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NEUROCIRUGÍA Lesiones del sistema nervioso Tomo II NEUROCIRUGÍA Lesiones del sistema nervioso Tomo II La Habana, 2014 NEUROCIRUGÍA Lesiones del sistema nervioso Tomo II Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez Ramiro Pereira Riverón† Edición: Nancy Cheping Sánchez Diseño: D.I. Meylin Sisniega Lorigados Ilustraciones: Luis Bestard, Eduardo, Yisleydi Real Llufrío Composición: María Pacheco Gola © Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez, Ramiro Pereira Riverón†, 2012 © Sobre la presente edición: Editorial Ciencias Médicas, 2014 ISBN 978-959-212-938-2 Obra completa ISBN 978-959-212-944-3 Tomo II Editorial Ciencias Médicas Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas Calle 23, No. 654, entre D y E, El Vedado, La Habana, Cuba Correo electrónico: ecimed@infomed.sld.cu Teléfono: 836 1893 Catalogación Editorial Ciencias Médicas Neurocirugía. Lesiones del sistema nervioso / Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez… [et al]. La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2014. 2 t. il., tab. (Neurocirugía). - 1. Neurocirugia 2. Traumatismos Craneocerebrales 3. Traumatismos de la Médula Espinal 4. Lesiones del Sistema Vascular 5. Neoplasias Encefálicas 6. Trastornos Cerebrovasculares /cirugía 7. Trastornos Cerebrovasculares /diagnóstico WL 368 AUTORES PRINCIPAUTORES PRINCIPAUTORES PRINCIPAUTORES PRINCIPAUTORES PRINCIPALESALESALESALESALES Dr. Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez Doctor en Ciencias Médicas. Máster en Neurocirugía y Enfermedades cerebro-vasculares. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Auxiliar. Investigador Agregado. Jefe del Grupo Nacional de Neurocirugía Dr. Ramiro Pereira Riverón† Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Titular y Consultante AUTORESAUTORESAUTORESAUTORESAUTORES Dr. Ricardo Hodelín Tablada Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Asistente Dr. Luis Alonso Fernández Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Asistente Dr. Enrique de Jongh Cobo Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Auxiliar Dra. Silvia Noema Salva Camaño Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesora Auxiliar. Diplomada en Pedagogía en Educación Médica Superior Dr. Omar López Arbolay Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Auxiliar Dr. Justo González González Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Instructor. Máster en Neurociencias Dr. José Jordán González Especialista de II Grado en Imagenología. Profesor Auxiliar Dr. José Antonio Prince López Especialista de I Grado en Neurocirugía. Dra. Susana Adriana Fernández Benítez Especialista de II Grado en Neurocirugía. Instructora Dr. Esteban Roig Fabré Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor Auxiliar Dr. Armando Felipe Morán Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesor e Investiga- dor Titular Dra. Tania Leyva Mastrapa Especialista de II Grado en Neurocirugía. Profesora Agregada PRÓLOGOPRÓLOGOPRÓLOGOPRÓLOGOPRÓLOGO Antes del Triunfo de la Revolución, 1ro. de enero de 1959, Cuba contaba con menos de 10 neurocirujanos de reconocido prestigio, todos residían en la capital. De ellos, casi nada quedó escrito del acervo científico de esa época para las generaciones médicas futuras. Entre los médicos de diferentes países que acudieron para brindar ayuda solidaria se halla el reconocido neurocirujano –profesor Liubomir Kostadinov Karagiosov– procedente de Bulgaria, quien aportó sus conocimientos acerca de la práctica operatoria del sistema nervioso central y periférico en 2 libros publicados en La Habana. Invitado de honor al V Congreso Cubano de Neurocirugía en 1997, en reunión fraternal con sus más cercanos amigos y colaboradores, Karagiosov propuso que bajo su dirección se escribiera un libro de Neurocirugía. Aprovechó la ocasión y distribuyó entre los allí presentes los diferentes temas, de esta manera se hicieron votos para cumplir con tan noble propósito. Desafortunadamente, por diversas razones no se logró el proyecto. Transcurrieron algunos años y ahora, en la segunda década del siglo XXI, se publica por primera vez en Cuba un libro multitemático de neurocirugía: Neurocirugía. Lesiones del sistema nervioso, con la autoría principal de los profesores Francisco Goyenechea Gutiérrez y Ramiro Pereira Riverón† (este último lamentablemente fallecido), así como 12 autores más. Esta obra, escrita con rigor científico y al mismo tiempo con expresión clara y amena, consta de 41 capítulos distribuidos en 9 partes, trata diversos temas de las enfermedades neurológicas que con mayor frecuencia requieren tratamiento operatorio por el neurocirujano. En los temas donde existen opiniones controvertidas sobre decisiones relacionadas con las demás literaturas médicas, estos 2 autores principales respetaron los criterios de los demás autores, por lo que tal decisión no mengua la unidad de la obra. Aunque el libro se concibió para residentes en Neurocirugía, también es útil para los residentes en Neurología, Neurofisiología, cirujanos ortopédicos, médicos del nivel prima- rio de atención y otros interesados en las neurociencias. Se debe recordar también, que no solo a los neurocirujanos más jóvenes, sino a los que poseen más experiencia, en ocasiones sorprende de manera grata en una lectura archiconocida un conocimiento des- conocido, lo cual genera en el lector un agradecimiento hacia los autores del tema. Si esta obra, con otras monografías de temas en neurocirugía ya publicadas en Cuba, se convierte en estímulo para que los jóvenes especialistas den a conocer sus experiencias, bienvenida sea, pues las próximas generaciones de neurocirujanos cubanos sentirán pa- triótico orgullo de sus antecesores. Dr. Cs. José Hernán Salas Rubio Profesor Consultante de Neurocirugía PREFPREFPREFPREFPREFACIOACIOACIOACIOACIO Obligados por las circunstancias de la vida se hace necesario dedicar esta sección a uno de los autores principales: el profesor Ramiro Pereira Riverón, quien falleció como causa de una penosa enfermedad sin ver materializada esta obra, a la que dedicó tanto empeño y gran parte de su precioso tiempo. Durante muchos años, posiblemente alrededor de un decenio, estuvimos enfrascados en la realización de este proyecto; diversas dificultades, desde el punto de vista material y eco- nómico imposibilitaron su ejecución, cuando finalmente se consigue, acude una grave en- fermedad para "llevarse" a un hombre ejemplo de estos tiempo, desde una óptica científi- ca, social y humana. Su labor fue destacada en todos los ámbitos, como correspondía a su generación y forma- ción, sentía gran predilección por la docencia como queda demostrado en varios capítulos de este libro, tan útiles para los que se inician en esta especialidad. Esta obra constituía, según él, el pago obligatorio que teníamos los miembros de nuestra generación con la especialidad, nuestros profesores tuvieron que dedicar muchas horas a la formación de neurocirujanos después del Triunfo de la Revolución, ya que solo quedaron 5 especialistas en Cuba, por la gran carga de trabajo y quizás por un poco de falta de costumbre para escribir el quehacer diario; no existía en Cuba un texto donde estuvieran plasmadas las experiencias fundamentales aplicadas a nuestro medio, en ocasiones se comentaba con respeto y afecto que esta obra era el pago de la deuda que nuestros abnegados maestros nos dejaron. A partir de la discusión de esta idea inicial, surgieron las raíces de este material, al inicio de unos pocos, con el paso del tiempo, nos dimos a la tarea de invitar a participar a un grupo importante de colegas contemporáneos y de generaciones más recientes, con los que respondieron se confeccionó el trabajo, hubiéramos querido que fueran muchos más. Desde el punto de vista material no todo fue "colorde rosa", la primera versión fue prepa- rada a principio del año 2000, no había condiciones materiales para su elaboración, un segundo intento se hizo más tarde, se realizó incluso el trabajo editorial, pero igualmente fue fallido, hasta que por último se pudo realizar el trabajo actual a finales del año 2009 y que cristaliza ahora en el 2014 por las dificultades materiales que nos impone el bloqueo a que está sometida Cuba. Los hombres no mueren cuando dejan una obra y un ejemplo, por esto la presente publicación constituye un sentido homenaje, a este hombre de los tiempos actuales. Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN Problemas como: traumatismos craneoencefálicos y raquimedulares, tumores encefálicos, hidrocefalia, hemorragias cerebrales no traumáticas y subaracnoideas de causa aneurismática, dolores lumbares causados por hernias de disco o estenosis del canal, malformaciones congénitas y otros temas relacionados con el sistema nervioso, son asunto de interés para muchos médicos y estudiantes de medicina. Esto motivó a escri- bir un compendio para el estudio de esas lesiones frecuentes del sistema nervioso en adultos y niños, que en ocasiones necesitan tratamiento quirúrgico; padecimientos neurológicos, que a veces constituyen un obstáculo en el camino del diagnóstico y la decisión de conductas para muchos médicos generales y pediatras. Un libro sencillo para el estudio del diagnóstico y tratamiento de dichas lesiones; estruc- turado en forma que sea útil a los médicos del nivel primario de atención de salud, con el objetivo de lograr un diagnóstico presuntivo, aplicar los tratamientos clínicos y definir el criterio de remisión de los que necesitan tratamiento quirúrgico. También debe ser ma- terial de consulta para los especialistas jóvenes y residentes de las especialidades vincu- ladas al oficio de su tratamiento quirúrgico, como neurocirujanos y ortopédicos (a estos últimos en aspectos relacionados con la columna vertebral). Ayudar a cruzar un puente no solo necesario, sino imprescindible, entre los médicos que atienden la atención primaria de esos pacientes y los del nivel hospitalario, que al recibir- los de sus colegas, tendrán la misión de completar los diagnósticos positivos y los trata- mientos. Constituye un material que, sin ambiciones de tratado, sirva de revisión de las técnicas avanzadas en los tratamientos, derivadas de recientes estudios fundamentales y clínicos internacionales, esencialmente, de la experiencia personal de los autores, pero además ofrezca opciones alternativas eficientes para ser aplicadas en hospitales o regiones con menos recursos. Se señalan diferentes enfoques, aunque no se entra en detalles, acerca de algunos crite- rios de tratamientos que son controvertidos, lo cual demuestra que aún no existen sobre ellos conclusiones demostradas desde el punto de vista clínico y requiere esperar a que la verdad surja entre los intentos. Como en todas las cuestiones de la vida, verdades son solo las que el tiempo valora, por tanto, los autores principales no necesariamente coin- ciden con la totalidad de lo escrito por los autores de capítulos. Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez Ramiro Pereira Riverón† La Habana, diciembre del 2009 CONTENIDOCONTENIDOCONTENIDOCONTENIDOCONTENIDO PARTE V. LESIONES INFLAMATORIAS/ 293 Capítulo 22. Abscesos cerebrales/ 293 Capítulo 23. Algunos aspectos de cisticercosis/ 305 PARTE VI. HIDROCEFALIAS/ 322 Capítulo 24. Hidrocefalia en niños/ 322 Capítulo 25. Hidrocefalia en el adulto/ 360 PARTE VII. AFECCIONES CONGÉNITAS / 378 Capítulo 26. Médula fija/ 378 Capítulo 27. Espina bífida/ 394 Capítulo 28 . Síndrome de Dandy Walker/ 402 Capítulo 29. Craneosinostosis/ 410 Capítulo 30. Quistes aracnoideos intracraneales/ 422 PARTE VIII. LESIONES DEGENERATIVAS/ 433 Capítulo 31. Hernias de disco y lumbociatalgias / 433 Capítulo 32. Lesiones discovertebrales cervicales/ 455 Capítulo 33. Estenosis adquirida del canal lumbra/ 479 PARTE IX. MISCELÁNEAS/ 503 Capítulo 34/. Epilepsia refractaria 503 Capítulo 35. Lesiones del clivus y la unión craneoespinal/ 521 Capítulo 36. Cordomas vertebrales/ 552 Capítulo 37. Fístula de líquido cefaloraquídeo. Conducta que se debe seguir/ 560 Capítulo 38. Neuralgia del trigémino/ 569 Capítulo 39. Estado vegetativo persistente/ 579 Capítulo 40. Muerte encefálica/ 591 Capítulo 41. Neurocirugía en situaciones de desastres/ 596 Glosario de siglas/ 599 Abscesos cerebrales 293 ABSCESOS CEREBRALES Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez Al revisar la literatura acerca de la enfermedad in- fecciosa que afecta al SNC, es habitual encontrar un tema que, como regla, se denomina abscesos cerebrales; sin embargo, cuando se profundiza la lectura se adquiere conciencia que se abordan, bajo este título, todas las co- lecciones supuradas intracraneales (CSI) de cualquier lo- calización, ya sea dentro del parénquima cerebral, el ver- dadero absceso cerebral o los ubicados por encima o debajo de la duramadre, por lo que se sugiere denominar a este conjunto de afecciones como CSI, lo cual ofrece un amplio margen a la hora de tratar el tema, aunque la mayor frecuencia de la enfermedad intracerebral acapa- re la atención (Fig. 22.1). Fig. 22.1. Imagen anatomopatológica de absceso corticosubcortical. Las CSI constituyen una entidad de gran importancia para el neurocirujano y el médico, ya que un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado determinan su buen pronóstico; sin embargo, lo contrario es catastrófico des- de el punto de vista de la mortalidad y la morbilidad, so- bre todo este último aspecto en el niño, quien presenta un cerebro en desarrollo y una infección puede tener efec- tos deletéreos importantes. Historia Hipócrates, 460 años a.n.e., reportó un paciente con cuadro de otorrea asociado a síntomas cerebrales, y afirmó...“Tenemos que prestar atención al dolor agudo de oído, acompañado por fiebre, porque el enfermo pue- de caer en delirio y morir en corto tiempo…”; también señalaba que si existía otorrea, el pronóstico era mejor y para él, la otitis no era el proceso primario. En el siglo XVI se publicó el primer drenaje exitoso de un absceso no traumático, por el cirujano francés Morand. En 1699, De La Peyronie trató con buenos resultados un enfermo con empiema subdural, lo que reportó 10 años después. En el siglo XIX se incrementaron los informes referi- dos a las CSI. Farré, en 1814, habló por primera vez de la asociación de los abscesos cerebrales y las cardiopatías congénitas cianóticas; Roux, en 1821, citó 2 casos trata- dos con éxito; Dupuytrern (1823) y Delmoid (1850) re- portaron el drenaje de abscesos por incisión cortical y drenaje, ambos pacientes fallecieron. Una revisión de la Oficina General de Cirujanos de EE.UU., en 1870, encontró gran número de pacientes que fallecían por abscesos cerebrales como consecuen- cia de heridas penetrantes en la cabeza; además, un grupo de ellos presentaban empiemas subdurales. De 156 en- fermos trepanados por estas causas, 56 % moría y nin- guno era diagnosticado durante el período preoperatorio, aunque hubo reportes con éxitos ocasionales como el de Weds, en 1872. En 1886 Gowers y Barker publicaron el primer caso de un absceso cerebral de origen ótico diagnosticado y Capítulo 2222222222 PARTE VLESIONES INFLAMATORIAS 294 Lesiones inflamatorias localizado correctamente con un drenaje operatorio exi- toso. Dos años más tarde Gowers, en su libro, afirmó que en los abscesos postraumáticos el tratamiento quirúrgico casi siempre era fallido y que en los otógenos el pronósti- co era mejor. Ceci y Onetti, en 1886, reportaron su expe- riencia en las colecciones subdurales. El gran despegue en el tratamiento exitoso de las CSI sucedió en 1867 a partir de los trabajos de Lister sobre la antisepsia. En 1888, en la Reunión Anual de Médicos Británicos, McEwen afirmó que para operar el cerebro era necesario: – Desarrollar una cirugía aséptica, basada en los prin- cipiosde Lister. – Aplicar los conocimientos de la localización cerebral. A partir de ese momento se sugirieron modalidades quirúrgicas de tratamiento (incisión dural, aspiración, re- sección) que culminaron en 1893, con el trabajo de McEwen, que analizó integralmente estas lesiones en su obra titulada Pyogenic Infective Diseases of the Brain and Spinal Cord, donde realizó recomendaciones que aún son válidas, por lo que puede ser considerado el “Pa- dre del manejo moderno de los abscesos o mejor de las CSI”. El resto del siglo XIX transcurrió con la aceptación de las afirmaciones de McEwen, aunque no faltaron de- tractores como el famoso pediatra Holt. En el siglo XX, en 1910, Blegvad demostró su expe- riencia en 44 pacientes con empiema subdural, señalando como causa principal las supuraciones por el oído, que eran secundarias a tromboflebitis y/o extensión directa, así como la importancia del diagnóstico diferencial con los abscesos, y sugirió que el tratamiento de elección es el drenaje quirúrgico. En los primeros 20 años de la vigésima Centuria apa- recieron publicaciones fundamentalmente en Europa, des- tacándose las de Krause, Oppenheim, Balance, Rawling y Horsley; en América se destacaron fundamentalmente Cushing y Dandy. Dandy, en 1926, aseveró que el tratamiento del absce- so cerebral es la punción y drenaje, principio válido en la actualidad; Sandford, en 1928, reportó los primeros casos en lactantes. De los años 30 del pasado siglo a la actualidad, han sido múltiples los avances alcanzados que permitieron mejorar el diagnóstico clínico, topográfico y las modalida- des de tratamiento, que abarcan: mayor índice de sospe- cha clínica, con mejor conocimiento de la fisiopatología; la aparición de medios diagnósticos por imágenes que posibilitan identificar la lesión, así como la localización topográfica, al principio cruentos como la angiografía ce- rebral y el neumoencefalograma y después inocuos al enfermo como la TAC, RMN y la US; la posibilidad de identificar los gérmenes causales; la aparición y desarro- llo de numerosos agentes antimicrobianos y por último, el perfeccionamiento de las técnicas operatorias. Todos en su conjunto hacen que los resultados en la actualidad sean aceptables. Epidemiología Los abscesos cerebrales constituyen aún un proble- ma médico; su incidencia está relacionada con las ca- racterísticas individuales del hospedero, las condiciones epidemiológicas del medio y las condiciones socioeconó- micas de la sociedad. En los países desarrollados la frecuencia de los abs- cesos oscila entre 2 y 4 %, mientras que en los que están en vías de desarrollo constituyen entre 8 y 12 %. En Cuba se comporta igual que en los países desarrollados, lo que se relaciona con las condiciones del Sistema Nacional de Salud y la educación sanitaria de la población. Existen contradicciones en la actualidad con respecto a la incidencia, para algunos esta ha disminuido gracias al uso, quizás indiscriminado, de los antibióticos y la detec- ción precoz por medio de la TAC, mientras para otros ha aumentado debido al incremento del número de enfermos con inmunosupresión. Posiblemente la respuesta a esta interrogante la ofrece un estudio realizado en Suiza y pu- blicado en 1988, donde se analizó la incidencia de los abs- cesos cerebrales en 20 años y demostraron que ella se mantiene invariable, la diferencia radica en que el núme- ro de pacientes diagnosticados premortem se ha incre- mentado y se han reducido los hallazgos en la mesa de Morgagni. Son más frecuentes en las 4 primeras décadas de la vida y raros en los menores de 2 años de edad, con pre- dominio en el sexo masculino. En un estudio realizado acerca de las CSI en un período de 7 años en el Hospital Pediátrico “Juan M. Márquez” predominaron (Tabla 22.1) en la primera década, lo cual puede ser consecuencia de que el estudio se realizó en un centro pediátrico, que en ese momento, solo atendía pacientes hasta los 14 años de edad. Se tuvo 3 enfermos menores de 2 años y el predo- minio fue del sexo masculino. Otro aspecto que pudiera explicar las variaciones es que este hospital es el Centro de Referencia Nacional para la atención del niño con pa- tología neuroquirúrgica y, por tanto, se reciben enfermos de otras provincias y/o hospitales. Abscesos cerebrales 295 Tabla 22.1. Distribución por edades Grupos etarios Sexo Total (años) Masculino Femenino < 1 1 2 3 1-4 5 0 5 5-9 4 2 6 Total 10 4 14 Se estima que en un hospital general se detecta un paciente con absceso cerebral por cada 10 000 ingresos y se considera que un servicio de neurocirugía es “muy ocupado” cuando atiende de 2 a 3 enfermos por año, por tanto el Hospital Pediátrico “Juan M.Márquez” se puede considerar dentro de ese grupo de hospitales ocupados. La incidencia está relacionada con diversos factores: – La edad: los enfermos más afectados se encuentran en las 4 primeras décadas de la vida debido a que durante este período son más frecuentes las otitis, sinusitis, traumatismos craneales abiertos (por jue- gos o accidentes) y las cardiopatías congénitas. En los menores de 2 años son extremadamente raros (casi siempre secundarios a meningitis) y en el re- cién nacido más aún (secundarios a sepsis por Citrobacter y Proteus). En las edades avanzadas su frecuencia aumenta. – El sexo: son más frecuentes en el sexo masculino que en el femenino, en una relación de 3 a 1, sin que haya podido encontrarse una explicación. – El estado del sistema inmunológico: un paciente con diabetes mellitus es más propenso al absceso, igual- mente los enfermos con leucosis e inmunodeficiencias adquiridas o congénitas. En el caso de sida (infre- cuente en Cuba, menos aún en niños) cuando ocu- rren los gérmenes presentes son oportunistas, virus u hongos. – El desarrollo económico de un país (para algunos variaciones geográficas): este es uno de los elemen- tos con mayor importancia, está bien establecido que los países con mayor pobreza presentan peores con- diciones epidemiológicas, existe más miseria y por tanto mayor desnutrición, el hospedero está muy ex- puesto, las normas sanitarias y la educación higiéni- ca no son las adecuadas, lo cual incrementa el ries- go. Una muestra de esto es que, a pesar de no dispo- ner de una red asistencial que brinde atención a to- dos los enfermos, la tasa de infección es mucho ma- yor; posiblemente un incremento en la red asistencial pudiera aumentar los índices al detectar pacientes que pasan inadvertidos. En los países desarrollados la incidencia de las CSI oscila entre 2 y 5 % y en los países en vías de desarrollo (Tercer Mundo) llega entre 8 y 12 %. Las cifras son elocuentes a pesar del subregistro lógico presente. Etiología Los posibles orígenes a partir de los cuales se desa- rrollan las CSI pueden ser diversos, se analizarán los más frecuentes: – Focos de supuración contiguos: se plantean que ocu- rren por trombosis retrógrada de las venas emisarias y diploicas y no por la colección per se. Las causas fundamentales son las otitis, mastoiditis, sinusitis e infecciones dentarias. Los abscesos de este origen son generalmente únicos, grandes y bien encap- sulados, con buen pronóstico. Su topografía depende del sitio de origen, así, los secundarios a otitis y mastoiditis asientan en el lóbulo temporal o en la fosa posterior (cerebelo), son más frecuentes los prime- ros. Los que dependen de los senos paranasales casi siempre son frontales, aunque se han reportado en la región supraselar y en el lóbulo temporal, son raros en el niño menor de 7 años, pues los senos frontales aún no se han neumatizado, aunque suelen desarro- llarse a partir de las celdas etmoidales. Los dentarios son frontales. Algunos autores plantean que las CSI de este origen tienden a disminuir con mejor trata- miento de las lesiones de base. – Introducción directa traumática o quirúrgica: la siembra del germen puede suceder como consecuen- cia de un traumatismo craneoencefálico o de un pro- cedimiento operatorio. Desde el punto de vista traumático lascausas más frecuentes son las fractu- ras abiertas o compuestas (con lesión de la duramadre), en los que son arrastrados gérmenes de la piel en el momento ocurrir la fractura, o bien por- que un cuerpo extraño se aloja dentro del cráneo y/o en el tejido cerebral, ya sea tierra, piedras, maderas. Un punto especial lo constituyen las heridas por pro- yectiles de arma de fuego, se plantea que en estos enfermos el proyectil rara vez provoca un absceso, ya que como este alcanza alta velocidad y produce gran calor “se esterilizan”, no obstante, se reportan casos por este origen, sobre todo en fases muy tar- días, con la presencia de granulomas al cuerpo ex- traño. Las fracturas de la base craneal también pue- den dar lugar a estas lesiones por ellas mismas o por una fístula de LCR secundaria. La cirugía, cuando 296 Lesiones inflamatorias no se realiza con los cuidados mínimos necesarios, puede provocar estas masas. – Diseminación hematógena: causada a partir de fo- cos sépticos distantes que envían émbolos al torrente circulatorio y ocasionan siembras en el encéfalo. Ge- neralmente son múltiples, profundos y mal encap- sulados. Desde el punto de vista topográfico se si- túan en los sitios de distribución de la arteria cerebral media; su pronóstico es malo; la fuente embolígena suele tener diversas localizaciones, los sitios más fre- cuentes son el pulmón (sobre todo en supuraciones crónicas, presencia de empiemas, bronquiectasias), lesiones cutáneas, osteomielitis, infecciones pélvicas y abdominales o cualquier otra localización. Dentro de este grupo merecen especial atención los pacientes con afecciones cardiovasculares. Las cardiopatías congénitas, principalmente las cianó- ticas, en que existe un flujo directo de derecha a iz- quierda, con lo cual se obvia el filtro que constituye el pulmón en el recambio de la sangre arterial y venosa. La frecuencia en estas situaciones oscila entre 5 y 50 % de los casos, lo que depende del grado de aten- ción de estos enfermos, pues casi siempre no apare- cen hasta después de 2 años y en los países desarro- llados antes de esa edad las malformaciones ya es- tán corregidas. Las más frecuentes son tetralogía de Fallot y transposición de los grandes vasos. Las en- docarditis agudas o crónicas y los enfermos con pró- tesis valvulares también constituyen un grupo de ele- vado riesgo. – Poro dérmico y tumores de inclusión: el llamado poro dérmico es una malformación por defecto de cierre del tubo neural, donde se aprecia un “poro” cutáneo que se acompaña de un trayecto fistuloso con pro- fundidad variable, cuando este termina intradural- mente, puede ser fuente de origen de meningitis a repetición y algunos pacientes suelen presentar al fi- nal del trayecto tumores de inclusión (dermoides y epidermoides), que al infectarse pueden dar origen a un absceso. Por lo general, el poro dérmico está si- tuado en la línea media y la trayectoria de la fístula suele ir a zonas vecinas. Se tiene la experiencia de una niña con un poro dérmico supratentorial situado a 6 cm por encima del inión, en la cual el trayecto fistuloso terminaba en la cavidad del IV ventrículo en un tumor dermoides abscedado. – Meningitis: en los 2 primeros años de la vida y sobre todo en la lactancia existe un grupo de menin- goencefalitis (principalmente causadas por Haemophilus influenzae) que tienen tendencia a provocar sufusiones subdurales sépticas y causar abscesos cerebrales. Si se deben a infección secun- daria de las sufusiones o a trombosis séptica local por contacto, está por determinar. – Inmunosupresión: un estado inmunológico deficiente constituye sin dudas una causa de abscesos cerebra- les, el hospedero es más sensible. En el recién naci- do, donde el sistema inmunológico no está maduro, se conoce que presentan deficiencias en la protec- ción que producen las IgM que no atraviesan la ba- rrera placentaria, ya que en el lactante es vital la lac- tancia materna para adquirir anticuerpos contra dife- rentes gérmenes. Existe un grupo de enfermos que presentan inmunodeficiencia secundaria, por ejem- plo los diabéticos, enfermos con leucosis, pacientes con linfomas o aquellos que han recibido tratamien- tos con radioterapia o quimioterapia. Un comentario aparte merece el sida, los que son propensos a infecciones frecuentes por gérmenes oportunistas y pueden dar lugar a abscesos por estos y por hongos, pues en la literatura se reporta un in- cremento de los de origen tuberculoso. – Causa no precisa: a pesar de los adelantos en la de- tección de signos de sepsis, todavía existe un grupo de enfermos en los cuales no es posible detectar el punto de partida de la infección sin causas predis- ponentes. La tabla 22.2 muestra los resultados encontrados en nuestro estudio de 7 años, donde se relacionan edad y causas de la CSI. La edad promedio fue de 4,2 años, el mayor de 12 años y el menor de 45 días de nacido. En la tabla 22.3 se relaciona la causa con la topografía de la CSI, lo que coincide con lo reportado con la literatu- ra médica. Tabla 22.2. Relación edad/causa Causas < 1 año 1-4 años 5-9 añosTotal Piel 0 0 2 2 Dentario 0 2 0 2 Meningitis 2 2 0 4 Cardiopatía 0 1 1 2 Otitis 0 0 2 2 Trastornos 1 0 1 2 inmunológicos Total 3 5 6 14 Abscesos cerebrales 297 Fisiopatogenia El encéfalo es un órgano bien protegido, fundamental- mente por las cubiertas meníngeas y la barrera hemato- encefálica. La duramadre es una gran barrera defensiva para las infecciones y en los casos que se lesione, aún quedan la aracnoides y la piamadre. Estudios en animales han demostrado la importancia de las meninges en este sentido y se conoce el papel fundamental que desempeña la barrera hematoencefálica, incluso cuando se quiere utilizar una droga con fines terapéuticos. Por tanto, la pre- sencia de pus yuxtameníngeo no significa invariablemen- te que se formará un absceso, para que se produzca, es necesaria la rotura de la integridad de las meninges y/o sus cubiertas. En presencia de una infección por contigüidad se piensa que la siembra es secundaria a una tromboflebitis de las venas emisarias y diploicas y/o que el pus sobre la corte- za actúe como irritante e implique arteritis y flebitis loca- les con lesión del parénquima. En los casos de disemina- ción hematógena se originan por tromboembolismos sép- ticos. En la formación de un absceso cerebral se han des- crito diferentes etapas, según los cambios anato- mopatológicos que suceden, con una duración aproxi- mada alrededor de 28 días, como un primer período de cerebritis y un segundo de formación de la cápsula. Para Britt y colaboradores la secuencia de eventos sería: 1. Cerebritis temprana: con una duración entre 1 y 3 días, se caracteriza por la presencia de edema y necrosis cerebral, así como inflamación local de los vasos san- guíneos. 2. Cerebritis tardía: transcurre entre los días 4 y 9, se dis- tingue por la fusión de las diversas zonas de necrosis con el consiguiente aumento del área, aparece el pus y es la etapa de máximo edema. Alrededor de la zona inflamada comienza aparecer una red de fibras colá- genas. 3. Formación capsular temprana: alrededor de 10 a 13 días, se consolida la red de colágeno para aislar el centro necrótico. 4. Formación capsular tardía: entre 14 y 28 días se hace evidente la gliosis reaccional, que incrementa el aisla- miento del proceso. En este período es que se forma la verdadera cápsula del absceso, que demora por lo me- nos 2 semanas. Una vez constituido el denominado “absceso madu- ro”, se diferencian perfectamente 5 zonas: – Central necrótica. – Zona periférica a la anterior de células inflamatorias y fibroblastos. – Cápsula de fibras colágenas. – Área de vasos de neoformación. – Área de gliosis y edema reaccional. Se han mencionado factores que influyen en la exten- sión y formación de la cápsula: – El organismo causal: germen de gran virulencia e invasividad, con gran reacción local, provoca mani- festaciones de HIC rápidas y graves, por tanto no existe un lapso de tiempoadecuado para la forma- ción de una buena cápsula. – El origen de la infección: los abscesos hematógenos tienen tendencia a ser múltiples, causan manifesta- ciones tempranas y la cápsula no siempre está bien organizada. En el caso de los focos supurativos contigüos, el proceso es más lento y por tanto se de- sarrolla buena envoltura del proceso. Tabla 22.3. Relación causa/topografía Causas Topografia Lado* Frontal Parietal Temporoparietal Múltiples Derecho Izquierdo Piel 2 0 0 0 1 1 Dentario 2 0 0 0 1 1 Meningitis 0 0 3 1 1 2 Cardiopatía 0 1 0 1 0 1 Otitis 0 0 2 0 1 1 Tumores 0 1 1 0 1 1 inmunológicos Total 4 2 6 2 5 7 * Dos lesiones eran bilaterales. 298 Lesiones inflamatorias – Uso de antibióticos: algunos han mencionado que es- tos influyen en la formación capsular del absceso, pero en realidad, su aplicación en las fases de cerebelitis controla la sepsis y la histogénesis del proceso, ya que después de formada la cápsula no tienen ninguna influencia. – Esteroides: se plantean que hacen más lento el pro- ceso de formación de la cápsula, debido a que redu- cen la permeabilidad capilar, así como su acción en la quimiotaxis de las células blancas hacia el sitio infec- tado. Manifestaciones clínicas Los síntomas y signos se relacionan mucho con la edad del enfermo, localización, tamaño, número de le- siones, virulencia del germen, estado inmunológico del hospedero, edema cerebral asociado y el grado de HIC presente. Una buena anamnesis que evidencie la ocurrencia de sepsis con anterioridad o de cuadros febriles, y que el pa- ciente acude al médico con HIC, obliga a excluir la posibi- lidad de un absceso, aunque no siempre se define este antecedente. En los lactantes predomina el aumento del perímetro cefálico, la fontanela abombada, la irritabilidad, pueden aparecer convulsiones, la fiebre es ocasional y general- mente no aparecen signos focales. En los niños mayores aparecen cefaleas de 75 a 90 % de los casos, que suelen ser intensas y ubicarse según la localización de la lesión, casi siempre se acompañan de vómitos y papiledema. Menos de 50 % tiene fiebre al acudir a consulta. De 30 a 50 % de los enfermos pre- senta convulsiones; suelen aparecer signos focales en dependencia de la topografía lesional (afasias, defectos motores, respuesta plantar extensora, hemianopsias, etc.), algunos tienen signos meníngeos, irritabilidad y en los pacientes con localización en la fosa posterior se obser- van manifestaciones cerebelosas, nistagmus, ataxia, dismetría, entre otros. El estado de conciencia del enfermo está relacionado directamente con el pronóstico, un paciente vigil debe evo- lucionar de manera satisfactoria y un enfermo en coma ensombrece la evolución. Es evidente, en nuestra serie, la diferencia de los sín- tomas y signos acorde con la edad, como se aprecian en la tabla 22.4, la sintomatología preponderante es la secun- daria al aumento de la PIC. El antecedente de fiebre e ingestión de antibióticos previos se obtienen, en ocasio- nes, con un interrogatorio bien dirigido. Bacteriología Los gérmenes que con mayor frecuencia provocan los abscesos cerebrales varían según la causa de la lesión y la época que se analice. En la era preantibiótica predo- minaban Staphylococo aureus (25-30 %), Streptococos (30 %), coliformes (12 %) y no se obtenía crecimiento en 50 %. Con la introducción de los antibióticos, disminuyen los abscesos cerebrales causados por Staphylococos y au- mentan los gramnegativos, fundamentalmente Haemo- philus y Enterobacterias (Escherichias, Klebsiellas, Enterobacter, Proteus, etc.), se mantiene 50 % de culti- vos negativos. En los últimos años se han perfeccionado las técnicas de cultivos, lo que ha permitido que el por ciento de negatividad sea mínimo, los gérmenes más frecuentes son los anaerobios, entre estos Streptococos y Bacteroides (fragillis y melanogénicos). Wispelwey en su obra habla de los gérmenes más frecuentes y divide a los enfermos en 2 grandes grupos, inmunodeprimidos y no inmunodeprimidos (Tablas 22.5 y 22.6). Tabla 22.4. Síntomas clínicos Síntomas clínicos Grupos de edades(años) No. < 1 1-4 5-9 Cefaleas 0 5 5 10 Vómitos 1 4 4 9 Antecedentes 2 3 4 9 de fiebre Lesiones 0 0 2 2 en la piel Somnolencia 1 1 2 4 Antibióticos 1 4 2 7 previos Irritabilidad 2 1 0 3 Convulsiones 1 1 0 2 Antecedentes 1 1 1 2 de meningitis Papiledema 0 3 5 8 Diastasis 0 2 1 3 suturas Hemiparesia 1 2 0 3 Aumento del 2 0 0 2 perímetro cefálico Fontanela 2 0 0 2 tensa Hipertonía 0 1 1 2 Rigidez nucal 0 1 1 2 Hipotonía 2 0 0 2 Coma 0 0 1 1 Abscesos cerebrales 299 La tabla 22.7 muestra nuestros resultados y llama la atención el gran número de ocasiones en que no se puede identificar el germen causal, lo que se relaciona con las limitantes de nuestros laboratorios de microbiología desde el punto de vista tecnológico, como consecuencia del bloqueo. Tabla 22.6. Microorganismos responsables de los absce- sos en sujetos inmunodeprimidos Toxoplasmosis gondii Nocardia asteroides Cryptococus neoformans Listeria monocytogenes Mycobacterium (varias especies) Aspergillus Candida Zigomicetos Bacterias gramnegativas aerobias Wispelwey B, Dacey RGScheld W.M. Brain abscess. En: Infections of the Central Nervous System. Ed. Lippincott-Raven, 1997, 463-493. Fig. 22.2. TAC con absceso cerebral parietal dere- cho. A. Sin contraste. B. Con contraste. Tabla 22.7. Gérmenes más frecuentes Gérmenes No. % Staphylococcus aureus 2 14,3 Hemophilus influenzae 2 14,3 Enterobacter 1 7,1 Serratia 1 7,1 Negativos 8 57,2 Complementarios Resulta innegable la facilidad que ofrecen los estu- dios de imágenes en el diagnóstico de los abscesos cere- brales. La TAC constituye el “caballo de batalla” en la prácti- ca diaria, por la información que ofrece y su disponibilidad en la mayoría de las instituciones. En el estudio sin con- traste se aprecia la lesión hipodensa, con gran edema acompañante (Fig. 22.2) y desplazamiento de las estruc- turas de la línea media; al inyectar contraste se realza un anillo hiperdenso que rodea la lesión. La figura 22.3 muestra otras imágenes de abscesos por TAC en diversas localizaciones: una lesión de la fosa posterior, en un enfermo con abscesos múltiples y un abs- ceso con gruesa cápsula. En la figura 22.4 se aprecian 3 empiemas tratados en nuestra serie. En los lactantes es posible realizar el diagnóstico por medio de US transfontanelar. La figura 21.5 de- muestra la utilidad de dicho estudio, se visualiza un abs- ceso paraventricular en uno de los enfermos de esta serie. Tabla 22.5. Microorganismos responsables de los absce- sos en sujetos no inmunodeprimidos Gérmenes % Staphylococcus aureus 10-15 Enterobacteriaceae 20-35 Streptococcus pneumoniae < 1 Haemophilus influenzae < 1 Estreptococos (del tipo S. intermedius) 60-70 Bacteroides 20-40 Hongos 10-15 Helmintos, protozoos < 1 Wispelwey B, Scheld W. M. Abscess. En: Pinciples and practice of Infectius Diseases Ed. Churchill-Linvingstone, 1995. 889-891. 300 Lesiones inflamatorias Fig. 22.5. Imagen de ultrasonografía. Fig.22.3. Abscesos en diferentes localizaciones. A. Fosa posterior. B. Múltiples. C. Temporoparietal (con gruesa cápsula). Fig. 22.4. Empiemas. A. Interhemisférico. B. Subdural frontal y parietal izquierdo. C. De la fosa posterior epidural. Abscesos cerebrales 301 La RMN ha demostrado ser superior a la TAC, ya que brinda más detalles relacionados con el absceso, pero su valor práctico está por demostrar debido a que su investi- gación consume más tiempo, es más cara y no siempre se dispone de ella; esto en el niño pequeño es peor, pues se requiere anestesia para la prueba (Fig. 22.6). Desde el punto de vista de laboratorio clínico la eri- trosedimentación es de gran valor cuando está acelerada (por encima de 50) en90 % de los enfermos. Puede exis- tir una cifra elevada de leucocitos, pero no es constante. Por último se debe puntualizar que la punción lumbar está contraindicada debido al peligro de enclavamiento. Tratamiento Es uno de los aspectos donde existen aún divergencia de criterios. Horsley y Macewen señalaron en el siglo XIX la necesidad del drenaje quirúrgico. Dandy, en 1926, sugi- rió la aspiración como modalidad operatoria y Vincent y colaboradores en 1937, la resección. Desde entonces ha existido gran controversia de cual, de las 3 modalidades, es la mejor desde el punto de vista terapéutico. En los últimos años, con la aparición de antibióticos de tercera y cuarta generación, así como el desarrollo de los medios de cultivos, que permiten poner tratamiento según la sen- sibilidad del germen, se ha planteado incluso solo trata- miento clínico. Existen algunos factores que determinan la modalidad terapéutica que se debe utilizar, como: número de lesiones (únicos o múltiples), estado general, nivel de conciencia, si está desplazada o no la línea media y la repuesta al tratamiento médico. El tratamiento medicamentoso solo, debe ser utilizado cuando el absceso se encuentra en fase de cerebritis, pues en esa etapa no aparece pus coleccionado para evacuar. Las 3 variantes operatorias son: punción, drenaje y resección de la lesión, todas van acompañadas de antibio- ticoterapia. Los de elección serían: aminoglucósido, cefalosporina de tercera o cuarta generación y metro- nidazol, durante un período de 3 a 6 semanas según la clínica y las TAC, que deben ser semanales. La punción del absceso es una variante en la cual se realiza un agujero de trépano en la vecindad lesional, se punciona y se evacua el pus; la necesidad de repetir la punción depende de la imagenología. Se han planteado determinadas reservas acerca del método en lesiones pro- fundas (ejemplo, núcleos basales), pero con la cirugía esterotáxica se logra alcanzar el absceso, respetando es- tructuras vitales. Otra modalidad es colocar una sonda de drenaje den- tro del absceso, con lo cual se evacua y se realizan lava- dos hasta que su contenido sea claro; durante los lava- dos se pueden instilar antibióticos dentro de la lesión. La resección del absceso con su cápsula sería lo ideal, pero se corre el riesgo de diseminar la sepsis y trabajar sobre un encéfalo inflamado y frágil, con el riesgo de au- mentar la morbilidad. Está indicado cuando fallan las al- ternativas operatorias anteriores, en los situados en la fosa posterior, los secundarios a cuerpos extraños, los micóticos, cuando existe una fístula de LCR o es necesario drenar un seno paranasal. Todo esto se refiere a los abscesos únicos. En el caso de los múltiples, la punción se dirige al que tenga efecto de masa o los mayores de 3 cm, y el tratamiento médico se prolonga durante 6-8 semanas. Fig. 22.6. Abscesos diagnosticados mediante reso- nancia magnética nuclear. 302 Lesiones inflamatorias En nuestra serie se prefiere la trepanación con la colocación de una sonda de drenaje y lavado. La ta- bla 22.8 resume el procedimiento quirúrgico. Complicaciones Las complicaciones más frecuentes en los abscesos son convulsiones, hidrocefalia, hernias cerebrales y pioventriculitis. La pioventriculitis, que se debe a la ruptura del absce- so con irrupción del pus dentro de las cavidades ventriculares, provocan un cuadro clínico dramático con toma de la conciencia y mortalidad elevada. El grupo del Hospital “John Hopkin”, recomienda como tratamiento: – Craniotomía abierta y debridamiento del absceso. – Lavado ventricular. – Antibioticoterapia intravenosa durante 6 a 8 se- manas. – Drenaje ventricular por 6 semanas. – Instilación de gentamicina intraventricular. Pronóstico Ha variado en función de los adelantos cientificotéc- nicos. En la etapa preantibiótica la mortalidad oscilaba entre 40 y 60 %; con la introducción de ellos se logró descender a cifras entre 20 y 50 % y en estos momentos se sitúa entre 10 y 2,5 %. Las causas que han motivado este descenso de la mortalidad son: – La imagenología (TAC, RMN, US). – Mejoramiento de las técnicas quirúrgicas. – Mejor conocimiento de la fisiopatología de la PIC. – Creación de las UCI. – Mejoramiento de las técnicas de cultivos. – Aparición de antibióticos más potentes. La tabla 22.9 resume los resultados del Hospital Pediátrico “Juan Manuel Márquez” y es bueno destacar la ausencia de mortalidad, lo que depende del índice de sospecha y la acción rápida ante el diagnóstico. La niña con retardo del desarrollo psicomotor fue diagnosticada y tratada a los 45 días de nacida, además, el medio psicosocial que rodeaba a la madre (una adolescente de apenas 14 años) pudo haber influido al respecto. Por último, se debe destacar que la clínica es el mejor indicador pronóstico en estas lesiones, principalmente el estado de conciencia, a mayor depresión de esta, aumen- ta el riesgo de un desenlace fatal. Tabla 22.9. Resultados del estudio de 7 años en el INN. Estado No. % Asintomático 11 78,6 Hidrocefalia 1 7,1 Poroencefalia 1 7,1 Retraso psicomotor 1 7,1 Bibliografía Adachi, J; Uki, J; Kazumoto, K and Takeda F (1995): Diagnosis of brainstem abscess in the cerebritis stage by magnetic resonance imaging case report. Neurol Med Chir Tokyo 35(7): 467 70. Alderson, D; Strong, AJ; Ingraham HR; et al (1981): Fifteen-year review of mortality of brain abscess. Neurosurgery 8:1-6. Bakshi R, Wright PD, Kinkel PR, Bates VE, Mechtler LL, Kamran S, Pullicino PM, Sirotkin I, Kinkel WR. (1999): Cranial magnetic resonance imaging findings in bacterial endocarditis: the neuroimaging spectrum of septic brain embolization demonstrated in twelve patients. J Neuroimaging 9:78-84. Barsoum, AH; Lewis, HC; Cannillo, KL (1981): Nonoperative treatment of multiple brain abscesses. Surg Neurol 16:283-287. Braun, V; Richter, HP (1995): Spontaneous brain abscess bacteriology, therapy and prognosis. Zentralbl Neurochir 56(2): 64 8. Brook I. 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Algunos aspectos de la cisticercosis 305 ALGUNOS ASPECTOS DE LA CISTICERCOSIS Francisco Félix Goyenechea Gutiérrez Desde los inicios de la Revolución, la medicina cuba- na se ha caracterizado por la ayuda internacionalista des- interesada a los países del Tercer Mundo, lo que se ha visto reforzado en los últimos años con el gran apoyo que se le brinda a la República Bolivariana de Venezuela y que en la actualidad se extiende cada día más a otros países, todo esto implica que los profesionales cubanos tengan que enfrentar algunas afecciones que no existen en Cuba y, por tanto, se hace necesario documentarse acerca de estas; entre los problemas de salud está la neurocisticercosis (NCC), parasitosis más frecuente del SNC endémica en las zonas de América Central, Sur América, África Subsahariana y el denominado Sudeste Asiático, en las que acontecen alrededor de 50 000 muer- tes anuales relacionadas con la NCC, a pesar de los subregistros epidemiológicos; además, 12 % de los ingre- sos neurológicos son consecuencia de la infección por cisticercos y causa de 75 % de las crisis convulsivas en paciente mayores de 25 años. Ante estas evidencias se impone la necesidad de rea- lizar una revisión del tema, que constituye un problema de salud en las zonas hacia las que se proyecta la medici- na cubana y sobre los cuales se necesita reforzar los co- nocimientos de médicos y especialistas. El pasado año se evaluaron algunos enfermos afectados con NCC, duran- te un año en Bolivia, donde se realizó un curso de posgrado acerca de afecciones neurológicas, lo cual posibilitó su- mar a los conocimientos teóricos algunos aspectos prác- ticos adquiridos con los colegas bolivianos. Definición La Taenia solium es un helminto de distribución uni- versal, endémica en países con bajo nivel socioeconómico, en los que el cerdo es una fuente importante de alimenta- ción. Este parásito causa entidades mórbidas diferentes, según la fase del ciclo evolutivo en que afecten al hospe- dero; el hombre es el único hospedero definitivo de la forma adulta del parásito, el que se aloja en el intestino delgado y da origen a la teniasis. Los hospederos inter- mediarios son los cerdos y el hombre, los que suelen in- gerir los huevos del parásito, que más tarde se transfor- man en la fase larvaria del helminto y causan la cisticer- cosis, estas larvas presentan especial predisposición para afectar el SNC, aunque también se localizan en múscu- los, tejido subcutáneo y ojos. La NCC es la enfermedad provocada por la forma larvaria de la Taenia, denominada Cisticercos celulosae, constituye la parasitosis que más afecta al SNC con una elevada prevalencia en las zonas endémicas; la sintomatología depende del número, tamaño y localiza- ción de los quistes, aunque en la mayoría de las ocasio- nes son asintomáticos. La manifestación clínica más fre- cuente son las crisis epilépticas (50-65 %), seguida de cefalea (40 %) y otros síntomas de HIC. Breve revisión histórica Los escritos védicos, que datan de a.n.e., mencionan la presencia de helmintos intestinales e infecciones para- sitarias en la cabeza y los ojos. Los médicos griegos Hipócrates (460-377 a.n.e.) y Theophrastus (372-386 a.n.e.) reconocieron la presencia de gusanos planos en humanos. Aristóteles (384-322 a.n.e.) describió la enfer- medad en el cerdo, que clasificó en 3 categorías según el estado de infectividad, en el estadio más avanzado las vesículas parasitarias dan el aspecto de granizo en músculos del cuello, dorso y especialmente en la parte Capítulo 2323232323 306 Lesiones inflamatorias posterior de la lengua del cerdo; sin embargo, la primera descripción de estos parásitos en los humanos la realizó Paranoli, en 1550, que encontró unas vesículas redondas llenas de líquido en el cuerpo calloso de un hombre que había fallecido como consecuencia de un evento vascular cerebral, aunque en realidad no relacionó estas con una parasitosis, lo que estableció años más tarde, en 1686, Marcelo Malpighi. Con anterioridad, en 1558, Gessner y Rumler reportaron la afección de la forma meníngea, al presentar un enfermo con infección de la duramadre. En el siglo XIX René Theóphle Hyacinthe Laenec utili- zó por primera vez el vocablo cisticercosis para denomi- nar estas vesículas, término que deriva de las palabras griegas kistic y kerkos que significan vesícula y cola, respectivamente; años más tarde Rudolphi sugirió agre- gar el epónimo celulosae, considerándolo una parasitosis sin relación con la Taenia. En el siglo XIX diversos investigadores, alemanes en su mayoría, establecieron la relación entre taeniasis y cisti- cercosis, lo que comenzó con Van Beneden, en 1853, quien precisó que se trata de un mismo parásito en un estadio diferente de su ciclo biológico, basado en un estudio rea- lizado con 4 prisioneros condenados a muerte, a los que se infectó con cisticercos de Tenia solium previo a su ejecución, una vez efectuada esta, en la mesa de autop- sias se pudo demostrar la presencia de Taenias adultas en sus intestinos. Más tarde Kuchenmeister y Heubner, en 1860, describieron el ciclo evolutivo del parásito; Virchow reportó el primer paciente con cisticercosis racemosa en la base del cerebro; Greisinger (1862) y Lumbroso (1867) reportaron la presencia de convulsio- nes secundarias a esta enfermedad y Askanazy (1890) reportó meningitis crónica de la espina cervical como causa de ependimitos, hidrocefalia, vasculitis que relacionó con la presencia de cisticercosis. Winberg (1909) introdujo la prueba de fijación del complemento en cerdos mediante un antígeno de cisticercos; años más tarde Robin y Feissinger, en 1913, la utilizaron por primera vez en el suero sanguíneo de humanos, hasta que Pessoa y Silveria en Brasil la rea- lizaron en el LCR con buenos resultados, en 1930. En México se hizo un estudio, en 1935 por Leopoldo Salazar en autopsias de pacientes que habían sufrido esquizofrenia y en un grupo se observó la presencia de lesiones quísticas, que Ocheterena identificó como quis- tes de Cisticercos celulosae. En 1939, Costero puntuali- zó la elevada frecuencia de esta parasitosis en el SNC en autopsias realizadas en el Hospital General de México y en el mismo lugar Mariano Vázquez y Clemente Robles demostraron que 30 % de los síndromes de HIC eran causados por esta. Don Dionisio Nieto desarrolló la téc- nica de fijación del complemento conocida mundialmen- te. En la década de los años 70, del pasado siglo Alfonso Escobar hizo contribuciones en cuanto a su clasificación e histopatología. El tratamiento era un tema incierto, con casi ninguna medida dirigida a la eliminación del cisticerco, solo se usa- ban medidas paliativas de la sintomatología, hasta que en 1979 Chavarría introdujo el pratziquantel para el trata- miento de la enfermedad porcina y un año más tarde, en Corea, Rim reportó la curación de una cisticercosis cutá- nea en humanos; a partir de este momento cambia el pa- norama terapéutico y comienzan a reportarse buenos re- sultados terapéuticos; Clemente Robles es el primero en reportar la curación de una cisticercosis parenquimatosa en un niño. En los años 80, del pasado siglo, Sotelo y su grupo introdujeron un nuevo cestocida, el albendazol, más efectivo e inocuo que el anterior, lo que culmina con la introducción de la TAC, lo que permite conocer mejor la presencia del parásito dentro del SNC, que unido a las pruebas de laboratorio han permitido alcan- zar mejor conocimiento de una enfermedad que oca- siona al año 50 000 muertes. Epidemiología La NCC es la enfermedad parasitaria más frecuente que afecta al SNC, representa una afección neurológica común, así como serio problema de salud pública en dife- rentes países de Asia, África y América Latina donde es endémica, a tal punto que en algunas zonas se considera que 25 % del ganado porcino es infectado, con una pre- valencia que oscila entre 3 y 10 % y los ingresos hospita- larios por NCC representan12 %. El aumento reciente del turismo, los grandes movimien- tos de refugiados y la emigración masiva de individuos provenientes de áreas endémicas, ha condicionado un aumento en la frecuencia de la NCC en países desarro- llados, donde esta entidad era considerada una rareza en las décadas recientes. La prevalencia exacta de la NCC es muy difícil de determinar, como consecuencia de lo inespecífico de sus manifestaciones clínicas y la carencia de investigación completamente confiable y segura, que pueda ser utilizada en estudios epidemiológicos a gran escala; pero no cabe duda acerca de la elevada morbi- mortalidad, a tal punto que en el mundo acontecen anual- mente 50 000 muertes y mayor número de enfermos que- da con secuelas. Algunos aspectos de la cisticercosis 307 La teniasis y cisticercosis está ampliamente difundida en los países de América Latina según la OPS/OMS, 1994. Prevalece en sitios donde existen malas condiciones de vivienda e higiene, fecalismo al aire libre, regadíos de horta- lizas con aguas negras y otras condiciones ambientales y socioeconómicas que favorecen la infección del sitio don- de viva la persona, ya sea en área urbana o rural, pues se asocian a las prácticas tradicionales de crianza de cer- dos, malas condiciones sanitarias e higiénicas, ignorancia y pobreza. En África y Asia, la naturaleza endémica de la teniasis y cisticercosis se encuentra directamente relacionada con la tendencia religiosa y los hábitos alimentarios de sus habitantes; debido a que el Corán prohíbe el consumo de carne de cerdo, estas enfermedades son prácticamente inexistentes entre los musulmanes, por el contrario, son endémicas en países de África Central, la India y en el Sudeste de Asia, donde la carne de cerdo es consumida sin control higiénico adecuado. Se debe destacar que en estas áreas no se tiene la prevalencia real de la NCC por lo deficiente de la red sanitaria. De igual manera, la cisticercosis es endémica en va- rios países de América Latina. En México, 12 % de las intervenciones de neurocirugía las motiva la NCC y hasta 4 % de las autopsias revelan la presencia de parásitos en el SNC, con predominio en la zona geográfica denomina- da “El Bajío”, lugar donde extensas plantaciones de fru- tas y vegetales alternan con grandes ranchos de ganado porcino y malas condiciones sanitarias. La NCC también es endémica en Sudamérica, princi- palmente en Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia donde es la primera causa de epilepsia con inicio tardío, principal razón de que la incidencia de crisis en dichos países se duplique en relación con el llamado mundo desarrollado; Existen incrementos regionales, por ejemplo, en Brasil se reportan 78 casos por cada 100 000 habitantes, lo que traduce una infección de 7,3 % de la población, sin embar- go, en Chile es mucho menor, 28 por cada 100 000 habi- tantes. El comportamiento epidemiológico de la NCC en los llamados países del Primer Mundo ha variado cons- tantemente, algunos de ellos han tenido prevalencias importantes, casi siempre como resultados de luchas expansionistas, en Europa al principio del siglo XX España y Portugal reportaban cifras prevalentes de la enferme- dad, que lograron controlar al aplicar medidas sanitarias, lo que posiblemente fuera consecuencia de su estancia colonialista en América; el regreso masivo de tropas des- pués de la Segunda Guerra Mundial produjo un incremento de la enfermedad en Francia y Alemania; ocurre igual- mente en Inglaterra, cuando sus soldados regresan de la India, nuevamente, la implementación de medidas sanita- rias redujo dicha prevalencia y en la actualidad, la cisti- cercosis es rara en esas naciones. Sin embargo, el au- mento del turismo y la permanencia en zonas endémicas junto con el gran flujo migratorio al que están sometidas algunas naciones europeas, ha provocado un nuevo brote principalmente en España y Portugal. En los EE.UU. de América la cisticercosis es un ha- llazgo, el primer reporte correspondió a Walter Dandy en 1927; hasta 1979 solo había reportados 150 enfermos, en su mayoría inmigrantes, sin embargo, en los últi- mos 20 años se ha informado el incremento importante del flujo migratorio de diversos puntos de América Lati- na, fundamentalmente desde México donde se ha incrementado el número de casos, en especial los estados del suroeste, incluso Texas y California; aunque también se han reportado casos de NCC en ciudadanos estado- unidenses que nunca han estado en áreas endémicas, en su mayoría la fuente de infección ha sido un contacto portador asintomático de Taenia solium. La frecuencia de cisticercosis en el cerdo, en algunos países de 25 %, es mayor cuando prevalece la insalubri- dad y los métodos defectuosos de eliminación de las ex- creta, por ejemplo, cuando las ingieren los cerdo. En Cuba solo se han reportado 2 casos: uno en Santia- go de Cuba atendido por los profesores Hernández Zayas y Gil Marín y otro en el INN, en ambas ocasiones se trató de extranjeros. Desde el punto de vista práctico, asistencial y epidemiológicos se debe estar preparados para la de- tección precoz de la NCC para evitar su extensión, te- niendo en cuenta la cantidad de alumnos latinoamerica- nos, que provienen de zonas endémicas, que se forman en el país, así como la presencia de numerosos cubanos en diversos países en misiones internacionalistas que la- boran en las zonas más intrincadas. Fisiopatogenia Para comprender de manera adecuada la fisiopato- genia de la NCC se hace necesario conocer algunos as- pectos de la Taenia solium, que es un cestodo que habita en el intestino delgado del hombre adherido a la mucosa intestinal, que en su ciclo evolutivo requiere un hospedero definitivo para la forma adulta, en este caso el hombre, y de un intermediario, que puede corresponder al cerdo o al hombre, los que alojan la forma larvaria denominada cisticercos y que da nombre a la enfermedad. 308 Lesiones inflamatorias La Taenia solium adulta presenta un cuerpo apla- nado y acintado, que mide entre 2 y 5 m de longitud, ocasionalmente puede alcanzar hasta 8 m, y cuando adquiere el desarrollo completo contiene entre 800 y 1 000 segmentos o proglótides, es un parásito her- mafrodita. Puede dividirse en 3 porciones: la cabeza o escólex (Fig. 23.1 A) armada por 4 ventosas y una doble corona de ganchos chicos y grandes en número de 22 a 32 y que miden entre 110 y 140 a 160 y 180 micras, respectivamente, las que posibilitan la fijación al intestino delgado (Fig. 23.1 B); continúa el cuello estre- cho y corto con gran actividad biosintética y finaliza por el estróbilo, que es una cadena de segmentos o proglótides (Fig. 23.1 C), que pueden ser inmaduros (an- chos y cortos), maduros (aspecto cuadrangular e irre- gular) y los gravídicos que contienen en su interior los huevos, con forma esférica, miden entre 30 y 40 micras y están cubiertos por una membrana gruesa radiada que contiene en su interior al embrión hexacanto u oncosfera, forma infectante para el cerdo y el hombre. El segmen- to final de la Taenia adulta corresponde con los proglótidos grávidos, cada día se eliminan entre 10 y 15 proglótides, donde cada segmento contiene miles de huevos total- mente infectivos y resistentes al medio externo. El Cisticerco celulosae o forma larvaria habitual- mente aparece como vesículas de 0,5 a 1,5 cm de diámetro, con paredes traslúcidas (Fig 23.2), forma redondeada o ligeramente oval, llenas de líquido y contie- nen un escólex invaginado; la morfología suele va- riar en algunas porciones del SNC y puede presentar contornos irregulares o disponerse en racimos, sobre todo en el ESA. La pared de la vesícula es membra- nosa, constituida por 3 capas: externa cuticular, media celular e interna reticular. El escólex presenta una es- tructura similar a la de Taenia solium adulta, con ca- beza o rostelo armado por una doble corona de gan- chos, 4 ventosas y un rudimento de cuerpo. Según Del Bruto, algunas de las proteínas de los cisticercos tie- nen propiedades antigénicas y estimulan la producciónde antígenos específicos; sin embargo, estos antígenos no tienen mayor efecto en la protección contra la en- fermedad, ya que los cisticercos desarrollan mecanis- mos evasores que le permiten sobrevivir al ataque inmunológico del huésped. Entre esos mecanismos destacan el mimetismo molecular y la depresión de la inmunidad celular, la cual puede condicionar complica- ciones en enfermos con cisticercosis. En la NCC las vesículas suelen presentar diversa to- pografía, lo que influye en la morfología; la ubicación más frecuente es el parénquima cerebral sobre todo al nivel de la corteza cerebral y ganglios basales, por ser zonas de gran vascularización, donde son pequeños y miden alrededor de 10 mm, debido a la presión que ejer- cen los tejidos sobre sus paredes. Los situados en el ESA se localizan en los surcos de la convexidad o en las cisternas basales, en los primeros son pequeños y los segundos pueden alcanzar hasta 5 cm y tener aspecto racemoso. En el sistema ventricular habitualmente son pequeños, con preferencia por el IV ventrículo y suelen aparecer libres en cavidad o adheridos a las paredes ependimarias. Las formas espinales no son habituales y los quistes se localizan en ESA o en parénquima, según un patrón de crecimiento y morfológico parecido a los de localización cerebral. Fig. 23.1. A. Cabeza o escólex de Taenia solium. B. Doble corona de ganchos. C. Proglótides. Algunos aspectos de la cisticercosis 309 Ciclo biológico La Taenia solium es una de las 30 especies de cestodos que pueden invadir al hombre, con un ciclo biológico com- plejo que requiere usualmente 2 o más huéspedes para poder completarse, en su ciclo biológico se han descrito de forma clásica 2 formas evolutivas del parásito: – La adulta: tiene por hábitat el intestino delgado del hom- bre, que es el único hospedero definitivo donde puede sobrevivir hasta 20 años. – La larvaria o cisticerco: se encuentra usualmente en la musculatura del cerdo, aunque el hombre puede ser hospedero intermediario accidental. Parece que a la luz de los conocimientos actuales de esta parasitosis no es tan casual el papel que desempeña el hombre como intermediario. El parásito adulto habita en el tubo digestivo del ser humano, donde se mantiene firmemente adherido a la pa- red intestinal mediante sus ventosas y ganchos. Cada día, varios proglótides grávidos se separan del extremo distal de la Taenia y son expulsados con las heces. Cada proglótide contiene miles de huevecillos que se liberan en el ambiente y son altamente infectivos y resistentes al medio externo donde pueden permanecer viables durante largo tiempo. En lugares donde la eliminación de excretas es inade- cuada, se practica el fecalismo al aire libre o se riegan las hortalizas y verduras con aguas negras, los cerdos ingie- ren los huevos de la Taenia solium, los que al llegar al intestino delgado pierden su cubierta por acción de las enzimas pancreáticas y biliares, ocurre entonces la libe- ración de las oncosferas (embriones hexacantos), que atraviesan la pared intestinal y entran al torrente sanguí- neo, vía por la cual son llevados a los tejidos, principal- mente músculos estriados y cerebro, donde los embrio- nes evolucionan a la forma larvaria (cisticerco) y de esta manera el cerdo se ha convertido en el hospedero inter- mediario. Cuando el hombre ingiere carne de cerdo mal cocida y contaminada con cisticercos, las larvas llegan al intes- tino delgado donde por acción de la bilis y enzimas di- gestivas el escólex se evagina y se adhiere a la pared intestinal, donde el cuerpo del parásito comienza a cre- cer para formar proglótides y se convierte en cestodo, que alrededor de los 4 meses de la adhesión comienza a expulsar proglótides maduros con su gran contenido de huevos, estos permanecen viables en el medio ambiente hasta 60 días, de esta manera se ha desarrollado la teniasis (Fig. 23.3). El hombre puede convertirse también en hospedero intermediario al ingerir de forma accidental huevos del parásito, que al llegar al tubo digestivo siguen los mismos mecanismos que en el cerdo: adhesión del embrión hexacanto a la pared intestinal, paso al torrente sanguí- neo y por esta vía ubicarse en los tejidos de destino, el proceso dura entre 8 y 10 semanas, de esta forma se desarrolla la cisticercosis humana. La localización más frecuentes de los quistes parasitarios son: SNC, múscu- los, ojo y tejido subcutáneo donde pueden permanecer durante largos años. Las formas principales de contagio humano incluyen: – La ingestión de carne porcina infectada o alimentos contaminados, sobre todo viandas y verduras regadas con aguas negras o manipulados por portadores asintomáticos que pueden tener el parásito en las ma- nos, las uñas, incluso las ropas si no tienen hábitos hi- giénicos adecuados; en zonas rurales o urbanas donde se crían cerdos en las casas o sin cultura sanitaria una vía puede ser la ingestión de aguas contaminadas. – Autocontaminación por la vía ano-boca o por regur- gitaciones gástricas en personas con taeniasis. – Algunos han invocado una vía aérea, pero esta y las regurgitaciones como fuente de infección no están pro- badas. Para la comprensión fácil de los mecanismos de trans- misión, actualmente se han identificado secuencias de ADN en el genoma de la Tenia solium, que pueden ser utilizadas para determinar relaciones filiales de cisticercos individuales mediante pruebas de amplificación aleatoria del ADN polimórfico y por secuencias de microsatélites (Fig. 23.4). Fig. 23.2. Vesícula de la forma larvaria de la enfermedad. Se presenta con un diámetro de 0,5 a 1,5 cm y paredes traslúcidas; su morfología suele variar en algunas porciones del SNC y pueden aparecer contor- nos irregulares o disponerse en racimos. 310 Lesiones inflamatorias Fig. 23.3. Esquematización del ciclo evolutivo de la Taenia solium. Fig. 23.4. Evolución natural del cisticerco. Patogenia y respuesta inmunitaria La localización de la Taenia adulta en la luz intestinal causa trastornos patogénicos mínimos, como reducción de la absorción de nutrientes y alteración de la motilidad intestinal. En algunos pacientes aparece eosinofilia y ele- vación de la inmunoglobulina E, sin que esta respuesta inmunitaria tenga efecto sobre el parasito o altere la evo- lución de la infección intestinal. La respuesta inmunitaria a la invasión hística de la lar- va es mayor, pero incapaz de lograr la erradicación del cisticerco en la mayoría de los casos, la reacción más frecuente en los individuos inmunocompetentes es de tipo inflamatoria, igual que ocurre ante un cuerpo extraño, con presencia principalmente de neutrófilos y eosinófilos, se- guida por fibrosis local para aislar el microorganismo, con el objetivo de atenuar la inflamación. Al mismo tiempo aparecen anticuerpos específicos como respuesta a los diversos antígenos del cisticerco. Para que los cisticercos puedan completar su ciclo evolutivo necesitan sobrevivir durante semanas o meses en el hospedero, por lo que se valen de mecanismos para evadir la inmunidad del hospedero; en el caso de la NCC utilizan medios capaces de atravesar la barrera hematoencefálica, sin embargo, suelen pasar largos pe- Algunos aspectos de la cisticercosis 311 ríodos (varios años, incluso décadas) entre la exposición y la aparición de los síntomas, que aparecen por falla de los mecanismos de evasión de la inmunidad del hospe- dero, con la consiguiente reacción inflamatoria y/o la muerte del parásito, si se tiene en cuenta que un enfer- mo puede tener el parásito en diferentes fases de su ciclo biológico. El cisticerco pasa por 4 estadios diferentes en su ciclo vital: – Vesicular: es la fase inicial de penetración en los teji- dos, el parásito tiene una membrana transparente con un líquido claro, que en su interior posee la larva con el escólex, este período puede ser prolongado incluso du- rante décadas, ocurre mínima inflamación asociada. – Vesicular-coloidal: sucede como consecuencia de una respuesta inmunitaria adecuada
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