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1 2 http://www.smashwords.com/extreader/read/37991/1/tmp_520f54487a54791656a93136ff93d349_VXCAgH_html_m73ca7334.jpg 3 El PRINCIPE Encantador... MICHELLE M.PILLOW Principe Reid, jefe de la Avanzada, está feliz de vivir por los caminos de su padre. Ninguna mujer está a salvo cuando él fija su mira a su encanto en ellas. Reid no quiere amor, solo quiere un buen momento. Cuando se presenta la oportunidad de escapar en una misión como embajador, salta a la oportunidad - especialmente cuando ese viaje incluye destinos exóticos con las mujeres más exóticas. Pero hay una mujer que no ha contado... La mujer que no se deja encantar... Jasmine St. Claire parece tenerlo todo. Sin embargo, las apariencias pueden ser engañosas. En la huida, ella elige una nave que puede llevarla lejos de todo - la del embajador Var. Lo que no contaba era que el encantador príncipe Var ha decidido que quiere reclamarla para él. “Las mujeres son como la fruta de un árbol, para probarse, disfrutar, y luego desecharse por la siguiente pieza. Mantén una demasiado tiempo y seguramente se pudrirá en tu mano.” El Rey Attor de Var 4 CAPÍTULO 1 El Príncipe Reid, Comandante de Var de las Tierras Exteriores, sonrió antes de abrir incluso sus ojos. Oh, sí. La vida en el espacio era buena, muy buena. Bendecía a su hermano gemelo, Jarek, por saber todos los lugares correctos para pararse. Y bendecía a su piloto, Rick, por tener la precaución de reservar la mansión Galaxy Playmates de antemano. Estaba en uno de los dormitorios de la playmate1. Todo el lugar estaba adornado con seda rosada y gasas. Era suave y femenino, al igual que su compañía en la cama. Sonriendo, Reid pasó la mano izquierda bajo las mantas para tocar a la mujer de su lado. Sus dedos rozaron su pecho desnudo lo que la hizo suspirar mientras dormía. Era morena y hermosa, con el cuerpo de una bailarina, tenía un poco genéticamente alterado. Luego, volviéndose a su otro lado, suprimió un gemido al ver a la rubia. Era pequeña, más menuda, y tan hermosa como su amiga. Ella había necesitado ser más convincente para que se uniera a la fiesta, pero si algo existía era cómo Reid sabía encantar a las mujeres. Además, siendo un Var era fácil, sintiendo el deseo de una mujer y ella había estado más que dispuesta. Sintiendo un movimiento en su pierna, se sentó. No necesitaba mirar debajo de las sábanas, para saber que había una pelirroja ardiente enroscándose entre sus rodillas, profundamente dormida. Con una habilidad nacida de años de práctica, diestramente desenredó sus miembros y salió de la cama sin despertar a nadie. Jarek quería irse temprano esta mañana. No podía culpar a su hermano. El deber llamaba y ya estaban retrasados. 1 N.T: Una playmate es aquella modelo que aparece en la revista Playboy señalada como tal de forma mensual. 5 Se suponía que estaban en una misión de embajadores con Nozando. Pero, hey, el “deber” pasó a llamar a la mansión Galaxy Playmates. Rick no podía conseguir un reembolso de su deber y ¿quién iba a decir no al deber? Normalmente, su hermano menor, el príncipe Quinn, se haría cargo de tales viajes de embajador. Pero la esposa de Quinn estaba a punto de tener su hijo y no quería abandonar el palacio de Var. Reid frunció el ceño, haciendo una pausa mientras se vestía. Sus hermanos Falke y Kirill también tenían hijos. Estaba feliz por ellos, por supuesto. Le gustaban los niños bastante, y a ellos parecía gustarles. Estaba orgulloso tomando a sus sobrinos en sus brazos y ayudar a criarlos, como era la costumbre Var. Los niños no era por lo que fruncía el ceño. Lo fruncía porque sus hermanos estaban teniendo los hijos con compañeras de por vida. Cada uno se casó y se acopló a una mujer para el resto de sus largas vidas. Para los Var que vivían cientos de años, era un tiempo largo. Si sus compañeras murieran, sus hermanos estarían solos para siempre. Los compañeros de por vida eran un privilegio reservado más para las clases bajas: comerciantes, agricultores, cazadores y los más bajos soldados cualificados, todos los hombres que mal podían permitirse el lujo de mantener a muchas compañeras en un planeta tan falto de mujeres en primer lugar. Su planeta de origen Qurilixen sufría radiación azul que hacía a las niñas malditas casi imposibles de concebir. Sin embargo, estando mayoritariamente rodeado de varones no había dejado que el Príncipe Reid dejara de encontrar los placeres del sexo femenino desde una temprana edad. Gracias a las estrellas por estas misiones de embajador y al harén de mujeres de su padre. Su padre, el rey Attor, sólo había dormido con la mitad de sus mujeres, dejando la otra mitad como presa fácil para sus hijos cuando murió. Reid se aprovechó descaradamente. Echó un vistazo a la cama con un sentido de orgullo y vanidad masculino. —Mmm, príncipe —Gimió la morena—, distrayéndole de sus pensamientos. Se movió pero no se despertó. Reid vio su brazo fracasar alrededor de donde el calor de él había estado. Sabía que todas dormirían profundamente. Les había exigido mucho a las tres la noche anterior. Las pobres mujeres tuvieron que tratar de mantenerse al día con su resistencia. Habían hecho un buen trabajo y no las podía culpar por no poder cumplir con 6 él por completo. Era un Var, un catshifter, y sus apetitos carnales eran difíciles de saciar. Reid estudió su tez oscura en un espejo mientras tiraba de los cordones cruzados en su cintura. Pasando un cepillo por su cabello largo hasta la cintura y oscuro, lo arregló. Sabía que las mujeres lo consideraban guapo y por tanto, ¿qué si él lo sabía también? Estaba en un estado físico superior y sabía cómo comportarse. —Mmm, príncipe —Las palabras femeninas fueron seguidas de una risita tonta suave. Esta vez no se giró. Reid llevaba la ropa de su pueblo, principalmente porque lucían los músculos de sus exteriores de sus muslos a través de los laterales de los cordones cruzados. La camisa era más lo que Jarek llamaba un tanque2, con cordones en los costados por debajo de los brazos. Había estado escuchando a su hermano gemelo, tratando de recoger las formas mundanas de Jarek. Aunque realmente encontraba que ser el “inexpugnable” bárbaro lo que volvía a las mujeres salvajes. Todas ellas querían entrenarle y domarle. Las dejaba fingir, pero la verdad era que el príncipe Reid nunca sería domado. Mirando a las tres mujeres muy satisfechas, sabía que nunca estaría feliz con una mujer. No había ningún modo en que una mujer pudiera satisfacer sus desenfrenadas necesidades. Dejaría lisiada a la pobrecita en menos de una semana si lo intentara. No, Reid no podía entender por qué sus tres hermanos decidieron ligarse. Para él, una unión de por vida no era inteligente con los del tipo Var. Una vez se hacía una unión de por vida, no se podía deshacer. Los Var vivían mucho tiempo y pasar esa larga vida con sus compañeros de por vida, ayudados por el mismo poder místico que los guiaba y la radiación del sol azul. Pero muchos podían vivir cientos de años. Si un compañero de por vida moría, el viudo se condenaría a siglos de angustia. Muchos Var habían muerto por tal destino. Por eso Reid, y su molesto doble, Jarek planearon no enamorarse nunca. ¿Cuál era el punto? Con tantas mujeres bellas dispuestas por ahí, ¿quién quería elegir sólo una y arriesgarse a siglos de infelicidad? Seguramente que podría 2 N.T: sin mangas, ajustada, generalmente de punto con tirantes anchos y no abierta frontalmente. 7 tener compañeras intermedias finalmente. Un hombre tenía necesidad de tener hijos. Pero,nunca una compañera de por vida. Miró a las mujeres de la cama. La rubia suspiró, moviéndose en su sueño. Su mano cayó en el pecho de la morena. Él sonrió abiertamente. Era como su padre siempre decía: “Las mujeres son como la fruta de un árbol, para degustarlas, disfrutar, y luego descartarlas por la siguiente pieza. Mantén una demasiado tiempo y seguramente se pudrirá en tu mano.” A Reid no le gustaba la idea de la fruta podrida. Le gustaba su refrigerio fresco, maduro, y por tanto, muy jugoso. Con eso en mente, echó un vistazo a la morena de grandes pechos y sonrió. No, nunca se enamoraría. No quería hacerlo. Guardando los recuerdos de las Playmates que había con él, dejó el seductor dormitorio. —Ya era hora —Bromeó Jarek, separándose de la pared cuando Reid salió de la habitación—. A pesar de que físicamente se le parecía, Jarek estaba vestido como su tripulación, ajustados pantalones negros y una camisa más suelta. Tenía el pelo largo y oscuro recogido de su rostro, mostrando un tatuaje negro. —Estaba a punto de enviar refuerzos. Me preocupaba que no fueras capaz de manejar a tantas. Reid se rió. —Deberías temer que llevara a un par de compañeras intermedias a la nave conmigo. —Ni siquiera bromees con eso —Jarek rodó sus ojos—. Ya atrapé a Rick tratando de pasar de contrabando a dos de las chicas a bordo. Si no fuera por sus protestas, podría haber tenido éxito. Los príncipes Var habían nacido de mujeres diferentes, todos menos Reid y su gemelo, Jarek. Kirill, el mayor, era el nuevo rey y el primero en enamorarse de una mujer. No le había sorprendido mucho a Reid que Kirill hubiera encontrado una compañera de por vida. Ulyssa, la nueva reina Var, era una buena mujer. Solía trabajar para la Agencia de Inteligencia humana y hacía una buena pareja para el líder de los Var. Era inteligente, astuta, y sabía cómo usar un arma. Para su crédito, amaba a Kirill muchísimo. Sin embargo, ¿una sola mujer? Reid no lo entendía. 8 El segundo en caer, el príncipe Quinn era el Embajador Var. Se había apareado con una científica ESC que había ido a Qurilixen para deshacerse de las bioarmas. La Dra. Tori Elliot era muy inteligente, y un poco demasiado seria, también era una buena elección para la familia real. El rey Attor había traído las armas al planeta para matar a su enemigo de tanto tiempo, los Draig, una raza de cambiaformas dragón. Aunque ahora parecía que el odio de su padre por los Draig no estaba justificado, ya que Kirill había logrado conseguir la paz. La mayor sorpresa de todas fue cuando el Comandante de los ejércitos de Var, el estoico príncipe Falke, se había unido de por vida con una Capitana Espacial que lo había secuestrado. Reid había estado seguro que Falke nunca sucumbiría a una mujer. Pero Samantha había capturado el corazón de su hermano, de alguna manera, haciendo que el gran guerrero malo sintiera. Ahora bien, Sam era muy inteligente, pero no era una ex agente secreto como Ulyssa y ninguna científica supercumplidora como Tori. Ella era, por otra parte, un poco listilla cabeza dura, y el príncipe Reid podía más que apreciar esa cualidad en ella. De hecho, para irritación de Falke, la animaba de buena gana. —¿Estás seguro que tenemos que ir a Nozando? —Preguntó Reid, poniéndose al paso de su hermano—. No estaban lejos de los muelles, y, siendo tan temprano por la mañana, estaban solos en los lujosos pasillos. —El deber llama y lamentablemente lo hace lejos de aquí —Dijo Jarek—. De los dos, él era el más tranquilo. —Yo digo que deberías haber dejado que Rick metiera sus polizones. —Siempre está el nef —Bromeó Jarek—, si te sientes demasiado distraído para hacer tu deber para con nuestro reino. Su padre, el rey Attor, había muerto en una batalla hace poco. Era un buen rey, uno que trabajó mucho por su pueblo, pero animó a los hombres a tener demasiado control en el dormitorio, bebiendo nef, una bebida que calmaba sexualmente a los Var y le daba moderación. Reid nunca había bebido esa cosa él mismo. —Ugh —Reid hizo una mueca—. Nuestro padre era un buen hombre, que en paz descanse, pero nunca estuve de acuerdo con sus puntos de vista sobre la completa moderación sexual. ¿Por qué deberíamos domar nuestra naturaleza? Somos Var. Deberíamos estar orgullosos de nuestra habilidad. 9 Hace mucho las cosas habían sido diferentes para los Var. Fue en una época salvaje, un tiempo cuando los Var dejaron que las emociones gobernaran sus cabezas y sus corazones. Actuaron temerariamente y por puro instinto. A Reid le gustaba la forma de pensar de sus antepasados. La vida era demasiado corta para contenerse de los placeres sexuales, de cualquier placer mundano. No, el único uso que encontraba para una compañera era mantener su casa limpia y cocinar. Bien podría contratar a un criado para eso con menos dolor de cabeza. No habría ningún modo que Reid bebiera nef para calmar sus apetitos. El viejo rey había sido un hombre duro, pero respetaba a su padre y sus ideales. Attor había impulsado a los hombres Var a demostrar su valía y su fiabilidad con el desprendimiento de las emociones. Enseñó con el ejemplo que para probar grandes proezas en el dormitorio demostraría destreza en el campo de batalla, hasta que la fuerza en una significaba una resistencia en lo otro. Si eso fuera verdad, Reid sabía que tenía más que suficiente destreza para compensar a sus tres hermanos ya instalados. De hecho, debería estar malditamente cerca de inmortal. —Además —Dijo Reid cuando esperaban que la puerta metálica que llevaba a los muelles espaciales se abriera—, eres el adecuado para hablar del deber al reino. Mientras yo he estado peleando una guerra, tú te has estado aquí, volando libre por el espacio. Era un viejo argumento, al cual ninguno de ellos tomaba como ofensa. —Ah, no otra vez. Tengo cuatro hermanos que no me necesitan para ayudar a dirigir el reino —Jarek rechazó a Reid fácilmente—. Se decidió que saliera al universo y aprendiera sus costumbres. Eso es lo que he hecho. No oí ninguna queja cuando envié las partes integrantes nuevas para el ordenador central de palacio. —Hablando de eso, Kirill todavía quiere que tú cambies los ajustes —Dijo Reid—. Siren disparó el láser a Tori en el culo y me encerró a mí en la cámara de las armas, porque la llamé una pieza oxidada de basura cibernética. Jarek se rió. Siren era como se autodenominó el ordenador central, desde que Jarek la había programado con una meticulosa personalidad femenina en el palacio de Var. 10 —¿Crees que es gracioso? —Reid arqueó una ceja. —No, lo que es gracioso es que no recuerdo los códigos de seguridad para entrar y arreglarla —Jarek sonrió abiertamente. —Tíos, ¿venís o qué? —Gritó Rick desde la nave—. Si planeáis seguir ahí hablando, voy a ir yo mismo a buscar otra playmate para… —¡Ya vamos! —Gritó Jarek, agitando su mano para impulsar a Rick para que volviera dentro de nuevo. A Reid le dijo—. Vamos. Terminemos con esto. ************ Cuatro días más tarde… Jasmine St. Claire miró a su esposo mientras daba su discurso. Era el mismo que había dado en los palacios, en las mesas de la gente rica, a sí mismo en el espejo del dormitorio. Era el discurso que ella había escrito para él, hasta la última palabra. Pero ella sabía que mirándola, su rostro congelado en una amable sonrisa de apoyo, nadie la creería si lo contara. Para el mundo, ella era vacua, un accesorio vacío que venía adjunta con el Dr. Chadwick St. Claire. Jasmine amplió su sonrisa en el momento justo, cuando su marido dijo la broma que había escrito para él. Como siempre consiguió una gran carcajada. Esta era su vida, el matrimonio con el doctor muy rico, y muy famoso. Había sido joven e ingenua cuando dijo sus votos. Chad la había enamorado, agasajándola durante unos pocos meses cuando la visitó en la casa de su padre. La realidadla golpeó durante la luna de miel y el matrimonio con el buen doctor no fue lo que ella había imaginado en sus sueños. No tenía a nadie a quién culpar de ello, salvo a ella misma. Había hecho ella su rica cama y ahora estaba ahogada en sus sedas. Nadie nunca le dijo lo que pasaba después de que el cuento de hadas terminaba. Había una razón para ello. El felices para siempre del final no duraba mucho. Jasmine respiró hondo, manteniendo su cara en blanco. La chaqueta de su vestido le daba calor, pero sabía que no podía quitársela. Chad hizo una pausa para buscar efecto, como le había marcado en el discurso que hiciera, y, luego continuó hablando, las palabras fluían elocuentemente de su boca. El planeta montañoso de Nozando organizaba una conferencia médica gigantesca cada dos años. La conferencia era financiada por la MAPH, la Alianza Médica para la Salud Planetaria. La alianza tenía sus manos en todos 11 los campos de la medicina, los suministros medicados, seguros, estudios científicos y los avances. Chad odiaba perder una sola de estas conferencias, ya que era una oportunidad de darse a conocer por los grandes. Todo el que era alguien en el campo médico asistía o enviaba representantes para que asistieran por ellos. Este era el primer año que Chad hablaba y había estado particularmente nervioso por ello. Jasmine había pagado ese nerviosismo en más de un sentido. Pero no era nada a lo que ella no estuviera acostumbrada. Tales eran las consecuencias de estar casada con Chad. Las conferencias estaban en su tercer día, con sólo dos más por delante. Había estado sentada durante numerosos discursos, pero había sido excusada de asistir a las fiestas posteriores. Jasmine no se engañó. Sabía de las strippers que entretenían a los hombres en las fiestas, tanto en el escenario como en el dormitorio. Como siempre, hizo la vista gorda de las indiscreciones de Chad. Tenía sus razones para hacerlo. Estaba sentada en una mesa de comedor redonda, adornada con un gigantesco adorno de flores en el centro y cubierta con las copas de vino de los demás que había a su mesa. No habló con ninguno de ellos. En realidad no hablaba con nadie, a menos que Chad le presentara a un médico prominente. Era más fácil así. Mientras la multitud aplaudió a su marido, ella se levantó y lo aplaudió diligentemente apoyándole. Él dio varias veces las gracias antes de bajar las escaleras laterales del escenario. Chad era un hombre guapo, tan refinado y elegante. Sólo mirándolo te hacía pensar en un caballero. En el caso de su marido, el aspecto no era necesariamente engañoso, ya que era en cada centímetro un caballero. Estaba vestido como los otros médicos, con una chaqueta oscura, un traje formal apropiado que le llegaba a las rodillas y abotonado completamente en la parte frontal. Debajo, los pantalones eran un mono completo, sirviendo de ambos, pantalones y camiseta. Aunque era un hombre delgado, su presencia llamaba la atención. Él encarnaba todo lo que los que tenían dinero y riqueza se esforzaban por tener. Un patrón hermoso, limpio, y aunque no exactamente de músculos cincelados, estaba entonado y era considerado muy agradable a la vista. Tenía el pelo negro, salpicado sólo ligeramente de canas en las sienes, y unos ojos azul claros. Era un hombre encantador, y agradable para estar a su alrededor. Si él quería 12 que te gustara, lo más probable lo lograría. Utilizaba su encanto y gracia para su mayor beneficio. Ese encanto era lo que había hecho que Jasmine lo amara, y cuando su encanto se fue así lo hizo su amor. Jasmine levantó su mano enguantada a su mejilla cuando él se inclinó para besar en lado de su cara. Era un beso muy casto, uno al que estaba muy acostumbrada. El afecto era todo para él espectáculo. El auditorio aplaudió más alto. Obviamente la actuación había funcionado. La imagen de una pareja feliz era completa. —Perfecto —Le susurró en su oído. Jasmine se retiró y Chad graciosamente la ayudó a sentarse de nuevo en su silla. Decir que su marido no la amaba no era justo. Quizás la amaba demasiado, poniéndola demasiado alto en un pedestal, esperando que ella se quedara en ese pedestal. ¿Quién era ella para juzgar cómo sentía realmente Chad? Él le decía cada día que la amaba. Pero, entonces otra vez, ella siempre se lo repetía en contestación a él. Chad se inclinó sobre la mesa y agarró su mano, apretándola. Era raro que lo hiciera así y lo miró. Sus ojos estaban clavados en los suyos y ella se inclinó adelante. —El Dr. Ellington está aquí —Dijo Chad—. Sonríe más. Jasmine ensanchó su sonrisa, aunque por su vida no podía recordar quién era el Dr. Ellington. Chad le soltó la mano y ambos volvieron su atención al podio. Un médico mayor con un traje azul oscuro subió al escenario. —En estos momentos, nos gustaría rendir homenaje en honor a un gran hombre y científico distinguido, el Dr. Simon Martens. El Dr. Martens recientemente falleció librando a un planeta primitivo del armamento biológico —Dijo el orador. Una imagen holográfica de un anciano apareció al lado de él en el podio. Era una fotografía del fallecido Dr. Martens. Había tenido una cara redonda, parcialmente calvo con unos ojos amables—. Pero su trabajo de documentación y clasificación de especies exóticas de insectos han allanado el camino para grandes saltos en la medicina moderna… Jasmine escuchó a medias, sin realmente pensar en nada. Mantuvo sus ojos en el frente, sin preocuparse de mirar alrededor. Siguió el ejemplo de la multitud, asintiendo con la cabeza cuando el orador dijo algo. Necesitaba toda su concentración sólo para mantener la mirada sin vida en su cara. 13 Se quedó mirando la sonrisa en la cara del Dr. Martens, no amenazante, feliz, amable. Era un hombre que había conocido la alegría en su vida. Deseo poder cambiar su lugar con él, dar la vida por él. *********** Reid miró a Jarek y sacudió la cabeza. Nozando era un planeta hermoso, lleno de exuberante vegetación sobre un terreno montañoso. Era uno de los lugares más bonitos a los que había ido de viaje como embajador, sin contar con la mansión Galaxy Playmate, por supuesto. No es que hubiera estado en demasiados sitios viajando como embajador. Casi gimió recordando la mansión. Si no tuviera un deber con su pueblo, consideraría vivir en aquella paradisíaca isla flotante, rodeado de mujeres medio desnudas, las humanoides más bellas que el universo tenía que ofrecer. Sin duda, el propietario le daría un trabajo. Podría ser un entrenador en la cama. Reid y Jarek estaban en la parte trasera de la sala de conferencias, con los brazos cruzados, mientras esperaban para hablar. Ya podían ver que la multitud reunida estaba tensa. Estos realmente no eran su tipo de gente. Todos los hombres vestían chaquetas y las damas llevaban vestidos formales de variados estilos, y todos de colores sutiles. Exploró el cuarto buscando algo bonito para mirar. Había algunas mujeres de aspecto agradable. La mayor parte de ellas eran mayores, lo que no era un giro necesariamente lejos, pero todas ellas tenían miradas agrias en sus rostros. Acababan de llegar una hora antes, siendo lo suficiente afortunados para perderse el largo día de discursos. Cuando pensó en ello, Reid supo que la decisión de ir a la mansión Galaxy Playmate había sido buena. Ahora todo lo que tenía que hacer era subir al escenario, dar su pequeño discurso diplomático, y se podría ir. Tal vez si todos reunían su dinero juntos, podrían alquilar la mansión de nuevo. La idea realmente tenía mérito. Se preguntó cuánto necesitarían. Tendría que hablar con Rick al respecto. Rick y el resto del equipo, esperaban en un área separada mientras negociaban el reabastecimiento de combustible de la nave de Jarek, The Conqueror3. También cargaban los suministros habituales. Reid estaba3 N.T: El Conquistador. 14 impresionado. Cuando la Alianza Médica daba una fiesta, realmente era una fiesta. Incluso se entregaban suministros médicos gratuitos a todas las naves, y había algo llamado “Premio de Asistencia”. Reid no estaba seguro que tradición era, pero el ganador recibiría una cabina médica de primera clase. El Dr. Garrett, el coordinador de la conferencia subió al podio. Reid no lo gustaba el hombre. No fue por nada en particular de él. Estaba demasiado lleno de sí mismo. Se movió incómodo en la chaqueta que Jarek le había dado, Reid tiró de las constrictivas mangas. Al parecer, su atuendo habitual no era adecuado, aunque llevaba sus pantalones con cordones cruzados y el tanque bajo su chaqueta. —En este momento —Comenzó el Dr. Garrett—, nos gustaría rendir homenaje en honor a un gran hombre y distinguido científico, el Dr. Simon Martens… Reid sintió una punzada de pena, al ver la foto del Dr. Martens brillando en el escenario. El científico había sido un gran hombre. Simon había llegado a la casa de Reid en Qurilixen con la esposa de Quinn, Tori. Había sido atacado y asesinado por uno de los nobles de la casa de Var mientras trataba de ayudar a librar el planeta de las armas biológicas, las mismas armas que su padre había llevado al planeta. —…el Dr. Martens recientemente falleció librando a un planeta primitivo del armamento biológico —Siguió el Dr. Garrett. Reid frunció el ceño y se inclinó a Jarek, a través de su boca de medio lado, preguntó: —¿A quién llama primitivo? Gatos sagrados, salgamos de aquí ya. Estas personas son raras. Jarek sonrió abiertamente, pero no dijo nada. Reid sabía que su hermano estaba de acuerdo con él. El Dr. Garrett enumeró brevemente los aspectos más destacados de la impresionante larga carrera del Dr. Martens, antes de afirmar: —Por favor, demos la bienvenida, a la hija del Dr. Martens, Stella Martens. La señorita Martens aceptará un obsequio de los Var de Qurilixen en nombre de su padre. 15 Otra vez hubo aplausos, cuando una mujer baja, demasiado pesada se acercó al podio. Llevaba un vestido azul plateado que caía en una pieza hasta el suelo. Salvo porque tenía pelo era justo como su padre. —Y aquí para ofrecer sus respetos a este gran hombre están los embajadores Reid y Jarek del planeta Qurilixen —Terminó el Dr. Garrett. —¿Embajadores? —Preguntó Reid, preguntándose por qué el Dr. Garrett no usó su título real. —Nos ara salir del planeta más rápido. Esta es una habitación de doctores y científicos. Si oyen la palabra príncipe, tratarán de conseguir que les demos dinero para sus proyectos. Confía en mí, no es agradable. Reid sonrió abiertamente. —Buen punto, embajador Jarek. Unos aplausos corteses siguieron y los dos hermanos Var fueron al escenario, caminando uno al lado del otro. A medida que la luz delantera cayó sobre ellos, los aplausos vacilaron antes de subir una vez más. Reid estaba acostumbrado a la reacción de asombro de las mujeres y no le importaba. Tanto él como Jarek juntos a menudos ponían a las damas más que excitadas. Pero, cuando vio a algunos hombres mirarlos con una repugnancia snob, fue todo lo que pudo hacer para no comenzar una pelea. Sería divertido para alegrar la fiesta y podría hacer ejercicio. Sin embargo, fue por respeto al Dr. Martens por lo que se contuvo. Subiendo al podio, Reid sonrió a la muchedumbre, sintiéndose de repente malévolo. Si ellos querían que actuara como un bárbaro, un bárbaro sería. Reid echó un vistazo a Jarek. Jarek vio su mirada y contuvo una sonrisa. ********** Jasmine aplaudió sin molestarse en girarse, hasta que oyó los aplausos vacilar. Echando un vistazo por encima del hombro, se congeló. Dos hombres idénticos, muy grandes se adelantaban hacia las luces. Su boca se secó. No se parecían a los embajadores típicos que se veían en estos eventos. Los dos tenían el pelo largo y oscuro, negro como la noche. Les llegaba a la cintura. El que estaba a la derecha lo mantenía apartado de la cara con esmero, mostrando un asomo de un tatuaje negro sobre su cuello, mientras que el de la izquierda permitía que cayera libremente sobre sus hombros. 16 Su altura era sólo aún más intimidante debido a su masivo contorno. Incluso vestidos, podía ver sus fuertes brazos unidos a amplios hombros y gruesos pechos. Ambos hombres estaban igualmente construidos con sus ojos marrones oscuros, casi negros, pero por alguna razón, Jasmine descubrió que estaba mirando al del pelo suelto. Había algo en él, una arrogante confianza, salvaje, una actitud despreocupada de a quién-diablos-le-importa. Su aliento se hizo difícil y no podía moverse. Parecía que el tiempo se detuvo. Ella quiso que la mirara para poder verlo totalmente. Una sonrisa curvaba sus labios y sus ojos se mantenían en el frente. Él no la vio entre la multitud. Sintiendo una mano en su codo, jadeó y se dio la vuelta. Chad la miraba, sus ojos se estrecharon con lo que fácilmente podría interpretar como ira. El corazón de Jasmine se saltó un latido y se estremeció, dándose cuenta en esta momento que había dejado de aplaudir, sus manos enguantadas presionadas firmemente juntas mientras miraba demasiado tiempo a los embajadores Var. —No me siento bien —Dijo Jasmine, inclinándose hacia adelante para que él sólo pudiera oírla. Ella apartó la mirada de su rostro, antes de recostarse—. Creo que pude haber olvidado tomar mi píldora hoy. Chad no se movió. El agarre a su brazo se apretó, pero mirando su cara, era imposible ver si algo estaba mal. —¿Puedo retirarme? —Preguntó, aunque ya sabía la respuesta. —Puedes irte después de la presentación. No creo que estos dos salvajes hablen mucho tiempo —Dijo Chad, susurrándoselo a su oído. Jasmine asintió. —Soy el embajador Reid. Jasmine volvió la atención al escenario, tratando de convencerse a sí misma de que le hombre salvaje no le daba escalofríos con su voz baja. Reid era el que tenía el pelo suelto. El embajador Jarek, el que tenía el tatuaje, se quedó en silencio a su lado. Había una reacción extraña en su pecho, una que nunca había tenido. Tal vez realmente se había olvidado tomar su pastilla para el corazón. Sería la primera vez en casi cuatro años de matrimonio. Jasmine no se sentía bien en 17 absoluto. Estaba empezando a sudar y su corazón se aceleró violentamente en su pecho. Un temblor se abrió camino en su cuerpo. —Nos gustaría dar las gracias al Dr. Martens por sus servicios a nuestro planeta mediante el ofrecimiento de este cuchillo —Reid hizo una pausa, retirando su chaqueta para desenvainar el cuchillo decorativo que llevaba en su cintura. Jasmine se sorprendió al ver una ojeada de su piel tensa en su costado, oculta por cordones transversales. Varios de los espectadores jadearon cuando Reid manejó el arma en su mano. Con un lanzamiento hacia la luz, sacudió el puño y la agarró por la lámina. La espalda del hombre Var se giró a ella cuando ofreció el cuchillo a Stella Martens. Stella palideció y retrocedió ligeramente ante su movimiento. Jasmine no podía ver lo que el hombre de Var hizo o le dijo, pero Stella se sonrojó y asintió con la cabeza, al instante relajándose. Reid levantó el cuchillo para ofrecérselo. La mujer vaciló antes de cogérselo, profundizándose su rubor. Reid volvió al escenario. Jasmine esperó un discurso, pero en cambio, el hombre se limitó a decir: —Gracias. Reid saludó con la cabeza a Jarek y ambos hombres caminaron de regreso al lugar por donde habían entrado. Hubo un largo silencio, antes de que alguien lentamente aplaudiera. Pronto otros siguieron su ejemplo hasta que el sonido vacilante siguió a los dos hombres fuera de la habitación. —Corto y dulce —Dijo un doctor de su mesa, riéndose. —¿Qué esperas de unos primitivos? —Respondió una mujer. Jasmine miró por un segundo más como Reid desaparecía a través dela puerta de atrás. Echó un vistazo a Chad. La estaba observando con cuidado. Ella esbozo una débil sonrisa para él. Él no se la devolvió cuando de nuevo miró al podio. 18 CAPÍTULO 02 —Bonito discurso —Dijo Jarek, riendo entre dientes, cuando salieron de la conferencia, el sonido de los aplausos vacilantes detrás de ellos. —¿Qué? —Reid sonrió abiertamente. Ambos hermanos se dirigieron por el pasillo a su nave. El coordinador de alojamientos ya había ofrecido darles una habitación, pero ellos la declinaron. Reid se alegró de ello. Estaba ya cansado de esta multitud—. ¿Nos sacó de allí, verdad? Además, todo lo que tenía que decir acerca del Dr. Martens se lo dije a su hija. No tengo que impresionar a estos hombres. Ella es por la que vinimos. —Estoy de acuerdo —Jarek asintió—. Vamos a ver lo que están haciendo los chicos. —Sí, estoy listo para irme —Contestó. Pasaron a un criado que llevaba una bandeja de bebidas. El hombre delgado se apresuró a adelantarlos, mirando a los gemelos como si fueran a atacarle—. Esta gente son estirados mojigatos. —Estoy de acuerdo —Jarek se rió entre dientes, asintiendo con la cabeza otra vez. Encontraron a The Conqueror en la zona de atraque donde lo habían dejado, los hermanos miraron alrededor. Oyeron un grito de risas desde el otro extremo del muelle. Jarek gimió, haciendo señas mientras decía: —Por aquí. Apuesto a que ni siquiera consiguieron que todos nuestros suministros fueran cargados. Encontraron que la tripulación holgazaneaba ante un espectáculo holográfico viendo una obra. Una mujer se inclinó, levantando su diminuta falda para mostrar una ropa interior con volantes mientras recogía algo del suelo. Los hombres se rieron más fuerte. Reid y Jarek intercambiaron una mirada confusa. 19 —¡Oh, hombre! —Rick casi saltó de su silla mientras aplaudía con una alegría exagerada. A Reid le gustaba Rick mucho. Adoraba a las mujeres, y tenía un carácter tolerante que iba bien con el brillo travieso que estaba constantemente en sus ojos castaños. Sentado al lado de Rick estaba Evan Cormier. Evan era un hombre bueno para tener en una nave, un gran trabajador y un infierno de tío inteligente. El hombre era en parte telépata, un hecho que no compartía con demasiados. Tenía el pelo corto y negro, con reflejos de plata a lo largo de sus sienes, y según las Galaxy, tenía un atractivo sexy porque era capaz de “leer” lo que una mujer quería y se lo daba. En realidad, había sido más información de la que cualquiera de ellos hubiera querido escuchar en ese momento. Lucien y su hermano Viktor estaban sentados al otro lado de Rick. Los dos se peleaban constantemente, pero realmente eran cercanos. Eran mitad humanos, mitad Dere, y tenían un cutis blanco lechoso que contrastaba con los extraños rojos-marrón y rojo-verde de sus ojos. Lucien era un genio de las comunicaciones, y Viktor era un infierno de mecánico. El hombre podría apañar cualquier cosa, como lo había demostrado sus primeros días a bordo de la nave cuando amañó todas las pantallas de visión privadas para hacer ver un programa de pornografía humana durante todo el día. Ahora, con sólo pulsar un botón, el espacio exterior no parecía tan solitario. Nadie de todo la tripulación de sexo masculino se había quejado. Los cuatro hombres fueron originalmente parte de la tripulación de Sam. Sin embargo, cuando Sam se casó con el príncipe Falke, habían venido de buena gana con Reid y Jarek. Dev había desaparecido, pero Reid supuso que estaría todavía a bordo de la nave. Dev era medio Belvon, una raza demoníaca con la piel roja. Además de la coloración intensa, parecía humanoide, pero más grande. Era los músculos de la nave y un tipo de persona solitaria. Dev era todo sobre tratar de mantener el orden. Rick era todo sobre romperlo. A menudo se metían en peleas humorísticas. A veces, cuando la tripulación se aburría, los provocaban a una discusión para entretenerse. Los únicos hombres que habían volado con Jarek antes de que tomara el equipo de Sam, eran Jackson, un oficial de seguridad rubio oscuro que guardaba para sí, y Lochlann. Reid adivinó en todo caso, Jackson estaría 20 entrenando con Dev en la sala de realidad virtual. Los dos luchadores pasaban mucho tiempo con la VR4. Lochlann estaba sentado después de Evan. Reid no pudo dejar de sentirse un poco incómodo alrededor del hombre. Lochlann había nacido en Qurilixen, como los príncipes Var habían hecho, sólo que era un Draig, un cambiaformas dragón. Era extraño para Reid averiguar que Jarek había estado volando por el espacio exterior con un Draig, incluso mientras su gente había estado luchando. Técnicamente, los Var y Draig ya no estaban en guerra, pero no se alivió la desconfianza natural entre las dos razas. —¿Estamos listos para despegar? —Preguntó Jarek. Los hombres gimieron. —¿Ya? —Se quejó Rick—. Acabamos de aterrizar. Todavía no hemos comprobado la mercancía. Los hombres se rieron. —¿No has tenido suficiente? —Lochlann bromeó con voz suave y baja. —Juro que trató de conquistar la mansión entera —Añadió Lucien. —Casi —Masculló Rick—. Tenía que conseguir el valor de mi dinero. Pero nunca he estado con una… ¿qué tipo de criaturas hay aquí de nuevo? —No te pierdes gran cosa —Contestó Reid—. Todas viejas snobs. —Ah, pero son ricas —Dijo Viktor, levantando un dedo. —¡Puaf! —Lucien sacudió su cabeza—. Nada digno. Puedo aguantar la edad, pero no a los snobs. —No sé —Contestó Rick, su risa en la voz—. Estamos pelados. —Perdónenme —Reid oyó el sonido suave, femenino en un rincón de su mente, pero no lo registró. Todos los hombres lo ignoraron. —¿De quién es la culpa? —Dijo Evan, inclinándose para presionar su brazo—. Tú eres el que se gastó todo nuestro premio en efectivo por la búsqueda del tesoro. 4 N.T: Realidad virtual. 21 —No oí que te quejaras cuando Ruby estaba haciéndote un baile en el regazo —Dijo Rick, haciendo un puchero—. O cuando Garnet estaba dándote su famoso masaje desnudo. —Oh, sí —Dijo Viktor—. Eso estuvo bien. No muy relajante, pero agradable. —¿Viste las gigantes… —Empezó Rick, emocionándose cuando hizo señas con sus manos como si fueran pechos. —¡Perdónenme! —Dijo la voz femenina más fuerte. Parecía irritada. Todos los ojos se dieron la vuelta—. Lo siento. No quiero interrumpir su… Usted. El aliento de Reid se atascó en su garganta. La mujer que hablaba no era vieja, aunque ella definitivamente parecía la esposa de un médico rico. Era hermosa, no genéticamente mejorado para ser hermosa, sino una mujer natural de gran belleza. Mirándola a ella, él prefería lo natural. Llevaba un vestido de color crema claro de seda. La V de su cuello bajaba de su esbelto cuello para mostrar una modesta cantidad de su hendidura. Un collar de gemas colgaba en esa V. La seda se aferraba a su cuerpo seductor, no apretada, sino abrazando lo suficiente para mostrar trazos burlones de sus curvas cuando se movía. Sobre el vestido crema, llevaba una chaqueta larga azul clara. Las dos partes se entrelazaban justo por debajo de sus pechos con una joya zafiro. Ambas partes de la chaqueta llegaban hasta el suelo. Reid se sintió decepcionado. Quería ver sus piernas. Habría apostado que tenía buenas piernas, muy largas. Lamiendo sus labios, podría imaginar ya empujándolas aparte, no es que necesitara mucho para conseguir que su activa imaginación se pusiera en marcha. El cabello castaño oscuro estaba apartado de su cara, coronando su cabeza en una gruesa trenza antes de caer libremente sobre un hombro. Incluso parcialmente hacia arriba, las gruesas ondas llegaban justo debajo de sus perfectos pechos. Sus sólidos, ojos marrones oscuros como el chocolate Lithorian y apostaría que sus exuberantes labios tendrían un sabor muy dulce.Para su placer carnal, su lengua pasó sobre ellos nerviosamente. Sus ojos vagaron por la tripulación. Fue entonces cuando se dio cuenta que él no era el único hombre que la miraba fijamente. Miró a los hombres. Evan parecía cortes, pero siempre parecía amable. Sin embargo, con su ceño ligeramente arrugado por sus pensamientos. Lucien, Viktor y Rick todos tenían 22 sonrisas atractivas en sus caras. Reid tuvo el impulso alocado de golpearles para quitárselas. Frunció el ceño. No estaba actuando como él mismo. La mujer era hermosa, ¿por qué no iban a mirarla? Gatos sagrados, quería contemplarla. ¿Por qué diablos miraba a la tripulación? Cuando se dio la vuelta, miró a los ojos de Jarek. Su hermano sonreía levemente y Reid supo por su mirada que le hacía gracia. Jarek estaba riéndose de él. —Yo —Comenzó la mujer. Se humedeció los labios otra vez y Reid sintió que su cuerpo se tambaleaba—. Mi nombre es, ah, Sra. Dra. St. Claire. Si pudiera, me gustaría hablar con el embajador Reid. Reid dejó que una sonrisa rizara sus labios cuando finalmente volvió sus ojos a él. Sus manos estaban agarradas con fuerte delante de su cintura, sus nudillos blancos. Sonrió. Qué dulce. Estaba nerviosa por estar con él. No era de extrañar, tampoco. Había visto a los hombres a los que ella había estado expuesta. Probablemente ella no estaba acostumbrada a llamar la atención de un hombre de verdad. —Soy el embajador Reid —Le dijo, lanzando su voz con confianza sexual. El tono había fundido fácilmente a las mujeres en el pasado. Para su sorpresa, ella se quedó derecha, no riéndose tontamente o desmayándose. De hecho ella ni siquiera estaba sonriendo. —Lo sé, vi su discurso —Respondió. Ella miró su cuerpo. Reid sonrió abiertamente. Oh, sí. La Sra. Dra. St. Claire lo comprobaba definitivamente. —Oh, cariño —Dijo Rick—. ¿Qué quieres de Reid? Estoy seguro de que te puedo ayudar. Soy el cerebro de esta operación. —No escuches a Rick —Lucien inmediatamente contestó—. Es sólo el piloto. Soy yo el que tengo las habilidades en comunicación. Habla conmigo. —Oh, no lo hagas… —Comenzó Viktor. —¡Ya basta! —Pidió Jarek, sosteniendo su mano. Sacudió la cabeza, sonriendo abiertamente—. ¿Chicos por qué no os aseguráis que todas nuestras provisiones están a bordo de la nave para que podamos partir? Reid, ¿por qué no echas una mano a la dama? 23 Reid sonrió abiertamente y asintió con la cabeza a su hermano. Ah, le echaría una buena mano. La ayudaría con ese vestido, y luego la ayudaría a sentarse a horcajadas sobre su cintura mientras él… —Gracias —La Sra. Dra. St. Claire dijo a Jarek, inclinando su cabeza ligeramente. Jarek sonrió. Ella no le devolvió la mirada. Su cara permanecía en blanco. Jarek le puso una mano en el hombro de su hermano, palmeándole suavemente mientras se movía para seguir a su gruñona tripulación. Cuando estuvieron solos, Reid le hizo señas hacia una silla. —No es lujosa, ¿pero le gustaría sentarse? —No, no, gracias, Embajador —Dijo. —Llámeme Reid. —Oh, bien, Reid —Dijo la mujer—. Reid. Reid sonrió. Se quitó la chaqueta, sabiendo que él daría un mejor espécimen para mirar si se quitaba esa cosa constrictora. —¿Te importa? Hace calor. —Oh, no, no —Dijo—. De hecho, Embajador… —Reid —Reid lanzó su chaqueta sobre la silla, divertido por como mantuvo sus ojos girados a un lado. —Reid —Dijo, como si la palabra le causara dolor. —¿Y usted es? —Le preguntó. —Sra. Dra. St. Claire —Dijo ella, frunciendo el ceño ligeramente. —Es todo un bocado, fea —Contestó Reid, otra vez poniendo su voz ronca para ver si la hacía temblar. No lo hizo—. ¿Conseguiste uno más pequeño? —Oh, Jasmine. Puede llamarme Jasmine. —Jasmine —Reid hizo rodar el nombre despacio en su lengua—. Es casi tan bonito como tú. La mujer realmente frunció el ceño. No era la respuesta que normalmente conseguía Reid a su encanto. Se puso rígido, observándola de cerca. ¿Qué era 24 exactamente lo que estaba pasando aquí? Para una mujer que había venido para invitarlo a la cama, ella no parecía tan invitadora. Jasmine observó al extraño embajador delante de ella. Era aún más guapo de cerca. El rastrojo oscuro sombreaba la mandíbula esculpida del hombre, a juego con el pelo largo y negro que se derramaba sobre sus hombros hasta la cintura. Estaba construido perfectamente. Cuando se movía, lo hacía con una gracia líquida y aerodinámica. Había algo lento y seductor en el modo en que lo hizo, como un cazador agazapado, listo para atacar, acechando a su presa. Era una lástima que fuera inmune a tales cosas, a él. Su apreciación de su aspecto era como el que sentiría por una hermosa pintura o una escultura. Él era una maravilla para la vista. Eso era todo. Bandas de cuero negros con clavos de plata se apretaban firmemente en sus bíceps, tensamente aseguradas a ambos brazos. Su camisa parecía ser una pieza de tela, con dos correas estrechas sobre sus hombros. El material de la camisa estaba mantenido unido por unos cordones negros que se cruzaban debajo de sus brazos, dejando sus lados y cintura al descubierto. Podía ver sus oscuros músculos escondidos allí. Era como ella sospechaba. Este hombre era fuerte. Sería perfecto. Ahora, sólo tenía que convencer que la ayudara. —Necesito sus servicios, Embajador —Jasmine se mordió el labio y apresuradamente se corrigió—. Reid. Él sonrió. Realmente fue una mirada pícara. Se preguntó si él podría ayudar. Su corazón le latía en el pecho con fuerza y tenía la sensación que no era bueno para ella este trabajo. En primer lugar, había sentido la agitación en la sala de conferencias y ahora su corazón estaba corriendo. Tal vez era el momento de preguntarle a Chad sobre aumentar su dosis. Ella había estado en el mismo nivel de la medicación durante cuatro años, desde que se diagnosticó su problema cardíaco. Su voz baja, y suave, le preguntó. —¿En serio? —Sí —Dijo Jasmine—. De hecho, he ganado el premio por asistencia, que es fantástico en sí mismo, ya que nunca he ganado nada y he dado instrucciones a los sirvientes para que lo carguen en su nave. No sé si es consciente, pero es una cabina médica nueva. Lo mejor en su línea. Acaba de salir al mercado. 25 —¿No estás aquí sólo para darnos una cabina médica? —Preguntó Reid. Su ceja elevada escépticamente sobre su hermosa cara. Jasmine tragó, nerviosa. Era extraño estar de pie a solas con un hombre que no era Chad. Empezó a sudar, haciendo todo lo posible para mirar sus magnéticos ojos. —¿Por qué no te quitas la chaqueta y te sientas? —Le preguntó, haciendo un gesto hacia una silla—. Pareces sonrojada. —Gracias —Jasmine asintió—. No se sentía del todo bien. Estar preocupada no ayudaba. Sin pensarlo, se desabrochó la hebilla y se quitó su abrigo. El aire más frío ayudó algo. —Gatos sagrados —Susurró Reid—. ¿Qué le pasó a tu brazo? ¿Peleaste una contienda? Jasmine miró hacia abajo, a la contusión que se desvanecía. Abarcaba buena parte de su hombro. Se había olvidado por completo. Cogiendo de nuevo su chaqueta para ocultarla, ella ató el sobrevestido. —¿Por qué no pruebas la cabina médica y consigues que te lo curen? — Preguntó Reid—. Vamos. Tenemos un modelo más antiguo a bordo y debería poder ocuparse de esto. Nos golpeamos entrenándonos todo el tiempo, y los ajustes están pre-programados para curar cosas semejantes. —No, gracias —Dijo—. No es nada. Yo tenía las luces apagadas y choqué con una pared. La razón por la que vine… —Parece antigua. No debería llevar mucho tiempo —Reid observó su brazo, como si pudiera verlo a través de su vestido. Se estremeció ante su preocupación obvia. La hizo sentir incómoda. —No, realmente, estoy bien. Me ocuparé de ella más tarde —Jasmine dio un paso atrás, tratando de calmar su voz temblorosa. —Deberías tener más cuidado al practicar el combate frente a frente —Dijo Reid, estudiándola.Su voz bajó a insinuaciones sexuales, cuando añadió—. Aunque si gustas, te enseñaré algunos movimientos. Me gustaría ver lo que puedes hacer. —¿Qué? —Preguntó Jasmine—. ¿Este hombre estaba loco? ¿Realmente se ofrecía a luchar contra ella? Echó un vistazo sobre su amplio y musculoso 26 cuerpo. No había ningún modo que una pequeña cosa como ella pudiera derribarlo. —Aunque, creo que hay una razón contra la que la mayoría de las mujeres no luchan —Él dio un paso más cerca—. Sois más suaves y no estáis construidas para ello. Las mujeres son para protegerlas —Sus ojos se posaron sobre su cuerpo—. Cuidarlas —Su mirada fija otra vez encontró la suya y susurró con sentimiento—. Darles placer. Jasmine tomó una respiración profunda, decidiendo no hacerle caso cuando trató de llevar la conversación de nuevo al tema en cuestión.. —Embajador, le estoy dando la nueva cabina porque deseo encargar sus servicios. Una sonrisa iluminó de nuevo su hermoso rostro, haciendo brillar sus ojos oscuros. Cuando ella lo miró, juraría que a veces sus ojos eran de color marrón oscuro y otras veces parecían casi negros. Fuera cual fuera el color, eran preciosos. —Embajador otra vez, ¿verdad? ¿Te gustan los hombres en el poder? —Oh —Sacudió la cabeza. ¡Este hombre era imposible! Reid ladeó la cabeza a un lado y se inclinó hacia ella. Si no lo supiera mejor, pensaría que estaba tratando de besarla. —Necesito que me lleves —Declaró Jasmine, retirándose—. En su nave. Fuera de este planeta. Ella suprimió un gemido de repugnancia. Esa no era la expresión más inteligente, pero ya la había gastado demasiado tiempo en los muelles. Chad se preguntaría donde se había ido. Y cuando Chad comenzara a preguntarse, las coas se pondrían mal, verdaderamente mal. —Lo siento, fea, pero no somos un servicio de transporte. ¿Por qué no preguntas a uno de esos ricos doctores? Estoy seguro que tendrán alojamientos más de tu gusto. Además, ¿no estarías más cómoda con otras mujeres a bordo de la nave? Jasmine sintió como si su corazón cayera, lo que realmente no era algo bueno en su caso. Tragó, tratando de no temblar. No podía pedírselo a nadie más. No había nadie más. Cualquier otro se lo diría a Chad. Estaba desesperada. ¿Quién sabía cuántos años más pasarían antes de que una 27 oportunidad como esta se presentara? Frotándose ligeramente la frente con la manga, ella dijo: —No puedo pedírselo a nadie más. Quiero encargarle a usted. Por favor, si la cabina médica no es suficiente pago, tengo… —Escucha, Jasmine —Reid levantó su mano, moviéndose como si fuera a tocar su brazo. Ella hábilmente cambió su peso, quedándose fuera de su alcance. Su mano cayó a un lado—. ¿Podemos ser francos? Jasmine asintió con la cabeza, sintiendo una sensación de alivio. Prefería la franqueza. Era mucho más fácil, no siempre posible, pero si más fácil. —Sé que estás dando vueltas alrededor para pedirme que te lleve a la cama —Reid le dio un guiño audaz. El alivio de Jasmine la abandonó hasta que todo lo que sintió fue el aguijón crudo de la aprehensión, que a su vez se convirtió en una consternación completa y total. ¿Podía realmente este tipo primitivo ser tan arrogante? —Me parece bien eso. De hecho, si quieres, haré los arreglos para algo de intimidad en la nave para nosotros. Puedo ser muy discreto. Pero es todo lo que te puedo ofrecer, fea. No voy a llevarte conmigo. Me halaga que pensaras que te gustaba tanto como para apetecerte venir conmigo para un vuelo exótico de puro placer, extasiado, pero no soy el tipo del compromiso. Así pues, ¿qué dices? ¿Deseas tener un sexo real rápido y…? Jasmine sintió que la sangre dejaba su cara con sus palabras. Estaba hablando en serio. Siseando entre sus dientes, ella apasionadamente declaró. —¡Yo no quiero tener sexo con usted! —En realidad, fea, está bien. No te avergüences —Reid extendió una mano como si fuera a tocarla. Ella dio un paso atrás—. No voy a rechazarte. Levantando su barbilla orgullosamente, ella preguntó. —¿Me llevará o no, Embajador? Puedo pagarle bien y no seré una carga. Usted ni siquiera sabrá que estoy a bordo. —No —Dijo Reid—. No tenemos tiempo para cuidar a una mujer en el espacio. Tenemos muchas cosas importantes que hacer. Somos hombres muy ocupados. 28 —Como quiera —Dijo Jasmine, girando sobre sus talones. Se fue sin decir una palabra. Ya había perdido mucho tiempo en los muelles. Chad seguramente notaría su ausencia prolongada. Sólo podía esperar que él no estuviera enojado o celoso. Reid la miró a la encantadora Jasmine pisar fuerte lejos y sacudió su cabeza. ¡Gatos sagrados! Era hermosa, hasta con el moretón. Por su vida, no podía entender por qué una mujer tan hermosa como Jasmine querría pelear. Con su aspecto fácilmente podría encontrar a un hombre para defender su honor por ella. Aunque, la reina Ulyssa a menudo se entrenaba con Falke. Era experta con la espada así como era agradable a la vista. Reid sacudió la cabeza con pesar. Lástima que esta Jasmine fuera tan dolorosamente tímida. Era obvio que había ido a él porque quería acostarse con él. ¿Por qué más pediría hablar con él y no con Jarek? Jarek era el capitán y sería él quién concediera el pasaje. Sin embargo, después de ver cómo los hombres la miraban y sabiendo de primera mano como de solitarias podían ser las noches en el espacio profundo –algo como interminables- sabía que era por el propio bien de ella, encontrar una tripulación diferente. Quizás una con pasajeros del sexo femenino. Jarek habría sin duda dicho lo mismo, que no también. Agarrando su chaqueta, la lanzó sobre su hombro. Era realmente una pena que fuera tan tímida. Su cuerpo estaba excitado, su pene duro y listo para la acción. Bajó la mirada hacia su erección. Era bastante grande en ese aspecto. Las mujeres a menudo se ponían aprensivas de su tamaño y ella era una cosita. Tal vez eso era lo que la había asustado. Tendría sentido. Caminando de regreso a la nave, Reid pensó en el bello rostro de Jasmine. Frunció el ceño con desilusión. Realmente era una pena. Este era un recuerdo que le gustaría haber logrado. *********** La mano de Jasmine tembló cuando la levantó hasta el escáner de la puerta. La luz brilló sobre su mano, leyendo su palma. ¿Por qué estaba tan temblorosa? No era ella misma. Todo lo que podía pensar era en la cara de Reid, su sonrisa pícara. Pero eso fue todo lo que pensaba de él. No podía sentir nada más. Era imposible. Tal vez su corazón realmente estaba empeorando. La puerta se deslizó y entró. Tal vez debería tomar otra píldora. 29 —¿Dónde has estado, querida? —Dijo Chad tan pronto como la puerta se deslizó cerrada. Su voz era tranquila, agradable, pero había un borde duro en sus palabras que Jasmine conocía bien—. Me he preocupado por ti. Jasmine tragó. El cuarto estaba débilmente iluminado y necesitó un momento para que sus ojos se adaptaran a la luz más oscura. El pasillo fuera de su habitación había estado brillante. La suite era agradable, lujosa. Siempre se quedaban en sitios así. En cuanto al aspecto material se refiere, tenía una gran vida. La habitación principal tenía una alfombra gruesa de color rojo, y un sofá también rojo a juego. Encontró a Chad sentado allí, con un Martini casi vacío en su mano. —Gané el premio por asistencia —Dijo Jasmine. Se dirigió deprisa al simulador de comida incorporado en la pared—. El Dr. Lowenstein me paró y preguntó donde quería que lo entregaran. Tuve que darle la dirección. —¿Ganaste? —Preguntó Chad—. Una cabina médica, ¿verdad? —Sí —Dijo Jasmine. Apretó un botón en el simulador de comida y dijo—. Un Martini de la tierra, seco, dos aceitunas y una cebolleta. La máquina sonó y abrió la puerta. Sacó la bebida y se giró a Chad. Sus ojos estaban estrechados en ella. Sólo por años de práctica ella fue capaz de mantener su cara inexpresiva.Miró a sus ojos. —¿Y dónde está la cabina médica? —Preguntó—. Si la ganaste, ¿dónde la pusieron? Me gustaría verla. —Yo… —Jasmine vaciló. Chad parecía un poco bebido. Sabiendo que era mejor que ella no diera pistas, dio un paso hacia él—. Lo doné. Dije que es lo que querrías que yo hiciera, ya que normalmente eres tan generoso. Pensé que sería bueno para ti si hiciéramos así. No es como si lo necesitáramos o algo así. Jasmine sabía que mentía. Chad no era generoso, a menos que se ajustara a sus propósitos. Se mordió el labio, entregándole el Martini. Él terminó la bebida que tenía y dejó el vaso vacío sobre la mesa baja de café de madera de cerezo. —Lo hiciste —Dijo Chad. No era una pregunta. —Sí —Jasmine estaba cansada para forzar una sonrisa, pero era difícil. Chad no parecía darse cuenta—. Muchos de los doctores estaban allí. Estuvieron muy impresionados por tu generosidad uno dijo incluso que un espíritu generoso, era una clara señal de un verdadero doctor. 30 Chad alcanzó su bebida. Jasmine comenzó a retirarse pero su mano salió como una flecha para agarrarla por la muñeca. Tiró de ella hacia adelante, poniéndose de pie cuando lo hizo. Apretando su agarre en ella, dio un lento trago a su Martini. Cuando terminó toda la bebida, puso el vaso sobre la mesa al lado del otro vacío. —¿Y a quién se lo donaste? —Preguntó. —Al… los hombres salvajes que el Dr. Martens… ah-aa… —Chad apretó más y sus palabras murieron en un grito. —Te gusta él —La acusó Chad—. ¿Es ahí donde estabas, Jasmine? ¿Con el hombre salvaje? Ella jadeó, sacudiendo su cabeza frenéticamente. —No, no, ¡claro que no! ¿Por qué crees que me gustaba él… ellos? —¿Él? —Repitió Chad, tirando de su brazo por lo que ella se vio obligada a acercarse. Su muñeca dolía por la tensión, pero ella no se quejó. —Chad, por favor, no —Dijo—. Sabes que no puedo hacer nada de eso. Es imposible. Además, son… ¡son salvajes! Son primitivos… No me mires así. Sabes que no puedo hacer… —Ah, pero nadie más conoce tu maldito secreto, esposa —Dijo, su tono de voz bajo—. ¿Crees que yo fui el único que se percató de que los mirabas? ¿Qué crees que pensaron los otros doctores? Tu lengua prácticamente estaba colgando de tu cabeza como una puta en celo. —No —Contestó Jasmine—. No, Chad, cariño, sabes que eso no es verdad. Estaba horrorizada por ellos. Son primitivos aterradores. Debo haber olvidado mi pastillas, con el entusiasmo de tu discurso de hoy. Sé lo importante que era para ti. A propósito, hiciste un trabajo realmente bueno. Chad la atrajo hacia su pecho y sintió toda la longitud de su cuerpo contra el de ella. Se estremeció. —Conté las pastillas. Son las que debería haber. Te has tomado tu píldora hoy. —Oh —Dijo Jasmine, mirando su mandíbula—. Entonces. ¿tal vez debes comprobar mi dosis? No me he estado sintiendo bien. Tal vez sea toda esta 31 emoción, o tal vez me estoy viniendo abajo con algo. Antes me sentía un poco mareada. —Te ves hermosa hoy —Dijo Chad. Jasmine se tensó. Su tono había bajado. Sabía lo que eso significaba. Logró sacar su voz en un susurro. —¿No tienes que ir a reunirte con los otros doctores? No quiero que te pierdas nada. Tú… —Creo que es hora que te recuerde quién es tu marido —Dijo Chad. Se inclinó y la besó tiernamente en la sien. Ella se estremeció—. Ha pasado mucho tiempo. —No me he olvidado —Jasmine trató de no dejar pasar la mendicidad en su voz—. No tienes porque hacer esto. Sé quién es mi marido. —Shhh, cariño —La tranquilizó—. Ahora, ve y desnúdate, y apaga las luces. Estaré en el dormitorio en un segundo. ********** Jasmine se odiaba incluso mientras se desnudaba. El sexo era una parte desafortunada del matrimonio, una parte en la cual ella no tenía ningún interés. Por suerte para ella, no era algo que hicieran demasiado a menudo. Era la misma razón por la que ella lo dejaba ir con otras mujeres. Lo prefería así. No era que Chad le hiciera daño, o que tuviera algo particular de lo que quejarse. De hecho, de una manera extraña, lo compadecía. Se había casado con una mujer frígida. Eso no podía ser una cosa fácil para echar a un hombre a la cara. Cuando se casaron, ella había intentado conectar con él. De hecho, había sentido el despertar de una atracción por él, pero luego se fueron de luna de miel y esa atracción nunca floreció. De hecho, era como si estuviera muerta por dentro. La tocó y no sintió nada. Cualquier hombre que la tocara, y ella no sentía nada, no es que hubiera dejado que otros hombres la tocaran. Jasmine no podía culpar a su esposo por su ira aquella primera noche en su luna de miel. Pensó en el embajador Reid. No sentía nada físico por él, ningún verdadero deseo. el ritmo de su corazón subió. Presionó su mano a su pecho. Era una sensación extraña y estaba comenzando a asustarla. 32 Oyendo voces en el salón, avanzó lentamente fuera de la cama y se deslizó en una bata. Era casi una sensación de alivio cuando oyó a alguien con Chad. Esperaba que lo distrajera y olvidara sus deseos de unirse a ella. Yendo a la puerta, se sentó y escuchó. —Dr. Ellington, por favor, pasé por favor —-Dijo la voz de Chad—. Me honra… Jasmine estaba en el suelo delante de la puerta, estremeciéndose cuando apoyó el peso sobre su muñeca dolorida. Chad la había apretado realmente fuerte y podría decir que se la había magullado. Por suerte, había traído vestidos de manga larga y un par de guantes blancos. Lo cubrirían sin problemas. Mirando el estrecho espacio entre el suelo y el extremo inferior de la puerta, no podía ver nada más, salvo las patas de los muebles. Oyó un saludo sordo. Hubo un poco de conversación de una y otras cosas. Giró su oído a la grieta de la puerta. El simulador de comida sonó de nuevo, y luego otra. Chad estaba encargando bebidas. Luego, oyó un sonido crujiente que le hizo pensar que uno de los hombres se había sentado en el sofá. Cuando hablaron otra vez, sus voces fueron más claras. —Nosotros en la Alianza Médica quedamos muy impresionados con tu discurso de hoy. Dr. St. Claire. Nos gustan sus ideas —Dijo el Dr. Ellington. —Oh, por favor, llámame Chad —Dijo, dando una risa falsa que Jasmine odiaba. —Chad, voy a ir directamente al grano. Hemos tenido el ojo en ti durante un tiempo, desde que trabajaste con el Doc Francis en Zigar —Dijo el Dr. Ellington—. Estoy seguro que tienes algunas suposiciones sobre lo que hacemos, pero no sabes ni la mitad de ello. Chad estaba en silencio. Jasmine frunció el ceño. ¿Doc Francis? ¿Doc Francis? Estaba bastante segura que nunca le había conocido. —¿Cómo está tu esposa? —Preguntó el Dr. Ellington. —¿Mi esposa? —Repitió Chad—. Duerme. ¿Por qué lo pregunta? —La familia es muy importante para nosotros en la Alianza. Si tuviera que entrar, querríamos asegurarnos que tenías una vida buena sólida familiar. Un hombre sólo está bien cuando en orden esté su casa. 33 —No tienes nada de qué preocuparte por Jasmine. La tengo bajo control —Dijo Chad. Jasmine frunció el ceño. Por la forma en que lo dijo, tan frío y despiadado—. Es una buena esposa. —¿Puede tener hijos? —Le preguntó el Dr. Ellington—. Sorprendentemente, no tenemos mucho de sus registros médicos. O es muy saludable, o nunca utiliza una unidad médica cuando está enferma. Me doy cuenta en tu archivo que no tienes hijos. —De hecho, mi esposa es sorprendentemente saludable, no hay nada malo en ella —Dijo Chad—. De hecho, no recuerdo haber tenido jamás que necesitar usar un puesto médico desde que nos casamos. Jasmine frunció el ceño. Bueno, ella podía ver que no quería que nadie supiera que su esposa era frígida, ¿pero para qué decir que estaba sana? Era una mentira en mayúscula. Estaba lejos de ser saludable. Su corazón comenzó a latir otra vez extrañamente. —Y sólo esta anoche hablábamos de tener un bebé —Añadió Chad. Una mano fría y heladaapretó su corazón, casi ahogándola con sus palabras. ¿Un bebé? ¿Con Chad? No. No podía traer otra vida a este matrimonio. Ella… no. No. Si tenía alguna duda de lo que tenía que hacer, las palabras de Chad le dieron el último pedazo de fuerza que necesitaba. El embajador podría haber dicho que no, pero iría con él si le gustaba eso o no. Gracias a Dios había escuchado sus planes para partir esta noche, o perdería su única oportunidad. —Con Doc Aleksander desaparecido —Dijo el Dr. Ellington—, nos hemos quedado con un gran vacío que necesita ser llenado. No te estoy ofreciendo el puesto… aún. Pero, bueno, vamos a estudiarlo, ¿de acuerdo? Felicidades por el bebé. Creo que es una sabia decisión… para tu carrera profesional con nosotros. ¿Doc Aleksander? Jasmine se congeló. Doc Aleksander era un jefe de la Mafia médica. Las noticas galácticas acababan de informar que su nave se estrelló. Doc. El Dr. Ellington había dicho Doc Francis. Debía haber sido otro jefe de la mafia. Chad estaba trabajando para la Mafia médica ¿y ahora se unía a ellos plenamente? De repente, muchas de las cosas de su vida de casada tuvieron sentido. En el pasado, no había entendido las decisiones de Chad, ahora estaban claras. Él quería unirse a la Mafia médica. 34 —Venga, vamos a la fiesta. Podemos hablar de esto más tarde —Dijo el Dr. Ellington. —Déjame sólo decirler a mi esposa —Contestó Chad. Oyendo sus pisadas, Jasmine se levantó de un salto y corrió hacia la cama, sin molestarse en quitarse la bata. Tiró de las mantas justo cuando la puerta de la habitación se abrió. Cerrando sus ojos fingió dormir. —¿Jasmine, mi amor? —Dijo Chad. La puerta se cerró y ella lo sintió cruzar hacia ella—. ¿Jasmine? Ella murmuró suavemente, como si durmiera. —Hmm —Dijo Chad. Después de una breve pausa, oyó que la puerta del dormitorio se abría y se cerraba. Jasmine esperó, inmóvil mientras pasaban varios segundos. La puerta se abrió y se cerró una segunda vez y supo esta vez que Chad realmente se había ido. La había probado antes así, comprobando si realmente dormía. Esperó hasta que oyó las voces sordas marcharse, antes de abrir sus ojos. Sentándose en la cama, miró alrededor del dormitorio oscuro. El momento había llegado. Tenía que salir de su matrimonio. —Adiós, Chadwick —Susurró. 35 CAPÍTULO 03 Reid estiró sus manos sobre su cabeza y bostezó. Su habitación personal a bordo de The Conqueror era agradable. De diseño rectangular y construida en su mayor parte de metal, tenía una cama cómoda y un montón de espacio para moverse y relajarse dentro. Había una cómoda incorporada en una pared. Un pequeño des contaminador, que utilizaba láseres para limpiar los pies, fue construido contiguo a la habitación. A Reid le gustaban más el baño de agua pero el descontaminada era rápido y eficiente, hacía un trabajo más que suficiente. Habían salido la noche anterior y estaba más que feliz de alejarse del planeta Nozando. Por alguna razón, Jasmine St. Claire había estado en sus sueños. En realidad no hacía nada especial, al menos nada de lo que habría hecho con ella si hubieran estado realmente en su casa de Qurilixen. De hecho, ella había estado sentada en un sofá, hablando con él. Lo que era más extraño era que él había estado hablando de nuevo, sin tratar de seducirla para llevarla a su cama, o su sofá, o al suelo, o a su balcón, o a su… Reid gimió ante la idea. Nunca había invitado a una mujer a su casa, a menos que fuera la esposa de los agricultores, que venían a limpiar para él. No podía recordar la conversación en su sueño, pero se acordaba que había estado interesado por lo que Jasmine tenía que decir. Reid frunció el ceño y pensó en sus labios exuberantes. Preferiría más tener un sueño erótico sobre ellos, no un sueño de una conversación. Las Galaxy Playmates probablemente drenaron sus apetitos sexuales más de lo que pensaba. Sintiendo un tirón familiar entre sus muslos, echó un vistazo abajo, sobre su cuerpo desnudo. Su eje estaba lleno y muy dolorosamente erecto. No. No era eso. 36 —Ordenador —Masculló Reid con voz somnolienta. No tenía ganas de hacerse cargo de su propio problema. Una chica cibernética sería agradable esta mañana, sobre todo si pudiera conseguir una que se pareciera a Jasmine—. ¿Está libre la VR? —No, señor —Respondió monótonamente el ordenador—. La sala de la realidad virtual está siendo utilizada actualmente por los miembros de la tripulación, Dev y Jackson en una simulación de batalla. —¿Ya? —Reid hizo una mueca—. ¿Qué hora es? —Las once, señor —Respondió el ordenador, la voz sin emoción. —Hmm —Reid sabía que los viajes espaciales, calcular el tiempo era prácticamente inútil. Fuera casi siempre estaba oscuro, a menos que volaran demasiado cerca de un sol. Simplemente llevaba la cuenta de las horas para poder tener un sentido de la normalidad. Jarek y los otros estaban acostumbrados a ello. Reid todavía estaba adaptándose, ya que era el menos experimentado de los tripulantes. —¿Quiere que le informe cuando hayan terminado? —No, gracias, ordenador —Reid se rascó el estómago—. Ordenador, dame un pantalla de visión personal por encima de la cama. Una pantalla casi transparente apareció ante él. Era completamente azul, dando un brillo suave sobre el cuarto metálico. —Ordenador, reproduce el canal preajustado —Ordenó. Sonrió un poco cuando la pornografía de la Tierra de Viktor apareció ante él. El príncipe Var realmente podía apreciar la meticulosidad de la documentación de la primitiva Tierra. Era una gran idea para entrenar a hombres y mujeres a como disfrutar del sexo con tutoriales visuales. Cada vez que veía los espectáculos, la música de fondo extraña de daba ganas de reírse. Sin embargo, no evitaba mirar y disfrutar. Los humanos eran muy inventivos y algunas de sus posiciones le daban incluso nuevas ideas. Los gemidos de la mujer de la pantalla eran suaves, jadeaba cuando su compañero bombeaba en ella por detrás. Reid dirigió su mano abajo a su estómago, con intención de comenzar su ritual matutino dándose placer. Realmente no había mejor manera de comenzar el día. 37 El recuerdo de la cara de Jasmine flotaba a través de su mente. No siendo alguien que desperdiciara algo tan bueno, sobre todo cuando le sirvió para excitarse más, cerró los ojos y se concentró en recordar sus labios y ojos sólidos. Los gemidos femeninos llenaron su cabeza cuando supuso que era su boca en su eje cuando él mismo lo apretaba en su puño, el sonido de su voz jadeante: —Oh, oh, sí, dámelo. ¡Dame todo eso, semental! La fantasía era tan agradable, mucho mejor que nada que hubiera tenido en mucho tiempo, comenzó a retroceder. Sus rodillas se levantaron, sus talones se presionaron al colchón cuando realmente se metió en ella. Un gemido bajo sonó y se sorprendió al darse cuenta que había sido su propia voz quien lo produjo, no la pantalla de visión. Él apretó más fuerte, imaginando a Jasmine abajo sobre él chupándole, mordisqueándole, lamiéndole. Su estómago se tensó, el placer subiendo hasta que fue casi doloroso. Entonces, con un grito ahogado de puro asombro, explotó, pesadamente derramando su semilla por todas partes de su estómago. Reid se quedó inmóvil durante varios minutos después, su cuerpo entumecido por la liberación tan intensa. En la pantalla la mujer seguía adelante, gimiendo por más. El hecho de que su voz no se pareciera nada a la de Jasmine le enojó y llamó al ordenador para que cesara la pornografía. —¡Gatos sagrados! —Susurró, un poco atemorizado por lo bueno que había sido su clímax. Sólo fantasear sobre Jasmine había sido mucho mejor que gran parte del sexo que había tenido en su pasado. Se preguntó que había en ella, además de su evidente belleza. Tal vez fue el hecho de que le había deseado, pero se había echadoatrás. Eso tenía que ser. Fue porque no había tenido tiempo para seducirla antes de abandonar Nozando lo que le hizo desearla tanto. Reid suspiró. Había pasado mucho tiempo desde que una mujer le había hecho jugar duro para llegar a ella. El cazador natural de él echaba de menos la persecución, la emoción de ganar la presa, el glorioso sentimiento de la conquista. Por lo general con solo unas pocas frases encantadoras y un par de sonrisas las mujeres estaban mojadas y listas para él. Jasmine St. Claire era sólo una deliciosa picazón que no había sido capaz de rascarse. Si alguna vez se topase de nuevo con ella, y ese era un gran sí, se aseguraría para hacer todo lo que pudiera para conseguir sacarla de su sistema. 38 Si alguna vez la viera, le encantaría tenerla fuera de su encantador vestido, dentro de su cama, y justo después fuera de su puerta. Entonces él acabaría de apuntarse otro grato recuerdo. No, Reid se aseguró a sí mismo de nuevo, no esperaba volver a verla nunca más. ********** El cuerpo entero de Jasmine le dolía. No ayudaba mucho que su muñeca estuviera dolorida por el agarrón de Chad para empezar, o que ahora estuviera metida en una bodega de carga con una maleta de equipaje, incapaz de moverse o estirarse. Un borde metálico del contendedor en el que estaba se clavaba en su columna. Había estado acurrucada en la bodega de carga durante toda la noche y todavía estaba demasiado asustada para arrastrarse fuera de ella. La nave podría tener detectores de movimiento y no quería correr el riesgo de hacerlos saltar, al menos todavía no. Quería asegurarse que estuviera lejos de su marido antes de hacer que su presencia fuera conocida. Se había metido sigilosamente dentro de la nave de los Var mientras un par de tripulantes se preocupaban excesivamente del precio del combustible. Había dejado la pasarela de carga bajada y había sido mucho más fácil de lo que pensó pasar entre ellos. Jasmine no tenía ni idea de donde iba el embajador Var, o lo que le pasaría a ella cuando llegaran allí. No importaba. Estaba en camino de estar totalmente libre. Y, pasara lo que pasara, nunca iba a ser retenida por un hombre otra vez. ********** —¿Dónde está la mujer? —Preguntó Rick, cuando Reid entró en el comedor. Reid se detuvo en la puerta de entrada con el ceño fruncido, mirando alrededor. Rick estaba sentado delante de una pila de huevos revueltos humeantes, completados con tiras gruesas de carne y una masa esponjosa que no reconoció. Junto a Rick, Lucien y Viktor estaban discutiendo sobre un comunicador. La pieza del equipo se rompió y obviamente a Reid le dio la rápida impresión que Viktor lo había desmontado y Lucien no estaba muy contento con él 39 La habitación era pequeña, con una mesa larga de metal y un simulador de alimentos. Yendo a la pared, Reid ordenó: —Sloken. La unidad emitió una señal sonora y Reid sacó un líquido verde oscuro, perfecto para empezar la mañana. Evan había tratado de convencerle para que bebiera algo que llamaba café en su lugar, pero el material marrón que le había conseguido olía horriblemente amargo. Reid pensó que era una broma hasta que Evan se encogió de hombros y bebió el café el mismo. —Sí, no creímos que estuvieras fuera de tus habitaciones durante aproximadamente una semana —Viktor añadió con una sonrisa de complicidad. El único problema era que Reid no tenía ni idea de lo que el hombre pensaba que sabía. El hombre levantó la vista de su proyecto, sólo para alcanzar y palmear la mano de Lucien cuando lo alcanzó. —¿Ella todavía sigue en tu cuarto? —Preguntó Rick—. Tengo que admitir, que realmente estaba celoso. —¿Qué estáis diciendo? —Se quejó Reid, mirando a los hombres. Frunció el ceño. ¿Se estaban refiriendo a su sesión de placer de esta mañana? Eso era lo único que había sucedido en su habitación. —Bueno, la mujer —Dijo Lucien—. Se quedó contigo, ¿verdad? —¿Quién? ¿Qué mujer? —Preguntó Reid, bebiendo lentamente el sloken— . ¿De qué estás hablando? —Um. Srta. Dra. St… —Intentó Rick. —Sra. Dra. St. Claire —Corrigió Viktor. —¡Eso es! —Exclamó Rick, apuntando con el tenedor a Viktor antes de clavarlo en otra tira de carne—. Eres un hombre afortunado, príncipe. Ella es un pedazo de culo fino. —No llames a las mujeres pedazos de culo —Dijo Lucien—. Tu eres un culo, chico mosca. —¿Jasmine? —Preguntó Reid. —Eso es. Algo que puedes pronunciar, cadete espacial —Le dijo Viktor a Rick. Este hizo una mueca, pero siguió comiendo. 40 —Jasmine no estuvo en mi habitación la noche pasada —Dijo Reid. Su estómago se tensó. ¿Por qué pensaban que estaba con él? Su mano agarró la taza de sloken. Trató de mantener la calma. —Bueno, solo pensábamos… Ella llegó a bordo ayer antes de irnos —Dijo Lucien, mirando a Rick para una confirmación. Rick asintió con la cabeza. —Sí. Seguro que lo hizo. —¿Hablaste con ella? —Exigió Reid, preguntándose por qué de repente se sentía excitado o por qué su corazón saltó en su pecho ante el mero pensamiento de que ella estaba en la nave. —Bueno, no, no realmente —Dijo Rick—. Fingimos no darnos cuenta. La pobre mujer parecía avergonzada y, dejamos una especie de tablón en la zona de carga bajado para que pudiera colarse a bordo. Simplemente asumimos que iba a tu cuarto para… bueno, ya sabes. —¿Piensas…? —Comenzó Lucien. —¿…que encontró a Jarek en cambio? —Terminó Viktor. Lucien se movió para agarrar un rollo metálico. Viktor le palmeó la mano para que la retirara. —¡Ay! —Se quejó Lucien. El corazón de Reid dejó de latir. Su mano apretó la taza, aplastándola. El líquido caliente se derramó sobre su mano. Se levantó de un salto para coger una toalla. —¡Gatos sagrados! Los tres hombres le miraron, riéndose. —Tranquilo —Dijo Rick, sin dejar de meter grandes bocados de huevo en su boca. —Creo que alguien está celoso —Añadió Viktor, su voz suave y burlona. —¿Dónde está Jarek? —Exigió Reid. —No puedes culpar a la pobre mujer —Dijo Rick—. Los dos os parecéis realmente. 41 —¿Dónde está Jarek? —Repitió, su tono oscureciéndose con un gruñido. Sintió que la bestia dentro de él se levantaba con sus palabras irritadas. Si no tenía cuidado, comenzaría a cambiar por su irritación. —Sí, probablemente pensó que no la querías y por tanto fue detrás de tu hermano —Dijo Lucien. —¿Dónde está? —Preguntó Reid, su voz rebelándose. Respiraba con fuerza y sentía la cólera dentro de él. Era irracional, pero no podía evitarlo. No conocía a Jasmine, no tenía ningún derecho sobre ella, además de una noche de sueños y una fantasía esta mañana, pero eso no le impidió temblar. Rick hizo un gesto hacia la puerta con el tenedor. —En la cabina del piloto. Reid salió de la sala comedor. Los tres hombres se miraron unos a otros durante un breve segundo antes de saltar. Corriendo detrás de Reid, ansiosos por ver el espectáculo. *********** —Jarek —Declaró Reid, entrando en la cabina del piloto. Su hermano estaba sentado en el asiento del piloto, tecleando las coordenadas en los controles. Reid había conseguido ponerse bajo control durante el breve recorrido, muy consciente de que Rick, Lucien y Viktor podían bromear sobre que Jasmine se hubiera colado dentro de la nave—. ¿Está Jasmine St. Claire en esta nave? —¿St. Claire? ¿Te refieres a la mujer que quería que la llevaras? No, que yo sepa —Contestó Jarek. Se levantó, encendió un interruptor, y volvió a sentarse—. No, a menos que tu cambiaras de opinión y decidieras meterla de contrabando a bordo. Por favor, dime que no la pasaste de contrabando dentro. Reid, no tenemos tiempo para esto… —No, no lo hice —Dijo rotundamente Reid. Se giró a Rick—. ¿Dices que la viste subir a bordo? —Uh, sí —Fue el turno de Rick estaba algo confundido. Se giró a Lucien— . ¿No es así? Quiero decir, estábamos consiguiendo el combustible, pero ella se dirigía directa
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