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"¡La bella Edad Media ha existido realmente!"1
en Jacques Le Goff, Un long Moyen Age , Paris, Tallandier, 2004.
Jacques Le Goff nos cuenta aquí acerca de la bella y floreciente
Europa de los siglos XII y XIII. Esta Europa dichosa en el co-
razón de periodos más sombríos. Esta Europa que él nos ha
ayudado a conocer y a amar.
L'Histoire: Una idea ampliamente compartida es que la Edad
Media es una época sombría. ¿No es una paradoja hablar de
una "bella Edad Media"?
Jacques Le Goff: La expresión "bella Edad Media" es muy re-
ciente. Durante mucho tiempo la Edad Media fue, en efecto,
considerada como un periodo sombrío, en inglés Edad Media
fue denominada anteriormente -y hasta fecha reciente- como
"Dark Ages " ("edad sombria").
Esta caracterización negativa comienza, sin duda, con las críti-
cas hechas a la escolástica2, desde mediados del siglo XIV,
especialmente por Petrarca: se la toma como una expresión de
decadencia lingüística, cultural y religiosa que oculta la pureza
de la Antigüedad clásica y del cristianismo original. Se difunde
entre aquéllos que serán llamados "humanistas" en los siglos
XV y XVI: reprochan a la Edad Media ser una edad obscuran-
tista que habría impedido expandirse a la razón. A posteriori, el
siglo XVIII no amó el arte medieval: en efecto, de esta época da-
ta la difusión del adjetivo "gótico" (a partir de 1615), luego, del
substantivo (1716), de "godo", es decir "bárbaro" ....
L'Histoire: Pero el siglo XIX amó la Edad Media. Pensemos en
Víctor Hugo y en Notre Dame de Paris ...
Jacques Le Goff: Si, pero inclusive este redecubrimiento es
ambivalente. Pensemos en el romanticismo. Por un lado, reha-
bilita la Edad Media, un periodo de vida de pasiones positivas;
el gótico se pone finalmente de moda, de la misma manera que
el estilo trovador, la catedral aparece como una suerte de perso-
naje ideal. Sin embargo, el romanticismo deja subsistir el carác-
ter primitivo de la Edad Media y, en este caso, en un sentido
peyorativo.
Es necesario subrayar que los grandes historiadores que, en el
siglo XIX se interesaron en la Edad Media, a menudo variaron
su punto de vista. Yo he estudiado [la figura] de quien es uno de
los más grandes de entre ellos, Michelet; él pasa de una admi-
ración casi beatífica a un condena muy virulenta3. Así, escribe
que es en su seno donde se cumple "el gran movimiento progre-
sivo, interior, del alma nacional" y evoca "la piedra que se anima
y se espiritualiza bajo la ardiente y severa mano del artista".
Pero al reeditar su Historia de Francia, de 1835 a 1845, el histo-
riador ennegrece el cuadro a medida que se afirma su anticleri-
calismo. Al punto de hablar de "el ladrido del siglo XIII": "La fe-
cha más siniestra, la más sombría de toda la historia es, para
mí, el año 1200, el 93 de la Iglesia". Hace otro reproche al siglo
XIII, la escolástica: "Todo terminó en el siglo XIII; el libro se cie-
rra; esta fecunda efervescencia que parecía inagotable, se
agota de golpe".
La Edad Media ha suscitado un nuevo interés positivo a fines del
siglo XIX y en el XX, entre los simbolistas que valorizan el arte de
esa época: lo que había podido ser considerado en su detrimen-
to se convierte en una ventaja. Esta revalorización de la época
medieval se prolonga entre los impresionistas. La catedral constitu-
ye de nuevo, según me parece, objeto de culto. Pienso, en espe-
cial, en los cuadros de la fachada de la catedral de Rouen pintadas
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Jacques Le Goff
1 Este articulo ha sido publicado en L 'Histoire , n° 283, enero 2004, pp.36-41.
2 Este método pedagógico que se desarrolla en las escuelas urbanas en los
siglos XI-XII, luego en las universidades determina una inflexión decisiva en
los procesos racionales del pensamiento, alejados de las vías místicas de la
cultura monástica.
3 Cf. J. Le Goff, "Le Moyen Age de Michelet", Pour un autre Moyen Age ,
Paris, Gallimard, 1977, reedición Quarto. 1999.
Jacques Le Goff
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por Monet pero, igualmente, en el preludio de Debussy, La ca-
tedral sumergida y en el libro de Huysmans, La Cathédrale (I
898).
Por fin, sobre todo después de la Segunda Guerra mundial, se
manifestó una reacción muy viva contra la idea de una sombría
Edad Media. Fue llevada a cabo, en primer lugar, por Marc
Bloch, luego por Georges Duby. Y yo me permito inscribirme en
esta línea.
Creo ahora el deber de precisar mi posición que es, por otra par-
te, totalmente fiel a la de mis grandes predecesores: para tratar
de comprender lo que ha sido el periodo medieval es necesario
renunciar tanto a la imagen negra como a la imagen dorada. Co-
mo casi todas las épocas, por lo demás, la Edad Media ha sido
una mezcla de logros y de fracasos, de bonanzas y de dramas.
L'Histoire: ¿Se puede de tal manera habla de una "bella Edad
Media", un período dichoso en medio de períodos sombríos?
Jacques Le Goff: En efecto. Para comprender bien esto, es
necesario remontarse al origen de la expresión "bella Edad Me-
dia". Me parece que ella encuentra su raíz - hace más de medio
siglo- cuando Lucien Febvre habló del "bello siglo XVI". Una ma-
nera, para el, de oponer dos períodos cronológicos: un primer
siglo XVI más sonriente, el del Renacimiento y de los castillos
del Loire hasta fines del reino de Francisco I y un fin de siglo
negro, el de Catalina de Médicis, de las hambrunas y de las
guerras de religión.
La expresión "bella Edad Media" también corresponde a la idea
que se tuvo, en un largo período de más de mil años entre la
caída del Imperio romano (a fines del siglo V) y el descubrimien-
to de América (a fines del siglo XV), una claridad entre períodos
más sombríos.
L'Histoire: ¿A qué período corresponde esta calma?
Jacques Le Goff Se puede sostener que se trata, en general, del
siglo XIII -o más exactamente del centenar de años que comien-
za a mediados del siglo XII y que concluye a fines del reinado
de san Luis, hacia 1260. Luego se manifiestan elementos de lo
que tradicionalmente se llama una "crisis".
Pero atención, no olvidemos jamás que la periodización es prác-
tica pero artificial que la historia no se encierra en períodos y
que incluso los momentos más deslumbrantes de la bella Edad
Media han cohabitado constantemente con la "sombría Edad
Media".
L'Histoire: Sin embargo existe esta claridad... ¿Por qué en parti-
cular el siglo XIII o más exactamente el periodo que se extiende
entre 1150 y 1250 merece el calificativo de "bello"?
Jacques Le Goff: Para mí, con algunos matices, la expresión es-
tá justificada prácticamente en todos los dominios. Para analizar
esta expresión, debemos esforzarnos por reencontrar el viejo ideal
de los Annales: hacer la historia total. Si la bella Edad Media con-
serva parte de sombra, debe ser bella en su totalidad y en todos
lados. Y todos esos campos que nosotros distinguimos arbitraria-
mente deben estar ligados al nudo de un conjunto sintético.
Esto comienza con la economía. Lo que ha podido, legítima-
mente, nutrir la idea de una Edad Media sombría es -me parece-
su debilidad económica o, más exactamente, las consecuencias
que esto ha engendrado respecto de la vida de las mujeres y de
los hombres de esta época. Pienso, sobre todo, en un fenómeno
estructural de la economía medieval: las hambrunas. No desa-
parecerán sino a fines del siglo XVIII en Francia y en el XX en
Rusia por ejemplo. Sin embargo, se observa su retroceso en
esta época.
¿Esto es debido, por lo menos en parte, a transformaciones cli-
máticas, a una elevación de la temperatura? Se ha pensado en
esto. Sin embargo, todavía conocemos demasiado poco en ma-
teria de historia del clima para afirmar cualquier cosa.
Lo que ha sido importante, es un conjunto de progresos en la
producción agrícola: desarrollo de un nuevo tipo de rotación, la
rotación trienal que reemplaza la rotación bienal y permite intro- UNTREF VIRTUAL | 2
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ducir sobre una tercera parte del terreno nuevos cultivos y obte-
ner, en particular respecto de los cereales, dos cosechas anua-
les; aumento de la producción y del consumo de pan; mejora-
miento del empleo del arado como animal de tiro, más eficaz
que el buey; extensión de las superficies cultivadas, sea por
desmonte - se asiste al retroceso del bosque- sea por el dese-
camiento de los territorios costeros: creación de polders.
Lo que constituye, sin duda, el progreso más espectacular (y el
más seguro) es el aumento demográfico. La población de la
cristiandad, sin duda, se multiplicó por lo menos por dos entre el
siglo XI y el fin del siglo XIII, siendo el período 1150-1250 el más
importante en la aceleración. En ausencia de todo documento
fechado antes de comienzos del siglo XIV, se puede estimar que
la población de Francia pasó entre el Año Mil y 1300 de cerca
de 8 millones de habitantes a 16-17 millones (es decir 20 a 22
millones en las fronteras actuales de una Francia más extendi-
da que en la Edad Media).
Es muy difícil determinar las causas de este desarrollo demo-
gráfico. Es verosímil que la mejoría agrícola, la de la alimenta-
ción -más sin duda que los progresos de la medicina o de la
higiene que no son todavía perceptibles en esta época- repre-
sentaron un papel decisivo.
Pero es necesario insistir sobre un punto: todo a lo largo de este
siglo, los progresos tecnológicos y económicos han sido acom-
pañados por una valorización de la idea y de las prácticas del
trabajo. La bella Edad Media es una Edad Media de trabajado-
res. Es necesario pensar en esta masa de productores que ve,
en ese momento, cómo su actividad se transforma en un valor
reconocido por la sociedad -cosa que muestran numerosos tex-
tos-. Si los campesinos no son alcanzados sino en pequeña me-
dida por esta valorización del trabajo, se benefician sin embar-
go -también ellos- de una mejoría de su estatus jurídico y social,
con la aceleración de la liberación de los siervos.
L'Histoire: El trabajo que es valorizado, ¿es también el de los
clérigos que usted ha llamado los "intelectuales"?
Jacques Le Goff: Lo que asombra en mayor medida efectiva-
mente y que, por cierto, ha nutrido la idea de la existencia de una
bella Edad Media son las creaciones en tres campos: el campo
escolar e intelectual, el campo artístico, el dominio urbano.
Desde el siglo XII se ha asistido a la fundación y al desarrollo de
escuelas urbanas que se prosiguen en el siglo XIII. En las ciuda-
des, y especialmente en aquéllas que poseen una catedral al
lado de la cual se abre una escuela - lo sabemos bien respecto
de Reims o de Chartres - la alfabetización de los niños hace
grandes progresos comprendida la de las niñas, incluso si la
misma no atañe sino a una pequeña parte de la población.
Sobre todo aparece una enseñanza superior, con el nacimiento
de un nuevo tipo de escuelas, que nosotros llamamos "universi-
dades"4 y que la Edad Media designaban con la expresión
"studium generale".
Ya no se trata de las escuelas monásticas reservadas a una éli-
te. Inclusive si las mismas son escuelas eclesiásticas se abren
en mayor medida a los laicos. La primera universidad propia-
mente dicha se funda en Bolonia hacia la segunda mitad del
siglo XII. Es seguida por la Sorbona en 1215, luego las de Ox-
ford y Cambridge a comienzos del siglo XIII. Ciertamente, es el
siglo de las universidades.
La universidad de Bolonia se especializó en Derecho que reviste,
en ese momento, una gran importancia. En este punto es nece-
sario volver al siglo XII, por lo menos para percibir un renacimien-
to del derecho romano y la afirmación del derecho canónico con
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Jacques Le Goff
4 En un principio, universidad designa a un grupo de hombres unidos por su
origen o su oficio. El término designa, en el siglo XII, la unión de maestros y
de alumnos que constituye una enseñanza superior y se abre a los laicos.
Las universidades (las primeras son Bolonia, París, Oxford) se convierten en
grandes centros intelectuales.
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el decreto de Graciano5. A lo que se agrega, en el siglo XIII, la
escritura del derecho de costumbres.
Esa bella Edad Media es un siglo de la escritura y de la lectura
y, ciertamente, un siglo de maestros y estudiantes. De allí esos
grandes intelectuales, Alberto el Grande, Tomás de Aquino o
Raimundo Lulio. Sabemos, por otro lado, que los lectores, cada
vez más numerosos, practican por fin la lectura silenciosa, lo
que va junto a la emergencia del individuo.
La ampliación del mundo de la lectura se encuentra en la difu-
sión de las obras literarias. Si la gran literatura cortés conoció su
desarrollo en el siglo XII extiende su propagación en mayor
medida en el siglo XIII puesto que se produce un acontecimien-
to importante: la aparición triunfante de la prosa, al lado de la
poesía.
L'Histoire: Queda [por aclarar] que, para nosotros, la "bella Edad
Media " es, antes que nada, el tiempo de las catedrales.
Jacques Le Goff: Si, la bella Edad Media es la de una incompa-
rable eclosión artística: es la época del gótico. Un arte introduci-
do en la iglesia abacial de Saint-Denis por el abad Suger, hacia
mediados del siglo XII. Pero las grandes catedrales góticas da-
tan de fines del siglo XII y, sobre todo, del siglo XIII. Una eclo-
sión tanto más espectacular a nuestros ojos puesto que se han
conservado la mayor parte de esos monumentos.
Lo que nos muestra también el arte de las catedrales es que, si
bien tiene raíces rurales, la bella Edad Media es esencialmente
ciudadana. El desarrollo urbano remonta lejos, al Año Mil. Pero
es en el siglo XIII cuando alcanza su apogeo. Las instituciones
urbanas se desarrollan entonces con sus monumentos de pres-
tigio, en particular en Italia y en Flandes. Es en esta época tam-
bién cuando comienza a vivir activamente la plaza pública, lu-
gar de renovación de la sociabilidad, del teatro y de la risa.,
como lo ha mostrado Mikahïl Bakhtine6.
Inclusive la religión es alcanzada. El siglo XIII ve el nacimiento
y el triunfo en Occidente de las órdenes mendicantes, de las
cuales las principales son los franciscanos y los dominicos. Aho-
ra bien, esas nuevas órdenes que deben su nombre de "mendi-
cantes" a su práctica, fundada en la humildad y la pobreza y que
introducen por medio de la predicación una palabra abierta, pa-
labra de diálogo y de llamado, y no palabra de conminación y de
dominación son órdenes esencialmente urbanas: sus miembros,
a imagen de san Francisco o de santo Domingo, no viven en la
soledad del monasterio sino, por el contrario, en medio de los
hombres. Francisco, en el Cántico de las criaturas, cantó a un
universo iluminado por el Hermano Sol y donde incluso la muer-
te es la hermana del hombre.
L'Histoire: ¿Y los reyes? ¿Participan ellos también en esta cal-
ma general?
Jacques Le Goff: A nivel político, los dirigentes y, en particular,
los reyes tienen una mayor exigencia de instrucción. Se rodean
de consejeros y se apoyan sobre las instituciones que les permi-
ten mejor que antes hacer reinar los dos ideales sociales del
cristianismo que definen su oficio: la justicia y la paz . La bella
Edad Media tiende a ser, efectivamente, más justa y más pací-
fica. Los reyes buscan hacer retroceder la guerra privada e im-
poner el concepto y la práctica de guerra justa. Los siglos XI y
XII habían establecido la "paz de Dios" transformada en la paz
del príncipe; en el siglo XIII se pone en práctica, a pesar de
numerosas excepciones.
Y no sólo se trata de política. Por la misma época se instala lo
que el sociólogo alemán Norbert Elías ha llamado la "civiliza-
ción de las costumbres"7. Un libro de un gran teólogo y sabio
parisino, Hugo de Saint-Victor ha definido -ya en el siglo XII- los
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5 Se trata de un conjunto de textos redactados hacia 1120-1130 y reunidos
por un monje de Bolonia. El decreto de Graciano se impone inclusive como
la posición oficial de la Iglesia.
6 L 'Oeuvre de François Rabelais et la culture populaire au Moyen Age et
sous la Renaissance, 1970.
7 N. Elias, La Civilisation des moeurs , París, Calman-Lévy, 1973.
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principios de las buenas maneras de la mesa: no comer con los
dedos, no enjugarse las manos en sus vestimentas, no volver a
colocar en las fuentes los trozos comidos a mitad o los restos
que han quedado entre los dientes, etc. En el siglo XIII se con-
tinuará reflexionando sobre lo que es un "buen comportamien-
to" tanto en la mesa como en materia de vestimenta.
Así, aparece un nuevo ideal de comportamiento, fundamental-
mente laico y que se da en llamar la "prud'homie" ("probidad").
Podría definírsela como la alianza perfecta de la sabiduría, del
coraje y de la modestia. El rey de Francia Luis DC, san Luis,
será el modelo espectacular. En esta fecha, de manera general,
tanto en la economía como en el arte, es la medida lo que pre-
domina - inclusive si observamos en la arquitectura gótica ten-
dencias a la locura. La bella Edad Media es un tiempo de mode-
ración y de equilibrio.
L'Histoire: ¿Todas esas calmas alcanzan el conjunto de la
Europa?
Jacques Le Gofï: Si. La bella Edad Media concierne la Europa
entera. Es un período en el cual las periferias -que han repre-
sentado un gran papel en la elaboración de la civilización me-
dieval- desde Irlanda -si no desde Islandia- hasta Sicilia logran
acortar su retraso con respecto al resto de Europa. La Islandia
de las sagas, esas grandes narraciones escritas desde fines del
siglo XII hasta el siglo XIV y que contaban toda suerte de histo-
rias, tanto de la Biblia como de las grandes familias islandesas
y de los héroes semi-históricos, semi-legendarios de la isla, la
Noruega en la cual se escribe un tratado sobre el rey ideal, los
países eslavos y húngaros que contienen a los paganos del este
(prusianos, lituanos, cumanos8), todos ellos constituyen parte
de esta bella Europa con el mismo derecho que Francia o la
Sicilia de los reyes normandos o del emperador Federico II.
L'Histoire: Usted habla del combate contra los paganos. Esa be-
lla Edad Media es también la de las cruzadas...
Jacques Le Goff: Es necesario, en efecto, evocar la parte de
sombra del siglo XIII -inclusive si las tropas para la cruzada
muestran tendencia a agotarse-. El historiador inglés Robert
Moore no ha hesitado en definir este período como el del naci-
miento de una sociedad de persecución9. En los siglos XII-XIII,
la cristiandad tomó conciencia de sus conquistas. Y ella, en ese
momento, tiende a defender su territorio, a rechazar todo lo que
podría perturbarla, todo lo que podría poner en peligro su pureza.
Primera amenaza: los judíos. Entre judíos y cristianos la coexis-
tencia durante mucho tiempo fue relativamente pacífica. Una
primera oleada antijudía se manifiesta a fines del siglo XI, con
motivo de la primera cruzada con los pogroms que los cruzados
perpetraron en Europa central. Los judíos permanecen, en el
siglo XIII, como una espina en el talón de la cristiandad, sin
embargo, durante el siglo XIV se verá ampliar el recurso a la
persecución y a la expulsión. El siglo XIII, a este respecto, es
más tolerante. San Luis encarna bien las hesitaciones de los
cristianos en relación a los judíos: por una parte la política anti-
judía, con la lucha contra el préstamo a interés practicado por
los judíos y el llamado a una campaña de conversión; por el otro,
su protección en ausencia de jefes políticos o religiosos surgi-
dos de sus filas.
Un cambio tuvo también lugar en el campo de la sexualidad. En
el siglo XIII se estableció firmemente la institución del matrimo-
nio cristiano, monógamo e indisoluble, completado en la prácti-
ca por la obligación de la publicación de las amonestaciones
matrimoniales en las iglesias (impuesto por el concilio de Letrán
en 1215); al mismo tiempo, se refuerza la persecución de homo-
sexuales. En verdad, la condena de esta práctica remonta a
comienzos del cristianismo pero la alta Edad Media (siglos V- X)
había sido relativamente tolerante a su respecto. Inclusive, se
ha podido hablar en la primera mitad del siglo XII de una "cultura
gay" cristiana. En el siglo XIII con la elaboración del concepto de
contra-natura, concomitante a la revalorización de la Naturaleza
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8 Pueblo nómade originario de Siberia occidental y establecido en el siglo XI
en el sur de Rusia.
9 R.I. Moore. La Persécution. Sa formation en Europe, Xe-XIIIe siècle. Paris,
Les Belles Lettres, 1991.
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y la asimilación de la sodomía a la homosexualidad, el acoso a
los homosexuales se hace más vivo"10.
Pero lo que viene a perturbar la pureza y los logros de la cris-
tiandad es, sobre todo, la herejía. Así, en el curso del siglo XIII,
los heréticos se multiplicaron y, a comienzos del siglo XIII, se
transformaron para la Iglesia en uno de los principales proble-
mas, si no en el principal. La Iglesia y los gobernantes cristianos
recurren entonces a instituciones, a métodos que, a los ojos de
la historia, representan las mayores perturbaciones aportadas a
la belleza de la Edad Media. Fue la instauración, en 1233, de
una nueva institución judicial consagrada a la lucha contra la
herejía, la Inquisición, que practicó ampliamente la tortura du-
rante mucho tiempo reservada a los esclavos11. Las hogueras
de heréticos se multiplican. Si la luz ilumina las catedrales góti-
cas, los rojos [resplandores] de las hogueras empaña la luz de
la bella Edad Media. El siglo XIII es, pues, como el sol de Paul
Valery, engendra una "lúgubre mitad", una parte de sombra.
L'Histoire: ¿Qué es lo que cambia en los años de 1260?
Jacques Le Goff: La bella Edad Media comienza entonces a
desmoronarse. Esto se ve inclusive en los mismos espacios en
que se ha afirmado mejor: las ciudades, donde se multiplican
huelgas de trabajadores y revueltas de pobres. El crecimiento
demográfico pierde aliento, la extensión de los cultivos se detie-
ne, los gobiernos se perturban, las obras de las catedrales no
se concluyen. Si los heréticos han sido más o menos contenidos
o rechazados, los judíos están allí y las expulsiones, los po-
groms se desencadenan. Por fin, a comienzos del siglo XIV, la
hambruna retorna con fuerza.
Finalmente, la bella Edad Media perderá inclusive su capital,
Roma -en la cual el jubileo de 1300 ha sido la culminación del
bello siglo XIII religioso- y que los Papas abandonan por Avig-
non en 1309 frente a la agitación de la población romana12. Que-
da por decir que, durante ese bello siglo, se construyeron los
palacios que encaman su poderío13.
L'Histoire: Floración de catedrales, fundación y éxito de las ór-
denes mendicantes, poderío de los Papas, por otro lado, en su
lado sombrío, cruzadas e Inquisición: ¿el siglo XIII es también el
triunfo del cristianismo?
Jacques Le Goff: Desde los sacramentos constituyendo septe-
nario (los siete sacramentos) a los impuestos (diezmos) cobra-
dos en toda la cristiandad, la Iglesia, con el reforzamiento del
poder pontificio, domina más que nunca la cristiandad. Merced
a la órdenes mendicantes en particular, criticadas sin embargo
por su intrusión en todos los asuntos de los cristianos, los hom-
bres y las mujeres de la bella Edad Media conocen un entorno
religioso firme y rico. La instauración de fiestas como el Corpus
Christi simboliza el desarrollo de la liturgia. El concilio de Letrán
IV en 1215 impone la comunión anual de todos los fieles de los
dos sexos a partir de los 14 años. En el siglo XIII, los cristianos
se confiesan y comulgan; practican también las obras de miseri-
cordia, en lo sucesivo formacodificada de la caridad cristiana.
Las creencias, también ellas, evolucionan. Por un lado, los hom-
bres del siglo XIII dirigen una nueva mirada sobre Cristo que es
menos el Cristo glorioso de la Resurrección que el Cristo su-
riente de la Pasión. La bella Edad Media -Philippe Ariès lo com-
prendió bien14- domesticó la muerte. Por otra parte, el culto ma-
riano es objeto de un fervor excepcional. Por fin, la Trinidad (el
Padre, el Hijo, el Espíritu Santo) comienza a entrar en la devo-
ción cotidiana de los cristianos. El politeísmo latente que, yo creo,
ha existido en el fondo de las creencias -a despecho de la firme
salvaguarda del dogma monoteísta por la Iglesia- desapareció
lentamente.
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10 Cf. J. Rossiaud. "Comment l'Eglise a mis les sodomites hors la loi" , en-
trevista. Les Collections de L Histoire , nº 5. pp.58-63.
11 Cfr. dossier L 'Histoire, n° 259.
12 El Papa francés Clemente V, elegido en 1305, se estableció en Avignon
en 1309. A partir de 1378 hubo dos Papas: uno en Roma, otro en Avignon.
Es el Gran Cisma. Terminó en 1417 y, definitivamente, en 1439. 
13 Cfr. Agostino Paravicini Bagliani. La cour des papes au XIIIe siècle, París,
1995.
14 Ph. Ariès, L 'Homme devant la mort, Paris, Seuil, l 977.
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Sobre el modelo de las cortes terrestres, las cortes celestes se
enriquecen para inclinarse en mayor medida sobre los cristianos
de aquí abajo: se hacen descender los valores del Cielo sobre
la Tierra. Así, esta nueva región del Más Allá, el Purgatorio, que
apareciera en la segunda mitad del siglo XII es definida por el
cisterciense Cesario Heisterbach, a comienzos del siglo XIII, co-
mo una esperanza para los cristianos: las almas comienzos del
siglo XIII, como una esperanza para los cristianos: las almas
pueden ser liberadas del Purgatorio merced a los sufragios ofre-
cidos por los hombres a Dios 15.
Todos los hombres del siglo XIII son cristianos ciertamente. Pe-
ro, sin cesar de estar animados por la fe y por la esperanza de
la salvación eterna, pueden en adelante esperarla preocupán-
dose por cosas de la tierra. En cierto modo, la bella Edad Media
es una prefiguración de la salvación sobre la tierra.
(Reflexiones recogidas por Héloïse Kolebka).
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15 J. Le Gott "Du ciel sur la terre: la mutation des valeurs du XIIe au XIIIe
secle dans l'Occidentr chrétien" eu Héros du Moyen Age, le Saint et le Roi.
Paris, Gallimard. "Quarto". 2004. pp. 1263-1287. J. Le Goff, La naissanxce
du Purgatoire, Paris , 1981, reeditado en Un autrre Moyen Age , "Quarto".
1999. pp. 771-1231.
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