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FLORENCIA LUNA
ARLEEN L. F. SALLES
BIOÉTICA: NUEVAS
REFLEXIONES SOBRE
DEBATES CLÁSICOS
Con colaboraciones de
MARÍA VICTORIA COSTA, SUSANA SOMMER
Y GRACIELA VIDIELLA
FONDO DE CULTURAECONÓMICA
MÉXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPAÑA
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA - PERÚ - VENEZUELA
Primera edición en
Primera edición en
D.R. © 2008, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A.
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina
fondo@fce.com.ar / www.fce.com.ar
Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D.F.
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Comentarios y sugerencias:
editorial@fce.com.ar
Fotocopiar libros está penado por la ley.
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier
medio de impresión o digital, en forma idéntica, extractada
o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma,
sin autorización expresa de la editorial.
IMPRESO EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
ÍNDICE
Introducción, por Florencia Luna y Arleen L. F. Salles . . . . . . . 00
Primera parte
BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
I. Planteos clásicos y teoría de los principios,
por Florencia Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
II. Enfoques éticos alternativos, por Arleen L. F. Salles . . . . . . 00
Segunda parte
MOMENTOS DE DECISIONES
III. La relación médico-paciente, por Arleen L. F. Salles . . . . . . 00
IV. El manejo de la información médica:
el consentimiento informado y la confidencialidad,
por María Victoria Costa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
V. Problemas al final de la vida: el suicidio asistido,
por Florencia Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
Tercera parte
ELIGIENDO EL FUTURO
VI. Una reseña sobre la anticoncepción,
por Arleen L. F. Salles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
7
VII. El aborto, por Arleen L. F. Salles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
VIII. Reproducción asistida y contexto local,
por Arleen L. F. Salles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
IX. La clonación y el debate sobre células troncales,
por Arleen L. F. Salles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
X. Genética: los desafíos de la información,
por Florencia Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
Cuarta parte
MÁS ALLÁ DEL PACIENTE
XI. Investigación, por Florencia Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
XII. La justicia en la salud, por Graciela Vidiella . . . . . . . . . . . 00
Apéndice: Mujeres en América Latina:
algunos desafíos éticos, por Susana Sommer . . . . . . . . . . . 00
Datos de las colaboradoras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
IX. LACLONACIÓN Y EL DEBATE
SOBRE CÉLULAS TRONCALES*
Arleen L. F. Salles
1. INTRODUCCIÓN
Como vimos en el capítulo anterior, en el campo de las técnicas y
prácticas vinculadas a la reproducción humana, las últimas dé-
cadas han hecho evidente un incremento considerable de poder
tecnológico. Clínicas reproductivas en el mundo entero ofrecen
diversos tipos de tratamiento de la infertilidad, desde los relati-
vamente simples como la inseminación artificial hasta la más
compleja fertilización in vitro con todos sus derivados. Reportes
recientes sobre la clonación de embriones humanos por medio
del proceso de división embrionaria y de mamíferos no huma-
nos mediante microtransferencia nuclear nos demuestran que
existe la posibilidad de utilizar métodos aun más audaces e in-
geniosos para la reproducción.1
La técnica de la clonación podría ser aplicada no sólo con fines
reproductivos sino potencialmente terapéuticos. En tal caso, el ob-
jetivo sería crear embriones para derivar células troncales. Éstas
* Partes de este capítulo están basadas en Arleen L. F. Salles, “El estatuto
moral de la clonación”, en Perspectivas Bioéticas en las Américas, vol. 4, núm. 7-8,
1999, pp. 93-112.
1 Véase Gina Kolata, “Cloning Human Embryos: Debate Erupts Over
Ethics”, en New York Times, 26 de octubre de 1993; “Scientist Clone Human
Embryos and Creates and Ethical Challenge”, en New York Times, 24 de octu-
bre de 1993; “With Cloning of a Sheep, the Ethical Ground Shifts”, en New
York Times, 24 de febrero de 1997; Madeleine Nash, “The Age of Cloning”, en
Time Magazine, 10 de marzo de 1997; Sharon Begley, “Little Lamb, Who Made
Thee?”, en Newsweek, 10 de marzo de 1997.
303
la prohibición de la utilización de fondos públicos para clonar ni-
ños y que se pidiera a todas las clínicas, investigadores y socieda-
des profesionales que voluntariamente se adhirieran a tal medida.
La comisión no se pronunció respecto a si la técnica es intrínseca-
mente inmoral. Recomendó que toda legislación que prohíbe la
clonación sea reconsiderada en un período de tres a cinco años y
que sea cuidadosamente redactada de modo de no interferir con
otras áreas importantes de la investigación científica.
Actualmente existen numerosos proyectos de leyes estatales y
federales para regular la clonación.10 El proyecto de ley federal
prohíbe la utilización de fondos públicos para producir indivi-
duos por medio de este procedimiento. Algunos proyectos estata-
les piden la prohibición de la clonación reproductiva, indepen-
dientemente de los fondos que se utilicen.
2.2. Aspectos éticos de la clonación reproductiva
La posibilidad de clonación reproductiva exige el examen crítico y
cuidadoso sobre múltiples cuestiones, entre ellas: a) ¿cómo se de-
ben entender a la sexualidad y la procreación?, b) ¿cuáles son los
motivos legítimos para reproducir?, c) ¿qué es una familia?, d)
¿qué significa ser “humano”?11 En teoría, el análisis cuidadoso de
estas cuestiones nos debería permitir un cierto consenso en lo que
hace al estatus moral de la práctica y las políticas públicas a esta-
blecer. Sin embargo, muchos bioeticistas manifiestan escepticismo
LA CLONACIÓN Y EL DEBATE 307
Susan Wolf, “Ban Cloning? Why NBAC is Wrong” en Hastings Center Report, vol.
27, núm. 5, 1997, pp. 12-15.
10 En este momento se hallan en el Congreso de los Estados Unidos dos
proyectos de ley, el HR 922 que, de aprobarse, prohibiría que se utilicen fondos
públicos para investigación de clonación de humanos, y el HR 923, que haría
ilegal la clonación de humanos.
11 Véase Daniel Callahan, op. cit. También Courtney Campbell, “Prophecy
and Policy”, en Hastings Center Report, vol. 27, núm. 5, 1997, pp. 15-17; y
Leon Kass, “The Wisdom of Repugnance”, en The New Republic, junio de
1997, pp. 17-26.
sobre la medida en que la argumentación racional es suficiente
para determinar concluyentemente el estatus moral y legal de la
técnica. Señalan que los argumentos morales dominantes en la es-
fera pública se inscriben en paradigmas éticos diversos, por lo
cual parten de supuestos y perspectivas a veces radicalmente
opuestas.12 Precisamente por ello, la posibilidad de acuerdo pa-
rece muy remota.
A continuación, me ocupo del debate bioético, pasando re-
vista a los argumentos más importantes contra la práctica, junto
con las respuestas que ofrecen quienes por el momento no ven
nada seriamente incorrecto en el desarrollo de la misma.
2.2.1. Argumentos a favor de la clonación reproductiva
Para defender la clonación, generalmente se utilizan dos tipos de
estrategias. La primera apela a la noción de libertad reproductiva.
Se argumenta, entonces, que si hay un derecho que es parte vital
del derecho a autodeterminarnos es el de decidir libremente sobre
la procreación. Este derecho protegería no sólo la decisión sobre si
procrear o no, sino también sobre cómo hacerlo. Por ello, si la clo-
nación es la mejor o única alternativa para lograr niños genética-
mente propios, entonces, de acuerdo con esta perspectiva, la pa-
reja tiene el derecho moral de utilizar la técnica.13 En tanto exista
308 ELIGIENDO EL FUTURO
12 Véase Matti Hayry, “Philosophical Arguments for and Against Human
Reproductive Cloning”, en Bioethics, vol. 17, 2003, pp. 5-6.
13 Véase John Robertson, Children of Choice: Freedomand the New Reproduc-
tive Technologies, Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1994;
“Human Cloning and the Challenge of Regulation”, en New England Journal of
Medicine, vol. 339, núm. 2, 1998, pp. 119-122; Dan Brock, “Cloning Human
Beings: an Assessment of the Ethical Issues”, en Martha Nussbaum y Cass
Sunstein (comps.), Clones and Clones, Nueva York, Norton & Company, 1998;
Rodolfo Vázquez, Del aborto a la clonación: principios de una bioética liberal, Mé-
xico, Fondo de Cultura Económica, 2004; “Experimentación en embriones y
procreación asistida”, en Juliana González Valenzuela (coord.), Dilemas de
Bioética, México, Fondo de Cultura Económica, 2007.
consentimiento informado por parte de los adultos competentes
involucrados, y no se produzcan daños sustanciales a otros, la uti-
lización de métodos alternativos de reproducción, incluida la clo-
nación si fuera factible, es moralmente legítima.
Una segunda estrategia utilizada para defender la clonación
radica en señalar los posibles usos positivos de la técnica. Entre
ellos se contaría el de satisfacer el deseo natural de las personas de
estar genéticamente relacionadas con sus hijos. La clonación posi-
bilitaría que personas infértiles pudieran tener niños genética-
mente propios. Asimismo, podría utilizarse como método de re-
producción en aquellos casos en que uno de los miembros de la
pareja tiene posibilidades de transmitir una enfermedad genética
a la descendencia.14
2.2.2. Argumentos contra la clonación reproductiva
Para el público no especializado, la idea de utilizar la clonación
como método reproductivo generalmente despierta imágenes de
seres humanos fotocopiados y de desastres sociales y éticos.15 Un
argumento común contra la clonación se funda en el de la pen-
diente resbaladiza, de acuerdo con el cual la aceptación social y
ética de la clonación llevará inevitablemente a distintos tipos de
abusos. El argumento avanza en la siguiente línea de razona-
LA CLONACIÓN Y EL DEBATE 309
14 Otros posibles usos que se mencionan popularmente incluyen a la clona-
ción como medio para replicar a un ser querido. Pero es oportuno señalar que
la idea de que esto es posible descansa en una concepción incorrecta sobre los
alcances de la clonación y del rol que cumplen los genes en la personalidad de
cada individuo.
15 Cabe destacar que los medios juegan un papel crucial en la formación de
las creencias populares sobre prácticas como la clonación. Para la persona co-
rriente que no ha leído artículos sobre ciencia y moralidad de la técnica, los pe-
riódicos y la televisión son fuente de información y de prejuicios. Para una ela-
boración de este punto, véase Patrick Hopkins, “Bad Copies: How Popular
Media Represent Cloning as an Ethical Problem”, en Hastings Center Report,
vol. 28, núm. 2, 1998, pp. 6-13.
miento: de la práctica de la clonación se continuará con la creación
de armadas de autómatas con propósitos siniestros –réplicas de
dictadores, por ejemplo– o de una raza de individuos sobrehuma-
nos.16 Sin embargo, la discusión dentro del ámbito científico y
bioético no se concentra en esta posibilidad, que en verdad parece
poco plausible. En cambio, si nos concentramos en los argumen-
tos en contra de la clonación que se dan dentro de la bioética, se
puede hacer una distinción entre aquellos que tratan de mostrar
que la técnica es intrínsecamente incorrecta y aquellos que se ba-
san en consideraciones consecuencialistas. Ambos tipos de argu-
mentos se discutirán a continuación.
2.2.2.a. La clonación constituye una forma
de reproducción antinatural y repulsiva
Uno de los argumentos más fuertes contra la clonación afirma que
ésta es una práctica moralmente repulsiva que transgrede los lími-
tes establecidos por la naturaleza misma.17 Esta objeción hace una
conexión muy íntima entre la naturaleza antinatural de la técnica
y la repugnancia que supuestamente causa. Pero separemos estos
temas y considerémoslos cuidadosamente.
2.2.2.a.i. La antinaturalidad de la clonación reproductiva. Frente
a la denuncia de que la clonación es antinatural y por ello intrínse-
310 ELIGIENDO EL FUTURO
16 Muchos de los escenarios maquiavélicos que capturan la imaginación de
la gente suponen un determinismo genético falso y crudo, de acuerdo con el
cual sólo los genes determinan la identidad y el carácter de las personas. Por
ello, actualmente, aun los bioeticistas que se oponen a la clonación reconocen
que esos escenarios son irreales. Véase Leon Kass, op.cit.; George Annas, “Why
we should ban Human Cloning”, en New England Journal of Medicine, vol. 339,
núm. 2, 1998, pp. 122-125.
17 Leon Kass, op. cit.; William Ian Miller, “Sheep, Joking, Cloning and the
Uncanny”, en Martha Nussbaum y Cass Sunstein (comps.), op. cit. Sobre la im-
portancia de tomar en cuenta aseveraciones de la gente sobre la antinaturali-
dad de ciertas tecnologías: Mary Midgley, “Biotechnology and Monstrosity:
Why We Should Pay Attention to the Yuk Factor”, en Hastings Center Report,
vol. 30, núm. 5, 2000, pp. 7-15.
camente incorrecta, sus defensores señalan la ambigüedad el tér-
mino “natural”. Notan la falta de consenso sobre cómo interpre-
tarlo.18 Si se entiende a lo natural como lo opuesto a lo “artificial”
o a lo “hecho por humanos”, nos enfrentamos con dos dificulta-
des. Por un lado, muchos, si no todos los objetivos que los seres
humanos persiguen y las actividades que valoran son antinatura-
les, en el sentido de que son moldeadas de manera significativa
por los seres humanos. Aun más, se podría decir que lo que dife-
rencia a los seres humanos de los animales es precisamente su ca-
pacidad de configurar y adaptar al mundo de manera acorde con
sus propias necesidades. Es decir que si por antinatural se en-
tiende artificial, la antinaturalidad de la clonación no la convierte
en una práctica moralmente objetable sin más, sino en una más
entre un grupo de actividades antinaturales que los seres huma-
nos realizan en forma cotidiana.
Pero además existe un segundo problema con la interpreta-
ción de lo antinatural como lo artificial y la aseveración de que la
técnica de la clonación, desarrollada por seres humanos, es anti-
natural. Esta perspectiva parece presuponer una distinción drás-
tica entre lo natural y lo humano como si los seres humanos no
fueran parte de la naturaleza. Tal suposición necesita más sus-
tento del que normalmente se brinda.19
Ahora bien, una segunda interpretación del término “natu-
ral” es posible. Se puede considerar “natural” a aquello que tiene
naturalmente un telos u objetivo determinado. De hecho, éste pa-
rece ser el sentido que se utiliza cuando se habla de la antinatura-
lidad de la clonación. En tanto forma de reproducción asexual,
tendría un cierto sentido afirmar que la clonación representa un
cambio drástico respecto a la forma natural de reproducción,
atentando contra el telos de la sexualidad humana, que está deter-
minado por la naturaleza misma.
LA CLONACIÓN Y EL DEBATE 311
18 Véase Tuija Takala, “The (Im)morality of (Un)naturalness”, en Cam-
bridge Quarterly of Healthcare Ethics, vol. 13, 2004, pp. 15-19.
19 Ibid.
Inicialmente, esta interpretación del término “natural” pa-
rece tener más sentido. Sin embargo, es también vulnerable a ob-
jeciones. En primer lugar, si admitimos que uno de los objetivos
del ser humano en tanto tal es la procreación y afirmamos que los
seres humanos tienen una inclinación natural a procrear genéti-
camente, entonces se podría construir un argumento planteando
que la clonación lejos de ser antinatural o violadora del telos hu-
mano, efectivamente lo facilita y lo promueve en el caso de las
personas infértiles.
Pero, en segundo lugar, se ha señalado que aun si la técnica
fuera antinatural en el sentido en discusión, no queda claro por
qué de esto se sigue en forma forzosa que es moralmente inco-
rrecta.20 ¿Es justificable dar carácter normativo a lo natural?21 Y si
se le va a dar tal carácter normativo a lo natural, ¿hasta qué punto
se lo hace de manera consistente? Si la incorrecciónde la clona-
ción reproductiva radica en que ilustra la intromisión de los hu-
manos en los procesos naturales, es necesario reconocer que
hemos estado interfiriendo con la evolución humana desde que
establecimos estructuras económicas y sociales que apoyan a in-
dividuos que, de otro modo, no podrían reproducirse, y pese a
que esto es antinatural, la mayoría de las personas no lo consi-
dera obviamente perverso.22
2.2.2.a.ii. El carácter repulsivo de la clonación. Quienes se oponen a la
clonación frecuentemente invocan el carácter repulsivo de la
misma. La clonación, nos dicen, nos “enerva, nos da asco, nos ho-
rroriza, nos irrita”.23 ¿Podemos tomar tales sentimientos de re-
312 ELIGIENDO EL FUTURO
20 Véase Raanan Gillon, “Human Reproductive Cloning: A Look at the Ar-
guments against It and a Rejection of Most of Them”, en Journal of the Royal So-
ciety of Medicine, vol. 92, 1999, pp. 3-12.
21 Véase Rodofo Vázquez, Del aborto a la clonación…, op. cit.
22 Richard Dawkins, “What´s wrong with cloning?” en Martha Nussbaum
y Cass Sunstein (comps.) op. cit., p. 59.
23 William I. Miller, op. cit., p. 81.
chazo como indicadores de la incorrección intrínseca de la técnica?
Leon Kass, ex director del Consejo Presidencial sobre Bioética en
los Estados Unidos, responde afirmativamente: la considera una
especie de “alarma moral”. Nos dice que “En casos cruciales la re-
pulsión es la expresión emocional de una sabiduría profunda, mas
allá del poder de la razón de articularla”.24 A criterio de Kass, el
hecho de que la clonación humana resulte repulsiva constituye un
argumento poderoso en respaldo de su rechazo moral y su prohi-
bición legal. Daniel Callahan arguye de manera similar. Nos dice:
“estaré satisfecho si el gobierno federal no subsidia a la clonación y
si la mayoría de los científicos continúan sintiendo repugnancia
ante la idea de clonar, aun si no pueden articular sus razones”.25
Sin embargo, no todos coinciden. Dan Brook, por ejemplo, re-
conoce que algunas reacciones emocionales “pueden señalar con-
sideraciones importantes que de otra manera pasaríamos por
alto”.26 De todas formas, su análisis del estatus moral de la clona-
ción muestra que no otorga al asco un rol prioritario. Para Raanan
Gillon las reacciones emocionales “pueden ser moralmente admi-
rables, pero también pueden ser moralmente incorrectas, más
aun, moralmente atroces, y por sí mismas estas respuestas no nos
permiten separar lo admirable de lo atroz”.27 Lawrence Tribe nota
que el hecho que sea difícil articular el motivo por el cual esta tec-
nología genera un “malestar visceral no debe interpretarse como
indicación de que tal malestar está justificado, o que refleja un
tipo de sabiduría que va más allá de las palabras”.28 Jim Nelson,
por otro lado, advierte que “es demasiado temprano para deter-
minar si tal repugnancia [generada por la clonación] surge de la
sabiduría o de la ignorancia, o si va a ser duradera”.29
LA CLONACIÓN Y EL DEBATE 313
24 Leon Kass, op. cit., p. 20.
25 Callahan, op. cit., p. 19.
26 Dan Brock, op. cit., p. 141.
27 Raanan Gillon, op. cit.
28 Laurence Tribe, “On Not Banning Cloning for the Wrong Reasons” en
Martha Nussbaum y Cass Sunstein (comps.), op. cit., pp. 221-233.
29 James Nelson Lindemann, Hippocrates’ Maze: Ethical Explorations of the
Medical Labyrinth, Lanham, Rowman & Littlefield, 2003, p. 134.
Existe en la actualidad un debate interesante dentro de la filo-
sofía moral sobre el papel que las emociones negativas como la re-
pulsión juegan y deben jugar en la moralidad. Más allá de la pos-
tura que uno tome al respecto, y de lo receptivo que se sea sobre el
valor moral de lo emocional, es indudable que aun si la clonación
genera reacciones de asco, la cuestión de su estatus moral no
queda resuelta sin apelar a otras consideraciones que legitimen tal
sentimiento.30
2.2.2.b. La clonación implica la pérdida de unicidad
personal y atenta contra la dignidad humana
Un segundo argumento contra la clonación reproductiva destaca
que al permitir la réplica de individuos, este método de reproduc-
ción o bien priva a los seres humanos de algo que desean –su uni-
cidad–, o directamente viola un supuesto derecho a la unicidad
genética que los seres humanos poseen.31 Esto resultaría especial-
mente problemático en tanto se suele conectar a la unicidad con la
noción de dignidad.
A esta objeción generalmente se le contraponen tres tipos de
argumentos.
El primero se concentra en las preferencias y los derechos su-
puestamente involucrados. De acuerdo con éste, el problema de
esa objeción radica en que identifica a la unicidad y la dignidad
humana con la estructura genética de cada uno y malinterpreta
las preferencias de las personas. Los seres humanos, se argu-
menta, genuinamente valoran y desean la unicidad personal, no
314 ELIGIENDO EL FUTURO
30 Véase Arleen L. F. Salles, “On Disgust and Morality” ponencia presen-
tada en la American Philosophical Association, abril de 2003 (inédito). Tam-
bién Martha Nussbaum, Hiding from Humanity, Princeton, Princeton Univer-
sity Press, 2004.
31 Véase Daniel Callahan, “A Threat to Individual Uniqueness”, en Los An-
geles Times, 12 de noviembre de 1993; Sidney Callahan, “The Ethical Challenge
of the New Reproductive Technology” en John Monagle y David Thomasma
(comps.)Medical Ethics: A Guide for Health Care Professionals, Rockville, Aspen,
1988.; Leon Kass, op. cit.; George Annas, op. cit.
la genética.32 Es decir, el argumento cuestiona la idea de que las
personas prefieren ser genéticamente únicas.
Ahora bien, dejando de lado las preferencias de las personas,
¿existe un derecho a la unicidad genética que sería violado por la
técnica? Éste es un tema complicado por varios motivos. En pri-
mer lugar, dado que todo derecho implica un reclamo legítimo
hacia terceros, ¿quién lo viola en el caso de los gemelos (en los
cuales encontramos que naturalmente tal unicidad genética no
existe)? Con la utilización de la clonación, los terceros que viola-
rían ese derecho serían seres humanos específicos. Pero, ¿cuál es
la entidad que efectivamente posee el derecho que supuestamente
se está violando? Ruth Chadwick ha señalado que no es apro-
piado atribuir ese derecho a la persona futura puesto que no
existe todavía, y de hecho, no existiría si no fuera por la técnica
que la crea.33
En segundo lugar, ¿qué significa tener un derecho a ser gené-
ticamente único? Y si tal derecho existe, ¿qué consecuencias se si-
guen en el caso de aquellos que nacen sin unicidad genética? ¿De-
bemos tratar de evitar el nacimiento de aquellos que no son
genéticamente únicos (por ejemplo, abortando uno de gemelos en
un embarazo por carecer de unicidad genética)?34
Existe una segunda estrategia para contestar a la objeción so-
bre la unicidad. En lugar de intentar mostrar que la clonación es
compatible con la unicidad, se cuestiona la superioridad metafísica
y ética que se da a la unicidad. En un artículo reciente, se ha suge-
rido que el énfasis que se da a la unicidad en la discusión es pro-
ducto del individualismo estadounidense que la concibe como “un
bien indisputable, la virtud metafísica fundamental”.35¿Es acaso
LA CLONACIÓN Y EL DEBATE 315
32 Véase Arleen L. F. Salles, “El estatuto moral de la clonación”, op. cit.; Raa-
nan Gillon, op. cit.
33 Véase Ruth Chadwick, “Cloning”, Philosophy, 57 (220), 1982, pp. 201-209;
Ruth Macklin, “Splitting Embryos on the Slippery Slope: Ethics and Public Po-
licy”, en Kennedy Institute of Ethics Journal, vol, 4, núm. 3, 1994, pp. 209-225.
34 Raanan Gillon, op. cit.
35 Patrick Hopkins, op. cit.
posible que el énfasis en la unicidad sea otra manifestación de la
fantasía individualista que permea cierta manera de pensar? ¿De-
bemos revisar nuestros compromisos metafísicos fundamentales?
Un tercer argumento cuestiona la noción de dignidad opera-
tiva en este tipo de razonamiento. Recuérdese que la UNESCO, la
ONU y el Consejo de Europa se oponen a la práctica por conside-
rarla incompatible con la dignidad humana. ¿Pero es la noción dedignidad útil en la discusión de este tipo de temas? Algunos bioe-
ticistas han afirmado que ésta es una noción demasiado contro-
vertida e irremediablemente indeterminada como para ejecutar el
trabajo moral que se le pide.36
2.2.2.c. La clonación reproductiva puede producir daños
serios a los clones resultantes
Actualmente no se puede predecir con exactitud los posibles da-
ños que esta técnica traería aparejados. Desde el punto de vista fí-
sico, se habla sobre la posible acumulación de mutaciones genéti-
cas que podrían hacer que el clon tuviera una gran predisposición
al cáncer u otras enfermedades, o sobre su potencial envejeci-
miento prematuro. Por ejemplo, la oveja Dolly desarrolló artritis a
edad muy temprana. Además, sus telómeros eran significativa-
mente más cortos que los de una oveja normal de la misma edad.
Pero no existe certeza de que este hecho hubiera acortado su vida.
Dolly fue eutanizada por sus creadores en 2003 cuando desarrolló
cáncer de pulmón causado por una infección viral común entre
las ovejas.
Como respuesta, los defensores de la clonación presentan dos
líneas de razonamiento. La primera consiste en señalar que todo
protocolo médico nuevo puede tener efectos indeseables y este
hecho no lleva ni debe llevar a que se detenga toda investigación
316 ELIGIENDO EL FUTURO
36 Para una discusión de este tema, véase Matti Hayry, op. cit.También Ruth
Macklin, “Dignity is a Useless Concept”, en British Medical Journal, vol. 327,
2003, pp. 1419 y 1420.

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