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Las óbras clásicas sobre técnica psicoanalítica escritas por Freud, Glover, Sharpe y Fenichel, aunque excelentes, son sólo esbozos que no describen con suficiente detalle lo que el psicoanalista hace realmente cuando analiza a un paciente. El resultado es una gran diversidad de puntos de vista así como vacilación, timidez e indecisión del psicoanalista cuando se trata de revelar sus procedimientos en la práctica del psicoanálisis. Asimismo, debido a la escasa producción de comunicación pública sobre detalles de procedimiento, abundan las conversaciones privadas entre analistas dentro de pequeños grupos cerrados y consecuentemente existen muchas facciones aisladas, hecho que redunda en un aislamiento esotérico y retrasa el progreso científico. Por tal motivo, si bien este libro no eliminará las diferencias de opinión y las controversias en cuestiones técnicas, podrá ser útil como punto común de referencia al exponer sistemática y detalladamente cómo trabaja un psicoanalista cuando analiza los fenómenos psíquicos de un paciente. Técnica y práctica del psicoanálisis contribuye a estimular el debate a fondo, franco y continuo, acerca de la técnica psicoanalítica, con lo cual podrían aclararse y someterse a prueba variaciones, innovaciones y modificaciones, y determinarse su valor científico para el psicoanálisis. 1,11.F.C10 LIS .1:(1: ■■ ;2 1" A.GA .=,r. • . wi siglo veintiuno editores 968 23- 915-3 11 11 1 9 789682 319150 técnica y práctica del psicoanálisis ralpla r. greealson 150.195 GS15 traducción de TÉCNICA Y PRÁCTICA FÉLIX BLANCO DEL PSICOANÁLISIS revisión técnica de ANDRÉS MARTÍNEZ CORZOS por RALPH R. GREENSON )3KI siglo veintiuno editores >X1 siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MEX1CO, D.F. siglo xxi editores argentina, s.a. LAVALLE 1834 PISO 11-A C-1048AAN, BUENOS AIRES, ARGENTINA DEDICADO A MIS MAESTROS, DISCÍPULOS Y PACIENTES portada de carlos palleiro primera edición en español, 1976 decimocuarta edición en español, 2004 siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 968-23-19/5.3 primera edición en inglés,1976 1976 by international universities press, inc titulo original: technrque and pracfice ofpsichoanalysis derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico- 1 ÍNDICE NOTA DE LOS TRADUCTORES 13 RECONOCIMIENTOS 15 I NTRODUCCIÓN 17 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS 23 1.1 La evolución histórica de la terapia psicoanalítica 23 1.1.1 Cambios en los procedimientos técnicos 24 1.1.2 Cambios en la teoría del proceso terapéutico 26 1.2 Conceptos teóricos esenciales para la técnica 30 1.2.1 La relación entre teoría y práctica 30 1.2.2 La teoría psicoanalítica de las neurosis 32 1.2.3 La metapsicología del psicoanálisis 35 1.2.4 La teoría de la técnica psicoanalítica 40 1.3 Los componentes de la técnica psicoanalítica clásica 46 1.3.1 La producción de material 46 1.3.1.1 La asociación libre, 46; 1.3.1.2 Las reacciones tras- ferenciales, 47; 1.3.1.3 Las resistencias, 50 1.3.2 El análisis del material del paciente 51 1.3.3 La alianza de trabajo 58 1.3.4 Los procedimientos y procesos terapéuticos no analíticos 61 1.4 Indicaciones y contraindicaciones de la terapia psicoa- nalítica: visión preliminar 64 Lista adicional de lecturas 69 2. LA RESISTENCIA 71 2.1 Definición elemental 71 2.2 La aparición clínica de la resistencia 72 2.2.1 El paciente calla 73 2.2.2 El paciente "no siente deseos de hablar" 74 2.2.3 Afectos que indican resistencia 74 2.2.4 La postura del paciente 75 [71 INDICE 9 2.7.2 El paciente determina el tema de la sesión 152 2.7.3 Excepciones a las reglas 154 2.7.3.1 Resistencias menores, 154; 2.7.3.2 Pérdida de las funciones del Yo, 154 Lista adicional de lecturas 157 3. LA TRASFERENCIA 158 8 ÍNDICE 2.2.5 Fijación en el tiempo 75 2.2.6 Los acontecimientos externos o de escasa im- portancia 75 2.2.7 Evitación de temas 76 2.2.8 Rigideces 77 2.2.9 El lenguaje de la evitación 77 2.2.9.1 El retraso, la inasistencia y el olvido del pago, 79; 2.2.9.2 La ausencia de sueños, 79; 2.2.9.3 El paciente se aburre, 79; 2.2.9.4 El paciente tiene un secreto, BO; 2.2.9.5 La actuación [aaing out], 80; 2.2.9.6 La alegría frecuente en la consulta, 81; 2.2.9.7 El paciente no cambia, 81; 2.2.9.8 Resistencias silentes, 81 158 162 162 163 165 166 167 169 177 177 3.1 Definición provisional 3.2 Cuadro clínico: características generales 3.2.1 La impropiedad 3.2.2 La intensidad 3.2.3 La ambivalencia 3.2.4 Los caprichos 3.2.5 La tenacidad 3.3 Estudio histórico 3.4 Consideraciones teóricas 3.4.1 El origen y la índole de las reacciones de tras- ferencia 3.4.1.1 La trasferencia y las relaciones de objeto, 178; 3.4.1.2 La trasferencia y las funciones del Yo, 180; 3.4.1.3 Trasferencia y repetición, 182; 3.4.1.4 Trasferencia y re- gresión, 185; 3.4.1.5 Trasferencia y resistencia, 187 3.4.2 La neurosis de trasferencia 3.5 La alianza de trabajo 3.5.1 Definición provisional 3.5.2 La literatura 3.5.3 Desarrollo de la alianza de trabajo 3.5.3.1 Aberraciones en la alianza de trabajo, 199; 3.5.3.2 La alianza de trabajo en el paciente analítico clásico, 206 3.5.4 Los orígenes de la alianza de trabajo 210 3.5.4.1 Las contribuciones del paciente, 210; 3.5.4.2 La con- tribución de la situación analítica, 211; 3.5.4.3 Las contri- buciones del analista, 212 3.6 La verdadera relación entre paciente y analista 132 3.7 Clasificación clínica de las reacciones de trasferencia 3.7.1 La trasferencia positiva y la negativa 3.7.1.1 La trasferencia positiva, 227; 3.7.1.2 La trasferen- 141 cia negativa, 234 144 3.7.2 Las reacciones de trasferencia y las relaciones de objeto 3.7.3 Las reacciones de trasferencia y las fases libi- 145 dinales 82 88 88 93 96 96 99 101 103 105 107 107 111 114 117 121 189 195 196 198 199 219 226 227 239 241 2.3 Examen histórico 2.4 La teoría de la resistencia 2.4.1 Resistencia y defensa 2.4.2 Resistencia y regresión 2.5 Clasificación de las resistencias 2.5.1 Según el origen de la resistencia 2.5.2 Según los puntos de fijación 2.5.3 Según los tipos de defensa 2.5.4 Según la categoría diagnóstica 2.5.5 Una clasificación práctica 2.6 Técnica para el análisis de las resistencias 2.6.1 Consideraciones preliminares 2.6.1.1 Dinámica de la situación de tratamiento, 109; 2.6.1.2 Cómo escucha el analista, 110 2.6.2 El reconocimiento de la resistencia 2.6.3 La confrontación, manifestación de resistencia 2.6.4 La aclaración de la resistencia 2.6.5 La interpretación de la resistencia 2.6.5.1 Interpretación del motivo de la resistencia, 121; 2.6.5.2 Interpretación del modo de resistencia, 127; 2.6.5.3 Recapitulación, 130 2.6.6 Problemas especiales en el análisis de resis- tencias 2.6.6.1 Las resistencias de las primeras sesiones, 132; 2.6.6.2 Resistencia a la resistencia, 135; 2.6.6.3 El secreto, 137 2.6.7 Desviaciones en la técnica 2.7 Reglas de la técnica relativa a la resistencia 2.7.1 Analizar la resistencia antes que el contenido, el Yo antes que el Ello, y empezar por la su- perficie 10 ÍNDICE ÍNDICE 1 1 3.7.4 Las reacciones de trasferencia en función de la estructura 242 3.7.5 La identificación como reacción de trasferencia 245 3.8 Las resistencias de trasferencia 248 3.8.1 La búsqueda de gratificación trasferencial 249 3.8.2 Reacciones de trasferencia defensivas 252 3.8.3 Reacciones de trasferencia generalizadas 256 3.8.4 La actuación de las reacciones de trasferencia 258 3.8.4.1 La actuación dentro del encuadre analítico, 262 3.8,4.2 La actuación fuera del análisis, 265 3.9 Técnica del análisis de la trasferencia 267 3.9.1 Consideraciones generales 267 3.9.2 La salvaguardia de la trasferencia 270 3.9.2.1 El psicoanalista como espejo, 270; 3.9.2.2 La regla de la abstinencia, 274 3.9.3 ¿Cuándo analizamos la trasferencia? 3.9.3.1 Cuando es una resistencia, 279; 3.9.3.2 Cuando se alcanza un nivel óptimo de intensidad, 282; 3.9.3.3 Algu- nas modificaciones y elaboraciones, 285; 2.9.3.4 Cuando nuestra intervención añadirá nuevo insight,287 3.9.4 Pasos técnicos para el análisis de la trasferencia 292 BIBLIOGRAFÍA 400 3.9.4.1 Presentación de la trasferencia, 293; 3.9.4.2 Es- darecimiento de la trasferencia, 297; 3.9.4.3 Interpretación de la trasferencia, 304; 3.9.4.4 Traslaboración de las in- terpretaciones de la trasferencia, 310; 3.9.4.5 Adiciones, 318 3.10 Problemas especiales en el análisis de las reacciones de trasferencia 320 3.10.1 Crisis emocionales graves y reactuaciones pe- ligrosas 321 3.10.2 La hora del lunes 324 3.10.2.1 El fin de semana es una fiesta, 324; 3.10.2.2 El fin de semana es una defección, 326; 3.10.2.3 El fin de semana y las funciones yoicas, 327; 3.10.2.4 Otras ope- raciones clínicas, 328; 3.10.2.5 Los problemas técnicos, 329 3.10.3 Reacciones de trasferencia intratables 330 3.10.3.1 Errores al apreciar la capacidad de trasferencia, 331; 3.10.3.2 Errores de técnica, 338 3.10.4 La cuestión del cambio de analista 345 3.10.5 Los candidatos en entrenamiento 348 Lista adicional de lecturas 349 4. LA SITUACIÓN PSICOANALÍTICA 350 4.1 Lo que el psicoanálisis requiere del paciente 350 4.1.1 Motivación 350 4.1.2 Aptitudes 352 4.1.3 Rasgos de personalidad y carácter 355 4.2 Lo que el psicoanálisis requiere del psicoanalista 355 4.2.1 Las destrezas que debe tener el psicoanalista 357 4.2.1.1 Entender lo inconsciente, 357; 4.2.1.2 Comunica- ción con el paciente, 363; 4.2.1.3 Facilitación de la forma- ción de la neurosis de trasferencia y la alianza de trabajo, 367 4.2.2 Rasgos de personalidad y carácter del psicoa- nalista 370 4.2.2.1 Rasgos relacionados con el entendimiento de lo in- consciente, 371; 4.2.2.2 Rasgos relacionados con la comu- nicación con el paciente, 374; 4.2.2.3 Rasgos relacionados con el fomento de la neurosis de trasferencia y la alianza de trabajo, 378 4.2.3 Motivaciones que requiere del analista la situa- 279 ción analítica 385 4.3 Lo que requiere el psicoanálisis del encuadre analítico 388 Lista adicional de lecturas 399 NOTA DE LOS TRADUCTORES Por tener esta obra las características de un manual hemos optado por incluir las citas de la obra de Freud de la edición más difundida hasta la fecha, con sólo escasas diferencias de paginación en reimpresiones anteriores: las Obras completas de Sigmund Freud traducidas por Luis López Ballesteros y Ramón Rey Ardid (Biblioteca Nueva 1967-68, Madrid). Sin restar nada al esfuerzo que representó para su época el paso del tiempo ha puesto de manifiesto las deficiencias de la traducción citada. Para remediarlas los editores de la obra citada han tomado soluciones de compromiso corrigiendo errores, agregando las partes faltantes y fi- nalmente incorporando muchas de las notas de la Standard Edition. Esto ha dado recientemente otra versión en tres tomos con los trabajos ya ordenados cronológicamente y otra edición en diez tomos por los mis- mos editores. Esta hibridación tampoco resulta totalmente satisfacto- ria. En espera de la traducción definitiva (al parecer en preparación) hemos optado por lo mencionado al principio. En las citas de la obra de Freud la paginación citada primero remite a la Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud. Los números en cursi- vas remiten a la versión en castellano citada. F.B. A.M.C. 13] RECONOCIMIENTOS Es imposible dar las gracias individualmente a todos aquellos que con- tribuyeron a hacer esta obra Considero mis maestros oficiales a todos los autores anotados en la bibliografía, y sólo deseo expresar aquí mi gratitud de un modo más ,personal. Mi padre, Joel O. Greenschpoon, doctor en medicina y médico ge- neral, fue quien me trasmitió su preocupación por y dedicación a sus pacientes y a la profesión de la medicina. Otto Fenichel, mi analista didáctico, me inspiró con su inquebrantable consagración a la enseñanza del psicoanálisis y su incorruptible honestidad. Hay un grupo pnvado que debe quedar en el anonimato por razo- nes de discreción pero al cual debo tal vez la obligación máxima. Me refiero a mis pacientes, que me enseñaron mucho de técnica mientras me dedicaba a tratarlos. Aprendí no poco también de tantos candida- tos en preparación en el Instituto de Psicoanálisis de Los Ángeles, a quienes enseñé en seminarios sobre técnica psicoanalítica durante más de veinte años. Los residentes de psiquiatría del Centro Médico UCLA, de Los Ángeles, California, también contribuyeron con su estímulo a mi enseñanza y aprendizaje del psicoanálisis. Hay algunos a quienes deseo dar las gracias individualmente, como los doctores Harma Fenichel, Milton Wexler, Lawrence Friedman, Ru- dolf Ekstein y Alfred Golberg, con quienes tuve muchas discusiones fructuosas a lo largo de los años sobre cuestiones técnicas. Aproveché particularmente el intercambio de ideas con bastantes colegas míos de Los Angeles que participaron en un seminario de posgraduados sobre problemas técnicos especiales, que duró año y medio, desde el otoño de 1959 hasta el verano de 1960. Fueron éstos los doctores Richard Evans, Gerald Aronson, Arthur Ourieff, William Horowitz, Jack Vatz, Sa- muel Futterman, Marvin Berenson, Neal Peterson, Norman Atkins y Seymour Bird. Debo asimismo reconocimiento al doctor Richard New- man, que leyó todo el manuscrito original. Nathan Leites me ayudó también mucho en la formulación de al- gunas definiciones, así como señalándome la importancia de muchos ejemplos clínicos. Debo un voto especial de agradecimiento a Bernard Brodie por su meticulosa labor de corrección de mis descuidos grama- ticales y su purificación de mi estilo literario. Bess Kaufman contribuyó [15] 16 RECONOCIMIENTOS también a la realización de esta tarea. Mi secretaria, de veinte años, Susan Alexander, dedicó muy largas horas a este libro aparte de las obligaciones de su cargo, a partir de la primera redacción, que se hizo en 1953. Lottie M. Newman me animó a continuar la obra en ocasión en que diversos señuelos amenazaban con apartarme de ella, y tam- bién me sirvió de experta guía y estimable redactora en las muchas fa- ses que tuvo el libro. Finalmente, y de modo principal, quiero dar las gracias a mi esposa, Hildi, a mi hija Joan y a mi hijo, el doctor Daniel Greenson, por atender a la lectura, leer y corregir las interminables variaciones y cambios de las diferentes versiones que tuvo el manuscrito. INTRODUCCIÓN Es mi opinión que a pesar de las muchas dificultades que ello entraña, ha llegado la hora de hacer un texto sobre técnica psicoanalítica. Ten- go la impresión de que es muy peligroso permitir que se trasmitan de palabra ambigüedades, divergencias y desviaciones de analista a anali- zando, de analista supervisor a candidato y de colega a colega en dis- cusiones privadas sin ser debidamente anotadas y reconocidas por lo que son en realidad. Las obras clásicas sobre técnica escritas por Freud, Glover (1955), Sharpe (1930) y Fenichel (1941), aunque excelentes, son sólo esbozos. No describen con suficiente detalle lo que el psicoanalista hace real- mente cuando analiza a un paciente. La consecuencia es, por ejemplo, que analizar una resistencia pueda significar una cosa para un analista y algo extrañamente diferente para otro, si bien cada quien estará cre- yendo que analiza una resistencia de acuerdo con los principios psico- analíticos clásicos. La mesa redonda sobre "Variaciones en la técnica psicoanalítica clá- sica" celebrada en el 20 Congreso de la Asociación Psicoanalítica In- ternacional en París, en 1957, ilustró la diversidad de puntos de vista (véase Greenson et al., 1958). El cuestionario de Glover acerca de las prácticas técnicas comunes, que distribuyó a los miembros de la Socie- dad Psicoanalítica Inglesa en 1938, revelaba una cantidad inesperada de puntos de desacuerdo entre los miembros, así como mucha vacila- ción, timidez e indecisión para revelar sus procedimientos (Glover, 1955, p. 348). La excelente reseña de Helen Tartakoff (1956) sobre libros re- cientes dedicados a la técnica psicoanalítica ponía de relieve el descu- brimiento de que la palabra "psicoanálisis" en el títulode cada una de esas obras nuevas se aplicaba con vaguedad a métodos terapéuticos muy diferentes, basados en los postulados teóricos especiales y perso- nales del autor. Confirma esta confusión e incertidumbre el sorprendente hecho de que la Comisión de Evaluación de la Terapia Psicoanalítica, de la Ame- rican Psychoanalytic Association, quedara disuelta en 1953, tras de seis años y medio de infructuosos debates cuyo objetivo era dar con una definición aceptable de la terapia psicoanalítica (Rangell, 1954). Pue- den verse Fromm-Reichmann (1954) y Eissler (1956) como ejemplos [17] 18 I NTRODUCCIÓN de opiniones muy distintas acerca del significado del psicoanálisis y la psiquiatría dinámica. Un texto sobre técnica psicoanalítica no elimi- naría las diferencias de opinión o controversias en cuestiones técnicas pero podría ser útil como punto común de referencia exponiendo deta- llada y sistemáticamente cómo trabaja un psicoanalista cuando preten- de estar analizando ciertos fenómenos psíquicos de un paciente. Debe señalarse que si bien se produce poca comunicación pública sobre detalles de procedimiento, sí hay muchas conversaciones. priva- das entre analistas dentro de pequeños grupos cerrados. La consecuen- cia es que existen muchas facciones aisladas, hecho que redunda en un aislamiento esotérico y retrasa el progreso científico (Glover, 1955, p. 261). Los que desean proponer innovaciones o modificaciones de procedi- miento no suelen hablar con quienes sostienen un punto de vista más tradicional. Tienden a formar camarillas y a trabajar clandestinamen- te, o por lo menos apartados de la corriente principal del pensamiento analítico. Por consiguiente, es probable que los innovadores pierdan el contacto con aquellos grupos del psicoanálisis que podrían ayudarles a validar, aclarar o enmendar sus ideas nuevas. Los innovadores soli- tarios tienen tendencia a convertirse en "analistas silvestres", mien- tras que los conservadores, por su propia insularidad, propenden a la ortodoxia rígida. En lugar de influir unos en otros de modo constructi- vo, van cada quien por su camino como enemigos, ciegos a cualquier beneficio que pudiera haberles valido el debate franco y continuo. La razón más importante que existe para mantener una tribuna li- bre sobre técnica psicoanalítica es la necesidad de poner al estudioso serio en contacto con otras técnicas, aparte de las propias de su analis- ta personal y de sus analistas supervisores. Una enorme desventaja de aprender la técnica en unas cuantas fuentes nada más, es el aumento de la probabilidad de que el candidato en preparación conserve ciertos sentimientos y actitudes trasferenciales neuróticos para con sus maes- tros que les dificultarán descubrir la técnica más apropiada a su perso- nalidad y su orientación teórica. No es raro hallar psicoanalistas jóve- nes que llevan el sello inconfundible de su analista personal a tal grado que se asemeja a la servil imitación observada en los adolescentes. Por otra parte, el graduado reciente que se enfrenta a su analista didáctico también puede enmarañarse en una neurosis de trasferencia insoluta. Glover (1955, p. 262) denominaba tales reacciones "trasferencias de entrenamiento" y subrayaba sus efectos perturbadores en el psicoana- lista inexperto. Es un hecho impresionante que los fundamentos de la técnica psi- INTRODUCCIÓN 19 coanalítica expuestos por Freud en cinco breves trabajos hará unos cin- cuenta años sirvan todavía de base para la práctica del psicoanálisis (Freud, 1912a, 1912b, 1913b, 1914c, 1915a). Ningún cambio o pro- greso reconocidos se ha impuesto en la técnica psicoanalítica corriente. Esto es en parte un tributo al genio de Freud, que reconoció muy pronto y con mucha claridad lo que era esencial en la terapia psicoana- lítica. Pero hay otras razones para esa falta de progreso. Parece ser un factor decisivo la complicada relación emocional entre el que estudia el psicoanálisis y sus maestros, relación que es consecuencia inevitable de los métodos empleados en la enseñanza del psicoanálisis (Kairys, 1964; Greenacre, 1966a). El análisis didáctico que se lleva a cabo como parte del programa de formación profesional deja un residuo considerable de reacciones tras- ferenciales que restringen y tuercen el desarrollo del estudiante en el campo del psicoanálisis. Cuando un analista intenta realizar una tera- pia psicoanalítica con fines didácticos, complica su relación con el pa- ciente asumiendo inconscientemente la responsabilidad de los progre- sos profesionales del estudiante. Inevitablemente pierde así parte de su incógnito acostumbrado, escinde las motivaciones del paciente y aumen- ta la tendencia del candidato a la dependencia, las identificaciones, la sumisión y el comportamiento seudonormal. Además, el mismo ana- lista se vuelve parcial, por lo general sin saberlo ni quererlo, en una situación de triángulo compuesta por el estudiante, el instituto psico- analítico y el analista didáctico. Una de las consecuencias secundarias de los problemas trasferencia- les y contratrasferenciales no resueltos es la renuencia que tienen los psicoanalistas a revelar francamente a sus colegas cómo operan en la realidad. Este estado de cosas pudo haber influido en el mismo Freud, quien, según iones (1955, pp. 230-1) con frecuencia hablaba de su in- tención de redactar una exposición sistemática de técnica psicoanalíti- ca, pero nunca lo hizo. Strachey (1958) da a entender que la ausencia de todo examen a fondo de la contratrasferencia en las obras de Freud podría confirmar esta suposición. La renuencia de los psicoanalistas a exponer sus métodos de prácti- ca procede en parte de otra fuente, también relacionada con esto. La labor del psicoanalista depende de muchos procesos íntimos y persona- les que se producen en su interior (Greenson, 1966). La consecuencia es un sentimiento de vulnerabilidad y falta de protección al revelar có- mo analiza uno. Como buena parte del material del paciente es alta- mente instintualizado y evocativo, y como el entendimiento analítico de un paciente depende de una intimidad empática especial con su in- INTRODUCCIÓN 2120 INTRODUCCIÓN terior, pueden producirse reacciones de vergüenza, hostilidad o temor cuando se necesita descubrir esta situación. En consecuencia, no es ra- ro hallar entre los psicoanalistas alguna variedad de miedo al público, exhibicionismo o combinaciones de ambos. Del hecho de que tantos analistas se abstengan de examinar públicamente lo que hacen en su consulta se deduce el que el psicoanalista sea particularmente propen- so a caer en una de estas dos posiciones extremas: ortodoxia o secta- rismo. La profesión del psicoanálisis es solitaria y uno se siente confortado de pertenecer a un grupo, pero esto bloquea y obstaculiza el progreso científico y favorece el conformismo. En la soledad de la práctica psi- coanalítica hay otro riesgo vocacional: la ausencia, en general, de otro observador, de formación analítica también, que vea el desarrollo de la situación analítica. La opinión que tiene el analista de su labor no es enteramente mere- cedora de confianza y suele deformarse en alguna dirección idealizada. No quiere decir que sería preferible tener observadores o auditores, por- que creo que su presencia, aun invisible, deformaría la situación analí- tica. (Otros autores, en particular Merton M. Gill, han manifestado opiniones diferentes.) Lo que quiero decir es que el psicoanalista, tra- bajando solo con su paciente y al abrigo del escrutinio de sus pares, está predispuesto a una actitud tendenciosa y poco crítica respecto de su propia técnica. Cuando uno describe con cierto detalle lo que hace en su labor psi- coanalítica, no sólo revela buena parte de su implicación afectiva ínti- ma con el paciente sino también, en general, mucho de su propia vida personal. El instrumento singular y más importante de trabajo del psi- coanalista es la actividad de su propia mente preconsciente e incons- ciente. Es inevitable que si ha de ponerse a contar cómoy por qué abor- dó tal situación en el análisis se vea obligado a revelar bastante de sus fantasías, sus ideas, los rasgos de su carácter, etc. La humildad y la actitud defensiva ordinarias le harán propenso a evitar la revelación innecesaria de su ser íntimo. Tal vez un libro que describa la práctica de la terapia psicoanalítica clásica contribuya a estimular el debate'a fondo, franco y continuo acerca de la técnica psicoanalítica. Podrían así aclararse y someterse a prueba variaciones, innovaciones y modificaciones y se determinaría su valor científico para el psicoanálisis, amén de favorecer el progreso de la téc- nica psicoanalítica. Tenía yo la intención de escribir estos volúmenes enfocando los pro- blemas de técnica por orden cronológico, según se presentan en el cur- so de la terapia psicoanalítica. Había planeado empezar por las entre- vistas iniciales, la transición hacia el diván, las primeras horas analíti- cas, etc. Pronto comprendí que resultaría imposible hablar en forma inteligible, yendo a lo hondo y detalladamente, acerca de cualquier pro- blema técnico sin el cabal entendimiento de la resistencia y la trasfe- rencia. Comprendí además que el estudiante saldría beneficiado con algún breve esbozo de ciertos conceptos básicos de teoría y técnica psi- coanalíticas que constituirían una orientación preliminar. Por eso es- tos volúmenes están organizados de modo tal que, después de un estu- dio introductorio, el primer tomo empieza con los capítulos dedicados a la resistencia y la trasferencia, bases de la técnica psicoanalítica. El último capítulo de este tomo está dedicado a la situación psicoanalíti- ca. Se incluye ahí porque ofrece una visión general de la compleja inter- relación entre los diferentes procedimientos y procesos que se desarro- llan en el paciente y el psicoanalista. (Véase para el detalle el índice.) El segundo tomo estará organizado de acuerdo con lineamientos más cronológicos. Está dispuesto el texto de modo que cada capítulo técnico empiece con una definición preliminar, ilustrada por ejemplos clínicos sencillos. Viene después un breve examen de la literatura y la teoría, para pasar a continuación a las consideraciones prácticas y técnicas. A todo lo lar- go de los volúmenes hay referencias bibliográficas a las obras más im- portantes sobre la materia objeto del estudio. Siempre que hay muchas referencias bibliográficas a un tema escogido, las he anotado al final del capítulo correspondiente con su encabezado específico en una lista adicional de lecturas. Lo he hecho así para evitar la interferencia que produce la lectura del material de listas bibliográficas largas. Al final del libro hay una amplia bibliografía. 1 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS 1.1 LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA Un modo de captar lo esencial de la terapia psicoanalítica es echar una ojeada a su evolución histórica y apuntar los cambios principales que ha habido en los procedimientos técnicos y los procesos terapéuticos. A continuación damos un resumen selectivo de los puntos más impor- tantes al respecto que se hallan en las obras de Freud. A su debido tiem- po se verá en el texto una investigación más detallada de cada tema, incluso las contribuciones de los demás. Esclarezcamos la terminología. Empleo la expresión procedimiento téc- nico para referirme a una medida, un instrumento, un modo de obrar, unos medios a que recurren el terapeuta o el paciente con el fin de fa- vorecer los procesos terapéuticos. La hipnosis, la sugestión, la asocia- ción libre y la interpretación son ejemplos de procedimientos técnicos. Un proceso terapéutico es una serie interrelacionada de sucesos psíqui- cos dentro del paciente, una continuidad de fuerzas y actos psíquicos que tienen un fin o efecto reparador. Suelen provocarse por los procedi- mientos técnicos. La abreacción, la recuperación de recuerdos y el in- sight son procesos terapéuticos. (Véase E. Bibring [1954] para un enfo- que metodológico semejante pero más amplio.) La técnica psicoanalítica no se descubrió ni inventó de repente, sino que se fue haciendo poco a poco, a medida que Freud se esforzaba en 24 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS gador científico (Jones, 1953, p. 348; 1955, capítulo 16). Tuvo la audacia y el talento de explorar nuevas regiones del pensamiento con vigor y capacidad creadora. Cuando se veía errado, tenía la humildad de cam- biar de técnica y de teoría. Una lectura atenta de los trabajos técnicos y clínicos de Freud revela que sus cambios de técnica no fueron abruptos ni totales. Se puede ob- servar un desplazamiento del interés principal o un cambio en el orden de importancia atribuido a determinado procedimiento o a un proceso terapéutico. De todos modos, es posible delinear diferentes fases en el desarrollo de los procedimientos técnicos y en la teoría del proceso te- rapéutico. El mismo Freud describió brevemente tres fases, pero esto fue antes de llegar a un punto de vista estructural (1914c). 1.1 .1 CAMBIOS EN LOS PROCEDIMIENTOS TÉCNICOS Aunque Freud había oído a Breuer hablar del caso de Anna O. en 1882 y había estudiado la hipnosis con Charcot, de octubre de 1885 a febrero de 1886, se limitó a emplear los métodos terapéuticos acostumbrados en la época en que empezó a practicar. Durante unos veinte meses aplicó la estimulación eléctrica, la hidroterapia, el masaje, etc. (Dones, 1953, capítulo 12). Descontento de los resultados, empezó a emplear la hip- nosis en diciembre de 1887, según parece con la intención de hacer de- saparecer los síntomas del paciente. El caso de Emmy von N., tratada en 1889, es significativo porque en él empleó por primera vez Freud la hipnosis con fines catárticos. Su método terapéutico consistió en hipnotizar a la paciente y ordenarle que hablara del origen de cada uno de sus síntomas. Le preguntó qué la había asustado, hecho vomitar o desconcertado, cuándo había suce- dido el caso, etc. La paciente respondió sacando una serie de recuer- dos, acompañada a veces de una gran cantidad de afecto. Al final de algunas sesiones Freud sugería que la paciente olvidara los inquietan- tes recuerdos emergidos. Para 1892 comprendió Freud que su capacidad de hipnotizar pacien- tes era muy limitada y hubo de decidirse a elegir entre abandonar el tratamiento catártico o intentarlo sin llegar al estado de sonambulismo (Breuer y Freud, 1893-5, p. 108). Para justificar este modo de proceder recordó que Bernheim había demostrado cómo se podía lograr que los pacientes recordaran acontecimientos mediante la sugestión en estado de vigilia (p. 109). Por eso se basó Freud en la suposición de que sus pacientes sabían cuanto tenía una importancia patógena y que sólo se EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA 25 trataba de hacer que se lo comunicaran. Mandaba a sus pacientes acos- tarse, cerrar los ojos y concentrarse. Aplicaba presión en la frente en momentos dados e insistía en que aparecieran los recuerdos (p. 270). Elisabeth von R. (1892) fue la primera paciente que Freud trató por completo mediante la sugestión en estado de vigilia. Para 1896 había abandonado por completo la hipnosis.' Es menos seguro cuándo re- nunció a la sugestión como principal instrumento terapéutico. De to- dos modos, para 1896 había ya terminado la esencial obra sobre La interpretación de los sueños, aunque no se publicó hasta 1900. Parece plau- sible suponer que la capacidad de entender la estructura y el sentido del sueño incrementara su destreza interpretativa. Por consiguiente, Freud pudo confiar cada vez en la producción espontánea de material por parte de sus pacientes. Por medio de las interpretaciones y cons- trucciones podía llegar hasta los recuerdos reprimidos. No se tiene la fecha exacta del descubrimiento del método de asocia- ción libre. Según parece se fue formando entre 1892 y 1896, purificán- dose gradualmente de la hipnosis, la sugestión, los apremios e interro- gatorios que lo acompañaron al principio (Jones, 1953, pp. 242-244. Ya hay indicios de ello en 1889 en el casode Emmy von N., Breuer y Freud, 1893-5, p. 56). Describe Jones una ocasión histórica en que Freud estaba apremiando a preguntas a Elisabeth von R. y ella le re- prochó que interrumpía el curso de sus pensamientos. Freud tuvo la modestia de aceptar esta indicación y así el método de asociación libre adquirió una importancia mucho mayor. Explicaba Freud que al renunciar a la hipnosis y la sugestión le fal- taba el ensanchamiento de la conciencia que había proporcionado al analista recuerdos y fantasías patógenos. La asociación libre era un sus- tituto completamente satisfactorio porque dejaba que los pensamientos involuntarios del paciente entraran en la situación del tratamiento. He aquí cómo describe Freud este método: "Actualmente trata a sus en- fermos sin someterlos a influencia personal ninguna, haciéndoles adop- tar simplemente una postura cómoda sobre un diván y situándose él a su espalda, fuera del alcance de su vista. No les pide tampoco que cierren sus ojos, y evita todo contacto, así como cualquier otro manejo que pudiera recordar la hipnosis. Una tal sesión trascurre, pues, como un diálogo entre dos personas igualmente dueñas de sí, una de las cua- les evita simplemente todo esfuerzo muscular y toda impresión senso- rial que pudiera distraerla y perturbar la concentración de su atención sobre su propia actividad anímica... Para apoderarse de estas ocurren- 1 Véase nota de Strachey y Standard Edition, 2:111. 26 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS cias, Freud invita a sus pacientes a comunicarle todo aquello que acu- da a su pensamiento, aunque lo juzgue secundario, impertinente o incoherente" (1904, pp. 250-1; 393-4). El procedimiento de la aso- ciación libre se hizo conocido como la regla básica o fundamental del psicoanálisis (Freud, 1912a, p. 107; 417). La asociación libre ha seguido siendo el método básico y exclusivo de comunicación para los pacientes en tratamiento psicoanalítico. Y la interpretación es todavía el instrumento decisivo y definitivo del psi- coanalista. Estos dos procedimientos técnicos imprimen a la terapia psicoanalítica su sello distintivo. Otros medios de comunicación se dan también en el curso de la terapia psicoanalítica pero son asociados, pre- paratorios o secundarios y no lo característico del psicoanálisis. Estu- diaremos este punto en la sección 1.3.4. 1.1.2 CAMBIOS EN LA TEORÍA DEL PROCESO TERAPÉUTICO Los Estudios sobre la histeria (1893-5) pueden considerarse el comienzo del psicoanálisis. En ellos podemos discernir cómo se afanaba Freud por descubrir lo esencial en el proceso terapéutico del tratamiento de la his- teria. Es impresionante observar que algunos de los fenómenos que des- cribió Freud entonces se han convertido en la base de la teoría de la terapia psicoanalítica. Es característico de Freud que empezara luchando por superar algunos obstáculos a su enfoque terapéutico sólo para des- cubrir después que aquellos obstáculos tenían una importancia capital para la comprensión de la neurosis del paciente y del proceso terapéu- tico. La perseverancia y la flexibilidad de Freud le permitieron triunfar sobre diversos tipos de obstáculos y así llegó a descubrir el psicoanálisis. En la Comunicación Preliminar (1893), Breuer y Freud (1893-5) sostenían que "los distintos síntomas histéricos desaparecían inmedia- ta y definitivamente en cuanto se conseguía despertar con toda clari- dad el recuerdo del proceso provocador, y con él el afecto concomitan- te, y describía el paciente con el mayor detalle posible dicho proceso dando expresión verbal al afecto" (p. 6; 27). Creían que sólo por la abreacción podía un paciente lograr cabalmente un efecto "catártico" y liberarse así del síntoma histérico. Según ellos, aquellas experiencias estaban fuera de la memoria de la paciente en condiciones normales y sólo se podía llegar a ellas por la hipnosis. Las ideas patógenas habían persistido con tanta vivacidad y fuerza afectiva por no haber seguido el proceso normal de desgaste. Enton- ces, ellos estaban habiéndoselas con afectos en estado de "estancamien- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA 27 to" (p. 17; 32). La descarga de los afectos estancados privaría de su fuerza al recuerdo patógeno y los síntomas desaparecerían. En este punto de la historia del psicoanálisis se consideraba que los procesos terapéuticos eran la abreacción y el recuerdo, con preferencia por la abreacción. Se hipnotizaba al paciente y se trataba de hacerle recordar el hecho traumático porque entonces tendría una experiencia catártica y curativa. Anna O., a quien Breuer tratara en 1882, tenía trances hipnóticos espontáneos en que revivía espontáneamente suce- sos traumáticos pasados. Después de reponerse del estado de sonam- bulismo se sentía aliviada. Las experiencias de Anna O. prepararon así el camino para el método de la terapia catártica. Ella lo llamaba "talking cure" o "chimney sweeping" (p. 30).* Freud iba comprendiendo más y más que dentro de la paciente ha- bía una fuerza que se oponía al tratamiento. Cristalizó ese convenci- miento en el caso de Elisabeth von R., a quien no podía hipnotizar y que se negaba a comunicarle algunos de sus pensamientos, pese a los apremios de él (p. 154; 89). Así llegó a la conclusión de que aquella fuerza, que era una resistencia al tratamiento, era la misma que impe- día a las ideas patógenas hacerse conscientes (p. 268; 110). El fin era defensivo. "El 'no saber' de las pacientes histéricas era en realidad un `no querer saber' " (pp. 269-70; 110-1). La tarea del terapeuta, para Freud, consistía en vencer esa resistencia, y lo hacía mediante el "apre- mio", presionando, apretando la frente, interrogando, etcétera. Reconocía Freud que la influencia personal del médico podía tener gran valor y proponía que el terapeuta hiciera de elucidador, de maes- tro y de padre confesor (p. 282; 118). Pero también comprendía que en ciertas condiciones la relación del paciente con el médico podía que- dar "perturbada", y ese factor convertía la relación en "el obstáculo más grave que puede oponerse a nuestra labor" (p. 301; 127). Esto puede suceder si la paciente se siente desatendida, si se hace sexual- mente dependiente o si trasfiere a la figura del médico las penosas ideas del contenido del análisis (p. 302; 128). Se trataba esto haciéndolo cons- ciente y siguiendo su huella hasta el momento del tratamiento en que apareciera, y entonces se intentaba persuadir a la paciente de que pro- siguiera su comunicación a pesar de esos sentimientos (p. 304; 129). Así descubrió Freud los fenómenos de resistencia y trasferencia, pe- ro en lo esencial los consideraba obstáculos para su labor. El objetivo principal era conseguir la abreacción afectiva y recobrar los recuerdos * En inglés en el original. El reporte de Breuer sobre el caso Anna O. no está incluido en la versión española aquí utilizada [T.]. 28 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA 29 traumáticos. Las reacciones de trasferencia y las resistencias tenían que evitarse o superarse. En los Estudios sobre la histeria Freud intentó enfocar sus esfuerzos te- rapéuticos sobre los síntomas individuales de la paciente. Comprendía que esta forma de terapia era sintomática y no causal (p. 262; 107). En el caso de Dora, publicado en 1905 pero escrito en 1901, Freud de- claraba que la técnica psicoanalítica había sido revolucionada totalmente (1905a, p. 12; 603). Ya no trataba de hacer desaparecer los síntomas uno por uno. Este método le pareció totalmente inadecuado para la complicada estructura de una neurosis. Ahora dejaba a la paciente que escogiera el tema de la sesión y empezaba a trabajar con cualquier su- perficie del inconsciente que la paciente presentara en ese momento. Freud parece haber comprendido que un proceso terapéutico no po- día efectuarse en una sola operación porque los síntomas neuróticos te- nían múltiples causas. Si bien había ya reconocido el principio de la sobredeterminación en sus Estudios sobre la histeria (pp. 173-4; 99) sóloen su trabajo "El método psicoanalítico de Freud", publicado en 1904, lo expuso explícitamente. Declaraba en ese ensayo que el cambio de técnica, de la hipnosis y la sugestión a la asociación libre, condujo a nuevos descubrimientos que "acabaron por imponer una concepción distinta aunque no contradictoria, de la labor terapéutica" (p. 250; 393). La hipnosis y la sugestión ocultan las resistencias y obstruyen la visión que el médico tiene de las fuerzas psíquicas. Evadiendo las resistencias uno sólo puede obtener información incompleta y un éxito terapéutico transitorio. La tarea terapéutica consiste en vencer las resistencias, anu- lar las represiones.., y entonces se colman las lagunas de la memoria. Creo que vemos aquí un cambio en la teoría del proceso terapéuti- co, de la importancia dominante de la abreacción de los afectos a la superación de la amnesia. Esto no contradice el hecho de que la abreac- ción tiene un efecto terapéutico. Al favorecer la descarga de tensiones emocionales, se procura al paciente una sensación temporal de alivio. Además, la catarsis es válida porque la descarga emocional reduce la cantidad de afecto y las cantidades pequeñas de afecto son más fáciles de tratar. Más importante es el hecho de que la verbalización que acom- paña a la descarga de emociones e impulsos hace posible estudiarlos, más claramente. Pero la catarsis no es ya un objetivo último de la tera- pia. Creo que es a esto a lo que aludía Freud en su declaración arriba citada de "diferente aunque no contradictoria". Ahora había mayor interés por volver consciente lo inconsciente, su- primir la amnesia y recobrar los recuerdos perdidos. La resistencia se convirtió en una piedra angular de la teoría psicoanalítica y se relacio- naba con las fuerzas que habían producido la represión. El analista apli- caba el arte de la interpretación para vencer las resistencias. En el caso de Dora (1905a), Freud puso de relieve por primera vez el papel capital de la trasferencia. "La trasferencia, destinada a ser el mayor obstáculo del psicoanalista, se convierte en su más poderoso auxi- liar cuando el médico consigue adivinarla y traducírsela al enfermo" (p. 117; 665). En el post scriptum a este caso describía Freud cómo la paciente había interrumpido el tratamiento por no haber podido anali- zar los múltiples elementos de trasferencia que interferían en la situa- ción del tratamiento. En el trabajo sobre "La dinámica de la trasferencia" (1912a) descri- bía la relación entre trasferencia y resistencia, la trasferencia positiva y la negativa y la ambivalencia de las reacciones de trasferencia. Mere- ce ser citada una parte de un parágrafo porque declara perfectamente la nueva orientación terapéutica de Freud. "Esta lucha entre el médi- co y el paciente, entre el intelecto y el instinto, entre el conocimiento y la acción, se desarrolla casi por entero en el terreno de los fenómenos de trasferencia. En este terreno ha de ser conseguida la victoria, cuya manifestación será la curación de la neurosis. Es innegable que el venci- miento de los fenómenos de la trasferencia ofrece al psicoanalista máxi- ma dificultad; pero no debe olvidarse que precisamente estos fenóme- nos nos prestan el inestimable servicio de hacer actuales y manifiestos los impulsos eróticos ocultos y olvidados de los enfermos, pues, en fin de cuentas nadie puede ser vencido in absentia o in effigie" (p. 108; 418). A partir de 1912, el análisis constante de la trasferencia y la resisten- cia se convirtió en el elemento central del proceso terapéutico. Poste- riormente aquel mismo año ponía Freud en guardia contra las satisfac- ciones de la trasferencia y aconsejaba que el psicoanalista fuera para sus pacientes como un espejo y conservara su carácter anónimo (1912b, p. 118; 422). En su trabajo "Recuerdo, repetición y elaboración" (1914c) describía el problema especial de actuar en relación con la tras- ferencia y la resistencia y lo relacionaba con una compulsión de repetir. También empleó el término de "neurosis de trasferencia" para denotar que durante el psicoanálisis el paciente remplaza sus neurosis ordina- rias por su implicación con el analista. Esto se amplifica en el capítulo XXVIII* en la "Introducción al psicoanálisis" (1916-7, pp. 454-5; 385-6). En este capítulo se añade algo nuevo al estudio de los procesos tera- péuticos cuando menciona Freud que una alteración del Yo es posible al analizar la trasferencia (p. 455; 386). Decía que la labor de interpre- • Apartado M de la versión española [T.1. tación, que trasforma lo inconsciente en consciente, ensancha el Yo a costa del inconsciente. En El yo y el ello (1923b) expresaba esta idea de modo muy sucinto: "El psicoanálisis es un instrumento que ha de faci- litar al Yo la progresiva conquista del Ello" (p. 56; 29). En 1933 escri- bía Freud que los efectos terapéuticos del psicoanálisis están destinados a "robustecer al Yo, hacerlo más independiente del Superyó, ampliar su campo de percepción y desarrollar su organización, de manera que pueda apropiarse de nuevas partes del Ello. Donde era Ello, ha de ser Yo" (p. 80; 916). De nuevo en "Análisis terminable e intermina- ble" (1937a) afirma Freud que "el papel del psicoanálisis es lograr las condiciones psicológicas mejores posibles para las funciones del Yo; con esto habrá cumplido su tarea" (p. 250; 570). Si examinamos los acontecimientos históricos en los principales pro- cedimientos y procesos de la terapia psicoanalítica podemos observar que se ha renunciado a la hipnosis pero se han conservado todos los demás elementos, aunque con un papel muy diferente en la jerarquía te- rapéutica (Loewald, 1955). La sugestión no se utiliza para obtener re- cuerdos y no es ya un recurso principal en el psicoanálisis. Puede utili- zarse como una medida temporal de sostén, cuya necesidad tendremos que analizar definitivamente. (Veremos esto en la sección 1.3.4.) La abreacción no se considera ya un fin terapéutico pero es válida de otros modos. El analista sigue intentando atravesar la barrera de la conciencia, pero se sirve de la asociación libre, el análisis de los sue- ños y la interpretación. El campo principal de la labor analítica es el de la trasferencia y la resistencia. Esperamos hacer consciente lo in- consciente, recobrar recuerdos arrinconados y superar la amnesia in- fantil. Pero ni siquiera esto es conceptualizado como un objetivo últi- mo. El fin del psicoanálisis es en definitiva aumentar la fuerza relativa del Yo respecto del Superyó, el Ello y el mundo exterior. 1.2 CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 1.2.1 LA RELACIÓN ENTRE TEORÍA Y PRÁCTICA Antes de que podamos pasar a un examen más completo y sistemático de los procedimientos y procesos terapéuticos convendría revisar bre- vemente algunos de los conceptos teóricos básicos del punto de vista psicoanalítico. Hay una relación de reciprocidad entre teoría y prácti- ca. Los descubrimientos clínicos pueden conducir a nuevas formula- ciones teóricas, que a su vez pueden agudizar nuestra perceptividad y técnica de modo que se logren nuevos conocimientos clínicos. La in- versa es también cierta. La técnica defectuosa puede provocar deforma- ciones en los descubrimientos clínicos, que a su vez pueden conducir a conceptos teóricos erróneos. Siempre que hay falta de integración entre teoría y técnica es probable que salgan perjudicadas ambas (Hartmann, 1951, p. 143). Por ejemplo, podemos tratar más eficazmente una resis- tencia si tenemos conciencia de las múltiples funciones de resistencia, su relación con las defensas en general, así como su fin en un caso particular. Hay analistas que tienden a separar su conocimiento práctico del teó- rico. Algunos lo hacen siguiendo al paciente a la deriva hasta que al- gún fragmento del material del paciente resulta comprensible, y enton- ces se lo comunican al paciente sin discernir. Abusan de la idea de que la mente inconsciente del analista y su empatía son sus instrumentos más valiosos para la terapia y desdeñan la necesidad de realizaralguna operación intelectual con los datos que puedan haber obtenido. La con- secuencia es que no tienen una visión general del paciente, no recons- truyen grandes porciones de su vida y sólo les queda una colección de apreciaciones intuitivas. Los errores en la otra dirección son igualmen- te graves: hay analistas que formulan teorías con demasiada rapidez basándose en unos cuantos datos clínicos. Para ellos, la experiencia del análisis se convierte en un certamen mental o un ejercicio intelectual. Esos analistas evitan la implicación instintual o emocional con sus pa- cientes, olvidan la intuición y la empatía y se convierten en recolecto- res de datos o distribuidores de interpretaciones. La terapia psicoanalítica impone al psicoanalista fuertes y contradic- torias exigencias. Tiene que atender al material de su paciente y dejar que sus propias fantasías asociativas y recuerdos funcionen libremen- te; pero tiene que escudriñar y exponer a sus facultades intelectuales los conocimientos así obtenidos antes de poder trasmitírselos sin peli- gro al paciente (Ferenczi, 1919a, p. 189). La capacidad de dejarse uno asociar libremente se adquiere con la experiencia del analista que fue exitosamente analizado. Para emplear efectivamente el saber teórico en la práctica hay que dominarlo primero intelectualmente; también tiene que ser accesible cuando se le necesite sin dominar las destrezas clínicas. Si la labor del psicoanalista ha de seguir siendo una disciplina científica, es imperativo que él conserve la facultad de oscilar entre el empleo de la empatía y la intuición por una parte y sus conocimientos teóricos por la otra (Fenichel, 1941, pp. 1-5; Kohut, 1959). CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 3130 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS 32 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS En los primeros años del psicoanálisis, la mayoría de los progresos se debieron a descubrimientos clínicos. Pero en años recientes parece haber un rezago por la parte de la técnica. Cuando Freud descubrió la capital importancia que tenía analizar sistemáticamente las resisten- cias de sus pacientes, faltaban unos veinte años para el descubrimiento de las implicaciones de este procedimiento para el Yo. Hoy parece que sabemos mucho más acerca de las funciones del Yo que lo que pode- mos aplicar directamente a nuestra técnica (Hartmann, 1951). Pero creo que nuestra mayor esperanza de progresar en la técnica está en la me- jor integración de los conocimientos clínicos, técnicos y teóricos. 1.2.2 LA TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS La teoría y la técnica del psicoanálisis se basan esencialmente en datos clínicos procedentes del estudio de las neurosis. Aunque en años re- cientes ha habido tendencia a ampliar el campo de la investigación para hacerle abarcar la psicología normal, las psicosis, los problemas so- ciológicos e históricos, nuestro conocimiento de esas regiones no ha avan- zado tanto como nuestra comprensión de las psiconeurosis (A. Freud, 1954a; Stone, 1954b). Los datos clínicos relativos a las neurosis toda- vía constituyen el material original más seguro para la formulación de la teoría psicoanalítica. Para comprender la teoría de la técnica psico- analítica es necesario que el lector tenga un conocimiento práctico de la teoría psicoanalítica de la neurosis. La Introducción al psicoanálisis (1916-7) de Freud y los textos de Nunberg (1932), Fenichel (1945a) y Waelder (1960) son magníficas fuentes condensadas. Aquí sólo podré. esbozar los que me han parecido ser los conceptos teóricos más impor- tantes necesarios para el entendimiento de la técnica. El psicoanálisis afirma que las psiconeurosis se basan en el conflicto neurótico. Este conflicto ocasiona una obstrucción en la descarga de las pulsiones instintivas que se producen en un estado de represión. El Yo se va haciendo menos capaz de manejar las tensiones en aumen- to y llega un momento en que es vencido por ellas. Las descargas invo- luntarias se manifiestan clínicamente como síntomas de la psiconeuro- sis. La expresión "conflicto neurótico" se emplea en singular aunque siempre hay más de un conflicto importante. Por costumbre y comodi- dad nos referimos a un solo conflicto (Colby, 1951, p. 6). Un conflicto neurótico es un conflicto inconsciente entre un impulso del Ello que busca su descarga y una defensa del Yo que impide la des- carga directa del impulso o su acceso a la conciencia. A veces, el mate- CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 33 rial clínico puede revelar un conflicto entre dos exigencias instintivas, por ejemplo, la actitud heterosexual puede emplearse para soslayar de- seos homosexuales. El análisis revelará que en tal caso la actividad he- terosexual se emplea con fines de defensa para evitar los dolorosos sen- timientos de culpabilidad y vergüenza. La heterosexualidad, en este ejemplo, está satisfaciendo una exigencia del Yo y oponiéndose a un impulso instintivo más prohibido: la homosexualidad. Por eso es toda- vía válida la formulación de que un conflicto neurótico es un conflicto entre el Ello y el Yo. El mundo exterior todavía desempeña un papel importante en la for- mación de neurosis, pero aquí también tiene que sentirse el conflicto como un conflicto interno entre el Yo y el Ello para que se suscite un conflicto neurótico. El mundo que nos rodea puede movilizar tentacio- nes instintuales, y tal vez haya que evitar situaciones porque presentan el peligro de alguna suerte de castigo. Entonces tendremos que habér- noslas con un conflicto neurótico si la tentación instintual o el peligro ha de quedar fuera de la conciencia. Un conflicto con la realidad exte- rior se ha convertido en un conflicto entre el Ello y el Yo. El Superyó desempeña un papel más complicado en el conflicto neu- rótico. Puede entrar en el conflicto por el lado del Yo o el del Ello o por ambos. El Superyó es la instancia que hace parecer prohibido el impulso instintivo al Yo. Es el Superyó el que hace al Yo sentirse cul- pable aun de las descargas simbólicas y desfiguradas, y así se sienten de modo consciente como esencialmente dolorosas. El Superyó tam- bién puede intervenir en el conflicto neurótico haciéndose regresiva- mente reinstintualizado, de modo que los reproches que uno se hace adquieren una cualidad semejante a la de una pulsión. El paciente abru- mado por la culpabilidad puede entonces verse orillado a situaciones que siempre acaban siendo dolorosas. Todas las partes del aparato psí- quico participan en la formación de síntomas neuróticos (véase Fe- nichel, 1941, capítulo fi; 1945a, capítulos vii, Waelder, 1960, pp. 35-47, la lista adicional de lecturas). El Ello nunca deja de buscar su descarga, y sus impulsos tratan de lograr una satisfacción parcial mediante algunas evacuaciones deriva- tivas y regresivas. El Yo, para calmar las exigencias del Superyó tiene que desfigurar incluso esos derivados instintuales para que aparezcan de alguna forma disimulada, cuyo carácter de instinto apenas sea reco- nocible. El Superyó hace entonces que el Yo se sienta de todos modos culpable y la actividad instintiva desfigurada ocasiona dolor de muchos modos. Se siente como castigo y no como satisfacción. El factor clave para entender el resultado patógeno del conflicto 34 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 35 neurótico es la necesidad que el Yo tiene de gastar constantemente sus energías para tratar de impedir a los peligrosos impulsos el acceso a la conciencia y la motilidad. En última instancia, esto produce una insu- ficiencia relativa del Yo y los derivados del conflicto neurótico original abrumarán el Yo empobrecido y penetrarán en la conciencia y el com- portamiento. Desde este punto de vista pueden entenderse las psico- neurosis como neurosis traumáticas relativas (Fenichel, 1945a, capítu- los vil, vIII). Un estímulo relativamente inocuo puede remover, algún impulso del Ello, relacionado quizá con el depósito instintual acumula- do. El Yo empobrecido es incapaz de seguir con su labor defensivay se ve invadido a tal grado que debe permitir alguna descarga instinti- va, si bien ésta también desfigurada y disimulada. Estas descargas in- voluntarias desfiguradas y disimuladas se manifiestan clínicamente co- mo los síntomas de la psiconeurosis. Ilustremos esto con un ejemplo clínico relativamente sencillo. Hace unos años, una dama joven, la señora A, se presentó a consulta acompañada de su mari- do. Se quejaba de no poder dejar la casa sola y únicamente se sentía segura con su esposo. Se quejaba además de temor a desmayarse, temor a los vértigos y temor a volverse incontinente. Los síntomas de la señora A se habían presen- tado súbitamente hacía unos seis meses, estando en una sala de belleza. El análisis, que duró varios años, reveló que el desencadenador real del esta- llido de sus fobias era el hecho de haberla peinado un empleado varón. Pudi- mos descubrir por fin el hecho de que en aquel momento recordó cómo le pei- naba el pelo su padre cuando era niña. La razón de que hubiera ido a la sala de belleza aquel día era su placentera esperanza de ver a su padre, que iba a visitar a la joven pareja por primera vez desde su casamiento. Él debía parar en su casa y ella estaba, conscientemente, loca de alegría. Pero inconsciente- mente estaba llena de sentimientos de culpa por amar a su padre y por su hosti- lidad predominante inconsciente para con su esposo. El sucedido aparentemente inocuo de que se hiciera peinar el pelo agitó en ella ansias incestuosas, hostilidades, culpabilidad y ansiedad. Para acabar, la señora A tenía que estar acompañada por su marido para estar segura de que no lo habían matado sus deseos de muerte. Su presencia le impedía también actuar sexualmente. Los temores de desmayarse, de los vértigos y de la inconti- nencia eran representaciones simbólicas de pérdida de su equilibrio moral, de su dominio de sí misma, de perder su reputación y verse humillada y caída de su elevada posición. Los síntomas de la joven tenían conexión con las pla- centeras sensaciones corporales de la infancia, así como infantiles fantasías de castigo. Creo que se puede formular el hecho de la siguiente manera: la peinadura del cabello había agitado en ella impulsos reprimidos del Ello que la pusieron en conflicto con su Yo y su Superyó. A pesar de la ausencia de síntomas neuró- ticos notorios antes de la aparición de las fobias, hubo indicaciones de que su Yo estaba ya relativamente menoscabado y que su Ello no tenía suficientes po- sibilidades de descarga. La señora A llevaba muchos años sin dormir bien, con pesadillas e inhibiciones en su vida sexual. La consecuencia fue que las fanta- sías movilizadas por la peinadura incrementaron las tensiones del Ello a tal punto que invadieron las infantiles defensas del Yo y se produjeron descargas invo- luntarias, con la formación al fin de un síntoma agudo. Hay que señalar otros dos puntos, aunque de momento no hagamos más aclaraciones. El Yo trata de manejar los impulsos prohibidos o pe- ligrosos del Ello recurriendo a los diversos mecanismos de defensa con que cuenta. Las defensas pueden dar buen resultado si permiten la des- carga periódica de las tensiones instintivas. Se hacen patógenas cuan- do excluyen del contacto con el resto de la personalidad total muchas variedades de impulsos libidinales y agresivos (A. Freud, 1965, capítu- lo v). Al final, lo reprimido retorna en forma de síntomas. Una neurosis adulta se forma en torno a un núcleo desde la infan- cia. El caso de la señora A demuestra que sus sentimientos sexuales estaban todavía fijados en la imagen infantil que tenía de su padre, y la sexualidad estaba tan prohibida como en sus años de infancia. Aun- que se había sobrepuesto a sus neurosis infantiles lo suficiente para po- der funcionar eficazmente en muchas actividades de su vida, la señora A seguía neuróticamente involucionada en todo lo relacionado con la sexualidad genital. Las fobias de la infancia y las angustias corporales volvieron con su neurosis adulta. (Las únicas neurosis sin base en la infancia son las puramente traumáticas, que son muy raras, y casi nunca puras. A menudo están relacionadas con las psiconeurosis [Fenichel, 1945a, capítulo vil].) 1.2.3 LA METAPSICOLOGÍA DEL PSICOANÁLISIS La metapsicología psicoanalítica se refiere al número mínimo de su- puestos en que se basa el sistema de la teoría psicoanalítica (Rapaport y Gill, 1959). La labor de Freud sobre metapsicología no es completa ni sistemática y está esparcida por todos sus escritos. El capítulo séptimo* de La interpretación de las sueños (1900), los "Trabajos sobre metapsicolo- gía" (Freud, 1915b, 1915c, 1915d, 1917b), y el apéndice a Inhibición, síntoma y angustia (1926a) son las principales fuentes de referencia. En * Parágrafo 9 en la traducción española [T.]. 36 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 37 realidad, Freud sólo formuló explícitamente tres puntos de vista me- tapsicológicos: el tópico, el dinámico y el económico. El punto de vista genético parecía lógico. Aunque no definió el punto de vista estructu- ral, Freud dio a entender que podría remplazar al tópico (1923b, p. 17). (Véase Rapaport y Gill [1959] y Arlow y Brenner [1964] al respecto.) El punto de vista adaptativo está también implícito y es esencial para el pensamiento psicoanalítico (Hartmann, 1939). Las implicaciones clínicas de la metapsicología indican que para com- prender un suceso psíquico cabalmente es necesario analizarlo desde seis puntos de vista: tópico, dinámico, económico, genético, estructu- ral y adaptativo. En la práctica clínica analizarnos las producciones dé nuestros pacientes sólo parcialmente y en fragmentos en determinado intervalo de tiempo. De todos modos, la experiencia nos enseña que aplicamos todos esos puntos de vista cuando tratamos de operar con nuestras intuiciones iniciales. Voy a tratar de hacer un esbozo de estos conceptos. Para un estudio más amplio el lector podrá consultar a Fe- nichel (1945a, capítulo u), Rapaport y Gill (1959) y Arlow y Brenner (1964). El primer punto de vista que formuló Freud fue el tópico. En el capí- tulo siete s de La interpretación de los sueños (1900) describía los diferentes modos de funcionamiento que rigen los fenómenos conscientes e in- conscientes. El "proceso primario" gobierna el material inconsciente y el "proceso secundario" dirige los fenómenos conscientes. El mate- rial inconsciente sólo tiene un objetivo: la descarga. No hay sentido del tiempo, orden ni lógica, y las contradicciones pueden coexistir sin anu- larse unas a otras. La condensación y el desplazamiento son otras ca- racterísticas del proceso primario. El designar un acontecimiento psí- quico como consciente o inconsciente implica más que una mera dife- rencia de cualidad. Los modos de funcionar arcaicos y primitivos son característicos de los fenómenos inconscientes. Ilustremos. Un paciente me cuenta el siguiente sueño: "Estoy construyendo una prolongación en el frente de mi casa. De repente me interrumpe el llanto de mi hijo. Lo busco inquietísimo y lo veo a lo lejos, pero corre alejándose de mí. Empiezo a enojarme y al fin lo alcanzo. Me pongo a regañarlo por correr cuando veo que tiene un corte triangular en una comisura de la boca. Le digo que no hable para que la herida no se agrande. Veo la carne sonrosada bajo la piel y siento como náuseas. Entonces me doy cuenta de que no se trata de mi hijo sino de mi hermano mayor, que me sonríe condescendiente como si * Véase nota anterior [T.I. me hubiera tomado el pelo. Me aparto de él pero me siento turbado porque noto que ahora estoy bañado en sudor y acalorado y quizá note que huelo mal." Las asociaciones del paciente pueden condensarse así: Mi hermano mayor solía maltratarme cuando yo era joven, pero tuvo un colapso nervioso y yo fui el más fuerte de los dos. Mi hermano me copia en todo. Cuando me compré un coche para la familia, él se compró otro. "Cuando mi esposa y yo nos emba- razamos, él se embarazó." Mi hermano parece tener un problema consu mas- culinidad. Su hijo todavía lleva ricitos a los cuatro años y no habla. Yo he tra- tado de convencerle de que no está bien que un niño tenga ricitos. Entonces intervine y le indiqué que había dicho: "Cuando mi esposa y yo nos embarazamos, él se embarazó." El paciente replicó defensivamente que era una manera de hablar. A continuación rió y dijo que tal vez había pensado de niño que él podía concebir un hijo. Su madre había sentido que él no fuera niña, le había rizado el pelo y le había puesto vestiditos. La verdad era que recordaba haber jugado con muñecas hasta los seis años. La herida triangular le recordaba una terrible cortadura que había visto de niño en un compañero de juego. La cortadura le hace pensar en la vagina. Una vez operaron a su es- posa de la vagina y se siente mal al recordarlo. Intervengo otra vez y señalo al paciente que el sueño contiene la idea de que vale más estarse callado si se quiere ocultar la cortadura, que se revelará aún más al hablar. El paciente queda pensativo y después dice que teme descubrir algo de sus propias preocupaciones acerca de su masculinidad. Es posible que hubiera alguna actividad de índole homosexual con su hermano, como había- mos supuesto. El sueño y las asociaciones demuestran claramente algunas características de los procesos primario y secundario. "Estoy construyendo una prolongación en el frente de mi casa" parece simbolizar una fantasía de embarazo en el incons- ciente del paciente. Esto aparece también después de las asociaciones cuando dice que "Cuando mi esposa y yo nos embarazamos, él se embarazó." La cor- tada triangular simboliza el modo de ver el paciente la vagina. También insi- núa su angustia de castración, que indica el sentir náuseas en el sueño y el sen- tirse mal al pensar en una operación en la vagina que aparece en sus asociacio- nes. El hijo se cambia en hermano, pero esto no ocasiona sorpresa en el sueño, ya que la lógica y el tiempo no tienen nada que ver allí. Pero este cambio ex- presa en forma condensada que superficialmente el paciente puede parecer do- minante pero en el pasado y en la situación analítica tuvo y todavía tiene algu- nas actitudes y fantasías pasivas, anales y femeninas. La cortada triangular es un desplazamiento de abajo arriba, así como una condensación. El niño que corre de él es también una condensación del hijo del paciente, que le inspira deseos y ansiedades homosexuales, el hermano mayor del paciente y él mismo. El análisis está representado por la edificación de una prolongación, por la te- merosa espera, por la huida y por la admonición de estarse callado. El analista está representado corriendo tras del niño, enojándose con él por correr y son- riendo condescendiente, y además es el que turba porque podría notar el mal olor. Creo que este sueño y sus asociaciones muestran muchos aspectos caracte- rísticos del proceso primario y el secundario tal y como se presentan en un tro- zo de labor clínica. El punto de vista dinámico entiende que los fenómenos mentales son resultado de la interacción de fuerzas. Freud (1916-7, p. 67; 180) em- pleaba el análisis de los errores para mostrar la dinámica: "Conservad en vuestra memoria, a título de modelo, el método seguido en el estu- dio de estos fenómenos, método que habrá ya revelado a vuestros ojos cuáles son las interacciones de nuestra psicología. No queremos limi- tarnos a describir y clasificar los fenómenos; queremos también conce- birlos como indicios de un mecanismo que funciona en nuestra alma y como la manifestación de tendencias que aspiran a un fin definido y laboran unas veces en la misma dirección y otras en direcciones opues- tas. Intentamos pues formarnos una concepción dinámica de los fenóme- nos psíquicos." Este supuesto es la base de todas las hipótesis relativas a los impulsos instintivos, las defensas, intereses y conflictos del Yo. La formación de síntomas, la ambivalencia y la sobredeterminación son ejemplos de la dinámica. Un paciente que padecía de eyaculación precoz tenía un temor y odio incons- cientes a la vagina, que representaba para él una cavidad enorme, tremebun- da, que lo podía devorar. Era un albañal sucio, viscoso, difusor de enfermeda- des. Y al mismo tiempo era la vagina una mama opulenta, jugosa, galactófora que ansiaba tener en la boca. Durante el coito oscilaba entre fantasías de que la enorme vagina se lo tragaría y que su pene erecto rasgaría y destrozaría aque- llas delicadas, frágiles paredes hasta hacerlas sangrar. Su eyaculación prematu- ra era un modo de expresar impulsos de manchar y rebajar el odioso órgano, así como el de huir de aquel peligroso y frágil genital. Era también una discul- pa simbólica a la que tenía !a vagina: "Sólo soy un niñito que nada más orina en la vagina, sé buena conmigo." La eyaculación prematura era un término medio entre variedades de sensualidad destructiva y su aplicación oral. A me- dida que el análisis fue progresando y su esposa era verdaderamente su esposa durante el coito pudo ir manifestando su sensualidad agresiva en vigorosa acti- vidad fálica y su oralidad en el jugueteo preliminar. El punto de vista económico concierne a la distribución, las trasforma- ciones y los gastos de energía psíquica. Conceptos como ligazón, neu- tralización, sexualización, agresivización y sublimación se basan en es- ta hipótesis. Un ejemplo de economía puede verse en el caso de la señora A, descrita en la sección 1.2.2. Antes de aparecer las fobias, la paciente se hallaba en un esta- do de tensiones instintivas acumuladas, pero las funciones de su Yo todavía podían realizar sus tareas defensivas bastante bien, de modo que la señora A obraba sin síntomas evidentes. Podía conservar su equilibrio mental evitando las relaciones sexuales con su marido, y cuando tenía que participar, no se de- j aba excitar sexualmente. Esto requería buena parte de las energías defensivas de su Yo, pero logró manejar las cosas hasta que se produjo el incidente de la peinadura. En aquel punto, la visita paterna y la peinadura le trajeron del P asado recuerdos sexuales y románticos. Además, aumentó su hostilidad para con el marido. El Yo de la señora A no pudo manejar aquella nueva invasión de apetencias en busca de satisfacción. Los impulsos instintuales se manifesta- ron en forma de desmayos, vahidos e incontinencia. Esto condujo a una fobia contra su salida de la casa sin la compañía del marido. Para entender plena- mente el desplome de las capacidades defensivas de la señora A debemos verlo en función de cambios en la distribución de su energía psíquica. El punto de vista genético concierne al origen y desarrollo de los fenó- menos psíquicos. No sólo trata de cómo el pasado está contenido en el presente sino también de por qué en ciertos conflictos se adoptó una solución determinada. Estudia los factores biológico-constitucionales tan- to como los experienciales. Ejemplo: un paciente mío, el señor N, pretendía ser el favorito tanto de su ma- dre como de su padre. En apoyo de su aserto citaba cómo le habían permitido ir a un campamento de vacaciones siendo niño, y después a la universidad. Sus dos hermanos menores nunca habían recibido esos beneficios. También decía tener un matrimonio feliz, aunque raramente tenía relaciones sexuales con su esposa y la engañaba con frecuencia. Se sentía una persona fundamen- talmente afortunada, aunque padecía de depresiones periódicas y a veces juga- ba impulsivamente, por rachas. Una de las principales maniobras defensivas del paciente era coleccionar re- cuerdos encubridores. Eran recuerdos verdaderos, pero los conservaba para olvidar experiencias desdichadas. En ocasiones lo habían tratado efectivamente como hijo favorito, pero no siempre y no con regularidad. Sus padres eran in- constantes e hipócritas, y eso era un factor decisivo en la conformación de su sintomatología particular. Con frecuencia lo rechazaban y excluían y cuando se quejaba, le recordaban algún placer especial que le habían concedido alguna vez. Lo que sus padres hacían con élconscientemente, mi paciente lo hacía inconscientemente con sus recuerdos encubridores. Negaba la desdicha pasada y actual con formaciones encubridoras que proclamaban lo contrario. Sus pe- ríodos de depresión revelaban la tristeza subyacente. El juego era un intento de demostrar que era afortunado, el niño mimado de la diosa Fortuna. El punto de vista estructural supone que el aparato psíquico puede divi- dirse en varias unidades funcionales duraderas. Ésta fue la última gran 38 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTO S TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 39 40 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 41 contribución teórica de Freud (1923b). El concepto del aparato psíqui- co compuesto de Yo, Ello y Superyó procede de la hipótesis estructu- ral. Está implícito siempre que hablamos de conflictos interestructura- les como formación de síntomas o de procesos intraestructurales como la función sintética del Yo. Un ejemplo clínico es el paciente, descrito antes, de la eyaculación prematura. Cuando empezó el tratamiento perdía la función discriminadora del Yo en las situaciones sexuales. Todas las mujeres eran su madre, todas las vaginas esta- ban henchidas de fantasías oral-sádicas y anal-sádicas. A medida que fue pro- gresando ya no volvió a ser así en las situaciones sexuales. Su Yo podía diferen- ciar entre su madre y su esposa; y los anhelos de su Ello pudieron también progresar de orales y anales a fálicos. Finalmente, hoy formulamos también un punto de vista ndaptativo, aun- que Freud sólo lo insinuó. El concepto de adaptación está implícito, por ejemplo, en las proposiciones de Freud acerca de la coordinación entre pulsión y objeto y en las proposiciones de Hartmann y Erikson acerca de la preparación innata para una serie evolutiva de ambientes medios probables (Rapaport y Gill, 1959, pp. 159-60). Todas las proposiciones acerca de la relación con el medio ambien- te, los objetos de amor y odio, las relaciones con la sociedad, etc., se basan en esta hipótesis. Todos los ejemplos clínicos empleados por mí anteriormente son también ejemplos de intentos de adaptación. 1.2.4 LA TEORÍA DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA La terapia psicoanalítica es una terapia causal; trata de contrarrestar las causas de la neurosis. Su objetivo es resolver los conflictos neuróti- cos del paciente, incluso las neurosis infantiles que sirven de núcleo a la neurosis adulta. Resolver los conflictos neuróticos significa reunir con el Yo consciente aquellas porciones del Ello, el Superyó y el Yo incons- ciente excluidas de los procesos de maduración del resto sano de la per- sonalidad total. El psicoanalista aborda los elementos inconscientes por sus deriva- dos. Todos los componentes repelidos del Ello y el Yo producen deri- vados, "híbridos" no conscientes pero altamente organizados de acuerdo con el proceso secundario y accésibles al Yo consciente (Freud, 1915b, pp. 190-2, 1062-3; Fenichel, 1941, p. 18). El procedimiento que el psicoanálisis quiere que el paciente emplee para facilitar la comunicación de los derivados es la asociación libre, el método fundamental del psicoanálisis, la llamada "regla básica" (Freud, 1913b, pp. 134-6, 432-3; 1915b, pp. 149-50; 1046-7). Estos de- rivados aparecen en las asociaciones libres, los sueños, los síntomas, los lapsus y las actuaciones* del paciente. Se pide al paciente que trate dentro de lo posible de dejar venir las cosas y de decirlas sin importarle la lógica ni el orden; ha de comunicar incluso . lo que le parezca trivial, vergonzoso o descortés, etc. Dejando que las cosas le vengan a la mente, se produce una regresión al servicio del Yo y tienden a salir a la superficie los derivados del Yo inconscien- te, el Ello y el Superyó. El paciente procede del pensamiento de proce- so secundario estricto en dirección del proceso primario. La tarea del analista consiste en analizar estos derivados por el paciente. (El signifi- cado de la palabra "analizar" y otros términos técnicos y clínicos lo veremos en la sección 1.3.) Aunque el que padece una neurosis llega al tratamiento psicoanalíti- co por el motivo consciente de desear un cambio, hay dentro de él fuerzas inconscientes que se oponen al cambio y defienden la neurosis y el sta- tu quo. Estas fuerzas se oponen a los procedimientos y procesos de tra- tamiento y se denominan resistencias. Las resistencias proceden de las mismas fuerzas defensivas del Yo que forman parte del conflicto neu- rótico. En el curso del tratamiento el paciente repetirá todas las dife- rentes formas y variedades de las maniobras defensivas que empleó en su vida pasada. El análisis de las resistencias es una de las piedras an- gulares de la técnica psicoanalítica. Como la resistencia es una mani- festación de la función defensiva y desfiguradora del Yo, es la resisten- cia lo primero que trata de analizar la técnica psicoanalítica. Sólo pue- de ser efectivo el insight si el paciente puede tener y mantener un Yo razonable. Las resistencias interfieren con el Yo razonable y han de ser analizadas antes de que pueda hacerse ninguna otra buena labor analítica. Por ejemplo, un joven parece poco dispuesto a decirme nada negativo de su esposa. Siempre que le halla una falta se apresura a excusarla o a justificar sus defectos. Cuando le señalo esta actitud defensiva empieza por negarla y des- pués reconoce lloroso que tengo razón. Confiesa que trata de ocultar las defi- ciencias de su esposa porque está seguro de que yo esperaría que se divorciase si supiera "verdaderamente" cuán imperfecta es ella. Prosiguiendo yo con la cuestión del divorcio recuerda el paciente que en la infancia su padre amenaza- " Actuación y el verbo actuar traducen a lo largo del texto el tecnicismo acting 02.d [T.]. 42 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 43 ba a menudo con divorciarse de su madre si la encontraba en alguna falta. Era, pues, evidente que la vacilación del paciente indicaba que temía que yo obrara como su padre. Y quería proteger a su esposa de mí como había querido prote- ger a su madre de su padre. Sólo después de haber reconocido el paciente esta fuente de resistencia pudo comprender que era él, y no yo, quien había tenido tan fuerte y "paterno" resentimiento contra su esposa. Costó mucho más análisis hacerle llegar a com- prender que si bien quería defender a su madre de su padre, él mismo tenía mucho resentimiento contra ella. Inconscientemente deseaba que yo le instara a divorciarse de su esposa, como otrora había deseado que su padre lo hiciera de su madre. En este ejemplo clínico fue necesario analizar cada aspecto de la re- sistencia paso a paso para permitir que el paciente viera bien la reali- dad de la situación. Primeramente, tenía que reconocer que temía que yo le hiciera divorciarse y por eso me ocultaba cosas acerca de ella. Des- pués tenía que comprender que me había confundido con su padre y a su esposa con su madre. Finalmente, el paciente pudo descubrir que por debajo de sus sentimientos de protección para con su madre había también una gran hostilidad. Cada paso dado en el análisis de las re- sistencias implica que el Yo razonable del paciente tenga la posibilidad de enfrentarse a algún aspecto irracional y deforme de su propia actividad. Este ejemplo clínico nos lleva a otro concepto básico de la teoría de la técnica psicoanalítica. Los pacientes neuróticos son propensos a las reacciones trasferenciales. Es la trasferencia una de las más valiosas fuentes de material para el análisis y una de las más importantes motivaciones, así como el mayor obstáculo para el éxito. La frustración instintual del neurótico tiende a hacerle buscar inconscientemente objetos hacia los cuales desplaza sus impulsos agresivos y libidinales. El paciente tiende a repetir su pasado, en términos de relaciones humanas, para obtener satisfacciones que no tuvo o para dominar tardíamente alguna ansiedad o algún sentimiento de culpa. La trasferencia es volver a vivir el pasa- do y no
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