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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

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DON QUIJOTE DE LA MANCHA PARTE 1
Capítulo 1: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha
En un lugar de la mancha, vivía un hidalgo de los de lanza astillero, adarga, rocín flaco y galgo
corredor. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los
veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la
edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de
rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o
Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que de estos casos escriben; aunque, por
conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana.
Nuestro protagonista había descubierto un ocio que le apasiono tanto, que llegó a vender tierras de
siembras por conseguir más libros sobre “la caballería”. Conversaba con conocidos sobre las historias
debatiendo de cual era mejor caballero, y así con distintas historias. En resolución, él se enfrascó tanto
en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y
así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio.
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias,
batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal
modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas
invenciones que leía, que para él. Ya con su juicio perdido, le pareció muy buena idea convertirse en
un caballero andante para su república y realizar grandes hazañas que hicieran su nombre famoso.
Por ello para empezar tomó limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de
orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Al no tener
una celada de encaje, sino morrión simple, creo una de cartón la cual se rompió, luego al armarla con
unos barrotes de hierro quedó más satisfecho con el producto.
Fue a ver a su rocín (caballo de trabajo de campo) y como los grandes caballeros tenían a sus caballos
con un nombre, le puso luego de 8 días de mucho pensar “ROCINANTE”. Luego pensó en cambiarse
su propio nombre, y le llevó tres 8 días más: “Don Quijote (como otros caballeros se agregaba el
nombre de donde provenían agregó…) de La Mancha”. Con esto solo le quedaba buscar a quien sería
su amada en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un
tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio cata dello.
Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y,
buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminó al de princesa y gran
señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer,
músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
Capítulo II: Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote
sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que
era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta
su mal compuesta celada, embrazó su adarga (Escudo de cuero con forma ovalada o de corazón),
tomó su lanza y, por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo
de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo. Mas, apenas se vio en el campo,
cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y
fue que le vino a la memoria que no era armado caballero y que, conforme a ley de caballería, ni podía
ni debía tomar armas con ningún caballero; y, puesto que lo fuera, había de llevar armas blancas,
como novel caballero, sin empresa en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase. Entendiendo
que, por el camino de sus aventuras, podría conseguir esto prosiguió, y hablaba consigo mismo de
cómo recordarán el primer día en que él salió por los campos de Montiel.
Don Quijote anduvo todo el día, y al caer la noche vio una ventana de una pequeña casa, la cual su
locura transformó en un castillo. Al llegar a la ventana se encontró con dos damas (rameras) quienes
al principio se intimidaron, por las pintas del Quijote, luego de que este les hablara y estas se burlaran
por su forma de dialogar. Hasta que salió el ventero con quien dialogó para obtener estancia de una
noche. Así fue como, a su Rocinante, por quien pidió le cuidasen mucho por ser caballo único (a lo
que el hombre le miró extrañado, porque de lo que su dueño decía, ni la mitad parecía). Así pasó la
noche en ese lugar,
llegó un castrador de puercos; y, así como llegó, sonó su silbato de cañas cuatro o cinco veces, con lo
cual acabó de confirmar don Quijote que estaba en algún famoso castillo, y que le servían con música,
y que el abadejo eran truchas; el pan, candeal; y las rameras, damas; y el ventero, castellano del
castillo, y con esto daba por bien empleada su determinación y salida. Más lo que más le fatigaba era
el no verse armado caballero, por parecerle que no se podría poner legítimamente en aventura alguna
sin recibir la orden de caballería.
Capítulo III: Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero
Encerrándose con el ventero en la caballeriza, Don Quijote se puso de rodillas y le rogó por ser
otorgado el renombre de caballero como había leído en sus novelas. El hombre que escuchó esto, le
dijo que le concediera lo pedido. El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía
algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle
semejantes razones, y, por tener qué reír aquella noche, determinó de seguirle el humor; y así, le dijo
que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los
caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él, así mismo,
en los años de su mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio. Le dijo también que en aquel su
castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas, porque estaba derribada para hacerla de
nuevo; pero que, en caso de necesidad, él sabía que se podían velar dondequiera, y que aquella noche
las podría velar en un patio del castillo; Luego de que le molestaran uno que por ahí pasaron, y
recibieron palos de nuestro protagonista, el vedero se apresuró en darle el nombramiento para que
retomara su rumbo y no le cobró peso alguno por su estadía.
Capítulo IV: De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta
Don Quijote ya nombrado se encontraba muy feliz, pero al salir al campo pensó en que debía volver
por lo que le habían aconsejado “un escudero”, y recordó que en su aldea había un hombre “labrador
vecino suyo, que era pobre y con hijos, pero muy a propósito para el oficio escuderil de la caballería.
“. Cuando volvía por el bosque escuchó gritos y se dispuso a saber que era. Vio a un criado siendo
azotado por un labrador y una yegua atada, el labrador paro y el criado Andrés en su defensa por la
pérdida de una de las ovejas decía que su amo, hacía ya 9 meses que no le pagaba su trabajo. El Don
Quijote le dijo lo que debía de hacer para no temer su furia, pero apenas partió al pobre criado lo
molieron a golpes y juró buscar a el caballero que le había ayudado.
En el camino se encontró con unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Eran seis,
y venían con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie. Don
Quijote les mencionó a su amada la cual era la más hermosa, para él de forma arrogante, uno de los
mercaderes en tono burlón dijo que sin foto no se podría afirmar tales cosas, yque si les mostraba una
foto de la dama por más fea que fuera afirmaron lo que él les pedía, ensolerado les quiso atacar, pero
su Rocinante resbaló y cayó, con el peso de las armas antiguas quedo desecho y sin poder levantarse,
y además un criado le golpeó y ahí se quedó tirado.
Capítulo V: Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
Estando tirado, recordó un paso de sus libros; y la memoria aquella de Valdovinos y del marqués
de Mantua, cuando Carloto le dejó herido en la montiña. Comenzo a decir el romanece a viva vos,
cuando le escucho un labrador que resultaba ser vecino suyo que llevaba una carga de molino, el cual
al verle tirado le ayudó y le reconoció enseguida:
-Señor Quijana -que así se debía de llamar cuando él tenía juicio y no había pasado de hidalgo
sosegado a caballero andante-, ¿quién ha puesto a vuestra merced esta suerte?
lo llevó de vuelta a su casa y el Quijote no hacía más que recordar sus libros de caballería, a lo cual el
labrador cansado le contestó: -Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo
de Narváez, ni el marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos,
ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.
De noche llegaron a la aldea y a la casa de Don Quijote, donde estaban muy preocupados Pedro Peréz,
el cura, amigo de Don Quijote, la sobrina del loco y el Barbero llamado Nicolás, no hicieron más que
ayudarle y llevarlo a descansar, ya que, este se reusaba a decir lo que había pasado en esos tres días
donde había desaparecido.
Capítulo VI: Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro
ingenioso hidalgo
Mientras el Quijote dormía, su sobrina, el barbero y el cura, veían que hacer con los libros del
dormido loco. La sobrina quería quemarlos en un corral, para ya que, eran culpables de la locura.
Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura:
-Parece cosa de misterio ésta; porque, según he oído decir, este libro fue el primero de
caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste; y así,
me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin excusa alguna, condenar
al fuego.
las Sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula., Don Olivante de Laura, Florimorte de
Hircania, El Caballero Platir, El Caballero de la Cruz., Espejo de caballerías., Bernardo del Carpio,
Roncesvalles, Palmerín de Oliva, Palmerín de Ingalaterr, Don Belianís., Historia del famoso
caballero Tirante el Blanco.
-Éstos -dijo el cura- no deben de ser de caballerías, sino de poesía.
Y abriendo uno, vio que era La Diana, de Jorge de Montemayor, y dijo, creyendo que todos los
demás eran del mesmo género:
-Éstos no merecen ser quemados, como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de
caballerías han hecho; que son libros de entendimiento, sin perjuicio de tercero
La Diana de Montemayor,
La Diana llamada segunda del Salmantino; y éste, otro que tiene el mismo nombre, cuyo autor
es Gil Polo.
la de Gil Polo se guarda como si fuera del mesmo Apolo; y pase adelante, señor compadre, y
démonos prisa, que se va haciendo tarde.
Los diez libros de Fortuna de Amor, compuestos por Antonio de Lofraso, poeta sardo. (los
guardo)
El Pastor de Iberia, Ninfas de Henares y Desengaños de celos. (estos los guardó) el cura
El Pastor de Fílida.
-No es ése pastor -dijo el cura-, sino muy discreto cortesano; guárdese como joya preciosa.
-Este grande que aquí viene se intitula -dijo el barbero- Tesoro de varias poesías. Se guardó por
q el autor era amigo del cura.
El Cancionero de López Maldonado. También amigo del cura y se guardo
La Galatea, de Miguel de Cervantes
-Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas
que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es menester
esperar la segunda parte que promete; quizá con la emienda alcanzará del todo la misericordia que
ahora se le niega; y, entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre.
La Araucana, de don Alonso de Ercilla; La Austríada, de Juan Rufo, jurado de Córdoba, y El
Monserrato, de Cristóbal de Virués, poeta valenciano. -Todos esos tres libros -dijo el cura- son los
mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más
famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.
Cansóse el cura de ver más libros; y así, a carga cerrada, quiso que todos los demás se quemasen;
pero ya tenía abierto uno el barbero, que se llamaba Las lágrimas de Angélica.
-Lloráralas yo -dijo el cura en oyendo el nombre- si tal libro hubiera mandado quemar; porque su
autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no sólo de España, y fue felicísimo en la tradución de
algunas fábulas de Ovidio.
Capítulo VII: De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha
El Don Quijote despertó, entonces fueron al fuego los demás libros sin ser vistos por el cura. Cuando
fueron a ver al hombre que despertó y dando cuchilladas al aire como si estuviera en pleno combate,
dijo disparates y luego de que se le dio de comer se durmió. Él ama de noche quemó todos los libros.
Uno de los remedios para el pobre loco fuera que le tapiasen el aposento de los libros y mintiendo de
que un encantador se los había llevado, al cual le pusieron por nombre Muñaton, la ama le dijo que en
ton terminaba su nombre.
Habiéndose puesto en contacto con un labrador vecino suyo, llamado Sancho Panza, le dijo que, si él
se hiciese escudero suyo, tendría por recompensa como era costumbre, con los escuderos de los
caballeros un pedazo de islote (es decir, que lo haría dueño de las tierras que conquistase, en porción).
Habiéndose creído esto, Don Quijote vendió algunas de las cosas para poder tener dinero, y con ello
su escudero llevaba lo que le fuese necesario a su señor, así acompañándolo en burro se fueron.
Capítulo VIII: Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás
imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felices recordación
Volvieron por la ruta del mismo campo, y se encontraron con 30 o 40 molinos de viento, a los
cuales la locura de don Quijote veía como si fuesen gigantes, y a los que Sancho le trató de
decir que solo eran molinos. Se enfrentó contra las máquinas y cayó con el pobre Rocinante,
fueron socorridos por Sancho y siguieron su camino a Puerto Lápice. En el camino venían
dos curas de San Benito y un carruaje que, si bien no venía con los curas, tenían el mismo
rumbo. Don Quijote malversó lo que ahí se veía y vio realmente a dos secuestradores de una
princesa.
Se enfrentó contra un cura el cual se tiro de su mula, y Sancho estaba sacándole las prendas
diciendo que era lo que le correspondía luego de la victoria de su amo, luego de que le
golpearan los acompañantes de los frailes (y de q el otro cura fuera corriendo con su mula
lejos). Quijote se enfrentó a un Vizcaíno
Capítulo IX: Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el
valiente manchego tuvieron
Capítulo 11: De lo que le sucedió a Don Quijote con unos Cabreros
Fue recogido por los cabreros. Sancho acomodó a Rocinante (el caballo) y se fue hacia donde estaban
cocinando cabras. Los cabreros convidaron las cabras a Sacho y a Don Quijote, y los invitaron a
sentarse. Aunque Don Quijote invitó a Sancho a sentarse, él quiso quedarse parado, entonces Don
Quijote lo obligó a sentarse. Los cabreros comían sin entender lo que ellos decían de los caballeros y
escuderos.
Después de comer, pusieron bellotas y un pedazo de queso. Don Quijote tomó algunas bellotas y
agradeció a los cabreros. Todo era paz entonces. Sancho mientras tanto comía lo que había en la
mesa. Llegó un joven de 22 años llamado Antonio, al cual le pidieron que cante para los invitados. Al
terminar la canción Sancho curo la oreja de DonQuijote.
Capítulo 12: De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote
En esto, llegó otro mozo con la noticia de que murió de amor el pastor Grisóstomo por la joven
Marcela. Por esta razón, el pueblo estaba muy alborotado. Pedro (uno de los cebreros) contó a Don
Quijote sobre el pastor fallecido:
Sabía sobre astrología, y aconsejaba a sus amigos y familia, lo cual los hizo muy ricos. Un día, el
pastor junto con Ambrosio se quitó los hábitos y se hizo pastor. Luego se entendió que Grisóstomo se
quitó los hábitos porque estaba enamorado de Marcela. Ella fue criada por su tío (sacerdote) ya que
sus padres habían muerto. Marcela se negó a casarse hasta que un día se hizo pastora. Se decía que
ella atraía a los hombres, pero con su desdén los llevaba a su fin.
Al día siguiente sería el entierro de Grisóstomo, el cual se presumía que estaría lleno de personas.
Esa noche Don Quijote y Sancho se fueron a dormir.
Capítulo 13: Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela con otros sucesos
Cinco cabreros se despertaron e invitaron a Don Quijote al funeral. Llegaron a una senda y se
encontraron a dos pastores, dos hombres a caballo y tres jóvenes más que también iban al entierro.
Vivaldo preguntó a Don Quijote porque iba tan armado, él respondió que los caballeros siempres
debían ir vestidos así. Todos pensaron que estaba loco. Vivaldo, al ver su locura, preguntó que era un
caballero andante. Al escuchar su respuesta lo reconocieron como “Don Quijote falto de juicio”.
Vivaldo empezó a discutir con Don Quijote sobre los caballeros y lo que hacían, hasta que finalmente
llegaron a la sepultura. Dijeron unas palabras sobre el pastor Grisóstomo y leyeron la última canción
que él había escrito.
Capítulo 14: Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor con otros no esperados
sucesos
Una vez leída la canción, apareció Marcela. Ambrosio al verla la insultó, y Marcela se defendió
diciendo que por más hermosa que sea no tiene porque seguir la voluntad de los demás y que no debe
ser forzada a estar con nadie. De esta forma demostró a todos que no era una homicida. Luego se fue.
Don Quijote, al ver que varios hombres querían seguirla, le dijo que la dejaran tranquila ya que ella
había demostrado que no tenía la culpa de la muerte del pastor. Al terminar el funeral, se fueron todos.
El “caballero'' fue tras Marcela y le ofreció sus servicios, pero ella se negó.
Capítulo 15: Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos
desalmados yangüeses
El “caballero” y su escudero entraron al bosque buscando a Marcela, hasta que llegaron a un prado
con un arroyo. Decidieron quedarse allí en las horas de la siesta, ataron a Rocinante y comenzaron a
comer. Entonces llegaron los yangüeses con sus yeguas. Rocinantes al verlas fue hacia ellas, pero las
yeguas lo sacaron a patadas. Luego, los yangüeses comenzaron a pegarle palazos hasta tirarlos. Don
Quijote corrió y arremetió contra ellos. Los yangüeses los derribaron y después se fueron. Los
personajes tuvieron una gran charla sobre sus infortunios, se levantaron y siguieron su camino.
Capítulo 16: De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo
El ventero al ver a Don Quijote le preguntó qué había pasado, Sancho le respondió que habían tenido
una caída. El ventero tenía una esposa y una hija que acudieron a curar al “caballero”. Servía en la
venta una moza asturiana. La moza y la doncella le hicieron una cama (mal hecha) a Don Quijote,
donde se acostó. Sancho le explicó a la asturiana quien era Don Quijote y que buscaban aventuras.
Mientras tanto, el “caballero” escuchaba atentamente. Luego la moza asturiana curó a Sancho.
Al anochecer, la asturiana pasó por el cuarto de los Sancho y Don Quijote. El al verla, la agregó en su
imaginación como una doncella que fue a visitarlo cuando estaba herido. Cuando Sancho vio que la
moza fue a verlo a él, lo golpeó en la cara. El ventero llegó al cuarto y fue a castigar a la asturiana.
Todos comenzaron a golpearse, hasta que todos cayeron exhaustos.
Capítulo 17: Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo Don Quijote y su buen
escudero, Sancho Panza pasaron a la venta, que por su mal pensó que era castillo
A la mañana siguiente, hablaron sobre lo ocurrido por la noche. Don Quijote se imaginó que los
sucesos de la noche habían sido con un descomunal gigante que lo había golpeado. Sancho le siguió el
juego diciendo que había sido atacado por moros.
El caballero pidió a su escudero que fuera a buscar aceite para curar sus heridas. El ventero le dio el
aceite y algunos insumos para que se curara. Después de vomitar, Don Quijote durmió y luego
mejoró. Sancho Panza también estaba mejor, así que comió su comida y parte de la del caballero. Al
rato, comenzó a sentirse mal y luego peor.
Don Quijote decidió que quería seguir con sus aventuras, por lo que busco a Rocinante y ayudó a
Sancho a vestirse. Ofreció sus servicios al ventero, pero este lo rechazó y pidió que le pagara por la
comida que le había dado y la cama que le había preparado. El caballero se negó diciendo que los
caballeros no pagaban por el asilo y la comida que se les ofrecía. El hombre, al ver que Don Quijote
se fue sin pagarle, fue a reclamarle al escudero. Sancho fue golpeado por varios hombres por negarse
a pagar. La moza le dio un trago de vino. El ventero cobró de las alforjas que les había quitado a
Sancho.
Capítulo 18: Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor Don Quijote, con
otras aventuras dignas de ser contadas
Don Quijote imagino su escudero había sido atacado por fantasmas. Anduvieron a caballo hasta que
llegaron a una polvareda. Allí encontraron dos grandes manadas de cabras y ovejas. El caballero
imagino que eran dos ejércitos a punto de luchar por la mano de la joven hija del líder de uno de los
ejércitos. Así fue imaginando distintas cosas sobre los ejércitos. Sancho no podía ver nada de lo que él
decía. El caballero le dijo que no los veía porque su miedo afectaba sus sentidos.
Embistió al ganado y los dueños de las ovejas le tiraron piedras. El escudero revisó las heridas del
caballero, encontró que lo que tenía en la boca era balsamo. Sancho vomitó sobre él y se planteó
volver a su hogar. Don Quijote se levantó y se subió a Rocinante.
Capítulo 19: De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo y de la aventura que se dio con
un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos.
Caminaron hasta que se hizo de noche. Entonces vieron a una multitud de lumbres. Sancho comenzó
a temblar. Don Quijote creyó que eran otros fantasmas. Luego, descubrieron que eran 20 encamisado
a caballo. El caballero atacó a los encamisados, como no tenían armas él pudo apalear a algunos y
otros escaparon. Arrinconó a un hombre (con la pierna quebrada) y le preguntó quién eran y qué
hacían. El bachiller, llamado Alonso Lopes respondió que iban a Segovia acompañando al cuerpo de
un caballero para darle sepultura. Don Quijote se presentó y ayudó al bachiller. Sancho desvalijó los
repuestos que traían los encamisados. El caballero se disculpó y el hombre se fue.
Don Quijote quiso que lo comenzaran a llamar “Caballero de la triste figura”. Siguieron caminando
hasta que llegaron a un valle, allí comieron todo lo que Sancho había conseguido. Sin embargo, no
tenían nada para beber.
Capítulo 20: De la jamás vista y vivida aventura que con más poco peligro fue acabada del famosos
caballero del mundo, como la que acabó el valeroso Don Quijote de la Mancha
Una vez terminada la cena, caminaron hasta que escucharon el ruido de un arroyo. Estuvieron
buscando el arroyo hasta el amanecer. Don Quijote pidió a Sancho que si moría le dijera a Dulcinea
que murió buscando ser digno para ella. Sancho lloraba y le pedía que no buscara peligrosas
aventuras.
Luego el caballero le pidió a su escudero que le contara un historia y él comenzó a contar:
En un lugar de Estremadura había un cabrerizo llamado Lope Ruiz. Él estaba enamorado de la pastora Torralba,hija de un ganadero rico. El diablo hizo que el amor que el pastor tenía por la pastora se convirtiera en mala
voluntad y en omecillo. Se dice que la causa fue una cierta cantidad de cerillos que ella le dio. Después de esto,
el cabrero comenzó a aborrecerla y se quiso ir para no verla más. Luego, ella lo quiso más que nunca lo había
querido. Entonces el pastor se pasó a los reinos de Portugal. Ella cuando se enteró fue tras él.
El pastor llegó con su ganado a pasar el río Guadiana, vio a un pescador con un bote tan pequeño que solo
entraban un hombre y una cabra. Fueron pasando cabra por cabra.
Don Quijote le preguntó a Sancho cuántas cabras habían pasado, como el escudero no sabía, el
Quijote no dejó que terminara de contar la historia y ambos volvieron a caminar. A Sancho se le
cayeron los pantalones por el miedo a los peligros y comenzó a llorar. Entonces el caballero golpeó al
escudero, y comenzaron a pelearse.
Capítulo XXI Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras
cosas sucedidas a nuestro invencible caballero
Don Quijote al verse aborrecido por las burlas que su escudero le había hecho, no quiso entrar en el
molino, entonces vio a un hombre a caballo que traía en la cabeza una cosa que relumbraba. Quijote
creyó que ese hombre traía en la cabeza un yelmo de Mambrino donde él había hecho el juramento ya
mencionado.
Aunque sancho desconfiaba de nuevo en lo que su amo decía, ya que quijote veía a un hombre e un
caballo rucio rodado con un yelmo de oro, pero sancho solo veía un asno pardo como el suyo con una
cosa que relumbra.
resultaba ser un barbero que iba a ver un paciente que desangraba y aun cliente para cortarse la barba,
entonces llevaba una bacía de azófar (que me imagino que es una vasija) y como empezó a llover se lo
puso en la cabeza y por eso le parecía un yelmo de oro.
Entonces el gran Don Quijote lo amenazó en una pelea, el barbero al verse atacado no vio mejor
forma que simplemente dejarse caer y salir corriendo, y dejando la bacía en el piso, quijote se lo dejó
por trofeo. Ël aún creía que era un yelmo y no encontraba la forma de ponérselo y terminó creyendo
que el pagano tenía una enorme cabeza, lo que causó la risa de Sancho. ante esta risa el quijote dijo
que era un casco que el barbero fundió la mitad.
Sancho al ver el caballo del barbero solo, le pregunto a su amo si se lo podía llevar, pero este se lo
prohibió pero si le dejo llevar las riendas del mismo. después de caminar un poco por el campo,
sancho le dijo si podrían ir a servirle a un emperador o príncipe en alguna guerra, de tal manera que se
vean obligados a pagar sus triunfos. entonce quijote se mandó dos hoja enteras llenas de boludeces
solo para decir que prefería primero tener una gran fama para que cuando llegue a un reino, de el se
enamore una princesa y el Rey lo recibira como el mejor caballero y lo llevara su guerra, y luego de
muchas batallas él le pide la mano a su amada, entonce le da una esposa a su escudero.
Capítulo XXII De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que, mal de su grado,
los llevaban donde no quisieran ir
don Quijote alzó los ojos y vio que por el camino que llevaba venían hasta doce hombres a pie,
ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas a las
manos; venían asimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de a pie; los de a caballo con
escopetas de rueda,3 y los de a pie con dardos y espadas. en lo que sancho dijo que eran gente
forzadas por sus delitos a trabajar, entonces quijote decidió ayudar a estos hombres que por sus
crímenes estaban encadenados. Así que les pidió que les dijera la sentencia de cada uno pero se
negaron y le pidieron que preguntara en donde ellos iban a terminar. asique decidió ir a preguntar a
uno de los encadenados, y el le dijo que por amor estaba allí (estaba robando). luego le preguntó al
segundo y le dijeron que por cantar estaba allí (se refiere a confesar sus crímenes de ser cuatrero
ladrón). y así le preguntó al tercero, que dijo que estaba allí por faltarle 10 ducados, a lo que quijote le
respondió que le daría 20 para sacarlo de esa pesadumbre. luego le preguntó al cuarto, el cual el
quinto le dijo que estaba allí por pasearse en pompa y a caballo.
Más al fondo vio a un hombre que estaba más encadenado que los demás, a lo que le pregunto al
guardia porque estaba así, y le dijo que él solo tenía más delitos que todos los demás juntos y ni con
todas esas cadenas, estaban seguros. El se llamaba Ginés de Pasamonte del cual escribió su libro
contando su historia.
Entonces el gran quijote dijo que tendría compasión por ellos por haber tenido tan mala suerte, y les
pidió a los comisarios que dejaran libres a los criminales. A lo que le replicó el comisario que nos los
dejaria, porque no estaba en su poder. entonces quijote arremetió contra él (que era el de la escopeta) y
los demás, que aunque sorprendidos, arrebataron contra el. entonces los criminales aprovecharon para
escapar, y al verse los criminales libres, salieron huyendo. Al ver esto, Sancho se entristeció porque
creía que los que iban huyendo, les avisarian a la santa hermandad y los buscaría.
Entonces quijote, les pidió a los criminales que fueran al toboso para avisarle a su amada lo que él
había hecho. Pero Ginés replicó que no podían ir todos en eso, entonces el Quijote se enojó y lo
amenazó. entonces los criminales, al ver lo loco que estaba, lo atacaron con piedras y le robaron la
ropa a sancho y la vasija al quijote.
Capítulo XXIII De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena,1 que fue una de
las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan
Al ver la situación en la que estaban, el Quijote le dijo a Sancho que,Siempre, Sancho, lo he oído
decir: que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar. Si yo hubiera creído lo que me dijiste, yo
hubiera evitado esta pesadumbre. asique esta vez el quijote decidió tomar el consejo de sancho, de
irse, solo con la condición de que él nunca dijera porque se fueron, sin por los ruegos de sancho.
Aquella noche llegaron a una parte de sierra morena, lo cual él quería atravesar para esconderse. esa
noche pasaron en la mitad de ese lugar, y los días siguientes también, hasta que se les acabarn sus
provisiones.
Mientras caminaba por el campo, vieron un cadáver a lo cual Sancho procedió a sacarle todo el oro y
dinero que tenía. vio que por cima de una montañuela iba saltando un hombre de risco en risco y de
mata en mata con estraña ligereza. Vio que iba desnudo, la barba negra y espesa, los pies descalzos y
las piernas sin cosa alguna; los muslos cubrían unos calzones, mas tan hechos pedazos que por
muchas partes se le descubrían las carnes. Traía la cabeza descubierta. Y aunque pasó con la ligereza
que se ha dicho, todas estas menudencias miró y notó el Caballero de la Triste Figura, y aunque lo
procuró, no pudo seguirle, porque no era dado a la debilidad de Rocinante andar por aquellas
asperezas. Luego imaginó don Quijote que aquél era el dueño del cojín y de la maleta, y propuso en sí
de buscarle aunque supiese andar un año por aquellas montañas hasta hallarle, y así, mandó a Sancho
que se apease del asno y atajase por la una parte de la montaña, que él iría por la otra, y podría ser que
topase con esta diligencia con aquel hombre que con tanta priesa se les había quitado de delante.
Pero Sancho estaba temeroso de ir solo, así que se fueron los dos por un costado de la montaña.
entonces se encontraron con un hombre al que le preguntaron si sabía quién era el tipo que andaba
casi desnudo. el les contestó que era un loco que estaba en las montañas, entonces el quijote quería
encontrarlo pero para su suerte el mismo se presentó.
Capítulo XXIV Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena
Don quijote escuchaba muy atento a este loco, a lo que él le pidió que le contara su historia, ´pero
primero el loco le pidió comida. luego de comer los llevo a un lugar para contarles su historia co la
condición de que no lointerrumpiera.
su nombre es cardenio, el era rico, estaba enamorado de luscinda. crecieron y su amor tambien,
después de mucho tiempo, le pidió la mano de luscinda a su padre, pero el queria que su padre lo
reclamara. entonces fue a buscarlo y al entrar su padre lo esperaba con una carta, alli se decia que el
duque ricardo lo necesitaba y en dos días tendría que irse. En eso le hizo prometer a su amada que lo
esperara hasta que él resolviera lo que necesitaba el duque.
bueno lo que pasó es que el hijo del duque quería culiarse a una mina, asique el lo acompaño porque
estaba en el mismo pueblo, entonces luego de eso el hijo del duque le pidio ver a luscinda y cuando el
se la mostro, se enamoró.
pero luego de un rato de contar la historia, el Quijote lo interrumpo sobre un libro de caballeria, en
eso, el loco le tiró una piedra que lo tiró de espalda, luego atacó a sancho y al otro tipo, luego de
dejarlos tirados, se paró y se fue.pero don quijote todavia queria encontrarlo para escuchar como
terminaba la historia, asique el granjero le dijo que si se quedaba en el campo, tarde o temprano lo
encontraría, loco o cuerdo.
Capítulo XXV Que trata de las estrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente
caballero de la Mancha, y de la imitación que hizo a la penitencia de Beltenebros
Aqui sancho le pide su bendición a quijote, para volver a su casa, porque no quiere vivir toda su vida a
base de aventuras que terminan con ellos malheridos. a lo que le respondió que lo entendía y que tú
condición no ha de durar este alzamiento más de en cuanto anduviéramos por estas sierras.
andando por esas sierras, Sancho le pregunta, si es buena regla de caballería que anduvieran perdidos
por estas montañas, sin senda ni camino, buscando a un loco. lo que el quijote le responde que no
sólo lo trae por estas partes el deseo de hallar al loco, cuanto el que tengo de hacer en ellas una hazaña
con que he de ganar perpetuo nombre y fama en todo lo descubierto de la tierra; y será tal, que he de
echar con ella el sello a todo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un andante caballero.
oyendo esto, sancho le pregunta cuál es esa hazaña de la que habla, a lo que le respondió que quiero
imitar a Amadís haciendo aquí del desesperado, del sandio… y del furioso, por imitar juntamente al
valiente don Roldán cuando halló en una fuente las señales de que Angélica la Bella había cometido
vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las
claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas y hizo
otras cien mil insolencias. haré el bosquejo como mejor pudiere en las que me pareciere ser más
esenciales; y podrá ser que viniese a contentarme con sola la imitación de Amadís, que sin hacer
locuras de daño, sino de lloros y sentimientos, alcanzó tanta fama como el que más.
Al ver esto, Sancho le dijo que los caballeros que lo hicieron fueron provocados y tuvieron causa para
hacer esas necedades y penitencias; pero de él ¿qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha
desdeñado o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho
alguna niñería con moro o cristiano?
El le respondió a Sancho que no gaste tiempo en aconsejarlo que deje tan rara, tan felice y tan no vista
imitación, loco es, loco ha de ser hasta tanto que el vuelva con la respuesta de una carta que con él
piensa enviar a su señora Dulcinea; y si fuere tal que se acabase mi sandez y mi penitencia, y si fuere
al contrario sera loco de veras, y siéndolo, no sentirá nada.
entonces dicho esto don quijote miró al pie de una alta montaña, había por allí muchos árboles
silvestres y algunas plantas y flores que hacían el lugar apacible. Este sitio escogió el caballero de la
Triste Figura para hacer su penitencia, y así, en viéndole, comenzó a decir en voz alta, como si
estuviera sin juicio “Este es el lugar, ¡oh Cielos!, que diputo y escojo para llorar la desventura en que
vosotros mesmos me habéis puesto. Este es el sitio donde el humor de mis ojos acrecentará las aguas
deste pequeño arroyo y mis continos y profundos sospiros moverán a la contina las hojas destos
montaraces árboles, en testimonio y señal de la pena que mi asendereado corazón padece”... “¡Oh
Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura:
así el Cielo te la dé buena en cuanto acertares a pedirle, que consideres el lugar y el estado a que tu
ausencia me ha conducido, y que con buen término correspondas al que a mi fe se le debe”
Lugo de esto vio a Rocinante y en un momento le quitó el freno y la silla, y dándole una palmada en
las ancas, le dijo “Libertad te da el que sin ella queda, ¡oh caballo tan estremado por tus obras cuán
desdichado por tu suerte! Vete por do quisieres, que en la frente llevas escrito que no te igualó en
ligereza el Hipogrifo de Astolfo ni el nombrado Frontino, que tan caro le costó a Bradamante.”
Pero en esto sancho le pidió si se pudiera llevar a rocinante porque al no tener a rucio, no llegaría
nunca a cumplir con su mandato de enviar la carta a dulcinea, en lo que don quijote estuvo de
acuerdo.
entonces prosiguió a contarle quien era dulcinea, le dijo que era la hija de lorenzo corchuelo y que él
no la había visto más de 4 veces y ella no lo vio a él ninguna. entonces fue ahí cuando sancho supo
quien era dulcinea, la mujer llamada Aldonza Lorenzo. a lo que le respondió que era una buena mujer.
entonces don quijote escribió la carta en el libro de memoria de uno de sus caballeros, y le dijo a
sancho que en cuanto pudiera lo hiciera trasladar a una carta bien escrita, que a pesar que dulcinea no
sabía leer, igual se la llevara. a lo que él también se la leyó por las dudas de que se le llegara a perder
la carta y asi sancho pudiera cortarsela.
la carta así decía, “CARTA DE DON QUIJOTE A DULCINEA DEL TOBOSO, Soberana y alta
señora: El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del
Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si
tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en
esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera
relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de
acorrerme, tuyo soy, y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a
tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte, El Caballero de la Triste Figura”
Dicho esto también agregó que ella le diera la paga que sancho se merecía, darle tres de los cinco
primera de pollinos que dejé en casa y están a cargo de vuestra merced. Los cuales tres pollinos se los
mando librar y pagar por otros tantos aquí recibidos de contado, que con ésta y con su carta de pago
serán bien dados. entonces se fue sancho pero no sin antes ver a su amo hacer algunas locuras estando
desnudo, para que asi sancho pudiera contarles a todos, sin mentir, cuales eran sus locuras.
Capítulo XXVI Donde se prosiguen las finezas1 que de enamorado hizo don Quijote en Sierra
Morena
Después de ver a sancho que se iba, se subió a la cima de una montaña y pensó, sería mejor y le
estaría más a cuento, imitar a Roldán en las locuras desaforadas que hizo, o Amadís en las
melancólicas. entonces torno a decir que Amadís de Gaula, sin perder el juicio y sin hacer locuras,
alcanzó tanta fama de enamorado, según su historia, no fue más que por verse desdeñado de su señora
Oriana, que le había mandado que no muriese ante su presencia hasta que fuese su voluntad, de que se
retiró a la Peña Pobre en compañía de un ermitaño y allí se hartó de llorar y de encomendarse a Dios,
hasta que el Cielo le acurruco en medio de su mayor tristeza y necesidad. Y si esto es verdad, como lo
es, se preguntó “¿para qué quiero yo tomar trabajo agora de desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a
estos árboles que no me han hecho malalguno? Ni tengo para qué enturbiar el agua clara destos
arroyos, los cuales me han de dar de beber cuando tenga gana. ¡Viva la memoria de Amadís, y sea
imitado de don Quijote de la Mancha en todo lo que pudiere! Del cual se dirá lo que del otro se dijo:
que si no acabó grandes cosas, murió por acometellas”
entonces fue que rasgó una gran tira de las faldas de la camisa, que andaban colgando, y dándole once
nudos, el uno más gordo que los demás, y esto le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde
rezó un millón de avemarías. También se entretenía paseándose por el prado, escribiendo y grabando
en las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos sobre su tristeza, y algunos
en alabanza de Dulcinea.
un día sancho, llegó a la venta donde le había sucedido la desgracia de la manta, y no la termino de
ver bien cuando le pareció que otra vez andaba en esos tiempos, y no quiso entrar dentro, aunque llegó
a hora que lo pudiera y debiera hacer, por ser la hora de comer y llevar en deseo de comer algo
caliente, que había grandes días que todo era fiambre. Esta necesidad le forzó a que llegase junto a la
venta, todavía dudoso si entraría o no, y estando en esto salieron de la venta dos personas que luego le
conocieron.
a lo que le preguntaron, dónde estaba don quijote. pero sancho sólo contestó que él estaba haciendo un
trabajo del cual no podía mencionar. pero los hombres creyeron que sancho lo había matado y robado
su caballo. asique no le quedó otra que contar sus aventuras y lo sucedido. estos hombres al oir lo que
dijo, se quedaron asombrados y le pidieron que si podían ver la carta para asi trasladarlo. pero sancho
no logro encontrar la libreta, y ni lo haría porque don quijote se lo había quedado y ninguno se acordó
de eso. y sin más ni más sancho se echó entrambos puños a las barbas y se arrancó la mitad de ellas, y
luego aprieta y sin cesar se dio media docena de puñadas en el rostro y en las narices, que se las bañó
todas en sangre.
Lo que más lamentaba era que perdía su paga, pero el cura le prometió que lo transcribiria. y que la
carta para la dulcinea era mejor que él se la diera en palabra. entonces se puso a intentar acordarse que
decía, y de a poco fue descubriendo de a poco. lo repitió varias veces para que los otros también la
memorizaron.
entonces el barbelo y el otro hombre querian hacer un plan para liberar a quijote de ese lugar, entraron
en el negocio, pero sancho nolos acompaño, por razones que liego les diria. pero les pidio que le
trajeran comida caliente y cebada para rocinante, a lo que el barbero hizo, entonce entraron y se
pusieron a planear algo, y dijo al barbero que lo que había pensado era que él se vestiría en hábito de
doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían
adonde don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don,
el cual él no podría dejarse de otorgar, como valeroso caballero andante; y que el don que le pensaba
pedir era que se viniese con ella, donde ella le llevase, a desfallece un agravio que un mal caballero le
tenía fecho, y que le suplicaba ansimesmo que no la mandase quitar su antifaz ni la demandase cosa
de su facienda fasta que la hubiese fecho derecho de aquel mal caballero; y que creyese sin duda que
don Quijote vendría en todo cuanto le pidiese por este término, y que desta manera le sacarían de allí
y le llevarían a su lugar, donde procurarán ver si tenía algún remedio su estraña locura.
Capítulo XXVII De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas
de que se cuenten en esta grande historia
Le pidieron a la ventera las ropas necesarias, y la ventera le preguntó para que la querían, a lo que el
barbero le contestó como era su idea. Y le contaron lo mismo que Sancho les dijo a ellos. Luego
subieron cada uno a su caballo, se despidieron de todos, pero apenas se habían ido, el cura se duo
cuenta que estaba mal para el que era un cura, estuviera vestido así, y le pidió cambiar de ropa con el
barbero. Cuando Sancho vio como estaban vestidos, no pudo evitar reírse, luego de eso se fijaron en
dónde era que Quijote estaba, pero no sé vistio de mujer hasta encontrar al Quijote.
Al otro día llegaron donde Sancho había dejado las marcas para volver, y le dijeron a Sancho que si el
Quijote les preguntaba si se había entregado la carta, ellos dijeran que si, pero que como Dulcinea no
sabía leerlo escribir, entonces le dijera que por palabras ella le pido que volviera.
Se fue Sancho por otro lado, dejándolos a ellos donde ya estaban, esperando a que llegará Sancho.
mientras ellos esperaban, escucharon ruidos que los distrajeron porque escucharon cantos de personas,
cuyos cantos terminaron encantando a los dos hombres. Luego el canto cesó y querían saber quién era,
a lo lejos vieron el cuerpo de un hombre, cuya figura les parecía a las del Quijote (era el mismo loco
de los capítulos anteriores). Entonces ese hombre les dijo que escucharán su cuento y ellos lo querían
escuchar, lo cual el loco contó por completo. continuando con la histopriaa, el le dijo a don fernando
que no podia todavia casarse con luscinda, que estaba temeroso no porque no tuviese bien conocida la
calidad, bondad, virtud y hermosura de Luscinda, y que tenía partes bastantes para ennoblecer
cualquier otro linaje de España, sino porque yo entendía dél que deseaba que no me casase tan presto,
hasta ver lo que el duque Ricardo hacía con el.
determinó en enviarlo a su hermano mayor con ocasión de pedirle unos dineros para pagar seis
caballos que, de industria y sólo para este efeto de que se ausentara para poder mejor salir con su
dañado intento, el mismo día que se ofreció a hablar a mi padre los compró, y quiso que yo viniese
por el dinero. pero quedó con lucinda en volver rápido antes de que sus padres queden en un trato.
el hombre fue a cumplir el mandato, ala se quedó ocho días oculto del duque, porque el dinero que le
habían encargado estaba siendo enviado a escondidas. luego a los cuatro días llegó un hombre que lo
esperaba con una carta de lucinda, él la abrió temeroso. ahí ella cuenta que don fernando hizo un trato
con su padre y se va a casar con ella. solo esperaba que él pudiera llegar antes de casarse con ese
hombre. En poco tiempo logró volver, se dirigió a las rejas donde ella estaba y la vio a lucinda, ella ya
estaba preparada para el casamiento. ella decía que tenía una daga para defenderse de ese casamiento,
y él una espada para defenderla, en ello entró a la casa, al igual que el pobre loco, adentro el cura les
agarró la mano y le preguntó si aceptaba a fernando como esposo, y ella dijo que sí. Así moría de celo
y odio el pobre hombre, en esto lucinda se desmayó y en su desmayo salía una carta, del cual fernando
leyó y terminado de leer se quedó sentado pensando.
Después de eso el pobre hombre encillo su caballo y se fue al campo, allá en la oscuridad, solo pudo
gritar el odio que sentía. después de mucho caminar, cayó la mula muerta de hambre y cansancio, y el
prosiguió caminando solo hasta que se desmayó y lo encontraron unos campesinos que le dijeron que
lo encontraron loco y hablando cosas sin sentido.
Capítulo XXVIII Que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y barbero sucedió en
la mesma sierra
No andaron ni veinte pasos cuando, detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a un mozo
vestido como labrador, al cual, por tener inclinado el rostro, a causa de que se lavaba los pies en el
arroyo que por allí corría, no se le pudieron ver por entonces; y ellos llegaron con tanto silencio que
dél no fueron sentidos, ni él estaba a otra cosa atento que a lavarse los pies. Y así, viendo que no
habían sido sentidos, el cura, que iba delante, hizo señas a los otros dos que se escondieran detrás de
unos pedazos de peña que allí había, y así lo hicieron todos, mirando con atención lo que el mozo
hacía. Acabando de lavar los hermosos pies, y luego, con un paño de tocar, que sacó debajo de la
montera,se los limpió; y al querer quitársele alzó el rostro, y tuvieron lugar los que mirándole estaban
de ver una hermosura incomparable. conocieron que el que parecía labrador era mujer, y delicada, y
aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto, y aun los de Cardenio, si no
hubieran mirado y conocido a Luscinda; que después afirmó que sola la belleza de Luscinda podía
contender con aquella.
Levantó con mucha prisa un bulto, como de ropa, que junto a ella tenía y quiso ponerse en huida, llena
de turbación y sobresalto; mas no pudo dar seis pasos cuando, no pudiendo sufrir los delicados pies la
aspereza de las piedras, dio consigo en el suelo; lo cual visto por los tres, salieron a ella. calzándose
con toda honestidad y recogiendo sus cabellos, se acomodó en el asiento de una piedra, y puestos los
tres alrededor della, haciéndose fuerza por detener algunas lágrimas que a los ojos se le venían, con
voz reposada y clara comenzó la historia de su vida desta manera:
En Andalucía hay un lugar de quien toma título un duque, este tiene dos hijos: el mayor, heredero de
su estado y, al parecer, de sus buenas costumbres; y el menor no sé yo de qué sea heredero, sino de las
traiciones de Vellido y de los embustes de Galalón. De este señor son vasallos mis padres, humildes
en linaje, pero tan ricos, que si los bienes de su naturaleza igualaran a los de su fortuna, ni ellos
tuvieran más que desear ni yo temiera verme en la desdicha en que me veo. tan ricos, que su riqueza y
magnífico trato les va poco a poco adquiriendo nombre de hidalgos, y aun de caballeros; puesto que
de la mayor riqueza y nobleza que ellos se apreciaban era de tenerme a mí por hija, y así por no tener
otra ni otro que los heredase como por ser padres y aficionados, yo era una de las más regaladas hijas
que padres jamás regalaron. Me vieron en la solicitud de don Fernando, que este es el nombre del hijo
menor del duque que os he contado.
No hubo bien nombrado a don Fernando la que el cuento contaba cuando a Cardenio se le mudó la
color del rostro, y comenzó a trasudar con tan grande alteración que el cura y el barbero, que miraron
en ello, temieron que le venía aquel accidente de locura que habían oído decir que de cuando en
cuando le venía. Mas Cardenio no hizo otra cosa que sudar y estarse quedando mirando de hito en hito
a la labradora, imaginando quién era ella. la cual prosiguió su historia.
Sobornó toda la gente de mi casa, dio y ofreció dádivas y mercedes a mis parientes; los días eran
todos de fiesta y de regocijo en mi calle; las noches, no dejaban dormir a nadie las músicas; los
billetes que sin saber cómo a mis manos venían eran infinitos, llenos de enamoradas razones y
ofrecimientos, con menos letras que promesas y juramentos. que solo provocaba que más me
endureciera. me decían mis padres que en sola mi virtud y bondad dejaban y depositaban su honra y
fama, y que considerase la desigualdad que había entre mí y don Fernando, y que por aquí echaría de
ver que sus pensamientos, aunque él dijese otra cosa, más se encaminaban a su gusto que a mi
provecho, y que si yo quisiese poner en alguna manera algún inconveniente para que él se dejase de su
injusta pretensión, que ellos me casarían luego con quien yo más gustase.
y jamás quise responder a don Fernando palabra que le pudiese mostrar, aunque de muy lejos,
esperanza de alcanzar su deseo. Finalmente, don Fernando supo que mis padres andaban por darme
estado, por quitarle a él la esperanza de poseerme. Y fue una noche, estando yo en mi aposento con la
compañía de una doncella que me servía, teniendo bien cerradas las puertas, por temor que por
descuido mi honestidad no se viese en peligro, y sin saber cómo, me le hallé delante, cuya vista me
turbó de manera que me quitó la de mis ojos y me enmudeció la lengua, luego se llegó a mí, y
tomándome entre sus brazos, comenzó a decirme tales razones que no sé cómo es posible que tenga
tanta habilidad la mentira que las sepa componer de modo que parezcan tan verdaderas. Hacía el
traidor que sus lágrimas acreditasen sus palabras, y los suspiros su intención. Yo, pobrecilla, comencé
no sé en qué modo a tener por verdaderas tantas falsedades, pero no de suerte que me moviesen a
compasión menos que buena sus lágrimas y suspiros; y así, pasándoseme aquel sobresalto primero
torné algún tanto a cobrar mis perdidos espíritus, y con más ánimo del que pensé que pudiera tener le
dije: “Así que si tú tienes ceñido mi cuerpo con tus brazos, yo tengo atada mi alma con mis buenos
deseos, que son tan diferentes de los tuyos como lo verás si con hacerme fuerza quisieres pasar
adelante en ellos. Conmigo no han de ser de ningún efecto tus fuerzas ni han de tener valor tus
riquezas, ni tus palabras han de poder engañarme ni tus suspiros y lágrimas enternecerme. Si alguna
de todas estas cosas que he dicho viera yo en el que mis padres me dieran por esposo, a su voluntad se
ajustara la mía, y mi voluntad de la suya no saliera; de modo que como quedara con honra, aunque
quedara sin gusto, de grado le44 entregara lo que tú, señor, ahora con tanta fuerza procuras. Todo esto
he dicho porque no es pensar45 que de mí alcance cosa alguna el que no fuere mi legítimo esposo.”
Le dije que considerase el enojo que su padre había de recibir de verlo casado con una villana vasalla
suya; que no le cegase mi hermosura tal cual era, pues no era bastante para hallar en ella disculpa de
su yerro, y que si algún bien me quería hacer, por el amor que me tenía fuese dejar correr mi suerte a
lo igual de lo que mi calidad podía, porque nunca los tan desiguales casamientos se gozan ni duran
mucho en aquel gusto con que se comienzan. Llamé a mi criada para que en la tierra acompañase a los
testigos del Cielo: tornó don Fernando a reiterar y confirmar sus juramentos; añadió a los primeros
nuevos santos por testigos; echo mil futuras maldiciones si no cumpliese lo que me prometía; volvió a
humedecer sus ojos y a acrecentar sus suspiros; apretome más entre sus brazos, de los cuales jamás
me había dejado; y con esto, y con volverse a salir del aposento mi doncella, yo dejé de serlo y él
acabó de ser traidor y fementido. El día que sucedió a la noche de mi desgracia se venía aun no tan
apriesa como yo pienso que don Fernando deseaba, porque después de cumplido aquello que el apetito
pide, el mayor gusto que puede venir es apartarse de donde le alcanzaron. Después de eso no pude
verlo en la calle ni en la iglesia en más de un mes; que en vano me cansé en solicitarlo Pero todo esto
se acabó en un punto, salieron a plaza mis secretos pensamientos; y esto fue porque de allí a pocos
días se dijo en el lugar como en una ciudad allí cerca se había casado don Fernando con una doncella
hermosísima en todo extremos y de muy principales padres, aunque no tan rica que por la dote pudiera
aspirar a tan noble casamiento. Díjose que se llamaba Luscinda, con otras cosas que en sus
desposorios sucedieron, dignas de admiración.
En lugar de helárseme el corazón en oílla, fue tanta la cólera y rabia que se encendió en él, que faltó
poco para no salirme por las calles dando voces publicando la alevosía y traición que se me había
hecho. Entonces me puse en este hábito, que me dio uno de los criados de mi padre, al cual le dije
toda mi desventura y le rogué me acompañase hasta la ciudad, donde sabía que mi enemigo estaba. El
se ofreció a tenerme compañía, hasta el cabo del mundo. Luego al momento encerré en una almohada
de lienzo un vestido de mujer y algunas joyas y dineros, por lo que podía suceder, y en el silencio de
aquella noche, salí de mi casa, acompañada de mi criado. Llegué en dos días y medio donde quería, y
en entrando por la ciudad pregunté por la casa de los padres de Luscinda; y al primero a quien hice la
pregunta me respondió más de lo que yo quisiera oír. Díjome la casa y todo lo que había sucedido en
el desposorio de su hija, cosa tan pública en la ciudad. Me dijo que la noche en que don Fernando se
desposó con Luscinda, después de haber ella dado el sí de ser suesposa le había tomado un recio
desmayo, y que llegando su esposo a desabrocharle el pecho para que le diese el aire le halló un papel
escrito de la misma letra de Luscinda, en que decía y declaraba que ella no podía ser esposa de don
Fernando porque lo era de Cardenio, y que si había dado el sí a don Fernando fue por no salir de la
obediencia de sus padres.
El papel daba a entender que ella había tenido intención de matarse en acabándose de desposar, y daba
allí las razones porque se había quitado la vida; todo lo cual dicen que confirmó una daga que le
hallaron en una parte de su vestido. Todo lo cual visto por don Fernando, arremetió a ella antes que de
su desmayo volviese, y con la misma daga que le hallaron la quiso dar de puñaladas, pero sus padres
lo evitaron. Dijeron más: que luego se ausentó don Fernando, y que Luscinda no había vuelto de su
parasismo hasta otro día, que contó a sus padres como ella era verdadera esposa de aquel Cardenio
que he dicho. Luscinda se había ido de casa de sus padres y de la ciudad, pues no la hallaron en toda
ella, de que perdían el juicio sus padres y no sabían qué medio se tomar para hallarla.
Aquella noche nos entramos por lo espeso de esta montaña con el miedo de no ser hallados. Mi buen
criado, hasta entonces fiel y seguro, así como me vio en esta soledad, quiso aprovecharse de la
ocasión que a su parecer estos yermos le ofrecían, comenzó a usar de la fuerza. Pero el justo Cielo
favoreció las mías de manera que con mis pocas fuerzas y con poco trabajo, di con él por un
derrumbadero, donde le dejé ni sé si muerto o si vivo, y luego me entré por estas montañas sin llevar
otro pensamiento ni otro disignio que esconderme en ellas y huir de mi padre y de aquellos que de su
parte me andaban buscando.
Capítulo XXIX Que trata de la discreción1 de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho
gusto y pasatiempo
Y así Cardenio se presentó ante Dorotea y le contó quién era él, así que le pidió que le ayudara para
poder estar con Lucinda y ella con Fernando, de esta manera ella quedó maravillada y agradecida. En
esto oyeron voces y conocieron que era Sancho Panza, saliéron al encuentro el cura y el barbero, y
preguntándole por don Quijote, les dijo como le había hallado desnudo en camisa, flaco, amarillo y
muerto de hambre y suspirando por su señora Dulcinea, y que puesto que le había dicho que ella le
mandaba que saliese de aquel lugar y se fuese al del Toboso, donde le quedaba esperando, había
respondido que estaba determinado de no parecer ante su fermosura hasta que hubiese hecho las
azañas que le hiciesen digno de su gracia. Y que si aquello pasaba adelante, corría peligro de no venir
a ser emperador, como estaba obligado, ni aun arzobispo, que era lo menos que podía ser; por eso, que
mirasen lo que se había de hacer para sacarle de allí.
A lo cual dijo Dorotea que ella haría la doncella menesterosa mejor que el barbero, y más, que tenía
allí vestidos con que hacerlo al natural, y que la dejasen el cargo de saber representar todo aquello que
fuese menester para llevar adelante su intento, porque ella había leído muchos libros de caballerías y
sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuitadas cuando pedían sus dones a los andantes
caballeros.
Tres cuartos de legua habrían andado cuando descubrieron a don Quijote entre unas intricadas peñas,
ya vestido, aunque no armado, y así como Dorotea le vio y fue informada de Sancho que aquél era
don Quijote. Y llegando junto a él, el escudero se arrojó de la mula y fue a tomar en los brazos a
Dorotea, la cual, apeándose con grande desenvoltura se fue a hincar de rodillas ante las de don
Quijote, y aunque él quería levantarla, ella, sin levantarse, le habló de esta manera. “De aquí no me
levantaré, ¡oh valeroso y esforzado caballero!, fasta que la vuestra bondad y cortesía me otorgue un
don, Y si es que el valor de vuestro fuerte brazo corresponde a la voz de vuestra inmortal fama,
obligado estáis a favorecer a la sin ventura que de tan lueñes tierras viene, al olor de vuestro famoso
nombre, buscándolo para remedio de sus desdichas.”
Y estando en esto se llegó Sancho Panza al oído de su señor y muy despacio le dijo: “Bien puede
vuestra merced, señor, concederle el don que pide, que no es cosa de nada:47 sólo es matar a un
gigantazo; y esta que lo pide es la alta princesa Micomicona, reina del gran reino Micomicón de
Etiopía.”
a lo cual don quijote aceptó hacer, y ella le pidió ir a su reino para vengarla del hombre que la había
engañado.
Capítulo XXX Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro
enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto
Don quijote le suplicó que le dijera, cuál es su mal y cuántas, quiénes y cuáles son las personas de
quien os tengo de dar debida, satisfecha y entera venganza. No hubo ella dicho esto cuando Cardenio
y el barbero se le pusieron al lado, deseosos de ver cómo fingía su historia la discreta Dorotea, y lo
mismo hizo Sancho, que tan engañado iba con ella como su amo.
y asi dijo ella “el rey mi padre, que se llamaba Tinacrio el Sabidor, fue muy docto en esto que llaman
el arte mágica, y alcanzó por su ciencia que mi madre, que se llamaba la reina Jaramilla, había de
morir primero que él, y que de allí a poco tiempo él también había de pasar desta vida y yo había de
quedar huérfana de padre y madre. Pero decía él que un descomunal gigante, señor de una grande
ínsula que casi alinda con nuestro reino, llamado Pandafilando de la Fosca Vista, dijo que supo que
este gigante en sabiendo mi orfandad había de pasar con gran poderío sobre mi reino y me lo había de
quitar todo, sin dejarme una pequeña aldea donde me recogiese, pero que podía escusar toda esta ruina
y desgracia si yo me quisiese casar con él; mas, a lo que él entendía, jamás pensaba que me vendría a
mí en voluntad de hacer tan desigual casamiento. Dijo también que luego con algunos de los míos me
pusiese en camino de las Españas, donde hallaría el remedio de mis males hallando a un caballero
andante cuya fama en este tiempo se extendería por todo este reino, el cual se había de llamar, si mal
no me acuerdo, don Azote o don Gigote.”.. “ El cual también dejó dicho y escrito, que después de
haber degollado al gigante, quisiese casarse conmigo, que yo me otorgase luego sin réplica alguna por
su legítima esposa, y le diese la posesión de mi reino junto con la de mi persona. Sólo resta por
deciros que de cuanta gente de acompañamiento saqué de mi reino no me ha quedado sino sólo este
bien barbado escudero, porque todos se anegaron en una gran borrasca que tuvimos a vista del puerto,
y él y yo salimos en dos tablas a tierra como por milagro; y así, es todo milagro y misterio el discurso
de mi vida, como lo habréis notado “
Pero Don quijote no quería casarse con esa princesa. al oír eso sancho se enojó y le reclamó que
dulcinea no era ni la mitad de hermosa y agraviada que esa princesa. al oír don quijote como
insultaban a su amada dulcinea, alzó su lanza y le pegó dos golpes hasta dejarlo en el piso. y Prosiguió
a regañarlo luego de eso sancho prosiguió a explicar que si no se casase con ella entonces no podría
darle los recados que le había prometido. Fue sancho a pedirle perdón y el cual él aceptó.
AL FIN TERMINE MI PARTE DEL SEGUNDO LIBRO, CARAJO!!
Capítulo XXXI: De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho
Panza, su escudero, con otros sucesos.
Personajes:
Se hace mención a la dulce Dulcinea del Toboso
Don Quijote Y su escudero (Sancho)
Cura, quien busca comida en la venta.
Cardenio, quien viaja junto con Don Quijote y sancho.
Dorotea (princesa Micomicona), quien aparece escasamente en el episodio, no dejando que Don
Quijote lleve a cabo otras aventuras sin antes cumplir su don.
La historia da comienzo, cuando Don Quijote le manda a su dulce Dulcinea del Toboso una carta por
medio de su escudero(Sancho). Ansioso por la respuesta de su amada, empieza a interrogar a su fiel
amigo, para saber que reacción tuvo ella al recibir su carta.
-¡Discretaseñora! -dijo don Quijote-. Eso debió de ser por leerla despacio y recrearse con ella. Adelante,
Sancho: y, en tanto que estaba en su menester, ¿qué coloquios pasó contigo? ¿Qué te preguntó de mí? Y tú,
¿qué le respondiste? Acaba, cuéntamelo todo; no se te quede en el tintero una mínima.
-Ella no me preguntó nada -dijo Sancho-, mas yo le dije de la manera que vuestra merced, por su servicio,
quedaba haciendo penitencia, desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje,
durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin peinarse la barba, llorando y maldiciendo su fortuna.
-En decir que maldecía mi fortuna dijiste mal -dijo don Quijote-, porque antes la bendigo y bendeciré
todos los días de mi vida, por haberme hecho digno de merecer amar tan alta señora como Dulcinea del
Toboso.
Tanto Don Quijte como su escudero, hablaron de Dulcinea: su altura, su olor. Sin embargo, Sancho al
contrario del pensamiento de su amigo, le decía que ella estaba media sudada, que su olorcillo algo
hombruno, entre otras palabras que se le ocurrían para describirla
Sobre la carta: ella no sabía leer ni escribir, pero no la quería dar a leer a nadie, porque no se supiesen
en el lugar sus secretos. Aunque estaba ansiosa por ver a Don Quijote. Riéndose mucho cuando le dije
como se llamaba vuestra merced el Caballero de la Triste Figura (esto fue relatado por el mismo
Sancho Panza).
Don quijote, le pregunta a Sancho si su amada le dio alguna joya, ya que, es una costumbre de los
caballeros que sus enamoradas les den algo a cambio. A lo que su fiel compañero le responde:
Eso debió de ser en los tiempos pasados, que ahora sólo se debe de acostumbrar a dar un pedazo de pan y
queso, que esto fue lo que me dio mi señora Dulcinea, por las bardas de un corral, cuando della me despedí; y
aun, por más señas, era el queso ovejuno.
Incluso, Don Quijote se sorprende de lo rápido que volvió de su viaje(su escudero), puesto que, de
donde se encuentran a Toboso, es un viaje de treinta leguas. Por otro lado, el señor Quijote se
encuentra en un gran dilema si ir a visitar a su enamorada o ir en busca del gigante (para cortarle la
cabeza).
Sancho de esta manera le da varios consejos envueltos en refranes. Principalmente y como más le
conviene Sancho le dice que es de gran importancia primero cumplir con su deber y ganar de esta
manera el reino que se le haría prometido.
Detúvose don Quijote, con no poco gusto de Sancho, que ya estaba cansado de mentir tanto y temía no le
cogiese su amo a palabras; porque, puesto que él sabía que Dulcinea era una labradora del Toboso, no la había
visto en toda su vida.
“Por que quien bien tiene y mal escoge, por bien que se enoja no se venga.” En esta cita Sancho usa
un refrán como es normal en su estilo, para indicarle a su amo que si se tiene una opción mejor que
otra es de lógica pura ir por la que más bien traiga.
Don quijote se encuentra con el muchacho Andrés al quien libero del labrador que lo azotaba por
reclamar sus pagos. Preguntándole a Dorotea de lo que debía hacer. Don Quijote respondió que quería
ir a buscar el villano y castigarlo, por lo que había hecho. A lo que ella le responde que ya se había
comprometido en acabar su empresa. Y que luego volvería ayudarlo.
-No me creo desos juramentos -dijo Andrés-; más quisiera tener agora con qué llegar a Sevilla que todas
las venganzas del mundo: déme, si tiene ahí, algo que coma y lleve, y quédese con Dios su merced y todos los
caballeros andantes; que tan bien andantes sean ellos para consigo como lo han sido para conmigo.
Sacó de su repuesto Sancho un pedazo de pan y otro de queso, y, dándoselo al mozo.
Este encuentro es algo irónico, ya que Andrés no honora a su salvador pero en cambio lo humilla
frente a todos diciéndole que por culpa del toda la situación empeoro.
“Por el amor de dios, señor caballero andante, que si otra vez me encontrare, aunque vea que me hacen
pedazos, no me socorra, ni ayude, sino déjeme con mi desgracia, que no será tanta, que no será mayor la que
vendrá de su ayuda de vuestra merced, a quien dios maldiga, y a todos cuantos caballeros andantes han nacido
en el mundo.”
Capítulo XXXII:Que trata de lo que sucedió en la venta a toda la cuadrilla de don Quijote
Personajes:
Don Quijote, quien cae rendido en la venta tras su más reciente aventura.
Sancho Panza, Quien acompaña a su amo y esta presente con lo demás durante las discusiones de la
venta.
Ventero, quien discute con el cura después de haberlos recibido una vez más en su venta.
Cardenio, quien esta presente y da su opinión hacia el tema de discusión.
Dorotea, que al igual se involucra en la discusión.
Barbero, quien se encuentra en la escena y quien es testigo de lo que se aproxima
Cura, Quien discute con el ventero sobre los temas de caballerías.
Maritornes, quien interviene en la discusión.
Ventera e hija, quien aparentemente sabe mucho del tema de la caballería.
Al llegar a la venta Don Quijote junto con toda la gente que lo acompañaban fueron recibidos por el
ventero su hija y maratones quienes ya sabían con quienes estaban lidiando por experiencias pasadas.
La excusa para que estos pudieran hacer buen uso de la venta era claramente que esta vez iban a pagar
lo que fuere necesario. Siendo así se acomodaron, Don Quijote cansado callo dormido y junto con su
escudero reposaron.
Trataron sobre comida, estando delante el ventero, su mujer, su hija, Maritornes, todos los pasajeros,
de la extraña locura de don Quijote y del modo que le habían hallado. La huéspeda les contó lo que
con él y con el arriero les había acontecido, y, mirando si acaso estaba allí Sancho, como no le viese,
contó todo lo de su manteamiento, de que no poco gusto recibieron. Y, como el cura dijese que los
libros de caballerías que don Quijote había leído le habían vuelto el juicio.
Siendo así el Cura y el ventero entraron en una gran discusión sobre el tema de las caballerías las cual
aparentemente sabían mucho el ventero y su familia. El Ventero tenía una colección de 3 libros y
unos escritos los cuales fueron el tema de la discusión, ya que el cura criticaba que estos libros
eran ficción, mientras que el ventero sostenía que era realidad. Por lo tanto el cura se aventura a
preguntarle a la hija del ventero la cual con bastante entusiasmo respondió:
“Y Jesús, yo no sé qué gente es aquella tan desalmada y tan sin conciencia, que por no mirar a un hombre
honrado, le dejan que se muera o que se vuelva loco.”(En esto se puede ver la referencia a don quijote y el
interés de la gente común por estas historias de caballería).
De este modo, continuado con la discusión el ventero decidió traer al cura los escritos que este tenía y
de esta manera los saco diciendo que aun así aunque fueran grandes obras ya no se usaba nada de
caballeros, comentario al cual Sancho reacciona pensando a sí mismo curiosamente.
“Sancho presente, y quedó muy confuso y pensativo de lo que había oído decir que ahora no se usaban
caballeros andantes, y que todos los libros de caballerías eran necedades y mentiras, y propuso en su corazón de
esperar en lo que paraba aquel viaje de su amo, y que si no salía con la felicidad que él pensaba, determinaba en
dejarle y volverse con su mujer y sus hijos a su acostumbrado trabajo”. (En este momento vuelve a sancho la
idea de regresar de nuevo a su vieja vida).
Finalmente el cura se interesó en ciertos escritos lo cuales todos le pidieron que leyera, y por lo tanto
es aquí cuando se desenvuelva la gran historia del curioso impertinente.
Capítulo XXXIII:Donde se cuenta la novela del Curioso impertinente
Personajes:
Anselmo, quien por curioso impertinente crea un destino fatal.
Lotario, Quien por ingenuo y buen amigo crea un fin catastrófico.
Camila, quien enloquece por ambos amigos y cae en su propia trampa.
Leonela, quien ayuda y delata a su ama Camila y es víctima de todos los sucesos.
La novela que se adentra dentro de la misma novela donde los protagonistas son Anselmo y Lotario,
dos caballeros que vivian EN FLORENCIA, ciudad ricay famosa de Italia, en la provincia que llaman
Toscana. Amigos un día topan con un conflicto que les cambiara sus vidas.
Anselmo se enamora de una bella mujer de nombre Camil. Sin embargo, fue Lotario a la embajada, y
el que concluyó el negocio tan a gusto de su amigo, que en breve tiempo se vio puesto en la posesión
que deseaba, y Camila tan contenta de haber alcanzado a Anselmo por esposo, que no cesaba de dar
gracias al cielo, y a Lotario, por cuyo medio tanto bien le había venido.
Pero este(Anselmo) durante su matrimonio, la encuentra perfecta y descontento con esto le pide a su
amigo Lotario que le ayude a comprobar esta perfección. Le pide que actuara y que trate de conquistar
a Camila para poner en prueba su honor y revelar la verdad.
“Porque, qué hay de agradecer que una mujer sea buena si nadie le dice que sea mala?”
Su amigo Lotario se negó rotundamente a llevar a cabo esta tarea, ya que iba a encontrar de su
voluntad, y este le explico por qué es que no tiene sentido que se haga esto si al fin y al cabo el
resultado va a ser el mismo y si la suerte no los acompaña podría ser fatal.
Lotario trata a su amigo y lo compara como un moro diciéndole que estos ven las cosas desde punto
de vista muy simples.
“Si de dos partes iguales quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales.”(En esta cita podemos
ver la discriminación contra los moros, tratados de raza inferior al igual que la representación de una
oración, cosa que era el fin que mostrarle a su amigo que esta por simple lógica debería saber que lo
que hacía estaba mal).
“Tú me tienes por amigo y quieres quitarme la honra, cosa que es contra toda amistad; y aun no sólo pretendes
esto, sino que procuras que yo te la quite a ti. Que me la quieres quitar a mí está claro, pues, cuando Camila vea
que yo la solicito, como me pides, cierto está que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues
intento y hago una cosa tan fuera de aquello que el ser quien soy y tu amistad me obliga”.
“Así el marido es participante de la deshonra de la mujer, por ser una mesma cosa con ella”...
De este modo tras una gran discusión Lotario acepta ayudar a su amigo y de esta manera se
encomienda en esta misión. Más adelante ambos amigos van a la casa donde Lotario recita versos
frente a Camila creándole celos para que así caiga por él. Mientras tanto Anselmo le envía estrategia y
dineros para que esté la pueda conquistar, pero su amigo solo le miente diciéndole que todo anda a la
perfección cuando la verdad es que nada ha ocurrido.
Finalmente Anselmo decide irse por unos días para que el plan se desarrolle y es en este momento que
el conflicto se desata, ya que Lotario comienza a pensar y a sentir que verdaderamente se encuentra
atraído por la belleza de Camila. Por lo tanto su amigo se va y Lotario le informa con mentiras
mientras que Camila también empieza a dudar de los propósitos de su marido al igual que los de
Lotario.
“La hermosura y la bondad de Camila, juntamente con la ocasión que el ignorante marido le había puesto en las
manos, dieron con la lealtad de Lotario en tierra. Y, sin mirar a otra cosa que aquella a que su gusto le inclinaba,
al cabo de tres días de la ausencia de Anselmo, en los cuales estuvo en continua batalla por resistir a sus deseos,
comenzó a requebrar a Camila, con tanta turbación y con tan amorosas razones que Camila quedó suspensa, y
no hizo otra cosa que levantarse de donde estaba y entrarse a su aposento, sin responderle palabra alguna. Más
no por esta sequedad se desmayó en Lotario la esperanza, que siempre nace juntamente con el amor; antes, tuvo
en más a Camila. La cual, habiendo visto en Lotario lo que jamás pensara, no sabía qué hacerse. Y, pareciéndole
no ser cosa segura ni bien hecha darle ocasión ni lugar a que otra vez la hablase, determinó de enviar aquella
mesma noche, como lo hizo, a un criado suyo con un billete a Anselmo, donde le escribió”...
Capítulo XXXIV:Donde se prosigue la novela del Curioso impertinente
Personajes (novela dentro de una novela):
Anselmo, quien escondido es engañado por sus más cercanos compañeros.
Lotario, Quien engaña a su amigo junto con Camila.
Camila, quien se hiere con una daga en demostración de su supuesto amor por Anselmo.
Leonela, quien es parte de esta historia, involucrándose con Camila y más adelante causando
repercusiones.
La historia se retoma con la carta de Camila, que le fue enviada a Anselmo. A lo que este, se alegró de
que su amigo ya inicio su empresa como se había acordado al principio.A lo que responde, que
volvería a su casa en breve.
“Admirada quedó Camila de la respuesta de Anselmo, que la puso en más confusión que primero, porque ni se
atrevía a estar en su casa, ni menos irse a la de sus padres; porque en la quedada corría peligro su honestidad, y
en la ida iba contra el mandamiento de su esposo”.
Lloró, rogó, ofreció, aduló, porfió, y fingió Lotario con tantos sentimientos, con muestras de tantas
veras, que dio al través con el recato de Camila y vino a triunfar de lo que menos se pensaba y más
deseaba.
“Riéndose Camila, Camila se rindió; pero ¿qué mucho, si la amistad de Lotario no quedó en pie? Ejemplo claro
que nos muestra que solo se vence la pasión amorosa con huilla, y que nadie se ha de poner a brazos con tan
poderoso enemigo, porque es menester fuerzas divinas para vencer las suyas humanas. Solo supo Leonela la
flaqueza de su señora, porque no se la pudieron encubrir los dos malos amigos y nuevos amantes”.
No quiso Lotario decir a Camila la pretensión de Anselmo, ni que él le había dado lugar para llegar a
aquel punto, porque no tuviese en menos su amor y pensase que así, acaso y sin pensar, y no de
propósito, la había solicitado.
A la vuelta de Anselmo, fue directo a la casa de Lotario, para saber como le está yendo en su misión.
No obstante, tuvo la osadía de mentirle a su amigo en la cara.
“Tienes una mujer que dignamente puede ser ejemplo y corona de todas las mujeres buenas. Las palabras que le
he dicho se las ha llevado el aire, los ofrecimientos se han tenido en poco, las dádivas no se han admitido, de
algunas lágrimas fingidas mías se ha hecho burla notable…”
Contentísimo quedó Anselmo de las razones de Lotario, y así se las creyó como si fueran dichas por
algún oráculo. Pero, con todo eso, le rogó que no dejase la empresa, aunque no fuese más de por
curiosidad y entretenimiento...y que solo quería que le escribiese algunos versos en su alabanza,
debajo del nombre de Clori, porque él le daría a entender a Camila que andaba enamorado de una
dama, a quien le había puesto aquel nombre por poder celebrarla con el decoro que a su honestidad se
le debía; y que, cuando Lotario no quisiera tomar trabajo de escribir los versos, que él los haría.
Quedaron des acuerdo el impertinente y el traidor amigo; y, vuelto Anselmo a su casa, preguntó a
Camila lo que ella ya se maravillaba que no se lo hubiese preguntado: que fue que le dijese la ocasión
por que le había escrito el papel que le envió. Camila le respondió que le había parecido que Lotario la
miraba un poco más desenvueltamente que cuando él estaba en casa...
Un día, estando los tres la mesa, rogó Anselmo a Lotario dijese alguna cosa de las que había
compuesto a su amada Clori; que, pues Camila no la conocía, seguramente podía decir lo que
quisiese.
Sin embargo, Camila sabia que esos sonetos eran dirigidos a ella, puesto que, era la verdadera Clori.
Ocultando su nombre bajo un seudónimo como los antiguos poetas. Para que su esposo no se enterara
de su amorío.
Es entonces, cuando Leonela interviene dándole una importante lección sobre el amor a base de sus
propias experiencias.
“Porque el amor según he oído decir, una veces vuela y otras anda.” (Con esto dicho leona le enseña a
Camila que el amor no tiene las mismas repercusiones para todos y que muchas veces se manifiesta de
maneras distintas dependiendo del ser).
No pudo hacer otra cosa Camila sino rogar a Leonela no dijese nada de su hecho al que decía ser su
amante, y que tratase sus cosas con secreto.

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