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TRANSTORNOS DEL USO DE DROGAS Y ADICCION

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LA TERMINOLOGÍA CONFUSA DE TRASTORNOS 
DEL USO DE DROGAS
ORÍGENES DE LOS TRASTORNOS pOR USO DE SUSTANCIAS
 ■ Variables del agente (droga)
 ■ Variables del huésped (usuario)
 ■ Variables ambientales
FENÓMENOS FARMACOLÓGICOS
 ■ Tolerancia
 ■ Dependencia física
 ■ Síndrome de abstinencia
CUESTIONES CLÍNICAS: DEpRESORES DEL CNS
 ■ Etanol
 ■ Benzodiacepinas
 ■ Barbitúricos
 ■ Nicotina
 ■ Opiáceos
CUESTIONES CLÍNICAS: COCAÍNA Y OTROS 
pSICOESTIMULANTES
 ■ Cocaína
 ■ Anfetamina y agentes relacionados
 ■ Cafeína
 ■ Canabinoides (marihuana)
 ■ Agentes psicodélicos
Capítulo
Trastornos del uso de drogas y adicción
La terminología confusa de trastornos 
del uso de drogas
La terminología de la dependencia, el abuso y la adicción a las drogas ha 
producido, durante mucho tiempo, una confusión que se deriva del hecho 
de que el uso repetido de ciertas drogas, puede producir cambios neuro-
plásticos que resultan en dos estados, claramente, anormales. El primer 
estado es la dependencia, o dependencia “física”, producida cuando hay 
una adaptación farmacológica progresiva a la droga lo que resulta en tole-
rancia. La tolerancia es una reacción normal que, a menudo, se confunde 
con un signo de “adicción”. En el estado de tolerancia, la repetición de la 
misma dosis de una droga produce un efecto menor. Si el fármaco se inte-
rrumpe bruscamente, sobreviene un síndrome de abstinencia, en el que 
las respuestas de adaptación no tienen oposición por la droga. La apari-
ción de síntomas de abstinencia es el signo cardinal de la dependencia 
“física”. La adicción, el segundo estado anormal producido por el uso repe-
tido de una droga, ocurre sólo en una minoría de aquellos que inician el 
consumo de drogas; la adicción conduce, de modo progresivo, al consumo 
compulsivo y fuera de control de las drogas. 
La adicción se puede considerar como una forma de memoria inadap-
tada. La adicción comienza con la administración de sustancias (p. ej., la 
cocaína) o comportamientos (p. ej., la emoción del juego) que activan de 
forma directa e intensa los circuitos de recompensa cerebral. La activa-
ción de estos circuitos motiva el comportamiento normal, y la mayoría de 
los humanos simplemente disfruta de la experiencia, sin verse obligados 
a repetirla. Para algunos (∼16% de los que prueban la cocaína), la expe-
riencia produce fuertes asociaciones, condicionadas a las señales am-
bientales que señalan la disponibilidad de la droga o el comportamiento. 
El individuo se siente atraído por la repetición compulsiva de la experien-
cia, enfocándose en el placer inmediato, a pesar de las consecuencias ne-
gativas a largo plazo, y el abandono de importantes responsabilidades 
sociales. La distinción entre la dependencia y la adicción es importante 
porque los pacientes con dolor, a veces se ven privados de la adecuada 
medicación opiácea por sus médicos, sólo porque han mostrado eviden-
cia de tolerancia, o presentan síntomas de abstinencia, si la medicación 
analgésica se detiene o se reduce abruptamente. En la revisión más re-
ciente del sistema de clasificación (Manual diagnóstico y estadístico de los 
desórdenes mentales, 5a. edición [DSM-V, Diagnostic and Statistical Manual 
of Mental Disorders, Fifth Edition]; véase Asociación Americana de Psi-
quiatría [APA, American Psychiatric Association], 2013) se realiza una 
clara distinción entre la tolerancia normal y un trastorno, por consumo 
de drogas, que involucra la búsqueda compulsiva de drogas.
Orígenes de los trastornos por uso de sustancias
La mayoría de los que inician el uso de una droga, con potencial de adic-
ción, no desarrolla un trastorno por consumo de drogas. Muchas varia-
bles operan simultáneamente para influir en la probabilidad de que un 
consumidor inicial de drogas pierda el control y desarrolle una adicción. 
Estas variables se pueden organizar en tres categorías: agente (droga), 
huésped (usuario) y ambiente (tabla 24-1).
Variables del agente (droga)
El reforzamiento se refiere a la capacidad de las drogas para producir efec-
tos que hagan que el usuario desee volver a tomarlas. Cuanto más se re-
fuerza una droga, mayor será la probabilidad de que se abuse de ella. Las 
propiedades de refuerzo de las drogas están asociadas con su capacidad 
para aumentar la actividad neuronal en las áreas de recompensa del cere-
bro (véanse capítulos 13 y 14). La cocaína, la anfetamina, el etanol, los 
opiáceos, los canabinoides y la nicotina aumentan, de manera confiable, 
los niveles de la dopamina (DA, dopamine) en el líquido extracelular del 
estriado ventral, específicamente en la región del núcleo accumbens. Por el 
contrario, las drogas que bloquean los receptores de la DA producen, por 
lo general, sentimientos de tristeza (es decir, efectos disfóricos). A pesar de 
los fuertes hallazgos correlativos, no se ha establecido una relación causal, 
precisa, entre la DA y la euforia/disforia; otros hallazgos enfatizan los roles 
adicionales de la 5HT, el glutamato, la noradrenalina, los opiáceos endóge-
nos y el GABA en la mediación de los efectos reforzadores de las drogas.
El riesgo de abuso de una droga se incrementa con la rapidez del inicio. 
Cuando se mastican las hojas de coca, la cocaína se absorbe lentamente; 
esto produce niveles bajos de cocaína en la sangre y pocos problemas 
de comportamiento, si es que hay alguno. La cocaína crack, que se 
vende de forma ilegal y a bajo precio ($1 a $3 por dosis en el 2016), 
es la cocaína (base libre) que se puede vaporizar muy fácil, mediante el 
calentamiento. Sólo la inhalación de los vapores produce niveles sanguí-
neos comparables a los que resultan de la cocaína intravenosa, debido a 
la gran área de superficie para la absorción en la circulación pulmonar, 
después de la inhalación. Por tanto, la inhalación de cocaína crack es mu-
cho más adictiva que masticar, beber o inhalar cocaína. El riesgo de desarro-
llar adicción entre quienes prueban la nicotina, es alrededor del doble que 
entre aquellos que prueban la cocaína (tabla 24-2). Esto no implica que el 
riesgo de adicción farmacológica de la nicotina sea el doble que el de la co-
caína. Por el contrario, hay otras variables enumeradas en la tabla 24-1 en 
las categorías de Agente (p. ej., el modo de administración), el huésped y el 
ambiente, que influyen en el desarrollo de la adicción.
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Abreviaturas
AIDS: (acquired immunodeficiency syndrome) Síndrome de 
inmunodeficiencia adquirida
CDC: (U.S. Centers for Disease Control and Prevention) Centros para el 
Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos
CNS: (central nervous system) Sistema nervioso central
DA: (dopamine) Dopamina
DAT: (dopamine transporter) Transportador de dopamina
DEA: (drug enforcement agency) Agencia para el Control de Drogas
DMT: (N, N-dimethyltryptamine) N,N-dimetiltriptamina
DOM: (dimethoxymethylamphetamine) Dimetoximetilanfetamina
EEG: (electroencephalogram) Electroencefalograma
FDA: (U.S. Food and Drug Administration) Administración de Alimentos 
y Medicamentos de Estados Unidos
GABA: (γ-aminobutyric acid) Ácido gamma-aminobutírico
GI: (gastrointestinal) Gastrointestinal
GPCR: (G protein–coupled receptor) Receptor acoplado a proteína G
5HT: (serotonin) Serotonina
LSD: (lysergic acid diethylamide) Dietilamida del ácido lisérgico
MDA: (methylenedioxyamphetamine) Metilendioxianfetamina
MDMA: (methylenedioxymethamphetamine) Metilendioximetanfetamina
MOR: (μ opioid receptor) Receptor opiáceo μ
NE: (norepinephrine) Noradrenalina
NMDA: (N-methyl-d-aspartate) N-metil-d-aspartato
PCP: (phenycyclidine) Fenciclidina
Δ-9-THC: (Δ-9-tetrahydrocannabinol) Δ-9-tetrahidrocanabinol
TABLA 24-1 ■ Variables múltiples, simultáneas, que afectan 
el inicio, la continuación del abuso y la adicción a las drogas
Agente (droga)
Disponibilidad
Costo
Pureza/potencia
Modo de administración
 Masticación (absorción a través de membranas mucosas, vía oral)
 GastrointestinalIntranasal
 Subcutánea e intramuscular
 Intravenosa
 Inhalación
Velocidad de inicio y terminación de los efectos (farmacocinética: 
combinación de agente y huésped)
Huésped (usuario)
Herencia
 Tolerancia innata
 Velocidad de desarrollo de la tolerancia adquirida
 Probabilidad de experimentar la intoxicación como placer
Metabolismo de la droga (los datos de la nicotina y el alcohol ya 
 están disponibles)
Síntomas psiquiátricos
Experiencias/Expectativas previas
Propensión al comportamiento arriesgado
Ambiente
Entorno social
Actitudes de la comunidad
 Influencia de sus semejantes, patrón de roles
Disponibilidad de otros reforzadores (fuentes de placer o 
 recreación)
Oportunidades de empleo o educacionales
Estímulos condicionados: señales ambientales se asocian con las 
 drogas, después de un uso repetido en el mismo ambiente
TABLA 24-2 ■ Uso, adicción y riesgo entre usuarios de tabaco, 
etanol y drogas ilícitas en Estados Unidos, 1992-1994
AgEnTE
ALgUnA VEz 
UsAdoa (%) Adicción (%)
RiEsgo dE 
Adicción (%)
Tabaco 75.6 24.1 31.9
Alcohol 91.5 14.1 15.4
Drogas ilícitas 51.0 7.5 14.7
 Cannabis 46.3 4.2 9.1
 Cocaína 16.2 2.7 16.7
 Estimulantes 15.3 1.7 11.2
 Ansiolíticos 12.7 1.2 9.2
 Analgésicos 9.7 0.7 7.5
 Psicodélicos 10.6 0.5 4.9
 Heroína 1.5 0.4 23.1
 Inhalantes 6.8 0.3 3.7
a Los porcentajes de adicción y de uso constante son los de la población gene-
ral. El riesgo de adicción es específico de la droga indicada y se refiere al por-
centaje que cumplió los criterios de adicción, entre aquellos que informaron 
haber usado el agente, al menos una vez (es decir, cada valor en la columna 
que se encuentra más a la derecha, se obtuvo al expresar el número en la 
columna “Adicción”, como un porcentaje del número en la columna “Alguna 
vez usado”, sujeto a errores de redondeo).
Fuente de datos: Anthony JC, et al. Comparative epidemiology of dependence 
on tobacco, alcohol, controlled substances and the inhalants: basic findings 
from the National Comorbidity Survey. Exp Clin Psychopharmacol 1994;2:244–
268. Este estudio se repitió en 2001-2003: Degenhardt L, et al. Epidemiological 
patterns of drug use in the United States: evidence from the National Comor-
bidity Survey Replication 2001-2003. doi:10.1016/j.drugalcdep.2007.03.007. 
Consultado 2016,10 July. The National Institute on Drug Abuse conducted a 
related study in 2014: disponible en: https://www.drugabuse.gov/
national-survey-drug-use-health
Variables del huésped (usuario)
Los efectos de las drogas varían entre los individuos. El polimorfismo de 
genes que codifican a las enzimas implicadas en la absorción, el metabo-
lismo y la excreción de una droga y sus respuestas, mediadas por recep-
tores, pueden contribuir en los efectos de la droga, a través del ciclo de 
adicción (p. ej., la euforia, el reforzamiento, etc.) (véanse capítulos del 2 
al 7). La tolerancia innata al alcohol puede representar un rasgo biológico 
que contribuye al desarrollo del alcoholismo. Mientras que la tolerancia 
innata aumenta la vulnerabilidad al alcoholismo, el metabolismo dañado 
puede proteger contra ello (véase capítulo 23). De manera similar, las per-
sonas que heredan un gen asociado con el metabolismo lento de la nico-
tina pueden experimentar efectos desagradables cuando comienzan a 
fumar y, según se informa, tienen una menor probabilidad de volverse 
dependientes a la nicotina.
Los trastornos psiquiátricos constituyen otra categoría de variables del 
huésped. Las personas con ansiedad, depresión, insomnio e incluso timi-
dez pueden encontrar que ciertas drogas los alivian. Sin embargo, los 
aparentes efectos beneficiosos son transitorios, y el uso repetido de la 
droga puede conducir a la tolerancia y, finalmente, al consumo compulsi-
vo e incontrolado. Mientras los síntomas psiquiátricos se observan con 
frecuencia en los abusadores de drogas que se presentan para recibir el 
tratamiento, la mayoría de estos síntomas comienzan después de que la 
persona comienza a abusar de las drogas. Por tanto, las drogas de abuso 
parecen producir más síntomas psiquiátricos que los que alivian.
Variables ambientales
El inicio y continuación del uso ilegal de droga se ve influido significati-
vamente por las normas sociales y la presión social.
Fenómenos farmacológicos
Tolerancia
La tolerancia, la respuesta más común al uso repetitivo de la droga, se 
puede definir como la reducción en la respuesta a esta droga, después de 
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Dosis
Sensibilización
ToleranciaTolerancia
administraciones repetidas. Considere una curva dosis-respuesta de una 
droga imaginaria (figura 24-1). A medida que aumenta la dosis de la dro-
ga, incrementa el efecto observado de la misma. Sin embargo, con el uso 
repetido de la droga, la curva se desplaza hacia la derecha (tolerancia). 
Existen muchas formas de tolerancia, que pueden originarse a través de 
los mecanismos múltiples.
La tolerancia a algunos efectos de las drogas, se desarrolla mucho más 
rápido que a otros efectos de la misma droga. Por ejemplo, la tolerancia 
se desarrolla rápidamente a la euforia producida por los opiáceos como la 
heroína, y los adictos tienden a aumentar sus dosis para volver a experi-
mentar esa sensación fugaz, intensa. En contraste, la tolerancia a los efec-
tos gastrointestinales de los opiáceos se desarrolla de forma más lenta. La 
discrepancia entre la tolerancia a los efectos euforizantes (rápida) y la 
tolerancia a los efectos sobre las funciones vitales, como la respiración y 
la presión arterial (lenta), puede conducir a sobredosis potencialmente 
fatales.
Podemos definir múltiples aspectos de la tolerancia y dar ejemplos de 
algunos mecanismos generales y programas de dosificación que contri-
buyen:
•	 La	tolerancia innata se refiere a la falta de sensibilidad genética deter-
minada a una droga, la primera vez que se experimenta.
•	 La	tolerancia adquirida se puede dividir en tres tipos principales: la far-
macocinética, la farmacodinámica y la tolerancia aprendida, e incluye la 
tolerancia aguda, la inversa y la cruzada.
1. La tolerancia farmacocinética o disposicional se refiere a los cambios 
en la distribución o el metabolismo de una droga, después de admi-
nistraciones repetidas, de manera que una dosis dada produce una 
concentración en sangre más baja que lo que la misma dosis hizo en 
la exposición inicial. El mecanismo más común es un aumento en la 
tasa de metabolismo de la droga. Por ejemplo, la administración 
crónica de barbitúricos induce a los CYP hepáticos 1A2, 2C9, 2C19 
y 3A4, lo que mejora el metabolismo de las drogas que son sustratos 
para estas enzimas.
2. La tolerancia farmacodinámica se refiere a los cambios adaptativos 
que se han producido en los sistemas afectados por la droga, de 
modo que la respuesta a una determinada concentración de la dro-
ga se altera (por lo general se reduce). Los ejemplos incluyen cam-
bios inducidos por la droga en la densidad del receptor o la eficacia 
del acoplamiento del receptor a las vías de transducción de señales 
(véase capítulo 3).
3. La tolerancia aprendida se refiere a una reducción en los efectos de 
una droga, debido a mecanismos compensatorios que se adquieren 
mediante experiencias pasadas. Un tipo de tolerancia aprendida es 
la llamada tolerancia conductual. Un ejemplo es aprender a caminar 
en línea recta, a pesar de la discapacidad motora producida por la 
intoxicación por alcohol. Con niveles más altos de intoxicación se 
supera la tolerancia conductual y los déficits conductuales son obvios.
•	 La	tolerancia condicionada (tolerancia específica de la situación) se desa-
rrolla cuando las señales o situaciones ambientales se combinan, con-
sistentemente, con la administración de una droga. Cuando una droga 
afecta el equilibrio homeostático, al producir sedación y cambios en la 
presión arterial, la frecuencia del pulso, la actividad intestinal, en lo 
sucesivo se produce, por lo general, un contraataqueo adaptación re-
flexiva, en la dirección de mantener el status quo. Si una droga se con-
sume siempre en presencia de señales ambientales específicas (p. ej., 
el olor durante la preparación de la droga y a la vista de la jeringuilla), 
estas señales comienzan a predecir los efectos de la droga y comienzan 
a ocurrir las adaptaciones, lo que evitará la manifestación completa de 
los efectos de la droga (es decir, causar tolerancia). Este mecanismo 
sigue los principios clásicos (pavlovianos) de aprendizaje y los resulta-
dos en la tolerancia a las drogas, en circunstancias en las que la droga 
es “esperada”.
•	 La	tolerancia aguda se refiere a la tolerancia rápida que se desarrolla con 
el uso repetido en una sola ocasión, como en una “juerga”. Por ejem-
plo, las dosis repetidas de cocaína, durante varias horas, producen una 
disminución en la respuesta a dosis posteriores de cocaína, durante la 
juerga. Esto es lo opuesto a la sensibilización observada con un progra-
ma de dosificación intermitente.
•	 La	sensibilización o tolerancia inversa se refiere a un aumento en la res-
puesta, con la repetición de la misma dosis de la droga. La sensibilización 
produce un desplazamiento hacia la izquierda de la curva dosis-respues-
ta (véase figura 24-1). La sensibilización, en contraste con la tolerancia 
aguda durante una juerga, requiere un intervalo más largo entre las 
dosis, generalmente, alrededor de un día. La sensibilización puede ocu-
rrir con estimulantes como la cocaína o la anfetamina.
•	 La	tolerancia cruzada ocurre cuando el uso repetido de una droga, en 
una categoría determinada, confiere tolerancia no sólo a esa droga, 
sino también a otras de la misma categoría farmacológica. La com-
prensión de la tolerancia cruzada es importante en el manejo médico 
de las personas que dependen de una droga.
•	 La	desintoxicación es una forma de tratamiento de la dependencia a la 
droga que consiste en administrar, de forma gradual, dosis decrecien-
tes de la droga para prevenir los síntomas de abstinencia, lo que libra 
al paciente de la dependencia de la droga. La desintoxicación se puede 
realizar con cualquier medicamento en la misma categoría que la dro-
ga inicial de dependencia. Por ejemplo, los usuarios de heroína mues-
tran tolerancia cruzada a otros opiáceos. Por tanto, la desintoxicación 
de pacientes dependientes de la heroína se puede lograr con cualquier 
medicamento que active los MOR.
Estas cuestiones de tolerancia, si bien son directas, parecen producir 
un malentendido peligroso entre los usuarios de opiáceos automedica-
dos. Los grados de tolerancia dependen del tipo de opiáceo, su vida 
media y la vía de administración. El usuario adicto, típico, anhela la sensa-
ción de estar “colocado” y parece dispuesto a arriesgarse a una sobredosis, 
al ir más allá del nivel seguro. Esto es peligroso, especialmente cuando 
han progresado a inyección intravenosa. La sobredosis accidental se ha 
vuelto tan común en Estados Unidos que la muerte de esta manera, en la 
actualidad excede la mortalidad por accidentes de tránsito en los jóvenes 
(Rudd et al., 2016).
dependencia física
La dependencia física es un estado que se desarrolla como resultado de la 
adaptación (tolerancia) producido por un restablecimiento de los meca-
nismos homeostáticos, en la respuesta al uso repetido de drogas. Una 
persona en este estado adaptado, o físicamente dependiente, requiere de 
la administración continua de la droga para mantener la función normal. 
Si la administración de la droga es suspendida abruptamente, se produce 
otro desequilibrio, y los sistemas afectados deben reajustarse a un nuevo 
equilibrio, sin la droga.
síndrome de abstinencia
Los signos y síntomas de abstinencia se producen cuando la administra-
ción de la droga, en una persona físicamente dependiente, se termina de 
modo abrupto. La aparición de un síndrome de abstinencia, cuando se 
suspende la administración de la droga, es la única evidencia real de de-
pendencia física. El tipo de síntomas de abstinencia depende de la cate-
goría farmacológica de la droga que ocasiona la dependencia. Por tanto, 
la abstinencia a un estimulante causa sedación durante la privación de la 
droga. La abstinencia a un opiáceo produce ansiedad por los opiáceos 
y los síntomas físicos como náuseas, vómitos y diarrea, que son opuestos a 
los efectos de los opiáceos.
Las variables farmacocinéticas son de considerable importancia en la 
amplitud y la duración del síndrome de abstinencia. La tolerancia, la de-
pendencia física y la abstinencia son todos fenómenos biológicos. Ellos 
son las consecuencias naturales del uso de drogas y pueden producirse 
en animales de experimentación, y en cualquier ser humano que tome 
ciertos medicamentos, de forma repetida. Estos síntomas en sí mismos 
Figura 24-1 Cambios en una curva dosis-respuesta con tolerancia y sensibilización. La 
curva negra sólida describe la relación dosis-respuesta con las dosis iniciales 
(la curva de “control”). Con la tolerancia hay un desplazamiento de la curva 
hacia la derecha, de tal forma que se requieren dosis más altas para lograr 
efectos equivalentes. Con la sensibilización, la respuesta a la dosis se des-
plaza hacia la izquierda, y una dosis dada produce un efecto mayor que en el 
caso control.
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TABLA 24-3 ■ síndrome de abstinencia alcohólica
Ansia de alcohol
Temblor, irritabilidad
Náuseas
Alteración del sueño
Taquicardia
Hipertensión
Transpiración
Distorsión perceptual
Convulsiones (6 a 48 h después del último trago)
Alucinaciones visuales (y ocasionalmente auditivas o táctiles) 
 (12 a 48 h después del último trago)
Delirium tremens (48 a 96 h después del último trago; raro en la absti- 
 nencia no complicada)
 Agitación intensa, confusión
 Fiebre, sudoración profusa
 Taquicardia, pupilas dilatadas
 Náuseas, diarrea
no implican que el individuo esté involucrado en el uso indebido o la 
adicción a las drogas. Los pacientes que toman medicamentos, por indicacio-
nes médicas apropiadas, y en las dosis correctas, aún pueden mostrar tole-
rancia, dependencia física y síntomas de abstinencia si el medicamento 
es suspendido de forma repentina, en lugar de gradualmente. Un médico 
que prescribe un medicamento que tiende a producir tolerancia, debe 
entender la diferencia entre la dependencia y la adicción, y debe estar 
atento a los síntomas de abstinencia, si la dosis se reduce.
Cuestiones clínicas: depresores del CNS
El abuso de múltiples drogas, en combinación, es bastante común. El al-
cohol está tan disponible que por lo general se combina con todas las de-
más categorías de drogas. Se informa que algunas combinaciones son 
tomadas debido a sus efectos interactivos. Cuando el médico se enfrenta 
a un paciente que presenta signos de sobredosis o abstinencia, debe co-
nocer de estas posibles combinaciones, debido a que cada droga puede 
requerir un tratamiento diferente y específico.
Etanol
Más de 90% de los adultos estadounidenses informa haber consumido 
etanol (comúnmente llamado “alcohol”). El etanol se clasifica como un 
depresor porque produce sedación y sueño. Sin embargo, los efectos 
iniciales del alcohol, particularmente en dosis más bajas, a menudo se 
perciben como estimulación debido a una supresión de los sistemas in-
hibitorios (véase capítulo 23). El uso intensivo del etanol causa el desa-
rrollo de tolerancia y dependencia física, suficiente para producir un 
síndrome de abstinencia alcohólica cuando se interrumpe el consumo 
(tabla 24-3).
Tolerancia, dependencia física y abstinencia
Los síntomas de intoxicación leve por alcohol varían entre las personas. 
Algunas experimentan incoordinación motora y somnolencia. Otros, ini-
cialmente, resultan estimulados. A medida que aumenta el nivel del eta-
nol en sangre, aumentan los efectos sedantes, con el posible coma y la 
muerte a niveles altos. La tolerancia innata al alcohol varía mucho entre 
los individuos y estárelacionada con los antecedentes familiares de alco-
holismo (Wilhelmsen et al., 2003). La experiencia con el alcohol puede 
producir una mayor tolerancia (tolerancia adquirida), de tal forma que 
niveles extremadamente altos en la sangre (300 a 400 mg/dL) se pueden 
encontrar en alcohólicos que no parecen estar sedados en exceso. En es-
tos casos, la dosis letal no aumenta proporcionalmente a la dosis sedante; 
por tanto, el margen de seguridad se reduce.
Los grandes consumidores de alcohol adquieren tolerancia y también 
desarrollan un estado de dependencia física. Esto, a menudo, los lleva a 
beber por la mañana para restaurar los niveles de alcohol en la sangre 
disminuidos durante la noche. El síndrome de abstinencia alcohólica, por 
lo general, depende del tamaño de la dosis diaria promedio y, casi siem-
pre, es “tratado” con la reanudación de la ingestión de alcohol. Los sínto-
mas de abstinencia se experimentan con frecuencia, pero habitualmente 
no son graves, ni amenazan la vida hasta que ocurren junto con otros 
problemas como: la infección, el trauma, la malnutrición o el desequili-
brio electrolítico. En el contexto de tales complicaciones, el síndrome de 
delirium tremens se vuelve probable.
La adicción al alcohol produce tolerancia cruzada a otros sedantes, co-
mo las benzodiacepinas. Esta tolerancia es operativa en alcohólicos en 
abstinencia, pero mientras el alcohólico está bebiendo, los efectos sedan-
tes del alcohol se suman a los de otros sedantes. Esto es en particular 
cierto para las benzodiacepinas, que son relativamente seguras en caso 
de sobredosis cuando se administran solas, pero letales en potencia, com-
binadas con el alcohol. El uso crónico de alcohol y otros sedantes está 
asociado con el desarrollo de la depresión y el riesgo de suicidio. Se han 
informado déficits cognitivos en alcohólicos examinados mientras esta-
ban sobrios. Estos déficits comúnmente mejoran con la abstinencia. El 
deterioro más grave de la memoria reciente está asociado con el daño 
cerebral específico causado por deficiencias nutricionales comunes en 
los alcohólicos (p. ej., la deficiencia de tiamina). Las complicaciones mé-
dicas del abuso y la dependencia del alcohol incluyen a la enfermedad 
hepática y cardiovascular, efectos endocrinos y gastrointestinales, y des-
nutrición, además de las disfunciones del CNS, descritas con anteriori-
dad. El etanol cruza fácilmente la barrera placentaria por lo que produce 
el síndrome alcohólico fetal, una causa importante de retraso mental 
(véase capítulo 23).
Intervenciones farmacológicas
Desintoxicación. Aunque la mayoría de los casos leves de abstinencia al-
cohólica nunca llegan a la atención médica, los casos graves requieren 
una evaluación general; atención a la hidratación y electrolitos; vitami-
nas, especialmente altas dosis de tiamina, y un medicamento sedante que 
tenga tolerancia cruzada con el alcohol. Para bloquear o disminuir los 
síntomas descritos en la tabla 24-3, se puede usar una benzodiacepina de 
acción corta como el oxazepam, a una dosis de 15 a 30 mg cada 6 a 8 h, 
según la etapa y la gravedad de la abstinencia; algunas autoridades reco-
miendan una benzodiacepina de acción prolongada, a menos que se de-
muestre una insuficiencia hepática. Los anticonvulsivos como la 
carbamazepina han mostrado ser efectivos en la abstinencia alcohólica, 
pero no tanto como las benzodiacepinas.
Farmacoterapia. La desintoxicación es el primer paso del tratamiento. 
La abstinencia completa es el objetivo del tratamiento a largo plazo, y es-
to se logra mejor mediante una combinación de prevención de recaídas, 
medicamentos contra el deseo y la terapia cognitiva conductual. El disul-
firam ha sido útil en algunos programas que se enfocan en los esfuerzos 
conductuales para promover la ingesta del medicamento. El disulfiram 
bloquea la aldehído deshidrogenasa, lo que resulta en la acumulación de 
acetaldehído (figura 23-1), que produce una desagradable reacción de en-
rojecimiento y náuseas cuando se ingiere alcohol. El conocimiento de que 
se producirá esta reacción desagradable puede ayudar al paciente a resis-
tir el impulso de continuar bebiendo alcohol. Sin embargo, el disulfiram 
no ha demostrado ser efectivo en ensayos clínicos controlados, porque 
muchos pacientes eligen suspender el medicamento en lugar del alcohol.
La naltrexona es un antagonista de los receptores opiáceos que blo-
quea las propiedades del alcohol de activación de las endorfinas. La ad-
ministración crónica de la naltrexona disminuyó la tasa de recaídas al 
consumo excesivo de alcohol en ensayos clínicos aleatorizados. El efecto 
varió de fuerte a débil, pero en general, la reducción en el consumo exce-
sivo de alcohol fue un hallazgo consistente (Pettinati et al., 2006).
La naltrexona trabaja mejor en combinación con programas de trata-
miento conductual que animan la adherencia a la medicación y la absti-
nencia del alcohol. Una preparación de depósito con una duración de 30 
días está ahora disponible, esto mejora de forma notable la adherencia a 
la medicación. El depósito de naltrexona también puede usarse en la pre-
vención de recaídas en la adicción a opiáceos (Lee et al., 2016).
Estudios recientes de la desintoxicación alcohólica, han reportado que 
la gabapentina puede ayudar en la transición al estado de abstinencia, 
posiblemente por una mejoría en el sueño. El acamprosato, un inhibidor 
competitivo del receptor glutamato tipo NMDA (véase tabla 23-2), parece 
normalizar la neurotransmisión desregulada, asociada con la ingesta cró-
nica de etanol y, de ese modo, atenuar uno de los mecanismos que con-
ducen a la recaída.
Benzodiacepinas
Las benzodiacepinas se usan, en especial, para el tratamiento de los tras-
tornos de ansiedad y el insomnio (véanse capítulos 15 y 17). Estos agentes 
son ampliamente utilizados y el abuso de la prescripción de benzodiace-
pinas, no es infrecuente. Las benzodiacepinas también se pueden combi-
nar con el alcohol o la metadona, en el tratamiento de la adicción a los 
opiáceos. La proporción de pacientes que se vuelven tolerantes y física-
mente dependientes de las benzodiacepinas, aumenta después de varios 
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SECCIÓ
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 II
TABLA 24-4 ■ síntomas de abstinencia a las benzodiacepinas
Después del uso de dosis moderadas
 Ansiedad, agitación
 Incremento de la sensibilidad a la luz y al sonido
 Parestesias, sensaciones extrañas
 Calambres musculares
 Convulsiones mioclónicas
 Alteración del sueño 
 Mareos
Después del uso de altas dosis
 Convulsiones
 Delirio
TABLA 24-5 ■ síntomas de abstinencia a la nicotina
Irritabilidad, impaciencia, hostilidad
Ansiedad
Estado de ánimo disfórico o deprimido
Dificultad para concentrarse
Inquietud
Disminución de la frecuencia cardiaca
Aumento del apetito o incremento de peso
meses de uso, y la reducción abrupta de la dosis, o la detención de la me-
dicación produce síntomas de abstinencia (tabla 24-4).
Puede ser difícil distinguir entre los síntomas de abstinencia a las ben-
zodiacepinas, y la reaparición de los síntomas de ansiedad, por los cuales 
las benzodiacepinas fueron indicadas originalmente. Algunos pacientes 
pueden aumentar su dosis con el tiempo, a medida que se desarrolla la 
tolerancia a los efectos sedantes. Los beneficios contra la ansiedad, sin 
embargo, parecen continuar ocurriendo mucho después de la tolerancia 
a los efectos de la sedación. Además, algunos pacientes continúan to-
mando la medicación durante años en las dosis adecuadas, de acuerdo 
con las instrucciones médicas y pueden funcionar, de modo eficaz, siem-
pre que tomen la medicación. Los pacientes con antecedentes de proble-
mas con el alcohol u otros abusos de drogas, tienen un mayor riesgo de 
desarrollar abuso de las benzodiacepinas y rara vez, o nunca, deben ser 
tratados con benzodiacepinas de forma crónica.
Intervenciones farmacológicas
Si los pacientes que están recibiendo tratamiento con benzodiacepinas a 
largo plazo por prescripción deseandetener su medicación, el proceso 
puede tomar meses de reducción gradual de la dosis. Los síntomas de 
abstinencia pueden ocurrir durante esta desintoxicación ambulatoria, 
pero en la mayoría de los casos, los síntomas son leves. Los pacientes que 
han recibido dosis bajas de benzodiacepinas durante años, comúnmente 
no sufren efectos adversos. Si los síntomas de ansiedad reaparecen, pue-
de prescribirse una no benzodiacepina, como la buspirona. Algunas au-
toridades recomiendan cambiar a una benzodiacepina con una t1/2 larga, 
durante la desintoxicación; otros recomiendan los anticonvulsivantes 
carbamazepina y fenobarbital. El flumazenil, antagonista específico del 
receptor de la benzodiacepina, es útil en el tratamiento de la sobredosis, 
así como para revertir los efectos de las benzodiacepinas de acción pro-
longada, usadas en anestesia.
Quienes consumen dosis altas de benzodiacepinas, con frecuencia re-
quieren desintoxicación en el hospital. Por lo general, el abuso de benzo-
diacepinas es parte de una dependencia combinada que involucra el 
alcohol, los opiáceos y la cocaína. La desintoxicación puede ser un com-
plejo desafío clínico-farmacológico, que requiere el conocimiento de la 
farmacocinética de cada droga. Un enfoque para la desintoxicación com-
pleja es centrarse en el fármaco depresor del CNS y, temporalmente, 
mantener el componente opiáceo constante con una dosis baja de meta-
dona o buprenorfina. Una benzodiacepina de acción prolongada, como 
el diazepam, o el clorazepato o un barbitúrico de acción prolongada co-
mo el fenobarbital, pueden usarse para bloquear los síntomas de absti-
nencia del sedante. Después de la desintoxicación, la prevención de la 
recaída requiere un programa de rehabilitación ambulatoria, a largo pla-
zo, similar al tratamiento del alcoholismo. No se ha encontrado ningún 
medicamento específico que sea útil en la rehabilitación del consumo 
excesivo de sedantes, pero trastornos psiquiátricos específicos como la 
depresión o la esquizofrenia, si están presentes, requieren medicamentos 
apropiados.
Barbitúricos
Los problemas de abuso con barbitúricos se asemejan a los observados 
con las benzodiacepinas de muchas maneras y el tratamiento del abuso y 
la adicción a los barbitúricos, debe manejarse de manera similar a las in-
tervenciones para el abuso del alcohol y las benzodiacepinas. Debido a 
que los medicamentos en esta categoría con frecuencia se recetan como 
hipnóticos para los pacientes que se quejan de insomnio, los médicos de-
ben ser conscientes de los problemas que pueden desarrollarse cuando el 
agente hipnótico es retirado, y de las posibles causas de insomnio que 
son tratables por otros medios. El insomnio a menudo es el síntoma de 
un problema crónico subyacente, como la depresión o la disfunción respi-
ratoria. La prescripción, a largo plazo, de medicamentos sedantes puede 
cambiar la fisiología del sueño y debe evitarse. Cuando la administración 
del sedante se detiene, existe un efecto de rebote con empeoramiento del 
insomnio. Sea a causa del hipnótico prescrito o del autoadministrado, 
el insomnio de rebote, inducido por medicamentos, requiere desintoxica-
ción mediante la reducción gradual de la dosis. Los médicos no deben 
recomendar un trago de alcohol antes de acostarse para aliviar el insom-
nio pues el resultado es, por lo general, un sueño desordenado.
nicotina
La nicotina y los agentes para dejar de fumar se discuten en el capítulo 
11. Debido a que la nicotina proporciona el refuerzo por fumar cigarrillos 
—la causa más común de muerte y enfermedad prevenible en Estados 
Unidos—, es, posiblemente, la droga más peligrosa que produce depen-
dencia. Aunque más de 80% de los fumadores expresa su deseo de dejar 
de fumar, sólo 35% lo intenta cada año y menos de 5% tiene éxito en sus 
intentos por dejar de fumar.
La adicción al tabaco (nicotina) está influida por múltiples variables. 
La nicotina misma produce refuerzo. Los usuarios comparan a la nicotina 
con estimulantes como la cocaína o la anfetamina, aunque sus efectos son 
de menor magnitud. Si bien hay muchos usuarios ocasionales del alcohol 
y la cocaína, pocas personas que consumen cigarrillos fuman una canti-
dad suficientemente pequeña (≤5 cigarrillos por día) para evitar la depen-
dencia. La nicotina se absorbe muy fácil, a través de la piel, las membranas 
mucosas y los pulmones. La vía pulmonar produce efectos discernibles 
en el sistema nervioso central en tan sólo 7 segundos. Por tanto, cada bo-
canada produce un refuerzo discreto. Con 10 inhalaciones por cigarrillo, 
el fumador de un paquete por día refuerza el hábito unas 200 veces dia-
riamente.
En los fumadores dependientes, el deseo de fumar se correlaciona con 
un nivel bajo de nicotina en la sangre, como si fumar fuera un medio pa-
ra alcanzar un cierto nivel de nicotina y, así, evitar los síntomas de absti-
nencia a la nicotina (tabla 24-5). El estado de ánimo deprimido (el 
trastorno distímico, el trastorno afectivo) está asociado con la dependen-
cia a la nicotina, pero no se sabe si la depresión puede predisponer a uno 
a comenzar a fumar, o si la depresión se desarrolla, secundariamente, 
durante el curso de la dependencia a la nicotina.
Intervenciones farmacológicas
El síndrome de abstinencia a la nicotina se puede aliviar con la terapia de 
reemplazo de nicotina (p. ej., el inhalador de nicotina y el spray nasal, el 
chicle o la pastilla de nicotina, o el parche transdérmico de nicotina). Los 
diferentes métodos de administración de nicotina proporcionan distintos 
niveles de ésta en la sangre, en cursos variables de tiempo (figura 24-2). 
Estos métodos suprimen los síntomas de la abstinencia a la nicotina. 
Aunque estos tratamientos logran resultados en más fumadores que con-
siguen la abstinencia, la mayoría vuelve a fumar en las semanas o meses 
siguientes. Una preparación de liberación sostenida del antidepresivo bu-
propión (véase capítulo 15) mejora las tasas de abstinencia entre los fu-
madores y sigue siendo una opción útil. El rimonabant, un agonista 
inverso del receptor canabinoide CB1, mejora las tasas de abstinencia y 
reduce el aumento de peso que, con frecuencia, se observa en los exfu-
madores; desafortunadamente, ensayos clínicos revelaron que el rimona-
bant está relacionado con síntomas depresivos y neurológicos y no está 
aprobado en Estados Unidos y ha sido retirado en Europa.
La vareniclina, un agonista parcial del subtipo α4β2 del receptor nico-
tínico acetilcolina, reduce el deseo al cigarrillo y mejora, a largo plazo, las 
tasas de abstinencia. Tiene una alta afinidad por el receptor que conduce 
al bloqueo del acceso a la nicotina, por lo cual, si el fumador tratado recae, 
hay poca recompensa y es más probable que se mantenga la abstinencia. 
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Aplicación
del parche
Retirada
del parche
Parche de nicotina
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Tabaco
para mascar 
Cigarrillos
(10 min) 
Chicle de nicotina
Tabaco en
polvo (oral)
20
0
5
10
15
En un ensayo clínico, la tasa anual de abstinencia de la vareniclina fue de 
36.7% frente a 7.9% del placebo (Williams et al., 2007). Hubo informes ini-
ciales de ideación suicida, en pacientes tratados con este medicamento, 
pero estudios más recientes en poblaciones mayores no han derivado ta-
les informes. Véase capítulo 11 para la farmacología de la vareniclina.
opiáceos
Los medicamentos opiáceos se usan principalmente para el tratamiento 
del dolor (véase capítulo 20). Algunos de los mecanismos del CNS que 
reducen la percepción del dolor, también producen un estado de bienes-
tar o euforia. Por tanto, los fármacos opiáceos también se toman fuera del 
entorno médico a fin de obtener la elevación del estado de ánimo o la 
euforia.Tal uso conlleva un alto riesgo de sobredosis.
Muerte por sobredosis
La heroína es el opiáceo ilegal que se consume con más frecuencia. Aun-
que no existe un suministro legal de heroína en Estados Unidos, la droga 
está ampliamente disponible en el mercado ilícito. La pureza de la heroí-
na callejera en Estados Unidos ha aumentado en la última década de, 
aproximadamente, 4 mg de heroína por bolsa de 100 mg (rango entre 0 a 
8 mg/100 mg; el resto era relleno con no opiáceo, como la quinina) hasta 
una pureza de 45 a 75%, con algunas muestras que llegan al 90%. Este 
aumento en la pureza ha llevado a un aumento en los niveles de depen-
dencia física entre los adictos a la heroína. Los usuarios que interrumpen 
la dosificación regular desarrollan ahora síntomas de abstinencia más in-
tensos. Los suministros más potentes se pueden fumar o administrar por 
vía nasal (inhalar), lo que propicia que el uso de la heroína sea accesible 
para las personas que no insertarían una aguja en sus venas. El aumento 
de la potencia de la heroína, también ha contribuido a más muertes por 
sobredosis.
También se abusa de los opiáceos legalizados. A principios del siglo 
xxi, hubo un interés creciente entre los miembros de la profesión médica 
por preguntar a los pacientes sobre el dolor, darle una calificación numé-
rica y tratarlo, agresivamente, con opiáceos recetados como agentes de 
elección. En algunos casos hubo una clara sobreprescripción, en especial 
de las formas de liberación prolongada de la oxicodona, que se ha relacio-
nado con el abuso, la adicción y la sobredosis. La aprobación de la FDA 
de otra formulación de oxicodona de acción prolongada ha provocado 
controversia (Manchikanti et al., 2014). La sobredosis por opiáceos se ha 
convertido en una causa frecuente de muerte en muchas comunidades y 
los últimos informes son preocupantes, lo que indica que la muerte por 
sobredosis de opiáceos es ahora de, aproximadamente, 25 000 por año 
(DEA, 2015; Rudd et al., 2016). En respuesta, los CDC anunciaron pautas 
más estrictas para que los médicos limiten la prescripción de opiáceos 
para el dolor crónico (Dowell et al., 2016; véase capítulo 20).
Tolerancia, dependencia y abstinencia
La inyección de una solución de heroína produce una variedad de sensa-
ciones que se describen como calidez, gusto o placer elevado e intenso 
(rush), a menudo comparado con el orgasmo sexual. Hay algunas diferen-
cias entre los opiáceos y sus efectos agudos; por ejemplo, la morfina pro-
duce un efecto prominente de liberación de histamina (causando prurito), 
y la meperidina es notable por producir excitación o confusión. Incluso, 
los adictos a los opiáceos con experiencia no pueden, sin embargo, dis-
tinguir entre la heroína y el opiáceo común hidromorfona, a menudo uti-
lizado para el dolor en pacientes hospitalizados. Puede que la popularidad 
de la heroína se deba a su amplia disponibilidad en el mercado ilícito y al 
rápido inicio del efecto.
Después de la inyección intravenosa, los efectos comienzan en menos 
de un minuto. La heroína tiene una alta solubilidad en los lípidos, cruza 
muy rápido la barrera hematoencefálica y se desacetila en los metabolitos 
activos, el 6-monoacetilo morfina y la morfina. Después de la euforia in-
tensa, que dura de 45 segundos a varios minutos, hay un periodo de seda-
ción y tranquilidad (“de cabeceo”) que dura hasta una hora. Los efectos de 
la heroína desaparecen a las 3 a 5 h, debido a que dependen de la dosis. 
Los usuarios experimentados pueden inyectarse de dos a cuatro veces al 
día. Por tanto, el adicto a la heroína oscila, constantemente, entre estar 
“drogado” y sentir la enfermedad de la abstinencia temprana (como se 
muestra en la figura 24-3). Esto produce muchos problemas en los siste-
mas homeostáticos regulados, al menos en parte, por opiáceos endógenos.
Según los informes de los pacientes, se desarrolla tolerancia temprana 
a los efectos de euforia, producidos por la heroína y otros opiáceos. Tam-
bién hay tolerancia a las propiedades depresivas respiratorias, analgési-
cas, sedantes y eméticas. Los usuarios de heroína tienden a aumentar su 
dosis diaria, dependiendo de sus recursos financieros y la disponibilidad 
del medicamento. Es probable que ocurra una sobredosis cuando la po-
tencia de la muestra de la calle es inesperadamente alta, o cuando la he-
roína se mezcla con un opiáceo mucho más potente, como el fentanilo.
La adicción a la heroína u otros opiáceos de acción corta produce tras-
tornos en el comportamiento y es común que se vuelva incompatible con 
una vida productiva. Además de los cambios del comportamiento y el 
riesgo de sobredosis, el uso crónico de los opiáceos es, en sí mismo, rela-
tivamente no tóxico. No obstante, la tasa de mortalidad de los usuarios 
de heroína en la calle es alta. Es bastante común que los usuarios de he-
roína adquieran infecciones por bacterias, las cuales producen abscesos 
cutáneos, endocarditis, infecciones pulmonares, especialmente tubercu-
losis e infecciones virales como hepatitis C y sida.
Otro factor es el uso de opiáceos, con frecuencia en combinación con 
otras drogas como la heroína y la cocaína (“bola rápida”). Los usuarios 
describen una euforia mejorada debido a la combinación, y hay evidencia 
Figura 24-2 Niveles en sangre de nicotina derivados de diferentes sistemas de adminis-
tración. En los paneles superiores, las áreas sombreadas indican los periodos de 
liberación de nicotina (30 minutos, excepto para los cigarrillos, 10 minutos). En 
el panel inferior, las flechas indican los tiempos de aplicación y remoción de un 
parche de nicotina. Estas curvas idealizadas se basan en los hallazgos de los 
experimentos de Benowitz et al., 1988, y Srivastava et al., 1991.
Figura 24-3 Tiempos comparativos de respuesta a la heroína y la metadona. Una per-
sona que se inyecta heroína (↑) varias veces al día, oscila entre estar enfermo 
y estar drogado (línea roja). Por el contrario, un paciente con metadona (línea 
púrpura) permanece en el rango “normal” (banda azul), con poca fluctua-
ción, después de la dosificación una vez al día. Los valores ordenados repre-
sentan el estado mental y físico del sujeto, no los niveles plasmáticos de la 
droga.
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TABLA 24-6 ■ características de la abstinencia por opiáceos
sínTomAs signos
Abstinencia regular
Ansia de opiáceos
Inquietud, irritabilidad
Mayor sensibilidad al dolor
Náuseas, calambres
Dolores musculares 
Estado de ánimo disfórico
Insomnio, ansiedad 
 
Dilatación pupilar
Transpiración
Piloerección (“carne de gallina”)
Taquicardia
Vómitos, diarrea
Aumento de la presión 
 sanguínea
Bostezos
Fiebre
Abstinencia prolongada
Ansiedad
Insomnio
Ansia de drogas 
Cambios cíclicos en el peso, 
tamaño de la pupila, sensibili-
dad del centro respiratorio
COCAÍNA
O
O
O
O
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de una interacción: la cocaína reduce los signos de abstinencia a los opiá-
ceos, y la heroína puede reducir la irritabilidad que se observa en los con-
sumidores crónicos de cocaína.
Intervenciones farmacológicas
Abstinencia y desintoxicación. La primera etapa del tratamiento aborda 
la dependencia física y consiste en la desintoxicación. El síndrome de 
abstinencia de opiáceos (tabla 24-6) es desagradable, pero no pone en 
peligro la vida. Comienza dentro de las 6 a 12 h después de la última do-
sis de un opiáceo de acción corta y hasta 72 a 84 h después de un opiá-
ceo de acción prolongada. La duración y la intensidad del síndrome 
están relacionadas con la eliminación de la droga individual. La absti-
nencia de heroína es breve (5 a 10 días) e intensa. La abstinencia de me-
tadona es de inicio más lento y dura más tiempo. Los signos y síntomas 
de abstinencia de opiáceos pueden tratarse por tres diferentes enfoques. 
El primer enfoque y el más utilizado consiste en la transferencia a un me-
dicamento opiáceo prescrito y luego la reducción gradual de la dosis. Es 
conveniente cambiar al paciente de un opiáceo de acción corta, comola 
heroína, a uno de acción prolongada como la metadona. La dosis inicial 
de metadona es, por lo general, de 20 a 30 mg. La dosis total del primer 
día puede determinarse por la respuesta y luego reducirse en 20% por día, 
durante el curso de la desintoxicación.
Un segundo enfoque para la desintoxicación implica el uso de clonidina 
oral, un agonista adrenérgico α2 que disminuye la neurotransmisión 
adrenérgica del locus coeruleus. Este medicamento está aprobado para el 
tratamiento de la hipertensión, pero se usa, de forma común, sin indica-
ción, a fin de reducir los síntomas de abstinencia de opiáceos. Muchos 
de los síntomas autonómicos de abstinencia de opiáceos son resultado de 
la pérdida de la supresión opiácea del sistema locus coeruleus durante el 
síndrome de abstinencia. La clonidina puede aliviar muchos de estos 
síntomas, pero no los dolores generalizados y el deseo de opiáceos. La 
lofexidina, un medicamento similar, está aprobado por la FDA para su 
uso como un supresor de la abstinencia de opiáceos. Con la clonidina y 
la lofexidina, la dosis debe evaluarse según la etapa y la gravedad de la 
abstinencia; la hipotensión postural es, comúnmente, un efecto secun-
dario. 
Un tercer método para tratar la abstinencia de opiáceos implica la acti-
vación del sistema opiáceo endógeno, sin medicación. Las técnicas pro-
puestas incluyen acupuntura y varios métodos de activación del CNS, 
utilizando estimulación eléctrica transcutánea. En teoría, este método es 
atractivo pero no se considera práctico.
Administración a largo plazo. Si los pacientes simplemente son dados 
de alta del hospital, después de la abstinencia a los opiáceos, existe una 
alta probabilidad de un retorno rápido al uso compulsivo. Numerosos 
factores influyen en la recaída. El síndrome de abstinencia no termina en 
5 a 7 días; un síndrome de abstinencia prolongado (véase tabla 24-6) per-
siste hasta 6 meses. Las medidas fisiológicas tienden a oscilar como si se 
estableciera un nuevo punto de ajuste. Durante esta fase, el tratamiento 
ambulatorio, libre de drogas, tiene una baja probabilidad de éxito, inclu-
so cuando el paciente ha recibido tratamiento previo, intensivo, mientras 
estaba protegido de una recaída en un programa residencial.
El tratamiento más exitoso de la adicción a la heroína consiste en la 
estabilización con la metadona, de acuerdo con las regulaciones estatales 
y federales. Los pacientes que recaen en repetidas ocasiones durante el 
tratamiento libre de drogas pueden ser directamente transferidos a la 
metadona sin requerir desintoxicación. La dosis de metadona debe ser 
suficiente para prevenir los síntomas de abstinencia durante, al menos, 
24 horas.
La introducción de buprenorfina, un agonista parcial del MOR, re-
presenta un cambio importante en el tratamiento de la adicción a los 
opiáceos. Este medicamento produce síntomas mínimos de abstinencia 
cuando se suspende, y tiene un bajo potencial de sobredosis, una acción 
de larga duración y la capacidad de bloquear los efectos de la heroína. El 
tratamiento puede llevarse a cabo en un consultorio privado de un mé-
dico calificado, en lugar de un centro especial, según se requiera para la 
metadona. Cuando se toma por vía sublingual, la buprenorfina se acti-
va; desafortunadamente, también se puede disolver e inyectar (abusar). 
Como solución a este problema, existe disponibilidad de una combina-
ción de buprenorfina-naloxona. Cuando se toma por vía sublingual, la 
mitad de la naloxona no es efectiva, pero si el paciente abusa del medi-
camento, inyectándose una solución del mismo, la naloxona bloqueará 
o disminuirá el alto subjetivo que podría producirse con la buprenorfina 
sola.
Tratamiento antagonista. La naltrexona es un antagonista con una 
alta afinidad por el MOR; bloqueará, de forma competitiva, los efectos de 
la heroína o de los agonistas MOR. La naltrexona no satisfará los antojos, 
ni aliviará los síntomas de abstinencia prolongados, pero puede usarse 
después de la desintoxicación en pacientes con una gran motivación por 
permanecer libres de opiáceos. Recientemente, se ha habilitado una ver-
sión de depósito de liberación prolongada de naltrexona (Lee et al., 2016).
Cuestiones clínicas: cocaína y otros 
psicoestimulantes
cocaína
En Estados Unidos, entre 2014 y 2015, el número de personas de 12 años 
o más que consumían cocaína (al menos una vez al mes) era cerca de 1.5 
millones (FDA, 2016). Alrededor de 60% de éstos cumplieron los cri-
terios de dependencia o abuso definidos por el DSM-V (APA, 2013). 
El abuso de cocaína en los hombres es, aproximadamente, el doble de 
frecuencia que en las mujeres. No todos los usuarios se vuelven adictos. 
Un factor clave en la adicción es la disponibilidad generalizada de cocaína, 
relativamente barata, en forma de base libre (crack), adecuada para fumar, 
y en forma de hidrocloruro, en polvo, adecuada para uso nasal o intrave-
noso. Los efectos reforzantes de la cocaína y sus análogos se correlacionan 
mejor con su efectividad para inhibir al DAT, el transportador que recupe-
ra a la DA de la sinapsis. Esto conduce a un aumento de las concentracio-
nes de DA en sitios críticos del cerebro. Sin embargo, la cocaína también 
bloquea la recaptación de la NE y la 5HT, y su uso crónico también produ-
ce cambios en estos sistemas de neurotransmisores. La cocaína causa un 
incremento de la dependencia de la dosis, en la frecuencia cardiaca y la 
presión arterial, junto con un aumento de la excitación, un mejor rendi-
miento en las tareas de vigilancia y estado de alerta, y una sensación de 
autoconfianza y bienestar. Las dosis más altas producen euforia, que tiene 
una duración breve y a menudo va seguida de un deseo de más droga. Las 
dosis repetidas de cocaína pueden provocar actividad motora involunta-
ria, comportamiento estereotipado y paranoia. La irritabilidad y el mayor 
riesgo de violencia se encuentran entre los usuarios crónicos, intensos. La 
t1/2 de la cocaína en plasma es de, aproximadamente, 50 minutos, pero los 
usuarios de inhalación (crack) es común que deseen más cocaína después 
de 10 a 30 minutos.
La ruta principal para el metabolismo de la cocaína implica la hidróli-
sis de sus dos grupos de ésteres. Las esterasas tisulares y la hidrólisis es-
pontánea eliminan el éster metílico para producir metilbenzoilecgonina 
(30 a 40%); la eliminación de la mitad del benzoílo mediante butirilcoli-
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TABLA 24-7 ■ síntomas y signos de abstinencia a la cocaína
Disforia, depresión
Somnolencia, fatiga
Ansia de cocaína
Bradicardia
nesterasa produce éster metílico de ecgonina (∼50%). Como enfoque far-
macocinético para tratar la toxicidad y el abuso de la cocaína, se han 
desarrollado anticuerpos catalíticos y mutaciones de la butirilcolinestera-
sa humana y una esterasa de cocaína bacteriana que aceleran el metabo-
lismo de la cocaína en modelos animales (Schindler y Goldberg, 2012).
La benzoilecgonina, producida por la pérdida del grupo metilo, repre-
senta el principal metabolito urinario y se puede encontrar en la orina 
durante 2 a 5 días, después de un consumo excesivo. Como resultado, la 
prueba de benzoilecgonina es un método válido para detectar el consu-
mo de cocaína; el metabolito permanece detectable en la orina de usua-
rios intensos hasta 10 días. Con frecuencia, el etanol se consume con 
cocaína, debido a que reduce la irritabilidad inducida por ésta. La doble 
adicción al alcohol y la cocaína es común. Cuando se toman cocaína y al-
cohol, al mismo tiempo, la cocaína puede transesterificarse a cocaetileno, 
que tiene la misma potencia que la cocaína para bloquear la recaptación 
de dopamina.
La adicción es la complicación más común del abuso de cocaína. En 
general, los estimulantes tienden a ser abusados mucho más, irregular-
mente, que los opiáceos, la nicotina y el alcohol. El consumo desmedido 
es común y un exceso puede durar de horas a días, terminando sólocuando se agotan los suministros de la droga.
Toxicidad
Otros riesgos de la cocaína, más allá del potencial de adicción, incluyen 
arritmias cardiacas, isquemia de miocardio, miocarditis, disección aórti-
ca, vasoconstricción cerebral y convulsiones. La muerte por trauma tam-
bién está asociada con el uso de la cocaína. La cocaína puede inducir el 
parto prematuro y la placenta abrupta. Se ha informado que la cocaína 
produce un orgasmo prolongado e intenso si se toma antes del coito, y los 
usuarios, a menudo, se entregan a una actividad sexual compulsiva y pro-
miscua. Sin embargo, el consumo crónico de cocaína reduce el impulso 
sexual. El uso crónico también se asocia con trastornos psiquiátricos, que 
incluyen ansiedad, depresión y psicosis.
Tolerancia, dependencia y abstinencia 
En usuarios intermitentes de cocaína, el efecto eufórico usualmente no 
está sujeto a sensibilización. Por el contrario, la mayoría de los usuarios 
experimentados se vuelve insensible y, con el tiempo, requiere más cocaí-
na para obtener euforia (es decir, se desarrolla la tolerancia). Debido a 
que la cocaína se usa, por lo general, de forma intermitente, incluso los 
usuarios más frecuentes pasan por periodos frecuentes de abstinencia o 
“crash”. Los síntomas de abstinencia observados en usuarios admitidos 
en hospitales se enumeran en la tabla 24-7. Los estudios cuidadosos de 
consumidores de cocaína, durante la abstinencia, mostraron una dismi-
nución gradual de estos síntomas durante 1 a 3 semanas. La depresión 
residual, a menudo vista después de la abstinencia a la cocaína, debe tra-
tarse con agentes antidepresivos si persiste (véase capítulo 15).
Intervenciones farmacológicas
Debido a que la abstinencia a la cocaína por lo común es leve, no siempre 
requiere el tratamiento de los síntomas de abstinencia. El principal pro-
blema en el tratamiento no es la desintoxicación, sino ayudar al paciente 
a resistir el impulso de reanudar el hábito compulsivo del uso de la cocaí-
na. Los programas de rehabilitación que involucran psicoterapia indivi-
dual y grupal, basados en los principios de Alcohólicos Anónimos y los 
tratamientos conductuales, basados en el refuerzo de las pruebas de ori-
na libre de cocaína, dan como resultado una mejora significativa en la 
mayoría de los consumidores.
Los modelos animales sugieren que la mejora de la inhibición GABA 
érgica puede reducir el restablecimiento de la autoadministración de co-
caína y un ensayo clínico controlado de topiramato mostró una reduc-
ción significativa en su consumo. El topiramato también redujo la tasa de 
recaídas en alcohólicos, lo que indujo estudios actuales en pacientes do-
blemente dependientes de la cocaína y el alcohol. El baclofeno, un ago-
nista de GABAB, se encontró en un ensayo de sitio único para reducir la 
recaída en adictos a la cocaína, pero no fue efectivo en un ensayo de va-
rios sitios. En la actualidad, el modafinilo se está probando en ensayos 
clínicos de cocaína, metanfetamina, alcohol y otros trastornos, por abuso 
de sustancias. El modafinilo, un estimulante suave aprobado para el tra-
tamiento de la narcolepsia, ha tenido varios ensayos clínicos positivos 
para su uso en la abstinencia a la cocaína (Morgan et al., 2016). Este medi-
camento reduce la euforia producida por la cocaína y alivia los síntomas 
de abstinencia a la cocaína. Este medicamento sigue bajo investigación 
para este propósito.
Un enfoque novedoso para la adicción a la cocaína emplea una vacuna 
que produce anticuerpos que se unen a la cocaína. La cocaína, en sí mis-
ma, no es antigénica en humanos, sin embargo, un conjugado del metabo-
lito de cocaína con la subunidad B de la toxina del cólera se ha constituido 
como una vacuna y causa una vigorosa respuesta inmune con la produc-
ción de anticuerpos (inmunoglobulina G) que neutraliza a la cocaína en 
el torrente sanguíneo. Los informes iniciales fueron prometedores, pero 
en un ensayo reciente la vacuna no demostró la eficacia esperada (Kosten 
et al., 2014). Por ahora, la terapia conductual sigue siendo el tratamiento 
de elección, con medicamentos indicados para trastornos coexistentes 
específicos, como la depresión.
Anfetamina y agentes relacionados
Los efectos subjetivos similares a los de la cocaína son producidos por la 
anfetamina, la dextroanfetamina, la metanfetamina, la fenmetrazina, el metil-
fenidato y el dietilpropión. Las anfetaminas aumentan la sináptica de la 
DA, la NE y la 5HT, principalmente al estimular la liberación presináptica 
del neurotransmisor almacenado (véase capítulo 8). La metanfetamina 
intravenosa o fumada provoca un síndrome de abuso/dependencia simi-
lar al de la cocaína, aunque el deterioro clínico puede progresar mucho 
más rápido. La adicción a la metanfetamina se ha convertido en un im-
portante problema de salud pública en Estados Unidos. Los tratamientos 
conductuales y médicos para la adicción a la metanfetamina son simila-
res a los utilizados para la cocaína.
cafeína
La cafeína, estimulante suave, es la droga psicoactiva más utilizada en el 
mundo. Está presente en los refrescos, el café, el té, el cacao, el chocolate 
y en numerosos medicamentos recetados y de venta libre.
La cafeína puede inhibir los nucleótidos cíclicos fosfodiesterasa; au-
mentar, levemente, la liberación de NE y DA y mejorar la actividad neu-
ronal en numerosas áreas del cerebro. La cafeína se absorbe en el tracto 
digestivo, se distribuye con inmediatez por todos los tejidos y atraviesa, 
fácilmente, la barrera placentaria. La cafeína se metaboliza en gran par-
te por el CYP1A2, y alcanza una vida media biológica de ∼5 h, un núme-
ro que puede variar con amplitud. Por ejemplo, fumar tabaco lo reduce 
en ∼40%; los anticonceptivos orales lo duplican; la fluvoxamina multipli-
ca, por 10, la vida media de la cafeína. Se considera que muchos de los 
efectos de la cafeína se producen por medio del antagonismo competiti-
vo en los receptores de adenosina. La adenosina es un neuromodulador 
(véase capítulo 14) que se asemeja en estructura a la cafeína. Los efectos 
sedantes leves que ocurren cuando la adenosina activa ciertos subtipos 
de receptores de adenosina, pueden ser antagonizados por la cafeína. 
Ante los efectos estimulantes de la cafeína, de inmediato se activa la to-
lerancia. Estudios controlados han evidenciado que se ha producido un 
síndrome de abstinencia leve, al interrumpir de modo brusco, la ingesta 
de café, a tan sólo una a dos tazas diarias. La abstinencia a la cafeína pro-
voca sensación de fatiga y sedación. Con dosis más altas, se han repor-
tado dolores de cabeza y náuseas durante la abstinencia; es poco común 
el vómito.
canabinoides (marihuana)
La planta de cannabis se ha cultivado durante siglos por sus propiedades 
medicinales y psicoactivas. El humo de la combustión de la cannabis con-
tiene muchos productos químicos, incluyendo 61 canabinoides diferen-
tes que han sido identificados. Uno de éstos, el Δ9-THC, produce la 
mayoría de los efectos farmacológicos característicos de la marihuana fu-
mada. En Estados Unidos, el uso de la marihuana sigue prohibido por ley 
federal, pero está aprobado en 13 estados como medicina y en ocho, para 
fines recreativos. Esto está conduciendo a un mayor uso de la marihuana 
y a un creciente número de accidentes automovilísticos relacionados con 
ésta. El control del uso de la marihuana y el modo de hacerlo, aún no ha 
sido resuelto. Además, la potencia de las diversas formas botánicas dispo-
nibles no se han estandarizado, y los peligros inherentes a la inhalación 
de un humo repleto de moléculas orgánicas, no se han definido para el 
humo de la marihuana.
Los sistemas canabinoides humanos de ligandos endógenos/recepto-
res/señalización se describen en el capítulo 14 (véase figura 14-17). Este 
sistema es estimulado por el Δ9-THC exógeno. Los efectos farmacológi-
cos del Δ9-THC varían según la dosis, la vía de administración, la expe-
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eurofarm
acología
SECCIÓ
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 II
TABLA 24-8 ■ síndromede abstinencia a la marihuana
Intranquilidad
Irritabilidad
Agitación leve
Insomnio
Alteración del sueño EEG
Náuseas, calambres
riencia del usuario, la vulnerabilidad a los efectos psicoactivos y el 
escenario de uso. La intoxicación con marihuana produce cambios en 
el estado de ánimo, la percepción y la motivación, pero los efectos que se 
buscan, más frecuentemente, son la “euforia” y la “relajación”. Los efectos 
varían con la dosis pero, por lo general, duran alrededor de 2 h. Mientras 
permanece el efecto, disminuyen las funciones cognitivas, la percepción, 
el tiempo de reacción, el aprendizaje y la memoria. La coordinación y el 
comportamiento de seguimiento pueden verse afectados por varias horas, 
más allá de la percepción de la euforia. La marihuana también produce 
cambios complejos en el comportamiento como mareo y hambre crecien-
te. Pueden ocurrir reacciones desagradables como pánico o alucinaciones, 
e incluso psicosis aguda. Estas reacciones se observan, por lo común, con 
dosis más altas y con ingestión oral, en lugar de la marihuana fumada. 
Numerosos informes clínicos sugieren que el consumo de marihuana pue-
de precipitar una recurrencia de la psicosis en personas con antecedentes 
de esquizofrenia. Uno de los efectos putativos más controvertidos de la 
marihuana es la producción de un “síndrome amotivacional”. Este síndro-
me no es un diagnóstico oficial, pero se ha utilizado para describir a los 
jóvenes que abandonan las actividades sociales y muestran poco interés 
en la escuela, el trabajo u otra actividad dirigida a un objetivo. A nivel ce-
lular, no hay evidencia de que la marihuana dañe las células cerebrales, o 
produzca cambios funcionales permanentes. Existe evidencia de que el 
receptor canabinoide de tipo 1 (CB1, cannabinoid receptor type 1), un GPCR 
muy abundante en el cerebro de los mamíferos, puede proporcionar seña-
les neuroprotectoras en modelos animales, de daño estriatal (Blázquez 
et al., 2015).
La marihuana tiene efectos medicinales, incluidas las propiedades an-
tieméticas que alivian los efectos secundarios de la quimioterapia anti-
cancerosa. También posee efectos relajantes musculares, propiedades 
anticonvulsivantes y la capacidad de reducir la presión intraocular eleva-
da (glaucoma). Estos beneficios médicos se obtienen a costa de los efec-
tos psicoactivos que a menudo afectan las actividades normales. El 
dronabinol es una formulación aprobada de Δ9-THC (véanse capítulos 
14 y 50).
Tolerancia, dependencia y abstinencia
La tolerancia a la mayoría de los efectos de la marihuana puede desarro-
llarse muy rápido después de sólo unas pocas dosis, pero también desapa-
rece rápidamente. Los humanos desarrollan un síndrome de abstinencia 
cuando reciben dosis orales regulares del agente (tabla 24-8). Sin embar-
go, este síndrome sólo se observa clínicamente en personas que usan ma-
rihuana a diario y luego lo detienen de forma repentina. El abuso y la 
adicción a la marihuana no tienen tratamientos específicos. Los usuarios 
intensos pueden sufrir de depresión acompañante y, por tanto, respon-
der a medicamentos antidepresivos.
Agentes psicodélicos
Existen dos categorías principales de compuestos psicodélicos, las indol- 
aminas y las fenetilaminas. Los alucinógenos indolamínicos incluyen el 
LSD, la DMT y la psilocibina. Las fenetilaminas incluyen a la mescalina, 
DOM, MDA y MDMA. Ambos grupos tienen una afinidad relativamente 
alta por los receptores 5HT2 (véase capítulo 13), pero difieren en su afini-
dad por otros subtipos de receptores 5HT. Existe una buena correlación 
entre la afinidad relativa de estos compuestos por los receptores 5HT2 y 
su potencia como alucinógenos. El LSD interactúa con la mayoría de los 
receptores cerebrales de 5HT como un agonista/agonista parcial y provo-
ca distorsiones sensoriales (en especial, visuales) y alucinaciones a dosis 
tan bajas como 1 μg/kg. Las hipótesis actuales del mecanismo de acción 
del LSD y otros alucinógenos se centran en la disrupción mediada por el 
receptor 5HT2A de la activación talámica con sobrecarga sensorial de la 
corteza (Nichols, 2016).
LSD
El LSD es la droga alucinógena más potente, más de 3 000 veces más fuer-
te que la mescalina. El LSD se vende en el mercado ilícito en variedad de 
formas. Un sistema contemporáneo popular implica papeles del tamaño 
de sellos de correos impregnados con dosis variables de LSD (50 a 300 μg 
o más).
Los efectos de las drogas alucinógenas son variables, incluso en el mis-
mo individuo, en diferentes ocasiones. El LSD se absorbe rápidamente 
después de la administración oral, con efectos que comienzan a los 40 a 
60 minutos; alcanza un máximo a las 2 a 4 horas y vuelve, de forma gra-
dual, a la línea base durante más de 6 a 8 horas. A una dosis de 100 μg, el 
LSD produce distorsiones perceptivas y, algunas veces, alucinaciones, 
cambios de humor e incluso euforia, paranoia, o depresión, excitación 
intensa y, a veces, sensación de pánico. Los signos de ingestión de LSD 
incluyen dilatación pupilar, aumento de la presión sanguínea y el pulso, 
enrojecimiento, salivación, lagrimeo e hiperreflexia. Los efectos visuales 
son prominentes. Los colores parecen más intensos y las formas pueden 
aparecer alteradas. El sujeto puede centrar la atención en elementos in-
usuales, como el patrón de pelos en el dorso de la mano.
Un “mal viaje” puede provocar ansiedad intensa, aunque a veces puede 
estar marcado por depresión intensa y pensamientos suicidas. Las altera-
ciones visuales, por lo general, son prominentes. No se han documenta-
do muertes tóxicas por el uso de LSD, pero se han producido accidentes 
mortales y suicidios durante o poco después de la intoxicación. Las reac-
ciones psicóticas prolongadas que duran 2 días o más pueden ocurrir 
después de la ingestión de un alucinógeno. Los episodios esquizofrénicos 
pueden precipitarse en individuos susceptibles y existe evidencia de que 
el uso crónico de estas drogas está asociado con el desarrollo de trastor-
nos psicóticos persistentes. Las afirmaciones sobre el potencial de las 
drogas psicodélicas para mejorar la psicoterapia y para tratar adicciones 
y otros trastornos mentales, no están respaldadas por estudios controla-
dos, no hay una indicación totalmente aceptada para estas drogas como 
medicamentos.
Tolerancia, dependencia física y abstinencia. El uso frecuente y repeti-
do de drogas psicodélicas es inusual, por tanto, la tolerancia no se observa 
de manera común. La tolerancia se desarrolla a los efectos conductua- 
les del LSD después de tres o cuatro dosis diarias, pero no se ha observa-
do síndrome de abstinencia.
Intervención farmacológica. Debido a la imprevisibilidad de los efec-
tos de las drogas psicodélicas, cualquier uso conlleva riesgo. Los usuarios 
pueden requerir atención médica debido a serias consecuencias de la ex-
periencia. La agitación extrema puede responder al diazepam (20 mg por 
vía oral). “Hablar” para tranquilizar también es efectivo y es la reacción 
de primera elección. Los medicamentos antipsicóticos (véase capítulo 16) 
pueden intensificar la experiencia y, por tanto, están contraindicados. Un 
efecto secundario en particular preocupante del LSD y de drogas simila-
res, es la aparición ocasional de alteraciones visuales episódicas. Estas 
alteraciones fueron denominadas, originalmente, como “flashbacks” y se 
asemejaban a las experiencias de viajes previos, de LSD. Los flashbacks 
pertenecen a una categoría de diagnóstico oficial llamada trastorno percep-
tivo persistente por alucinógenos. Los síntomas incluyen falsas percepciones 
fugaces en los campos periféricos, destellos de color, pseudoalucinaciones 
geométricas y posimágenes positivas.
El trastorno visual parece estable en la mitad de los casos y representa 
una alteración del sistema visual en apariencia permanente. Los factores 
precipitantes incluyen estrés, fatiga, ambientes oscuros, marihuana, agen-
tes antipsicóticos y estados de ansiedad.
MDMA (“éxtasis”) y MDA
La MDMA y la MDA son feniletilaminasque tienen efectos estimulantes 
y psicodélicos.
Los efectos agudos dependen de la dosis e incluyen sensaciones de 
energía, sentido del tiempo alterado y experiencias sensoriales placente-
ras con una percepción mejorada. Los efectos negativos incluyen taqui-
cardia, boca seca, apretamiento de la mandíbula y dolores musculares. 
En dosis más altas se han descrito alucinaciones visuales, agitación, hi-
pertermia y ataques de pánico. Una dosis oral típica es de una o dos ta-
bletas de 100 mg, que producen efectos que duran de 3 a 6 h, aunque la 
dosificación y la potencia de las muestras en la calle son variables (∼100 
mg de droga activa por tableta).
Fenciclidina
Inicialmente, la PCP se desarrolló como un anestésico, en la década de 
1950 y más tarde se abandonó debido a una alta frecuencia de delirio po-
soperatorio, con alucinaciones. Se clasificó como un anestésico disociati-
vo porque anestesiado, el paciente permanecía consciente con la mirada 
fija, las facies inexpresivas y los músculos rígidos. La fenciclidina se con-
virtió en una droga de abuso en la década de 1970, primero en forma oral 
y luego, en una versión ahumada que permite una mejor regulación de la 
dosis.
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Principio del formulario. Tan sólo 50 μg/kg producen abstinencia emocio-
nal, pensamiento concreto y respuestas extrañas a las pruebas proyecti-
vas. La postura catatónica también se produce y se asemeja a la de la 
esquizofrenia. Quienes toman dosis más altas pueden parecer reaccionar 
a las alucinaciones y mostrar hostilidad o comportamiento agresivo. Los 
efectos anestésicos aumentan con la dosis, puede haber estupor o coma 
con rigidez muscular, rabdomiólisis e hipertermia. Los pacientes intoxi-
cados en la sala de urgencias pueden progresar de un comportamiento 
agresivo a un estado de coma, con presión arterial elevada y pupilas dila-
tadas y no reactivas. La PCP se une con gran afinidad a los sitios ubicados 
en la corteza y estructuras límbicas, que bloquean los receptores de glu-
tamato de tipo NMDA (véanse tablas 14-2 y figuras 14-12 y 14-13). Existe 
evidencia de que los receptores NMDA están involucrados en la muerte 
neuronal isquémica, causada por altos niveles de aminoácidos excitado-
res; como resultado, hay interés en los análogos de la PCP que bloquean 
los receptores NMDA pero con menos efectos psicoactivos. Tanto la PCP 
como la ketamina (“especial K”), otra “droga de club”, producen efectos 
similares, al alterar la distribución del neurotransmisor glutamato.
Intervención médica. La sobredosis debe ser tratada con soporte vital, no 
existe un antagonista de los efectos de la PCP y no hay una forma com-
probada de potenciar la excreción, aunque se ha propuesto la acidifica-
ción de la orina. El coma por PCP puede durar de 7 a 10 días. El estado 
agitado o psicótico producido por la PCP puede tratarse con diazepam. El 
comportamiento psicótico prolongado requiere medicación antipsicóti-
ca. Debido a la actividad anticolinérgica de la PCP, se deben evitar los 
agentes antipsicóticos con efectos anticolinérgicos significativos, como la 
clorpromazina.
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