactamente el nombre de «~bolo»; es a1g? !l~¿nizan!~¿ Llamo «símbolo» a todo aque- llo cuya fenomenología he intentado mostrar. Si les señalo esto, evidentemente es por al- go. En efecto, la teoría de Freud debió abrirse camino basta la noción que ella misma desta- có de un instinto de muerte. Los que después acentuaron únicamente el elemento de resis.. tencia, es decir, el elemento de acción imagi- naria durante la experiencia analítica, anulan~ do más o menos la función simbólica del len- guaje, son los mismos para los que el instinto de muerf:~ es una noción sin razón de ser . . ~eali1~en el sentido literal de la palabra, devolver a derto~l!a image:n, habiendo in- cluido en ella~sllPuesto, como una fun- 44 LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL (jón esencial_tln signo particular de este real, devolver a lo real la expresión analítica, siem~ pre es correlativo -entre quienes la desarro- llan en este registro porque no tienen más que este registro- del aislamiento, hasta de la ex- clusión de lo que Freud ubicó bajo el rótulo del i¡:¡stin~()clemuerte y que llamó, aproxima- damente, aujoiiJaJismo de repetición. Reich nos proporciona un ejemplo caracte- ristico de esto. Para él, todo lo que el paciente cuenta es jlatus vocis, es la manera en que el instinto manifiesta su armadura. Punto que es significativo, muy importante, pero como un tiempo de la experiencia. En la medida en que se deja de lado toda la expetiencía en tan-=-} to que simbólica, se excluye el propio instintoJ de muerte. Por supuesto, este elemento de la muerte no solo se manifiesta en el plano del símbol<:¡, también se manifiesta en el regi;:_tro narcisista,_ Pero allí se trata de otra cosa. La muerte en el registro narcisista está mucho más cerca de es-- te elemento de nadificación final que se liga a todo tipo de desplazamiento, y del que se pue- de pensar, como ya indiqué, que es el origen, la fuente de la posibilidad de transacción sim- 45 JACQt:~S LACAN bólica de lo real. Pero es también algo que tie- ne mucha menos relación con el elemento du- ración, con la proyección temporal, con el fu- turo como término esencial al comportamien~ to simbólico corno tal. Como se darán cuenta, me veo forzado a avd!lzar un poco rápido. Hay mucho para de- cir sobre todo esto. El análisis de nociones tan diferentes como las que corresponden a los témrinos resistencia, resistencia de transferen- cia, transferencia como tal, la distinción entre lo que hay que llamar propian1ente transfe- rencia y lo que hay que dejar a la resistencia, todo esto puede bastante fácilmente inscribir- se en relación con las nociones fundamentales de lo simbólico y lo imaginario. Para terminar, simplemente me gustaría ilustrar mis palabras. Siempre hay que dar una breve ilustración de lo que se cuenta. Solo se trata de una aproximación respecto de ele- mentos de formalización que he desarrollado mucho más con los alumnos del Seminario, por ejemplo, en El Hombre de las Ratas. Se puede lograr formalizar completamente con la ayuda de elementoscomo los que les indica- ré. Esto les mostrará lo que quiero decir. 46 LO SIMBÓLICO, LO fMAG!NARIO Y LO REAL He aquí cómo un análisis podría, muy es- quemáticamente, inscribirse desde su comien- zo hasta su final: rS-rl- ii- iR-iS- sS- SI- SR- rR-rS, es dedr, realizar el símbolo. rS: es la posición de partida. El analista es un personaje simbólico, y en calidad de tal us- tedes vienen a buscarlo, en la medída en que él mismo es a la vez el símbolo de la omnipo- tencia, que él mismo ya es una autoridad, el amo. En esta perspectiva el sujeto lo busca y él se ubica en derta postura que es aproximada- mente la que sigue: Es usted quien tiene mi ver- dad. Esta postura es completamente ilusoria, pero es la postura típica. rl: después tenemos la realización de la imagen, es decir, la instauración más o menos narcisista en la que el sujeto se entrega a cier- ta conducta que es justamente analizada como resistencia. ¿Debido a qué? A cierta relación il, IMAGINACIÓN IMAGEN 47 JACQUES LACAN i/: es la captación de la imagen que es esencialmente constitutiva de toda realíza- dón imaginaria en la medida en que la consi- deramos como instíntual. Esta realización de la imagen hace que el picón hembra quede cautivado por los mismos colores que el pi- cón macho y que entren progresivamente en · cierta danza que los conduce ya saben dónde. ¿Qué es lo que la constituye en la experiencia analítica? Por ahora lo pongo en un círculo. Ver más adelante. Después de esto tenemos iR, donde I se transforma en R Esta es la fase de resisten- cía, de transferencia negativa. o incluso~ en última instancia, de delirio, que hay en el análisis. Algunos analistas tienden cada vez más a realizarla. El análisis es un delirio búm &r- ganizado es una fórmula que escuché de boca de uno de mis maestros; es parcial, pero no ine:x.acta. ¿Qué ocurre después? Sí la salida es buena, si el sujeto no tiene todas las disposiciones pa- ra ser psícótico, en cuyo caso permanece en el estadio iR, pasa a iS, la imaginación del símbo- lo. Él imagina el símbolo. Tenemos en el aná- lisis miles de <jemplos de la imaginación del 48 LO SBlBÓLlCO, LO !MAGINARIO Y LO REAL símbolo, por <;jemplo, el sueño. El sueño es una imagen simbolizada. Aquí interviene sS, que permite la inver- sión; es la simbolización de la h:nagen, en otras - - ~- palabras, lo que llamamos la 5nterpr~i<}_I1· Se la alcanza únicamente después del fum- queamiento de la fase imaginaria que engloba aproximadamente rl- ii- iR - iS. Comienza ~.@ucidaciQ.n del sí¡¡Joma pocla in- terpretación, sS- SL --··-·· ~' A continuación tenem~--~ que es, en su- ma, el extremo de toda salud. X o es, como se cree, adaptarse a un real más o menos bien de- finido o bien organizado, sino hacer ~!':" cer su propia realidad, en otras palabras, su prop!Od.:;e-;;.Cb;~ subrayé un montón de veces, es ~!'f.J>QL.liYs.s~lilejan tes, es decir, simbolizarlo .. ~~-·~···-~·-~----·- ·--· En ese momento¡ volvemos a encontrar rR, lo que nos permite llegar al final al rS, es de- cir, muy exactamente a aquello de lo que par· timos. No puede ser de otro modo, porque si el analista es humanamente válido, esto solo puede ser circular. Y un análisis puede com- prender V'"arias veces este ciclo. 49 JACQUES LACA~ ;~la parte propia del análisis, es lo que se '...__./ llama equivocadamente la comunicación de los inconscientes. E_l.._~!!!isr,. _<le_!><: ser __ capaz de. --.JiF comprender _eljuego 'll1ej!1e~ su_I!]J.je_~ Debe comprender que él mi•mo es el picón macho o hembra, según la danza que ejecuta su sujeto. El sS es la simbolización del símbolo que debe hacer el analista. No encuentra dificul- tad en ello, ya que él mismo es un símbolo. Es preferible que lo haga acabadamente, con cul- tura e inteligencia. Por eso, es preferible, ne- cesario, que el analista tenga una formación lo más completa posible en el orden cultural. Cuanto más sepan al respecto, más valor ten- drá. Es~,Jsolo_de_!>e_ intet.v.enir desp\lés del franqueamiento de cierta etapa. El sujeto forma síempre, más o menos, cíer- ta unidad, más o menos sucesíva. cuyo elemen- to esencial se constituye en la transferencia. Y el analista simboliza el sup<;!'.JI.Ó que es el sím- bolo de los símbolos. El>:_~_c::x6 e,-_ si.~l?.le mente una palabra que no dice nacla. Al ana- lista no le cÚesiá: preclsamen te nacla ~irnboli zarla. Esto es precisamente lo que hace. El rR es su trabajo, impropiamente designa- do con el término de la famosa neutralidad 50 '"' ··-=--~\ LO SIMBOUCO, LO tMAGINAR10 Y LO REAL benévola de la que se habla a diestra y sinies- tra, y que simplemente quiere decir que, para· un analista, todas las realidades son en suma --~~ >-~-~-~~-~--------~-~-----------·- -------~- equivalentes, rodas son realidades. Se parte de la idea de que todo Jo que es real es racional, --~---------- ------------ --~------ al revés. Y esto le debe conferir esa benevo- lencia contra la que se estrella la transferencia negativa, y que le permite conducir a buen puerto el análisis. Todo se dijo un poco rápidamente. Hubie- ra podido hablarles de muchas otras cosas. Pe- ro no era Inás que una introducción, un prefa~ cío a lo que intentaré tratar más completa y concretamente en el informe que espero pre- sentarles próximamente en Roma sobre el te- ma del lenguaje en el psicoanálisis. DISCUSIÓN El profesor Lagache agradece al conferen- ciante y abre la discusión. La señora Marcus- Biajan indica no haber comprendido algunas palabras, por ejemplo, «trascendente». Lo que el orador dijo sobre la angustia y la culpabili- dad le lúzo pensar en la agorafobia. 51 ' . . ,, .. ]ACQUES LACAN ]. L. -La angustia se liga a la relación nar- ~-~. --··--·-~~. ·-.. . ..... . dsista, que la señora Blajan ilustra de manera muy bonita con la _agodolim;,porque no hay ~ -~--" fenóm."'!lO más narcisista que este. Cada vez que comenté un caso en mi seminario, siem- pre mostré los diferentes tiempos de reacción del sujeto. Cada vez que se produce un fenó- meno en dos tiempos, en la obsesión por ejemplo, el primer tiempo es la angustia, y el s,eK';lnd.?:l~.C.~pal:>ilid:;¿:q·lle ;¡;~~;¡;g:¿··ál~ angustia en el registro de la culpabilidad . La palabra «trascendente» le resultó oscu- ra. No es sin embargo una palabra muy meta- física, ni tampoco metapsicológica Trataré de ílusrrarla. ¿Qué significa en la ocasión precisa en que yo la utilicé? En la relación con su semejante, en la rela---- -·~ -- - .- - -·-- "-' . ·--~"-"·-. ---~- dónde dos, en la relación narcisista, siempr~ hay para el sujeto algo que se desvanece. Él .- . -. - .. p siente es el otro, y el otro es éL Este suje- _.__, ___ --·- ~- . .,.---·---·--·· ~e--~""""':' to definido recíprocamt;nte es uno de · los tiempos esenciales de la constitución del suje- to humano. Es un tiempo donde él no puede subsistir~ aunque su estructura esté siempre a punto de aparecer, y muy precisamente en al- gunas estructuras neuróticas. Allí donde la 52 LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL imagen especular se aplica al máximo, el suje- to no es más que el reflejo de sí mismo. Por eso su necesidad de constituir un punto que constituye lo que es trascendente. Es justa- mente el otro como otro. Pueden darse miles de ejemplos. Retome- mos el de la fobia; el hecho de que a una an- gustia semejante corresponda, justamente, el hecho de subsistir en el partenaire humano al- go tan extraño, tan separado de la imagen hu- mana como lo es la imagen animal. Hay algo muy seguro entre todo lo que podamos pensar del origen histórico real del totemismo -que no es transparente pese a los trabajos que le fueron consagrados-, y es que está en todo ca- so ligado a la interpretación del canibalismo, es decir, que no se puede comer al otro. El mo- do de relación humana más primitivo es cier-tamente la absorción de la sustancia dél seme- jante. Se ve claramente entonces que la fun- ción del totemismo es hacer un sujeto trascen- dente al semejante. No creo que el doctor Ges- sain me contradiga. Volvemos a encontrar aquí uno de los pun- tos que más les interesan, la relación entre ni- ños y adultos. Para el niño, los adultos son tras- 53 JACQUES LACAN cendentes en la medida en que están iniciados. ! Lo más curioso es que los niños no son menos trascendentes para los adultos. Por un sistema de reflexión caracteristico de toda relación, el niño se vuelve para los adultos el sujeto de to- dos los misterios. Este es el fundamento de esa confusión de lenguas entre niños y adultos que debemos tener en cuenta cuando se trata de intervención sobre los niños. Habria otros ejemplos para dar, en particu- lar sobre lo que constituye la relación edípica de tipo sexual, que es algo del sujeto y que al mismo tiempo lo sobrepasa. Hay allí constitu- ción de una forma a cierta di~tancia. Serge Leclaml -Usted nos habló de lo sim- bólico, de lo imaginario, pero estaba lo real, de lo que no habló. J L -Sin embargo, un poco hablé. I,o real "· es la totalidad o el instante que se desvanece. / En la experiencia analítica, para el s';!ieto "!o ,....¡;,. s~empre el choque con~n_a~cos~ por ejem- plo, el silencio del analista. A través del diálogo analítico se produce al- go completamente sorprendente sobre lo que 54 LO SJMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL no pude insistir. Es un hecho de la experien- cia analítica que valdría, por sí solo, mucho más que una comunicación. Torno un ejemplo completamente concreto, el de los sueños, de los que no sé si ya dije que están compuestos corno un lenguaje. En el análisis, sirven de lengu<9e. Un sueflo en el medio o al final del análisis es una parte del diálogo con el analis- ta. Pues bien, ¿cómo es que estos sueños, y mu- chas otras cosas más, la manera en que el suje- to constiruye sus símbolos, lle1.'an la marca ab- solutamente sorprendente de la realidad del analista, a saber, de la persona del analista tal como está constituida en su ser? ¿Cómo es que a través de esta experiencia imaginaria y sim- bólica se desemboca en su última fuse en un conocimiento limitado, pero sorprendente, de la estructura del analista? Esto plantea por sí solo un problema que no pude abordar esta tarde. Gemges Mauco-Me pregunto si no hay que recordar los diferentes tipos de símbolos. J L. -El símbolo es primero un emblema. 55 JACQUES LACAN Georges Afauco-EI símbolo es lo vivido. Por ejemplo, la casa, primero experimentada por un símbolo, es a continuación elaborada co- lectivamente, disciplinada colectivamente. Re- cuerda siempre la palabra «Ca..'la». J L. -Déjeme decirle que no comparto en absoluto esa opinión. Jones elabora un breve catálogo de los símbolos que encontramos en las raíces de la experiencia analítica, que constituyen los síntomas, la relación edípica, etcétera, y demuestra que se trata siempre y esencialmente de temas afines a las relaciones de parentesco, a la autoridad del amo y a lo relativo a la vida y la muerte. Todo aquello de lo que se trata allí son evidentemente símbo- los. Son precisamente elementos que no tie- nen absolutamente nada que ver con la reali- dad. Un ser completamente enjaulado en la realidad, como el animal, no tiene ninguna idea al respecto. Se trata justamente de puntos donde el símbolo constituye la realidad humana, donde él crea esta dimensión humana sobre la que Freud insiste a cada paso cuando dice que el neurótico obsesivo siempre vive en el registro 56 LO StMBÓLICO, LO IMAGINARlO Y LO REAL de lo que implica el máximo de elementos de incertidumbre, la duración de la vida, la pater- nidad, etcétera. Nada de esto tiene evidencia sensible en la realidad humana. Está construi- do, y construido primitivamente, por ciertas relaciones simbólicas que después pueden confinnarse en la realidad. El padre es efecti- vamente el genitor. Pero ~s que ~'3'"'!.'-'"!" de fuente segura, el nombre del padre crea la ··---~-.~~·~·· --~--- ··-·-. ••'' ~-·· ·--- -----·-- fu.nciónjel]!adre. Creo entonces que el símbolo no es una ela- boración de la sensación, ni de la realidad. Lo que es propiamente simbólico -incluyendo los símbolos más primitivos- introduce en la reali- dad humana otta cosa, diferente, que constitu- ye todos los objetos primitivos de verdad. l,o notable es que los símbolos, los símbo- los simbolizantes, son todos de este registro. La creación de símbolos introduce una reali- dad nueva en la realidad animal. Gwtges }dauco - ... pero sublimada y ela- borada. Esto da la base dellengu'!ie ulterior. J L. -En eso estoy totalmente de acuerdo. Por ejemplo, para designar las relaciones, los 57 JACQUES LACAN lógicos mismos recurren naturalmente al tér- mino •parentesco». Es el primer modelo de una relación transitiva. Octave Mannoni -El pasaje de la angustia a la culpabilidad parece ligado a la situación analítica. La angustia puede conducir a la ver- güenza y no a la culpa. Cuando la angustia no evoca la idea del que castiga, sino de un aban- dono, aparece la vergüenza. La angustia pue- de asimismo no traducirse en culpabilidad, sí,. no en duda. Me parece que es porque el ana- lista está allí que la angustia se transforma en culpabilidad. J. L. -Completamente de acuerdo. Esa es una situación privilegiada en la experiencia analítica que hace que el analista detente la palabra, que juzgue, porque el analista se orienta enteramente en un sentido simbólico, porque el analista lo sustituyó por eso que fal- ta, porque el padre no ha sido más que un su--peryó, es decir, una lev si~,_en la me- dida en que esto es constitutivo de la neurosis, que la neurosis se define por la transferencia. Todas estas definiciones son equivalentes. 58 LO SIMBÓLJCO. LO !MAGINARIO Y LO REAL Hay, en efecto, infinitas apreciaciones de la reacción de la angustia, y no se excluye que al- gunas de estas reacciones aparezcan en el aná- lisis. Cada una merece ser analizada como tal. El problema de la duda está mucho más cerca de la constitución simbólica de la reali- dad, y es de alguna manera previo. Si hay una posición que se pueda calilicar esencialmente, en el sentido en que lo entien- do. de subjetiva, es decir, que es ella la que constituye tuda la situación, es esta. ¿Cuándo y cómo se realiza? Esto merece un desarrollo aparte. Wladimír Granoff plantEa una pregunta sobre el fetichismo. J L. -En efecto, no retomé el fetichismo. El fetiche es una transposición de lo imagina- rio. Se vuelve un símbolo. Pregunta del doctor Pidttux. J L. -El símbolo interviene en el menor acting-out. 59 }ACQUES L.ACAN Didíer Anzieu -Al elaborar la teoría clíni- ca, Freud tomó modelos de las teorías de su época, Me gustaría saber sí estos modelos per- tenecen al registro del símbolo o al de lo ima- ginario, y qué origen darles. En cuanto al co- mienzo del esquema que usted propone hoy, ¿se trata de un cambio de modelo para pensar los datos clínicos adaptado a la evolución cul- rural, o de algo distinto? J L. --Se adapta más a la naturaleza de las cosas, si consideramos que todo aquello de lo que se trata en el análisis es del orden del len- guaje, es decir, a fin de cuentas, de una lógica. Eso es lo que justifica esta formalización, que interviene como una hipótesis. En cuanto a lo que usted dice de Freud, no estoy de acuerdo con que, sobre el tema de la transferencia, él haya tomado modelos atomís- ticos, asociacionistas, hasta mecanicistas, del estilo de su época. Me sorprende la audacia con la que en el registro de la transferencia ad- mitió no repudiar el amor, pura y simplemen- te. Él no considera en absoluto que esto sea una imposibilidad, un atolladero, algo que sa- le de los límites. Vio muy bienque la transfe-....._______ LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL ~es la realización misma de la relación humana en su forma más elevada, la realiza- ción del símbolo, que está al comienzo y tam- bién al final de todo esto. En el comienzo y el final siempre está la transferencia. Al comienzo, en potencia, dado que el sujeto viene, la transferencia está allí, lis- tapara constituirse. Está allí desde el comienzo. Que Freud haya introducido en ella el amor es algo que debe mostrarnos hasta qué punto daba a las relaciones simbólicas su al- cance en el plano humano. En efecto, si debe- mos otorgarle un sentido a esa cosa límite de la que apenas se puede hablar que es el amor, es este: la conjunción total de la realidad y el símbolo, que hacen una misma y única cosa. Franfoise Dolto -Dices realidad y símbolo. ¿Qué entiendes por realidad? J L. -Un ejemplo. La encarnación del amor es el don del hijo, que, para un ser hu- mano, tiene ese valor de algo más real. Fran(oise Dolto -Cuando nace el niño, él es simbólico del don. Pero también puede haber 61 JACQUES LACAN don sin niño. Puede, pues, haber palabra sin lenguaje. J L. -Justamente, siempre estoy presto a decirlo, el símbolo supera la palabra. Fran¡;oise Dolto --Siempre arribamos a: ¿qué es lo real? Y escapamos a ello todo el tiempo. Y hay también otra manera de aprehender la realidad psicoanalítica, que para mi psicología resulta muy extrema. Pero tú eres un maestro tan extraordinario que uno puede seguirte aun cuando solo comprenda después. La aprehensión sensorial es un registro de la realídad y tiene cimientos que me parecen más seguros, previos al lenguaje. Si no hay imagen del cuerpo propio, todo pasa para el adulto por la expresión verbal de lo imagina- rio. Desde que el otro tiene orejas, no se pue- de hablar. J L. -¿Piensas mucho tú en el hecho de que el otro tiene orejas? F'ran¡;oise Dolto -No yo, los niños. Si hablo, es porque sé que hay orejas. No hablaría de es- 62 lO SIMBÓLICO, 1.0 IMAGINARIO Y LO REAL to antes de la edad edípica. Se habla incluso si no hay orejas. Pero después de la edad edípi- ca, no se puede hablar si no hay orejas. J L. -¿Qué quieres decir? Fran;oise Dolto -Para hablar, es preciso que haya boca y orejas. Entonces queda una boca. J. L. -Es lo imaginario. Fran;oise DoUo -Ayer tuve un ejemplo de esto con un niño mudo que dibujaba ojos sin orejas. Como él es mudo, le dije: No sorprende que ese no pueda h.ablar, puesto que no tiene boca. Intentó con un lápiz poner una boca. Pero se la puso al niño en un lugar que cortaba el cue- llo. Él perderla la cabeza si hablaba, perdería la inteligencia, perderla la noción de un cuer- po vertical. Para hablar, se necesita la certeza de que hay una boca y de que hay orejas. J. L -5í, no veo inconveniente. Pero los hechos muy interesantes que tú destacas están del todo ligados a algo completamente dejado de lado, la constitución de la imagen del cuer- 63 }ACQUES tACAN po en tanto que Urlii/4 del yo, con ese filo am- biguo, el cuerpo despedazado. No veo a dón- de quieres llegar. Franfoise Dolto -El lenguaje no es más que rma de las imágenes, no es más que una de las manifestaciones del a<.i:o de amor, una de las ma- nifestaciones donde el ser, en el acto de amor. está despedazado. No estamos completos, puesto que necesitamos completarnos cuan- do necesitamos la palabra. Él no sabe lo que ':"- dice, es el otro, si lo escucha. Lo que pasa por el lenguaje puede pasar por muchos otros medios. Octave M.annani -V na observación. Los di- bt!jOS no son imágenes, sino objetos. El pro- blema es saber si la imagen es símbolo o reali- dad, lo que es extremadamente difícil. J L. -Uno de los modos más accesibles pa- ra abordar, por lo menos en la fenomenología de la intención, lo imaginario, es todo lo que es reproducción artificial. 64 Introducción a los Nombres del Padre N o tengo la intención de llevar a cabo nin- gún ejercicio que produzca un inesperado efecto teatral. No esperaré el final de este se- minario para decirles que este es el último semi- nario que daré. Por otra parte, para algunos, iniciados en las cosas que pasan, esto no será una sorpresa. Hago esta declaración para los otros, en consi- deración a su presencia. Pido que se guarde un silencio absoluto du- rante esta sesión. Hasta anoche, muy tarde, cuando se me anunció cierta novedad, creí que les daria este año lo que les vengo dando desde hace diez. Mi seminario de hoy estaba preparado con el mismo cuidado que le dedico siempre, cada semana. No creo poder hacer nada mejor que 67 JACQUES LACAN dárselos tal cual, disculpándome por que no deba tener continuación. 1 Anuncié que este año hablaría de los Nom- bres del Padre. No me ;-erá posible hacerles entender du- rante esta primera exposición el porqué de es- te plural. Por lo menos, verán el inicio de lo que pensaba ofrecer como desarrollo de una noción que empecé a esbozar desde el tercer año de mí Seminario, cuando traté el caso Schreber y la función del Nombre del Padre. Puesto que hoy se decidió que me detenga aquí, seré quizá más cuidadoso que nunca al puntualizarles en mi enseñanza pasada las in- dicaciones en las que ustedes habrían podido fundar los lineamientos del Seminario de este año. Este año pretendía enlazar para ustedes los seminarios de los días 15, 22 y 29 de enero y 5 de febrero de 1958, que se refieren a lo que llamé~ metafora.pater~, mis seminarios del 20 de diaeñíbre-de1§61 y los gue siguen, re- feridos a la función del nombre propio, los se- minarios de mayo de 1960 que se refieren a lo 68 1:-.;TRODUCCIÓN A LOS };{):\{SRES DEL PADRE concerniente al,drama del padre en la trilogía claudeliana, finalmente el seminario del 20 de diciembre de 1961, seguido por los seminarios de enero de 1962 referidos al nombre propio, Que remita a mis seminarios pasados a aquellos que querrán intentar ver en qué di- rección pretendía seguir mi discurso les mues- traque hay una dirección ya muy avanzada en su estructuración que me habría permitido dar este año el siguiente paso. Este paso siguiente se enlaza con mi Semi- nario sobre la angustia. Por eso tenía la inten- ción -y mantendré mi palabra- de mostrarles por qué había que dibujar el relieve que ofre- ció mi enseñanza el año pasado. Durante ese Seminario, destaqué fórmulas como esta: la angustia es un afecto d,e/. sujeto. N o -·.-- -- .... .. . . expuse esta fórmula sin ordenarla con las fun- ciones que largamente asenté en la estructura, especialmente la del sujeto, definido como el sujeto que habla, que se funda y determina en - '' . . . . .. un efecto -del significante. ¿En qué tiempo, si es que puedo decir "tiempo» (admitan que este término infernal solo se refiere por ahora al nivel sincrónico), en qué tiempo este sujeto se ve afectado por la 69 JACQUES LACAN angustia? En la angustia, como les dije,_~~~~ to se ve afectado por el deseo d"l ()tro<: d (A), acá en el pizarrón. Se ve afectado de una ma- nera inmediata, no dialectizable. Por eso, la angustia es lo que no engaña en el afecto del sujeto. En este lo que no engaña, se anuncia en qué nivel radical, más radical que todo lo que se derivó del discurso de Freud, se inscribe la función de señal de la angustia. No hay mane- ra de si ruar esta función de señal si no es en es- te nivel. Esta marcación se ajusta a las prime- ras formulaciones que Freud dio de la angus- tia, transformación directa de la libido y otras, que solo siguen siendo comprensibles si se las plantea de este modo. Freud mismo lo perci- bió lo suficiente como para mantenerlas des- pués de Inhillici6n, síntoma y angustia. Por otra parte, me he opuesto a la tradi- ciqn psicologizante que distingue el miedo de la ~;}gustia por-sus correlatos, especialmente sus correlatosde realidad, y las maniobras que esta induce. Aquí he cambiado las cosas al de-__ ~...___ ___ _ cir de la angustia qu<(!l[a no ~s_s_!r¡ ~!jeto.\ ¿Qué es el objeto a, cuyas formas funda- mentales vieron que esbocé tanto como pude? 70 l~TRODt:CCH)N A LOS NO~i:BRES DEL PADRE r--~ -- - - - ' "; El objeto a es: lo que ha caído del sujeto en la:\ \,angusuá, es el mismo objeto que designaba co-: mo la causa del deseo. La angustia que no engaña es reemplazada para el sujeto por lo que debe operarse por medio de ese objeto a. A esto se .subm.ditH\ la . f~clón del acto. Si bien el desaiTollo de esta función estaba reservado para el futuro, les aseguro que no se lo perderán del todo, ya que a partir de ahora lo referiré por escrito en un líbro que prometí para dentro de seis meses. El año pasado me limité a la función de a minúscul"'en el fantasma., ·donde a.:::~e _""_ función de sostener el deseo, en la medida en ··--~---~·-· ~- que el deseo es Jo más intensivo que puede al- cam.ar el sujeto a nivel de la conciencia en su realización de sujeto. Por esta cadena se afir- man una vez más las dependencias del deseo respecto del deseo del Otro. En el momento de d'-'jarlos, me veo tentado de recordarles el carácter radic.al, completa- mente reestrucmrante, de las concepciones que les ofrezco tanto del sujeto como del objeto. Desde hace mucho tiempo estamos aleja- dos, por supuesto, de toda concepción que ha- ría del sujeto una pura función de la inteligen- 71 JACQlJES LAC • .\N cía en correlación con lo inteligible, tal como el naus antiguo. Aquí la angustia ya se muestra crucial. No es que la agonía no esté en Aristó- teles, pero para la tradición antigua solo po- dría tratarse de un pathos local que se apacigua en la impasibilidad del Todo. Y queda algo de la concepción antigua hasta en lo que parece lo más alejado de ella, el pensamiento positi- vista, en el que se funda y vive aún hoy la cíen- cía llamada psicológica. Seguramente hay algo fundado en la co- rrespondencia de la inteligencia con lo inte- ligible. La psicología nos muestra -y no sin razón- que la inteligencia humana no se dis- tingue en su fundamento de la inteligencia animal. De este inteligible, supuesto en lo da- do y en los hechos, es posible deducir el pro- gteso de la inteligencia o su adaptación du- rante la evolución, hasta imaginar formal- mente que este progreso se reproduce en ca- da individuo. Todo está allí, excepto que hay una hipótesis que ni siquiera percibe el pen- samiento positivista: justamente, que el he- cho sea inteligible. En la perspectiva positivista, la inteligencia no es más que un afecto entre otros y se fun- 72 INTRODUCCIÓN A LOS NOMBRES DEL PADRE da en la hipótesis de la inteligibilidad. Eso jus- tifica esa psicología de cebadores de cartas que puede desarrollarse en los lugares apa- rentemente más independientes, desde la cumbre de las cátedras universitarias. Inversa- mente, el afecto no es entonces más que inte~ ligenda oscura. Escapa a quien recibe esta enseñanza el efecto de oscurantismo que sufre.· Sabemos dónde desemboca este efecto: en los proyec- tos cada vez más intencionales de una tecncr cracia, en el examen psicológico de los sujetos que buscan empleo, en la entrada en los mar- cos de la sociedad existente, con la cabeza ga- cha bajo el patrón del psicólogo. Digo que el sentido del descubrimiento de Freud está respecto de esto en una oposición radical. Para hacérselos notar, Jos primeros pasos de mi enseñanza avanzaron por el sendero de la dialéctica hegeliana, lo que constituía un.a etapa necesaria para abrir una brecha en el mundo de la positividad. Cuando se examina la dialéctica hegelia- na, se la reduce en el fondo a raíces lógicas, corno mostró el propio Hegel, y precisamen- 73 JACQUES LACAN te al déficit intrínseco de la lógica de la predi- cación; a saber: lo universal, si se lo examina bien -y esto no escapó al logicismo contem- poráneo-, solo se funda en la agregación, mientras que lo particular, único que encuen- tra allí la existencia, aparece como contingen- te. Toda la dialéctica hegeliana apunta a col- mar esta falla y mostrar en una prodigiosa transmutación cómo lo universal puede lle- gar a particularizarse por el camino de la es- cansión de la Aujhebung. Sin embargo, sea cual fuere el prestigio de la dialéctica hegeliana (sean cuales fueren sus efectos, que entraron en el mundo v1:a Marx completando así lo que Hegel significaba, a saber, la subversión de un orden político y so- cial fundado en la Ecclesia, la Iglesia), sea cual fuere su éxito, sea cual fuere el valor de lo que sostiene en las incidencias políticas de su rea- lización, la dialéctica hegeliana es falsa. La contradicen tanto el testimonio de las cien- cias de la naturaleza como el progreso históri- co de la ciencia fundamental, a saber, las ma- temáticas. Como percibió inmediatamente el contem- poráneo al desarrollo del sistema de Hegel 74 INTRODUCCIÓN A LOS NOMBRES DEL PADRE -que era entonces el Sistema a secas-, como percibió, proclamó, indicó Kierkegaard, la an- gustia es el signo o el testimonio de una hian- cia existencial. Yo presento el testimonio de que la doctrina freudiana ofrece su esclareci- miento. La estructura de la relación de la angustia con el deseo, la doble hiancia del sujeto con el objeto que cae de él-donde, más allá de la an- .. · ., gustia, de~e encontrar. __ su_ jnstrumento--, la función inicial de este objeto perdido en el que insiste Freud, ahí está la falla que no nos permite tratar el deseo en la inmanencia lógi- ca de la mera violencia como dimensión para forzar los atolladeros de la lógica. Freud nos conduce al corazón de eso en lo que se funda lo que era para él la ilusión. Él lo llamaba, según la modalidad de su época -que es la de una coartada-, la religión. En lo que a mi respecta, yo lo llamo la Iglesia. Freud avanza con las luces de la razón so- bre ese mismo campo donde, contra la revolu- ción hegeliana, la Iglesia se mantiene intacta y con todo el brillo que le pueden ver. En el fundamento mismo de la tradición eclesiástica él nos permite trazar la bifurca- 75 JACQUES LACAN dón de un camino que va más allá, infinita- mente más profundo, más estructural, que el límite que planteó con el mito del asesinato del padre. Y sobre este terreno movedízo, tan escabro- so, queria avanzar este año, sin dejar de jactar- me de tener en mí auditorio orejas dignas de escucharlo -me refiero a los representantes del orden eclesiástico-. En lo que respecta al padre, desde su Padre hasta los Padres de la Iglesia, déjenme que les diga que no los encontré suficientes. Algunos saben que practico desde la puber- tad la lectura de San Agustín. Sin embargo, co- nocí tarde, recién hace aproximadamente diez años, De trinítat.e, texto que revisé estos días sin poder más que sorprenderme de cuán poco dice Agustín sobre el Padre. Nos habló, por supuesto, del Hijo y ¡cuánto! del Espíritu Santo, pero se tiene -no diré la ilusión- el sen- timiento de cierta fuga que se produce bajo su pluma, por una especie de aut6maton, cuando se trata del Padre. Agustin es, sin embargo, un espíritu tan lú- cido que reencontré con alegria su protestara- dical contra toda atribución a Dios del térmi- 76 :~TRODUCCIÓN A LOS NOMBRE$ DEL PADRE no causa su.i. Este concepto es, en efect01 total- mente absurdo, pero su absurdidad solo pu~~ de demostrarse a partir del relieve de lo que puntué ante ustedes, a saber, que solo hay cau- sa después de la emergencia del deseo, y que la causa del deseo no podría considerarse de ninguna manera un equivalente de la concep- ción antinómica de la causa de sí. El propio Agustín, que puede formular es- oo contra toda piedad intelectual, cede sin embargo hasta tal punto que traduce: Ehyeh acher
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