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CUADERNO DE CÁTEDRA UNIDAD II - CONCEPTOS JURÍDICOS BÁSICOS

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Cuaderno de Cátedra Unidad II 
CONCEPTOS JURÍDICOS BÁSICOS 
Prof. Ana Lelia Calafat. 
ÍNDICE 
TEORÍA DE KELSEN SOBRE CONCEPTOS JURÍDICOS BÁSICOS ............................................................. 2 
I.- La búsqueda de puntos de partida en el pensamiento científico. Los intentos de construcción 
de un lenguaje para la ciencia del derecho. .................................................................................... 2 
Introducción: Doble contingencia y lenguaje. ............................................................................. 2 
Acción social y lenguaje ............................................................................................................... 5 
III. La tesis reconstructiva: el intento de Kelsen .............................................................................. 6 
III.. Concepto de Sanción: ............................................................................................................ 9 
V.- Las definiciones de acto antijurídico de Kelsen ................................................................... 13 
V. b. La definición de "delito" en la dogmática penal ............................................................... 14 
VI. El concepto de responsabilidad ............................................................................................... 15 
VI.a Cuatro sentidos de responsabilidad ................................................................................... 16 
VI.b. Clases de responsabilidad ................................................................................................. 16 
VII. El concepto de deber u obligación jurídica ......................................................................... 18 
VIII. El concepto de derecho subjetivo ...................................................................................... 18 
Sentidos del derecho subjetivo: ................................................................................................ 19 
IX. LAS TEORÍAS SOBRE LA PERSONA JURÍDICA ........................................................................ 23 
CONCEPTO DE PERSONA JURÍDICA EN EL SISTEMA JURÍDICO VIGENTE ................................... 27 
X. Capacidad de las personas. ....................................................................................................... 29 
XI. Competencia: ........................................................................................................................... 33 
XII. LA TEORÍA DE WESLEY HOHFELD SOBRE LOS CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES. ........ 35 
XII.a Introducción .......................................................................................................................... 35 
XII.b. Conceptos jurídicos fundamentales: .................................................................................... 36 
XIII. Bibliografía ................................................................................................................................. 41 
 
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TEORÍA DE KELSEN SOBRE CONCEPTOS JURÍDICOS BÁSICOS 
I.- La búsqueda de puntos de partida en el pensamiento científico. Los intentos de 
construcción de un lenguaje para la ciencia del derecho. 
Introducción: Doble contingencia y lenguaje. 
Como hemos analizado al estudiar el tema del lenguaje, en la vida cotidiana, usamos 
muchos términos vagos, ambiguos, experimentamos la textura abierta del mismo a cada 
paso, ello no impide que, de alguna manera, con las dificultades que pueda implicar, nos 
comuniquemos, aún si comprobaremos, a cada paso, la doble contingencia. 
Este concepto, construido en la escuela norteamericana, principalmente por Talcott 
Parsons (de quien Luhmann fue alumno de posgrado en Harvard por dos años) se refiere, 
principalmente a la acción humana y a la emergencia de lo social, como señala Sergi Pignuoli 
Ocampo: “El concepto parsoniano de doble contingencia indicaba que la constitución de una 
complementariedad (complementarity) entre expectativas es el fenómeno distintivo que 
surge de, y hace posible la interacción entre dos actores cuando éstos se consideran 
recíprocamente como objetos sociales, y no como meros objetos (Parsons y Shils, 1951: 15). 
Este fenómeno sólo surge cuando el interés que mueve a todo actor a satisfacer sus propias 
necesidades lo conduce a tratar no sólo con objetos sino con otros actores. Éstos, a 
diferencia de los objetos no-sociales, también se conducen según la satisfacción de sus 
necesidades y reaccionan sobre la base de expectativas. Existe interacción cuando el sentido 
de la acción de cada actor depende de las expectativas que éste se forme sobre la reacción 
que su acción generaría en el otro actor, y viceversa. Como lo señaló Raf Vanderstraeten 
(2002), Parsons entendía la dependencia como contingencia, y denominó doble 
contingencia a esta dinámica de doble dependencia (Pignuoli Ocampo, 2013)”. 
Es decir, la sociedad emerge porque los aparatos psíquicos que los seres humanos 
somos nos forjamos expectativas sobre el obrar de los otros, cuando tratamos a los otros 
como actores, no como meros objetos, y esta “construcción de expectativas” la hacemos 
en base a la comunicación, que, como ya vimos, no se hace sólo en base al lenguaje, pero sí 
fundamentalmente en base a él. Doble contingencia en este plano significa también que 
cuanto yo espero que alter comprenda de mi intento de comunicación pueda ser 
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comprendido como yo espero o no, y viceversa. Es decir, el lenguaje opera al mismo tiempo 
como el fenómeno principal de la producción de socialidad y como su dificultad. 
De este fenómeno, del de la construcción de lo social a partir de las recíprocas 
expectativas, los juristas romanos habían tenido una intuición, si bien menos elaborada, 
pragmáticamente correcta, decían, en el caso de los contratos innominados: "do ut des" (te 
doy para que me des); "do ut facias" (te doy para que me hagas); "facio ut des" (te hago 
para que me des), y "facio ut facias" (te hago para que me hagas). Es decir, advertían ya que 
lo social se constituye a partir de expectativas de reciprocidad (lo volveremos a ver en la 
Unidad V cuando tratemos la emergencia de los Estados Nación y del primer orden de 
Derecho Internacional), pero, como se puede observar rápidamente, esto constituye una 
“paradoja”: si yo actúo conforme espero que B actúe, y B actúa conforme espera que yo 
actúe, ¿quién actúa primero? ¿cómo es posible, siquiera, una “expectativa del obrar de B 
para A o de A para B? 
Agrega Pignuoli Ocampo: “Parsons dio un paso más al vincular el concepto de doble 
contingencia con la indeterminación paradójica del sentido de la acción social. Para llegar a 
la paradoja hay que seguir la definición de acción social de Max Weber (1964: 5): una acción 
es social si el sentido mentado por el actuante está referido a la conducta que otros actores 
seguirán. La paradoja surge cuando pasamos de la acción singular a la interacción. Notamos 
entonces que si el sentido social de la acción social de un determinado actor (A) depende de 
la acción recíproca de otro actor (B), y viceversa, es decir, si el sentido social de la acción de 
B depende de la acción recíproca de A, entonces la definición cae en un círculo de 
indeterminación, porque A remite a B y B remite a A, sin que ninguna remisión produzca la 
determinación. El concepto de "social", propio de la acción social, cae así en una falacia 
lógica de regresión al infinito. / Parsons encontró un uso inteligente para esta paradoja. En 
lugar de descartarla, la incorporó a la teoría general de la acción y a la definición de doble 
contingencia en particular, y allí la resolvió. La solución de Parsons tiene cuatro pasos: 1) 
encuadró la paradoja dentro de la teoría general de la acción y la denominó problema de la 
doble contingencia; 2) identificó una tendencia de los actores (A; B) a mediar la orientación 
recíproca conreferencias a conductas anteriores; 3) interpretó que esa mediación supone 
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un conjunto común de normas y valores de conducta culturalmente extendido, subyacente 
a y compartido por ambos actores; de esta manera A no remite sólo a B, ni B remite sólo a 
A, sino que ambos remiten simultáneamente a una tercera instancia (C): las normas 
subyacentes; y 4) denominó "consenso normativo" a la determinación cultural-comunal del 
sentido social de la acción, y declaró que la falacia lógica es analítica y no concreta (Pignuoli 
Ocampo, 2013)”. 
Parsons resolvía el problema a partir de un recurso al pasado, ego y alter, tenían un 
“código común”, pero esto, advirtió Luhmann, no hacía sino retrotraer el problema al 
pasado, y así se caía en la falacia del “regreso al infinito”. Luhmann intentó resolver el 
problema de este modo: en primer lugar, transformó el problema de la doble contingencia 
en un problema de lógica modal, es decir la contingencia es, en términos simples, aquello 
que es como es, y pudo ser de otra manera; en segundo lugar: “lo social y lo cultural se 
interrelacionan a partir de la doble contingencia, es decir a partir de cómo se resuelve en 
cada caso la indecisión del obrar; en tercero destaca la importancia del presente (único 
momento en el que actuamos y en el que se forma el problema de la doble contingencia y 
se resuelve mediante una selección forzada (se decide) y, por último, se trata de problemas 
concretos, no analíticos, son problemas concretos de sistemas concretos que producen 
efectos concretos, que surgen ante determinadas interrogantes o situaciones de hecho que 
carecen de solución definitiva y poseen la propiedad de ser funcionalmente abiertas 
(Luhmann, 1998: 71). Para este autor, la doble contingencia es un problema concreto, 
específicamente un “problema constante” (Dauerprobleme), que surge con la 
indeterminación del sentido de la acción social. Ahora bien, como se trata de un problema 
concreto los alter egos no pueden evitarlo y se producen efectos al lidiar con él. Estos efectos 
no pueden resolverlo definitivamente, pero ofrecen una referencia de sentido posible de ser 
retomada en otro momento, y producen así, ante la constancia del problema, nuevos efectos 
a partir de efectos anteriores que, al agregarse, adquieren valor de estructura (Luhmann, 
1998: 136).” (Pignuoli Ocampo, 2013) 
 Y agrego: uno de los problemas concretos es “autorreflexivo” y es el problema de 
la producción social de “sentido”, es decir, sí, como vimos, la sociedad está constituida por 
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las comunicaciones, la interpretación de los mensajes lingüísticos en los que se vehiculizan 
muchas de las comunicaciones, es un problema, a su vez, de doble contingencia. 
La Escuela Analítica de la filosofía del lenguaje creyó que el problema estaba en 
cómo las palabras eran usadas, que el problema estaba en la vaguedad y la ambigüedad 
propias del lenguaje ordinario. Conservaba aún – como también vimos – la idea del lenguaje 
como espejo del mundo. Los intentos que aquí veremos tienen que ver, aunque de modos 
diferentes con esa idea, que, de algún modo ya había trabajado Ihering en el siglo XIX. 
 Acción social y lenguaje 
Como también vimos en la Unidad I, el “giro” hacia la filosofía del lenguaje, que vino 
a cumplirse progresivamente desde el siglo XIX hasta establecerse a mediados del siglo XX, 
supuso en un primer momento que autores como el “primer” Wittgenstein o Carnap, 
señalaran que para hacer ciencia, es decir: para desarrollar un pensamiento riguroso acerca 
de cualquier área de nuestro interés, era preciso construir, o podríamos decir “reconstruir”, 
un lenguaje “económico” semánticamente, un lenguaje que nos acostumbramos a llamar 
“formalizado”. 
Esto es que, para desarrollar un trabajo científico, se desarrolló la idea de que era 
preciso construir un “lenguaje apropiado” al tema objeto de nuestras investigaciones. Es 
decir que había que procurar establecer un acuerdo acerca del alcance y el sentido con el 
que utilizamos un término, para evitar las confusiones que se producen habitualmente y 
que dificultan la comunicación (que como ya sabemos es un hecho dificultoso per se). La 
posibilidad de desarrollar el conocimiento científico (también recordemos que ese “giro” 
comenzó por hacer notar la relación existente entre lenguaje y conocimiento), requiere un 
mayor grado de precisión, o, para decirlo en términos de la filosofía analítica: restringir el 
campo de aplicación de las palabras que usamos respecto de nuestro objeto, es decir 
“acotar” su significado. 
Hans Kelsen y Wesley N. Hohfeld, desde tradiciones diferentes, trataron de ese 
objetivo al interior de la Teoría General del Derecho, en la primera mitad del siglo XX. 
Ambos contribuyeron, como una necesidad que surgió de cada uno y 
probablemente sin conocerse entre sí, a dar claridad a los términos más usados en el campo 
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jurídico por sus operadores (sin olvidar que uno, Kelsen, fue un jurista del área que 
llamamos sistema continental europeo y Hohfeld del que llamamos sistema anglosajón o 
del common law), lo que puede marcar algunas de sus diferencias, pero al mismo tiempo, 
nos permiten observar cómo debajo de las mismas subyace aquél propósito teórico, que 
nos permitirá a nosotros y nosotras acercarnos a los materiales del Derecho con unas 
herramientas que simplifican la “maraña” en que estos se nos aparecen la primera vez que 
nos acercamos a ellos. 
Este cuaderno persigue entonces acercarnos a los conceptos jurídicos 
fundamentales a través de las estrategias seguidas por esos dos teóricos, sin que ello 
signifique que sean las únicas posibles o que sus propuestas no sean pasibles de críticas, 
como, de hecho, lo son. 
III. La tesis reconstructiva: el intento de Kelsen 
En la obra de Kelsen subyacen presupuestos epistemológicos derivados de su 
adhesión a la corriente neopositivista lógica, claramente influenciada por Kant. La Teoría 
del Derecho cobró vida en el ambiente social y cultural de Viena, la capital del imperio 
austro-húngaro. 
Allí se había creado un centro que se conoció como Círculo de Viena1. Hans Kelsen 
aunque no lo integró, tenía grandes coincidencias con las ideas del mismo y como tal, sentía 
la preocupación por la búsqueda de unidad de un lenguaje común a todas las ciencias que 
superara esas características de vaguedad y ambigüedad para luego dedicarse al abordaje 
propio del lenguaje técnico específico. También es propia de esa orientación epistemológica 
la pretensión de simplificar el estudio del orden jurídico para hacerlo inteligible, la búsqueda 
de un punto de partida claro y cierto, la precisión terminológica, la exactitud deductiva y la 
consistencia. 
Kelsen, siguiendo al ejemplo kantiano, se propuso construir una teoría sobre el 
derecho, una ciencia jurídica auténtica, recurriendo a los métodos mencionados, sin 
 
1 El Círculo de Viena fue fundado por Moritz Schlick, filósofo austríaco, en Viena, a comienzos de la década del 
20 del siglo pasado. Su denominación completa era Círculo de Viena para la concepción científica del mundo, 
se ocupaba principalmente de la lógica de la ciencia, considerando la filosofía como una disciplina encargada 
de distinguir entre lo que es ciencia y lo que no, y de la elaboración de un lenguaje común a todas las ciencias. 
Se caracterizó por una antimetafísica extrema y su concepción lógica de las matemáticas. 
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detenerse en el estudio de un orden jurídico específico; esto quiere decir que se proponía 
construir una ciencia del derecho, esto es un cuerpo teórico que diera cuenta de cómo el 6 
derecho funciona en cualquier sistema político jurídico dado, y así lo decía expresamente, 
su teoría servía para explicar el funcionamiento del sistema jurídico en la Estados Unidos de 
Roosevelt o en la Unión Soviética de Stalin. 
También incorporó en su trabajo el método empirista del neopositivismo lógico: los 
problemas,en el ámbito de las ciencias, de acuerdo a lo que sostenían los científicos de las 
más diversas ramas que conformaban aquel círculo, como Schlick, Carnap, Hempel, entre 
otros, debían ser resueltos a través de la verificación empírica. La ciencia solo puede 
ocuparse de hechos empíricamente verificables. 
A partir de ese presupuesto, Kelsen sólo acepta como objeto de estudio al derecho 
positivo y rechaza al “derecho natural”, desde que no existía método alguno para 
comprobar algo más allá de la experiencia humana, como sustentan las teorías del Derecho 
Natural, en tanto que este sería un derecho a priori, "trascendente" al mundo empírico. Por 
ello no resultaba admisible que se pretendiera subordinar el derecho positivo al “natural”, 
que no era más que el sistema de valores en los que sus defensores creían. Esta discusión, 
tuvo enorme repercusión a lo largo de casi todo el siglo XX y hasta aún hoy subsiste, bajo 
diversos ropajes, volveremos sobre ella en varias Unidades del programa, pero, 
fundamentalmente en la última y octava. 
En suma, Kelsen, puso las bases de un modelo de ciencia jurídica que adoptó una 
nueva dirección en lo que a la filosofía del derecho se refiere y, se puede afirmar sin riesgo, 
constituyó la primera teoría general del derecho en sentido estricto. 
En efecto, para él, las normas morales o los mandatos que provienen de la religión, 
no son reconocidos como parte de esa construcción "pura" a la que aspira: «[...] si ella se 
califica como teoría “pura” del Derecho, es porque pretende garantizar un conocimiento 
dirigido solamente hacia el Derecho, y porque pretende eliminar de este conocimiento todo 
lo que no pertenece al objeto exactamente señalado como Derecho. Es decir: quiere librar a 
la ciencia jurídica de todos los elementos extraños» (Kelsen, 1941:25) Distingue así la teoría 
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del derecho, de la filosofía, de la moral, de la teología, de la psicología, de las ciencias 
políticas. 
La norma del sistema jurídico positivo es el objeto principal del estudio del derecho. 
Kelsen elabora una explicación normativista del derecho. En primer lugar, debe estudiarse 
esa expresión lingüística e indirectamente, la regulación de la conducta humana. Por ende, 
la comprobación empírica no se centra en los hechos sociales sino en las normas como 
hechos empíricamente verificables. Pero tampoco debemos deducir que para Kelsen el 
orden jurídico es solo un conjunto de enunciados; es un sistema social que tiene una nota 
característica: la coactividad (es decir que se basa sustancialmente en la amenaza del uso 
de la fuerza), y no es un orden “estático” (lo que se supondría que fuera si solo se tratase 
de un conjunto de enunciados), es también un orden dinámico “que regula su propia 
creación”, punto sobre el que volveremos tanto en la Unidad III (sobre las Normas 
precisamente), como en la IV (sobre el Sistema Jurídico): 
Para esta tarea, su estudio recurre a una reconstrucción racional de un concepto, en 
que se buscar dar precisión al lenguaje del derecho, es decir, usar los conceptos en las 
mismas situaciones que antes se usaban, pero definiendo con más rigor en qué sentido se 
usará y qué comprenden esas palabras o términos redefinidos. 
Claudina Orunesu y Jorge Rodríguez, (2018: 81), señalan dos etapas: "La primera 
consiste en la elucidación informal del concepto impreciso, que busca explicar con la mayor 
precisión posible sus alcances, es decir, explicitar su significado haciendo referencia a la 
diversidad de usos que posee. La segunda consiste en la introducción del nuevo concepto, 
más preciso que el anterior, que debe aspirar al máximo de fecundidad, posibilitando la 
formulación de la mayor cantidad de enunciados universales; debe ser similar al anterior, 
en el sentido de que se lo pueda usar en la mayoría de las situaciones en que se usa aquel y, 
por último, debe ser lo más simple posible" 
En este trabajo nos acercamos al estudio de los conceptos jurídicos fundamentales 
desarrollados por sendos autores escogidos a través, fundamentalmente de la obra 
"Introducción al análisis del derecho" del jurista argentino Carlos Santiago Nino. 
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III.. Concepto de Sanción: 
La teoría general del derecho asumió esta reconstrucción y observó que un 
elemento determinante de la norma es la sanción. Lo concibió como un término 
irreductible, al que llamó "primitivo", o "primigenio", en el sentido de que este término no 
deriva de otros, pero de este término derivan todos los demás términos jurídicos. Una 
estrategia desarrollada también en el campo de la lógica. 
 A través de sus distintas obras, podemos observar, destaca Nino (Nino, 2003), que 
la palabra "sanción" contiene cuatro propiedades necesarias y suficientes: 
a) Es un acto coercitivo de fuerza efectiva o latente; 
 b) Su objeto o fin: consiste en la privación de un bien; 
c) Agente: es quien realiza el acto coercitivo, autorizado por una norma válida y 
d) Se trata de la consecuencia de una conducta de algún individuo (que puede ser 
comisiva u omisiva). 
IV.a Breve análisis de los mencionados elementos: 
IV.a.1) Acto coercitivo: 
La sanción no necesariamente debe ser aplicada por la fuerza. Basta que se conozca 
la posibilidad de aplicarla si la persona sancionada, no colabora. Muchos juristas 
compartieron esta idea. Pero Joseph Raz la critica porque a su entender la coerción no 
siempre es un elemento necesario de toda sanción. 
IV.a.2) Privación de un bien: 
 Como explica Nino (2003), la sanción consiste en la sustracción de un bien, como 
por ejemplo, se priva de la libertad cuando se impone la prisión efectiva o de cierta suma 
de dinero cuando se impone una multa, etc. 
El concepto de bien no es subjetivo, es decir que no se dispone considerando lo que 
para determinado sujeto es valioso sino que se entiende por bien lo que para la generalidad 
de la sociedad es valioso. 
IV.a.3) Ejercida por autoridad competente: 
 No toda persona es competente para aplicar sanciones. Las normas jurídicas 
disponen a qué personas se les otorga esa potestad. Por ejemplo: cuando el código penal 
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dice que "la persona que matare a otra, será sancionada con ocho a veinticinco años de 
prisión", ese mandato se lo dan a los jueces que deben dictar la sentencia en un juicio y 
éstos resuelven la cantidad de años de prisión que corresponde determinar en el caso 
concreto que analizan. Siguiendo el ejemplo, si el condenado se resiste a cumplir la orden 
judicial, entonces las normas procesales y administrativas, dan autorización a determinados 
agentes para hacer efectiva la misma. 
 IV.a.4) Es consecuencia de una conducta 
Hoy en muchos Estados, por la pandemia del coronavirus, se ha ordenado un 
aislamiento obligatorio y en algunos casos, se ordena una cuarentena. Pero esta pérdida 
provisoria de libertad tiene un fin preventivo de protección de la salud. No es consecuencia 
de un acto realizado por la persona. En cambio, una sanción, siempre es consecuencia de 
una conducta que se realizó libre y conscientemente, cuya prohibición estaba 
preestablecida por una norma. 
Estos elementos no solo determinan lo que es la sanción penal sino las sanciones 
que se aplican en las distintas ramas del derecho 
IV.b.- Críticas a la posición kelseniana: 
 En el derecho civil, para Kelsen, la sanción característica es la "ejecución forzada de 
bienes". Es decir, tal como lo explica Nino (2003) que cuando un juez ordena al demandado 
entregar una cosa o pagar una suma de dinero y este último se resiste a hacerlo, se realiza 
un procedimiento llamado "ejecutivo" con el fin de desapoderar al deudor, si es necesario 
por la fuerza, de bienes de su propiedad. 
Esta concepción de que la sanción civil sea la ejecución forzada de bienes, ha 
despertado múltiples críticas. Por ejemplo: Kelsen no da razones de por qué es una efectiva 
ejecución forzada en el derecho civil y no en el penal. 
La mayoríade los estudiosos de las ciencias jurídicas, entiende que el pago de una 
indemnización, la entrega de una cosa, el desalojo de un inmueble, etc., ordenados por un 
juez, son ejemplos de sanciones, lo cumpla voluntariamente o por un procedimiento de 
ejecución forzada 
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Si tenemos en cuenta que la sanción es un elemento necesario para reconocer una 
norma jurídica completa, conforme el pensamiento de Kelsen, y si la única sanción civil es 
la ejecución forzada de bienes, resulta muy limitado el conjunto de las normas jurídicas 
íntegras contenidas en un texto legal como, por ejemplo, el Código Civil y Comercial. Sin 
embargo, Kelsen dice que los enunciados que no tienen adosados una sanción, son “partes 
de normas”. Que, desde el punto de vista lógico, no sería un inconveniente considerar que 
puedan existir enunciados sin norma en su formulación, pero a condición de que conecten 
con uno que sí lo tenga. 
Hart, como verán más adelante, también critica la posición de Kelsen, al sostener 
que no todas las normas jurídicas se caracterizan por imputar una sanción coactiva a un 
acto antijurídico. Bulygin y Alchourrón también comparten esa crítica porque, como han 
afirmado en su trabajo, un sistema jurídico es un conjunto de enunciados que expresan 
obligaciones, prohibiciones o permisiones2, como, asimismo, definiciones, reglas 
conceptuales, y al menos uno de esos enunciados debe contener una sanción. 
Kelsen revisará su teoría y la modificará. "Lo insatisfactorio de esta solución del 
problema motivó que en la segunda edición de la Teoría Pura del Derecho Kelsen postulara 
una nueva hipótesis, calificando a las normas sin sanción como normas jurídicas no 
independientes. Ellas resultarían jurídicas aun sin el componente de la coactividad por su 
‘conexión esencial’ con otras que sí lo poseen. De este modo, una norma que prohíbe una 
conducta sin establecer ella misma sanción alguna, y otra norma que impone una sanción 
para el caso de violación de la anterior, se hallarían interrelacionadas y solo con base en su 
conexión con la segunda podría calificarse de jurídica a la primera. Kelsen encuadra como 
normas no independientes a las normas prescriptivas que no establecen sanciones, a las 
normas permisivas, a las normas de competencia, a las derogatorias y a aquellas destinadas 
a aclarar el sentido de otras normas" (Orunesu, Claudina y Rodríguez, Jorge , 2018:31) 
Para Alchourron y Bulygin, esta revisión es un reconocimiento de que, esas normas 
no independientes, devienen en jurídicas por su conexión con otras. Por ende, proponen 
 
2 Veremos estos “operadores modales” de las normas jurídicas en la Unidad siguiente dedicada a ellas. 
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pensar el derecho desde el nivel del sistema jurídico y no desde el nivel de la norma jurídica 
como había propuesto el iusfilósofo austríaco. 
IV.c.- Distinción entre sanción civil y sanción penal 
Ahora bien, más allá de que Kelsen sostenga que el elemento “distintivo”, 
diferenciador, del derecho como técnica de motivación social, sea la sanción, esto es la 
amenaza del uso de la fuerza social organizada, también ha reconocido diferencias entre 
sanciones civiles y sanciones penales: 
1) Mientras la sanción penal generalmente se reclama de oficio, o sea, que el fiscal 
promueve la acción; en la sanción civil, es la parte afectada, la que debe presentar la 
demanda. 
2) Cuando se paga una multa penal, estas sumas de dinero benefician al Estado; en 
la sanción civil, la ejecución forzosa beneficia al demandante. 
3) Mientras la sanción penal tiene una finalidad retributiva (que antiguamente se 
expresaba como "ojo por ojo") o una finalidad preventiva (con la convicción de que la pena 
impuesta va a disuadir la comisión de un nuevo delito); la sanción civil tiene el propósito de 
resarcir el daño producido. 
Estos criterios no son absolutos y hay importantes excepciones 
Nino destaca que hay "Un rasgo importante que no es mencionado por Kelsen y que 
parece distinguir las penas de las sanciones civiles y de las demás medidas coactivas 
estatales, es que es parte esencial de la razón por la que la pena se aplica el imponer algún 
sufrimiento a su destinatario. Esto es así tanto si se considera que la finalidad última de la 
pena es la prevención (en cuyo caso el sufrimiento es un medio para desalentar para el 
futuro al penado u otra gente), como si es la retribución (en cuyo caso el sufrimiento del que 
ha hecho un mal es un fin en sí mismo). En cambio, en el caso de las otras medidas coactivas, 
el sufrimiento del destinatario puede ser una consecuencia colateral inevitable, pero no es 
parte de la finalidad de las medidas" (Nino, 2003 pág. 173) 
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V.- Las definiciones de acto antijurídico de Kelsen 
V.a Distintas definiciones de acto antijurídico 
Kelsen fue refinando el concepto de acto antijurídico, en lo que podríamos 
considerar la más acabada muestra de ese intento “reconstructivo” del que hablábamos en 
la introducción, persiguiendo la “economía semántica” del término, en aras de despojarlo 
de vaguedad y facilitar que pudiera ser utilizado, precisamente, para describir 
“científicamente” al derecho. En lo que sigue analizaremos los tres intentos que 
desarrollara en pos de ese objetivo. 
V.a1. Su primera definición: 
"Acto antijurídico es la condición o el antecedente de la sanción, mencionado en una 
norma jurídica." 
El mismo Kelsen comprende rápidamente que esta definición resulta muy amplia. 
Porque antes de la sanción, hay varias condiciones como por ejemplo la actividad del 
defensor o del fiscal, la actividad del juez, que no son delito y que, en ella, quedan 
considerados como tales. Es una definición que lo aleja del uso habitual del lenguaje 
ordinario. 
V.a.2. Segunda definición: 
 "Acto antijurídico es la conducta que, siendo condición de la sanción en una norma 
jurídica, está realizada por el individuo a quien la sanción se aplica" 
Esta definición restringe la amplitud criticada y delimita las condiciones de la 
sanción: Por lo tanto, siguiendo el ejemplo anterior, decimos que no son delitos la acusación 
del fiscal, la actividad del juez o la demanda del damnificado, Sin embargo, tendrá dos 
nuevas críticas: 
 1) En primer término, y esto es lo que advierte el autor de la Teoría pura, esta 
segunda definición no cubre los casos de responsabilidad indirecta: Cuando se sanciona a 
una persona por el acto antijurídico cometido por otra (por ejemplo, cuando el juez 
sanciona a los padres y ordena reparar la rotura del ventanal que rompieron sus hijos 
menores de edad). 
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 2) En segundo lugar, esta definición no sirve para eliminar las conductas del propio 
sancionado que, son condiciones de sanción pero que nadie llamaría delito. Por ejemplo, 
para aplicar sanción por un fraude. Para la realización de éste, hubo varias condiciones de 
sanción: que se celebrara un contrato y que, en éste, se insertaran cláusulas fraudulentas. 
La celebración de un contrato no es un delito, pero queda incluida en la definición. Como 
bien señala Nino, sólo una conducta de cada par mencionado es calificada, en el uso común, 
de "delito"; sería absurdo y gracioso (cuando no grotesco), denominar así a las restantes. 
V.a.3. Tercera definición: 
"Acto antijurídico es la conducta de aquel hombre contra quien, o contra cuyos 
allegados, se dirige la sanción establecida, como consecuencia, en una norma jurídica" 
Esta definición trata de comprender los casos de la responsabilidad indirecta y 
agrega la palabra "allegado" que es muy vaga y ajena al uso común. 
Ninguna de estas definiciones dejó satisfecho a Hans Kelsen. Explica Nino que “[…] 
cuando en el lenguaje ordinario parece haber un acuerdo bastante generalizado sobre el 
uso de esa palabra, tal vez la respuesta venga por el lado de que es la concepción de Kelsen 
sobre la estructura de las normas jurídicas la que no permite un concepto de delito más 
cercanoal uso común” (Nino, 2003, 177). 
V. b. La definición de "delito" en la dogmática penal 
A pesar de que, el concepto de acto antijurídico es relevante para las distintas ramas 
del derecho, son los estudiosos del derecho penal los que se han preocupado por formular 
una definición precisa para la expresión "delito". 
El jurista alemán Ernst von Beling formuló una definición de "delito" que fue 
precisando en el curso del tiempo y que ha servido para las definiciones que son utilizadas 
hoy en nuestro sistema jurídico. 
Beling decía que " la acción antijurídica es una acción, típica, antijurídica, culpable, 
sometida a una adecuada sanción penal y que llena las condiciones objetivas de 
punibilidad". 
15 
 
Breve análisis de los elementos constitutivos de este concepto: 
1) Acción. Es un movimiento corporal voluntario o la ausencia voluntaria de un 
determinado movimiento corporal que debió realizar. Por ende, puede ser tanto comisiva 
(por ejemplo, matar) como omisiva (por ejemplo, no auxiliar a una persona cuya vida está 
en riesgo) 
2) Tipicidad. Para que una acción sea relevante para el derecho penal debe ser 
"típica". Nos aclara Nino que: “Este es un elemento propuesto en forma original por von 
Beling”. Una acción es típica cuando la conducta realizada se ajusta a lo descripto en la ley 
penal. Por ejemplo, Juan mató. Esa acción encuadra exactamente al contenido que describe 
el tipo legal, al decir: "el que matare a otra persona..." 
3) Antijuridicidad. Una conducta puede ser típica y, sin embargo, no ser 
"antijurídica". Por ejemplo, matar en legítima defensa es una acción típica. Sin embargo, no 
es antijurídica y por lo tanto no es punible. Porque hay en el código penal, una norma que 
prohíbe matar, salvo que se den ciertas condiciones especiales como por ejemplo actuar en 
defensa propia o en defensa de terceros. 
4) Culpabilidad. Para ser punible no basta que una acción sea típica y antijurídica, 
debe ser además "culpable". Señala Nino (2003:182), que “según Beling una acción es 
culpable cuando está acompañada por un componente psicológico característico, que puede 
ser el "dolo" (intención) o "culpa" (negligencia o imprudencia)”. Por ejemplo, un 
automovilista mató a una persona. No quiso matarla. Por eso decimos que no actuó con 
dolo. Pero debió prever que a la velocidad que circulaba, no podía frenar y si cruzaba una 
persona, la mataría. Actuó con negligencia. Por ende, es un homicidio culposo. 
 5) Punibilidad. Cuando una acción es típica, antijurídica y culpable, está sujeta a 
pena. Sin embargo, si un niño de 12 años comete un delito, un hurto o robo, se ha tratado 
de una acción típica, antijurídica, culpable, pero por razones de edad no es punible. (Algunos 
autores no incluyen la punibilidad en la definición de delito, entre otras razones porque la 
pena no es un elemento del delito sino una consecuencia) 
 VI. El concepto de responsabilidad 
16 
 
 Para Kelsen, responsable es la persona a quien se le debe aplicar una sanción de 
conformidad con las normas de un sistema jurídico (Kelsen 1960: 135). 
Hart hace un análisis más riguroso y distingue cuatro sentidos distintos de 
responsabilidad, desde que esta palabra presenta una clara “ambigüedad” en los usos que 
se le da en el lenguaje del derecho. 
VI.a Cuatro sentidos de responsabilidad 
IV.a.1) Responsabilidad como obligaciones o funciones derivadas de un cierto 
cargo, relación, etcétera. 
Cuando decimos: "el padre es responsable por sus hijos"; "el canciller tiene la 
responsabilidad de dirigir la política exterior", estamos refiriéndonos a la responsabilidad 
que se deriva de la obligación paterna o de la función del ministro de relaciones exteriores. 
VI.a 2) Responsabilidad en el sentido de factor causal. 
Cuando decimos que “el coronavirus es el responsable de gran número de 
enfermos" o decimos que "las bajas temperaturas son responsables del resfrío del de tal o 
cual persona", estamos indicando que cierto estado de cosas del mundo es consecuencia 
de otro u otros sucesos del mundo. 
VI.a.3) Responsabilidad como capacidad y como estado mental. 
La referencia es a un estado de capacidad mental. Así, decimos de una persona que 
chocó por la pérdida de los sentidos: "No era responsable de sus actos" 
VI.a.4) Responsable como punible o moralmente reprochable. 
En este caso, decimos que la persona actuó voluntaria y consciente y por ende es 
acreedor de un reprocho moral y/o jurídico por su conducta. Por ejemplo, "sabiendo que 
había contraído la enfermedad, que debía permanecer aislado, fue a visitar a su abuelo y, 
por lo tanto, es responsable de su contagio" 
VI.b. Clases de responsabilidad 
Kelsen clasifica a la responsabilidad en directa e indirecta (o vicaria). 
 Directa (por actos propios) 
Responsabilidad 
 Indirecta (por actos de terceros) 
17 
 
Decimos que hay Responsabilidad directa: Cuando una persona es pasible de una 
sanción como consecuencia por actos cometidos por sí mismo 
En nuestro Código Civil y Comercial, actualmente vigente, en el Art. 1749, estipula 
que: "Sujeto responsables: Es responsable directo quien incumple una obligación u 
ocasiona un daño injustificado por acción u omisión". Por ejemplo, si una persona rompe el 
vehículo de otra, es responsable por el daño cometido. 
Decimos que hay Responsabilidad indirecta cuando una persona es pasible de una 
sanción como consecuencia por actos cometidos por terceros. No es la regla, sino que son 
excepciones que están contenidas en el derecho civil. Por ejemplo, una persona es 
responsable por la acción de un hijo menor de edad o de una persona con discapacidad 
cuyo cuidado esté a su cargo. 
En nuestra Código Civil y Comercial, actualmente vigente, es responsable por hechos 
de tercero: el principal por el hecho del dependiente (Art. 1753), los padres por los hechos 
de los hijos (Art. 1754), los tutores o curadores por los daños causados por las personas a 
cargo (Art. 1756) 
Kelsen también clasifica a la responsabilidad en subjetiva (o por culpa) y objetiva (o 
por resultado). 
 Subjetiva (Dolo o Culpa) 
Responsabilidad 
 Objetiva (por resultado) 
Hay Responsabilidad subjetiva: Cuando se requiere, para que la sanción sea 
aplicable, que el sujeto haya querido o previsto el resultado de su conducta antijurídica. 
Ejemplos, la persona que golpeó a otro causándole una lesión (por acto intencional o 
doloso); o lesionó a otra persona en un accidente luego de una maniobra imprudente. No 
quiso causarle daño, pero es responsable por su imprudencia de la lesión sufrida por la 
víctima. 
Hay Responsabilidad objetiva: Cuando un individuo es susceptible de ser sancionado 
independientemente de que haya querido o previsto el acto antijurídico. Ejemplos, hay 
responsabilidad objetiva cuando una persona debe responder por el daño causado por el 
18 
 
riesgo de una cosa (porque lo mordió un animal de su propiedad), o por actividades que 
sean riesgosas, como el manejo de un automóvil (Art. 1757); o el titular de un 
establecimiento educativo, por la caída del techo sobre los niños (Art. 1767); o la 
responsabilidad del hotelero por los daños o pérdidas de los efectos introducidos en el hotel 
( Art 1370 CCyC). 
VII. El concepto de deber u obligación jurídica 
Para Kelsen, deber jurídico es la conducta opuesta a aquélla respecto de la cual una 
norma jurídica establece un acto coactivo como sanción. Es la conducta opuesta al acto 
antijurídico y por ende, al leer las normas, no aparece en forma directa cuál es la obligación. 
A través de una técnica indirecta, el sistema indica cuál es la conducta querida. 
Austin y Bentham, critican el enfoque psicológico que se refleja al aludir a la creencia 
subjetiva de que se sufrirá un daño si no se actúa dedeterminada manera. Buscan una 
definición más objetiva y determinan que la obligación jurídica es la probabilidad objetiva 
de que una persona que no actúa de cierta manera sufrirá un mal. 
Kelsen ha hecho una exposición independiente de la probabilidad objetiva de que 
se aplique la sanción, como destaca Nino (2003:192). A partir de que, en una norma válida, 
esté prevista una sanción para una determinada conducta (por ejemplo, matar), de allí 
deriva lógicamente la conducta opuesta que pretende el orden jurídico (por ejemplo, no 
matar). 
Genaro R. Carrió ha objetado esta actitud de Kelsen de reducir el deber jurídico a la 
conducta opuesta a la establecida en la norma que fija la sanción. Porque no resulta 
operativo para detallar la multiplicidad de sentidos y comprender las connotaciones que se 
dan en las diversas ramas del derecho. 
Según Hart, sólo puede hablarse de que existe una regla social cuando se da una 
conducta regular y cuando se toma a esa conducta como una guía de conducta. 
VIII. El concepto de derecho subjetivo 
 Los iusnaturalistas definían a los derechos subjetivos como facultades innatas que 
tienen todos los seres humanos por el solo hecho de serlo, y que deben ser reconocidas por 
el derecho positivo. De esta forma, lo expusieron en la Declaración de los derechos del 
19 
 
hombre de 1791: “Los hombres nacen y permanecen libres y con iguales derechos; el fin 
último de todos los Estados es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles 
de hombre: de derecho de libertad, de propiedad, de seguridad, de resistencia a la 
opresión”. 
 Kelsen, entiende que estos derechos morales no son los derechos subjetivos que 
debemos estudiar en las ciencias jurídicas. 
Rudolf Ihering definió a los derechos subjetivos como intereses jurídicamente 
protegidos, pero Kelsen disiente con aquella definición porque el interés es un supuesto 
hecho psicológico que excede los límites de la teoría pura del derecho. Por ejemplo, alguien 
puede tener derecho de propiedad, aun cuando no tenga ningún interés sobre las cosas. La 
respuesta de Ihering a Kelsen, podría haber sido, usando los propios conceptos de Kelsen 
en su contra, que él no habla del interés psicológico “real” del titular del derecho, sino de 
los intereses que el legislador supone que las personas tienen y que objetiviza en la norma 
jurídica que instituye el derecho en cuestión. 
Kelsen distingue múltiples sentidos del concepto derecho subjetivo. Solo omite 
tomar en cuenta las categorías de Hohfled de no-derecho, inmunidad y sujeción, que 
veremos más tarde. Pero incluye la expresión de derecho como acción procesal, además de 
derechos políticos y libertades constitucionales y una distinción clara entre autorización y 
permisión, que no están presentes en el análisis de Hohfeld. 
Sentidos del derecho subjetivo: 
VIII.1 Derecho subjetivo como equivalente a “no prohibido”: 
Podemos definirlo como un permiso débil siguiendo la distinción de Von Wright. No 
hay norma que prohíba determinada conducta. Por ejemplo, no hay una norma que prohíba 
a las estudiantes vestir de una cierta forma. 
VIII. 2 Derecho subjetivo como equivalente a autorización: 
 En este caso, se refiere a permisos o autorización expresos de determinados 
comportamientos. Son los llamados permisos fuertes de Von Wright. Por ejemplo, tiene 
derecho a circular en el periodo de aislamiento obligatorio. 
20 
 
VIII.3 Derecho subjetivo como correlato de una obligación activa: 
Como el correlato o reflejo de un deber jurídico o una obligación de hacer. “L” tiene 
un derecho que puede reclamar a “Ñ” porque “Ñ” tiene un deber hacia “L”. Por ejemplo, 
Juan tiene que pagar el alquiler a su locador. 
VIII.4 Derecho subjetivo como correlato de una obligación pasiva: 
 El derecho es un correlato de una obligación de no hacer. Por ejemplo, Juan tiene 
derecho a descansar en las horas nocturnas. Porque las demás personas no deben hacer 
ruidos molestos en ese horario salvo un hecho excepcional. 
VIII.5 Derecho subjetivo como acción procesal: 
En este caso, se emplea el término derecho para referirse a la posibilidad de recurrir 
ante el Juez a los fines de defender un derecho. Kelsen lo llama también derecho en sentido 
técnico o estricto. Por ejemplo, tengo derecho a reclamar una reparación por el daño 
material que produjo en mi casa. 
VIII. 6 Derecho subjetivo como derecho político: 
 Son los relativos a la organización política del Estado. En los sistemas democráticos, 
la ciudadanía está facultada para participar de distinto modo, a través de elecciones, de su 
libre expresión, de su participación en un partido político o en otros mecanismos de 
participación. Por ejemplo, el pueblo tiene derecho a mecanismos de participación directa. 
VIII. 7 Derecho subjetivo como derecho de propiedad en particular 
El derecho de propiedad se ha entendido tradicionalmente como el que surge de un 
vínculo entre la cosa y la persona. Nino lo relaciona con la definición de dominio. Nuestro 
Código Civil y Comercial estipula en el Art. 1941 que “El dominio perfecto es el derecho real 
que otorga todas las facultades de usar, gozar y disponer material y jurídicamente de una 
cosa, dentro de los límites previstos por la ley. El dominio se presume perfecto hasta que se 
pruebe la contrario”. Axel Hägerström sostenía, según explica su discípulo Karl Olivecrona, 
que la definición hace entender que, en la relación entre persona y cosa, existe un vínculo 
sobrenatural que pareciera incidir como si existieran fuerzas misteriosas en el trasfondo de 
19 las cosas de las que podemos obtener apoyo. Ello lo vinculaba con el carácter 
fuertemente mágico que tenían los procedimientos romanos en un inicio, cuando para 
21 
 
“establecer” psicológica y sociológicamente un derecho, se precisaba de la realización de 
ritos, a menudo solemnes, para dejar grabada en la memoria de las personas que “algo 
había sucedido en el mundo del derecho”, por ejemplo, que Licio había vendido un 
inmueble a Constantino. A falta de elementos de registro, los hechos generadores de 
derecho había que grabarlos en la memoria, y para ello se apelaba a unas formas que hacían 
pensar justamente eso: que había una relación “de otro mundo” entre la persona y la cosa 
poseída. 
Sin embargo, como sabemos, no se trata de una relación fáctica de una persona con 
una cosa. En realidad, es una relación normativa entre una persona y las restantes personas. 
Si tengo un derecho de propiedad, lo que tengo es la posibilidad de acudir a las autoridades 
para que apliquen la fuerza social organizada, es decir sanciones, a quienes impidan de 
algún modo usar, gozar y disponer de “mi propiedad”. 
Para Kelsen, por tanto, tal derecho (el de propiedad) es el simple correlato de una 
obligación general de omitir ciertos actos (como el de turbarlo o impedirlo). Por ejemplo, si 
alguien es propietario, entonces puede disponer libremente de la cosa de la cual es 
propietario y nadie se lo puede impedir. Veremos sin embargo que esto pronto tendrá 
límites. 
La propiedad en el sistema interamericano: 
En efecto, podríamos ver cómo, en nuestro sistema jurídico (el llamado “continental 
europeo”) prevaleció tradicionalmente un concepto de propiedad individual, perpetuo, 
exclusivo e “ilimitado”. 
Así se recogía la idea de propiedad, por ejemplo, en el Código de Napoleón, 
sancionado en plena revolución francesa, en 1804. Pero luego se admitió la función social 
de la propiedad, por influencia del jurista francés Duguit, ya en el mismo siglo XIX, o más 
tarde en comienzos del siglo XX, otro francés, Josserand introdujo la teoría del “abuso del 
derecho” que importaba decir que los derechos deben ser usados dentro de un cierto límite; 
lo que llevó más tarde a que esa limitación fuera incorporada en algunas normas, como en 
las constituciones provinciales argentinas más recientes como la de la Provincia de RíoNegro o en las reformas ocurridas en la segunda mitad del siglo XX. 
22 
 
Además, en las últimas décadas, a partir de la reforma del Art. 75 inc. 17 en nuestra 
Constitución nacional, a partir de la ratificación de la Convención N° 169 de la OIT y de la 
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se ha incorporado la 
dimensión colectiva del derecho de propiedad desde la cosmovisión indígena de la tierra, 
del territorio y de los recursos naturales. 
El Art. 75 inc. 17 establece como atribución del Congreso de la Nación: “Reconocer 
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto 
a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería 
jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que 
tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo 
humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o 
embargos…” La norma les otorga a las Comunidades Indígenas una protección jurídica 
integral, de rango Constitucional, con el objeto de reparar en la actualidad las pérdidas 
materiales y espirituales padecidas en el pasado (algunas de las cuales se perpetúan 
injustificadamente). 
El Convenio No 169 de la Organización Internacional del Trabajo “Sobre Pueblos 
Indígenas y Tribales de Países Independientes” en su artículo 13 establece que “los 
gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores 
espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con 
ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los 
aspectos colectivos de esa relación”. En el artículo 14 prescribe que: “Deberá reconocerse a 
los pueblos interesados el derecho de propiedad y de posesión sobre las tierras que 
tradicionalmente ocupan” (inciso 1o) y que “Los gobiernos deberán tomar las medidas que 
sean necesarias para determinar las tierras que los pueblos interesados ocupan 
tradicionalmente y garantizar la protección efectiva de sus derechos de propiedad y 
posesión”. 
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha sostenido que el respeto de 
los derechos colectivos y posesión de los pueblos indígenas sobre sus tierras y territorios 
ancestrales es una obligación de los Estados Miembros de la OEA, el incumplimiento de esta 
23 
 
21 obligación compromete la responsabilidad internacional de los Estados (CIDH, Informe 
Nro. 40/04). 
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha sustentado que la protección 
efectiva de los territorios ancestrales, no solo implica una protección económica, sino la 
protección de derechos humanos de un colectivo que basa su desarrollo cultural en la 
relación con la tierra. El derecho de propiedad comunal indígena se fundamenta asimismo 
en las culturas jurídicas indígenas, y en sus sistemas ancestrales de propiedad, con 
independencia del reconocimiento estatal (CorteIDH, Caso del Pueblo Saramaka vs 
Surinam, Sentencia del 28 de noviembre de2007, pár. 96). 
Estas ideas, acerca del modo de concebir la relación con la tierra de los pueblos 
originarios y el reconocimiento dado por los órganos judiciales de estados nación o de los 
órganos supranacionales como la CorteIDH, lleva a matizar aún más el concepto de 
propiedad acuñado por la Teoría General del Derecho. Es decir, de una parte, seguirá siendo 
la relación entre unas personas y un bien (debemos tener en cuenta que en la cosmovisión 
de los pueblos originarios la tierra no es una “cosa” en el sentido que solemos atribuir a tal 
palabra) y las posibilidades de que “esas” personas puedan recurrir a los órganos del Estado 
para que “otras” personas afecten el bien protegido. Se trata de readecuar el concepto en 
términos jurídicos, aunque, si lo observamos más de cerca, vemos que cambian los sujetos 
de derecho, el modo en que estos se relacionan entre sí y adoptan decisiones, y cambian 
los límites de los que esos sujetos pueden hacer respecto del bien; pero sigue siendo una 
relación en el que unas personas pueden poner límites a las restantes personas respecto de 
sus intervenciones en relación a un bien. 
IX. LAS TEORÍAS SOBRE LA PERSONA JURÍDICA 
La cuestión relativa al concepto de persona jurídica ha merecido en la teoría largas 
discusiones, algunas de ellas podríamos calificar de “bizantinas”. Nino, detalla, entre otras, 
las siguientes: 
 IX. 1. TEORÍAS "NEGATIVAS". 
Algunos autores sostienen que no hay más personas jurídicas que los seres 
humanos. Que las denominadas personas colectivas o jurídicas no existen. En todas las 
24 
 
definiciones de tal tipo de personas se hace hincapié en un contrato que une a seres 
humanos entre sí que, para esta teoría, son las únicas personas reales. 
IX. 2. TEORÍA DE LA FICCIÓN: 
Federico Carlos Von Savigny, el célebre jurista alemán del siglo XIX, sostuvo en su 
conocido Tratado de Derecho Romano Actual: “…que el derecho positivo puede modificar la 
idea primitiva de la persona, restringiéndola o ampliándola, de igual modo que negar a 
ciertos individuos la capacidad de derecho en totalidad y en parte, y además, arrancando 
por decirlo así, dicha capacidad del individuo a estos seres ficticios [las personas colectivas 
compuestas por varios individuos físicos] se les llama personas jurídicas, es decir, personas 
que no existen sino para fines jurídicos"" 
Afirma (Savigny) que las únicas personas existentes en el mundo real son las 
personas físicas, que, en cambio, “las personas jurídicas son creaciones del legislador 
justificadas por el interés social que ellas despiertan en la comunidad. Por ello, el legislador 
es quien tiene el derecho de someter esta clase de personas a su vigilancia y, según el caso, 
hasta puede quitarles su personalidad y disolverla (....) es imperioso aclarar que la teoría de 
las ficciones se nutre del concepto de derecho subjetivo, es decir, el derecho importa 
un poder de obrar atribuido a la voluntad, en consecuencia, sujeto de derecho sólo puede 
ser el hombre, ya que es el único dotado de ella". 
Por ende, las personas jurídicas son una ficción. Son una construcción del legislador. 
Carecen de voluntad personal. Esta teoría conocida como teoría de la ficción, se contrapone 
abiertamente a la idea de responsabilizar penalmente a las personas jurídicas ya que son 
seres ficticios creados por el legislador. Si tienen un derecho limitado y carecen de voluntad, 
carecen entonces de individualidad propia y, por lo tanto, no le serían imputables los actos 
penales cometidos por las personas físicas que constituyen su entramado ficcional. 
IX. 3. TEORÍA DE LA REALIDAD: 
Como reacción a la teoría de la ficción y contraponiéndose a ella, GIERKE elabora la 
teoría de realidad, en cuya base teórica acepta su existencia, como asimismo la 
responsabilidad penal de las personas jurídicas. Estas deben concebirse como una persona 
real y no simplemente “como si” fuera una persona. 
https://www.monografias.com/trabajos7/tain/tain.shtml
https://www.monografias.com/trabajos910/comunidades-de-hombres/comunidades-de-hombres.shtml
https://www.monografias.com/trabajos901/debate-multicultural-etnia-clase-nacion/debate-multicultural-etnia-clase-nacion.shtml
https://www.monografias.com/trabajos14/personalidad/personalidad.shtml
https://www.monografias.com/trabajos4/epistemologia/epistemologia.shtml
https://www.monografias.com/trabajos10/teca/teca.shtml
https://www.monografias.com/trabajos35/el-poder/el-poder.shtml
https://www.monografias.com/trabajos15/fundamento-ontologico/fundamento-ontologico.shtml
25 
 
Para esta teoría, la persona jurídica es una persona real que está formada por seres 
humanos reunidos y organizados para obtener determinados fines que traspasan la esfera 
de los intereses individuales. Cuentan con fuerza de voluntad y de acción, que no esuna 
simple suma de voluntades humanas, sino, por el contrario, es una voluntad nueva y 
superior. Se trata de una voluntad social, distinta a la de los individuos. 
Tienen su propio patrimonio diferente al de los miembros que conforman la persona 
jurídica, así como su propia organización y dirección que es del colectivo, que puede tomar 
determinaciones distintas de las que tomarían algunos de sus integrantes. 
Por ende, no podemos pensar que solo tienen voluntad y personalidad los miembros 
que la conforman. Una persona jurídica tiene personalidad y voluntad propia y diferente a 
la de sus integrantes. 
La teoría de la realidad admite la penalización a las personas jurídicas ya que acepta 
sin reparos la existencia de un ser nuevo, autónomo, independiente de las personas que lo 
conforman, con voluntad propia y con evidente capacidad de acción volitiva. 
IX. 4. TEORÍA DE KELSEN: 
La resumimos en las siete proposiciones que propuso Carlos Nino (2003:228): 
1) No hay diferencia substancial entre la persona individual y la colectiva. 
2) Tanto la persona individual como la colectiva consisten en conjuntos de normas. 
La diferencia reside en que, mientras en el caso de la persona individual las normas se 
refieren a un solo ser humano físico, en el de la persona colectiva se refieren a un grupo de 
ellos. 
3) Los únicos que pueden ser titulares de derechos y obligaciones son los seres 
humanos, es decir sujetos últimos de imputaciones jurídicas. No hay otras entidades, ni 
reales ni ficticias que puedan ser sujetos últimos de relaciones jurídicas. 
4) Sin embargo, muchas veces la ciencia jurídica por conveniencia técnica en la 
presentación del derecho personifica a los conjuntos normativos, imputándoles actos de 
ejercicio de derechos y cumplimiento o incumplimiento de deberes realizados por ciertos 
seres humanos. 
https://www.monografias.com/trabajos12/eleynewt/eleynewt.shtml
https://www.monografias.com/trabajos35/categoria-accion/categoria-accion.shtml
26 
 
5) El órgano de una persona jurídica es el individuo o grupo de individuos al cual le 
son imputables concretamente las consecuencias de los actos concretados en 
“representación” de la persona jurídica, en virtud del juego de imputaciones que el sistema 
jurídico crea. 
6) En el caso de las personas individuales, las normas estatales establecen no 
solamente un conjunto de derechos y obligaciones —elemento material— sino también 
quiénes son sus titulares —elemento personal—. Cuando se trata de una persona colectiva, 
las normas estatales sólo determinan el elemento material, delegando la función de 
establecer quiénes son los sujetos de las relaciones jurídicas al estatuto de la sociedad. 
7) Las sociedades, asociaciones, universidades, fundaciones, constituyen 
ordenamientos jurídicos parciales. El conjunto de las normas de un ordenamiento jurídico 
nacional, cuando está centralizado, configura el Estado, que también es una persona 
jurídica. Esto quiere decir que "Estado" y "derecho" se identifican cuando se refieren a un 
sistema centralizado, pues ambas expresiones hacen referencia al conjunto total de normas 
jurídicas nacionales. 
En síntesis, para Kelsen, la persona es un centro de imputación de normas. Es una 
construcción “normativa”. Una técnica de organización para el funcionamiento de la 
sociedad. Aclara Nino (2003:230) que: “para Kelsen la expresión "persona jurídica" no denota 
una especie de hombre fantasmal sino algo real, o sea un conjunto de normas a las cuales 
los juristas atribuyen los actos de los individuos que actúan de acuerdo con ellas.” La podemos 
vincular con la teoría de la ficción a partir de la negación de su antropomorfización. 
Podría, por último, abordarse como “enfoque más plausible: (el de) la persona 
jurídica como una construcción lógica”. Las teorías que se han mencionado tienen en 
común, como dice Hart, el suponer que un término no tiene función alguna en un sistema 
lingüístico si no hace referencia a alguna entidad (es lo que hemos analizado ya respecto de 
las propuestas del Círculo de Viena). Las teorías que niegan la existencia de personas 
jurídicas llegan a tal conclusión a partir de no poder determinar qué hechos denota la 
expresión "persona jurídica". La teoría de la ficción coincide con la anterior en que la 
expresión en cuestión no tiene denotación real, pero sostiene que los juristas le asignan 
27 
 
una fingida. Las teorías "realistas" atribuyen a "persona jurídica" una referencia a hechos 
no verificables empíricamente. El propio Kelsen se siente obligado a atribuir a la expresión 
una referencia a ciertas entidades, o sea, a sistemas normativos. No obstante, sostengo, los 
sistemas normativos son precisamente esos “sistemas” creados al interior de la cultura 
humana, y mediante los cuales los seres humanos se dan organización en el intento de 
proveerse de previsibilidad en sus acciones. En tal sentido “son” una entidad, tan verificable 
empíricamente como la existencia de un animal o un átomo. 
CONCEPTO DE PERSONA JURÍDICA EN EL SISTEMA JURÍDICO VIGENTE 
Conviene entonces analizar, desde esta perspectiva, los cambios habidos en nuestra 
legislación, para acercarnos a un caso concreto del derecho positivo. En efecto, en el curso 
de estos últimos años, hubo modificaciones sustanciales en el derecho civil y comercial y en 
el derecho penal que expresan una nueva concepción de persona jurídica. El viejo Código 
Civil redactado por Dalmacio Vélez Sarsfield, a pedido del gobierno nacional para ser 
presentado al Congreso (y que entrara en vigencia en 1871), derogado y sustituido por el 
nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (en 2015), establecía en el Art. 30 que personas 
son “todos los entes susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones”. En el Art. 
31, distinguía entre personas “de una existencia ideal o de una existencia visible”. Recurría 
así al sistema “binario” que diferenciaba a las personas humanas (visibles) de las personas 
jurídicas (ideales). 
El Art. 32, a su vez, especificaba que: “Todos los entes susceptibles de adquirir 
derechos, o contraer obligaciones, que no son personas de existencia visible, son personas 
de existencia ideal, o personas jurídicas.” Aludía a la aptitud de un conjunto de entes que 
no podían ser comprendidos como personas de existencia visible. Es decir, que las definía, 
por exclusión o por defecto. 
Entendía por personas de existencia visible, en el Art. 51, “Todos los entes que 
presentasen signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o accidentes, 
son personas de existencia visible.” 
Está claro que Vélez Sarsfield seguía al jurista brasileño Freitas, que, a su vez, se 
fundó en los estudios de Savigny. 
28 
 
El nuevo Código Civil y Comercial (CCC) regula cuándo comienza a existir la “persona 
humana” para el ordenamiento jurídico. Pero no precisa qué entiende por persona 
humana. En el art. 141 del CCC, refiere a la persona como “categoría jurídica”. “Son 
personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud 
para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines 
de su creación”. 
Ningún sistema jurídico puede limitar la capacidad de los seres humanos por debajo 
de ciertos mínimos. La capacidad es la regla, la incapacidad la excepción. Esto es lo que 
pretende decir el nuevo CCC. Pero no niega que el derecho contiene limitaciones a la 
capacidad. Lo grave es que los estados suelen llevarlas a un punto inaceptable, pero eso es 
el debate político jurídico. Lo cierto es que el sistema del derecho consagra ese juego de 
“posibilidad/imposibilidad”. 
La personalidad diferenciada se detalla en el art. 143, cuando manifiesta la regla de 
separación de patrimonios: el de la Persona Jurídica y el de sus miembros. 
Ahora bien, cuando los actos excedan el objeto, no serán imputables a la personajurídica. La responsabilidad es directa para quien los haya realizado. En el código del 2015, 
se incorporó la denominada “inoponibilidad de la persona jurídica”, usada para situación 
de violación de la ley, del orden público, la buena fe, o para frustrar derechos de terceros. 
En estos casos, se habilita justamente la imputación directa a los socios, asociados, 
miembros o controlantes directos o indirectos quienes responderán solidaria e 
ilimitadamente por los perjuicios causados. 
La desestimación de la personalidad, cuando hay un ejercicio abusivo, conocida 
como teoría del “desgarramiento del velo”, tuvo dos fallos ejemplares: “Swift” y “Parke 
Davis”, que luego fueron seguidos por los más diversos tribunales del país. En el caso 
“Swift”, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en septiembre de 1973, afirmó que “El 
régimen de la personalidad no puede utilizarse en contra de los intereses superiores de la 
sociedad ni de los derechos de los terceros”. 
Por lo tanto, debía dar primacía a la realidad subyacente detrás de la personalidad 
societaria. Como el mismo Nissen enseña, el ordenamiento jurídico no puede reconocer a 
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una sociedad constituida al sólo fin de crear un instrumento técnico totalmente vaciado de 
contenido, pues ello se opone a los principios que configuran la personalidad jurídica. 
Del mismo modo, declaró la inoponibilidad de la personalidad de una sociedad en 
casos que, sin causa ilícita ni fraude, exhibía un fin extrasocietario, que encaja con la 
doctrina del abuso del derecho. 
Por otra parte recientemente, en 2017, se aprobó y sancionó la responsabilidad 
penal de las personas jurídicas por Ley Nacional N° 27401, aplicable a las personas jurídicas 
privadas, que cometan cohecho, tráfico de influencias, concusión, enriquecimiento ilícito 
de funcionarios y empleados, balances e informes falsos agravados. Las sanciones penales 
que pueden recaer sobre ellas, son multas, suspensión, publicación de sentencia, etcétera. 
Antes, no había penalización de las personas jurídicas. 
Esta sola lectura, nos hace reflexionar sobre cambios en la teoría de persona que 
subyace en el nuevo ordenamiento jurídico vigente. 
Hay prácticamente consenso entre los estudiosos del derecho, respecto de que la 
concepción de persona que primaba en el derogado Código Civil era la teoría de la ficción. 
Pero la nueva normativa, concuerda más con la teoría kelseniana, esto es que se trata de 
“un centro de imputación de normas”. 
Hay variados ejemplos de estas personas jurídicas: Una sociedad anónima, o de 
responsabilidad limitada o una cooperativa, una asociación civil o una fundación, o el Estado 
o la Iglesia o la Universidad. 
La complejidad de las personas jurídicas, se visualiza a través de los diversos marcos 
teóricos que surgieron. Desde lo que niegan su existencia, hasta los que piensan que es una 
ficción o los que proponen que no hay diferencias sustanciales entre personas jurídicas y 
personas humanas. 
X. Capacidad de las personas. 
Al abordar este tema, comienza Nino (2003: 217) aclarando que: “La palabra 
"capacidad" tiene, en el lenguaje ordinario, un significado relacionado con la posibilidad y 
la habilidad para actuar. Aun dentro de este marco general, en el uso común del lenguaje 
es posible encontrar varios sentidos diferentes, aunque ligados entre sí, de "capacidad". No 
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es lo mismo decir "Juan es un hombre capaz" que afirmar "Juan es capaz de escalar una 
montaña" o decir "Juan es capaz de negar los hechos más obvios".” 
El Código Civil y Comercial en su Art. 1 establece que los casos civiles y comerciales 
deben resolverse aplicando las disposiciones de este nuevo código de conformidad con la 
Constitución Nacional y los Tratados de Derechos Humanos. Este proceso se ha llamado 
proceso de constitucionalización o humanización del derecho privado y por ende, en las 
relaciones entre particulares, rigen los principios de no discriminación, de respeto de los 
derechos de la persona y su diversidad. 
De este nuevo enfoque, se derivan varias reformas. 
En el Libro Primero, dentro del Título I, sobre Persona Humana, se estudia el 
concepto de capacidad que significa la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones. 
Es lo que llamamos capacidad de derecho. 
No se refiere a la capacidad como atributo, sino que implica un auténtico derecho 
humano. Así surge de la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos como de la 
doctrina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por ende, no son aceptables 
pactos o contratos que traten de menoscabar esta capacidad. Es una cuestión de orden 
público, es decir que compromete el interés superior. Normas imperativas confieren esta 
idoneidad para ser titular de derechos y obligaciones. 
La capacidad de derecho determina que todas las personas son idóneas para el goce 
de derechos con la salvedad de las restricciones estipuladas a través de la ley, como dicen 
juristas franceses (entre ellos, Mazeaud y Josserand). La doctrina alemana (los juristas 
Larenz y Lehemann), difundió los términos de “capacidad jurídica”, como más apropiado 
que el uso de “capacidad de goce”. 
En la doctrina italiana, rescatamos las definiciones de autores como Zatti y Colussi 
para quienes se trata de la actitud de ser titular de derechos y obligaciones; o de Trimarchi, 
como la capacidad de ser sujeto de derecho y obligaciones o de Rescigno, para quien se 
trata de la titularidad actual o potencial de relaciones jurídicas. En suma, si despojamos los 
giros verbales, como lo propondría el programa de Viena, nos resta la posibilidad de que a 
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una persona le sean imputadas consecuencias jurídicas sea para imponerle deberes 
jurídicos, sea para otorgarles derechos subjetivos, que son su correlato lógico. 
Desde el momento mismo de su existencia, una persona puede reclamar alimentos 
o el derecho a la salud. Tendrá además derecho a un nombre, a una familia, a una 
nacionalidad, al nivel adecuado – al óptimo – de vida. 
Por lo tanto, a ninguna persona se le pueden negar todos los derechos. Las 
limitaciones no pueden ser totales respecto de la capacidad de derecho. Aún las personas 
privadas de libertad, gozan de todos sus derechos. Solo perdieron el derecho a la libertad 
ambulatoria (podemos ver la analogía con la situación de todos los habitantes del país en 
las condiciones del aislamiento físico obligatorio impuesto para contener la pandemia de 
coronavirus en el presente año (2020). 
 Aunque en otras sociedades, sí hubo estas restricciones totales: la muerte civil que 
consistía en la privación absoluta de derechos, una pena que se imponía a los reos en ciertas 
legislaciones antiguas. Los esclavos no eran reconocidos como personas y por ende 
tampoco gozaban de capacidad (tal era el caso en el derecho romano, en el que eran 
considerados “res” es decir como una cosa, y como tal susceptibles de comercio, y lo fueron 
hasta avanzado el siglo XIX en el marco del colonialismo e imperialismo de muchas 
potencias mundiales). 
En cambio, hoy todo ser humano es considerado persona, y por ello tiene reconocida 
su capacidad jurídica. La capacidad de hecho o de ejercicio, es la aptitud para hacer actos 
con validez y efectos jurídicos. Como enseña el Profesor Douglas Price: “Es la posibilidad de 
realizar acciones que determinen consecuencias jurídicas”, esto es la de realizar hechos 
humanos que, por el entrelazamiento de condiciones y consecuencias que produce el 
sistema jurídico, resulta en un deber para unas personas y un derecho para otras, 
comprendiendo entre los deberes incluso aquél de los jueces de imponer sanciones. Es el 
conjunto de características psicofísicas que el sistema jurídico reconoce como relevantes 
para adjudicar la posibilidad de imputar consecuencias jurídicas. Un niño de un año no está 
por ejemplo en condiciones de promover una demanda reclamando alimentos. No tiene la 
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capacidadpara obrar. Solo podrá hacerlo mediante un representante legal, pero no puede 
hacerlo por sí mismo.” 
El Código Civil y Comercial estipula en el Artículo 23 que: “Capacidad de ejercicio. 
Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las limitaciones 
expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.” Esas excepciones están 
vinculadas a la edad y a la salud. Entonces, podemos concluir que el principio general es la 
capacidad, con las únicas excepciones que prevé el Código y las dispuestas en una sentencia 
judicial. 
En el viejo Código, se hacían muchas distinciones sobre incapacidad. Diferenciaba 
entre incapacidades de hecho absolutas y relativas. Las primeras, privaban en forma total 
la aptitud de ejercer derechos por sí mismo: aquí se incluían las personas por nacer, los 
menores impúberes (menores de 14 años), los “dementes” y “los sordomudos que no saben 
darse a entender por escrito” (art. 54 CC). La incapacidad de hecho relativa era la propia de 
“menores adultos” (entre 14 y 18 años). 
El nuevo Código incorpora la primacía de la capacidad de ejercicio. Toda persona 
tiene el derecho de ejercer por sí los actos jurídicos, salvo un número menor de excepciones 
que son las establecidas en la norma. La regla es la capacidad. 
La Ley Nacional N° 26.657 de Salud Mental, estableció concordantemente en sus 
arts. 3 y 5 la presunción de capacidad de la persona, independiente de su condición de salud 
mental, sus antecedentes de tratamiento hospitalario, conflictos familiares, sociales o 
inadecuación cultural. Este texto se ajusta a las normas de la Convención sobre los 
Derechos de las Personas con Discapacidad que fue ratificado mediante Ley Nacional 
26.378. 
El Código establece un nuevo paradigma conocido como modelo social que tiende a 
asegurar la mayor autonomía posible para las personas con discapacidad cuyos problemas 
más frecuentes son las barreras que impone el entorno, ya sea barreras comunicacionales, 
edilicias, actitudinales, procesales. Toda barrera obstaculiza el ejercicio de los derechos en 
igualdad de condiciones con las demás. 
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Pero si limitan la capacidad jurídica, el Juez debe indicar para qué actos es necesario 
que tenga apoyos, medidas adoptadas tendientes a tomar decisiones. 
Si hay declaración de incapacidad, se designa un curador que tomará las decisiones 
por esa persona. 
Estas limitaciones no duran eternamente. La sentencia que limita la capacidad debe 
ser revisada periódicamente. La capacidad no solo es u término de importancia en el 
derecho civil. También, tiene importancia en el derecho penal. “El tema de la capacidad 
también es relevante en el derecho penal. Para que una pena sea aplicable a quien cometió 
un delito, el sujeto debe ser capaz, o "imputable"….” (Nino, 2003: 220) 
Hoy parece cerrado el debate sobre la baja de edad de imputabilidad que se incluyó 
en el proyecto de ley de responsabilidad penal juvenil. Por el momento, rige una norma 
sancionada en la época de la dictadura y que no recepta las garantías procesales. Hay un 
consenso en incluir los derechos y garantías de adolescentes. Pero la discusión se ha 
centrado en la edad de imputabilidad. Si se mantiene la edad de 16 años para la 
responsabilidad penal o si se admite la propuesta de bajar a los 15 años. Esta última 
propuesta modifica las recomendaciones de los organismos internacionales y nacionales de 
derechos humanos y en especial el principio de no regresividad. (En el orden internacional, 
priman principios como el de no regresividad. Los Tratados Internacionales de Derechos 
Humanos establecen ciertas reglas o estándares que constituyen un conjunto de derechos 
mínimos, en los que se acordó, en base al principio de progresividad, que no se debe 
retroceder). 
XI. Competencia: 
Para Nino (2003:222) es un concepto análogo al de capacidad civil. En ese sentido, 
puede considerarse como una autorización para crear normas o, expresado en palabras de 
Hohfeld (cuya propuesta analizaremos seguidamente), es la capacidad para modificar la 
situación jurídica de otras personas. 
El término capacidad, está vinculado con la autonomía. Por ejemplo, un joven puede 
decidir obrar en su defensa. La competencia, resalta Nino, está vinculada a la capacidad 
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para obligar a otras personas. Marca una heteronomía. Ejemplos: Un juez puede dictar una 
sentencia ordenando la inhabilitación para conducir a un automovilista imprudente: “[…] Se 
habla en algunos casos, y sobre todo en relación con la función de ciertos órganos 
comunitarios, especialmente, de los órganos judiciales y administrativos, de su "jurisdicción" 
o "competencia".” (Kelsen 1962:160). Se trata, en suma, de la facultad de producir normas 
jurídicas o de aplicarlas. 
La competencia es previamente asignada en una norma jurídica que otorga ese 
derecho - deber. En esta etapa democrática, se ha subrayado que no es solo una potestad 
sino que también es un deber. Sin duda, como advierte Nino (2003:223) “está relacionada 
con la organización política de una sociedad.” Está dada por normas que se extraen 
principalmente de normas constitucionales. 
Si una persona alienada dictara una norma y pretendiere erigirse como el 
representante legal de un país, sin respetar el procedimiento establecido legalmente, 
puede considerarse sin mucho inconveniente, esa supuesta norma dictada como nula a 
priori o como inexistente. Porque nadie le ha atribuido competencia para ejercer la función 
de la presidencia. Lo mismo ocurre con un funcionario que actúa fuera de su competencia. 
Por ejemplo, un presidente que pretende ratificar un tratado internacional sin dar ninguna 
participación al Congreso o Legislatura nacional, cuando la Constitución indica que es ésta 
la que debe ratificar los mencionados tratados. La facultad que le reconocen a la persona 
que le dan la competencia, no es ilimitada. Así, un presidente o un legislador o un juez 
resuelven dentro de las facultades delimitadas que le otorgaron. 
 
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XII. LA TEORÍA DE WESLEY HOHFELD SOBRE LOS CONCEPTOS 
JURÍDICOS FUNDAMENTALES. 
XII.a Introducción 
Wesley Hohfeld escribe, en el año 1913, la célebre teoría sobre los conceptos 
jurídicos fundamentales. Este artículo que adquiere tanta fama en el mundo académico, 
fue elaborado en un contexto de surgimiento de la filosofía analítica norteamericana. 
En esa investigación, parte de la observación de que uno de los mayores obstáculos 
en la teoría del derecho, era la ausencia de una comprensión clara, de una enunciación 
precisa y de la solución adecuada de los problemas jurídicos. 
Procura recoger el núcleo estructural de conceptos que se verifican en los usos y 
prácticas cotidianas de los operadores jurídicos. En general, hasta ese momento en el 
mundo anglosajón, el lenguaje jurídico se lo reducía en las explicaciones a dos conceptos: 
derechos y deberes, que, por otra parte, resultaban vagos y ambiguos. 
Hohfeld sustituye esa simplificación por un esquema más complejo de ocho 
categorías irreductibles, que están en el mismo nivel y que, a su vez, permiten definir los 
demás conceptos habitualmente usados por los operadores. No solo advierte la relevancia 
de esos ocho conceptos, sino que, además, visualiza las relaciones conceptuales entre sí. 
Unos y otros se definen a través de una conexión correlativa u opuesta con otro concepto 
del mismo esquema. 
Hohfeld distingue entre relaciones correlativas y relaciones opuestas. 
Los conceptos correlativos, presentan una conexión conceptual de manera que la 
definición de uno está implícita en la definición del otro. Por ende, son complementarios. 
Los conceptos opuestos son contradictorios. Uno es una negación de otro 
Lógicamente podemos decir que, un concepto “A” es correlativo de “B” si la 
definición de B está implícita en la definición de A, de manera que se complementan y no 
se contradicen. Por el

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