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2144 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Burillo A, Pedro-Botet ML, Bouza E. Microbiology and epidemiology of Legionnaires’ disease. Infect Dis Clin North Am 2017;31(1):7-27. Cristovam E, Almeida D, Caldeira D, Ferreira JJ, Marques T. Accuracy of diag- nostic tests for Legionnaires’ disease: a systematic review. J Med Microbiol 2017;66:485-9. Mòdol J, Sabrià M, Reynaga E, Pedro-Botet ML, Sopena N, Tudela P, et al. Hospital-acquired Legionnaires’ disease in a university hospital: impact of the copper-silver ionization system. Clin Infect Dis 2007;44: 263-5. Pedro-Botet ML, Yu VL. Treatment strategies for Legionella infection. Expert Opinion Pharmacother 2009;10:1109-21. Viasus D, Di Yacovo S, García-Vidal C, Verdaguer R, Manresa F, Dorca J, et al. Community-acquired Legionella pneumophila: a single center experience with 214 hospitalized sporadic cases over 15 years. Medicine (Baltimore) 2013;92:51-60. Infecciones causadas por bacilos grampositivos. Listeria, Erysipelothrix, Bacillus, Corynebacterium y bacterias difteromórficas, Rhodococcus, Gardnerella LISTERIOSIS Etiología De las especies de Listeria, Listeria monocytogenes causa la mayoría de las listeriosis en los humanos. Afecta especialmente a inmunode- primidos, embarazadas, recién nacidos y ancianos, y puede producir sepsis, meningoencefalitis, muerte fetal e infecciones focales. Listeria está ampliamente distribuida en la naturaleza; se encuentra en el suelo, la materia vegetal en descomposición, el agua, los piensos, la leche, los quesos, las carnes frescas y como colonizadoras de seres humanos (el 2%-20% de portadores fecales) y animales. L. monocytogenes es un bacilo grampositivo, intracelular, anae- robio facultativo, flagelado, móvil, corto, catalasa positivo que hidroliza la esculina, difícil de diferenciar microscópicamente de los difteroides. Crece bien en agar sangre formando colonias peque- ñas, lisas y grises, rodeadas de un discreto halo de β-hemólisis. Su temperatura óptima de crecimiento es 30-37 °C, pero puede crecer lentamente a 4 °C y contaminar los alimentos refrigerados. Sus antígenos somáticos (O) y flagelares (H) han permitido identificar 13 serotipos, de los que 1/2a, 1/2b y 4b son responsables de la mayoría de las infecciones humanas. Epidemiología El papel de este microorganismo, conocido patógeno de los animales, ha sido objeto de un creciente interés en el ser humano, al describirse brotes de origen alimentario y al incrementarse los casos asociados a pacientes inmunodeprimidos. La incidencia de la forma esporádica estimada en 0,2-0,8 por cada 100.000 personas aumenta a 5 por cada 100.000 personas durante los brotes. Aunque puede observarse en individuos sanos (el 10% de los casos), su prevalencia es mayor en recién nacidos (particularmente en países en vías de desarrollo), embarazadas, ancianos, y en pacientes con alteración de la inmunidad celular (neoplasias, cirrosis, diabetes, trasplantados, enfermos de sida o sometidos a tratamiento inmunodepresor: corticoides, TNF-α, etc. La utilización de antiácidos y/o antagonistas de los receptores anti-H2 es un factor predisponente. Se han descrito epidemias en guarderías por consumo de alimentos contaminados y nosocomiales en recién nacidos a partir de la contaminación de materiales. Alrededor del 25%-32% de los casos esporádicos son de presentación nosocomial. El origen alimentario es el mecanismo de transmisión más frecuen- te, tanto en los casos esporádicos como epidémicos. Los principales alimentos implicados son la ensalada de col y otros vegetales crudos, la leche no pasteurizada, los quesos tiernos, los productos cárnicos crudos o insuficientemente cocidos (patés, pollo, «perritos calientes»), el pescado ahumado y los alimentos preparados. El largo período de incubación de la enfermedad (2-6 semanas) dificulta la relación entre los brotes o los casos esporádicos y el alimento responsable de los mis- mos. El ser humano también puede adquirir la infección por contacto directo, como sucede en los veterinarios, los matarifes y los carniceros, a partir de animales infectados, y en el recién nacido durante el parto, a partir de la madre por vía transplacentaria, y en inmunodeprimidos, L. monocytogenes podría alcanzar el torrente sanguíneo a partir del estado de portador fecal. Patogenia L. monocytogenes es un patógeno intracelular, lo que explica una mayor incidencia de la enfermedad en pacientes con alteraciones de la inmu- nidad celular y el riesgo de recidiva si el tratamiento es corto. El papel de las inmunoglobulinas como mecanismo protector está poco claro. La puerta de entrada habitual es el aparato digestivo. El riesgo para desa- rrollar la enfermedad dependerá de: a) la inmunidad del hospedador (disminución de la inmunidad celular); b) la disminución de la acidez gástrica (incrementa el riesgo de infección), y c) factores de virulencia del patógeno: internalinas (fijación a las células), listeriolisina O, una citolisina que destruye la membrana del fagosoma, impidiendo la fagocitosis, y la actina A la movilidad de la bacteria. También, el hierro aumenta la predisposición a la infección, lo que explicaría la asociación con la hemocromatosis y las transfusiones múltiples. Recientemente se ha observado que la cadherina, una proteína epitelial con capacidad de fijación del microorganismo y presente en abundancia en la barrera hematoencefálica y en la placenta fetal, explicaría la predisposición a afectar a neonatos y a causar meningitis. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V II © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2145CAPÍTULO 259 Infecciones causadas por bacilos grampositivos Cuadro clínico Listeriosis del embarazo La listeriosis se observa predominantemente en el tercer trimestre de la gestación (período de máxima inmunodepresión). En general, la enfermedad es leve y cursa con fiebre, mialgias y síntomas digestivos. La evolución suele ser satisfactoria, con tratamiento antibiótico específico. La diseminación transplacentaria del microorganismo puede producir corioamnionitis, abortos (el 2% de los abortos), parto prematuro o infección precoz en el recién nacido. Listeriosis neonatal La forma precoz se asocia a corioamnionitis y parto prematuro, y se produce por transmisión transplacentaria. Los síntomas se presentan generalmente antes del tercer día y se manifiestan con un cuadro de sepsis asociado con frecuencia a distrés respiratorio o neumonía (38%), meningitis (24%) y/o lesiones cutáneas en forma de pápulas, que pos- teriormente pueden ulcerarse, acompañadas o no de conjuntivitis. La forma más grave, denominada granulomatosis infantoséptica, cursa con abscesos diseminados que afectan al hígado, el bazo, las glándulas suprarrenales y el pulmón, entre otros, y con una mortalidad superior al 80%. En la forma tardía se ha sugerido que el niño adquiriría Listeria durante su paso por el canal del parto (previamente colonizado por el microorganismo). Cursa con mayor frecuencia con meningitis (67%- 93%) que con septicemia (17%-95%). Sepsis En el adulto, la bacteriemia de origen desconocido es la presentación clínica más frecuente. Afecta generalmente con mayor frecuencia a pacientes inmunodeprimidos, y no se distingue de la sepsis por gramnegativos, aunque excepcionalmente cursa con shock. Infección del sistema nervioso central En el 30%-50% de las listeriosis se afecta el sistema nervioso central (SNC), generalmente en forma de meningitis y con menor frecuencia con encefalitis, abscesos cerebrales o en la médula espinal; la romben- cefalitis, una entidad rara, de mortalidad elevada, cursa con fiebre, cefalea,alteración de la consciencia, convulsiones, parálisis progresiva de los pares craneales inferiores y signos cerebelosos. Listeria causa el 2%-5% de las meningitis (el 7%-19% en los ancianos), y es una causa frecuente de meningitis en el inmunodeprimido. La clínica meníngea es de presentación aguda (el 75% de los casos), pero puede ser subaguda, especialmente en los ancianos y los enfermos inmunodeprimidos. Los pacientes suelen presentar fiebre, pero sólo la mitad tienen un sín- drome meníngeo. A menudo, el paciente presenta sólo fiebre y cefalea, asociadas o no a alteración de la consciencia, convulsiones (10%-25%) y focalidad neurológica (35%-40%). Por ello, en un enfermo con factores de riesgo (inmunodeprimido) y fiebre sin focalidad infecciosa aparente, estará indicada la punción lumbar ante la mínima alteración neurológica (cefalea inexplicable, alteración del nivel de consciencia), aun en ausencia de síndrome meníngeo. El LCR suele mostrar una moderada proteinorraquia, y en un tercio, hipoglucorraquia. En la citología se observa una pleocitosis de predominio polimorfonuclear (el 70% de los casos), con un porcentaje considerable de linfocitos (>25%). El rendimiento diagnóstico de la tinción de Gram es bajo (20%-30%). Desde la introducción de las técnicas de ampliación de ácidos nucleicos, la listeriosis es, en nuestra experiencia, la tercera causa de meningoencefalitis aguda (el 13,6% del total), por lo que el tratamiento empírico de esta entidad deberá cubrir esta eventualidad, si no existe una evidencia clínica de otra etiología. Infecciones localizadas La endocarditis subaguda cursa a menudo con embolias sistémicas, afecta generalmente a pacientes con cardiopatía previa y predomina en las válvulas izquierdas. Otras infecciones localizadas son: fascitis necrosante, artritis, osteomielitis e infecciones de prótesis articulares, peritonitis, colecistitis, conjuntivitis, endoftalmitis, miocarditis, infec- ciones pleuropulmonares y, recientemente, pielonefritis-prostatitis, y en veterinarios, lesiones cutáneas sin afección sistémica. Excepcional- mente, la listeriosis diseminada se presenta como una hepatitis aguda, cuya histología muestra múltiples microabscesos hepáticos. L. monocytogenes puede causar una gastroenteritis aguda, con un período de incubación corto (24 h), con o sin vómitos, asociado en el 75% de los casos a fiebre. Generalmente se presenta en forma de brotes. La importancia de este agente patógeno en la etiología de la enteritis aguda esporádica está por esclarecer, ya que en el coprocultivo convencional no se utilizan medios que faciliten su aislamiento. Diagnóstico En las formas graves existe leucocitosis neutrofílica (raras veces mono- citosis) y la VSG suele estar elevada. Las muestras clínicas obtenidas de cavidades estériles (LCR, sangre, líquido amniótico) serán inoculadas directamente en medios de cultivo convencionales. El diagnóstico se sospechará cuando en pacientes con factores predisponentes (inmuno- deprimidos, recién nacidos) se aísle un bacilo grampositivo y se con- firmará mediante la identificación del microorganismo. Las técnicas de amplificación de ácidos nucleicos ofrecen buena sensibilidad y especificidad, y han aumentado el rendimiento diagnóstico en las formas meningoencefálicas. Las muestras procedentes de zonas no esté- riles, los alimentos y las muestras ambientales deben ser enriquecidas (caldos UVM, PALCAM) antes de inocularse en medios selectivos. Las determinaciones serológicas carecen de utilidad diagnóstica. Diagnóstico diferencial Además de L. monocytogenes, otras infecciones, como la toxoplasmosis, la infección por el estreptococo del grupo B y la sífilis congénita, pue- den causar parto prematuro o abortos espontáneos, y el estreptococo del grupo B y Escherichia coli, meningitis y/o sepsis neonatal. Si bien Neisseria meningitidis y Streptococcus pneumoniae son las causas más frecuentes de meningitis bacteriana, L. monocytogenes debe considerarse en todo paciente inmunodeprimido con meningitis y/o encefalitis. El tratamiento empírico deberá incluir un antibiótico activo frente a este microorganismo, dado que Listeria es resistente a las cefalosporinas. Pronóstico La granulomatosis infantoséptica es frecuentemente mortal a pesar del tratamiento. La mortalidad es similar en las formas con bacteriemia primaria aislada o meningitis (20%-40%). Condicionan un peor pronóstico la edad avanzada, la presencia de bacteriemia asociada a la meningitis, la infección diseminada y/o neoplasia, la administración de un tratamiento antibiótico empírico incorrecto y valores iniciales de transaminasas elevados. La mortalidad es inferior al 10% en la embarazada y prácticamente nula en pacientes sin enfermedad de base. Tratamiento Listeria monocytogenes es resistente a todas las cefalosporinas. La ampi- cilina, en dosis elevadas (12 g/día), o la penicilina son el tratamiento de elección. Aunque los aminoglucósidos son sinérgicos in vitro y se habían asociado a los β-lactámicos en las formas graves de la enferme- dad (endocarditis, meningitis con bacteriemia), no penetran intracelu- larmente ni en el SNC, no está esclarecido que reduzcan la mortalidad y pueden aumentar la toxicidad (insuficiencia renal), especialmente en el cirrótico y en el anciano. El cotrimoxazol (15 mg/kg de peso/día de trimetoprim) es la alternativa terapéutica en pacientes alérgicos. Dada su buena biodisponibilidad y penetración en el SNC, se ha utilizado por vía oral para completar el tratamiento en casos seleccionados, tras la pauta i.v. inicial. No se ha establecido si la combinación de cotri- moxazol y ampicilina es más eficaz que la monoterapia. El meropenem es menos eficaz, y la utilización de corticoides en la meningitis parece empeorar el pronóstico. La duración del tratamiento no está bien establecida. Dos semanas son suficientes para curar la infección en el individuo sano con bac- teriemia; en el inmunodeprimido se aconsejan 3 semanas (riesgo de recurrencias). En la meningitis, la duración será de 3 semanas, y en la endocarditis, la rombencefalitis y el absceso cerebral, de 4-6 semanas. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2146 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas Profilaxis Los pacientes de riesgo deberán evitar el consumo de alimentos crudos o poco cocidos de origen animal, leche o derivados lácteos no pasteuri- zados, patés, pescados ahumados, así como quesos poco fermentados. Deberán lavar los vegetales crudos antes de consumirlos y mantener las carnes no cocinadas separadas de frutas y verduras, y de los alimentos ya cocinados o precocinados. No existe una vacuna eficaz. En enfermos inmunodeprimidos, la profilaxis con cotrimoxazol para la neumonía por Pneumocystis jirovecii ha reducido la incidencia de listeriosis. INFECCIONES POR ERYSIPELOTHRIX RHUSIOPATHIAE Etiología Erysipelothrix rhusiopathiae es un microorganismo muy difundido en a naturaleza, puede aislarse del suelo, el agua o como comensal en animales, incluidos la dermis del pescado y el tracto digestivo de cerdos sanos. Causa la erisipela porcina y ocasionalmente infecciones en humanos, generalmente cutáneas (erisipeloide de Rosenbach), y más raramente bacteriemia y/o endocarditis. Es una bacteria grampositiva anaerobia facultativa, inmóvil, no esporulada. Crece en medios enriquecidos. Es catalasa negativa y no hidroliza la esculina. Epidemiología La enfermedad es una zoonosis. La transmisión de la enfermedad al ser humano está ligada a la manipulación de carnes o pescados, y afecta a profesionales como veterinarios, granjeros, matarifes, carniceros, pes- cadores y más raramente en el hogar. Patogenia E. rhusiopathiae penetra por la piel a través de abrasioneso punciones cutáneas (frecuentes en los casos relacionados con espinas de pescados), y la infección se localiza fundamentalmente en las manos. Se produce una celulitis con un infiltrado inflamatorio linfocitario y a menudo arteriolitis de los vasos cutáneos. En un 10% la infección progresa, y causa una linfangitis con adenopatía regional reactiva. Cuadro clínico La enfermedad predomina en verano-otoño y provoca tres tipos de manifestaciones clínicas: 1. La forma cutánea localizada (erisipeloide), en la cual, tras un período de incubación de 2-7 días, se desarrolla, en el lugar de inoculación, una lesión indurada rojo-violácea, dolorosa y en ocasiones vesicu- lar. Posteriormente, la infección se extiende de forma centrífuga mientras cura por el centro. En un tercio de los casos se aprecian adenopatías regionales, y en el 10%, febrícula. Sin tratamiento, la lesión cura espontáneamente en 3-4 semanas. 2. La forma cutánea generalizada se observa en el 10% de los casos, y consiste en la progresión de la lesión cutánea en sentido proximal. A menudo se acompaña de fiebre y artralgias, pero los hemocultivos son negativos. 3. La forma sistémica, en la que se produce bacteriemia, se asocia en el 75% de los casos a endocarditis infecciosa. La endocarditis por Erysipelothrix es generalmente de curso subagudo y en el 60% de los casos asienta sobre válvulas previamente sanas del corazón izquierdo (el 70% en la aórtica). Sólo en un tercio de los pacientes existe el antecedente previo de erisipeloide. La mortalidad es del 40%, y un tercio de los casos requieren un recambio valvular. Excepcionalmente, este microorganismo puede causar artritis, osteomielitis y abscesos cerebrales. Diagnóstico y diagnóstico diferencial La forma cutánea se ha de diferenciar de la celulitis estreptocócica y estafilocócica. El antecedente epidemiológico de manipulación de carnes o pescados, la ausencia de supuración, el color rojo-violáceo de la lesión y un dolor desproporcionado al grado de celulitis apoyan el diagnóstico de erisipeloide. Dado que E. rhusiopathiae se localiza en la parte profunda de la piel, para aislarlo debe realizarse una biopsia cutánea profunda. El diagnóstico diferencial de la endocarditis se efectuará con las causadas por grampositivos; se sospechará ante un antecedente epidemiológico y se confirmará mediante el aislamiento del Erysipelothrix a partir del hemocultivo o por técnicas de amplificación genética. Tratamiento y profilaxis Erysipelothrix es uniformemente sensible a los β-lactámicos y gene- ralmente a los macrólidos, la clindamicina y las quinolonas. El trata- miento de elección es la penicilina. En el erisipeloide, se administra penicilina (fenoximetilpenicilina) en dosis de 1 g/día p.o. durante 5 días o una sola dosis de 1.200.000 U por vía i.m de penicilina benzatina. En el paciente alérgico, las alternativas son los macrólidos y las quinolonas. La endocarditis por E. rhusiopathiae se trata con penicilina i.v. en dosis de 12-20 millones/día, durante 4-6 semanas. Como medida profiláctica, deberá recomendarse la utilización de guantes a los profesionales potencialmente expuestos a este microorga- nismo. Existe una vacuna atenuada, que se ha utilizado para controlar las infecciones por Erysipelothrix que afectan a los cerdos. INFECCIONES POR BACILLUS El género Bacillus incluye más de 200 especies de bacilos grampositivos ubicuos en la naturaleza, de los cuales destacan en patología humana B. anthracis y B. cereus. Infección por Bacillus anthracis (carbunco) Etiología y epidemiología El género Bacillus, constituido por bacilos grampositivos, aeróbicos estrictos o anaerobios facultativos, forma esporas resistentes a condicio- nes extremas de temperatura, humedad, rayos ultravioleta, radiaciones y muchos desinfectantes, que pueden permanecer viables durante años. Las especies de Bacillus se distribuyen ampliamente por la naturaleza: suelo, agua, polvo y plantas, y en la microbiota intestinal humana y de animales (especialmente herbívoros). La infección humana, infrecuente en Europa, se adquiere por con- tacto, ingestión o inhalación de esporas, fundamentalmente por exposición profesional (ganaderos, veterinarios), con animales o sus productos (cuero, lana), previamente contaminados. En las últimas décadas se han utilizado esporas como arma biológica, debido a su fácil cultivo y difusión, su resistencia a las condiciones adversas y a los antibióticos (penicilina), y su elevada letalidad. En EE. UU. se han descrito casos de bioterrorismo relacionados con el envío de cartas con esporas de B. anthracis. Patogenia La virulencia de B. anthracis está relacionada con la producción del antígeno capsular y las exotoxinas: antígeno protector, factor letal y edematoso, reguladas por los plásmidos pXO1 y pXO2, que causarán apoptosis celular, estimulación macrofágica con producción de cito- cinas responsables del shock séptico y aumento del AMPc celular que originarán un edema masivo intra- y extracelular. Cuadro clínico El período de incubación es variable: 1-56 días. La forma cutánea es la más frecuente (95%), la respiratoria representa el 5% y la intestinal es excepcional. Infección cutánea A los 3-4 días de la exposición se forma la denominada pústula maligna (carbunco o ántrax), una lesión inicialmente pruriginosa, que simula una picadura de un insecto que en 12-36 h se transforma en una úlcera indolora (a diferencia de las piógenas) y rodeada de vesículas, en ocasiones hemorrágicas. La úlcera evoluciona a una escara necrótica central, con intenso edema en la extremidad afecta y adenopatías Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V II © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2147CAPÍTULO 259 Infecciones causadas por bacilos grampositivos regionales. Son excepcionales la afección sistémica y la mortalidad. La lesión cura en 7-14 días, pero el edema puede persistir bastante más. Recientemente se ha descrito, en usuarios de drogas por vía paren- teral, secundaria a la contaminación de la heroína por B. anthracis, una forma cutánea que cursa con infección local en el lugar de la punción asociada a edema generalizado de la extremidad que progresa rápidamente y cursa con síntomas sistémicos, sepsis y exitus letalis. Infección pulmonar Tras la inhalación, las esporas transportadas al mediastino por los macró- fagos germinarán (en ocasiones hasta 60 días después) y causarán una intensa necrosis hemorrágica. La clínica se inicia a los 3-14 días tras la exposición con fiebre, tos, cefalea y mialgias. A los 2-4 días, bruscamente, se deteriora el estado general, con aparición de disnea, insuficiencia res- piratoria, dolor retroesternal, estridor y hemoptisis secundarios a una mediastinitis hemorrágica. Radiológicamente se observa ensanchamiento y adenopatías mediastínicas, infiltrados pulmonares que pueden evolu- cionar a distrés respiratorio y derrame pleural bilateral. Rápidamente progresa a septicemia, a veces acompañada de meningitis, y el paciente fallece en 3-4 días. La mortalidad oscila entre el 75% y el 100%. Infección gastrointestinal Relacionada con el consumo de carne contaminada cruda o poco cocida, cursa con náuseas, vómitos y fiebre, y 2-7 días después con hemorragia digestiva alta y baja, relacionada con la necrosis de la mucosa intestinal. La mortalidad es del 40%-50%. Diagnóstico El diagnóstico se basa en los antecedentes epidemiológicos (exposición profesional). La lesión cutánea es muy típica y debe diferenciarse del ántrax estafilocócico (doloroso), la tularemia y el nódulo de los orde- ñadores, entre otros. El diagnóstico microbiológico se realiza mediante cultivo convencionalo PCR. La presencia de anticuerpos específicos puede ser de utilidad, aunque el tiempo de seroconversión y la presencia de títulos significativos en individuos vacunados limitan su uso. Tratamiento En las formas cutáneas se utiliza penicilina, doxiciclina o quinolonas durante 7-10 días. En las formas sistémicas, especialmente las asociadas al bioterrorismo, por la posible resistencia a la penicilina, se recomienda la combinación de quinolonas (bactericida) + meropenem, con un inhibidor de la síntesis proteica con capacidad para neutralizar la acción de la toxina (linezolid o clindamicina). Las inmunoglobulinas específicas y el raxibacumab, un anticuerpo monoclonal IgG1-γ, han reducido la mortalidad en el animal de experimentación. Sólo están disponibles en algunos países, y no se dispone de estudios adecuados de su eficacia en los humanos. Profilaxis En zonas endémicas, el control de la enfermedad se realiza median- te vacunación animal. En individuos con exposición profesional es importante la protección cutánea (guantes, mascarillas). La vacunación (eficacia > 90%) está indicada en profesionales de riesgo (veterinarios, militares). Como profilaxis tras la exposición se recomienda cipro- floxacino 500 mg/12 h p.o. durante 6-8 semanas y vacunación. No será necesario el aislamiento respiratorio (entre humanos, la enfermedad no se transmite por inhalación), pero sí de contacto (si existen lesiones cutáneas). La descontaminación de los materiales se realiza con formal- dehído, incineración o autoclave. Infecciones por Bacillus cereus Bacillus spp. puede causar infecciones graves; B. cereus es la especie implicada con mayor frecuencia. Produce diversas exotoxinas necro- santes responsables de su virulencia, entre ellas una cereolisina, una fosfolipasa y una esfingomielinasa con efectos patogénicos similares a la alfatoxina de Clostridium perfringens. Toxiinfección alimentaria B. cereus, una causa infrecuente de toxiinfección alimentaria, produce dos formas clínicas, una diarreica, debida a una enterotoxina termo- lábil, y otra emetizante, causada por la toxina emética (termorresis- tente). La forma emética de período de incubación corto (0,5-1 h) y relacionada con ingesta de arroz frito y otros productos que contie- nen almidón cursa con náuseas y/o vómitos, que se autolimitan sin requerir tratamiento antibiótico. La forma diarreica, con un período de incubación de 8-16 h, y relacionada con la ingesta de carne, lácteos, pescados y vegetales, cursa sin fiebre y con dolor abdominal y diarrea acuosa sin moco ni sangre; se autolimita también en 12-24 h sin antibióticos. La detección de más de 105 UFC de B. cereus/g de alimento es diagnóstica; sin embargo, su detección en las heces no tiene significado debido a su ubicuidad. La detección de la toxina emética es difícil, y la de la enterotoxina en las heces se realiza mediante técnicas comerciales (enzimoinmunoanálisis, aglutinación en látex). Infección ocular B. cereus causa infección ocular relacionada con traumatismos pene- trantes, cirugía ocular, uso de lentes de contacto y, excepcionalmente, por vía hematógena (drogadictos). Se manifiesta por dolor, signos inflamatorios y edema corneal, y produce una panoftalmitis rápida- mente progresiva con ceguera irreversible, si no se actúa precozmente. El tratamiento consistirá en la práctica de una vitrectomía precoz y la administración intraocular de vancomicina. Infección musculoesquelética Está relacionada habitualmente con traumatismos asociados a frac- tura abierta. Cursa desde una infección superficial de la herida hasta un cuadro grave, similar a una fascitis necrosante (por exotoxinas), con extensa destrucción muscular y de las fascias, acompañadas de síntomas sistémicos (taquicardia, taquipnea), que puede evolucionar a fallo multiorgánico y al fallecimiento del paciente. Debe sospechar- se en heridas con mala evolución al tratamiento con β-lactámicos (algunas especies producen β-lactamasas de espectro extendido). El tratamiento consiste en practicar un desbridamiento quirúrgico amplio y en la administración de un glucopéptido. Aunque la clin- damicina y los carbapenemes suelen ser activos, no se recomiendan empíricamente, ya que se han documentado fracasos causados por cepas resistentes. Otras infecciones por Bacillus La mayoría de Bacillus spp. se consideran microorganismos saprofitos. Sin embargo, se ha descrito un número creciente de infecciones cau- sadas por estos microorganismos, como bacteriemias en drogadictos, infecciones asociadas a cuerpos extraños (sepsis por catéter o relaciona- das con hemodiálisis, meningitis asociada a derivaciones del SNC) o en neutropénicos, y/o tras quimioterapia. La mayoría de estas infecciones son poco graves y su tratamiento contemplará la retirada del cuerpo extraño y/o la administración de vancomicina o clindamicina, al ser los β-lactámicos poco activos. INFECCIONES POR CORYNEBACTERIUM SPP. El género Corynebacterium está constituido por bacilos aerobios gram- positivos, no esporulados, inmóviles y pleomórficos, con una caracterís- tica disposición en empalizada o en letras chinas, en las preparaciones microscópicas. Hace pocos años, sólo Corynebacterium diphtheriae era considerado patógeno para el ser humano. En la actualidad, otras bacterias con morfología corineforme, denominadas difteroides o difteromórficas, tienen un papel creciente en la patología infecciosa, especialmente en pacientes inmunodeprimidos y/o en portadores de implantes. Difteria Etiopatogenia La difteria está causada fundamentalmente por C. diphtheriae. Otras especies de corinebacterias, como C. ulcerans y C. pseudotuberculosis, pueden causar un cuadro clínico similar. C. diphtheriae invade fundamentalmente la mucosa de las vías respiratorias superiores Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2148 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas y, excepcionalmente, la piel (especialmente, C. ulcerans). Algunas cepas secretan, en la puerta de entrada (faringe, amígdalas, laringe y fosas nasales), exotoxinas termolábiles, de naturaleza proteica, que, al destruir las células del epitelio, facilitan la formación de las seudomembranas (también pueden formarlas las cepas no pro- ductoras de toxina); tras acceder al torrente circulatorio, pueden dañar el músculo cardíaco (miocarditis), los nervios (polineuritis), el riñón (necrosis tubular) y las glándulas suprarrenales. En los tejidos afectados se aprecia inicialmente edema e hiperemia seguidos de degeneración de las células parenquimatosas con infiltración grasa, más tarde necrosis y finalmente fibrosis. Su producción es inducida por un bacteriófago, portador del gen responsable de su codificación. Epidemiología El ser humano es el único reservorio de C. diphtheriae, el cual se trans- mite de persona a persona a partir de las secreciones respiratorias o por contacto cutáneo, o por contacto directo con animales (C. ulcerans). El período de incubación es de 1-10 días, y la enfermedad predomina en los países templados, en los meses fríos, en los niños (> 80% de los casos) y en los colectivos con nivel socioeconómico bajo (escasa higiene y hacinamiento). Con la introducción de la vacunación sis- temática en la infancia, la incidencia descendió radicalmente en los países desarrollados y aumentó el porcentaje de casos en los adultos, en relación directa con una incorrecta revacunación. La difteria es aún endémica en países subdesarrollados (Asia, África, Sudamérica), con lo cual, si se abandona la vacunación sistemática, pueden aparecer brotes epidémicos, como sucedió en la antigua Unión Soviética, donde a partir de 1990 se detectaron más de 150.000 casos. La enfermedad ha reaparecido en España y otros paíseseuropeos en relación con la disminución en las tasas de vacunación de la población y la inmigración. Cuadro clínico Cuando afecta a las fosas nasales, la difteria causa obstrucción y un exudado mucopurulento. La afección faríngea cursa con odinofagia y disfagia; se aprecia una membrana grisácea con tendencia a coalescer (seudomembranas) y a invadir los pilares amigdalinos, el paladar, la úvula y, excepcionalmente, la nariz, la laringe y el árbol traqueo- bronquial. Las seudomembranas están muy adheridas y suelen pre- sentar hemorragias cuando se despegan. Es frecuente la palpación de adenopatías laterocervicales bilaterales anteriores. En las formas graves se aprecia un hedor fétido, signos de obstrucción del tracto respiratorio superior (disnea, estridor) y edema doloroso del cuello (cuello de búfalo). La fiebre elevada, a diferencia de en la faringitis estreptocócica, es excepcional. Las manifestaciones sistémicas más frecuentes son las cardíacas, que se presentan 1-2 semanas después con palidez, taquicardia, hipotensión, shock y/o arritmias o bloqueo cardíaco. La afección neurológica es más tardía (3-5 semanas) y se inicia con disfonía, disfagia, dificultad en la visión y, en las formas graves, parálisis de los nervios motores craneales, los músculos respiratorios y abdominales, asociados o no a cuadriplejía, que puede condicionar la necesidad de ventilación asistida. Tardíamente puede observarse una polineuropatía sensitiva dolorosa de las extremidades, que suele asociarse a síntomas de dis- función autonómica. La mortalidad es del 3%-12% y está relacionada con el retraso diagnóstico, la presencia de obstrucción de la vía respiratoria, la miocarditis, el alcoholismo o la edad avanzada. La mitad de los pacientes que fallecen presentan neumonía, y es frecuente la tromboembolia pulmonar. En los inmunizados, la gravedad de la enfermedad y las complicaciones son menores. La forma cutánea, con mayor frecuencia causada por C. ulcerans y C. pseu- dotuberculosis, suele afectar a individuos de áreas tropicales con otra dermatosis cutánea asociada, que actúa como predisponente. Cursa con úlceras en sacabocados, bien delimitadas, cubiertas de una membrana necrótica, que impiden su curación. C. diph- theriae, especialmente las cepas no toxicogénicas, también puede producir endocarditis, artritis, endoftalmitis, osteomielitis y abs- cesos cerebrales. Diagnóstico El diagnóstico se realiza ante una clínica sugestiva (seudomembranas) y el aislamiento de C. diphtheriae en el cultivo del exudado nasal y/o faríngeo; aunque puede cultivarse en agar sangre, crece mejor en medios especiales (medio de agar telurito o el de Löffler). El ais- lamiento de C. diphtheriae en un paciente sin manifestaciones clínicas será definido como estado de portador. La producción de toxina puede detectarse por distintos procedimientos (test de Elek o inmu- nodifusión, PCR o enzimoinmunoanálisis). La detección del gen de la toxina por PCR puede ser de utilidad en pacientes con tratamiento antibiótico previo. Tratamiento La difteria del aparato respiratorio requiere ingreso hospitalario. La medida terapéutica más eficaz es la administración de antitoxina dif- térica, que deberá ser lo más precoz posible, ya que sólo neutraliza la toxina circulante y no la ligada a los tejidos. La dosis de 20.000 a 100.000 UI, por vía intramuscular o endovenosa, dependerá de la gravedad, la extensión y la evolución del cuadro clínico. Dado que la toxina se obtiene del suero de caballo, deberá realizarse previamente una prueba de sensibilidad. Los antibióticos evitan la producción de nueva toxina, erradican C. diphtheriae tanto del paciente como del portador y evitan su transmisión a un individuo susceptible. La eritromicina y la penicilina G sódica durante 10-14 días son los anti- bióticos de elección. Debe aislarse al paciente, e identificar los casos secundarios y los portadores asintomáticos; se recomienda documentar la erradicación de C. diphtheriae en dos cultivos sucesivos practicados tras retirar la antibioticoterapia. Dado que la difteria no siempre confiere inmunidad permanente, el paciente deberá ser vacunado. Los pacientes con riesgo de obs- trucción de la vía respiratoria deberán ser controlados por si requieren intubación, y los casos con miocarditis precisarán monitorización electrocardiográfica para detectar arritmias y bloqueos. Se aconseja profilaxis antitrombótica, especialmente en pacientes con complica- ciones neurológicas. Profilaxis Se inicia a los 2 meses de vida con la vacuna triple bacteriana frente a la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTPa), seguida de dosis periódicas de recuerdo en función del calendario vacunal del país o la comunidad. La prevención de brotes se realiza con el aislamiento estricto del paciente y el estudio adecuado de los contactos. Infecciones por corinebacterias no diftéricas Este grupo de corineformes está formado por los géneros Coryne- bacterium, Arcanobacterium, Brevibacterium, Dermabacter, Microbac- terium, Rothia, Turicella, Arthrobacter y Oerskovia, entre otros. La distribución de estas bacterias es amplia, al aislarse en el suelo, el agua y como parte de la microbiota de la piel y las mucosas del ser humano y los animales. Aunque con frecuencia consideradas con- taminantes, se ha subrayado cada vez más el papel de estas bacterias como patógenos humanos. Causan infecciones comunitarias (farin- gitis y abscesos parafaríngeos, linfadenitis, infecciones odontógenas, genitourinarias, cutáneas, como abscesos mamarios, hidrosadenitis, onfalitis, osteomielitis y endocarditis) o nosocomiales, que afectan fundamentalmente a pacientes inmunodeprimidos y/o portadores de cuerpos extraños (catéteres vasculares o de diálisis, prótesis car- díacas y ortopédicas, sondas urinarias), por su capacidad de formar biopelículas, y en general sometidos a presión antibiótica previa. Su identificación suele realizarse mediante espectrometría de masas (MALDI-TOF) y/o secuenciación del gen ARNr 16S. A continuación se tratan algunos casos relevantes. Infecciones por Corynebacterium jeikeium Denominado anteriormente Corynebacterium JK del CDC, este microorganismo, colonizante de la piel, causa infecciones nosocomiales en pacientes expuestos a múltiples antibióticos, como bacteriemia Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V II © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2149CAPÍTULO 259 Infecciones causadas por bacilos grampositivos en pacientes con neutropenia prolongada, e infecciones asociadas a cuerpos extraños. Es resistente a los β-lactámicos, y la vancomicina es el tratamiento de elección. La curación de la infección suele requerir la retirada del cuerpo extraño infectado. Infecciones por Corynebacterium urealyticum Anteriormente conocido como corinebacteria del grupo D2 del CDC, coloniza la piel del 25%-37% de los pacientes hospitalizados y tiene una importante actividad ureásica, por lo que facilita la formación de cristales de fosfato amónico-magnésico. Afecta a pacientes con manipu- laciones urinarias previas y/o a portadores de catéteres urinarios; causa ulceraciones de la mucosa vesical y una cistitis incrustante. En trasplan- tados renales puede provocar pielonefritis y cálculos en la pelvis renal susceptibles de ocasionar la destrucción del órgano. Debe sospecharse su existencia en pacientes con factores de riesgo, con orina alcalina. Para su detección, al ser un microorganismo de crecimiento lento, la incubación del urocultivo deberá prolongarse. También puede causar endocarditis, sepsis, peritonitis, neumonía, osteomielitis e infecciones de partes blandas. La vancomicina y las quinolonas(si la bacteria es sensible) son el tratamiento de elección. Se aconseja retirar el catéter urinario. La cistitis a menudo requerirá la resección endoscópica de las incrustaciones. Pueden ser útiles los lavados con soluciones ácidas o con inhibidores de la actividad ureásica. Infecciones por otros difteromorfos Otras bacterias difteromórficas pueden producir casos aislados de infec- ciones en distintas localizaciones. Así, entre las corinebacterias, C. ulcerans causa faringoamigdalitis e infecciones cutáneas, y C. pseudotuberculosis, una linfadenitis granulomatosa supurativa. Algunas cepas pueden pro- ducir toxina diftérica y causar un cuadro indistinguible de la difteria. C. pseudodiphtheriticum se ha asociado a endocarditis protésica e infecciones respiratorias en pacientes inmunodeprimidos; C. minutissimum, con eritrasma, endocarditis, abscesos e infecciones de catéteres vasculares; C. kroppenstedtii, con mastitis granulomatosa y abscesos mamarios; C. macginleyi, con conjuntivitis, úlcera corneal, endocarditis y absceso aórtico, y C. striatum, un colonizante de la piel y las mucosas, se asocia con infección respiratoria en bronquíticos crónicos evolucionados y en trasplantados pulmonares (particularmente en los portadores de stents metálicos), bacteriemia, endocarditis, peritonitis, conjuntivitis, infecciones cutáneas, osteoarticulares y de catéteres. Entre el género Arcanobacterium, A. haemolyticum causa faringitis en gente joven, aso- ciada a menudo a exantema cutáneo, infecciones de heridas cutáneas y, excepcionalmente, bacteriemia y/o endocarditis, y A. pyogenes, agente causante de la mastitis bovina, con infecciones cutáneas (relacionadas con úlceras crónicas o fracturas abiertas) y más raramente infecciones abdominales, bacteriemia o mastoiditis. Brevibacterium, implicada como responsable del mal olor de los pies cuando el ambiente es húmedo, causa sepsis de catéter en inmunodeprimidos y excepcionalmente meningitis o peritonitis asociada a diálisis peritoneal. El género Rothia, habitante de la cavidad oral, puede causar endocarditis sobre válvula nativa y protésica, espondilitis, bacteriemia e infecciones respiratorias. El papel patógeno de estos microorganismos es difícil de establecer, ya que, con frecuencia, su crecimiento en los cultivos es interpreta- do como contaminante. Un cultivo debe considerarse clínicamente significativo cuando se aíslan en un líquido estéril (LCR, sinovial), en más de un hemocultivo, en cultivo monomicrobiano o en varias muestras de una misma localización anatómica. La observación de bacilos grampositivos corineformes en el examen microscópico de una secreción purulenta puede contribuir a la interpretación del cultivo. Dado que es frecuente la resistencia a los β-lactámicos, los macróli- dos y las quinolonas, el tratamiento empírico de las infecciones graves se realiza con glucopéptidos; el linezolid, la daptomicina y la tigeciclina son generalmente activos. INFECCIONES POR RHODOCOCCUS SPP. Rhodococcus equi, un microorganismo intracelular, de la familia de las Nocardiaceae, que habita en el suelo y en diversos herbívoros, es el agente implicado con mayor frecuencia en la enfermedad humana. Afecta especialmente a pacientes con HIV con cifras muy bajas de CD4, y más raramente a trasplantados y otros inmunodeprimidos. La enfermedad se adquiere por vía inhalatoria y causa enfermedad respira- toria, cuyo curso suele ser subagudo, con tos asociada a expectoración, en ocasiones hemoptoica, febrícula y afectación del estado general. Radiológicamente suele apreciarse una neumonía necrosante, lesiones nodulares y/o imágenes cavitadas, únicas o múltiples, que pueden semejar una tuberculosis, una aspergilosis o una nocardiosis pulmonar. El 20% de los pacientes presentan manifestaciones extrapulmonares en forma de meningitis o abscesos cerebrales, osteomielitis, adenitis y abscesos cutáneos, entre otras. La mortalidad es superior al 50%. En los pacientes con infección por el HIV el hemocultivo puede ser positivo, pero la muestra idónea para su detección es la respiratoria. Recientemente, Rhodococcus spp. se ha asociado también a infecciones de cuerpo extraño (catéteres endovasculares o de diálisis, derivaciones ventriculoperitoneales), infecciones cutáneas, oculares u osteoarticu- lares traumáticas, o bacteriemia en el neutropénico. La curación en el inmunodeprimido es difícil, al ser un microor- ganismo intracelular, y requiere tratamiento antibiótico prolongado y a menudo la exéresis del tejido infectado. Se combinarán dos o tres antibióticos, y los más activos son los carbapenemes, los glucopéptidos, los macrólidos, la rifampicina, el linezolid y los aminoglucósidos. Las fluoroquinolonas (levofloxacino, moxifloxacino) pueden ser útiles. En el HIV se recomienda tratamiento supresor hasta la recuperación inmunológica del paciente. INFECCIONES POR GARDNERELLA VAGINALIS Gardnerella vaginalis se detecta, en muestras vaginales, en el 15%- 69% de las pacientes sin infección vaginal. Está casi siempre presente en pacientes con vaginosis bacteriana, como parte de la microbiota local. El metronidazol o la clindamicina p.o. o intravaginal son los antibióticos de elección. No es preciso tratar a la pareja. Las infecciones extravaginales por G. vaginalis son excepcionales y, cuando causan bacteriemia, esta suele estar relacionada con la presencia de endome- tritis posparto, corioamnionitis o abortos sépticos. Los β-lactámicos son el tratamiento de elección. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Charlier C, Leclercq A, Cazenave B, Pilmis B, Lopes A, Maury MM, et al. Clinical features and prognostic factors of listeriosis: The MONALISA national prospective cohor study. Lancet Infect Dis 2017;17(5):510-9. Hendricks KA, Wright ME, Shadomy SV, Bradley JS, Morrow MG, Pavia AT, et al. Centers for disease control and prevention expert panel meetings on prevention and treatment of anthrax in adults. Emerg Infect Dis 2014;20. doi: 10.3201/eid2002.130687. Kim R, Reboli AC. 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