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Inteligencia Artificial y conciencia. 
 
José Antonio Malpica Velasco. 
Profesor Titular en el Departamento de Matemáticas de la UAH, en el área 
de conocimiento Ingeniería Cartográfica, Geodesia y Fotogrametría. 
 
 
1 Introducción 
 
La Inteligencia Artificial (IA) es la rama de las Ciencias de la 
Computación que estudia el software y hardware necesarios para simular el 
comportamiento y comprensión humanos. El objetivo último de la IA es 
simular la inteligencia humana en una máquina creando robots que sean 
conscientes y con sentimientos reales, similares a los humanos. Uno de los 
problemas más difíciles es la simulación de la conciencia, cualidad humana 
que hace que nos demos cuenta de nuestra propia existencia. 
 
En la película de Kubrick del año 1968 “2001. Una Odisea en el Espacio” 
aparece un ordenador muy inteligente llamado HAL, viajando a bordo de la 
nave Discovery, con destino hacia una estación espacial; cuando HAL adivina 
las intenciones de la tripulación de desconectarlo, siendo consciente de lo 
que eso supone, surge dentro de él un impulso a seguir existiendo que le 
lleva a tomar la iniciativa e ir matando a los astronautas uno a uno. Esta 
película y otras por el estilo, junto a novelas de ciencia ficción, 
promocionaron durante años el interés por la IA. Con el avance del hardware 
y software en la década de los ochenta la investigación en IA pretendían 
simular capacidades humanas como la visión o el razonamiento. Los países 
desarrollados dedicaron gran cantidad de medios materiales y humanos a la 
IA; en aquellos momentos la euforia era generalizada y se pensaba que no se 
tardaría mucho en construir un ordenador como HAL; obviamente, no en su 
faceta psicópata de la ficción sino como consecuencia de aceptar el reto de 
construir un ser inteligente y consciente. En amplios círculos científicos se 
daba por hecho que todo fenómeno era posible expresarlo 
computacionalmente, corriente de investigación que se llamará más tarde IA 
fuerte; esta defendía que los ordenadores superarían a los humanos en 
todos los órdenes, y que la conciencia tenía carácter computacional. Es en 
este contexto cuando en 1989, el profesor de matemáticas de la 
Universidad de Oxford Roger Penrose [1], publica su libro “La nueva mente 
del emperador” que denuncia al estilo del famoso cuento del niño que anuncia 
que “el emperador está desnudo” toda esta contemporización alrededor de 
la IA fuerte. Ante el aluvión de críticas que recibió el libro, unos años más 
tarde Penrose publicó un segundo libro [2] “Las sombras de la mente” para 
desarrollar en más detalle algunos de los puntos que levantaron más 
polémica. Es así como en la década de los noventa la IA dio marcha atrás, 
pues los científicos se dieron cuenta que los objetivos iniciales habían sido 
excesivamente ambiciosos, y los resultados prácticos no avalaban los 
teóricos, que en muchos casos se habían convertido en puras especulaciones. 
Se concentraron entonces en el desarrollo de hardware y software que 
abordasen tareas y problemas más modestos y puntuales. Hoy los 
ordenadores son muy eficaces resolviendo ciertos problemas como la toma 
de decisiones en asuntos comerciales, venciendo a los humanos en juegos 
como el del ajedrez, y en general ayudando al experto humano con sistemas 
expertos en una amplia variedad de disciplinas. Sin embargo, los científicos 
no han conseguido, después de unos treinta años de IA, simular en el 
ordenador comportamientos que resultan relativamente sencillos para los 
humanos, como por ejemplo las intuiciones. La simulación de la conciencia 
permanece hoy en día todavía muy en los principios, el año 2001 pasó y HAL 
permanecerá como ente de ficción durante muchos años todavía. La 
pregunta natural que surge ahora es: ¿será posible alguna vez crear un 
ordenador como HAL, que tenga conciencia? El debate en la actualidad se 
sitúa tanto en el plano filosófico como en el científico o tecnológico. 
 
Repasemos las posturas de la IA ante la posibilidad de simular la 
conciencia por un ordenador, todavía hoy se encuentran defensores de cada 
una de ellas. 
 
1 Fuerte IA: Como antes se ha dicho, los partidarios de esta postura 
piensan que toda actividad mental es de tipo computacional, incluidos los 
sentimientos y la conciencia, y por tanto se pueden obtener por simple 
computación. 
 
2 Débil IA Cree que la conciencia es una característica propia del 
cerebro. Y mientras toda propiedad física se puede simular 
computacionalmente, no se puede llegar por este procedimiento al fenómeno 
de la conciencia en su sentido más genuino. Los que pertenecen a este grupo 
dicen que la simulación por ordenador de un huracán no es en sí mismo un 
huracán. O que la simulación de la digestión por el estómago no digiere nada. 
Se trata de un proceso no causal. 
 
3 Nueva Física Esta postura defiende que es necesaria una nueva Física 
para explicar la mente humana y que quizás en el futuro se pueda simular, 
pero ciertamente no por métodos computacionales; para ello es necesario 
que en el futuro se descubran nuevos métodos científicos que todavía se 
desconocen. 
 
4 Mística Esta postura defiende que la conciencia no se puede explicar 
ni física, ni computacionalmente, ni por otro medio científico. Es algo 
totalmente fuera de la esfera científica, pertenece al mundo espiritual y no 
puede ser estudiada utilizando la razón científica, escapa al método de 
conocimiento racional heredado de la cultura griega. 
 
Los que se sitúan en las dos primeras posturas están convencidos de que 
la conciencia es un proceso físico que emerge del cerebro, explicable con la 
ciencia actual, lo que sucede es que todavía no se ha llegado a desentrañar 
el misterio. Veremos en los apartados siguientes la diferencia entre las 
posturas de la IA fuerte y la IA débil. También veremos el ejemplo de la 
Habitación China de Searle que ofrece una analogía para mostrar cómo no es 
posible crear consciencia por simple simulación. 
 
La postura tres es defendida especialmente por Penrose que declara que 
el cerebro posee propiedades que no son computacionales. Penrose se basa 
en el teorema de Gödel y la tesis de Church-Turing para afirmar que 
siempre habrá hechos verdaderos no alcanzables por un sistema 
computacional. 
 
La postura cuatro puede parecer la más cercana a la postura teísta, por 
su consistencia con la mente universal en el budismo o por su coherencia con 
el dualismo (materia y espíritu) del cristianismo; sin embargo, los que 
piensen que solo la postura cuatro es compatible con la postura teísta se 
equivocan, cualquiera de las cuatro posturas sería compatible con la religión. 
La ciencia podrá o no responder a la pregunta de cómo funciona la mente, 
pero nunca responderá a la pregunta de por qué la mente existe o cuál es su 
fin último. Son ámbitos distintos de trabajo aunque puedan existir algunas 
interrelaciones. 
 
 
 
2 Computabilidad e Indecidibilidad 
 
En el año 1900 el prestigioso matemático alemán David Hilbert propuso 
una serie de problemas, cuya resolución se consideraba clave para el avance 
de las matemáticas y la ciencia en general, entre ellos estaba el conocido 
con el Entscheidungsproblem, que se pregunta si existe un procedimiento 
mecánico que resuelva todos los problemas matemáticos pertenecientes a un 
tipo dado bien definido. Este problema fue el que motivó a Turing a 
proponer la famosa máquina que lleva su nombre. 
 
La máquina de Turing 
 
Alan Turing fue un matemático británico especializado en criptografía 
que jugó un papel importante dentro del grupo que descifró los códigos 
secretos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Turing concibe su 
máquina como una descripción idealizada de la actividad que llevaban a cabo 
los contables realizando tediosos y rutinarios cálculos con lápiz y papel 
ayudados a veces de tablas trigonométricas o de logaritmos. Hastael 
advenimiento de los ordenadores este cálculo numérico contable empleaba a 
miles de personas en bancos, administración pública y en muchas otras 
empresas, era una actividad muy común en aquellos días; el mismo Turing lo 
indica en una de sus publicaciones [3] “si a una persona se le facilita papel, 
lápiz y goma de borrar y se le somete a una disciplina estricta, dicha 
persona se convierte en lo que se denomina una máquina universal”. 
Wittgenstein fue más radical, si cabe, a la hora de referirse a las máquinas 
de Turing: “Estas máquinas son humanos que calculan.” 
 
Una máquina de Turing es un modelo formal de ordenador, un concepto 
teórico de computación que formaliza el concepto de algoritmo. Más 
adelante se dará una definición más formal de algoritmo, de momento puede 
servir, la siguiente definición: un algoritmo es todo procedimiento que 
realiza una tarea determinada en un número finito de pasos. Una máquina de 
Turing consiste en una cinta de longitud infinita, dividida en celdillas, donde 
cada una contiene una letra de un alfabeto o está en blanco. El alfabeto 
consiste en un conjunto finito de símbolos, incluido el espacio en blanco. La 
máquina tiene un cabezal para leer los símbolos en las celdillas y escribir 
nuevos símbolos que sustituyan a los existentes cuando corresponda; cuando 
el cabezal ha terminado de leer o escribir en una celdilla se mueve a la 
derecha o a la izquierda de esa celdilla, una sola posición cada vez, salvo que 
se llegue al estado de parada. La máquina tiene un número finito de estados, 
y se dice que siempre se encuentra en cierto estado. Un programa consiste 
en una lista de instrucciones, cada instrucción le indicará a la máquina una 
computación a realizar; es decir, una serie de acciones, dados un estado 
actual y un símbolo determinado bajo el cabezal, la instrucción le indicará 
qué símbolo debe ser escrito en la cinta, y si el cabezal debe moverse un 
paso a la izquierda o uno a la derecha. Una instrucción viene definida por una 
quíntupla como la siguiente: 
 
(estado inicial, valor inicial, nuevo estado, nuevo valor, movimiento) 
 
La cinta se utiliza para almacenar datos, pero también se puede utilizar 
para guardar una serie de instrucciones (pequeños programas o 
subprogramas). En este último caso se dice que la máquina de Turing emula a 
otra, la que se encuentra en la cinta, este tipo de máquina se conoce con el 
nombre de máquina universal. Una observación crucial es que se demuestra 
que solo hay un número contable de máquinas de Turing. Entendiendo por 
conjunto contable aquel que es finito o se puede poner en correspondencia 
uno a uno con el conjunto de los números naturales. 
 
En Malpica [4] se pude ver un ejemplo de máquina de Turing que decide 
si la cadena de entrada que se le facilita es un palíndromo o no. Más 
ejemplos de máquinas se pueden encontrar en la siguiente página web: 
http://wap03.informatik.fh-wiesbaden.de/weber1/turing/tm.html 
 
Tesis Church-Turing 
 
El nombre algoritmo, y los adjetivos computable, mecánico y recursivo se 
utilizan todos para denotar el carácter propio de las operaciones que puede 
realizar una máquina de Turing. Definamos lo que es un procedimiento 
mecánico M: 
 
1.- M se expresa mediante un número finito de instrucciones, donde cada 
instrucción se construye a partir de un número finito de símbolos. 
2.- M producirá, si se ejecuta sin error, el resultado deseado en un 
número finito de pasos. 
3.- Un ser humano puede ejecutar M (en la práctica o en teoría) sin 
necesidad de utilizar ninguna máquina o artilugio, sólo provisto de lápiz y 
papel. 
4.- El humano que ejecutase el procedimiento M simplemente tiene que 
seguir las instrucciones y los pasos que definen a M, no necesita de 
intuiciones o comprensión de lo que se está haciendo. 
 
Para cualquier procedimiento mecánico se puede encontrar una máquina 
de Turing que lo represente y ejecute. En este sentido nos preguntamos si 
el concepto de máquina de Turing incorpora todo procedimiento M mecánico. 
Casi paralelamente al trabajo de Turing, sólo un poco antes Alonzo Church 
descubrió el cálculo landa para abordar el mismo problema propuesto por 
Hilbert en 1900. Un poco más tarde estos mismos autores demostrarán que 
el cálculo landa y la máquina de Turing son equivalentes. Esto vino a 
conocerse como la tesis de Church-Turing y viene a decir, que la máquina de 
Turing (y el cálculo landa) definen lo que se entiende por algoritmo o 
proceso mecánico. Esta tesis no era tan evidente hace 70 años, como lo 
puede ser ahora gracias a la capacidad computacional de los ordenadores de 
hoy día. 
 
Turing demostró que hay cierta clase de problemas que no tienen 
solución algorítmica, entre ellos el más famoso es “El problema de la 
parada”. Turing muestra que para cierta clase de problemas la máquina que 
lleva su nombre no para; es decir, no decide sobre los problemas, es lo que 
llamamos la cuestión de la indecidibilidad. Una demostración simplificada y 
divulgativa del problema de la parada puede verse en [4]. Con la 
indecidibilildad el problema propuesto por Hilbert queda resuelto con una 
respuesta negativa: No puede haber un algoritmo general que resuelva todo 
problema matemático. Hay que tener cuidado de no extender las 
conclusiones más allá de lo que permite el mismo problema resuelto. Los 
algoritmos no dicen, ni pueden decir por sí mismos, nada sobre las verdades 
de las sentencias o proposiciones matemáticas. Es indiscutible que la validez 
de un algoritmo debe establecerse por medios externos al propio algoritmo. 
Menos aún se pueden sacar conclusiones que impliquen a sistemas físicos 
como el cerebro. De momento solo se puede decir que existen problemas 
para los que no existe una máquina de Turing mientras esos mismos 
problemas sí se intuyen por la mente humana. O de otra forma hay procesos 
que puede realizar la mente humana que no son algorítmicos en el sentido de 
existencia de una máquina de Turing. 
 
 
3 Demostrabilidad e Incompletitud 
 
Teorema de Gödel 
 
La demostración del teorema de Gödel en su forma original es muy 
complicada y detallista, como no podía ser menos tratando con sistemas 
formales; sin embargo, si nos permitimos ciertas libertades en lo referente 
al rigor lógico es posible expresar de una manera más fácil la estrategia e 
ideas en que se fundamenta, esto es lo que intentaremos a continuación: 
 
Como en cualquier sistema formal consideramos un alfabeto de símbolos, 
reglas que combinen los símbolos y formen las proposiciones, un conjunto de 
axiomas y un aparato lógico de reglas que permita obtener nuevas 
proposiciones a partir de otras ya obtenidas de los axiomas. 
 
Gödel asigna un número a cada símbolo primitivo del alfabeto. Una vez 
que a cada símbolo le corresponde un número se continúa estableciendo una 
regla que asigne un número a cada proposición. Finalmente se define una 
regla para asignar un número a cada cadena de proposiciones en sucesión 
lógica que produce cada nueva proposición, i.e. se asigna un número a cada 
demostración. En lo que se conoce como la numeración de Gödel. Una vez que 
cada proposición del sistema formal tiene asignado un número estamos en 
disposición de analizar la estructura relacional entre dos proposiciones 
cualesquiera analizando la relación aritmética entre sus números 
correspondientes. El sistema de codificación de Gödel utiliza el producto 
exponencial de números primos, y se basa en el teorema de factorización de 
números primos que dice que todo número se puede expresar de forma única 
como producto de números primos. 
 
Una proposición será consecuencia de otra si sus correspondientes 
números están relacionados de una manera determinada; así, Gödel utiliza la 
aritmética de los números enteros para establecer un metalenguaje del 
sistema formal. Encontrará así una proposición que es verdadera pero que 
no esdemostrable; véase Goldstein [5] para más detalles, allí se ofrece una 
demostración del teorema Gödel en forma divulgativa. Este teorema es 
conocido como teorema de incompletitud de Gödel; demuestra Gödel que hay 
al menos una verdad que no es demostrables dentro del sistema. Se podría 
pensar entonces en extender el conjunto de axiomas con esta verdad y 
resolver el problema; sin embargo, el problema permanecería pues siguiendo 
el mismo razonamiento existiría una nueva verdad que no sería demostrable 
en el sistema, y así hasta el infinito. En esto consiste la incompletitud de un 
sistema formal. A partir de este teorema es posible deducir otro que se 
conoce como el teorema de inconsistencia y que dice que en todo sistema 
formal del que forme parte la aritmética no se puede demostrar su propia 
consistencia, i.e. no se puede estar seguro de encontrar alguna vez una 
proposición que sea verdadera y falsa a la vez. 
 
La relación entre sistemas formales y computabilidad es estrecha, los 
cálculos que se realizan desde los axiomas hasta alcanzar la verdad o 
falsedad de la fórmula inicialmente propuesta es un proceso computacional, 
en el sentido indicado de algoritmo de la sección anterior. Así de alguna 
manera se puede decir que demostrabilidad es equivalente a computabilidad 
y que completitud es equivalente a decidibilidad. 
 
Las implicaciones de la incompletitud en la propuesta de Gödel 
desmoronan el paraíso de los mecanicistas de encontrar un sistema formal 
en el que se pudiera demostrar toda verdad matemática, es decir reducir la 
matemática a un sistema lógico formal universal. Parece lógico extender el 
teorema de Gödel al ámbito de la física, esa física cuidadosamente 
axiomatizada en el siglo XIX, especialmente la mecánica, que se apoya en la 
matemática. Pero pensando con más cuidado pues no es tan inmediato como 
parece, el teorema de Gödel debe entenderse en su justa medida, en cuanto 
que es un teorema lógico matemático dentro del mundo de la ideas 
abstractas, extender su conclusiones al mundo de las realidades físicas 
supone un salto cualitativo. Penrose consciente de este hecho utiliza la 
mecánica cuántica para mostrar procesos físicos que se dan en el cerebro 
que no pueden conducir a un mecanicismo. Sobre las implicaciones en el 
mundo real del teorema de Gödel se ha escrito mucho desde distintas 
perspectivas y es todavía hoy un tema de discusión. De todas formas, desde 
un sentido puramente práctico, en física se construye un sistema y cuando 
se encuentra mediante experimentos que algún fenómeno que no encaja 
dentro del sistema se reconstruye la teoría [6], proponiendo un nuevo 
sistema. 
 
 
4 ¿Qué tipo de inteligencia y conciencia posee una máquina? 
 
Al tratar de contestar esta pregunta se da otro salto cualitativo, del 
ámbito lógico matemático al ámbito científico filosófico. El primero es mas 
restringido y por tanto las reglas de “juego” están bien definidas, como 
contrapartida tampoco se puede decir mucho sobre problemas de alcance 
más amplio que resultan más interesantes. Turing también dio ese salto y 
propuso una prueba para determinar cuando se puede considerar inteligente 
una máquina. Así establece que una máquina se puede considerar inteligente 
si al comunicarse con un humano (que no ve físicamente a la máquina) este no 
sabría decir si está hablando con una máquina o con otro humano como él. 
Este test aunque no lo ha pasado ninguna máquina todavía, sí que parece 
alcanzable en un futuro no lejano. Ello animó a los seguidores de la IA 
fuerte a aventurar el advenimiento de máquinas inteligentes que alcanzarían 
las mismas características de la inteligencia humana; sin embargo, Searle 
presentó (Searle, 1980) el siguiente argumento en contra: Supongamos una 
persona que sepa solo inglés y se le encierra solo en una habitación, la 
puerta dispone de una pequeña rendija que le sirve de comunicación con el 
exterior. La comunicación se establece exclusivamente mediante hojas de 
papel escritas en chino que se pasan por la rendija. La tarea de esta persona 
consiste en seguir unas instrucciones escritas en inglés, que se encuentran 
en la habitación, de cómo manipular caracteres chinos. Cuando se le pasan 
desde el exterior preguntas en chino, esta persona utilizando las 
instrucciones en inglés contestaría también en chino, sin saber el significado 
real de lo que le preguntan y de lo que él contesta; sin embargo para 
observadores que se encuentran en el exterior daría la sensación de que 
sabe chino. 
 
Con esto Searle muestra que aunque veamos hablar a un ordenador y 
contestar a nuestras preguntas, en realidad no son capaces de entender la 
lengua. Los ordenadores utilizan los elementos sintácticos de la lengua pero 
no los semánticos. 
 
El argumento de la Habitación China no va en contra de la IA débil, no 
pretende demostrar que los ordenadores no puedan pensar. De hecho, 
Searle piensa que el cerebro es una máquina que piensa. En realidad, va 
dirigido contra la IA fuerte que mantiene que la computación formal con 
símbolos puede producir pensamiento. 
 
Con todo es conveniente distinguir entre epistemología y ontología, es 
decir, entre “¿Cómo conozco?” y “Qué es lo que conozco cuando conozco? El 
test de Turing cae en este error de mezclar epistemología y ontología y de 
ahí viene la confusión que se ha dado incluso en las discusiones entre 
expertos. El ámbito epistemológico se relaciona mejor con la ciencia que el 
ontológico. El ontológico sobrepasa al científico, porque la ciencia carece de 
las herramientas para contestar a muchos de los problemas que plantea la 
filosofía, que sin embargo resultan más radicales para el ser humano. 
 
Es importante separar y definir específicamente qué se entiende por 
conciencia. Si no, se podría argumentar que un simple termostato es 
consciente de que hace frío en la habitación en que está instalado, porque se 
dispara y pone en funcionamiento la calefacción cuando en la habitación se 
alcanzada una cierta temperatura. Sólo nos vamos a referir a niveles de 
consciencia superior, cualidad propia de los seres humanos; es decir, 
definimos conciencia como la capacidad para debatir, reflexionar y darse 
cuenta de la propia existencia. Penrose considera que existen intuiciones de 
la mente que no se pueden expresar algorítmicamente, y apoyado en el 
teorema de Gödel dice que la mente no se puede simular con la ciencia que 
ahora conocemos, indica que tiene que surgir un nuevo paradigma científico 
para que se pueda abordar este problema. 
 
Todo esto entronca con el ámbito filosófico del mundo de las ideas de 
Platón. Nos movemos así entre las matemáticas y la filosofía, lo que Einstein 
consideraba los problemas genuinamente interesantes. Gödel era un 
platonista entre positivistas en el círculo de Viena, él estaba callado 
mientras los otros hablaban de la obra de Witteinstein. Gödel en lugar de 
hablar ofrece una demostración que lleva directamente al mundo de las 
ideas de Platón, y que también dice algo en contra de “el hombre es la 
medida de todas las cosas” de los positivistas del círculo de Viena [5]. 
 
Se podrán hacer muchas cosas en inteligencia artificial. Pero cuando en 
los siglos XVII y XVIII se intentaba construir una máquina que volara se 
miraba a las aves y como simular su capacidad de volar, se intentaba 
ponerles alas y una cola que se movieran de forma similar a las de las aves. A 
principios del siglo XX surge el avión que volaba pero que se parecía a las 
aves solo en las alas y la cola. Aunque los aviones no son como la aves sí son 
mas útiles a los humanos que las aves en el sentido puro de utilidad, pues los 
aviones nos permiten viajar rápidamente de un punto a otro, transportando 
toneladas de material, cosa que no se lograría ni con las aves mitológicas; sin 
embargo las aves aventajan a los aviones en que son capaces de 
reproducirse por simismas; es obvio que el sistema de reproducción de las 
aves aventaja al de los aviones, al menos en economía, los aviones son 
incapaces de poner huevos por ahora. Sirva esta analogía para indicar lo que 
cabe esperar de sistemas desarrollados intentando simular la inteligencia y 
la conciencia; probablemente se consigan en un futuro androides, seres 
artificiales, muy inteligentes, incluso más que los humanos en la realización 
de ciertas tareas, pero obviamente siempre serán distintos de los humanos. 
Por el simple hecho de haber sido creados por el hombre, a los androides no 
se les podrán atribuir cualidades humanas. 
 
En general, los seres vivos no son como las máquinas hechas por los 
humanos, como les gusta decir a algunos mecanicistas. Un androide o un 
robot es como un coche, se fabrican las piezas independientemente: las 
ruedas, el volante, los cilindros del motor, etc. que luego se ensamblan 
entorno a una unidad central que puede ser el ordenador de abordo. El 
ensamblaje se realiza de fuera a dentro. En los seres vivos el proceso se da 
al revés de unas pocas células se desarrolla todo el ser vivo. El ensamblaje 
se realiza de dentro a fuera. Así Borden [8] argumenta que el metabolismo 
bioquímico es necesario para la vida. Según esta autora puede ser posible 
producir vida artificial pero probablemente tendrá que ser a través de 
procesos bioquímicos y no metálicos electrónicos. Un programa informático, 
esté o no insertado en un robot, no tiene intencionalidad, no tiene conciencia 
y, por tanto, no puede tener una semántica intrínseca. 
 
 
 
 
Bibliografía 
 
[1] Penrose R. “The Emperor’s New Mind. Concerning Computers, Minds, and the Laws 
of Physics”. Vintage 1989. (existe traducción al castellano de esta obra en la 
editorial Mondadori de 1991). 
 
[2] Penrose R. “Shadows of the Mind: A Search for the Missing Science of 
Consciousness” Oxford University Press 1994. (traducción al castellano en la 
editorial Crítica de 1996). 
 
[3] Turing A., (1948) Intelligent Machinery. National Physical Laboratory Report. En 
Meltzer, B., Michie, D. (eds) 1969. Machine Intelligence 5. Edibrgh University 
Press. 
 
[4] Malpica J.A, “Introducción a la Teoría de Autómatas” UAH 1998. 
 
[5] Goldstein R. Incompleteness. The Prof. and paradox of Kurt Gödel. (2005) Atlas 
Books. New York. 
 
[6] Barrow J. D. Impossibility. The Limits of Science and the Science of Limits” 
Oxford University Press 1998. (traducción al castellano en Gedisa 1999) 
 
[7] Searle J. (1980). Brains and Programs, Behavioral and Brain Sciences, 3:417-57 
(disponible en internet) 
 (disponible en internet: www.AlanTuring.net/intelligent_machinery). 
 
[8] Boden, M. A. (1999). Is metabolism necessary? Brittish Journal of the Philosophy 
of Science, 50(2), 231–248.

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