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BIBLIOTECA DIGITAL 
 
TEXTOS SOBRE SOCIOLOGÍA Y TRABAJO SOCIAL 
 
SOCIOLOGÍA POR CONTINENTES Y PAÍSES 
 
SOCIOLOGÍA POR ORGANIZACIONES Y CONTINENTES 
 
FICHA DEL TEXTO 
 
Número de identificación del texto en clasificación sociología: 3233 
Número del texto en clasificación por autores: 43823 
Título del libro: Balance actual de la sociología I 
Autor: UNESCO 
Editor: Konrad-Adenauer-Stiftung 
Registro de Propiedad: Dominio público 
Año: 1994 
Ciudad y país: Buenos Aires - Argentina 
Número total de páginas: 173 
Fuente: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000096687_spa 
Temática: Organizaciones 
 
\ Revista i n t e r n a c i o n u 9 
de ciencias 
sociales Marzo 1994 139 
Balance actual 
de la sociología I 
N e i l J. Smelser 
K a r l M. van M e t e r 
Ma t te i Dogan 
Saskia Sassen 
Michael Schudson 
T.K. Oommen 
Valentine M. Moghadam 
D o n Edgar y Helen Glezer 
Edi tor ia l 
Resúmenes 
Teorías sociológicas 
Metodología sociológica 
Disgregación de las ciencias sociales 
y recomposición de las especialidades 
El complejo urbano en una economía mund ia l 
L a cultura y l a integración de las sociedades 
nacionales 
Raza, etnicidad y clase: análisis de las 
interrelaciones 
L a mujer e n l a sociedad 
L a fami l ia y l a int imidad. Las «carreras» 
familiares y l a reconstrucción de l a v ida privada 
Servicios profesionales y documentales 
Calendario de reuniones internacionales 
Libros recibidos 
Publicaciones de l a UNESCO 
Números aparecidos 
3 
5 
9 
25 
37 
5 5 
79 
101 
115 
139 
163 
167 
169 
173 
El presente número de RICS, y también e l que 
l e seguirá (Núm. 140, junio 1994), se hallan 
consagrados a hacer balance de la sociología 
hoy. Los artículos de estos dos números han 
sido inicialmente redactados en ocasión de la 
preparación del primer volumen de una serie, 
que será publicada por UNESCO en 1994, en 
colaboración con Blackwell Publishers, bajo e l 
título genérico de «Ciencias sociales contem- 
poráneas». Estas obras que aparecerán al rit- 
mo de un volumen por año desde una perspec- 
tiva internacional, darán cuenta del estado de 
la investigación y de las principales tendencias 
y estudios e n las distintas disciplinas de las 
ciencias sociales. 
El método que hemos adoptado para la 
elaboración de estos volúmenes consiste e n 
escoger como autor a un investigador de re- 
nombre y rodearlo de un equipo internacional 
de especialistas de alto nivel, trabajando en los 
diferentes dominios de la disciplina. Estos es- 
pecialistas envían sus textos al autor, que es 
libre de retomarlos e n parte, o de utilizarlos 
como fuentes informativas a partir de la re- 
dacción del volumen y que están, por otra 
parte, publicados in extenso y firmados por é l 
en la RICS. 
Hemos escogido iniciar esta serie con la 
sociología. Los volúmenes que l e seguirán, 
preparados siguiendo e l mismo método, trata- 
rán de la ciencia política, de las ciencias eco- 
nómicas, la antropología, la psicología, la geo- 
grafía, la demografía, la historia, las relaciones 
internacionales, la lingüística, la estadística y 
las ciencias empresariales. El autor de l presen- 
te volumen sobre sociología es N e i l J. Smelser, 
de la Universidad de California en Berkeley. 
Es uno de los más prestigiosos nombres de la 
sociología contemporánea, Vicepresidente de 
la Asociación Internacional de Sociología y 
responsable de los programas del XIII Congre- 
so Mundial de Sociología (Bielefeld, ju l io de 
1994). También nos ha parecido particular- 
mente bien situado para redactar esta obra. 
Los colaboradores que l e rodean, y cuyos ar- 
tículos aparecen en la Revista, son igualmente 
renombrados sociólogos. Sus excelentes con- 
tribuciones han ayudado a N e i l J. Smelser a 
hacer un balance realmente internacional y 
nosotros celebramos la aparición de sus textos 
en la Revista. También hemos incluido en este 
número un artículo de Mattei Dogan, fuera del 
proyecto en que fueron concebidas las otras 
contribuciones, dado su gran interés y comple- 
mentariedad con los otros textos. L a decisión 
de empezar la serie “Ciencias sociales contem- 
poráneas” por la disciplina de la sociología no 
es, por supuesto, e l reflejo de un cierto “socio- 
logismo”, de inspiración comtiana, es decir, de 
la idea que la sociología se encuentra situada 
e n la cima de una jerarquía de disciplinas 
(como se sabe, Auguste Comte, seguido por 
Emile Durkheim, veía en la sociología, a la 
cual é l había dado nombre, la coronación de l 
sistema de las ciencias e n s u conjunto). Sólo 
cabe decir que, s i n compartir e n absoluto “el 
imperialismo” que Auguste Comte ambiciona- 
ba para esta disciplina, pensamos, según la 
opinión de Anthony Giddens, uno de los prin- 
cipales teóricos de la sociología contemporá- 
nea, que “la sociología juega un papel clave e n 
la cultura intelectual moderna y ocupa un lu- 
gar central entre las ciencias sociales”‘. Por 
esta razón, nos ha parecido apropiado inaugu- 
rar la nueva serie de la UNESCO con esta dis- 
ciplina. A.K. 
RICS 139/Marzo 1994 
Editorial 4 
1. Anthony Giddens. Sociologv. Cambridge. U.K., Polity Press. 1984. P. 1 
Resúmenes 
Teorías sociológicas 
N e i l J. Smelser 
Esta reseña de la teoría sociológica contempo- 
ránea empieza con un análisis del peso de la 
teoría en la materia. Se examina sobre todo las 
relaciones entre la historia de la teoría y los 
sistemas teóricos, los planos de formalización 
de la teoría, los usos y uti l idad de la teoría 
sociológica y la cuestión de la acumulación 
científica de la teoría, trazándose luego un 
mapa general de las teorías sociológicas. L a 
división principal corresponde a las teorías 
macrosociológicas y microsociológicas y, den- 
tro de cada una de ellas, se indican los princi- 
pales subtipos y s u interrelación. A l mismo 
tiempo, e l trazado de l mapa indica algunos de 
los principales debates en la teoría contempo- 
ránea, por ejemplo, integración y conflicto, 
positivismo y fenomenología y macro y micro- 
sociología. A l final del capítulo aparecen algu- 
nas preguntas críticas que hay que hacer para 
poder comprender y criticar adecuadamente 
una teoría. 
Metodología sociológica 
Kar l M. van Meter 
La sociología evoluciona por e l avance conjun- 
to tanto de la teoría como de la metodología. 
L a diversidad de sus métodos teóricos encuen- 
tra eco e n la diversidad de sus metodologías. 
L a distinción. entre metodologías ttcuantitati- 
vas» y metodologías «cualitativas» ha perdido 
pertinencia o ha desaparecido por completo. 
Tal vez sea más constructivo distinguir entre 
metodología «ascendente» y «descendente», 
s i n perder de vista e n todo caso que ambas son 
complementarias y pueden ser combinadas en 
un proyecto de investigación. Todas las meto- 
dologías t ienen un carácter «no universal)), 
por más que cada una de ellas tenga su ámbito 
especial de competencia y pertinencia. E l aná- 
l i s i s multimétodo es útil para obtener resulta- 
dos estables y abrir cauces de comunicación 
entre subdisciplinas. Se presenta un procedi- 
miento general de investigación sociológica e n 
cuatro elementos «clásicos», a los cuales se 
añaden dos pasos fundamentales que a menu- 
do quedan implícitos, la transformación ini- 
cial y la transformación final de la informa- 
ción durante e l procedicimiento de investiga- 
ción. 
- 
Disgregación de las ciencias 
sociales y recomposición 
de las especialidades 
Mattei Dogan 
El proceso de las ciencias sociales da lugar a 
una especialización creciente, que conlleva 
una fragmentación de las disciplinas formales. 
Las especialidades se recombinan creando 
nuevos sectores híbridos. Como no se trata de 
disciplinas completas que se entrecruzan, la 
noción de interdisciplinariedad resulta enga- 
ñosa. Las innovaciones científicas se producen 
con mayor frecuencia e n las intersecciones en- 
tre las especialidades y, por consiguiente,la 
noción de paradigma, válida para las ciencias 
naturales, no parece adecuada para las cien- 
cias sociales. En e l presente trabajo se describe 
este proceso para cinco disciplinas clásicas: la 
historia, la geografía, la ciencia política, la so- 
RICS 139/Marzo 1994 
Resúmenes 6 
ciología y la ciencia económica. Las ciencias 
sociales t ienen una progenie mestiza. Se esta- 
blece así una red variada y compleja de nuevos 
sectores mixtos, que desfiguran por completo 
e l viejo mapamundi de las ciencias formales. 
El complejo urbano 
en una economía mundial 
Saskia Sassen 
El presente artículo se ref iere fundamental- 
mente a las grandes y nuevas tendencias que 
existen e n la actualidad, especialmente e n las 
consecuencias urbanas de la mundialización 
de la economía. En la primera sección se exa- 
minan las nuevas desigualdades interurbanas, 
particularmente la cuestión de la primacía y 
los efectos de las nuevas y grandes tendencias 
económicas en los llamados sistemas urbanos 
equilibrados. En la segunda sección se exami- 
nan con mayor detalle las desigualdades que 
aparecen ante e l sistema urbano que está sur- 
giendo en e l mundo. Se está desarrollando con 
rapidez una corriente de investigación según la 
cual nos hallamos ante los elementos de una 
jerarquía mundial entre ciudades que funcio- 
nan como lugares de producción y mercados 
para e l capital mundial. L a tercera parte se 
centra e n las nuevas formas urbanas y alinea- 
ciones sociales correspondientes. Se plantean 
los interrogantes de s i estamos e n presencia de 
patrones e n los que e l concepto de «ciudad», 
utilizado e n e l sentido convencional, no es 
adecuado para e l estudio de lo que está ocu- 
rriendo en las grandes y nuevas regiones urba- 
nas, desde las nuevas ciudades del tercer mun- 
do hasta l a nueva red regional de nódulos 
internacionalizados que constituyen la base es- 
pacial de muchas ciudades planetarias. y de s i 
las nuevas alineaciones sociales dentro de las 
ciudades constituyen una transformación me- 
ramente cuantitativa o también cualitativa. 
La cultura y la integración 
de las sociedades nacionales 
Michael Schudson 
En la nación Estado, e l hecho de compartir un 
idioma, unos símbolos, unos ritos y una histo- 
r ia no es condición suficiente para la integra- 
ción social; incluso con todo ello, los l ímites o 
la identidad de una sociedad nacional apenas 
pueden distinguirse de sus características cul- 
turales. L a nación Estado es una “comunidad 
imaginada” debido en parte a que las elites 
nacionalizadoras y los gobiernos nacionales 
han empleado conscientemente la política lin- 
güística, la educación formal, los ritos colecti- 
vos y los medios de comunicación de masas 
para asegurarse la lealtad de los ciudadanos. 
Pero la cultura puede ser subintegradora, vin- 
culando a la población a una subcomunidad 
cuyas lealtades quizás sean incompatibles con 
las del Estado, o sobreintegradora, uniendo a 
poblaciones de Estados distintos. Además, los 
mismos mecanismos culturales que uti l iza e l 
Estado para reclamar la adhesión de los ciuda- 
danos pueden ser objeto de resistencia o de 
subversión: la cultura puede provocar tanto 
conflictos como consensos. 
Raza, etnicidad y clase: 
análisis de las interrelaciones 
T.K. Oommen 
L a raza es una categoría biológica, mientras 
que e l racismo es una forma de opresión basa- 
da e n la creencia de que algunas razas son 
inferiores a otras. L a etnicidad se considera 
cada vez más como un concepto positivo, si- 
nónimo de identidad cultural y es vista con 
buenos ojos; s i n embargo, la discriminación 
basada en diferencias culturales persiste. Para 
corregir este desequilibrio conceptual, cabe 
usar pares de términos (racismo/raza y etnicis- 
mo/etnia) para referirse a las dimensiones ne- 
gativa y positiva, respectivamente, de los dos 
fenómenos. Hay que ins is t i r en la distinción 
entre raza y etnicidad, así como entre etnici- 
dad y nacionalidad. L a nacionalidad surge 
cuando se funden territorio y cultura; la etnici- 
dad es producto de la disociación entre ellos. 
L a raza y los grupos étnicos son orgánicos 
mientras que las clases son colectividades 
compuestas por reagrupación de los indivi- 
duos. En teoría, cada clase podría tener repre- 
sentantes en número proporcional a su impor- 
tancia e n el seno de las distintas razas y grupos 
étnicos, pero, e n realidad, la distribución de 
las clases varía drásticamente en razón de una 
Resúinenes 1 
combinación de factores que es preciso inves- 
tigar y explicar. 
La mujer en la sociedad 
Valentine M. Moghadam 
En e l presente artículo, que pretende ser un 
marco comparativo del cambio en la posición 
social de la mujer en diversas sociedades, se 
examinan algunas de las cuestiones teóricas 
que se plantean entre las feministas del campo 
de las ciencias sociales y los sociólogos del 
sexo, tales como e l diálogo entre la teoría so- 
ciológica y la teoría feminista: e l debate sobre 
el empleo de la mujer; el poder político y e l 
sistema patriarcal; e l sexo y s u interacción con 
la clase, e l Estado, la acción colectiva y el 
sistema mundial; la relación entre macro y 
microvínculos y los factores que mejor expli- 
can los cambios e n la posición social de la 
mujer e n todo el mundo. Este artículo también 
presenta datos empíricos sobre las tendencias 
de esta evolución. L a autora expone que la 
urbanización, la industrialización y la proleta- 
rización, así como e l desarrollo de los movi- 
mientos de mujeres, las reformas legales y la 
educación, han afectado de forma considera- 
ble la posición social de la mujer. L a mujer a 
su vez, ya sea mediante movimientos organi- 
zados o mediante s u presencia cada vez mayor 
en l a vida pública, ha contribuido a la intro- 
ducción de cambios e n instituciones funda- 
mentales de la sociedad, especialmente e n e l 
mercado de trabajo, la estructura político- 
jurídica y la familia. Estos cambios generan a 
veces una reacción (como l a de los movimien- 
tos «fundamentalistas» o contra e l aborto) y, 
como resultado, los problemas del sexo y la 
mujer ocupan un lugar central e n muchas co- 
r r ientes y teorías contemporáneas. S i bien la 
sociología t iene una actitud relativamente más 
receptiva que la de las demás ciencias sociales, 
e l diálogo entre feministas y sociólogos debe 
proseguir. 
La familia y la intimidad 
Las ((carreras)) familiares y la 
reconstrucción de la vida privada 
D o n Edgar y H e l e Glezer 
El presente artículo trata de la transformación 
de la int imidad en las sociedades modernas. 
Analiza los cambios estructurales e ideológicos 
e n l a noción de sexo, trabajo y «carreras» fa- 
miliares para explicar la nueva prioridad dada 
al autodescubrimiento mutuo y a la «relación 
pura» como base de las relaciones personales 
íntimas. Los fenómenos del abandono del ho- 
gar, las relaciones sexuales antes del matrimo- 
nio, la mayor igualdad en e l seno de la pareja, 
los efectos del divorcio, la búsqueda de nuevas 
parejas y e l envejecimiento de la población 
son otros tantos factores que t ienen conse- 
cuencias para la naturaleza de la int imidad 
entre los adultos, y entre éstos y los niños. Las 
estructuras del trabajo y la diferenciación en- 
t re los sexos son elementos centrales en esta 
transformación del ((trabajo de l amor». 
Teorías sociológicas 
N e i l J. Smelser 
Normalmente nos referimos a la teoría socio- 
lógica como una unidad y a la teorización 
sociológica como una actividad específica. Los 
sociólogos escribimos artículos y libros e im- 
partimos cursos sobre las materias y algunos 
decimos que nos especializamos en la teoría. 
Todo ello induce a error e n un cierto sentido. 
Cada objeto de investigación empírica en 
nuestra disciplina (por más que esté definido y 
uno de estos objetivos requiere más espacio 
del que aquí dispongo y tal vezsea imprudente 
tratar de abarcar tanto. A l mismo tiempo, no 
es posible apreciar la teoría contemporánea 
s i n tener en cuenta estos dos objetivos. 
La naturaleza y la diversidad 
de la teorización sociológica 
circunscrito e n términos estrictos) tiene sus 
raíces en proposiciones ge- 
nerales sobre e l ser huma- 
no y la sociedad, y contiene 
las simientes de l razona- 
miento abstracto y la eva- 
luación normativa. Estos 
elementos suelen permane- 
cer ocultos o tácitos, pero 
jamás se hallan ausentes. 
Por ello, la teoría debe ser 
considerada un aspecto in- 
tegral de la indagación so- 
ciológica y no una entidad 
separada de ella. S in em- 
bargo, en otro sentido la 
teoría es individualizable. 
N e i l J. Smelser es Profesor de Sociolo- 
gía en la Universidad de California, 
Berkeley, California, 94720, Estados 
Unidos de América, donde enseña des- 
de 1958. Es autor de numerosas obras 
en las disciplinas sobre la teoría socio- 
lógica, e l cambio social, la sociología 
económica, los movimientos sociales y 
la sociología de la educación. Su obra 
más reciente es Social Paralysis and 
Social Change: British Working-Class 
Education in the Nineteenth Century. 
Es miembro de la National Academy 
o f Sciences (Estados Unidos de Améri- 
ca) y la American Academy o f Arts and 
Sciences. También es Vicepresidente de 
la Asociación Sociológica Internacional. 
Es posible y legítimo considerar las relaciones 
entre los elementos generales en cuanto a tales 
y, al hacerlo, entramos e n e l ámbito de la 
teoría sociológica y l a teorización propiamente 
dicha. 
Con este artículo me propongo dos objeti- 
vos; en primer lugar, hacer algunas observa- 
ciones generales acerca de la teoría sociológica 
(al principio y al final) y, en segundo lugar, 
trazar un mapa general pero completo de las 
variedades del pensamiento teórico e n la so- 
ciología contemporánea (en e l medio). Cada 
Historia y teoría 
Frecuentemente distingui- 
mos tambiéti entre la his- 
toria de la teoría (o histo- 
r ia del pensamiento) y la 
teoría sistemática. L a pri- 
mera describe e l pensa- 
miento consciente sobre la 
sociedad a partir de una 
persona (Hobbes, Comte), 
de una escuela o doctrina 
(el utilitarismo) o un perío- 
do (por ejemplo la Grecia 
clásica). L a segunda se re- 
f iere a una reflexión más 
contemporánea acerca de 
la sociedad, estructurada mediante la utiliza- 
ción de primeras hipótesis expresas, la deriva- 
ción formal hipótesis específicas susceptibles 
de ser invalidadas por datos empíricos. En este 
caso, la distinción entre ambas es más una 
cuestión de matices que de la existencia de 
una clara línea divisoria. Muchos pensadores, 
a menudo considerados «históricos» en s u im- 
portancia (Adam Smith, Jeremy Bentham, 
Kar l Marx, por ejemplo), eran muy sistemáti- 
cos y científicos tanto e n sus aspiraciones 
como e n su forma de pensar. Por lo demás, 
RICS 139lMarzo 1994 
10 Neil J. Snielser 
gran parte del pensamiento contemporáneo 
que llamamos teoría no es particularmente sis- 
temático como ciencia social; a menudo entra- 
ña la defensa de perspectivas generales, plan- 
teamientos y preferencias ideológicas, así 
como el desarrollo de exposiciones teóricas 
formales y de proposiciones empíricas. Por 
último, muchas perspectivas de la historia del 
pensamiento (como la clásica teoría evolutiva) 
siguen sobreviviendo como elementos de las 
teorías contemporáneas. Por esas razones, en 
sociología la «historia» y la «teoría» son pues 
indisociables. 
Grado de formalización variable 
L a teoría sociológica se caracteriza por una 
formalización mayor o menor según su grado 
de conformidad a las reglas científicas de la 
elaboración teórica. Ciertos tipos de discurso 
que llamamos teoría no son más que perspecti- 
vas generales acerca del ser humano y la socie- 
dad apoyadas en conceptos un tanto impreci- 
sos, una estructura lógica poco rigurosa y, 
de haberlas, escasas proposiciones empíricas 
identificables, que uno no intenta corroborar o 
descartar. A veces, estas perspectivas s i r ven de 
fundamento o se integran a modelos más o 
menos formales, pero a menudo gran parte del 
discurso teórico entraña una argumentación 
de la importancia analítica o normativa de la 
propia perspectiva. 
Otras aproximaciones son por e l contrario 
construcciones verbales más o menos formales 
de supuestos y postulados generales, hipótesis, 
variables (o causas) independientes, variables 
(o efectos o resultados) dependientes y la cita 
de datos relativos a l a verificación empírica. 
Por ejemplo, a pesar de que Robert Michels 
(1959 [ 191 5]), al propiciar su principio inexo- 
rable de la oligarquía, negó que estuviese 
creando un «sistema nuevo» (pág. VIII), s u 
obra, puede ser calificada de razonamiento 
sistemático organizado con arreglo a las leyes 
del proceso científico (Smelser y Warner, 
1976, págs 237 a 476). Igualmente, e n la clási- 
ca obra de Durkheim titulada Suicide (1 95 1 
[ 1897]), se encuentran todos los ingredientes 
de una explicación teórica formalmente cons- 
truida (Merton, 1968~; Smelser y Warner, 
1976, págs. 161 a 172). Parsons, hace medio 
siglo, formuló una definición de este t ipo de la 
teoría, que sigue siendo satisfactoria e n mu- 
chos aspectos y según la cual la teoría es “un 
conjunto de conceptos generalizados de refe- 
rencia empírica que lógicamente dependen en- 
t re sí» (1 954 [ 19451, pág. 21 2). Concebida así, 
la teoría contiene una serie de hipótesis o de 
postulados interdependientes que se acercan a 
la conclusión lógica, derivada de proposicio- 
nes generales que se pueden presentar como 
hipótesis empíricas y que, en principio, son 
verificables. Como hemos indicado, no todo l o 
que calificamos de teoría contiene todos estos 
elementos, por l o que la definición debe ser 
considerada un desideratum más que una des- 
cripción. 
L a expresión más formal de la teoría es la 
exposición de relaciones, derivaciones e hipó- 
tesis en lenguaje mantenido. Este genero de 
teorías se encuentra más comúnmente e n eco- 
nomía pero han sido empleadas e n sociología 
para generar explicaciones y predicciones rela- 
cionadas con los procesos demográficos, la 
movil idad social, la difusión de invenciones y 
técnicas y e l comportamiento de las organiza- 
ciones. 
Otra constante se ref iere al grado del ámbi- 
to teórico o de generalización. Un modelo se 
ref iere por regla general a un conjunto formal- 
mente expuesto de hipótesis respecto a los re- 
sultados empíricos (así, e l modelo es un tipo 
de teoría) pero l imitado a una variedad estre- 
chamente individualizable de situaciones. L a 
teoría del mediano alcance (Merton, 1968a) es 
más amplia y trata de incluir los principios 
explicativos en un ámbito mayor al tiempo, en 
todo caso, de seguir refiriéndose a ((aspectos 
delimitados de los fenómenos sociales)) (págs. 
39 y 40). L a teoría general, como denota s u 
nombre, intenta desarrollar los principios más 
abstractos para explicar una amplia gama de 
elementos regulares en e l comportamiento co- 
lectivo, las instituciones y e l cambio social. .La 
teorización sociológica pasa lista a estos tres 
aspectos. 
Usos y utilidad de la teoría sociológica 
Si bien la teoría es generalmente aceptada 
como ingrediente legítimo en la sociología, las 
razones de esta aceptación no siempre resultan 
claras. Sería útil, pues, recordar cuáles son los 
usos y la uti l idad de la teoría para la propia 
sociología y para las sociedades e n que t iene 
lugar. 
Teorías sociológicas 1 1 
Guardería infantil y CuriOSOS, París 1979. Rapho 
- L a teoría es e l mecanismo mediante e l cual 
se codifican e interrelacionan dentro de un 
marco único los resultados de las diversas 
actividades de investigación empírica, a me- 
nudo concebidos e n forma independiente 
uno del otro y consignados e n distintos con- 
textos conceptuales. 
- L a codificación implica la generalización.L a 
teoría permite pasar a un grado de abstrac- 
ción superior, aplicando las conclusiones y 
los resultados de la investigación sociológica 
a un campo más vasto que aquel donde fue- 
ron formuladas. 
- Las formulaciones teóricas también t ienen 
una función de toma de conciencia, que 
consiste en advertir a quienes investigan 
o comentan fenómenos sociales de la exis- 
tencia de problemas y cuestiones concretas 
que tal vez no sean fácilmente visibles s i 
los fenómenos se examinan superficial- 
mente, pero que pueden constituir la base 
de su explicación e interpretación (Blumer, 
1954). 
- L a teoría ofrece posibilidades de aplicación, 
de hacerse útil en e l diseño y la reforma de la 
política, las organizaciones y las institucio- 
nes, incluso en una transformación revolu- 
cionaria. Esto no significa que esa aplicación 
constituya una implantación l iteral y com- 
pleta de los sistemas teóricos sobre la reali- 
dad social. Más bien se trata de ofrecer da- 
tos, perspectivas y formas de examinar los 
fenómenos sociales que pueden dar un ca- 
rácter más pert inente y efectivo a las activi- 
dades prácticas. 
- L a teoría sociológica es ú t i l e n l a medida en 
que entra en e l discurso piíblico general clari- 
ficándolo y estimulándolo. En este sentido, 
la teoría sociológica tiene un claro aspecto 
ideológico. Los críticos de la sociología sue- 
l e n enfocarla con un criterio negativo (di- 
ciendo que afianza e l status quo o l o socava), 
pero la afirmación general que quiero hacer 
es que la teorización sociológica nunca t iene 
carácter neutral e n sus contextos sociocultu- 
rales más amplios. 
12 Neil J. Smelser 
La cuestión de la acumulación 
L a sociología, incluidos sus aspectos teóricos, 
es normalmente considerada como ciencia SO- 
cial. Históricamente las ciencias sociales se 
desarrollaron en un intento de adaptar los mo- 
delos y métodos de las ciencias naturales al 
estudio de las relaciones sociales y de la socie- 
dad. Quienes las practican no tienen proble- 
mas para definirse como científicos sociales. 
En este contexto, se suele preguntar s i e l cono- 
cimiento científico social aumenta e n forma 
acumulativa. 
El modelo científico de acumulación, que 
generalmente se utiliza a efectos comparati- 
vos, consiste en que e l conocimiento científi- 
co, incluida la teoría, sólo t iene validez en un 
sentido temporal, siendo continuamente ab- 
sorbido, desplazado o reemplazado por la acu- 
mulación sistemática y agregada de nuevos 
descubrimientos empíricos y sus interpretacio- 
nes teóricas. En consecuencia, la historia de 
las ciencias reviste interés básicamente como 
una cuestión de curiosidad, no de validez. por- 
que la ciencia se va invalidando continuamen- 
te en razón de s u propio progreso. 
Se ha aducido (Khun, 1962) que este mo- 
delo idealizado no se aplica siquiera ni a las 
ciencias naturales y, ciertamente, tampoco se 
aplica al desarrollo del conocimieno teórico e n 
la sociología. L a dinámica de la teoría socioló- 
gica, por contraste, se asemeja a l o siguiente: 
de cuando e n cuando, los académicos formu- 
lan una exposición oportuna, original o creati- 
vamente sintética acerca de las relaciones so- 
ciales o la sociedad que responde a las preocu- 
paciones del momento o que se presenta como 
una síntesis particularmente innovadora (por 
ejemplo, la idea de la evolución lineal o pro- 
gresiva). Ello suscita un interés inmediato s i 
ha sido formulado en e l contexto intelectual o 
social adecuado o puede quedar en suspenso 
durante un tiempo para ser activado en su 
momento. En todo caso, e l interés suscitado 
invariablemente incluye impugnaciones teóri- 
cas y empíricas, así como la afirmación y rea- 
firmación de interpretaciones alternativas. Es- 
tas críticas, a su vez, dan lugar a declaraciones 
de defensa y a la adaptación y desarrollo de la 
exposición original por parte de sus defenso- 
res. Como resultado de este proceso, una pers- 
pectiva, un método o una «escuela» ocupa un 
lugar en la historia de la teorización. Con e l 
transcurso del tiempo, esa escuela puede sub- 
sistir, ser desacreditada, reactivada o transfor- 
mada a medida que se combina y recombina 
selectivamente con otras ideas. 
L a historia de la teoría sociológica (así 
como su situación actual) es e l resultado no de 
decenas, sino de cientos, de este t ipo de episo- 
dios. Es una historia de invención, elabora- 
ción, combinación y recombinación, activa- 
ción, reactivación y muerte ocasional de pers- 
pectivas teóricas. Así pues, no se trata de un 
proceso acumulativo en e l cual e l saber progre- 
saría gracias al reemplazamiento de lo viejo 
por lo nuevo a la luz de un conocimiento más 
adecuado o válido sino más bien una historia 
de incremento del número, la complejidad y e l 
contenido de concepciones, marcos y teorías 
sobre la sociedad humana expresados de for- 
ma más o menos sistemática y que gravan 
progresivamente en complejidad y profundi- 
dad. Se trata también de una historia de conti- 
nuo cambio a medida que e l conocimiento 
teórico se desplaza internamente a través de la 
invención, la controversia, la nueva investiga- 
ción empírica y e l debate e n la materia reac- 
cionando ante los cambios en las condiciones 
y e n las sociedades e n que es generado. Por 
último, e n cualquier momento de la historia, 
e l mapa de la teoría sociológica constituye un 
mosaico complicado, un producto agregado de 
ese cambio y no una acumulación racional. L a 
poca coherencia que t iene dimana básicamen- 
te de la interpretación de los académicos que, 
posteriormente, advierten patrones lógicos en 
su desarrollo. 
Un mapa contemporáneo 
de las teorías sociológicas 
L a sociología, disciplina de enorme alcance, se 
puede dividir de diversas maneras; e n primer 
lugar, en submaterias clasificadas por e l conte- 
nido, estratificación social, sociología de la fa- 
milia, sociología de la pobreza, sociología del 
medio ambiente, etc.; en segundo lugar, según 
e l método empleado, matemático, estadístico, 
comparado, experimental, etnográfico y, en 
tercer lugar, por las perspectivas teóricas o los 
paradigmas (a veces antagónicos). Es este últ i- 
mo aspecto l o que concentrará mi atención en 
e l presente artículo. 
Hay que hacer tres salvedades al principio: 
Teorías sociológicas 13 
- El mapa que voy a trazar es e n cierto modo 
ahistórico; constituye una sección transver- 
sal sincrónica y hay pocas referencias a los 
orígenes y desarrollo de las distintas partes 
del conjunto. 
- Mi análisis, como cualquier otro, entraña un 
cierto grado de arbitrariedad porque hay 
muchas formas legítimas de dividir la teoría. 
L a obra de M a x Weber, por ejemplo, puede 
legítimamente ser calificada de teoría ttfeno- 
menológica)), «estructural», «de mediano al- 
cance» y «de conflicto»; por l o tanto Weber 
puede quedar situado e n una o muchas par- 
tes del mapa teórico segiin la importancia 
que se atribuya a cada una de estas facetas 
de su obra. 
- L a división e n territorios distintos no debe 
dar la idea de que hay múltiples batallones 
de académicos, cada uno de los cuales está 
movilizado en torno a una perspectiva teóri- 
ca. Algunos académicos se definen de esa 
forma pero, e n la práctica, la mayoría tiende 
a ser un tanto ecléctica e n sus opciones teóri- 
cas, destacando, tal vez, una perspectiva res- 
pecto de otra pero utilizando y combinando 
planteamientos cuando el problema intelec- 
tual que les ocupa parece hacerlo necesario. 
Pasemos ahora al mapa propiamente di- 
cho. L a división fundamental se encuentra en- 
t re las perspectivas macroscópicas, que se cen- 
tran inicialmente en las organizaciones, las 
instituciones, las sociedades y las culturas, y 
las perspectivas microscópicas, que se centran 
e n la psicología social de los individuos y los 
procesos de interacción entre ellos. En la prác- 
tica, los niveles de análisis se superponen: to- 
daslas teorías macroscópicas comprenden 
como mínimo hipótesis psicológicas tácitas y 
todas las teorías microscópicas parten del su- 
puesto de parámetros sociales más amplios e n 
los cuales t ienen lugar los microprocesos. 
Teorías macrosociológicas 
El contraste más frecuente suele encontrarse 
entre las teorías que en principio ins i s ten e n la 
integración social y las que l o hacen en e l 
conflicto social. 
Teorías de la integración 
Principalmente se encuentra comprendida en 
este epígrafe la teoría estructural-funcional, 
que pasa por las obras de Herbert Spencer 
(1 897). Emile Durkheim (1 947 [ 19 13]), Bro- 
nislaw Malinowski (1 955) y Radcliffe-Brown 
( 1 952) y culmina con las obras de Talcott Par- 
sons (1 95 1) y Robert Merton ( 1 968b). Todos 
ellos concebían la sociedad como una estructu- 
ra de partes relacionadas entre sí que se sostie- 
nen, e n diverso grado, por mecanismos de 
equilibrio. L a perspectiva estructural-funcio- 
nal guarda también relación con la consolida- 
ción de la teoría de la modernización, elabora- 
da en los decenios siguientes a la Segunda 
Guerra Mundial, en la cual se considera que e l 
desarrollo de la sociedad va superando obs- 
táculos basados e n la tradición (correspon- 
dientes básicamente a la religión, la tribu y la 
casta, la comunidad y e l parentesco) y los 
reemplaza por las instituciones diferenciadas, 
más «modernas» (incluidos los gobiernos de- 
mocráticos), que se encuentran en los países 
desarrollados. Otra formulación teórica, «el 
fin de l a ideología» (Bell, 1960), queda tam- 
bién comprendida en general en e l epígrafe de l 
análisis funcional. Los partidarios de esta te- 
sis, formulada también e n los decenios que 
siguieron a la Segunda Guerra Mundial, adu- 
cían que las sociedades occidentales habían 
llegado a un nuevo consenso, los trabajadores 
habían alcanzado la ciudadanía política, la 
burguesía había aceptado e l Estado providen- 
cia. y ambos habían aceptado e l proceso de- 
mocrático. Los problemas ideológicos que di- 
vidían a la derecha y la izquierda habían 
quedado reducidos a diferencias marginales e n 
cuanto a la importancia que había que atribuir 
a la propiedad pública y a la planificación de 
la economía. 
L a perspectiva estructurofuncional fue ob- 
jeto de críticas en los turbulentos años sesenta 
y sigue siéndolo aún, e n especial, aunque no 
exclusivamente, por parte de sociólogos radi- 
cales y críticas y por muchos sociólogos de 
países en vías de desarrollo. El aparato con- 
ceptual del análisis estructurofuncional (in- 
cluida la clasificación sistemática de los «im- 
perativos funcionales», la idea de la supervi- 
vencia de l a sociedad y e l equilibrio estable) 
no sobrevive indemne de estos ataques, pero 
e n buena parte la investigación sigue recu- 
rriendo a varias ideas básicas relacionadas con 
esa doctrina. a saber: 
- Corresponde a las instituciones un papel po- 
sitivo e n e l actual empeño de la sociedad por 
14 Neil J. Srnelser 
asegurarse de que sus objetivos principales 
sean atendidos. 
- Las instituciones avanzan hacia una mayor 
coherencia; por ejemplo, íos parámetros de 
la educación superior se ven configurados 
por las necesidades funcionales de una eco- 
nomía de servicios altamente tecnológica. 
-Las presiones y contradicciones en la vida 
institucional establecen procesos de equil i - 
br io que modifican a dichas instituciones 
con e l fin de adaptarlas; por ejemplo, cuando 
gran número de los progenitores en las fami- 
lias trabajan como asalariados, suelen mate- 
rializarse sistemas alternativos de socializa- 
ción (familia ampliada, guarderías infanti- 
les). 
- L a diferenciación estructural, e l desarrollo 
de estructuras sociales más complejas y espe- 
cializadas (Alexander y Colomy, 1990), 
constituye una forma fundamental de cam- 
b io en las sociedades e n desarrollo. 
El aspecto más débil del análisis estructu- 
rofuncional en e l pensamiento contemporáneo 
consiste en la idea de que la integración se 
alcanza mediante e l consenso sobre valores 
comunes, posición que sostienen fundamental- 
mente Parsons. 
Tambien se encuentran elementos del aná- 
l i s i s estructurofuncional en algunas perspecti- 
vas teóricas recientes. Una es la ((ecología de 
la población)), que hace valer principios danvi- 
nianos clásicos. Se aplica fundamentalmente 
e n e l ámbito de las organizaciones formales, 
e n las cuales e l nacimiento, e l crecimiento, la 
transformación y la desaparición de organiza- 
ciones económicas y de otra índole son consi- 
derados resultado de una interacción entre las 
estrategias de adaptación de dichas organiza- 
ciones y las limitaciones (básicamente atadas a 
las posibilidades de recursos) que impone e l 
entorno (Hannan y Freeman, 1977). En segun- 
do lugar se encuentra la «teoría de los siste- 
mas)), desde hace tiempo relacionada con la 
idea de que todas las variedades de sistemas 
naturales, humanos y sociales manifiestan 
principios análogos de funcionamiento. Su ex- 
presión contemporánea más importante se en- 
cuentra en la obra de Niklas Luhmann (1 982) 
que ha llevado más allá algunos aspectos de la 
teoría del sistema de Parsons y ha creado teo- 
rías relativas a la diferenciación estructural y a 
la autoproducción de sistemas (autopoesis), así 
como a s u evolución. 
Una tercera perspectiva es e l meofuncio- 
nalismo)), asociado con Jeffrey Alexander 
(1985) y otros. Esta teoría destaca como prin- 
cipio central del cambio social la interrelación 
de las actividades de la sociedad, e l análisis en 
e l nivel socioestructural (macrosociológico), 
los mecanismos de desviación y control social 
y la diferenciación estructural como forma 
esencial de cambio. E l elemento nuevo está 
constituido por e l reconocimiento de que e l 
consenso cultural no es e l motor más impor- 
tante de integración e n la sociedad sino que en 
las dimensión social tienen un papel funda- 
mental las coaliciones, los grupos de intereses 
y otros intermediarios del conflicto, cabe pues 
tener en cuenta la interacción personal como 
base de los procesos socioestructurales y la 
necesidad de que la sociología no se ocupa 
exclusivamente de los «sistemas» sino tam- 
bién de la «acción». En suma, e l neofunciona- 
lismo constituye una especie de puente con las 
teorías que atribuyen una función más central 
al conflicto, a las que pasaré a refer i rme a con- 
tinuación. 
Teorías del conflicto 
Procede comenzar con otra exposición teórica 
que sirva de puente entre las teorías de la 
interacción y e l conflicto. Se trata de la teoría 
inspirada por la obra de Georg Simmel y con- 
solidada por Lewis Coser (1 956). El punto de 
partida de la teoría de Coser es una crítica del 
argumento funcional (básicamente de Par- 
sons) según la cual e l conflicto desestabiliza e l 
orden social. Coser sostiene que e l conflicto 
suele serv i r de base para la comunidad y la 
unidad entre los combatientes y que e l conflic- 
to con un grupo exterior (como en una guerra 
entre países o una lucha civil) es una fuerza 
que reúne. En, cierto sentido, se trata de una 
extensión del propio planteamiento funcional, 
pues sigue centrado e n la noción de integra- 
ción. En todo caso, la teoría de Coser incorpo- 
ra diversos tipos de conflicto en la perspectiva 
funcionalista. 
L a mayor parte de las teorías de l conflicto 
en la sociología contemporánea dimanan de 
las tesis de Kar l Marx, a saber, la historia nos 
enseña que todas las sociedades (y especial- 
mente e l capitalismo burgués) se basan en una 
forma económica de producción que produce 
un sistema bipolar de clases sociales, una que 
Teorías sociológicas 15 
Un lag: idecoración, protesta o autoafirmación? Didier MailladRapho. 
explota y otra que es explotada. En virtud de 
esa relación, las clases se encuentran e n una 
relación de conflicto irrevocable entre sí. Este 
conflicto es además e l motor del cambio histó- 
rico en la teoría de Marx, ya que la victoria 
definitiva de la clase explotada trae consigo un 
nuevo tipo de sociedad y una nueva fase de 
evolución histórica (Marx, 19 1 3 [ 18591: Marx 
y Engels, 1954 [ 18481). 
Es evidente que la perspectiva marxista 
constituye una enorme fuerza intelectual y po- 
lítica y ha dado origen a una vasta gama de 
teorías a f ines del siglo XIX y en e l siglo xx, 
convirt ihdose en la inspiración ideológica de 
los partidos comunistas y socialistas y otros 
partidos de izquierda, en su mayoría de los 
Estados avanzados y en vías de desarrollo: 
constituyó la ideología de legitimación para la 
Un ión Soviética, la República Popular China 
y Europa Oriental y la sigue siendo en países 
tales como la República Popular China, Cuba 
y Corea del Norte. 
En los decenios recientes, la influencia del 
marxismo ha perdido su antiguo prestigio tan- 
to entre los académicos de Europa occidental 
como (en menor medida) entre los de América 
del Norte, desapareciendo prácticamente e n 
los países de Europa oriental y e n la ex Un ión 
Soviética, donde los regímenes socialistas y 
comunistas construidos sobre la base de l mar- 
xismo-leninismo han experimentado un dra- 
mático derrumbe. En todo caso, la perspectiva 
materialista de las clases sigue encontrando 
expresión en obras teóricas y posturas polít i- 
cas de académicos del tercer mundo y algunos 
académicos occidentales. Entre estos últimss, 
s i n embargo, s u vitalidad no se entiende como 
una teoría total de la sociedad (con excepción 
de la teoría de l capitalismo monopolista) sino 
más bien en sus aplicaciones a ámbitos más 
concretos. Cabe mencionar las obras de Eric 
Olin Wright (1985) relativas a l a continua y 
determinante influencia de las clases económi- 
cas, los análisis de Harry Braverman (1 974) y 
Michael Burawoy (1974) sobre cambio y do- 
minio en el lugar de trabajo y ciertas interpre- 
taciones de las relaciones raciales contemporá- 
neas e n los Estados Unidos como, por ejem- 
16 Neil J. Smelser 
plo, e l modelo de colonialismo interno de Ro- 
bert Blauner (1 972), basado en gran medida en 
la teoría neomamista de l colonialismo, la in- 
terpretación de la dominación de la mujer por 
e l hombre como manifestación especial del 
dominio capitalista de la mano de obra (Hart- 
mann, 1976) y la mueva criminología» (Tay- 
lor, Walton y Young, 1973), basada en la pre- 
misa de que la definición y la sanción del 
delito redundan básicamente en interés de la 
subsistencia del dominio capitalista sobre las 
clases oprimidas. 
En su mayoría, las demás teorías contem- 
poráneas de l conflicto mantienen uno o más 
elementos del marxismo, como la idea de cla- 
ses opresoras y clases oprimidas, o la idea del 
conflicto de grupo. S in embargo, estas teorías 
abandonan tantos otros elementos del marxis- 
mo o los combinan con tantos conceptos no 
marxistas que mal cabe decir que son ((marxis- 
tas» a menos que se estire mucho e l término. 
Constituye un ejemplo de este t ipo de formu- 
lación teórica la de Ralf Dahrendorf (1 959), 
que rechaza la proposición fundamental de 
Marx de que las relaciones económicas consti- 
tuyen la base de la desigualdad en la sociedad 
moderna, y critica la teoría marxista de las 
clases que dimanan de esa proposición. Al 
mismo tiempo, Dahrendorf conserva la idea 
del dominio como principio de organización, 
s i bien la imputa a una situación de diferencia 
e n una relación de autoridad (con lo que da a 
su obra un t inte weberiano). En todo caso, 
Dahrendorf sí conserva la idea, similar a la de 
Marx, de que los grupos de clases basados en 
relaciones de autoridad se convierten gradual- 
mente de grupos de intereses latentes en gru- 
pos de acción a medida que sus intereses se 
ponen de manifiesto a través de la ideología, la 
conciencia, e l liderazgo y la organización y que 
esos grupos son los principales vectores del 
conflicto y e l cambio. 
Otra gran teoría del conflicto que dimana 
e n parte de la tradición marxista es la «escuela 
crítica» de la sociología. Esencialmente alema- 
na en su origen, esta escuela, llamada también 
«Escuela de Frankfurt» surgió e n e l período de 
entreguerras como confluencia de diversas 
perspectivas marxistas, psicoanalíticas y cultu- 
rales. S u expresión más reciente se halla en las 
obras de Herbert Marcuse y Jurgen Habermas. 
Marcuse (1 964) mantiene e l concepto marxis- 
ta de que las sociedades contemporáneas de 
Europa y América del Norte están divididas 
e n dos grandes clases, opresores y oprimidos, y 
que la opresión guarda relación con la organi- 
zación capitalista de la economía. S i n embar- 
go, a causa de la mayor abundancia como 
consecuencia del avance tecnológico, la distri- 
bución de la riqueza por conducto del Estado- 
providencia y la continua transferencia de ri- 
quezas del tercer mundo a los países adelanta- 
dos, e l proletariado se ha hecho pasivo y ha 
dejado de ser una fuerza revolucionaria. El 
dominio opera a través de la manipulación 
tecnológica que ejerce e l aparato gubernamen- 
tal y se sostiene mediante los medios de comu- 
nicación, que perpetúan una falsa conciencia 
de bienester material en la población. Como 
resultado, las masas están apaciguadas y los 
conflictos son escasos (salvo en casos ocasio- 
nales de desafío y violencia producidos por 
minorías raciales marginadas y e n situación de 
desempleo). El aparente consenso que existe 
es, en todo caso, una cubierta superficial de la 
dominación y e l conflicto reprimido. 
En una teoría conexa, Habermas (1975) 
considera que e l principal agente de dominio 
en la sociedad capitalista postindustrial no son 
las clases en e l sentido marxista, sino más bien 
e l aparato técnico-administrativo del Estado, 
que se basa e n la racionalidad instrumental. 
Este aparato se inmiscuye en la vida de grupos 
e individuos y desvirtúa su mundo haciéndole 
cobrar un sentido excesivamente racional. E l 
Estado participa en la organización y manipu- 
lación de la economía mediante la función 
directa y, además, entra directamente en la 
actividad económica, financiando la educa- 
ción y formación, supervisando y mantenien- 
do la infraestructura de transporte y vivienda 
y manteniendo grandes fuerzas militares. E l 
Estado se asegura de la lealtad (muchas veces 
pasiva) de las masas mediante e l acceso de 
éstas a los bienes de consumo, la distribución 
de ayudas sociales y e l control de los medios 
informativos. A l mismo tiempo, Habermas 
considera que e l Estado tecnocrático hace 
frente constantemente a crisis tales como la 
inflación, inestabilidad financiera, errores de 
planificación, parálisis administrativa, incum- 
plimiento de sus promesas y erosión de valo- 
res culturales tales como la ética del trabajo. 
Hay otras dos orientaciones teóricas com- 
patibles con la renovada importancia que se 
atribuye al Estado. L a primera es la obra de 
Teorías sociológicas 17 
Theda Skocpol (1 979) y de otros pensadores 
que han reafirmado que e l Estado cobra vitali- 
dad y autonomía por sí mismo (lo que no está 
reconocido en la teoría marxista) y se corivier- 
te e n un motor primordial e n los procesos de 
crecimiento burocrático, dominación social y 
desarrollo de revoluciones. L a segunda co- 
r r ien te se expresa e n la literatura europea acer- 
ca de los nuevos movimientos sociales (Eyer- 
man. 1992). Sus partidarios, observando que 
los «nuevos» movimientos -feministas, ecolo- 
gistas, antinucleares, antibélicos, contracultu- 
rales y étnicos-raciales no t ienen un funda- 
mento de clase e n e l sentido marxista, atribu- 
yen su auge básicamente a la intervención del 
Estado burocrático en la trama de la sociedad 
y al dominio cultural ejercido por la industria 
del conocimiento y los medios de comunica- 
ción. 
Otra característica de la clásica visión mar- 
xista del mundo es que la cultura (filosofía, 
religión, ideología) derivade la subestructura 
económica de la sociedad y funciona primor- 
dialmente e n interés de las clases económicas 
dominantes. Varios movimientos teóricos re- 
cientes han atribuido mayor independencia a 
la cultura. Una teoría se ref iere al análisis de 
los códigos culturales propiamente dichos, 
partiendo de l a obra seminal de Levi-Strauss 
(1963) y de otros, que están presentes en la 
sociología cultural tanto de los Estados Unidos 
como de Europa. Otra destaca la fusión de la 
cultura con e l poder y e l dominio. 
Gran parte del impulso cobrado por esta 
últ ima orientación teórica es atribuible a An- 
tonio Gramsci (1 97 1). Gramsci. que era mar- 
xista, daba en todo caso un sentido indepen- 
diente al concepto de ((hegemonía cultural)), 
un proceso por e l cual las clases dominantes en 
l a sociedad lograban serlo convenciendo a las 
clases subordinadas de que sus opiniones cul- 
turales. morales y políticas eran las correctas, 
para l o cual recurrían a procedimientos tales 
como e l sistema educativo y a los medios de 
información. Dos teóricos franceses, Michale 
Foucault y Pierre Bourdieu, han desarrollado 
e n distintos sentidos el vínculo entre poder y 
cultura. A Foucault (1 979) le interesa especial- 
mente la importancia del conocimiento como 
forma de dominio existente e n todas las rela- 
ciones estructurales de l a sociedad. Sus análi- 
s is enfocan e l ejercicio del conocimiento/ 
poder en marcos médicos, psiquiátricos y 
correccionales. L a teoría macrosociológica de 
Pierre Bourdieu (1 984) destaca también la lu- 
cha de clases en la sociedad. Esta lucha entra- 
ña un elemento económico pero Bordieu atri- 
buye una mayor importancia a la dimensión 
cultural o simbólica. Las diferentes clases po- 
seen cada una distintos niveles y tipos de ttca- 
pita1 cultural», que es e l producto de l a sociali- 
zación, la educación académica y de las posi- 
bilidades de cultivarse, lo que les sirve de 
importante recurso para hacer valer y defen- 
der s u posición como clases. 
Por Último, hay otras teorías basadas e n el 
conflicto que han surgido como críticas de las 
teorías de la modernización y que t ienen ade- 
más un cariz internacinal. L a primera es la 
teoría de la dependencia, asociada al nombre 
de Fernando Cardoso y otros autores latino- 
americanos (Cardoso y Faletto, 1969). Estos 
autores sostienen que el desarrollo no está de- 
terminado primordialmente por factores inter- 
nos de la sociedad tales como e l espíritu em- 
presarial y e l peso de la tradición. Estos 
teóricos subrayan que e l capital internacional, 
las empresas multinacionales y el peso de la 
deuda orientan e l curso de l a evolución econó- 
mica y configuran pautas de dominio y con- 
flicto entre clases e n los países e n vías de 
desarrollo. Las primeras formulaciones recal- 
caban que e l capital internacional impedía o 
desvirtuaba e l desarrollo, pero e n variantes 
más recientes se han analizado casos (Corea 
del Sur y Taiwán, por ejemplo) e n que ha 
habido un desarrollo económico fuerte y posi- 
t ivo en un contexto de dependencia. L a segun- 
da teoría es la llamada de los sistemas mundia- 
les, asociada con Fernand Braudel (1979) e 
Immanuel Wallerstein ( 1 974). Esta teoría par- 
te del postulado según el cual, históricamente, 
e l modo de organización social no se halla 
determinado por condiciones endógenas sino 
que refleja los cambios en el sistema de rela- 
ciones económicas entre sociedades. En parti- 
cular, todo período histórico se caracteriza por 
la presencia de un centro (Gran Bretaña e n el 
siglo XIX, los Estados Unidos en los decenios 
siguientes a la Segunda Guerra Mundial, por 
ejemplo), una periferia (países coloniales, paí- 
ses del tercer mundo) y una semiperiferia de 
países más débiles pero con cierta presencia e n 
e l plano mundial (en l a actualidad, México y 
Argentina, por ejemplo). L a teoría de los siste- 
mas mundiales, e n su aplicación más extrema, 
18 Neil J. Sinelser 
calificaría la historia interna de las sociedades 
de ramificaciones de las fuerzas económicas 
internacionales que se ejercen sobre ellas. 
Teorías microsociológicas 
Mientras que la psicología social y la interac- 
ción social han formado parte de la sociología 
desde hace mucho tiempo, en los años setenta 
se registró una ((revolución microscópica)) en 
que se reactivaron o inventaron teorías basa- 
das e n la intervención personal e n oposición a 
la teoría macrosociológica que, según se adu- 
cía, objetivqba la vida social reduciéndola a 
abstracciones, organizaciones, estructuras o 
culturas. 
El intercambio y la opción racional 
Como indica s u nombre, las teorías de esta 
índole toman elementos de las disciplinas de 
la economía y l a psicología. El conductismo 
social de George Homans (1 974), por ejemplo, 
incorpora los principios económicos de la ma- 
ximización del rendimiento, e l rendimiento 
marginal decreciente y e l principio de la psico- 
logía de que las regularidades se basan e n co- 
nexiones establecidas entre influencias del me- 
dio externo (estímulos) y actos de conducta 
individual (respuestas). Homans aduce en par- 
ticular que cuanto mayor recompensa vea una 
persona e n la realización de un determinado 
acto, con mayor solidez quedará fijado ese 
acto en sus patrones de conducta. El compo- 
nente de ((intercambio)) de la teoría de Ho- 
mans dimana de la afirmación de que dos o 
más personas se comportarán entre sí de con- 
formidad con los principios de la recompensa 
como forma de refuerzo y que todos los tipos 
de relación interactiva (la cooperación y l a 
autoridad, por ejemplo) pueden ser compren- 
didos y explicados como manifestaciones de 
ese intercambio. Otra variación de la teoría 
del intercambio, la de Peter Blau (1 964). recu- 
r r e también a las ideas económicas del inter- 
cambio pero su versión es más de índole «SO- 
cioestructurab) porque prevé e l intercambio 
entre personas que ocupan puestos en las es- 
tructuras organizativas e incluye un análisis 
expreso del desarrollo de las diferencias socia- 
les, las estructuras de poder y los valores colec- 
tivos. 
L a teoría de la opción racional dimana 
también de la aplicación de modelos psicológi- 
cos y de mercado -tomados de la economía- a 
tipos de comportamiento y a instituciones que 
no se consideran primordialmente económi- 
cas. El economista Gary Becker aduce (1 976) 
que e l principio de l cálculo racional está omni- 
presente e n la vida del hombre, aplicándolo a 
temas tan diversos como la discriminación ra- 
cial, e l matrimonio, la delincuencia y la droga- 
dicción. El postulado sociológico más ambi- 
cioso de la teoría de la acción racional es e l de 
James Coleman (1 990), quien, partiendo del 
punto de vista uti l i tario del actor que maximi- 
za, calcula racionalmente y no se siente l imita- 
do por las normas, pasa a marcos más amplios 
y genera análisis derivativos acerca de las rela- 
ciones interpersonales, los sistemas de autori- 
dad y mercado, la conducta colectiva, los mo- 
vimientos sociales, y las estructuras institucio- 
nales y las empresariales más amplias. 
Las teorías del microconflicto 
El primer ejemplo de este planteamieno se 
encuentra en la obra de Randa11 Collins 
(1975), que habla de dos o más sujetos que 
ante una situación de escasez tienden no a la 
relación con otros sujetos sino a su dominio. 
Sin embargo, ve la interacción como algo más 
que una simple lucha por e l poder, porque 
reconocen y desarrolla posibilidades de nego- 
ciación y contemporización. L a actual distri- 
bución del poder en la sociedad, en general, es 
un tipo de resultado agregado a miles de situa- 
ciones de microconflicto resueltas. El segundo 
ejemplo corresponde a un ámbito secundario 
de la sociología (comportamiento desviado y 
control social) y es conocido generalmente con 
los títulos de teoría de la etiqueta (Becker. 
1963) o teoría del estigma(Goffman. 1963). 
Según la teoría funcional, e l comportamiento 
desviado t iene s u origen e n la motivación indi- 
vidual y constituye una violación de una nor- 
ma de la sociedad; para la teoría de la rotula- 
ción, en cambio, e l comportamiento desviado 
es producido por e l ejercicio de poder de suje- 
tos que t ienen puestos de control social (médi- 
cos, jueces, policías) y que reprimen e l com- 
portamiento desviado según su propia defini- 
ción. Así, e l problema del comportamiento 
desviado surge como una forma de conflicto 
en torno al significado (en realidad un conflic- 
to de poder), e n e l cual los más poderosos 
Teorías socioloxicas 19 
generalmente pueden imponer s u definición s i 
bien aquellos cuyo comportamiento es califi- 
cado de desviado crean estrategias para desvir- 
tuar o manipular esos significados. Se crean 
nuevas estructuras sociales a medida que las 
autoridades asignan a aquellos cuyo comporta- 
miento califican de desviado a una especie de 
clase inferior en situación desventajosa. 
Teorías fenomenológicas 
Varias teorías microscópicas se basan e n la 
premisa de que e l estudio de la realidad social 
debe tener como fundamento los sistemas de 
significación de cada uno de los sujetos. Cons- 
tituye un ejemplo e l concepto de interacción 
simbólica, basado en la filosofía pragmática de 
John Dewey, Charles Cooley y George Herbert 
Mead y que ha encontrado expresión más re- 
cientemente en la obra de Herbert Blumer 
(1 969). En un cierto sentido, e l punto de parti- 
da de Blumer entraña una polémica negativa: 
e l comportamiento humano no puede ser ca- 
racterizado como e l producto de fuerzas inter- 
nas o externas, y se trata de instintos, impul- 
sos, roles sociales, estructuras sociales o cultu- 
ra. En cambio corresponde un lugar central a 
los conceptos de significado subjetivo y sujeto. 
Además, se encuentra significado (como indi- 
ca e l nombre de la teoría) en e l proceso de 
interacción. Los sujetos se comunican entre sí, 
crean y derivan significados y actúan como 
creen procedente. Además, e l sujeto sostiene 
una comunicación significativa consigo mis- 
mo, dándose los mismos tipos de indicación 
que se encuentran e n la interacción interperso- 
nal. Se trata de procesos complicados que en- 
trañan comprender l o que quieren decir los 
otros, revisar un significado sobre la base de 
esa comprensión, adivinar la interpretación 
que hacen los demás y modificar las prediccio- 
nes y la conducta de uno mismo con arreglo a 
esos procesos. Las relaciones sociales estables 
se interpretan e n gran medida como activida- 
des conjuntas y de ensamblaje de actividades 
significativas en formas más o menos persis- 
tentes. 
L a etnometodología constituye una teoría 
conexa, asociada básicamente con Harold 
Garfinkel (1 967). Sus partidarios rechazan 
también la teoría socioestructural porque con- 
lleva objetivaciones sociológicas y pierde de 
vista las realidades de la interacción estrecha. 
L a teoría etnometodológica habla de un sujeto 
libre, práctico, que improvisa y negocia y e l 
cual, e n sus relaciones, t iene a s u disposición 
diversos planes de acción y «racionalidades». 
L a tarea del partidario de la etnometodología 
consiste e n investigar e l curso de acción que se 
ha seguido, los fundamentos por los cuales se 
ha hecho y las formas en que la acción es 
orientada mediante supuestos que se dan por 
descontados. L a estructura de la realidad so- 
cial no viene dada sino que está continuamen- 
te constituida, reconstituida, reproducida y 
fundamentada e n la interacción. Un ámbito 
de investigación de los partidarios de la etno- 
metodología ha consistido en descubrir o crear 
situaciones en que la interacción se rompa al 
desestimar o transgredir sus supuestos, y bus- 
car la forma en que e l sentido existente se 
restablezca o se negocie de nuevo. Por esta 
razón, los partidarios de la etnometodología 
han sido calificados de «microfuncionalistas» 
que estudian los procesos de equilibrio de la 
interacción social, tal como los macrofuncio- 
nalistas estudian e l proceso de equilibrio de la 
sociedad e n general. 
Jurgen Habermas (1 984) ha creado la lla- 
mada teoría de la acción comunicativa, que se 
basa en parte en fuentes fenomenológicas. Se 
trata de una teoría de la comunicación vincu- 
lada con un mundo e n que se mueven indiv i - 
duos y grupos, que es un plano de organiza- 
ción distanciado del mundo de la racionalidad 
o de la instrumentalidad cognoscitiva que está 
incorporada e n las organizaciones estructura- 
das, especialmente e n e l aparato estatal de la 
sociedad postindustrial. Para Habermas, la ac- 
ción comunicativa es una «situación de dis- 
curso ideal» e n que individuos libres (sin res- 
tricciones) se dedican al discurso argumentati- 
vo y de esa manera crean definiciones objeti- 
vas y construcciones intersubjetivas. Los crite- 
rios para la validez de la acción comunicativa 
no son racionales en e l sentido científico' ins- 
trumental sino que se encuentran más bien e n 
las verdades que surgen de las dimensiones 
moral, estética, terapéutica y expresiva de la 
interacción. Además, según Habermas, e l dis- 
curso comunicativo libera al individuo de las 
distorsiones de un mundo excesivamente ra- 
cionalizado y ofrece posibilidades de proceder 
a una crítica fundamental y a la reconstruc- 
ción de ese mundo. 
Mencionaré por úl t imo una teoría de Peter 
20 Neil J. Smelser 
Berger y Thomas Luckmann (1 967), de origen 
a la vez fenomenológico y microsociológico, 
pero que apunta también a desplazarse al nivel 
macropsicológico para volver luego al micro- 
sociológico. Según esta teoría, e n e l proceso de 
interacción e l individuo estabiliza l o que es 
intrínsecamente un mundo complejo e inesta- 
ble (e incluso caótico) mediante un proceso de 
tipificación y exteriorización de situaciones 
sociales. El idioma es un instrumento para este 
proceso. Mediante otro proceso, estas exterio- 
rizaciones son objetivadas y legitimadas a l 
convertirse en expectativas institucionales y 
culturales. Surgen también especialistas en e l 
mantenimiento de esta «realidad social)) y e l 
círculo se completa cuando esta realidad cons- 
truida de la sociedad se convierte en la base 
para la socialización y el control social de ge- 
neraciones futuras, procesos que se llevan a 
cabo m o m o si» la realidad social construida 
fuese objetiva y real. 
Algunas salvedades acerca 
del mapa 
Al terminar este recorrido de teorías y para- 
digmas. que podría haber sido más amplio y 
profundo s i e l espacio l o hubiese permitido, es 
probable que e l lector experimente una cierta 
sensación de cansancio y frustración. El alcan- 
ce de la teoría sociológica es inmenso; la diver- 
sidad de formulaciones teóricas es tal que uno 
busca en vano la unidad y la mayor parte de 
las posiciones teóricas enunciadas incluyen un 
elemento de crítica respecto de muchas de las 
demás. En muchos aspectos esas ideas se justi- 
fican; la teoría sociológica es dispersa, frag- 
mentaria y se halla dividida por la polémica. 
Para contrarrestar en cierto grado esta visión 
negativa, me propongo introducir un cierto 
matiz de continuidad haciendo algunas obser- 
vaciones acerca del estado de la «teoría e n la 
práctica)), esto es, cómo enfocan los sociólogos 
la teoría en su investigación empírica. 
L a mayoría de los sociólogos dirían que, en 
principio, pref ieren una o más de las perspec- 
tivas teóricas que hemos mencionado y no 
otras. Esta predilección tiende a destacar las 
diferencias entre ellos. Sin embargo, es eviden- 
t e también que cuando los investigadores con 
una formación teórica se dedican al análisis de 
problemas intelectuales concretos arraigados 
e n la realidad social, casi inevitablemente se 
ven obligados a «comprometer» la pureza de 
sus primeros principios y a incorporar otros. 
Por ejemplo, los estudios empíricos de Durk-heim sobre e l suicidio (1 95 1 [ 18971) y los estu- 
dios empíricos de Weber sobre los efectos de 
la religión e n la actividad económica (1904- 
1905) tienen mucho más en común que sus 
manifiestos metodológicos (Durkheim, 1958 
[ 18951; Weber, 1949 [ 1904]), que están diame- 
tralmente opuestos en casi todos los aspectos 
teóricos y metodológicos. L a misma observa- 
ción procede respecto de la mayor parte de la 
investigación empírica. A pesar de la existen- 
cia de diferencias metateóricas y substantivas 
e n los puntos de partida, la complejidad de la 
realidad social y las limitaciones metodológi- 
cas de la investigación empírica invariable- 
mente hacen que el investigador rompa con la 
rigidez de las primeras formulaciones. En una 
palabra, la investigación empírica hace necesa- 
r io inclinarse hacia e l eclecticismo y la síntesis 
teórica parcial. 
Además, l a mayor parte de las perspectivas 
teóricas que se han reseñado no existen e n 
forma alguna e n estado puro. sino que se adap- 
tan continuamente segiin las circunstancias 
del caso. Por ejemplo, las perspectivas teóri- 
cas, que han tenido origen en su mayor parte 
en Europa occidental y América de l Norte, se 
modifican a medida que pasan a países y re- 
giones del mundo distintos de l de su origen. Se 
combinan y recombinan entre s í y se adaptan 
para hacerse aplicables a perspectivas, situa- 
ciones y condiciones propias de esos países y 
regiones. Cabe prever también que, a medida 
que estos países desarrollan una infraestructu- 
ra adecuada (universidades, academias y otras 
instituciones que facilitan los estudios socia- 
les), habrá una actividad de teorización más 
independiente. En la actualidad, es objeto de 
debate e l grado de unificación de la sociología 
y hasta qué punto existen sociologías naciona- 
les y regionales distintas; evidentemente la po- 
sición correcta e n ese debate consiste en que la 
sociología teórica contemporánea constituye 
un complicado mosaico que incorpora fuerzas 
sociales e intelectuales tanto universales como 
particulares. 
Cabe también reconocer que existen diver- 
sas actividades y posturas que contrarrestan la 
tendencia hacia l a oposición polémica irres- 
tricta entre posiciones teóricas. En primer lu- 
Teorías sociológicas 21 
gar, e n la medida en que la investigación so- 
ciológica cobra carácter cada vez más interdis- 
ciplinario (y hay muchas señales que apuntan 
en ese sentido) tienden a combinarse teorías 
interpretativas que, e n abstracto, podrían con- 
siderarse opuestas. En segundo lugar, se ad- 
vierten en la actualidad diversos intentos de 
síntesis teórica, entre los que cabe mencionar 
los siguientes: 
- e l intento de generar vínculos analíticos y 
empíricos entre los pianos microsociológico 
y macrosociológico (por ejemplo, Alexander 
y otros, 1987); 
- e l intento de establecer un vínculo teórico 
entre la actividad de individuos y grupos 
(agentes) y e l contexto socioestructural en 
que residen (Gidens, 1984); 
- e l intento de crear teorías limitadas que, e n 
todo caso, dimanan de una variedad de pun- 
tos de vista teóricos; la teoría feminista, por 
ejemplo, s i bien está formulada en gran parte 
en términos de conflicto y dominación, tam- 
bién incorpora otros puntos de vista, inclui- 
dos e l psicoanalítico y e l fenomenológico 
(Lengermann y Niebrugge-Brantley, 1922). 
En tercer lugar, e n los dos Últimos decenios 
ha decrecido la guerra polémica que caracteri- 
zaba a la sociología y a muchas de las otras 
ciencias sociales en los años sesenta y setenta. 
El ambiente más característico de los años 
noventa parece acercarse al «pluralismo pací- 
fico», un reconocimiento de que la indagación 
sociológica da legítima cabida a diversas pers- 
pectivas y métodos, por evidente que sea la 
existencia de preferencias claras entre grupos 
individualizados de teóricos e investigadores 
empíricos. 
La lectura de las teorías 
sociológicas 
Mi carrera académica como sociólogo comen- 
zó con un curso de teoría sistemática que di en 
la Universidad de California (Berkeley) en 
otoño de 1958. En los siguientes decenios y 
hasta hoy en día he seguido impartiendo cur- 
sos de esa índole. Durante este período de 
estudio y enseñanza he formulado una serie de 
interrogantes que, a mi juicio, son esenciales 
para comprender las teorías sociológicas y 
compararlas entre sí. Querría concluir este ar- 
tículo presentando esos interrogantes a los lec- 
tores para su reflexión: 
-¿Qué modelo o imagen de l conocimiento 
científico informa u orienta la labor de un 
teórico o de una tradición teórica? Esta pre- 
gunta obedece a dos razones. En primer lu- 
gar, las ciencias sociales se desarrollaron his- 
tóricamente a la sombra intelectual de las 
ciencias naturales y, en muchos casos, las 
han tomado como modelo. En segundo lu- 
gar, la sociología y las demás ciencias socia- 
les siguen justificando su legitimidad e n 
círculos académicos y universidades adu- 
ciendo que son ciencias sociales. Por lo tan- 
to, resulta difíci l para una teoría no tener en 
cuenta las reglas y los métodos de las cien- 
cias. Con ello no quiero decir que todas las 
teorías ut i l icen un modelo positivista de la 
ciencia. Algunas lo hacen evidentemente (la 
teoría de la opción racional es un ejemplo), 
pero especialmente e n este momento las hi- 
pótesis básicas de muchas teorías sociales 
constituyen críticas explícitas de la ciencia 
positiva. En todo caso, algún modelo de 
ciencia sigue siendo un punto de referencia 
por más que la actitud hacia ella sea negati- 
va. 
- ¿Qué elementos formales, sustantivos y espe- 
cíficos del lenguaje científico se incorporan y 
cuáles son rechazados? Esta pregunta es una 
especificación de la primera. 
- ¿Qué concepto t iene e l investigador teórico 
de los individuos y de los grupos que consti- 
tuyen los sujetos de teorización? ¿Son agen- 
tes activos, neutrales o pasivos del cambio y 
la historia? ¿Tiene importancia s u punto de 
vista en la formulación de l conocimiento 
científico? (los conductistas dicen que no, 
los fenomenólogos dicen que sí). En suma, 
¿qué imagen de la naturaleza humana tiene 
e l teórico? 
- ¿En qué forma concibe e l teórico su propio 
papel en la génesis del conocimiento científ i - 
co? ¿Activo o pasivo? ¿Conservador, neutral 
o crítico? Esta pregunta surge porque los 
profesionales de las ciencias sociales son ine- 
ludiblemente intelectuales que se mueven e n 
la sociedad, e invariablemente reflexionan 
sobre las consecuencias de ese hecho. 
- ¿Cuál es e l grado de compromiso del teórico 
respecto del nivel primario del análisis (cul- 
Neil J. Smelser 22 
tural, sistema social, socioestructural, grupo 
o individuo) que constituye e l objeto pri- 
mordial de la sociología? Otra pregunta es- 
trechamente relacionada con la anterior, 
¿cuál es e l elemento más sobresaliente res- 
pecto de ese nivel (integración, conflicto, li- 
bertad, opresión)? 
- ¿Está bien formulada la teoría respecto a las 
reglas de la lógica: claridad (o ambigüedad), 
coherencia interna, conclusión lógica, cone- 
xión entre los postulados y las proposiciones 
derivadas? ¿Está bien formulada desde e l 
punto de vista de los principios empíricos a 
efectos de reunir datos, cercionarse de que 
sean fidedignos y demostrar la validez de lo 
que se afirma e n cada proposición? Incluso 
los teóricos que niegan que e l discurso lógico 
y empírico sea pert inente o por lo menos que 
sea posible, se encuentran invariablemente 
procediendo a él, y su labor puede ser eva- 
luada según los principios aplicables. 
S i e l estudioso de la teoría se hace estas 
preguntas e n forma minuciosa, profunda y de- 
sapasionada, habrá avanzado mucho en la ta- 
rea de trazar su propio mapa de la teoría so- 
ciológica y de enunciar, en forma razonada, su 
propia preferencia teórica. 
Traducido del inglés 
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Kar l M. van M e t e r 
ce conjunto tanto de la teo- 
r ía como de la metodolo- Karl M, van Meter es investigador en 
gía. Una deficiencia e n ciencias sociales e n el Centro de Inves- 
una se manifiesta en algún tigación Científica Nacional de Fran- 
cia (CNRS), 54 Boulevard Raspail, 
momento en la Otra y por 75006, París (Francia). H a publicado 
supuesto en la SOCiOlOgía especialmente artículos Y obras sobre 
e n general. Los avances en sociología, pero también sobre ciencias 
temáticas. En 1983 fundó el Bulletin de 
desarrollo de la otra y de Mklhodologie Sociologjgile que sigue 
toda la disciplina. dirigiendo. Es miembro del Comité 
L~ diversidad de plan- Ejecutivo de la Asociación Sociológica 
Internacional y Vicepresidente del Ins- 
teamientos teóricos e n so- tituto Internacional de Sociología. 
ciología encuentra eco en 
una contribuyen, pues, al Politias, antropología, psicología Y ma- 
la diversidad de sus meto- 
dologías. D e hecho, dos es- 
¿Teoría o método? 
de reconocer la pertinencia 
de un idioma, e incluso s u 
belleza, y tratar luego de 
traducirlo a otro idioma 
sin desmedro de los valo- 
res Culturales de la COmU- 
nidad receptora. Este obje- 
ble es e l que tratamos de 
alcanzar en e l presente ar- 
tículo. 
t ivo prácticamente imposi- 
Metodología 
y definiciones 
ción de comunidades idiomáticas e n las cuales 
la metodología es e l idioma que se habla. Esta 
RICS 139/Marzo 1994 
26 Karl M. van Meter 
gar, la distinción entre metodologías (cuanti- 
tativas)) y «cualitativas» había perdido perti- 
nencia o desaparecido por completo; e n segun- 
do lugar, todas las metodologías tienen un 
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