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SERIE DE LECCIONES SOBRE 
RAJA YOGA
YOGI RAMACHARAKA
 PRÓLOGO DEL TRADUCTOR
Para la mejor comprensión de esta obra de Ramacharaka, conviene estar algún tanto versado en 
psicología y conocer el tecnicismo siquiera elemental de esta ciencia del alma humana.
Las disciplinas científicas que por su positiva índole caen bajo la jurisdicción de la mente concreta, 
a la que los psicólogos de cátedra y gabinete llaman entendimiento y Ramacharaka intelecto y los 
teósofos mente inferior, tienen definida terminología cuyas palabras expresan en todos los idiomas 
el mismo concepto, a manera de los lenguajes universales del álgebra y de la música.
Pero en filosofía, una de cuyas ramas es la psicología, a que mayormente se refiere la Yoga Raja 
explicada por Ramacharaka en esta obra, cada escuela y cada tratadista tiene su peculiar 
terminología, de lo que resulta una espantosa confusión de conceptos que dificultan el estudio de 
tan ya de por sí abstracta ciencia y engendran deplorables equívocos que suelen ser semilleros de 
inútiles disputas.
Muy provechoso fuera para el adelanto de las ciencias psicológicas, que tan íntimamente 
relacionadas están con la evolución de la humanidad, que las escuelas fundamentalmente 
espiritualistas se pusieran de acuerdo para establecer una común terminología, ya que no existe 
entre ellas discrepancia esencial en los conceptos.
Así, por ejemplo, al principio constitucional del hombre a que Ramacharaka llama mente 
subconsciente, otros tratadistas le denominan subconciencia y otros el inconsciente, a pesar de que 
todos quieren dar a entender el mismo concepto con tan distintos términos cuya variedad 
desconcierta al novel en esta clase de estudios.
Lo mismo ocurre al distinguir verbalmente los aspectos de la mente humana. Unas veces se les 
llama aspectos, otras regiones, otras planos, otras fases, y aunque en estilo literario y sobre todo en 
la forma poética, es elemento de belleza la variedad de palabras para expresar un mismo concepto o 
servir de vehículo de expresión a una misma idea, en materias científicas, y más aún en las 
metafísicas, son inoportunos los afeites retóricos y ofuscan en vez de iluminar las imágenes 
brillantes, porque las verdades superiores requieren propiedad, fijeza, claridad y concisión sin 
laconismo en su expresión verbal, y que cada palabra signifique siempre en todos los pasajes del 
tratado la misma idea, sobre todo si el tratado es de índole didáctica como Ramacharaka ha 
explanado en las siguientes páginas.
Como de costumbre en las anteriores traducciones me he contraído a verter al español el 
pensamiento del autor, sin esclavizarme a las palabras, pues cada idioma tiene sus giros, modismos, 
sintaxis y fraseologías peculiares, que sientan admirablemente a su contextura gramatical, pero que 
servilmente copiadas por el traductor dan por desabrido fruto un engendro sin gracia ni donaire y lo 
que es más lastimoso, con el pensamiento del autor sepultado bajo una maraña de palabras cuya 
más notable característica es la superfluidad.
Según opinan conspicuos literatos, la traducción ideal seria aquella en que el texto traducido 
resultara lo mismo que si el autor hubiese escrito la obra en el idioma de la versión.
Así es que las traducciones llamadas de literalidad, o sean las que van calcando palabra por palabra 
el texto original dan un resultado completamente contrario al de fidelidad que se propuso con 
equivocada buena fe el traductor, pues no deben traducirse las palabras sino los conceptos del autor 
que en el idioma de la versión requieren muy distinta contextura gramatical.
Lo importante es que resulte claro el pensamiento del autor y a este fin primordial he atendido en la 
presente traducción.
FEDERICO CLIMENT TERRER
NOTA DE LOS EDITORES DEL TEXTO INGLÉS
Las lecciones que componen este volumen se publicaron originalmente en forma de correspondencias 
mensuales, que tuvieron lisonjera acogida en el público, y el presente volumen sale a luz en demanda de 
que las lecciones se impriman en forma permanente.
Los editores se toman la libertad de llamar la atención sobre la nutrida enseñanza que estas lecciones 
contienen, y muchos estudiantes nos han informado que les fue necesario leer y estudiar cuidadosamente 
cada lección a fin de asimilarse a sus variadas enseñanzas. También declararon que hallaron conveniente 
releer cada lección varias veces, dejando un intervalo de una a otra lectura y que cada vez que la releían 
descubrían nuevos puntos de información inadvertidos anteriormente. Se nos ha dicho esto tan a menudo 
que nos vemos obligados a mencionarlo por si otros lectores quieren adoptar el mismo método de 
estudio.
Según su costumbre, el autor no escribió prefacio para esta obra, porque las lecciones hablan por sí 
mismas y aquellos para quienes se escribieron recibirán la enseñanza sin necesidad de prefacio.
THE YOGI PUBLICATION Society
PRIMERA LECCION EL YO
En la India, cuando los candidatos a la iniciación de la ciencia de Yoga Raja solicitan instrucción de los 
Maestros Yogis, se les da una serie de lecciones con el propósito de ilustrarlos acerca de la naturaleza 
del verdadero Yo e instruirlos en el conocimiento secreto mediante el cual pueden desarrollar la 
conciencia y reconocimiento del Yo. Se les demuestra el modo de desechar el conocimiento erróneo o 
imperfecto de su real identidad.
Hasta que el candidato domina esta instrucción, o por lo menos hasta que la verdad queda grabada en su 
conciencia, se les niega instrucción más extensa, porque hasta que no despierta a la conciencia de su real 
identidad no es capaz de comprender el origen de su poder y, por lo tanto, de sentir en su interior el 
poder de la voluntad, en que descansan las enseñanzas de Yoga Raja.
Los Maestros Yogis no se satisfacen con que el candidato forme simplemente un claro concepto de su 
real identidad, sino que insisten en que deben sentirla, percibir el verdadero Yo de modo que esa 
conciencia forme parte de su vida diaria, y la comprensión consciente prevalezca en su mente y 
alrededor de la cual giren todos sus pensamientos y acciones.
Para algunos candidatos este reconocimiento llega como el resplandor de un relámpago en el momento 
en que la atención se dirige hacia él mientras que en otros casos es necesario que sigan un riguroso curso 
de preparación antes de adquirir dicho grado de conciencia.
Los Maestros Yogis enseñan que hay dos grados de este despertar consciente del verdadero Ser. El 
primero al cual llaman la Conciencia del Yo, es la plena conciencia que el candidato obtiene de su real 
existencia, que le hace conocer que es una entidad real con vida independiente del cuerpo, que 
continuará a pesar de la destrucción del cuerpo. El segundo grado, que ellos llaman la Conciencia del 
YO SOY, es la conciencia de su identidad con la Vida Universal, en relación con ella y su " contacto'' 
con toda vida manifestada y no manifestada. Estos dos grados de conciencia llegan a su tiempo a todos 
los que huellan el Sendero. A unos les llega repentinamente; a otros como un amanecer gradual; a 
muchos les llega con auxilio de los ejercicios y prácticas del Yoga Raja.
La primera lección que los Maestros Yogis dan a los candidatos para instruirlos y elevarlos al primer 
grado arriba mencionado es: Que la Suprema Inteligencia del Universo, el Absoluto, ha manifestado al 
ser que llamamos hombre, la superior manifestación en este planeta. El Absoluto ha manifestado 
infinidad de formas de vida en el universo, incluso mundos distantes, soles, planetas, etc., siendo muchas 
de estas formas desconocidas para los habitantes de este mundo e imposibles de concebir por la mente 
del hombre ordinario. Pero estas lecciones nada tienen que ver con la parte de la filosofía que trata de 
estas miríadas de formas de vida, porque están dedicadas al desenvolvimiento en la mente del hombre de 
su verdadera naturaleza y poder. Antes de que el hombre intente resolver los secretos del universo 
externo debe dominar el universo interno, el Reinodel Ser. Entonces puede y debe proceder a adquirir el 
conocimiento externo como dueño que exigen sus secretos, más bien que como esclavo que mendiga las 
migajas de la mesa del conocimiento. El primer conocimiento para el candidato es el conocimiento del 
Yo.
El hombre, la superior manifestación del Absoluto en este planeta, es un ser asombrosamente 
organizado, aunque la mayoría de las gentes conocen muy poco de su verdadera naturaleza. Comprende 
en su estructura física, mental y espiritual, lo superior y lo inferior (Véanse Catorce 'lecciones y Curso 
adelantado.). En sus usos se manifiesta casi la forma de vida mineral, pues en ellos hay efectivamente 
substancias minerales. La vida del cuerpo físico se parece a la de la planta. Muchos de los deseos y 
emociones físicos son iguales a los de los animales y en el hombre poco desarrollado predominan y se 
sobreponen a la naturaleza superior, que apenas se manifiesta. Además, tiene el hombre una serie de 
características mentales que le son propias y no poseen los animales. Y además de las facultades 
mentales comunes en mayor o menor grado a todos los hombres, tiene latentes facultades superiores que 
cuando se manifiestan y expresan lo transforman en superhombre. El desenvolvimiento de estas 
facultades es posible a cuantos han alcanzado la etapa adecuada de evolución, y el deseo y anhelo del 
estudiante por esta instrucción lo causa la presión de las facultades latentes que pugnan por actualizarse 
en la conciencia. Además la admirable voluntad, débilmente comprendida por quienes ignoran la 
filosofía yogística, es el poder del ego, su derecho por nacimiento del Absoluto.
Pero aunque estas cualidades mentales y físicas pertenecen al hombre no son el hombre mismo. Antes de 
que el hombre sea capaz de dominar, regir y dirigir sus facultades, sus instrumentos de expresión, debe 
conocerse a sí mismo y distinguir entre el Yo y el "No-Yo". Esto es lo primero que ha de hacer el 
candidato.
El Yo es la chispa divina emanada de la Sagrada Llama. Es el Hijo del Divino Padre. Es inmortal, 
eterno, indestructible, invencible. Posee en sí poder, sabiduría y realidad. Pero como el niño que 
contiene en sí al futuro hombre, la mente del hombre es inconsciente de sus cualidades latentes y no se 
conoce a sí misma. A medida que despierta y desarrolla el conocimiento de su real naturaleza, manifiesta 
sus cualidades y conoce que el Absoluto se las confirió. Cuando el Yo comienza a despertar, aparta de sí 
todo lo adyecticio que, en su estado semidespierto, había considerado como su Yo y desecha todo el No-
Yo, dejando al Yo independiente y libre del cautiverio de sus envolturas. Luego las reasume y hace uso 
de ellas.
Al considerar la pregunta ¿qué es el Yo? detengámonos primero a examinar lo que usualmente quiere 
decir el hombre cuando dice Yo.
Los animales no poseen la sensación del Yo. Son conscientes del mundo externo, de sus propios deseos, 
ansiedades y sensaciones animales; pero su conciencia no ha alcanzado la etapa del Yo. No son capaces 
de pensar de sí mismos como entidades separadas ni reflexionar sobre sus pensamientos. No poseen la 
conciencia de la chispa divina, del ego o verdadero ser. La chispa divina está oculta en las formas 
inferiores de la vida y aún en las formas inferiores de la vida humana, por las muchas envolturas que 
interceptan su luz. Pero allí está siempre. Duerme en la mente del salvaje y a medida que éste se 
desarrolla, principia a despedir su luz. En los candidatos lucha porque su resplandor penetre a través de 
las envolturas materiales. Cuando el Yo principia a despertar de su sueño, comienza a ver el mundo tal 
como es y a reconocerse en realidad y no como falseado ente de sus sueños.
El salvaje y el bárbaro apenas son conscientes del Yo. En punto a conciencia, son como superiores al 
animal y su Yo se contrae a las necesidades del cuerpo, la satisfacción de los apetitos, el halago de las 
pasiones, el bienestar personal, la-expresión de la lujuria, etc. En el salvaje el Yo se concentra en el 
_aspecto inferior de la mente instintiva. Si el salvaje pudiera analizar sus pensamientos diría que el Yo 
es el cuerpo físico, con ciertos sentimientos, necesidades y deseos. El Yo del salvaje es un Yo físico, y el 
cuerpo su forma y substancia. No sólo es esto cierto en el salvaje, sino que hasta entre los llamados 
civilizados encontramos muchos hombres en este estado. Han actualizado las potencias mentales del 
intelecto, pero no viven "en su mente" sino que las usan para la satisfacción de sus deseos y apetitos 
corporales y viven realmente en el plano de la mente instintiva. -No pueden hablar de "mi mente", o de 
"mi alma", desde la alta posición de un Maestro que conoce su Yo, sino desde el punto de vista del 
hombre que vive en el plano de la mente instintiva, muy por debajo de las facultades superiores. Para 
ellos el cuerpo es el Yo. Su Yo está cautivo de los sentidos y de las sensaciones. A medida que el 
hombre adelanta en cultura y civilización, sus sentidos se agudizan, se educan y se satisfacen solamente 
con refinadas percepciones mientras que el hombre inculto queda perfectamente satisfecho con las 
materiales y groseras satisfacciones de los sentidos. Mucho de lo que llamamos educación y cultura no 
es más que una forma refinada de halagar los sentidos en vez de un verdadero adelanto de conciencia y 
desenvolvimiento. Es cierto que el maestro y el estudiante adelantado poseen sentidos muy activos, que 
a menudo aventajan en mucho a los del hombre ordinario; pero los desarrollaron por el dominio de la 
voluntad haciéndolos sirvientes del Ego en vez de dueños.
A medida que el hombre avanza en la escala de la evolución tiene superior concepto del Yo. Usa su 
mente y razón, y se traslada al plano mental y su mente se manifiesta en el plano del intelecto. Encuentra 
que hay en él algo superior al cuerpo. Halla que su mente es más real que su cuerpo físico, y en los 
momentos de pensamiento profundo y de estudio es capaz de casi olvidar la existencia del cuerpo.
En esta segunda etapa, el hombre queda perplejo. Encuentra problemas que le piden solución, más tan 
pronto como cree haberla hallado, se le presentan en una nueva faz y necesita "explicar su explicación". 
La mente, aun cuando no esté regida y dirigida por la voluntad, tiene un valor asombroso; pero el 
hombre da vueltas alrededor de un círculo y comprende que continuamente está enfrente de lo descono-
cido. Esto le perturba, y cuanto mayor es su libresca erudición, más se conturba. El hombre de escaso 
conocimiento no ve muchos problemas que se presentan a la atención del de más conocimiento, en 
demanda de solución. Las torturas del hombre de vigorosa mentalidad, que ve los problemas y la impo-
sibilidad de resolverlos, no puede imaginarlas quien no las ha sufrido.
El hombre en este grado de conciencia cree que su Yo es la mente, con el cuerpo por compañero inferior. 
Conoce que ha progresado, pero su Yo no responde a los enigmas y preguntas que le conturban y llega a 
ser muy desdichado, pues con frecuencia se sume en el pesimismo y considera la vida mala y 
desagradable, como un castigo y no como una bendición. El pesimismo pertenece a este plano, porque ni 
en el físico ni en el espiritual arraiga el pesimismo. El hombre sensualizado no tiene tales inquietudes de 
pensamiento, porque está casi enteramente absorto en la satisfacción de su naturaleza animal, mientras 
que el de evolucionada mentalidad cree que su mente es un instrumento y no su verdadero ser, y conoce 
que es imperfecto en su presente grado de evolución, que tiene en sí la llave de todo conocimiento, 
acumulado en el Ego, y que la mente educada, cultivada, desarrollada y guiada por la voluntad, puede 
adquirirla a medida que evoluciona. Por esto el hombre adelantado no se desespera, y reconociendo su 
real naturaleza y posibilidades, al paso que despierta a la conciencia de sus poderes y capacidad, se ríe de 
sus antiguos desalientos e ideas pesimistas y las desecha como vestidos usados.El hombre en el plano de 
conciencia es como un elefante que no conoce su propia fuerza. Podría destruir barreras e imponerse en 
casi todas las circunstancias; pero ignorante de su verdadera condición y poder, puede dominarlo un 
débil chicuelo o le asusta el crujido de una rama o el roce de un pedazo de papel.
Cuando el candidato recibe la iniciación y pasa del plano mental al espiritual, percibe que el Yo es 
superior al cuerpo y la mente, que de instrumento le sirven. No adquiere este conocimiento por 
razonamiento puramente intelectual, aunque sea con frecuencia necesario para ayudar al 
desenvolvimiento y lo empleen los Maestros. Pero el verdadero conocimiento sobreviene como una 
forma especial de conciencia. El candidato llega a ser consciente del Yo y pasa a las filas de los ini-
ciados. Cuando el iniciado pasa al segundo grado de conciencia y principia a reconocer su relación con 
el Todo, cuando comienza a manifestar la expansión del Yo, está en camino de ser Maestro.
Procuraremos indicar al candidato los métodos de desarrollar la conciencia del Yo, el primer grado de la 
obra. Damos los siguientes ejercicios o disciplina de desarrollo para que los practique. Hallará que si 
sigue consciente y cuidadosamente estas instrucciones adquirirá suficiente grado de conciencia del Yo 
para alcanzar superiores etapas de desenvolvimiento y poder. Lo necesario es que el candidato sienta en 
sí el despertar de la conciencia o percepción del Yo. Gradualmente llegará a las superiores etapas de la 
conciencia del Yo, porque una vez en el sendero no hay retroceso posible. Puede haber detenciones en el 
camino, pero no se pierde lo una vez obtenido.
La conciencia del Yo, aun en sus fases superiores es sólo un paso preliminar hacia la iluminación, que 
significa el despertar del iniciado, el reconocimiento de su positiva conexión y relación con el Todo. 
La visión total de la gloria del Yo, es sólo un débil reflejo de la iluminación. Desde el momento en 
que el candidato reconoce completamente el Yo, es' un iniciado que penetra en la aurora de la 
iluminación y da el primer paso en el camino del Maestro. La iniciación es el despertar del alma en 
el conocimiento de su real existencia, la revelación de la verdadera naturaleza del alma y de su 
relación con el Todo. Después de obtener los albores de la conciencia del Yo, el candidato es más 
capaz de alcanzar los medios de enaltecer su conciencia en un grado todavía superior; es más capaz 
de actualizar sus latentes facultades, regir sus estados mentales y manifestarse como centro de 
conciencia e influencia que irradie al mando externo, que siempre busca ávidamente tales centros en 
cuyo alrededor girar.
El hombre debe dominarse antes de que pueda influir en los demás. No hay camino llano y fácil de 
desenvolvimiento y poder. Cada paso se ha de dar a su debido tiempo y cada candidato debe dar el 
paso por sí mismo y por su propio esfuerzo. Pero le ayudará la mano protectora de los Maestros que 
recorrieron el sendero antes que él y conocen justamente cuándo han de tender su mano protectora 
para alzar al candidato por encima de los sitios escabrosos. Conviene que el candidato preste suma 
atención a la instrucción siguiente, pues toda es muy importante. No prescindir de parte alguna, por-
que tan sólo exponemos lo necesario, y tan brevemente como es posible. Poned atención y seguid la 
instrucción con todo cuidado. Habéis de dominar esta lección antes de que podáis progresar. Y la 
debéis practicar, no solamente ahora, sino en muchas etapas de la jornada, hasta obtener la completa 
iniciación e iluminación.
REGLAS Y EJERCICIOS DESTINADOS A AYUDAR AL CANDIDATO EN SU INICIACIÓN
La primera instrucción en el curso de la iniciación está destinada a despertar en la mente el 
completo reconocimiento de la individualidad del Yo. Al candidato se le enseña a relajar su cuerpo, 
calmar su mente y meditar sobre el Yo hasta que aparece claro y distinto ante la conciencia. Dare-
mos instrucciones para determinar la condición mental y física deseada, en que son más fáciles la 
meditación y concentración.
ESTADO DE MEDITACIÓN. — Si es posible retirarse a una habitación o sitio tranquilo, donde no 
temáis interrupción, de modo que vuestra mente pueda estar segura y tranquila. Por supuesto que no 
siempre es posible obtener la condición ideal, pero se ha de hacer lo que mejor se pueda, 
abstrayéndose de todo cuanto amenace distraeros de estar solos con vosotros mismos y en 
comunión con vuestro Yo.
Conviene que os sentéis en una silla cómoda o en un colchón de modo que podáis relajar los 
músculos y librar de tensión los nervios. Deberíais ABANDONAR todo el cuerpo, con todos los 
músculos relajados, hasta que un sentimiento de paz perfecta y tranquila calma compenetre cada 
partícula de vuestro ser. Descanso del cuerpo y calma en la mente. Esta condición es mejor en los 
primeros grados de la práctica, aunque después que el candidato tenga mayor dominio, será capaz 
de determinar la relajación física y la calma mental donde y cuando quiera lo desee.
Pero debe precaverse de adquirir un aspecto soñador o meditativo cuando haya de atender a los 
asuntos de la vida. El estado de meditación ha de estar enteramente bajo el gobierno de la voluntad, 
y sólo se debe determinar deliberadamente y a su debido tiempo. La voluntad ha de dirigir éste y 
todos los estados mentales. Los iniciados no son quiméricos soñadores, sino hombres que tienen 
pleno dominio de sí mismos' y de sus actitudes. Aunque la conciencia del Yo se desenvuelve por 
medio de la meditación, pronto llega a ser un estado permanente de conciencia sin necesidad que lo 
determine la meditación. En momentos de prueba, duda o inquietud, la conciencia puede iluminarse 
por un esfuerzo de le voluntad, sin entrar en el estado de meditación.
RECONOCIMIENTO DEL Yo.— El candidato debe primero darse cuenta de la realidad del Yo 
antes de conocer su verdadera naturaleza. Este es el primer pasó. El candidato debe colocarse en el 
estado de meditación anteriormente descripto, para concentrar toda su atención en el Yo, 
interceptando todo pensamiento del mundo exterior. Debe forjar en su mente la idea de sí mismo como 
una entidad REAL, un ser efectivo, una individualidad, un centro en cuyo alrededor gira el mundo, sin 
que una falsa modestia o desestimación propia se oponga a esta idea, porque no negáis a las demás el 
derecho de considerarse también como centros. Sois, en efecto, centros de conciencia establecidos por el 
Absoluto. Hasta que el ego se reconozca como un centro de pensamiento, influencia y poder, no será 
capaz de MANIFESTAR estas cualidades. Y el grado en que reconozca su posición como centro, será 
capaz de manifestar sus cualidades. No es necesario que os comparéis con otros ni os imaginéis 
superiores a ellos, pues tales comparaciones son indignas de un ego adelantado, e indican falta de 
desarrollo. Durante la meditación, olvidad toda consideración de las respectivas cualidades de los demás 
y esforzaos en reconocer que CADA UNO de vosotros es un centro de conciencia, poder, influencia y 
pensamiento. Y que así como los planetas giran alrededor del sol, así vuestro mundo gira alrededor de 
VOSOTROS que sois su centro.
No es necesario que arguyáis sobre este asunto ni convenceros de su verdad por razonamiento 
intelectual. El conocimiento 110 se adquiere de este modo, sino en forma de gradual reconocimiento de 
la verdad que amanece en vuestra conciencia mediante la meditación y concentración. Mantened este 
pensamiento de vosotros mismos como centros de conciencia, influencia y poder, porque ES UNA 
VERDAD OCULTA, y en grado en que seáis capaces de comprenderla, así podréis manifestar dichas 
cualidades.
Por humilde que pueda ser vuestra posición, por dura que sea vuestra suerte y por deficiente que sea 
vuestra instrucción, no cambiaríais vuestro Yo con el del más afortunado, más sabio o más poderoso 
hombre del mundo. Podéis dudar de esto, pero pensad un momento y veréis que tenemos razón. Cuandodecís que os "gustaría ser" esta o aquella persona, lo que realmente significáis es que a vosotros os 
gustaría tener su grado de inteligencia, poder, fortuna o posición. Necesitáis algo de lo que admiráis en 
aquella persona o algo igual a lo que posee; pero no deseáis sumergir vuestra identidad en la suya ni 
hacer cambio de seres. Pensad en esto un momento. Para ser otra persona tendríais que proponeros 
morir y en vez de vosotros seríais la otra persona. Vuestro Yo desaparecería y no seríais vosotros de 
ningún modo, sino él.
Si podéis comprender esta idea, veréis que ni por un momento deseáis tal cambio, que por otra parte 
es imposible. Vuestro Yo no puede aniquilarse. Es eterno y seguirá siempre adelante, hacia cada vez 
más superiores etapas, pero siempre será el mismo Yo, de la propia suerte que ahora conocéis que 
vuestro Yo es el mismo que era en vuestra niñez; y aunque en años venideros acrecentéis vuestro 
conocimiento y experiencia, será el mismo vuestro Yo; la inextinguible chispa divina.
La mayoría de las gentes en la actual etapa de evolución de la humanidad tiene débil concepto de la 
realidad del Yo. Aceptan su existencia y son conscientes de sí mismos como quien come, duerme y 
vive; un ser algo superior al animal; pero no han despertado a la percepción del Yo que deberá tener 
todo el que llegue a ser centro real de influencia y poder.
Algunos alcanzaron cierto grado de esta conciencia, sin comprenderla. Presintieron su verdad y se 
apartaron de los convencionalismos mundanos para tener poderío en bien o en mal. No es muy 
envidiable esta condición, pues la percepción del Yo sin el conocimiento que debe acompañarla, 
puede acarrear dolor.
El candidato debe meditar sobre el Yo y reconocerlo, sentirlo, ser un centro de conciencia. Esta es 
su primera tarea. Imprimid en vuestra mente la palabra Yo en este sentido y comprendedla, 
dejándola penetrar profundamente en vuestra conciencia, de modo que llegue a ser parte de 
vosotros. Y cuando digáis Yo, debéis acompañar la palabra con la. imagen de vuestro ego como 
centro de conciencia, de pensamiento, poder e influencia. Veos rodeados de vuestro mundo. Donde-
quiera vayáis, irá el centro de vuestro mundo. VOSOTROS sois el centro y todo lo exterior a 
vosotros gira alrededor de ese centro. Esta es la primera lección en el camino de la iniciación. 
Aprendedla.
Los maestros Yogis enseñan a los candidatos que su reconocimiento del Yo como un centro puede 
apresurarse entrando en el Silencio o estado de meditación, y repitiendo varias veces su primer 
nombre lenta, deliberada y solemnemente. Este ejercicio tiende a hacer que la mente se concentre 
en el Yo, siendo muchos los casos en que ha resultado un principio de iniciación por esta práctica. 
Muchos pensadores conspicuos conocieron este método sin que nadie se lo enseñara, como por 
ejemplo lord Tennyson, quien obtuvo un grado de iniciación repitiendo su propio nombre y una y 
otra vez, meditando al mismo tiempo sobre su identidad, de suerte que llegaba a ser consciente y a 
percibir su realidad e inmortalidad; en suma, se reconocía a sí mismo como un centro real de 
conciencia.
Creemos haber dado la clave para el primer estado de meditación y concentración. Antes de pasar 
adelante citaremos lo que un antiguo maestro indio dice sobre el particular "Cuando el alma se ve 
así misma como un centro rodeado por su circunferencia, cuando el Sol conoce que es un Sol 
rodeado de sus planetas, entonces está preparado para la Sabiduría y Poder de los Maestros".
CONOCIMIENTO DE QUE EL YO NO DEPENDE DEL CUERPO. — Muchos candidatos se 
hallan impedidos de reconocer completamente el Yo (aun después de emprender la tarea) por la 
confusión de la realidad del Yo con la sensación del cuerpo físico. Este es un tropiezo fácilmente 
evitable por la meditación y concentración, y con frecuencia se manifiesta al candidato la 
independencia del Yo, en forma de un resplandor sobre el pensamiento objeto de meditación.
El ejercicio es el siguiente: Colocaos en estado de meditación y pensad que VOSOTROS MISMOS, 
el Yo es independiente del cuerpo, del que se vale como su vestidura e instrumento de 
manifestación. Pensad que vuestro cuerpo es lo que podría ser un cómodo vestido. Daos cuenta de 
que sois capaces de dejar el cuerpo y ser el mismo yo. Imaginad desde arriba vuestro cuerpo. 
Pensad que el cuerpo es como una envoltura de la cual podéis salir sin afectar vuestra identidad. 
Pensad que domináis y regís el cuerpo que ocupáis, usándolo con la mejor utilidad, haciéndolo 
sano, fuerte y vigoroso, pero que no obstante sólo es una envoltura del Yo. Pensad que el cuerpo 
está compuesto de átomos y células que cambian constantemente y se mantienen reunidas por la 
energía de vuestro ego que puede mejorarlos a voluntad. Comprended que habitáis en el cuerpo y lo 
usáis por conveniencia como podríais habitar una casa.
Al intensificar la meditación, olvidad enteramente el cuerpo y poned vuestro pensamiento en el Yo, 
que estáis comenzando a sentir que es "vosotros", y hallaréis que vuestra identidad, vuestro Yo, es 
enteramente independiente del cuerpo. Ahora podéis decir "mi cuerpo" con un nuevo significado. 
Divorciaos de la idea de que sois un ser físico y daos cuenta de que os sobreponéis al cuerpo. Pero 
que este concepto y comprensión no os haga olvidar el cuerpo. Debéis considerarlo como el Templo 
del Espíritu y cuidarlo y hacerlo adecuada habitación del Yo. No os asustéis si durante la 
meditación experimentáis la sensación de estar fuera del cuerpo por algunos momentos y de 
regresar a él terminado el ejercicio. El ego puede (en el caso del iniciado adelantado) cernirse sobre 
los confines del cuerpo, pero no rompe su conexión con él. Es simplemente como cuando uno se 
asoma a la ventana de una habitación, para ver lo que pasa en el exterior, y retira la cabeza cuando 
quiere. No sale de la habitación, aunque se asome a la ventana para observar lo que pasa en la calle. 
No aconsejamos al candidato que cultive esta sensación, pero no ha de temerla si sobreviene 
naturalmente durante la meditación.
'RECONOCIMIENTO DE LA INMORTALIDAD E INVENCIBILIDAD DEL EGO. — Aunque la 
mayoría de las gentes - aceptan por fe la inmortalidad del alma, pocos saben que el alma misma la 
puede demostrar. Los Maestros Yogis enseñan esta lección a los candidatos, como sigue: El 
candidato se coloca en estado de meditación, o por lo menos en estado de pensar, y procura 
"imaginarse" como "muerto", es decir, forma el concepto mental de que está muerto. Esto a primera 
vista parece una cosa muy fácil de imaginar, pero imposible de hacer, porque el ego se niega a ello. 
Ensayadlo y veréis que no os será difícil imaginar que el CUERPO está acostado inmóvil y sin vida 
pero al propio tiempo VOSOTROS contemplaréis el cuerpo. De modo que veis que vosotros no 
estáis muertos, ni aun en imaginación, aunque pueda estarlo el cuerpo. Pero si no queréis 
desprenderos de vuestro cuerpo ni en imaginación, podéis pensar que vuestro cuerpo está muerto, 
pero vosotros vivos y reconoceréis el cuerpo muerto aparte de vuestro Yo. Por mucho que hagáis no 
podréis imaginaros muertos. El ego insiste en estar vivo en cualquiera de estos pensamientos y de 
este modo denota que tiene en sí la sensación y seguridad de la inmortalidad. En casos de sueño o 
estupor resultante de un golpe, de narcóticos o anestésicos, la mente está aparentemente rasa, pero 
el Yo es consciente de la continuidad de su existencia. De modo que el hombre puede imaginarse en 
estado inconsciente o durmiendo cómodamente, pero cuando se propone imaginar muerto al Yo, la 
mente se niega en absoluto. Este admirable hecho, de que el alma lleva consigo la prueba de su 
propia inmortalidad, es muy glorioso, pero necesario es alcanzar cierto grado de desenvolvimiento 
antes de comprender su completo significado.
Se aconseja al candidato que investigue por sí mismo las mencionadas afirmaciones, por la 
meditación y la concentración, con objeto de que el Yo conozca su verdadera naturalezay 
posibilidades, y se, dé cuenta de que no puede morir. Debe conocer lo que es antes de que pueda 
manifestar su naturaleza. Por consiguiente no dejéis esta parte de la enseñanza hasta dominarla y 
convendrá repasarla de cuando en cuando para reconocer vuestra eterna e inmortal naturaleza. El 
mero vislumbre de este concepto de la verdad os dará una acrecentada sensación de fuerza y poder, 
y hallaréis que vuestro Yo se ha dilatado y crecido; que sois un centro de poder mayor que lo que 
antes habíais comprendido.
Los siguientes ejercicios son inútiles para comprender la invencibilidad del ego, su superioridad 
sobre los elementos.
Colocaos en estado de meditación e imaginad el Yo separado del cuerpo. Vedlo pasar a través del 
aire, del fuego y del agua sin dañarse. Así se advierte que el alma es capaz de cruzar por el aire a 
voluntad, volar como un ave, viajar por el éter y atravesar indemne el fuego y el agua, porque los 
elementos afectan sólo al cuerpo físico, y no al Yo.
Esta meditación infunde un sentimiento de superioridad y fuerza, y muestra algo de la naturaleza 
del Yo. Es cierto que estáis en el cuerpo que pueden afectar los elementos, pero el conocimiento de 
que el Yo es superior al cuerpo y a los demás elementos que afectan al cuerpo y no pueden recibir 
daño y mucho menos morir, es asombroso, y tiende a desarrollar la plena conciencia del Yo. Porque 
el Yo no es el cuerpo, sino el Espíritu. El ego es inmortal e invencible. Cuando así lo reconozcáis, 
sentiréis un influjo de fuerza y poder imposible de describir. Se desvanecerá el temor y sentiréis que 
renacéis. La comprensión de este pensamiento os mostrará que las cosas temidas no pueden afectar 
al Yo, que sólo dañan al cuerpo físico y aun pueden evitarse por la inteligente aplicación de la 
voluntad.
El tema de esta primera lección es el Yo. El candidato debe penetrarse completamente de su 
significado antes de pasar adelante. Debe conocer su real existencia independiente del cuerpo. Debe 
verse invencible e invulnerable para el daño o la muerte, como un centro de conciencia, un sol a 
cuyo alrededor gira su mundo. Entonces recibirá una nueva fuerza. Sentirá una tranquila dignidad y 
poder que notarán cuantos con quienes se ponga en contacto. Será capaz de mirar al mundo sin 
titubear y sin temor porque conocerá la naturaleza y el poder del Yo. Comprenderá que es un centro 
de poder e influencia, que nada puede dañar al Yo y que cualesquiera que sean las tormentas de la 
vida que estallen sobre su personalidad, el Yo resultará indemne. Como roca que permanece firme 
durante la tormenta, así el Yo subsiste inconmovible durante las tempestades de la vida y la perso-
nalidad. Y sabrá que a medida que acrecienta su reconocimiento del Yo será capaz de dominar las 
tormentas.
Dice un Maestro Yogi: "El Yo es eterno. Pasa sin daño a través del fuego, el aire y el agua. La 
espada o la lanza no pueden matarlo ni herirlo. No puede morir. Las pruebas de la vida física son 
sueños para él. Si descansa seguro en el conocimiento del Yo, el hombre puede sonreír ante lo peor 
que el mundo le depare y desvanecerlo a una señal de su mano. Bendito quien dice Yo y lo 
comprende.
No os desaniméis si progresáis lentamente. No os rindáis si retrocedéis un paso después de 
adelantado; ganaréis dos en el próximo avance. El éxito será vuestro. La paz sea con vosotros.
AFIRMACIÓN
Soy un Centro a cuyo alrededor gira mi mundo:
Soy un Centro de influencia y poder.
Soy un Centro de pensamiento y conciencia.
Soy independiente del cuerpo.
Soy inmortal y nada puede aniquilarme.
Soy invencible y nada puede dañarme.
SEGUNDA LECCIÓN
LOS INSTRUMENTOS MENTALES DEL EGO
En lo que hemos dicho acerca del reconocimiento del Yo, sólo indicamos cómo distinguir entre el Yo y 
sus envolturas materiales. Hemos procurado mostraros que tenéis un Yo y qué es y cómo es 
independiente de las envolturas materiales.
Aun cuando el candidato haya reconocido su independencia del cuerpo, con frecuencia confunde el Yo 
con los principios inferiores de la mente. Esto es un error. La mente en sus varias fases y planos es sólo 
un instrumento del Yo. Pasaremos por alto los aspectos metafísicos del caso concentrándonos a la 
psicología yoguística. No intentaremos explicar la causa, naturaleza y propósitos de la mente, pero 
indicaremos el medio de analizarla y determinar qué es el "no Yo" y qué es el Yo. Son inútiles las teorías 
y disquisiciones metafísicas, cuando la prueba está al alcance de cada cual. Por el uso de la mente, 
podréis analizarla y forzarla a responder a las preguntas a ella referentes.
En la segunda y tercera lección de nuestra obra "Catorce Lecciones" dijimos que el hombre tiene tres 
principios mentales o subdivisiones de la mente, inferiores al plano del Espíritu. El Yo es Espíritu, pero 
sus principios mentales son de orden inferior. Conviene examinar rápidamente estos tres principios de la 
mente humana.
Primero, hay la mente instintiva, que el hombre posee en común con los animales. Es el primer principio 
mental que aparece en la escala de la evolución. En sus fases inferiores, la conciencia es apenas 
perceptible, y sólo se manifiesta la mera sensación. En sus fases superiores, alcanza el plano del 
intelecto, y ambos se entremezclan. La mente instintiva opera con mucha eficacia en la dirección y 
mantenimiento de la vida animal de nuestros cuerpos, pues tienen a su cargo esta parte de nuestra 
existencia. Atiende a la obra constante de reparación, reemplazo, cambio, digestión, asimilación, 
eliminación y demás funciones fisiológicas inferiores a la conciencia ordinaria.
Pero ésta es sólo una pequeña parte de las funciones de la mente instintiva, porque en ella están 
acumuladas todas nuestras experiencias y las de nuestros antecesores desde las formas inferiores de 
la vida animal hasta la presente etapa de evolución. Todos los antiguos instintos animales (que fue-
ron muy necesarios para el bienestar de las formas inferiores de la vida) han dejado huellas en esta 
parte de la mente, y pueden manifestarse bajo la presión de circunstancias peculiares aun largo 
tiempo después de creer que los habíamos trascendido. En esta parte de la mente se encuentran 
vestigios del viejo instinto de lucha animal: todas las pasiones animales, todo el odio, envidia, celos, 
etc., que son nuestra herencia del pasado. La mente instintiva es también el hábito mental que 
acumula lo pequeño y lo grande, los hábitos de muchas vidas que no han sido enteramente 
extirpados por hábitos subsiguientes de más intensa índole. La mente instintiva es un depósito 
curioso que contiene gran variedad de objetos, muchos de ellos muy buenos en su correspondiente 
lugar; pero otros que son lo peor de antiguos residuos y escombros.
Esta parte de la mente es también la sede de los apetitos, pasiones, deseos, instintos, sensaciones, 
sentimientos y emocione de orden inferior manifestados en los animales, en el hombre primitivo, el 
salvaje y el civilizado, sin otra diferencia que el dominio obtenido sobre ellos por la mente superior. 
Los deseos animales como el hambre y la sed; los apetitos sexuales y la sensualidad en todas sus 
modalidades, las pasiones, están en esta región de la mente.
Pero no condenamos en absoluto lo que pertenece a este plano de la mente. Todo ello tiene su lugar 
y mucho fue necesario en el pasado y lo es todavía para la conservación de la vida física. Todo es 
legítimo para quienes están en la etapa de la evolución a que pertenece y sólo es vitando cuando el 
hombre se deja dominar por ello o vuelve a usarlo después de trascendido.
Se ha de comprender que aunque la mente instintiva os PERTENECE, NO ES EL YO.
En el plano inmediato superior al de la mente instintiva, está el intelecto la parte de la mente que 
razona, analiza y piensa.
Lo empleáis al estudiar esta lección; pero tampoco es el Yo sino uno de sus instrumentos.
El tercero y superior principio mental es la mente espiritual, casi desconocida por la mayoría de las 
gentes, pero que es el origen del genio,inspiración, "espiritualidad" y lo superior de nuestra 
estructura mental. Todos los grandes pensamientos e ideas flotan en la mente espiritual y de ella 
procede el desenvolvimiento de la humanidad. Todas las ideas superiores que ha recibido el hombre 
en su evolución, referentes a la rectitud de conducta, verdadero sentimiento religioso, bondad, 
humanidad, justicia, amor altruista, clemencia, simpatía, le llegaron por el lento desenvolvimiento 
de la mente espiritual. El amor a Dios y al prójimo, el conocimiento de las verdades ocultas y el 
reconocimiento del Yo han de llegarle por conducto de la mente espiritual.
Pero aun esta asombrosa parte de la mente es sólo un instrumento, aunque sumamente delicado, del 
Yo.
Expondremos un método práctico de disciplina mental para distinguir más fácilmente el Yo de los 
estados mentales. Cada aspecto y función de la mente es necesario, y el estudiante no debe caber en 
el error de suponer que porque la mente sea un instrumento del Yo cuyas fases se han de ir trascen-
diendo en el transcurso de la evolución, menospreciamos la mente o la consideramos como un 
estorbo u obstáculo. Lejos de esto, nos damos cuenta de que por el empleo de la mente es capaz el 
hombre de conocer su verdadera naturaleza, y que su ascenso a ulteriores etapas dependerá del 
desenvolvimiento de sus facultades mentales.
El hombre emplea actualmente sólo las partes inferiores de su mente, pero hay en su mundo mental 
vastas regiones inexploradas que exceden a cuanto quepa imaginar. A la Yoga Raja incumbe favorecer 
la exploración de estas más vastas regiones mentales. Lejos de menospreciar la mente, los maestros del 
Yoga Raja reconocen sus posibilidades y exhortan al estudiante a actualizar sus potencias mentales.
Sólo por medio de la mente sabe comprender estas enseñanzas. Estamos hablando directamente a vuestra 
mente e incitándola a recibir lo que está dispuesto para ella en las regiones superiores. Exhortamos al 
intelecto a que atienda este importantísimo asunto, de modo que no se resista a las verdades que ha de 
recibir de la mente espiritual, que conoce la Verdad.
DISCIPLINA MENTAL
Colocaos en posición cómoda y tranquila para meditar sobre las materias que expondremos a vuestra 
consideración. Dejad que el asunto encuentre en vosotros hospitalaria acogida y mantened una benévola 
actitud mental para recibir lo que aguarda en las regiones superiores de vuestra mente.
Deseamos llamaros la atención hacia las varias condiciones o impresiones mentales, una después de otra, 
para que comprendáis que son algo incidental en vosotros y no- vosotros mismos, para que podáis 
ponerlas aparte y considerarlas exactamente como podríais hacer en un objeto material.
En la primera lección percibisteis el Yo independiente del cuerpo. Ahora habéis llegado a la etapa en que 
el Yo se os presenta como una entidad mental, como un grupo de pensamientos, sentimientos y 
emociones. Pero debéis ir más allá y ser capaces de distinguir el Yo de estas condiciones mentales, que 
son igualmente instrumentos como lo es el cuerpo.
Comenzaremos por considerar los pensamientos de orden inferior y luego ascenderemos a los superiores 
estados mentales.
Las sensaciones del cuerpo, tales como el hambre, la sed, el dolor, el placer, los deseos físicos, etc., ya 
no pueden ser cualidades esenciales del Yo para quienes las han dominado por un esfuerzo de la 
voluntad. No es que no experimenten estas sensaciones, sino que las consideran como incidentes de la 
vida física, buenas en su oportunidad, pero sólo útiles al hombre adelantado cuando las domina hasta el 
extremo de no considerarlas vinculadas al Yo. Sin embargo, para las gentes vulgares están dichas 
sensaciones tan identificadas con su concepto del Yo, que se creen un conjunto de tales sensaciones. No 
son capaces de considerarlas aparte para utilizarlas en caso necesario. Cuanto más adelanta el hombre, 
tanto más lejanas parecen dichas sensaciones. Por ejemplo, no es que no se sienta hambre, porque la 
siente y la satisface' como es natural, dándose cuenta de que ha de atender a las justas demandas de su 
cuerpo físico. Pero la diferencia está que en vez de creer que el Yo tiene hambre, sabe que su cuerpo 
tiene hambre, como conoce cuando su caballo o su perro tienen hambre. El Yo no se identifica en este 
caso con el cuerpo, y en consecuencia los pensamientos más estrechamente ligados a la vida física 
resultan comparativamente "separados" de su concepto del Yo. Un hombre así piensa "mi estómago 
esto", "mi pierna aquello", o "mi cuerpo así", en vez de "Yo esto" o "Yo aquello". Es capaz, casi 
automáticamente, de pensar en el cuerpo y sus sensaciones como cosas de él y pertenecientes a él, que 
requieren atención y cuidado, pero sin ser partes del Yo. Puede concebir el Yo existente por sí mismo sin 
el cuerpo y sus sensaciones, y habrá dado el primer paso en el reconocimiento del Yo.
Antes de continuar conviene que el lector se detenga algunos momentos a echar una rápida ojeada 
mental sobre las sensaciones del cuerpo. Formando una imagen mental de ellas se nota que son 
simplemente incidentes del desenvolvimiento experimental del Yo y no forman parte de él, sino que las 
trascenderá al llegar a más adelantadas etapas de evolución.
Si sois capaces de poner mentalmente aparte las sensaciones y "considerarlas" como una cosa "externa", 
veréis que pertenecen al No-Yo. Para decir que una cosa es del "No Yo", debéis comprender que el Yo 
la considera del mismo modo que un terrón de azúcar o una montaña. Consideremos algunas emociones, 
como la ira, el odio, el amor pasional, los celos, la ambición y las mil y una emociones de la naturaleza 
inferior. Hallaréis que sois capaces de poner aparte cada una de estas emociones o sensaciones y 
estudiarla, analizarla y considerarla. Podréis comprender el principio, progreso y fin de cada una de 
estas emociones, el modo como vienen a vosotros y cómo las evocáis en vuestra memoria o 
imaginación tan fácilmente como si observarais su ocurrencia en otra persona. Las hallaréis 
almacenadas en vuestra estructura mental y podéis "hacerlas trotar delante de vosotros para conocer 
su andadura y ver que no son el Yo sino algo que lleváis en un saco mental". Podéis imaginaros 
viviendo sin ellas sin perder la conciencia del Yo.
Desde el momento en que sois capaces de examinarlas y considerarlas aparte, denotan que 
pertenecen al "No-Yo" porque examináis y consideráis el objeto del examen.
No está destinada esta lección a enseñaros a desechar las emociones, aunque bien podría libraros de 
las siniestras; pero nuestro propósito es daros a entender que el Yo es superior a estas condiciones 
mentales e independientes de ellas, y una vez comprendida la naturaleza del Yo, podréis volver a 
usar, como dueño, lo que antes usabais como esclavo. Así, no temáis considerar extrañas al Yo de 
toda clase de emociones, pues podréis serviros de las nobles y armónicas terminada la disciplina 
mental. Por muy ligados que os parezca estar a una emoción, el análisis cuidadoso evidenciará que 
no pertenece al Yo, porque el Yo existía antes de la emoción y vivirá eternamente después que haya 
desaparecido.
Repasad la lista de vuestras sensaciones y emociones, como si se trata de amigos o parientes y 
veréis que todas pertenecen al "No-Yo".
Ahora bien; por medio del intelecto, seréis capaces de analizar todas las facultades mentales e 
inferir del análisis que tampoco son peculiares del Yo sino diversas maneras que tiene el Yo de 
emplear la mente por instrumento para conocer el mundo exterior y conocer la propia mente en 
todas sus facultades.
También lo que ha llegado a la conciencia desde la mente espiritual puede analizarse como 
cualquier otra facultad mental, y ver que tampoco es del Yo. Podéis objetar que tal vez haya en 
la mente espiritual algo propio del Yo y por consiguiente inseparable; pero diremos que sólo 
conocéis de la mente espiritual lo que os ha revelado y las regiones superiores de la mente 
espiritual son como la mentede Dios comparada con la ordinaria mente humana. Pero quienes han 
actualizado asombrosamente la mente espiritual, los Maestros nos dicen que aun sobre sus superiores 
estados mentales está siempre el eterno Yo como el Sol sobre el lago, y que el más alto concepto qué 
tiene del Yo es débil reflejo del Yo que filtra a través de la mente espiritual, aunque sea tan clara como 
el más diáfano cristal, comparada con nuestra opaca mente. Así, pues, el más alto estado mental no es 
más que un instrumento •del Yo.
Sin embargo, el Yo reside en las más débiles formas de conciencia y anima hasta la forma de vida 
inconsciente. El Yo es siempre el mismo, y su aparente crecimiento resulta del desenvolvimiento mental 
del individuo. Como dijimos en el "Curso Adelantado", es como lamparilla eléctrica envuelta en muchas 
pantallas, la luz parece más brillante e intensa, y sin embargo no ha cambiado; el cambio está en el 
proceso de quitar las pantallas que la eclipsan. No es posible comprender el Yo en toda su plenitud, pues 
a ello no alcanza ni el más profundo conocimiento del hombre actual, pero esperamos conduciros al más 
alto concepto posible del Yo en vuestro presente estado de desarrollo, de modo que desechéis algunas de 
las envolturas ya muy desgastadas que se desprenderán al toque de una mano amiga. Deseamos llevaros 
al conocimiento para vosotros posible del Yo para que podáis utilizar los instrumentos de que disponéis 
y realizar la obra que os aguarda.
Y ahora, volvamos a la disciplina mental. Después de convencidos de que casi todo aquello en que sois 
capaces de pensar son instrumentos del Yo ¿qué queda? El Yo. Intentad poner aparte el Yo para 
considerarlo y jamás seréis capaces de separar el Yo para la consideración. Pensad cuanto queráis, pero 
un poco de reflexión os mostrará que separáis alguna facultad mental. ¿Qué hace el Yo en este proceso? 
Sencillamente poner aparte lo que no le pertenece para considerarlo. ¿No veis que el Yo no puede ser el 
que considera y la cosa considerada, el examinador y la cosa examinada? ¿Puede el Sol reflejar sobre sí 
mismo su luz? Podéis considerar el Yo de otra persona, pero lo considera vuestro Yo que no puede 
considerarse a sí mismo. Entonces ¿qué prueba tenemos de nuestro Yo? La de que vosotros sois 
siempre conscientes de ser el que considera y examina y no la cosa considerada y examinada; tal es 
la prueba de vuestra conciencia. ¿Y qué referencias nos da esta conciencia? Simplemente: YO SOY. 
Pero esta conciencia vale por todo lo más, que sólo son instrumentos que el Yo puede utilizar.
Y de este modo, hasta un análisis final hallaréis que hay algo que no admite separación para que lo 
analice el Yo. Este algo es el Yo, el Yo eterno, inmutable, la gota del Gran Océano del Espíritu, la 
chispa de la Sagrada Llama, del mismo modo que os es imposible imaginar el Yo muerto, 
igualmente lo es separado para la consideración. El único testimonio es: YO SOY.
Si fuerais capaces de poner aparte el Yo ¿quién lo consideraría? ¿Quién podría considerarlo sino el 
mismo Yo? Y si él está aquí, ¿cómo podría estar allí? El Yo no puede ser el "No-Yo" ni aun en los 
más fantásticos-vuelos de la imaginación, que con toda su ponderada libertad y poderío se declara 
impotente en este punto.
Deseamos que pronto reconozcáis que sois dioses en formación, dioses dormidos, que tenéis en 
vosotros el poder del universo, en espera de que vuestra palabra se manifieste en acción. Largas 
edades de fatigas habéis necesitado para llegar tan lejos, largo camino os queda por recorrer antes 
de que lleguéis al primer Gran Templo, pero ahora ya entráis en la etapa consciente de la evolución 
espiritual. Ya no iréis a ciegas por el Sendero. Desde ahora en adelante veréis más y más clara la luz 
que alborea en vuestra conciencia.
Estáis en contacto con toda vida, y la separación de vuestro yo del Yo Universal es sólo aparente. 
No desdeñéis este asunto como si careciera de importancia. No paséis por alto nuestra débil 
explicación creyendo que es hueca palabrería. Os exponemos una capital verdad. ¿Por qué no seguís 
las enseñanzas del Espíritu, que aun ahora, en el momento en que leéis os invita a recorrer el 
Sendero de perfección? Considerad las enseñanzas de esta lección y practicad la disciplina mental 
hasta que vuestra mente haya comprendido su significado y después dejad que penetre 
profundamente en vuestra íntima conciencia. Entonces estaréis dispuestos al estudio de las siguientes 
lecciones.
Practicad esta disciplina mental hasta que hayáis grabado bien en la mente la realidad del Yo y la 
relatividad del "No-Yo". Una vez comprendida esta verdad podréis usar la mente con mayor poder y 
eficacia, porque reconoceréis que es vuestro dócil y obediente instrumento. Podréis dominar vuestros 
afectos y emociones cuando sea necesario, y elevaros de la condición de esclavo a la de dueño.
Nuestras palabras resultan mezquinas y pobres en comparación de la magnitud de la verdad que 
exponemos. Porque ¿quién hallará palabras para expresar lo inefable? Todo cuanto nos cabe es despertar 
un vivo interés y atención de vuestra parte, para practicar la disciplina mental y obtener la prueba que de 
la verdad os proporcione vuestra propia mente, porque la verdad no será tal para vosotros hasta que la 
hayáis comprobado por personal experiencia, y una vez así comprobada nada ni nadie os la podrá 
arrebatar.
Debéis comprender que cada esfuerzo mental tiene tras sí el yo. Mandáis a la mente obrar y obedece a 
vuestra voluntad. Sois dueños y no esclavos de vuestra mente, los directores, no los dirigidos. Libertaos 
de la tiranía de la mente que por tanto tiempo os ha oprimido. Afirmaos en vosotros mismos y sed libres. 
Os ayudaremos durante el curso de estas lecciones, pero debéis primero afirmaros como dueños de 
vuestra mente. Formad la mental declaración de independencia de vuestros hábitos, emociones y 
pensamientos indómitos, y afirmad vuestro dominio sobre ellos. ¡Entra en tu Reino, ¡OH! manifestación 
del Espíritu!
Creímos que la mente era nuestro dueño y permitimos que nos atormentara con pensamientos que nos 
"arrastraban" en momentos inoportunos. El iniciado está libre de esta molestia, porque sabe dominar su 
mente y regula sus procesos mentales lo mismo que si fuesen un delicado mecanismo, dirige su obra con 
la mayor eficacia y transmite órdenes a la mente subconsciente mandándola trabajar para él mientras 
duerme, o cuando usa su mente consciente en otras, materias.
Con relación a este particular dice Edward Carpenter en su libro From Adam's Peak to Elephanta. al 
describir sus impresiones durante la visita a un yogi gnani indo: "Y si no queremos creer en este 
dominio interno del cuerpo, es porque estamos poco acostumbrados a la idea del dominio de 
nuestros pensamientos y emociones. Es muy común considerar inevitable que un hombre sea presa 
de cualquier pensamiento. Apena pensar que un hombre haya de estar desvelado toda la noche por 
la ansiedad del resultado de un pleito que ha de fallarse al día siguiente, y parece extravagante decir 
que debería poder determinar su estado. La imagen de una amenazante calamidad es sin duda 
repulsiva, pero por lo mismo se aferra a la mente y es difícil expulsarla.
'' Sin embargo, es absurdo que el hombre tenga pesadillas por las triviales creaciones de su cerebro. 
Si nos molesta una piedrecilla en el calzado, nos descalzamos y la sacudimos. Una vez claramente 
comprendido el asunto, será igualmente sacudir de la mente un pensamiento desagradable. Acerca 
de esto no debiera haber dudas. La cosa es evidente, clara e inconfundible. Debiera ser tan fácil 
expeler un pensamiento nocivo de vuestra mente, como sacar una piedra del zapato, y hasta que el 
hombre pueda conducirse así es insensatez hablar de su ascendiente sobre la Naturaleza. Es un 
simple esclavo presa de los murciélagos y fantasmas que revolotean por las anfractuosidades de su 
cerebro".
"Pero los rostros cansados y agobiados por las preocupaciones que encontramos por millares entrelas opulentas clases civilizadas, atestiguan claramente cuan raro es este dominio. ¡Qué raro, en 
verdad, es encontrar un hombre! Cuan común es más bien descubrir un ser perseguido por tiránicos 
pensamientos, ansiedades e inquietudes, agobiado, coceando bajo el látigo, o quizá jactándose de 
correr alegremente su obediencia a un conductor que maneja las riendas y le dice que es libre, con 
quien no podemos conversar libremente, porque la extraña presencia está siempre vigilando".
"Una de las capitales doctrinas de la Yoga Raja es que se ha de lograr el poder de expulsar los 
pensamientos y si necesario fuera matarlos. Naturalmente, el arte requiere práctica; pero lo mismo 
que las otras artes, una vez adquirida, no hay misterio ni dificultad en ella. Y vale la pena 
practicarlo. Se puede decir en verdad que la vida comienza cuando se domina este arte. Porque, 
evidentemente, cuando en vez de que nos dominen los pensamientos, los dominamos, la vida se 
amplía y magnifica de tal modo, que su anterior condición parece casi prenatal".
"Si podéis matar un pensamiento cuando os parezca bien, podéis hacer de él lo que os agrade. Por 
eso es tan valioso este poder. No sólo libra al hombre del tormento mental (que es por lo menos las 
nueve décimas partes del tormento de la vida), sino que lo capacita para gobernar la acción mental 
de un modo hasta entonces absolutamente desconocido. Las dos cosas son correlativas".
"Mientras está en acción vuestro pensamiento, se ha de estar absolutamente concentrado en él, sin 
distraerlo con nada que no sea aplicable al asunto en cuestión, acumulando fuerza como una gran 
máquina con mucho poder y perfecta economía, porque las diferentes fuerzas operan al mismo 
tiempo. Terminada la obra, ya no es necesario usar la máquina, se la ha de parar en seco, sin 
preocuparse de ella, como si a un tropel de muchachos se les permitiera hacer sus travesuras con 
una locomotora acabada de entrar en el depósito, y el hombre debe retirarse a la región de su 
conciencia, donde reside su verdadero ser".
"Digo que el poder del mecanismo mental se acrecienta enormemente al dejarlo solo por una parte y 
usarlo singularmente y con concentración por otra. Llega a ser una verdadera herramienta que el 
artesano hábil deja a un lado cuando el trabajo está hecho, y que sólo un chapucero lleva siempre 
consigo para denotar que es suya".
Rogamos a los estudiantes que lean cuidadosamente la anterior cita del libro de Carpenter, porque 
abunda en enseñanzas que pueden utilizar ventajosamente los que se están emancipando de la 
esclavitud de su mente, y comienzan a ponerla bajo el gobierno del ego mediante la voluntad.
No os contentéis con la simple lectura de esta lección. Debéis estudiar y meditar sobre las 
enseñanzas expuestas bajo el epígrafe "Disciplina Mental" hasta que las distinciones se presenten 
con claridad a vuestra mente, y que no solamente las creáis ciertas, sino que seáis conscientes del 
Yo y sus instrumentos mentales. Tened paciencia y perseverancia. La tarea puede ser difícil, pero la 
recompensa es grande. Llegar a ser consciente de la grandeza, majestad, fuerza y poder de vuestra 
existencia real es digno de años de arduo estudio.
La paz sea con vosotros.
AFIRMACIÓN
Soy una entidad; mi mente es mi instrumento de expresión.
Existo independiente de mí mente y no dependo de ella.
Soy dueño de mi mente, no su esclavo.
Puedo apartar de mí sensaciones, emociones, pasiones, deseos, facultades intelectuales y todos mis 
instrumentos mentales como pertenecientes al No-Yo, y queda el Yo, que no puedo apartar de mí, 
porque es mi mismo ser, mi único ser, mi real ser, el Yo eterno, perenne, inmutable.
TERCERA LECCIÓN
LA EXPANSIÓN DEL YO
En las dos primeras lecciones de este curso hemos procurado llevar al candidato al reconocimiento de la 
realidad del Yo, haciéndolo capaz de distinguirlo de sus envolturas físicas y mentales. En la presente 
señalaremos la relación del Yo con el Yo Universal, y procuraremos dar idea de un Yo mayor, que 
trascienda la personalidad que tan propensos somos a considerar como el Yo.
La clave de esta lección será "La Unidad del Todo" y sus enseñanzas se dirigirán a despertar el 
reconocimiento de esta capital verdad. Pero no decimos que sea el Absoluto ni enseñamos la creencia del 
"Yo soy Dios", errónea y extraviada perversión de las auténticas enseñanzas yogis. Esta falsa enseñanza 
ha cundido entre muchos instructores induístas y muchas personas que con su acompañante enseñanza 
de maya o completa ilusión o inexistencia del universo, ha colocado a millones de gentes en condición 
mental pasiva o negativa que indudablemente retarda su progreso. No sólo sucede así en la India sino 
que también se observa entre los discípulos de los instructores occidentales que han abrazado este 
aspecto negativo de la filosofía oriental y confunden los aspectos "Absoluto" y "Relativo" del Único Ser, 
e incapaces de conciliar los fenómenos de la vida y del universo con su teoría de "Yo soy Dios", niegan 
resueltamente la realidad del universo y declaran que todo es maya o ilusión.
Fácil será reconocer a los discípulos de los instructores que sostienen estas creencias. Veréis que denotan 
muy negativa condición mental como resultado natural de la constante sugestión de nadidad. En 
contraste con la condición mental de los discípulos se observará la actitud mental de los instructores, que 
son casi uniformemente ejemplos de la positiva y vital fuerza mental, capaz de imprimir sus enseñanzas 
en las mentes de sus discípulos e imponer sus afirmaciones por la fuerza de su despierta voluntad. Los 
instructores generalmente han despertado la conciencia del Yo, y la acrecientan con su constante actitud 
de "Yo soy Dios", que les permite contrarrestar la influencia de los principios mentales inferiores, de 
modo que la luz del Yo se manifiesta a veces con tal intensidad que anula la mentalidad del discípulo no 
muy adelantado. Mas a pesar de esta conciencia despierta del Yo, el instructor, inducido por su errónea 
moción intelectual y la nebulosidad metafísica, es incapaz de comunicarla a sus discípulos y en vez de 
elevarlos para que brillen con igual esplendor que él, los mantiene en la sombra a causa de sus 
enseñanzas.
No lo decimos con espíritu de censura ni podríamos asumir la actitud mental estando seguros de nuestro 
concepto de la Verdad. Lo mencionamos simplemente para que el estudiante pueda evitar el "Yo soy 
Dios" y no caiga en la celada que amenaza al candidato en el momento que emprende la marcha en el 
Sendero. No sería un asunto tan serio ni fuera simplemente cuestión de error metafísico, porque podría 
corregirse con el tiempo; pero es mucho más grave porque conduce invariablemente a la correlativa 
doctrina de que todo es ilusión o maya, y que la vida es sólo un sueño, algo falso, una mentira, una 
pesadilla, que el Sendero es ilusión, que todo es "nada", que el alma no existe, que el hombre es Dios 
disfrazado que se engaña a Sí mismo creyendo que es el hombre y que la vida es una divina mascarada o 
espectáculo de prestidigitación, que el hombre es Dios, pero que se atonta para distraerse. ¿No es una 
idea horrible? Sin embargo, demuestra a qué grado llega la mente humana antes de desprenderse de una 
teoría metafísica que la ha hipnotizado. ¿Pensáis que hemos exagerado el cuadro? Pues leed alguna obra 
de estas escuelas de filosofía oriental o escuchad a alguno de los más radicales instructores occidentales 
que, la predican. La mayoría carecen del valor de los instructores induístas para llevar sus teorías a 
una conclusión lógica, y consecuentemente encubren sus enseñanzas con sutilezas metafísicas. Pero 
algunos de ellos son más valerosos y predican libremente su doctrina.
Algunos de los modernos instructores occidentales de esta filosofía explican el asunto diciendo que 
"Dios está disfrazado en diferentes formas de vida, incluso la del hombre, para adquirir 
experiencias, porque aunque tiene infinita y absoluta sabiduría y conocimiento, carecede la 
experiencia resultante de la vida de las formas exteriores, y, por tanto, desciende para adquirir la 
necesitada experiencia", ¿Podéis imaginar al Absoluto, poseedor de todo posible conocimiento y 
sabiduría, necesitado de la escasa "experiencia" de la vida de las formas inferiores? ¿Adonde nos 
llevarán esas vanas teorías? Otro instructor occidental nutrido por las enseñanzas de ciertas ramas 
de la filosofía oriental y que tiene el valor de sus convicciones, declara resueltamente que el hombre 
es la totalidad de la existencia y que su mente crea y conserva el universo. Y en otro pasaje afirma 
este mismo instructor: "El universo entero es un trivial ejemplo del poder creador del hombre". "Por 
sus frutos los conoceréis", as regla segura de todas las enseñanzas. La filosofía que enseña que el 
universo es una ilusión sólo puede conducir a la conclusión de que "todo es nada", y que cuanto 
cabe hacer es cruzarse de brazos y gozar del espectáculo de prestidigitación que el hombre-dios 
representa para su propio entretenimiento, y cuando la representación termine, volver al estado de 
deidad consciente y evocar sonriendo el agradable recuerdo del hechicero espectáculo creado para 
divertirse durante billones de siglos. Así es que quienes aceptan esta filosofía -tan firmemente 
impuesta por los instructores, aunque saben que no son Dios, caen en un estado de apatía mental y 
de negación que sume el alma en un estupor del que no puede librarse por largo tiempo.
No confundáis nuestra enseñanza con la que acabamos de mencionar. Decimos que el hombre es un 
Yo real, no Dios mismo, sino su manifestación, un Hijo del Absoluto, poseedor de la divina 
herencia, cuya visión es actualizar las cualidades cuyo germen infundió Dios. No incurráis en el 
gravísimo error de confundir lo relativo con lo absoluto. Evitad esta celada en la que tantos han 
caído. No os hundáis en el abismo de la desesperación, ni os revolquéis en el fango de la nada, ni 
veáis realidad en la persona de algún vigoroso instructor que se identifica con el Absoluto. Pero 
afirmad vuestro divino origen, vuestra herencia del Absoluto y caminad resueltamente por el 
Sendero afirmando el Yo.
Sin embargo, aunque el Yo no es Dios, es infinitamente mayor de lo que habíamos imaginado. Se 
extiende mucho más allá de los límites que habíamos concebido. Está en contacto con el universo 
en todos sus puntos y en íntima unión con toda vida. Está en estrecho contacto con el mundo de la 
relatividad emanado del Absoluto. Y aunque está en la superficie del universo relativo, tiene sus 
raíces en el Absoluto de que se nutre, lo mismo que el feto se nutre de la sangre de la madre. Es una 
verdadera manifestación de Dios y está en él la esencia de Dios. Seguramente parecerá esta 
afirmación tan audaz como el "Yo soy Dios" de los instructores recién mencionados: pero ¡cuan 
diferente!
Consideremos los instrumentos del ego y el material con que opera. El cuerpo físico del hombre 
está constituido por materia idéntica a la de las tres formas de materia, sus átomos están 
continuamente cambiando y reemplazándose, tomando el material del gran depósito de materia 
física. Hay una materia primordial de que derivan las aparentes diferencias de forma y substancia. 
La energía vital o prana que el hombre utiliza en la obra de su vicia es una porción de la energía 
universal que por doquiera compenetra todas las cosas. De esta universal energía extrae el hombre 
la que necesita en cualquier momento, y después de utilizarla revierte al depósito universal. La 
mente, que tan en contacto está con el Yo que con frecuencia se le confunde con ella, es una 
porción de la Mente Universal, la primera emanación del Absoluto, y la chitta o substancia mental 
que usamos en este momento, no es nuestra distinta y separadamente, sino una porción de la 
constante e invariable provisión universal. La vida tan estrechamente ligada al Espíritu que casi es 
inseparable de él, es una parte del invariable Principio de Vida Universal. Cuando así lo 
comprendemos vislumbramos la idea de la Unidad del Espíritu y la relación del Yo con los otros Yoes, 
la sumersión del Yo en el absoluto Yo, que no supone el aniquilamiento de la individualidad como 
algunos han supuesto, sino el acrecentamiento de la conciencia individual hasta abarcar el Todo.
En el "Curso Adelantado" expusimos las enseñanzas yoguísticas concernientes al akasa o materia 
primordial de la que derivan todas las formas materiales según su grado de vibración. Por lo tanto, 
también la materia es un principio universal, y así todas las partículas del cuerpo físico son una porción 
de este gran principio del universo, extraídas del gran depósito y restituidas por el proceso de desasimila-
ción. Las moléculas de los músculos de una persona pueden haber formado parte hace algunos días de 
alguna planta y tal vez lo serán de otro ser viviente dentro de poco. Hay un constante cambio y lo que es 
vuestro hoy fue ayer de otro y lo será de otros mañana. No poseéis un solo átomo de materia 
personalmente vuestro. Todo es parte de la provisión común, cuya corriente fluye a través de vosotros y 
de toda Vida.
Lo mismo acontece con la energía vital que estáis usando en cada momento de vuestra vida. Estáis 
constantemente extrayéndola del gran depósito universal de pruna, usando la necesaria y eliminándola 
luego para dinamizar otra forma. Es propiedad de todos. Hay una sola energía operante en todas partes y 
en todo tiempo.
La substancia mental está sujeta a la misma ley. Sin embargo, somos tan propensos a considerar que 
nuestras operaciones mentales forman parte de nosotros mismos y nos pertenecen personalmente, que 
nos es difícil comprender que la substancia mental sea un principio universal lo mismo que la materia y 
la energía, y que la extraemos de la, provisión universal en nuestras operaciones mentales. -Además la 
porción de substancia mental que estamos usando, aunque separada de la usada por otros individuos por 
un sutilísimo velo, está realmente en contacto con las otras mentes aparentemente separadas y con la 
Mente Universal de que forma parte. Así como la materia componente de nuestro cuerpo físico se halla 
en contacto con toda la materia y así como la energía vital usada por nosotros está en contacto con la 
energía universal, del mismo modo nuestra substancia mental está realmente en contacto con la 
Mente Universal. Es como si el Ego. en su progreso, fuera moviéndose a través de vastos océanos 
de materia, energía y mente, usando las que necesita y dejándolas tras sí según pasa a través de la 
gran masa del océano. Este símil es tosco, pero puede dar idea de que el Ego es lo único realmente 
vuestro, invariable e inalterable, y que todo lo demás es la parte extraída de la provisión universal 
para las necesidades del momento. También da dicho símil una idea de la Unidad de todas las cosas. 
El Yo es lo único real en vosotros, lo único permanente, y la materia, la energía y la mente son 
medios de manifestación y expresión del Yo.
Conviene fijar en la mente la idea de la universalidad de la Vida. Todo el universo está vivo, 
vibrante y palpitante de vida, energía y movimiento. No hay nada muerto en el universo. La Vida 
está en todas partes y siempre acompañada por la inteligencia. En vez de átomos de vida flotantes 
en un mar de muerte, somos átomos de vida circundados por un océano de vida, palpitante, 
moviente y pensante. Cada átomo de materia está vivo. Tiene energía y está siempre acompañado 
por inteligencia y vida. Doquiera en nuestro rededor, en los reinos mineral, vegetal y animal vemos 
vida. Todo vive con inteligencia. Cuando así lo comprendemos y además somos conscientes de la 
Vida Universal, estamos en camino de llegar a la conciencia cósmica.
Pero todas estas consideraciones son pasos que conducen al individuo al reconocimiento de la 
Unidad Espiritual. Gradualmente reconoce que hay una Unidad en la manifestación del Espíritu del 
Absoluto, una unión con el Absoluto.
La manifestación de espíritusindividuales por parte del Absoluto fue un acto único y no una serie 
de actos. Cada ego es un centro de conciencia en el infinito océano del Espíritu, cada uno es un yo, 
aparentemente separado de los otros y de su origen, pero estrechamente enlazado con todos y 
relacionado con el Absoluto por digámoslo así, filamentos espirituales. Con el tiempo llegaremos a 
ser más conscientes de esta mutua relación, a medida que trascendamos y desechemos las envolturas 
hasta que finalmente volvamos de nuevo al Absoluto, a la Mansión del Padre.
Es de suma importancia en el desenvolvimiento del alma reconocer esta relación y unidad, porque 
cuando este concepto está totalmente establecido, el alma es capaz de elevarse sobre ciertos planos 
inferiores y queda libre de la operación de ciertas leyes que ligan al alma poco desarrollada. Por lo tanto, 
los maestros yoguis dirigen constantemente al candidato hacia esta meta. Primero por un sendero, luego 
por otro, dándoles diferentes vislumbres del punto deseado, hasta que halla la senda más apropiada para 
sus pies y se dirige rectamente hacia aquel punto y rompiendo los lazos que le oprimían, prorrumpe en 
un grito de gozo por su recién lograda libertad.
Los siguientes ejercicios de disciplina mental están destinados a ayudar al candidato en el 
reconocimiento de su relación con toda vida.
DISCIPLINA MENTAL
1. Leed lo expuesto en el "Curso Adelantado" acerca de la materia. Daos cuenta de la unidad de la 
materia cuya substancia fundamental es el akasa y que las diversas formas de materia que perciben 
nuestros sentidos son modalidades más densas de la materia primordial. Notad que por conocidos 
procedimientos químicos todas las combinaciones de materia de que resultan las "formas", pueden 
descomponerse en sus elementos originales, y que estos elementos son simplemente akasa en diferentes 
estados de vibración. Que la idea de la unidad del universo visible arraigue profundamente en 
vuestra mente. El erróneo concepto de la diversidad del mundo material debe ser reemplazado por la 
conciencia de la Unidad, a pesar de la aparente variedad y multiplicidad de formas. Debéis ver tras el 
mundo de formas de materia, el principio de la materia universal o akasa que todo lo penetra. Se ha de 
sentir a la par que comprender esta verdad.
2. Meditad sobre las verdades recién mencionadas y luego leed lo expuesto en la lección once del 
"Curso Adelantado" acerca del último análisis de la materia, que se desvanece
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en energía, en demostración de que la materia es una modalidad más grosera de energía.
3. Después leed en el "Curso Adelantado" lo tocante a la unidad fundamental de las varias 
manifestaciones de energía. Considera que una modalidad de energía puede transmutarse en cualquier 
otra. Notad que la energía que hay en vosotros, mediante la cual os movéis y obráis, es una modalidad 
de la energía universal de la que podéis extraer la necesaria. Pero sobre todo esforzaos por concebir la 
energía universal en su totalidad. Estas consideraciones pueden parecer algo fastidiosas e inútiles, pero 
ayudan a preparar la mente para comprender la idea de la Unidad del Todo. Cada paso tiene su 
importancia y facilita el siguiente en el camino del conocimiento. En esta disciplina mental conviene que 
os imaginéis el universo en perpetuo movimiento, pues todo está en actividad y toda la materia se mueve 
cambiando sus formas y manifestando su interna energía. Los soles y los mundos giran en el espacio y 
cambian constantemente sus partículas componentes. La composición química es constante e 
incesante y por doquiera se efectúa la obra de construcción y "destrucción. Nuevas combinaciones de 
átomos y de mundos se están formando y disolviendo constantemente. Después de considerada la 
Unidad de la Energía, reflexionad que a través de todos estos cambios de forma, el Yo, vuestro 
verdadero ser, permanece inmutable, indemne, eterno, invencible, indestructible, invulnerable, real y 
constante. El Yo se sobrepone al mundo fenomenal que se mueve a su alrededor.
4. Leed lo dicho en el "Curso Adelantado'1 acerca de que la Energía se desvanece en Mente de la que 
procedió. Comprended que la Mente está tras la energía que habéis considerado. Así estaréis dispuestos 
a reconocer la unidad de la Mente.
5. Leed lo dicho en el "Curso Adelantado" respecto de la Mente. Hay una Mente Universal a 
disposición del ego. Todo pensamiento resulta del uso que hace el ego de la mente, su 
instrumento. Este Océano de la Mente es total y el ego puede extraer libremente de él. Vosotros 
tendréis este gran Océano mental a vuestra disposición cuando estéis suficientemente evolucionados 
para usarlo. La mente es la base de todo el mundo de formas, nombres 3 acciones y en este sentido 
"todo es mente"; pero superior a la mente es el Yo, manifestación del Absoluto.
6. Daos cuenta de vuestra identidad y relación con toda vida. Observadla en todas sus formas, desde 
las íntimas a las superiores, y veréis que todas son manifestaciones del gran principio de Vida en las 
diferentes etapas del Sendero. No despreciéis las formas más humildes, mirad tras de la forma y ved 
la Vida. Sentidos parte de la Vida Universal. Que vuestro pensamiento penetre en las profundidades 
del Océano y comprended vuestra identidad con la vida residente en todas las formas. No 
confundáis la forma (con frecuencia horribles desde vuestro punto de vista personal) con el prin-
cipio que en ellas subyace. Contemplad la vida vegetal, la vida animal y procurad ver tras el velo de 
la forma la Vida real. Aprended a ver vuestra vida palpitante y vibrante con el principio de Vida en 
todas las formas y mayormente con vuestros semejantes. Contemplad los cielos estrellados. Ved allí 
los numerosos soles y mundos poblados de vida en algunas de sus innumerables formas y sentid 
vuestra identidad con ellas. Si alcanzáis este pensamiento y esta conciencia os hallaréis unidos con 
aquellos mundos y en vez de sentiros pequeños e insignificantes, seréis conscientes de una expan-
sión del Yo hasta sentir que en ellos está una parte de vosotros mismos, que vosotros estáis también 
allí aunque permanecéis en la Tierra, que sois iguales a todas las partes del universo, que estos 
mundos son vuestro hogar, como lo es el punto en que estáis. Tendréis conciencia de que el uni-
verso es vuestra casa y no simplemente una parte de él, como antes creyerais. Experimentaréis una 
sensación de grandeza y amplitud tal, como jamás habéis soñado. Principiaréis a reconocer al 
menos una parte de vuestra divina herencia y que en verdad sois un Hijo infinito, que la esencia de 
vuestro Divino Padre se halla en las fibras de vuestro ser. En tales momentos se llega a ser 
consciente de lo que al alma le aguarda en su sendero ascendente, y cuan mezquinos son los más 
valiosos premios que el mundo ofrece, comparados con lo que ven los ojos de la Mente Espiritual 
en momentos de clara visión.
No debéis desechar estas visiones de la grandeza del alma; tratadlas hospitalariamente, porque son 
vuestra indiscutible propiedad y llegan, a vosotros desde la Mente Espiritual y están desarrollándose 
en la conciencia.
7. El último paso de este despertar consciente a la Unidad del Todo, es el en que se comprende que 
sólo hay Una Realidad y al mismo tiempo que el Yo está en esa Realidad. Es muy difícil expresar 
este pensamiento en palabras porque debe sentirse más bien que comprenderlo intelectual-mente. 
Mucho adelanta el alma cuando siente que el eterno espíritu es lo único real en ella, y que el 
Absoluto y su manifestación como Espíritu es lo único real en el Universo. Pero antes de 
experimentar la plena sensación de la unidad y realidad hemos de ser conscientes de la identidad del 
Yo con el Yo universal. El misterio de la manifestación del Absoluto en esencia de Espíritu está 
velado para nosotros y la mente confiesa su incapacidad para penetrar tras el velo que oculta al 
Absoluto de nuestra mirada aunque nos

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