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12Capítulo Rosamaría Bernal Redondo Marco A. Becerril Flores Contenido ■ Introducción ■ Características generales y ciclo biológico del parásito ■ Mecanismos patogénicos y manifestaciones clínicas ■ Infección extraintestinal ■ Respuesta del huésped a la infección ■ Diagnóstico ■ Tratamiento ■ Prevención ■ Epidemiología ■ Caso clínico por transmisión persona-persona. La patología es la combi- nación de un transporte epitelial alterado y la cascada de efectos moduladores en la lamina propria. La manifesta- ción clínica más notable es la diarrea acuosa secretora. Las manifestaciones clínicas están modifi cadas de acuerdo con el estado inmunológico del huésped, se autolimita en pa- cientes inmunocompetentes y puede evolucionar a choque hipovolémico y muerte en los pacientes con inmunosupre- sión e inmunocompromiso. Las especies patógenas para el humano son: C. hominis, 70%; C. parvum, 20%; C. mele- agridiss, C. canis y C. felis, menos de 10%. Las especies de Cryptosporidium más importantes se muestran en el cua- dro 12-1. Preguntas de evaluación inicial 1. ¿Cuál es la especie de Cryptosporidium que infecta al humano? 2 . ¿Por qué es un parásito emergente? 3 . ¿Cuáles son las principales complicaciones en los pacientes con VIH-SIDA? 4 . ¿Cuál es el síntoma más común en pacientes inmunocompe- tentes? 5 . ¿Cuál es la técnica parasitoscópica más utilizada para el diagnóstico de la criptosporidiosis? Introducción Los protozoarios del género Cryptosporidium fueron descri- tos por Tyzzer en 1907 en el estómago de ratones y reporta- dos como C. muris. Pertenecen al phylum Apicomplexa, son microorganismos intracelulares estrictos de la superfi cie lu- minal del aparato digestivo del humano y otros animales, y su desarrollo es monoxeno con reproducción asexual y sexual. Es un patógeno emergente presente en individuos inmunocompetentes y en pacientes inmunocomprometi- dos. La infección se adquiere por la ingesta de ooquistes que contaminan agua y alimentos, y también se presenta Criptosporidiosis Microorganismo Huésped natural C. muris Ratones y ratas C. parvum Bovinos y humano C. hominis Humano C. meleagridis Aves, mamíferos y humano C. serpentis Reptiles C. nasorum Peces • Cuadro 12-1 Especies de Cryptosporidium y sus huéspedes naturales Características generales y ciclo biológico del parásito Cryptosporidium presenta reproducción asexual durante su ciclo de vida denominada esquizogonia y reproducción sexual: gametogonia y esporogonia, con varios estadios. Las fases asexuales son trofozoíto, esquizontes I y II, y mero- zoítos; las fases sexuales son micro y macrogametocitos, que se convierten en micro y macrogameto, cigoto y ooquiste con cuatro esporozoítos (ver ciclo de vida). Los esporozoítos y merozoítos presentan complejo apical. Las fases asexuales y sexuales son de vida intracelular; la única fase que sobrevive fuera de la célula huésped es el ooquiste (fi gura 12-1). La fase infectante del parásito es el ooquiste, que contiene cuatro esporozoítos desnudos; es eliminada en las heces que conta- minan agua y alimentos (fi gura 12-2). El ooquiste de pared gruesa ingresa al huésped por vía oral. El ooquiste sufre una transformación en el trayecto del estómago hacia el intestino delgado; dicha transformación consiste en la destrucción de la pared y los esporozoítos se liberan. Esto se debe a factores como ambientes reducidos, presencia de enzimas, sales bilia- res, estrés osmótico, agentes oxidantes, cambios bruscos de temperatura y un pH de 2.0 (estómago). Mediante el complejo apical constituido de conoide, anillos polares, rioptrias y microtúbulos, los esporozoítos realizan la penetración activa en un enterocito de la mucosa intestinal y se ubican por debajo de la membrana externa de las microvellosidades, en el “borde en cepillo”. Durante el proceso, el esporozoíto se transforma en trofozoíto y queda dentro de una vacuola parasitófora en una localización in- tracelular pero no intracitoplasmática. En la región de con- tacto parásito-célula se origina el organelo alimentador, el cual mantiene unido al parásito con el enterocito y proba- blemente se encarga del intercambio de materiales entre ambas células, sobre todo para que sobreviva el parásito. El trofozoíto inicia un proceso de reproducción asexual, esquizogonia (también denominado merogonia) durante el cual divide su núcleo tres veces y forma una célula octanu- cleada en un tiempo de 16 horas, la que recibe el nombre de meronte I o esquizonte I. Cada núcleo del esquizon- te I (meronte) viaja hacia la periferia, se rodea de membrana plasmática e incluye un complejo apical compuesto por Figura 12-1 Ooquiste de Cryptosporidium parvum teñido con Kinyoun (1 000 ). Figura 12-2 Ciclo biológico de Cryptosporidium. Trofozoíto Esporozoíto Quiste maduro Ooquiste MEDIO AMBIENTE Ooquiste grueso Cigoto Quiste delgado Microgameto Microgametocito Macrogameto Macrogametocito Merozoíto Esquizonte IIEsquizonte I HOMBRES Y ANIMALES Capítulo 12 Criptosporidiosis104 anillos polares, micronemas y roptrias, además de micro- túbulos, núcleo, mitocondria atípica sin DNA, retículo en- doplasmático y ribosomas. El metabolismo es glucolítico, carece de enzimas del ciclo de las pentosas y no presenta fosforilación oxidativa. Contiene cAMP y calmodulina (CaM) para el transporte de calcio. Puede sintetizar poli- amidas y tiene enzimas para convertir nucleósidos en nu- cleótidos. Se provee de nutrientes del enterocito. Los ocho merozoítos se liberan de la célula huésped e infectan por separado a nuevos enterocitos adyacentes; repiten la esqui- zogonia o merogonia y cada uno forma otro esquizonte (meronte), ahora llamado esquizonte II o meronte II, que en tan sólo 24 horas da origen a cuatro merozoítos esféricos y pequeños, morfológicamente similares a los primeros me- rozoítos. Cada merozoíto derivado del esquizonte II se libe- ra e introduce a una nueva célula enteroepitelial, y puede repetir una esquizogonia o iniciar la gametogonia con la formación de macrogametocitos (femenino) o microgame- tocitos (masculino). Las células sexuadas diploides se han formado 36 a 48 horas después de la infección. Los microga- metocitos contienen hasta 16 núcleos y los macrogametoci- tos sólo uno. En el caso de los primeros, sus núcleos migran a la periferia, y luego brotan y adquieren forma de “bala” y se convierten en nuevas células llamadas microgametos (de 1.4 × 0.4 μm), que tienen un núcleo haploide compacto cen- tral y están rodeados de microtúbulos. Por otro lado, los macrogametocitos se agrandan y sintetizan numerosos grá- nulos de amilopectina y cuerpos formadores de pared para transformarse en macrogametos haploides. El microgameto sale de la célula huésped y penetra a la célula que contiene un macrogameto, llevándose a cabo la fecundación para formar el ooquiste (diploide) 72 horas después de la infección. Se ha observado la presencia de dos tipos de ooquistes, 20% con pared delgada y 80% con pared gruesa. Los ooquistes de pared delgada no abandonan el huésped y son responsables de los ciclos de autoinfección interna muy persistentes en per- sonas con inmunodefi ciencia; los ooquistes de pared gruesa se excretan con las heces. Mecanismos patogénicos y manifestaciones clínicas Se requieren de 100 a 130 ooquistes para iniciar una infec- ción. De la criptosporidiosis presente en el humano, 70% es por C. hominis, 20% por C. parvum y menos de 10% por C. meleagridis, C. felis y C. canis. El periodo de incubación es de 5 a 14 días, lo cual se explica por la rapidez con que se realizan las esquizogonias y se forman los ooquistes. Todas las fases en el desarrollo de Cryptosporidium son intracelulares del ápice de las vellosidades intestinales; por tanto, el principal mecanismo de daño es la adhesión, penetración, multiplicación y ruptura de los enterocitos. Desde el punto de vista histopatológico se identifi ca una atrofi a de microvellosidades intestinales,cambios en el re- vestimiento epitelial, disminución de las enzimas del borde en cepillo y mucosa hiperémica. Este suceso desencadena edema e hipertrofi a de las criptas de Lieberkün, con forma- ción de células cuboideas o escamosas (o ambas) para reem- plazar el epitelio dañado. Transporte epitelial alterado y efecto sobre células de la submucosa intestinal como mono- nucleares, neutrófi los, linfocitos y células plasmáticas de la lamina propria. El infi ltrado infl amatorio induce la libera- ción de citocinas e interleucinas que atraen a los mediadores, alteran la absorción de agua y sodio y potencian la secreción de agua y cloro, lo cual origina una diarrea acuosa secretora. Diarrea defi nida como 3 a 4 evacuaciones por día, alteradas en su consistencia. La respuesta a la interacción huésped-parásito está re- lacionada con el estado inmunológico del individuo. En personas inmunocompetentes aparentemente sanas se pue- de presentar una forma clínica asintomática sólo detectada por la eliminación de ooquistes, o desarrollar una gastroen- teritis aguda con vómito, diarrea acuosa, dolor abdominal, fl atulencia, malestar y mialgias, a lo cual se agrega deshidra- tación leve. Este cuadro clínico es más frecuente en niños me- nores de 5 años y es el que se observa en guarderías. La du- ración de los síntomas es de 1 a 2 semanas, y la eliminación de ooquistes persiste por 1 a 4 semanas. En general, el perio- do que tardan en eliminarse los ooquistes en las heces es el doble del tiempo que duran los síntomas, que es de 1 a 4 semanas contra 1 a 2 semanas, respectivamente. Las mani- festaciones clínicas agudas son más severas en pacientes con inmunosupresión e inmunodefi ciencia adquirida, sobre todo en aquellos que tienen cuentas de CD4+ <50 cél/mm3; dichas manifestaciones se inician con diarrea acuosa secre- tora que puede presentarse de manera profusa, con la elimi- nación de más de 10 litros de heces líquidas/día que origina deshidratación; ésta puede evolucionar a un choque hipovo- lémico y sobrevenir la muerte. La desnutrición y las infecciones como rubéola y sa- rampión ocasionan inmunosupresión transitoria en los ni- ños menores de 5 años; en estos casos suele haber diarrea persistente que se mantiene de 14 a 30 días. En casos de SIDA, la criptosporidiosis se disemina en todo el tubo digestivo. Cuando el paciente sobrevive a la in- fección aguda, los ciclos de autoinfección interna a expensas de ooquistes de pared delgada originan una diarrea crónica que convive con el paciente durante muchos años. Infección extraintestinal En sujetos positivos a VIH se han encontrado infecciones por Cryptosporidium en vesícula biliar, lo cual puede conducir a colecistitis alitiásica y colangitis esclerosante. Los principales síntomas son fi ebre, ictericia, dolor a nivel del cuadrante supe- rior derecho sin irradiar al hombro y vómito. Hay elevación de bilirrubina en suero y de enzimas hepáticas si la infección se desarrolla en la vesícula biliar. También suele reconocerse di- latación y engrosamiento de la vesícula y conductos biliares. Infección extraintestinal 105 Por lo regular aparece la infección en conductos pancreáticos, lo que provoca pancreatitis. Sólo en pacientes con VIH-SIDA se ha reportado crip- tosporidiosis pulmonar. El paciente manifi esta tos, ronquera y disnea; los parásitos se han demostrado en esputo, aspira- do y lavado bronquial, secreción broncoalveolar y exudado alveolar. En estos pacientes el mecanismo de transmisión se explicaría a través de inhalación de ooquistes o podría tra- tarse también de casos de autoinfección externa. Respuesta del huésped a la infección La presencia de los trofozoítos y esquizontes dentro de las células epiteliales en la mucosa del intestino induce la res- puesta inmune innata con la formación de quimioquinas como IL-8, IL-10, GRO-α (oncogén regulador del creci- miento) y RANTES estimulador de linfocitos T; éstos ac- túan sobre fi broblastos, macrófagos y polimorfonucleares de lamina propria que producen citoquinas, como IL-4, in- terferón γ , TNF-� (factor de necrosis tumoral alfa), TGF-β (factor de crecimiento), prostaglandinas (PGE2), radicales libres de oxígeno e intermediarios del cAMP. Todos estos mediadores químicos potencian a las células secretoras de cloro e inhiben la absorción de sodio; fi nalmente se altera el balance de absorción/secreción de agua y origina la diarrea secretora. En el individuo inmunocompetente la respuesta in- mune se autolimita y deja una inmunidad sólida ante la re- infección. En el paciente con inmunodefi ciencia congénita o adquirida, la infección avanza y ocasiona un cuadro grave que lleva a la muerte o se mantiene como una infección cró- nica. En el paciente con inmunodefi ciencia adquirida por VIH se presentan defi ciencias de linfocitos T CD4+ del sis- tema inmune en circulación y submucosa intestinal, lo cual ocasiona inhabilidad para limitar la infección. La respuesta humoral más duradera se debe a IgG en individuos con diarrea crónica y expulsión de ooquistes. Las inmunoglobulinas son detectadas a partir de los 15 días de la infección y persisten por varios meses. La respuesta mediada por IgM e IgA es corta, con duración de pocas se- manas. La respuesta inmune con la presencia de IgA secre- tora ha sido detectada en secreción duodenal y calostro con un papel protector contra esporozoítos. Diagnóstico Métodos parasitológicos o parasitoscópicos Debido a que todo el ciclo de vida del parásito se desarrolla en el tubo digestivo, las formas parasitarias son identifi ca- das en productos biológicos intestinales. En un inicio se realizaba el diagnóstico etiológico mediante la observación de la fase esquizogónica en biopsias de intestino delgado. Al descubrir el ciclo de vida completo se observó que los ooquistes (4 a 6 μm) eran eliminados en grandes cantidades en la materia fecal y el diagnóstico se enfocó a demostrarlos. Si las heces no se revisan con prontitud o se analizan días después de la obtención, entonces se pueden conservar en una solución de dicromato de potasio al 2.5%, en la que se preservan por 2 a 6 meses sin perder su infecciosidad. En cambio, en formol al 10% en solución amortiguadora o SAF (acetato de sodio, ácido acético glacial y formol) se puede mantener la morfología del parásito, pero se pierde su viabi- lidad. Es preciso asumir que el individuo con síntomas está infectado con millones de parásitos. Al desconocer la canti- dad mínima necesaria para precipitar la aparición de los síntomas, la presencia de ooquistes en un examen de heces recientes es sufi ciente para realizar el diagnóstico. Sólo en casos de estudios epidemiológicos es posible identifi car a personas asintomáticas infectadas con C. hominis o C. par- vum, para lo que es conveniente emplear técnicas de con- centración, como la de fl otación de heces con sacarosa, la de sedimentación de Ritchie y la de fl otación con sulfato de zinc o cloruro de sodio saturado. Debido al tamaño tan pe- queño que presentan los ooquistes (4 a 6 μm), las prepara- ciones de técnicas coproparasitoscópicas (CPS) no ayudan mucho a precisar su identifi cación y es posible confundir al patógeno con otros microorganismos. Para ello es necesario realizar la tinción de Ziehl-Neelsen, que emplea calor para favorecer la penetración del colorante fucsina en el ooquis- te; en esta técnica los ooquistes adquieren un tono rojo cere- za en un fondo de color verde o azul (colorante de contras- Figura 12-3 Ooquistes de Cryptosporidium parvum teñidos con Kinyoun (40 ). Capítulo 12 Criptosporidiosis106 Figura 12-4 Ooquistes de C. hominis con la técnica de CONATIN. Antiparasitario Adultos Niños Paromomicina 500 mg/6 horas/28 días No hay experiencia Azitromicina 500 mg/día/3 días, una toma/día 10 mg/kg/día, 3 días (una toma/día) Espiramicina 50 mg/kg/día/15 días No hay experiencia Roxitromicina 300 mg/día/4 semanas, 150 mg c/12h 5 a 10 mg/kg/día, c/12 h Trimetoprim/sulfametoxazol160 mg de TMP + 800 mg de SMZ, c/12 h, 10 días 10 mg/kg/día de TMP o 50 mg/kg/día de SMZ, c/12 h/10 días Nitazoxanida 500 mg/12 horas/3 días (en VHI [+], por 14 días) Mayores de 1 año y menores de 30 kg: 100 mg/12 horas/3 días Menores de 30 kg: 200 mg/12 horas/3 días • Cuadro 12-2 Resumen del tratamiento antiparasitario te). Una modifi cación a esta técnica es la de Kinyoun, la cual emplea la fucsina fenicada que no requiere de calor; es una técnica rápida en frío muy utilizada en la actualidad, consi- derada el “estándar de oro” (fi gura 12-3). De las tinciones fl uorescentes sobresalen la de Truant de auramina-rodami- na y la tinción con naranja de acridina. Se utiliza también la técnica de CONATIN (concentración, aclaramiento y tin- ción; fi gura 12-4), que permite, a través de una técnica de Ritchie, concentrar a los ooquistes de heces recientes, acla- rar con hidróxido de sodio 0.2 N y fi nalmente teñir con la tinción de Kinyoun. Al observar al microscopio se descu- bren los esporozoítos contenidos en el ooquiste. Métodos inmunológicos y moleculares Para el diagnóstico de la criptosporidiosis en heces se cuen- ta con métodos inmunodiagnósticos orientados a detectar ooquistes, como inmunofl uorescencia indirecta (IFI), o mé- todos para captura de antígeno mediante inmunoensayo enzimático (ELISA) y aglutinación con látex; en todos ellos se emplean anticuerpos policlonales o monoclonales. La sen- sibilidad y especifi cidad de la IFI es de 95%, y para la captu- ra de antígeno por ELISA con un anticuerpo monoclonal anti C. parvum es de 90%. Se emplean técnicas de ELISA para la determinación de anticuerpos IgG séricos, y la con- centración de anticuerpo sólo es detectable en pacientes con procesos crónicos. Se han descrito varios métodos moleculares para la detección de DNA del parásito; los más utilizados como diagnóstico están basados en la reacción en cadena de la po- limerasa (PCR) de tipo convencional, con especifi cidad para C. parvum y C. hominis. Tratamiento La baja o nula acción de muchos fármacos antiparasitarios y antibióticos se favorece por la acción protectora de la vacuola parasitófora, en la cual se aloja el parásito dentro del entero- cito. Cabe recordar que se trata de un parásito intracelular estricto, y además está protegido por la vacuola parasitófora. Más de 30 fármacos han sido ensayados contra la infección por C. parvum y C. hominis en modelos in vivo y en pacien- tes. En individuos inmunocompetentes, la criptosporidiosis es autolimitada y las personas suelen curarse en tres semanas de manera espontánea. En niños la infección sintomática se favorece si hay desnutrición, y con frecuencia se observa dia- rrea, que persiste durante más de un mes; en tales casos lo recomendado es la restitución de agua y electrólitos. Se pue- de administrar un antiparasitario de acción luminal como la nitazoxanida por tres días. Sin embargo, actualmente los medicamentos suministrados con mayor frecuencia a los pa- cientes con inmunocompromiso e inmunodefi ciencia adqui- rida se mencionan a continuación (cuadro 12-2). • Paromomicina. Aminoglucósido de acción luminal y escasa absorción. Actúa sobre los ribosomas del parási- to y detiene la síntesis de proteínas. Se administran 500 mg/6 horas/28 días (no excede de 2 g/día). • Azitromicina. Macrólido. Se une a la subunidad 50S ribosomal y detiene la síntesis de proteínas. Se admi- nistran 500 mg/día. Tratamiento 107 • Espiramicina. Macrólido. Inhibe la síntesis de proteí- nas. Dosis de 50 mg/kg/día/15 días. • Roxitromicina. Macrólido. Los resultados de efi cacia son muy limitados. La dosis es de 300 mg/4 semanas. • Trimetoprim/sulfametoxazol. 10 mg/kg/día/10 días. • Nitazoxanida. Un nitrotiazol del que se absorbe 40%. Se administra por vía oral en suspensión para niños mayores de un año, de 100 mg/12 horas/3 días. En ni- ños de peso superior a 30 kg la dosis corresponde a ta- bletas de 200 mg/12 horas/3 días; para adultos, 500 mg/12 horas/tres días. En pacientes con VIH-SIDA el esquema es de 14 días. En los pacientes con inmunodefi ciencia adquirida la mejora en la respuesta inmune favorece la erradicación del parásito. Es importante mantener cuentas de CD4+ mayo- res de 180 cél/mm3. El tratamiento en los pacientes con SIDA incluye además el empleo de AM3, un inmunopoten- ciador liberador de interferón γ que tiene un efecto sinérgi- co con el fármaco; su acción aumenta la resistencia a C. ho- minis. La terapia HAAT (Highly Active Antiviral Th erapy), que incluye una proteasa antirretroviral, produce una dis- minución e inhibición del desarrollo de C. hominis cuando es administrada a pacientes con SIDA. En algunos estudios en que se han empleado inhibidores de proteasa como rito- navir, saquinavir e indinavir se ha obtenido una reducción drástica de la parasitosis. Por último, ha sido utilizada una terapia con la admi- nistración de anticuerpos anti-IgA provenientes de calostro bovino inmunizados contra este patógeno; los resultados han sido muy contradictorios. Las investigaciones para la síntesis de nuevos compuestos y los ensayos de efi cacia de muchos fármacos ya existentes no han arrojado resultados fi nales. Prevención La criptosporidiosis es una parasitosis de transmisión fe- cal-oral, en donde el fecalismo desempeña un importante papel en su diseminación. Es necesario evitar la contamina- ción de alimentos con heces humanas o de otros mamíferos con los que existe transmisión cruzada, cuidar la higiene personal y tomar en cuenta las reglas sanitarias correspon- dientes: comer alimentos cocidos, frutas y verduras que se comen crudas bien lavadas y desinfectadas, y sobre todo beber agua purifi cada. Debe extremarse la higiene en las guarderías y sitios con hacinamiento y cuidar a los pacientes inmunocomprometidos en las salas de hospital para evitar la transmisión nosocomial. Asimismo, es pertinente omitir el contacto con animales y lavarse las manos después de su manipulación, sobre todo ganado bovino, perros y gatos. La ingesta de ostiones, almejas y mejillones es un factor de ries- go para adquirir criptosporidiosis; se recomienda no co- merlos crudos. Epidemiología En 2004, la Organización Mundial de la Salud reconoció el impacto mundial de infecciones parasitarias como criptos- poridiosis y las incluyó dentro de la Iniciativa de Patógenos Desatendidos (Neglected Pathogen Initiative). La historia para Cryptosporidium la inició Tyzzer hace 100 años con la observación de ooquistes en contenido gástrico de ratones; fueron denominados C. muris. Después, el mismo autor ob- servó ooquistes en el contenido intestinal de ratones, los con- sideró una especie diferente y los llamó C. parvum; durante muchos años fueron las únicas especies conocidas. En 1971, Vetterling identifi có a C. wrari en cobayos y Bird a C. felis en gatos. Bird y Smith describieron el ciclo de vida de C. felis en cortes histológicos de intestino de gato. Durante varias décadas se pensó que la criptosporidiosis en el humano es- taba asociada sólo a los manejadores de ganado bovino, has- ta que Meisel y colaboradores demostraron en 1976 el primer caso de criptosporidiosis humana en un niño inmunosupri- mido con diarrea. En ese mismo año, Nieme detectó al pará- sito en un paciente inmunocompetente. Para 1979 se habían descrito más de 20 especies en la Naturaleza, con especifi ci- dad de huésped, con un huésped dominante. La situación se resolvió cuando Levine estableció una especie de Cryptospo- ridium por grupo zoológico, refi riendose a Cryptosporidium de mamíferos, aves, reptiles y peces por separado. Upton y Current describieron en 1985 a C. parvum en ganado bovino y lo consideraron, junto con C. muris, como las especies pro- totipo de los mamíferos. La primera clasifi cación molecular de genotipifi cación fue realizada por Peng en 1997, en el estudio de 39 aislados de humanos y de varios huéspedes animales; diferenció a C. parvum Genotipo 1 como humano y al Genotipo2 como zoonótico. Un estudio similar en el Reino Unido, realizado por McLaughlin en el año 2000, identifi có 40% de C. par- vum de Genotipo 1 y 60% de Genotipo 2. La biología mole- cular basada en genes como el SSUrRNA, GP60, COWPI, actina, HSP70, permitieron a Morgan y Ryan la clasifi cación de C. hominis como un genotipo antroponótico exclusiva- mente humano y lo separaron de C. parvum, genotipo zoonótico de varias especies de mamíferos que incluyen al humano. Las especies zoonóticas, en donde se ha demostra- do transmisión cruzada con el hombre, son C. parvum, C. meleagrides, C. canis y C. felis. Se conserva el criterio de Le- vine, y los criptosporidios de aves y reptiles no pueden in- fectar a mamíferos ni viceversa. Entre las especies que infectan a las personas se ha de- mostrado transmisión animal-animal (C. parvum), animal- humano (C. parvum y C. hominis) y humano-humano (C. hominis). La infección de criptosporidiosis se adquiere con la ingesta de ooquistes que contaminan agua, alimentos y fo- mites. Se ha demostrado también la transmisión de persona a persona, la cual se favorece en guarderías y nosocomios. Además se ha documentado la transmisión por la ingesta de mariscos bivalvos como ostiones, almejas y mejillones. Criptosporidiosis108 Probablemente la mayor transmisión sea por agua. Se han presentado 165 epidemias de origen hídrico, en donde los desinfectantes utilizados a concentraciones usuales son poco efi caces contra el parásito. Sólo se eliminan si se em- plean las siguientes concentraciones: formol al 10%, amonio al 5 a 10%, cloro en concentración de 80 ppm a 25 °C, ozono a razón de 1 ppm por 6 a 10 minutos. A temperatura de 4 °C los ooquistes sobreviven por más de cuatro meses; sólo pier- den la viabilidad a temperaturas de congelación ( 20 °C) o superiores a 65 °C por 30 minutos o más. La fi ltración me- diante fi ltros de arena que remueven de 91 a 98% de los ooquistes resultan superiores a la desinfección. Debido a la gran diseminación de ooquistes que conta- minan el agua y pueden llegar fácilmente a gran número de personas en una población (epidemia de Milwaukee, 1995), se ha considerado a Cryptosporidium sp como un agente de bioterrorismo. La criptosporidiosis se ha reportado en todo el mundo; se muestra una diferencia en prevalencia en los países desa- rrollados y aquellos en vías de desarrollo. La incidencia en 12 países europeos ha sido calculada en 3.3 casos/100 habi- tantes; en EUA se estima en 300 000 casos al año. En México se desconoce la prevalencia nacional, y los primeros repor- tes fueron en pacientes con VIH-SIDA. Diversos estudios en población abierta dan a conocer prevalencias de 5 a 15%; se estima que en Centroamérica y Sudamérica existen preva- lencias de 5 y 10%. La infección es más frecuente en niños menores de cinco años que en adultos (en promedio, 3 con- tra 0.8%, respectivamente). Caso clínico Antecedentes. Paciente femenino de 1 año 11 meses, que presentó diarrea aguda acuosa, originaria y residente del Distrito Federal. El departamento en el que vivía contaba con todos los servicios sanitarios. Acude a guardería de la institución desde los 40 días. Recibió alimentación al seno materno por seis meses y fue ablactada a los cuatro meses; actualmente está integrada a la dieta familiar, adecuada en calidad y cantidad. Sus antecedentes heredofamiliares son: madre de 30 años de edad, con carrera técnica concluida, trabajo administrativo, sana; padre de 32 años, profesionis- ta, sin toxicomanías, sano. Ambos trabajan en una clínica de atención de segundo nivel. Tiene una hermana de cuatro años de edad, clínicamente sana. Padecimiento actual. Es atendida en la guardería por presentar diarrea aguda acuosa, no fétida, sin moco ni san- gre de inicio súbito; tuvo cinco evacuaciones en 24 horas, con astenia, adinamia e hiporexia. Muestra palidez leve de tegumentos y deshidratación leve de mucosas, así como ab- domen blando distendido y doloroso a la palpación profun- da. Es trasladada al servicio de hidratación oral del mismo lugar de trabajo de los padres. Diagnóstico. Para buscar el agente causal de la diarrea aguda acuosa se realizó coprocultivo, investigación de rota- virus, leucocitos en moco fecal, CPS de concentración y tin- ción de Kinyoun. En la tinción con Kinyoun se observaron ooquistes de Cryptosporidium hominis, con estructuras re- dondas de 4 a 6 μm teñidas en rojo con la fucsina básica modifi cada. La técnica de ELISA para captura de antígeno de Cryptosporidium sp, con resultado de 3.4 UDO (valor de corte 0.15 UDO), fue considerada positiva. Tratamiento. Permaneció con hidratación oral. En los pacientes inmunocompetentes la diarrea se autolimita de 2 a 3 días después de su presentación. Se inició trata- miento con nitazoxanida, 200 mg/cada 12 horas/3 días. A las 24 horas toleró líquidos por vía oral e inició consumo oral de alimentos. La tinción de Kinyoun continuó con ooquistes de C. hominis por dos semanas y fue negativa a la quinta semana. Bibliografía Arcay L. Coccidiosis humana producida por protozooos entero- patógenos relacionados con el sida: Cyclospora cayetanen- sis, Isospora belli, Cryptosporidium parvum. Arch Hosp Vargas 44:127-147. 2002. Current WL, Garcia LS. Cryptosporidiosis. Clin Microbiol 4:325- 358. 1991. Duarte PC, Daft BM, Conrad PA et al. 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Clin Micro- biol Rev 17:72-97. 2004. Capítulo 12 Criptosporidiosis110 Capítulo 12. Criptosporidiosis
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