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' , ~ 1 ' \ I INfRODUCCION A LA VERSION CASTILLANA El libro que tiene en sus miinos el lector surgió del trabajo clínico con niños autistas de un grupo de psicoanalistas y psicoterapeutas de orientación !deiniana durante la década de 1960, bajo la conducción de Donald Meltzer. Lo que iniciabnente fue un grupo de discusión sobre el material dinico de los casos tratados, se convirtió en un grupo de .investigación con el ¡l?trocinio del Melanie Klein Trust y, fi.nalmente , en el equipo que redactó un h"bro donde aparece un enfoque original del "autismo precoz infantil" de Kanner, que ilumina diversos aspectos del desarrollo temprano e interroga sobre algunos teom funda:. mentales de .la teoría psicoanalítica. La obra se divide en tres partes. La primera, que escribe el doctor Meltzer, expone Jos lineamientos teóricus de la investigación y la psicología del autismo; ia segunda ofrece los hallazgos clínicos que son la columna vertebral del libro y sus teorías; la última desarrolla las implicaciones derivables de esos estudios en dos parámetros teóricos: la relación del autismo con los estados obresivos y la construcción del espacio mental -la dimensionalidad, como la Ilarna .Meltzer- .en el niño autista (o, mejor dicho, postautista). Si bien la modestia y la actitud metodológica de los autores calif!C!n a esta labor como exploración, vale Ja pena advertir al lector que no sólo se encontrará con un rico material clínico, lleno de sugerencias y de observaciones precisas, sino también con un cuerpo de teoría que seguramente lo llevará a voh'\:r a pen- sar algunos de los conceptos básicos del psicoanálisis. Porque, efectiv".<!llente, a través de su trabajo clínico y al confrontar a los distintos pacientes entre sí, los autores llegaron a localizar algunas modalidades del funcionamiento mental de los nifíos autistas, que aparecen y reaparecen contínuunente, y que sin duda tienen también alcance general. Estos fenómenos son, principal.mente, tma forma especial de disociación que ya Meltzer estudió en. Sexual States o[ Mi:nd con el nombre de desmantelamiento, una falla a.otoria y singular en las categorías de espacio y tiempo, una utilización arcaica de los mecani:!mos ob- sesivos y el fenómeno de la desmentalización, que puede considerane como el caso extremo del desrnantelarrúento. Desde el punto '<le vista nosográfico el aporte más importante del hl>ro es., sin duda, la neta separación que establece entre el estailb autista (autismo precoz infantil . propiamente dicho) y lo$ estados postautistm. La relación. entre uno y otros · es la clásica de enfermedad y secuela, como proceso y defecto esquizo- frénico, por ejemplo. · 1 1 .• 12 R. H. ETCHEGOYEN Lo que caracteriza al estado autista es la suspensión inmediata Y transitoria de la actividad mental. Este fenómeno, Ja desmentalización (la elegante palabra inglesa mindlessness se convirtió en la edición castellana en el insatisfactorio neo- logismo "desmentalización"), parece ser un intento de paralizar literalmente la vida mental, con su cualidad significativa y su inherente relación de objeto. La desmentalización se compone de una serie de hechos (o eventos), pero no de experiencias en cuanto acontecimientos significativos capaces de almacenarse como símbolos mnémicos a la manera de los elementos alfa de Blon. Se crata de una serie de secuencias linealés neuro-fisiológicas cerebrales, no de actos psíquicos, donde se suspende la \·ida mental como en el petit mal. Como es na- tural, si esto es así, en el análisis nos encontramos con una momentánea suspen- sión de las transacciones transferencialcs. Esta concepción del estado autista surge, pues, de b. observación psicoana- lítica en su campo específico, la transferencia; y alcanza una importante confir· mación indirecta al estudiar el desmantelamiento en los estados postautistas. Cuando este fenómeno opera en toda su amplitud, cuando se van desrnante· !ando uno a uno Jos diversos sentidos, se l:ega a la desmentalización del estado autista, en que se suspende la percepción del paso del tiempo. Mientras que la disociación (splittíng), tal como la entiende Mcl3nie Klein, emplea impulsos destructivos Para efectuar ataques al vínculo ubjetal 1 Bion), el desmantelamiento · es un proceso muy diferente. Ante todo. es pasivo, pues se realiza a través de una momentánea suspensión de la atención, en el estricto sentido en que ya lo descubrió Harry Stack SuUivan en sus esquizofrénicos de los años treinta. La atención se deja atraer por los estímulos, con lo que se pierde el "sentido común" de Bion (y de Sullivan). Los sentidos vagan y se ads- cnben versátiles á Jos estímulos más llamativos del momento. Con este procedí-, ' miento, el aparato mental se descompone: en el doble sentido de que no fun- ciona y queda en pedazos. Este proceso, sin embargo -afirma Meltzer- en cuanto se realiza pasivamente y no echa mano al sadismo ni a Ja violencia, no tiene por qué acompañarse (ni de hecho se acompaña) de angustia, de dolor mental. . Este razonamiento, central sin duda en las teorías del libro, debe considerarse plausible pero difícil de testear. Para sostenerlo hay que recurrir a la hipótesis ad-hoc de que el sadismo que aparece en los historiales clínicos de los niños autís- tas presentados (y desde luego en los perversos, donde el desmantelamiento expli· ca buena parte de Ja psicopatologíá, como propone Meltzer en el capítulo 15 de Sexual States of Mind cuando estudia el juguete fetichista) no se refiere a Ja esencia de Ja situación sino a lo que se agrega. Esto merece, a mi juicio, una cui- dadosa reflexión, máxime si se tiene en cuenta que Ja suspensión de Ja atención que se describe como el punto de partida de todo el proceso es al fin de cuentas un acto activo que, por tanto, hace responsable al yo que lo ejecuta. No se puede descartar que operen aquí mecanismos fuertemente sádicos, ct>mo Jos que Bion describe en' las otras psicosis, como el ataque al aparato mental y al pensamiento - paralelo al ataque al vínculo-. la geografía de Ja personalidad en cuanto al espacio vital o mental, que ya pr-eocupa a Meltzer en 1966 (Anal Masturbation and projective identificaticn) INTRODUCCtON 13 y en 1967 (The Psychoana1]1ÍCl1l Process ), adquiere esta vez una diáfana claridad. Se definen sus cuatro (o cinco) regiones especiales: interno o externo al self, dentro y fuera del objeto r. quinto, el n<rlugar de las formaciones delirantes. Salomón Resnik, entre otroi autores, se ha ocupado penetrantemente en los ú1- timos años de la vivencia dri .espacio, una línéá de investigación que viene de la fenomenología categorial d.e ciertos existerA";alistas, como por ejemplo Ellen- berger, que se apoyan en Le remf?S vécu, de M.ii}ko'il>'Ski, y en los también clásicos .trabajos de Binswanger sob·~_ra manía. Los niños autistas sufren un retardo en el desanollo 1 porque no pueden dife- renciar estas cuatro áreas de ra fantasía. Este proceso es muy temprano y no se ve afectado en otras enfermedad>!S mentaJ.e.s ~para los autores - he aquí su importancia- es anterior a las confusionei geográficas de la identificación · proyectiva masiva. Lo que llama Ja atenció::. en .el comportamiento del niño en el cuarto de juego (en la transferencia) es qu~ no puede adquirir la experiencia. de estar dentro y fuera .del objeto, porque el objeto (madre) es plano, bidimensional, sin espesor ni interior. El objeto apare..-e abierto y sin defensas, sin esfínteres, y es sólo a través de la reconstrucción lfe esos esfínteres a partir de un pezón-pene guardián, que se repara Ja figura rn.ai<!rna y se la transforma en un continente adecuado, como lo prueban convincen.:emente el hermoso material de Bauy y el excelente trabajo de su analista en el c<:::-ítulo . quizá central del hbro. Los autores se inclinan a pensar que esta especial configuración del objeto materno tiene que ver sin dtrl.a con la actitud de llll2 madre que no presta al niño Ja debidaatención (como b sugiere el hallazgo de cuadros depresivos post-par- tum), pero principalmente .:on la estructura del niño, por sus intensos deseos posesivos, sus celos, su exa..:erbada y voraz sensualidad, etcétera, En este punto los autores se acercan al á:"!a del desarrollo emocional pñmitivo de Winnicott pero no a sus soluciones, ~'l. que no piensan que todo depende de las deficien- cias radicales de Ja madre. sino también y especialmente de los impulsos del hijo, de su estructura mental. -be· todos modos. Ja e!U'Uctura del yo que observan en Jos niños autistas acerca a los autores a los co:lceptos freudianos de identificación primaria y de nar- cisismo primario, donde se mperponen la identificación y Ja caiga de objeto, con lo que tendríamos que reph:uear todo el desarrollo temprano en cuanto a Ja teo- ría de las posiciones, de Melz::ie Klein. Uno de los aportes más brillantes del libro es el estudio de los mecanismos ob- sesivos en los ·niños autistas. Sigue aquí Meltzer una línea de· investigación que lo ha preocupado desde su ya citado trabajo de 1966, y en realidad antes, cuando en 1963 hizo su valiosa Contrieución a la merapsicologúz de los atados ciclotímicos. Los mecanismos obsesivos ienen que ver primariamente con el control omnipo- tente y Ja separación de los t0bjetos en Ja constelación edípica. Los niños postautis- tas prueban que -estos me:anismos p1:1eden ejercitarse sin recurrir al sadismo y al ati:que al vínculo, smi simplemente al desmantelamiento que desconecta los objetos entre sí en el mmdo interno sin que sobrevenga daño o dolor mental. (Cabe aquí el mismo intemgante anterior: ¿cómo es posfüJe que los celos no se acompañen de sadismo?) 14 R. H. ETCHBGOYBN Meltzer considera que los mecanismos obsesivos de los niños autistas son los más primitivos de la patología y, en ese sentido, ofrecen una perspectiVa singular para comprenderlos mejor en . otras áreas, porque aquí muestran, con particular simplicidad, la esencia del fenómeno que puede descubrirse sencillamente como una técrúca de aislamiento sensorial. Como hemos visto, la tesis del desmantela- miento implica que los procesos más primitivos de la percepción se realizan a tra- vés de la integración de los sentidos, en el pasaje del nivel neurofisioJógico al méntal. A esta categoría pertenecería la función a1fa de Bion, que reúne el mate- • rial en bruto del funcionamiento mental, los datos a los cuales se les va a atribuir un significado (véase pág. 189 de esta obra). Vale la pena destacar que, para Me 1.tzer, este sigrúficado no se obtiene por un proceso de creciente abstracción sino por la conjunción constante de las preconcepciones con las realizations de Bion. La esencia del autismo radicaría en este punto, es decir, en el punto en que apoya el mecanismo obsesivo, como un tjpo especial de funcionamiento mental que ataca en su origen la capacidad de realivir los actos mentales que llevan a esta- bÍecer el sentido CÓmún de Bion, es decir, a Integrar las diversas experiencias sensoriales a las cuales se les pueda asignar significado (véase pág. 1 90). El me- canismo obsesivo arcaico que opera en el autismo tiende a separar las expe· riendas sensoriales a través del desmantelainiento, de modo que se les quita su significado, en cuanto descienden del nivel del .. sentid<.i común" al de eventos o hechos neurofisiológicos. El otro campo de investigación que se abre a partir del autismo es el de Ja concepción de la mente en función del espacio, donde Meltzer parte del breve pero inagotable trabajo de Esther Bick de 1968. Mientras que el mundo "desmentalizado" del autismo propiamente dicho se puede caracterizar como unidimensional, el mundo del estado postautista es cla- ramente bidimensional. El mundo unidimensional superpone el tiempo y la distancia con el instinto (trieb), tal como lo describe Freud en el Proyecto, en.el capítulo séptimo, y en los Tres ensayos. Es un mundo radial que tiene su centro en el sel[, del que parten los impulsos hacia los objetos. · El mundo bidimensional -que en alguna forma Freud describió en El yo y el ello- concibe el objeto como una superficie, y el yo no puede ser más que otra superficie sensible, que percibe las cualidades sensoriales del objeto. En este mundo no cabe la introyección de los objetos ni el pensamiento y la memoria: nada cambia y el tiempo es circular. Como h~os visto antes, este tipo de rela- ción tiene su punto de partida en un objeto-abierto, sin defensas ni esfínteres, un pecho sin pezón-pene que lo haga resistente a la penetración. (La similitud de algunas de estas concepciones con las descripciones del psiquismo fetal de Amaldo Rascovsky saltan a la vista.) . Es sólo después que los objetos se han podido vívenciar como resistentes....- ª.13: penetración que dejan de ser de papel y adquieren orificios, esfínteres, espa- cialidad. La ~tapa decisiva del análisis de Bany (y también de John) se da preci- samente en este conflicto fundamental. • INTRODUCCION IS Sólo ahorn puede el sel[ sentirse contenido en el objeto, puede ubicarse den- tro o fuera de él, y sólo ahora ~orno dice E. Bick- empiezan a operar los meca· nisrnos de identificación proyectiva; el tiempo se hace reversible y oscilatorio, en cuanto se lo compu~ como entrar y salir del objeto. Es el mundo tridimen- sional, donde funciona soberana Ja identificación proyectiva. Como ya sabemos por trabajos anteriores de Meltzer, un mundo tetradimen- sional se alcanza por fin cori el advenimiento de la posición depresiva, es decir, con la· operación de la identificación introyectiva que nos hace sentir dolorosa- mente que el tiempo es irrecuperable y avanza siñ cesar. Hay que subrayar que el tipo bidimensional de relación de objeto recién descrito se define tarnbiép. por una forma especial de identificación: la identifica- ción adhesiwz. Uno de los capítulos más importantes del libro es, sin duda, el que trata del proceso de identificación. Freud había distinguido dos tipos de identificación, primaria y secundaria, esta última heredera del complejo de &iipo y proveniente del proceso de introyección que Ferencti describió en 1909; aquélla, anterior a toda carga de objeto. · A partir del trabajo de 1946, y siguiendo hasta cierto pun:to estos geniales atisbos freudianos, Meiltnie Klein distingue también dos tipos de identificación, proyectiva e introyectiva, que dentro del marco de sus teorías quedan referict'ls a la posición esquizoparanoide y depresiva. Durante muchos años los seguidores de Melanie Klein consideraron que identificación proyectiva era sinónimo de identificación narcisista, tanto como identificación introyectiva lo era de' duelo y pérdida, de relación objeta!. El trabajo de Esther Bick abre un nuevo sendero al afirmar que, al lado de (¡y antes de!) la id~ntificación proyectiva, eúte otro tipo narcisístico de iden- tificación, la identificación qdhesíva, nombre éste que quiere subrayar el tipo superficial, de piel a piel, que caracteriza el proceso. Por todo lo que se ha dicho antes, se comprende que la identificación adhesiva de Bick está ligada inequí- vocamente, en las teorías de M.eltzer, a la relación de objeto bidimensional. Estos conceptos, identificación adhesiva y relación de· objeto bidimensional, parecen ser dos instrumentos sensibles para comprender algunos aspectos de la psicopatología, que ya llamaron la atención de Helene Deutsch, Winnicott y mu- ch~ otros. Es discutJ.l>le, en cambio, si implican también una teoría del desarro· llo temprano. Si consideramos, como a veces parecen pensar E. Bick y los autores de este hl>ro, que la rela.ción de objeto bidimensional y la identificación adhesiva son condición necesaña para que se pongan en marcha los procesos de disocia- ción e idealización que según M. Klein inician el desarrollo humano, deberemos entonces admitir algo previo a Ja posición esquizoparanoide. Esto nos acerca al narcisismo primario de Freud y de Anna Freud, de Spitz y tantos otrosteóricos del psicoanálisis, lo mismo que al desarrollo emocional prirrútivo de Winnicott y a laS _ideas que José Bleger expuso brillantemente entre nosotros a partir de sus con- ceptos de sincretismo, posición glischro-<:árica y objeto aglutinado. Recuerdo una conversación que, tiempo después de haber terminado mi análisis, mantuve con Racker sobre la depresión primaria q).Je él -<:orno Enrique 16 R.H.ETCHEGOYEN Pichon Riviere- ponía al comienzo del desarrollo. Decía Heinrich que le pro- puso esta idea a Melani.c KJein y que ella pensó y dudó, hasta que finalmente dijo que no, que no había una depresión primero que la posición esquizoparanoi- de. (Después, León Grinberg reformuló el problema al postular que la culpa per- secutoria es anterior a la posición depresiva.) Conversando recientemente con Meltzer, le pregunté si creía que 1',s hallaz- gos con Jos niños autistas implicaban una revisión del de~arrollo. Conte.stó con prudencia y modestia que se está explorando algo nuevo pero es todav;a impo- sible decidir hasta dónde pueden llegar (y llevar) estas ideas. Para terminar este largo prólogo - que ya se está convirtiendo en una intro- ducción algo pesada a un libro hermoso- diré que creo posible que, al comienzo del desarrollo, las relaciones de objeto sean simultáneamente bi y tridimensio- nales y que los mecanismos de introyección y proyección no necesiten un ámbi- to especial y espacial para ponerse en marcha. Es posible que, como diría un etólogo, vengamos programados para ello -es decir, que existan en nosotros a priori las categorías kantianas- y que, como nos recuerda bellamente el poeta, se hace camino al andar. R. Horacio Etchegoyen. Buenos Aires, 2 de mayo de 1979. ' ' PARTE A TEORIA , ' CAPITULO 1 OBJETIVOS, ALCANCES Y METODOS DE LA INVESTIGACION Donald Meltzer ~- • Este pequeño libro no lleva la intención de ser el estudio exhaustivo de un síndrome patológico particular.. Quizá se acerque más al relato de un viajero que al informe de un estudio científico. Podemos decir qué dirección marcó la brújula, qué equipo hemos U.evado con nosotros y qué experiencia de anteriores travesías sirvió de base a nuestros juicios. El resto consiste en b descripción del terreno y sus habitantes, flora y fauna, y de las aventuras del camino. Además todo fue organizado a posteriori, porque nada fue planeado previamente. En primer lugar pensamos en organizamos como grupo con la intención de discutir y sólo más tarde para redactar y publicar nuestras experiencias. En reali~d los niños descritos en los capítulos siguientes fueron de los más interesantes de un grupo mayor tratado mediante el método psicoanalítico, tanto en privado como en clínicas, durante el período que Ya desde 1960 hasta 1970. Habían dos factores comunes en todos los casos, que eran: (a) todos los terapeutas se habían fonnado con el método psicoanalítico de terapia i(lfantil que desarrolló Mel.anie Klein, y (b) todos fueron supervisados, de tanto en tanto, por uno de nosotros (D.M.), reconocido por su interés especial en los niños autistas y por haber tenido cierta experiencia en su tratamiento mediante el método psico- analítico. Mientras el trabajo clínico progresaba siguiendo su propio ritmo y apa- recían nuevos descubrimientos en un tratamiento tras otro, surgió una visión definida del autismo, que difería en gran medida de cualquier otra sugerida anteriormente en Ja literatura psicoanalítica o psiqui:itrica de niños. En ese mo- mento, en 1967, el Melanie Klein Trust nos otorgó una subvención para que, reunidos como grupo de inves:igación, pudiéramos re<isar la experiencia, lo que llevamos a cabo mediante seminarios quincenales durante tres años. Los frutos de ese trabajo se concretaron en varios escritos presentados en u n congreso de psiquiatría pediátrica de Roma (D.M.), en la British Psychological Association (D.M.), en la Association of Chlld Psychotherapists (S.H.), en un congreso inter- nacional de psicoanálisis (D.M.). Pero el total ha sido laboriosamente reunido · para formar un libro que creemos tiene una lógica interna y una secuencia con- vincentes. El _alcance de estas investigaciones es, pues, l:iasta.nte limitado. Hemos prac- 20 D.MELTZER ticado terapia psicoanalítica con varios niños que creemos entran en la categoría del autismo precoz infantil aunque en diferentes estadios de evolución. El objetivo ha sido puramente descriptivo: encontrar un lenguaje carente por un lado de todo · sentido de jerga y por otro de ambigüedad, que pudiera comunicar la especial cualidad de las relaciones humanas, la visión del mundo y los procesos del desa- rroµo presentados por estos niños, en el encuadre part icular de la pieza de j uegos del consultorio psicoanalítico. El método terapéutico no ha sido diferente en punto alguno del empleado en el tratamiento de n iños neuróticos o psicóticos, como fuera descrito por Melanie Klein en The Psychoanalysis of Ou1dren•, y ejemplificado en la Narrative of a OüJd Analysis**. La esencia del método es una investigación sistemática y sin cortapisas de la transferencia. El material descrito y discutido en los capítulos siguientes mostrará que poco o nada debe a otras fuentes de información y que, indudablemente, las formulaciones teóricas que hemos logrado al unificar nuestras descripciones se basan enteramente en las transacciones observadas entre el niño y el analista en la transferencia. Sin embargo, no debe pensarse que al hablar de "descripción" estamos blasonando de ser objetivos; que al tratar de librar a nuestro lenguaje de toda jerga nos hemos puesto a cubierto de emitir juicios. Por el contrario, darnos por supuesto que el método psicoanalítico es subjetivo, introspectivo, que emplea constantemente juicios difer~nciales y está basado sobre un sistema de preconcep- tos que abarca la historia vital de cada terapeuta. La posición que reivindicamos, la de haber logiado unificar, simplificar y armonizar estas experiencias individua- les, puede ser muy extraordinaria o bien un flagrant e autoengaño. En realidad, sin embargo, creemos que después de varios años de haber luchado entre nosotros, con el material, la insuficiencia del lenguaje y el. carácter casi exótico de los niños, esta lucha ha dado frutos q ue son al menos suficientes para superar la vacilación de publicar nuestros hallazgos. De todos modos, por el hecho de que no pueda presentar hallazgos t erapéu- ticos o anWlciar la solución de nada, este hl>ro va a ser decepcionante para el lector . Para el lector alerta va a ser rápidamente evidente que estamos en el que- hacer de localizar los problemas más que de resolverlos. Esta es probablemente la verdad fun~mental acerca de las ciencias humanas en general y del psico- a~lisi~ en particular. Creemos, entonces, haber localizado ciertos fenómenos muy m1stenosos de la mente al haberlos reconocido operando en estos niños en forma condensada. Estos fené::ienos - el desmantelamiento, el deterioro de los con- ceptos de tiempo y espacio, el empleo de la ·desmentalización••• como un recurso para ganar tiempo- todo esto nos parece que ilumina ciertas modalidades de pensar y de establecer relaciones que pueden apreciarse en otras circunstancias, tanto en gente normal como enferma, sea en el oonsultorio psicoanalítico como en la vida cotidiana. • Hay versión castellana: El p:ricoanálifü di! niños. Buenos Aires, Hormé, 1964; incluido en Obras completas.!· Buenos Aires, Paidos-Hormé, 1977. ¡T.) ~· H~y ve1'1ión castellana: Relato del psicoanálisis de 1.111 l!iño. Buenos Aires, Paidós, 1961; •nclutdo en ObrOJ completas.. 5. Buenos Aires, Paidós-Hormé, 1976. (T.) •••Usaremos el ncolovsmo "desmentalizacióntt para tnducir mindlemes;. (N. del s.¡ l CAPITULO JI LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISrAS Y DE LA MENTAUDAD POSTAUTISTA Donakl Meltzer En este capítulo queremos presentar en forma esquemática 12 formulación general de nuestros hallazgos, que a continuación serán descritosdetalladamente por cada terapeuta en particular. Nos ha sorprendido a todos en cierta medida la complejidad de las ideas q ue hemos desarrollado durante los aiios de trabajo en común. No podemos pedir disculpas por esta complejidad en ri, excepto en lo que respecta a no poder responder si se debe a una incapacidad nuest<-a e:n alcanzar formulaciones y modos de expresión más simples, más miplios y más precisos, o si la complejidad reside ciertamente en la naturaleza propia del ma- terial. El aspecto ~s importante de esta complejidad radica en el punto de vista que tiende a dividir el estado autista, propiamente dicho de las cualidades de la n1ente en general que aparecen en estos niiíos durante el desarrolb, y que están en cierta forma fuera del autismo propiamente dicho - lo que DWJamos estado residual de~ a~tismo-. En sí misma, no parece ser ésta una idea muy complicada, ya que está V'Ulculada al concepto común en medicina de enfermedad y secuela; la complejidad reside realmente en la peculiar forma en que las dos se entrelazan e~ cada niño durante cada período particular de observación. Esto va a ser ejem- p,lificado muy claramente en el material de Timmy (J .B.), cuya observación dio lugar a un modo de estudio muy convincence. A lo largo de un periodo de meses se hizo claro que cierrtas formas de comportamiento que aparecían repetidament~ constituían el fenómeno autista en Timmy, y mediante la selección de los datos que parecían claramente escapar a esta categoría para enhebrarlos después como perlas en un hilo pudimos reconstruir secuencias (cubriendo a veces varias sesio- nes) pasibles de ser interpretadas como si efectivamente hubieran sido consecu- tivas. El resultado fue algo semejante a la fotografía cinemática de la apertura de las flores., en que tomando fotos con intervalos de pocos minutos es posible delinear un proceso de desarrollo y crecimiento que no es visible para el ojo desnudo. Sin embargo, tal vez más importante que la revelación particular sobre Tim- --' 1 22 D.MELTZER my, fue la certeza que ganamos a partir de esta observación sobre el grado de aislamiento que estas dos categorías de fenómenos ·mantienen en la mente del niño. Por supuesto, no es una novedad que distintas partes de la mente puedan ser mantenidas a cierta distancia y en un mutuo descondcimiento; éste es un lugar común para la represión, los· procesos de disociación y los sistemas deliran- tes. Pero lo que apareció como gran novedaJI y como deslumbrante exh.füición de la velocidad y complejidad del aparato mental fue la manera en que estas dos categorías de fenómenos estaban · entrelazadas y combinadas. En esta yuxtaposi- ción de estados mentales, ei 1enómeno autista pudo ser visto en relación al mate- rial de la transferencia, como aparecen las bruscas perturb"aciones del juego en el análisis infantil. Pero mientras la perturbación del juego está relacionada a un cambio que implica un nivel o aspeéto diferente de la situáció.1 transferencia!, la perturbación autista daba una impresión muy distinta; se asemejab2 a la inser- ción de un ataque de petir mal en la conversación: como si, de haber sido éstos procesos verbales, la oración interrumpida fuera posteriormente comple- tada una vez que cesaba el "ruido" autista. Barry (D.W.), bastante mayor, desa- rrolló en sesión la pauta de dormirse, que daba la misma impresión de funciona- miento mental suspendido. Lo importante de esta :suspensión de las transacciones t~ansferenciales es que gradualmente nos pareció ser la clave para la comprensión del problema central en el autismo: en especial la cualidad del estado-auti.5ta y su singular impacto en el desarrollo de la personalidad. El problema de encontrar un lenguaje con el cual describir nuestra comprensión de este estado es imposible de superar sí queremos evitar una espiral tautológica de palabras que gradualmente se estrechan en el nudo asflXiante de la jerga. EL ESTADO MENTAL AtmSTA Como sugería Whitehead 1 , permítasenos penS3! del pasado, dd ¡)resente y de! futuro en su forma más inmediata, estrechándose sobre el ínfimo período de (digamos) dos décimas de segundo: el ahora como una décima de segundo.pasada o una décima de segundo por venir. Consideremos la vida avanzando en movi- mientos ondulares como é:ste, en que el presente se anticipa como el surfista en la cresta de hechos arrolladores que giran, mientras el momeuto presente pasa a ser recuerdo y el momento anticipado arnl>a convirtiéndose en la expe- riencia presente. Aplastado entre el pasado y el futuro este momento presente s~~ía inexistente, alcanzando sólo una precaria realidad psíquica en la organiza- ci?n de los recuerdos. Seria realmente retrospectiw, aunque sólo fuera por una decirna de segundo. Si imaginamos entonces que este hilo del tiempo ha enhebrado esas perlas "; _ ... 1 Ad~nturts in Ideas. 1 } i '1 . l LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 23 de recuerdos de que ya hemos hablado, podríamos tenutivamente considerar · Ja vida mental así definida, como esencialmente diferente de la secue-ncia lineal de la actividad neurofisiológica en el cerebro, concreta, incomparable, urúda punta a punta. Los hechos mentales serían a la actividad neurofisiológica como la frecuencia modulada es a su banda portadora como modelo. Este modelo es- · central en cualquier concepción que considere que la eseaicia del proceso autista - propiamente dicho es una suspensión de la vida mental Al delinearlo de esta manera, colocamos los eventos que lo forman fuera del flujo de ios recuerdos _que se a~n y eventuahnente.....se.._organizan. Compamto con un ataque de petit mal sugiere la posfüilidad de factores neurofisiológicos que querríamos dejar abiertos a la investigación por otros métodos; nuestro método psicoana- lítico, que depende tan notoriamente de la observación y b interpretación de la · transferencia, no puede hacer nada con el <X>utenido longitudinal del estado autis- ta propiamente dicho. Sin embargo, como cualquier otro observador del · comportamiento, nosotros estamos también en condiciones de formular algunos 'conceptos acerca de la estructura y la dinámica del corte transversal. Esta formula- ción, que queremos ahora presentar esquemáticamente, seri ejemplificada en par- ticular con el material clínico de Tirnmy (J..B..), pero sus detalles fueron tomados de dos fuentes; la primera ya mencionada es básicamente la observación directa del fenómeno autista; la segunda, a la cual debemos gran parte de nuestra convic- ción acerca de este primer tipo de datos, es de carácter reoonstructivo: a través del reconoci~ümto de las -cualidades de la mente que son prry1i4:res. al eStado y al [Éncionamz~nto de estos nlnos....fi,tera....déúlomjnio Jiel autismo piopiamente dicho, odemos ver. d l -adai separa&imente varias tendencias que, cuando se e ·erci- !an en c.oJ:!Í]i.JJ1fl...JlIJ;¡ucen el es o autista. ¿Cuáles son entonces las tendencias mentales que podríamos nombrar como características, y en ese sentido como requisitos de la aparición del autismo co- mo condición patológica? Va a hacerse evidente que nuestra empresa descriptiva, aun cuando intente permanecer dentro de los confines de la metapsicología, va a encontrarse rápidamente en un paraje tan nebn1oso que, falta de conceptos técni- cos bien establecidos, se verá forzada a retroceder a una mezcla de descripción poética y abstracción filosófica. Lo que fundamentalmente trataremos de hacer es evitar neologismos y falsas precisiones. Para beneficio de b pulcritud psicoana- lítica, los distintos factores serán discutidos bajo el título de económicos, estruc- turales, dinámicos y genético_5_: · fACfORESECONOMICOS · Los nillos que hemos estudiado nos parecieron muy intdigentes .. ¿Qué quere- mos· decir con· estq y cómo hemos !legado .a esta conclmión? Sus procesos men- tales operan a gran velocidad. Aunque dominados por la repetición, es deslum- brante la rapidez con que desarrollan nuevas combinacionesy transformaciones de la misma configuración básica de la fantasía. Su apertun a los datos sensoriales, .. ' • r 1 • 1 1 1 ' 24 D.MJ!LTZER tanto de su propio cuerpo como del ~wtdo exterior! d~ I~ impresión de un apa~a· d d al · to En consccuenaa realmente mtim1da el grado en que d1s· to esnu o 'Vlen . • criminan los detalles del ambiente y cualquier alteración de esos detalles. La com· 1e·idad de su funcionamiento mental abruma constantemente al terapeut~-_ A P J la til za de la respuesta emocional y la sensibilidad al estado f1s1co esto se suma su e · 1 ·¡· · y mental del terapeuta, que excede lugamente la que se encue~tra en e ana 1s1s infantil en general y es por cierto de categoría diferente a la atmosfera del consul· torio de adultos. . . . . Sumada a esta inteligencia y a los factores de sensibilidad p~rcept1va que conectan con ella, estos niños presentan una sensibilidad em.oc1~nal que nos_ ~aría describir como una sue ~ · . · · · n entil. ~u conciencia del estado e s personas a quienes se SJmten intensamente ligados parece realmente :~ener una inclinación de matices depresivos, que es diferente de ~a identifica. ción; consiste, más bien, en una permeab~idad primitiva a las emociones de los demás -otro aspecto de la "desnudez" mencionada anteriormente- . Pero es tam· bién claro que tienden a experimentar a sus objetos. como similarmente pennea· bles y susceptibles de ser bombardeados con la conc1eneta del dolor ?e los otros, e interpretan toda evidencia en contrario como signo de rechazo mas que como indicio de incapacidad de parte del objeto. , •" . , . . Esta tendencia- a ser bombardeados por la co11«iencia del sufrimiento. aJei:io, unida a la de interpretar como rechazo la insensibilidad elilQCional de los .otros, da lugar a una especial vulnerabilidad a las experiencias depresivas catastroficas; esto se verá muy claramente en el material de John (I.W.). . · La posibilidad de que esta propensión al sufrimiento depresivo se relacione con la especial desnudez respecto de las ondas emocionaJes que emanan de los otros, parece encontrar un apoyo adicional en la mínima inten~~dad con q~e se observan las ansiedades persecutorias. Esto tiene que ver tamb1en con .la d1spo· sición gentil que se da en función de míi:umo ~dismo. Lo_ que frecu~.~tement: se presenta como despiadada crueldad hacia_ los. otros b:bes. de mama no esta dictado por. un sadismo que se aferra a la nvahdad para Justificarse_ en su expre· sión, sino que emerge al servicio de una posesividad infle~ole del ob1eto mater_no. El niño autista quiere indudablemente librarse de todo nval, ya que cada pn~ clón o desilusiOn, al parecer, se ex~ent;t_sl~r-~9-t.amente de~tro_~ este marc~ referencial. No t i_enen . particwarme~te lá ~!;!1ción ?e _!nfli&!r do~or?- ni es el g?z~ sadista un rasg~_pr.~J!t~n~ -~u v1~moc1ona.I. S1 bien el s~ntim1ento d~ tr.1un- fo es un i:!!~di~teJegular_.c!e sus placeres, tiene una ~lidad predominante- mente más que sádica, hasta que en el desarrollo postauttsta se establezcan la disociación y la idealización. . .. Esta gozosa posesión del objeto materno constituye una forma pnm1ttva de amor, que es al mismo tiempo tierna y altamente sensual. La. intimi~~ superfi· cia1 de piel a piel que buscan tiende a ser insaciable y a resenttr y .resistir el paso del tiempo. La· intensa tendencia a la repetición en estos niños p~rece. emerger más de este factor que de las irrupciones de la ansiedad persecutona o del asalto moportuno de los instintos desnudos. . Esta lista' bastante impresionante de rasgos disposicionales que contnbuyen a configurar las tendencias econ6micas, parece ser. omnipresente en el grupo, e ":? \ J LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 25 incluso podría ser un requisito de la personalidad. Recapitulando, los factores son: gran inteligencia, sensibilidad_~l~do .. e~onal aje12.o,_pr:o~11S1_o:JU[ij. Írinuento deprCSIVo de J<?L~~~~i~, mí~~-sa~ y en consecuencia míni- ma perse-cu-cíóñ, ce!Ós posesivos; .son_I!_i!los de alta se~d en su amor, paSibles oc una interminable repetición de la alegría y eí triunfo por la posesión del objeto. ---- - - .. - ·--·--- ----.:_ _ _:_ _____ ~- CARACTERISfAS ESTRUCTIJRALES Como ya hemos indicado, adoptamos el punto de vi1ta de que el estado autis· ta propiamente dicho pue..:._ Ser separado de los es+ados mentales que existen en el rñismo niño fuera del autismo. Posteriormente descnoiremos las formas en que uno influye sobre el otro. En este punto debemos encarar la difícil tarea de tratar de definir la estructura del autismo propiamente dicho, que es una estructura men· tal y a la vez, sin embargo, un estado esencialmente desmentalizado. Como ya he- mos dicho, la clave de la situación parece estar en la suspensión temporaria del !C- conocimiento del pasaje del tiempo; pero que es algo muy distinto de las ~versas formas de renegación (denia/) del· tiempo,, del concepto circular, del córicepto oScitante, o del tiempo en alguna fomia fragmentado. Queremos ~- um estructura, la del· yo-ello-superyó·ideal desmantelada en una forma que. posea f:s siguientes cualidades: que sea llevada a cabo en un momento, que sea reversible casi sin esfuerzo, como si fuera nuevamente reunida gracias a la inercia de resortes mentales; sus transacciones deben ser de una cualidad tal que las inha_b_ilit~~ unirse con otros eventos mentales. Para expresar esta última cualidad; q\l_et~ hac.:ir la distinción entre "evento" (o "hecho") y "experiencia", suponiendo que los "eventos" son discontinuos, no aptos para ligarse, y en consecuencia funda- mental1Ílente inaptos para el recuerdo. Los eventos, pues, que se representan en las formas del comportamiento ya descritas por nosotros como la fenomenología del estado autista propÍa.IJ!ente dicho, no se prestan a ser captados por el niño como experiencias, con su ~c terística estructura de un presente como punto infinitesimal comprimido entre el recuerdo y la anticipación. ¿Cómo es que esto tiene lugar? Hemos empfeado ante· riormente· el término desmantelamiento (dismantling), al cual debemos ahora dar una significación precisa a fin de diferenciarlo de los pl'0Ce30S disociativos. Los procesos disociativos emplean impulsos destructivos para realizar ataques al vínculo. Estos ataques son en su mayor parte dirigidos primariamente contra los objetos, y sólo tienen como consecuencia secundaria la división del yo, o más CO· rrectamente del sel/. Esta disociación secundaria parece ser una consecuencia de la división del objeto, a la manera en que la partición en el territorio de una región . disputada entre dos naciones en pleito es capaz de ~ucir una polarización de la población correspondiente: al ser confrontado por w:n división d.el objeto, leal· tades incompatibles lleván al self a dividirse de la misma manera (en el sentido geométrico). Es por esta razón que el proceso primordial de disociación e ideali- zación (splitting-and·idealization) del objeto es el requisito de la ' división ~tre part" b"'"'' y ""bd•hdf y'"' imp"'""· \ 1 1 1 1 ¡ 1 l 1 1 1 ' 26 D.MELTZER . 0n.sideramos el ·"desmantelamiento" como un proceso diferente y con unplicac1ones muy distintas. En primer lugar, nos. parece que sucede más en una fo~a pasiva que activa, de manera semejante a dejar que una pared de ladrillos ca1ga en pedazos por la acción de tiempo, musgo, hongos e insectos, por no haber- ~ reforzado .~º cemento: El desmantelamiento ocurre mediante el recurso pa· s1vo de perrrutl! que los diversos sentidos, específicos y generales, jntunos y ex- ternos, se adscriban al o~jeto más estimulante del momento. Sería mera coinciden- cia si las sensaciones más altamente coloreadas fueran a la vez las de forma más arrobadora, las más olorosas, sonoras y sabrosas, al par que las más suaves y cáli· das del momento, to~s emanando simultáneamente del mismo objeto externo r~I. Salvo para el bebe al pecho, tales sensaciones procederán de unavariedad de Ob.Jetos ~n un momento dado, y con la excepción de las grandes obras de arte 0 ~s c~dades -~ersona.les más carismáticas, a Ea mayoría de Jos objetos se les presta atenc1on. Tendemos a experimentar este despliegue dentro de nosotros COJ!l~ un proceso. activo. Es dudoso que el hombre ocddental en general haya reterudo la capac1da~ de suspender la atención como af"mna el gurú yogui que puede hacerlo a traves de una extrema concentración en la nada. Lo que llama- mos generalm~nte "desatención" es por lo común un extravío de la atención, ya S:~ en el sentido de un enfoque disminuido o de volverse hacia adentso en rumia- ~1on o ei:isueflo diurno. E~os entonces su~iendo la existencia de cierta capacidad para suspender la a~enc10n, cuyos mecarusmos inve:."tigaremos más adelante, que permite a Jos sent~dos vagar, cada uno dirigido al objeto más atractivo del mol71ento¡ Este es- p_arcl!se de los_ sentidos p~ producir el desmantelamiento_ del self. co-rñ; ~parato_mental, pero a la manera pasiva de caer en pedazos. Hay unos juguetes que re~resentan perros, por ejemplo, hechos de cuentas de madera u.nidas por u?os hilos que pasan por orificios en una tabla y se atan a un aro. Un niño soste- ruendo el aro en tensión hace que el perro se pare, y relajando Ja tensión hace que se. desplome X recueste en la madera. Del mismo modo, podemos nosotros conceb~ la atenc10n como los hilos que mantienen Jos sentidos unidos en con- sensua~dad. Este "sentido común", como irónicamente lo Dama Bion, aprehende l?s. _objetos en la forma multifacética que es esencial a los actos mentales, en opo- s1c1on a los even.tos neurofisiológicos. Estarnos empleando un concepto estructu- ~~-1 de la atención similar al usado por Freud al considerar la conciencia como un organo" mental. 0 ; S.i al. ?ecir ~ me~iante~USP..mSÍÓJkd~tencióILel niño ,.pennite que su .. _ ~ nizac1?n ~:ntal caiga _paSXYaJllente. en-pedazos..estamoo-haciendo.una--ra zona. 'lk -aproXImaeto~l-procesQ...qUe_conduce ~tarlo..autista,. parecería muy cierto que ~e e~a forma de r_e.tirada del mundo no pueden resultar ni la ansiedad perse- cuto~ ru la de~per~c1on, ya que oo se ejerce violencia ni contra ~sel/ ni contra el Objeto. Esto. ~p~ca que el restablecimiento de la organización preexistente no va a _suponer ~gun grado de ~ufriiniento mental (Ps ~ D de Bion) que superar. Un eqwvalente social de esto sena, por ejemplo, la famosa historia contada por ~l Sandburg acerca del "Capitán" Abraharn Lincoln cuando joven durante la Black Hawk War" en 1832: "Mientras su capitán ~etraba con d~s pelotones .. LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 27 que avanzaban hacia una tranquera. no pudo pensar qué orden debía darles para que pasaran de a dos. Y entonces ordenó: 'Esta compañía está. de franco por dos minutos, luego de lo cual se formará nuevamente del otro lado de la tranquera'." ASPECTOS DINAMICOS Es nuestra idea, pues, que Jos componentes sensoriales del sel[, desmantela- dos para poder atravesar la "tranquera" autista, pueden también alinearse sin esfuerzo una vez que están del otro lado. A esta altura, probablemente hemos multiplicado nuestros modelos sin haber ganado en claridad, y nos beneficiaremos si nos dirigimos hacia la dinámica del proceso. Aquí nos enfrentamos con la ten- dencia compulsiva que es tan marcad3 en estos niños, y nos encontramos sorpren- didos al desrubrir ciertos aspectos primitivos de la compulsividad, que en sus for- mas de empleo más sofisticadas no son fáciles de descubrir. El rasgo de la com- pulsividad en general más llamativo es la reiteración del acto, o del pensamiento subyacente, en una serie potencialmente interminable que cesa tan misteriosa- mente como comenzó. El estudio de las neurosis nos ha mostrado claramente cuáles son los factores operativos en ellas, de qué manera la separación omnipo- tente y el· control de los objetos inducen ansiedades persecutorias o depresivas, según el grado de crueldad que las motivó. Se puede considerar que la repetición compulsiva expresa la necesidad de un constante control de los objetos, ya que éstos tienden a reunirse, y expresa, por otro lado, la necesidad de servirlos y nu- trirlos, ya que el mantenerlos separados (por interferir con los procesos de repa- ración) tiende a dar lugar a su deterioro . Es evidente, entonces, que en los estados obsesivos hay un interjuego de mo- tivos primarios y secundarios de defensa coot:I3 la angustia. Este énfasis en su papel defensivo contra la ansiedad, edípica en primer lugar y luego persecutoria o depresiva, diliuja un cuadro de la compulsividad como mecanismo de defensa, pero oculta rus raíces más primitivas en la compulsión a la repet ición. Lo que en su primer período de formulación, el "topográfico", Freud mencionaba como la ·atemporalidad del sistema inconsciente (Jnc.), en la teoría "estructural" debe referirse al ello. Como ya hemos descrito con cierto detalle, la estimación del tiempo es c'.ertamente una función del yo. La compulsión a la repetición es el desbordante principio económico del ello, así como el principio de placer-dolor- realidad lo es del yo en su relación con el ello y con el mundo exterior, y como las posiciones paranoide-esquizoide y depresin lo son en relación del yo con el superyó-ideal•. La invertigacióo que hizo Freud de la compulsión a la repetición en Más allá del principio del placer es tal vez demasiado especulativa y cosmológica para ser de uso inmediato en la investigación clínica. Necesitamos un anclaje más neurofcri<>lógico para nuestra concepciÓn. Es cuando intenta entender la naturaleza del ello que' el psicoanálisis vuelve a acercarse al trabajo de otros • Supcryó-idctl: superyó + ide:tl del yo. (Vé:tsc: Saua/ States of Mind, l 973.) (N. del S.) .f - 28 D.MELTZER campos de la psicología como los reflejos condicionados, los estudios de los procesos perceptivos realizados por la escuela de la Gestalt, los estudios etoló- gicos y la neuropatología. Cuando el sel[ se desmantela en sus componentes senso.riales debido a la · suspensión de la función yoica de la atención, un yo ooherente cesa ·de existir temporariamente; cada fragmento o componen- te se reduce a su estado primitivo, dominado por el ello y por su econo- mía y dinámica. Sugerimos que este primitivismo es esencialmente carente de actividad mental, desmentalizado. Sus eventos ño pueden ser considerados como actos mentales y no pueden ser .:xperimentados de ninguna manera que permita su integración en un con. :.<t~o de recuerdos, ni como base para la an- ticipación. - Pero el misterio que surge en el estudio de la compubividad en el neurótico, básicamente qué circunstancias pueden dar fut a la potencialmente interminable tendencia a la repetición, encuentra una posible respuesta en la observación de los estados autistas propiamente dichos. Tanto John {l.W.) como Timmy (J .B.) ilus- tran claramente el alto grado de captación sensual del terapeuta que caracteriza la relación transferencial.!En._nuestro trabajo se hizo muy pronto evidente que era necesario que el terapeuta fuera capaz demoVilizar la atención suspendida del niño en su estado autista, pa:ra traerlo nuevamente al contacto transf erencial. Con este fin, era necesario interpretar constantemente el estado transferencial anterior • a la caída en el autismo, junto con técnicas aprendidas más intuitivamente del em-. oleo de la voz, at~~n }'._~sturaJ.La última incluye un grado de permisividad con respecto al coi.tacto físico, tocar, mirar, oler y gustar, que uno no permi- tiría fácilmente en el transcurso de un análisis infantil corriente. · E:sta disporubilidad corporal directa del analista parece tener un efecto caris- mático por la abrumadora sensualidad oral de los niños. Tinlffiy (J .B.) ponía su boca cerca de la boca parlante del terapeuta y concretamente comía el lenguaje emergente. John (1.W.) miraba a la terapeuta a los ojos o bajo su blusa de la misma manera como escudriñaba a través de laventana de la escalera. la significación q_ue la terapeuta adquirió como pecho, coillú objeto parcial, en la transferencia, se estableció en el tratamiento enseguida, y de una manera sensual primitiva, mucho antes de que pudiera tornar una significación más abstracta, y, por supuesto, sor- prendentemente rápido en comparación con la larga y difícil lucha. para lograrlo en el transcurso del análisis de un paciente neurótico, adulto o niño. CONSIDERACIONES GENETICAS En breve, se podría decir que el pecho materno como objeto de viva atracción consensual, parece ser que funciona como imán o resorte que reúne al sel[ desman- telado mediante su poder, es decir mediante la dominación de la atención. El "ataque" autista tenninaría debido a la repentina reunión de las partes del sel[, lo c~l permite al niño continuar la actividad transferencia) que había sido tem- Poranamente s~ndida. Uno bien puede imaginarse que el extravío en el autis· m<?, en tanto perturbación del desarrollo, tiene una muy fina relación económica , , LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUTISTAS 29 con la intensidad de la relación con el pecho. de la figura maternal. Cuando ésta se marchita, Cl)mo sucedie cuando la madre sufre una depresión u otra perturba· crón, y en consecuencia reduce su atención, su calor, su charla y su sensualidad hacia el bebé, el self desmantelado tiende entonces a flotar por períodos cada vez más largos de desmentali.záción. Es concebible que el grado de atraso en el desarrollo bien podría tener una relación casi aritmética con el tiempo vital pasado en el estado autista propia.mente dicho durante la vigilia y tal vez durante el sueño. Las implicaciones terapéuticas y profilácticas de este hecho son obvias. A este factor cuantitati'»o debe agregarse el efecto que tiene en el desarrollo la acción de esas mismas tendencias que hacen posible el estado autista cuando ac- túan individualmente y oo en conjunto, en el curso de experiencias vitales y rela- ci.ones objetales. En esta área hemos aprendido mucho del tratamiento de Pif- fie (S.H .. ) y Barry (D.W.)_ DESARROLW DE LA PERSONAUDAD EN EL NIÑO AUTISTA Formulaciones como la anterior acerca del estado autista.propia.mente dicho no .pueden reclamar . ( co~ hemos dicho anteriormente) prioridad alguna sobre otros ·métodos de observación u otros sistemas de formulación. ·Dado que' fueron " hechas dentro del encuadre a!lalítico y · por terapeutas formados analíticamente, las observaciones sufren tanto como se benefician de las limitaciones de ese en- cuadre y de esa formación. Sin embargo, cuando emprendemos Ja descripción y Ja formulación del desarrollo de la personalid!ad de estos niños fuera del autis- mo propiamente dicho, y en un sentido postautista, con Barry (D.W.) y Piffie (S.H.), podemos af"irmar que hablamos con el insight especial que solamente el método analítico, creemos, puede proporcionar en estas cuestiones. Esta éspe- cial autoridad, por supuesto, sólo concierne a la estructura, la dinámica y la economía inconscientes de la mente y a la visión especial (y parcial) de la géne. sis de la personalidad que nuestra disciplina ofrece. Ya hemos hablado de la consideración cuantitativa general, es decir, bási· camcnte, de la pérdida de tiempo vital de maduración mental, cuyo lugar es ocupado por los estados autistas propiamente dichos. Debemos ahora ocupamos de las interferencias específicas dcl desarrollo y sus consecuencias, que pueden ser descubiertas mediante el método psicoanalítico. Estas pertenecen a dos gran- des categorías: las interfe;¿ncias en la formaciór1 de la estructura de la personali- dad y la excentricidad obsesiva de las relaciones objetales. Ambas serán luego ejemplificadas en las descripciones clínicas de Barry (D,W.) y Piffie (S.H.)'res- pectivamente. •En la formulación teói:ica_ h~ aguí vamos a acentuar la función d~ la fantasía inconsciente en los niño~!E gue es en_ es:tQ_dO_~~r9._~~odo_ d~~stigación nos da una visión de. vali<!.e~_Jle_.P!..~~ o;,den-El .. ªn.álisis de cómo ~$!as (11n.ciones dcl niño -~lñlañ ~ tenden_~ d~;:;.~_ PerSQmJJ~.4-~ !?_ fig_ura maternal,_9 .. COn la organÍ?'!:'ciQn del _a~.J>.i~Je -~ q\!~ el niño crece, se plantea- eñ-eCreSW:nen final d~J~ inv~igaci~..1!..~_ya_gue es reoQnstructivo y,~ consec~!!!cle .. -d~·uñ'! yalidez de .s~do orden, 1 ·1 1 i - 30 D.Ml!LTZER _!..a est1.uctunu:le_la _personali~d tiene dos dimension~s que._nn_más allá_de la delineación de ello, yo Y..l!1P~ryo_que.Jk$!!;1jbe Freuq. E~lida<I;esta.ca.~go rizaciólJJiene_una_cierta_validez...biQ!ógic:a__~~!(pe en ª'1guna medida de ~ que aQ!!.~ece como organizaciónJuncional::. es decir, _1ª.._divWón_entre_self Y ob1etos. Sumado a esta dlvisi_ón func.ional •. p~~c;:>~~ernir un segundo orden e~ctutal, Telicionado coñ la organización del~p;1cio vital._esto es, ~n la g~afia de la - personalidad en ..§l!S. cuatro regiqnes ~1"ªWsti~s i inter_na.y extern;lral sel!.,_ aden- tro"· y afuer~ de los ob"eto .. La quinta área, el "no-lugar" (nowhere) del sistema delirante no n s concierne aquí. De estas dos dimensiones generales de lla estruc· tura de la personalidad, organización de la geografía del espacio vital _Y ~~z:a ción del sel[ y los objetos, la primera parece ser de fundamental s1grúficac1on en la psicopatología de Ja personalidad postautista (como la_ llamare~os en adelante, significando tanto lo que queda fuera del e~ado autista propiamente dicho, como la secuela del autismo precoz infantil). a. Organización del espacio vital Creemos que el campQ_ de estudio de _k>_~niños autistas P!QP-QrCiQna l>enefi· cios muir icos- réspecto de la comprensión de los comienzos de la vida mental, revelando procesos realmente tan primitivos que son por entero inaccesibles a o-tros métodos o con otro tipo de paciente~ Estos niños parecen sufrir un impe- dimento absoluto para progresar en su desarrollo, debido a su dificultad en diferen· ciar las cuatro áreas geográficas de la fantasía. Experimentan una confusión de tipo geográfico mucho más compleja que la inducida por la identificación pro· yectiva mas~al ¿~ómo es que es:o suce_de!_ O, tal_ ve~, Ja pregunta más correcta es Ja inversa: ¿como es que la d1ferenCJaC10n ordmana no sucede? La respuesta que podemos ofrecer es bastante complicada. Para_e.Aplicar este fracaso debemos volver a la disposición de estos niños, particularmente a su alto grado de oralidad, sus intensos celos posesivos del obje· to materno, s_I! primitiva sensualidad y su tierno modo de ~r, no sádico, todo lo cual.Jos. predispone a experiencias-depresivas tempranas-e. intensas. La sensua- lidad y poscsividad inducen una fuerte tendencia a la fusión con el objeto, que en el cuarto de juegos se reconoce fácilmente por acciones como la de pen_etrar en el terapeuta, horadándolo, apropiarse de sus manos para lograr marupularlas o la pretensión de usar el cuerpo del terapeuta como si fuera un mueble. Esta misma insistencia en controlar el cuerpo del terapeuta revela un fracaso en el logro de cualquier grado de identificación proyectiva. Este hecho sorprendente, Y el extraordmario comportamiento que lo hace manifiesto, también concierne al cuarto a la casa debaJ·O de la mesa o dentro del armario. El ni.ño no puede expe· • • rimentar, durante ningún período de tiempo, la diferencia entre estar _adentro Y afuera del objeto. Mirar al terapeuta en los ojos puede transformarse inmediata· mente en mirar afuera a través de la ventana.. Sin embargo, el momento de triunfo sobre, por ejemplo, los pájaros en el jardín representando los excluidos bebés externos, inmediatamente se convierte en un enfmecido mostrar los puilos Y .golpear la eabeza en la ventana, para luego golpear la cabeza en el pecho del te· . . LA PSICOLOGIA DE LOS ESTAl>OS AUTISTAS 31 npeuta y horadarlo. Los bebés externos se convirtieron repentinamente en bebés internos triunfantes, y el triunfo del niño se transformó en sorprendente rabia. Un nif!o nos mostró la respuesta en un solo golpede intensidad creativa. Durante meses había dil>ujado puertas y portones, generalmente con rejas muy complicadas de hierro forjado. Después aparecieron gradualmente casas de estilo gótico victoriano. Un día, con gran esfuei:.70, dibujó de un lado del papel una C3Sl muy orriamentada vista de frente, una casa en Northwood, mientras que del otro lado dibujó la parte de atr.ls de una taberna en Southend. Así, el niño demos- tró su vivencia de un objeto bidimensional: cuando uno :ntra por la puerta delan- tera, simultáneamente sale por la de atrás de un objeto diferente. Es, en realidad, un objeto sin interior. . Pero, ¿cómo es que surge un objeto así? Para responder a esto, uno debe re- considerar la intrusión extremada e insistente de estos niños respecto del objeto materno, y la manera en que la sensualidad primitiva permite un fácil intercambio entre objetos animados e inanimados, de manera muy semejante a corno surgen Jos objetos transicionale$ de Winnioott - tema al que volveremos en el resumen fmal-. Esta fácil sustitución, aun fuera del autismo propiamente dicho y aun cuan- do los objetos sean aprehendidos consensualmente, apo~'l. la olTUÚpotencia de las fantasías invasoras. En efe::to, como veremos en el material de· Barry, el objeto materno se experimenta como abierto, con sus orificios desprotegidos, sin esfín· teres, expuesto tanto a las inclemencias del tiempo como al merodeador. Como Tmtern Abbey*, la distinción entre adeniro y afuera no es un hecho; es sólo una idea surgida de la imaginación. Es por supuesto tentador imaginar que durante sus primeros meses de nda estos nií'los fueron expuestos a un grado extraordina- rio de despreocupación maternal, a ese tipo de atención en que lo que entra por un oído sale ·por el otro: "sí, querido". Ocasionalmente, esto se corrobora por la historia de una severa depresión post-partum de la madre. Sin embargo, nos incli- namos más a buscar la solución del enigma en el niño mismo, dado que segura- mente muchos niños recil>en bastantes "sí, querido" de sus ocupadas mamás. Los intercambios en el cuarto de juegos sugieren marcadamente que la insis- tente intrusión, la promiscua sensualidad y la intensa po5eSividad llevan a estos ~s a experimentar la posesión absoluta de un objeto no poseíble, rico en cuali- dades de superficie pero carente de sustancia; un objeto fino como un papel, carente de interior. Esto produce un fracaso primario de la función continente del objeto externo, y en consecuencia del concepto de un sel[ continente. Este serio defecto no parece ser exactamente el mismo que Bick describe como una piel iriadecllóJa para el sel[ en cuanto no parece involuaar ninguna deficiencia en la formación del ooncepto sioo más bien una inadecmda función continente por el stress de la ansiedad. No se observa el característico desparramo de las par- tes del sel[, ni la función de la piel secundaria que elh ha desaito tan clara- mente. Por el contrario es nuestra impresión que la falta de espacio interno en el •Se i:efine a las ruinas del Monasteño de Tintem Abbcy, que al ccatcmplarl:as llevan a imagi- narlo en su pasado C$Jllendor. [N. del S. J - ---="'"";;....--. • ~·--- __ ..., J ¡ 1 1 1 32 D.MELTZER. sel[ y en el objeto del niño con personalidad postautista es un defecto continuo, que no se relaciona al stress por ansiedad. También parece tener una relación diferencial con las distintas modalidades sensoriales, lo que concuerda con la tendencia generai al aflojamiento de la función consensual. La más débil de estas modalidades en lo que se refiere a la función de contener, parecería ser 1a audi- tiv;;, e$pecialmente en relación a la función del lenguaje. Parece ser el caso de "lo que me entra por un oído me sale por el otro"! muy concretamente. Es en el defecto de esta área donde miramos en busca de una explicación de la aparente sordera, que .a menudo llama primero la atención de los padres y provoca su alarma. La relación de esto con el mutismo es un problema muy complejo, cuya detallada consideración debe aún esperar. - , ....._ Esta cualidad deficitaria del sel[ como continente relacionada a la falta de espacio interno produce una cualidad maníaca en la personalidad, que Y1 a ser vista muy claramente en John y en Timmy. La falta de habilidad para retener objetos tiene un efecto equivalente a su expulsión sádica como heces, que se observa en los desórdenes maníacos; pero con una cualidad automática y deses- perada muy característica, que puede repentinamente resultar en un catastrófico colapso depresivo de sollozos desconsolados. El material que se refiere al "com· primir" de Timmy ilustrará Ja lucha del niffo por cerrar sus orificios. Pero la aber- tura del niñn no está confinada solamente a la dificultad en retener contenidos mentales, y en consecuencia también conteniC:os físiccs. Nos inclinamos a ver a estos niños como sufriendo también de una abertura sensorial que se experimenta como un bombardeo de sensaciones. Este bombardeo parece que compone la di- ficultad en retener, y hace que el proceso ordinario de elaboración en !la f~tasía (y por ende probablemente en sueños) sea relativamente ineficiente parad juego y, en consecuencia, para el aprendizaje. La coniecuenda de esto es un grado ex- traordinario de dependencia, no sólo de los cuidados, sino también de las funcio- nes mentales del objeto externo. -creemos que estas consideraciones explican en gran parte la aparente defi- ciencia mental de estos niños altamente inteligentes. Tal vez sería importante elaborar un poco este punto, pues tiene implicaciones significativas tanto para la comprensión de la personalidad postautista como para guiar nuestro enfoque terapéutico. Freud consideraba al pensamiento como una forma económica de actividad de ensayo. Cuando nuestro equipo interno no es suficiente para resol- ver la complejidad de representaciones concernientes a un problema particular, recurrimos a contadores - por ejemplo un ábaco, un tablero de ajedrez con sus piezas, papel y lápiz o instrumentos de geometría- . El niño usa sus juguetes en la misma forma, como contadores para los objetos de la fantasía y el pensamiento. Cuando los contadores tornan vida propia y otro valor que el asignado en la re- presentación, decirnos que el juego se ha convertido en concreto y que hay una falla evidente en la formación de simbolos. · la personalidad postautista, igual que todos los estados primifuos, pre- senta un cierto nivel de concreción en el pensamiento y la fantasía. De hecho,- m embargo, esto no se observa en . el alto grado que uno esperaría, dada la no- table inmadurez. En lugar de esto se puede observar un proceso más complejo que concierne al empleo del objeto materno (o el objeto de la transferencia ma- LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS-AUTISTAS 33 tema) como una extensfón del self para ejecutar ltu funciones del yo. En cir- cunstancias en que otro niño se subiría al alféizar de la ventana, Johit simple- mente hacía movimientos anticipatorios para ser levantado; cuando Piffie no podía sostener en sus manos todas las figuras y piezas las depositaba muy na· turalrnente en la falda de ·1a terapeuta. Cuando Timmy quería hacer desaparecer los juguetes que sospechaba habían sido usados por otros niños, los depositaba bajo la silla del terapeuta como si dejara basura pan d barrendero. Otros niños se hubieran procurado un lugar seguro o hubieran tirado esos juguetes en el papelero. Lo que queremos puntualizar es que lo natural para estos niños es experimen- tar la situación de manera tal que el terapeuta lleve a cabo una función yoica. Debe funcionar no solamente como sirviente o subordinado sino como actor príncipal de la situación; no sólo debe llevar a cabo Ja acción, sino también deci- dir qué acción debe efectuarse, y tomar de esta manera la responsabilidad. En este sentido puede decirse que la actividad del niño muestra una incapacidad de tipo político, como un potentado oriental que no sabe nadadel régimen de impuestos pero que está pronto a decapitar a su visir si hay alguna prueba de injusticia. Surge aquí la pregunta de qué relación existe entre este tipo de dependencia y la omrú- potencia y el control omnipotente de los objetos. Consideramos a ambos procesos como muy diferemes y puede observárselos actuando de manera muy distinta en estos niños, el último como un aspecto de la obsesi0nalidad y el primero como un tipo especial de dependencia. la desobeditnda del tempeuta con res- pecto al control tiránico omrúpotente provoca una reacción normal de rabia; mientrqs que cuan?-o_ el terapeuta falla en el desempeño de la función- yoica requerida por el niño, surge su azoramiento y una tendencia a aislane en el estado del autismo propiamente dicho. Esto es también un índice claro de que los estados autistas propiamente dichos no pueden ser comprendidos como derivando de los mecanismos de defensa contra la ansiedad, sino que tienden a ser provocados por el bombardeo de sensaciones en presencia a la par de un equipo inadecuado y del fracaso de la dependencia. Esto da Jugar naturalmente a preguntarse sobre la relación entre la personali- dad postautista y la personalidad durante el primer mes de vida. En esta área sólo podemos, por supuesto, hacer conjeturas; pero parece convincente que la cualidad de la dependencia observada en el estado postautista es muy semejante a la del recién nacido, que necesita del objeto tanto para que lo atienda como para que realice sus funciones yoicas. Esto implica un vínculo narcisista que no sólo pro· longa el cuerpo del niJio en el más capacitado del objeto, sino también la mente misma. Esto sugeriría un proceso muy relacionado a la identificadón descrita por Freud como característica del narcisismo primario, de cualidad muy dlferente a la confusió~ entre self y objeto debida, por ejemplo, a la identificación proyec- tiva. En esta última, la mente y el cuerpo del niño son los que dirigen el proceso, más allá de todas las limitaciones funcionales que caracterizan al yo infantil. Es por esta razón que el comportamiento seudomaduro debido a la identificación proyectiva es meramente una caricatura infantil de la oonducta adulta. Si concebiinos a este tipo de dependencia en el sentido del narcisismo primario y recordarnos que Freud afirma que en los primeros tiempos relación ·----------""'="".-"'---'-~-- -------e:.._...,.,.. _ 1 -..... __ ~- 1 1 ' 1 1 1 1 j 1 1 ¡ · " 34 D.MELTZEJl de objeto e identificación son indiferenciables, nos vemos nuevamente dirigidos al problema de la cualidad bidimensional del objeto y el sel[ en la estructura de la personalidad del niño autista. la concepción de Bion de la réverie mat~rna co- . rilo proceso en el que la madre incorpora la parte perturbada de la perso~alida~ del bebé Je reduce su incomodidad y Ja devuelve al niño, parece ser aqut una idea clariflcante y unificadora; pero necesitamo$ verla funcionando de una manera distinta del cuidado maternal ordinario. En principio, estos niños parecen reque· rir que la madre incorpore,, contenga y reduzca el dolor del n[Jio entero, no sólo de una parte. Por esto, y tal va por ciertas lirni:·.iciones del est:;.do mental de la madre, tiene Jugar un fracaso primario de :..-.:ependencia. Nosotros creemos que el niño lo experimenta como si el pecho o Ja madre fueran finos como el 1 papel. Como probablemente no podemos ir más allá en este punto hasta ver el material clínico, vamos a concentrarnos en la segunda .::..nensión de la estructura de la personalidad y su perturbación en la organización postautista. b. Organización del sclf y los objetos Ya hemos sugerido que el esmdio de la organización del espacio vital en estos niños rinde una alta información cientffica·acerca de los procesos más tempranos · en esta área, y una recompensa semejante se puede derivar del estudio de la orga· niz.ación del sel[ y los objetos. Sin embaigo, ésta es de carácter ~s restringido: básicamente, lo que descubr:mos son fenómenos relacionados con los aspectos más primarios de los mecanismos obsesivos que son, tanto de interés general ~ en lo que respecta a la obsesión, como de interés más específico respecto del elemento obsesivo en las perversiones, sobre todo en la posición del objeto del juego fetichista, como ha descrit<> el editor (D.M.) en otro lugar.1 Nuestro punto de vista es que la obsesión puede ser descrita en general emer· giendo de dos factores en cuanto a la relación del seJf con sus objetos; primero de todo, depende del control omnipotente sobre los objetos, y, segundo, se apoya en los ataques al vínculo para separar a los objetos y mantenerlos de esta manera mejor controlados. Aunque el orden lógjco de las operaciones parece ser el que hen1os establecido -control primero, seguido de la separación como baluarte del control- queremos discutirlos en el orden inverso. Como dijimos antes, encontramos que estos niños tienen en alto grado la capacidad de disociar sus modalidades sensoriales del vínculo consensual ordina· río que las liga entre sí. Nos indinamos a ver esla función ordillaria a la luz de la forn1ulación de Bion de la función alfa. como una manera de describir la función mental que convierte a las sensaciones en pensamientos manipulables en el pensar. Queremos describir otro tipo de fracaso que produce eventos sensuales adecuados solamente para el placer, y que no pueden ser aprehendidos como experiencias, ya sea para manipularlas en el pensamiento o, consiguientemente, para la comu· nicación. Pensamos que estos eventos difieren de los elementos beta de Bion, adecuados solamente para la evacuación. ' En Sexual States of Mind. Ounic Pl-e:ss., 1973. LAPSICOLOGIA DE LOS ESTAllOS AUTISTAS 35 Mientras en su forma más extrema esta diJOCiación de la consensualidad con- figura la operación esencial para la formación del estado autista propiamente dicho, su uso parcial es característico de la personalidad postautista y es la base de la obse:sX>nalidad extrema, como va a ser ejemplificado en el material de Piffie. Debemos subrayar una vez más que el ataque al vínculo se dirige contra el yo, es muy pasivo y no de modalidad sádica. la función yoica de la atención se manipula en forma tal que permite simplemente que la experiencia de los objetos caiga en pedazos y se restituya de golpe. · · Esta diferencia entre el ataque destructivo directo al vínculo entre obje- tos u objetos parciales y los ataques indirectos a estos vínculos a través del des- mantelamiento de la capacidad del self de experiencias consensuales, es una impor- tante distinción general en lo que respecta a las perturbaciones obsesivas. El gran misterio acerca de estas perturbaciones ha sido siempre el amplio grado de varia- ción en el nivel de ansiedad persecutoria consiguiente al establecimiento del con- trol omnipotente y la separación de objetos. Desde luego, en general se considera. que el grado de persecución consecuente a la operación de una defensa es propor- cional al grado de _sadismo con que. ésta fue montada. Freud, en sus trabajos "Fe- tichismo" (1927, S.E., xxi) y "Escisión del yo en el proceso de defensa" (1938, S.E., :xxfu) señaló la dirección a seguir para la resolución de este misterio, que co- rrectamente vinculó con el problema general del niantenimiento de la sáh1d men- tal frente a conflictos infantiles no resueltos. El estudio posterior hecho por Me· lanie Klein de los procesos de disociacié'l en su rrabajo de 1946, "Notas sobre al- gunos mecanismos esquizoides"*, y en contribuciones ulteriores se concentró básicamente en el problema de la psicopatología. Podemos ahora sustentar, con cierta precisión, la formulación que hiciera Freud acerca de la operación de los procesos disociativos cuando están al servicio de preservar la parte sana de la per- sonalidad de la invasión de las partes enfermas o, digámoslo así, de su sometimien- to a éstas. El proceso de desmantelamiento del sel[, especialmenteen cuanto a su capa- cidad para tener experiencias perceptuales consensuales, y por consiguiente a la capacidad de introyección de objetos integrados, da una respuesta muy satisfac- toria a este problema. No era, finalmente, una mera cuestión de cómo salud y en- fermedad pueden existir lado a lado en la personalidad sin destruir la salud de la mente. El problema era económico y de una naturaleza más delicada: ¿cómo es posibl~ mantener a los objetos buenos bajo control y separados sin que se de- biliten y, por ende, se hagan vulnerables a los ataques sádicos de la parte destruc- tiva de la pecsonalidad, como sucede en la catatonía? Se utiliza el mismo princi- pio, por ejemplo, para hacer la distinción entre la unión de un grupo por medios concretos (con cadenas) o abstractos (como en una sociedad secreta) y la simple asociación de miembros con el propósito de ser reconocidos por ellos mismos y por otros (como en el caso de cualquier tipo de uniforme). Este último método defme al grupo en términos de reconocimiento, es decir perceptualmente - más que en ténninos de acció~, ya sea impuesta o cercenada-. En realidad, en la for· mación de grupos· en el mundo exterior, ambos métodos se utilizan conjunta- • En O~ras completas. 3. Buenos Aires, Paidós·llonné.1978. ' 36 O.MELTZER mente, como por ejemplo, el atuendo clerical y los _votos sagrados. Es una ~nti· nuación 0 extrapolación del proceso natural mediante el cual las especies se identifican unas a otras y reconocen a sus depredadores. Los ra~o~es de la fábula querían ponerle un c~s~?el al _gato _para ~no ce~ sus movmmntos; es ' decir querían utilizar su percepc1on a d1stanc1a para identificar a _un depredador. Por ;¡ contrario, para identificar una relación más ínHma, se elige una p~c~p· ción de contacto. Este es el método general ~n la naturaleza. establ~_cnt_enos a distancia para la identificación de enemigos, y proximales para las lllclicac1ones de amor y amistad. Este sistema queda destruido en e[ proce~ de desmantela- miento y, al hacerlo, se sacrifica gran parte de la capacidad. adaptativa. . ·Cómo es posible, entonces, que el desmantelamiento del sel[ perceptivo afect~ el control omnipotente sobre los objetos sin debilitarlos frente a las ~artes destructivas? Supongamos, por ejemplo, que mamá usa un uniforme, Y papa una campanilla, de manera que son :identificados por la vista y el oído respectiva~ente. La asignada capacidad perceptual, cuando se desmonta, trastroc;a la exper1enc1~ de tal modo que el niño no está tratando ya con una mamá de unifo_rme Y un PªP.ª con campanilla, sino con una mamá sorda y un papá ciego. M~ no puede Olí la campanilla de papá, y papá no puede ver el uniforme. de mama. Pasan como los barcos en la noche del proverbio. Es decir, el niño descontento les hace pasar la noche bien separados en su ment e. ~ . . . . Lo importante acerca de estas operaciones es que dan lugar a la m~oyecc1on de objetos defectuosos en cuanto a las relaciones íntimas. La ~~l:idad cons- truida sobre esta base se inclina con mucho peso hacia lo fetichista; o, para mantener nuestra analogía, a la búsqueda de una mujer con campanilla o ~n hom- bre con uniforme. Esto es lo que en realidad sucede en el fetichismo pro~me~te dicho y aporta el elemento fetichista de la elección de objeto en todo el amb1to de las perversiones. . En Ja personalidad posta u tista, esto se manifiesta en el grado Y el tipo es- pecial de obsesión, que va a ser descrito particularmente en el materia~ de Piffie. Ahí se verá cómo la preocupación de mantener a los objetos inoomurucados (co- mo en el ~pisodio del hombre en la escalera) promueve también_ una curios~dad rumiante cuasicientífica acerca de cómo se unen las cosas Y de como.se previene su desunión. Uno de los ejemplos más notables de este tipo fue el ~n?do en que Piffie experimentaba con permutaciones de forma y color en un d1bu10 ba~tante estilizado de una casa y un árbol. El cielo azul, el pasto verde, la casa amarilla, el techo rojo, el árbol marrón, etcétera. En forma s~ los _c;ambios de colore~ al- ternaban con el interior y el exterior d'e la casa. La 1IDpres1on final era que P1ffie no tenía ninguna convicción de que el azul del cielo o el verdor del ~o eran ~lgo más esencial que el rojo del techo o el amarillo de la casa, o que si uno estuV1era dentro de la casa, todo pudiera quedar invertido. Pudimos ver que, con una actitud ciertamente tir_ánic:i, no t,?leraría ·que ~l azul del cielo estuviera siempre apareado al verdor del cesped, afir~n~o, ~as bien, que este arreglo estaba bajo su propio control y que. la c:ombmaCion solo e'xistiría mientras él lo viera así. De la misma manera en que él pudo encarar la. sorpresa del hombre en la escalera con una serie de dlb.ujos en los cuales cesaba gradualmente de existir como experiencia recordada, podía también enfrentarse ·\ LA PSICOLOGIA DE LOS ESTADOS AUXISTAS 37 con los da.tos de los hechos diarios de Ja naturalez:a empleando sus sentidos de manera selectiva y de acuerdo a su conveniencia. Esto indica un alto grado de in- teligencia, capaz de usar la atención para efectuar tales abstracciones en el estado postautista y. que, sin embargo, llevado a su extremo· de no-atención en el esta- do autista, puede aparecer como defecto iotdectual. Po9ría· decirse que el carácter obsesivo de la personalidad postautista se compone, por tanto, de una tendencia a emplear el ~esmantelamiento ·del sel[ en una forma particular, al servicio del ~ntrol omnipotente y de la separación de los objetos, que trae como c..on"f.'~encia una preocupación rumiante por la forma en que los elementos del mundo se vinculan entre sí. Cuandc1 decimos que esta actitud es cuasicientífica no descartamos la posibilidad de que pueda efecti- vamente resultar una verdadera actividad cient {!,i.~ más tarde en la vida . Es muy posible que muchos científicos hayan tenido un período autista y un carácter postauti.sta. La natural extrapolación. de un carácter postautistá daría lugar al estilo de vida del idiota sabio; y esta tendencia puede verse por cierto en Piffie y en Barry. Otro niño, cuyo material no pudo ser incluido aquí, estaba a los ocho años casi exclusivamente preocu~do con la pintura de flores. Robert, prácticamente ineducable en otras áreas, a partir de su identificación narcisista con su madre, que era una pintora de retratos, era capaz de producir la5 más maravillosas acuarelas de flores, precisamente coloreadas y llenas de vida, en la forma más rápida, hábil y organizada. . Nuestra conclusi-n general, respecto de las ·implicaéiones de estos descu- brimientos en niiíos autistas, con arreglo a nuestra comprensión del campo más amplio de la obsesionalidad - en el carácter y las neurosis, así como también en el aspecto compulsivo de la peTversión- es que es posible construir un es- pectro del sadismo. En .una punta de este espectro podemos encontrar la cata- tonía, el gozo cruel más extremo con que los objetos se mantienen en un estado de paralización. En el otro extremo está el desmantelamiento no sadista del sel! en la personalidad postautista. Aquél ubica al objeto en un estado de tor- turante esclavitud, éste trastorna simplemente la capacidad de encontrarse de los objetos, pero sin infligirles dolor o provocarles debilidad. Entre estos dos polos se podría acomodar el espectro de las perturbaciones obsesivas en función de una mezcla relativ;i d: o<as dos operaciones, para construir una especie de tabla periéd;..... con referencia a Ja gravedad de la perturbación mental. Debe recor- darse que la severidad de la enfermedad en el estado postautista no se relaciona especialmente con el grado de obsesionalirlad, sino con la otra área de la psico- patologí.a, es decir, la perturbación en Ja organización del espacio mental, que trae como consecuencia un serio obstáculo para la maduración. El sistema obsesivo es, más que psicopatológico, no adaptativo, en el mismo sentido que muchos sis- temas filosóficos y
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