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10 - Naparstek - Teórico 5 - Función paterna en Freud

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Función paterna en Freud: 
 
Nueva cátedra Psicopatología 1. 
Dr. Prof. Fabián Naparstek. 
25 de abril de 2011. Teórico 5 
 
Estamos siguiendo el programa a la vez que repensamos algunas de las cuestiones 
que planteamos en el comienzo. Cuestiones que también se están debatiendo en el seno de la 
cátedra, y se las planteo también aquí en el teórico, por ello algunas consideraciones pueden 
ir variando en su forma de presentación. 
La clase de hoy no presentará demasiados cambios en el contenido, sólo el título es 
diferente en relación al que figura en el cronograma. Ahora lleva por nombre “Función 
Paterna en Freud”. Por lo general, suelo siempre comentar o resumir lo visto previamente en 
los teóricos -porque es algo que se articula a algunas cuestiones que vimos la vez pasada-. 
Nos adentramos entonces a nuestro tema. Habrán escuchado, en alguna materia o en 
algún otro espacio, la importancia que Lacan le da a lo que él llama el Nombre del Padre. Y 
la importancia fundamental que le otorga respecto a la distinción entre neurosis y psicosis. 
Mi idea es poder transmitir los fundamentos freudianos desde los cuales Lacan parte para 
pensar esta noción del Nombre del Padre. 
Trataremos de seguir el hilo conductor de lo que para Freud es la función paterna. 
Lacan nombró eso como el significante del Nombre del Padre. Freud nunca lo llamó así, pero 
en la lógica de Freud, hay argumentos más que suficientes para pensar lo que Lacan retoma 
luego de esa manera. 
Me interesa -estamos poniendo mucho énfasis en eso, a veces lo lograremos, a veces 
no; figura también en el programa- dar, dentro de nuestras posibilidades, la mayor cantidad 
de referencias y argumentos para que ustedes puedan saber desde dónde surgen los conceptos 
en Lacan. La clase de hoy girará en torno a la función paterna en Freud, teniendo como 
perspectiva aquello que vamos a trabajar fundamentalmente con la categoría de psicosis. El 
punto límite al que llega Freud, es el punto desde donde va a retomar el tema Lacan. 
Los textos que vamos a comentar para la ocasión son, fundamentalmente, “El 
malestar en la cultura”37 y “Tótem y tabú38”. Aunque, aclaro que estos artículos no entrarán 
como bibliografía específica para este primer parcial, pero seguramente, para el año que 
viene, tendremos indicados los puntos que nos interesan de esos textos. 
El primer punto es situar mínimamente algo de lo que ustedes conocen, y es lo que 
Freud plantea en “Tótem y tabú” respecto del Mito de la Horda Primitiva39. Con la siguiente 
aclaración: todos los textos freudianos que tienen una clara referencia a los grupos, a lo 
social, a la civilización, a la cultura, pueden ser leídos desde múltiples perspectivas como 
cualquier otro texto. 
Esos textos han servido de referencia -además, para los psicoanalistas- para los 
sociólogos, psicólogos sociales, etc. Y no veo nada en contra de eso, pero sí vale la pena 
aclarar que son para nosotros, para el psicoanálisis, textos eminentemente clínicos. No cabe 
la menor duda de eso, que Freud está pensando en la clínica, en cómo se reúnen los grupos, 
cómo se constituye una familia, cuál es la constitución de una civilización, etc. Ello, no deja 
 
37 - Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Obras Completas, tomo XXI. Op. Cit. 
38 - Freud S. (1913). Tótem y tabú. Obras Completas, tomo XII, Cap. IV. Op. Cit. 
39 - Ibidem. 
de ser un pensamiento clínico para Freud, ya que para él no se trata de hacer una cosmología, 
ni una teología, etc. Dado el caso, que después sean tomados por otros autores para extraer 
de allí alguna referencia precisa, es correcto; pero nosotros nos centraremos en la vertiente 
clínica del asunto. 
Haremos en la pizarra dos esquemas. Uno, el primero, referido al Mito de la Horda 
Primitiva, tal cual como Freud nos lo presenta. En cierto sentido es muy simple. La idea de 
Freud es que existía un protopadre, de quien ustedes deben haber escuchado hablar. El 
protopadre de la Horda tenía la característica de tener acceso a la satisfacción total, acceso a 
todas las mujeres. En el texto pueden apreciar toda una disquisición que hace Freud a partir 
de esta figura. Y es así cómo se pregunta, ¿qué le queda a los otros hombres? ¿Qué les queda 
en términos de la satisfacción? Ellos se las arreglan entre ellos, y cada uno por su cuenta. 
Pero, finalmente, lo que allí cuenta -nos precisa Freud-, es que este protopadre obtiene la 
satisfacción total de las mujeres. Por ello se podría señalar, finalmente, que éste es otro punto 
más en la obra de Freud donde ubica un punto supuesto de satisfacción total. 
A lo largo de la obra freudiana encontrarán varios puntos en los cuales alude a una 
satisfacción total, y siempre lo hace en términos de algo mítico. Cuando decimos mítico, es 
en referencia a lo que está perdido. Así, si construimos un mito, es porque no hay manera de 
corroborar eso de otra manera, y Freud advierte de su invento. Freud no tiene la menor 
intención de ir a buscar en la realidad alguna prueba de los restos o los huesitos del 
protopadre. No se toma el trabajo de enviar a los etnólogos y a los antropólogos para que 
vayan a rastrear si ha existido el famoso protopadre. El inventa un mito, no de la nada, sino 
a partir de aquello que hay. Es decir, a partir de lo que él encuentra, y deduce lógicamente 
aquello que debe haber acontecido en su momento. Y se verificará, veremos de qué manera, 
pero no de una manera empírica. 
La idea de Freud, entonces, es que la característica de este protopadre es que tiene la 
satisfacción total. Freud habla de satisfacción total al estilo de, por ejemplo, la primera 
experiencia de satisfacción; en un sentido tiene las mismas características. Para Freud, jamás 
la primera experiencia de satisfacción es la primera amamantada del bebé. No lo ha planteado 
en esos términos. Si no, más bien, como algo que está perdido y que él deduce a partir de 
aquello que encuentra. Son puntos en Freud en los cuales se puede apreciar la misma lógica 
de una satisfacción total, perdida, sobre la cual volveremos a insistir. 
Freud ubica en este tiempo la figura de un jefe, en un conjunto de seres, que se lleva 
para sí la satisfacción total y no deja satisfacción a ninguno de los hijos o hermanos del 
conjunto. Freud afirma entonces que, llegado un momento determinado, se produce el 
asesinato de este protopadre. Aunque aclara Freud, en su desarrollo, que con el asesinato no 
cambiaría absolutamente nada. Al igual de lo que ocurre con una manada de animales, que 
matan al macho más fuerte y como resultado, eso no cambia nada. Sólo que, el que gana la 
pelea, va a ocupar el lugar del jefe de la manada; nada cambia en términos estructurales. A 
Freud no le importa si el protopadre es Juan, Pedro o quien fuere. El tema es que hay un 
protopadre. 
Entonces, identificarán el punto crucial que Freud ubica allí, que se relaciona con el 
asesinato pero, además, con lo que él llama el pacto fraterno. No es uno sin el otro. No habría 
habido un pacto fraterno si no hubiese habido previamente un asesinato. Pero el asesinato, 
sin el pacto, fraterno no tiene el mismo valor que va a tener a partir de aquel momento. La 
hipótesis de Freud es que, un aspecto más el otro, dan como consecuencia un nuevo ciclo, 
que él llama la civilización o la cultura. 
¿Qué significa este pacto fraterno? En principio es un pacto montado sobre la idea de 
repartirse el botín de guerra. Al protopadre se lo mata y se produce un botín de guerra. ¿Cuál 
es el botín de guerra? La satisfacción total de ese protopadre. Podría haber pasado que no 
haya ningún pacto y entonces uno asuma ese lugar, no cambiaba nada. Lo novedoso es que, 
para repartir ese botín de guerra, se necesita hacer un pacto. Y la idea de Freud es que ese 
pacto está armado fundamentalmente sobre una renuncia. La perspectiva freudiana se asienta 
sobre una especie de regla: no hay cultura sin renuncia. No hay civilizaciónsin renuncia, y 
la renuncia es la condición que permite la repartición de la satisfacción total. 
Ahora, esta satisfacción total no es algo que se pueda cuantificar, es decir, no es que 
se pueda traducir en números, no es medible. Si ustedes quieren, alguien podría contabilizar 
las mujeres en cuestión y decir bueno, cuántas mujeres, cuántos hombres, y producir una 
repartición de acuerdo a cómo den las cuentas. Pero, no se trata aquí de eso, sino que se hace 
de una manera bastante especial y por la vía de la negación. 
La manera de repartir satisfacción total es asegurar que al menos una o algo no les 
toque a todos. Lo digo de otra manera, que al menos una parte de esta satisfacción total no 
le toque a nadie. ¿Qué quiere decir esto? Es la manera en la que se aseguran de que al menos 
una mujer no le va a tocar a ninguno. 
Es así como podrán vislumbrar que hay al menos una partecita de esa satisfacción 
total que está vedada a todo el mundo. Es decir, de aquello que se aseguran con esta renuncia 
es que nadie obtenga la satisfacción total. Porque, hay un poquito, no dice si mucho o poco, 
pero al menos algo, que le está vedado a todo el mundo. Es por ello que, a cada uno, le falta 
algo de esa satisfacción total y, de ese modo, se aseguran de que a nadie le toque eso que 
tenía el protopadre. 
Y es interesante, porque en términos de números, podría suceder que alguien tenga 
diez mujeres, alguien tenga una o alguien no tenga ninguna, y todos cumplen con esa regla. 
Así, teniendo diez, teniendo una, teniendo ninguna, a todos ellos les está vedada al menos 
una partecita. Y lo que cuenta, no son las cantidades, sino que nadie tenga la satisfacción 
total. 
En ese sentido les digo que se reparte por la negativa, porque nos aseguramos de lo 
que no les va a tocar, que no les toque una parte. Por eso Freud habla de una renuncia, todos 
tienen que aceptar que al menos algo no les toca, de eso se trata de aceptar en el pacto. 
Si nos referimos a un pacto -y a eso lo vamos a ver más fuerte y acentuadamente con 
Lacan-, se trata de un hecho humano por excelencia. Humano en el sentido de lo simbólico, 
un pacto se hace entre hombres de palabra; así se dice, un pacto de caballeros. Esto se 
relaciona con aquello que se pueda escribir, con lo que se pueda pactar en términos de lo 
simbólico. Ahora, Freud establece dos razones acerca del por qué se llega a este pacto. No 
es que la gente sea buena, no hay ninguna idea de bondad en Freud, más bien, todo lo 
contrario. No encontrarán en Freud la idea de una tendencia natural del ser humano hacia la 
civilización. Ello por dos razones. 
Una, la primera es que si no se llegaba a ese pacto se iban a matar entre todos, tratando 
de ver ciegamente quién ocupaba ese lugar. Y Freud hace intervenir allí algo central, lo he 
planteado en el primer teórico, que es la culpa. A ese protopadre -a quien se lo odiaba por 
disponer de la satisfacción total y por no dejar nada para los demás-, también se lo amaba. Y 
asesinarlo trae aparejado como consecuencia, la culpa. En Freud esa culpa es central, en todo 
lo que viene a partir de allí como parte de la civilización. 
Entonces, reflexiona Freud, lo que queda de este protopadre, no es más que su 
recuerdo. Ni más ni menos, porque el recuerdo de ese protopadre es una presencia en un 
sentido. Y esto Freud lo deduce de la evolución histórica de la civilización y de algunos 
estudios antropológicos. Él ubica un modo en el que ese recuerdo es encarnado a lo largo de 
la historia, y allí surge como un animal tótem, que no hace más que encarnar lo que era antes 
el protopadre. 
Freud entonces realiza una serie con aquellos que encarnan ese lugar, antiguamente 
el lugar de autoridad, y ubica allí el tótem. En ese lugar ubica a los padres y, finalmente, sitúa 
la idea de Dios como deudora del comienzo de la civilización. Es así cómo, el recuerdo de 
ese protopadre, si ustedes quieren, tranquilamente se lo puede llamar el Nombre del Padre. 
Sin adelantar nada, todavía de Lacan, porque en Freud los recuerdos no son más que 
representaciones. 
 
Protopadre (satisfacción total) 
------------------------------------------ Asesinato + Pacto fraterno (repartija y renuncia) 
Nombre del padre. 
 
Y Freud lo establece con todas las letras, a partir de que estamos acá, se trata de una 
abstracción. Cualquier recuerdo en Freud, no es más que representación. En el esquema 
psíquico, los recuerdos son los representantes que tenemos en la memoria, sean 
preconscientes, inconscientes, lo que fuere; son finalmente representaciones. Por eso repito 
que, aquello que queda de eso, no es más que una representación de este protopadre. Como 
han de percatarse, no es lo mismo que se trate de una representación a que exista realmente 
el protopadre. Ahora plantearemos a ver algunas de esas diferencias. 
¿Cómo es que hace Freud la deducción? Hasta ahí teníamos el mito, sobre el cual 
Freud ha escrito largamente. Pero ¿cómo es que lo deduce Freud? A partir de lo que él 
establece como la fiesta totémica, un hecho fáctico. Pero la misma puede ser entendida como 
cualquiera de las fiestas que posean un carácter ritual o religioso. 
En un esquema piensa la civilización en términos temporales, esta línea que dibujo 
en el pizarrón es un lapso de tiempo. Y Freud plantea -esto ya no es un mito, sino una 
definición de cómo funciona la civilización- que en toda civilización tenemos, cada tanto, en 
un tiempo limitado, una fiesta. A la cual Freud, en su referencia al Tótem, llama fiesta 
totémica. Pero, si extendemos esta idea, abarca también a las fiestas que se hacen en la 
mayoría de las culturas, ya sea religiosa o ritual, etc. 
 
Temporalidad de la civilización: 
 
 Ley. Padre. Fiesta 
/----------------------------------------------------------------------//-----------/ 
 
¿Y qué dice Freud al respecto? Que, en ese lapso de tiempo, allí donde se desarrolla 
la fiesta totémica, se puede infringir la ley que rige la mayor cantidad de tiempo, en ese lapso 
de la civilización. ¿Qué significa esto? Si al animal que representa, que encarna a la autoridad 
y a la civilización, no se lo puede tocar, hay que venerarlo. Y durante el lapso de la fiesta, no 
sólo se lo toca, sino que se lo come. La partición se produce en pedacitos, se lo comen, y 
muchas de las leyes que rigen durante la mayor parte del tiempo, un tiempo limitado, están 
abolidas. Es por ello que Freud plantea que esto no es un hecho aislado, sino que responde a 
una estructura y, fundamentalmente, responde -es el aspecto que me interesa resaltar- a una 
economía propia de la libido; si ustedes quieren, a una economía propia de la satisfacción. 
¿Qué características tiene específicamente la fiesta totémica? Dice Freud que tiene al 
menos tres. Tiene un aspecto obligatorio, otro excesivo y otro acotado. Efectivamente, 
excesivo porque se puede exceder los límites que se establecieron a partir del inicio de la 
civilización, con dos leyes fundamentales: la prohibición del incesto y el parricidio, como 
centrales. Otro, acotado, porque en efecto dura un lapso de tiempo. Y, fundamentalmente, 
uno de obligatoriedad ¿qué quiere decir? Que nadie está exceptuado. Si quiere pertenecer a 
la civilización, no hay excepciones. Todo el mundo está obligado a participar de la fiesta. No 
lo dice de esta manera, pero está en la lógica de lo que Freud plantea. Es una especie de pacto 
de sangre -no lo dice con estos términos-. Y tiene que ver también con la culpa. Un pacto de 
sangre es que algo también se utiliza muy bien en los grupos mafiosos, en los grupos de 
corrupción, todos meten un poco la mano en la lata. ¿Para qué? Para asegurar que el de al 
lado no me vaya a delatar a mí, porque él metió la mano en la lata tanto como yo. La única 
manera de que no salte la ficha es que todos sean un poco culpables. Porque si elde al lado 
no mete la mano en la lata, tiene todas las posibilidades de delatarme. En cambio, en todo 
caso, si me va a delatar vamos todos juntos. 
Y la idea de Freud es que esta fiesta totémica revive el momento del asesinato del 
padre, aquel momento inicial. Sirve para cada vez, cada tanto, cada año si ustedes quieren, 
reafirmar el pacto de sangre entre los hermanos que forman la civilización. Es interesante 
porque la manera fuerte de reafirmar la civilización es a partir de la culpa. Y la idea de Freud 
es que, cada tanto, hay que meter la mano en la lata para después tener culpa y el resto del 
año portarse bien. Se sigue la lógica con la que Freud describe la cuestión. Y se entiende por 
qué nadie está exceptuado. 
Todo esto no es ningún mito. Hay que ver lo que implican en las tribus aborígenes 
los ritos de iniciación. Y no sólo en las tribus aborígenes, también las religiones tienen todos 
sus ritos de iniciación, sea la religión que sea. Pasar por esos ritos de iniciación es poder 
pertenecer al grupo. Pero también, decía que esto ordena la economía libidinal. Porque de 
alguna forma, como les decía antes, Freud no tiene ninguna idea de que haya una tendencia 
natural a lo civilizado o, en otros términos, no hay ninguna tendencia natural a la renuncia. 
Todo lo contrario. Para Freud la tendencia es querer tener más satisfacción y más 
satisfacción. Es la paradoja de la definición misma de la pulsión. 
Freud define a la pulsión, entre otras características, como una fuerza constante40. Y, 
no sé si lo charlamos, pero Freud describe de esta pulsión dos imposibilidades. Una, que la 
pulsión logre la total satisfacción. La segunda, correlativa con ésta, es que es imposible que 
deje de buscar la total satisfacción. ¿Se entiende por qué es correlativa? Porque como no la 
logra del todo no deja de buscarla constantemente. Y la pulsión es paradojal en ese sentido. 
Si ustedes quieren, mientras más se toca la pulsión, más la pulsión quiere. Lo digo de otra 
manera, mientras más se le da de comer a la pulsión, más hambre tiene la pulsión. Que es 
bien diferente de la necesidad. La necesidad tiene ciclos. Se le da de comer, se saca el hambre. 
Al tiempo puede volver, pero se interrumpe. Acá todo lo contrario. 
Entonces, de ninguna manera para Freud hay una tendencia a la renuncia. Es decir, 
que esta renuncia está dada por la culpa y en el periodo de tiempo “civilizado” tenemos lo 
que Freud llamaba las pulsiones coartadas en su fin. Freud dice, ¿por qué hay amistad? Para 
Freud es una regla básica, uno es amigo de otro porque no se tienen relaciones sexuales. Lo 
digo mal y pronto. Pero es la idea de Freud. Tomamos mate o lo otro. 
Para Freud es muy simple, se es amigo de alguien porque está coartada su tendencia 
pulsional. Sino para Freud no habría lazos amistosos. Todo llevaría a lo mismo. La idea de 
 
40 - Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. Obras Completas, tomo XIV. Op. Cit. 
Freud es que, durante ese periodo, funciona la represión -si ustedes quieren-, existen las 
pulsiones coartadas en su fin; todo eso que hace que se pueda tener una civilización. Y de 
alguna manera, en el tiempo de la fiesta, se libera esa represión y se le da rienda suelta, de 
manera limitada dice Freud, pero rienda suelta a esas pulsiones. 
En términos económicos, Freud tenía la idea que, respecto de la libido, convenía darle 
una salida cada tanto a esa libido. No solamente para la civilización sino también para cada 
sujeto. Freud siempre dudó mucho de los grandes virtuosos. Aquellos que nunca tienen un 
desliz, para decirlo de alguna manera. Freud tenía más confianza en alguien que cada tanto 
tenía su pequeño desliz, que en aquel que nunca lo tenía. Tiene cierta lógica respecto al 
superyó. No solamente esto permite mantener el lazo asociativo de los hermanos a partir de 
la culpa, reafirmar cada año el lazo entre ellos, sino que además permite dar una salida a la 
libido y eso aplaca lo que sucede durante todo el año. 
Entonces se ve que queda, al menos en términos temporales, una renuncia de un lado 
y el exceso del otro lado. Cuando decimos renuncia de un lado hay que ubicar allí la religión, 
la familia, los ideales, todo lo que ustedes quieran poner en la lista de lo que arma las 
instituciones. 
Ahora vuelvo al esquema anterior. Freud tiene la idea de que en este asesinato y su 
concomitante pacto fraterno hay algo del protopadre que no termina de entrar dentro de su 
recuerdo. No todo lo que se recuerda del protopadre toma su persona. Lo voy a decir de otra 
manera. Hay un huesito del protopadre que no se termina de digerir nunca. Por más que se 
lo coman. Y ese huesito del protopadre que no se termina de tragar insiste constantemente. 
Hay un intento renovado cada año de comerse ese huesito que no se ha terminado de digerir 
cuando se lo mató al protopadre. Es decir que no todo queda capturado en el recuerdo, en el 
Nombre del Padre. 
 
Protopadre (satisfacción total). 
------------------------------------------- Asesinato + Pacto fraterno (repartija y renuncia). 
Nombre del padre. (resto no nombrable del padre. Hueso duro de roer). 
 
Veremos luego cómo llamaremos esto que reaparece por otra vía, algunos dirán el 
superyó, etc. 
Freud establece algunas características de la diferencia entre el funcionamiento del 
protopadre y el funcionamiento en términos de función paterna. 
La primera cuestión, paradójica también, es que la autoridad de este padre es mucho 
peor, en un sentido, una vez que se lo mata que cuando estaba vivo. Es lo que Freud llama la 
interiorización de la autoridad. ¿Por qué? Creo haberles dado este ejemplo en clases 
anteriores. Una vez que se interiorizó, uno se la lleva puesta a todos lados. Es lo que muchas 
veces se dice, la conciencia. No en términos de instancia del aparato psíquico, sino cuando 
alguien dice “te carcome la conciencia”. Cuando alguien se siente culpable de algo, o 
cuando alguien dice “vos tenés que irte a dormir con tu conciencia”; “sabrás lo que has 
hecho”. En el caso del funcionamiento fuera de la civilización, se trata de una presencia 
concreta. Si uno pasa el semáforo en rojo y nadie lo vio, esto pasó de largo. En el caso de la 
función paterna, Freud dice que uno es culpable de hasta los propios deseos. Uno es 
responsable hasta de lo que soñó. 
Se ve que entonces que, a partir de que uno interioriza la autoridad, se hace mucho 
más exigente que antes. Es una autoridad de la cual no se puede escapar, y a través de esa 
autoridad se mantienen las cosas en regla. Es lo que decíamos antes, lo que mantiene durante 
todo el año que prime la ley, que las cosas vayan de acuerdo a la ley sin necesidad de poner 
un policía en cada esquina, porque cada uno lo lleva puesto. 
Aquello que tiene que ver con la interiorización de la autoridad, Freud no lo pone 
tanto en términos de fe. Más bien, lo que Freud pone en términos de fe es la creencia en un 
ser todopoderoso. Freud no duda nunca en asimilar la figura de Dios con la del padre, sobre 
todo cuando se es niño. Y van a ver que, todo lo que estamos hablando va a aparecer en cada 
historial clínico. Es decir, cual es la función paterna para Freud en la vida de las personas. 
Es el padre quien perturba la satisfacción del niño. El niño quiere tocarse y el padre perturba 
su satisfacción. Es decir que Freud deduce que tenemos acá seres que respetan una autoridad 
interna y, a partir de toda esta historia, se está en el marco de la civilización. Estamos adentro 
de la civilización. A partir de ese momento, Freud deduce lo anterior, todo lo que sucedió 
antes. 
Ahora, puede estar ligado con la fe. Pero en principio, Freud plantea que esa autoridad 
que uno tiene es la interiorización de eso anterior. Y que a partir de aquí es mucho peor que 
antes, porque uno la lleva puesta a todos lados. Recuerden cuando hablábamos en el primer 
teórico la cuestión de las patologíasy la ética; a partir de la civilización tal cual Freud la 
describe -por lo menos dentro del campo de las neurosis, veremos qué pasa en las psicosis- 
todas las patologías tienen que ver con la ética. Es más, la cultura tiene que ver con la ética. 
Y la civilización está montada sobre un punto de vista ético ligado a la culpa. 
 
Pregunta: ¿Todo esto que dijo del protopadre está ligado a la autoridad? 
En un sentido si, en otro sentido no. Es también aquello que no se terminó de 
interiorizar, en términos de Freud, bajo la figura del padre como función. Es algo que tiene 
que ver -esto que excede, esto que ubicábamos en el costado- con la fiesta totémica. Si es 
que está ligado al padre, no es tanto en el sentido de la medida como en el sentido del exceso. 
Porque este protopadre era la autoridad máxima, pero a la vez era -en términos de Freud- un 
personaje que se excedía él mismo. 
Vieron que, en general, se dice que para que alguien tenga autoridad tiene que dar su 
propio ejemplo; bueno, no es esa la figura del protopadre. Este es “no hagan todo lo que yo 
hago”. ¿Se entiende? “Porque lo que yo hago es todo para mí, ustedes no pueden hacer nada 
de eso”. Más bien, la idea de Freud del padre en la civilización es que vos tenés prohibido 
algo como lo tuve prohibido yo. Es decir, vos no podrás con tu madre como no pude yo. Y 
lo que hace el padre dentro del campo de la civilización, no es más que transmitir una ley 
que lo toca también a él. 
La otra característica por excelencia, para Freud, de lo que es la función paterna a 
partir de la civilización, es que es un padre muerto. Un padre que queda como imagen de lo 
que fue. Y van a ver en cada uno de los historiales como aparece la figura del padre muerto 
para Freud, fundamentalmente, lo vamos a ver en la neurosis obsesiva41. 
Bueno, doy una vuelta más -después vamos a retornar a esto- sobre una cuestión que 
me interesa dejar marcada ahora y que vamos a retomar más adelante cuando trabajemos las 
patologías actuales. Porque, en efecto, esta forma de describir la civilización no es de ninguna 
manera la civilización actual; es la civilización que Freud conoce en su época. En resumidas 
cuentas, podemos decir, un exceso acotado y la ley primando en la civilización. 
No hace falta dar demasiadas aclaraciones para pensar que en la época actual -esto se 
dice en todos lados, no hace falta que lo diga el psicoanálisis nada más- la autoridad paterna 
 
41 - Freud, S. (1909). A propósito de un caso de neurosis obsesiva. Obras Completas, tomo X. Op. Cit. 
está devaluada, decaída. Lo que ha significado la caída de los ideales, de la autoridad, la 
función paterna, del núcleo familiar. Todas las formas que ustedes reconocen. 
Hoy se da por sentado que lo que antes funcionaba como ley, ligado al padre como 
autoridad, es algo que hoy no funciona como funcionaba antes. Están ligadas, al menos como 
Freud lo describe, el padre de la autoridad y la ley, van de la mano. Y que los cambios a nivel 
familiar traen consecuencias. No estoy diciendo con esto que los tiempos de antes eran 
mejores que los de ahora. Estamos haciendo una simple descripción. No estoy haciendo de 
esto un tango para ponerse a llorar; cómo todo tiempo pasado fue mejor. Simplemente 
estamos tratando de situar lógicas diferentes. 
Mi idea del asunto -ya lo he dejado planteado en uno de los libros sobre Toxicomanías 
42- es que esto que antes era un pequeño exceso, ahora pasa a ser el centro de la cuestión. Es 
decir, vivimos en un tiempo donde la tendencia es un empuje hacia el exceso, 
constantemente, fundamentalmente, bajo la vía del consumo. Pero con cierta idea de que en 
el exceso se va a lograr algo de la felicidad. Y con una idea más, que es que esta fiesta que 
antes era limitada en el tiempo podría ser interminable. Porque la fiesta totémica que Freud 
describe, limitada en el tiempo, implicaba que era una fiesta que tenía resto. Es decir, que 
teníamos una fiesta, que terminaba y entonces, en todo caso, había que esperar a la próxima. 
Es decir, hasta se podía tener un buen recuerdo de tal fiesta, de lo que pasó, aquel año, etc. 
Más bien en la actualidad hay una tendencia a un exceso, ilimitado y, 
fundamentalmente, a que la fiesta no tenga fin. En aquel texto al que hacía referencia43, yo 
tomaba el ejemplo del after, en el sentido de lo que continúa; el after-hour, el after-office y 
el after-party. Que claramente indica que se intenta que la fiesta no termine. Es decir, se hace 
de eso una continuidad sin que tenga escansiones en el medio. 
 
Temporalidad de la civilización antigua: 
 
 Ley. Padre. Fiesta 
/----------------------------------------------------------------------//-----------/ 
 
 
 
Temporalidad de la civilización actual: 
 
 Intento de fiesta ilimitada: exceso. Fanatismo por el padre. 
/----------------------------------------------------------------------//-----------/ 
 
A mi gusto hay un fanatismo, por el exceso y por el consumo, por un lado; y algo de 
la ley que está presente también como fanatismo en esta época. A tal punto que hay gente 
que está dispuesta a matarse con tal de demostrar que cree en Dios; de hacer presente en esta 
época, que hay algunos que aún creen en dios. Se sacrifican para demostrar la existencia, no 
tanto de dios sino de la creencia en dios, que no es lo mismo. Nadie demuestra que dios 
existe, sino que lo que demuestran es que creen en dios al punto tal de entregar su propia 
vida. 
Por lo tanto, las cosas quedan divididas. De un lado, el fanatismo por el exceso y, del 
 
42 - Naparstek, F. y cols. Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo. Buenos Aires: Grama, 2005. 
43 - Ibidem. 
otro, un fanatismo por la ley. Esto trae consecuencias, no me interesa hacer una descripción 
de la época -cuestión que puede ser fascinante- sino que esto trae verdaderamente una clínica 
diferente. Es algo que vamos a trabajar más adelante y en lo que vamos a poner mucho 
énfasis. 
Hay una clínica del Nombre del Padre, que es una clínica que describen 
fundamentalmente Freud y el primer Lacan. Pero hay otra época -la nuestra- y es a partir de 
hacer un contrapeso entre una y otra que vamos a poder entender la segunda. No vamos a 
perder de vista que la época actual no presenta las mismas formas sintomáticas de la época 
de Freud. La cultura no es exactamente la misma y eso tiene consecuencias en la clínica. 
Lo digo de otra manera, Lacan lo planteaba así: para ser psicoanalista hay que estar 
a la altura de la subjetividad de su época. No se puede ser un psicoanalista metido en un 
tupper. Alguien podrá decir que el consultorio de un analista puede ser un tupper. Al menos 
como pienso las cosas, el consultorio de un analista de ninguna manera es un tupper, sino 
todo lo contrario. Y si fuera así les aseguro que está agujereado por todos lados. Muestra la 
época de una manera feroz. 
Es importante poder establecer esa diferencia porque vamos a trabajar en esta época. 
Con las consecuencias que implica esta civilización, un tipo particular de malestar en la 
cultura, tal como lo establece Freud. Él establece que -a mi gusto, con una lucidez fantástica- 
hay malestar. No hay vuelta que dar, toda cultura por ser cultura, por nacer como nació, tiene 
un malestar. Toda cultura tiene su hueso duro de roer y esto produce malestar. No es que hay 
culturas que producen malestar y otras que no. El malestar es propio de toda civilización. 
Freud en “El Malestar en la cultura”44, describe las diversas maneras que había en 
aquel momento de hacerle frente a ese malestar. De alguna manera hace una lista, dice: la 
religión, el amor, el delirio, el síntoma neurótico, es una lista larga, la sublimación, etc.; como 
diferentes formas de hacerle frente al malestar. A su vez, Freud pregunta, “¿ustedes se 
preguntaráncuál es la mejor manera? No hay una mejor, depende de cada sujeto”. Y pone 
énfasis en la economía libidinal de cada sujeto. Es más, Freud advierte que la respuesta que 
cada sujeto use tiene su propio peligro, si ustedes quieren su contraindicación. ¿Vieron como 
dicen los remedios? Bueno, Freud piensa las cosas de la misma manera. Esto puede curar, 
pero a la vez tiene su contraindicación. Si no se lo usa de una determinada manera y bajo 
ciertas circunstancias trae problemas. Finalmente empieza a decir cuáles son las 
contraindicaciones del amor, del delirio; de cada una de esas maneras de resolver el malestar 
en la cultura. 
Si hubiésemos nacido en la época de Freud, tendríamos un menú de posibilidades 
para paliar el malestar en la cultura. No parece ser lo mismo en la época actual. Cada vez es 
más difícil elegir una respuesta singular. Más bien, en la actualidad es como si tuviésemos 
menú fijo. Es decir, todos en el mundo se tienen que comer la misma comida y responder al 
malestar en la cultura de la misma manera; eso produce otro tipo de clínica. 
Teníamos una clínica en ese entonces y otra ahora. Y me interesa que, a lo largo de 
la materia, hagamos énfasis en esto, en cuáles son los modos de presentación. 
 
 
 
 
 
 
44 - Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Obras Completas, tomo XXI. Op. Cit.

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