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Michelle Pillow Serie Lords of the Var 04 The Rogue Prince

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El PRINCIPE 
Encantador... 
 MICHELLE M.PILLOW 
 
Principe Reid, jefe de la Avanzada, está feliz de vivir por los caminos de 
su padre. Ninguna mujer está a salvo cuando él fija su mira a su encanto en 
ellas. Reid no quiere amor, solo quiere un buen momento. Cuando se presenta 
la oportunidad de escapar en una misión como embajador, salta a la 
oportunidad - especialmente cuando ese viaje incluye destinos exóticos con las 
mujeres más exóticas. Pero hay una mujer que no ha contado... 
 
La mujer que no se deja encantar... 
 
Jasmine St. Claire parece tenerlo todo. Sin embargo, las apariencias 
pueden ser engañosas. En la huida, ella elige una nave que puede llevarla lejos 
de todo - la del embajador Var. Lo que no contaba era que el encantador 
príncipe Var ha decidido que quiere reclamarla para él. 
 
 “Las mujeres son como la fruta de 
un árbol, para probarse, disfrutar, y 
luego desecharse por la siguiente 
pieza. Mantén una demasiado tiempo y 
seguramente se pudrirá en tu mano.” 
 
El Rey Attor de Var 
 
 
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CAPÍTULO 1 
 
El Príncipe Reid, Comandante de Var de las Tierras Exteriores, sonrió 
antes de abrir incluso sus ojos. Oh, sí. La vida en el espacio era buena, muy 
buena. Bendecía a su hermano gemelo, Jarek, por saber todos los lugares 
correctos para pararse. Y bendecía a su piloto, Rick, por tener la precaución de 
reservar la mansión Galaxy Playmates de antemano. 
Estaba en uno de los dormitorios de la playmate1. Todo el lugar estaba 
adornado con seda rosada y gasas. Era suave y femenino, al igual que su 
compañía en la cama. Sonriendo, Reid pasó la mano izquierda bajo las mantas 
para tocar a la mujer de su lado. Sus dedos rozaron su pecho desnudo lo que la 
hizo suspirar mientras dormía. Era morena y hermosa, con el cuerpo de una 
bailarina, tenía un poco genéticamente alterado. Luego, volviéndose a su otro 
lado, suprimió un gemido al ver a la rubia. Era pequeña, más menuda, y tan 
hermosa como su amiga. Ella había necesitado ser más convincente para que se 
uniera a la fiesta, pero si algo existía era cómo Reid sabía encantar a las mujeres. 
Además, siendo un Var era fácil, sintiendo el deseo de una mujer y ella había 
estado más que dispuesta. Sintiendo un movimiento en su pierna, se sentó. No 
necesitaba mirar debajo de las sábanas, para saber que había una pelirroja 
ardiente enroscándose entre sus rodillas, profundamente dormida. 
Con una habilidad nacida de años de práctica, diestramente desenredó sus 
miembros y salió de la cama sin despertar a nadie. Jarek quería irse temprano 
esta mañana. No podía culpar a su hermano. El deber llamaba y ya estaban 
retrasados. 
 
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 N.T: Una playmate es aquella modelo que aparece en la revista Playboy señalada como tal de forma 
mensual. 
 
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Se suponía que estaban en una misión de embajadores con Nozando. Pero, 
hey, el “deber” pasó a llamar a la mansión Galaxy Playmates. Rick no podía 
conseguir un reembolso de su deber y ¿quién iba a decir no al deber? 
Normalmente, su hermano menor, el príncipe Quinn, se haría cargo de 
tales viajes de embajador. Pero la esposa de Quinn estaba a punto de tener su 
hijo y no quería abandonar el palacio de Var. Reid frunció el ceño, haciendo una 
pausa mientras se vestía. Sus hermanos Falke y Kirill también tenían hijos. 
Estaba feliz por ellos, por supuesto. Le gustaban los niños bastante, y a ellos 
parecía gustarles. Estaba orgulloso tomando a sus sobrinos en sus brazos y 
ayudar a criarlos, como era la costumbre Var. 
Los niños no era por lo que fruncía el ceño. Lo fruncía porque sus 
hermanos estaban teniendo los hijos con compañeras de por vida. Cada uno se 
casó y se acopló a una mujer para el resto de sus largas vidas. Para los Var que 
vivían cientos de años, era un tiempo largo. Si sus compañeras murieran, sus 
hermanos estarían solos para siempre. 
Los compañeros de por vida eran un privilegio reservado más para las 
clases bajas: comerciantes, agricultores, cazadores y los más bajos soldados 
cualificados, todos los hombres que mal podían permitirse el lujo de mantener a 
muchas compañeras en un planeta tan falto de mujeres en primer lugar. Su 
planeta de origen Qurilixen sufría radiación azul que hacía a las niñas malditas 
casi imposibles de concebir. 
Sin embargo, estando mayoritariamente rodeado de varones no había 
dejado que el Príncipe Reid dejara de encontrar los placeres del sexo femenino 
desde una temprana edad. Gracias a las estrellas por estas misiones de 
embajador y al harén de mujeres de su padre. Su padre, el rey Attor, sólo había 
dormido con la mitad de sus mujeres, dejando la otra mitad como presa fácil 
para sus hijos cuando murió. Reid se aprovechó descaradamente. Echó un 
vistazo a la cama con un sentido de orgullo y vanidad masculino. 
—Mmm, príncipe —Gimió la morena—, distrayéndole de sus 
pensamientos. Se movió pero no se despertó. Reid vio su brazo fracasar 
alrededor de donde el calor de él había estado. Sabía que todas dormirían 
profundamente. Les había exigido mucho a las tres la noche anterior. Las 
pobres mujeres tuvieron que tratar de mantenerse al día con su resistencia. 
Habían hecho un buen trabajo y no las podía culpar por no poder cumplir con 
 
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él por completo. Era un Var, un catshifter, y sus apetitos carnales eran difíciles 
de saciar. 
Reid estudió su tez oscura en un espejo mientras tiraba de los cordones 
cruzados en su cintura. Pasando un cepillo por su cabello largo hasta la cintura 
y oscuro, lo arregló. Sabía que las mujeres lo consideraban guapo y por tanto, 
¿qué si él lo sabía también? Estaba en un estado físico superior y sabía cómo 
comportarse. 
—Mmm, príncipe —Las palabras femeninas fueron seguidas de una risita 
tonta suave. Esta vez no se giró. 
Reid llevaba la ropa de su pueblo, principalmente porque lucían los 
músculos de sus exteriores de sus muslos a través de los laterales de los 
cordones cruzados. La camisa era más lo que Jarek llamaba un tanque2, con 
cordones en los costados por debajo de los brazos. Había estado escuchando a 
su hermano gemelo, tratando de recoger las formas mundanas de Jarek. 
Aunque realmente encontraba que ser el “inexpugnable” bárbaro lo que volvía 
a las mujeres salvajes. Todas ellas querían entrenarle y domarle. Las dejaba 
fingir, pero la verdad era que el príncipe Reid nunca sería domado. 
Mirando a las tres mujeres muy satisfechas, sabía que nunca estaría feliz 
con una mujer. No había ningún modo en que una mujer pudiera satisfacer sus 
desenfrenadas necesidades. Dejaría lisiada a la pobrecita en menos de una 
semana si lo intentara. 
No, Reid no podía entender por qué sus tres hermanos decidieron ligarse. 
Para él, una unión de por vida no era inteligente con los del tipo Var. Una vez 
se hacía una unión de por vida, no se podía deshacer. Los Var vivían mucho 
tiempo y pasar esa larga vida con sus compañeros de por vida, ayudados por el 
mismo poder místico que los guiaba y la radiación del sol azul. Pero muchos 
podían vivir cientos de años. Si un compañero de por vida moría, el viudo se 
condenaría a siglos de angustia. Muchos Var habían muerto por tal destino. 
Por eso Reid, y su molesto doble, Jarek planearon no enamorarse nunca. 
¿Cuál era el punto? Con tantas mujeres bellas dispuestas por ahí, ¿quién quería 
elegir sólo una y arriesgarse a siglos de infelicidad? Seguramente que podría 
 
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 N.T: sin mangas, ajustada, generalmente de punto con tirantes anchos y no abierta frontalmente. 
 
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tener compañeras intermedias finalmente. Un hombre tenía necesidad de tener 
hijos. Pero,nunca una compañera de por vida. 
Miró a las mujeres de la cama. La rubia suspiró, moviéndose en su sueño. 
Su mano cayó en el pecho de la morena. Él sonrió abiertamente. 
Era como su padre siempre decía: “Las mujeres son como la fruta de un árbol, 
para degustarlas, disfrutar, y luego descartarlas por la siguiente pieza. Mantén una 
demasiado tiempo y seguramente se pudrirá en tu mano.” 
A Reid no le gustaba la idea de la fruta podrida. Le gustaba su refrigerio 
fresco, maduro, y por tanto, muy jugoso. Con eso en mente, echó un vistazo a la 
morena de grandes pechos y sonrió. No, nunca se enamoraría. No quería 
hacerlo. Guardando los recuerdos de las Playmates que había con él, dejó el 
seductor dormitorio. 
—Ya era hora —Bromeó Jarek, separándose de la pared cuando Reid salió 
de la habitación—. A pesar de que físicamente se le parecía, Jarek estaba 
vestido como su tripulación, ajustados pantalones negros y una camisa más 
suelta. Tenía el pelo largo y oscuro recogido de su rostro, mostrando un tatuaje 
negro. —Estaba a punto de enviar refuerzos. Me preocupaba que no fueras 
capaz de manejar a tantas. 
Reid se rió. 
—Deberías temer que llevara a un par de compañeras intermedias a la 
nave conmigo. 
—Ni siquiera bromees con eso —Jarek rodó sus ojos—. Ya atrapé a Rick 
tratando de pasar de contrabando a dos de las chicas a bordo. Si no fuera por 
sus protestas, podría haber tenido éxito. 
Los príncipes Var habían nacido de mujeres diferentes, todos menos Reid 
y su gemelo, Jarek. Kirill, el mayor, era el nuevo rey y el primero en enamorarse 
de una mujer. No le había sorprendido mucho a Reid que Kirill hubiera 
encontrado una compañera de por vida. Ulyssa, la nueva reina Var, era una 
buena mujer. Solía trabajar para la Agencia de Inteligencia humana y hacía una 
buena pareja para el líder de los Var. Era inteligente, astuta, y sabía cómo usar 
un arma. Para su crédito, amaba a Kirill muchísimo. 
Sin embargo, ¿una sola mujer? Reid no lo entendía. 
 
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El segundo en caer, el príncipe Quinn era el Embajador Var. Se había 
apareado con una científica ESC que había ido a Qurilixen para deshacerse de 
las bioarmas. La Dra. Tori Elliot era muy inteligente, y un poco demasiado 
seria, también era una buena elección para la familia real. El rey Attor había 
traído las armas al planeta para matar a su enemigo de tanto tiempo, los Draig, 
una raza de cambiaformas dragón. Aunque ahora parecía que el odio de su 
padre por los Draig no estaba justificado, ya que Kirill había logrado conseguir 
la paz. 
La mayor sorpresa de todas fue cuando el Comandante de los ejércitos de 
Var, el estoico príncipe Falke, se había unido de por vida con una Capitana 
Espacial que lo había secuestrado. Reid había estado seguro que Falke nunca 
sucumbiría a una mujer. Pero Samantha había capturado el corazón de su 
hermano, de alguna manera, haciendo que el gran guerrero malo sintiera. 
Ahora bien, Sam era muy inteligente, pero no era una ex agente secreto como 
Ulyssa y ninguna científica supercumplidora como Tori. Ella era, por otra parte, 
un poco listilla cabeza dura, y el príncipe Reid podía más que apreciar esa 
cualidad en ella. De hecho, para irritación de Falke, la animaba de buena gana. 
—¿Estás seguro que tenemos que ir a Nozando? —Preguntó Reid, 
poniéndose al paso de su hermano—. No estaban lejos de los muelles, y, siendo 
tan temprano por la mañana, estaban solos en los lujosos pasillos. 
—El deber llama y lamentablemente lo hace lejos de aquí —Dijo Jarek—. 
De los dos, él era el más tranquilo. 
—Yo digo que deberías haber dejado que Rick metiera sus polizones. 
—Siempre está el nef —Bromeó Jarek—, si te sientes demasiado distraído 
para hacer tu deber para con nuestro reino. 
Su padre, el rey Attor, había muerto en una batalla hace poco. Era un buen 
rey, uno que trabajó mucho por su pueblo, pero animó a los hombres a tener 
demasiado control en el dormitorio, bebiendo nef, una bebida que calmaba 
sexualmente a los Var y le daba moderación. Reid nunca había bebido esa cosa 
él mismo. 
—Ugh —Reid hizo una mueca—. Nuestro padre era un buen hombre, que 
en paz descanse, pero nunca estuve de acuerdo con sus puntos de vista sobre la 
completa moderación sexual. ¿Por qué deberíamos domar nuestra naturaleza? 
Somos Var. Deberíamos estar orgullosos de nuestra habilidad. 
 
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Hace mucho las cosas habían sido diferentes para los Var. Fue en una 
época salvaje, un tiempo cuando los Var dejaron que las emociones gobernaran 
sus cabezas y sus corazones. Actuaron temerariamente y por puro instinto. A 
Reid le gustaba la forma de pensar de sus antepasados. La vida era demasiado 
corta para contenerse de los placeres sexuales, de cualquier placer mundano. 
No, el único uso que encontraba para una compañera era mantener su casa 
limpia y cocinar. Bien podría contratar a un criado para eso con menos dolor de 
cabeza. 
No habría ningún modo que Reid bebiera nef para calmar sus apetitos. 
El viejo rey había sido un hombre duro, pero respetaba a su padre y sus 
ideales. Attor había impulsado a los hombres Var a demostrar su valía y su 
fiabilidad con el desprendimiento de las emociones. Enseñó con el ejemplo que 
para probar grandes proezas en el dormitorio demostraría destreza en el campo 
de batalla, hasta que la fuerza en una significaba una resistencia en lo otro. 
Si eso fuera verdad, Reid sabía que tenía más que suficiente destreza para 
compensar a sus tres hermanos ya instalados. De hecho, debería estar 
malditamente cerca de inmortal. 
—Además —Dijo Reid cuando esperaban que la puerta metálica que 
llevaba a los muelles espaciales se abriera—, eres el adecuado para hablar del 
deber al reino. Mientras yo he estado peleando una guerra, tú te has estado 
aquí, volando libre por el espacio. 
Era un viejo argumento, al cual ninguno de ellos tomaba como ofensa. 
—Ah, no otra vez. Tengo cuatro hermanos que no me necesitan para 
ayudar a dirigir el reino —Jarek rechazó a Reid fácilmente—. Se decidió que 
saliera al universo y aprendiera sus costumbres. Eso es lo que he hecho. No oí 
ninguna queja cuando envié las partes integrantes nuevas para el ordenador 
central de palacio. 
—Hablando de eso, Kirill todavía quiere que tú cambies los ajustes —Dijo 
Reid—. Siren disparó el láser a Tori en el culo y me encerró a mí en la cámara de 
las armas, porque la llamé una pieza oxidada de basura cibernética. 
Jarek se rió. Siren era como se autodenominó el ordenador central, desde 
que Jarek la había programado con una meticulosa personalidad femenina en el 
palacio de Var. 
 
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—¿Crees que es gracioso? —Reid arqueó una ceja. 
—No, lo que es gracioso es que no recuerdo los códigos de seguridad para 
entrar y arreglarla —Jarek sonrió abiertamente. 
—Tíos, ¿venís o qué? —Gritó Rick desde la nave—. Si planeáis seguir ahí 
hablando, voy a ir yo mismo a buscar otra playmate para… 
—¡Ya vamos! —Gritó Jarek, agitando su mano para impulsar a Rick para 
que volviera dentro de nuevo. A Reid le dijo—. Vamos. Terminemos con esto. 
************ 
Cuatro días más tarde… 
Jasmine St. Claire miró a su esposo mientras daba su discurso. Era el 
mismo que había dado en los palacios, en las mesas de la gente rica, a sí mismo 
en el espejo del dormitorio. Era el discurso que ella había escrito para él, hasta 
la última palabra. Pero ella sabía que mirándola, su rostro congelado en una 
amable sonrisa de apoyo, nadie la creería si lo contara. Para el mundo, ella era 
vacua, un accesorio vacío que venía adjunta con el Dr. Chadwick St. Claire. 
Jasmine amplió su sonrisa en el momento justo, cuando su marido dijo la 
broma que había escrito para él. Como siempre consiguió una gran carcajada. 
Esta era su vida, el matrimonio con el doctor muy rico, y muy famoso. Había 
sido joven e ingenua cuando dijo sus votos. Chad la había enamorado, 
agasajándola durante unos pocos meses cuando la visitó en la casa de su padre. 
La realidadla golpeó durante la luna de miel y el matrimonio con el buen 
doctor no fue lo que ella había imaginado en sus sueños. No tenía a nadie a 
quién culpar de ello, salvo a ella misma. 
Había hecho ella su rica cama y ahora estaba ahogada en sus sedas. Nadie 
nunca le dijo lo que pasaba después de que el cuento de hadas terminaba. 
Había una razón para ello. El felices para siempre del final no duraba mucho. 
Jasmine respiró hondo, manteniendo su cara en blanco. La chaqueta de su 
vestido le daba calor, pero sabía que no podía quitársela. Chad hizo una pausa 
para buscar efecto, como le había marcado en el discurso que hiciera, y, luego 
continuó hablando, las palabras fluían elocuentemente de su boca. 
El planeta montañoso de Nozando organizaba una conferencia médica 
gigantesca cada dos años. La conferencia era financiada por la MAPH, la 
Alianza Médica para la Salud Planetaria. La alianza tenía sus manos en todos 
 
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los campos de la medicina, los suministros medicados, seguros, estudios 
científicos y los avances. Chad odiaba perder una sola de estas conferencias, ya 
que era una oportunidad de darse a conocer por los grandes. Todo el que era 
alguien en el campo médico asistía o enviaba representantes para que asistieran 
por ellos. 
Este era el primer año que Chad hablaba y había estado particularmente 
nervioso por ello. Jasmine había pagado ese nerviosismo en más de un sentido. 
Pero no era nada a lo que ella no estuviera acostumbrada. Tales eran las 
consecuencias de estar casada con Chad. 
Las conferencias estaban en su tercer día, con sólo dos más por delante. 
Había estado sentada durante numerosos discursos, pero había sido excusada 
de asistir a las fiestas posteriores. Jasmine no se engañó. Sabía de las strippers 
que entretenían a los hombres en las fiestas, tanto en el escenario como en el 
dormitorio. Como siempre, hizo la vista gorda de las indiscreciones de Chad. 
Tenía sus razones para hacerlo. 
Estaba sentada en una mesa de comedor redonda, adornada con un 
gigantesco adorno de flores en el centro y cubierta con las copas de vino de los 
demás que había a su mesa. No habló con ninguno de ellos. En realidad no 
hablaba con nadie, a menos que Chad le presentara a un médico prominente. 
Era más fácil así. Mientras la multitud aplaudió a su marido, ella se levantó y lo 
aplaudió diligentemente apoyándole. Él dio varias veces las gracias antes de 
bajar las escaleras laterales del escenario. 
Chad era un hombre guapo, tan refinado y elegante. Sólo mirándolo te 
hacía pensar en un caballero. En el caso de su marido, el aspecto no era 
necesariamente engañoso, ya que era en cada centímetro un caballero. Estaba 
vestido como los otros médicos, con una chaqueta oscura, un traje formal 
apropiado que le llegaba a las rodillas y abotonado completamente en la parte 
frontal. Debajo, los pantalones eran un mono completo, sirviendo de ambos, 
pantalones y camiseta. 
Aunque era un hombre delgado, su presencia llamaba la atención. Él 
encarnaba todo lo que los que tenían dinero y riqueza se esforzaban por tener. 
Un patrón hermoso, limpio, y aunque no exactamente de músculos cincelados, 
estaba entonado y era considerado muy agradable a la vista. Tenía el pelo 
negro, salpicado sólo ligeramente de canas en las sienes, y unos ojos azul claros. 
Era un hombre encantador, y agradable para estar a su alrededor. Si él quería 
 
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que te gustara, lo más probable lo lograría. Utilizaba su encanto y gracia para su 
mayor beneficio. Ese encanto era lo que había hecho que Jasmine lo amara, y 
cuando su encanto se fue así lo hizo su amor. 
Jasmine levantó su mano enguantada a su mejilla cuando él se inclinó para 
besar en lado de su cara. Era un beso muy casto, uno al que estaba muy 
acostumbrada. El afecto era todo para él espectáculo. El auditorio aplaudió más 
alto. Obviamente la actuación había funcionado. La imagen de una pareja feliz 
era completa. 
—Perfecto —Le susurró en su oído. 
Jasmine se retiró y Chad graciosamente la ayudó a sentarse de nuevo en 
su silla. Decir que su marido no la amaba no era justo. Quizás la amaba 
demasiado, poniéndola demasiado alto en un pedestal, esperando que ella se 
quedara en ese pedestal. ¿Quién era ella para juzgar cómo sentía realmente 
Chad? Él le decía cada día que la amaba. Pero, entonces otra vez, ella siempre se 
lo repetía en contestación a él. 
Chad se inclinó sobre la mesa y agarró su mano, apretándola. Era raro que 
lo hiciera así y lo miró. Sus ojos estaban clavados en los suyos y ella se inclinó 
adelante. 
—El Dr. Ellington está aquí —Dijo Chad—. Sonríe más. 
Jasmine ensanchó su sonrisa, aunque por su vida no podía recordar quién 
era el Dr. Ellington. Chad le soltó la mano y ambos volvieron su atención al 
podio. Un médico mayor con un traje azul oscuro subió al escenario. 
—En estos momentos, nos gustaría rendir homenaje en honor a un gran 
hombre y científico distinguido, el Dr. Simon Martens. El Dr. Martens 
recientemente falleció librando a un planeta primitivo del armamento biológico 
—Dijo el orador. Una imagen holográfica de un anciano apareció al lado de él 
en el podio. Era una fotografía del fallecido Dr. Martens. Había tenido una cara 
redonda, parcialmente calvo con unos ojos amables—. Pero su trabajo de 
documentación y clasificación de especies exóticas de insectos han allanado el 
camino para grandes saltos en la medicina moderna… 
Jasmine escuchó a medias, sin realmente pensar en nada. Mantuvo sus 
ojos en el frente, sin preocuparse de mirar alrededor. Siguió el ejemplo de la 
multitud, asintiendo con la cabeza cuando el orador dijo algo. Necesitaba toda 
su concentración sólo para mantener la mirada sin vida en su cara. 
 
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Se quedó mirando la sonrisa en la cara del Dr. Martens, no amenazante, 
feliz, amable. Era un hombre que había conocido la alegría en su vida. Deseo 
poder cambiar su lugar con él, dar la vida por él. 
*********** 
Reid miró a Jarek y sacudió la cabeza. Nozando era un planeta hermoso, 
lleno de exuberante vegetación sobre un terreno montañoso. Era uno de los 
lugares más bonitos a los que había ido de viaje como embajador, sin contar con 
la mansión Galaxy Playmate, por supuesto. No es que hubiera estado en 
demasiados sitios viajando como embajador. 
Casi gimió recordando la mansión. Si no tuviera un deber con su pueblo, 
consideraría vivir en aquella paradisíaca isla flotante, rodeado de mujeres 
medio desnudas, las humanoides más bellas que el universo tenía que ofrecer. 
Sin duda, el propietario le daría un trabajo. Podría ser un entrenador en la 
cama. 
Reid y Jarek estaban en la parte trasera de la sala de conferencias, con los 
brazos cruzados, mientras esperaban para hablar. Ya podían ver que la 
multitud reunida estaba tensa. Estos realmente no eran su tipo de gente. Todos 
los hombres vestían chaquetas y las damas llevaban vestidos formales de 
variados estilos, y todos de colores sutiles. Exploró el cuarto buscando algo 
bonito para mirar. Había algunas mujeres de aspecto agradable. La mayor parte 
de ellas eran mayores, lo que no era un giro necesariamente lejos, pero todas 
ellas tenían miradas agrias en sus rostros. 
Acababan de llegar una hora antes, siendo lo suficiente afortunados para 
perderse el largo día de discursos. Cuando pensó en ello, Reid supo que la 
decisión de ir a la mansión Galaxy Playmate había sido buena. Ahora todo lo 
que tenía que hacer era subir al escenario, dar su pequeño discurso diplomático, 
y se podría ir. Tal vez si todos reunían su dinero juntos, podrían alquilar la 
mansión de nuevo. La idea realmente tenía mérito. Se preguntó cuánto 
necesitarían. Tendría que hablar con Rick al respecto. 
Rick y el resto del equipo, esperaban en un área separada mientras 
negociaban el reabastecimiento de combustible de la nave de Jarek, The 
Conqueror3. También cargaban los suministros habituales. Reid estaba3
 N.T: El Conquistador. 
 
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impresionado. Cuando la Alianza Médica daba una fiesta, realmente era una 
fiesta. Incluso se entregaban suministros médicos gratuitos a todas las naves, y 
había algo llamado “Premio de Asistencia”. Reid no estaba seguro que tradición 
era, pero el ganador recibiría una cabina médica de primera clase. 
El Dr. Garrett, el coordinador de la conferencia subió al podio. Reid no lo 
gustaba el hombre. No fue por nada en particular de él. Estaba demasiado lleno 
de sí mismo. Se movió incómodo en la chaqueta que Jarek le había dado, Reid 
tiró de las constrictivas mangas. Al parecer, su atuendo habitual no era 
adecuado, aunque llevaba sus pantalones con cordones cruzados y el tanque 
bajo su chaqueta. 
—En este momento —Comenzó el Dr. Garrett—, nos gustaría rendir 
homenaje en honor a un gran hombre y distinguido científico, el Dr. Simon 
Martens… 
Reid sintió una punzada de pena, al ver la foto del Dr. Martens brillando 
en el escenario. El científico había sido un gran hombre. Simon había llegado a 
la casa de Reid en Qurilixen con la esposa de Quinn, Tori. Había sido atacado y 
asesinado por uno de los nobles de la casa de Var mientras trataba de ayudar a 
librar el planeta de las armas biológicas, las mismas armas que su padre había 
llevado al planeta. 
—…el Dr. Martens recientemente falleció librando a un planeta primitivo 
del armamento biológico —Siguió el Dr. Garrett. 
Reid frunció el ceño y se inclinó a Jarek, a través de su boca de medio lado, 
preguntó: 
—¿A quién llama primitivo? Gatos sagrados, salgamos de aquí ya. Estas 
personas son raras. 
Jarek sonrió abiertamente, pero no dijo nada. Reid sabía que su hermano 
estaba de acuerdo con él. 
El Dr. Garrett enumeró brevemente los aspectos más destacados de la 
impresionante larga carrera del Dr. Martens, antes de afirmar: 
—Por favor, demos la bienvenida, a la hija del Dr. Martens, Stella Martens. 
La señorita Martens aceptará un obsequio de los Var de Qurilixen en nombre de 
su padre. 
 
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Otra vez hubo aplausos, cuando una mujer baja, demasiado pesada se 
acercó al podio. Llevaba un vestido azul plateado que caía en una pieza hasta el 
suelo. Salvo porque tenía pelo era justo como su padre. 
—Y aquí para ofrecer sus respetos a este gran hombre están los 
embajadores Reid y Jarek del planeta Qurilixen —Terminó el Dr. Garrett. 
—¿Embajadores? —Preguntó Reid, preguntándose por qué el Dr. Garrett 
no usó su título real. 
—Nos ara salir del planeta más rápido. Esta es una habitación de doctores 
y científicos. Si oyen la palabra príncipe, tratarán de conseguir que les demos 
dinero para sus proyectos. Confía en mí, no es agradable. 
Reid sonrió abiertamente. 
—Buen punto, embajador Jarek. 
Unos aplausos corteses siguieron y los dos hermanos Var fueron al 
escenario, caminando uno al lado del otro. A medida que la luz delantera cayó 
sobre ellos, los aplausos vacilaron antes de subir una vez más. Reid estaba 
acostumbrado a la reacción de asombro de las mujeres y no le importaba. Tanto 
él como Jarek juntos a menudos ponían a las damas más que excitadas. Pero, 
cuando vio a algunos hombres mirarlos con una repugnancia snob, fue todo lo 
que pudo hacer para no comenzar una pelea. Sería divertido para alegrar la 
fiesta y podría hacer ejercicio. Sin embargo, fue por respeto al Dr. Martens por 
lo que se contuvo. 
Subiendo al podio, Reid sonrió a la muchedumbre, sintiéndose de repente 
malévolo. Si ellos querían que actuara como un bárbaro, un bárbaro sería. Reid 
echó un vistazo a Jarek. Jarek vio su mirada y contuvo una sonrisa. 
********** 
Jasmine aplaudió sin molestarse en girarse, hasta que oyó los aplausos 
vacilar. Echando un vistazo por encima del hombro, se congeló. Dos hombres 
idénticos, muy grandes se adelantaban hacia las luces. Su boca se secó. No se 
parecían a los embajadores típicos que se veían en estos eventos. Los dos tenían 
el pelo largo y oscuro, negro como la noche. Les llegaba a la cintura. El que 
estaba a la derecha lo mantenía apartado de la cara con esmero, mostrando un 
asomo de un tatuaje negro sobre su cuello, mientras que el de la izquierda 
permitía que cayera libremente sobre sus hombros. 
 
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Su altura era sólo aún más intimidante debido a su masivo contorno. 
Incluso vestidos, podía ver sus fuertes brazos unidos a amplios hombros y 
gruesos pechos. Ambos hombres estaban igualmente construidos con sus ojos 
marrones oscuros, casi negros, pero por alguna razón, Jasmine descubrió que 
estaba mirando al del pelo suelto. Había algo en él, una arrogante confianza, 
salvaje, una actitud despreocupada de a quién-diablos-le-importa. 
Su aliento se hizo difícil y no podía moverse. Parecía que el tiempo se 
detuvo. Ella quiso que la mirara para poder verlo totalmente. Una sonrisa 
curvaba sus labios y sus ojos se mantenían en el frente. Él no la vio entre la 
multitud. 
Sintiendo una mano en su codo, jadeó y se dio la vuelta. Chad la miraba, 
sus ojos se estrecharon con lo que fácilmente podría interpretar como ira. El 
corazón de Jasmine se saltó un latido y se estremeció, dándose cuenta en esta 
momento que había dejado de aplaudir, sus manos enguantadas presionadas 
firmemente juntas mientras miraba demasiado tiempo a los embajadores Var. 
—No me siento bien —Dijo Jasmine, inclinándose hacia adelante para que 
él sólo pudiera oírla. Ella apartó la mirada de su rostro, antes de recostarse—. 
Creo que pude haber olvidado tomar mi píldora hoy. 
Chad no se movió. El agarre a su brazo se apretó, pero mirando su cara, 
era imposible ver si algo estaba mal. 
—¿Puedo retirarme? —Preguntó, aunque ya sabía la respuesta. 
—Puedes irte después de la presentación. No creo que estos dos salvajes 
hablen mucho tiempo —Dijo Chad, susurrándoselo a su oído. 
Jasmine asintió. 
—Soy el embajador Reid. 
Jasmine volvió la atención al escenario, tratando de convencerse a sí 
misma de que le hombre salvaje no le daba escalofríos con su voz baja. Reid era 
el que tenía el pelo suelto. El embajador Jarek, el que tenía el tatuaje, se quedó 
en silencio a su lado. 
Había una reacción extraña en su pecho, una que nunca había tenido. Tal 
vez realmente se había olvidado tomar su pastilla para el corazón. Sería la 
primera vez en casi cuatro años de matrimonio. Jasmine no se sentía bien en 
 
17 
 
absoluto. Estaba empezando a sudar y su corazón se aceleró violentamente en 
su pecho. Un temblor se abrió camino en su cuerpo. 
—Nos gustaría dar las gracias al Dr. Martens por sus servicios a nuestro 
planeta mediante el ofrecimiento de este cuchillo —Reid hizo una pausa, 
retirando su chaqueta para desenvainar el cuchillo decorativo que llevaba en su 
cintura. Jasmine se sorprendió al ver una ojeada de su piel tensa en su costado, 
oculta por cordones transversales. 
Varios de los espectadores jadearon cuando Reid manejó el arma en su 
mano. Con un lanzamiento hacia la luz, sacudió el puño y la agarró por la 
lámina. La espalda del hombre Var se giró a ella cuando ofreció el cuchillo a 
Stella Martens. Stella palideció y retrocedió ligeramente ante su movimiento. 
Jasmine no podía ver lo que el hombre de Var hizo o le dijo, pero Stella se 
sonrojó y asintió con la cabeza, al instante relajándose. Reid levantó el cuchillo 
para ofrecérselo. La mujer vaciló antes de cogérselo, profundizándose su rubor. 
Reid volvió al escenario. Jasmine esperó un discurso, pero en cambio, el 
hombre se limitó a decir: 
—Gracias. 
Reid saludó con la cabeza a Jarek y ambos hombres caminaron de regreso 
al lugar por donde habían entrado. Hubo un largo silencio, antes de que alguien 
lentamente aplaudiera. Pronto otros siguieron su ejemplo hasta que el sonido 
vacilante siguió a los dos hombres fuera de la habitación. 
—Corto y dulce —Dijo un doctor de su mesa, riéndose. 
—¿Qué esperas de unos primitivos? —Respondió una mujer. 
Jasmine miró por un segundo más como Reid desaparecía a través dela 
puerta de atrás. Echó un vistazo a Chad. La estaba observando con cuidado. 
Ella esbozo una débil sonrisa para él. Él no se la devolvió cuando de nuevo 
miró al podio. 
 
 
 
 
 
 
18 
 
 
 
 
CAPÍTULO 02 
 
—Bonito discurso —Dijo Jarek, riendo entre dientes, cuando salieron de la 
conferencia, el sonido de los aplausos vacilantes detrás de ellos. 
—¿Qué? —Reid sonrió abiertamente. Ambos hermanos se dirigieron por 
el pasillo a su nave. El coordinador de alojamientos ya había ofrecido darles 
una habitación, pero ellos la declinaron. Reid se alegró de ello. Estaba ya 
cansado de esta multitud—. ¿Nos sacó de allí, verdad? Además, todo lo que 
tenía que decir acerca del Dr. Martens se lo dije a su hija. No tengo que 
impresionar a estos hombres. Ella es por la que vinimos. 
—Estoy de acuerdo —Jarek asintió—. Vamos a ver lo que están haciendo 
los chicos. 
—Sí, estoy listo para irme —Contestó. Pasaron a un criado que llevaba una 
bandeja de bebidas. El hombre delgado se apresuró a adelantarlos, mirando a 
los gemelos como si fueran a atacarle—. Esta gente son estirados mojigatos. 
—Estoy de acuerdo —Jarek se rió entre dientes, asintiendo con la cabeza 
otra vez. 
Encontraron a The Conqueror en la zona de atraque donde lo habían 
dejado, los hermanos miraron alrededor. Oyeron un grito de risas desde el otro 
extremo del muelle. Jarek gimió, haciendo señas mientras decía: 
—Por aquí. Apuesto a que ni siquiera consiguieron que todos nuestros 
suministros fueran cargados. 
Encontraron que la tripulación holgazaneaba ante un espectáculo 
holográfico viendo una obra. Una mujer se inclinó, levantando su diminuta 
falda para mostrar una ropa interior con volantes mientras recogía algo del 
suelo. Los hombres se rieron más fuerte. Reid y Jarek intercambiaron una 
mirada confusa. 
 
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—¡Oh, hombre! —Rick casi saltó de su silla mientras aplaudía con una 
alegría exagerada. A Reid le gustaba Rick mucho. Adoraba a las mujeres, y 
tenía un carácter tolerante que iba bien con el brillo travieso que estaba 
constantemente en sus ojos castaños. 
Sentado al lado de Rick estaba Evan Cormier. Evan era un hombre bueno 
para tener en una nave, un gran trabajador y un infierno de tío inteligente. El 
hombre era en parte telépata, un hecho que no compartía con demasiados. 
Tenía el pelo corto y negro, con reflejos de plata a lo largo de sus sienes, y según 
las Galaxy, tenía un atractivo sexy porque era capaz de “leer” lo que una mujer 
quería y se lo daba. En realidad, había sido más información de la que 
cualquiera de ellos hubiera querido escuchar en ese momento. 
Lucien y su hermano Viktor estaban sentados al otro lado de Rick. Los dos 
se peleaban constantemente, pero realmente eran cercanos. Eran mitad 
humanos, mitad Dere, y tenían un cutis blanco lechoso que contrastaba con los 
extraños rojos-marrón y rojo-verde de sus ojos. Lucien era un genio de las 
comunicaciones, y Viktor era un infierno de mecánico. El hombre podría apañar 
cualquier cosa, como lo había demostrado sus primeros días a bordo de la nave 
cuando amañó todas las pantallas de visión privadas para hacer ver un 
programa de pornografía humana durante todo el día. Ahora, con sólo pulsar 
un botón, el espacio exterior no parecía tan solitario. Nadie de todo la 
tripulación de sexo masculino se había quejado. 
Los cuatro hombres fueron originalmente parte de la tripulación de Sam. 
Sin embargo, cuando Sam se casó con el príncipe Falke, habían venido de buena 
gana con Reid y Jarek. Dev había desaparecido, pero Reid supuso que estaría 
todavía a bordo de la nave. Dev era medio Belvon, una raza demoníaca con la 
piel roja. Además de la coloración intensa, parecía humanoide, pero más 
grande. Era los músculos de la nave y un tipo de persona solitaria. 
Dev era todo sobre tratar de mantener el orden. Rick era todo sobre 
romperlo. A menudo se metían en peleas humorísticas. A veces, cuando la 
tripulación se aburría, los provocaban a una discusión para entretenerse. 
Los únicos hombres que habían volado con Jarek antes de que tomara el 
equipo de Sam, eran Jackson, un oficial de seguridad rubio oscuro que 
guardaba para sí, y Lochlann. Reid adivinó en todo caso, Jackson estaría 
 
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entrenando con Dev en la sala de realidad virtual. Los dos luchadores pasaban 
mucho tiempo con la VR4. 
Lochlann estaba sentado después de Evan. Reid no pudo dejar de sentirse 
un poco incómodo alrededor del hombre. Lochlann había nacido en Qurilixen, 
como los príncipes Var habían hecho, sólo que era un Draig, un cambiaformas 
dragón. Era extraño para Reid averiguar que Jarek había estado volando por el 
espacio exterior con un Draig, incluso mientras su gente había estado luchando. 
Técnicamente, los Var y Draig ya no estaban en guerra, pero no se alivió la 
desconfianza natural entre las dos razas. 
—¿Estamos listos para despegar? —Preguntó Jarek. Los hombres 
gimieron. 
—¿Ya? —Se quejó Rick—. Acabamos de aterrizar. Todavía no hemos 
comprobado la mercancía. 
Los hombres se rieron. 
—¿No has tenido suficiente? —Lochlann bromeó con voz suave y baja. 
—Juro que trató de conquistar la mansión entera —Añadió Lucien. 
—Casi —Masculló Rick—. Tenía que conseguir el valor de mi dinero. Pero 
nunca he estado con una… ¿qué tipo de criaturas hay aquí de nuevo? 
—No te pierdes gran cosa —Contestó Reid—. Todas viejas snobs. 
—Ah, pero son ricas —Dijo Viktor, levantando un dedo. 
—¡Puaf! —Lucien sacudió su cabeza—. Nada digno. Puedo aguantar la 
edad, pero no a los snobs. 
—No sé —Contestó Rick, su risa en la voz—. Estamos pelados. 
—Perdónenme —Reid oyó el sonido suave, femenino en un rincón de su 
mente, pero no lo registró. Todos los hombres lo ignoraron. 
—¿De quién es la culpa? —Dijo Evan, inclinándose para presionar su 
brazo—. Tú eres el que se gastó todo nuestro premio en efectivo por la 
búsqueda del tesoro. 
 
4
 N.T: Realidad virtual. 
 
21 
 
—No oí que te quejaras cuando Ruby estaba haciéndote un baile en el 
regazo —Dijo Rick, haciendo un puchero—. O cuando Garnet estaba dándote 
su famoso masaje desnudo. 
—Oh, sí —Dijo Viktor—. Eso estuvo bien. No muy relajante, pero 
agradable. 
—¿Viste las gigantes… —Empezó Rick, emocionándose cuando hizo señas 
con sus manos como si fueran pechos. 
—¡Perdónenme! —Dijo la voz femenina más fuerte. Parecía irritada. Todos 
los ojos se dieron la vuelta—. Lo siento. No quiero interrumpir su… Usted. 
El aliento de Reid se atascó en su garganta. La mujer que hablaba no era 
vieja, aunque ella definitivamente parecía la esposa de un médico rico. Era 
hermosa, no genéticamente mejorado para ser hermosa, sino una mujer natural 
de gran belleza. Mirándola a ella, él prefería lo natural. 
Llevaba un vestido de color crema claro de seda. La V de su cuello bajaba 
de su esbelto cuello para mostrar una modesta cantidad de su hendidura. Un 
collar de gemas colgaba en esa V. La seda se aferraba a su cuerpo seductor, no 
apretada, sino abrazando lo suficiente para mostrar trazos burlones de sus 
curvas cuando se movía. Sobre el vestido crema, llevaba una chaqueta larga 
azul clara. Las dos partes se entrelazaban justo por debajo de sus pechos con 
una joya zafiro. Ambas partes de la chaqueta llegaban hasta el suelo. 
Reid se sintió decepcionado. Quería ver sus piernas. Habría apostado que 
tenía buenas piernas, muy largas. Lamiendo sus labios, podría imaginar ya 
empujándolas aparte, no es que necesitara mucho para conseguir que su activa 
imaginación se pusiera en marcha. 
El cabello castaño oscuro estaba apartado de su cara, coronando su cabeza 
en una gruesa trenza antes de caer libremente sobre un hombro. Incluso 
parcialmente hacia arriba, las gruesas ondas llegaban justo debajo de sus 
perfectos pechos. Sus sólidos, ojos marrones oscuros como el chocolate 
Lithorian y apostaría que sus exuberantes labios tendrían un sabor muy dulce.Para su placer carnal, su lengua pasó sobre ellos nerviosamente. 
Sus ojos vagaron por la tripulación. Fue entonces cuando se dio cuenta 
que él no era el único hombre que la miraba fijamente. Miró a los hombres. 
Evan parecía cortes, pero siempre parecía amable. Sin embargo, con su ceño 
ligeramente arrugado por sus pensamientos. Lucien, Viktor y Rick todos tenían 
 
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sonrisas atractivas en sus caras. Reid tuvo el impulso alocado de golpearles 
para quitárselas. 
Frunció el ceño. No estaba actuando como él mismo. La mujer era 
hermosa, ¿por qué no iban a mirarla? Gatos sagrados, quería contemplarla. ¿Por 
qué diablos miraba a la tripulación? Cuando se dio la vuelta, miró a los ojos de 
Jarek. Su hermano sonreía levemente y Reid supo por su mirada que le hacía 
gracia. Jarek estaba riéndose de él. 
—Yo —Comenzó la mujer. Se humedeció los labios otra vez y Reid sintió 
que su cuerpo se tambaleaba—. Mi nombre es, ah, Sra. Dra. St. Claire. Si 
pudiera, me gustaría hablar con el embajador Reid. 
Reid dejó que una sonrisa rizara sus labios cuando finalmente volvió sus 
ojos a él. Sus manos estaban agarradas con fuerte delante de su cintura, sus 
nudillos blancos. Sonrió. Qué dulce. Estaba nerviosa por estar con él. No era de 
extrañar, tampoco. Había visto a los hombres a los que ella había estado 
expuesta. Probablemente ella no estaba acostumbrada a llamar la atención de 
un hombre de verdad. 
—Soy el embajador Reid —Le dijo, lanzando su voz con confianza sexual. 
El tono había fundido fácilmente a las mujeres en el pasado. Para su sorpresa, 
ella se quedó derecha, no riéndose tontamente o desmayándose. De hecho ella 
ni siquiera estaba sonriendo. 
—Lo sé, vi su discurso —Respondió. 
Ella miró su cuerpo. Reid sonrió abiertamente. Oh, sí. La Sra. Dra. St. 
Claire lo comprobaba definitivamente. 
—Oh, cariño —Dijo Rick—. ¿Qué quieres de Reid? Estoy seguro de que te 
puedo ayudar. Soy el cerebro de esta operación. 
—No escuches a Rick —Lucien inmediatamente contestó—. Es sólo el 
piloto. Soy yo el que tengo las habilidades en comunicación. Habla conmigo. 
—Oh, no lo hagas… —Comenzó Viktor. 
—¡Ya basta! —Pidió Jarek, sosteniendo su mano. Sacudió la cabeza, 
sonriendo abiertamente—. ¿Chicos por qué no os aseguráis que todas nuestras 
provisiones están a bordo de la nave para que podamos partir? Reid, ¿por qué 
no echas una mano a la dama? 
 
23 
 
Reid sonrió abiertamente y asintió con la cabeza a su hermano. Ah, le 
echaría una buena mano. La ayudaría con ese vestido, y luego la ayudaría a 
sentarse a horcajadas sobre su cintura mientras él… 
—Gracias —La Sra. Dra. St. Claire dijo a Jarek, inclinando su cabeza 
ligeramente. Jarek sonrió. Ella no le devolvió la mirada. Su cara permanecía en 
blanco. 
Jarek le puso una mano en el hombro de su hermano, palmeándole 
suavemente mientras se movía para seguir a su gruñona tripulación. Cuando 
estuvieron solos, Reid le hizo señas hacia una silla. 
—No es lujosa, ¿pero le gustaría sentarse? 
—No, no, gracias, Embajador —Dijo. 
—Llámeme Reid. 
—Oh, bien, Reid —Dijo la mujer—. Reid. 
Reid sonrió. Se quitó la chaqueta, sabiendo que él daría un mejor 
espécimen para mirar si se quitaba esa cosa constrictora. 
—¿Te importa? Hace calor. 
—Oh, no, no —Dijo—. De hecho, Embajador… 
—Reid —Reid lanzó su chaqueta sobre la silla, divertido por como 
mantuvo sus ojos girados a un lado. 
—Reid —Dijo, como si la palabra le causara dolor. 
—¿Y usted es? —Le preguntó. 
—Sra. Dra. St. Claire —Dijo ella, frunciendo el ceño ligeramente. 
—Es todo un bocado, fea —Contestó Reid, otra vez poniendo su voz ronca 
para ver si la hacía temblar. No lo hizo—. ¿Conseguiste uno más pequeño? 
—Oh, Jasmine. Puede llamarme Jasmine. 
—Jasmine —Reid hizo rodar el nombre despacio en su lengua—. Es casi 
tan bonito como tú. 
La mujer realmente frunció el ceño. No era la respuesta que normalmente 
conseguía Reid a su encanto. Se puso rígido, observándola de cerca. ¿Qué era 
 
24 
 
exactamente lo que estaba pasando aquí? Para una mujer que había venido para 
invitarlo a la cama, ella no parecía tan invitadora. 
Jasmine observó al extraño embajador delante de ella. Era aún más guapo 
de cerca. El rastrojo oscuro sombreaba la mandíbula esculpida del hombre, a 
juego con el pelo largo y negro que se derramaba sobre sus hombros hasta la 
cintura. Estaba construido perfectamente. Cuando se movía, lo hacía con una 
gracia líquida y aerodinámica. Había algo lento y seductor en el modo en que lo 
hizo, como un cazador agazapado, listo para atacar, acechando a su presa. Era 
una lástima que fuera inmune a tales cosas, a él. Su apreciación de su aspecto 
era como el que sentiría por una hermosa pintura o una escultura. Él era una 
maravilla para la vista. Eso era todo. 
Bandas de cuero negros con clavos de plata se apretaban firmemente en 
sus bíceps, tensamente aseguradas a ambos brazos. Su camisa parecía ser una 
pieza de tela, con dos correas estrechas sobre sus hombros. El material de la 
camisa estaba mantenido unido por unos cordones negros que se cruzaban 
debajo de sus brazos, dejando sus lados y cintura al descubierto. Podía ver sus 
oscuros músculos escondidos allí. Era como ella sospechaba. Este hombre era 
fuerte. Sería perfecto. Ahora, sólo tenía que convencer que la ayudara. 
—Necesito sus servicios, Embajador —Jasmine se mordió el labio y 
apresuradamente se corrigió—. Reid. 
Él sonrió. Realmente fue una mirada pícara. Se preguntó si él podría 
ayudar. Su corazón le latía en el pecho con fuerza y tenía la sensación que no 
era bueno para ella este trabajo. En primer lugar, había sentido la agitación en la 
sala de conferencias y ahora su corazón estaba corriendo. Tal vez era el 
momento de preguntarle a Chad sobre aumentar su dosis. Ella había estado en 
el mismo nivel de la medicación durante cuatro años, desde que se diagnosticó 
su problema cardíaco. 
Su voz baja, y suave, le preguntó. 
—¿En serio? 
—Sí —Dijo Jasmine—. De hecho, he ganado el premio por asistencia, que 
es fantástico en sí mismo, ya que nunca he ganado nada y he dado instrucciones 
a los sirvientes para que lo carguen en su nave. No sé si es consciente, pero es 
una cabina médica nueva. Lo mejor en su línea. Acaba de salir al mercado. 
 
25 
 
—¿No estás aquí sólo para darnos una cabina médica? —Preguntó Reid. 
Su ceja elevada escépticamente sobre su hermosa cara. 
Jasmine tragó, nerviosa. Era extraño estar de pie a solas con un hombre 
que no era Chad. Empezó a sudar, haciendo todo lo posible para mirar sus 
magnéticos ojos. 
—¿Por qué no te quitas la chaqueta y te sientas? —Le preguntó, haciendo 
un gesto hacia una silla—. Pareces sonrojada. 
—Gracias —Jasmine asintió—. No se sentía del todo bien. Estar 
preocupada no ayudaba. Sin pensarlo, se desabrochó la hebilla y se quitó su 
abrigo. El aire más frío ayudó algo. 
—Gatos sagrados —Susurró Reid—. ¿Qué le pasó a tu brazo? ¿Peleaste 
una contienda? 
Jasmine miró hacia abajo, a la contusión que se desvanecía. Abarcaba 
buena parte de su hombro. Se había olvidado por completo. Cogiendo de nuevo 
su chaqueta para ocultarla, ella ató el sobrevestido. 
—¿Por qué no pruebas la cabina médica y consigues que te lo curen? —
Preguntó Reid—. Vamos. Tenemos un modelo más antiguo a bordo y debería 
poder ocuparse de esto. Nos golpeamos entrenándonos todo el tiempo, y los 
ajustes están pre-programados para curar cosas semejantes. 
—No, gracias —Dijo—. No es nada. Yo tenía las luces apagadas y choqué 
con una pared. La razón por la que vine… 
—Parece antigua. No debería llevar mucho tiempo —Reid observó su 
brazo, como si pudiera verlo a través de su vestido. Se estremeció ante su 
preocupación obvia. La hizo sentir incómoda. 
—No, realmente, estoy bien. Me ocuparé de ella más tarde —Jasmine dio 
un paso atrás, tratando de calmar su voz temblorosa. 
—Deberías tener más cuidado al practicar el combate frente a frente —Dijo 
Reid, estudiándola.Su voz bajó a insinuaciones sexuales, cuando añadió—. 
Aunque si gustas, te enseñaré algunos movimientos. Me gustaría ver lo que 
puedes hacer. 
—¿Qué? —Preguntó Jasmine—. ¿Este hombre estaba loco? ¿Realmente se 
ofrecía a luchar contra ella? Echó un vistazo sobre su amplio y musculoso 
 
26 
 
cuerpo. No había ningún modo que una pequeña cosa como ella pudiera 
derribarlo. 
—Aunque, creo que hay una razón contra la que la mayoría de las mujeres 
no luchan —Él dio un paso más cerca—. Sois más suaves y no estáis construidas 
para ello. Las mujeres son para protegerlas —Sus ojos se posaron sobre su 
cuerpo—. Cuidarlas —Su mirada fija otra vez encontró la suya y susurró con 
sentimiento—. Darles placer. 
Jasmine tomó una respiración profunda, decidiendo no hacerle caso 
cuando trató de llevar la conversación de nuevo al tema en cuestión.. 
—Embajador, le estoy dando la nueva cabina porque deseo encargar sus 
servicios. 
Una sonrisa iluminó de nuevo su hermoso rostro, haciendo brillar sus ojos 
oscuros. Cuando ella lo miró, juraría que a veces sus ojos eran de color marrón 
oscuro y otras veces parecían casi negros. Fuera cual fuera el color, eran 
preciosos. 
—Embajador otra vez, ¿verdad? ¿Te gustan los hombres en el poder? 
—Oh —Sacudió la cabeza. ¡Este hombre era imposible! 
Reid ladeó la cabeza a un lado y se inclinó hacia ella. Si no lo supiera 
mejor, pensaría que estaba tratando de besarla. 
—Necesito que me lleves —Declaró Jasmine, retirándose—. En su nave. 
Fuera de este planeta. 
Ella suprimió un gemido de repugnancia. Esa no era la expresión más 
inteligente, pero ya la había gastado demasiado tiempo en los muelles. Chad se 
preguntaría donde se había ido. Y cuando Chad comenzara a preguntarse, las 
coas se pondrían mal, verdaderamente mal. 
—Lo siento, fea, pero no somos un servicio de transporte. ¿Por qué no 
preguntas a uno de esos ricos doctores? Estoy seguro que tendrán alojamientos 
más de tu gusto. Además, ¿no estarías más cómoda con otras mujeres a bordo 
de la nave? 
Jasmine sintió como si su corazón cayera, lo que realmente no era algo 
bueno en su caso. Tragó, tratando de no temblar. No podía pedírselo a nadie 
más. No había nadie más. Cualquier otro se lo diría a Chad. Estaba 
desesperada. ¿Quién sabía cuántos años más pasarían antes de que una 
 
27 
 
oportunidad como esta se presentara? Frotándose ligeramente la frente con la 
manga, ella dijo: 
—No puedo pedírselo a nadie más. Quiero encargarle a usted. Por favor, 
si la cabina médica no es suficiente pago, tengo… 
—Escucha, Jasmine —Reid levantó su mano, moviéndose como si fuera a 
tocar su brazo. Ella hábilmente cambió su peso, quedándose fuera de su 
alcance. Su mano cayó a un lado—. ¿Podemos ser francos? 
Jasmine asintió con la cabeza, sintiendo una sensación de alivio. Prefería la 
franqueza. Era mucho más fácil, no siempre posible, pero si más fácil. 
—Sé que estás dando vueltas alrededor para pedirme que te lleve a la 
cama —Reid le dio un guiño audaz. 
El alivio de Jasmine la abandonó hasta que todo lo que sintió fue el 
aguijón crudo de la aprehensión, que a su vez se convirtió en una consternación 
completa y total. ¿Podía realmente este tipo primitivo ser tan arrogante? 
—Me parece bien eso. De hecho, si quieres, haré los arreglos para algo de 
intimidad en la nave para nosotros. Puedo ser muy discreto. Pero es todo lo que 
te puedo ofrecer, fea. No voy a llevarte conmigo. Me halaga que pensaras que te 
gustaba tanto como para apetecerte venir conmigo para un vuelo exótico de 
puro placer, extasiado, pero no soy el tipo del compromiso. Así pues, ¿qué 
dices? ¿Deseas tener un sexo real rápido y…? 
Jasmine sintió que la sangre dejaba su cara con sus palabras. Estaba 
hablando en serio. Siseando entre sus dientes, ella apasionadamente declaró. 
—¡Yo no quiero tener sexo con usted! 
—En realidad, fea, está bien. No te avergüences —Reid extendió una mano 
como si fuera a tocarla. Ella dio un paso atrás—. No voy a rechazarte. 
Levantando su barbilla orgullosamente, ella preguntó. 
—¿Me llevará o no, Embajador? Puedo pagarle bien y no seré una carga. 
Usted ni siquiera sabrá que estoy a bordo. 
—No —Dijo Reid—. No tenemos tiempo para cuidar a una mujer en el 
espacio. Tenemos muchas cosas importantes que hacer. Somos hombres muy 
ocupados. 
 
28 
 
—Como quiera —Dijo Jasmine, girando sobre sus talones. Se fue sin decir 
una palabra. Ya había perdido mucho tiempo en los muelles. Chad 
seguramente notaría su ausencia prolongada. Sólo podía esperar que él no 
estuviera enojado o celoso. 
Reid la miró a la encantadora Jasmine pisar fuerte lejos y sacudió su 
cabeza. ¡Gatos sagrados! Era hermosa, hasta con el moretón. Por su vida, no 
podía entender por qué una mujer tan hermosa como Jasmine querría pelear. 
Con su aspecto fácilmente podría encontrar a un hombre para defender su 
honor por ella. Aunque, la reina Ulyssa a menudo se entrenaba con Falke. Era 
experta con la espada así como era agradable a la vista. 
Reid sacudió la cabeza con pesar. Lástima que esta Jasmine fuera tan 
dolorosamente tímida. Era obvio que había ido a él porque quería acostarse con 
él. ¿Por qué más pediría hablar con él y no con Jarek? Jarek era el capitán y sería 
él quién concediera el pasaje. Sin embargo, después de ver cómo los hombres la 
miraban y sabiendo de primera mano como de solitarias podían ser las noches 
en el espacio profundo –algo como interminables- sabía que era por el propio 
bien de ella, encontrar una tripulación diferente. Quizás una con pasajeros del 
sexo femenino. Jarek habría sin duda dicho lo mismo, que no también. 
Agarrando su chaqueta, la lanzó sobre su hombro. Era realmente una pena 
que fuera tan tímida. Su cuerpo estaba excitado, su pene duro y listo para la 
acción. Bajó la mirada hacia su erección. Era bastante grande en ese aspecto. Las 
mujeres a menudo se ponían aprensivas de su tamaño y ella era una cosita. Tal 
vez eso era lo que la había asustado. Tendría sentido. 
Caminando de regreso a la nave, Reid pensó en el bello rostro de Jasmine. 
Frunció el ceño con desilusión. Realmente era una pena. Este era un recuerdo 
que le gustaría haber logrado. 
*********** 
La mano de Jasmine tembló cuando la levantó hasta el escáner de la 
puerta. La luz brilló sobre su mano, leyendo su palma. ¿Por qué estaba tan 
temblorosa? No era ella misma. Todo lo que podía pensar era en la cara de 
Reid, su sonrisa pícara. Pero eso fue todo lo que pensaba de él. No podía sentir 
nada más. Era imposible. 
Tal vez su corazón realmente estaba empeorando. La puerta se deslizó y 
entró. Tal vez debería tomar otra píldora. 
 
29 
 
—¿Dónde has estado, querida? —Dijo Chad tan pronto como la puerta se 
deslizó cerrada. Su voz era tranquila, agradable, pero había un borde duro en 
sus palabras que Jasmine conocía bien—. Me he preocupado por ti. 
Jasmine tragó. El cuarto estaba débilmente iluminado y necesitó un 
momento para que sus ojos se adaptaran a la luz más oscura. El pasillo fuera de 
su habitación había estado brillante. 
La suite era agradable, lujosa. Siempre se quedaban en sitios así. En cuanto 
al aspecto material se refiere, tenía una gran vida. La habitación principal tenía 
una alfombra gruesa de color rojo, y un sofá también rojo a juego. Encontró a 
Chad sentado allí, con un Martini casi vacío en su mano. 
—Gané el premio por asistencia —Dijo Jasmine. Se dirigió deprisa al 
simulador de comida incorporado en la pared—. El Dr. Lowenstein me paró y 
preguntó donde quería que lo entregaran. Tuve que darle la dirección. 
—¿Ganaste? —Preguntó Chad—. Una cabina médica, ¿verdad? 
—Sí —Dijo Jasmine. Apretó un botón en el simulador de comida y dijo—. 
Un Martini de la tierra, seco, dos aceitunas y una cebolleta. 
La máquina sonó y abrió la puerta. Sacó la bebida y se giró a Chad. Sus 
ojos estaban estrechados en ella. Sólo por años de práctica ella fue capaz de 
mantener su cara inexpresiva.Miró a sus ojos. 
—¿Y dónde está la cabina médica? —Preguntó—. Si la ganaste, ¿dónde la 
pusieron? Me gustaría verla. 
—Yo… —Jasmine vaciló. Chad parecía un poco bebido. Sabiendo que era 
mejor que ella no diera pistas, dio un paso hacia él—. Lo doné. Dije que es lo 
que querrías que yo hiciera, ya que normalmente eres tan generoso. Pensé que 
sería bueno para ti si hiciéramos así. No es como si lo necesitáramos o algo así. 
Jasmine sabía que mentía. Chad no era generoso, a menos que se ajustara a 
sus propósitos. Se mordió el labio, entregándole el Martini. Él terminó la bebida 
que tenía y dejó el vaso vacío sobre la mesa baja de café de madera de cerezo. 
—Lo hiciste —Dijo Chad. No era una pregunta. 
—Sí —Jasmine estaba cansada para forzar una sonrisa, pero era difícil. 
Chad no parecía darse cuenta—. Muchos de los doctores estaban allí. 
Estuvieron muy impresionados por tu generosidad uno dijo incluso que un 
espíritu generoso, era una clara señal de un verdadero doctor. 
 
30 
 
Chad alcanzó su bebida. Jasmine comenzó a retirarse pero su mano salió 
como una flecha para agarrarla por la muñeca. Tiró de ella hacia adelante, 
poniéndose de pie cuando lo hizo. Apretando su agarre en ella, dio un lento 
trago a su Martini. Cuando terminó toda la bebida, puso el vaso sobre la mesa 
al lado del otro vacío. 
—¿Y a quién se lo donaste? —Preguntó. 
—Al… los hombres salvajes que el Dr. Martens… ah-aa… —Chad apretó 
más y sus palabras murieron en un grito. 
—Te gusta él —La acusó Chad—. ¿Es ahí donde estabas, Jasmine? ¿Con el 
hombre salvaje? 
Ella jadeó, sacudiendo su cabeza frenéticamente. 
—No, no, ¡claro que no! ¿Por qué crees que me gustaba él… ellos? 
—¿Él? —Repitió Chad, tirando de su brazo por lo que ella se vio obligada 
a acercarse. Su muñeca dolía por la tensión, pero ella no se quejó. 
—Chad, por favor, no —Dijo—. Sabes que no puedo hacer nada de eso. Es 
imposible. Además, son… ¡son salvajes! Son primitivos… No me mires así. 
Sabes que no puedo hacer… 
—Ah, pero nadie más conoce tu maldito secreto, esposa —Dijo, su tono de 
voz bajo—. ¿Crees que yo fui el único que se percató de que los mirabas? ¿Qué 
crees que pensaron los otros doctores? Tu lengua prácticamente estaba 
colgando de tu cabeza como una puta en celo. 
—No —Contestó Jasmine—. No, Chad, cariño, sabes que eso no es verdad. 
Estaba horrorizada por ellos. Son primitivos aterradores. Debo haber olvidado 
mi pastillas, con el entusiasmo de tu discurso de hoy. Sé lo importante que era 
para ti. A propósito, hiciste un trabajo realmente bueno. 
Chad la atrajo hacia su pecho y sintió toda la longitud de su cuerpo contra 
el de ella. Se estremeció. 
—Conté las pastillas. Son las que debería haber. Te has tomado tu píldora 
hoy. 
—Oh —Dijo Jasmine, mirando su mandíbula—. Entonces. ¿tal vez debes 
comprobar mi dosis? No me he estado sintiendo bien. Tal vez sea toda esta 
 
31 
 
emoción, o tal vez me estoy viniendo abajo con algo. Antes me sentía un poco 
mareada. 
—Te ves hermosa hoy —Dijo Chad. 
Jasmine se tensó. Su tono había bajado. Sabía lo que eso significaba. Logró 
sacar su voz en un susurro. 
—¿No tienes que ir a reunirte con los otros doctores? No quiero que te 
pierdas nada. Tú… 
—Creo que es hora que te recuerde quién es tu marido —Dijo Chad. Se 
inclinó y la besó tiernamente en la sien. Ella se estremeció—. Ha pasado mucho 
tiempo. 
—No me he olvidado —Jasmine trató de no dejar pasar la mendicidad en 
su voz—. No tienes porque hacer esto. Sé quién es mi marido. 
—Shhh, cariño —La tranquilizó—. Ahora, ve y desnúdate, y apaga las 
luces. Estaré en el dormitorio en un segundo. 
********** 
Jasmine se odiaba incluso mientras se desnudaba. El sexo era una parte 
desafortunada del matrimonio, una parte en la cual ella no tenía ningún interés. 
Por suerte para ella, no era algo que hicieran demasiado a menudo. Era la 
misma razón por la que ella lo dejaba ir con otras mujeres. Lo prefería así. 
No era que Chad le hiciera daño, o que tuviera algo particular de lo que 
quejarse. De hecho, de una manera extraña, lo compadecía. Se había casado con 
una mujer frígida. Eso no podía ser una cosa fácil para echar a un hombre a la 
cara. 
Cuando se casaron, ella había intentado conectar con él. De hecho, había 
sentido el despertar de una atracción por él, pero luego se fueron de luna de 
miel y esa atracción nunca floreció. De hecho, era como si estuviera muerta por 
dentro. La tocó y no sintió nada. Cualquier hombre que la tocara, y ella no 
sentía nada, no es que hubiera dejado que otros hombres la tocaran. Jasmine no 
podía culpar a su esposo por su ira aquella primera noche en su luna de miel. 
Pensó en el embajador Reid. No sentía nada físico por él, ningún 
verdadero deseo. el ritmo de su corazón subió. Presionó su mano a su pecho. 
Era una sensación extraña y estaba comenzando a asustarla. 
 
32 
 
Oyendo voces en el salón, avanzó lentamente fuera de la cama y se deslizó 
en una bata. Era casi una sensación de alivio cuando oyó a alguien con Chad. 
Esperaba que lo distrajera y olvidara sus deseos de unirse a ella. Yendo a la 
puerta, se sentó y escuchó. 
—Dr. Ellington, por favor, pasé por favor —-Dijo la voz de Chad—. Me 
honra… 
Jasmine estaba en el suelo delante de la puerta, estremeciéndose cuando 
apoyó el peso sobre su muñeca dolorida. Chad la había apretado realmente 
fuerte y podría decir que se la había magullado. Por suerte, había traído 
vestidos de manga larga y un par de guantes blancos. Lo cubrirían sin 
problemas. 
Mirando el estrecho espacio entre el suelo y el extremo inferior de la 
puerta, no podía ver nada más, salvo las patas de los muebles. Oyó un saludo 
sordo. Hubo un poco de conversación de una y otras cosas. Giró su oído a la 
grieta de la puerta. El simulador de comida sonó de nuevo, y luego otra. Chad 
estaba encargando bebidas. Luego, oyó un sonido crujiente que le hizo pensar 
que uno de los hombres se había sentado en el sofá. Cuando hablaron otra vez, 
sus voces fueron más claras. 
—Nosotros en la Alianza Médica quedamos muy impresionados con tu 
discurso de hoy. Dr. St. Claire. Nos gustan sus ideas —Dijo el Dr. Ellington. 
—Oh, por favor, llámame Chad —Dijo, dando una risa falsa que Jasmine 
odiaba. 
—Chad, voy a ir directamente al grano. Hemos tenido el ojo en ti durante 
un tiempo, desde que trabajaste con el Doc Francis en Zigar —Dijo el Dr. 
Ellington—. Estoy seguro que tienes algunas suposiciones sobre lo que 
hacemos, pero no sabes ni la mitad de ello. 
Chad estaba en silencio. Jasmine frunció el ceño. ¿Doc Francis? ¿Doc 
Francis? Estaba bastante segura que nunca le había conocido. 
—¿Cómo está tu esposa? —Preguntó el Dr. Ellington. 
—¿Mi esposa? —Repitió Chad—. Duerme. ¿Por qué lo pregunta? 
—La familia es muy importante para nosotros en la Alianza. Si tuviera que 
entrar, querríamos asegurarnos que tenías una vida buena sólida familiar. Un 
hombre sólo está bien cuando en orden esté su casa. 
 
33 
 
—No tienes nada de qué preocuparte por Jasmine. La tengo bajo control 
—Dijo Chad. Jasmine frunció el ceño. Por la forma en que lo dijo, tan frío y 
despiadado—. Es una buena esposa. 
—¿Puede tener hijos? —Le preguntó el Dr. Ellington—. 
Sorprendentemente, no tenemos mucho de sus registros médicos. O es muy 
saludable, o nunca utiliza una unidad médica cuando está enferma. Me doy 
cuenta en tu archivo que no tienes hijos. 
—De hecho, mi esposa es sorprendentemente saludable, no hay nada malo 
en ella —Dijo Chad—. De hecho, no recuerdo haber tenido jamás que necesitar 
usar un puesto médico desde que nos casamos. 
Jasmine frunció el ceño. Bueno, ella podía ver que no quería que nadie 
supiera que su esposa era frígida, ¿pero para qué decir que estaba sana? Era una 
mentira en mayúscula. Estaba lejos de ser saludable. Su corazón comenzó a latir 
otra vez extrañamente. 
—Y sólo esta anoche hablábamos de tener un bebé —Añadió Chad. 
Una mano fría y heladaapretó su corazón, casi ahogándola con sus 
palabras. ¿Un bebé? ¿Con Chad? No. 
No podía traer otra vida a este matrimonio. Ella… no. No. Si tenía alguna 
duda de lo que tenía que hacer, las palabras de Chad le dieron el último pedazo 
de fuerza que necesitaba. El embajador podría haber dicho que no, pero iría con 
él si le gustaba eso o no. Gracias a Dios había escuchado sus planes para partir 
esta noche, o perdería su única oportunidad. 
—Con Doc Aleksander desaparecido —Dijo el Dr. Ellington—, nos hemos 
quedado con un gran vacío que necesita ser llenado. No te estoy ofreciendo el 
puesto… aún. Pero, bueno, vamos a estudiarlo, ¿de acuerdo? Felicidades por el 
bebé. Creo que es una sabia decisión… para tu carrera profesional con nosotros. 
¿Doc Aleksander? Jasmine se congeló. Doc Aleksander era un jefe de la 
Mafia médica. Las noticas galácticas acababan de informar que su nave se 
estrelló. Doc. El Dr. Ellington había dicho Doc Francis. Debía haber sido otro 
jefe de la mafia. Chad estaba trabajando para la Mafia médica ¿y ahora se unía a 
ellos plenamente? De repente, muchas de las cosas de su vida de casada 
tuvieron sentido. En el pasado, no había entendido las decisiones de Chad, 
ahora estaban claras. Él quería unirse a la Mafia médica. 
 
34 
 
—Venga, vamos a la fiesta. Podemos hablar de esto más tarde —Dijo el 
Dr. Ellington. 
—Déjame sólo decirler a mi esposa —Contestó Chad. 
Oyendo sus pisadas, Jasmine se levantó de un salto y corrió hacia la cama, 
sin molestarse en quitarse la bata. Tiró de las mantas justo cuando la puerta de 
la habitación se abrió. Cerrando sus ojos fingió dormir. 
—¿Jasmine, mi amor? —Dijo Chad. La puerta se cerró y ella lo sintió 
cruzar hacia ella—. ¿Jasmine? 
Ella murmuró suavemente, como si durmiera. 
—Hmm —Dijo Chad. Después de una breve pausa, oyó que la puerta del 
dormitorio se abría y se cerraba. 
Jasmine esperó, inmóvil mientras pasaban varios segundos. La puerta se 
abrió y se cerró una segunda vez y supo esta vez que Chad realmente se había 
ido. La había probado antes así, comprobando si realmente dormía. Esperó 
hasta que oyó las voces sordas marcharse, antes de abrir sus ojos. 
Sentándose en la cama, miró alrededor del dormitorio oscuro. El momento 
había llegado. Tenía que salir de su matrimonio. 
—Adiós, Chadwick —Susurró. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
35 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 03 
 
Reid estiró sus manos sobre su cabeza y bostezó. Su habitación personal a 
bordo de The Conqueror era agradable. De diseño rectangular y construida en su 
mayor parte de metal, tenía una cama cómoda y un montón de espacio para 
moverse y relajarse dentro. Había una cómoda incorporada en una pared. Un 
pequeño des contaminador, que utilizaba láseres para limpiar los pies, fue 
construido contiguo a la habitación. A Reid le gustaban más el baño de agua 
pero el descontaminada era rápido y eficiente, hacía un trabajo más que 
suficiente. 
Habían salido la noche anterior y estaba más que feliz de alejarse del 
planeta Nozando. Por alguna razón, Jasmine St. Claire había estado en sus 
sueños. En realidad no hacía nada especial, al menos nada de lo que habría 
hecho con ella si hubieran estado realmente en su casa de Qurilixen. De hecho, 
ella había estado sentada en un sofá, hablando con él. Lo que era más extraño 
era que él había estado hablando de nuevo, sin tratar de seducirla para llevarla 
a su cama, o su sofá, o al suelo, o a su balcón, o a su… 
Reid gimió ante la idea. Nunca había invitado a una mujer a su casa, a 
menos que fuera la esposa de los agricultores, que venían a limpiar para él. No 
podía recordar la conversación en su sueño, pero se acordaba que había estado 
interesado por lo que Jasmine tenía que decir. 
Reid frunció el ceño y pensó en sus labios exuberantes. Preferiría más 
tener un sueño erótico sobre ellos, no un sueño de una conversación. Las 
Galaxy Playmates probablemente drenaron sus apetitos sexuales más de lo que 
pensaba. Sintiendo un tirón familiar entre sus muslos, echó un vistazo abajo, 
sobre su cuerpo desnudo. Su eje estaba lleno y muy dolorosamente erecto. 
No. No era eso. 
 
36 
 
—Ordenador —Masculló Reid con voz somnolienta. No tenía ganas de 
hacerse cargo de su propio problema. Una chica cibernética sería agradable esta 
mañana, sobre todo si pudiera conseguir una que se pareciera a Jasmine—. 
¿Está libre la VR? 
—No, señor —Respondió monótonamente el ordenador—. La sala de la 
realidad virtual está siendo utilizada actualmente por los miembros de la 
tripulación, Dev y Jackson en una simulación de batalla. 
—¿Ya? —Reid hizo una mueca—. ¿Qué hora es? 
—Las once, señor —Respondió el ordenador, la voz sin emoción. 
—Hmm —Reid sabía que los viajes espaciales, calcular el tiempo era 
prácticamente inútil. Fuera casi siempre estaba oscuro, a menos que volaran 
demasiado cerca de un sol. Simplemente llevaba la cuenta de las horas para 
poder tener un sentido de la normalidad. Jarek y los otros estaban 
acostumbrados a ello. Reid todavía estaba adaptándose, ya que era el menos 
experimentado de los tripulantes. 
—¿Quiere que le informe cuando hayan terminado? 
—No, gracias, ordenador —Reid se rascó el estómago—. Ordenador, dame 
un pantalla de visión personal por encima de la cama. 
Una pantalla casi transparente apareció ante él. Era completamente azul, 
dando un brillo suave sobre el cuarto metálico. 
—Ordenador, reproduce el canal preajustado —Ordenó. Sonrió un poco 
cuando la pornografía de la Tierra de Viktor apareció ante él. El príncipe Var 
realmente podía apreciar la meticulosidad de la documentación de la primitiva 
Tierra. Era una gran idea para entrenar a hombres y mujeres a como disfrutar 
del sexo con tutoriales visuales. Cada vez que veía los espectáculos, la música 
de fondo extraña de daba ganas de reírse. Sin embargo, no evitaba mirar y 
disfrutar. Los humanos eran muy inventivos y algunas de sus posiciones le 
daban incluso nuevas ideas. 
Los gemidos de la mujer de la pantalla eran suaves, jadeaba cuando su 
compañero bombeaba en ella por detrás. Reid dirigió su mano abajo a su 
estómago, con intención de comenzar su ritual matutino dándose placer. 
Realmente no había mejor manera de comenzar el día. 
 
37 
 
El recuerdo de la cara de Jasmine flotaba a través de su mente. No siendo 
alguien que desperdiciara algo tan bueno, sobre todo cuando le sirvió para 
excitarse más, cerró los ojos y se concentró en recordar sus labios y ojos sólidos. 
Los gemidos femeninos llenaron su cabeza cuando supuso que era su boca en 
su eje cuando él mismo lo apretaba en su puño, el sonido de su voz jadeante: 
—Oh, oh, sí, dámelo. ¡Dame todo eso, semental! 
La fantasía era tan agradable, mucho mejor que nada que hubiera tenido 
en mucho tiempo, comenzó a retroceder. Sus rodillas se levantaron, sus talones 
se presionaron al colchón cuando realmente se metió en ella. Un gemido bajo 
sonó y se sorprendió al darse cuenta que había sido su propia voz quien lo 
produjo, no la pantalla de visión. Él apretó más fuerte, imaginando a Jasmine 
abajo sobre él chupándole, mordisqueándole, lamiéndole. Su estómago se tensó, 
el placer subiendo hasta que fue casi doloroso. Entonces, con un grito ahogado 
de puro asombro, explotó, pesadamente derramando su semilla por todas 
partes de su estómago. 
Reid se quedó inmóvil durante varios minutos después, su cuerpo 
entumecido por la liberación tan intensa. En la pantalla la mujer seguía 
adelante, gimiendo por más. El hecho de que su voz no se pareciera nada a la 
de Jasmine le enojó y llamó al ordenador para que cesara la pornografía. 
—¡Gatos sagrados! —Susurró, un poco atemorizado por lo bueno que 
había sido su clímax. Sólo fantasear sobre Jasmine había sido mucho mejor que 
gran parte del sexo que había tenido en su pasado. Se preguntó que había en 
ella, además de su evidente belleza. Tal vez fue el hecho de que le había 
deseado, pero se había echadoatrás. Eso tenía que ser. Fue porque no había 
tenido tiempo para seducirla antes de abandonar Nozando lo que le hizo 
desearla tanto. 
Reid suspiró. Había pasado mucho tiempo desde que una mujer le había 
hecho jugar duro para llegar a ella. El cazador natural de él echaba de menos la 
persecución, la emoción de ganar la presa, el glorioso sentimiento de la 
conquista. Por lo general con solo unas pocas frases encantadoras y un par de 
sonrisas las mujeres estaban mojadas y listas para él. 
Jasmine St. Claire era sólo una deliciosa picazón que no había sido capaz 
de rascarse. Si alguna vez se topase de nuevo con ella, y ese era un gran sí, se 
aseguraría para hacer todo lo que pudiera para conseguir sacarla de su sistema. 
 
38 
 
Si alguna vez la viera, le encantaría tenerla fuera de su encantador vestido, 
dentro de su cama, y justo después fuera de su puerta. Entonces él acabaría de 
apuntarse otro grato recuerdo. 
No, Reid se aseguró a sí mismo de nuevo, no esperaba volver a verla 
nunca más. 
********** 
El cuerpo entero de Jasmine le dolía. No ayudaba mucho que su muñeca 
estuviera dolorida por el agarrón de Chad para empezar, o que ahora estuviera 
metida en una bodega de carga con una maleta de equipaje, incapaz de moverse 
o estirarse. Un borde metálico del contendedor en el que estaba se clavaba en su 
columna. Había estado acurrucada en la bodega de carga durante toda la noche 
y todavía estaba demasiado asustada para arrastrarse fuera de ella. La nave 
podría tener detectores de movimiento y no quería correr el riesgo de hacerlos 
saltar, al menos todavía no. 
Quería asegurarse que estuviera lejos de su marido antes de hacer que su 
presencia fuera conocida. Se había metido sigilosamente dentro de la nave de 
los Var mientras un par de tripulantes se preocupaban excesivamente del precio 
del combustible. Había dejado la pasarela de carga bajada y había sido mucho 
más fácil de lo que pensó pasar entre ellos. 
Jasmine no tenía ni idea de donde iba el embajador Var, o lo que le pasaría 
a ella cuando llegaran allí. No importaba. Estaba en camino de estar totalmente 
libre. Y, pasara lo que pasara, nunca iba a ser retenida por un hombre otra vez. 
********** 
—¿Dónde está la mujer? —Preguntó Rick, cuando Reid entró en el 
comedor. 
Reid se detuvo en la puerta de entrada con el ceño fruncido, mirando 
alrededor. Rick estaba sentado delante de una pila de huevos revueltos 
humeantes, completados con tiras gruesas de carne y una masa esponjosa que 
no reconoció. Junto a Rick, Lucien y Viktor estaban discutiendo sobre un 
comunicador. La pieza del equipo se rompió y obviamente a Reid le dio la 
rápida impresión que Viktor lo había desmontado y Lucien no estaba muy 
contento con él 
 
39 
 
La habitación era pequeña, con una mesa larga de metal y un simulador 
de alimentos. Yendo a la pared, Reid ordenó: 
—Sloken. 
La unidad emitió una señal sonora y Reid sacó un líquido verde oscuro, 
perfecto para empezar la mañana. Evan había tratado de convencerle para que 
bebiera algo que llamaba café en su lugar, pero el material marrón que le había 
conseguido olía horriblemente amargo. Reid pensó que era una broma hasta 
que Evan se encogió de hombros y bebió el café el mismo. 
—Sí, no creímos que estuvieras fuera de tus habitaciones durante 
aproximadamente una semana —Viktor añadió con una sonrisa de 
complicidad. El único problema era que Reid no tenía ni idea de lo que el 
hombre pensaba que sabía. El hombre levantó la vista de su proyecto, sólo para 
alcanzar y palmear la mano de Lucien cuando lo alcanzó. 
—¿Ella todavía sigue en tu cuarto? —Preguntó Rick—. Tengo que admitir, 
que realmente estaba celoso. 
—¿Qué estáis diciendo? —Se quejó Reid, mirando a los hombres. Frunció 
el ceño. ¿Se estaban refiriendo a su sesión de placer de esta mañana? Eso era lo 
único que había sucedido en su habitación. 
—Bueno, la mujer —Dijo Lucien—. Se quedó contigo, ¿verdad? 
—¿Quién? ¿Qué mujer? —Preguntó Reid, bebiendo lentamente el sloken—
. ¿De qué estás hablando? 
—Um. Srta. Dra. St… —Intentó Rick. 
—Sra. Dra. St. Claire —Corrigió Viktor. 
—¡Eso es! —Exclamó Rick, apuntando con el tenedor a Viktor antes de 
clavarlo en otra tira de carne—. Eres un hombre afortunado, príncipe. Ella es un 
pedazo de culo fino. 
—No llames a las mujeres pedazos de culo —Dijo Lucien—. Tu eres un 
culo, chico mosca. 
—¿Jasmine? —Preguntó Reid. 
—Eso es. Algo que puedes pronunciar, cadete espacial —Le dijo Viktor a 
Rick. Este hizo una mueca, pero siguió comiendo. 
 
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—Jasmine no estuvo en mi habitación la noche pasada —Dijo Reid. Su 
estómago se tensó. ¿Por qué pensaban que estaba con él? Su mano agarró la 
taza de sloken. Trató de mantener la calma. 
—Bueno, solo pensábamos… Ella llegó a bordo ayer antes de irnos —Dijo 
Lucien, mirando a Rick para una confirmación. 
Rick asintió con la cabeza. 
—Sí. Seguro que lo hizo. 
—¿Hablaste con ella? —Exigió Reid, preguntándose por qué de repente se 
sentía excitado o por qué su corazón saltó en su pecho ante el mero 
pensamiento de que ella estaba en la nave. 
—Bueno, no, no realmente —Dijo Rick—. Fingimos no darnos cuenta. La 
pobre mujer parecía avergonzada y, dejamos una especie de tablón en la zona 
de carga bajado para que pudiera colarse a bordo. Simplemente asumimos que 
iba a tu cuarto para… bueno, ya sabes. 
—¿Piensas…? —Comenzó Lucien. 
—¿…que encontró a Jarek en cambio? —Terminó Viktor. Lucien se movió 
para agarrar un rollo metálico. Viktor le palmeó la mano para que la retirara. 
—¡Ay! —Se quejó Lucien. 
El corazón de Reid dejó de latir. Su mano apretó la taza, aplastándola. El 
líquido caliente se derramó sobre su mano. Se levantó de un salto para coger 
una toalla. 
—¡Gatos sagrados! 
Los tres hombres le miraron, riéndose. 
—Tranquilo —Dijo Rick, sin dejar de meter grandes bocados de huevo en 
su boca. 
—Creo que alguien está celoso —Añadió Viktor, su voz suave y burlona. 
—¿Dónde está Jarek? —Exigió Reid. 
—No puedes culpar a la pobre mujer —Dijo Rick—. Los dos os parecéis 
realmente. 
 
41 
 
—¿Dónde está Jarek? —Repitió, su tono oscureciéndose con un gruñido. 
Sintió que la bestia dentro de él se levantaba con sus palabras irritadas. Si no 
tenía cuidado, comenzaría a cambiar por su irritación. 
—Sí, probablemente pensó que no la querías y por tanto fue detrás de tu 
hermano —Dijo Lucien. 
—¿Dónde está? —Preguntó Reid, su voz rebelándose. Respiraba con 
fuerza y sentía la cólera dentro de él. Era irracional, pero no podía evitarlo. No 
conocía a Jasmine, no tenía ningún derecho sobre ella, además de una noche de 
sueños y una fantasía esta mañana, pero eso no le impidió temblar. 
Rick hizo un gesto hacia la puerta con el tenedor. 
—En la cabina del piloto. 
Reid salió de la sala comedor. 
Los tres hombres se miraron unos a otros durante un breve segundo antes 
de saltar. Corriendo detrás de Reid, ansiosos por ver el espectáculo. 
*********** 
—Jarek —Declaró Reid, entrando en la cabina del piloto. Su hermano 
estaba sentado en el asiento del piloto, tecleando las coordenadas en los 
controles. Reid había conseguido ponerse bajo control durante el breve 
recorrido, muy consciente de que Rick, Lucien y Viktor podían bromear sobre 
que Jasmine se hubiera colado dentro de la nave—. ¿Está Jasmine St. Claire en 
esta nave? 
—¿St. Claire? ¿Te refieres a la mujer que quería que la llevaras? No, que yo 
sepa —Contestó Jarek. Se levantó, encendió un interruptor, y volvió a 
sentarse—. No, a menos que tu cambiaras de opinión y decidieras meterla de 
contrabando a bordo. Por favor, dime que no la pasaste de contrabando dentro. 
Reid, no tenemos tiempo para esto… 
—No, no lo hice —Dijo rotundamente Reid. Se giró a Rick—. ¿Dices que la 
viste subir a bordo? 
—Uh, sí —Fue el turno de Rick estaba algo confundido. Se giró a Lucien—
. ¿No es así? Quiero decir, estábamos consiguiendo el combustible, pero ella se 
dirigía directa

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