Logo Studenta

Antropología del Dolor

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Antropología del Dolor
A lo largo de la evolución humana, la conceptualización del dolor y su tratamiento se han centrado en una visión biomédica, entendiéndolo como un mecanismo de defensa que activaría una señal de alarma que avisa y protege del daño a nuestro organismo. Desde esta manera el concepto al hablar de un fenómeno doloroso, se consideraba también la intensidad de éste, que es directamente proporcional al daño sufrido o el tipo de patología o malestar presente en el ser humano. Además, el dolor no es solo un mecanismo corporal, sino también es un conjunto de experiencias tipo sensoriales, emocionales y psicológicas. 
La intervención médica va a ser, sin duda, el pilar central de la intervención en estos pacientes, ya que se encarga de la evaluación, diagnóstico y tratamiento de las lesiones que están detrás del dolor. Pero además de sanar la lesión, los médicos también van a intervenir para ayudar a aliviar el dolor del individuo. Este tipo de tratamientos cobra aún más importancia en los casos de dolor crónico, en los que la lesión puede no relacionarse de forma directa con el nivel del dolor referido por el sujeto. Sin embargo, hay personas que padecen patologías neurológicas, como, por ejemplo, en el caso de una neuropatía hereditaria que lleva a quien la padece a tener una insensibilidad congénita, y que no sentirían ese dolor, por lo que estarían pasando por alto, sin una posible alarma o alerta para preservar el organismo humano en la existencia de esta. 
También en algunas culturas se comprende el dolor de una manera no común, como la conocemos actualmente, por ejemplos los egipcios, consideraban que las enfermedades y el dolor eran causadas por algún espíritu nocivo, que se introducía en el cuerpo mediante diferentes vías y se podía expulsar por la orina, el estornudo o el sudor. En la India se asume al dolor como fruto de las frustraciones y la única manera de eliminarlo es mediante el rechazo de los deseos. 
En cuanto a su representación, tenemos que en las religiones más que todo la religión cristiana tiene una relatividad del dolor y el sufrimiento derivada con actos que Jesús hizo por nosotros, como el ser crucificado, como acto de amor y perdón hacia los pecadores, por lo que las personas pueden llegar a creer que, de alguna manera y como buen cristiano, están obligados a sufrir como sufrió Jesucristo. Por ejemplo, si una persona comete un pecado, este tiende a pedirle misericordia al señor cumpliendo cualquier penitencia que requiera, con tal de tener el perdón de Jesús.
Añadiendo un punto importante al referirnos del dolor, es que en ciertas personas este no se presenta con un fin de sufrimiento, sino de placer. Por lo que aquí entran términos como el sadismo que es cuando nos referimos a las personas que experimentan sensaciones placenteras al causar daño tanto físico como mental a otro ser viviente. Por ejemplo, en el ámbito sexual, estas personas sienten una excitación y placer sexual al causar dolor a una persona al realizar torturas o actos sádicos. 
Por lo que podemos decir que, el dolor se convierte en algo absoluto e independiente cuando no somos capaces de encontrarle un sentido, es entonces cuando comenzamos a hablar de sufrimiento. Así, el sufrimiento va más allá del dolor en tanto que afectación física, pues implica también las dimensiones psicológica, social y espiritual de la persona. Por ejemplo, Imaginemos a un hombre que está fuertemente atado sobre una mesa en una sala de operaciones, y que también se encentra bajo el efecto de los narcóticos. Se le han realizado un procedimiento a nivel cerebral, y finalizando la cirugía el paciente se le aplican hilos en la cubierta craneal, que llevan unas cargas exactamente dosificadas a determinados centros nerviosos dando por finalizado el procedimiento quirúrgico, de modo que este hombre se encuentra continuamente en un estado de euforia; su rostro refleja gran bienestar. Refiriéndonos con un fin, de que lo irracional que sería absolutizar las vivencias, entendiendo que la felicidad consiste en la ausencia de dolor o de sufrimiento, pues a veces resulta claro que buscamos evitar el dolor, el sufrimiento y la muerte por todos los medios posibles.

Continuar navegando