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• ªªº 1. INTERACCION SOCIAL Y MEDIO AMBIENTE El entorno, físico y social, es parte del cop.texto situacional donde tiene lugar la conducta humapa. Las relaciones humanas se ven afectadas por el espacio físico donde se desarrollan las interaccio nes. Los conceptos espacio y lugar han ocupado una posición central en la Psicología Ambiental, según apunta Moser (2002), además de la reciente consideración del espacio como variable importan te en los estudios de interacción social (Patterson, 1968). Entre las razones que éste apunta para la falta de atención en el pasado de las variables es paciales en los estudios de interacción social, esta ría la poca relevancia de las mismas en el efecto sobre las ·tareas o las variables subjetivas. La dimen sión espacial nos lleva a tratar la relación del entor no centrado en las personas y las comunidades por dentro, desde el nivel más cercano, conocido como espacio privado, hasta el nivel más lejano o entorno global. En este capítulo vamos a analizar la conducta espacial, haciendo hincapié en el espacio personal y en la ecología del pequeño grupo. El espacio per sonal se refiere al área situada alrededor del cuerpo humano donde no se puede entrar sin causar ma lestar. Asimismo, se examinará la ecología del pe queño grupo, centrada en la relación que éste man tiene con su entorno. Se analizará su estructura y © Ediciones Pirámide � ers·ona 1a e e ueno o JUAN MAR1ÍNEZ-TO RVISCO el grado de influencia en los procesos de interac ción, mediante la comunicación o la distancia entre las personas y la interdependencia que se produce entre ellas. Los dos primeros apartados del capítu lo se centran en la conducta espacial y en los pro cesos de interacción. En el tercer apartado se ana liza el entorno físico de los pequeños grupos, teniendo en cuenta la disposición de los objetos y las personas. Por último, el cuarto apartado se cen tra en los procesos comunicacionales, su estructura y realización, así como en los efectos de las claves verbales y no verbales en el desarrollo del grupo y su entorno. 1.1. Psicología Ecológica Si hay que buscar un referente para la aparición de la Psicología Ecológica, éste es sin duda Kurt Lewin, quien influyó con su <<teoría de campo>> en todos los científicos sociales posteriores. Desde su famosa ecuación <<la conducta es una función de la interacción persona y entorno, C = f (P x E), mu chos de sus seguidores han desarrollado esta cues tión, donde se ha hecho hincapié en la <<situación>> donde la conducta tiene lugar. Este es el origen de la <<psicología ecológica>> . En opinión de Lenelis Kruse (1988), la psico logía ecológica no emerge como un componente del <<movimiento ecologista>>; su aparición se debe a la ¡ í • 1 Í • ¡ 100 / idea de psicología · en analogía con la biología de Barker. Poden1-os decir que entre los pri111eros trabajos que se ocupan del e.studio de las relaciones ser humano-medioambiente se encuentran los rea lizados en 1947 por los psicólogos Rogert G. Bar ker y Herbert F. Wright, quienes fundan el instituto de investigación Mifh,est Psychological Field Sta rion, en Oskal� Kansas, una pequeña población de 715 habitantes donde se encontraban 100 niños, dependiente de la Universidad de Kansas, con la finalidad de descubrir y describir las condiciones de vida cotidianas y la conducta atendiendo tam bién a sus relaciones con el entorno in situ (Barker, 1987). Se trataba de conocer cómo las personas se veían afectadas por las condiciones ambientales reales El motivo que impulsó a la creación de este laboratorio o estación, según palabras del propio Barker, era el descontento producido por los resul tados entre los años 1930 y 1940, donde el paradig ma dominante era la metodología consolidada de laboratorio y la psicometría, dejando de lado el análisis observacional <<in situ>>. A la vez se creaba otra estación de observación en Inglater1 a, en don de se elegía un lugar de las mismas características para el citado objetivo. Estaba situada al norte del condado de York, en una pequeña aldea llamada Leybum, y serviría para hacer comparaciones con la población de Oskaloosa. Wicker ( 1979) en su libro An introduction to ecological psychology, describe las características del instituto de investigación fundado por Barker y Wright: un edificio con muebles antiguos y altas Paf1 ,. 00 . es. bóvtXla negra y fachada de color rojo. Poco � parecerse este lugar a un laboratorio. Pero lo más relevante fue que estos científicos dieron plena validez a las investigaciones que re41Jizaban en la Estación Psicológica. Tuvo ésta una duración de veinticinco años, y en este tiempo Barker y Wright registraron la conducta de personas corrientes, tanto en su entorno ��_,.� como en el laboratorio. De este nabajo se publicaron varios libros y artículos donde se recogían la mayoría de los logros alcanzados en el estudio de las relaciones entre los seres humanos Y su entorno (Barker, 1960, 1965, 1969; Barker y Wright, 1949, 1951, 1955; Wright, 1956, 1960). Según Barker ( J 978), originalmente el interés se centraba e11 el estudio y desarrollo, desde un punto de vista eco-psicológico, del tipo de <<hábi tats» en que vivían y crecían los niños. El origen de este enfoque se encuentra en la imposibilidad de estudiar la interrelación ser humano-medio ambien te desde ópticas exclusivamente sectoriales, que no tratan, ni pueden lograr, una explicación adecuada de la multiplicidad de factores empleados para dar cuenta de la variabilidad ambiental. Entre otros en foques parciales se encuentran los modelos conduc tistas y los modelos cognitivos-perceptivos. Los primeros estudian el ambiente como ca_jas unidas por flechas donde actúan los estímulos. Es decir, se trataría de analizar las relaciones funcionales entre el ambiente y la conducta. En el segundo caso, para los modelos cognitivo-perceptivos, las conductas son explicadas en virtud de la percepción del am biente y la interpretación que hagamos de esa per cepción. La dificultad de los modelos conductistas radica en la falta de conexión de los estímulos y lo artificial del proceso, mientras que los modelos cognitivo-perceptivos no tienen en cuenta los agen tes externos o circunstancias ambientales. Tanto Barker como Wright fueron alumnos de Kurt Lewin, de tal suerte que ambos recibieron la transmisión del enfoque sistémico que caracterizó la obra de este autor. Como se apuntó anteriormen te, para Lewin, tanto el entorno físico con10 el social tenían una importancia capital en la conduc ta, presentando a un individuo vinculado a un cam po de fuerzas. Basándose en las observaciones rea lizadas en la Estación Psicológica, Barker y Wright definieron un nuevo campo de trabajo en Psicolo gía al que llamaron Psicología Ecológica. Este campo tenía como principal objetivo el estudio de la influencia en las personas del ambiente físico donde se desarrollaba la actividad diaria. Este e11- foque se presenta como una alternativa a los par,1- digmas dominantes, que predecían la conducta en virtud bien de las diferencias individuales hallad,1s mediante exámenes psicológicos, bier1 n1e<li,tnte modelos que no tenían en cuenta las Cl)ndiciones ambientales. La Psicología Ecológica con10 e11t·oqt1e alce 1 11a tivo defiende la metodología ctialitativ,t erl tin °10- • mento donde la corriente imperante es cuantitativa. En su visión del estudio de la conducta se incluye el conocimiento de las características de la situa ción en la que ésta tendrá lugar. Esta información debe ser recabada en el 1narco donde se desarrolla la conducta diariamente, y no en situaciones ficti cias o de laboratorio. Escenarios o marcos de conducta K-21 (behavior settings) Según Barker (1968), la unidad básica de aná lisis de la Psicología Ecológica es el marco, situa ción o escenario de conducta K-21 (K-21 behavior settings), que ha sido definidacomo <<la parte esta ble del medio ambiente físico y social de la comu nidad que incluye un patrón constante de compor tamiento humano>> (Wright, 1956). Antes de pasar a desarrollar este concepto, es conveniente una breve explicación de las dos posi 'bles traducciones de behavior setting por <<marco de conducta>> o <<escenario de conducta>> . En el pri mer caso, <<marco de conducta>> se entiende como un concepto más a1nplio, ya que no distingue entre actores y observadores, coherentemente con la idea de Roger Barker, quien defiende que cualquier per sona, esté donde esté, participa y/o se ve influida por la acción; sin embargo, el <<escenario de con ducta>> conllevaría una visión parcial de la acción. Esta acepción del térmi.no behavior setting compor taría dos categorías de sujetos, los actuantes en el escenario y los observadores, que estarían fuera de escena. Dicho esto, y en aras de una mejor com prensión del término, se utilizará a partir de ahora la acepción más comúnmente utilizada, es decir, <<escenario de conducta>> . Un escenario de conducta es un lugar en el es pacio y en el tiempo dotado de una estructura que interrelaciona propiedades físicas, sociales y cul turales, y que elicita formas comunes y regulares de .conducta (lttelson, Proshansky, Rivlin y Winkel, 1974). En un primer momento, el objetivo de Barker era determinar la relación entre lo que llamó pautas extraíndividuales de conductas (extraindividual pattern of beha.vior ), es decir� la conducta que las C Ediciones Pirámide • Espacio personal y ecologfa del pequeño grupo I 101 personas desarrollan en un escenario de conducta y las propiedades estructurales del entorno o situa ción. Sin embargo, Barker en 1987 realiza una de finición más explícita: <<Los escenarios de conducta son fenómenos eco-conductuales lnoridos; son patrones limitados de actividades humanas y no humanas controlados por sistemas de fuerzas que mantienen sus activi dades en equilibrio semiestable. Las partes y los procesos de los escenarios de conducta tienen un alto grado de interdependencia interna, en conse cuencia de lo cual son unidades discretas, siendo entidades dentro del ambiente ecológico>> (Barker, 1987: p. 1.420). Desde una óptica interpretativa, los escenarios de conducta serían las unidades básicas del tejido de las sociedades, con identidad propia e indivisi ble. En su acción se construye, en gran medida, la dotación psicológica de los individuos. Están for mados por la reunión de entidades ambientales, en tidades sociales y objetos, relacionados dentro de un sistema. Se convierten en unidades discretas, parecidas a un <<genoma>> eco-conductual, donde los patrones permanentes de actividad humana y no humana se relacionan de modo dinámico. Georgiou, Carspecken y Willems (1996) defmen los escena rios de conducta como un sistema social a pequeña escala localizado dentro de límites espacio-tempo rales. Las diversas partes que componen el escena rio de conducta interactúan de manera sincronizada para llevar a cabo una secuencia ordenada de suce sos. Estos escenarios presentan dos conjuntos de elementos: los patrones de conducta (sentarse, can tar, recitar o discutir) y los objetos físicos (la silla, la casa, la mesa, etc.) que la conducta emplea. Estos segundos se sitúan en un espacio determinado, y las interrelaciones se llevan a cabo en un tiempo espe cífico. Sin embargo, hay que decir que Barker ( 1968) no define en sí mismo el concepto de escenarios de conducta, sino que se limita a describir su compo- . . , s1c1on, esto es: 1. Como conjunto organizado de patrones es tables de conductas. ■ 1 02 / Psicología ambiental 2. Que tienen lugar o se desarrollan en una parte concreta del ambien�e. ,, . 3. Dentro de una gama amplia de rasgos f1s1- cos, espaciales y temporales. U11a de las cuestiones a destacar de los marcos de conducta es el concepto de sinomorfia. Se refie re a la similitud de fom1a entre el medio físico y _ la pauta fija de conducta (Gump y Ross, 1977). Exis te una relación sinomórfica entre los patrones de conducta y los elementos no conductuales u obje tos. Se ha constatado que los escenarios de conduc ta son estables, extraindividuales y con poder coer citivo para las conductas que tienen lugar dentro de ellos (Barker, 1968). El nexo de unión entre lo que sería la estructura ambiental y la conducta sería la relación sinomórfica que existe entre ambas, es de cir, lo que ajustaría las conductas a las característi cas del entorno. Para Barker (1968), un escenario de conducta está compuesto por una o más pautas fijas de con ducta. Una pauta estable de conducta es una entidad discreta de conducta con coordenadas espacio-tem porales unívocas; sin embargo, no es una c�act� rística que posean los individuos concretos 1mpl1- cados. Es un fenómeno de conducta extra-individual y posee características que persisten incluso cuando los participantes cambian. El escenario de conduc ta se compone de conducta y ambiente. Las pautas . / de conducta de un marco de comportanuento estan unidas a una particular constelación de fenómenos no conductuales. Las partes de una ciudad construi das por el ser humano ( edificios, calles, parques, etcétera) y los elementos naturales (colinas, lago_s, óos, etc.) forman el entorno o soma de un escenano de conducta. Asimismo, en un escenario de conducta: 1. Hay elementos relacionales de la conducta y el medio ambiente (a esta relación se la llama sinomorfia). 2. El ambiente es circundante a la conducta y sinomórfico a la misma. 3. Las sinomorfias tienen un grado específi co de interdependencia y tienen un mayor grado de interdependencia entre ellas mis-• mas que con las partes de otros escenarios de conducta. 2. CONDUCTA ESPACIAL O PROXÉMICA En el estudio de la conducta espacial y el espa cio psicológico y social se han utilizado dos líneas de investigación. Por un lado, la proxémica, intro ducida por el antropólogo Edward T. Hall en 1966 en su libro La dimensión oculta (The hidden dimen sion ), y vinculada a la antropología, con una me todología de análisis observacional. Por otro, la es cuela de pensamiento llamada del Espacio personal, iniciada por Robert Sommer en 196�, que emp�ea una metodología experimental, mediante estudios controlados de campo y laboratorio. Según Bonnes y Secchiaroli (1995), la investi gación de la <<conducta espacial>> ha revelado que el concepto «espacio» no sólo es el antecedente_ �e la <<conducta ambiental>> , sino que es la expres1on de los usos que la gente hace del espacio. Por tanto, más que centrarse en respuestas asociadas a una determinada configuración espacial, el interés está en analizar las complejas funciones que la <<conduc ta espacial>> puede mostrar en la interacción perso na y ambiente. El concepto <<proxémica>> fue acuñado por Hall para denominar un modelo de antropología del �spa cio. Este modelo reúne un conjunto de observaciones y presupuestos teóricos sobre el uso, culturalm�nte especializ·ado, que el ser humano hace del espacio, y cómo responden las personas haciendo uso de la dis tancia entre ellas y otras. Para Freedman (1975), la proxémica se refiere al estudio del espacio personal. La cantidad de espacio disponible y la distancia entre las personas es un elemento importante en el • conocimiento del entorno. Tiene efectos sustancia- les en el comportamiento de las personas y también indica, en alguna medida, cómo se sienten al utilizru· el espacio y entrar en interacción con otros sujetos. La idea fundamental de Hall es que los distintos criterios que definen las relaciones entre distancia y situación social no son universales, sino que po drían variar en función de la ct1ltura. © Ediciones Pirámide f Según Romru'lá ( 1 994), a la hora de t1t i l izar el espacio lo estructut·runos e11 tt�s niveles. El pritnero, o infrac1,lrural, se refiere a aquel los niveles deco1n. portat11iento espaci al cuya organi zacil1n desc,ltlsa so bre una base bi1ológica filogenética. La base es, por tanto� el pa�do biológico del ser l1urnano. La segun da din1ensión� o /Jn>culturol, se centra en aquellos comportamientos arraigados sobre bases sensoriales y fisiológicas .. tiene una base común a todos los seres hun1ano · y e ·refiere al presente. Los aspectos cultu rales dotan de significado específico. Por último, la din,ensión m.icrocultural se refiere al nivel d·irecta mente observable de la proxémica o espacio personal. Heinemann ( 1 980) destaca tres niveles de aná l i i s para 1os fenómenos espaciales : a) Análisi s de l as condic iones espaciales, in mutables del entorno, o espacio de carac teres fijos. Por ejemplo, el análisis de las panes de una vivienda atendiendo a su fun ción (cocina, baño, dormitorio, salón) o de una escuela (au las, comedor, patio .. sala de profesores . . . ) o de cualquier edificio, o en mayor escala la organización espacial de una ciudad. Otra característica se refiere a que puede no ser estrictamente visible pero funcionar con10 si lo fueran (por ejemplo, l fr1eas divisorias imaginarias en la sala de estar y el comedor en muchas viviendas occidentales ). h) Anál is is de la di·sposición de los objetos móvi les o espacio de cardcteres semifijos ft)rrnado por el mobi l iario y su distribución Ct.)n destacada influencia en e l comporta n1iento y las pautas de i nteracción. Osmond ( 1 957) destacó dos tipos de estructuras de carácter no fijo: sl>t'iófuga,. o estructura que no t·ac i l ita las interacciones sociales. y so c.iópata, que t'ac i lita el i ntercambio social . <�) Por último, de cacar el anális is de la distan cia interpersonaJ de los comunicantes entre sí o e .. pacio int --or·rnaJ que sm'e como me cani�n10 regulador no �onsciente de las dis� tancias en virtud deJ objetivo a que � des ·tirut. Esta distancia � di,, ide en cuatro grados que veremos más adelanle. Espacio personal y ecologf a del pequeño grupo I 1 03 2.1 . El espacio personal El espacio personal puede ser definido como e l área que mantienen los individuos alrededor de sí misrnos en la cual los otros no pueden inmiscuirse sin despertar molestias. Sommer ( 1 974) lo define como <<e l área dotada de unas fronteras invisibles, que circunda el cuerpo de la persona y en la que los intrusos no deben penetrar>> . WaJmsley y Lewis ( 1 993) dotan al espacio personal de signi ficado tra tándolo como sistema de co1nunicación. Morval (20()9) l lama espacio personal o <<Zona tampón>> ( bo dy-buffe r zone) a aquélla en la que tenemos control de e l la y tenemos e l poder de pennitir, o no, que otros tengan acceso a e lla. En general, n11estra e lección dependerá de nuestra situación y de la naturaleza de las personas con quien interactuamos: por ejemplo, esperamos que los extraños se queden más lejos de nosotros, que mantengan al menos una distanci a con siderable en relación a nosotros. Normalmente, po nemos en marcha el mecanismo de protección natu ral, o hasta un re·flejo de cariz host i l, cuando hay extraños que penetran en nuestro espacio personal. Asimismo� Hal l ( 1959) consideraba e l espacio personal como una forrna de comun icación no ver bal . El espacio regu la la distancia en la interacción (proxemia), el territorio propio (conducta terri torial) y la experiencia, posi tiva o negativa, del hacina miento (Firestone, l 977; Hayduk, 1 978 ; Patterson, 1 978; Sundstrom y Sundstrom, 1 978) . Además de otros factores, el espacio personal está en función del contexto cultural que infl uye en los individuos. También se ha reconocido la importancia de otras variables: estatus soc ioeconómico ( Patterson, 1 ?74), caracte_rí�t icas de la personal idad -por eJemplo: .�gres1v1�ad- (Linde, 1 974 ), o género y caractensttcas del invasor (Storms y Thomas, 1 977) .. A menudo se uti l izan diferentes analogías para descri,bir el espacio personal . Entre el l as está la de la burbuja, según la cual el espacio personal se describiría como una burbuja de espac io alre<ledor de una persona, s i bien esta comparación no es n1uy adecu� ya que cuando ';C pre�i<.)11a una burbu_ja contra otra �u superficie� �e repelen n1utuamente, mientra.\ que en el espat: io �r�onal el r�pel ido es el cuer¡x> del otro, y nt) la t·rl>ntera del t�pacio per- 1 04 / Psicología ambiental sonal del otro (Musitu et al., 1 987). Otra analogía alternativa utilizada habitualmente es la del ca,npo eléctrico. Dichos campos son tridi1nensionales, su fuerza decrece con la distancia y su signo puede producir tanto atracción entre los cuerpos como repulsión. Incluso esta analogía deja sin explicar la posibilidad de que las distancias puedan ser tanto inconfortablemente an1plias como inconfortable n1ente pequefias (Altman, 1 975; Sundstrom y Alt man, 1 974). Recientemente ha aparecido otra modalidad de espacio personal, conocida como el <<espacio neu ropsicológi·CO>>, que describe el entorno en términos de tipos de proximidad al cuerpo. Según Elias y Saucier (2006) existen tres tipos de espacio: a) el «extrapersonal>>, en el que el mismo está fuera del alcance del individuo; b) el <<peripersonal>>, que es taría dentro del alcance de cualquier miembro del individuo, por ejemplo estar al alcance de la mano, y e) el espacio <<pericutáneo>>, el cual describiría el espacio exactamente fuera de nuestro cuerpo pu diendo estar cerca para tocarlo. Los campos percep tivos táctil y visual se solapan al analizar este espa cio, de modo que un individuo podría ver una pluma sin tocarle, y sin embargo sentirla como si le hubie ·ra tocado. Asimismo, desde este campo de la neuropsi cología acaba de descubrirse un dato fundamental a la hora de entender el espacio personal. Un estu dio realizado por Kennedy, Glascher, Tyszka y Adolphs (2009) en el Instituto Tecnológico de Ca lif omia muestra la relación entre la amígdala del cerebro y el manten.imiento de la distancia personal. Se conocía el papel que juega la amígdala en la co.gnición social y en las emociones, pero se des conocía lo relacionado con el espacio personal. Se encontró que una persona •Con lesiones de amígdala com.pleta carecía de sentido de la noción de <<espa cio personal». Además, los individuos sanos mos traban a.ctivación de la amígdala que regulaba la proxi.midad personal . El experimento muestra que aquellas personas .que tiene este órgano con alguna disfunción no ·tienen conciencia de su espacio per sona] y de su posible invasión por otros. Una ver ·sión electrónica de este estudio ha sido recog·ida en ·el Scien.ceDaily (2009). 2.2. Distancias interpersonales (tipología de los espacios personales) Kirnble ( 1 990) apunta que no tiene sentido ha blar del espacio personal si se está solo; por tanto se refiere al espacio que existe siempre que esté implicada otra persona, y a este espacio lo llamare mos espacio interpersonal (Patterson, 1 976). La distancia personal no es un espacio estable, sino que varía considerablemente dependiendo· de varios factores incluida la relación entre las perso nas y sus características personales. Cuanto más amigas sean dos personas más próximas tienden a pennanecer. En un salón repleto de personas, los amigos, los matrimonios, los novios, la familia y los niños tienden a estar mucho más próximos entre sí que los extraños y conocidos. Además, una per sona normalmente permanece más próxima a al guien que le gusta que a alguien que le desagrada, aun conociendo a ambas de igual modo. Hall destacó que las personas de diferentes cul turas necesitan diferentes cantidades de espacio (Hall, 1 966; Sussman y Rosenfeld, 1 982). Las per sonas del norte de Europa, incluidos los británicos, prefieren espacios más amplios para sus interaccio nes y se sienten más incómodas que los norteame ricanos cuando no tienen el espacio que necesitan. Por su parte, las culturasárabe y europea-mediterrá nea necesitan menos espacio en sus contactos y es frecuente ver personas tocándose sin molestarse por ello. Las personas normalmente no son conscientes de que las exigencias del propio espacio personal pueden diferir de las de los otros, así que se pueden producir malentendidos cuando interactúan dos in dividuos de diferentes culturas. Cada uno de ellos puede confundirse o molestarse cuando el otro no mantiene la distancia <<adecuada>>. Muchas investi gaciones indican que las preferencias de espacio de las personas no varían sólo entre diferentes grupos culturales, sino también entre muchos otros grupos. Hall distingue cuatro distancias espaciales que permiten regular las diversas interacciones socia les: la distancia íntima cubre un espacio próxirno� que va de O a 1 5 cm., y otro más alej,1do de 1 5 a 45 cm. En esta distancia son característicos los © Edic io11�s Piru.nu<le • 1 estímulos visuales, auditivos, olfativos, táctiles e incluso .de tempe.ratura que provienen del otro. Esta proximidad no se considera conveniente en públi co. Cuando estamos a esta distancia en ciertas si tuaciones (por ejemplo: vagón de metro l leno, auto bús, etc.) , reaccionamos mostrando un semblan te inexpresivo, el cuerpo rígido, l a mirada en otra di rección y evitando rozarnos con l os otros. La di�s tancia pers·onal tiene un espacio próximo de 45 a 75 cm. y un espacio más alejado de 75 cm. a 1 ,25 metros. Esta zona se considera zona de protecció·n entre uno y l os demás. Los individuos realizan unas comunicaciones más fluidas, ya que pueden. tocar se tendiendo el brazo; también son perceptibles algunos olores y los detal les vi suales y los sonidos son numerosos. Esta es l a distanci a que uti l i zamos habitualmente para los contactos normales. La dis tancia social tiene un espacio próxi mo que va de 1 ,25 a 2 metros y un espacio alejado de 2 a 3,5 metros. En esta di stancia todavía es posible l a co municación .. Un ejemplo lo tenemos en dos com pañeros que trabajan en un m ismo despacho en mesas distintas. Esta distancia no permite tocarse, aunque las expresiones del rostro son claramente visibles y se pueden mantener conversaciones en tono ·normal. Asimismo, esta di stancia se uti l iza para los contactos profesionales, dado que es nece sario el contacto social en una distancia que no i·mplique intimidad. Por ú l ti mo, se encuentra la dis tancia pública, con un espacio próximo d.e 3,5 a 7,25 metros y un espacio alejado de más de 7,25 me tros. Se trata de una distancia formal la que se da, por ejemplo, entre un conferenciante y la audie11- cia. El alejamiento obliga a adoptar un tono de voz más articulado y más formal , y del mismo modo se pueden percibir las posturas y las expresiones de los hablantes. 2.3. Funciones del espacio personal El espacio personal se puede entender como un mecanismo de regu lación de los límites interperso nales y de mantenimiento del nivel de respuestas a la i nvasi . ón de nuestro espacio. Desde este enfoque, el espacio personal cumpliría dos funciones prima- © Ediciones Pirámjde Espacio personal y ecología del pequeño grupo I 1 05 rias: de autoprotección (Bell , Greene, Fisher y Baum, 1 996; Dosey y Meisels, 1 969; Rolaban, 1 982; Horowitz, Duff y Stratton, 1 964; McAndrew, 1 993 ; Saks y Krupat, 1 988; Vei tcb y Arkkel in, 1 995) y de comi,nicación y regulación de la intimi dad (Aiel lo y Thompson, 1 980; Bell et al. , 1 996; McA·ndrew, 1 993; Vei tch y Arkkelin, 1 995) . La función de autoprotección actúa como un amort.i guador contra las amenazas físicas y .emocionales que provienen de otras personas, y también actúa contra posibles encuentros sociales física y psíqui camente incómodos, mediante la regulación y el control de la cantidad y tipo de estimulación sen sorial . El espacio personal se ha desarrol l ado para dominar las agresiones y reducir el estrés. Con un / . mayor espacio personal , las personas estan meJor preparadas pa:ra alejarse y evitar el peligro fís ico o para reducir el impacto de l a amenaza emocional . Algunos investigadores han denominado al espacio personal como una <<zona amortiguadora o de pro tección del cuerpo>>. El tamaño, la for1na y el nivel de penetración de esta zona dependen probable mente de acontecimientos interpersonales i nmedia tos, de estados del yo, así como de los antecedentes psicológicos y culturales del individuo (Horowitz, Duff y Stratton, 1 964) . Otra función es la de comunicación y regi,lación de la intiniidad. En el primer caso, se trata de trans mitir información acerca de la relació.n entre los actuantes y el tipo de interacción al. compartir con las otras personas datos de la di stancia que ha sido escogida. Hal l ( 1 966) señala que la util ización del espacio es el medio a través del cual tiene l ugar l a comunicación. Por esa 1n isma línea se han decan tado Pedersen y Shears ( .1 973), quienes han descri to, desde la perspectiva si stémica, un n1odelo para analizar la conducta espacial como vía para la co municación de actitudes, sentimie11tos y hechos que tie11en luga1· enti·e los inte1·vinientes. En el segundo caso, el espacio personal 1·egu la l a cantidad de inti ·midad qt1e existe enu·e dos pe1·sonas. Por definición , dos pe1�s011as que interactúan tratan de ajustar su espacio, y su i mplicación e·n l a situación dete1mina e ] nivel de intin1idad (McAndrew, .1 993). Además de es·tas dos funciones primarias, Ho lahan ( 1 982) resalta una tercera función y es la 1 06 / Psicología ambiental atracción interpersona,l* Se ha constatado que el espacio personal regula las muestras de atracción interpersonal. La amistad, la atracción física, la aversión hacia las personas, la afinidad entre ellas, sus características físicas y el tipo de influencia que ejercen, son factores determinantes de la distancia interpersonal. 2.4. Perspectivas teóricas y medidas del espacio personal Perspectivas teóricas De las cuatro teorías discutidas por Hayduk (1 978) sobre el espacio personal, sólo la Teoría del equilibrio (Argyle y Dean, 1 965) se mantiene cons tante respecto a su forma original. La Teoría de la sobreestimulación defiende que los individuos mantienen la distancia con respecto a otros con el fin de evitar el exceso de estimulación que se pue de producir en la interacción. Esta teoría ha sido absorbida dentro de la perspectiva teórica actual mente dominante llamada Teoría de la atribución. Por su parte, la Teoría del aprendizaje social fue totalmente revisada durante su transformación en la Teoría de las expectativas. Por último, la Teoría de la protección (Dosey y Meisels, 1 969) no se ha desarrollado, probablemente por contener sólo una proposición. Además, la mayor parte de la investi gación cultural desarrollada ha empleado el <<mo delo comunicacional>> como explicación concep tual. En este modelo, la distancia interpersonal es considerada como información y determinante de la calidad y cantidad de la información intercam biada. Teoría de la atribución La suposición básica que subyace en este enf o que es que al alterar el espacio personal se crea un estímulo no específico (Middlemist, Knowdes y Matter, 1 976) que, si es lo suficientemente fuerte, está cognitivamente etiquetado para determinar en su momento respuestas específicas de comporta miento. Por tanto, se supone que los espacios próxi- mos intensifican las •evaluaciones existentes en vez de aumentarlas o reducirlas sistem.áticamente .. Ade- 1nás, Patterson ( 1976, 1 977., 1 978) conclu ó, que i la desig11ación (etiqueta) es positiva, tiene como resultado reacciones recíprocas (por ejemplo, acre centar la posibilidad de la relación que induce a una aproximación inicial), y si la designación es nega tiva da como resultado reacciones compensatorias (por ejemplo, reducir la intimidad de la relación dejando de utilizar otros comportamientosno ver bales). La jus·tificación de ,esta división, compensa- . . ,,, . . tona-negativa y rec1proca-pos1t1va� parece ser con- sistente con los resultados existentes. Asimismo, Bechtel señala qu·e gran parte de los trabajos de invasión del espacio personal son explicados bajo la teoría de la atribución (Bechtel, 1 997). Algunas de las Ji11ritaciones conceptuales que se le señalan a la teoría son: a) sólo se consideran las designaciones (clasificaciones) evaluativas, aunque la potencia y la actividad sean dimensiones adicio nales subyacentes en la mayoría de los juicios hu. manos (Osgood, Suci y Tannenbaum, 1957); b) no se tienen en cuenta los estados emocionales de par tida; e) es fácil que ·1a teoría se estanque en círculos de feedback; un único cambio que sea considerable y positivamente evaluado se corresponde con im portantes cambios positivos, de manera que el ciclo está dispuesto para interminables repeticiones, y d) la teoría no especifica qué resultados son positivos en oposición a las evaluaciones negativas. Aunque se puede predecir que la compensación va a seguir a una evaluación negativa y que la reciprocidad va a seguir a una evaluación positiva, esto no nos in forma de cuándo tendrán lugar la compensación o la reciprocidad, ya que no se establecen presupues tos teóricos que permitan predecir las evaluaciones positivas o negativas. El sonreír, por ejemplo, pue de, aunque no siempre, ser positivamente evaluado (Patterson, 1 97 6). Teoría del equilibrio Aunque la mayor parte de las inves·tigaciones se realizan desde la teoría de la atribución, una consi derable cantidad de trabajos relacionados con el espacio personal continúa centrándose en la teoóa © Ediciones Pirán1ide • del equilib�io de Argyle y Dean ( 1 965). Estos auto res prop·us1eron que cualquiera de las distintas di m,ensio�es_ d�l _espacio _personal (contacto visual, d1s�a11c1a, 1nt1m1dad tópica, sonrisa) pueden ser in fluidas por _fuerzas de aproximación (afiliación contacto, re�erzo positivo) y de evitación (mied� de ser con,oc1do, de revelar estados interiores de percibir rechazo) . Por ejemplo, al estar demasiado cerca de otro se produce una reacción de ansiedad debi?a a la _posibilidad de un contacto físico po tencial, y el estar demasiado lejos hace difícil la conversación. Además, estas dimensiones diversas independientemente equilibradas, al sumarse deter� minan el grado de intimidad entre los individuos , . que estan interactuando. Al comienzo de cada inte- racción hay un período de inestabilidad no verbal ' durante el cual cada persona intenta establecer el eq�ilibrio. �na vez restablecido el equilibrio, cual quier cambio en una persona se corresponderá con conductas no verbales en la otra. Otra proposición formulada por Argyle y Dean se refiere a que el grado de intimidad en sí mismo puede mantenerse en un nivel apropiado (equili brio) por medio de cambios compensatorios . Por tanto, la intimidad se mantendría al adoptar una distancia menor a la determinada por las fuerzas de aproximación/evitación. Teoría de las expectativas Burgoon y Jones ( 1 977) desarrollaron la idea de la <<violación de las expectativas>> del espacio per sonal, lo que supone una actualización de las pri meras ideas referentes a la violación de la norma. Estos autores proponen que al considerar las nor mas situacionales y las características de los indi viduos que interactúan, surge una distancia de in teracción esperada. No obstante, puede que no se perciban las desviaciones de esta distancia esperada y que las desviaciones extremadamente grandes en cualquier dirección ( demasiado cerca o demasiado lejos) produzcan efectos negativos; los efectos de las desviaciones moderadas dependen del valor re compensante del otro .. Las desviaciones moderadas hacia un otro recompensante o l•ejos de un otro re chazante son evaluadas ambas positivamente. C Ediciones Pirámide Espacio personal y ecología del pequeño grupo / 1 ,07 Estrategias de estudio del espacio personal Bell et al. ( 1996) describen distintas estrategias empleadas para analizar los factores que afectan al espacio pers•onal, entre ellas: los métodos de labora torio, donde se someten a los sujetos a c•ondiciones experimentales que simulan la realidad; métodos de simulación, en los cuales se manipulan figuras y muñecos, y métodos de campo, que utilizan la ob servaci ón y la experimentación en un entorno natu ral, basándose en las diferencias individuales o en variables situacionales. En general, los investigado res sostienen que existe un gran consenso entre las distintas estrategias, aunque su nivel de convergencia es sólo moderado. Sin embargo, otros autores (Aie llo, 1987) sostienen que diferentes formas de medir el espacio personal no están 1nidiendo lo mismo. Los dos tipos de medida más utilizados en la mayor parte de las investigaciones relativas al espa cio personal son la observación y el registro• siste mático de la •distancia que hay entre dos personas que intervienen en la interacción social en el mun do real; las medidas proyectivas que requieren la manipulación de figuras en miniaturas, siluetas, mu ñecos o dibujos sobre papel ; y medidas en la vida real consistentes en detener la aproxi1nación de una persona (a menudo ·un e.xperimentador) en un pun to donde la persona comienza a sentirse incómodo. Este procedimiento se conoce como de <<aproxima ción-alto>>. 2.5. Factores que influy·en en el espacio personal Si las observaciones de Hall son ciertas, es po sible definir tres categorías de variables que influ yen en el uso que le damos a las distancias inter personales y a las reacciones que se derivan de la utilización de dichas distancias: a) -diferencias indi viduales en el uso del espacio personal; b) variables sociales y situacionales que afectan al tamaño del espacio pe.rsonal, y e) respuestas a la invasión del espacio personal (Veitch y Arkkelin, 1 995). Los hombres parecen necesitar más espacio que las mujeres (Gifford, 1 982; Wittig y Skolnick� 1 08 / Psíco/ogf a ambiental 1978). Por otra parte, no es de extrañar que a los hombres y a las mujeres les agrade permanecer y sentarse más cerca de miembros del mismo género que de género contrario. También se sabe que, a la hora de interactuar, las mujeres lo hacen a distan cias más próximas que los hombres. Sin embargo, hay que decir que se han obtenido resultados en ambas direcciones (Aiello, J_ 987). Hay razones para creer que el género de los otros es más importante que el propio; es decir, independi�ntemente del pro- . ,,, ,,, .,, . p10 género, se tendera a permanecer mas prox1mos a una mujer que hacia un hombre. La investigación sobre la intimidad destaca la importancia del género de la otra persona. Por un lado, las parejas de hombre-mujer mantienen dis- • ,,. 1 • ,,, ,,. • tanc1as mas cortas en una conversac1on 1nt1ma que cuando hablan de cosas irrelevantes (Scott, 1984). Por otro lado, los hombres que no se conocen se sitúan a mayor distancia cuando se tratan temas de sexo. También se ha observado que personas extra ñas se colocan a mayor distancia entre ellas cuando se les dice que van a ser grabadas en vídeo y des pués vistas por un grupo de expertos en conducta, que cuando se les asegura intimidad. Las personas de clase media necesitan más es pacio que las de clase trabajadora; los adultos ne cesitan más espacio que los niños (Aiello y Aiello, 1974). En una comparación entre reclusos violentos y no violentos, el psiquiatra Augusto Kinzel ( 1970) encontró que los reclusos con pasado violento ne cesitaban casi cuatro veces más de espacio personal que aquéllos con una historia no violenta. En el experimento que llevó a cabo en Springfield, los ocho sujetos de calificación violenta mostraron que el espacio que necesitaban era superior en la parte trasera que en la delantera, mientras que con los seis sujetos no violentos las zonas delanterasera supe rior a la trasera ( véase la figura 5 . 1 ) . Según Kimble ( 1990), uno de los aspectos que está presente en muchos estudios sobre el espacio personal es la familiaridad. No cabe duda que el grado en que se conocen dos personas es un buen predictor del espacio personal. Podemos observar cómo los padres sostienen a sus hijos en brazos, có mo dos enamorados se abrazan, cómo los amigos • Juegan y permanecen bastante próximos, y cómo No violento •¡ , Figura 5 . 1 .-Espacio personal utilizado por internos de prisión. todos ellos se alejan de los extraños. En los estudios de laboratorio se ha constatado que los sujetos se sienten incómodos cuando se les acerca un extraño. La afirmación de que los amigos requieren menos espacio que los extraños ha existido desde las pri meras discusiones sobre el espacio personal. Una explicación posible para los pequeños espacios en tre los amigos es que éstos perciben un mayor con trol de la situación y, por tanto, no necesitan utilizar el espacio como un control suplementario (Edney, Walker y Jordan, 1976). Otra explicación pudiera ser que la familiaridad supone una expectativa de cooperación previa, y son los efectos de la coope ración los que se reflejan en las diferencias de fa miliaridad. La edad parece ser otra variable que determina el tipo de espacio personal. Tanto los adultos como los niños están influidos por las diferencias de edad. Por ejemplo, las intrusiones de los niños dentro de los espacios de los adultos que permanecen de pie haciendo cola hace que los adultos se giren hacia ellos, les hablen y sonrían cuando su edad oscila alrededor de los cinco años, mientras que se mue ven, apartan y agitan si el invasor tiene aproxima damente diez años (Dean, Willis y La Rocco, 1 976; Fry y Willis, 197 1 ). Las preferencias espaciales son sensibles al contexto físico. Las personas prefieren más espacio cuando están en un rincón, bajo un techo bajo, en una situación inductora de estrés o ansiedad, o es perando un encuentro hostil. Los factores situacio- © Ediciones PiráJ11ide ' f ' nale� que ti�n�n poco o ningún efecto son la pre sencia de mus1ca progra.mada, el mome11to del día el vivir en lugares hacinados ver .. r,us nor1nales, la existencia de una justificación para una mayor .. . � ......... . . aproxin1ac1on y pequenas vai1-ac1ones en el tamaño del grupo (entre 4 y 8 personas). La 11aturaleza ave1·siva de la invasión del espa cio personal ha sido ampliamente apoyada por las investigaciones . En el primero de dos estudios lle v·ados a cabo por Felipe y Sommer ( 1966), realiza do con pacientes psiquiátricos en Mendocino, Ca lifornia, s.e analizaba la invasión del espacio personal de un paciente por un experimentador, que en este caso era el mismo Robert Sommer, con el objeto de analizar las reacciones de los sujetos a los que se les invadía su espacio. Los pacientes estaban solos, sentados en algún banco. La situa ción se realizaba con un grupo control y con otro experimental. Según cuenta el propio Sommer, a los nueve minutos de invasión habían huido la mi tad de los sujetos experimentales y un 8 por 100 de los miembros del grupo control. El segundo estudio tuvo lugar en la sala de estudio de una biblioteca, donde mujeres solas estaban leyendo o estudiando. Nancy J. Felipe invadió el espacio personal me diante la aproximación de la silla a la otra silla de las mujeres que se encontraban solas, sin contacto físico. La invasión se realizaba sentándose al lado de la persona elegida, pero encarado hacia ella, es decir, en una postura de estudio atípica. La reacción más frecuente consistió en la huida, aunque con gestos defensivos y de desaprobación. Pasados treinta minutos, el 70 por 100 del grupo experimen tal de mujeres se habían retirado del lugar y sólo -el 1 3 por 100 del grupo control. Esta condición no s-e cumple cuando los individuos trataban de de fender su intimidad mediante la elección de espa cios de difícil acceso, una zona vallada o una silla aislada . . Los resultados de los dos estudios son muy si milares, con reacciones idénticas, es decir, abando no de la situación de intrusión. Sin embargo, en el primer estudio las personas se enfrentaban inmedia ta.mente al invasor, empujando su espalda y colo cando lo·s codos en el lado del otro. Aquellos que no se marcharon optaron por colocar objetos entre © Ediciones Pirámide Espacio personal y ecologfa del pequeño grupo / 1 09 el experimentador y el paciente; en el segundo es tudio se t1tilizaron diferentes objetos para hacer una barrera de aislamiento, como libros, apuntes, ropas e incluso sillas. Estos tipos de conductas no fueron observadas durante la invasión del grupo control. De este modo, la experiencia psicológica del <<ha cinamiento>> puede ser debida más a invasiones del espacio personal que a respuestas a un número grande de personas presentes. Una cuestión que queda clara es q·ue la inva sión del espacio personal produce incomodidad a las personas invadidas, pero poco se ha dicho de las personas invasoras (Bell et al. , 1 996). Diversos es tudios han puesto de manifiesto que las personas. que se encargan de la invasión del espacio de otros no lo hacen de buen grado. También se ha consta tado que la edad, e.l género y el nivel social del intruso determinan la reacción del individuo ante la invasión de su espacio personal. 3. LA ECOLOGÍA DEL PEQUEÑO GRUPO 3.1 . Entorno físico y desarrollo grupal Hasta la década de los años treinta no se estu diaron grupos completos en el laboratorio . Kurt Lewin ( 1 935) y sus colaboradores desarrollaron conceptos apropiados al estudio del grupo como una entidad completa: estilo del líder, cohesión gru pal y clima social del grupo. Asim.ismo, se ha es tudiado la formación de los grupos desde distintas perspectivas que implican integraciones sociales: integración ambiental, integración conductual, in tegración afectiva e integración cognitiva (More land, 1 987). Un grupo es, como señala Sommer ( 1 969), una agregación o conjunto de individuos que se sitúan <<cara a cara>> y mantienen objetivos comunes, siendo esto lo que les permite estar juntos. Sin embargo, el concepto de grupo ha variado a lo largo del tiempo. Según Bar-Tal ( 1 990), hay tres condiciones necesarias y suficientes para que un determinado colectivo se convierta en t1n gr·upo psicológico: 1 ) que los co1nponentes de ese colec tivo se definan como miembros del grt1po; 2) qt1e 1 1 O / Psicologfa ambiental compartan las creencias grupales� y 3) que exista algún grado de actividad coordi nada. Si los i11di · viduos no comparten estas condiciones, no se con sideran mie111bros del grupo. Los grupos poseen u11 entorno co1nplejo que ejerce una fuerte influencia sobre la mayoría de los aspectos de los �os grupales. &ta co1nplejidad hace que e l tratan1iento que se le ha de dar al en torno sea un tratamiento plural . El grupo existe dentro de distintos entornos: el físico (los edificios, las salas� la disposición de sil las y mesas, los cana les de comunicación, etc.), el social (composición del grupo .. estructura del grupo, etc .) y el de tarea (objetivos de] grupo, características de l a tarea, etc.) .. El interés se centra en el primero de el los, es decir, en el entorno físico. 3.2. Funciones a desarrol lar por el grupo Hay tres tipos de funciones a desarrol lar por el grupo: función integradora, función dinámica y ión de identificación. Según las vinculaciones entre las personas o las integraciones sociales que promueven, se observan diversos procesos de in tegración ambien.tal, afectiva y cognitiva. En este epígrafe se hará referencia a la integración ambien tal . La mayoría de los investigadores se han cen trado en el «ambiente físico», que afecta de diver sas fo1111as la formación de los pequeños grupos. Se desa,1ol la en los grupos donde e l ambiente pro porciona los recursosnecesarios; es decir, sería aquélla donde los grupos se for 1nan, por ejemplo, por razo-nes de vec indad, de convivencia o, en el lugar de trabajo .. por razones laborales. Willsie y Riemer ( 1980) analizaron e l papel de los bares de C4tropus universitario.s, los cuales favorecían la for mación de pequeños grupos, ya que proporciona ban espacio para los contactos sociales. Los psi có gos ambientales han descubierto factores que influyen en la agr�dabi lidad de los l ugares; entre ellos se encuentran el nivel de ruido, Ja calidad del aire y el � de n1asificación (Russel l y Ward, 1 982). Al igual que se ha estudiado el entorno fí sico se ha estudiado eJ �entorno social», que tam bién puede influir en la formación de gruJ)Os. L,a i nvest igación en este ámbito se ha centrado en el estudio de las «redes sociales>> . U na red social es u11 patrón de relaciones entre fam i l iares, amigos y conocidos (Moreland, 1 987). Hay dos formas en que las redes sociales afec tan a la creación de peqt1eños gn1pos: primero, las redes sociales potencian los contactos entre las per sonas; segundo, las redes sociales desarrol lan, transmi ten y refuerzan norr11as de actuac ión sobre quién debe interactuar con quién. A pesar de que el estudio de la for1nación de peqt1eños grupos ha estado básicamente copado por el análisis del en torno físico o el entorno soc ial, no es menos cierto que hay un <<entorno cultural>> que ha recibido muy poca atención. Los estudios l levados a cabo mues tran que los factores cul turales desempeñan un im portante papel en la for111ación de los pequeños grupos. Uno de estos factores es e l proceso de ur banización. En los entornos urbanos se desarrol la una mayor variedad de pequeños grupos que en los entornos rurales, aunque la razón de e l lo no está aún clara. Wirth ( 1 983) especula con el tamaño, la den sidad y la heterogeneidad de las ciudades como desencadenantes del sentimiento de al ienac ión en tre los residentes; de este modo, los habitantes de una c iudad tratarían de enfrentarse a es,l soledad o alienación f or111ando grupos. Habría un proceso de afil iación de los miembros sueltos del grupo en los entornos urbanos que fomentaría la un ión de sus miembros. Otro e lemento que se podría enu merar dentro de l as causas de forrnación de peque ños grupos sería l a presenci a de viejos grupos. Existen varias for·111as por l as cuales los v iejos gru pos faci l i tarán l a creación de nuevos. Primera, la� personas que pertenecen a viejos grupos y se muestran satisfechas con e l lo, serv irán de tnodelo para otros que no fo1·111an parte de ningún grupo. Segunda, aquel las personas que están satist'echa� de su pertenencia a un grupo estarán n1ás predis puestas a f 01·111ar o a unirse a otro grupo. Tercera, cuanto más pequeño son los grupos es mas proba- ble que sus miembros pertenezcan al 111 is1110 grupo, y e l compartir la pertenenci,l al gn1po puede ser\' l f de faci l i rador para la creac ión de r1uevt)S grupl)S . Finaln1enle, a lgunos peqt1eños grupos ayudai1 a fonna,r -otros si sus n1ien1bros co1nparter1 metas con1un.es. ·Otro factot· para to1�ma1· pequeños gi·ti pos. dentro del a111biente cultu1·al, se refie1Ae a la libertad que tie11en qtie tene1· las perso11as para hacerlo. .3.3. Influencia de la situación espacial e·n et grupo El hecho de estudiar los procesos grupales desde u11 punto de vista ecológico tiene que ver con la nece sidad de exanunar y comprender el valor de adapta bilidad de la unión de individuos. Esta cuestión tiene gran in1portancia a la hora de diseñar lugares de re unión y de interacción, tanto públicos como privados, y para la conservación de espacios funcionales en los que se desarrollen las relaciones humanas. Sommer ( 1 97 4) describe diferentes estrategias ecológicas para analizar ciertas actitudes de los su jetos, entre otras la cooperación, la competición o la actividad separada. Para estudiar estas actitudes exploró los límites espaciales dentro de los cuales se puede llevar a cabo una conversación. Se situaron dos s.ofás frente a frente, ofreciendo a los sujetos la posibilidad de elegir el lugar en que deseaban sen tarse. Se varió sistemáticamente la distancia con un resultado claro: los sujetos preferían la conversa ción frente a frente hasta llegar a 1 06 cm., distancia en que cambiaban sus preferencias por hablar uno al lado del otro en el misn10 sofá. También analizó la ubicación de l·os asientos alrededor de distintos tipos de mesas (redondas o rectangulares), la dis tancia e intin1idad psicológica, la colocación de asientos entre niños y con pares de adultos, los te mas de d.iscusión que son favorecidos por la dispo sición de los asientos o los límites espaciales de una conversación cómoda, entre otras cuestiones. Can ter ( 1 974. citado en Canter y Kenny, 1 97.8) replicó el estudio del sofá y encontró que los sujetos habla ban frente a frente hasta llegar a los 96,5 cm. A par tir de esta distancia los sujetos prefirieron colocar se de modo contiguo. A ,cont·in,uación se describen algunos de los ejemplos en los que Sommer estudió el espacio y la distan,cia y como ést.os vienen dete1·1ninados por © Ediciones Pirámide Espacio personal y eoologfa del pequeño grupo I 1 1 1 la actividad que se realiza. En dos experime·ntos se observaba a una serie de personas sentadas en dif e rentes lugares, y posteriormente se les preguntaba el motivo de su elección. En mesas rectangulares, a la hora de conversar o trabajar juntos, los estudian tes eligieron la posición de <<frente a frente>> o en un <<ángulo de aquélla>> . Para una actividad de co operación, los sujetos seleccionaron la colocación <<hombro con hombro>>, debido a que era más fáci l compartir los objetos empleados. En el caso de ta reas competitivas, la mayoría de los sujetos esco gieron la situación <<frente a frente>> a lo largo de la mesa (véase la figura 5.2). En cuanto a las mesas redondas, para conversar o trabajar juntos los sujetos eligieron las sillas con tiguas; para las parejas en competencia, los sujetos escogieron puestos diametralmente opuestos; final mente, para trabajar de modo separado, el .igieron puestos entre los que había una o más sillas vacías (véase la figura 5.3). Steinzor ( 1 950) anotó el número de veces que una persona seguía a otra en su discurso, y para ello realizó diferentes intentos, separando a los sujetos desde uno a cinco asientos. Los resultados indican que los sujetos situados frente a frente se seguían con una frecuencia significativamente mayor que el mero azar. Este fenómeno, conocido como efecto Steinzor, se comprobó en un estudio sobre jurados realizado por Strodtbeck y Hook ( 1 96 1 ). En este trabajo se probó que las personas que se situaban en los extremos ejercían una mayor influencia que los miembros de los lados, y tenían más probabili dades de ser elegidos coordinadores del jurado. Canter ( 1 969) analizó la naturaleza interactiva de los escenarios de conducta, tratando de averiguar la relación entre la distancia y los ángulos. Al igual que en el experimento de Sommer ( 1 969), los estu diantes debían elegir el asiento preferido. En este trabajo entraban en juego los roles desempeñados, 1.as actividades y el marco físico. Se constató que en los elementos de interacción el profesor ejercía un papel fundamental. Las variables manipuladas fuero·n la distancia a la que se situaba el protesor en relación con la primera fila de sillas (tres rnetros o medio metro) y la disposición de los asientl)S, en filas e hileras, formand() Ll ll rectángtilo o e11 semi- ' IMG_20181207_102448 IMG_20181207_102459 IMG_20181207_102505 IMG_20181207_102512 IMG_20181207_102523 IMG_20181207_102530 IMG_20181207_102537 IMG_20181207_102544 IMG_20181207_102550 IMG_20181207_102558 IMG_20181207_102604 IMG_20181207_102610 IMG_20181207_102614 IMG_20181207_102621
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